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1.

Objeto y funciones de la Sociología del Derecho

Así como todas las Ciencias sociales parten de la dimensión social del
ser humano, la Sociología ocupa una posición de globalidad respecto de las
demás, por cuanto su objeto viene constituido por la sociedad tomada en
su conjunto, concebida como una colectividad integrada a su vez por una
diversidad de grupos e instituciones que se interrelacionan insertos en una
pluralidad de entornos (político, económico, jurídico, ético, religioso, cul-
tural, etc.). De este modo, el resto de las Ciencias sociales focaliza su aten-
ción en cada uno de estos ámbitos, adentrándose en su contenido y estruc-
tura interior, en tanto que la perspectiva sociológica adopta un enfoque
general en el cual los diferentes fenómenos políticos, económicos, jurídi-
cos, etc., son fenómenos sociales conectados que generan influencias recí-
procas entre sí, conformando el entramado social.
Ello no es óbice para dentro de la Sociología existan ramas concretas
que se centren en cada uno de estos fenómenos, tal y como ocurre con la
denominada Sociología del Derecho, si bien concibiendo a este como hecho
social empírico, es decir, como un hecho dado y comprobable en una so-
ciedad concreta y relacionado con el resto de los fenómenos existentes en
el medio social. Por dicho motivo, la Sociología del Derecho o Sociología
jurídica puede definirse como aquella rama de la Sociología que tiene por

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objeto el conocimiento de los fenómenos jurídicos en cuanto fenómenos


sociales. Es decir, a la Sociología jurídica le interesa el modo en que la so-
ciedad ejerce y recibe su influencia del Derecho entendido como un con-
junto normativo, no el estudio de la estructura interna y funcionamiento
de este (objeto de la Dogmática jurídica y de la Argumentación jurídica) o
del cuadro de valores que lo sustenta y legitima (Filosofía del Derecho). Es
más, una de las premisas metodológicas de la Sociología (y por tanto, de la
Sociología del Derecho) es su neutralidad valorativa, en aras a la consecu-
ción de la mayor objetividad científica de sus resultados, y de ahí que el
Derecho sea examinado como puro hecho social desprovisto de cualquier
carga de tipo axiológico.
Dado que a la Sociología jurídica le interesa la mutua influencia entre
Derecho y sociedad, su campo de investigación puede resumirse esquemá-
ticamente en torno a dos presupuestos básicos: el análisis de los fenómenos
sociales que dan lugar a la aparición de normas jurídicas o a la transforma-
ción o desaparición de las existentes (es decir, una influencia que podemos
denominar sociedad-Derecho); y el examen de los efectos del Derecho vi-
gente sobre los diferentes sectores de la sociedad (influencia Derecho-socie-
dad). Dicho más lacónicamente: la Sociología jurídica se centra en las cau-
sas y efectos sociales del Derecho, frente al estudio interno de las reglas que
conforman este, tarea propia, fundamentalmente, de la Dogmática jurídi-
ca, como acabamos de indicar. Por lo demás, es preciso remarcar que la
Sociología jurídica es una disciplina sociológica y que, por tanto, su meto-
dología de conocimiento en nada difiere de la de esta rama (uso de las
mismas categorías epistemológicas, del método histórico-comparativo,
encuestas, estadísticas, etc.).
No obstante, teniendo en cuenta que el Derecho constituye un con-
junto normativo que tiene como objeto ordenar la convivencia social con
arreglo a determinados patrones de conducta considerados como más co-
rrectos o ideales, la perspectiva sociológica deviene en un elemento inescin-
dible de las investigaciones dogmáticas o filosóficas de aquel. En tal senti-
do, es bastante usual que cualquier estudio jurídico-doctrinal de estas

