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VERBUM DOMINI

DEL SANTO PADRE


BENEDICTO XVI

Esta exhortación apostólica postsinodal tiene la siguiente estructura: Introducción;


Primera parte: Verbum Dei; Segunda parte: Verbum in Ecclesia; Tercera parte: Verbum
Mundo; Conclusión. Cuenta con ciento veinticuatro números. Dado en Roma, junto a San
Pedro, el 30 de septiembre, memoria de san Jerónimo, del año 2010.

Introducción: se resalta de manera especial a la encarnación del Verbo de Dios,


Jesucristo, pues esa es la buena noticia que se ha anunciado hasta nuestros días. Se
necesita reavivar el encuentro con Cristo, Verbo de la Vida que se ha hecho visible,
siendo anunciadores para que se extienda cada vez más por todo el mundo; abriendo de
nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y comunica su amor para
que se tenga vida eterna.

Se ve el caminar continuo de este documento, pues está en sintonía con la


asamblea Eucaristía como fuente y cumbre dela vida y de la misión de la Iglesia, además
del Concilio Vaticano II, con la Constitución Dogmática Dei Verbum, sobre la divina
Revelación, donde se ve como ha creció el número de intervenciones destinadas sobre
la importancia de la Palabra de Dios y de los estudios bíblicos; también se ve la figura de
San Pablo, su vida es consagrada para anunciar la salvación de Cristo a todas las gentes.

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Siguiendo el ejemplo del apóstol Juan y el de otros autores inspirados, se debe de ser
dócil al Espíritu Santo para amar cada vez más la Palabra de Dios.

El Dios que habla

Dios en diálogo: Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con los
hombres, un diálogo de amor, un amor tridentino, que ha existido ayer hoy y siempre.
Solamente el hombre encontrara sentido tanto cuanto el penetre en ese gran misterio.
Analogía de la Palabra de Dios: en este apartado se ve como la Palabra de Dios
puede tener distintos matices, pues indica que es el Verbo eterno, es decir el Hijo de Dios
hecho hombre. Es también la misma creación y también la misa historia de salvación,
que se refleja en la intervención de los patriarcas y profetas. También se entiende como
Palabra de Dios a la predicación de los apóstoles; al igual que la Sagrada Escritura
(Biblia) y la Tradición son las distintas sinfonías de varas voces en que se expresa el
único Verbo.

Dimensión cósmica de la Palabra: Todo fue creado por medio de la Palabra y sin
ella no se hizo nada. La creación lleva la marca imborrable de la Razón ordenadora que
ordena y guía todo cuanto existe, de ahí que en la misma creación Dios esté dando un
testimonio perene de sí mismo.

La creación del hombre: La contemplación del cosmos desde la perspectiva de la


historia de la salvación lleva a descubrir la posición única y singular que ocupa el hombre
en la creación, pues lo creo a su imagen y semejanza. Capaza de encaminarse al bien y
evitar el mal.

Realismo de la Palabra: La Palabra de Dios impulsa a cambiar los conceptos de


realismo: realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo. La
Palabra es la base para vivir, para crear y para soñar.

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Cristología de la Palabra: Dios comunica su Palabra, ha hablado por el Hijo. Dios
Hijo que se ha encarnado, se ha hecho carne, ha santificado el espacio y el tiempo
dándose a conocer como hombre. Cristo, Palabra de Dios encarnada, crucificada y
resucitada, es Señor de todas las cosas; él es el Vencedor, el Pantocrátor, y ha
recapitulado en si para siempre todas las cosas.

Dimensión escatológica de la Palabra de Dios: Por lo tanto Jesucristo es culmen


de la Revelación, cumplimiento de las promesas de Dios y mediador del encuentro de las
promesas de Dios y mediador del encuentro entre el hombre y Dios. Si hubiera
revelaciones privadas deberán de ayudar en tiempos específicos a la salvación de los
hombres, ayudándoles en la fe y no ir en contra de ella.

La Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Cuando Dios se comunica, lo hace


mediante sus dos manos que son el Hijo y el Espíritu Santo, pues sin la acción del Espíritu
Santo no se puede comprender las palabras del Señor. La Palabra de Dios solamente
puede ser acogida y comprendida verdaderamente gracias al mismo Espíritu por lo tanto
no se puede llegar a comprender la Escritura sin la ayuda del Espíritu Santo que la ha
inspirado.

Tradición y Escritura: La Tradición da a conocer a la Iglesia el canon de los libros


sagrados y hace que los comprenda cada vez mejor y los mantenga siempre activos. En
efecto la Palabra de Dios se nos da en la Sagrada Escritura como testimonio inspirado
de la revelación que, junto con la Tradición viva de la Iglesia, es la regla suprema de la
fe.

Sagrada Escritura, inspiración y verdad: Es el Espíritu Santo quien ha inspirado a


los hagiógrafos, por lo tanto lo que han escrito es verdad y es Palabra de Dios, y esta es
útil para enseñar, reprender, corregir, instruir en la justicia; para que el Hombre de Dios
esté en forma, equipado para toda obra buena.

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Dios Padre Fuente y origen de la Palabra: Dios Padre habla mediante su Hijo
Jesucristo. El silencio de Dios Prolonga sus palabras precedentes. En esos momentos
de obscuridad, habla en el misterio de su silencio. De ahí que en la dinámica de la
revelación cristiana, el silencio aparece como una expresión importante de la Palabra de
Dios.

La respuesta del hombre a la Alianza con Dios: Dios busca al hombre y le otorga
el don de la Fe, haciéndolo capaz de buscarle. En ese diálogo con Dios, el hombre se
comprende a sí mismo y encuentra respuestas a las cuestiones más profundas que
anidan en su corazón, pues solamente Dios responde a la sed que hay en el corazón del
hombre. El Dios que habla también enseña cómo se puede hablar con Él, y esta es que
la respuesta propia del hombre al Dios que habla es la fe. En este diálogo entre Dios y el
hombre existe también una interferencia, el pecado, que lleva en la negativa a escuchar
la Palabra de Dios. María también tiene una gran familiaridad con la Palabra de Dios, y
esto se muestra en el Magnificat, a tal punto de que ella es la madre del mismo Hijo de
Dios, Jesucristo, el Verbo encarnado.

La hermenéutica de la Sagrada escritura en la Iglesia: el lugar originario de la


interpretación escriturística es la vida de la Iglesia. Ninguna predicción de la Escritura
está a merced de interpretaciones personales; porque ninguna predicación antigua
aconteció por designio humano; hombre como eran, hablaron de parte de Dios. El estudio
de las Sagradas Escrituras, ha de ser como el alma de la Teología. La eficacia pastoral
de la acción de la Iglesia y de la vida espiritual de los fieles depende en gran parte de la
fecunda relación entre exégesis y teología, ellos harán más fácil el acercamiento a la
Palabra de Dios.

Desarrollo de la investigación bíblica y magisterio eclesial: se reconoce la


importancia de la exégesis. Se menciona a las dos encíclicas de los papas León XIII y
Pio XII, en las que se enfrentaron a los ataques del racionalismo y el misticismo. Ambos
documentos rechazaron la ruptura entre la investigación científica y la mirada de la fe. La

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meta del exegeta se alcanza cuando aclara el significado del texto bíblico como Palabra
actual de Dios.

La hermenéutica bíblica conciliar: se debe ser considerada como unidad toda la


Escritura, la Tradición viva de la Iglesia, observando la analogía de la fe. Los padres
sinodales reconocen los frutos positivos de la investigación histórico crítica moderna, pero
al mismo tiempo se precisa un estudio análogo de la dimensión teológica de los textos
bíblicos, para que se profundice aún más. Se deberá tener especial cuidado de caer en
el reduccionismo dualista, por un lado la exégesis y por otro la teología.

Pues si se queda solo con la exégesis se cae solo en un texto del pasado al que
se le puede extraer consecuencias morales, haciendo un recuento de la historia, pero no
se comprende la Revelación en la tradición viva de la Iglesia y en la Escritura, llegando a
la negación de toda historicidad a los elementos divinos. Esto se ve muy peligroso y
negativo para la vida pastoral y espiritual de la Iglesia.

