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LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN FRENTE A LA IGLESIA

Tratamiento periodístico de la relación entre la institución católica y el Estado (1983-2007)

Dra. Graciela Paredes y Lic. Erica Walter


Universidad del Museo Social Argentino (UMSA)
graparedes@yahoo.com.ar, ericawalter190@hotmail.com

INTRODUCCIÓN
La pregunta por la noticia es quizás la más importante en la teoría del periodismo: ¿Qué es una
noticia? ¿Cómo se produce? ¿Es posible pensar a la noticia como un relato “objetivo”? ¿Cuáles son las
condiciones de producción? Son interrogantes que, de manera cíclica, se actualizan tanto en los
tratados académicos como en las mesas de cualquier café cuando un hecho noticioso conmueve a la
sociedad.
Sin duda, la función social de los medios de prensa y su posibilidad o no de realizar un
tratamiento objetivo de la realidad informativa ha sido y es motivo de innumerables debates. Pero, no
hay dudas sobre que los medios de comunicación son los principales difusores de las acciones de los
actores sociales por lo cual resultan un espacio en donde éstos ganan o pierden poder de acuerdo al
tratamiento que se les otorga.
La Iglesia Católica fue una de las primeras instituciones que se preocupó y tomó posición en
este debate. Aunque recién en el Decreto “Inter Mirifica” de 1963 habla de “los maravillosos
documentos de la técnica (…) que, por su naturaleza, pueden llegar no sólo a los individuos, sino
también a las multitudes y a toda la sociedad humana (…) pueden ser llamados con razón medios de
comunicación social” (Pío XII, 1963: 1), ya reflexionaba en torno a la prensa desde principios del
siglo XIX.
En nuestro país, las opiniones en cuanto al papel que le cabe a los medios de comunicación ha
tenido idas y vueltas. Aunque la libertad de expresión es defendida de manera absoluta por la
Constitución Nacional en varios de sus artículos, esto no ha impedido que a lo largo de la historia la
relación entre prensa y Estado haya sido conflictiva, con acusaciones cruzadas de todo tipo.
De manera similar, la relación entre el Estado y la Iglesia Católica, una institución de larga
tradición y profundamente arraigada en la sociedad argentina, también ha seguido un camino sinuoso,
que incluyó momentos de franco entendimiento y de feroz antagonismo, de abrazos públicos y de
quema de Iglesias.
A partir de este contexto, la presente investigación se centra en el análisis de la imagen que
presentan los medios de comunicación argentinos de la relación entre dos instituciones: la Iglesia
Católica y el Estado cuando aparecen asuntos polémicos en los que difieren las posturas de una y otro.
Para establecer el marco de referencia desde el cual nos acercamos al tema, deben aclararse

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tres términos. El término Iglesia tiene varias definiciones. Sin embargo, en esta investigación se limita
su significado a la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Consideraremos como voces de la Iglesia a
todos los integrantes del clero tanto secular como regular y a los voceros de instituciones o grupos
definidos expresamente como católicos.
Por otro lado, por Estado se entiende al cuerpo político de la Nación. Consideramos el
conjunto de las instituciones destinadas a administrar el país, por lo que incluimos a todos los
representantes del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo y del Poder Judicial, tanto nacionales como
provinciales.
En cuanto a los medios de comunicación, reconocemos que ellos incluyen a varios
instrumentos destinados a la comunicación entre un emisor y un público amplio, disperso,
heterogéneo y anónimo (prensa, radio, televisión). Sin embargo, generalmente lo usamos para
referirnos a los diarios que son el objeto de la investigación.

CUESTIONES METODOLÓGICAS
La hipótesis que orienta la investigación es la siguiente: El tratamiento periodístico que la
prensa argentina realiza acerca del debate social y político de temas que implican a la Iglesia
Católica y al Estado tiende a seguir una línea laica.
Esta investigación es descriptiva ya que busca caracterizar la postura que toman los medios de
comunicación frente a las cuestiones en que la Iglesia aparece en conflicto con el Estado y definir la
imagen que muestran de la institución religiosa. Además, es tanto cualitativa como cuantitativa: se
recogen datos descriptivos para conocer el fenómeno analizado, pero se utilizan escalas de medición y
se realiza cierto conteo de las unidades de análisis categorizadas para arribar a conclusiones
verificables. Se apunta a la convergencia metodológica ya que los métodos cuantitativos y cualitativos
no son campos rivales sino complementarios que permiten lograr la comprensión de las múltiples
dimensiones del proceso que se estudia.
El método elegido es el estudio de casos, un enfoque intensivo que permite examinar
profundamente la relación entre los tres actores sociales mencionados -Medios de Comunicación,
Iglesia y Estado- entre 1983 y 2007:
- Discusión sobre el divorcio vincular (1986-1987)
- Discusión de la regulación del uso de los métodos de reproducción asistida (1995-2007)
- Discusión sobre promoción de la salud reproductiva que lleva a la creación del Programa Nacional
de Salud Sexual y Procreación responsable (1998-2004)
Cada uno de estos casos se aborda recurriendo a varias técnicas de investigación para su total
comprensión.
En primer término, el análisis de documentación para plantear la postura doctrinal de la Iglesia
y la postura del gobierno. Eso lleva a la evaluación de dos tipos de fuentes primarias:
- Documentos de la Iglesia en que se expone la postura sobre el tema en cuestión. Se recurre al

