Professional Documents
Culture Documents
2 Reyes 4:4: "Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite
en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte".
Juan 19:30: "Al probar Jesús el vinagre, dijo --Todo se ha cumplido. Luego inclinó
la cabeza y entregó el espíritu".
Declaramos que no solo no va a haber más deuda financiera, sino que va a haber
prosperidad en aumento en todas las áreas, afectiva, financiera, espiritual,
personal, etc. Hoy estoy listo para que Dios cancele todas mis deudas. ¡La
bendición me va a seguir y la libertad financiera me va a acompañar!
Antes de mencionar los tres principios para cancelar las deudas, voy a soltar tres
compromisos que tenés que hacer para ser libre financieramente.
1. No endeudarte con deudas malas.
Hay deudas buenas y deudas malas. Una deuda buena es cuando te endeudás
por algo que te va a traer ganancia económica o utilidad, algo que te va a redituar
financieramente. Por ejemplo, imaginemos que comprás una máquina para tu
negocio y te endeudás porque no tenés efectivo. Esa máquina es una deuda
buena, porque invertiste en algo que te va a traer ganancia financiera.
Toda deuda sobre algo que te va a dar utilidad, dividendo, ganancia financiera,
es una inversión, una deuda buena.
¿Qué es una mala deuda? Cualquier cosa por la que nos endeudamos y que
no nos trae ganancia financiera. Por ejemplo, endeudarte por un televisor, por un
cumpleaños de quince, por irte de vacaciones, por arreglar la casa, por hacer un
viaje a Europa o por comprarte zapatos. Todos estos son ejemplos de deudas
malas, porque ni los zapatos, ni el televisor, ni una fiesta de cumpleaños, ni unas
vacaciones te traerán ganancia. La Biblia dice que cuando nos endeudamos
somos esclavos del acreedor. Cuando una persona se endeuda con deudas
malas, esa persona entra en pobreza.
Hace un tiempo leí que en la Edad Media, cuando la gente no tenía cómo pagar
sus deudas, quedaba como esclavo. La persona se vendía como esclavo para
pagar la deuda que había contraído. Cuando el esclavo estaba por recuperar su
libertad porque había terminado de pagar su deuda, muchos amos le daban
cosas para volverlo a endeudar y así, la persona seguía siendo su esclavo. Eso
es lo que hace el sistema. El sistema nos quiere endeudados. Pero no nos quiere
endeudados con deudas buenas, con inversiones que nos traigan ganancia
financiera, sino endeudados por adquirir objetos y bienes. He conocido gente
que se ha endeudado por un cumpleaños de quince, por viajes, por ropa y una
variedad de objetos.
Cuenta una historia que había un hombre que estaba muy endeudado. Un día,
este hombre había salido en bote con un amigo, y mientras estaban en medio
del mar, el hombre le dice al amigo:
-Tengo tantas deudas que no quiero vivir más. ¡Me voy a matar!
Sacó una pierna y se tiró al agua. Cuando lo vio tirarse, el amigo le gritó:
--¡No! ¡No te mates!
A los dos minutos, el hombre volvió a subir y le pidió a su amigo:
--¡Sácame del agua!
--Ah, ¡te arrepentiste! --exclamó el amigo.
--¡No! ¡Es que abajo está un buzo al que le debo cien mil dólares!
Hay otra historia que habla de un hombre que tenía tantas deudas que un día
dijo:
--¡Me voy a matar porque la vida no tiene sentido! -y se tiró al agua para
ahogarse.
Pero cuando se estaba ahogando, un hombre, lo rescató y le señaló:
--¡Me debés la vida!
--¡No! ¡Otra deuda más, no!
Un hombre fue al médico y el doctor le dijo con voz enérgica:
--En los próximos meses, ¡nada de fumar, nada de beber, nada de ir a comer a
restaurantes, nada de viajes ni de vacaciones!
--¿Hasta que me cure, doctor?
--¡No! ¡Hasta que me pagues todo lo que me debés!
Las deudas te estresan y te vuelven esclavo. Hay personas que viven su vida
saltando de deuda en deuda.