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V. La Sociología del Derecho

características comience con la exposición del problema social regulado


por la normativa objeto a examen, incluyéndose datos estadísticos o numé-
ricos, propios del método sociológico, como es frecuente también referir
los previsibles efectos sociales favorables que cualquier teoría jurídica de-
fendida va a suponer. Es decir, el adecuado planteamiento teórico de cual-
quier problema jurídico requiere la utilización de una perspectiva socioló-
gica. Quiere afirmarse con esto que parte del trabajo de investigación de los
juristas es siempre sociológico (y así debe ser, en mi opinión –dado que el
Derecho está vinculado necesariamente a la vida social–, si quiere ser con-
siderado como un instrumento útil para su más eficaz ordenación), sin que
debamos entender que los estudios de Sociología jurídica sean algo que
tenga que circunscribirse a los sociólogos. En este aspecto, la gran aporta-
ción de la Sociología al Derecho es que permite contemplar a este sistemá-
ticamente, pero no hacia dentro (como efectúa la Dogmática jurídica),
sino hacia fuera, esto es, como un fenómeno social que influye en el resto
de las parcelas que conforman la realidad social (política, economía, cultu-
ra, etc.) y que también recibe su influencia de ellas. Disciplinas tales como
la Historia del Derecho permiten comprobar la habitualidad de esta meto-
dología de análisis del Derecho, con una fuerte presencia del componente
sociológico.
Por otro lado, importa también distinguir la Sociología jurídica de las
comúnmente denominadas teorías sociologistas del Derecho, que son con-
cepciones formuladas desde el ámbito jurídico (no sociológicas, pues), en
las que, en síntesis, se pretende dar preponderancia a la parte del Derecho
que se aplica realmente para la resolución de problemas jurídicos (la idea
central de esta línea de pensamiento es la de atender a las normas con efec-
tividad social), frente a la parte del Derecho formalmente válido y vigente
que, sin embargo, carece de aplicación. Se trata de teorías que surgen como
oposición a las teorías normativistas, centradas en el análisis de todo el
Derecho vigente, con independencia de su eficacia social. Es precisamente
esta perspectiva de la eficacia social la que aproxima estas corrientes socio-
logistas al objeto de la Sociología jurídica.

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Como toda Ciencia, la Sociología cuenta con una serie de categorías o


conceptos fundamentales configurados teóricamente tras una reflexión sis-
temática sobre el objeto de su conocimiento, esto es, la sociedad (así ocurre
también en la Ciencia jurídica, como hemos ya visto en el capítulo dedica-
do a la Dogmática). Tales conceptos permiten al sociólogo la comprensión
racional y posterior formulación de hipótesis o teorías explicativas sobre
los hechos sociales comprobados y sometidos a un examen riguroso. A
pesar de ser conceptos generales de la Sociología, algunos de ellos tienen
singular importancia en el ámbito de la Sociología jurídica y gozan, inclu-
so, de su utilización en el ámbito interno del Derecho. Dada las caracterís-
ticas de este libro destacamos algunos de ellos.

2. Conflicto social y conflicto jurídico

Sin duda, el concepto sociológico de conflicto social ha de situarse a la


cabeza respecto de su uso en las Ciencias jurídicas, pues la conexión con el
ámbito jurídico es evidente. La función primordial del Derecho en la so-
ciedad es la prevención y resolución de los conflictos considerados más
graves que se producen en la convivencia, para lo cual establece un conjun-
to de normas jurídicas que, mediante un juego de prohibiciones, permisio-
nes y facultades, dibujan un ideal de comportamiento social. De ahí tam-
bién que a la noción de conflicto se ligue habitualmente la de orden
jurídico (relacionada también con la categoría sociológica de orden social,
referida a cualquier tipo de condicionamiento regulativo existente en la
sociedad de acciones individuales para el logro de una finalidad colectiva),
pues la idea de Derecho se encuentra asociada a la de constituir un orden
regulador de determinados aspectos de la vida humana. En este sentido,
puede decirse que el Derecho regula una serie de conductas y situaciones
típicas (por reiteradas) que se producen en diferentes aspectos de la vida
social y preestablece cómo han de ser las mismas para lograr una conviven-
cia pacífica entre los miembros de la sociedad. El esquema estándar del