Fe y razón en relación con la Escritura: La exégesis y teología exigen armonía y


unidad entre fe y razón. Por una parte se necesita de una fe que está relacionada
correctamente con la razón con el fin de no caer en un fideísmo, que llevaría a lecturas
fundamentalista de la Biblia como lo hacen algunos grupos, y por otro se necesita de la
razón que investigue los elementos históricos de la Biblia.

Sentido literal y sentido espiritual: los Padres de la Iglesia y su interpretación de la


Sagrada Escritura son toda una riqueza para la misma Iglesia, pues su exégesis estaban
basada en la fe no había distinción entre sentido literal y espiritual, brotando de ellos tres
sentidos, que descubren los contenidos de la fe, la moral, y la tensión escatológica.

Hay una necesidad de trascender la letra: para lograr pasar de la letra al espíritu
se necesita de una comprensión y un movimiento interior, dicho movimiento no es un
paso automático; se necesita trascender la letra. Este trascender no se hace con un solo
fragmento sino con toda la unidad de la Escritura.
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Unida intrínseca de la Biblia: Es Cristo quine da unidad a las Escrituras, pues Cristo
es la única Palabra.

Relación entre Antiguo y Nuevo Testamento: la tradición de la Iglesia ha mostrado


la unidad del plan divino en los dos testamentos. Los cristianos leen el Antiguo testamento
a la luz de Cristo muerto y resucitado. Pero el Antiguo testamento también tiene su propio
valor de Revelación, por eso también el Nuevo testamento debe ser leído a la luz del
Antiguo. En todo momento se debe poner de manifiesto la relación íntima de los dos
testamentos, no se les puede hacer considerar separados sin relación.

Las páginas oscuras de la Biblia: hay páginas que cuestan trabajo o son difíciles
de leer por cómo están escritas. No hay que olvidar que la Revelación está arraigada en
la historia, y se acomoda a los condicionamientos culturales de aquellas épocas. Al
mismo tiempo no hay que olvidarla línea profética de denuncia contra las injusticias e
inmoralidades, que Dios da a su pueblo como preparación al Evangelio. Se necesita una
formación adecuada para entender estos textos en su contexto, y teniendo en cuenta el
género literario; por ello se debe hacer una lectura a la luz del misterio de Cristo.

Cristianos y judíos en relación con Sagrada Escritura: de los judíos se toma mucho
de lo que el cristiano tiene por alimento, pues se hunde en las mismas raíces espirituales.
Por lo tanto siempre se les debe de tener siempre una actitud de respeto y estima hacia
el pueblo judío. Es importante destacar lo importante del diálogo con los judíos hasta
lograr formas de colaboración mutua en el estudio de las Sagradas Escrituras.

La interpretación fundamentalista de las Escrituras: El fundamentalismo es


cuando no se encuentra relación entre lo divino y lo humano. Esto lleva a entender la
Biblia como un dictado palabra por palabra de parte del Espíritu Santo dejando de lado
el condicionamiento cultural e histórico. Los cristianos por el contrario descubren en las
palabras, La Palabra, el Logos que extiende su misterio en medio de la realidad histórica

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humana. Se debe de tener en cuenta la lectura la creyente, la que no ignora la mediación
humana ni los géneros literarios en los diferentes libros sagrados.

Diálogo entre pastores, teólogos y exegetas: es un trabajo en equipo, que se debe


propiciar desde las Conferencias Episcopales a través de reuniones, pero con la custodia
siempre del Magisterio; formando ministerios de la Palabra de gran ayuda para el Pueblo
de Dios, que se alimentará de la Escritura.

Biblia y ecumenismo: escuchar y meditar de manera conjunta las Escrituras, que


hacen vivir en comunión real, aunque todavía no plena; por lo tanto la escucha común de
las Escrituras impulsa el dialogo de la caridad y hace crecer el de la verdad. Incluso este
diálogo ecuménico ha llevado a trabajos importantes en materia de traducciones de la
Biblia en las diversas lenguas.

