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¿Qué significa ser pobres en

espíritu?
2 de noviembre del 2014 19 comentarios
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En Mateo 5 el Señor Jesús comenzó Su enseñanza comúnmente conocida como


“el sermón del monte” con una bendición maravillosa: “Bienaventurados los pobres
en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3). ¡Ciertamente todos
deseamos ser bendecidos de esa manera! De modo que es necesario que nos
hagamos la siguiente pregunta: ¿Qué significa ser “pobres en espíritu”?

¿A caso esto significa que nos damos cuenta de que somos viles y míseros
pecadores que necesitan un Salvador? ¿Es acaso esta palabra para las personas
que aún no han recibido la salvación? Si seguimos leyendo las palabras que Jesús
dijo más adelante, podemos ver que Él habló toda esta sección en Mateo a
aquellos que creen en Él. Por ejemplo, en el versículo 10 Jesús dijo:
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia”. Y en los
versículos 13-14 Él dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra” y “vosotros sois la luz del
mundo”. Los creyentes son la sal de la tierra y la luz del mundo y aquellos que
padecen persecución por causa de la justicia. De modo que según estos y otros
versículos, ¡todas las bendiciones habladas aquí son para los creyentes!

Es probable que pensemos que ser pobres en espíritu significa que nuestra
condición espiritual no es buena y que no tenemos nada de valor espiritual en
nuestro ser. Sin embargo, Jesús dijo que una persona que es pobre en espíritu es
bienaventurada. Así que, ¿cómo es posible que algo negativo resulte en que
seamos bienaventurados? En realidad, como veremos en esta entrada, ser pobres
en espíritu es algo maravillosamente positivo e increíblemente beneficioso para
nuestra vida cristiana.

Pobres “en espíritu”


A fin de entender lo que significa ser pobres en espíritu, primero es necesario
saber qué es el “espíritu”. En Mateo 5:3 podemos ver que “espíritu” no lleva
mayúscula como normalmente la tendría si nos hubiéramos referido al “Espíritu
Santo”. En lugar de eso, esta palabra se refiere específicamente a la parte interior
del ser de una persona. Incluso, en el versículo 8 podemos ver que la frase:
“corazón puro” es paralela a “pobres en espíritu, y el corazón es claramente otra
parte interna de nuestro ser.

El “espíritu” al cual se refiere aquí el Señor es nuestro espíritu humano, nuestra


parte más profunda. Dios nos creó con un cuerpo para tener contacto con el
mundo físico, un alma para tener contacto con el mundo psicológico y un espíritu
para tener contacto con Dios, quien es el Espíritu, y para recibirlo.

Así que, ¿qué significa ser “pobres en espíritu”?

No porque el Señor Jesús diga “pobres en espíritu” significa que esté diciendo que
somos bienaventurados si somos pobres al no tener posesiones materiales. No,
este versículo habla de las cosas espirituales. Sin embargo, ¿qué significa ser
pobre de esta manera? Y, ¿por qué somos bienaventurados?

Ser pobres es estar desprendidos y


descargados
En la Versión Recobro del Nuevo Testamento, la nota 2 en Mateo 5:3 dice:

“Ser pobre en espíritu no sólo significa ser humilde, sino también desprendido en el
espíritu, en lo profundo del ser, sin aferrarse a las cosas viejas de la vieja dispensación, sino
descargándose de todo eso para recibir las cosas nuevas, las cosas del reino de los cielos”.

Esta nota nos ayuda a ver que ser pobres en espíritu


significa desprendernos y descargarnos en nuestro espíritu. Significa no
aferrarnos a las cosas viejas, sino descargarnos para recibir las cosas nuevas.

Podemos ver un ejemplo que muestra lo contrario a ser pobres en espíritu en el


Evangelio de Mateo. Jesucristo, el Dios encarnado, vino como el Salvador para
introducir la era neotestamentaria. No obstante, los fariseos, expertos en la ley de
Dios y en las cosas del Antiguo Testamento, se le opusieron. La ley y las cosas
del Antiguo Testamento fueron dadas por Dios y anteriormente, Dios había tratado
con la humanidad conforme a estas cosas. Sin embargo, en la encarnación, Dios
avanzó. Ahora, en el Nuevo Testamento, Dios actúa en Su Hijo, Jesucristo. Los
fariseos, no obstante, estaban llenos y cargados con las cosas viejas y esto no les
permitía recibir a Cristo el Salvador. De hecho, se oponían a Él, pensando que
servían a Dios y al final lo crucificaron.

