Professional Documents
Culture Documents
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
DEL CURSO
“PROBLEMAS SOCIOECONÓMICOS DE MÉXICO”
COMPILACIÓN DE BIBLIOGRAFÍA:
Luz María Hermoso Santamaría
Rosa Isabel Norman Quintero
Ma. Elena Rojas Herrera
Marco A. Rocha Sánchez
Fermín Jaimes Albíter
Luis Llanos Hernández
Luis Espejo González
REGISTRO ELECTRÓNICO
Maricruz Rodríguez Herrera
º/
33
1
+
Atentamente
Academia de Economía
2
ÍNDICE
Objetivos Generales…………………………………………….………………………4
Acreditación…………………………………………………………………………….5
Bibliografía………………………………………………………….………………. 296
3
PRESENTACIÓN DEL PROGRAMA DEL CURSO "PROBLEMAS
SOCIOECONÓMICOS DE MÉXICO"
4
OBJETIVOS GENERALES
5
ACREDITACIÓN
6
CONTENIDO:
7
UNIDAD V. SUSTENTABILIDAD EN MÉXICO (10.5 hrs)
Objetivo: Comprender las principales relaciones entre economía y medio ambiente,
describiendo a partir de ello, los problemas ambientales de México, así como los retos y
oportunidades que implica el desarrollo sustentable como forma alternativa de
desarrollo.
5.1. Economía y medio ambiente.
5.1. 1 Crecimiento y desarrollo económico.
5.1.2 Sustentabilidad y desarrollo.
5.2. La contabilidad económica y ecológica de México.
5.2.1 El Producto Interno Bruto y los costos ambientales.
5.2.2 El Producto Interno Neto Ecológico.
5.3. El desarrollo sustentable.
8
UNIDAD I. LA RELACIÓN HOMBRE-NATURALEZA Y LA ECONOMÍA
LA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD
SUBTEMA 1.l.1.
EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA RELACION NTURALEZA SOCIEDAD
TOPICOS
RELÁCION HOMBRE-NATURALEZA
EL TRABAJO DEL HOMBRE COMO MEDIO PARA SATISFACER SUS
NECESIDADES
TRANSFORMACION DE LA NATURALEZA
DIVISION SOCIAL DELTRABAJO
INFLUENCIA DEL MEDIO EN LA SOCIEDAD
9
estas distintas facetas. Así por ejemplo, la Economía, la Sociología, la Política,
la Historia, etc.
10
nuevas divisiones del trabajo, los rudimentos de la ciencia, las religiones y las
organizaciones políticas. El hombre entra ya por derecho propio, en los umbrales de la
civilización.
Relación hombre-naturaleza
El hombre en sociedad está inmerso en la naturaleza en tanto ser vivo. Preciso es,
entonces, referimos al espacio que lo rodea. Las relaciones entre los animales y el medio
físico circundante son el objeto de estudio de una nueva ciencia llamada Ecología y a
su vez las relaciones entre el ambiente natural y las sociedades produjeron una rama de
aquella disciplina, llamada Ecología Humana.
El ser humano, decíamos, está inserto en el medio ambiente, que a su vez se
integra con la correlación estrecha de dos elementos: el llamado "Hábitat" (naturaleza),
y el medio Socio Cultural. En este orden de ideas podríamos definir al medio ambiente
como aquel conjunto de condiciones en que se inserta el hombre en una relación
dialéctica, y que se forman del contorno natural y sociocultural.
Marx definió al hombre como “ser natural”, lo que para Jorge Juanes implica los
siguientes puntos: 1) Indicar que el hombre es, antes que nada, ser material, corpóreo,
que participa de los elementos constitutivos de la naturaleza viva: el instintivo o activo,
el objetivo y paciente, el finito o relativo. La naturaleza no solo nos circunda, sino que
nos constituye. 2) Si bien este hecho del hombre como “ser natural” acaso no alcance a
definir lo propio del hombre (“lo humano”), si nos pone en aviso de construir una
definición del hombre que ignore la naturaleza. 3) La mera existencia del hombre
supone la condición de que para sobrevivir se mantengan las condiciones naturales a las
que debe su propia vida: sol, oxígeno, agua, etc. 4) En cuanto el ser humano es un “ser
natural” o sea, objetivo, finito, dependiente y relativo, tiene por campo único de sus
manifestaciones vitales a objetos sensibles reales; tiene así que desear, percibir y
apropiarse de objetos externos, materiales e integrar a la naturaleza como base o sistema
material de sus necesidades. 5) La forma, "el metabolismo del hombre con la naturaleza;
esto es, s relación estrecha, es precisamente el trabajo”.b
11
adoptar aquella querida por el hombre, esto es, a favor de cargarse de contenidos
humanos. Del hombre, en tanto que éste supera su estatuto natural a favor de un
humano".c
Transformación de la Naturaleza
A medida que el hombre, mediante el trabajo, conoce y domina a la naturaleza, puede
transformarla. Es un intercambio cuyos factores son, por un lado el medio físico y por el
otro el hombre y sus productos culturales, sobre todo científicos y tecnológicos. Así, .la
vida humana se vuelve más “cómoda” y confortable de acuerdo a su mayor influencia
sobre el medio físico, siempre y cuando no rompa ese famoso “equilibrio ecológico”.
Cuando así sucede la naturaleza cobra venganza.
El hombre ha sido capaz, como decíamos, de desviar y aprovechar el curso de
los ríos, de secar pantanos, abrir túneles en las montañas, captar el agua de las lluvias,
trasladar de un hábitat a otro numerosas especies animales y vegetales, etc. Pero
también ha provocado fenómenos tales como la erosión, las inundaciones, la
contaminación, la desaparición de especies completas amenazando incluso con la
extinción total de la vida sobre el planeta con el poder nuclear.
12
encargaba de resolver sus necesidades y ellos, a su vez, las de la tribu por medio de los
productos que elaboraban.
Al paso del tiempo se han seguido dando nuevas divisiones del trabajo. Es el
caso, por ejemplo, de la aparición de las clases sociales como derivación de la propiedad
privada. Así se desarrolla la división entre propietarios y desposeídos de los medios de
producción; más adelante los comerciantes se forman como un grupo separado de los
productores; o los sacerdotes que ya no se integran al trabajo productivo. Otro ejemplo
es, en la época moderna, la gran división entre productores directos (obreros) y
empleados de oficina (secretarias, contadores, administradores, etc.
13
Obra: El papel del Trabajo en la Transformación del Mono en
Hombre
El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía
política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él
convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica
y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto,
debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.
Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida
definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que los geólogos
denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía en algún lugar de la
zona tropical - quizás en un extenso continente hoy desaparecido en las profundidades
del Océano Indico- una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada.
Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban
totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y
formaban manadas.
Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que
las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos
monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar por el suelo y
empezaron a adoptar más y más una posición erecta. Fue el paso decisivo para el
tránsito del mono al hombre.
Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en
posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sólo en
caso de extrema necesidad y, además, con suma torpeza. Caminan habitualmente en
actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos. La mayoría de estos monos
apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo por
entre sus largos brazos, como un cojo que camina con muletas. En general, aún hoy
podemos observar entre los monos todas las formas de transición entre la marcha a
cuatro patas y la marcha en posición erecta. Pero para ninguno de ellos ésta última ha
pasado de ser un recurso circunstancial.
Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados
primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel
entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso entre
los monos existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos. Como
hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera
que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos,
como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos
se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos, como el
chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las
inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se
defienden de sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se
encuentran en la cautividad, realizan con las manos varias operaciones sencillas que
copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la
distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides
superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de
miles de años. El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son
los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz
de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de
ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por
tosco que fuese.
14
Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco
a poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición
del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones sumamente sencillas.
Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que puede presumirse el retorno a
un estado más próximo a la animalidad, con una degeneración física simultánea, son
muy superiores a aquellos seres del período de transición. Antes de que el primer trozo
de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber
pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación con él, el período histórico
conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la
mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta mayor
flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de generación en
generación.
Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él.
Únicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la
transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos,
los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación
siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más
complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que
la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las
estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini.
Pero la mano no era algo con existencia propia e independiente. Era únicamente
un miembro de un organismo entero y sumamente complejo. Y lo que beneficiaba a la
mano beneficiaba también a todo el cuerpo servido por ella; y lo beneficiaba en dos
aspectos.
Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llamó de la correlación del
crecimiento. Según ésta ley, ciertas formas de las distintas partes de los seres orgánicos
siempre están ligadas a determinadas formas de otras partes, que aparentemente no
tienen ninguna relación con las primeras. Así, todos los animales que poseen glóbulos
rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado con la primera vértebra por medio de
dos cóndilos, poseen, sin excepción, glándulas mamarias para la alimentación de sus
crías. Así también, la pezuña hendida de ciertos mamíferos va ligada por regla general a
la presencia de un estómago multilocular adaptado a la rumia. Las modificaciones
experimentadas por ciertas formas provocan cambios en la forma de otras partes del
organismo, sin que estemos en condiciones de explicar tal conexión. Los gatos
totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siempre sordos. El
perfeccionamiento gradual de la mano del hombre y la adaptación concomitante de los
pies a la marcha en posición erecta repercutieron indudablemente, en virtud de dicha
correlación, sobre otras partes del organismo.
Sin embargo, ésta acción aún está tan poco estudiada que aquí no podemos más que
señalarla en términos generales.
Mucho más importante es la reacción directa -posible de demostrar- del
desarrollo de la mano sobre el resto del organismo. Como ya hemos dicho, nuestros
antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas; evidentemente, no es
posible buscar el origen del hombre, el más social de los animales, en unos antepasados
inmediatos que no viviesen congregados. Con cada nuevo progreso, el dominio sobre la
naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando
los horizontes del hombre, haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas
propiedades hasta entonces desconocidas. Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al
multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las
ventajas de ésta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir
15
forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. En resumen, los
hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo
los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono
se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a
su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a
poco a pronunciar un sonido articulado tras otro.
La comparación con los animales nos muestra que ésta explicación del origen
del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada. Lo poco que los
animales, incluso los más desarrollados, tienen que comunicarse los unos a los otros
puede ser transmitido sin el concurso de la palabra articulada. Ningún animal en estado
salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de hablar o de comprender el lenguaje
humano. Pero la situación cambia por completo cuando el animal ha sido domesticado
por el hombre. El contacto con el hombre ha desarrollado en el perro y en el caballo un
oído tan sensible al lenguaje articulado, que estos animales pueden, dentro del marco de
sus representaciones, llegar a comprender cualquier idioma. Además, pueden llegar a
adquirir sentimientos desconocidos antes por ellos, como son el apego al hombre, el
sentimiento de gratitud, etc. Quien conozca bien a estos animales, difícilmente podrá
escapar a la convicción de que, en muchos casos, ésta incapacidad de hablar es
experimentada ahora por ellos como un defecto. Desgraciadamente, este defecto no
tiene remedio, pues sus órganos vocales se hallan demasiado especializados en
determinada dirección. Sin embargo, cuando existe un órgano apropiado, ésta
incapacidad puede ser superada dentro de ciertos límites. Los órganos bucales de las
aves se distinguen en forma radical de los del hombre, y, sin embargo, las aves son los
únicos animales que pueden aprender a hablar; y el ave de voz más repulsiva, el loro, es
la que mejor habla. Y no importa que se nos objete diciéndonos que el loro no entiende
lo que dice. Claro está que por el solo gusto de hablar y por sociabilidad con los
hombres el loro puede estar repitiendo horas y horas todo su vocabulario. Pero, dentro
del marco de sus representaciones, puede también llegar a comprender lo que dice.
Enseñad a un loro a decir palabrotas, de modo que llegue a tener una idea de su
significación (una de las distracciones favoritas de los marineros que regresan de las
zonas cálidas), y veréis muy pronto que en cuanto lo irritáis hace uso de esas palabrotas
con la misma corrección que cualquier verdulera de Berlín. Y lo mismo ocurre con la
petición de golosinas.
Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos
principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente
en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en
tamaño y en perfección. Y a medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse
también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos. De la misma
manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del
correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo
general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos.
La vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo humano
percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El perro tiene un olfato
mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la centésima parte de los olores
que sirven a éste de signos para diferenciar cosas distintas. Y el sentido del tacto, que el
mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando
únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo.
El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de
conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores,
reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su
16
desarrollo. Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no
cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones
entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por
regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes
pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por
un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad.
Seguramente hubieron de pasar centenares de miles de años -que en la historia
de la Tierra tienen menos importancia que un segundo en la vida de un hombre*- antes
de que la sociedad humana surgiese de aquellas manadas de monos que trepaban por los
árboles. Pero, al fin y al cabo, surgió. ¿Y qué es lo que volvemos a encontrar como
signo distintivo entre la manada de monos y la sociedad humana? Otra vez el trabajo. La
manada de monos se contentaba con devorar los alimentos de un área que determinaban
las condiciones geográficas o la resistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de un
lugar a otro y entablaba luchas con otras manadas para conquistar nuevas zonas de
alimentación: pero era incapaz de extraer de estas zonas más de lo que la naturaleza
buenamente le ofrecía, si exceptuamos la acción inconsciente de la manada, al abonar el
suelo con sus excrementos. Cuando fueron ocupadas todas las zonas capaces de
proporcionar alimento, el crecimiento de la población simiesca fue ya imposible; en el
mejor de los casos el número de sus animales podía mantenerse al mismo nivel. Pero
todos los animales son unos grandes despilfarradores de alimentos; además, con
frecuencia destruyen en germen la nueva generación de reservas alimenticias. A
diferencia del cazador, el lobo no respeta la cabra montés que habría de proporcionarle
cabritos al año siguiente; las cabras de Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes
de que puedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montañas del país. Esta
«explotación rapaz» llevada a cabo por los animales desempeña un gran papel en la
transformación gradual de las especies, al obligarlas a adaptarse a unos alimentos que
no son los habituales para ellas, con lo que cambia la composición química de su sangre
y se modifica poco a poco toda la constitución física del animal; las especies ya
plasmadas desaparecen. No cabe duda de que ésta explotación rapaz contribuyó en alto
grado a la humanización de nuestros antepasados, pues amplió el número de plantas y
las partes de éstas utilizadas en la alimentación por aquella raza de monos que superaba
con ventaja a todas las demás en inteligencia y en capacidad de adaptación. En una
palabra, la alimentación, cada vez más variada, aportaba al organismo nuevas y nuevas
substancias, con lo que fueron creadas las condiciones químicas para la transformación
de estos monos en seres humanos. Pero todo esto no era trabajo en el verdadero sentido
de la palabra. El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos. ¿Y qué son los
instrumentos más antiguos, si juzgamos por los restos que nos han llegado del hombre
prehistórico, por el género de vida de los pueblos más antiguos que registra la historia,
así como por el de los salvajes actuales más primitivos? Son instrumentos de caza y de
pesca; los primeros utilizados también como armas. Pero la caza y la pesca suponen el
tránsito de la alimentación exclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo que
significa un nuevo paso de suma importancia en la transformación del mono en hombre.
El consumo de carne ofreció al organismo, en forma casi acabada, los ingredientes más
esenciales para su metabolismo. Con ello acortó el proceso de la digestión y otros
procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, los procesos análogos a los de la
vida de los vegetales), ahorrando así tiempo, materiales y estímulos para que pudiera
manifestarse activamente la vida propiamente animal. Y cuanto más se alejaba el
*
Sir William Thomson, autoridad de primer orden en la materia calculó que ha debido transcurrir poco
más de cien millones de años desde el momento en que la Tierra se enfrió lo suficiente para que en ella
pudieran vivir las plantas y los animales. (Nota de Engels)
17
hombre en formación del reino vegetal, más se elevaba sobre los animales. De la misma
manera que el hábito a la alimentación mixta convirtió al gato y al perro salvajes en
servidores del hombre, así también el hábito a combinar la carne con la dieta vegetal
contribuyó poderosamente a dar fuerza física e independencia al hombre en formación.
Pero donde más se manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en el cerebro, que
recibió así en mucha mayor cantidad que antes las substancias necesarias para su
alimentación y desarrollo, con lo que su perfeccionamiento fue haciéndose mayor y más
rápido de generación en generación. Debemos reconocer -y perdonen los señores
vegetarianos- que no ha sido sin el consumo de la carne como el hombre ha llegado a
ser hombre; y el hecho de que, en una u otra época de la historia de todos los pueblos
conocidos, el empleo de la carne en la alimentación haya llevado al canibalismo (aún en
el siglo X, los antepasados de los berlineses, los veletabos o vilzes, solían devorar a sus
progenitores) es una cuestión que no tiene hoy para nosotros la menor importancia.
El consumo de carne en la alimentación significó dos nuevos avances de
importancia decisiva: el uso del fuego y la domesticación de animales. El primero
redujo aún más el proceso de la digestión, ya que permitía llevar a la boca comida,
como si dijéramos, medio digerida; el segundo multiplicó las reservas de carne, pues
ahora, a la par con la caza, proporcionaba una nueva fuente para obtenerla en forma más
regular. La domesticación de animales también proporcionó, con la leche y sus
derivados, un nuevo alimento, que en cuanto a composición era por lo menos del mismo
valor que la carne. Así, pues, estos dos adelantos se convirtieron directamente para el
hombre en nuevos medios de emancipación. No podemos detenernos aquí a examinar
en detalle sus consecuencias indirectas, a pesar de toda la importancia que hayan podido
tener para el desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen nos apartaría
demasiado de nuestro tema.
El hombre, que había aprendido a comer todo lo comestible, aprendió también,
de la misma manera, a vivir en cualquier clima. Se extendió por toda la superficie
habitable de la Tierra siendo el único animal capaz de hacerlo por propia iniciativa. Los
demás animales que se han adaptado a todos los climas -los animales domésticos y los
insectos parásitos- no lo lograron por sí solos, sino únicamente siguiendo al hombre. Y
el paso del clima uniformemente cálido de la patria original, a zonas más frías donde el
año se dividía en verano e invierno, creó nuevas necesidades, al obligar al hombre a
buscar habitación y a cubrir su cuerpo para protegerse del frío y de la humedad. Así
surgieron nuevas esferas de trabajo y, con ellas, nuevas actividades que fueron
apartando más y más al hombre de los animales.
Gracias a la cooperación de la mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro,
no sólo en cada individuo, sino también en la sociedad, los hombres fueron aprendiendo
a ejecutar operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos
cada vez más elevados. El trabajo mismo se diversificaba y perfeccionaba de generación
en generación extendiéndose cada vez a nuevas actividades. A la caza y a la ganadería
vino a sumarse la agricultura, y más tarde el hilado y el tejido, el trabajo de los metales,
la alfarería y la navegación. Al lado del comercio y de los oficios aparecieron,
finalmente, las artes y las ciencias; de las tribus salieron las naciones y los Estados. Se
desarrollaron el Derecho y la Política, y con ellos el reflejo fantástico de las cosas
humanas en la mente del hombre: la religión. Frente a todas estas creaciones, que se
manifestaban en primer término como productos del cerebro y parecían dominar las
sociedades humanas, las producciones más modestas, fruto del trabajo de la mano,
quedaron relegadas a segundo plano, tanto más cuanto que en una fase muy temprana
del desarrollo de la sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabeza que
planeaba el trabajo era ya capaz de obligar a manos ajenas a realizar el trabajo
18
proyectado por ella. El rápido progreso de la civilización fue atribuido exclusivamente a
la cabeza, al desarrollo y a la actividad del cerebro. Los hombres se acostumbraron a
explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar ésta explicación en sus
necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así cobra conciencia
de ellas). Así fue cómo, con el transcurso del tiempo, surgió esa concepción idealista del
mundo que ha dominado el cerebro de los hombres, sobre todo desde la desaparición del
mundo antiguo, y que todavía lo sigue dominando hasta el punto de que incluso los
naturalistas de la escuela darviniana más allegados al materialismo son aún incapaces de
formarse una idea clara acerca del origen del hombre, pues esa misma influencia
idealista les impide ver el papel desempeñado aquí por el trabajo.