Un empleado le dijo al jefe:
--¡Usted me tiene que aumentar el sueldo!
--¿Por qué le tengo que aumentar el sueldo? -indagó el jefe.
--¡Porque sepa usted que hay tres compañías que estás detrás mío y me quieren
por completo!
--¿Y cuáles son esas tres compañías?
--¡La de la electricidad, la del agua y la del teléfono!
Hoy tenemos que decidir que no nos vamos a endeudar más con deudas malas,
porque Dios no nos hizo para que seamos esclavos. ¡Dios nos hizo para ser
libres!
2. Tenés que estar decidido a pagar todas tus deudas.
Dios quiere que canceles todas las deudas.
El pasaje habla de una mujer casada con dos hijos. Un día el marido murió. El
hombre amaba a Dios pero era un pésimo administrador financiero, como
muchos creyentes que aman al Señor pero no tienen dinero. Cuando el hombre
murió, le dejó a la esposa una deuda tan grande que vinieron los acreedores y
le embargaron todo lo que tenían en la casa. Pero como todo lo que tenían no
alcanzaba para pagar la deuda, volverían a llevarse como esclavos a los hijos.
La mujer, desesperada, buscó al profeta. Esta viuda no insultó a su marido
muerto ni anduvo llorando con todos los vecinos. Ella buscó la voz del Señor y
le dijo al profeta:
--Vos conocías a mi marido. Él amaba al Señor, pero me dejó una deuda tan
grande que ahora van a llevarse a mis hijos como esclavos.
El profeta le preguntó:
--¿Qué tenés en tu casa?
--¡Nada! ¡Me han llevado todo!
--No, no, no, no --aseguró el profeta--. Hay algo que no te llevaron.
--Sí, es verdad --dijo la mujer-- me quedó una vasija de aceite.
--Bien; ahora vas a ir a ver a tus vecinos y les vas a pedir todas las vasijas vacías
que puedas. Después, te vas a encerrar en tu casa con tus dos hijos y vas a
agarrar la vasija de aceite que tenés, y con esa vasija vas a empezar a llenar
todas las vasijas vacías, porque Dios te va a cancelar la deuda milagrosamente
--indicó el profeta.
Dice la historia bíblica que la mujer se encerró e hizo como le ordenó el profeta.
La vasija de aceite representa a Jesús, porque Satanás te puede sacar todo,
pero a Cristo no te lo puede quitar. Es ese Cristo el que va a volver a llenar todo
lo que estaba vacío y te va a bendecir.
¿Por qué Dios le dio ese milagro de multiplicación a esta mujer? Porque ella
estaba dispuesta a pagar la deuda. Tenés que tomar la decisión y estar dispuesto
a cancelar todas las deudas para ser libre.
Tengo anotadas varias ideas interesantes que plantea un famoso pastor
estadounidense respecto a las deudas. Él dice que tenemos que ir cancelando
las deudas de las más chicas a las más grandes. Por ejemplo, supongamos que
tenés cinco deudas: Debés $2, $10, $100, $10.000 y $10.000.000. Primero tenés
que pagar los $2. Porque a esa deuda la pagás rápido y cobrás fuerza financiera,
levantás tu estima y decís: "Ya me saqué una deuda de encima. Me faltan otras,
pero la de $2 ya la cancelé en el nombre poderoso del Señor".
Este pastor también dice que tenés que buscar en tu casa cosas que no usás y
venderlas para obtener dinero para pagar tus deudas. Todos tenemos muchas
cosas que no usamos, como máquinas para bajar de peso o zapatillas. Dios tiene
que ver un interés genuino de que querés pagar la deuda para que Él pueda
traerte el milagro financiero.
También dice que tenés que buscar todas las cosas en tu casa que no son tuyas
y devolverlas. Ese libro que nos dieron, ese par de zapatillas que nos prestaron,
tenemos que buscar esas cosas y devolverlas. Porque todo lo que debés te hace
esclavo del acreedor. Toda esclavitud asociada a una deuda la tenemos que
cancelar en el nombre del Señor.
