You are on page 1of 2

El autocontrol es una actitud contagiosa.

En un artículo publicado en el Personality and Social Psychology Bulletin, Van Dellen


muestra que el autocontrol -o la ausencia de él- resulta contagioso. Michelle Van
Dellen, señala que lo más importante de estos resultados es que revela que la elección
de influencias sociales positivas puede mejorar nuestro autocontrol y que, a la inversa,
cuando mostramos autocontrol podemos ayudar a otras personas a autocontrolarse.

La gente tiende a imitar el comportamiento de aquéllos que le rodean, y se sabe que


costumbres como fumar, consumir drogas, e incluso características como la obesidad
tienden a expandirse a través de las redes sociales.
Sin embargo, el estudio de Van Dellen es el primero que demuestra que el autocontrol
también es un comportamiento contagioso.
Los científicos afirman que esta capacidad de contagio
del autocontrol puede ser aprovechada, por ejemplo,
pensando en alguien que tenga un buen autocontrol
si queremos que nuestro propio autocontrol se
fortalezca para conseguir objetivos económicos,
profesionales o de cualquier tipo. El descubrimiento
realizado por vanDellen es el resultado de cinco
estudios.

En el primer estudio, los investigadores pidieron a 36


voluntarios asignados al azar que pensaran en un
amigo que tuviera un buen o un mal autocontrol.
Aquéllos que pensaron en el amigo con un buen autocontrol persistieron en una tarea
que se les encomendó, comúnmente utilizada para medir el autocontrol, mientras que
aquéllos que pensaron en un amigo con un autocontrol bajo desistieron antes en esta
misma tarea.

En un segundo estudio, 71 voluntarios miraron en primer lugar a otras personas


ejerciendo el autocontrol, en una tarea que consistía en elegir una zanahoria de un
plato en lugar de una galleta situada en un plato
cercano. Otros voluntarios miraron a personas que
se comieron la galleta en lugar de las zanahorias. En
los tests realizados posteriormente para comprobar
el autocontrol de ambos grupos de voluntarios, la
capacidad de autocontrolarse fue mayor entre los
voluntarios del primer grupo.

Autocontrol subliminal
En un tercer estudio, 42 voluntarios fueron
aleatoriamente escogidos para que hicieran una lista
de amigos con un autocontrol alto o bajo. Después,
fueron sometidos a un test informático que medía
su propio autocontrol y, posteriormente, en la
pantalla del ordenador les aparecieron las imágenes de los nombres de los amigos de
sus listas, sólo durante 10 milisegundos (un periodo de tiempo en el que es imposible
leer una palabra, pero en el que el cerebro capta los nombres de manera subliminal).
Aquéllos a los que se les mostró el nombre de sus amigos con buen autocontrol
puntuaron más alto que antes en el test informático sobre el autocontrol, mientras
que aquéllos que vieron el nombre de personas con un autocontrol bajo puntuaron
más bajo que previamente, en ese mismo test.

En un cuarto estudio, se pidió a 112 voluntarios que escribieran sobre un amigo con un
buen autocontrol, un autocontrol escaso o sobre un amigo moderadamente
extrovertido (para el grupo de comparación). En un test posterior sobre autocontrol,
aquéllos que habían escrito sobre amigos con un buen autocontrol fueron los que más
rindieron, mientras que los que habían escrito
sobre amigos con un autocontrol escaso
rindieron peor. El grupo de control o de
comparación puntuó entre estos otros dos
grupos.

Responsabilidad personal
Por último, en un quinto estudio con 117
voluntarios, los investigadores descubrieron que
las personas que escribieron sobre amigos con
un autocontrol alto fueron más rápidas que las
personas de otros grupos identificando palabras relacionadas con el autocontrol, como
logro, disciplina o esfuerzo. VanDellen señala que el autocontrol sería contagioso
porque estar en contacto con gente con un buen o un mal autocontrol influye en
nuestro nivel de accesibilidad a pensamientos propios sobre nuestro autocontrol.
El efecto de estas influencias, según la investigadora, puede ser el de modificar algunas
actitudes, como ir o no al gimnasio después de un largo día de trabajo o comer o no
algo que nos pueda engordar. Sin embargo, estas influencias nunca serían tan fuertes
como para que podamos culpar a otros de nuestra capacidad o no de autocontrolarnos
en ciertas situaciones.

You might also like