Los animales, como ya hemos indicado de pasada, también modifican con su
actividad la naturaleza exterior, aunque no en el mismo grado que el hombre; y estas
modificaciones provocadas por ellos en el medio ambiente repercuten, como hemos
visto, en sus originadores, modificándolos a su vez. En la naturaleza nada ocurre en
forma aislada. Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez, influenciado por éste; y es
generalmente el olvido de este movimiento y de ésta interacción universal lo que impide
a nuestros naturalistas percibir con claridad las cosas más simples. Ya hemos visto
cómo las cabras han impedido la repoblación de los bosques en Grecia; en Santa Elena,
las cabras y los cerdos desembarcados por los primeros navegantes llegados a la isla
exterminaron casi por completo la vegetación allí existente, con lo que prepararon el
suelo para que pudieran multiplicarse las plantas llevadas más tarde por otros
navegantes y colonizadores. Pero la influencia duradera de los animales sobre la
naturaleza que los rodea es completamente involuntaria y constituye, por lo que a los
animales se refiere, un hecho accidental. Pero cuanto más se alejan los hombres de los
animales, más adquiere su influencia sobre la naturaleza el carácter de una acción
intencional y planeada, cuyo fin es lograr objetivos proyectados de antemano. Los
animales destrozan la vegetación del lugar sin darse cuenta de lo que hacen. Los
hombres, en cambio, cuando destruyen la vegetación lo hacen con el fin de utilizar la
superficie que queda libre para sembrar cereales, plantar árboles o cultivar la vid,
conscientes de que la cosecha que obtengan superará varias veces lo sembrado por ellos.
El hombre traslada de un país a otro plantas útiles y animales domésticos modificando
así la flora y la fauna de continentes enteros. Más aún; las plantas y los animales,
cultivadas aquéllas y criados éstos en condiciones artificiales, sufren tales
modificaciones bajo la influencia de la mano del hombre que se vuelven irreconocibles.
Hasta hoy día no han sido hallados aún los antepasados silvestres de nuestros cultivos
cerealistas. Aún no ha sido resuelta la cuestión de saber cuál es el animal que ha dado
origen a nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a las actuales razas de
caballos, también tan numerosas.
Por lo demás, de suyo se comprende que no tenemos la intención de negar a los
animales la facultad de actuar en forma planificada, de un modo premeditado. Por el
contrario, la acción planificada existe en germen dondequiera que el protoplasma -la
albúmina viva- exista y reaccione, es decir, realice determinados movimientos, aunque
sean los más simples, en respuesta a determinados estímulos del exterior. Esta reacción
se produce, no digamos ya en la célula nerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula
de ninguna clase. El acto mediante el cual las plantas insectívoras se apoderan de su
presa, aparece también, hasta cierto punto, como un acto planeado, aunque se realice de
un modo totalmente inconsciente. La facultad de realizar actos conscientes y
premeditados se desarrolla en los animales en correspondencia con el desarrollo del
sistema nervioso, y adquiere ya en los mamíferos un nivel bastante elevado. Durante la
caza inglesa de la zorra puede observarse siempre la infalibilidad con que la zorra utiliza
19
su perfecto conocimiento del lugar para ocultarse a sus perseguidores, y lo bien que
conoce y sabe aprovechar todas las ventajas del terreno para despistarlos. Entre nuestros
animales domésticos, que han llegado a un grado más alto de desarrollo gracias a su
convivencia con el hombre, pueden observarse a diario actos de astucia, equiparables a
los de los niños, pues lo mismo que el desarrollo del embrión humano en el claustro
materno es una repetición abreviada de toda la historia del desarrollo físico seguido a
través de millones de años por nuestros antepasados del reino animal, a partir del
gusano, así también el desarrollo mental del niño representa una repetición, aún más
abreviada, del desarrollo intelectual de esos mismos antepasados, en todo caso de los
menos remotos. Pero ni un solo acto planificado de ningún animal ha podido imprimir
en la naturaleza el sello de su voluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo.
Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza
exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella. El hombre, en cambio,
modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y ésta es, en última
instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales,
diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo.e
Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre
la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza.
Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por
nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas,
totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los hombres que en
Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener
tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los
centros de acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las bases de la actual
aridez de esas tierras. Los italianos de los Alpes, que talaron en las laderas meridionales
los bosques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas septentrionales, no tenía
idea de que con ello destruían las raíces de la industria lechera en su región; y mucho
menos podían prever que, al proceder así, dejaban la mayor parte del año sin agua sus
fuentes de montaña, con lo que les permitían, al llegar el período de las lluvias, vomitar
con tanta mayor furia sus torrentes sobre la planicie. Los que difundieron el cultivo de la
patata en Europa no sabían que con este tubérculo farináceo difundían a la vez la
escrofulosis. Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la
naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistador sobre el pueblo
conquistado, que no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que
nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la
naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en
que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas
adecuadamente.
En efecto, cada día aprendemos a comprender mejor las leyes de la naturaleza y
a conocer tanto los efectos inmediatos como las consecuencias remotas de nuestra
intromisión en el curso natural de su desarrollo. Sobre todo después de los grandes
progresos logrados en este siglo por las Ciencias Naturales, nos hallamos en
condiciones de prever, y, por tanto, de controlar cada vez mejor las remotas
consecuencias naturales de nuestros actos en la producción, por lo menos de los más
corrientes. Y cuanto más sea esto una realidad, más sentirán y comprenderán los
hombres su unidad con la naturaleza, y más inconcebible será esa idea absurda y
antinatural de la antítesis entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma
e
Acotación al margen: «Ennoblecimiento».
20
y el cuerpo, idea que empieza a difundirse por Europa a raíz de la decadencia de la
antigüedad clásica y que adquiere su máximo desenvolvimiento en el cristianismo.
Mas, si han sido precisos miles de años para que el hombre aprendiera en cierto
grado a prever las remotas consecuencias naturales de sus actos dirigidos a la
producción, mucho más le costó aprender a calcular las remotas consecuencias sociales
de esos mismos actos. Ya hemos hablado más arriba de la patata y de sus consecuencias
en cuanto a la difusión de la escrofulosis: Pero, ¿qué importancia puede tener la
escrofulosis comparada con los efectos que sobre las condiciones de vida de las masas
del pueblo de países enteros ha tenido la reducción de la dieta de los trabajadores a
simples patatas, con el hambre que se extendió en 1847 por Irlanda a consecuencia de
una enfermedad de este tubérculo, y que llevó a la tumba a un millón de irlandeses que
se alimentaban exclusivamente o casi exclusivamente de patatas y obligó a emigrar
allende el océano a otros dos millones? Cuando los árabes aprendieron a destilar el
alcohol, ni siquiera se les ocurrió pensar que habían creado una de las armas principales
con que habría de ser exterminada la población indígena del continente americano, aún
desconocido, en aquel entonces. Y cuando Colón descubrió más tarde América, no sabía
que a la vez daba nueva vida a la esclavitud, desaparecida desde hacía mucho tiempo en
Europa, y sentaba las bases de la trata de negros. Los hombres que en los siglos XVII y
XVIII trabajaron para crear la máquina de vapor, no sospechaban que estaban creando
un instrumento que habría de subvertir, más que ningún otro, las condiciones sociales en
todo el mundo, y que, sobre todo en Europa, al concentrar la riqueza en manos de una
minoría y al privar de toda propiedad a la inmensa mayoría de la población, habría de
proporcionar primero el dominio social y político a la burguesía y provocar después la
lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, lucha que sólo puede terminar con el
derrocamiento de la burguesía y la abolición de todos los antagonismos de clase. Pero
también aquí, aprovechando una experiencia larga, y a veces cruel, confrontando y
analizando los materiales proporcionados por la historia, vamos aprendiendo poco a
poco a conocer las consecuencias sociales indirectas y más remotas de nuestros actos en
la producción, lo que nos permite extender también a estas consecuencias nuestro
dominio y nuestro control.
Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple
conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de
producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente.
Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban
el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No hacían el menor caso
de las consecuencias remotas, que sólo aparecen más tarde y cuyo efecto se manifiesta
únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual. La primitiva
propiedad comunal de la tierra correspondía, por un lado, a un estado de desarrollo de
los hombres en el que el horizonte de éstos quedaba limitado, por lo general, a las cosas
más inmediatas, y presuponía, por otro lado, cierto excedente de tierras libres, que
ofrecía cierto margen para neutralizar los posibles resultados adversos de ésta economía
positiva. Al agotarse el excedente de tierras libres, comenzó la decadencia de la
propiedad comunal. Todas las formas más elevadas de producción que vinieron después
condujeron a la división de la población en clases diferentes y, por tanto, al
antagonismo entre las clases dominantes y las clases oprimidas. En consecuencia, los
intereses de las clases dominantes se convirtieron en el elemento propulsor de la
producción, en cuanto ésta no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia
de los oprimidos. Donde esto halla su expresión más acabada es en el modo de
producción capitalista que prevalece hoy en la Europa Occidental. Los capitalistas
individuales, que dominan la producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la
21
utilidad más inmediata de sus actos. Más aún; incluso ésta misma utilidad -por cuanto se
trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada- pasa por completo a segundo
plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la venta.
* * *
***
Aquí se interrumpe el manuscrito. (Nota de la Edit.)
22
Autor: José Paschoal Rossetti
Obra: Introducción a la Economía
Tema: “La división del Trabajo y lo
Flujos Real y Monetario”
Paginas: 151-152
SUBCAPITULO 8.3
LA DIVISION DEL TRABAJO Y LOS FLUJOS REAL Y MONETARIO
Los flujos que acabamos de describir y que explican la interrelación entre los diferentes
elementos que componen el cuadro de la actividad económica están directamente
relacionados con la especialización y la diferenciación de las funciones individuales.
Originados en la necesidad de una mayor eficiencia, ellos explican, básicamente, la
sistemática división del trabajo.
A pesar de haber sido practicada en gran escala sólo después de la Revolución
Industrial del siglo XVIII, esta sistemática división del trabajo constituye una de las más
antiguas conquistas del conocimiento económico de los pueblos. En todas las épocas de
la historia universal, para darle una mayor eficiencia a la solución de sus problemas
económicos fundamentales, las sociedades siempre recurrieron a los principios de la
especialización. Incluso los pueblos primitivos no desconocían las ventajas de tal
expediente. “Los (flacos) cazaban, los gordos pescaban y los expertos eran curanderos”,
señala Samuelson jocosamente.
Al pasar el tiempo, el recurso de la especialización se acentuó cada vez más.
Poco a poco, fueron desapareciendo los antiguos sistemas de economías cerradas y
autosuficientes. Paulatinamente, las técnicas rudimentarias cedieron lugar a la
tecnología avanzada de producción, hasta que la fuerza de trabajo de los sistemas
económicos pasó a integrarse por responsables de un sinnúmero de tareas altamente
especializadas e interdependientes.
Hoy, cada día que pasa, el universo de las unidades de producción se enriquece
con el surgimiento de nuevas empresas, que proveen al mercado de bienes y servicios
de un creciente y diversificado volumen de producción. Basados en la división del
trabajo, los sistemas económicos contemporáneos integran complejas redes de
actividad. En la desorientadora realidad económica del mundo en que vivimos, cada
unidad familiar se dedica a una insignificante parte de la actividad productiva. Cada uno
de nosotros forma una pequeña parte del todo y recibe una remuneración teóricamente
compatible con la importancia de la actividad desarrollada. El estibador de Santos, el
metalúrgico de Volta Redonda, el ganadero de Campo Grande y el citricultor de la
Araraquarense desempeñan tareas aparentemente aisladas pero se que integran y se
complementan en el cuadro general de la actividad económica interna. Uno depende del
otro, y cada cual, al desarrollar su tarea, adquiere junto a la sociedad el derecho de
disfrutar de cierta proporción de la producción global. Ese derecho, como vimos, se
caracteriza por la remuneración recibida. Y con ésta cada cual adquiere los bienes y
servicios finalmente disponibles en el mercado.
El funcionamiento de ese mecanismo no choca con presupuestos
político-ideológicos. Dicho mecanismo constituye –universalmente- una de las
principales armas para la lucha contra la escasez y para la solución de las cuestiones
económicas fundamentales. Tanto en las economías de libre empresa capitalista, como
en las socialistas, el esfuerzo colectivo está basado en la especialización de las
funciones individuales. Aquí, como allá, las unidades familiares y de producción se
23
intercomplementan a través de los flujos fundamentales de la producción y de la renta,
formando indescriptibles sucesiones de operaciones económicas interdependientes.
Esas operaciones son posibles por la utilización de la moneda y son orientadas
por el sistema de precios. La moneda hace posible el sistema de cambios, así como la
denominación común de los valores de los bienes y servicios producidos. A través del
sistema de precios se orientan las actividades de la producción, determinándose no solo
las cantidades posibles que deben ser producidas de cada uno de los bienes y servicios
sino también cuáles son efectivamente deseados por la sociedad. Asimismo el sistema
de precios es el que orienta a las empresas en la solución de las cuestiones tecnológicas,
indicando, también, la manera en que debe ser repartido el producto global realizado por
los agentes de la actividad económica.
Para comprender mejor estos conceptos fundamentales, examinaremos lo
concerniente a la formación del sistema de cambios y al surgimiento de la moneda, así
como su evolución y su función en las modernas economías. Con esto, ingresaremos al
terreno de la oferta y de la demanda, para estudiar la formación, el equilibrio, los
movimientos y las funciones de los precios en los sistemas económicos.
24
Autor: Diego Azqueta Oyarzun
Obra: Introducción a la Economía Ambiental
Tema: “Los problemas Ambientales”
Páginas: 1-20
CAPÍTULO UNO
LOS PROBLEMAS AMBIENTALES
Los problemas ambientales constituyen el objeto de estudio del presente libro. Sin
embargo, siendo éste un texto de economía, y economista quien lo escribe, no puede
aspirar a presentar una información exhaustiva y completa de los mismos, ni siquiera
como primera aproximación al tema: para ello están los manuales e informes
especializados. Lo que sí interesa, desde la perspectiva de la economía ambiental, es
caracterizar los problemas más relevantes en este ámbito, en función de una serie de
variables que tienen una incidencia clara sobre la aplicabilidad de las herramientas del
análisis económico a una mejor gestión de los mismos. Con este propósito en mente, el
presente capítulo está estructurado como sigue. En primer lugar, se recuerda el
inventario de los que están considerados como los principales problemas ambientales a
los que se enfrenta la humanidad en la actualidad. Se añadirá, en su caso, el tipo de
instrumentos normativos (convenios, protocolos, conferencias, etc.), que se han ido
discutiendo y aprobando, para proveer a los distintos agentes involucrados en
resolverlos, de un marco normativo supranacional en el que abordar su solución. Esta
primera fotografía de los problemas se disecciona, en un segundo epígrafe, para
introducir en ella una taxonomía que tome en cuenta la diversidad y el número de
actores afectados, tanto desde el punto de vista de la génesis de los problemas, como de
las consecuencias de los mismos. A continuación, se contemplan algunas características
diferenciales de los distintos problemas ambientales, en función de las particularidades
de las fuentes que los originan, su distribución en el espacio, su permanencia en el
tiempo y la reversibilidad de sus impactos. El tercer epígrafe llama la atención sobre la
conveniencia de contar con la información que los datos existentes proporcionan sobre
la evolución de estos problemas, y su relación con algunas de las variables
macroeconómicas más significativas. El establecimiento de algunas relaciones de
dependencia recíproca entre la evolución de las variables ambientales y las económicas,
fundamentalmente la renta per cápita, permitiría distinguir, en una primera
aproximación, los problemas ambientales ligados a la pobreza y el subdesarrollo, de
aquellos que caracterizan a las llamadas, empleando la expresión de Kenneth Galbraith,
«sociedades opulentas». Como será habitual a lo largo del libro, el capítulo se cerrará
con un resumen y una nota para consultas adicionales.
25
En la línea apuntada, una reciente publicación institucional, al hacer el diagnóstico
de la situación del medio ambiente en el mundo, presentaba el siguiente catálogo de
problemas ambientales (PNUMA, 2000):
f «Los principales gases con efecto invernadero son: vapor de agua. dióxido de carbono (CO,), metano (CH,),
ozono (03), óxido nitroso (N,O), clorofluorocarbonos (CFC-] 1 Y 12) Y halones. De todos estos gases es el CO, el que
se encuentra en mayor proporción en la atmósfera, pero como su efectividad en la captura de la radiación no es muy
elevada, se estima que sólo interviene en la mitad del calentamiento total. Los gases de mayor efectividad son los
CFC cuyas moléculas tienen una capacidad para absorber la radiación infrarroja siete mil veces superior a la del
CO,» (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 29).
26
Con respecto a los intentos de solución de este problema, vale la pena señalar que en
1979 se celebró la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima, yen 1988 .el Programa
de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), junto con la Organización
Mundial de Meteorología (OMM) y el Consejo Internacional de Uniones Científicas
(ICSU) pusieron en marcha el ya' mencionado Panel Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático (IPCC). Los primeros resultados de sus trabajos, aparecieron
dos años más tarde, en 1990, año asimismo de la Segunda Conferencia Mundial sobre el
Clima. De resultas de todo ello, en 1992, y en el marco de la Cumbre de la Tierra
celebrada en Río de Janeiro, se aprobó el Convenio Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático, firmado por 155 países, y que entró en vigor en 1994. En la
Tercera Conferencia de las Partes del Convenio, se aprueba el conocido Protocolo de
Kioto (1997), en el que se pretende abordar de manera ya decidida el problema del
cambio climático, introduciendo una serie de objetivos cuantitativos. Las subsiguientes
Conferencias de las Partes han tratado de arbitrar algún tipo de solución al problema,
con escaso éxito hasta el momento. En el Capítulo 12 se analizarán con más detalle los
aspectos principales del Protocolo. Desgraciadamente, la inercia del sistema climático
lleva a que cualquier medida que se adopte en un momento determinado tarde bastantes
años en traducirse en algún tipo de cambio. Si a ello se añade que los objetivos
propuestos en el Protocolo de Kioto son más bien modestos, y están lejos de ser
alcanzados, las perspectivas no pueden ser muy optimistas.g
La capa de ozono, situada a una altura que oscila entre los 20 y los 55 km de la
superficie de la Tierra, actúa como una especie de escudo protector que absorbe
una parte de las radiaciones ultravioletas procedentes del Sol. Sin embargo, a
comienzos de los años ochenta del siglo pasado, se detectaron los primeros
indicios de que esta capa protectora se estaba deteriorando. En septiembre de
1987, un informe de la NASA mostraba que había aparecido un agujero en
dicha capa, del tamaño de los Estados Unidos, en el que se había perdido el 97
por 100 del ozono original (Ministerio de Medio Ambiente, 1996). El motivo
aparente de esta pérdida de la capa de ozono era el incremento en la
concentración de cloro en la atmósfera, producto de las emisiones de
clorofluorocarbonos (CFC). Las consecuencias de este adelgazamiento, debido
a la producción, consumo y posterior liberación de sustancias agotadoras del
ozono (SAO), son de todos conocidas:
g «Aunque se alcancen todos los objetivos convenidos en Kioto. serán insignificantes los efectos para los niveles
de estabilización del dióxido de carbono en la atmósfera [ ... ]. Los modelos del ciclo del carbono indican que la
estabilización inmediata de la concentración atmosférica de CO, a su nivel actual de unos 360 ppm sólo se puede
conseguir si se reducen inmediatamente las emisiones en un 50 a 70 por 100 y se siguen reduciendo después»
(PNUMA, 2000, página 26).
27
asimismo, al equilibrio de distintos ecosistemas, al incidir sobre la
competencia de las plantas superiores, el grado en que éstas son
consumidas por los insectos y la susceptibilidad de las plantas a los
elementos patógenos.
