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"E l empedrado camino ai cielo’’

Crítica al pensamiento abolicionista V» [v T i C V \


Pcgoraro
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La visita de Massimo Pavarini y de Roberto Ber- bles del "atesorador raciopál", protegido por ía ideolo­
galli al Seminario "Delito y Sociedad" de la Catrera gía y lá realidad del mercado lo que destruye y hietc
de Sociología de la UDA, dislocó, gratamente, lá se­ los bienes dé los "súbditos"; en este sentido, Saint
cuencia programada: el dercclio de la sociedad a casti­ Simon, Lásalle, Bistüarck o la Constitución de Wéi-
gar y la función que cumple la pena, temas abordados niar fueron la mala conciencia de la justificacioón del
por ellos, estaban diagramados para ser tratados como Estado. :
culminación del programa. Y como es obvio en es­ El tema del "abolicionismo penal" tuvo su naci-
tos casos, reapareció en lá segunda parte del Semina­ inicnlo (quiero decir su reconocimiento) en los países
rio este inquietante tema ahora enmarcado en una So­ nórdicos a finales de Ids 60’; quizás fue tardío porque
ciología del Control Social. el advenimiento de la crisis fiscal del Estado que seña­
lara O’Connor; láinéonvefübilidad del dólar, la crisis
Porque de esto hablamos, de la no autonomía del petrolera y sus jeques ¿Ion las 7 Hermanas, la ingober-
discurso y de las prácticas penales y por lo tanto de nabilidad de la democracia que ponía nerviosa a la
su dependencia de una vasta y compleja red de institu­ nueva derecha o a jos realistas del orden social, desen­
ciones, códigos, relaciones y personificaciones socia­ cantó esperanzas y ei abolicionismo penal pasó a ser
les que configuran tanto una estructura como un obje­ para muchos un sot^cenleiulido: que era para otro mo­
tivo: el control social. Y el "abolicionismo penal" mento. FundanicnUiióicntcsunacimientocsüivo liga­
(de esto hablaremos) desde esta perspectiva no puede do a un contexto o clima cultural en el que la vieja
tampoco autonomizarse de la sociedad en cuanto se criminología estaba elaborando sus limitaciones en­
desplegará en una formación social concreta; quizás tre las que podemos scflalar el fracaso (já vergüenza)
en algún momento podrá autonomizarse del Estado, de la cárcel ya sea egsü función de prevención como
si es que éste es entendido sólo en su aspecto coerciti­ de rcsoc!alizaa3rit|wq ‘ J ' ■
vo, ¡péro no si se lo concibe a la manera gramsciana For otro lado si la vieja criminología estaba en
como el conjunto de orgnnismos públicos y priva­
crisis, las corrientes radicales o críticas también adver­
dos, en fin, el espacio social de la hegemonía. Por
tían, el fracaso de los enfoques "escépticos" de la des-1
ello, el control social es el pivote o bisagra articula-
v,^ ,óniasí como los cnlt^ues^ronntóiüeos". qucjsos-
. dora de los discursos y las prácticas de las fracciones
tcnidos por el radicalismo burgués, estudiaban la di-
sociales dominantes que tienen el poder de definir, en
forma interaccional, qué o cuál comportamiento (y
coino otra fonna de conUpl social. tal como Alvin
en algunas circunstancia histórica, las ideas) constitu­
Gouldner pusiera de manifiesto" eií su polémica con
ye un delito y cuál no. Howard Decker.
