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MUNDO, BIBLICAMENTE?
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m/2015/03/17/que-es-el-mundo-
biblicamente/
No puedo pretender un estudio exhaustivo del tema, pero para comenzar trataré
brevemente de separar los hilos de esa complicada madeja que es el término cosmos
en el Nuevo Testamento.
Lo más distintivo del enfoque neo testamentario del universo es su énfasis cristológico.
El mundo fue creado por Dios por medio del Logos (Jn. 1.10), y aparte del Logos nada
de lo que ha sido hecho fue hecho (Jn. 1.3). El Cristo a quien el evangelio proclama
como el agente de la redención es también el agente de la creación de Dios y es a la vez
la meta hacia la cual se dirige todo el universo (Col. 1.16) y el principio de
coherencia de toda la realidad, tanto material como espiritual (Col. 1.17).
Este es el mundo de los bienes materiales, donde los hombres se preocupan con
“cosas” que son necesarias pero que fácilmente se convierten en un fin en si (Le,
12.30). La “ansiosa inquietud” por estas cosas es incompatible con la búsqueda del
Reino de Dios (Le. 12.22-31). Los tesoros que el hombre pueda lograr en la tierra son
perecederos (Mt. 6.19). De nada le sirve ganar “todo el mundo” y destruirse o
perderse a si mismo (Le. 9.25; cf. Jn. 12.25). Hay un realismo cristiano que exige que
tomemos en cuenta que nada “hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos
sacar” (1 Ti. 6.7). Todos los bienes materiales yacen bajo el signo de la temporalidad
de un mundo que avanza ineludiblemente hacia el fin. y frente a ese fin todo lo que
compete puramente al presente orden se relativiza: no puede ser visto como si agotara
el sentido de la existencia humana (1Co. 7.29-31; cf. 1 [n. 2.17). De lo contrario forma
parte de ese sistema de rebelión del hombre contra Dios que será considerado más
adelante en este estudio.
1. El mundo hostil a Dios ‘Y esclavizado por los poderes de las tinieblas. El uso
más distintivo que el Nuevo Testamento hace del término cosmos tiene un
colorido eminentemente negativo. Se refiere a la humanidad, pero a la
humanidad en abierta hostilidad contra Dios, personificada como el
enemigo de Jesucristo y sus seguidores. El Logos por medio del cual fueron
hechas todas las cosas vino al mundo, pero “el mundo no le conoció” (Jn.
1.10). Vino como la luz del mundo Un. 8.12, 9.5), para dar testimonio de la
verdad (Jn 18.37), pero “los hombres amaron más a las tinieblas que la luz,
porque sus obras eran malas” (jn 3.19). Fue un rechazo colectivo. Pero fue la
única actitud consecuente con la naturaleza del mundo alienado de Dios: el
mundo no puede recibir el Espíritu de verdad ; la mente carnal no puede
sujetarse a la ley de Dios (Ro. 8.7). Esa es la tragedia del mundo: está
encerrado en el circulo vicioso de un rechazo que lo conduce a odiar a Cristo y
sus seguidores gratuitamente Un 15.18, 24; 1 Jn. 3.1, 13) y que a la vez lo torna
incapaz de percibir la verdad del evangelio Un. 9.39~41). Tal es la situación del
mundo en su rebelión contra Dios, que Jesucristo ni siquiera ora por él (Jn 17.9).
Pero si se cala un poco más hondo en el análisis del concepto del mundo en los escritos
juaninos y paulinos, se hace obvio que detrás del rechazo de Jesucristo por parte de
los hombres está la influencia de poderes espirituales hostiles a los hombres y a Dios.
“El mundo entero está bajo el poder del diablo” (1 Jn. 5.19, V.P.). La “sabiduría del
mundo,” caracterizada por su desconocimiento de Dios, refleja la sabiduría de los
“príncipes de este siglo” -los poderes de las tinieblas- que crucificaron a Cristo (1
Ca. 1.20; 2.6,8). La ceguera de los incrédulos respecto al evangelio es el resultado de
la acci6n de Satanás, “el dios de este siglo” (2 Ca. 4.4). Aparte de la fe, los hombres
están sometidos al espíritu de la época (el Zeitgeist) controlado por el “príncipe de
la potestad del aire” (Ef 2.2). El mundo está bajo el dominio de “espíritus
elementales” (Gá. 4.3, 9; Col. 2.8, 20), principados y potestades (Ro. 8.38; 1 Ca.
15.24,26; Ef. 1.21,3.10,6.12; Col. 1.16,2.10,15).
El cuadro del mundo que emerge de los textos mencionados es confirmado por el resto
del Nuevo Testamento. En éste, como en el judaísmo del siglo l, la era presente es
concebida como la era en la cual Satanás y sus huestes han recibido la autoridad de
dominar el mundo. El universo no es un universo cerrado, en el cual todo puede
explicarse en base a cosas naturales, es más bien, la arena donde Dios -un Dios que
actúa en la historia- está librando una batalla contra poderes espirituales que
esclavizan a los hombres y obstaculizan su percepci6n de la verdad revelada en
Jesucristo.