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(A manera de prólogo)1
Estudios diversos de este conjunto constituyen hoy asignaturas de los planes de estudio de
numerosas carreras universitarias en la mayoría de los países del mundo, tanto de los más
desarrollados, como de desarrollo medio y del llamado “tercer mundo”. Así, encontramos
asignaturas con diversos nombres: Ciencia Política, Ciencias Políticas, Sociología Política,
Filosofía Política, Historia del Pensamiento Político, Teoría Política Contemporánea,
Ideologías Políticas Contemporáneas, Relaciones Internacionales, y otras. A la vez que
existen las Licenciaturas en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales en numerosos
países del mundo.
En el caso de Cuba se estudia la Teoría Sociopolítica en casi todas las carreras del área de
las Ciencias Sociales, Económicas y Humanísticas; la Historia del Pensamiento Político en
las carreras de Filosofía, Ciencias Sociales, Periodismo y Comunicación Social; las Teorías
Políticas Contemporáneas y la Teoría e Historia del Socialismo en Filosofía y Ciencias
Sociales; la Sociología Política en Sociología; así como Problemas actuales de Ciencia
Política, Sistema Político Cubano, cursos optativos sobre Teoría de la Decisión, de la
Negociación y otras afines en la carrera de Ciencias Sociales, la cual centra su atención en
los estudios políticos. En el área de las Ciencias Naturales, Exactas, Técnicas,
Agropecuarias y otras se han integrado hasta hoy algunos contenidos similares en las
asignaturas Economía y Teoría Política I y II. A partir del curso académico 2005-2006 se
extenderá paulatinamente la Teoría Sociopolítica también a estos grupos de carreras, según
los acuerdos tomados en la Comisión Nacional de Perfeccionamiento creada con vista a los
planes de estudio “D”, y atendiendo a los acuerdos que se alcancen con las comisiones
nacionales de carreras. Se propone también la introducción de la Filosofía Política en la
carrera de Filosofía. Vale destacar el inicio en febrero de 2003 de un Plan Especial
Nacional de formación de profesores de Teoría Sociopolítica y asignaturas afines, el cual
integra en su Plan de Estudio cursos de Historia del Pensamiento Político, Corrientes
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Este artículo aparece publicado en el libro: Emilio Duharte Díaz y coautores: Teoría y Procesos Políticos
Contemporáneos, Tomo I, Editorial “Félix Varela”, La Habana, 2006. Para cualquier comunicación:
eduharte@yahoo.com y eduharte@ffh.uh.cu
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Si nos referimos al posgrado, entonces los cursos retoman algunos de esos mismos temas
señalados, pero a un mayor nivel, o profundizan en aspectos tales como: Debates de
Ciencia Política, Metodología y Epistemología de la Investigación Social y Política,
Antropología Política, Teoría del Conflicto, Políticas Públicas, Sistemas Políticos
Comparados, Teoría de las Relaciones Políticas Internacionales, Análisis Político de
Tendencias y Escenarios Mundiales, Procesos de Integración Política, Transiciones
Políticas, y otros temas científico-políticos esenciales.
Ahora bien: ¿Cuál puede ser el interés de los ciudadanos en la política, no sólo en su
estudio, sino también en su expresión práctica?
Ello resulta más importante si tenemos en cuenta los fenómenos de apatía política, el
llamado apoliticismo, y lo que se ha dado en llamar por algunos “desafección política”,
cuestiones éstas que se discuten hoy en las Ciencias Políticas.