En suma, las instituciones de control social y pe­ Recordemos que lo que se denomina cnfoqucjjs-
nal existen porque la sociedad civil lia enajenado su cépüetpsc basa en la nenación de reconocer princi-
soberanía para ser ejercida por un órgano especial, el "pios^ucos (bueno o malo, normal o patológico, ino­
Estado. Éste, como imaginario colectivo es soberano cente o culpable, sagrado o profano, etcétera) (lsLque
en la medida que ha expropiado la soberanía de los in­ presumían códigos y leyes. Partiendo de la diversidad^
dividuos transformándolos en súbditos. Reasumir la
soberanía expropiada es reasumir el control social,
Ihieraclívos,
l>cr61j«T¿ados en relaciones de Tuerza ñiás que en el dc-
"ser un individuo que 110 sólo puede pastar las ovejas rccíTó, reivindicaban en el desviado-dciinóuen te una ra-
a la maflana, tejer a la larde y filosofar a lattoche", si­ riónalidad que el positivismo determinista les nega­
no, dentro de la perspectiva abolicionista, juzgar (aun- ba. iin éfbetó, el reconocimiento de la diversidad o
que sin ejecutar las penas por haber sído aBoMas) las pluralidad cultural, el iclntivismó ético que socavaba
conductas do los otros. Cosi sc po3rrá décIr,Ta msUtu- los.principios del derecho natural y por consiguiente
cionalizactón de un gcneralÍ7J(lór gigantcsco y difuso süs políticas correccionales o terapéuticas, fueron la
control sódal no recortado cspaciaímenic, 110 delimi­ báse que pcicniitió avanzar en lá critic^ de la crimino­
tado o depositado en órgano alguno, o sea laTiitcíiüS- logía tradicional y con ello la búsqueda de nuevas for­
zacióii dcl>"amor del censor". mas de control social; quiero decir que estos "descu­
El pensamiento marxisla por otra parte, tiene al­ brimientos’* fueron también incorporados por los or-
go que decir sobre esta temática; por ejemplo el Esta­ gamsiños do poder para iinplemcntar pblíücas rieutra-
do, la institución estatal debería preservar pn sus ac­ liMdorásdcJfniyder coiuestatanoque yacía súpuésta-
ciones los intereses o bienes de las clases subalter­ nicriieciUl^ubicüvIJad-xaamialidacI de cstóg~grapos
nas. La justificación del Estado es tal,' ci» lá medida dcuQitiiiiacjds genéricamente movimientos antimilita­
en (jtie cumple una función reparadora de los dados ristas: los hippies, los fumadores de, marihuana, la
que el mercado y su mano visible producen á la socie­ boííeíma amanecida, los músicos de la noche, los ho­
dad. Es el juego de los egoísmos y apetitos insacia- mosexuales, las feministas, etcétera. Así no tardaron
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en incorporarse a las propuestas de análisis sociológ- culpa con la debida obediencia de ios civiles a los mi-.
cos, lecturas o predicciones románticas acerca del litares, también se sostiene esta sociedad. Son dos ca­
comportamiento actual y sobre todo potencial o futu­ ras de la misma moneda. ,
ro de estos grupos contra el sistema. Es necesario remarcar la revolución copemicana
Paralelamente en la década de los 70' ya se adver­ que se produjo en la criminología cümWalTñTIúJo
tían una serie de transformaciones del aparato estatal de corrientes sociológicas, el foco de análisis se des­
que apuntaban más al "warfare" que ni" welfare " con plazó de la búsqueda dé las causas dcia criniaiaLidad
los programas de recorte a los gastos asisleñctales al sistema penaf., r
que en los principios de los 80' largaron una carrera Es éste, el sistema penal como expresión de la re-
de pragmáticas justíficacibñes. Tero junto con clio, acción socíal institucional ct que cae bajo el análisis
con los marginales, los herederos de los 60' se organi­ de la "nueva criminolo^fai"; y así se ha podido arribar
zaron como movimientos cucsüonadores dcl uso del "aconclusiones táiuñquictantcs como ratificar científi­
derecho penal y de su sislCma/ cdntó tos^móyjmien- camente lo que el sentido común intuía, a saber: desi­
tos ecológicos, los feministas o sexistas, oUe los dc- gualdad real ante la ley, criminalización selectiva en
rechos civiles, minorías raciales o étnicas. Todoesto función de políticas coyuntura!es, penalización en ba­
amplió el espectro de los sectores 'so cssM M ijtañ se a relaciónes de fuerzas sociales donde el poder eco­
"tocados" por el sistema penal, al involucrai también nómico es una variable fundamental, la no resociaíi-
a otros tradicionalmente inmunes por su inserción sp- zación ni reeducación por medio de la reclusión carce­
cial a los liorrores que éste conlleva; ñor lo tanto el laria, la exclusión social por medio de las políticas
tema de las garantías individuales y de la preserva­ de estigmatizoción, la reproducción de formas delicti­
ción del individuocf^^iiTCCsariarncatecoitlaspoJC- vas por medio de supuestas políticas de prevención,
ticas del orden púbHetTy <Tereorganización de l capita^ el fortalecimiento de instituciones cerradas o totales
Usmq;. .. * que describiera Irving Goffman, la complicidad o en­
Creo que dentro de este panorama, por nsíjlamar^ cubrimiento, o ja participación misma de agcnte3 del
lo histórico, el primer problema verdaderamente iiíso-. orden en la comisión de hechos delictivos, inclusive;
luble en el marco o perspectiva abolicionista es lana-,. de miembros del poder judicial, la no tutela de dere­
