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¿POR QUÉ DEBEMOS ESTUDIAR LA POLÍTICA?

(A manera de prólogo)1

Dr. Emilio Duharte Díaz


Universidad de La Habana

La política es objeto de estudio desde la antigüedad. Actualmente lo es de varias disciplinas


científicas: Filosofía Política, Ciencia Política, Teoría Política, Sociología Política,
Economía Política y Antropología Política. Intenta consolidarse como tal la Psicología
Política. Desde otras aristas de análisis se despliegan también estudios sobre la política:
desde la Ética, la Axiología, la Estética y la Ecología, las cuales, a partir de su presentación
en forma de Ética Política, Axiología Política, Estética Política y Ecología Política tienden
también a establecerse como disciplinas científicas.

Estudios diversos de este conjunto constituyen hoy asignaturas de los planes de estudio de
numerosas carreras universitarias en la mayoría de los países del mundo, tanto de los más
desarrollados, como de desarrollo medio y del llamado “tercer mundo”. Así, encontramos
asignaturas con diversos nombres: Ciencia Política, Ciencias Políticas, Sociología Política,
Filosofía Política, Historia del Pensamiento Político, Teoría Política Contemporánea,
Ideologías Políticas Contemporáneas, Relaciones Internacionales, y otras. A la vez que
existen las Licenciaturas en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales en numerosos
países del mundo.

En el caso de Cuba se estudia la Teoría Sociopolítica en casi todas las carreras del área de
las Ciencias Sociales, Económicas y Humanísticas; la Historia del Pensamiento Político en
las carreras de Filosofía, Ciencias Sociales, Periodismo y Comunicación Social; las Teorías
Políticas Contemporáneas y la Teoría e Historia del Socialismo en Filosofía y Ciencias
Sociales; la Sociología Política en Sociología; así como Problemas actuales de Ciencia
Política, Sistema Político Cubano, cursos optativos sobre Teoría de la Decisión, de la
Negociación y otras afines en la carrera de Ciencias Sociales, la cual centra su atención en
los estudios políticos. En el área de las Ciencias Naturales, Exactas, Técnicas,
Agropecuarias y otras se han integrado hasta hoy algunos contenidos similares en las
asignaturas Economía y Teoría Política I y II. A partir del curso académico 2005-2006 se
extenderá paulatinamente la Teoría Sociopolítica también a estos grupos de carreras, según
los acuerdos tomados en la Comisión Nacional de Perfeccionamiento creada con vista a los
planes de estudio “D”, y atendiendo a los acuerdos que se alcancen con las comisiones
nacionales de carreras. Se propone también la introducción de la Filosofía Política en la
carrera de Filosofía. Vale destacar el inicio en febrero de 2003 de un Plan Especial
Nacional de formación de profesores de Teoría Sociopolítica y asignaturas afines, el cual
integra en su Plan de Estudio cursos de Historia del Pensamiento Político, Corrientes

1
Este artículo aparece publicado en el libro: Emilio Duharte Díaz y coautores: Teoría y Procesos Políticos
Contemporáneos, Tomo I, Editorial “Félix Varela”, La Habana, 2006. Para cualquier comunicación:
eduharte@yahoo.com y eduharte@ffh.uh.cu
2

Políticas Contemporáneas, Debates de Ciencia Política, Relaciones Políticas


Internacionales, Sistema Político Cubano, y cursos optativos de Teoría e Historia del
Socialismo, Cubanología, Ética y Política, y otros que sean evaluados por los
coordinadores del Plan.

Si nos referimos al posgrado, entonces los cursos retoman algunos de esos mismos temas
señalados, pero a un mayor nivel, o profundizan en aspectos tales como: Debates de
Ciencia Política, Metodología y Epistemología de la Investigación Social y Política,
Antropología Política, Teoría del Conflicto, Políticas Públicas, Sistemas Políticos
Comparados, Teoría de las Relaciones Políticas Internacionales, Análisis Político de
Tendencias y Escenarios Mundiales, Procesos de Integración Política, Transiciones
Políticas, y otros temas científico-políticos esenciales.

Ahora bien: ¿Cuál puede ser el interés de los ciudadanos en la política, no sólo en su
estudio, sino también en su expresión práctica?