Consecuencias en el planteamiento de los estudios teológicos: junto al estudio de


las lenguas ene que ha sido escrita la Biblia y de los métodos interpretativos adecuados,
es necesario que los estudiante tengan una profunda vida espiritual, de manera que
comprendan que solo se puede entender la Escritura viviéndola. Reconocer que la
Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios están
unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros.

Los santos y la interpretación de la Escritura: los que pueden comunicar de mejor


manera la Sagrada Escritura, son los que la han vivido de manera ejemplar, y son muchos
los que a la escucha y práctica de la Palabra de Dios se han santificado.

Verbum in Ecclesia

La Iglesia acoge la Palabra: es necesario escuchar la Palabra de Dios para


configurarse al Verbo mismo. No escucharla quiere decir no escuchar su voz, no
configurarse con el Logos.

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Contemporaneidad de Cristo en la vida de la Iglesia: La contemporaneidad de
Cristo respecto al hombre de cada época se realiza ene l cuerpo vivo de la Iglesia. La
Iglesia no vie de sí misma sino del Evangelio encontrando directrices y orientación en él.
Sólo quien se pone primero a la escucha de la Palabra, puede convertirse después en su
heraldo

La Palabra de Dios en la sagrada liturgia: Todo acto litúrgico está por su naturaleza
empapado de la Sagrada Escritura. La Palabra de Dios se convierte en fundamento de
la acción litúrgica, norma y ayuda de toda la vida. En cierto sentido la hermenéutica de la
fe respecto a la Sagrada Escritura debe tener siempre como punto de referencia la
liturgia.

Sagrada Escritura y sacramentos: tener en cuenta en la Pastoral que no siempre


los fieles captan la relación entre el gesto y la Palabra. Tiene un llamado especial a los
sacerdotes y diáconos a que cuando administren los sacramentos pongan en realce esta
unidad. De igual forma debe tenerse en cuenta esta relación Palabra y sacramento en la
investigación teológica.

Plan de Dios y Eucaristía: la unidad entre Palabra de Dios y Eucaristía se


encuentra arraigado en las Escrituras. El misterio de la Eucaristía se muestra cuál es el
verdadero maná, el auténtico pan del cielo: es el Logos de Dios que se ha hecho carne,
que se ha entregado a sí mismo por nosotros en el misterio pascual. En los relatos de la
última cena, muestran como la Escritura misma ayuda a percibir su unión indisoluble con
la Eucaristía.

Sacramentalidad de la Palabra: la sacramentalidad de la Palabra de Dios, está


precisamente el misterio de la encarnación. La Palabra de Dios se hace perceptible a la
fe mediante el signo, como palabra y gesto humano. Profundizar en el sentido de la
sacramentalidad de la Palabra de Dios, puede favorecer una comprensión más unitaria

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del misterio de la revelación en obras y palabras íntimamente ligadas, favoreciendo la
vida espiritual de los fieles y la acción pastoral de la Iglesia.

La Sagrada Escritura y el leccionario: la importancia del Leccionario, porque


presenta los textos más importantes de la Escritura favoreciendo la unidad del Plan divino
mediante la correlación entre las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento centradas en
Cristo y su misterio pascual. El actual leccionario de rito latino tiene un significado
ecuménico en cuanto es usado y apreciado por las confesiones que aún no están en
comunión con la Iglesia católica.

Proclamación de la Palabra y Ministerio del lectorado: se necesita dar formación


para el ministerio del lectorado, en cuanto tal es un ministerio laical en el rito latino. Y
aunque los lectores no hayan sido instituidos como tales deben estar preparados, tanto
bíblica, litúrgica y técnicamente ´para desempeñar bien su ministerio.

Importancia de la Homilía: la calidad de la homilía está en relación con la


importancia que se le da a la Palabra de Dios; ya que es una ayuda a los fieles para la
comprensión y la eficacia de la Palabra de Dios en sus vidas. Por lo tanto la homilía no
debe ser abstracta, sino debe comunicar la sencillez de la Palabra de Dios, que ayude a
mostrar a Cristo, centro de la homilía. Se debe preparar con meditación y oración, para
que se predique con convicción y pasión.

