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1. Técnicas farmacológicas:
Los ansiolíticos son un tipo de fármacos que reducen los síntomas de ansiedad rápidamente, lo
cuál resulta muy útil en el tratamiento del ataque de pánico, o las obsesiones. Ahora bien, con
ellos no se aprende a controlar la ansiedad, por lo que, si se utilizan solos, no suelen curar el
trastorno. Son útiles en caso de reacciones intensas, no controlables, pero hay que sustituirlos,
poco a poco, por el autocontrol; de lo contrario, suelen degenerar en una adicción a este tipo
de fármacos.
Con muchísima frecuencia, encontramos personas que llevan muchos años tomando
ansiolíticos (siete años, diez años, por ejemplo), sin que hayan resuelto su problema de
ansiedad y sin que puedan dejar de consumir estos fármacos.
El tratamiento farmacológico debe estar prescrito y revisado (cada mes, o dos meses) por un
especialista en farmacología, por ejemplo, un psiquiatra. Debe evitarse la automedicación, o la
auto-experimentación, o el abandono del fármaco por decisión propia, tampoco debe tomarse
el fármaco en función de nuestro estado de ánimo, o decidir las cantidades a tomar según nos
encontremos, etc.
Este tratamiento farmacológico debe estar siempre acompañado por un tratamiento de tipo
psicológico, que debe incluir las técnicas ya mencionadas de entrenamiento en control de
ansiedad.
Técnicas cognitivas:
Son una serie de técnicas psicológicas en las que hay que comenzar por dar información sobre
el trastorno, su curación, etc. Se basan en el entrenamiento del individuo en técnicas que
mejoran su capacidad de auto-observación y auto-corrección de sus pensamientos, su
conducta y sus emociones.