Según un investigador peruano “Diversos estudios en Sicología, Sociología y Ciencia


Política llegan a una conclusión más o menos uniforme: el interés de los ciudadanos por la
política sea en sociedades desarrolladas, medianamente desarrolladas o subdesarrolladas, es
bajo, pues gruesos sectores ciudadanos se mantienen al margen de su desarrollo. Las
explicaciones a esta evidencia pasan desde variables cognoscitivas, demográficas,
socioeconómicas, culturales y sicológicas...”.2 Así, por ejemplo, “el intento por explicar la
política debiera de empezar por conocer cuál es el interés que tiene la gente en ella, sin
embargo, este ha sido un tema muy poco y mal abordado”.3

En cuanto al primer criterio puede considerarse que no debiera plantearse categóricamente,


pues el mismo puede ser válido para un determinado conjunto de países, incluso, dentro de
ellos, para determinados sectores poblacionales. Por tanto, tal conclusión debe ser
acompañada de argumentos demostrados sociológicamente, abarcadores de estudios
globales, pero también concretos, que expresen la diversidad de manifestación de este
fenómeno en diferentes regiones, países, sistemas sociales, procesos políticos concretos,
etc. En lo que se refiere al segundo criterio, seguramente puede demostrarse más fácilmente
que, en realidad, los estudios sobre el interés real de la gente en la política son muy escasos,
y deben ser objeto de mayor atención por parte de los investigadores.

Ello resulta más importante si tenemos en cuenta los fenómenos de apatía política, el
llamado apoliticismo, y lo que se ha dado en llamar por algunos “desafección política”,
cuestiones éstas que se discuten hoy en las Ciencias Políticas.

Es por ello que el presente material intenta hacer algunas reflexiones de manera sintetizada
acerca de lo que se puede considerar una premisa hacia la solución del problema planteado:

2
Carlos Fernando Castañeda Castro: “¿Por qué nos debe interesar la política?”, en la revista electrónica
“Polítikaperú”, Lima, Perú, 2002, www.politikaperu.com
3
Alberto Espinoza Castellares: “La opinión pública y el interés por la política”, en revista electrónica
“Polítikaperú”, Lima, Perú, 2001, www.politikaperu.com
3

¿cuáles pudieran ser las razones que motiven a los ciudadanos a interesarse de manera
sistemática por la política?, “ya que el no hacerlo le acarrea consecuencias graves al
bienestar personal presente y futuro”.4 En esto coincidimos con el investigador peruano
Carlos Castañeda que ha hecho una interesante exposición sobre el tema.

¿Deben participar los ciudadanos en la política?

Se puede considerar que hay un factor de primerísima importancia que determina el mayor
o menor grado de interés de los ciudadanos por la política, y es el nivel de participación
real y efectiva de ellos en la toma de decisiones políticas, es decir, no sólo la participación
restringida al momento de las elecciones, sino en todo el proceso permanente de dirección
de los procesos económicos, políticos, culturales, sociales en general; no solamente siendo
“consultados” en determinados procesos, sino ejerciendo el poder real en la sociedad, o sea,
siendo sujetos activos en la toma de las decisiones. Ello depende, por supuesto, de la
naturaleza del poder político y de en manos de quién éste se encuentra (clases, grupos, etc),
de las relaciones estructurales y funcionales dentro del sistema político, del carácter y
alcance de los elementos reguladores de este sistema (Constitución, leyes, etc), y de otros
factores importantes.

Estas temáticas constituyen objeto de estudio de numerosos investigadores desde diferentes


perspectivas de análisis de la política: liberal-burguesa, marxista (no dogmática ni
doctrinaria, ni tergiversada en ningún sentido, sino verdaderamente creativa y
revolucionaria), socialdemócrata, socialcristiana, utilitarista, medioambientalista,
ecopacifista, feminista, y desde otras teorías políticas. Generalmente se promueve el
análisis de la relación participación-representación, o la relación institución-ciudadano o
interinstitucional, la interacción partido-masa, o partido-cuadro, o partido-ciudadano, etc.