Finalmente, la evidencia parece indicar que el adelgazamiento de la capa
de ozono está relacionado con el proceso de cambio climático. Por un
lado, debido a que la pérdida de ozono provoca un enfriamiento de la
baja estratosfera. Por otro, porque el carbono es un elemento importante
en la absorción de radiaciones UV.
ción internacional se ha dirigido hacia productos como el bromuro de metilo, utilizado como pesticida. so-
bre todo en cultivos bajo plástico (fresa, tomate, pimiento, etc.). La IX Conferencia de las Partes del Proto-
colo de Montreal aprobó su eliminación por parte de los países desarrollados en 2005, y por parte de los
países subdesarrollados diez años más tarde.
iLa causa fundamental de este aumento antrópico de la cantidad de nitrógeno es la utilización de fertilizantes de
nitrógeno inorgánico en la agricultura (60 por 100), teniendo en cuenta que las plantas sólo captan aproximadamente
la mitad del nitrógeno que reciben, y que el resto se pierde: en la atmósfera,' disuelto en las aguas de superficie o
absorbido por las aguas subterráneas. El cultivo de leguminosas (saja, guisantes, alfalfa) representa aproximadamente
el 25 por 100 del total del nitrógeno antrópico, y la quema de combustibles fósiles, el 12 por 100 (PNUMA, 2000,
página 28).
28
negativamente la fitodiversidad. El empobrecimiento progresivo puede dar por
resultado una disminución de los recursos pesqueros. La diversidad biológica de
los ecosistemas marinos se ve seriamente amenazada por la aparición de estas
llamadas marea marrón, o marea roja, de algas.
Desde otro punto de vista, los oligogases de base nitrogenada emitidos durante
la quema de combustibles fósiles (automóviles) constituyen un elemento
fundamental de la contaminación atmosférica. Los óxidos de nitrógeno (NOJ,
conjuntamente con los de azufre (SOx), y el amoniaco (NH3), son los
principales causantes de la lluvia ácidaj, cuyas consecuencias más nocivas se
hacen sentir en las zonas húmedas, los bosques y las tierras cultivadas: merma o
desaparición de poblaciones piscícolas, aumento de la acidez del suelo,
disminución de la calidad de los nutrientes, etc. Asimismo, en combinación con
ciertos hidrocarburos, y bajo el efecto de una fuerte insolación, dan lugar a
agentes oxidantes como el ozono, y a la aparición de las nieblas fotoquímicas,
muy nocivas para la salud y la productividad de los cultivos.
Las perspectivas futuras con respecto a la evolución del problema no son muy
halagûeñas. El crecimiento sostenido de la población previsible en el corto y medio
plazo, y la presión que dicho aumento ejerce sobre la producción agrícola,
probablemente se traduzcan en un incremento de la utilización de fertilizantes. Por otro
lado, el auge del transporte de personas y mercancías que acompaña a los fenómenos de
integración y especialización crecientes, también provocará un aumento de las
emisiones de óxidos de nitrógeno, por lo que es difícil ser muy optimista en cuanto a la
evolución de este problema en el futuro previsible, teniendo en cuenta que tampoco se
han dado pasos sustanciales para abordar la solución de este problema de una forma
multilateral y coordinada.
j Se considera «lluvia ácida» aquella cuyo pH es inferior a 5,6. Existen zonas enteras de Europa y el este de los
Estados Unidos con precipitaciones cuyo pH promedio es de 4,5 e incluso de 4: cuarenta veces más ácidas de lo que
serían con una atmósfera no contaminada. En total, se considera que están afectados por este problema más de medio
millón de km2 de bosques en el mundo (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 38).
29
1.1.4. La pérdida de diversidad biológicak
l
Con respecto a la medida de la diversidad biológica genética, se han utilizado tres indicadores:
- La diversidad de genotipos.
- La diversidad de alelos.
- La diversidad en la secuencia de pares de bases del ADN.
La medición de la diversidad de especies de un ecosistema se suele hacer con base en una muestra del territorio,
observando el número de especies presentes en el mismo y la distancia genética existente entre ellas.
Finalmente, la diversidad de ecosistemas es la más complicada de medir. aunque probablemente sea la variable más
operativa desde el punto de vista de la política ambiental. El lector interesado en los problemas que involucra la
medición de la diversidad biológica encontrará de gran utilidad el texto de Marrugan (1988).
30
tropicales húmedas, que cubren aproximadamente el 8 por 100 de la superficie del
planeta, son los hábitats más ricos, albergando más del 90 por 100 de las especies
mundiales. Al contrario de lo que ocurre en los trópicos, en las zonas templadas del
planeta las zonas de transición entre ecosistemas tienden a ser las más ricas en especies.
Una dificultad añadida en la problemática de la diversidad biológica es que se
desconocen los umbrales críticos a partir de los que la capacidad del ecosistema para
mantener su diversidad se pierde de manera exponencial y frecuentemente irreversible.
En otras palabras, un ecosistema no intervenido puede asumir pérdidas marginales de su
territorio sin que ello se traduzca en una modificación de su diversidad biológica. Si la
pérdida de territorio continúa, comenzará a erosionarse levemente esta riqueza. La
relación no es sin embargo lineal, de modo que, a partir de un cierto umbral, esta
pérdida puede resultar abrupta y catastrófica. Por ello es frecuente la identificación de
especies «llave», de cuya existencia depende la de muchas otras; de especies
«paraguas»; de especies «carismáticas»; y de especies «vulnerables». No puede
perderse de vista el hecho de que la incertidumbre anterior con respecto a la relación
existente entre la superficie del ecosistema y su capacidad de preservar la diversidad
biológica se halla agravada por el desconocimiento de la inmensa mayoría de las
especies existentes, cuya pérdida misma pasa desapercibida.
Las consecuencias de la pérdida de diversidad biológica, indeseable desde un
punto de vista intrínseco, ya han sido mencionadas. Van desde la amenaza al equilibrio
de los propios ecosistemas y su resistencia a las presiones, hasta el impacto que la
misma tiene sobre las posibilidades de investigación de la agronomía, industria
farmacéutica, etc. En definitiva: una pérdida de la capacidad de los ecosistemas para
proporcionar productos y servicios esenciales.
Como en el caso anterior, es difícil ser optimista con respecto a la evolución del
problema, debido a que las fuerzas que impulsan esta pérdida de diversidad biológica
están ligadas a la pobreza, al crecimiento de la población y al propio crecimiento
económico. Esto provoca la consiguiente expansión de la frontera agrícola,
fragmentación de hábitats y desarrollo de técnicas de agricultura intensiva de mayor
uniformidad genética, por un lado, y la creciente demanda de madera, tanto como
combustible como materia prima, por otro. El Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente señala asimismo que «la pérdida de diversidad biológica se debe a
políticas y sistemas económicos que no valoran adecuadamente el ambiente y sus
recursos, a sistemas jurídicos e institucionales que promueven una explotación
insostenible, y a la desigualdad en materia de propiedad y acceso a recursos naturales,
incluidos los beneficios obtenidos de su utilización» (PNUMA, op. cit., página 40).
Cabría añadir, para finalizar este epígrafe, que un problema estrechamente
relacionado con la pérdida de diversidad biológica es el de la seguridad biológica,
recogido en el Protocolo de Bioseguridad. En este contexto es en el que han aparecido
las dificultades inherentes a los Organismos Vivos Modificados (OYM) y, en particular,
a los productos transgénicosm.
31
ecológicos y ecosistemas: calentamiento atmosférico, adelgazamiento de la capa de
ozono, etc. Junto a estos problemas globales, la actividad antrópica supone la emisión a
la atmósfera de toda una serie de elementos que han deteriorado la calidad de ésta de
forma más localizada, pero igualmente perniciosa. Es el caso de la contaminación
generada por las emisiones de dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOx),
monóxido de carbono (CO), ozono (O3), plomo y partículas en suspensión, entre otros.
Las fuentes principales de emisión de estos contaminantes son la producción de energía
(dióxido de azufre), las emisiones de los vehículos de motor (monóxido de carbono,
óxidos de nitrógeno, plomo y partículas) y la producción industrial (Ministerio de
Medio Ambiente, 1996, página 37). En este apartado se pasa revista, brevemente, a la
problemática generada por esta contaminación en los grandes núcleos urbanos, sobre
todo del mundo subdesarrollado. Esta reviste dos formas fundamentales:
32
calidad del aire, salvo las excepciones ya apuntadas, tiende a mejorar en los países
desarrollados: las concentraciones de SO2 en áreas urbanas han descendido entre un 30
y un 75 por 100; las de plomo, un 85 por 100 en los Estados Unidos, y un 50 por 100 en
las grandes ciudades europeas; las de partículas en suspensión se han reducido
prácticamente a la mitad. Por el contrario, han aumentado las emisiones de óxidos de
nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, debido al incremento del tráfico rodado
(Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 42). En el otro extremo, la situación
empeora rápidamente en los países subdesarrollados. Dada la diferencia de nivel entre
unos y otros, y las pautas de! crecimiento demográfico y la pobreza, tampoco existen
aquí muchos motivos para el optimismo.
33
Adicionalmente, la sobreexplotación de los acuíferos refuerza el proceso de
intrusión de agua salada, desplazando hacia el inte110r la interfaz salina mar-
agua subterránea, que no sólo contamina el agua de pozos para el consumo
humano, sino que degrada la calidad de las tierras agrícolas costeras, hasta llevar
a su pérdida total.
34
desechos agrícolas, de aproximadamente la mitad de las emisiones a la atmósfera de
dióxido de carbono. Asimismo, la contaminación ácida que generan estas emisiones
supone un riesgo muy elevado para la salud de las poblaciones afectadasq. La pérdida de
estas masas boscosas (el 80 por 100 de los bosques que cubrían la Tierra ha sido
degradado de una u otra forma), junto con prácticas agrícolas equivocadas, el
sobrepastoreo y la urbanización, agrava los fenómenos de erosión y desertificación que
amenazan a las tierras secas, áridas y semiáridas del planeta. Cada año se pierden
25.000 millones de toneladas de capa superficial de materia orgánica, con el
consiguiente empobrecimiento del suelo, fenómeno que, afectando a unos 3.000
millones de hectáreas anuales, se calcula que genera unas pérdidas de más de 360 mil
millones de euros en el mismo lapso de tiempo. Estas tierras cubren el 40 por 100 de la
superficie terrestre, y su degradación amenaza directamente la supervivencia de 250
millones de personas, e, indirectamente, la de más de mil millones, que encuentran en
ellas su sustento. Las zonas amenazadas (las sabanas de África, las grandes llanuras y
pampas de América, las estepas de Europa Sudoriental y Asia, los territorios
despoblados de Australia y las márgenes del Mediterráneo: en total, 110 países), son
particularmente susceptibles a la erosión hídrica (provocada por lluvias infrecuentes y
torrenciales) y eólicar. Finalmente, a los fenómenos anteriores se suma la degradación
de las tierras debida a una deficiente gestión agrícola y de los recursos híd11cos, al uso
excesivo de fertilizantes y plaguicidas, al vertido incontrolado de desechos, y a la propia
contaminación atmosférica. El resultado de todo ello no es otro que una creciente
incapacidad de las regiones afectadas, muchas de ellas situadas en países
subdesarrollados, para alimentar a una población, por otro lado, creciente. Las Naciones
Unidas aprobaron en 1994 un Convenio para la Lucha contra la Desertización, que
introduce un enfoque regional al problema (el Anexo I cubre África; el n, Asia; el III,
América Latina y el Caribe; y el IV, el Mediterráneo Norte). Es un primer paso, en la
dirección correcta, pero que requiere de un desarrollo posterior muy intenso, que apenas
se está produciendo.
En primer lugar, los metales pesados: plomo, mercurio, etc. Su impacto negativo
sobre la salud de las personas, y su persistencia, son cada vez mejor conocidos,
así como su paso por la cadena trófica, lo que hace que se hayan adoptado
medidas para su control en cada vez mayor número de países.
En segundo lugar, los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), las
dioxinas y los furanoss Este segundo grupo de contaminantes genera una
q «La estimación de la precipitación ácida provocada por los incendios en Asia Sudoriental [en 1997] sugiere que 20
millones de personas corrieron el peligro de sufrir problemas respiratorios. El costo estimado para la salud de la
población ( ... ) fue de 1.400 millones de dólares, en su mayoría como consecuencia de problemas de salud a corto
plazo» (PNUMA. 2000, página 34).
r De acuerdo a los datos de la FAO, el 70 por 100 de los pastizales, el 40 por 100 de las tierras agrícolas de secano y
el 30 por 100 de las de regadío se encuentran amenazadas por la desertificación. En el continente africano la situación
es particularmente grave, ya que el 65 por 100 de las tierras agrícolas se encuentra afectado por este fenómeno. En
España, que contiene la mitad de la superficie europea afectada por el problema, el 18 por 100 del territorio se
encuentra sometido a una amenaza extrema, y el 43 por 100 a un nivel positivo de degradación.
35
preocupación creciente al irse descubriendo cada vez mayores impactos
negativos, y muy graves, de su presencia sobre la salud de las personas.
En tercer lugar, los residuos radiactivos, procedentes fundamentalmente de las
centrales nucleares de producción de energía eléctrica. La gestión adecuada de
estos residuos de alta actividad, a la vista de sus potenciales impactos negativos
sobre la salud de las personas y ecosistemas, y su larguísima vida (miles de
años), es un problema no resuelto todavía en la actualidad, y que probablemente
se agravará en el futuro inmediato como consecuencia del cierre y
desmantelamiento de las centrales nucleares que se van quedando obsoletas
(Ministerio de Medio Ambiente, 1996, página 124).
La preocupación sobre la salud del planeta está llevando a que cada vez se
investigue con mayor detenimiento el impacto de un creciente número de productos y
desechos sobre el equilibrio del ecosistema. Por un lado, esto es algo positivo, además
de justificado, ya que permitirá evitar algunos de los errores cometidos en el pasado.
Por otro, y dada la persistencia en el sistema de muchos de estos productos nocivos, hoy
todavía desconocidos o insuficientemente analizados, es de suponer que la Situación
que irá apareciendo en el próximo futuro no será demasiado brillante.
Al margen de los casos apuntados, tampoco se puede perder de vista la
problemática que genera la producción de residuos en sí misma, con independencia de
su carácter tóxico o peligroso. La creciente generación de basuras, en efecto, supone la
necesidad de un tratamiento adecuado de las mismas que requiere de unos recursos,
terrenos, energía, etc., crecientes: más del 60 por 100 de los residuos urbanos generados
en Europa Occidental y los Estados Unidos son depositados en vertederos, mientras que
el 50 por 100 de los residuos municipales de países como Japón, Suecia y Suiza son
incinerados. Muchos de estos residuos depositados en vertederos, aun cuando no sean
tóxicos o peligrosos, terminan contaminando el aire, el suelo y los acuíferos por
lixiviación: es el caso de los compuestos nitrogenados, clorados y orgánicos, los gases
generados por la biodegradación, la eutrofización del medio hídrico ya mencionada, etc.
Cuando se opta por la incineración, y ésta no se lleva a cabo en condiciones adecuadas,
además de la producción de cenizas y escorias se emiten a la atmósfera furanos y
dioxinas altamente tóxicos.
Por último, es necesario mencionar la relevancia que reviste, en este contexto, el
comercio internacional de residuos y, más concretamente, su exportación por parte de
los países adelantados a los países subdesarrollados. «Según estimaciones de la OCDE,
a finales de la década de los ochenta se exportaron anualmente un millón de toneladas
de residuos peligrosos para su eliminación en el mar, de 250.000 a 450.000 para
reciclado y 700.000 para su eliminación en un país distinto al de origen. En el contexto
europeo de la OCDE, más de dos millones de toneladas de residuos peligrosos
atraviesan anualmente las fronteras de los países europeos de la OCDE» (en dirección
Oeste-Este). Junto a un comercio legal de residuos existe, sin embargo, un tráfico ilegal,
sobre todo de los considerados tóxicos y peligrosos, que pone en peligro la salud, el
medio ambiente y el desarrollo de los países subdesarrollados, que los reciben sin las
medidas de control ni la tecnología adecuadas (Ministerio de Medio Ambiente, 1996,
páginas 126 y siguientes). Estos abusos han llevado a que, como se analizará con más
sLa lista completa incluye 12 productos: aldrín. clordano, DDT, clieldrín, dioxinas, endrín, furanos, heptacloro,
hexaclorobenceno, mirex, policlorobifeniles (PCB) y toxafenos. La conferencia paneuropea de Aarhus (1998), en la
que participaron 52 países, aprobó un Protocolo para la eliminación de 10 de ellos: se excluía de la prohibición el
DDT, siempre y cuando su utilización se encaminara a combatir los vectores de transmisión de enfermedades, y no
existiera sustitutivo ambientalmente menos perjudicial.
36
detalle en el Capítulo 12, este comercio esté fuertemente restringido a partir del
Convenio de Basilea (1989).
37
Asia, las regiones costeras de África y las naciones insulares (Ministerio de Medio
Ambiente, 1996, página 57).
Los problemas ambientales pueden ser clasificados con arreglo a multitud de criterios.
Desde el punto de vista de su gestión, sin embargo, algunos de ellos son particularmente
relevantes. En primer lugar, el que hace referencia a la cobertura geográfica de sus
efectos y, como consecuencia, al tipo de agente llamado a resolverlos:
38
de incidencia, en las siguientes categorías:
39
exista una autoridad con capacidad de coerción sobre los agentes causantes del
problema. No quiere ello decir que éste se encuentre ya resuelto, pero sí que su
eventual solución se plantea en un marco distinto: será necesario que la
autoridad conozca de la existencia del problema y de sus principales
características (sobre todo con respecto a las actividades económicas que se
encuentran en su origen), así como que cuente con la voluntad política y el
poder social suficiente para resolverlo. Sin embargo, una vez definida la
solución, el problema que se plantea aparecerá en términos de las inversiones
necesarias para hacer cumplir las directrices emanadas del organismo
competente a agentes sometidos a su autoridad.
Problemas locales. Finalmente, aparece el grupo de problemas ambientales cuyo
nivel de dispersión geográfica es muy limitado, y concentran por tanto sus
efectos en un espacio muy reducido. Es el caso, por ejemplo, de la mayoría de
las expresiones de la contaminación acústica y lumínica, de algunas
manifestaciones de contaminación atmosférica e hídrica, así como de suelos. Al
igual que en el caso anterior, la autoridad ambiental correspondiente
(ayuntamiento, comunidad autónoma) se enfrentará al problema de diseñar el
conjunto de mediadas de política ambiental sectorial más eficiente (regulación,
permisos, tasas, etc.) y tomar las previsiones necesarias para controlar el
comportamiento de los agentes afectados y hacer cumplir lo estipulado bajo la
amenaza de las sanciones correspondientes.
40
compromiso que altere el comportamiento de los agentes implicados.
Tabla 1.1
Fuentes Fijas Móviles
Numerosas Calefacciones Automóviles
Pocas Centrales térmicas Quema incontrolada de
materia orgánica
En tercer lugar, conviene distinguir aquellas agresiones al medio ambiente que tienen
un carácter permanente, o muy duradero, como las emisiones de ciertos gases-traza
cuya permanencia en la atmósfera se mide por décadas, de aquellas otras que tienen una
duración muy limitada o desaparecen prácticamente al instante, como algunos casos de
contaminación acústicau Algunos autores distinguen, en este mismo sentido, entre
contaminantes flujo, que son asimilados rápidamente por el medio; y los contaminantes
fondo, que tienden a permanecer largo tiempo en él, sin ser eliminados o transformados
en sustancias menos nocivas (Kolstad, 2000, página 164). Especial relieve adquieren
u Los CFC, causantes como se vio del adelgazamiento de la capa de ozono, tardan, una vez emitidos, entre diez y
quince años en llegar a la atmósfera. Su vida media es bastante larga: el CFC-l 1, uno de los más utilizados, dura un
promedio de 78 años, mientras que el CFC-12, asimismo de uso generalizado, 139 años, El más longevo es el CFC-
115, que tiene una vida media de 380 años, El dióxido de carbono y el óxido nitroso también tienen una vida media
alta (100 y 170 años, respectivamente). Los halocarburos oscilan entre los 60 y los 100 años, mientras que el metano
tiende a durar unos 10 años. En el extremo opuesto se encuentran el monóxido de carbono (meses), los NO, (días) y
el dióxido de azufre (días-semanas) (Ministerio de Medio Ambiente, 1996, páginas 35 y 37).