Oportunidad de un directorio homilético: Por tanto, en continuidad con lo requerido


en el Sínodo anterior, pido a las autoridades competentes que, en relación al Compendio
eucarístico, se piense también en instrumentos y subsidios adecuados para ayudar a los
ministros a desempeñar del mejor modo su tarea, como, por ejemplo, con un Directorio
sobre la homilía.

Palabra de Dios, Reconciliación y Unción de los enfermos: la importancia de la


Sagrada Escritura también en los demás sacramentos, especialmente en los de curación,

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esto es, el sacramento de la Reconciliación o de la Penitencia, y el sacramento de la
Unción de los enfermos. Es necesario que se le dé a la Sagrada Escritura el lugar que
le corresponde.

Palabra de Dios y Liturgia de las Horas: forma privilegiada de escuchar la Palabra


de Dios y ponerse en contacto con la Tradición viva de la Iglesia. Esta práctica de oración
tiene una profunda dignidad teológica y eclesial. Es el ideal cristiano de santificar todo el
día al compás de la escucha de la Palabra de Dios y la recitación de los Salmos

Palabra de Dios y bendicional: en el uso del Bendicional, se preste también


atención al espacio previsto para la proclamación, la escucha y la explicación de la
Palabra de Dios mediante breves moniciones.

Sugerencias y propuestas para la animación litúrgica:


a) Celebraciones de la Palabra de Dios: especialmente en comunidades donde
hay escasez de sacerdotes y no hay eucaristías los días de precepto.
b) La Palabra y el silencio: recogimiento a través del silencio interior y exterior para
profundizar la Palabra. La tradición patrística enseña que los misterios de Cristo están
unidos al silencio. El modelo por excelencia de silencio fecundo es María. El silencio debe
considerarse como parte de la celebración.
c) Proclamación solemne de la Palabra de Dios: se sugiere la procesión del
Evangeliario para que el Pueblo de Dios descubra el lugar central que tiene la Palabra
especialmente el Evangelio como culmen de la liturgia. También se sugiere dar realce a
la Palabra de Dios a través del canto.
d) La Palabra de Dios en el templo cristiano: es necesario que en los edificios
sagrados se tenga siempre en cuenta la acústica, respetando las normas litúrgicas y
arquitectónicas. Además se sugiere que en las iglesias se destine un lugar de relieve
donde se coloque la Sagrada Escritura también fuera de la celebración. En efecto,
conviene que el libro que contiene la Palabra de Dios tenga un sitio visible y de honor en

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el templo cristiano, pero sin ocupar el centro, que corresponde al Sagrario con el
Santísimo Sacramento.
e) Exclusividad de los textos bíblicos en la Liturgia: los textos bíblicos no deben
ser sustituidos por otros textos, esto jamás. El Salmo responsorial siempre debe leerse o
mejor de preferencia cantarse.
f) El canto litúrgico bíblicamente inspirado: tener en cuenta cantos con inspiración
bíblica, que haya armonía entre las palabras y la música. Se sugiere el canto gregoriano.
g) Especial atención a los discapacitados de la vista y el oído: ayudar a estos
hermanos con dificultades a través de instrumentos adecuados para que tengan contacto
con la Palabra de Dios.

La Palabra de Dios en la vida eclesial.

Encontrar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura: se recomienda crecer en el


amor a las Escrituras como lugar de encuentro con la Palabra, con Cristo enviado del
Padre. Tener presente tantos testimonios de santos que amaron la Escritura.

La animación bíblica de la Pastoral: se trata de que todas las comunidades y


grupos tengan como centro a la Palabra de Dios, a través de ello se encontrarán con
Cristo, de tal manera que la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo. También
se deben fomentar pequeñas comunidades en las que se ore y se conozca la Biblia según
la fe de la Iglesia.

Dimensión bíblica de la Catequesis: revisar el Directorio General para la


Catequesis, allí hay orientaciones para la animación bíblica de la catequesis. Hacer una
inteligente memorización de algunos pasajes bíblicos. Y también es muy importante
encontrar la relación del CATIC y Sagrada Escritura.