Pero si a alguien le pareciera insuficiente este argumento, habría que referirse entonces a
aquellas situaciones que afectan directamente el bienestar, el nivel de vida y, en general, las
funciones vitales del individuo. ¿No nos interesa involucrarnos y, de hecho, no estaríamos
involucrados en alguna medida en los procesos que de una u otra manera influyen en la
toma de decisiones en esas esferas? Este factor sería un estímulo básico para el estudio y
el interés por la política.

¿Afectan a los ciudadanos las decisiones que toman los gobiernos y determinados
políticos?

En este sentido resulta claro que existen Estados, Gobiernos y un conjunto de organismos,
instituciones y políticos encargados de gobernar y administrar, que toman decisiones, las
cuales abarcan de manera directa o indirecta a todo el conjunto de la sociedad y no sólo a
una parte de ella. Puede resultar también clara la comprensión de que, en dependencia de la
acción de los propios elementos arriba señalados acerca de la naturaleza y el carácter del
poder y del sistema político, esas decisiones pueden beneficiar o afectar en mayor o menor

4
Carlos Fernando Castañeda Castro: Ibídem.
4

grado a determinados sectores o grupos poblacionales, por lo que éstos se mostrarían


generalmente activos para satisfacer sus propios intereses o se manifestarían en sentido
contrario; ello constituiría un segundo factor de importancia para interesar a los
ciudadanos en la política.

Surgen entonces algunas preguntas: ¿Ocupan el mismo lugar y desempeñan el mismo papel
en la sociedad todas las clases, capas y grupos que la conforman? ¿Tienen todas ellas las
mismas posibilidades de acceso a los recursos escasos que distribuye el sistema político?
¿Poseen todas ellas las mismas posibilidades de expresar, defender, introducir y satisfacer
sus intereses en el proceso económico y político? Evidentemente las respuestas aquí no
pueden ser absolutamente afirmativas, pues ningún sistema hasta ahora ha resuelto
completamente estos problemas, al no haberse dado todas las condiciones y factores
objetivos y subjetivos que lo garanticen. En el caso cubano, que ha avanzado
significativamente en el establecimiento de altos índices de igualdad social, se ha visto
afectado de manera sensible por los efectos del bloqueo económico estadounidense, por los
errores internos y por el derrumbe del socialismo de Europa del Este y la antigua URSS, lo
que provocó una aguda crisis económica y la necesidad de introducir un conjunto de
reformas económicas, algunas de las cuales probablemente llegaron “para quedarse” y otras
han agudizado las diferencias sociales que ya habían sido disminuidas significativamente
en períodos anteriores.

Todo ello indica que nadie está exento de recibir la influencia (positiva o negativa) de las
decisiones políticas que toman los gobiernos, aunque en algunos casos se aplican fórmulas
neoliberales y en otros se implementan medidas para atenuar los efectos negativos de los
cambios y proteger a los sectores poblacionales más vulnerables; en algunos casos la
participación ciudadana es limitada y en otros se incrementa en la misma medida que se
hace más complejo el proceso de desarrollo de la propia sociedad.

Hay cuestiones vitales de la existencia humana que deciden los gobernantes y que no se
puede permanecer ajeno a ellas. Un aspecto esencial que no se aborda o no se le presta la
suficiente atención por lo especialistas es precisamente la cuestión de cómo la política
influye sobre el nivel de vida de los ciudadanos y, más aún, sobre su calidad de vida. “...La
principal relación es decisión política - calidad de vida de la persona. Y en este último
aspecto se dice poco, o no se dice nada”.5 Bastaría quizás este argumento para preguntar
nuevamente al ciudadano: ¿No le interesa a Usted la política?

Si fuéramos a referirnos sólo a aquellas esferas de la vida social que rozan más
directamente con la vida cotidiana, con las necesidades perentorias de cada ciudadano,
digamos la alimentación, la salud, el trabajo, el salario, el transporte colectivo o
individual, así como la cultura y la educación, entonces nos preguntaríamos: ¿No tiene que
ver la política con estas esferas? ¿No existen políticas públicas y sociales, variadas y
concretas: económicas, de producción de alimentos, de salud, de seguridad y asistencia
social, salariales, culturales, educativas, etc?

Reflexionemos sobre algunos aspectos puntuales.