41
aquellos tipos de degradación ambiental que generan consecuencias irreversibles, como
es el caso de la pérdida de diversidad biológica.
En el campo del análisis económico se ha insistido con frecuencia en que tan importante
como el valor de una variable, absoluto y relativo, es su tendencia: tan importante, si no
más, que saber si el nivel de paro es más o menos alto, es conocer si está subiendo o
bajando. La misma apreciación es aplicable a la situación ambiental. Por ello, un último
tipo de información relevante con respecto a los problemas ambientales, y a una
eventual solución de los mismos, es la relativa a su evolución: no sólo a su evolución
natural en el tiempo sino, sobre todo, a la posible vinculación de los cambios en la
situación ambiental con algunas variables económicas clave. En otras palabras: ¿existe
algún tipo de patrón identificable que relacione la situación con respecto al medio
ambiente en una sociedad determinada con algunas variables macroeconómicas?
¿Tienden a cambiar los problemas ambientales cuando cambia la situación económica
del país? ¿Son los mismos los problemas ambientales de las sociedades atrasadas que
los de las sociedades más adelantadas? ¿Resuelve el crecimiento económico los
problemas ambientales, los agrava o simplemente sustituye unos problemas por otros?
Éste es el tipo de preguntas cuya respuesta contiene una información sin duda valiosa
para una mejor gestión de la problemática ambiental. En efecto, el gestor que se
enfrenta a un determinado problema agradecerá que se le informe sobre si la presión
que lo origina tenderá a aumentar conforme cambia alguna característica económica
relevante (por ejemplo, la renta per cápita), cuya evolución además es previsible; o si,
por el contrario, esta evolución no parecerá introducir ningún cambio en la situación
ambiental o finalmente, si tenderá a aliviado.
Como se analizará con más detalle en el Capítulo 11, para intentar resolver los
interrogantes planteados, el procedimiento más utilizado ha sido el de obtener la
información correspondiente a la situación de un determinado problema ambiental, y
analizar la posibilidad de que pudiera establecerse una relación estadísticamente
significativa entre el valor de la variable ambiental objeto de estudio (la calidad del aire
o la generación de residuos sólidos urbanos, por ejemplo), y el valor de alguna variable
económica particularmente significativa. Dada la carencia de datos sobre la situación
ambiental en muchos contextos, sobre todo con una perspectiva histórica, no resulta
42
fácil establecer la existencia de este tipo de regularidades empíricas entre las variables
económicas y la evolución de los problemas ambientales, pero no cabe duda de que el
esfuerzo bien vale la pena, ya que puede ayudar a comprender mejor la génesis y
evolución de los distintos problemas ambientales, su vinculación con la situación de la
economía en general, y la percepción social con respecto a su importancia y gravedad.
De esta forma se conseguiría, en definitiva, hacer más eficiente el comportamiento de
las autoridades públicas llamadas a resolverlo.
1.4. RESUMEN
43
UNIDAD II. GENERALIDADES SOBRE LA CIENCIA ECONÓMICA
CAPITULO 2
DEFINICIONES, OBJETIVO, METODOLOGÍA Y LEYES DE LA ECONOMÍA
Primeras definiciones
En realidad, haya sido o no Aristóteles quien empleó esa expresión para designar la
compleja ciencia que hoy se ocupa del desarrollo, de la inflación, de los precios, del
desempleo, del nivel del ingreso social, de las recesiones y de la utilización total de los
escasos recursos del sistema económico, el hecho es que el notable discípulo de Platón
“es considerado el fundador de muchas ciencias y también -señala J. F. Bell- el primer
analista económico”. En su época, sin embargo, la economía fue considerada como la
ciencia de la administración de la comunidad doméstica. El núcleo de las ciencias
económicas, su campo de acción y. su definición se derivaron, entonces, de la
etimología de la palabra economía (del griego oikonomia, de oikos: casa, nomos: ley).
Se trataba pues, de una rama del conocimiento destinado a abarcar sólo el campo de las
comunidades familiares en su actividad económica, en sus más simples funciones de
producción y de distribución. Como la había definido Aristóteles, la economía era “la
ciencia del abastecimiento, que trata del arte de la adquisición”.
Desde la Antigüedad hasta el Renacimiento las cuestiones económicas
adquirieron gradualmente mayor importancia, con la aparición de formas de
organización más complejas que las del régimen primitivo de las comunidades
domésticas. En ese periodo se examinaron ampliamente los sistemas de propiedad
territorial, la servidumbre, la recaudación tributaría, de las corporaciones de
propietarios, de los artesanos, la organización y de las fraternidades, la exploración
precapitalista de las haciendas y hasta las cuestiones relacionadas con la concesión de
mercados, el comercio interregional, las aldeas y la acuñación y empleo de moneda.
44
Sin embargo, las dimensiones de la economía Únicamente se ampliaron en el
periodo posrrenacentista, cuando el desarrollo de los incipientes Estados naciones de
Francia, Alemania, Inglaterra, España y Portugal y, particularmente, con e!
descubrimiento de América impusieron la necesidad de que el análisis económico se
desligara de las cuestiones puramente éticas, a las que se mantuvieron unidas como por
un cordón umbilical y por las cuales se dejó eclipsar durante siglos. En ese nuevo
periodo, los mercantilistas desarrollaron diversos estudios sobre la administración de los
bienes y los ingresos del Estado, con lo que se abrió, en forma extraordinaria, el campo
de acción de la economía.
En esa nueva fase, debido a la ampliación de las dimensiones del mundo
económico y a la consolidación de la figura política del Estado-nación, la economía
pasó a ser considerada mucho más que una simple rama del conocimiento dedicada a la
administración de la comunidad doméstica. Sus funciones y dimensiones también se
ampliaron. En la mayoría de las obras de los escritores posrrenacentistas la economía se
definió como una rama del conocimiento esencialmente enfocada hacia una mejor
administración del Estado, con el objetivo central de promover su fortalecimiento.
Definiciones clásicas
Ese gran salto, sin embargo, no fue definitivo, pues en el siglo XVIII economía se
desarrolló e ingresó en su fase científica. En ese siglo, considerado como la Edad de la
razón o la época de la Ilustración, los pensadores trataron de reformular los principios
fundamentales de la economía. En 1758 y 1776 se publicaron dos importantes obras:
Tableau economique, de Francois Quesnay, y An inquiry into the nature and causes of
the wealth of nations, de Adam Smith (mejor conocida como The wealth of nations.
Tr.). Después de las obras de esos dos autores -fundadores de dos importantes escuelas
económicas en Francia y en Inglaterra-, los pensadores económicos quisieron dedicarse
al descubrimiento y análisis de los principios de las teorías y de las leyes que rigen en
cada uno de los tres grandes aspectos de la actividad económica: producción,
distribución y consumo de las riquezas.
Esos tres segmentos sentaron las bases de una nueva trilogía teórica, sobre la
cual, a partir de entonces, se fundaron las definiciones clásicas de la economía. Se
basaron en ella las definiciones del pastor Malthus, del financiero John Law, del
político Stuart Mill, del médico-economista Francois Quesnay, del banquero Richard
Cantillon, del bolsista David Ricardo y del teórico Jean Baptiste Say. Este último,
considerado como uno de los más notables representantes del clasicismo francés, en su
Traité d'economie politique, publicado en 1803, afirma: La economía política permite
conocer la naturaleza de la riqueza; de ese conocimiento de su naturaleza deduzco los
medios de su formación, el orden de su distribución y los fenómenos involucrados en su
destrucción, ejercida por medio del consumo. Las definiciones clásicas de la economía
se fundamentaron, además, en las tres divisiones básicas de la actividad económica. De
la formación al consumo de las riquezas, pasando por su distribución, toda la actividad
económica fue cuidadosamente clasificada, investigada y sometida a un coherente y
completo conjunto de principios, teorías y leyes. Esta nueva concepción indicó que las
ciencias económicas se habían liberado definitivamente de los patrones
posrrenacentistas, sin someterse sólo al requerimiento de los objetivos políticos del
Estado. A partir de las aperturas liberales desarrolladas en el siglo XVIII, la economía
se interesa por penetrar en cada uno de los aspectos de la actividad económica libre,
investigando los factores implicados en el proceso de formación de las riquezas,
45
examinando los aspectos relacionados con su distribución y llegando, finalmente, a
considerar la última etapa del consumo.
Esa mayor apertura se adecuaba al espíritu del cientificismo en el siglo XVIII.
La trilogía Producción, distribución y consumo, en lugar de considerar los momentos
esenciales de la actividad económica, intentó profundizar en la investigación científica
de la vida económica. Además, desde tales perspectivas las ciencias económicas
experimentaron un extraordinario desarrollo, como una rama del conocimiento enfocada
hacia la percepción y al análisis, sobre todo, en aspectos relacionados con la riqueza.
El acceso socialista
46
simplemente como el reverso de la producción. La estructura de la distribución
se determina por la estructura de la producción".
Concluyendo: mientras que las relaciones de producción dependen del nivel
histórico de las fuerzas productivas, o sea, de la actuación social del hombre en
el trato con la naturaleza, las relaciones de distribución dependen de las
relaciones de producción. La manera como se opera la distribución de los
productos en la sociedad se determina por la manera de cómo los hombres
participan en el proceso de Producción.
El estudio de las leyes sociales que regulan la producción y la distribución de
los medios materiales destinados a satisfacer las necesidades humanas, resume
el campo del que se ocupa la economía.
Compendio Neoclásico
Las necesidades y los deseos humanos son innumerables y de varios tipos. Sólo
en etapas primitivas de la civilización son susceptibles de ser satisfechos. En
verdad, el hombre no civilizado no tiene más necesidades que las de un animal,
pero a medida que va progresando, éstas aumentan y se diversifican al mismo
tiempo que surgen métodos capaces de satisfacerlas.
Los cambios en las etapas culturales de las sociedades organizadas, implican
mayor. cantidad y diversidad de servicios. La economía examina la acción
individual y social en sus aspectos ligados más estrictamente a la obtención y
uso de los elementos materiales de bienestar. Por un lado, es un estudio de la
riqueza y por el otro, que es más importante, es una parte del estudio del
hombre.
La economía es el estudio de los hombres tal como viven, actúan y piensan en
los asuntos normales de la vida. Pero expresan atención, principalmente a los
motivos que los afectan, de modo intenso y constante, la conducta del hombre en
el trato con las cuestiones que interfieren en su riqueza y en las condiciones
materiales de su bienestar.
47
fue para discutir aspectos éticos ligados a la conducta humana y a las formas de
organización de la sociedad que podrían ampliarse o disminuirse, en función del
proceso distributivo, el número de los que tienen, de hecho, acceso a las condiciones
materiales posibles de alcanzarse en una cierta etapa cultural. Rasgos de la organización
social como la libertad de empresa y la competencia, fueron analizadas bajo el punto de
vista de su influencia en la generación y difusión de bienestar social. De ahí se
derivaron algunas de sus más contundentes observaciones sobre el carácter social de la
economía. Entre la más nombrada sobresale: “En un mundo en el cual todos los
hombres fueran perfectamente virtuosos, todos pensarían sólo en sus deberes y nadie
desearía tener un volumen de comodidad mayor que el de sus vecinos. Los más fuertes,
fácilmente soportarían el bulto más pesado y admitirían que sus vecinos más débiles,
aún produciendo menos elevarían su consumo. Felices con esa manera de pensar,
trabajarían para el bien general con toda la energía, espíritu creativo en la iniciativa que
tuvieran”. Pero la historia en general, y especialmente la de los riesgos socialistas
mostrarían que los hombres comunes raramente son capaces de un ideal altruista por un
tiempo considerable. Pero, en contraparte, tienen una capacidad de servicio
desinteresado mucho mayor de la que demostraron. Y la competencia por su parte, no
muestra sólo efectos perniciosos, sino que su proscripción podría ser más antisocial que
la propia. Por lo tanto, constituye el último fin de la economía, descubrir como se puede
combinar la latente actividad social de las virtudes humanas con las fuerzas de la
competencia para la promoción del bienestar social.
La perspectiva de Robbins
48
los actos de elección también se derivan, de hecho, de los recursos que puedan
movilizarse para diferentes fines, aunque sean escasos o limitados.
La primera lección que obtenemos de esa sistematización muestra respeto a la
economía de la acción humana. Esta se deriva de lo inevitable de elegir. Entre una
multiplicidad de opciones sobre las acciones que presumiblemente conducirán a la
generación y acumulación de las más variadas categorías de riqueza y a las más diversas
etapas de prosperidad y bienestar, el hombre está actuando económicamente cuando
procede a una elección determinada. Sea cual fuere esta elección, conducirá:
49
su contenido principal. Al ocuparse de las condiciones generales de bienestar, el estudio
de la economía incluye la organización social que implica la distribución de recursos
escasos entre necesidades humanas alternativas y el uso de esos recursos con la
finalidad de satisfacerlas en un nivel óptimo (Richard H. Leftwich).
Se insertan en esta misma línea de definiciones de otros autores contemporáneos
significativos. Veamos tres de ellos.
Paul A. Samuelson:
La economía es la ciencia que se preocupa por el estudio de las leyes económicas que
indican el camino que se debe seguir para que sea mantenido un nivel elevado de
productividad, se mejoren las condiciones de vida de las poblaciones y se empleen
correctamente los escasos recursos.
Raymond Barre:
La economía es la ciencia dirigida a la administración de los escasos recursos de las
sociedades humanas; estudia las formas que adopta el comportamiento humano en el
uso, con un costo, de los recursos del mundo exterior, en la tensión existente entre los
deseos ilimitados y los medios limitados de los agentes de la actividad económica.
Stonier y Hague:
Si no hubiera escasez ni la necesidad de distribuir los bienes entre los hombres, no
existirían tampoco sistemas económicos y menos aún economía. La economía es
fundamentalmente el estudio de la escasez y de los problemas de la distribución.
La economía es el estudio de, 1os Las necesidades humanas son Las sociedades tienen objetivos
hombres, de sus ideas y vida determinadas por el aprendizaje múltiples, ilimitados, pero carecen
cotidiana cultural de la sociedad de los medios necesarios. La
conducta económica consiste en
elegir entre fines posibles y medios
insuficientes para lograrlos
El fin último que cu ida la economía La distribución de ese proceso se Medios escasos, fines alternativos,
consiste en descubrir cómo las completa con una distribución del elección y
virtudes humanas y la concordancia producto social localización verdadero a los
pueden conducir al bienestar social elementos a partir de los cuales se
define el campo de que se ocupa la
economía
50
2.2 EL OBJETO DE LA ECONOMÍA:
SU EVOLUCIÓN Y POSICIÓN ACTUAL
Keynes, sin embargo, adoptó un tercer camino al intentar demostrar que el objeto de la
economía debía centrarse en la investigación de las fuerzas que gobiernan el volumen
de la producción y del empleo en su conjunto.
En cierto sentido, Keynes retomó uno de los caminos clásicos, para colocarse en
el plano de la producción; incluso superó el plano de Adam Smith, al tratar
específicamente de los factores determinantes de las fluctuaciones del ingreso nacional
y del volumen de empleo, Viviendo la crisis de los años treinta, Keynes se orientó a
partir de entonces hacia el análisis de las fluctuaciones de la actividad económica como
objeto central de la economía. La corrección de los desajustes y desequilibrios parecía
ser, en efecto, la preocupación fundamental de las ciencias económicas en aquella
época.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el objeto de la economía sufrió una
nueva revisión. El análisis de las fluctuaciones, que ocupó una posición central en la
década de 1930, dio lugar al examen de las condiciones necesarias para la promoción
del desarrollo económico de los países. Al mismo tiempo, los economistas de todo el
mundo también se dedicaron al examen de la ampliación de los beneficios del progreso
en la colectividad empeñada en su promoción. En suma, mientras los teóricos del siglo
XVIII se interesaron en la formación de la riqueza y los del siglo XIX en su
distribución, los modernos economistas prefirieron dedicarse a un objeto doble,
resultando, por un lado, del estudio de las fluctuaciones de la actividad económica y de
la promoción del desarrollo y por otro lado, de las investigaciones sobre la distribución
de la riqueza.
Así, la posición más reciente parece ser, una síntesis de los enfoques de los
siglos anteriores. Los economistas contemporáneos estudian la producción de la riqueza
y del desarrollo, con el mismo empeño con el que se dedican a las cuestiones vinculadas
a la distribución. La promoción simultánea del progreso y de la distribución satisfactoria
de sus frutos parece ser un mismo objeto de la economía moderna. Las fluctuaciones de
51
la actividad económica (mediante la permanente búsqueda del equilibrio general de los
niveles de empleo y de los precios), aunque ya no tengan la importancia que les atribuyó
la década de los treinta, y en verdad no fueron, completamente separadas las
preocupaciones centrales de la ciencia económica. Sin embargo, el principal enfoque del
análisis contemporáneo, en particular en las economías aún no desarrolladas
satisfactoriamente, se dirige hacia el binomio desarrollo-distribución.
El tratamiento del binomio desarrollo-distribución, a nivel del enfoque central de
la economía contemporánea, se mantiene ligado a la bifurcación de escasos recursos y
necesidades ilimitadas, en las que se basan, como ya vimos, las definiciones
contemporáneas de la economía. La preocupación por el desarrollo está formalmente
ligada al aprovechamiento óptimo de los escasos recursos disponibles. Y la mayor
eficiencia en los dominios de la distribución está relacionada con la ampliación de los
resultados del desarrollo de las diversas condiciones sociales movilizadas en su
promoción; esto equivale a una interrelación formal entre la distribución y las
necesidades ilimitadas, ya que éstas últimas pueden ser atendidas progresivamente a
medida que las estructuras de la distribución de la riqueza pudieran ser más igualitarias.
Hay, además, nítidas relaciones formales entre las bases de las definiciones
contemporáneas y los fundamentos del binomio que parece ser uno mismo en la
economía moderna.
52
aspectos de la realidad, elabora hipótesis sobre el comportamiento de otros aspectos no
completamente conocidos, o sobre las relaciones entre los hechos conocidos y otros aún
desconocidos. Si las deducciones pueden ser posteriormente probadas por la
experiencia, son reales o factibles.
Así, se dirija hacia procesos inductivos o deductivos, la metodología de la
economía parte inevitablemente de la observación sistemática de la realidad, mediante
la cual se ordenan y clasifican los hechos, los fenómenos y los acontecimientos
normales de la actividad económica. De esa observación generalmente resulta la
comprobación de que hay cierto ordenamiento inherente a los hechos económicos. La
realidad no se describe a partir de un conjunto de procesos que acontecen caóticamente,
sino que parece estar sujeta a un determinado tipo de orden, registrándose cierta
uniformidad en las principales causas y consecuencias de cada uno de los fenómenos
clasificados por la observación.
Además, cuando se tratan estadísticamente, los hechos por lo general muestran
que la realidad económica se comporta en forma ordenada, observándose asimismo
ciertas relaciones funcionales de dependencia entre determinadas series de datos
ordenados históricamente. Entre los precios de los bienes y servicios y las
correspondientes cantidades analizadas, por citar un ejemplo, hay evidentes
correlaciones de esa naturaleza; el crecimiento del ingreso nacional mantiene claras
relaciones funcionales con la expansión del consumo agregado; mientras el nivel
general de empleo parece estar influido positivamente por la totalidad de las inversiones
realizadas. Esas relaciones causales, así como muchas otras, comprueban que los hechos
económicos no ocurren incidental o aisladamente, sino que son parte integrante de un
todo complejo, se manifiestan mediante cierta regularidad y de acuerdo con
determinados parámetros. Su comportamiento, sin embargo, si se observa
sistemáticamente, puede dar lugar a la elaboración de algunos principios generales, de
teorías, de leyes o de modelos que sirvan para representar simplificadamente la realidad
y para investigada en un nivel científico.