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Catecismo de la Iglesia Católica y luego se da prioridad al análisis de los documentos emitidos por
la Conferencia Episcopal Argentina.
- Documentos en que integrantes del gobierno exponen la postura sobre el tema en cuestión. Se da
prioridad al análisis de los proyectos de ley que se discuten en cada caso.
Posteriormente, el análisis de contenido combinado con la técnica del diferencial semántico:
 El análisis de contenido es una de las técnicas de investigación más empleadas en la comunicación
social. Existen múltiples definiciones, pero sin duda la más conocida es la de Bernard Berelson, de
1952: “técnica de investigación para la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido
manifiesto de la comunicación” (Berelson, 1952: 18).
 El diferencial semántico es una de las técnicas de análisis evaluativo desarrollada por el psicólogo
del Instituto de Comunicación Colectiva de la Universidad de Illinois Charles E. Osgood. Este
investigador precisó que es un instrumento que mide “las reacciones de las personas a las palabras y
conceptos de estímulo en términos de estimaciones sobre escalas bipolares definidas por adjetivos
antónimos” (Osgood, Suci y Tannenbaum, cit. en Piñuel Raigada y Gaitán Moya, 1995: 555). Es decir,
mide el significado connotativo o subjetivo que determinados conceptos tienen para los sujetos.
La técnica consiste en presentarle a una persona un concepto que debe calificar sobre la base
de uno de los adjetivos opuestos que se ubican en una escala de siete puntos. Así se obtiene un perfil
de polaridad con respecto al concepto para determinar cómo es evaluado un mismo objeto por
diferentes sujetos o cómo son evaluados varios objetos por un mismo sujeto.
El análisis de diferencial semántico también se puede utilizar para analizar la evaluación que
recibe un concepto en un mensaje. En este caso, el codificador juzga el concepto de acuerdo a la
valoración que aparece expuesta en el texto. En esta investigación se va a utilizar esta técnica para
evaluar cómo los diarios se ubican en el debate social y político de temas que implican a la Iglesia
Católica y al Estado.
En este procedimiento hay dos elementos fundamentales: los conceptos y las escalas. El
concepto en cuestión aparece encabezando la evaluación y luego se presenta el conjunto de escalas
bipolares para estimarlo. Cada una de estas escalas, que representan una reacción de tipo afectivo
hacia el concepto, tiene en sus extremos dos antónimos que describen un aspecto del continuo
semántico a lo largo del cual se situará el concepto. El continuo se encuentra dividido en siete
categorías. La tarea del sujeto es evaluar el concepto y clasificarlo en función de la relación que
encuentre entre éste y uno de los polos de la escala.
En esta investigación, se mide cómo aparece el concepto “Postura de la Iglesia” en las noticias
seleccionadas. El repertorio de adjetivos antónimos incluidos a priori para determinar el perfil de
polaridad respecto a este objeto es el siguiente: Flexible/Rígida; Moderna/Tradicional; Justa/Injusta;
Útil/Inútil; Correcta/Incorrecta.
Desde el punto de vista metodológico, el universo elegido lo compone el material publicado
por los diarios La Nación, Clarín y Página 12 referido a los tres casos estudiados porque, más allá de

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que los dos primeros son los matutinos de mayor tirada en el país, los tres son referentes del
periodismo argentino, es decir, que son leídos por editores, periodistas y comentaristas que deciden lo
que aparecerá en los otros medios. La opinión presentada en ellos también tiende a encontrar su
camino hacia la audiencia a través de los otros medios de comunicación. Cabe aclarar que como
Página 12 recién apareció en mayo de 1987, es poco el material que puede estudiarse allí con respecto
a la ley de divorcio vincular.
Se toma una muestra ilustrativa de la postura de cada medio en los tres casos propuestos. El
muestreo es bietápico ya que se obtiene primero una muestra amplia a estudiar y sobre ella se efectúa
una nueva selección, realizándose allí un estudio en profundidad.
La unidad de análisis es el fragmento de la comunicación que se toma como elemento básico
de la investigación. En este caso, es el texto periodístico perteneciente tanto al género informativo
como al género de opinión referidos a los tres casos a estudiar.
Para la selección, primero se establece si el texto tiene relación con alguno de los casos
analizados, aunque sea en sentido general y aún superando la cuestión nacional. Esto significa, por
ejemplo, que en el caso de la regulación del uso de reproducción asistida se evalúan todas las noticias
que responden a la temática aún cuando planteen situaciones que ocurren en el extranjero. Justifica tal
actitud el hecho de que la Iglesia se presentas a sí misma como “una”, más allá de la diversidad de
lugares en que se encuentre. Hay una única doctrina de la Iglesia Católica, no existiendo variación
entre los países. Como lo indica en su catecismo: “Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia
proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre
cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona
humana o la salvación de las almas” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1992: 2032).
Cada unidad redaccional se clasifica de acuerdo a las siguientes categorías.
- Género: como el objetivo de esta categorización es sólo identificar el tipo de texto periodístico al
que pertenece la unidad de análisis, se recurre a una clasificación muy simplificada que incluye:
noticia, crónica, entrevista, nota, comentario, editorial y carta de los lectores.
- Lugar al que se refiere la información: se clasifica la unidad redaccional según el lugar en donde
ocurrió el hecho principal que se aborda: nacional, o extranjero con identificación del país.
- Postura de la Iglesia: aparece o no aparece.
En una segunda etapa, en todas aquellas noticias en que aparece explícitamente la postura de
la Iglesia o una valoración sobre la misma, se aplica la escala preparada a partir de la técnica del
diferencial semántico. En ese caso, se recurre a categorías de apreciación o, también llamadas de
juicio, pues se trata de determinar si la unidad de análisis se muestra favorable o desfavorable a la
postura de Iglesia. A esa decisión se llega tras aplicar el diferencial semántico al texto periodístico.

