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Consigna: Leer el libro De los delitos y de las Penas de Cesare Beccaria (Cesare
Bonesana) teniendo en cuenta las siguientes cuestiones:
Las leyes se originan con el fin de poner fin a un estado continuo de caos. La
libertad absoluta que poseían los hombres tenía un efecto contrario, por la
incertidumbre de que otro la vulnere. Por esto los hombres pactaron resignar una
porción de esta libertad, a cambio de un poder que les garantice el reconocimiento
y respeto del resto de sus libertades.
3) ¿Quién y por qué tiene autoridad para decretar las penas sobre los delitos?
Los legisladores son quienes pueden decretar las penas, ya que ellos representan a
toda la sociedad unida por el contrato social.
Esta interpretación debe ser rigurosa y literal, con el fin de evitar arbitrariedades.
Debe preceder la declaración del delito y solo la ley puede determinar los casos
en los que el hombre es digno de esta pena.
Los fines de la pena son impedir al reo causar nuevos daños a sus ciudadanos y
retraher a los demás de la comisión de otros iguales.
11) ¿Cuándo es útil y necesaria la pena de muerte y cuando no?
Puede creerse útil o necesaria cuando aún privado de libertad, el individuo tenga
tales relaciones y tal poder que comprometa la seguridad de la nación, pueda
producir una revolución peligrosa en la forma de gobierno, en tiempos de
anarquía, o cuando sea el único freno para contener que otros cometan delitos.
Nunca será necesaria cuando el mando resida solo en el verdadero soberano, con
una forma de gobierno prevenida con la fuerza y la opinión.
Sera más justa y útil cuanto más pronta sea al delito cometido. Es justa porque
evita al reo los tormentos de la incertidumbre. Lo justo es que antes de encarcelar
se dicte la sentencia. Debe ser encarcelado el menor tiempo posible y la pena debe
ser lo menos dura que se pueda. El fin es privarlo de la libertad para que no
cometa más delitos en ese transcurso, y mostrar el motivo para que en el futuro no
Los indultos son menos necesarios mientras más justas sean las penas. Serán más
necesarias a proporción de la atrocidad de leyes y sentencias.
Haciendo leyes claras y simples, que toda la fuerza de la nación este empleada en
defenderlas.
Que favorezcan menos las clases de los hombres que los hombres mismas.
Que les temas, pero a nada más que a ellas. No debe haber temor entre hombres.
Recompensando la virtud.
Perfeccionando la educación.