Es por ello que el presente material intenta hacer algunas reflexiones de manera sintetizada
acerca de lo que se puede considerar una premisa hacia la solución del problema planteado:
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Carlos Fernando Castañeda Castro: “¿Por qué nos debe interesar la política?”, en la revista electrónica
“Polítikaperú”, Lima, Perú, 2002, www.politikaperu.com
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Alberto Espinoza Castellares: “La opinión pública y el interés por la política”, en revista electrónica
“Polítikaperú”, Lima, Perú, 2001, www.politikaperu.com
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¿cuáles pudieran ser las razones que motiven a los ciudadanos a interesarse de manera
sistemática por la política?, “ya que el no hacerlo le acarrea consecuencias graves al
bienestar personal presente y futuro”.4 En esto coincidimos con el investigador peruano
Carlos Castañeda que ha hecho una interesante exposición sobre el tema.
Se puede considerar que hay un factor de primerísima importancia que determina el mayor
o menor grado de interés de los ciudadanos por la política, y es el nivel de participación
real y efectiva de ellos en la toma de decisiones políticas, es decir, no sólo la participación
restringida al momento de las elecciones, sino en todo el proceso permanente de dirección
de los procesos económicos, políticos, culturales, sociales en general; no solamente siendo
“consultados” en determinados procesos, sino ejerciendo el poder real en la sociedad, o sea,
siendo sujetos activos en la toma de las decisiones. Ello depende, por supuesto, de la
naturaleza del poder político y de en manos de quién éste se encuentra (clases, grupos, etc),
de las relaciones estructurales y funcionales dentro del sistema político, del carácter y
alcance de los elementos reguladores de este sistema (Constitución, leyes, etc), y de otros
factores importantes.
Pero si a alguien le pareciera insuficiente este argumento, habría que referirse entonces a
aquellas situaciones que afectan directamente el bienestar, el nivel de vida y, en general, las
funciones vitales del individuo. ¿No nos interesa involucrarnos y, de hecho, no estaríamos
involucrados en alguna medida en los procesos que de una u otra manera influyen en la
toma de decisiones en esas esferas? Este factor sería un estímulo básico para el estudio y
el interés por la política.
¿Afectan a los ciudadanos las decisiones que toman los gobiernos y determinados
políticos?
En este sentido resulta claro que existen Estados, Gobiernos y un conjunto de organismos,
instituciones y políticos encargados de gobernar y administrar, que toman decisiones, las
cuales abarcan de manera directa o indirecta a todo el conjunto de la sociedad y no sólo a
una parte de ella. Puede resultar también clara la comprensión de que, en dependencia de la
acción de los propios elementos arriba señalados acerca de la naturaleza y el carácter del
poder y del sistema político, esas decisiones pueden beneficiar o afectar en mayor o menor
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Carlos Fernando Castañeda Castro: Ibídem.
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Surgen entonces algunas preguntas: ¿Ocupan el mismo lugar y desempeñan el mismo papel
en la sociedad todas las clases, capas y grupos que la conforman? ¿Tienen todas ellas las
mismas posibilidades de acceso a los recursos escasos que distribuye el sistema político?
¿Poseen todas ellas las mismas posibilidades de expresar, defender, introducir y satisfacer
sus intereses en el proceso económico y político? Evidentemente las respuestas aquí no
pueden ser absolutamente afirmativas, pues ningún sistema hasta ahora ha resuelto
completamente estos problemas, al no haberse dado todas las condiciones y factores
objetivos y subjetivos que lo garanticen. En el caso cubano, que ha avanzado
significativamente en el establecimiento de altos índices de igualdad social, se ha visto
afectado de manera sensible por los efectos del bloqueo económico estadounidense, por los
errores internos y por el derrumbe del socialismo de Europa del Este y la antigua URSS, lo
que provocó una aguda crisis económica y la necesidad de introducir un conjunto de
reformas económicas, algunas de las cuales probablemente llegaron “para quedarse” y otras
han agudizado las diferencias sociales que ya habían sido disminuidas significativamente
en períodos anteriores.
Todo ello indica que nadie está exento de recibir la influencia (positiva o negativa) de las
decisiones políticas que toman los gobiernos, aunque en algunos casos se aplican fórmulas
neoliberales y en otros se implementan medidas para atenuar los efectos negativos de los
cambios y proteger a los sectores poblacionales más vulnerables; en algunos casos la
participación ciudadana es limitada y en otros se incrementa en la misma medida que se
hace más complejo el proceso de desarrollo de la propia sociedad.
