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NTROPOLOGÍA

Más de 400 sociedades analizadas

Las civilizaciones humanas son más


antiguas que sus dioses
 AMADO HERRERO
Actualizado Miércoles, 20 marzo 2019 - 19:06

La creencia en fuerzas sobrenaturales que castigan los malos


comportamientos apareció con el aumento de la complejidad social. La
figura del dios vengativo surgió como una forma de gestionar conflictos y
fomentar la cooperación

Los dioses griegos en el cuadro 'El consejo de los dioses' de Rafael. EM


Los dioses no impulsaron el desarrollo de la sociedad, simplemente lo
acompañaron. Ésa es la conclusión de un estudio publicado este miércoles en
la revista Nature, en el que se analiza el papel que desempeñaron las religiones
con deidades moralizantes -dioses capaces de ver y castigar cualquier
transgresión- en la aparición de las primeras civilizaciones. De acuerdo con los
autores, fueron las prácticas rituales compartidas y no el miedo al castigo
divino, lo que permitió a las primeras sociedades complejas mantener la
cohesión.

Psicólogos, antropólogos, lingüistas o neurocientíficos han propuesto diferentes


teorías para explicar cómo nuestros antepasados pasaron de vivir en pequeños
clanes -en gran medida basados en vínculos directos- a formar agrupaciones
complejas y muy numerosas. Algunas investigaciones previas sugerían que la
invención de agentes sobrenaturales, que castigan a aquellos que actúan de
forma egoísta o en contra del grupo, pudo haber sido el catalizador que permitió
a la especie mantener los niveles de cooperación y control necesarios para
gestionar grandes poblaciones.

Sin embargo, en el artículo que aparece ahora en Nature un equipo


internacional de investigadores concluye que los dioses moralizantes aparecen
en las sociedades complejas, pero no las preceden. "Surgen con el aumento de
la complejidad social, una vez que las sociedades alcanzan una población de
alrededor de un millón de individuos", explica Harvey Whitehouse director del
Instituto de Antropología Cognitiva y Evolutiva en Oxford y primer autor del
artículo. "Tal vez se deba a que para entonces las sociedades son tan grandes
que se vuelven vulnerables a las tensiones estructurales internas y a los
conflictos", añade.

AGRUPAR A DISTINTOS PUEBLOS


Whitehouse y sus colegas han recurrido a Seshat, un gran banco de datos
históricos estandarizados, para cotejar la información disponible sobre
estructura social y religión en más de 400 sociedades, desde el neolítico hasta
la revolución industrial, analizando la relación entre agentes sobrenaturales y
la complejidad social. "Nuestros parámetros incluyen cuestiones como el
tamaño de la población, la jerarquía, el territorio, la burocracia o el gobierno",
señala Whitehouse. "Aunque hay muchas formas en las que alguien puede
actuar de manera egoísta, hemos limitado nuestro estudio a las más relevantes
para la cooperación: justicia, reciprocidad y lealtad al grupo".

Los autores han encontrado en Egipto -en la Segunda Dinastía (2800 a.C.)- el
primer ejemplo de imposición religiosa para mantener el orden. No obstante,
será en el primer milenio a.C. cuando se generalicen las llamadas religiones
prosociales, aquellas cuyas creencias promueven la cooperación, la
colaboración y el altruismo: budismo y zoroastrismo primero, cristianismo e
islam ya en nuestra era. En todos estos credos coinciden las figuras de dioses
moralizantes y los castigos sobrenaturales (como el karma) para regular los
comportamientos y sancionar a los transgresores.
Señalan asimismo que las deidades de este tipo pudieron surgir como resultado
de una necesidad de someter a poblaciones diversas en imperios multiétnicos,
agrupándolas bajo un poder común superior. "Los dioses proporcionarían una
forma de permitir que las sociedades continuaran prosperando a pesar de
las tensiones, haciendo que todos cooperasen para evitar ofender a un poder
superior", sugiere Whitehouse.

EL ANIMAL SOCIAL
La raíces evolutivas del carácter social del Homo sapiens se encuentran, según
la mayoría de los investigadores, en las ventajas que la vida de grupo ofrece
para la supervivencia. Incluso en tiempos de escasez de recursos, la regla
general es que cuanto mejor le va al colectivo, mejor le va a los individuos. Pero
una vez ese grupo crece, mantener la implicación de todos los individuos se
complica. Y aunque todas las investigaciones coinciden en que existe una
asociación evolutiva entre el culto de dioses y la complejidad social, la
naturaleza de esa relación divide a los científicos cognitivos.

Las religiones prosociales más populares hoy en día son relativamente


recientes, muy posteriores a la aparición de las primeras sociedades complejas.
La cuestión a debate es si las primeras manifestaciones religiosas -por ejemplo
en las civilizaciones de la Edad de Bronce- fueron causa o consecuencia.
Algunos investigadores, como el psicólogo Ara Norenzayan de la Universidad
de Columbia han sugerido que estas figuras permitirían superar las limitaciones
para conseguir la capacidad de vigilar la conducta individual, amenazando a
los "parásitos" con represalias, incluso cuando nadie pueda ver sus acciones.

Los trabajos de otros investigadores, como el antropólogo Joseph Watts o el


biólogo evolutivo Mark Pagel, se alinean más con las tesis que Whitehouse y
sus colegas exponen en su artículo, y añaden que la religión cumple además
una función como herramienta de control, utilizada por sus creadores para
cimentar su poder e influencia. Para Pagel, tan pronto como una sociedad es
capaz de generar suficientes bienes y servicios, esa riqueza puede ser utilizada
por algunos, si consiguen acceder a las herramientas de poder. Y las creencias
sobrenaturales les facilitan un medio para conseguirlo.

https://www.nature.com/articles/s41586-019-1043-4

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