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Formación bíblica de los cristianos: es importante una adecuada formación de
todos los cristianos. Se sugiere apoyarse de los centros de formación y existentes o
también crear y adecuar algunos según las necesidades.

La Sagrada Escritura en los grandes encuentros eclesiales: dar lugar central a la


Palabra de Dios a través de celebraciones, orientaciones de formación bíblica, en todos
los encuentros, diocesanos, nacionales, internacionales.

Palabra de Dios y vocaciones: cuanta más familiaridad se tenga con la Palabra de


Dios, más se ahonden los encuentros con Cristo, serán capaces de escuchar la llamada
a la santidad de forma personal mediante opciones definitivas.

a) Palabra de Dios y ministros ordenados: La Palabra de Dios es indispensable


para formar el corazón de un buen pastor ministro de la Palabra. El Obispo debe poner
en primer lugar la lectura y meditación de la Palabra, por lo tanto un estudio frecuente de
las Sagradas Escrituras. A imitación de María ser oyente fiel.

A los Sacerdotes, ellos han sido llamados para el Ministerio de la Palabra, para
anunciar el Evangelio del Reino. Debe cultivar una gran familiaridad personal con la
Palabra con corazón dócil y orante. Sólo permaneciendo en la escucha y obediencia de
la Palabra el sacerdote será perfecto discípulo del Señor.

Los llamados al Diaconado tienen como modelo a Cristo siervo. Un rasgo de la


espiritualidad del diaconado es la Palabra de Dios, que el diácono debe anunciar y
testimoniar con su vida. Se recomienda la lectura, estudio y oración de la Palabra.

b) Palabra de Dios y candidatos al Orden Sagrado: deben aprender a amar la


Palabra de Dios. La Escritura ha de ser el alma de su formación teológica, subrayando
la indispensable circularidad entre exégesis, teología, espiritualidad y misión. Están

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llamados a una profunda relación personal con la Palabra de Dios, especialmente en la
Lectio divina.

c) Palabra de Dios y Vida Consagrada: La Vida Religiosa nace de la escucha de


la Palabra de Dios y de la acogida del Evangelio como norma de vida. Los tres consejos
evangélicos se convierten en exégesis viva de la Palabra de Dios. La meditación de la
Palabra, mediante la Lectio divina. De igual manera el Sínodo subraya la importancia de
la Vida monástica que dedica mucho de tiempo en su jornada diaria a imitar a la Madre
de Dios en su contemplación de la Palabra.

d) Palabra de Dios y fieles laicos: los laicos por su bautismo anuncian la Palabra
en la familia, el trabajo, la educación. En la medida de lo posible las diócesis deben
brindar ayuda formativa a los laicos respecto al estudio de las Escrituras.

e) Palabra de Dios, matrimonio y familia: Ante la mentalidad común que banaliza


los afectos, el cuerpo y distorsiona el sentido dela sexualidad humana, la Palabra de Dios
es de ayuda excelente para afrontar esta mentalidad común actual. A través de la unidad
de familia y la fidelidad los esposos son los primeros anunciadores de la Palabra de Dios
ante sus propios hijos; esta Palabra es de gran ayuda en las dificultades de la vida
conyugal y familiar. La función de la mujer en la familia responde a la educación, la
catequesis y la transmisión de valores.

Lectura orante de la Sagrada Escritura y Lectio Divina: se exhorta a orar con la


Palabra de Dios; no es un acto individualista sino que siempre conduce a fortalecer la
comunidad. La Lectio Divina tiene sus pasos y su proceso termina cuando se llega a la
acción. María es quien vivió todos los pasos de la Lectio divina de forma perfecta.

Palabra de Dios y oración mariana: se recomienda el rezo en familia del Rosario


que recorre los misterios de Cristo. Debe promoverse el rezo del Angelus para aumentar

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el amor al misterio de la encarnación. Se mencionan también algunas plegarias marianas
de Oriente.