5
Carlos Fernando Castañeda Castro: Ibídem.
5

1- La alimentación de la población:

• El Estado de cualquier país puede promover u obstaculizar el cultivo y la


producción de ciertos alimentos, hacerlo en áreas óptimas para ello o en terrenos no
adecuados.
• El Estado puede promover o no la distribución en el país o en algunas de sus
regiones de ciertos alimentos necesarios para el consumo social.
• El Estado puede adoptar programas y proyectos que estimulen la producción y el
consumo de ciertos alimentos en detrimento de otros, o destinar áreas para el cultivo
de algunos en detrimento de otros.
• Un gobierno puede establecer impuestos, tasas, sobretasas y/o aranceles, que
estimulen o no determinadas producciones.
• Un gobierno, en general, puede preocuparse por garantizar las condiciones básicas
necesarias de alimentación para el conjunto de su población o, por el contrario,
desentenderse de ello; o garantizarlo sólo para una parte de la misma o en una parte
insuficiente de las necesidades.

2- La salud pública:

• Las decisiones políticas con respecto a los programas y proyectos de salud pública
son tomadas por el Estado.
• El Estado ofrece diversos servicios de salud preventiva o de otro tipo.
• Las decisiones y acciones estatales influyen de manera directa y pueden determinar
la calidad de estos servicios.
• Un Estado puede decidir sobre el carácter público o privado de los mismos.

3- La política laboral y de ingresos de los ciudadanos:

• Se promulgan leyes y se establecen lineamientos, reglas y normas para el acceso a


diferentes puestos de trabajo y para los salarios correspondientes, los cuales pueden
satisfacer o no las necesidades racionales del individuo.
• Los ciudadanos están obligados a aportar recursos a través de los impuestos, los
que, sin duda, gravan los ingresos.
• Se pueden establecer o no regulaciones rigurosas en el proceso de establecimiento
de los precios que garanticen un verdadero equilibrio entre las ganancias para el
Estado y las subvenciones que él pudiera ofrecer.

4- Políticas culturales y educativas:

• Las decisiones del Estado pueden contribuir o no a la elevación de la calidad de los


programas de educación, desde el preescolar hasta el nivel superior.
• Un Estado puede decidir sobre el carácter público o privado de las instituciones y
programas educacionales.
• El Estado decide sobre el sistema de ingreso a la educación superior y acerca de los
planes y programas de estudio en diferentes niveles de enseñanza.
6

• El Estado puede promover o no el trabajo científico-investigativo y de innovación


tecnológica, favorecerlo en determinadas esferas en detrimento de otras, estimular o
no materialmente a los investigadores por sus resultados.
• El Estado decide sobre los proyectos culturales artísticos, comunitarios, u otros.

Parece elemental la comprensión de que se trata de esferas y problemáticas cuyo deficiente


desarrollo afectaría directamente a los ciudadanos en todos los sentidos de su vida. Una
mala formulación, elaboración, implementación y evaluación de políticas en esos campos
impacta inevitablemente “el propio corazón y el cerebro” del cuerpo social, afecta
personalmente a los individuos y puede impedir la ejecución de proyectos sociales
alternativos a la globalización neoliberal enajenante, o comprometer el futuro de los que se
hayan viabilizado. En determinados contextos (digamos durante la transición al socialismo)
la aplicación de políticas que no tenga en cuenta la cambiante realidad nacional e
internacional y las necesidades de los diferentes sectores y grupos sociales, que no aplique
las reformas correctoras necesarias a la legitimación del sistema, que no destierre
definitivamente el igualitarismo entorpecedor en las acciones gubernamentales, puede
favorecer el surgimiento o la permanencia de crisis económicas, obstaculizar la elevación
del nivel y la calidad de vida de la población, provocar una situación de inmovilismo social
y de doble moral, y otros fenómenos negativos que impidan la necesaria armonía entre el
ideal social de justicia, equidad, igualdad y libertad reales con el proyecto práctico que se
realiza.

¿Quiénes aportan los recursos que utilizan los gobiernos?