LA IGLESIA EN LA HISTORIA ARGENTINA


El 85% de los argentinos dice profesar la religión católica, aunque menos del 20% es

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practicante, el 6% asiste a misa diaria y el 2% trabaja activamente en alguna parroquia, entre ellos
unos 80.000 formadores y 30.000 voluntarios de Caritas (Conferencia Episcopal Argentina, cit. al
Censo Nacional 2001 y a la Encuesta Gallup 2002, entre otras fuentes). Además, la Iglesia Católica
Argentina posee 11.559 templos (entre parroquias, iglesias, capillas, santuarios basílicas), 2.543
colegios, 7 universidades, 455 publicaciones periódicas, 122 radioemisoras, 42 editoriales, 137 centros
asistenciales y 25 centros de salud (AICA, Agencia Informativa Católica Argentina, cit. Estadísticas de
la Iglesia en Argentina).
Mientras tanto, diversas investigaciones señalan que la Iglesia Católica es una de las
instituciones con mejor imagen en nuestro país, frente a un clima de fuerte y generalizada pérdida de
credibilidad en las organizaciones políticas y sociales (Latinobarómetro; Kollman, Página 12, 9 de
enero de 2006).
También existe un cierto consenso acerca de que la Iglesia Católica ha sido un factor de fuerte
influencia en la construcción de la Nación Argentina, desde sus comienzos. Tanto es así, que no pocos
curas de campaña, como el Deán Funes, Fray Justo Santa María de Oro y Fray Luis Beltrán,
defendieron la revolución de Mayo de 1810, a pesar de que la jerarquía española y criolla apoyaba a
los realistas y al Imperio español, siguiendo instrucciones del Vaticano. Incluso, el sacerdote porteño y
doctor en Teología Manuel Alberti fue uno de los seis vocales de la Primera Junta de Gobierno,
presidida por Cornelio Saavedra.
Pero, la impronta liberal de muchos de los miembros del gobierno dictó medidas tendientes a
limitar la influencia eclesiástica. Así durante los primeros veinte años de gobierno patrio no hubo
relaciones oficiales con la Santa Sede y la Iglesia se quedó sin obispos a partir de 1812, aunque hubo
esporádicas comunicaciones extraoficiales. Se adjudica a Bernardino Rivadavia la intención de
constituir una Iglesia separada de Roma a partir de la confiscación de bienes y la reorganización de las
órdenes religiosas (Soneira y Lumerman, s/f: 20).
Posteriormente, el gobierno de Juan Manuel de Rosas recuperó las relaciones con el Papado,
solicitó el retorno de la orden jesuita y estableció la enseñanza religiosa en las escuelas, como pieza de
una estrategia de consolidación de la religión como parte de la cultura popular.
Sin embargo, a pesar de esta presencia, la relación entre el Estado y la Iglesia no fue definida
hasta la Constitución de 1853, en cuya elaboración participaron el sacerdote catamarqueño Pedro
Alejandrino Centeno, el sacerdote santiagueño Benjamín J. Lavaysse, el fraile dominico tucumano
José Manuel Pérez. Aunque subrayaba la libertad religiosa absoluta para todos los cultos, la
Constitución Nacional de 1853 señalaba en su artículo 2 que “el gobierno federal sostiene el culto
católico, apostólico y romano”, en el 76 que el Presidente de la Nación debía profesar el catolicismo y
en el 80 la fórmula religiosa del juramento presidencial. Estas ideas fueron eliminadas en la reforma
constitucional de 1994 (Constitución Nacional Argentina, 1853).
Además, obligó al sostenimiento del culto católico e incluyó el Derecho de Patronato, una
figura legal heredada de la Colonia, por la cual el Presidente elegía las ternas de candidatos a obispos,