Así entendidos, los principios, las teorías, las leyes y los modelos económicos se
refieren esencialmente a la representación y a la interpretación de la realidad. Son
generalizaciones o comprobaciones de regularidades concernientes a las actividades de
los agentes económicos. Un modelo, por ejemplo, es un cuadro simplificado de la
realidad, una generalización abstracta de cómo ciertos procesos ocurren en la realidad.
Para su concepción, los economistas recurren a los principios que preceden a la
aparición de los hechos y a las teorías subyacentes, a los procesos que se representan;
recurren además a las leyes que explican las interrelaciones de las variables económicas
en consideración, procurando conjugar en un solo elemento todas las hipótesis relativas
a los mecanismos que gobiernan la realidad.
Todas las simplificaciones posibilitadas por los principios, teorías, leyes y
modelos económicos deben ser, sin embargo confrontadas permanentemente con la
realidad, para que sean validadas o elaboradas nuevamente de acuerdo con las nuevas
observaciones. Esta permanente interrelación de hechos y sus generalidades teóricas se
consideran vitales en el contexto metodológico de la economía.
Ninguna ciencia social -observa Herskovits- puede cumplir sus objetivos si
desatiende el principio de que los problemas sólo pueden ser juzgados con claridad y
los datos solamente pueden lograr una interpretación válida mediante la constante y
continua interrelación entre las hipótesis y los hechos.
Esa secuencia metodológica se encuentra esquematizada en la Figura 2-1. Como en ella
advierte, el proceso se origina en la observación sistemática de la realidad. En los
dominios de la investigación económica, la observación, la descripción y la
53
clasificación de los hechos son actividades preparatorias mediante las cuales lo que se
desea es alcanzar un conocimiento más profundo de la interdependencia de los
fenómenos económicos. A partir de ahí, el empleo del método inductivo, del deductivo
o de una combinación de ambos depende de la naturaleza de la investigación que se
pretende desarrollar. Ambos son igualmente útiles para la formulación de hipótesis
sobre las cuales se edificará la economía. Y en el ciclo que se renueva
permanentemente, todo el proceso se revitaliza por la observación continua de la
realidad. Esto es fundamental para validar los supuestos ya establecidos o para informar
sobre la necesidad de elaborados de nuevo.
54
de los factores que intervienen en el sistema bajo observación; la prueba en ese caso,
puede ser, en general, perfectamente controlada.
En el caso de la economía, no obstante, debido a su inserción en el campo de las
ciencias sociales, no siempre todos los factores que intervienen en determinado sistema
del proceso pueden ser aislados y mantenidos bajo riguroso control. De ahí que las leyes
de la economía deben entenderse como menos absolutas que las de las ciencias
experimentales. Sus agentes son hombres, seres racionales, capaces de influir
voluntariamente en la dirección y en la intensidad de los hechos en que participan.
Además, las condiciones sociales dentro de las cuales las leyes económicas son válidas,
se modifican constantemente, provocando acciones y reacciones inesperadas, toda vez
que el comportamiento humano puede asumir posiciones que no 'están situadas con
rigor dentro del campo de la normalidad previamente establecido.
En física, una ciencia experimental por excelencia, los principios, las leyes, las
teorías y los modelos explicativos del comportamiento de las fuerzas de la naturaleza
por lo general pueden ser determinados con alto grado de certeza. Las leyes de las
fuerzas gravitacionales y los principios de la termodinámica, por ejemplo, pueden ser
reducidas a rigurosas expresiones matemáticas. Las observaciones de laboratorio que
resultaron de esas expresiones pueden repetirse tantas veces como sea necesario para su
demostración completa. Además, existe la posibilidad de construir elementos complejos
para probar los principios y las leyes establecidas. En tales circunstancias, la
aproximación obtenida suele ser impresionante. La ley de la constancia de la velocidad
de la luz, por ejemplo, está establecida con un grado de precisión realmente asombroso:
c = (2 997 930 ± 0.000003) x 108 m/s donde el signo ± determina los límites dentro de
los cuales se conoce la velocidad c. Las medidas de magnitud en el campo de una
ciencia experimental como la física son igualmente susceptibles de notable exactitud.
Para las grandes y pequeñas magnitudes, las medidas pueden establecerse con un
reducido margen de error relativo. La distancia media de la Tierra al Sol, por ejemplo,
se estima en 149 597 900 kilómetros. Esos millones de kilómetros son datos con un
grado de certeza realmente impresionante. La medida es exacta. Pero aunque no lo fuese
y hubiera errores en los tres últimos guarismos, éstos serían necesariamente inferiores a
0.000007%, debido a la magnitud de los valores representados. Con equiparable grado
de certeza, la física llega a estimar distancias orbitales recorridas por electrones; en el
átomo de Bohr, la magnitud de esa distancia es estimada en 33.10-6 micrones. La
noción del tiempo en el campo de las ciencias experimentales puede también calcularse
con márgenes de error igualmente reducidos: el tiempo de vibración del sonido audible
más alto es igual a 10-4 segundos y, por citar un último ejemplo, las relaciones entre los
fenómenos naturales también pueden calcularse con precisión. Entre la temperatura
ambiente y la dilatación de los cuerpos, se calculan las posibles relaciones funcionales
de dependencia con elevado grado de certeza. Los termómetros de mercurio, con escalas
en décimas de grados centígrados, constituyen un ejemplo de la exactitud con que
pueden establecerse esas relaciones.
En la economía, una ciencia social, el tratamiento dado a fenómenos observados
y las leyes que resultan de ellos no alcanzan la exactitud numérica típica de las ciencias
experimentales. Las leyes económicas, tal vez en su mayoría, son cambiables en tiempo
y espacio y no tienen un exacto grado de precisión. No resultan de observaciones
realizadas en tubos de ensayo o probetas, con el auxilio de instrumentos de alta
precisión. E1aboratorio de la economía es la propia Saciedad humana, cuyo
comportamiento -por preciso que sea el orden inherente a los hechos observados- no
puede ser enteramente condicionado o controlado. No es posible aislar de la matriz
55
sociocultural en que esa sociedad se inserta, todos los cambiantes y complejos factores
que interfieren en su comportamiento.
Así, a pesar de la constancia y la uniformidad de los hechos que dieron origen a
las leyes económicas, éstas siempre deben ser tratadas como leyes sociales. Involucran
la acción combinada de varias tendencias y decisiones individuales independientes,
cuya cuantificación exacta no siempre es posible. Ésta es la razón fundamental por la
cual las leyes de la economía son menos precisas que las de las ciencias que tratan con
la naturaleza. Primero, porque las condiciones sociales en las que esas leyes son válidas,
pueden modificarse profundamente con el paso del tiempo. Segundo, porque las
uniformidades que les dieron origen siempre están sujetas a acentuadas e imponderables
oscilaciones.
Esto no quiere decir que las leyes de la economía estén privadas de
fundamentos. En realidad, lo que se afirma es que su grado de precisión no es
equiparable al que alcanzan las ciencias experimentales. La dilatación de los cuerpos
está en función de la temperatura ambiente. En el caso del termómetro de mercurio, esta
función es exactamente lineal y su grado de precisión es en verdad notable. En el campo
de la economía, hay muchos acontecimientos que pueden ser entendidos como
funciones de otros. Entre los precios y las cantidades demandadas de determinado
producto existe, por ejemplo, una relación funcional de dependencia que nos sugiere la
posibilidad de formular la llamada ley de la demanda: a medida que los precios se
reducen, las cantidades demandadas tienden a aumentar. En la hipótesis de intentar
comprobar experimentalmente esta ley, registrando los resultados en la gráfica
cartesiana en escala simple como de la Figura 2-2, se obtendrían una multitud de
puntos. En varios de los mercados en que se realizara el ensayo experimental, las
reacciones individuales serían las más diversas, pero la tendencia general confirmaría la
validez de la ley. A lo largo de la multitud de puntos obtenidos, podría ajustarse una
curva indicativa de la relación entre las dos variables en observación: precios y
cantidades demandadas. El comportamiento de un individuo podría no ajustarse a la
curva obtenida. No obstante, ésta representaría el lugar geométrico más probable de las
apariencias observadas. Estadísticamente, se habría confirmado la ley.
56
Para controles en términos agregados (considerando la suma del comportamiento
conjunto, global, de todos los individuos de un sistema dado), los resultados estadísticos
podrían ser ajustados con mayor perfección a una relación funcional. Es lo que ocurre,
por ejemplo, con la relación entre el ingreso personal disponible y el consumo agregado,
a lo largo de cada serie histórica de datos anuales como los del ejemplo en la Figura 2-3.
En la medida en que el ingreso personal disponible se eleva, el consumo agregado
también tiende a aumentar, aunque no en una misma proporción y sin una regularidad
lineal. Esto indica que existe una relación funcional de dependencia entre las dos
variables consideradas, que puede ser expresada por una recta teórica existente entre los
puntos reales observados. Una proyección de la recta obtenida sería una indicación
satisfactoria de los valores esperados para el consumo agregado, dados determinados
niveles futuros del ingreso personal disponible.
Los dos ejemplos que mostramos parecen ser suficientes para indicar que las
leyes económicas son leyes de probabilidad y no relaciones exactas. “Son leyes
hipotéticas y estadísticas, como señala Zamora. Hipotéticas, porque sólo se demuestran
si se reúnen las condiciones e hipótesis que se establecieron previamente para su
formulación. La realidad sólo funcionará en la forma prevista cuando no intervengan
causas perturbadoras de la constancia de la relación entre los elementos considerados
para la formulación de la ley bajo control. Estadísticas, porque siempre se refieren al
resultado global de una infinidad de hechos elementales, diversos e independientes,
cuyas características se distribuyen incidentalmente, aunque se entrelacen en su juego
simultáneo, determinando la uniformidad de medios estadísticos, demostrables
matemáticamente por el cálculo de probabilidades”.
Para concluir estas observaciones generales sobre la concepción y la naturaleza
de las leyes económicas, consideramos de extrema importancia apuntar algunas palabras
finales sobre la condición ceteris paribus y el sofisma de composición.
FIGURA 2-3 Relación entre los niveles de ingreso, personal disponible y del consumo
agregado
57
La condición ceteris paribus
Como hemos visto, que el aspecto hipotético y estadístico de las leyes económicas
índica que éstas sólo deben ser entendidas como válidas dentro de los límites de las
hipótesis simples que se han mencionado. Los dos casos que desarrollamos (implicando
la ley de la demanda y la función consumo) pueden considerarse como ejemplos típicos
de simplificación de la realidad, basados no en las acciones y reacciones de un agente
económico único y aislado, sino en el resultado estadístico de la observación del
comportamiento de un gran número de individuos.
Evidentemente, si observáramos las acciones y reacciones de un solo agente -un
consumidor individual, por ejemplo- no tendríamos la suficiente seguridad para
formular, con base en su comportamiento, una ley de demanda o una función de
consumo que pudieran generalizarse como válidas y representativas de la realidad. Para
una generalización y validación es necesario un número estadísticamente significativo
de observaciones. Algunas de éstas podrán ser atípicas, no situadas en las franjas de
normalidad definidas por el comportamiento del conjunto. Algunos consumidores
individuales podrán mantener inalteradas las cantidades demandadas de determinado
producto, además de que su precio sufra sucesivos cambios reales hacia arriba o hacia
abajo; otros, aun cuando tengan sus niveles reales de ingreso aumentados, podrán
mantener o, en ciertos casos incluso menos comunes, hasta reducir niveles usuales de
consumo. Estadísticamente, sin embargo, con base en un número mayor de
observaciones, esos comportamientos serán considerados atípicos, pues el conjunto
revelará, en el caso de la demanda, que las cantidades demandadas varían inversamente
respecto a la variación de los precios y, no en el caso del consumo agregado: éste varía
en la misma dirección, aunque no en las mismas proporciones que la variación del
ingreso personal disponible.
Con base en el resultado general de esas observaciones serán formuladas la ley
de la demanda y la función consumo. Se habrá observado que hay una relación
funcional de dependencia entre las cantidades demandadas (CD) y los precios (P), que
puede expresarse por la función siguiente:
CD = f (P)
La primera función indica que las cantidades demandadas dependen del nivel de
precios. La segunda indica que el consumo agregado depende del nivel del ingreso
personal disponible. La variable CD, en el primer caso la variable C, en el segundo, son
dependientes, respectivamente, de las variables P y Y. En el primer caso, como se puede
observar en la gráfica de la Figura 2-2, estamos frente a una función decreciente, ya que
CD aumenta a medida que P disminuye. En el segundo caso, como se puede observar en
la gráfica de la Figura 2-3, estamos frente a una función creciente donde los valores
absolutos de las dos variables se mueven hacia la misma dirección en el que los valores
absolutos asumidos por las dos variables se mueven en la misma dirección: un aumento
en Y conduce a un aumento en C.
En esas relaciones funcionales simples (como decenas de otras que pueden
formularse en el campo de la economía), a pesar de su carácter estadístico están
influenciadas por numerosas causas. Las cantidades demandadas fueron consideradas
58
como una función de los precios; el consumo agregado, como una función del ingreso
personal disponible. Sin embargo interfieren otras causas en el movimiento de esas
variables, además de que se encuentran interrelacionadas en una compleja red de
relaciones económicas y pueden ser afectadas por factores aparentemente distantes de
aquellos que actuaron estrictamente en el medio que se realizaron las observaciones
iniciales.
Así, la validez de las leyes formuladas implica que se mantengan inalterados
todos los demás factores que puedan interferir en las magnitudes asumidas por las
variables en observación. Exactamente a este particular, los economistas quieren
referirse cuando recurren a la expresión ceteris paribus. Se trata de una expresión
subyacente al carácter esencial de las leyes económicas. Es una condición que significa,
literalmente, si todos los demás factores se mantienen inalterados, también si
permanecen iguales todos los demás elementos.
Las leyes económicas presuponen, por tanto, un conjunto de hipótesis simples.
Se formulan teniendo en cuenta los factores principales (previsibles o mensurables) que
intervienen preponderantemente en el fenómeno bajo observación. Los demás factores
se admiten como constantes. Cualquier alteración que registren puede cambiar la
dirección y la intensidad de las reglas básicas formuladas.
Por esas razones y por la imposibilidad del economista de mantener bajo control
riguroso todos los factores que pueden intervenir en el proceso de determinado hecho
económico, las leyes de la economía están siempre sujetas a la condición ceteris
paribus. Ateniéndonos a los dos ejemplos que estamos considerando, debemos afirmar:
ceteris paribus, las cantidades demandadas constituyen una función de los precios. En
tal caso, ceteris paribus, el consumo agregado es la función del nivel del ingreso
personal disponible.
El sofisma de la composición
Otra advertencia que nos parece oportuna a estas alturas se relaciona con el sofisma de
la composición. Se trata de una forma incorrecta de raciocinio, muy común en el campo
de la economía, que pretende imputar al conjunto, ciertos principios o leyes que son
válidos sólo para una parte del todo. No siempre un principio válido en el caso de un
individuo o de una empresa será válido también para el sistema económico considerado
en su conjunto. Veamos algunos ejemplos.
Supongamos que un productor agrícola individual, cuya producción sólo atienda
una pequeña porción del mercado, obtenga una cosecha excepcional que exceda incluso
los patrones habituales de productividad agrícola en su región. Evidentemente, su
ingreso superará las mejores expectativas. Sin embargo, si el conjunto de los
productores agrícolas obtienen excelentes cosechas en razón, por ejemplo, de
condiciones atmosféricas favorables, no se podrá decir que el ingreso de todos los
agricultores aumentará, en comparación con los años de cosecha no tan satisfactorias.
Es probable igualmente que el ingreso agrícola se reduzca, pues las excelentes cosechas
contribuirán a la reducción de los precios. Esto podrá dificultar la obtención de
ganancias. Y las ganancias reducidas podrán disminuir el rendimiento real de la
actividad agrícola. Por tanto, lo que era válido para el productor individual no lo es para
el conjunto.
El siguiente es ejemplo que ilustra los engaños a que pueden conducir los
sofismas de composición: el ahorro, en escala individual, se considera una virtud, así
como el que sus niveles sean elevados en relación con el rendimiento personal. Sin
59
embargo, si el nivel del ahorro agregado fuera excesivamente elevado en relación con el
ingreso nacional, el consumo desgraciadamente se reducirá, en función de que el nivel
de declive de la producción sufrirá bajas, reduciéndose el empleo y consecuentemente,
el ingreso de la sociedad. A pesar de ello, el ahorro -una virtud en escala individual-
puede convertirse en la causa de una depresión económica.
Así, como observa Lipsey, “la validez de una ley económica está condicionada
por determinada escala de observación. Se deben distinguir las que son válidas en escala
microeconómica de las que definen relaciones entre magnitudes globales o entre
fenómenos percibidos en escala macroeconómica”.
Cuando imputamos al conjunto ciertos principios válidos sólo para una parte del
todo, incurrimos en un sofisma de composición. Para quienes se inician en el estudio de
la economía, este tipo de equivocaciones constituye uno de los más severos engaños. La
ciencia económica, por sus principios, sus leyes, sus teorías y sus modelos, presenta -no
sólo en los sofismas de composición más comunes, sino también en razón de las demás
particularidades que abordamos en este capítulo- mayor número de obstáculos que de
facilidades hacia el raciocinio directo y las generalidades. Los ayunos de conocimientos
económicos deben estar advertidos sobre el peligro del raciocinio simplista y
deformado. El campo de la economía parece atraer, con facilidad, a los no advertidos.
Paradójicamente, sin embargo, la economía es cruel con los que menosprecian o
malinterpretan sus leyes fundamentales. Éstos, por más vuelo que den a su imaginación,
quedarán confusos frente a los muchos obstáculos a los que se enfrentarán. El campo de
la economía es, sin duda, fértil, pero exige un conocimiento correcto y sistemático.
60
Autor: Joseph Stiglitz
Obra: Economía
Tema: “El automóvil y la economía”
Páginas: 19-45
CAPITULO 1
EL AUTOMÓVIL Y LA ECONOMÍA
Preguntas clave
1. ¿Qué es la economía? ¿Cuáles son las cuestiones básicas que aborda?
2. En las economías occidentales, ¿Cuáles son los respectivos papeles que desempeñan
el Estado y el sector privado o de «mercado»?
3. ¿Qué son los mercados y cuáles son los principales que integran la economía?
4. ¿Por qué se dice que la economía es una ciencia?
5. ¿Por qué los economistas discrepan tan a menudo sobre si la economía es una ciencia?
61
Si el lector visita un museo de coches antiguos, observará que los problemas
técnicos se resolvieron de modo independiente y de distintas formas. A finales del siglo
XIX y principios del XX, los alrededores de Detroit estaban llenos de innovadores
dedicados a desarrollar sus distintos automóviles: Ransom E. Olds, los hermanos Dodge
y Henry Ford, que fue quien finalmente tuvo más éxito de todos. El ambiente debió de
ser muy parecido al que ha reinado en los últimos veinticinco años en Silicon Valley (el
área californiana situada entre San Francisco y San José), centro del desarrollo de las
nuevas tecnologías informáticas: un ambiente de entusiasmo y de avances e hitos
importantes. Los distintos innovadores del automóvil pudieron servirse de las ideas que
«flotaban en el aire». También contaron con la ayuda de empresas especializadas que
habían desarrollado toda una variedad de nuevas tecnologías y habilidades inusuales en
esa época, como, por ejemplo, las nuevas aleaciones que permitían construir motores
más ligeros y las nuevas técnicas de acabado mecánico que permitían conseguir una
mayor potencia, precisión y durabilidad. Los innovadores pudieron servirse de las
nuevas tecnologías para complementar sus propias ideas.
Es a Henry Ford a quien se le atribuye, por lo general, el mérito de haberse dado
cuenta del valor que podía encerrar un vehículo que pudiera fabricarse a un precio
razonable. Antes de que apareciera él, los automóviles eran bienes de lujo, a los que
sólo podían acceder los ricos. Ford vio el beneficio que podía reportar la creación de un
transporte barato. Aun después de introducir el modelo T en 1909 al precio
aparentemente de ganga de 900 dólares, en 1914 lo rebajó a la mitad, 440 dólares, y en
1916 volvió a rebajar casi un quinto, fijándolo en 360 dólares. El público respondió: las
ventas aumentaron súbitamente, pasando de 58.000 en 1909 a 730.000 en 1916. Se
había confirmado la predicción de Ford de que existía un gran mercado para los
automóviles baratos.
