You are on page 1of 79

Andrea Sánchez Quinranar

ENCUENTROCO~ HISTORIA
p.l axis d su cns ~ñaI17~1
en ¡léXiLv
CuidatIiJ de la edicifJn: Concepción Rodríguez R.
~eno
)"),':_ - .1_ J_ ._,f_:~...._ r"_L_'! e ...:1'
JifV UJ Cl;jqwr1i3: U"dUrte a . at'IWO

Primera edición: 200,2


.
nrnera . .I
rClmpresIo:n: 'lnftA
P "'-"1V':r

Segunda reimpresién: 2006


DR © Facultad de Filosofia Y Letras
Ciudad Universitari~ 04510 México,D. F.
Impreso y htt;b.o ea México

ISBN 970-32"()081~8

Copynohtod rnatonal
AGRADECIMIENTOS
Más .allá de cumplir con un rico habitual en toda publicación,
debo hacer aquí un reconocimiento especial a quienes han sido
promotores y han apoyado la elaboración de este trabajo.
En primer lugar, debo a Modesto Sánchez Vázquez ya Blvira
Quinranar Alba la vocación educativa en todo su ámbito de amor,
lucha, voluntad y compromiso. y a Fausto Hernández Murillo
la reiteración vocativa de todo ello en el amor) el conocimiento,
el ap'oyo, la paciencia y e] impulso.
A mis profesores, en el largo trayecto escolar) en todos los
niveles, especialmente =-imposible mencionarlosa rodos- ti
Wencesiao Roces Suárez, Edmuado O'Gorman, Alfonso García
Ruíz, Ernesto de la Torre Villar )' Josefina Zo raid a,Vá~quez. Y
a quienes me han enseñado mucho también, Beatriz Ruiz Gaycin
Pernández y Moisés González Navarro.
A todos mis alumnos, que siempre me han enseñado) partí-
cularmente con su experiencia en la práctica de la historia que se
,.,
ensena.
A la doctora Eugenia Walerstein Meyer, por su amistad, su
solidaridad, estímulo y rigor en la elaboración de este trabajo.
A la Facultad de Filosofía }f Letras, y a la UNAM} por todo.
Finalmente, a Dulce María Abrajan y Concepción Rodríguez
por su apoyo afable, consciente y solidario en los aspectos téc-
nicos de la edición de esta obra.

Andrea Sánchez Quintanar

Copynghlúd matonal
A manera de introducción
En las postrimerías del milenio podemos afirmar) corno Edmun-
do O'Gorman lo hada en 1947: c'EI tiempo está ffitly vencido
para q'ue todo historiador, sea cual fuere su postura filosófica)
haga un esfuerzo por cobrar plena conciencia de ella, y por lo
tanto, del significado y alcance de su acti vidad cultural". y aña-
día: "Solamenre se logrará este fin si se obliga a sí mismo a decir
en molde lo que en conciencia se piensa".'
Es ésta una obligación de todo aquel que labora con el intelec-
to) que disfruta su labor )' que goz~ pese a todo, de 'una situación
privilegiada en la injusta. división del trabajo que caracteriza al
mundo contemporáneo. Para el historiador) tal obligación impli-
ca el compromiso de dar sentido a su quehacer: otorgar razón de
ser a la propia actividad vital implica no sólo una justificación
utilitaria} sino acatar el fundamento de su actuar para convertirlo
en norma de conducta y sustento teórico de cada una de las afir-
maciones y los actos que constituyen. su trabajo profesional. (~í
ahora, todo libro de historia debe principiar por una explicitación
de lo qtle el autor entiende que está haciendo" .:z
Hacia mediados del siglo xx la importancia de la historia y su
estatuto corno saber consagrado en el concierto de la intelectua-
lidad tornaba casi innecesaria la reflexión sobre su carácter, sen-

I Edmundo O'Gorrnan, Crisis y p()n!enir de la ciencia histórica, p. Xl.


2 ¡bid.) pp. Xl~XIl.