En general la preocupación ciudadana debería manifestarse no sólo por las decisiones que
se toman y pueden afectar a sectores y grupos más o menos numerosos, sino por aquellas
decisiones que son necesarias y no se toman en el momento adecuado para continuar
garantizando la estabilidad y el equilibrio en el sistema económico y político. Y también
por el hecho de que los recursos de todo tipo que usan los gobiernos son aportados por los
propios ciudadanos a través de su propio trabajo, del pago de impuestos y de otras
contribuciones que realizan. Este hecho por sí solo podría ser un importante estímulo
(tercer factor) para despertar el interés en el tema de la política, de su estudio y de su
práctica.

¿Pueden los ciudadanos influir en el perfeccionamiento del sistema político?

El tema que venimos tratando presenta cierta complejidad. Sería necesario un análisis
mucho más amplio y profundo para hacerlo más completo, lo que demandaría otras
publicaciones. No obstante se puede hacer referencia a unos pocos aspectos más que nos
ilustran esta problemática. Se trata de aspectos de un nivel menos cotidiano y perentorio
para el ciudadano común, pero bien cerca de la satisfacción o no de sus demandas y
aspiraciones. ¿Sería necesario para el ciudadano de cualquier país influir en la
transformación de su sistema económico y político? Muchas veces no se presta interés
porque el sistema mismo obstaculiza esta proyección, lo que no quiere decir que la solución
7

sea el inmovilismo, como se observa, por ejemplo, en el capitalismo, donde la lucha reviste
visos a veces violentos.

Pero tomemos unos pocos aspectos de la realidad cubana a modo de ilustración, acercando
más al lector a esta realidad concreta.

1- Las acciones políticas de determinados organismos estatales o, más concretamente,


gubernamentales pueden, en un determinado momento, obstaculizar el desarrollo político y
apropiarse de las atribuciones y de las palancas de poder de otros órganos. Así sucedió en
Cuba después de 1976 con los comités ejecutivos a nivel municipal y provincial, los cuales
fueron suprimidos en la década de los 90 en Cuba, como uno de los cambios estructurales y
funcionales más novedosos de ese período.6

Este tema es importante a los efectos del presente análisis, porque se trata de que
determinados directivos y funcionarios no puedan actuar arbitrariamente ni usurpar el
poder de decisión de aquellos que han sido elegidos directamente para que representen los
intereses y demandas vitales de la población. Este puede ser considerado un cuarto factor
motivador del interés por la política, el que reviste un carácter diferente en el sistema
capitalista donde, en la mayoría de los países, el centro de la lucha se desplaza a lograr
superar el estado de cosas en el cual la democracia se limita, como bien señaló Lenin, al
derecho de los ciudadanos cada cuatro, cinco o seis años a elegir qué representantes de la
clase burguesa son los que van a dominar y aplastar a los trabajadores desde el parlamento.

2- Para la solución del problema planteado más arriba resulta imprescindible modificar
también de forma substancial, de manera real y efectiva, otras facetas del sistema de
Gobierno cubano y, especialmente, aquella que es portadora mayor de la esencia
genuinamente popular del sistema político: es necesario perfeccionar la institución del
delegado, en particular del delegado de circunscripción (que es el que representa de
manera más directa a los ciudadanos y el que elegimos directamente en nuestras
asambleas de vecinos cada dos años y medio). Con frecuencia se escuchan opiniones
críticas con respecto a este representante popular y a cómo resuelve o no los problemas de
los electores. El perfeccionamiento de la institución del delegado marcharía en el sentido de
que el mismo logre más profesionalidad en la labor de gobierno, mayor nivel de
especialización e idoneidad, reciba la preparación adecuada, el tiempo y los medios
necesarios para el cumplimiento de sus funciones, y un mayor reconocimiento social y
estatal. En síntesis, esto significa continuar fortaleciendo su autoridad, para lo cual sería
necesario, además, perfeccionar el proceso de selección del mismo, desde la propia
postulación hasta la elección. Todo ello redundaría, inexorablemente, en un fortalecimiento
del eslabón básico del sistema: las asambleas locales del poder popular, que constituyen, a
su vez, la máxima autoridad local del poder estatal.