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Derecho funciona describiendo una serie de conductas y situaciones que se


consideran incorrectas y previendo otras que se entienden como correctas,
de tal modo que su aplicación produce una sustitución de lo incorrecto por
lo correcto. Lo que se entienda por correcto e incorrecto apela al ámbito
moral, y más concretamente al ámbito de una parte de la Moral como es la
justicia, según hemos ya tratado. El Derecho no deja de ser una cristaliza-
ción u objetivación del contenido moral de la justicia que existe en una
específica sociedad, y este contenido aparece determinado por una serie de
principios básicos y universales y por otros que se consideran como funda-
mentales o especialmente importantes en una sociedad en un periodo de
tiempo dado.
En la Sociología, la noción de conflicto social es, lógicamente, más
extensa que la manejada por el Derecho, haciendo referencia a cualquier
situación de contraposición o pugna que se produzca en la sociedad entre
personas o grupos respecto de bienes escasos. La noción sociológica
opuesta es la de cooperación, caracterizada por la existencia de una unión
personal o grupal en torno a la consecución de un mismo fin. Al Derecho
solamente le interesan un determinado tipo de conflictos sociales: aque-
llos que se consideran más gravosos en cuanto que ponen en peligro la paz
social, es decir, la convivencia. Una sencilla observación de la realidad
cotidiana permite sostener la natural (es decir, normal o no patológica)
conflictividad presente en toda sociedad o grupo humano, y, desde este
punto de vista, las normas jurídicas existentes deben intentar la supera-
ción de estos conflictos, aportando en su contenido una solución prevista.
De esta manera, cuando el Derecho interviene regulando un determinado
conflicto social está realizando una juridificación del mismo y establecien-
do su resolución. A la Sociología jurídica le interesa esta última no desde
un punto de vista dogmático-conceptual, sino en el modo en que pone
término al conflicto, es decir –por señalar las dos opciones básicas–, si la
norma jurídica opta por eliminar el conflicto, prohibiéndolo con sancio-
nes más o menos rigurosas, o bien opta por establecer una fórmula de
composición que establezca un determinado equilibrio de las posturas

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antagónicas, o lo que es lo mismo, permitir la situación conflictual bajo


ciertas condiciones establecidas en las normas jurídicas reguladoras. Pién-
sese, por ejemplo, en todo el sector del Derecho del Trabajo, que viene a
constituir la expresión de la juridificación del conflicto laboral existente
entre empresario y trabajador.
En relación con la noción de conflicto, también en el ámbito jurídico
se utiliza la idea de interés, que sociológicamente se ha descrito como una
necesidad competitivamente defendida por un grupo. Es más, la noción de
conflicto de intereses ha dado lugar a una corriente jurídica de pensamiento
que concibe precisamente el Derecho como un conjunto de normas cuyo
contenido recoge como solución la prevalencia de alguno de los intereses
en conflicto que se producen en las controversias jurídicas, o bien cual-
quier fórmula de equilibrio entre los mismos.

3. El concepto sociológico de institución

La noción sociológica de institución social es también una expresión


utilizada por la Dogmática jurídica. Sociológicamente, la institución se
ha concebido como la regulación (no en sentido jurídico, sino general)
de una actividad humana relevante (y potencialmente conflictiva) me-
diante un conjunto sistemático de respuestas seguro y reiterable (que
pueden ser normas jurídicas, costumbres, usos sociales, tradiciones o
comportamientos repetidos). En este aspecto, cuando una institución
social es regulada por normas jurídicas pasa a convertirse, además, en una
institución jurídica.
Según ya vimos, la institución jurídica no constituye una creación
dogmática más que en su pura denominación o su perfilamiento, pero no
en su existencia, dado que solamente viene a recoger y agrupar un conjun-
to de problemas jurídicos típicos que se producen en torno a una determi-
nada actividad social, lo que nos remite al concepto sociológico apuntado.