El éxito de Ford no se debió simplemente a que bajó el precio de sus
automóviles. También diseñó un sistema para producirlos de un modo menos caro. Su
principal innovación fue la cadena de montaje, que permitía producir en serie; ésta fue
la clave que explica el hecho de que los precios de sus automóviles fueran más bajos.
Ford consiguió, además, los recursos financieros necesarios para contratar y formar
trabajadores que pudieran producir los automóviles. Tras todos sus demás éxitos se
encuentra la creación de la organización -la Ford Motor Company- en el seno de la cual
tenía lugar la producción, la financiación y la comercialización.
El riesgo del proyecto era grande. ¿Conseguiría Ford desarrollar su automóvil?
¿Le tomaría otro la delantera? ¿Sería el precio de los automóviles lo suficientemente
bajo como para que los pudiera comprar mucha gente? Si tenía éxito, ¿Copiarían los
imitadores su invento y producirían tantos automóviles que no pudiera ganar ningún
dinero?
Quienes invirtieron en el proyecto de Ford tuvieron en cuenta estos riesgos
cuando consideraron la posibilidad de suministrarle o no los recursos que necesitaba.
Tal como evolucionaron los acontecimientos, los inversores deberían haber previsto -
pero probablemente no lo hicieron- un problema más. Ford formó una sociedad
colectiva para desarrollar su primer automóvil. Él iba a poner principalmente las ideas y
el trabajo, mientras que sus socios iban a aportar el dinero. Pero la sociedad colectiva
quebró antes de que se iniciara la producción y los críticos de Ford afirmaron que se
debía a que dedicaba todo su tiempo y energía a pensar en sus próximas ideas en lugar
de ponerse a fabricar de una vez los automóviles.
Basándose en sus ideas más desarrolladas, Ford convenció entonces a otros
inversores de que lo financiaran. La experiencia anterior tal vez debiera haberles
62
provocado un cierto recelo, pero siguieron adelante. De nuevo, fracasó la sociedad y, de
nuevo, pareció que Ford estaba dedicándose a desarrollar nuevas ideas.
Por fin, en su tercera sociedad, consiguió producir automóviles. ¿Fueron tratados
injustamente los dos primeros grupos de socios? Ford podría muy bien haber
argumentado que él entró en las dos sociedades de buena fe, pero que no fue capaz de
llevar a cabo la hazaña de producir automóviles hasta la tercera ocasión. Podría haber
dicho, además, que el éxito de esa empresa era atribuible a sus ideas y a sus esfuerzos
más que al dinero aportado por sus socios. Al margen de lo que ocurriera realmente en
el caso particular de Ford, este tipo general de problema -uno o más socios piensa que
ha aportado proporcionalmente más de lo que indica su participación en los beneficios o
uno o más socios trata de «engañar» a otros incumpliendo lo que éstos consideran que
son sus obligaciones- se repite una y otra vez.
El éxito de Ford se debió tanto a su capacidad para ingeniar métodos
innovadores que dieran incentivos y organizar la producción como a su habilidad para
resolver los problemas técnicos. Y lo demostró con su original política laboral. En lugar
de tratar de mantener bajos los salarios de los trabajadores, ofrecía más del doble del
salario vigente y pagaba a sus trabajadores la magnífica suma de 5 dólares al día. Sin
embargo, a cambio, Ford les hacía trabajar mucho; la cadena de montaje que inventó le
permitió obligar a sus obreros a trabajar a un ritmo rápido y persistente. La cantidad
producida por trabajador aumentó enormemente. Aún así, era evidente que los elevados
salarios constituían una gran compensación por el esfuerzo adicional. De hecho, poco
faltó para que estallaran disturbios al clamar los obreros por los puestos de trabajo que
se ofrecían. Ford había redescubierto una vieja verdad: pagando a los trabajadores más
de lo que pueden ganar en cualquier otro lugar, era posible conseguir una mano de obra
que trabaje con mayor ahínco, sea más leal y tenga unos niveles de interrupción del
trabajo y absentismo más bajos. En algunos casos, los empresarios consiguen una
mayor productividad pagando unos salarios más altos.
El éxito de Ford en la utilización de incentivos para compensar a sus
trabajadores por su mayor productividad le permitió vender sus automóviles a un precio
más bajo que el de sus rivales. Estos precios más bajos y el mayor volumen de ventas
concomitante le permitieron aprovechar al máximo las ventajas de las técnicas de
producción en serie que había desarrollado. Sin embargo, hubo un momento en el que
los planes de Ford estuvieron a punto de desbaratarse cuando un abogado inventor
llamado George Baldwin Selden alegó que Ford había usurpado su patente.
Los gobiernos conceden patentes a los inventores para que éstos puedan recoger
los frutos de sus innovaciones. Se conceden generalmente por inventos específicos,
como un nuevo tipo de sistema de frenado o un nuevo mecanismo de transmisión. Una
patente concede al inventor el derecho exclusivo a producir su invento durante un
período limitado, contribuyendo así a garantizar que podrá ganar algún dinero por los
inventos que tengan éxito. Como consecuencia de las patentes, los precios de estos
productos pueden ser más altos, ya que nadie más puede hacer esos mismos productos,
pero se supone que los beneficios que reporta a la sociedad el fomento de la innovación
compensan con creces las pérdidas que experimentan los consumidores por tener que
pagar unos precios temporalmente más altos.
Para conseguir una patente es preciso satisfacer determinados criterios. Por
ejemplo, la idea de la cadena de montaje de Ford es un invento que no podía patentarse,
por lo que fue imitado por otros fabricantes de automóviles. Uno de los criterios para
conceder una patente (y juzgar si alguna otra persona está usurpándola) es el de la
«novedad». Generalmente, las ideas no pueden patentarse; sólo las innovaciones
específicas. Selden había solicitado patentar un carruaje sin caballos y autopropulsado,
63
y lo había conseguido. Pidió que los demás fabricantes de automóviles le pagaran un
royalty, que es una cuota que se abona por el derecho a utilizar una innovación
patentada, y creó, al mismo tiempo, una asociación que garantizaría que los precios de
los automóviles serían altos.
Ford recusó la patente en los tribunales alegando que el concepto de «carruaje
sin caballos y autopropulsado» que Selden declaraba haber patentado era demasiado
vago para ser patentable. Ford ganó y se convirtió en un héroe nacional. Ofreciendo
automóviles a las masas por un precio razonablemente bajo, ganó millones de dólares y
mejoró el bienestar de muchos millones de americanos, permitiéndoles ir donde
quisieran de un modo más fácil, barato y rápido.
EL RENACIMIENTO DE LA INDUSTRIA
AMERICANA DEL AUTOMÓVIL
64
eran muy altos, lo que animaba a los consumidores a comprar automóviles más
pequeños y más eficientes desde el punto de vista del ahorro de combustible.
La industria americana del automóvil esperaba que el gusto americano por los
automóviles grandes y devoradores de gasolina no variara, por lo que no estaba
preparada para la crisis de los precios del petróleo que provocó la medida de la OPEP.
Pero otros países, sobre todo Japón, estaban preparados para sacar provecho de la
situación con automóviles más pequeños, más baratos y más eficientes desde el punto
de vista del consumo de gasolina. Las importaciones de automóviles en su conjunto casi
se duplicaron en los años setenta, pasando de un 15% del total de automóviles vendidos
en Estados Unidos en 1970 a un 27% en 1980, y se mantuvieron en ese elevado nivel
tanto durante toda la década de 1980 como en lo que va de la presente. La Figura 1.1
representa las importaciones de automóviles nuevos procedentes de Canadá, Japón y
Alemania, correspondientes al período 1965-1990. Ésta muestra de inmediato que las
importaciones de automóviles japoneses aumentaron vertiginosamente, tanto en
términos absolutos como en comparación con otros países. Para un economista, un
cambio tan repentino de una tendencia puede ser el desencadenante de una investigación
más a fondo de las causas.
Era evidente que las empresas japonesas estaban ofreciendo lo que querían los
consumidores americanos, pero la explosión de las importaciones produjo un efecto
devastador en la industria americana del automóvil. Los beneficios cayeron y muchos
trabajadores fueron despedidos. Mientras que Henry Ford creía que pagando a los
trabajadores unos salarios más altos podía conseguirse una mano de obra más
productiva, en los años setenta el elevado precio de los automóviles americanos se
atribuyó, en gran medida, a los elevados salarios que estaban pagándose en la industria
automovilística. El nivel de productividad de los trabajadores no justificaba esos
salarios.
65
CHRYSLER: EL ESTADO ACUDE EN SU AUXILIO
66
PROTECCIÓN CONTRA LA COMPETENCIA EXTRANJERA
General Motors y Ford también tuvieron, aunque en menor medida, los mismos
problemas que Chrysler. Pero a principios de los años ochenta, las tres empresas de
automóviles comenzaron a recuperarse de las dificultades de los setenta por varias
razones. Los sindicatos redujeron espectacularmente sus demandas salariales. Se
desarrollaron automóviles más pequeños y más eficientes desde el punto de vista del
consumo de combustible. Y, mientras ocurrían todos estos cambios, el Estado intervino
de nuevo, en esta ocasión para ayudar a proteger a la industria de la competencia
extranjera. De nuevo, volvieron a preocupar las suspensiones de empleo que estaban
registrándose en la industria nacional del automóvil: en Michigan, importante Estado
productor de automóviles, el paro había alcanzado en 1980 la cifra de 12,6% (mientras
que la tasa total de paro de Estados Unidos era de un 7,1 %). Pero en lugar de imponer
un arancel (un impuesto) sobre las importaciones de automóviles, el gobierno americano
negoció con el japonés para restringir las exportaciones japonesas de automóviles.
Aunque se dijo que las restricciones eran voluntarias, en realidad se negociaron bajo
presiones. Si los japoneses no hubieran tomado la medida «voluntaria» de limitar las
exportaciones, el Congreso habría aprobado probablemente una ley que los hubiera
obligado a tomarla involuntariamente.
En cualquier caso, la reducción de la oferta de automóviles japoneses elevó no
sólo las ventas de automóviles americanos, sino también los precios tanto de los
automóviles japoneses como de los americanos. La industria americana fue
subvencionada no sólo por los contribuyentes en general, sino también por quienes
compraron automóviles, a través de los precios más altos que pagaron. Ni siquiera los
fabricantes de automóviles japoneses tuvieron mucho de que quejarse, ya que también
salieron beneficiados de la subida de los precios. De hecho, si un grupo de fabricantes
americanos se hubiera reunido y hubiera acordado reducir su producción, se habría
considerado que esto era una violación de las leyes antimonopolio de Estados Unidos,
cuyo objetivo era velar por la competencia. Pero en este caso el propio gobierno
americano fomentó la reducción de la competencia.
67
primeras décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las empresas americanas
habían instalado fábricas en todo el mundo, demostrando que los conocimientos
técnicos y la capacidad de gestión americanos podían producir bienes mejores y más
baratos. Ahora los japoneses estaban entrando en Estados Unidos dando lecciones de
tecnología y de gestión. El Cuadro 1.1, que muestra quiénes producían los automóviles
que compraron los consumidores americanos tanto en 1960 como en 1990, es un
poderoso testimonio de la creciente importancia que cobraron en ese período las
importaciones y de los automóviles extranjeros producidos en Estados Unidos.
A los economistas suele gustarles traducir los números en gráficos y cifras. La
Figura 1.2 resume, en parte, la información del Cuadro 1.1. El panel A muestra la
proporción de la producción total de Estados Unidos que representaban General Motors,
Ford, Chrysler y «otras» empresas en 1960 yen 1990. Mientras que en 1960 las demás
empresas eran todas de propiedad americana, en 1990 eran todas de propiedad
extranjera. La figura muestra que la producción está muy concentrada. Así, por ejemplo,
GM, que representa algo menos del 50 % de la producción total, tiene algo menos de la
mitad de la tarta. El panel B representa gráficamente el significativo aumento que
experimentó durante el período en cuestión la proporción correspondiente a las
importaciones.
A finales de los años ochenta, aunque la industria automovilística americana no
había recuperado la posición dominante que ocupaba unos veinticinco años antes,
mostraba crecientes signos de vitalidad, reflejados no sólo en sus elevados niveles de
beneficios, sino también en los nuevos diseños e innovaciones. Pero la recesión de 1991
trajo consigo unos niveles de pérdidas sin precedentes. Sólo GM perdió cerca de 4.500
millones de dólares ese año, cifra récord para cualquier empresa.
68
La Figura 1.3 muestra la historia de la producción americana de automóviles.
Los altibajos de la curva reflejan el auge, la caída y la recuperación de la industria a los
que nos hemos referido antes. Se representa la producción de automóviles en relación
con los principales acontecimientos que afectaron a la economía en su conjunto. En el
eje de abscisas se muestran los años y en el de ordenadas el número de automóviles
vendidos. Basta echar un vistazo a la figura para darse cuenta de que la producción
anual de automóviles ha disminuido considerablemente desde el máximo registrado en
la década de 1960. Las mejoras en las técnicas de producción en serie provocaron el
auge de las ventas de automóviles que se registró a comienzos de siglo. Durante la Gran
Depresión de los años treinta, éstas disminuyeron acusadamente, y durante la Segunda
Guerra Mundial la producción de automóviles para uso civil se detuvo por completo. A
continuación, aumentó vertiginosamente durante la expansión de la posguerra de los
años cincuenta y sesenta. En los setenta, las enormes subidas del precio de la gasolina
contribuyeron a desencadenar dos recesiones mundiales, reduciendo las ventas de
automóviles, antes de que la economía de Estados Unidos volviera a mostrar una pauta
de crecimiento continuo a mediados de la década de 1980, que permitió que se
detuviera, al menos, el descenso de las ventas de automóviles. La competencia
extranjera causó otra disminución de la producción de automóviles americanos a finales
de la década, que se vio exacerbada por la recensión de 1991.
FIG. 1.3. Producción anual de automóviles de Estados Unidos, desde 1900 hasta la
actualidad. La evolución de la producción de automóviles de Estados Unidos refleja los
acontecimientos ocurridos en su economía y en el mundo durante el siglo XX, al tiempo que se
ha visto influida por ellos. Fuente: Ward's Automotive Reports (varios años).
¿Qué es la economía?
69
porque los recursos son escasos. Imaginemos el caso de una persona inmensamente rica
que puede comprar todo lo que quiere. Cabe pensar que la escasez no figura en su
vocabulario, hasta que se considera que el tiempo es un recurso y que debe decidir a qué
caro juguete va a dedicarlo cada día. Teniendo en cuenta el tiempo, pues, la escasez es
un hecho cierto en la vida de todo el mundo.
Para producir un solo bien, como un automóvil, es preciso tomar miles de
decisiones. Como una economía se compone no sólo de automóviles, sino también de
millones de productos, es una maravilla que funcione, y mucho más que funcione tan
bien como lo hace la mayor parte del tiempo. Esta maravilla es especialmente evidente
si se examinan los casos en los que las cosas no funcionan tan bien: la Gran Depresión
que afectó a Estados Unidos en los años treinta, en la cual el 25 % de la población
trabajadora no encontraba trabajo; los países de la antigua Unión Soviética, en los que
sencillamente a menudo no hay bienes de consumo ordinarios, como zanahorias o papel
higiénico o botas; las economías menos desarrolladas de muchos países de África, Asia
y Sudamérica, en las cuales los niveles de vida siguen siendo persistentemente bajos o
incluso han disminuido en algunos lugares.
El hecho de que haya que elegir se aplica tanto a la economía en su conjunto
como a cada persona. Los individuos, las economías domésticas, las empresas y el
Estado toman de alguna manera decisiones que determinan conjuntamente cómo se
utilizan los recursos limitados de la economía, entre los cuales se encuentran la tierra, el
trabajo, las máquinas, el petróleo y otros recursos naturales. ¿Cómo es que la tierra que
se utilizó en un momento para la producción agraria puede utilizarse en otro para
instalar una fábrica de automóviles? ¿Cómo es que en sólo dos décadas se transfirieron
recursos de la producción de carruajes de caballos a la fabricación de carrocerías de
automóvil y se reemplazaron los herreros por mecánicos de automóviles? ¿De qué
manera las decisiones de miles de consumidores, trabajadores, inversores, directivos y
autoridades determinan conjuntamente la utilización de los recursos escasos de que
dispone la sociedad? Los economistas reducen estas cuestiones a cuatro preguntas
básicas que se refieren al modo en que funcionan las economías:
70
aumentar sus beneficios. Una cuestión esencial que interesa a los economistas es,
pues, por qué unos bienes son más caros que otros y por qué sube o baja su precio.
FIG.1.4. ¿Quién se lleva a casa lo que produce Estados Unidos? Este gráfico mide los ingresos de
algunas profesiones en relación con los salarios del trabajador medio. Los bomberos ganan un 25 % más
que el trabajador medio, mientras que los médicos ganan el séxtuplo.
71
4. ¿Quién toma las decisiones económicas y por medio de qué procedimiento?
En una economía basada en un sistema de planificación central, como era la Unión
Soviética, el Estado asume la responsabilidad de casi todos los aspectos de la
actividad económica. Responde tanto a las tres primeras preguntas como a la cuarta.
Un organismo central de planificación económica indica a través de una burocracia
qué se producirá, con qué método y quién lo consumirá.
En el otro extremo del espectro se encuentran las economías que
determinan el qué, el cómo y el para quién, basándose principalmente en el libre
intercambio de los productores y sus clientes. Se dice que los países occidentales,
que se encuentran cerca de este último extremo, tienen una economía mixta, es
decir, las decisiones son tornadas por el sector público (por el gobierno) y por el
sector privado. Los productores hacen, dentro de ciertos límites, lo que quieren;
utilizan el método de producción que les parece oportuno; y la producción colectiva
se distribuye entre los consumidores de acuerdo con su renta. Cuando los
economistas examinan una economía, quieren saber hasta qué punto las decisiones
económicas son tomadas por el Estado y hasta qué punto son tomadas por los
particulares. En los países occidentales, aunque se permite a los ciudadanos tomar
sus propias decisiones sobre el tipo de automóvil que van a comprar, el Estado
interviene de muchas formas: por ejemplo, toma medidas que afectan a las
importaciones de determinados productos, que limitan la cantidad de contaminantes
que puede emitir un automóvil y que fomentan el ahorro de gasolina y la seguridad.
También cabe preguntarse si los consumidores toman las decisiones
económicas en beneficio propio o en beneficio de un patrono, por ejemplo, de una
empresa o de un organismo público. Esta distinción es importante. Cabe esperar que
las personas que actúan en representación propia tomen decisiones que les
beneficien. Sin embargo, cuando actúan en nombre de organizaciones, puede existir
un conflicto de intereses. Los observadores suelen referirse a las sociedades
anónimas y a los Estados como si se tratara de una única persona. Los economistas
señalan que las organizaciones se componen, por definición, de una multitud de
personas y que sus intereses no tienen por qué coincidir entre sí, ni, si vamos a eso,
con los de la propia organización. Éste no es sino un ejemplo del hecho de que las
organizaciones plantean algunos problemas específicos al análisis de la elección.
A los economistas les interesa saber no sólo cómo responde la economía
a los cuatro interrogantes básicos, sino también con qué grado de satisfacción, como
lo demuestra su interés por el modo en que se toman las decisiones. Se preguntan si
la economía es eficiente, si podría producir una mayor cantidad de algunos bienes
sin producir una menor de otros, y si sería posible mejorar el bienestar de algunas
personas sin empeorar el de otras.