Una vez, una mujer se encontró con otra mujer y le confesó:
--Desde que yo me casé con él, mi marido es millonario.
--¡Qué bien! --le dice la otra mujer--. ¿Y antes de casarse con vos, qué era?
--¡Trillonario!
Se sube un hombre al taxi y le dice al chofer:
--Lléveme hasta acá. Cuando llegan, paga y le da $5 de propina.
--¡Amarrete! -- le dice el chofer--. ¡Su hijo siempre me da $100 de propina!
El hombre le respondió:
--Eso es porque mi hijo tiene un padre millonario, pero yo no tengo un padre
millonario.
3. ¡Voy a crecer!
"Si prospera mi alma, prospera mi bolsillo". La Biblia dice que vas a prosperar
como prospera tu alma. Tu tercera decisión y la mía, tiene que ser crecer, sacar
las ideas, los factores que nos están limitando. Por ejemplo, ese concepto de
"ganarse la vida". Hay gente que dice: "Yo me gano la vida trabajando". ¡No! La
vida no hay que ganársela, ya la ganamos desde que nacimos. Si estás
ganándote la vida, siempre estás en deuda.
Otra idea equivocada es: "Hay poco dinero en el mundo". ¡No! No hay poco
dinero; hay mucho dinero, pero pasa de mano en mano rápidamente. Si pensás
que hay poco dinero, vas a mentir, vas a robar, vas a buscar la changa, vas a
engañar, vas a tomar el atajo. Pero si sos una persona de fe, sabés que todo lo
que está en la Tierra nos pertenece a los hijos del Rey. Tenés que decir: "Esta
tierra está bendecida. Yo soy el hijo del Dueño de esta tierra y por eso ella me
va a dar ganancia al treinta, al sesenta y al ciento por uno. Habrá poco para otro,
pero no para mí que soy el hijo del Rey. Todo lo que es del Rey me corresponde
como herencia".
Otro ejemplo es el concepto de que el trabajo es algo doloroso, molesto y
sacrificado. Decimos: "Tengo un trabajito", "la luchamos..." ¡No! El trabajo no es
una maldición, el trabajo es una bendición. ¡No hay nada más lindo que trabajar
de lo que te apasiona, de lo que es tu vocación, de eso que te entusiasma, y que
encima te paguen!
Otras veces decimos: "Cuando tenga mucho dinero aprenderé a administrarlo".
Si no sabés administrar un sueldo mensual de $200, Dios no te va a dar
$200.000. Dice La Biblia que "el que es fiel en lo poco, va a ser fiel en lo mucho";
es decir, el que sabe administrar las monedas, también va a saber administrar
los millones.
Nuestra tercera decisión tiene que ser que siempre vamos a crecer.
Tres principios para cancelar las deudas
Principio 1: Para cancelar mis deudas tengo que endeudar a los demás.
Este principio es también para los que no tienen deuda. "Si yo endeudo a los
demás, mis deudas se cancelan". ¿Qué quiere decir esto? En Deuteronomio 28
Dios dice que nos va a abrir los cielos y nos va a derramar bendición. Vamos a
ser bendecidos y no vamos a pedir prestado. Yo te profetizo que Dios te va a dar
tanto, que no vas a tener que pedir nada prestado. No vas a pedir ropa prestada,
no vas a pedir nada, porque Dios va a abrir los cielos y no vas a tener que pedirle
a nadie nada.
Deuteronomio 28 también dice que no solo no le vas a pedir a nadie, sino que
además darás prestado. Es decir, "no vas a pedir, pero vas a dar", porque cuando
vos das se endeuda el otro y eso se llama "reciprocidad". Es una "deuda
afectiva". Y no estoy hablando de dar solo en lo económico, dar en lo afectivo
también genera una deuda. Por ejemplo, van dos amigas al cine y una de ellas
paga las entradas. La semana siguiente vuelven a ir al cine las dos amigas,
¿quién paga ahora las entradas? La otra chica. Si vos vas a comer y le pagas un
helado a alguien, a la otra vuelta el otro te tiene que pagar a vos. Eso es
"reciprocidad".