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que luego eran elevadas al Papa. El Patronato fue reemplazado en 1966 por la figura del Concordato,
que otorga al Vaticano la facultad exclusiva de nombrar y remover a los obispos sin necesidad de
acuerdo con el Presidente, que sólo conserva el derecho de objetar las designaciones.
Desde 1853, las relaciones entre el Estado y la Iglesia han pasado por varios momentos de
tensión. Por ejemplo, la primera presidencia (1880-1886) de Julio Argentino Roca tuvo una historia
salpicada de conflictos con la institución que culminó con el corte de relaciones con el Vaticano,
reestablecidas por el propio Roca, durante su segunda presidencia.
Mientras tanto, el sector católico organizó su defensa en el Congreso Católico de 1884 y la
primera Conferencia Episcopal Argentina en 1902, y logró un triunfo al evitar la aprobación
parlamentaria de un proyecto de ley de divorcio. La efervescencia católica llegó a su apogeo en el
multitudinario Congreso Eucarístico Internacional de 1934: un millón de personas asistió a la misa de
cierre que ofició bajo la lluvia el Cardenal Eugenio Pacelli, quien sería el futuro papa Pío XII.
Con Juan Domingo Perón, el conflicto comenzó durante su segunda presidencia (1952-1955) y
culminó con la quema de los templos más tradicionales de Buenos Aires, incluyendo la Catedral y su
archivo histórico, a pesar de que hasta entonces, y sobre todo en su primer gobierno, el Primer
Mandatario había dado reiteradas muestras de fe católica con referencias a la Doctrina Social de la
Iglesia.
La Iglesia y el Estado nunca han vuelto a generar un nivel de enfrentamiento similar al que
hubo durante el segundo gobierno de Perón, pero no faltaron ocasionales discusiones. Por ejemplo, la
sanción definitiva de la Ley de divorcio vincular tensó las relaciones entre el Estado y la Iglesia
durante la presidencia de Raúl Alfonsín, a mediados de la década de 1980. En 2005, Alfonsín
reconoció el importante “papel central que le ha cabido a la Iglesia Católica en nuestra historia”
(Alfonsín, Clarín, Miércoles 23 de marzo de 2005), en un artículo que escribió a raíz de los problemas
que surgieron entre el gobierno del presidente Néstor Kirchner y la Iglesia por el llamado “caso
Baseotto”, entre otros.
Entonces, el Gobierno pidió al Vaticano la remoción de obispo, pero éste no sólo se la negó
por el Derecho de Concordato vigente en el país desde 1966 sino que acusó al gobierno de poner en
peligro la libertad religiosa. Desde entonces, la situación se mantiene en un statu quo frío y tirante, ya
que las partes aún no han convenido una solución al conflicto.

EL TRATAMIENTO DE LAS NOTICIAS Y SUS EFECTOS


¿Por qué es importante la imagen que brindan los medios de comunicación social en este caso
de la Iglesia en su relación con el Estado? La respuesta más sencilla es que el periodismo suministra
un cuadro coherente del mundo, que suele conducir al público a adoptar esa versión de la realidad.
Esto es clave si, como señalan algunos estudios, los medios tienen cierta tendencia a presentar una
gama limitada y recurrente de imágenes e ideas, que conforman versiones bastante especiales de la
realidad. Así, los medios construyen una concepción de lo que es y hace una institución, a partir de la

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cual las audiencias entienden esa institución.
El constructivismo social, según explica Barnett Pearce, considera que el lenguaje construye
el mundo. Dentro de este marco, y en base a Berger y Luckmann, se entiende que los medios de
comunicación social contribuyen a crear y recrear la realidad; en otras palabras, le asignan significado
y sentido. Desde esta perspectiva, son los arquitectos de la realidad política y social. La comunicación
que realizan
provee a los miembros de la comunidad de relatos (orales, escritos, mediante
imágenes) en los que se les propone una interpretación del entorno (material, social,
ideal) y de lo que en él acontece. Tales narraciones ponen en relación los sucesos que
ocurren con los fines y con las creencias en cuya preservación están interesados
determinados grupos sociales. Por eso sugieren representaciones del mundo o se
vinculan a ellas (Martín Serrano, 1986: 38).
Esto es inevitable si consideramos que los sucesos públicos son conocidos principalmente a
través de los medios de comunicación. Son ellos los que establecen las condiciones de la experiencia
del mundo más allá de las esferas de interacción en la que cada ciudadano se mueve y producen
modelos simbólicos, que crean el entramado invisible de la sociedad a nivel cultural.
Murray Edelman explica que el espectáculo constituido por las noticias construye y
reconstruye los problemas sociales, crisis, enemigos y líderes y así crea una sucesión de temores y
confianzas (Edelman, 1988: 1). Esos problemas y personalidades construidos juegan un papel central
para obtener el apoyo y la oposición a ciertas causas y posturas.
Así, según un esquema propuesto por Ansolabehere, Behr e Iyengar, los medios realizan
cuatro acciones para dejar su impresión sobre la opinión pública (Ansolabehere, Behr e Iyengar, 1993:
139):
- Permiten que la gente se mantenga al tanto de lo que está sucediendo en el mundo (Aprendizaje).
- Definen las cuestiones políticas principales o problemas del día (Establecimiento de agenda).
- Influyen sobre quién es culpado o premiado por los hechos abordados en las noticias (Asignación
de responsabilidades).
- Dan forma a las preferencias políticas de la gente y a sus elecciones (Persuasión).
En este marco existe una devaluación de la experiencia diaria del receptor. Su experiencia
personal es muy limitada, comparada con el rango de experiencia que proviene de los medios
informativos. Las noticias suelen referirse a hechos alejados de su vida, a declaraciones de
investigadores y otras personas que son familiares sólo a través de la aparición en los medios, a
explicaciones sobre tendencias por parte de especialistas que tampoco conoce. “Oír o leer las noticias
es vivir intermitentemente en un mundo que uno no toca en la vida diaria” (Ibídem: 35), resume
Edelman. Así, las noticias sobre cuestiones sociales y políticas llevan a desarrollar creencias sobre un
mundo que los ciudadanos presencian como espectadores antes que como participantes. Los
receptores tienden a aceptar el punto de vista de los medios informativos donde carecen de experiencia