72
LOS MERCADOS
Cuando los economistas son partidarios de que las decisiones sean tomadas
principalmente por el sector privado, suelen decir que las decisiones económicas deben
dejarse «al mercado». El concepto moderno de mercado es una extensión del mercadillo
tradicional de los pueblos, en el que los compradores y los vendedores se reunían para
intercambiarse bienes. En muchos países menos desarrollados aún existe este tipo de
mercado y en la mayoría de las ciudades algunos agricultores acuden a vender sus
productos a un mercado de productos agrarios. En las economías modernas, existen
algunos mercados en lugares perfectamente definidos: por ejemplo, las acciones se
comercian en su mayoría en el «mercado de valores» situado en lugares como la Bolsa
de Nueva York, la Bolsa de Tokio o la Bolsa de Madrid.
Actualmente, el concepto de mercado se utiliza para referirse a cualquier
situación en la que se realicen intercambios, si bien éstos pueden no parecerse a los
mercados de los pueblos. En los grandes almacenes y en los centros comerciales, los
clientes raras veces regatean sobre el precio. Cuando los fabricantes compran las
materias primas que necesitan para producir, no las intercambian por otros bienes sino
por dinero. La mayoría de los bienes, desde las cámaras hasta la ropa, no se vende
directamente de los productores a los consumidores, sino de los productores a los
distribuidores, de los distribuidores a los minoristas, de los minoristas a los
consumidores. El concepto de economía de mercado engloba todas estas transacciones.
En las economías de mercado competitivas, los consumidores toman decisiones
que reflejan sus propios deseos. Y las empresas toman decisiones que maximizan sus
beneficios, para lo cual deben producir los bienes que desean los consumidores y deben
producidos con un coste más bajo que el de otras empresas. Cuando las empresas
compiten entre sí en busca de beneficios, los consumidores se benefician, tanto por el
tipo de bienes que se producen como por los precios a los que se ofrecen. Por lo tanto,
la economía de mercado da respuesta a tres de los cuatro interrogantes económicos
básicos -qué se produce, cómo se produce y cómo se toman estas decisiones-, y las
respuestas garantizan, en conjunto, la eficiencia de la economía.
La economía de mercado también responde a la cuestión restante -para quién se
producen los bienes-, pero la respuesta no resulta aceptable para todo el mundo. Los
mercados asignan los bienes a quienes quieren y pueden pagar el máximo por ellos.
Como los postores que intervienen en una subasta, los participantes en el mercado que
quieren y pueden pagar el precio más alto son los que se llevan los bienes, pero lo que
quieran y puedan pagar depende de su renta. Es posible que algunos grupos de personas
-entre las que se encuentran las que carecen de calificaciones valoradas por el mercado-
perciban una renta tan baja que no puedan sobrevivir o alimentar y educar a sus hijos sin
una ayuda externa. El Estado les presta esa ayuda tomando medidas para aumentar la
igualdad de la renta. Sin embargo, estas mediadas a menudo afectan negativamente a los
incentivos económicos. Aunque las prestaciones sociales constituyen una importante
red de seguridad para los pobres, los elevados impuestos que se necesitan para
financiarlas pueden reducir los incentivos para trabajar y ahorrar. Al fin y al cabo, si el
Estado se queda con una de cada tres -o incluso dos- pesetas que ganan las personas de
renta alta, tal vez éstas no se sientan inclinadas a trabajar mucho. Quizá decidan no
trabajar los sábados y tomarse más vacaciones. Y si el Estado se queda con una de cada
dos o tres pesetas de intereses que gana una persona gracias a sus ahorros, tal vez ésta
decida ahora gastar más y ahorrar menos. La cuestión del equilibrio correcto entre la
preocupación por la igualdad, denominada a menudo preocupación por la equidad, y la
73
eficiencia es, al igual que el problema del equilibrio correcto entre el sector público y el
privado, una de las' cuestiones fundamentales del análisis económico moderno.
74
LOS TRES PRINCIPALES MERCADOS
FIG. 1.5. Los tres mercados. Para los economistas, la gente desempeña varios papeles: normalmente es un
consumidor en el mercado de productos, un trabajador en el de trabajo y un prestatario y prestamista en el de
capitales.
75
Cuando los individuos compran acciones de una empresa o le prestan dinero, los
economistas señalan que participan en el mercado de capitales y los denominan
inversores. La industria del automóvil ofrece algunos ejemplos gráficos de la
complejidad de los tres mercados.
76
Los mercados de capitales influyen de manera determinante en el modo en que se asigna
el ahorro de un país. Los inversores y las empresas, como los bancos o los fondos de
pensiones, que reciben y guardan los ahorros de los consumidores deben decidir no sólo
qué industrias parecen más prometedoras, sino también qué empresas de esas industrias
parecen tener más probabilidades de ser rentables. Para financiar sus empresas de
automóviles, Henry Ford tuvo que competir con un gran número de innovadores y de
empresas ya establecidas, muchos de los cuales tenían tanta fe en sus propias ideas
como él en las suyas.
Microeconomía y macroeconomía
77
La ciencia económica
La congestión del tráfico es un gran problema en casi todas las grandes ciudades
del mundo. A los planificadores urbanos les gustaría animar a los ciudadanos a utilizar
más a menudo el transporte público. Pensando cómo hacerlo mejor, han encontrado
sumamente útiles los modelos sencillos del modo en que éstos deciden ir a trabajar. Aun
reconociendo que en la decisión de tomar el autobús o el metro frente a utilizar el
automóvil privado entra una amplia variedad de consideraciones, los planificadores
pueden centrar la atención en dos: el coste y el tiempo. Pero, como dice el refrán, el
tiempo es oro. Por lo tanto, los planificadores suman el coste real de transporte y el
78
valor del tiempo. Una vez más, aunque admiten que cada persona valora el tiempo de un
modo distinto, pueden simplificar diciendo que el tiempo se valora en función del
salario percibido.
Para ver cómo puede utilizarse un modelo de ese tipo, examinemos el caso de la
ciudad de Urbania, que está considerando la posibilidad de sustituir su lento servicio
actual de ferrocarril al Parque Industrial Idílico por una línea de trenes de alta velocidad,
que reduciría la duración del viaje en 30 minutos. El viaje en tren dura actualmente 1
hora y en automóvil 45 minutos. El coste actual del primero es de 100 pesetas; en el
caso del segundo, el coste estimado de la gasolina más el desgaste del automóvil es de
125 pesetas. El trabajador medio de Parque Industrial Idílico gana 2.000 pesetas por
hora, por lo que el valor de quince minutos adicionales es de 500. El coste total de ir en
automóvil es de 1.500 (valor del tiempo) + 125 = 1.625 pesetas y de ir en tren 2.000
(valor del tiempo) + 100 = 2.100 pesetas. El modelo predice que pocos trabajadores
tomarán el lento tren actual.
El tren de alta velocidad obligará a subir el billete a 200 pesetas. El coste total de
un viaje será, pues, de 200 (billete) + 1.000 (valor del tiempo) = 1.200 pesetas, es decir,
considerablemente menor que el coste de ir en automóvil, que es de 1.625. El modelo
predice que muchos trabajadores cambiarán de medio de transporte, y sostiene que debe
prestarse una atención considerable a la velocidad.
Aunque este ejemplo es hipotético, cuando se debatió la construcción del
sistema de transporte rápido BART (Bay Area Rapid Transit) en el área de San
Francisco, surgieron consideraciones parecidas. Y surgen repetidamente cuando las
ciudades consideran la posibilidad de ampliar o mejorar su sistema de transporte
subterráneo.
Una variable es cualquier elemento que puede medirse y que varía. Los precios,
los salarios, los tipos de interés, las cantidades compradas y vendidas, todos son
variables. El precio del pan varía con el tiempo, así como la cantidad vendida. Lo
mismo acure con el precio del trigo, el número de personas que tienen trabajo, el tipo de
interés que nos paga el banco. Lo que les interesa a los economistas es la relación entre
las variables. Cuando ven lo que parece ser una relación sistemática entre variables, se
preguntan si surgió por casualidad o si existe, de hecho, una relación. Ésta es la cuestión
de la correlación.
Los economistas utilizan contrastaciones estadísticas para medir y contrastar las
correlaciones. Consideremos, por ejemplo, el problema de averiguar si una moneda está
o no equilibrada. Si tiramos una moneda al aire 10 veces y sale 6 veces cara y 4 veces
cruz, ¿es una moneda equilibrada o está sesgada en favor de la cara? Las
contrastaciones estadísticas dirán que el resultado de 6 veces cara y 4 veces cruz podría
salir fácilmente por casualidad, por lo que los datos no demuestran que la moneda esté
desequilibrada. Naturalmente, tampoco demuestra que no lo esté en alguna medida. Las
pruebas no son 10 suficientemente poderosas como para extraer ninguna de las dos
conclusiones. En cambio, si tiramos una moneda al aire 100 veces y sale 80 veces cara,
las contrastaciones estadísticas nos dirán que la posibilidad de que eso ocurra por
casualidades extraordinariamente pequeña. Por lo tanto, los hechos confirmarían la
afirmación de que la moneda está desequilibrada.
Una lógica similar puede utilizarse cuando se trata de averiguar si existen
correlaciones entre los datos económicos. Las personas que tienen un nivel de estudios
más elevado tienden a percibir unos salarios más altos. ¿Es esta relación meramente
79
casual? Las contrastaciones estadísticas muestran si los datos son demasiado débiles
para extraer una conclusión o si confirman una determinada respuesta.
A los economistas les gustaría hacer algo más que afirmar simplemente que
diferentes variables están, de hecho, correlacionadas. Les gustaría llegar a la conclusión
de que los cambios de una variable son la causa de los cambios de la otra. Esta
distinción entre correlación y causación es importante. Si una variable «causa» la otra,
el cambio de una altera necesariamente la otra. Si la relación es una mera correlación,
puede no alterarla.
Por ejemplo, la Figura 1.6 muestra la relación entre el nivel de estudios
terminados y la renta anual. No cabe duda de que las personas que tienen un nivel de
estudios más elevado perciben una renta más alta. Pero esta relación tiene, al menos,
dos explicaciones posibles. En primer lugar, las empresas están dispuestas a pagar más a
los trabajadores que son más productivos y la educación aumenta la productividad de
las personas. En esta explicación, existe una causación. Los niveles de estudios más
altos «causan» una mayor productividad, lo que «causa» unos salarios más altos. En
segundo lugar, las empresas están dispuestas a pagar salarios más altos a las personas
más listas, aunque no tengan aún muchas cualificaciones productivas (y es posible que
las que tengan guarden una escasa relación con lo que han aprendido en la escuela), y
las personas más listas perduran más tiempo en la escuela. Desde este punto de vista, las
personas más capacitadas permanecen más tiempo en la escuela y perciben salarios más
altos, pero las escuelas no aumentan la productividad. Existe una correlación, pero no
una causación.
A veces hay relaciones sistemáticas entre las variables en las que es difícil decir
cuál de ellas es la causa y cuál el efecto. Por ejemplo, existe una relación sistemática
entre el número de hijos que tienen las mujeres y los salarios que ganan. Pero la
explicación de esta relación no está clara. El hecho de que los salarios sean bajos
significa que la renta a la que debe renunciar la mujer cuando deja de trabajar para tener
un hijo es menor; en cierto sentido, los hijos son «menos caros». ¿Tienen, pues, las
mujeres más hijos cuando los salarios son bajos? ¿O se muestran menos deseosas de
hacer carrera cuando tienen muchos hijos, por lo que perciben unos salarios bajos? ¿O
existe un tercer factor que explica tanto el nivel de salarios como el número de hijos?
80
FIG. 1.6. La educación y la renta anual. La renta de una persona aumenta conforme es más alto su
nivel de estudios, medido por el número de años de estudios terminados. Sin embargo, esta correlación
no demuestra por sí sola que un factor sea la causa del otro. Fuente: Digest of Education Statistics
(1991).
LOS EXPERIMENTOS EN ECONOMÍA
81
de contrastar diferentes explicaciones causales es mantener constantes todos los
factores, excepto uno y dejar que éste varíe; 3) los datos no siempre son definitivos y a
veces no permiten extraer conclusión alguna.
A menudo se les pide a los economistas que emitan su opinión sobre cuestiones
relacionadas con la política, económica. ¿Debe reducir el gobierno el déficit? ¿Y la
inflación? En caso afirmativo, ¿cómo? En estas discusiones, las discrepancias entre los
economistas suelen ser objeto de gran atención. Pero las discrepancias, debidamente
enfocadas, pueden servir para aprender más. Los economistas tratan de definir
cuidadosamente las causas y las razones de sus diferencias.
En el reino científico de la economía existen dos grandes motivos de
discrepancia. En primer lugar, los economistas pueden discrepar sobre el modelo que es
adecuado para una economía, sobre el grado en que los consumidores y las empresas
son capaces de percibir y calcular lo que les interesa y sobre si se interrelacionan en un
mercado competitivo o en uno no competitivo. Cada modelo suele dar unos resultados
diferentes. A menudo los datos de que disponemos actualmente no nos permiten decir
qué modelo de dos rivales describe mejor un mercado.
En segundo lugar, aun estando de acuerdo en cuál es el modelo teórico
adecuado, los economistas pueden discrepar sobre las magnitudes cuantitativas y, por lo
tanto, sus predicciones serán diferentes. Pueden coincidir, por ejemplo, en que la
reducción del impuesto sobre la renta procedente de intereses induce a los consumidores
a ahorrar más. Pero unos economistas pueden sostener, basándose en sus estudios, que
los consumidores sólo ahorrarán un poco más; otros, que mucho más. Muchas de estas
discrepancias se deben, una vez más, a la ausencia de datos apropiados. Podemos tener
muchos datos sobre el ahorro en España en el siglo pasado, pero las instituciones y la
situación económica actuales son muy diferentes de las que existían hace cincuenta o
incluso diez años.
Existe otro motivo de discrepancia, pero éste no pertenece al mundo científico.
Es frecuente que los economistas se hagan preguntas corno las siguientes: «¿Debe el
gobierno reducir el impuesto sobre las ganancias de capital para fomentar el ahorro?»
«¿Debe bajar los impuestos para estimular la economía y reducir el paro?» Para
responder a estas preguntas, los economistas deben averiguar las consecuencias de la
política en cuestión, para lo cual es necesario formular primero un modelo de la
economía o del mercado. Aunque los objetivos de la política sean evidentes, puede
haber discrepancias por cualquiera de las dos razones antes citadas. Pero si los objetivos
no están claros, pueden interferir los propios valores del economista y es entonces
cuando interviene el tercer motivo de discrepancia.
Toda política tiene, por lo general, muchas consecuencias, unas beneficiosas,
otras perjudiciales. Cuando se comparan dos medidas, una, puede beneficiar más a unas
personas, otra puede beneficiar a otras. Una política no es inequívocamente mejor que
otra. Depende de lo que nos preocupe más. Una reducción de los impuestos sobre los
beneficios derivados de la venta de acciones podría fomentar el ahorro, pero al mismo
tiempo, como la mayoría de los beneficios van a parar a las personas muy ricas,
aumentaría la desigualdad. Una reducción de los impuestos para estimular la economía
puede reducir el paro, pero puede aumentar también la inflación. Aun cuando dos
economistas estén de acuerdo sobre un modelo, pueden hacer recomendaciones
diferentes. Por ejemplo, al valorar el efecto que produce la reducción de un impuesto en
el paro y en la inflación, un economista al que le preocupe más el paro tal vez la
82
recomendará, mientras que otro que esté preocupado por la inflación, quizá se muestre
contrario. En este caso, el motivo de la discrepancia es una diferencia de valores.
LECTURA COMPLEMENTARIA
Primer plano: Rusia y el Este de Europa tratan de dar nuevas respuestas a viejos
interrogantes
83
¿Para quién se producían estos bienes? El Estado tomaba decisiones sobre la
remuneración de cada puesto de trabajo, lo cual afectaba a la cantidad que podía
consumir la población. En principio, ésta podía elegir lo que compraba en tiendas
gestionadas por el Estando, a precios fijados por el gobierno. Pero en la práctica, en
estas tiendas faltaban muchos bienes. Quienes ocupaban posiciones de poder e
influencia podían hallar otras fuentes de bienes, pero no así los consumidores medios.
El Estado también controlaba directamente muchos bienes, como los apartamentos,
decidiendo quién podía vivir en ellos.
¿Quién tomaba las decisiones económicas y mediante qué procedimiento? Los
planificadores del Estado decidían, basándose en sus ideas sobre los objetivos
económicos nacionales.
Hubo un tiempo en que toda esta planificación pareció muy sensata, como dijo
en una ocasión el ex primer ministro soviético Nikita Krushev: «La economía es una
materia que no respeta mucho nuestros deseos.» Pero cuando llegó al poder Mijail
Gorbachov a mediados de los años ochenta, era evidente para los ciudadanos soviéticos
y para los observadores exteriores que era necesario realizar algunos cambios. Podrían
citarse muchos ejemplos de calamidades económicas soviéticas, pero bastarán dos. En
el mercado del calzado, la Unión Soviética era el mayor productor nacional del mundo.
Sin embargo, el zapato medio era de tan mala calidad que se rompía en unas semanas,
por lo que había grandes existencias de zapatos que nadie quería pudriéndose en los
almacenes. En la agricultura, el gobierno soviético había permitido tradicionalmente la
existencia de pequeñas parcelas agrícolas privadas. Aunque limitaba el tiempo que
podían tenerlas los agricultores, la gestión pública de la agricultura era tan improductiva
que el 3 % de la tierra soviética gestionada por particulares solía representar alrededor
de un 25 % de la producción agrícola total.
Actualmente, el nivel de vida de la antigua Unión Soviética no sólo es más bajo
que el de países industrializados como Estados Unidos y los de Europa occidental, sino
que apenas es superior al de países en vías de desarrollo como Brasil y México. Los
trabajadores de la Unión Soviética se decían con un humor macabro unos a otros:
«Fingimos trabajar y ellos fingen pagamos.»
Gorbachov llegó al poder promocionando las ideas de la perestroika
(reestructuración) y la glasnost (apertura). En términos políticos, estas ideas tuvieron
consecuencias muy rápidas y poderosas. En los países del Este de Europa, los dirigentes
comunistas fueron derrocados en 1989 y 1990. La propia Unión Soviética se desintegró
a finales de 1991, dividiéndose en Rusia, Ucrania y otros Estados independientes.
Muchos de estos países celebraron elecciones para determinar, al menos en parte, quién
gobernaría.
Sin embargo, decidir celebrar elecciones es relativamente fácil en comparación
con la tarea de reestructurar toda una economía. A menudo pareció que los deseos
políticos de la población que luchaba por la libertad relegaban a un segundo plano las
consideraciones económicas. Sin embargo, a principios de los años noventa,
comenzaron a vislumbrarse algunas sendas generales para introducir reformas
económicas en estas economías. Es preciso que los trabajadores tengan más incentivos
para trabajar más, aunque eso signifique una mayor desigualdad salarial. Es necesario
que las empresas tengan más incentivos para ser más eficientes y producir lo que desea
la población, aunque eso signifique de vez en cuando paro y quiebra. Parece evidente
que el papel de los planificadores del Estado debe disminuir. En 1989 y 1990 se
establecieron programas de este tipo en muchos países del Este de Europa y a principios
de 1992 en Rusia durante el mandato de Boris Yeltsin.
84
Pero tras siete décadas de planificación económica central, la transición a una
economía en la que las fuerzas del mercado tengan mayor poder promete ser
extraordinariamente difícil. Podría muy bien ocurrir que la situación empeorara antes de
mejorar y que los resultados no se vieran hasta dentro de años o incluso décadas.
Repaso y práctica
RESUMEN
TÉRMINOS CLAVE
Economía basada en un sistema
Economía mixta de planificación central
Economía de mercado
85
Mercado de productos
Mercado de trabajo
Mercado de capitales
Bienes de capital
Microeconomía
Macroeconomía
Teoría
Modelo
Correlación
Causación
Economía positiva
Economía normativa
86
TEMAS DE REPASO
PROBLEMAS
2. Indique si los siguientes acontecimientos forman parte del mercado de trabajo, del
mercado de capitales o del mercado de productos.
a) Un inversor trata de decidir en qué empresa invertir.
b) Con la práctica, los trabajadores de una cadena de montaje se vuelven más
eficientes.
c) La apertura de las economías de Europa oriental ofrece nuevos mercados para
los productos de Europa occidental.
d) Una gran empresa que está perdiendo dinero decide ofrecer a sus trabajadores
incentivos para jubilarse anticipadamente, con la esperanza de reducir sus costes.
e) Un consumidor deambula por un centro comercial en busca de regalos de
cumpleaños.
f) El gobierno federal necesita prestar más dinero para financiar su nivel de gasto.