Copyngtllcd matonal
tido 'y destino. La crisis del fin de la. Segunda Guerra Mundial,
la constante zozobra de la Guerra Fría) la emergencia de las jóvenes
obcranía independiente de Asia y África) y aun los estallido
rebelde encabezado por jóvene estudiantes a fines de lo e-
cntas parecían orientar a una nueva problcrnaticidad el entido
de la marcha de las ociedades humanas, i e que iban a algún
lado. En particular en América Latina, el avance de la Revolú-
ción cubana, sus consecuencias políticas de rebelión -no siern-
pre exitosas en otro paIses- y otros eventos) obligaban a vol-
ver lo ojos al interior de la propia realidad) pero al mismo tiempo,
a la búsqueda de orientaciones teórica que permitieran expli-
carla ..Por ello a fin de los esenta ) }' a lo largo de los erenra )
e produce en este continente un proceso de auge y con olida-
ción del marxismo COJUO fu ndamento teórico, y una amplia gama
de revi iones de . u planteamientos conceptuales, que se aplica-
ban, con mayor o menor éxito) al análisis de 10 fenómenos sociales)
político 1 desde luego económicos, artí tico y aun religio o }'
científicos de nuestra latinoamericanidad.
Pe e a ello) en el terreno del trabajo hi: tórico, la definición de
u propio significado no siempre se hacía explícita. En ocasione '}
en. cambio, llegaba a ser la: expresión de aquel famoso "marco
teórico de referencia" q'ue maniataba, más que explicaba, la orien-
ración del trabajo hi tórico que le seguía.' A partir de entonces,
alvo contadas excepciones) el sentido) la razón de er de una crea-
ción intelectual que e hace pública) no e explicita. Podcrno
decir) con [ean Chesneaux, que "muy pocos hi toriadores comienzan
sus obras tratando de definir su pro}'ecto·. Le parece evidente
que se dirigen en.primer lugar 'a sus iguales) (M. de Certeaux) }'
de pués al público <culto) en disponibilidad) con buena voluntad
y re peto para instruirse en los que (hacen la historia) .4

J Cf Martha Harneckcr, Los crrmeptrJr ,le"1entales dcllnatmg/imlo histÓ1-i~


co. También Georges Politzer, Cursos d--efilosofta; principios eiettlcntales y pri1l-
,ipios !1J,nd-MiJentnJcJ. Podrían citarse varios 111ás.
...[ean Cnesneaux, ¿HaC,fI11tOr tahtrJ, res« del p(J[Q,d{}?A propósito de in
historia y de los historiadores) p. 9.

Copyng tod rnaícna


Pocas veces, o ninguna, se piensa en aquel. o aquellos a quie-
nes va diri19lido e1conccumento
.. rustonco
t.;~ (' O mas bi
.v, ' len) casi. nunca
J

se contempla, entre los profesionales de la historia, el ámbito


reducido o amplio, 'estrecho o multitudinario, en q'ue ese saber
deba ser difundido, ni mucho menos la razón de ser de tal difu-
sión. ¿Cuál es el sentido del estudio histórico! ¿Quié!)cs deben
conocerlo )' hasta dónde] <Qué sentido tiene estudiar, investí-
.gar Ia historia, y difundir 10 estudiado o investigador O aun la
interrogante Ia historia ~para qué?,5 formulada en nuestro país
hacia 19:80por un grupo de intelectuales --de ocho, sólo dos de
ellos historiadores-«, son preguntas cuyas respt1.esras no necesa-
riamente se hacen presentes en los textos especializados de la
investigación histórica, o en la mente de tos historiadores, sino
como problemas que se resuelven en el hacer mismo.

Tratar por cuenta y riesgo propios, hasta donde den las fuer-
zas, de aclarar por sí mismo y ¡yaralos demás) el significado
de las p.ropias actividades del espíritu es la. única forma de
. mte 1ectua 1; para qUIenguste
salvacion
f' . de coace biirse a s írni
nnsmo
como hombre de ciencia, es una obligación precisa.6

Pese a lo que se piensa en general, la historia) como toda cien-


cia, tiene su razón de ser en el hecho de que debe ser conocida y
utilizada en beneficio de la sociedad qllC produce su conocimien-
to, sobre todo en el Inundo contemporáneo, en elqlle los avances
científicos "han adquirido tanta importancia que no pueden se-
gUlr exclusi
o usrvamente en manos dee los crenntff lCOSo d...e 1os POutl-
os cí 11 .

cos, sino que deben pasar a manos del pueblo entero para q'ue se
convierta en algo benéfico ,e11 vez de ser una maldición», 7
Si bien comparte, en este sentido, una característica de toda
ciencia} el histórico es particularmente un conocimiento que

s Carlos Pereyra et al.) Hirtma ¿parlJ ¡¡tli?


.¡i E. O'Gorman, qp, cit.) p. xn.