6
Este aspecto se esclarece más en el artículo “Naturaleza y particularidades del sistema político cubano: De la
toma del poder al proceso de rectificación”, publicado en la parte IV del presente libro; también en el libro
Gobernabilidad y democracia: los órganos del Poder Popular en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1998, pp. 88-100, del autor Jesús P. García Brigos, en el cual se hace una valoración exhaustiva de
los aciertos y dificultades en el funcionamiento de los consejos de la administración.
8

3- De manera similar se pudiera hablar de los delegados a las asambleas provinciales y de


la institución del diputado a la asamblea nacional (parlamento), los cuales deberán ser
investidos también de mayor autoridad y de un poder más real y efectivo ante los
organismos e instituciones a todos los niveles.

Estos dos últimos aspectos también tocan muy de cerca al ciudadano común, porque se
trata de dos instituciones de gobierno (incluyendo el representante al máximo órgano de
poder del Estado que el elector cubano elige directamente desde 1993), mediante votación
directa y secreta (con boletas independientes), y que si no alcanzan más del 50 % de los
votos válidos no pueden formar parte de esos órganos y, en el caso del diputado, no podría,
consecuentemente, aspirar a los cargos de presidente o vicepresidente del Consejo de
Estado del país.

¿Sería o no éste otro motivo para interesarnos más en la política y en su perfeccionamiento


en la práctica? ¿Necesitamos o no tener delegados y diputados fuertes, activos, inteligentes
y con verdadero poder, cada uno a su nivel, para que nos representen con más eficiencia
en los órganos legislativo y de gobierno y coadyuven al perfeccionamiento de las
instituciones políticas cubanas en su conjunto?7 ¿Nos interesa o no que ese delegado o
diputado ostente poder real para tomar decisiones importantes y operativas a favor de la
comunidad y de la sociedad en su conjunto? Sería éste, seguramente, un quinto factor
influyente en el interés por la política y en el estudio de la misma. No se introducen
cambios en un sistema político sólo porque nos interesemos en ello, sino porque lo
estudiemos profundamente desde la óptica revolucionaria, humana, participativa, porque
sepamos realizar el análisis político sobre bases científicas, y porque podamos hacer
recomendaciones sabias a favor de las reformas correctoras en función del
perfeccionamiento del socialismo.

Vistas estas cuestiones generales sería interesante abordar brevemente el tema estudiantil,
mucho más cercano al interés del destinatario principal de este libro.

¿Deben participar los estudiantes en las decisiones que atañen a su formación


profesional universitaria y en otras decisiones del Estado?

¿Tiene alguna relación la política con este proceso formativo? Seguramente sí. Porque
existen políticas educativas que rigen el sistema de la educación superior, las cuales
impactan directamente el ingreso a ese sistema, la definición de las carreras que se incluyen
en el mismo, la aprobación de los planes y programas de estudio de las diferentes
licenciaturas o ingenierías, el régimen y las condiciones de estudio y vida, la posterior
ubicación laboral, etc.

7
Estos aspectos relacionados con el sistema político cubano se analizan más detalladamente en los artículos
que aparecen en la parte IV de este mismo libro y que tienen que ver con la naturaleza y particularidades del
sistema político cubano, sus reformas, sus probables tendencias de desarrollo y la interacción sociedad civil-
sociedad política en la Revolución cubana. También se hace cierta alusión a ellos en el artículo sobre la
gobernabilidad, correspondiente a la parte I del libro.
9

El estudiante universitario debe educarse en elevar el nivel de su actividad política, su


participación en diferentes organizaciones sociopolíticas y en la toma de decisiones en la
universidad, su inserción en la organización estudiantil, la cual desempeña un papel
protagónico, pues sus representantes forman parte, con todos los derechos, de los consejos
de dirección, y sus criterios son tenidos muy en cuenta en los diferentes procesos que tienen
lugar en el sistema de la educación superior. La Federación Estudiantil Universitaria (FEU)
es, además, una organización con iniciativa legislativa (puede hacer propuesta de leyes),
algunos de sus miembros integran la Asamblea Nacional (Parlamento) y sus representantes
son parte integrante de las Comisiones de Candidatura (órganos previstos en la Ley
Electoral vigente desde 1992 para proponer los candidatos a delegados a las asambleas
provinciales y a diputados a la Asamblea Nacional –que deben ser postulados por las
propias asambleas- y para el cumplimiento de otras funciones).