Hay cuestiones vitales de la existencia humana que deciden los gobernantes y que no se
puede permanecer ajeno a ellas. Un aspecto esencial que no se aborda o no se le presta la
suficiente atención por lo especialistas es precisamente la cuestión de cómo la política
influye sobre el nivel de vida de los ciudadanos y, más aún, sobre su calidad de vida. “...La
principal relación es decisión política - calidad de vida de la persona. Y en este último
aspecto se dice poco, o no se dice nada”.5 Bastaría quizás este argumento para preguntar
nuevamente al ciudadano: ¿No le interesa a Usted la política?
Si fuéramos a referirnos sólo a aquellas esferas de la vida social que rozan más
directamente con la vida cotidiana, con las necesidades perentorias de cada ciudadano,
digamos la alimentación, la salud, el trabajo, el salario, el transporte colectivo o
individual, así como la cultura y la educación, entonces nos preguntaríamos: ¿No tiene que
ver la política con estas esferas? ¿No existen políticas públicas y sociales, variadas y
concretas: económicas, de producción de alimentos, de salud, de seguridad y asistencia
social, salariales, culturales, educativas, etc?
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Carlos Fernando Castañeda Castro: Ibídem.
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1- La alimentación de la población:
2- La salud pública:
• Las decisiones políticas con respecto a los programas y proyectos de salud pública
son tomadas por el Estado.
• El Estado ofrece diversos servicios de salud preventiva o de otro tipo.
• Las decisiones y acciones estatales influyen de manera directa y pueden determinar
la calidad de estos servicios.
• Un Estado puede decidir sobre el carácter público o privado de los mismos.
En general la preocupación ciudadana debería manifestarse no sólo por las decisiones que
se toman y pueden afectar a sectores y grupos más o menos numerosos, sino por aquellas
decisiones que son necesarias y no se toman en el momento adecuado para continuar
garantizando la estabilidad y el equilibrio en el sistema económico y político. Y también
por el hecho de que los recursos de todo tipo que usan los gobiernos son aportados por los
propios ciudadanos a través de su propio trabajo, del pago de impuestos y de otras
contribuciones que realizan. Este hecho por sí solo podría ser un importante estímulo
(tercer factor) para despertar el interés en el tema de la política, de su estudio y de su
práctica.
El tema que venimos tratando presenta cierta complejidad. Sería necesario un análisis
mucho más amplio y profundo para hacerlo más completo, lo que demandaría otras
publicaciones. No obstante se puede hacer referencia a unos pocos aspectos más que nos
ilustran esta problemática. Se trata de aspectos de un nivel menos cotidiano y perentorio
para el ciudadano común, pero bien cerca de la satisfacción o no de sus demandas y
aspiraciones. ¿Sería necesario para el ciudadano de cualquier país influir en la
transformación de su sistema económico y político? Muchas veces no se presta interés
porque el sistema mismo obstaculiza esta proyección, lo que no quiere decir que la solución
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sea el inmovilismo, como se observa, por ejemplo, en el capitalismo, donde la lucha reviste
visos a veces violentos.
Pero tomemos unos pocos aspectos de la realidad cubana a modo de ilustración, acercando
más al lector a esta realidad concreta.
Este tema es importante a los efectos del presente análisis, porque se trata de que
determinados directivos y funcionarios no puedan actuar arbitrariamente ni usurpar el
poder de decisión de aquellos que han sido elegidos directamente para que representen los
intereses y demandas vitales de la población. Este puede ser considerado un cuarto factor
motivador del interés por la política, el que reviste un carácter diferente en el sistema
capitalista donde, en la mayoría de los países, el centro de la lucha se desplaza a lograr
superar el estado de cosas en el cual la democracia se limita, como bien señaló Lenin, al
derecho de los ciudadanos cada cuatro, cinco o seis años a elegir qué representantes de la
clase burguesa son los que van a dominar y aplastar a los trabajadores desde el parlamento.
