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Mediante un modelo, simular uno de los efectos que el alcohol puede ocasionar
al hígado.
Dos frascos de vidrio vacíos y limpios, con tapa (como los que contienen
alimento para bebé).
Un hígado de pollo.
Una y media tazas de alcohol etílico (lo venden en las farmacias).
Una y media tazas de agua.
Una lupa.
Una cinta adhesiva.
Un bolígrafo.
Un cuchillo.
1.Etiquete cada uno de los frascos como agua y
alcohol, respectivamente. Lave el hígado de
pollo. Manipúlelo y obsérvelo. Describa su
aspecto y consistencia. Anote sus
observaciones en la hoja de respuestas.
2.Parta el hígado por la mitad y con la lupa
observe su interior.
3.Coloque cada una de las porciones en
diferentes frascos. Añada alcohol etílico en el
recipiente correspondiente hasta cubrir el
hígado y cierre el frasco. Haga lo mismo para
el otro frasco, agregando agua en lugar de
alcohol.
4.Coloque los frascos en el refrigerador con una
etiqueta de “no tocar”.
5.Dos días después, saque los hígados de los
frascos, enjuáguelos y obsérvelos. Recuerde
utilizar su lupa y tome nota de sus
observaciones.
6.Vuelva a colocar los pedazos de hígado en los
frascos y vuelva a poner nuevos líquidos
después de cada observación, pero tenga
cuidado de no confundirse de frascos. Espere
un día más y repita la operación del
procedimiento 5.
El alcohol y las bebidas
De los compuestos conocidos como alcoholes, quizás el que está más presente en
nuestra vida cotidiana es el alcohol etílico (CH3-CH2-OH), también llamado etanol,
al que comúnmente se le denomina “alcohol”. Una disolución de este compuesto
(que contiene aproximadamente 95% de alcohol y 5% de agua) es la que se
adquiere en las farmacias y se suele utilizar para frotar y limpiar la piel antes de
poner una inyección o también como desinfectante de algunas heridas.