La condición de los fariseos no es simplemente una historia para nosotros. Se


registró en el Nuevo Testamento para nuestro beneficio y es muy aplicable para
nosotros como creyentes.

Aunque los fariseos querían servir a Dios, intentaron hacerlo separados del hablar
actual de Dios, separados de Cristo. Quizás seamos de esa manera, quizás ayer
el Señor nos habló de una manera específica o tuvimos una experiencia específica
de Él. Disfrutamos mucho esta experiencia, pues recibimos el suministro durante
todo el día. Así que intentamos replicarla. Sin embargo, ¡cada día es un nuevo día!
En vez de estar tratando de tener hoy la misma experiencia que ayer, necesitamos
acudir al Señor Jesús de nuevo cada día a fin de experimentar Su hablar siempre
nuevo. Así como Pablo dice en Filipenses 3:13-14:

“Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya asido; pero una cosa hago: olvidando lo que
queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta para alcanzar el
premio del llamamiento a lo alto, que Dios hace en Cristo Jesús”.

No solamente las cosas negativas nos detienen de nuestro andar con Cristo;
incluso las experiencias positivas de Él que tuvimos el día de ayer nos preocupan
y logran que nos olvidemos de “extendernos” y “proseguir” a Cristo cada día. Es
por esto que es necesario que nos descarguemos, desprendamos, seamos
“pobres” en espíritu a fin de que podamos recibir algo nuevo del Señor todo el
tiempo.

Cada mañana podemos orar: “¡Señor Jesús, descargarme y desprendeme. Haz


que deje las cosas viejas para recibir las experiencias nuevas que vengan de Ti y
que hoy Tú tienes para mí!”
Ser pobres es estar desesperados por
obtener más
Ser pobres en espíritu también significa no estar satisfechos con nuestra
condición. No debemos pensar que “ya lo logramos, ya obtuvimos todo lo que
necesitábamos obtener del Señor”. Como vimos en los versículos anteriores,
incluso el apóstol Pablo, quien conocía al Señor en gran medida, no consideró que
él mismo ya lo habia asido. Pablo siempre fue en pos de Cristo, añorando saber
más de Él.

Vemos lo contrario de esto en la iglesia en Laodicea. En Apocalipsis 3:14-22 el


Señor Jesús los reprende:

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y


no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (v. 17).

Los laodiceos pensaban que eran ricos espiritualmente y no tenían necesidad de


nada. Sin embargo, ante los ojos del Señor su condición era lamentable. Debido a
que pensaban que lo tenían todo, dejaron de acudir al Señor. Dejaron de buscarlo
y estaban satisfechos con lo que tenían y como resultado, se volvieron tibios.
Puede ser que no hayan sido pecaminosos, pero el Señor no estaba contento. Es
por eso que les dijo: “sé, pues, celoso, y arrepiéntete” (v. 19).

¡Qué seamos guardados de ser tibios! En lugar de esto, sigamos el modelo del
apóstol Pablo, quien nunca estuvo satisfecho y buscó cada día obtener nuevas
experiencias de Cristo en su espíritu. Podemos orar: “ Señor guárdame de llegar a
ser tibio. Dame un espíritu que busque ir en pos de Ti cada día. ¡No permitas que
esté conforme con lo que tengo!”

Ser pobres es estar hambrientos


espiritualmente
Ser pobres es estar hambrientos espiritualmente. En Lucas 1:53, María la madre
de Jesús dijo: “A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos despidió vacíos”.
Si deseamos los “bienes” es necesario que estemos hambrientos. No obstante, si
venimos al Señor llenos o “ricos”, Él no nos dará nada.

En Mateo 13, el Señor Jesús citó una porción impresionante del Antiguo
Testamento y la aplicó a muchas de las personas que lo escucharon:

“De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de


este pueblo se ha engrosado, y con los oídos han oído pesadamente, y han cerrado sus ojos;
para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se
conviertan, y Yo los sane” (vs. 14-15).

