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En varias ocasiones he querido postular una mirada diferente acerca del uso y el
empleo que se le viene dando ya desde hace varios años a los medios tecnológicos
en los escenarios escolares, no conforme con esta intención he querido también en
otros momentos realizar un ejercicio crítico en relación con la usanza de los
teléfonos inteligentes como medio controlador de los niños y las niñas. Entiendo que
esta idea tiene todo un antecedente teórico desde las ciencias sociales, los estudios
culturales y la educomunicación, no obstante, como parte de esta gran inquietud he
querido manifestar de manera empírica una postura bajo la visión de educador que
sin duda alguna traerá en un futuro un artículo académico que sustente las tesis
aquí planteadas, desde la teoría de los medios entre otras referencias.
Es de gran sorpresa al menos para mí el termino Smart en todo este discurso. Smart
(inteligente) es un término en mi opinión mal empleado pues no son inteligentes los
medios tecnológicos, son inteligentes quienes los desarrollaron. En rigor tampoco
CESAR HUERTAS
EL CELULAR EL CHUPO DEL SIGLO XXI
son inteligentes quienes los usan pues la complejidad de este sistema radica en que
todos puedan hacer uso de él, es decir, no se necesita estudiar, ni leer, ni escribir
para aprender a dominar estas tecnologías. Pocos tienen idea de cómo funciona un
sistema operativo como Android pero una gran parte del mundo hace uso de él. En
otras palabras, en nuestra era no se necesita ser inteligente para usar lo inteligente.
Los verdaderos intelectuales es este panorama son quienes desarrollan las
tecnologías, son tan inteligentes que logran hacer de la tecnología una necesidad y
por tanto un negocio multimillonario.
A este panorama quiero agregar una conducta muy habitual hoy por hoy. Ya son
varios los momentos en los que he visto en distintos contextos, cómo el celular o el
televisor se han convertido en la solución didáctica que permite el silencio, la
quietud, la disciplina. Muchas familias agradecen a la industria tecnológica el haber
desarrollado los teléfonos inteligentes, a ellos le deben poder tener a los niños y
niñas distraídos y quietos en visitas familiares, almuerzos, cenas o simplemente
agradecen poder desarrollar sus actividades diarias. Muchos han denominado al
celular como al mejor amigo del hombre. De ahí que en términos de conductismo
aplicado la manipulación del celular suele ser una buena razón para conseguir una
conducta de los niños y las niñas. Los niños lo hacen todo por jugar en el celular.
En algunos Colegios o escuelas suele suceder lo mismo con el televisor y un par de
películas de Disney, las maestras suelen sentirse muy tranquilas y agradecidas ya
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EL CELULAR EL CHUPO DEL SIGLO XXI
que el televisor logra lo que la pedagogía y la didáctica no. ¿Es celular entonces el
chupo del siglo XXI? ¿Estamos dejando en lo audiovisual la responsabilidad del
docente? Estas preguntas no solo suponen unas respuestas en defensa del gremio,
también proponen una idea de mayor complejidad, y es que sin importar las razones
y los usos de las tecnologías, por un lado es evidente cada vez mas la ausencia de
experiencias significativas planeadas en las aulas de educación inicial y por otro el
deseo absurdo de las familias al querer que los niños y niñas no se comporten
como tal.
CESAR HUERTAS
EL CELULAR EL CHUPO DEL SIGLO XXI
Una postura crítica personal invita a alejar este tipo de recursos si se usan como
mecanismos de control. El país no necesita una generación silenciada, atrapada en
la red, aislada del mundo, quieta. No se necesita una generación mezquina,
indiferente, individual. No se requiere una generación que se entretenga sola,
necesitamos una generación que se quiera educar junta, solidaria, que se piense
en comunidad, que no dependa de la tecnología, que la pueda desarrollar, que lea
para comprender la ciencia y no que la ciencia resuelva sus debilidades para
comprender el mundo.
CESAR HUERTAS