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personal y ese mundo creado por los medios termina resultando más real que cualquier mundo
privado.
Los periodistas juegan un papel preponderante en la formación del universo público del
discurso. “Su perspectiva se convierte en un hecho público, en los diarios y en la televisión” (Novak,
Cit en Merrill y Barney, 1981: 127) y su percepción de la realidad es la que se impone. “Los
periodistas tienen un rol socialmente legitimado e institucionalizado para construir la realidad social
como realidad pública y socialmente relevante” (Rodrigo Alsina, 1999: 30). Ellos son los encargados
de presentar el discurso informativo como una síntesis jerarquizada de lo que sucede. Velázquez
afirma que el objeto de ese discurso es,
por una parte, dar a conocer (legitimar, como significativos) unos hechos en tanto son
elevados a rango de acontecimiento, y que suceden en el amplio escenario de la
sociedad, mundo conocido, organizado, (...) y, al mismo tiempo, obviar otros hechos
que por no ser considerados relevantes no son seleccionados y, por tanto, no llegan a
ser acontecimiento, es decir, no llegan a ser información (Velázquez, 1992: 20).
Hay un hecho que marca el impacto de las representaciones simbólicas de los medios de
comunicación social en la percepción de la realidad social en general y de las instituciones de la
Iglesia y el Estado en particular. Algunas noticias tratadas por los medios dejan a la audiencia con
sentimientos significativos que persisten luego de que se olvidan los hechos, según explica Doris
Graber (Graber, 1984: 160). A menudo las historias que impresionan poco la memoria de la gente
igual la dejan con sentimientos generalizados de apoyo o rechazo. Por ejemplo, es posible que noticias
donde se manifiesta que la Iglesia es contraria a ciertos desarrollos científicos en materia de
fecundación asistida, y se remarque su postura conservadora, influyan en la evaluación que haga el
público de la institución. Las personas expuestas a diarios que insisten en la postura poco flexible de la
Iglesia y la tildan de “fundamentalista”, tendrán una visión mucho más negativa de la institución que
los que han sido expuestos a posiciones más favorables, aunque ninguno de los dos grupos pueda
determinar la temática específica que dio origen a su postura.
Esta cuestión de cómo se conoce una sociedad a sí misma no pasaría de ser solo un tema
interesante si no fuera porque las personas actúan de acuerdo con su concepción de lo que son las
cosas y, de ese modo, las hacen ser lo que son. Como indica Tuchman, “las noticias se extraen de la
vida, transforman la vida y reingresarán a la vida” (Tuchman, Cit en Katz y Szecskö (editores), 1981:
88).

CASOS ANALIZADOS
Como ya se indicó, la presente investigación analiza tres casos:
 Discusión sobre el divorcio vincular (1986-1987):
Del análisis de los proyectos y de la Ley de divorcio vincular aprobada, claramente se observa la
diferencia que hay entre la posición de la Iglesia Católica y la de la ley hoy vigente.