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V. La Sociología del Derecho

Consecuentemente, la institución jurídica es examinada por el jurista dog-


máticamente, es decir, analizando el conjunto de normas jurídicas que la
disciplinan y extrayendo los principios generales que fundamentan la mis-
ma, así como los conceptos jurídicos que configuran su noción jurídica.
Sin embargo, desde el punto de vista de la Sociología jurídica, al sociólogo
le interesa el modo en que la regulación jurídica pone solución al conflicto
social que subyace en dicha institución y sus repercusiones respecto de
otros ámbitos de la vida social, fundamentalmente los efectos que produce
en el ámbito económico o en las estructuras sociales de Poder, por citar los
más relevantes. Al fin y al cabo, dado que la existencia social de la institu-
ción precede a su regulación jurídica (que se limita a su reconocimiento
legal), estamos ante el característico supuesto sociológico de influencia rea-
lidad social-Derecho, por lo que las causas de la transformación en Dere-
cho de todo el conglomerado de comportamientos, usos, prácticas o cos-
tumbres sociales, o bien su supresión o modificación por efecto de la
normación jurídica, se convierte en el objetivo central de la Sociología ju-
rídica. Y por el mismo motivo, también es objeto de interés sociológico en
qué manera la regulación normativa de una institución puede alterar la
parte de su funcionamiento social no disciplinado por el Derecho. Piénse-
se, por ejemplo, en la institución de la familia, que en gran parte se halla
regulada –y cada vez en mayor grado– por el Derecho, bien estableciendo
normas que regulan su creación, las relaciones entre sus miembros o su
disolución, o bien normas que sustituyen algunas de las funciones típicas
del grupo familiar, asumiéndolas los Poderes públicos, como señaladamen-
te ocurre con las de protección de los familiares necesitados.

4. Control social y Poder

El control social es también una categoría sociológica básica cuya rela-


ción con el Derecho es bastante obvia. Desde un punto de vista sociológi-
co, el control social hace referencia a cualquier tipo de técnica dirigida a

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conseguir que la conducta de los individuos se adecue a unas reglas social-


mente establecidas en un grupo considerado. Si el comportamiento del
individuo es conforme a dicha reglas recibirá una respuesta positiva del
grupo, siendo negativa en caso contrario.
En este sentido, es claro que el Derecho constituye un instrumento de
control social, dado su encaje en la noción sociológica. Desde esta conside-
ración, las normas jurídicas se establecen por el grupo social para dirigir las
conductas individuales hacia el modelo de conducta fijado por aquellas,
que es un comportamiento ideal fundamentado en un cuadro de valores y
dotado de una certeza perdurable. Lo que diferencia al Derecho de otras
técnicas de control social, como la Moral o las reglas del trato social, es su
asunción por las instituciones públicas de la colectividad (el Estado o figu-
ra análoga), gozando de una cumplida organización en aras a conseguir su
efectividad en los casos de incumplimiento (lo que usualmente se conoce
como institucionalización de la sanción). Frente a los comportamientos des-
viados respecto de los usos sociales establecidos o las normas morales, la
infracción de las normas jurídicas lleva aparejada la imposición de una
sanción, lo que puede llegar a realizarse mediante el uso de la fuerza por
parte la autoridad competente. A esta característica diferencial del Derecho
respecto de otros códigos normativos la denominamos coactividad, en tan-
to que a la genérica y futura posibilidad de coacción o amenaza de imposi-
ción forzosa latente en cada norma jurídica se la designa habitualmente
como coercibilidad.
Relacionada con la categoría de control social está también la de Po-
der. Desde un punto de vista sociológico, la noción de Poder es suma-
mente amplia, haciendo referencia a cualquier capacidad de un grupo o
individuo para producir efectos en otros; efectos que oscilan desde la
simple influencia hasta la imposición de una determina conducta, y de
ahí la relación de esta noción con la de control social. No cabe duda que
la categoría de Poder tiene su acepción más conocida y perfilada en el
ámbito de la Ciencia política, referida a la fuerza organizada con la que

