Professional Documents
Culture Documents
Derecho: Facultad.
Primero en general:
Derecho a la paz:
Rawls
Citas:
LOCKE, John, Carta sobre la tolerancia, tr. de Pedro Bravo Gala, 4ed,
Tecnos, Madrid, 1998.
CAPÍTULO III
TOMÁS HOBBES. EL ABSOLUTISMO MONÁRQUICO Y
EL DERECHO A LA PAZ
Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una unidad real
de todo ello en
Breve introducción a Hobbes
Como buen clásico, Hobbes puede interpretarse desde múltiples perspectivas, desde
posiciones liberales hasta absolutistas, pasando por conservadoras y comunistas. nosotros
tendemos por la exposición más aceptada. Hay muchas lecturas de Hobbes,
Contrato:
“Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una unidad real de todo ello en una y
la misma persona, instituida por pacto de cada hombre con los demás, en forma tal como si
cada uno dijera a todos: autorizo y transfiero a este hombre o asamblea de hombres mi
derecho de gobernarme a mí mismo, con la condición de que vosotros transferiréis a él
vuestro derecho, y autorizareis todos sus actos de la misma manera. Hecho esto, la multitud
así unida en una persona se denomina Estado, en latín Civitas. Esta es la generación de aquel
gran Leviatán, o más bien de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios inmortal,
nuestra paz y nuestra defensa” (Leviatán, Cap. 17).
Derecho a la rebelión
Propiedad privada
CAPÍTULO V
JEAN-JAQUES ROUSSEAU. LA VOLUNTAD GENERAL Y
LOS DERECHOS INDIVIDUALES
Frase brutal
Contrato: “Si eliminamos del pacto social lo que no es esencial, nos encontramos con que
se reduce a los términos siguientes: «Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo
su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, recibiendo a cada miembro como
parte indisoluble del todo»” (Rousseau, Contrato social, p. 15)
I.II. Fundamentación de los derechos humanos en Rousseau
Derecho a la rebelión. (Cuando un pueblo obedece, lo hace bien, pero cuando debe sacudirse
del yugo, hace aún mejor)
“Hay con frecuencia bastante diferencia entre la voluntad de todos y la voluntad general; ésta
no tiene en cuenta sino el interés común; la otra busca el interés privado y no es sino una
suma de voluntades particulares. Pero quitad de estas mismas voluntades el más el menos
que se destruyen mutuamente, y queda como suma de la diferencia la voluntad general” (pp.
28-29).
No hay negación del individuo: “Si se nos dijera que es bueno que alguien perezca por todos,
yo admitiría tal sentencia si la pronunciara un digno y virtuoso patriota consagrado
voluntariamente y por deber a morir por la salvación de su país; pero si llegará a mis oídos
que se le permite a un gobierno sacrificar a un inocente para salvar a la multitud, tomaría esta
máxima como una de las más execrables que jamás haya inventado la tiranía, como la más
falsa que proponerse pueda, como la más peligrosa que pueda admitirse y cómo las más
directamente opuesta a las leyes de la sociedad” (Rousseau, 2001, pp. 25-26).
CAPÍTULO VI
IMMANUEL KANT. EL REPUBLICANISMO Y LOS
DERECHOS REPUBLICANOS
I.I. Estructura general del modelo contractualista kantiano
Contrato: “Más he aquí un contrato originario, el único sobre el que se puede fundar entre
los hombres una constitución civil, legítima para todos sin excepción, el único sobre el que
se puede erigir una comunidad. Pero respecto de este contrato […], en tanto que coalición de
cada voluntad particular y privada, dentro de un pueblo, para constituir una voluntad
comunitaria y pública (con el fin de establecer una legislación, sin más, legítima), en modo
alguno es preciso suponer que se trata de un hecho […]. Por el contrario, se trata de una mera
idea de la razón que tiene, sin embargo, su indudable realidad (práctica), a saber, la de obligar
a todo legislador a que dicte sus leyes como si éstas pudieran haber emanado de la voluntad
unida de todo un pueblo, y a que considere a cada súbdito, en la medida en que éste quiera
ser ciudadano, como si hubiera expresado su acuerdo con una voluntad tal. Pues allí se halla
la piedra de toque de la legitimidad de toda ley pública” (Kant, 2006, pp. 36-37).
Libertad: “Nadie me puede obligar a ser feliz a su modo (tal como él se imagina el bienestar
de otros hombres), sino que es lícito a cada uno buscar su felicidad por el camino que mejor
le parezca, siempre y cuando no cause perjuicio a la libertad de los demás para pretender un
fin semejante, libertad que puede coexistir con la libertad de todos según una posible ley
universal” (Kant, 2006, p. 27).
Igualdad: “todos, en cuanto súbditos, son iguales entre sí, porque ninguno puede coaccionar
a otro sino por medio de la ley pública […]; pero también en virtud de ésta todos los demás
se le resisten en igual medida, no pudiendo nadie perder esta facultad de coaccionar” (Kant,
2006, p. 29)
CAPÍTULO VII
JOHN RAWLS. LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL Y
LOS DERECHOS SOCIALES
La meta de la filosofía política […], es articular y hacer explicitas
aquellas nociones y principios compartidos que se piensa que están
latentes en el sentido común; o si, como a menudo ocurre, el sentido
común es vacilante e inseguro, y no sabe qué pensar, proponerle
ciertas concepciones y principios congeniales con sus más esenciales
convicciones y tradiciones históricas (Rawls, 1986, pp. 139-140).
La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la
verdad lo es de los sistemas de pensamiento. Una teoría, por muy
atractiva, elocuente y concisa que sea, tiene que ser rechazada o
revisada si no es verdadera; de igual modo, no importa que las leyes
e instituciones estén ordenadas y sean eficientes: si son injustas han
de ser reformadas o abolidas (Rawls, 2006, p. 17).
Bienes primarios
CAPÍTULO VIII
ROBERT NOZICK. EL ESTADO MÍNIMO Y LOS
DERECHOS LIBERTARIOS
Si eliminamos del pacto social lo que no es esencial, nos
encontramos con que se
CAPÍTULO IX
ANÁLISIS COMPARATIVO
Que son los derechos humanos.
Cuadro comparativo.