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Abundaron al momento de discusión de la ley las declaraciones y manifestaciones contrarias
promovidas por la Iglesia (la investigación analiza nueve textos, cinco Documentos del Magisterio de
la Iglesia y cuatro de la Conferencia Episcopal Argentina). Por ejemplo, a fines de febrero de 1986, la
Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) difundió una cartilla de 62 páginas que recopilaba las
notas, cartas pastorales y homilías de los obispos argentinos contrarias al divorcio y un folleto con los
principios doctrinales del Magisterio de la Iglesia sobre la cuestión (Clarín, 1 de marzo de 1986: 2);
los medios de comunicación se hicieron eco y difundieron algunos párrafos de ese documento.
También fue muy significativo el acto organizado por la arquidiócesis de Buenos Aires y otras diócesis
vecinas para reafirmar los valores de la familia.
El enfrentamiento se hizo más evidente cuando comenzó la discusión del proyecto de ley en
Diputados, pero se agudizó cuando fue aprobado por esta instancia y la Comisión Permanente del
Episcopado envió, con carácter reservado, una comunicación a los obispos que fue vista por muchos
legisladores como una forma de presión que buscaba afectar “la independencia parlamentaria” (Clarín,
23 de octubre de 1986: 12).
En noviembre de 1996 era evidente que la Iglesia había desistido de realizar una campaña
política contra el divorcio (Clarín, 7 de noviembre de 1986: 7). Así, cuando el proyecto de ley fue
tratado en Senadores y luego volvió a Diputados, las voces contrarias no fueron tan fuertes. La política
eclesial parecía ser la de no intervención en la marcha de la ley. Además, había otros temas, como la
Ley de obediencia debida, que tenían más repercusión en la opinión pública.
Después que el Congreso sancionó la Ley de divorcio vincular, los obispos hicieron llegar
nuevamente su condena a la norma. Algunos sectores esperaban que el presidente de la Nación la
vetara. Fue el caso, por ejemplo, de la Corporación de Abogados Católicos, que remitió una nota a
Raúl Alfonsín en la que le pedía que “en uso de sus facultades constitucionales y guardando fidelidad
al juramento expresado al asumir el cargo, evite un daño irreparable a la Nación, procediendo a vetar”
la ley (Clarín, 9 de junio de 1987: 12). Sin embargo, el 8 de junio, Alfonsín la promulgó.
Cabe destacar que en esta etapa de la investigación se consideraron 46 expedientes
presentados en las Cámaras de Diputados y Senadores de la Nación relacionados con el divorcio
vincular entre 1983 y 2006.
- Discusión de la regulación del uso de los métodos de reproducción asistida (1995-2007).
La historia de la fecundación asistida (conocida también como fertilización asistida,
reproducción asistida, fecundación artificial, procreación artificial o reproducción artificial) comenzó
con Louise Brown. El 25 de julio de 1978 la beba inglesa se convirtió en el primer ser humano nacido
por fecundación in vitro; fue el primer “bebé de probeta”. El ginecólogo Patrick Steptoe y el fisiólogo
Robert Edwards habían logrado la unión de un óvulo y un espermatozoide en un tubo de ensayo que
luego fue implantado en el útero de la madre de Louise.
En los treinta años que pasaron desde entonces, la ciencia fue avanzando y las técnicas de
fertilización asistida pudieron resolver problemas cada vez más complicados. Hoy existen

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procedimientos de baja (dentro del seno materno) y alta complejidad (fuera del seno materno).
La investigación considera cuatro Documentos del Magisterio de la Iglesia y seis de la
Conferencia Episcopal Argentina. Además, incluye 63 expedientes presentados en las Cámaras de
Diputados y Senadores de la Nación entre los años 1991 y 2007.
De allí surge que en el Congreso no existen opiniones similares frente a la normativa que debe
regir a los procedimientos de fertilización asistida. Aunque las propuestas cubren el espectro que va
desde las absolutamente restrictivas a las completamente permisivas, muy pocas iniciativas reflejan la
posición de la Iglesia Católica.
La mayoría de las propuestas, que sí aceptan la fertilización asistida, no tienen similitudes
entre sí más allá de la prohibición generalizada tanto del alquiler de vientres (maternidad subrogada)
como de la investigación con embriones. Dejando de lado esas coincidencias, las diferencias se
imponen: los beneficiarios de las técnicas, la posibilidad de fecundación heteróloga, la
criopreservación de embriones, la adopción prenatal son algunos de los puntos donde no se llega a
ningún acuerdo.
Debido a la magnitud de estas controversias, se está lejos aún de lograr la aprobación de una
ley que regule las técnicas de reproducción asistida en nuestro país.
- Discusión sobre promoción de la salud reproductiva que lleva a la creación del Programa Nacional
de Salud Sexual y Procreación responsable (1998-2004)
Antes de avanzar en la descripción de las posiciones que se plantean en este campo, es
necesario definir qué es la salud reproductiva. Para la Organización Mundial de la Salud es el “estado
de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad durante el
proceso de la reproducción”. “En este marco, la salud reproductiva busca, además de evitar que la
madre y el recién nacido enfermen o mueran durante el proceso de reproducción, que el mismo se
lleve a cabo en un estado de completo bienestar físico, mental y social de la madre y del padre, para
lograr un recién nacido saludable” (Organización Panamericana de la Salud)
La Reforma de la Constitución Nacional de 1994 otorga en el artículo 75 inc. 22 la jerarquía
constitucional de los Derechos Sexuales y Reproductivos consagrados en acuerdos internacionales
suscriptos por el país. Por otra parte, el artículo 19 establece el derecho a la autonomía de la persona
humana y la privacidad, principios fundamentales de los Derechos Sexuales y Reproductivos.
La Iglesia Católica ha mantenido y continúa manteniendo claras posiciones sobre la salud
reproductiva como extensión de una moral sexual cuyos principios se remontan a San Agustín, quien
rechazaba las lujurias y las deshonestidades, o a Santo Tomás de Aquino, quien defendía la castidad,
tanto en sentido propio como metafórico. La investigación considera, en este sentido, cinco
Documentos del Magisterio de la Iglesia y doce de la Conferencia Episcopal Argentina.
Desde 2006, a partir de la creación del Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable,
el sistema de salud argentino distribuye en forma gratuita preservativos, anticonceptivos hormonales
inyectables, hormonales para lactancia, hormonales combinados, y anticonceptivos hormonales de

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emergencia; dispositivos intrauterinos (DIU) y cajas de instrumental para su colocación. También
incluye la cobertura gratuita de la anticoncepción quirúrgica y la anticoncepción hormonal de
emergencia. Cabe destacar que para esta investigación se consideran 85 expedientes presentados en la
Cámara de Diputados y 30 en la de Senadores entre 1990 y 2004 que llevaron a la aprobación del
programa.