Esto nos muestra un gran peligro. Podemos llegar a estar “llenos” espiritualmente
a tal punto que ya no tengamos “apetito” o cualquier habilidad de recibir lo que
Jesús nos esté hablando. Incluso, podemos escuchar Sus palabras y no
“escuchar”, “ver”, o “entenderlas” realmente. Tenemos un corazón que se ha
“engrosado”. Pensar que ya sabemos las cosas nos impide oír, ver, percibir lo que
el Señor Jesús verdaderamente nos hablará en cualquier momento.

Por ejemplo, cuando venimos a la Palabra de Dios con el pensamiento de que ya


sabemos lo que dice, ¿de qué manera el Señor puede hablarnos algo fresco de
Su Palabra? Lo más probable es que conocemos las letras en blanco y negro de
la Palabra, pero ¿qué es lo qué el Señor nos habla en esta Palabra? No
escuchamos, vemos o percibimos, de modo que debemos orar: “Señor Jesús,
sálvame; no permitas que mi corazón se engrose. No permitas que piense que ya
lo sé y pierda Tu presencia ¡Dame hambre por Tu Palabra y por Tu hablar fresco!

Ser pobres es ser como un niño pequeño


Ser pobres en espíritu es también ser como un niño pequeño. Los niños pequeños
son sencillos y no pueden hacer nada por sí solos. Cuando somos pobres en
espíritu, reconocemos que no tenemos nada, no sabemos nada y no podemos
hacer nada. Cuando venimos al Señor Jesús y a Su Palabra, no venimos con
nuestro intelecto brillante, nuestra espiritualidad elevada o habilidad excelente. En
lugar de eso, venimos abiertos a Él, reconociendo que lo necesitamos y listos para
recibir Su hablar y suministro.
En Mateo 11, el Señor Jesus predicó el evangelio en las ciudades de Corazín,
Betsaida y Capernaum, no obstante, lo rechazaron. Luego en los versículos 25-26
Él dijo: “Te enaltezco, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste
estas cosas de los sabios y entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre,
porque así te agradó”.

Estos versículos muestran que el Padre esconde cosas de algunos. Ya sea que el
Padre nos revele o esconda cosas depende del tipo de persona que seamos. Si
nos consideramos “los sabios y entendidos”, es posible que leamos la Biblia sin
realmente ver algo. Pero si acudimos a la Palabra como “niños” reconociendo que
en nosotros mismos no somos nada, el Padre nos bendecirá y revelará cosas en
Su Palabra. Podemos orar: “Padre, hazme el tipo de persona al cual deseas
revelarle cosas en Tu Palabra. Nunca permitas que me considere “sabio y
entendido”. Señor, muéstrame mi verdadera condición para que pueda venir a Tu
Palabra pobre en espíritu”.

Porque de ellos es el reino de los cielos


Este reino de los cielos se menciona como una recompensa para aquellos quienes
son pobres en espíritu. ¿Qué significa esto? ¿Acaso está refiriéndose al futuro? Si
somos pobres en espíritu, ¿tenemos que esperar toda nuestra vida para disfrutar
la recompensa?

El reino de los cielos no es algo que tengamos que disfrutar algún día. Más bien,
¡esta bendición es para que la disfrutemos hoy! Este versículo no dice: “Porque de
ellos será el reino de los cielos”. sino que dice: “Porque de ellos es el reino de los
cielos”. Al acudir al Señor Jesús y a Su Palabra pobres en espíritu, seremos
bienaventurados, ¡pues podremos participar hoy del reino de los cielos!

Una manera maravillosa de responder a un versículo como Mateo 5:3 es orar las
palabras de este versículo al Señor y pedirle que lleve a cabo esta palabra en
nosotros. Si le pedimos al Señor que nos haga pobres en espíritu de forma
genuina, ¡ciertamente llevar a cabo esto en nosotros será un placer para Él!

Si desea leer más acerca de ser pobres en espíritu y el reino de los cielos, le
recomendamos el capítulo 13: “La promulgación de la constitución del reino (1),”
en el Estudio-vida de Mateo por Witness Lee. Usted puede encontrar este libro y
leerlo gratuitamente en este listado alfabético de la biblioteca en línea de la
editorial.
Todos los versículos y las notas de pie de página citadas en esta entrada son de la Santa Biblia Versión
Recobro, publicada por Living Stream Ministry. Bibles for America reparte gratuitamente ejemplares del Nuevo
Testamento Versión Recobro. Aquí puede solicitar su ejemplar.

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