Esta imprescindible participación estudiantil en la toma de decisiones tanto en la política


universitaria, como en otras políticas, puede considerarse un sexto factor que despierte su
interés por la política.

¿Es necesaria al futuro profesional universitario la conquista de la cultura política?

El futuro profesional universitario en Cuba sin una cultura política sólida no podría
desempeñarse con la efectividad y profesionalidad que demandan estos tiempos. Cuando
hablamos de cultura política estamos hablando de un fenómeno que incluye orientaciones,
valores, valoraciones y relaciones emocionales de relativa estabilidad que caracterizan a las
relaciones de las clases y grupos con respecto al poder político, conocimientos sobre la
política y los intereses hacia ella, tradiciones y símbolos políticos que influyen sobre la
conducta humana (a veces sin que el individuo se dé cuenta), así como diferentes modelos
de comportamiento político de la gente. Para el estudiante cubano de cualquier carrera esto
adquiere una importancia primordial y se convierte en un séptimo factor de interés por el
estudio y la implementación de la política. ¿Cómo ser buen profesional sin una vasta
cultura? ¿Cómo desenvolverse en medio de todas las contradicciones de la sociedad sin la
comprensión precisa de las causas y perspectivas de solución de las mismas? ¿Cómo
entender todos los fenómenos y procesos nacionales y mundiales sin una cultura general
integral, no sólo en los aspectos propiamente técnicos de la especialidad, sino también
filosóficos, éticos, políticos, artísticos, etc? ¿Cómo “lucir” de manera profesional y culta
en los debates comunes de hoy (en la casa, en la universidad, en la calle...) sobre los
problemas de Cuba y el mundo sin los instrumentos teórico-metodológicos que nos
permitan analizar científicamente la política? ¿Cómo asimilar adecuadamente las
tecnologías de la información y la comunicación sin una sólida comprensión de los
fenómenos éticos y de política científica y tecnológica que rigen su creación, utilización,
difusión e impacto social? ¿Cómo alegar una vasta cultura sin una cultura política?
¿Cómo entender determinadas políticas económicas (que pueden afectar nuestra
alimentación, salud y nuestros propios ingresos), desenvolvernos dentro de ellas e influir
sobre ellas sin entender la política en general? ¿Cómo comprender una política empresarial
concreta, no sentirnos afectados por ella e influir sobre ella, sin conocer la filosofía y la
cultura de esa empresa, así como la política global que la determina? Sería algo así como
querer hacer política sin política, ser cultos sin cultura, tratar de comprender la economía y
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todos los aspectos que la regulan sin comprender la política económica y la política en
general que influyen significativamente sobre la economía y, a veces, la determinan.

Después de hechas estas reflexiones en algunas esferas comunes y cotidianas de la vida


social actual, y de observar que las decisiones políticas están permanentemente
asediándonos e inquietándonos en una u otra medida, que ellas pueden influir no sólo sobre
el presente, sino también sobre nuestro futuro y el de nuestros hijos, nos haríamos entonces,
de momento, algunas preguntas finales. En la primera presentaremos una introducción a su
respuesta. Las otras quedarán como objeto de reflexión y debate:

1- ¿Es la política un fenómeno a desarrollarse sobre bases científicas o es, como algunos
alegan, un “teque”?

El teque es una expresión muy cubana. Según el Diccionario de la Real Academia


Española8 significa cháchara, conversación frívola, larga, tediosa, ligera, veleidosa,
insustancial. Pero la política no puede ser eso. Si ella aspira a conquistar a los individuos,
entonces tiene que convencerlos, ofrecer argumentos sólidos, ser objetiva, basarse en la
realidad global y contextual, reflejar las necesidades y aspiraciones de la gente, ser dirigida
y practicada por mujeres y hombres honestos, consagrados a la causa de la igualdad y la
justicia social, caracterizados por una profunda ética cívica.

Para ello la política tiene que ser estudiada.

¿Cómo hablar de los complejos problemas del mundo de hoy sin ese estudio?