2- Para la solución del problema planteado más arriba resulta imprescindible modificar
también de forma substancial, de manera real y efectiva, otras facetas del sistema de
Gobierno cubano y, especialmente, aquella que es portadora mayor de la esencia
genuinamente popular del sistema político: es necesario perfeccionar la institución del
delegado, en particular del delegado de circunscripción (que es el que representa de
manera más directa a los ciudadanos y el que elegimos directamente en nuestras
asambleas de vecinos cada dos años y medio). Con frecuencia se escuchan opiniones
críticas con respecto a este representante popular y a cómo resuelve o no los problemas de
los electores. El perfeccionamiento de la institución del delegado marcharía en el sentido de
que el mismo logre más profesionalidad en la labor de gobierno, mayor nivel de
especialización e idoneidad, reciba la preparación adecuada, el tiempo y los medios
necesarios para el cumplimiento de sus funciones, y un mayor reconocimiento social y
estatal. En síntesis, esto significa continuar fortaleciendo su autoridad, para lo cual sería
necesario, además, perfeccionar el proceso de selección del mismo, desde la propia
postulación hasta la elección. Todo ello redundaría, inexorablemente, en un fortalecimiento
del eslabón básico del sistema: las asambleas locales del poder popular, que constituyen, a
su vez, la máxima autoridad local del poder estatal.
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Este aspecto se esclarece más en el artículo “Naturaleza y particularidades del sistema político cubano: De la
toma del poder al proceso de rectificación”, publicado en la parte IV del presente libro; también en el libro
Gobernabilidad y democracia: los órganos del Poder Popular en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1998, pp. 88-100, del autor Jesús P. García Brigos, en el cual se hace una valoración exhaustiva de
los aciertos y dificultades en el funcionamiento de los consejos de la administración.
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Estos dos últimos aspectos también tocan muy de cerca al ciudadano común, porque se
trata de dos instituciones de gobierno (incluyendo el representante al máximo órgano de
poder del Estado que el elector cubano elige directamente desde 1993), mediante votación
directa y secreta (con boletas independientes), y que si no alcanzan más del 50 % de los
votos válidos no pueden formar parte de esos órganos y, en el caso del diputado, no podría,
consecuentemente, aspirar a los cargos de presidente o vicepresidente del Consejo de
Estado del país.
Vistas estas cuestiones generales sería interesante abordar brevemente el tema estudiantil,
mucho más cercano al interés del destinatario principal de este libro.
¿Tiene alguna relación la política con este proceso formativo? Seguramente sí. Porque
existen políticas educativas que rigen el sistema de la educación superior, las cuales
impactan directamente el ingreso a ese sistema, la definición de las carreras que se incluyen
en el mismo, la aprobación de los planes y programas de estudio de las diferentes
licenciaturas o ingenierías, el régimen y las condiciones de estudio y vida, la posterior
ubicación laboral, etc.
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Estos aspectos relacionados con el sistema político cubano se analizan más detalladamente en los artículos
que aparecen en la parte IV de este mismo libro y que tienen que ver con la naturaleza y particularidades del
sistema político cubano, sus reformas, sus probables tendencias de desarrollo y la interacción sociedad civil-
sociedad política en la Revolución cubana. También se hace cierta alusión a ellos en el artículo sobre la
gobernabilidad, correspondiente a la parte I del libro.
