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INTRODUCCIÓN.
Hemos visto que Dios nos ama, y que este amor es, y debe ser la fuente de la felicidad, sin
embargo debido a nuestra debilidad y fragilidad humana el pecado entro en el mundo y ahora
nos afecta gravemente llevándonos a la muerte. Sin embargo el padre amoroso no se resigna
a perdernos, por ello envió a su propio hijo para que todo el que crea en él, encuentre el
camino que lo regrese a la felicidad y a la paz, y finalmente a la salvación.

PROCESO DE ENSEÑANZA.
Ya fuimos salvados hace 2000 años.
Muchos de nuestros problemas vienen porque somos pecadores, y por ello, necesitamos a
alguien que nos libre de esto, una fuerza más poderosa que yo, y por eso Dios, rico en amor,
envió a su hijo, porque sabía que nosotros no podíamos, por esa razón, con la llegada de
Cristo Jesús, nosotros nos podemos quitar esta cadena que nos tiene sujetos a las malas obras.
Es así que con su muerte y resurrección, Dios nos llama a la salvación.
a. En y por Cristo.
Él es nuestro propiciatorio. En él somos propicios a Dios. Porque el pago nuestra deuda al
precio de su sangre preciosa. Ya no debemos nada, fuimos declarados no solo inocentes, sino
santos.
Como dice la palabra de Dios, “Dios es único, y único también es el mediador entre Dios y
los hombres, el hombre Cristo Jesús” 1Tim 2, 5.
“ ! Así amo Dios al mundo! Le dio al hijo único, para que quien cree en él no se pierda, sino
que tenga vida eterna” Juan 3, 16
La única fuerza, la única fuente de salvación es cristo, por eso toda esa gente que vive fuera
de la iglesia, que vive lejos del señor, que no permite que Dios ejerza su poder en su alma
vive siempre agarrado y condenado por sus propias pasiones, sigue siendo un esclavo de su
pecado.
Es aceptar el único medio de salvación ofrecido por Dios: Jesús, muerto y resucitado.
b. Por su muerte y resurrección.
Resucita para vencer la muerte, la injusticia, la soledad, el dolor y los miedos.
No falto nada. Su sangre preciosa fue suficiente.
c. Frutos: Cuenta saldada. En paz con Dios y sin condenación.
Dice en colosenses 2,14 “anulo el comprobante de nuestra deuda, esos preceptos que nos
acusaban; lo clavo en la cruz y lo suprimió”
Estábamos condenados por nuestros pecados, no teníamos posibilidad de salvarnos, porque
en vez de ir para los cabos nos íbamos para el valle, “estábamos ciegos”.
La posibilidad de salvarnos era 0, la posibilidad de irnos para los cabos era nula, porque ni
siquiera íbamos por la ruta correcta, para ello era necesario, que Dios enviara a su hijo, para
que nos diera luz, para que nos ayudara a discernir y a tomar el camino correcto que nos
llevara a la salvación a través de Jesús.
El cancela la nota de cargo que pesaba contra nosotros. “¿Cuánto te deben estos?” le dijo
Jesús a su padre, y él contesta, nombre pues todo.
-¿y te bastaría con mi sangre para pagar la deuda de estos pecadores?
Y el padre acepto la oferta, la sangre de cristo por nuestros pecados.
Y una vez que Jesús hizo esto, no se vuelve a acordar más de nuestros pecados. Jesús viene
a cubrir con su sangre preciosa todas nuestras faltas y todas nuestras inequidades y nos lleva
a vivir una vida de libertad, nos libera de nuestros pecados.
Pero una vez que Jesucristo nos libera, nosotros somos libres de decidir si nos quedamos
atados con la cadena, o puedo atender la decisión del señor para caminar hacia él y tener una
vida nueva. Es decisión nuestra.
Con esta liberación, Jesús nos comunica automáticamente la paz. Regresa la capacidad de
vivir en paz porque la angustia de nuestros pecados desaparece de nuestras vidas. Y esta paz
es nuestro primer escalón hacia el camino de la felicidad.
¿Cómo hacemos nuestra salvación?
a. ¿Qué tengo que hacer para salvarme?
Imaginémonos, que nos dejaron una herencia, una herencia tan grande que ya no tendremos
que preocuparnos por cualquier problema, pero que nuestro familiar que nos dejó esta
herencia, vive en china, en el pueblo más lejano. ¿Irías por ella? Porque para empezar
tendríamos que conseguir el dinero del boleto para ir allá.
Así mismo sucede con Dios, él nos dio lo más maravilloso, nos dio a su hijo, nos dio la
herencia (la salvación) y nos dio la fuerza, pero nosotros tenemos que hacer algo para
conseguirla. No nomás nos las puso en nuestra cuenta.
Entonces ¿Qué tenemos que hacer para conseguir esa herencia?
Primero: Creer con el corazón que Dios resucito a Jesús de entre los muertos. Aceptar el plan