7 JOM D. Bernal, La ,ien-eia en nuestro ti.empo, p. 484.

Copynghlúd matonal
debe ser constitutivo de la. condición humana. Por lo mismo) las
características y peculiaridades de los procesos que propician la
difusión de la historia, deben ser objeto de estudio y análisis de
quienes se dedican a producirlo: los historiadores.
Los métodos, las formas, las técnicas de la difusión, de] cono-
. •
cumento hi iSt óri
·rlCOno se l'imitan,
. por otra parte, a un am b"ItO
I

escolar que permita caracterizarlas. como "enseñanza de la his-


toria", en el obtuso concepto que arrumba a la historia al con-
junto de nociones abstrusas, aburridas e inútiles que se memo-
rizan en, la "aborrecida escuela", de ingrata memoria para Joan
Manuel Serrar, y que se olvidan tan pronto cumplen su función
de <pasar el examen».
Después de realizar sus investigaciones, de buscar en archi-
vos abstrusos) de revisar abundantes fuentes bibitiográficas, de
contrastar testimonios, opiniones y registros materiales, de com-
pararlos con sus posiciones teóricas y de sistematizarlas con arreglo
a sus propllesras merodológicas, el historiador debe dar a cono-
cer sus conclusiones, ya <fue no' tendría sentido conservar los
resultado de ese trabajo sólo para sí.
Es un criterio común, compartido también por una mayo-
ría de los propios historiadores- que la forma idónea de dar a
conocer los resultados de sus investigaciones es la publicación
de artículos o libros) generalmente dirigidos a la comunidad
científica de su propio grupo profesional, y se entiende que debe
hacerse en editoriales o revistas de 'canto prestigio COIDO lo per~
mita la ubicación del historiador en el contexto de las relaciones
I

públicas de las ciencias sociales, Este es el primer nivel al q'ue


habrán de aspirar a Llegartodos cuantos se dediquen a la ciencia
histórica.
Otra posibilidad es la que ofrecen los cenáculos especializa-
dos de losconsagrados: congresos) coloquios, simposios, foros,
mesas redondas) conferencias o etcéteras que se quieran incluir,
espacios todos donde es posible presentar y conocer los últimos
resultados de las investigaciones más recientes, y donde debe
cumplirse la función, estrictamente ciearffica y por lo mismo,

Copyrighted rnatonal
necesaria) de someter al consenso de la intersubjetividad, las con-
clusiones que habrán de convertirse en un aporte al cuerpo de
, , .
conocrrmentos ya vlgentes.
En un tercer nivel, la docencia. En esta actividad existen for-
mas diferenciadas que adquieren un rango de preferencia diverso,
segun el lugar que OCtlpen en la sistematizada escala de los ciclos
escolares; la preferente será, por supuesto) la g,t.le ocllpan los es-
tu-diosde posgrado, donde elhistoriador espera encontrar un sujeto
receptor de mayor calidad, mejor formación jr, por 10 mismo,
mayor capacidad de respllesta a sus estudios especializados.
En el mismo ámbito se encuentran los estudios profesionales)
sobre todo los dedicados a la formación de futuros historiadores.
Ciertamente es éste un círculo selecto pero reducido, al menos en
nuestro país, pese a que ya se pueden contar alrededor de treinta
universidades en las que la historia, existe como carrera profesio-
nal en el nivel de la.licenciatura, al menos. Se encuentran tam-
bién los estudios profesionales consagrados a las ciencias socia-
les =socíología, ciencia política, antropología, economía y otras-
más abundantes, donde la historia oCllpa un lugar importante a
veces, aWlque no siempre bien comprendido.
En el escalón final) en sentido descendente, se encuentra el
resto de la docencia: el de los niveles medios =-medio básico y
medio superior-e- donde el historiador, según se afirma de ma-
nera cotidiana en el.medio académico, "viene a terminar", cuan-
do sus posibilidades personales no le permiten alcanzar el statu.s
de investigador o al menos, de profesor en el nivel superior.
La devaluación del trabajo docente, tanto en lo que se refiere
a su consideración social como a su compensación económica,
es una constante qllC se da en la actualidad y que ha sido denun-
ciada en diversos medios. Interesa aquí mencionar tan sólo esta
condición con el propósito de complementar una panorámica
del ámbito donde el historiador realiza la difusión de su. cono-
cimiento, para entender que el análisis de esta acción o conjunto
de acciones no debe contemplarse sólo desde una perspectiva
pedagógica, )' menos exclusivamente didáctica, sino que, dada la

