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1 Corintios 6:12–20
La biblia dice que el siervo de Dios debe estar preparado, dispuesto para
toda buena obra, si el diezmo es una de las enseñanzas que más resalta en
los pulpitos y los ministros son tan audaces para hablar de dinero, el tema
de la sexualidad reviste igual importancia, y no puede pasarse por alto.
Si la Iglesia no aborda los problemas sexuales del día, no sólo pierde su
relevancia sino que deja abierta la conversación a personas que sí se
sienten libres para hablar del tema.
Por eso los líderes cristianos cometemos tres errores respecto a la sexualidad
humana: No hablamos del tema, no valoramos la sexualidad, no damos
ejemplo positivo de este aspecto.
Quiero tratar con ustedes hoy una teología bíblica de la sexualidad humana,
centrándome en nuestra creación a la imagen de Dios. Tal vez usted nunca
ha pensado en la sexualidad en términos de la teología. Pero nuestras
creencias dan forma a nuestro comportamiento y nuestras más profundas
creencias las forman más eficazmente. Si la teología es lo que creemos
más profundamente acerca de Dios, entonces eso determinará nuestras
actitudes hacia la sexualidad humana, como también nuestra práctica de la
misma.
LA BIBLIA Y LA SEXUALIDAD HUMANA
Ellos argumentan que los santos del Antiguo Testamento tuvieron muchas
esposas y concubinas (por ejemplo, Abraham, Jacob, Salomón). ¿No es así
que la Ley regula, y por lo tanto supone la aceptabilidad del concubinato
(Éxodo 21:7-11), la poligamia (Éxodo 21:10; Deuteronomio 21:15-17), el
levirato (Deuteronomio 25:5-10), y el divorcio (Deuteronomio 24:1-4)? Dada
esta diversidad de enseñanza bíblica, los revisionistas sostienen que los
tradicionalistas se equivocan al afirmar que el matrimonio (es decir, la unión
de por vida de un hombre y una mujer) es moralmente normativo, basado
en la enseñanza bíblica. Además, en su opinión, dada esta diversidad, hay
pocas razones para negar el matrimonio a parejas del mismo género, a pesar
de las muy claras prohibiciones bíblicas (por ejemplo, Levítico 18:22; 20:13).
Ellos preguntan: “Si la iglesia de hoy no tiene en cuenta lo que la Biblia dice
acerca de concubinato, la poligamia y el levirato, ¿por qué debemos
considerar lo que dice la Biblia sobre la homosexualidad?”
En primer lugar, Jesús remonta las raíces del matrimonio a la Creación. Sus
argumentos tienen como fin responder a los fariseos, cuyo débil punto de
vista acerca del divorcio perjudicaba desproporcionadamente a las mujeres:
en el principio el Creador los hizo “varón y mujer” y dijo: “Por esto el hombre
dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una
sola carne” (Mateo 19:4-6; Génesis 1:27 y 2:24).1
Jesús respondió: “No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a
quienes es dado” (vv. 10,11). Según Él, la alternativa moralmente aceptable
de contraer matrimonio es el celibato (vv. 11,12).
UNIDAD EN LA DIFERENCIA
La Biblia comienza con dos relatos sobre la creación del mundo (Génesis
1:1—2:3) y de sus habitantes humanos (2:4-25). Cada uno contiene una
declaración importante sobre la sexualidad humana.
COMUNICACIÓN
Antes de la Caída, Dios habló cara a cara con la humanidad. Antes de que el
pecado entrara en el mundo, Adán y su mujer “estaban ambos desnudos… y
no se avergonzaban” (2:25). Después de la Caída, sin embargo, se
escondieron de Dios por temor. “Oí tu voz en el huerto —dijo Adán— y tuve
miedo, porque estaba desnudo” (3:10).
La unión sexual de marido y mujer es tan íntima que la Biblia dice: “los dos
serán una sola carne” (Génesis 2:24). Pablo usa esta intimidad de una sola
carne como una ilustración de la comunicación cara a cara que Dios quiere
tener con su pueblo. Se trata de un gran misterio “respecto de Cristo y la
iglesia” (Efesios 5:32). La sexualidad humana es una analogía del íntimo
conocimiento personal que Dios quiere tener con su pueblo.