Palabra de Dios y Tierra Santa: se llama a Tierra Santa el “Quinto evangelio” por
su importancia en que allí vivió y se entregó por nosotros Cristo. La Tierra Santa sigue
siendo todavía hoy meta de peregrinación del pueblo cristiano, como gesto de oración y
penitencia.

Verbum Mundo

La Palabra del Padre y hacia el Padre: A Dios nadie lo ha visto jamás y nuestras
palabras para expresarnos sobre Él siempre nos quedan limitadas, pero algo sí es
contundente como lo dice el prólogo de San Juan: el Verbo se hizo carne. Jesús de
Nazaret es el revelador del Padre, es el exegeta de Dios. Es la Palabra definitiva y eficaz
que ha salido del Padre y ha vuelto a Él.

Anunciar al mundo el Logos de la esperanza: el Espíritu nos capacita para un


anuncio eficaz de la Palabra en el mundo entero. Esto queda claro desde las primeras
comunidades cristianas que se tomaron enserio su misión, y un gran exponente de ello
es San Pablo. La Iglesia anuncia al Logos de la esperanza en medio de un mundo sin
esperanzas, es la gran esperanza de un Dios con rostro humano que nos ha amado hasta
el extremo.

De la Palabra de Dios surge la misión de la Iglesia: importante fortalecer la


conciencia misionera que tiene desde su inicio en las primeras comunidades.

Para ello San Pablo es ejemplo eximio de misionero .Palabra y Reino de Dios: el
anuncio de la palabra tiene como contenido el Reino de Dios, que es la persona misma
de Jesús. Se trata no sólo de anuncia una palabra de consuelo sino de avivarla conciencia
de la conversión.

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Todos los bautizados responsables del anuncio: en virtud del bautismo todos
somos discípulos llamados a anunciar la Palabra nadie debe sentirse ajeno a esta misión.
Se debe despertar esta conciencia en la familia, la escuela, los grupos parroquiales. Los
que han recibido una vocación particular al ministerio episcopal, sacerdotal, diaconal o
quienes están consagrados en la Vida Religiosa son los primeros llamados a una vida
dedicada al servicio de la Palabra.

Necesidad de la “Missio ad Gentes”: es una llamada a un compromiso decidido de


ir a los lugares donde no se conoce aún a Cristo y no caer en una pastoral de
“mantenimiento” para los que ya conocen el Evangelio de Cristo.

Anuncio y Nueva Evangelización: debido a la influencia de una cultura


secularizada tan presente en el mundo urge trabajar pastoralmente la identidad de
cristianos católicos, promoviendo una nueva evangelización a los que aun estando
bautizados desconocen la Palabra.

Palabra de Dios y testimonio cristiano: La credibilidad de la Palabra depende


mucho de la relación coherente entre anuncio de la Palabra y testimonio.

Valor de la cultura para la vida del hombre: reconocer la riqueza de las culturas y
su importancia para la vida de todo hombre. La Palabra de Dios ha inspirado a lo largo
de los siglos las diferentes culturas, generando valores morales fundamentales,
expresiones artísticas y estilo de vida ejemplares.

La Biblia como un gran códice para las culturas: aprovechar los valores filosóficos
y antropológicos que contiene la Biblia para llevarlos a los creyentes y no creyentes.

El conocimiento de la Biblia en la escuela y en la Universidad: no descuidar la


enseñanza de la religión se debe formar esmeradamente a los docentes; las clases de

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religión representan para muchos el único contacto con el mensaje de la fe. Los pastores
han de prestar atención especial a la escuela y la universidad.

La Sagrada Escritura en las diversas manifestaciones artísticas: La relación entre


Palabra de Dios y cultura se ha expresado en obras de diversos ámbitos, en particular en
el mundo del arte. Por eso, la gran tradición de Oriente y Occidente ha apreciado siempre
las manifestaciones artísticas inspiradas en la Sagrada Escritura como, por ejemplo, las
artes figurativas y la arquitectura, la literatura y la música.

Palabra de Dios y medios de comunicación social: se hace eco de los nuevos


instrumentos de la comunicación como los new media e Internet, que representa un
nuevo foro para hacer resonar el evangelio, sin que el mundo virtual reemplace al real.