Copynghlúd matonal
amplitud de variantes que presenta, requiere de un abordaje mucho
más complejo, que atienda a las diversas modalidades de su apli-
cación. "La historia es en, efecto un saber intelectual que concier-
ne a medios muy amplios: millones d,e alumnos frente a su rna-
J ,

DUal, de televidentes eligiendo su programa, de lectores de revistas


populares, de turistas visitando un castillo o una catedral», 8
Y' aW1masJ.... a11"
I
•a, 1ra prensa, .lOS
t· sin dreatos, 1os partíid os pouncos,
11 •

los centros de 'trabajo) el cinc, el teatro, los templos) la familia, la


vida cotidiana en suma, son fuentes de conocimiento histórico,
sea en un sentí'd o f:1ácueo . y concreto-apre
, h"eosion dae d atos- o
I

más bien como productores de categorías filosóficas )' sociales,


que condicionarán la percepción del presente y del pasado, así
como de:su proyección, o ausencia de ella hacia el funno,
La función del historiador no se limita) no puede limitarse,
a la búsqueda del dato) la captación de los fenómenos, la ínter-
pretación de los hechos, o la explicación de los procesos, según
"6 n teonca
1a pOS!el ,. y meto do 1velC1
11 que tenga cadaoui
11"" la qUIen.
Si uno de los propósitos que dan sustento a toda investiga-
ción científica es el de su entrega a la sociedad para su aprove-
chamiento, es éste su p'uoto de partida, una de sus bases y> por
lo tanto) fundamento de su desarrollo. Apenas empezamos }'
hemos encontrado, anticipada, una conclusión: el conocimien·
to histórico se construye para ser 1'J'liostrafÍo.
y a ella puede añadirse otra: el conocimiento del pasado permi-
te la comprensión del presente) la formación de una conciencia)
. cl_uso genera una opnnusta
e In .. ..,
VlSIOnsegun 1la cusal el1 cono-
I

cimiento que confonna la conciencia histórica permite al indi-


viduo utilizarla para intervenir en la transformación de la socie-
dad. Todas éstas y otras proyecciones más) tienen corno base la
necesidad de que la historia sea conocida por amplios sectores
de la sociedad. El1 otras palabras = para cubrir su objetivo, su
razon d._e ser, su sentl--
I ido) sea este CUalsea.,
_1 I
e 1conOCimiento.··
.. hi's-
ronco debe ser difundido,

8 J. Chesneaux, op. cit., p. 10.

Copynohtod rnatonal
Dicho de esta manera, la afirmación parece obvia. No lo será
tanto cuando se analicen las condiciones y características con
que la actividad de difusión se realiza.
Conviene precisar que el concepto "difusión", que en ocasio-
nes se expresa también CO.1DO "divulgación"," parece intentar
distinguir las 'formas el} que el conocimiento histórico se trans-
mire en la escuela -lo que en términos comunes se entiende
propiamente como "enseñanza">, y aquellas en que la historia
se proyecta en los ámbitos que no son. estrictamente escolares
~cine) prensa, televisión, y Q,tros-, 10 que parece concebirse
corno "dif n o "dil\"Uigaclon,
ui: USlién" l' ,'1»

Cabe señalar aquí que las diferencias que pudieran existir entre
tales diversas formas de concebir la transmisión o proyección de
los conocimientos y conceptos históricos son) a mi juicio, sólo
metodológicas o incluso técnicas. En el fondo de la cuestión)
podemos afirmar que todas las formas de difusión del conocí-
miento histórico son formas de enseñar la historia. En distintos
ámbitos, diferentes niveles) diversas maneras, con. variadas •
metodologías, mediante distintos lenguajes el historiador debe
ser consciente de que siempre está enseñando historia. Lo hace,
por supuestO, en la cátedra, en el aula, pero también en la con-
ferencia) el artículo o el libro, en la ponencia, en UIl guión cine-
matográfico) radiofónico o televisivo) en los museos y salas de
exposición, en Ul1ensayo para una revista popular o en una charla
frente a un público no especializado. Cada una de estas formas
de presentar el conocímiento histórico implica diferencias de
elaboración pero, eII última instancia, en todas ellas se está
mostrandO' la historia; es decir, se estd ense'ñando.
De la reflexión sobre las formas de difusión del conocimiento
histórico, concebido como fundamento de su razón de ser, sur-
gió el planteamiento de algunos problemas qlle dieron origen a

"En la Universidad Iberoamericana J' en la Universidad Pedagógica Na-


cional existieron incluso sendas maestrías en Enseñanza y Divulgación de la
Historia,

Copynghlúd matonal

You might also like