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El futuro profesional universitario en Cuba sin una cultura política sólida no podría
desempeñarse con la efectividad y profesionalidad que demandan estos tiempos. Cuando
hablamos de cultura política estamos hablando de un fenómeno que incluye orientaciones,
valores, valoraciones y relaciones emocionales de relativa estabilidad que caracterizan a las
relaciones de las clases y grupos con respecto al poder político, conocimientos sobre la
política y los intereses hacia ella, tradiciones y símbolos políticos que influyen sobre la
conducta humana (a veces sin que el individuo se dé cuenta), así como diferentes modelos
de comportamiento político de la gente. Para el estudiante cubano de cualquier carrera esto
adquiere una importancia primordial y se convierte en un séptimo factor de interés por el
estudio y la implementación de la política. ¿Cómo ser buen profesional sin una vasta
cultura? ¿Cómo desenvolverse en medio de todas las contradicciones de la sociedad sin la
comprensión precisa de las causas y perspectivas de solución de las mismas? ¿Cómo
entender todos los fenómenos y procesos nacionales y mundiales sin una cultura general
integral, no sólo en los aspectos propiamente técnicos de la especialidad, sino también
filosóficos, éticos, políticos, artísticos, etc? ¿Cómo “lucir” de manera profesional y culta
en los debates comunes de hoy (en la casa, en la universidad, en la calle...) sobre los
problemas de Cuba y el mundo sin los instrumentos teórico-metodológicos que nos
permitan analizar científicamente la política? ¿Cómo asimilar adecuadamente las
tecnologías de la información y la comunicación sin una sólida comprensión de los
fenómenos éticos y de política científica y tecnológica que rigen su creación, utilización,
difusión e impacto social? ¿Cómo alegar una vasta cultura sin una cultura política?
¿Cómo entender determinadas políticas económicas (que pueden afectar nuestra
alimentación, salud y nuestros propios ingresos), desenvolvernos dentro de ellas e influir
sobre ellas sin entender la política en general? ¿Cómo comprender una política empresarial
concreta, no sentirnos afectados por ella e influir sobre ella, sin conocer la filosofía y la
cultura de esa empresa, así como la política global que la determina? Sería algo así como
querer hacer política sin política, ser cultos sin cultura, tratar de comprender la economía y
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todos los aspectos que la regulan sin comprender la política económica y la política en
general que influyen significativamente sobre la economía y, a veces, la determinan.
1- ¿Es la política un fenómeno a desarrollarse sobre bases científicas o es, como algunos
alegan, un “teque”?
¿Cómo hablar de los complejos problemas del mundo de hoy sin ese estudio?
¿Cómo hacerlo sin la capacidad de captar las intenciones que pueden estar ocultas detrás de
cada idea o decisión de políticos de diferentes países?
¿Cómo “salir bien parado” de una discusión política sin el argumento político que estimula,
enseña, impresiona y convence?
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Tomado de Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004. Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos.
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Se es libre cuando esta responsabilidad responde a una moral cívica legitimada por las
costumbres, tradiciones, normas y valores de la sociedad donde se vive, y también del
mundo que nos rodea y nos cuestiona cada vez con más fuerza toda acción que lo deprede o
lo dañe social o ecológicamente.
Una explicación rigurosa de todos estos problemas que sí nos competen y nos afectan
exigen, indudablemente, de un estudio aunque sea básico de las disciplinas cuyo objeto es
la política.
3- ¿No tomaremos parte activa en la formulación y ejecución de todos los cambios que
profundicen el perfeccionamiento de nuestro sistema económico, político y social
socialista hacia más justicia, más libertad, más humanismo y más democracia?
Los aspectos señalados son sólo una motivación al tema. El debate conjunto con profesores,
investigadores y otros especialistas permitirá profundizar en ello.
Se espera que, una vez estudiados los artículos que siguen en este libro, se pueda regresar a
la pregunta que encabeza este prólogo y reformularla un poco: ¿Sería útil estudiar la
política? ¿Estaríamos en condiciones, con profesionalidad y cultura, sin prejuicios ni
jactancia, emitir criterios argumentados y convincentes sobre Teoría y Procesos Políticos
Contemporáneos? Los invitamos, pues, a regresar a este prólogo cuando concluyan la
lectura del libro.