lüraícza ambi valcntedcl dcrcniopcn^ quorpor im’ f c chos comunitarios, los ataques a la salud que realizan
do establece el monopolio del castigo por parto tlpj laboratorios y empresas transnacionales y nacionales
Estado, y por otro delimita tal jKxler por medio de jas por medio de alimentos y medicamentos que no son
garaiTtTas <Icl '"d cB ^ 'proeesó"' y del principio ^nu­ criminalizados, etcétera, etcétera; o sea, el sistema pe-
llum crime sinp previa IcgéMís cierto que los abolir nal real y no el imaginario. , . i ' -
cionistas señalan precisamente que el marco jurídico ’ (Los; abolicionistas por su parte desde una difusa
lia rcsuliado ineficaz para contener el autoritarismo es­ idcológladc la comunidad pretenden que es posible
tatal. iínptemcnlar en la actualidad uTf^isIeífRrpclial[que
Que el sistema penal (con sus derechos y garantí-: cancele los enfrentamientos sociales producidos por ’
as) es un componente necesario de toda sociedad se intereses contradictorios en la reproducción de la exis­
encargaron de destacarlo desde Santo Tomás (no obs­ tencia social de los individuos, grupos o clases socia-.;
tante aquel Jesús de la primera piedra) pasando por • i '
Montesquieu, Calfucurá, Rosas o De Gaulle. Pero so­ No solamente parece improbable reconstruir (o
bre la iniquidad, la desigualdad, la realidad sórdida y construir quizás) centros comunitarios con capacidad
supliciante del mundo carcelario, la amenaza mons­ para garantizar la justicia de las decisiones a las que
truosa del uso de la "razón de estado" que culpa o ex­ arriben laspárfcs involucradaseñ üñconflicto (un de­

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lito) sino que tampoco se podría garantizar que los Porque, ¿de qué se trata desde la pcrpectiva aboli­
no'profesionales déla ley tengan un sentido más jus-_ cionista,jJel castijjo o de la prevención del delito? Si
to que,éstos. Ep efecto, idealizar al "liombrc coimln" bien-ambos se realiincntan entrecruzando los discur­
es concebir un liombrc abstracto, jiarecido al ciudada­ sos, la ideología de la defensa social es el operador
no que las concesiones liberales creyeron descubrir que permite instrumentar distintas formas de control
, o con&mirCüMidoderribaron el orden corporativo feu- social de los que el castigo y las políticas de preven­
I daL ¿A/.<•', • 1- ........v ción forman parte. " I !
i. Por otra parle, la reasunción por la sociedad dél Es cierto como dicen los abolicionistas (y toda
sistema de recompensas y caftrgbs enajenado i>or el la criminología crítica) que 110 se puede partir de una
Estado, implica en los hechos la creación de una nue­ concepción ontológica del delito, de la existencia por
va forma de control social, que en la realidad se mani­ lo tanto de un derecho natural; éste, aún en su ver­
festará tanto o más controladora que la actual. Como sión duikheimiana, como un sentimiento colectivo
algunos trabajos pusieron de manifiesto, los medidas que cuando se lo viola íiace reaccionar el cuerpo so­
alternativas a la cárcel que se han puesto en práctica cial, es tan endeble como maleable la reacción de la
en países desarrollados lian sido simplemente medi­ sociedad. En efecto, la reacción de la sociedad es una
das complementarias de ésta; así se ha scfíalado que variable dependiente,' un producto, un resultado de
el proceso de "descarcelación" que se produjo en USA una sociedad con tal historia, estructurada de tal mane­
y en los países europeos en la década de los 70’, las ra, con tal división del trabajo, con tal estratifica­
medidas alternativas a la cárcel crecieron geométrica­ ción, con tal estructura de poder, y en el medio de un
mente; las sentencias que antes fueron absolutorias, clima cultural; y como recordara Melossi que escribie­
guiadas muchas veces por el humanitarismo de los ra Marx, también por una clase obrera que por educa­
jueces (algunos seguramente influenciados por la rea­ ción, tradición y hábito reconoce como leyes natura­
lidad de la cárcel y por las críticas hacia ella) ahora se les, obvias, las exigencias del modo de producción.
ejecutan por medio de trabajos para la comunidad, o Arduatarca, aunque parezcaunaformulaciónconspira-
para el propio damnificado. El aumento del control tiva, la de este modo de producción (y su control so­
social informal fue denunciado reiteradamente por cri- cial) que logra tanto en los países desarrollados como
tninólogos críticos. en Argentina que la reacción social sea más fuerte y
Además para que exista un control de la comuni­ efectiva para castigar al ratcrilo de stereos que a un
dad es preciso que ésta exista, que ésta se materialice banquero fraudulento.
o se personifique; ¿cuál será esa personificación? ¿es
posible una comwtidad inmersa ella en una sociedad
donde la explotación, la dominación, las desigualda­
des sociales, el racismo, el sexismo, los cuerpos dóci­
les, la tortura, el nacionalismo agresivo, el trabajo
sucio, la cárcel, el hospital, son expresiones comu­
nes y además parles constitutivas y necesarias de este
modo de vida? Valorizar el utilitarismo como rela­
ción social articuladóra y rechazar sus aspectos negati­
vos es creer que puede existir uno sin ía olio.. . .