Cada vez que damos algo a alguien, generamos una deuda emocional. Por eso,
Eclesiastés 11:2 dice "Comparte lo que tienes entre siete, y aun entre ocho,
porque no sabes qué calamidad puede venir sobre la tierra". Siete es el número
perfecto en La Biblia; es decir, este versículo nos dice que le demos a todo el
mundo algo, y aún un poco más, porque no sabemos los días malos que
pudieran venir". ¿Qué quiere decir eso? Que cuando escuchás a alguien, cuando
abrazás a alguien, cuando le das una cartita a alguien, estás endeudando. No
son cosas materiales, no es dinero, sino algo afectivo, pero de todos modos
estás endeudando, y lo que sembrás, tarde o temprano te va a volver bendecido
y multiplicado. Por eso Jesús dijo: "Lo que quieran que los hombres hagan con
ustedes, primero ustedes háganlo con los hombres", porque hasta el vaso con
agua que damos nos va a volver bendecido.
Tenemos que endeudar a nuestros hijos, a nuestra esposa, a nuestros padres
con actos de amor que generan deudas.
El apóstol Pablo, en Romanos 13 enseña: "No le deban a nadie nada. El que
debe impuesto, pague impuesto. El que debe estima, pague estima. El que debe
honra, pague honra". "El que deba impuesto, pague impuesto" es fácil de
entender, pero "¿El que debe estima?", ¿cómo es eso? Cuando alguien te valora,
vos ahora estás en deuda y tenés que devolver la valoración. Cuando alguien te
felicita ahora corresponde que vos felicites. En otras palabras, Pablo dice que
vos siembres y no le debas a nadie nada, solo amarse los unos a los otros.
Cuando sembramos en los demás, no lo hacemos para pasar a cosechar. No es
"yo te ayudé así que ahora prestame vos a mí". No; tenemos que hacerlo por
amor. Nosotros tenemos el amor del Señor y ese amor es tan grande que
bendecimos y no
Del mismo modo, Cristo pagó tu casa, pagó tu alegría, pagó tu baile, pagó tu
jacuzzi, pagó tu prosperidad, pagó la bendición de tu familia. ¡Todo está incluido!
¡Tetelestai! ¡Todo nos pertenece porque fue pagado con la Sangre de Jesucristo!
Hay otra enseñanza linda acerca de la deuda. ¿Quién dejó la deuda a los dos
hijos? El padre. Pero Dios se la canceló. Hay herencias que tenemos de nuestro
papá o de nuestra mamá. Por ejemplo, hay personas que nunca vieron a su
familia feliz, no tuvieron un papá que las abrace, o una mamá que las quiera.
Hay gente que cuenta que el padre siempre engañó a la madre o que siempre
llevaron una vida de dolor y enfermedad. El Señor va a cancelar eso, toda
herencia de deudas de afecto, problemas y depresiones. Hay personas que son
depresivas porque están repitiendo la depresión de su papá o de su mamá. Sin
darse cuenta repiten la amargura de sus padres, de sus abuelos. Hay personas
que repiten cosas en determinadas fechas y circunstancias. Son herencias que
están en tu casa, pero hoy hay alguien más grande que la herencia: el aceite,
que es Jesús. Jesús se metió en el aceite. Dice el Pastor Otoniel Font que
cuando Pedro tiró la red, Cristo se metió en la red y atrajo a los peces. Cuando
Moisés golpeó con la vara y abrió el mar, Cristo se metió en la vara y abrió el
mar. Cuando el profeta perdió el hacha y se hundió, Cristo se metió en el hacha
y el hacha flotó. ¡Él se va a meter en todas las cosas para traer las bendiciones!
Todas las herencias malas van a ser canceladas en el nombre del Señor.
La historia también cuenta que la mujer y los hijos quedaron felices. Toda tu casa
va a ser bendecida. Dios no solo bendijo a la mamá: bendijo a la mamá y a los
hijos. Todos los integrantes de tu casa van a ser caídos por el poder milagroso
del Señor.