Biblia e inculturación: por el misterio de la Encarnación la fe cristiana tiene un


carácter intensamente intercultural. El proceso de inculturación no es adaptar el
evangelio de forma superficial y sincretista, sino que la cultura se vea transformada y
regenerada por el Evangelio, valorando las semillas del Verbo que tiene y abriéndola a
los valores evangélicos.

Traducciones y difusión de la Biblia: se recomienda traducir la Biblia a todas las


lenguas posibles, porque las hay que aún no la tienen y están hambrientas de la Palabra
de Dios. Se anima a los centros encargados de las traducciones a este trabajo.

La Palabra de Dios supera los límites de la cultura: sabemos por Pentecostés que
tenemos que salir de nuestros límites y abrirnos a otros para entrar en la universalidad
que nos relaciona a todos. Supone el éxodo de dejar nuestros pensamientos y dejar
espacio en nosotros a Cristo.

El valor del diálogo interreligioso: parte esencial del anuncio de la Palabra es el


encuentro y la colaboración con todos los hombres en particular con las personas de
diferentes tradiciones religiosas evitando formas de sincretismo y relativismo. La
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globalización nos trae la riqueza de interactuar con personas de diferentes credos
religiosos se trata de una oportunidad para manifestar hermandad universal. En las
sociedades secularizadas la religión es un elemento indispensable para descubrir a un
Dios Todopoderoso, fundamento de todo bien y fuente inagotable de la vida moral.

Diálogo entre cristianos y musulmanes: mirar con aprecio a los musulmanes que
reconocen a un Dios único y que en la tradición musulmana hay muchas figuras, símbolos
de temas bíblicos.

Diálogo con las demás religiones: la Iglesia respeta las antiguas religiones y
tradiciones espirituales de los diferentes continentes. Hay temas frecuentes en los que
sintonizamos, como son los valores que hay en los libros religiosos del Budismo,
Hinduismo, su respeto por la vida, la contemplación, el silencio, la sencillez, el sentido de
lo sagrado, el sacrificio, el ayuno; los valores familiares y sociales en el confucianismo.

Diálogo y libertad religiosa: el Sínodo, a la vez que promueve la colaboración entre


los exponentes de las diversas religiones, recuerda también la necesidad de que se
asegure de manera efectiva a todos los creyentes la libertad de profesar su propia religión
en privado y en público, además de la libertad de conciencia. En efecto el respeto y el
diálogo requieren, consiguientemente, la reciprocidad en todos los terrenos, sobre
todo en lo que concierne a las libertades en especial la libertad religiosa, que
favorezca la paz y el entendimiento entre todos los pueblos.

Conclusión

La Palabra definitiva de Dios: se exhorta una vez más a todo el Pueblo de Dios, a
los Pastores, a las personas consagradas y a los laicos a esforzarse para tener cada vez
más familiaridad con la Sagrada Escritura. Nunca hemos de olvidar que el fundamento
de toda espiritualidad cristiana auténtica y viva es la Palabra de Dios anunciada,
acogida, celebrada y meditada en la iglesia.

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Nueva Evangelización y nueva escucha: a imitación de San Pablo escuchemos
también la Palabra de Dios y dejémonos transformar por Cristo. El Espíritu
Santo sigue llamando hoy incesantemente a oyente y anunciadores convencidos y
persuasivos de la Palabra del Señor.

La Palabra y la alegría: la Palabra se nos ha comunicado para que nuestra alegría


sea completa. El sínodo ha sido experiencia de crear comunión y fuente de alegría
profunda que brota del corazón de la vida trinitaria.

Mater Verbi et Mater laetitiae: esta relación íntima entre Palabra de Dios y alegría
se manifiesta en María Dichosa tú que has creído. Se dirige finalmente a los que se han
alejado de la Iglesia, que han abandonado la fe o nunca han escuchado el mensaje de
salvación, a cada uno de ellos el Señor les dice: estoy a la puerta llamando, si alguien
oye y me abre entraré y comeremos juntos.

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