¿Cómo debatir las complicadas situaciones nacionales e internacionales sin información,


sin comprender las causas más profundas y consecuencias probables de cada fenómeno o
proceso político y las interrelaciones entre ellos, sin el instrumental científico-social
requerido para explicarlos fundamentadamente y llegar a la mente y al corazón de la gente?

¿Cómo hacerlo sin la capacidad de captar las intenciones que pueden estar ocultas detrás de
cada idea o decisión de políticos de diferentes países?

¿Cómo “salir bien parado” de una discusión política sin el argumento político que estimula,
enseña, impresiona y convence?

Son cuestiones a tener muy en cuenta en el mundo de hoy. La tendencia de algunos a


desdeñar la política, a referirse a ella como a algo banal y simple, es sencillamente erróneo
y denota cierta ignorancia de la complejidad del mundo actual y de la necesidad de
prepararse profesionalmente para comprenderlo, explicarlo y vivir en él con libertad y
responsabilidad. Porque se es libre cuando se conocen bien las complejidades y necesidades
del mundo social y se actúa en correspondencia con ellas, cuando se acciona, además, con
la responsabilidad que se exige hoy, no sólo de los directivos gubernamentales,
empresariales o de cualquier institución u organización, sino también del ciudadano común.

8
Tomado de Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004. Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos.
11

Se es libre cuando esta responsabilidad responde a una moral cívica legitimada por las
costumbres, tradiciones, normas y valores de la sociedad donde se vive, y también del
mundo que nos rodea y nos cuestiona cada vez con más fuerza toda acción que lo deprede o
lo dañe social o ecológicamente.

Una explicación rigurosa de todos estos problemas que sí nos competen y nos afectan
exigen, indudablemente, de un estudio aunque sea básico de las disciplinas cuyo objeto es
la política.

En este sentido resulta sugerente promover el cuestionamiento de la tesis del llamado


apoliticismo, definido por Robert Dahl como la actitud de indiferencia y desinterés por la
política que caracteriza a un determinado "estrato apolítico" existente en la sociedad.
Habría que discutir lo acertado o no de tal designación si tenemos en cuenta que aunque el
hombre no se ocupe de política, la política siempre se ocupará de él en alguna medida,
positiva o negativamente. Aunque sea en forma pasiva ante un determinado fenómeno o
proceso político, el hombre asume, de hecho, una actitud política. Negarlo no tendría,
quizás, mucho fundamento. Es similar a lo que ocurre con el tema de la ideología: no existe
nada más ideologizado que hablar del fin de las ideologías o de la no existencia de ésta en
ciertos fenómenos o procesos cuando, en realidad, ella es inherente a todas las formas de la
conciencia social: la filosofía, el derecho, la política, el arte, la religión, la moral, etc.

Y aquí van las últimas preguntas.

2- ¿Continuaremos o no contribuyendo con los dirigentes y representantes a todos los


niveles en la toma de decisiones sobre los recursos que producimos y sobre nuestras
propias vidas, profundizando nuestra influencia en ese proceso a través del
planteamiento de las exigencias sociales que garanticen el progreso del socialismo como
sistema superior, perfeccionando nuestra participación en la elección de esos
representantes y en el control sistemático (efectivo y no formal) sobre su labor?

3- ¿No tomaremos parte activa en la formulación y ejecución de todos los cambios que
profundicen el perfeccionamiento de nuestro sistema económico, político y social
socialista hacia más justicia, más libertad, más humanismo y más democracia?

4- ¿Luego de analizadas estas ideas podrán continuar pensando algunos de manera


conciente y realista que no les interesa la política?

Los aspectos señalados son sólo una motivación al tema. El debate conjunto con profesores,
investigadores y otros especialistas permitirá profundizar en ello.

Se espera que, una vez estudiados los artículos que siguen en este libro, se pueda regresar a
la pregunta que encabeza este prólogo y reformularla un poco: ¿Sería útil estudiar la
política? ¿Estaríamos en condiciones, con profesionalidad y cultura, sin prejuicios ni
jactancia, emitir criterios argumentados y convincentes sobre Teoría y Procesos Políticos
Contemporáneos? Los invitamos, pues, a regresar a este prólogo cuando concluyan la
lectura del libro.

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