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Maurice Godelier.
Godelier, hace una descripción etnográfica de la tribu Gang, los baruya de Malenesia.
Particularmente de los rituales, cosmovisiones, concepciones sobre el cuerpo y la propia
práctica sexual.
Empieza anotando la cosmovisión de esa sociedad, que esta en relación con los astros; la
luna, el sol, partes del cuerpo humano por otras. El astro sol engendra a los hijos, al igual
que la luna, está también es la esposa del sol.
Los elementos como la sangre de la mujer menstruando, el semen del hombre son
revestidos de un halo de “misticismo”. La sangre de la mujer genera un temor en los
hombres, se cree que puede debilitar la fuerza del hombre, por el contrario el semen es
casi responsable de insuflar la vida.
Los baruya creen que el hígado es asiento del cuerpo y de la vida, el corazón no tiene
importancia.
El semen produce los huesos del los pequeños y los ayuda a crecer sanos y fuertes.
El valor que tiene el semen, es correlativo al poder del hombre en la sociedad baruya,
estableciendo además un principio de patrilinealidad en la descendencia.
El sistema de parentesco es del tipo Iroques, establece las diferencias a partir de ego,
entre los primos cruzados matrilineales y patrilineales. Y se les llama primo de pecho a los
matrilineales, y de hígado a los patrilineales.
Se considera primos paralelos patrilaterales a los de un mismo linaje.
Esta sociedad, esta marcada fuertemente por rituales constitutivos de una preeminencia
masculina.
Por una parte existe, la concepción de la mujer como dadora de vida, pero eso no le
“sirve” para alcanzar a representar poder. Este es absorbido por el hombre. En diferentes
ámbitos. En principio se narra como a través de la agricultura, la mujer fue sacrificada
pues, se requería su muerte y ofrecimiento al bosque para tener una mejor cosecha.
Se considera que las armas como la flecha, o la flauta eran en primer momento utilizada
por las mujeres, pero lo hacían torpemente. Hasta que los hombres robaron los
instrumento y le imprimieron precisión logrando su objetivo sin destruir más de la cuenta.
Esta apropiación y dominación se trasluce, en los ámbitos del semen (por el hombre) y la
mujer (por la carne del recién nacido). Instituidos a través de los rituales masculinos de
tiente violento. Apropiándose de los cuerpos masculinos de los hijos como símbolo del
poder, y transmisión paternal.
El autor señala que, más qué simbolizar diferencia tangibles, como el semen, o la carne.
Constituye un ordenamiento de las relaciones –ordenamiento mental-, por el cual se hace
una (naturalización) de estados de cosas creados, que tienen una composición simbólica
material, y social.
Godelier, Maurice “Cuerpo , parentesco y poder entre los Baruya de Nueva Guinea.
2000 en perspectiva antropológica y critica Cap. cuerpo Abya-Yalaj
Ecuador. p-p 19-57.
Uno de los objetivos de las actoras, es re-situar los estudios del parentesco, en el ámbito
de las las teorías de género.
Esto propiciado por el declive de la teoría del parentesco de corte estructural funcionalista.
Y los aporte analítico que se derivan del tipo dicotómico, en cuanto concebir una a la
mujer insertada en una esfera de poder domestico, y otra de tipo político_ jural.
Y por otra parte con orientación que, se debe ir más allá de los lazos genealógicos,
subrayan la propuesta de Schneider, en cuanto a concebir al parentesco más allá de un
dominio aislable. Ponderando el significado y atribuciones a relaciones de parentesco.
Las teorías feministas, retoman el estudio del parentesco señalan las autoras, para
señalar el rol de la mujer, en un primer momento. Luego se dedican a mapear las
relaciones y la variación en la experiencia de las mujeres, entendiendo la construcción de
género en sistemas sociales específicos.
Observan las autoras que género y parentesco, se realizan juntos impidiendo según ellas,
el trato, previo del uno al otro; además que se realizan en sistemas particulares,
económicos, políticos y culturales.
Y que ambos construyen relaciones de igualdad- desigualdad, basan sus principios en las
mismas diferencias “naturales” de la gente.
Esta faceta ideológica está inmersa en una sociedad en la que son los hombres los
que intercambian mujeres -y porque las intercambian, ellas tienen que ser
educadas para ser equivalentes entre sí, saber ser 'buenas mujeres'-, y los que están
en el meollo de todo proceso de producción.
Esto lo digo porque si bien las tareas imprescindibles para la supervivencia están
repartidas entre unos y otras, ellos son los legítimos propietarios de las tierras que
ellas cultivan, y son los únicos que tienen permiso para construir herramientas, lo
que significa que las mujeres dependen de los varones para estar en posesión de
útiles sin los cuales no podrían desempeñar sus labores.
La división sexual del trabajo tiene muchas otras connotaciones, siempre están
mejor valoradas las actividades masculinas, aunque las féminas son las que
garantizan la supervivencia diaria. Para rizar el rizo, son los hombres los
encargados de repartir los productos del trabajo de las mujeres, además del suyo
propio.
Queda decir que las mujeres no están sometidas de manera irreflexiva, y tienen sus
propios derechos, en los que los varones son instruidos durante su aprendizaje. Si
no los respetan, las mujeres tienen sus propias formas de resistencia, que nunca
consisten en recurrir a la violencia -esta es propiedad exclusiva de ellos-.
He querido hacer referencia a este texto porque creo que con otros disfraces,
muchas de las formas de dominación descritas perviven en nuestras sociedades
teóricamente igualitarias. Es un texto que recomiendo a todo el mundo, aquí os los
cito:
GODELIER, M.: Cap. La subordinación de las mujeres En: La producción
de Grandes Hombres. Poder y dominación entre los Baruya de Nueva
Guinea. Madrid, Akal,1986.