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V. La Sociología del Derecho

cuenta el Estado respecto de los ciudadanos para lograr el cumplimiento


de sus fines.
En el ámbito jurídico, el uso de la noción sociológica de Poder puede
servir como vehículo explicativo de la figura del derecho subjetivo, dada la
definición que dimos de este en el Capítulo dedicado a la Dogmática jurí-
dica. Desde esta óptica, el Derecho objetivo puede concebirse sociológica-
mente como un conjunto de normas que atribuyen poderes a unos indivi-
duos o grupos respecto de otros. Pero también, obviamente, la noción
sociológica de Poder en su acepción política es aplicable al mundo jurídico.
El Poder atribuido al Estado para que este realice, entre otras funciones, el
control social de los individuos a través del Derecho requiere precisamente,
a su vez, su regulación mediante normas jurídicas que organicen el uso de
la fuerza en que consiste y que lo limiten para garantizar los derechos de los
ciudadanos. Es decir, el Derecho requiere del Poder para lograr su cumpli-
miento efectivo (la coacción), pero al mismo tiempo debe regular este Po-
der para evitar su extralimitación, dotándolo, en consecuencia, de legitimi-
dad en su uso en tanto no rebase estos límites. En este aspecto, la
legitimidad (concepto a la vez sociológico, político, jurídico y moral) es
entendida, fundamentalmente, como la aceptación social de la Autoridad
pública (el Estado, señaladamente) y de su Poder, y por lo tanto, en lo que
nos concierne específicamente, como la cualidad del Derecho emanado de
la misma.

5. Sociología jurídica y justicia

Dado que la Sociología es una Ciencia social (en atención a su objeto


de estudio podría decirse que es la Ciencia del resto de las Ciencias socia-
les), esta pretensión de cientificidad (de conocimiento racional objetivo y
sistemático del sector de la realidad al que atiende) hace que entre sus
presupuestos metodológicos se encuentre el de su neutralidad valorativa,
como ya advertimos. Este conocimiento de la realidad social, de los hechos

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sociales que la conforman, exige del sociólogo que este no introduzca en la


formulación de sus teorías ningún elemento que refleje su opinión o con-
sideración subjetiva sobre los hechos investigados, esto es, su propia ideo-
logía o creencias sobre la sociedad.
Con independencia de que pueda discutirse en el campo de la Socio-
logía general hasta qué punto es posible que el sociólogo razone, interprete
o critique (la crítica social es también un elemento clave de la labor socio-
lógica) los hechos sociales empíricamente comprobados prescindiendo de
su ideología o del sistema de valores colectivo en el que se inserta, en el
ámbito de la Sociología jurídica la cuestión resulta más complicada aún.
Analizar el Derecho como un hecho social desprovisto de cualquier carga
valorativa aboca, en mi opinión, al más estrepitoso fracaso de las teorías
sociológicas que se formulen.
Efectivamente, el Derecho constituye la institucionalización social del
valor de la justicia y de otros valores conformadores o relacionados con esta
idea, como son, señaladamente, la dignidad humana, la libertad, la igual-
dad, la seguridad o la solidaridad. Es decir, las normas jurídicas se formulan
ante todo para plasmar, conseguir y garantizar estos valores, y cualquier
análisis meramente fáctico de las mismas, como persigue la Sociología (en
este caso, la jurídica), no puede llevarse a cabo eludiendo la cuestión esen-
cialmente moral de su valoración como justas o injustas. Si, como ya se dijo,
la Sociología parte del Derecho como hecho social y analiza tanto las causas
sociales que llevan a su creación, modificación o eliminación, como los efec-
tos provocados por las normas en la sociedad, es inevitable –si de realizar
una crítica social se trata– el juicio de valor del sociólogo acerca de si dichas
normas creadas o sus efectos sociales son justos o no. No es sólo cuestión del
riesgo de que el sociólogo muestre una visión distorsionada de los datos
jurídicos a través de su personal concepción de la justicia (lo cual, lógica-
mente, debe ser evitado), sino también de que en el ámbito jurídico las
normas jurídicas se formulan en atención a un sistema de valores objetivado
en las normas fundamentales del Estado, como son las Constituciones, que
recogen un catálogo de derechos fundamentales y principios configuradores