salvífico de Dios por medio de Jesucristo, que culmina con su muerte y resurrección: Dios
ha cumplido su promesa de salvación.
La muerte ha sido vencida. El pecado ha muerto en la cruz de Jesús. La cuenta esta saldada.
Segundo: Confesar (dar testimonio) y proclamar con nuestra boca que Jesús es señor.
Ahorita cantamos y bailamos, pero allá afuera en ocasiones no lo reflejamos.
La salvación es un don gratuito que Dios ha otorgado a los pecadores por Fe.
b. Por la fe nos enchufamos a la fuente de salvación.
Dinámica de la lámpara: Pedir a un joven que me ayude a enchufar la lámpara, como signo
de Fe. Para que la salvación actué en nosotros, necesitamos ese enchufe que se llama Fe.
Hemos sido salvados mediante la Fe.
¿En que creemos y en que creo?
a. En que creemos.
En que Dios me ama de manera personal e incondicional.
Soy pecador incapaz de salvarme y renuncio a salvarme por mi mismo.
Jesús ya pago el precio de mi rescate gratuitamente y yo me entrego a él para ser salvado.
Lo más difícil para aceptar la salvación, es que sea gratuita.
Tratamos de comprarla o merecerla.
Nos cuesta trabajo creer que Dios sea tan bueno que regale el don de la salvación.
b. ¿En quién creo?
En Dios que con gran amor me salvo y envió a su hijo único, no para condenar al mundo,
sino para que se salve.
En Jesús que me amo y se entregó por mí.
Que su muerte y resurrección tienen poder y méritos para pagar mi deuda.
¿Qué es y que produce la fe?
a. Definición.
La fe, o mejor dicho, creer, es confiar en que Dios cumple sus promesas.
Es la certeza de que su sangre fue suficiente para pagar el precio de nuestra salvación.
Por lo tanto renunciar al fariseísmo de purificarme para acercarme a Dios, sino acercarme
para que Él me purifique y santifique.
De esta forma renuncio a salvarme por méritos propios, artículos religiosos, actos de piedad
o devociones privadas, y así creerle sin condiciones.
La fe es tan increíble que nos hace creer aun sin haber visto, creemos en una voz, en la palabra
de Dios que nos ha prometido la salvación.
b. Fruto de la Fe: Vivir como salvado.
El único que salva es Dios en Cristo Jesús.
La fe nos apropia los méritos de Cristo Jesús y hace presente y eficaz los frutos de la
redención.
En cuanto creamos que la sangre de Cristo Jesús fue suficiente para pagar el precio completo
de nuestra salvación, en esa medida la experimentaremos.
Jesús nos salva, pero hacemos nuestra esta salvación cuando nos enchufamos a si muerte y
resurrección mediante la Fe.
c. Completar lo que falta a la pasión de cristo.
Lo único que hace falta es que creamos que sus méritos fueron suficientes para que vivamos
la vida en abundancia a la que tenemos derecho.
Si verdaderamente creemos que Jesús nos salvó, vivimos como salvados y justificados.
Si en realidad confiamos en que Jesús nos perdonó de todos nuestros pecados, ya no pesa a
ninguna condena sobre nosotros. Somos libres y experimentamos la gloriosa libertad de los
hijos de Dios, que no se dejan esclavizar por nada ni por nadie.
La Fe salvífica cambia nuestro estilo de vida. De otra forma se reduciría simple ideología.
Si creemos que fuimos salvados, vivimos como salvados.
Analogía: Equilibrista.
La fe nos lleva a actuar conforme a lo que creemos.
Si verdaderamente creemos que Jesús paso de la muerte a la vida, hay que subirnos a la
carretilla de Jesús, que es su cruz salvadora, para morir con él al pecado y resucitar con él a
la nueva vida.
Sino vivimos de acuerdo a lo que creemos, nuestra fe queda reducida a una simple filosofía
o sueño platónico.
La fe es el enchufe que nos conecta a la fuente de la salvación y produce en nosotros todos
los frutos de la redención.
La fe no se limita a un asentamiento intelectual sino que nos hace vivir como lo que somos:
¡Herederos del Reino!
d. Actuar por la caridad o no es Fe: Eso te hace misericordioso.
Esta fe no es ideología. Se proyecta en la vida.
Al experimentar que Dios ha tenido misericordia de nosotros cuando éramos pecadores,
nosotros somos misericordiosos, especialmente con los más necesitados.
Pero no por un mandamiento o deber que se nos impone, sino porque brota naturalmente
desde lo más profundo de nosotros mismos.
Si Dios no te juzga ni te condena por nuestros pecados, nosotros tampoco podemos juzgar ni
condenar.

TESTIMONIO.
Expresar mi experiencia de salvación que ha trasformado mi vida.
Más que creer en algo, es confiar y depender de alguien, alguien que te ama.
EUCARISTÍA COMO ALIMENTO DE FE

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