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Relatoría clase del martes 18 de octubre 2016

Curso: Seminario dirigido Dworkin. Virtud soberana


Por: Juan Diego Agudelo Molina

I. Descripción de temas:
- Prima como impuesto de renta.
- Conflicto libertad e igualdad.
- La prioridad de la igualdad.

II. Exposición de temas:


a. Impuesto de renta:

Dworkin recurre a un argumento ficticio, hipótesis teórica o experimento mental para


justificar su modelo de justicia. Así, su propuesta de una igualdad equitativa de recursos viene
precedida por la ficción de un conjunto de inmigrantes que llegan a una isla deshabitada. Allí
organizan una subasta para determinar el valor de los bienes a distribuir y recurren a un
mercado de seguros para solventar posibles riesgos futuros. Después de presentar esta ficción
teórica, Dworkin presenta su equivalente práctico en la política real. El tomador del seguro
se remplaza por el ciudadano, quien transfiere ciertos riesgos a la aseguradora y como
contraprestación se obliga al pago de una prima. El papel de la aseguradora viene a ser
ocupado por el Estado, quien asume los riesgos que le transfirió el ciudadano y en caso de
que ocurra el siniestro paga el seguro.

La prima que paga el ciudadano al Estado se considera un impuesto, es decir, es la


contribución que hace el ciudadano al Estado para que este se forme un capital que le permita
asumir los riesgos y pagarlos en caso de que ocurran los siniestros. Este impuesto se concibe
como impuesto de renta, es decir, recae sobre lo percibido, sobre el margen de utilidad, sobre
las ganancias, etc. En este punto Dworkin no considera otros tipos diferentes de impuestos
tradicionales en el mundo contemporáneo, como el impuesto sobre el patrimonio, sobre el
consumo, sobre la ganancia ocasional, el gravamen financiero, etc. El valor de este impuesto
se determina por un porcentaje sobre la renta, determinado por el ajustador general de
seguros, según un cálculo estadístico, que permita el pago de los siniestros que
probablemente ocurrirán con base en una cobertura mínima. El ajustador podría ser
remplazado en el ámbito político por el gobierno y el Congreso de un determinado Estado,
que a través de reformas tributarias pueden determinar variaciones en el porcentaje de
tributación según varíen las condiciones de asegurabilidad o el estado del riesgo.

Los riesgos que asume el Estado, esto es, el ámbito de cobertura del seguro, está dado por
ciertas circunstancias que afectan la igualdad de oportunidades de las personas en la sociedad,
como las catástrofes, las discapacidades, las inhabilidades, etc. Finalmente la póliza o el
contrato escrito de seguro podríamos concebirlo como la carta constitucional. En ella están
consagradas las obligaciones generales de las partes y los derechos correlativos.

b. Conflicto libertad e igualdad

En el ámbito de la historia de la filosofía occidental se ha suscitado un debate entre dos


ideales normativos, o virtudes políticas, aparentemente contradictorias y excluyentes:
libertad e igualdad. Tanto en las teorías políticas, como en la práctica política real, en las
controversias jurídicas e incluso en las ideas intuitivas del bien de las personas, se tiende a
privilegiar una de estas dos virtudes políticas en desmedro de la otra. Se piensa que la libertad
tiene que ceder ante la igualdad, o que la igualdad tiene que ceder ante la libertad, pero que
no pueden coexistir pacíficamente. Dworkin grafica esta situación con tres ejemplos
prácticos: La prohibición de la Suprema Corte de Estados Unidos de la limitación de
campañas políticas; la coexistencia entre la medicina pública y la privada en Gran Bretaña;
y un viejo pronunciamiento de la Suprema Corte norteamericana que declaraba
inconstitucional la fijación de salarios mínimos y jornadas máximas ante la vulneración de
la libertad de elección de contratos y empleo.

Pero para Dworkin no hay conflicto, o si lo hay es aparente. En primer lugar cuando se piensa
que hay conflicto se están tomando estos valores en su sentido llano. Pero el conflicto
desaparece cuando se toman en un sentido amplio, como virtudes políticas o ideales
normativos. En segundo lugar este autor nos presenta un modelo de justicia que posibilita la
coexistencia pacífica de ambos conceptos como ideales políticos. Ya Rawls había tratado de
articular ambos ideales políticos en una teoría de la justicia consistente y coherente
lógicamente, a través de la prescripción de dos principios de justicia: el primero que
consagraba un esquema amplio de libertades (libertad) y el segundo que establecía una
igualdad equitativa de oportunidades y un mecanismo redistributivo (igualdad). Estos dos
principios tenían un orden lexicográfico según el cual se priorizaba el primero sobre el
segundo, algo que Rawls llamó la prioridad de la libertad. Dworkin va a hacer algo similar,
pero modificando un poco la jerarquización de ambos valores. En su teoría la libertad y la
igualdad son dos caras del mismo fin o ideal político, es decir, son dos ideales normativos
que deben ser perseguidos por el orden social.

Pero si bien en la propuesta dworkiana de igualdad de recursos ambos ideales se establecen


como fines políticos que se deben perseguir, es evidente que, un poco contra Rawls, se
prioriza la igualdad sobre la libertad. Es posible limitar ciertas libertades si hay exigencias
igualitarias que lo justifiquen, siempre y cuando se satisfaga el principio de damnificación
(déficit de igualdad). Si bien esto también puede derivarse de la teoría rawlsiana, el énfasis
que hace Dworkin en que la igualdad es la virtud soberana sí le da un matiz diferencial a su
propuesta.

c. Papel constitutivo de la libertad

En último lugar, es necesario resaltar el papel que le otorga Dworkin a la libertad. Esta no
puede justificarse únicamente a través de una estrategia de interés, sino que debe abordarse
dentro de una estrategia constitutiva. Volviendo a la ficción teórica de la subasta, la libertad
no puede tomarse como un recurso susceptible de ser subastado, sino que debe hacer parte
de un sistema básico de fondo que posibilite el ejercicio de la subasta. A través de lo que
Dworkin llama un “sistema de libertad/constricción” se modela una situación inicial que
posibilita la puja en la subasta y que permite precisamente que las personas puedan ejercer
dominio sobre los artículos por los que pujaron. Este papel constitutivo de la libertad no le
quita su carácter instrumental. Dworkin es insistente en mostrar que la libertad en su modelo
no es algo valioso por sí mismo, sino que es funcional a su modelo igualitario. Sin embargo
al presentarnos la libertad en un sentido constitutivo queda la duda de si no está apelando a
la misma prioridad de la libertad de la que nos hablaba Rawls.

III. Conclusiones
Considero personalmente que la argumentación de Dworkin no dista mucho de la propuesta
rawlsiana. Muchas de sus propuestas y estrategias de justificación teórica podrían explicarse
acudiendo a la estructura conceptual de Rawls. No creo que al aceptar este hecho estemos
trivializando a Dworkin, me parecen muy ingeniosos, poderosos y retóricamente persuasivos
sus argumentos, pero tenemos que reconocer que no ha logrado escapar del “rawlsianismo
metodológico” (expresión tomada de Pablo da Silveira). También me parece que Dworkin
no ha logrado mostrar adecuadamente por qué la igualdad es la virtud soberana, pues
acudiendo a su propia estructura conceptual podríamos decir lo mismo de la libertad. Sería
más sensato que presentara ambos ideales normativos como las “virtudes soberanas
complementarias” y no centrase en la priorización de uno de los dos frente al otro, pues
fácilmente cae en la trampa que tanto buscó superar del conflicto entre ambas virtudes.

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