La propuesta abolicionista, en resumen, signifi­
ca la supresiSfnW-sistema penal en su realidad ac­
tual, y su sustitución por Otro Ch el que los indivi­
duos más que la sociedad y sus órganos cspccífiqos
se encarguen del control social. A los innumerables
problemas prácticos que aparecen como difíciles o im-
posiblcs do resolver (pienso cu un "delincuente” que
se iiiégá a ^negociar" con su víctima, en las dificulta­
des de representar individualmente intereses difusos
como la salud, la vivichda, la Seguridad en el trabajo,
el medio ambiente, en poner en práctica trabajos para
la comunidad ante el creciente desempleo, etcétera, et­
cétera) se suma una discutible concepción sobre la so­
ciedad y el individuo. La sociedad como orgánica (la
comunidad) j)cro agredida por eT sísTcína pcílál; y el
iñdlvtduo conío individuo abstracto, despojado de sús
relaciones sociales. Quiero decir de hombres que po­
drían dejar de ser portadores en la "negociación" de
sus relaciones de fuerza que como todos sabemos no
están distribuidas igualitariamente en la sociedad.
Es cierto que la propuesta abolicionista es cauti­
vante, o candorosa; como dijera Pavarini los abolicio­
nistas contribuyen a difundir la convicción de que
aquello a lo cual debemos temer y por ello defender­
nos, es más bien del sistema de la justicia penal que
de la criminalidad, y que esto es una obra cultural y
política muy meritoria.

Farenhflt 40
ttSUKJKlA(i.m

Por olra parte serla necesario detenerse sobre el Porque la pewpeetiva abolicionisla prclendc "des-
carácter negativo del castigo que denuncian los abolí- 1 cubrir" lo que eS jmto éilco y'^gmáüfco, sin const-'
cionistas. ¿Es siempre así, un valor negativo? Por­ derar que ei sistemapenal, tal cual se lo conoce es
que aparte de que el castigo es una de las formas que ' una obra de ingeniería social y como tal el resultado
asume él enfrentamiento entre sectores o individuos, de un proceso histórico! Por ello desde mi perspecti­
desde el punto de visto de íá o las víctimas, o desde va el sistema jíenai actual ño es una injusticia, una
los débiles, el castigo de los poderosos debería ser.' incongruencia lam en tada fx>rIá crueldad o la eslupP
considerado un hecho positivo. En tal sentido si bien dez hiimana; es parte de esta économía del control so­
lós abolicionistas pueden mostrar que la ley penal g e -! cial que con sus prácticas, políticas, discursos, perso-
neraTmente no cumple una función protectora de Tos : najes e íristituciones creatambién el gran equívoco
débiles (movimientos democráticos, pobres, margina- ? de que lo necesario és d "descubrimiento" del reino
les...) ellos se organizan también alrededor de un refe­ /, & k» «ddos. '
rente legal, casi siempre de orden penal aunque más < '• En resumen; cautivante propuesta, como progra­
no fuere simbólico. "r ma de crítica al sistema penal, por otra parte ya acu­
Hace ya veinte aflos que la perspectiva abolido-" muladas en gran tnedida por lo que se conoce genérii
njsta pretende cambiar el sistema penal; no creo que • camente como Criminología Crítica. Pero Como al­
se trate de una propuesta sólo para las sociedades in­ ternativa de control social en lá actualidad mis funda­
dustriales pos-modernas que avanzan hacia formas co- ’ das reservas. El avance sobré Ids derechos individua­
munitarias de vida, porque su fracaso nos estaría indi­ les que el Leviáthán justifica por razones de estado,
cando o que las sociedades no son post-modemas (?) de estabilidad de la democracia, dé preservación de las
o no han avanzado hacia formas comunitarias de vi­ instituciones republicanas de defensa de la sociedad,
da, o la propuesta abolicionista es una fantasía o las merecen acumular fuerzas políticas que garanticen los
tres cosas a la vez. derechos de los débiles mas que la cruzada descubrido­
ra de la comunidad perdida, compuesta por muchos
"buen salvaje" sobre el que ni Rousseau creía en su
existencia real A f ’ ’ ■ ' ' •

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