EL TRATAMIENTO EN LOS MEDIOS


A continuación se presenta una síntesis de principales resultados obtenidos en la investigación
tras analizar un total de 1749 noticias referidas a los tres casos señalados y comprendidas en los
períodos específicos.
Se constató que la Iglesia Católica aparece reflejada en el 34% de las notas, es decir, algo más
de la tercera parte. Dentro de ese porcentaje, la mayor cantidad de referencias se detecta en el
tratamiento de la Ley de divorcio, donde la Iglesia Católica alcanza 288 menciones, a pesar de que la
dedicación de Página 12 al tema es casi irrelevante, ya que sólo lo trató durante el último mes del
período seleccionado. En salud reproductiva la Iglesia aparece mencionada en 234 ocasiones (34%) y
en fertilización asistida en 64 (15%).
Entre el 2 de enero de 1986 y el 30 de junio de 1987 el diario La Nación le dedicó 292 noticias
al tema del divorcio vincular, con 131 referencias a la Iglesia Católica (el 45%); Clarín lo trató en 358
oportunidades, con 157 referencias a la Iglesia (el 44%), y Página 12 sólo le dedicó 12 textos con 4
referencias a la Iglesia (el 33%).
Entre el 17 de diciembre de 1995 y el 31 de marzo de 2007, el tema de la reproducción asistida
fue abordado en 172 artículos por Clarín, el medio de prensa que más atención le dedicó, aunque sólo
en 31 de esos textos nombra a la Iglesia (el 18% de las noticias). La Nación, por su parte, lo trató en
155 oportunidades, pero sólo en 18 de ella incluyó la posición de la Iglesia (el 12%), y Página 12 le
dedicó 93 artículos, con 15 menciones a la Iglesia (el 16%).
Aunque el estudio finaliza en la fecha que se menciona, el período considerado para cada
diario es variable porque arranca el día en que el tema se trató por primera vez en la versión disponible
en Internet: La Nación el 17 de diciembre de 1995, Clarín, el 20 de agosto de 1997, y Página 12 el 1º
de mayo de 1998.
Entre el 1º de enero de 1998 y el 30 de mayo de 2004, el diario Página 12 tocó la cuestión de
la salud reproductiva en 276 informaciones, con 106 referencias a la posición de la Iglesia (el 38% de
ellas); Clarín lo hizo en 236 noticias, aunque la postura de la Iglesia aparece sólo en 62 (el 26% de
ellas), y La Nación lo cubrió en 167 textos, con 66 menciones a la Iglesia (el 40%).
La primera observación que se desprende de estas cifras es que Clarín es el medio de prensa
que más espacio le dedicó a las posiciones de la Iglesia Católica en los temas analizados, seguido por
La Nación y en tercer término por Página 12; pero al apartarnos de lo cuantitativo el creciente nivel de

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complejidad y dispersión en los criterios informativos de cada diario se incrementa y hace
imprescindibles las aclaraciones y matizaciones.
Es sabido que el de las fuentes en una cuestión central a la hora de evaluar la rutina de
producción periodística. Tal como afirma el investigador español Héctor Borrat, “la potencia
informativa del periódico se pone de manifiesto en el número, la calidad y el pluralismo de sus fuentes
de información. Ante un hecho noticiable determinado, el periódico necesita disponer de varias fuentes
contrastables para que su propia versión no sea una mera trascripción o reproducción de la que le ha
proporcionado una sola fuente, ni refleje tan sólo la versión de una de las partes en conflicto” (Borrat,
Cit. en Fontcuberta, 1995: 58).
Durante esta investigación se determinó que tanto La Nación como Clarín presentan la
posición de la Iglesia Católica a través de crónicas realizadas con un considerable margen de
objetividad y sustentadas en diversas fuentes informativas, que incluyen, entre otras, las declaraciones
de la jerarquía eclesiástica, testimonios de miembros de distintas organizaciones católicas y citas del
Magisterio.
Inversamente, las crónicas de Página 12 referidas a la Iglesia permutan la pretensión de
objetividad por el uso de una permanente adjetivación que suelen formar parte de declaraciones de las
distintas fuentes consultadas: reaccionaria, retrógrada, fundamentalista, corrupta, ultraconservadora o
sexofóbica. Al mismo tiempo, la institución no es tomada como fuente, ya que sólo se la alude a través
de los sectores que se le oponen, tales como organizaciones feministas, proabortistas y otras, siempre
notoriamente anticatólicas.
Respecto al uso de las fuentes, resulta oportuno recordar que: “el periodista suele privilegiar
las fuentes a las que se reconoce autoridad en su campo o que están investidas de autoridad” (Martini,
2000: 66-67). La elección de una fuente es una instancia de legitimación, donde el periodista y el
medio señalan a quienes tienen la capacidad o no de plantear su posición en un tema.
Por lo tanto, cuando Página 12 excluye a la Iglesia Católica como fuente, no sólo le quita la
posibilidad de presentar su posición: también la está descalificando como autoridad competente en el
tema, al mismo tiempo que valida a las fuentes anticlericales.
Aquí vale la pena recordar que desde su fundación el diario Página 12 no ha utilizado el
editorial como género propiamente dicho aunque es generoso al momento de aceptar la inclusión de
calificaciones y valoraciones en otros. Así, todo el diario se articula como un extenso texto editorial.
Mientras tanto, el 41% de los textos analizados en esta investigación, es decir 724, están
firmados; de ese porcentaje, el 31% hace referencias a la postura clerical. Página 12 es el diario donde
más aparecen los nombres de los autores: en el 74% de las informaciones relevadas. En Clarín y La
Nación, en cambio, las firmas se incluyen en el 34% y el 32% de los textos, respectivamente.
En cuanto a la identidad de los autores, mientras Clarín y La Nación tienden a privilegiar a sus
propios periodistas, agencias informativas o medios internacionales, Página 12 suele apelar a
profesionales, miembros de organizaciones no gubernamentales, legisladores, académicos, etc.,

