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Unidad 5
Instrucciones: Lee el extracto de la obra “Cuatro corazones con freno y marcha atrás” del dramaturgo español
Enrique Jardiel y responde las siguientes preguntas en tu cuaderno. Recuerda mantener buena ortografía,
caligrafía y redacción.
(Hortensia, Bremón y los padres de Elisa, obsesionados con la idea de la inmortalidad,deciden beber un elixir que los
haga vivir para siempre. Más adelante, descontentos con los efectos del envejecimiento, deciden beber una nueva
poción que los hace rejuvenecer. Al principio los efectos son positivos, pero luego…)
MARGARITA. —(A Hortensia, en el diván, en unión de Elisa.) Usted, Hortensia, cada día más joven... Y no es cortesía...
HORTENSIA. —No, claro. En nosotros lo de estar cada día más joven es una realidad. El martes pasado, precisamente, fue
mi descumpleaños.
BREMÓN. —Veinticinco, chatita. Y yo los primeros que descumpla serán los treinta.
ELISA. —¡Qué suerte tienen ustedes de descumplir tantos! ¡Cuando pienso yo que mis pobres padres han descumplido
ya los dieciocho y los dieciséis, y que dentro de poco entrarán en la infancia!...
HORTENSIA. —Claro...
BREMÓN. —Es natural... Pero piensa que esto que a ti te trastorna, pequeña, constituye la felicidad nuestra y, sobre
todo, la de tus padres.
BREMÓN. —Pero ¿ustedes no se dan cuenta de lo que es volver a vivir la juventud y ver que el pelo le va saliendo a
uno... a la velocidad con que se cayó... y que se le va volviendo a uno de su color primitivo?
HORTENSIA. —Y que el cuerpo se pone cada día más firme, hasta que llega un día en que una no necesita faja.
EMILIANO. —Y notarse con más salud cada vez, que el doctor tenía un final de úlcera de estómago y se le quitó el
jueves...
BREMÓN. —Palabra, palabra. Y una muela que tenía picada se me despicó ayer.
BREMÓN. —Claro. ¿No ves que vivimos para atrás? Pues cada día que pasa sabemos menos. Yo, de mi carrera, ya estoy
en el cuarto año. Y encantado de llegar al preparatorio, porque la felicidad está en la ignorancia, en la juventud, en las
pasiones...
HORTENSIA. — ¡Ceferino!
BREMÓN. —¡Perdonad; pero hace tanto rato que no le doy un beso!... (La besa.) Y como, además, sabemos que esta
dicha de ahora no es eterna, que tenemos los años contados, pues cada minuto perdido se clava en el alma. (Transición.)
¡Claro que también la dicha de nuestro amor tiene nubes!
MARGARITA. —¿Nubes?
ELISA. —¡Huy, qué gracioso!... ¡Tiene celos!... ¡Igual que mi difunto antes de morirse!
BREMÓN. —Sabes que no son celos, Hortensia, que son realidades. Porque el teniente de Ingenieros que ronda los
balcones... Y el abogado del Estado del entresuelo... Y aquel equilibrista del circo que...
BREMÓN. —Coquetea con todo bicho viviente; ésta es la verdad. ¡Y como está tan joven y tan guapa, y lo único que no
se le ha olvidado es la experiencia de ciento quince años de coqueta..., me trae de cabeza!
MARGARITA. —Sí; por lo visto, las mujeres que gozan de esa mezcla de vejez y de juventud son de un atractivo
irresistible.