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V. La Sociología del Derecho

del Ordenamiento jurídico, así como la regulación básica de la organización


y distribución del Poder político, cuyo acatamiento legitima cualquier ac-
tuación de los Poderes públicos respecto de los ciudadanos. Bien es cierto
que el sociólogo no es un jurista, pero también los efectos sociales de la
aplicación de las normas jurídicas vigentes provocan unos resultados empí-
ricamente constatables, cuya crítica social sólo puede hacerse a la luz de ese
marco constitucional referido de cristalización de valores morales, y aquí no
estamos ante meras apreciaciones subjetivas de justicia.
Si a la Sociología jurídica le interesa ante todo la eficacia social del
Derecho, cabe preguntarse cuál es el parámetro con el cual medir dicha
efectividad. Y estos parámetros no son otros que los valores jurídicos. Las
normas pueden ser analizadas no sólo acudiendo al valor global del Dere-
cho que es la justicia, sino a otros valores fundamentales derivados de la
misma que los Ordenamientos jurídicos aspiran a preservar, tales como la
seguridad jurídica o la paz social. Como la finalidad del Derecho está vin-
culada conceptualmente a garantizar estos valores, cualquier intento de la
Sociología de conocimiento racional y objetivo de sus causas de aparición
y de sus efectos es inseparable de su fundamento ético. Piénsese, por ejem-
plo, en los supuestos en que una determinada ley o una específica norma
jurídica es rechazada socialmente ¿acaso este rechazo social no se produce
siempre porque un gran sector de la población afectada la valora como
injusta? Entonces, la subsiguiente cuestión es cómo puede un estudio so-
ciológico sobre las causas de este rechazo prescindir o eludir la referencia al
valor de la justicia. En este punto, quizá el hecho social más comprobable
empíricamente es que la inmensa mayoría de los ciudadanos no cuenta con
conocimientos técnico-jurídicos para criticar una determinada norma jurí-
dica en vigor, pero sí con la capacidad moral –más o menos desarrollada–
de valorar si sus efectos son justos o no en el ámbito social al que se dirige.
Y lo mismo cabe decir cuando se aborda desde la Sociología jurídica (o
política) cualquier cuestión atinente a la legitimidad de las normas, cuya
noción implica ya de por sí la introducción de un contenido valorativo a
nivel conceptual.

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En definitiva, en mi opinión, puede verse que la Sociología jurídica,


metodológicamente, no puede prescindir de la justicia (y del resto de los
valores que la conforman, interrelacionándose entre sí, como la libertad,
igualdad, etc.) a la hora de investigar sobre las mutuas influencias entre el
Derecho y la sociedad. El hecho de que considere a este como un fenóme-
no social no significa que pueda prescindir de la finalidad inherente a todo
Derecho y que legitima su existencia en la sociedad. La justicia o injusticia
de las normas se convierte en un elemento crítico esencial de la Sociología
jurídica, sin que ello reste ni un ápice a su consideración como ciencia ra-
cional sistemática y objetiva. Al fin y al cabo, el objeto de investigación (en
este caso el Derecho, que contiene un elemento valorativo a nivel concep-
tual, a nuestro juicio) es el que determina la metodología a seguir y no a la
inversa, y entendemos que la metodología sociológica general debe ser, por
tanto, adaptada ante el específico fenómeno social del Derecho.

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