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muchas veces implicados en la defensa de alguna de las posiciones en disputa. Tampoco suele invitar
para este fin a representantes de la Iglesia.
De la misma manera que ocurre con las fuentes, la selección del autor es un mecanismo de
validación donde, así como el testigo o protagonista del hecho es fuente para el periodista, el autor es
fuente para la audiencia. Aquí, Página 12 vuelve a descalificar a la Iglesia.
Los datos obtenidos en esta investigación demuestran que los diarios La Nación y Página 12
tienen una postura definida a la hora de considerar las posiciones de la Iglesia Católica sobre
cuestiones que la enfrentan con el Estado: en el primero, es positiva, y en el segundo, es negativa.
Clarín, en cambio, intenta mantener una visión neutral. Así, en la discusión en torno a la ley
de divorcio vincular, predomina una mirada favorable a la posición de la Iglesia, seguida de neutra; en
la de la reproducción asistida, prima la desfavorable, seguida de neutra; y en la de salud reproductiva,
gana la neutra, seguida por la favorable. Además, suelen aparecer pocas diferencias entre la cantidad
de unidades favorables, desfavorables y neutras, excepto en la ley de divorcio donde la primera supera
ampliamente a las otras.
Por ejemplo, sobre los 62 textos donde Clarín hace referencia a la postura de la Iglesia sobre
salud reproductiva, el 39% son neutros, el 35% son favorables y el 26% desfavorables. En cambio,
sobre los 31 textos referidos a fecundación asistida, el 58% son desfavorables, el 29% son neutros y el
13% favorables.
La Nación, por su parte, tiende a preservar el lugar que le otorga a la Iglesia Católica. En los
tres casos analizados la valoración es favorable al menos en el 50% de las informaciones, seguida por
neutra.
Así, al analizar la visión de la institución sobre la ley de divorcio vincular en 131 artículos
publicados, el 50% es favorable, el 31% es neutro y el 19% es desfavorable. En 18 informaciones
acerca de las técnicas de fecundación asistida, la posición de la Iglesia Católica es considerada de
manera favorable en el 56%, desfavorable en el 33% y neutra en el 11%. Asimismo, sobre los 167
textos referidos a la postura católica sobre salud reproductiva, el 53% son favorables, el 41% son
neutros y el 6% desfavorables.
En cambio, Página 12 tiene una postura marcadamente desfavorable a la Iglesia Católica en
los dos casos analizados. Por ejemplo, sobre 15 noticias que aluden a la posición de la Iglesia sobre la
cuestión de la reproducción asistida, 14 son desfavorables y 1 es neutra. Ninguna información tiene
una visión positiva. De la misma manera, al considerar la mirada católica sobre el debate de salud
reproductiva en 106 informaciones, 95 textos son desfavorables, 7 son neutros y sólo 4 son favorables.

CONCLUSIÓN
Al iniciar esta exposición, decíamos que la pregunta sobre qué es una noticia lleva a
reflexionar sobre la manera en que los medios reflejan la realidad y a entender que los datos, fuentes,

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autores, posiciones y géneros que se incluyen y se excluyen resultan determinantes en la construcción
de la agenda pública.
Sin duda, el resultado final de la presente investigación saca a la luz la complejidad y
dispersión del enfoque practicado sobre la Iglesia por parte de Clarín, La Nación y Página 12; donde
el ideal de la objetividad periodística se entrecruza con los posicionamientos ideológicos, las
alineaciones sectoriales, las relaciones con el poder político y las miradas individuales de los
integrantes de cada sala de redacción.

FUENTES CITADAS EN EL ARTÍCULO:


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