La mujer se encerró en la casa, por eso vos tenés que congregarte. La mujer se
encerró en la casa porque el aceite estaba en la casa. ¿Dónde había que poner
las vasijas? En la casa. Y cuando estuvieran en la casa, ¿cuál fue la orden?
"Cerrá la puerta". Nada te tiene que interrumpir mientras estés en la reunión.
¡Nada! ¡Vos tenés que estar encerrado! Encerrate al lado del aceite de la unción.
Encerrate como una vasija vacía y decile al Señor: "¡Yo quiero que me llenes
para que hagas el milagro dentro de la casa!". Dios te da el milagro en lo privado,
pero el éxito te lo da en lo público. Dios te unge en lo secreto, pero afuera se van
a enterar todos que Dios ha estado con vos dentro de la casa, porque te
encerraste.
Yo declaro que hoy cancelamos las deudas maldecidas, cancelamos desde las
deudas de 1 peso hasta las deudas de 10.000.000 de dólares. Cancelamos todas
las deudas y declaramos que Dios va a hacer un milagro sobrenatural en tu vida
y en tus finanzas, no solo para cancelar las deudas sino para darte libertad
financiera, para bendecir tu casa y a los tuyos, para bendecir a tus compañeros,
para bendecir el Reino.
Declaro que toda herencia mala que quedó en tu casa va a ser echada solo con
la presencia del aceite que es Cristo. Yo declaro que "tetelestai": todo está
pagado, todo está cancelado y ¡todo lo que hagamos nos saldrá bien!
Vas a endeudar a la gente, pero hacelo por amor. No esperes nada de nadie,
solo el hacer el bien. Sembrá, perdonale la deuda a alguien. Perdoná, no traigas
lo pasado a tu presente. Ya te lastimaron en el ayer, ¿para qué vas a sufrir hoy?
Recordá declarar cada día "tetelestai", "cancelado". Declará "tetelestai" al auto,
a la casa que querés. Todo está pagado. Decí: "Ya lo pagó mi Señor, yo voy por
lo mío".
El Señor me mostró que cuando la mujer llamó al profeta, él le dijo lo que tenía
que hacer. "Buscá vasijas vacías, agarrá la vasija de aceite, echá el aceite en las
otras vasijas, cuando se llenen, vendé y viví". ¡Todas órdenes! No hubo diálogo,
no conversaron. El profeta no le preguntó a la mujer cómo se sentía por la muerte
del marido, o cómo estaban los hijos.
¿Saben por qué la gente va a iglesias autoritarias? Porque el autoritario es
seguro. La gente busca figuras maltratadoras porque los ven seguros. Pero si te
maltratan, vos decile: "¡No te voy a seguir porque yo soy libre y sirvo al Señor!".
Si tenés que ir a trabajar y llueve, ¿vas aunque llueva? Si hace frío, ¿vas a
trabajar? ¿Y si hace mucho calor? ¿Vas igual? ¿Sí? Entonces, ¿por qué a Dios
le decimos, "¡Uy!, ¡Hoy hace frío! Mejor lo veo por internet", "hoy no siento
adorar"? Le decimos, "Dios, estoy cansado. Mejor me quedo tirado en la cama
mirando la predicación". ¿Sabés lo que me dijo el Señor? Me dijo: "Bernardo, los
milagros más grandes vienen cuando obedecés". El profeta dio órdenes y la
mujer obedeció. Dios honra a los obedientes. Yo deseo que el Señor también
sea jefe y te pueda tratar así a vos, a mí. "¡Señor, lo que me digas!". ¡Obedecé
al Señor! Decí: "No he pescado nada, pero en Tu nombre echaré la red". Y las
redes se te van a romper de bendición. ¡Lo que me digas que haga, Señor, lo
haré!
Jesús dijo: "¡Tetelestai! Padre, lo que me has dicho lo estoy terminando para que
mi pueblo se suba al barco y disfrute de todas las bendiciones". Amén.