CELEBRACIÓN
Es una blasfemia decir que Satanás creó el placer. La marca Playboy del
hedonismo es una imitación barata y pobre sustituto de la clase de placer
que Dios quiere que experimenten sus hijos, no sólo en la relación con Él
sino también en la relación con su cónyuge.
CREACIÓN
En tercer lugar, Dios crea. Él creó el mundo, lo bendijo, y luego ordenó a sus
habitantes que fructificaran, tanto a los habitantes animales (Génesis 1:22)
como a los habitantes humanos (1:28). Dios creó seres que se procrean.
Este es el tercer propósito de que Dios creó la sexualidad humana. La
procreación es un propósito evidente de la relación sexual. Ese es el motivo
de que todos estamos aquí. Sin ella no habría niños en el mundo.
LA ESPIRITUALIDAD DE LA SEXUALIDAD
LAS DIFERENCIAS
AFIRMACIÓN
EL POTENCIAL
En cuanto a celibato, Jesús habló de los que “se hicieron eunucos por causa
del reino de los cielos” (Mateo 19:12, énfasis añadido). Pablo vio una ventaja
similar para los cristianos que eligen el celibato: “El soltero tiene cuidado de
las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor… La doncella tiene cuidado de
las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu” (1
Corintios 7:32,34, énfasis añadido).
Tanto los cristianos casados como los solteros expresan su sexualidad. Para
las parejas casadas, la expresión es explícita. Los cristianos solteros, sin
embargo, subliman su sexualidad para servir al Señor con toda su atención.
A través de su ministerio de enseñanza y asesoramiento, la iglesia puede
ayudar a los cristianos solteros a determinar la manera de desarrollar su
potencial. La iglesia necesita honrar a aquellos que eligen el celibato de por
vida, porque el celibato es un don espiritual, tanto de parte del Señor como
para el Señor (1 Corintios 7:7). Es necesario alentar y apoyar a los que son
solteros, bien en contra de su elección (por ser divorciados o viudos) o a
pesar de su deseo de casarse. La iglesia tiene que informar a aquellos que
desean casarse de la manera de elegir cónyuge y fomentar un matrimonio
santo (Efesios 5:21-33). Más que informar a esas personas, la iglesia tiene
que proporcionar lugares en que los solteros cristianos que desean contraer
matrimonio puedan encontrar compañía cristiana adecuada. Y tiene que
animar a las parejas casadas a cultivar la fidelidad y la alegría en sus
relaciones, así como también ayudarles a educar a sus hijos “en la disciplina
y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
LOS LÍMITES
En cuarto lugar, tenemos que respetar los límites que Dios pone en las
expresiones de nuestra sexualidad, en vez de transgredirlos. La norma bíblica
es el matrimonio de un hombre y una mujer para toda la vida (Génesis 2:24;
Mateo 19:4-6). Dios no creó la fornicación, la poligamia, el divorcio, la
homosexualidad, o cualquier otra forma de expresión sexual. Él creó el
matrimonio. Cuando observamos los límites divinamente dados de la
sexualidad humana —o cualquier otro límite que Dios establece para la
conducta humana— experimentamos la bendición de Dios. Fuera de esos
límites, sin embargo, podemos tener placer momentáneo, pero a la larga,
viene el juicio de Dios. (Véase el Salmo 1:1-6; Mateo 7:24-27; Gálatas 5:16-
26;. Apocalipsis 21:6-8 para contrastar el destino de aquellos que observan
los mandamientos del Señor y de quienes los transgreden.)
UN MINISTERIO
CONCLUSIÓN
Dios nos creó a su imagen. Nuestra sexualidad humana se completa
mediante la unidad en las diferencias con nuestro cónyuge. Pero siempre
apunta más allá de nosotros mismos al carácter del Dios que nos hizo de
esta manera. Él diseñó nuestra sexualidad para la comunicación íntima, la
celebración del placer sexual, y la creación de una nueva vida, porque Él es
un Dios que se comunica con nosotros, que celebra la relación con nosotros,
y que crea (y nos vuelve a crear).