87
3. Analice las cuestiones que podría plantear cada una de las siguientes situaciones
desde el punto de vista de los incentivos (pista: recuerde la historia de la industria del
automóvil expuesta al principio de este capítulo).
a) Usted tiene algún dinero para invertir y su asesor financiero le presenta a una
pareja de ejecutivos de software que quieren poner en marcha su propia
empresa. ¿Qué debe preocuparle antes de decidir invertir o no?
b) Usted dirige una pequeña empresa y sus trabajadores le prometen que trabajarán
más si les sube el salario.
c) Una gran industria está a punto de quebrar y pide ayuda al Estado.
5. En el dorso de una bolsa de cama para gatos dice «los gatos que utilizan cama para
gatos viven tres años más que los que no la utilizan». ¿Cree usted que la cama para
gatos aumenta, de hecho, su esperanza de vida o que hay algunos otros factores que
explican esta correlación? ¿Qué datos podría tratar de reunir para contrastar su
explicación?
88
Autor: Michael Parkin
Obra: Microeconomía
Tema: “Producción, especialización e intercambio”
Páginas: 52-74
CAPITULO 3
PRODUCCIÓN, ESPECIALIZACIÓN E INTERCAMBIO
Las instituciones y los arreglos sociales que hoy damos por sentados han
evolucionado a lo largo de muchos siglos. Uno de ellos son los derechos de la propiedad
privada, junto con el sistema legal que los protege. Otro es el dinero. ¿Por qué han
evolucionado estas instituciones? ¿Y de qué manera amplían nuestra habilidad para
especializamos y aumentar la producción?
Éstas son las preguntas que abordamos en este capítulo. Comenzaremos
precisando aún más la idea de escasez. Después veremos en qué forma podemos medir
el costo de oportunidad. También veremos cómo la especialización y el intercambio
aparecen cuando cada individuo trata de obtener lo máximo de los recursos escasos. Es
89
decir, la gente se especializa en lo que hace mejor e intercambia sus productos con otros
especialistas. También veremos por qué existen instituciones como la propiedad privada
y el dinero y cómo surgen de los intentos de la gente por obtener el máximo provecho
de sus recursos limitados.
90
examinaremos lo que ocurre si consumimos menos de lo que producimos y
agregamos a los recursos de capital.)
2. Existen sólo dos bienes: maíz y tela. (En el mundo real usamos nuestros recursos
escasos para producir innumerables bienes y servicios.)
3. Sólo hay una persona, Silvia, quien vive en una isla desierta y no tiene contacto
con otras personas. (Más adelante veremos qué ocurre cuando la economía
insular de Silvia establece vínculos con otra economía. También ampliaremos
nuestro panorama al mundo real con sus cinco mil millones de habitantes.)
Silvia utiliza todos los recursos de su economía insular para producir maíz y tela.
Trabaja 10 horas al día. La cantidad de maíz y tela que Silvia produce depende de
cuántas horas dedica a ello. La tabla 3.1 muestra las posibilidades de maíz y de tela que
ella tiene. Si no trabaja, no produce nada. Con dos horas diarias que dedique al cultivo
del maíz, produce 6 kilos al mes. Si dedica más horas al maíz, aumenta la producción,
pero se observa una disminución en la cantidad extra de maíz que obtiene del esfuerzo
adicional. La razón de esta disminución es que Silvia tiene que usar en forma progresiva
tierra que no es adecuada para el cultivo del maíz. Al principio, ella siembra maíz en la
pródiga planicie. Al último, cuando ya ha usado toda la tierra cultivable, tiene que
empezar a sembrar en las rocosas colinas y a la orilla de la playa. Las cantidades de la
segunda columna de la tabla muestran en qué forma aumenta la producción de maíz
conforme aumenta el número de horas dedicadas a su cultivo.
Para producir tela, Silvia obtiene lana de las ovejas que viven en la isla. Cuantas
más horas dedica a obtener lana y fabricar tela, más aumenta su producción. Las cifras
de la tercera columna de la tabla 3.1 muestran en qué forma aumenta la producción de
tela según aumenta la cantidad de horas dedicadas a esta actividad.
Si Silvia dedica todo su tiempo al cultivo del maíz, puede producir 20 kilos de
maíz en un mes. Sin embargo, en ese caso, no puede producir tela. A la inversa, si
dedica todo su tiempo a hacer tela, puede producir 5 metros al mes pero no le quedará
tiempo para cultivar maíz. Silvia puede dedicar parte de su tiempo al maíz y parte a la
tela, pero en total no más de 10 horas al día. Así, ella puede dedicar 2 horas al cultivo
del maíz y 8 horas a producir tela o 6 horas en una actividad y 4 horas en otra (o
cualquier otra combinación de horas que sume 10 horas).
TABLA 3.1
Posibilidades de producción de Silvia
Horas Tela
Maíz
trabajadas producida
(kilos al mes)
(al día) (metros al mes)
O ya sea O o O
2 ya sea 6 o 1
4 ya sea 11 o 2
6 ya sea 15 o 3
8 ya sea 18 o 4
10 ya sea 20 o 5
Si Silvia no trabaja, no produce maíz ni tela. Si trabaja 2 horas diarias y dedica todo ese tiempo a la
producción de maíz, obtiene 6 kilos de maíz al mes. Si se dedica ese mismo tiempo a la producción de tela, se
produce un metro de tela, pero nada de maíz. Las últimas cuatro filas de la tabla muestran las cantidades de maíz o de
tela que pueden producirse al mes conforme se dedican más horas a cada actividad.
91
Hemos definido la frontera de posibilidades de producción como el límite entre
lo que se puede alcanzar y lo inalcanzable. Usted puede calcular la frontera de
posibilidades de Silvia con la información de la tabla 3.1. Estos cálculos se resumen en
la tabla de la figura 3.1 en la que también se representan gráficamente como la frontera
de posibilidades de producción de Silvia. Nos concentraremos primero en la tabla de la
figura 3.1 para poder ver cómo se calculó dicha frontera.
La posibilidad a muestra a Silvia dedicando sus 10 horas completas de trabajo
diario al maíz y nada a la tela. En este caso, ella puede producir 20 kilos de maíz al mes
y nada de tela. Para la posibilidad b, ella pasa 2 horas al día elaborando tela y 8 horas en
el cultivo del maíz, para producir un total de 18 kilos de maíz y 1 metro de tela al mes.
El patrón sigue hasta la posibilidad f, en la que ella dedica 10 horas al día a la tela y
nada al maíz. Estas mismas cantidades están marcadas en la gráfica que se muestra en la
figura 3.1. Los metros de tela se miden en el eje horizontal y los kilos de maíz en el eje
vertical. Los puntos a, b, c, d, e y f representan las cantidades que se observan en la fila
correspondiente de la tabla.
FIGURA 3.1
Frontera de posibilidades de producción de Silvia
La tabla enumera seis puntos de la frontera de posibilidades de producción de Silvia. La fila e nos dice
que si ella produce 6 kilos de maíz, la máxima producción de tela posible es de 4 metros. Estos mismos
puntos se representan en la gráfica como los puntos a, b, e, d, e y f. La línea que pasa por estos puntos es
la frontera de posibilidades de producción de Silvia, que separa lo alcanzable de lo inalcanzable. El área
naranja alcanzable contiene todos los puntos de producción posibles. Silvia puede producir en cualquier
parte dentro de esta área o en la frontera de posibilidades de producción. Los puntos que quedan fuera de
la frontera son inalcanzables. Silvia prefiere los puntos que están en la frontera a cualquier punto del
interior. Prefiere los puntos que se sitúan entre b y d en la frontera al punto z que está dentro, porque
aquéllos le proporcionan más de ambos bienes.
92
Por supuesto, Silvia no tiene que trabajar en bloques de 2 horas, como en nuestro
ejemplo. Puede trabajar 1 hora o 1 hora y 10 minutos cultivando maíz y dedicar el resto
de su tiempo a la elaboración de tela. Todas las otras distribuciones factibles de las 10
horas de Silvia le permiten producir las combinaciones de maíz y de tela representadas
por la línea que une los puntos a, b, c, d, e y f. Esta línea muestra su frontera de
posibilidades de producción. Silvia puede producir en cualquier punto de la frontera o
en su interior, dentro del área naranja. Éstos son los puntos alcanzables. Los puntos que
se sitúan fuera de la frontera son inalcanzables. Para producir en los puntos que están
más allá de la frontera, Silvia necesita más tiempo del que dispone: más de 10 horas al
día. Cuando trabaja 10 horas al día en la producción tanto de maíz como de tela, ella
puede elegir cualquier punto de la frontera que desee. Cuando trabaja menos de 10
horas diarias, o si no utiliza sus recursos en la mejor forma posible; si, por ejemplo,
desperdicia parte de esos recursos, puede producir en un punto del interior de la
frontera.
Silvia produce maíz y tela no para divertirse sino para alimentarse y estar abrigada. Ella
quiere mucho más maíz y tela de lo que puede producir, y cuanto más tiene de cada uno,
tanto más le agrada. Debido a que Silvia desea todo lo que sea posible de maíz y tela, lo
mejor que puede hacer es producir, y por tanto consumir, en el punto de su frontera de
posibilidades de producción. Para entender por qué, considere un punto como Z de la
región alcanzable. En el punto Z, Silvia está desperdiciando recursos: puede estar
reduciendo su tiempo de trabajo, pero el tiempo de ocio en la isla no tiene valor alguno
para ella; o puede no estar usando sus ovejas y sembradíos de maíz de la manera más
eficiente posible. Silvia puede mejorar la situación que tiene en Z pasando a un punto
como b o d, o a un punto de la frontera situado entre b y d, como el punto c. Silvia
puede tener más de ambos bienes en la frontera que en los puntos del interior. En el
punto b puede consumir más maíz y tanta tela como en el punto Z. En el punto d puede
consumir más tela y tanto maíz como en el punto Z. En el punto c puede consumir más
maíz y más tela que en el punto Z. Silvia nunca escogerá puntos como Z ya que otros
puntos preferibles como b, e y d están a su alcance. Es decir, Silvia prefiere algún punto
de la frontera que un punto dentro del interior.
Acabamos de ver que Silvia quiere producir en algún punto de su frontera de
posibilidades de producción, pero aún se enfrenta con el problema de elegir su punto
preferido. Al elegir entre uno y otro punto, Silvia se confronta con el costo de
oportunidad. Por ejemplo, en el punto c, tiene menos tela y más maíz que en el punto d.
Si elige el punto d, lo hace porque calcula que la tela extra vale igual que el maíz al que
renunció. Exploremos más de cerca el costo de oportunidad y veamos de qué manera
podemos medirlo.
REPASO
93
Costo de oportunidad
Como usted puede ver, el costo de oportunidad varía según la cantidad producida. El
primer metro de tela cuesta 2 kilos de maíz. El siguiente metro de tela cuesta 3 kilos de
maíz. El último metro de tela cuesta 6 kilos de maíz. Entonces, el costo de oportunidad
de la tela aumenta conforme Silvia produce más tela. La figura 3.2(a) ilustra el costo de
oportunidad creciente de la tela.
94
FIGURA 3.2
Costos de oportunidad del maíz y de la tela para Silvia
La forma de la frontera
95
bajo y el costo de oportunidad del maíz es alto. Entre los puntos e y f, se debe renunciar
a una gran cantidad de maíz para producir 1 metro extra de tela. En esta región, el costo
de oportunidad de la tela es alto, y el costo de oportunidad del maíz es bajo.
Acabamos de calcular el costo de oportunidad de la tela. Pero, ¿qué podemos decir del
costo de oportunidad del maíz? ¿También aumenta conforme se produce una mayor
cantidad? Usted puede ver la respuesta en la figura 3.2. Al renunciar a 1 metro de tela
para producir algo de maíz, Silvia pasa de f a e y produce 6 kilos de maíz. Así, el costo
de oportunidad de los primeros 6 kilos de maíz es 1 metro de tela. Al pasar de e a d,
usted puede ver que los siguientes 5 kilos de maíz cuestan 1 metro de tela. Entonces, el
costo de oportunidad del maíz también aumenta conforme Silvia obtiene más maíz.
El costo de oportunidad creciente y la concavidad al origen de la frontera de
posibilidades de producción surgen del hecho de que los recursos escasos no tienen la
misma utilidad en todas las actividades. Por ejemplo, parte de la tierra de la isla de
Silvia es extremadamente fértil y produce un buen rendimiento por cosecha, mientras
que otra parte es rocosa y árida. Sin embargo, las ovejas de la isla prefieren esta última
parte.
Silvia utiliza la tierra más fértil para cultivar maíz y las partes más áridas para
las ovejas. Sólo cuando quiere una mayor cantidad de maíz, intenta cultivar las áreas
relativamente áridas. Si dedica todo su tiempo a cultivar maíz, tiene que usar alguna
tierra poco apropiada y de bajos rendimientos. Si emplea parte del tiempo en la
elaboración de tela y reduce el tiempo dedicado a cultivar maíz en la misma proporción,
habrá una pequeña disminución de la producción de maíz, pero un fuerte aumento en la
producción de tela. A la inversa, si Silvia utiliza todo su tiempo en la elaboración de
tela, una pequeña reducción en la recolección de lana genera un gran aumento de la
producción de maíz.
La isla de Silvia es muy diferente del mundo en que vivimos. Sin embargo, la lección
fundamental que nos enseña se aplica al mundo real. El mundo tiene un número fijo de
personas dotadas de cierta cantidad de capital humano y tiempo limitado. El mundo
también tiene una cantidad fija de tierra y equipo de capital. Estos recursos limitados
pueden emplearse para producir bienes y servicios, usando la disponible pero también
limitada tecnología. Sin embargo, existe un límite para los bienes y servicios que
pueden producirse, una línea de demarcación entre lo alcanzable y lo inalcanzable. Ese
límite es la frontera de posibilidades de producción de la economía del mundo real. En
esa frontera, producir más de cualquier bien requiere producir menos de alguno o
algunos otros bienes.
Por ejemplo, un candidato presidencial que promete mayor bienestar y mejores
servicios de educación, al mismo tiempo, para tener credibilidad, debe prometer o
recortes en los gastos de defensa o mayores impuestos. Mayores impuestos significa
menos dinero disponible para vacaciones y otros bienes y servicios de consumo. El
costo de mayor bienestar y mejores servicios de educación significa menos de otros
bienes. En una escala más pequeña pero igualmente importante, cada vez que usted
decide alquilar un vídeo, también decide no usar su ingreso limitado para comprar un
refresco, palomitas de maíz o algún otro bien. El costo de un vídeo adicional representa
menos de otra cosa.
96
En la isla de Silvia, vimos que el costo de oportunidad de un bien se
incrementaba al aumentar la producción del bien. Los costos de oportunidad en el
mundo real aumentan por las mismas razones que lo hacen los costos de oportunidad
para Silvia. Por ejemplo, considere dos bienes esenciales para nuestro bienestar:
alimentos y atención médica. Al distribuir nuestros recursos escasos, empleamos la
tierra más fértil y a los agricultores más hábiles para producir alimentos. Utilizamos a
los mejores médicos y la tierra menos fértil para la atención médica. Si quitáramos la
tierra fértil y los tractores a la agricultura y pidiéramos a los agricultores que hicieran
cirugía, la producción de alimentos bajaría en forma drástica y el aumento en la
producción de servicios de atención médica sería mínimo: el costo de oportunidad de
los servicios de atención médica aumentaría. De manera similar, si quitáramos recursos
a la atención médica y los dedicáramos a la agricultura, tendríamos que usar más
médicos y enfermeras como agricultores y más hospitales como granjas hidrológicas de
tomates. La baja en los servicios médicos sería considerable, pero el aumento en la
producción de alimentos sería insignificante: el costo de oportunidad de producir más
alimentos aumentaría.
Este ejemplo es un caso extremo y poco probable, pero estas mismas
consideraciones son aplicables a cualquier par de bienes que a usted se le ocurra:
cañones y mantequilla, vivienda para los necesitados y diamantes para los ricos, sillas
de ruedas y carritos de golf, programas de televisión y cereales para el desayuno. No
podemos escapar de la escasez y del costo de oportunidad. Dados nuestros recursos
limitados, más de algo siempre significa menos de otra cosa, y cuanto más tengamos de
cualquier cosa o más produzcamos algo, mayor será su costo de oportunidad.
REPASO
Crecimiento económico
97
producción se llama crecimiento económico. Como consecuencia del crecimiento
económico, en la actualidad podemos producir mucho más de lo que se podía hace cien
años e incluso algo más de lo que era posible hace diez años. De continuar con el
mismo ritmo de crecimiento, a finales de la década de 1990 nuestras posibilidades de
producción serán aún mayores. Impulsando hacia fuera la frontera, ¿podemos evitar las
restricciones que nos imponen nuestros recursos limitados? Es decir, ¿podemos obtener
nuestro almuerzo gratuito después de todo?
FIGURA 3.3
Crecimiento económico de la isla de Silvia
98
Acumulación de capital y cambio tecnológico
Hasta ahora hemos supuesto que la economía insular de Silvia puede producir sólo dos
bienes: maíz y tela. Pero supongamos ahora que al perseguir algunas ovejas, Silvia se
tropieza con un afloramiento de pedernales y un bosque de los que no tenía
conocimiento. Se da cuenta de que puede hacer algunas herramientas de pedernal y
empezar a construir vallas para cercar el maíz y las ovejas, provocando con ello un
incremento en la producción de ambos bienes. Sin embargo, para hacer herramientas y
construir cercas, Silvia tiene que dedicar tiempo a esas actividades. Sigamos suponiendo
que sólo tiene 10 horas de trabajo disponibles diariamente. El tiempo dedicado a
fabricar herramientas y a construir cercas es tiempo que podría haber empleado en el
cultivo del maíz y la elaboración de tela. Así que para aumentar su producción futura,
Silvia debe producir menos maíz y tela hoy, de manera que sea posible dedicar parte de
su tiempo a producir herramientas y construir cercas. La disminución de su producción
actual de maíz y tela constituye el costo de oportunidad de la expansión de su
producción de estos bienes en el futuro.
La figura 3.3 proporciona un ejemplo concreto. La tabla presenta las
posibilidades de producción de Silvia para producir capital (herramientas y cercas), así
como bienes de consumo corriente (maíz y tela). Si ella dedica toda su jornada de
trabajo a la producción de maíz y de tela (fila e), no produce capital: ni herramientas ni
cercas. Si dedica el tiempo suficiente para producir una unidad de capital cada mes (fila
d), su producción de maíz y de tela baja al 90 por ciento de su máximo nivel posible.
Todavía puede dedicar más tiempo a la acumulación de capital, y al hacerlo, su
producción de maíz y de tela desciende en cantidades cada vez mayores.
Las cantidades de la tabla se representan en la gráfica de la figura 3.3. Cada
punto, de a hasta e, representa una fila de la tabla. Observe la similitud entre la figura
3.3 y la figura 3.1. Cada una muestra una frontera de posibilidades de producción. En el
caso de la figura 3.3, la frontera delimita la producción de equipo de capital
(herramientas y cercas) y la producción de bienes de consumo corriente (maíz y tela). Si
Silvia produjera en el punto e de la figura 3.3, no produciría bienes de capital y se
quedaría atorada en la frontera de posibilidades de producción de maíz y tela que se
muestra en la figura 3.1. Pero si ella se desplaza al punto d de la figura 3.3, podrá
producir una unidad de capital por mes. Para hacerla, Silvia reduciría su producción
actual de maíz y tela al 90 por ciento de lo que podría producir si todo su tiempo lo
dedicara a esas actividades. En términos de la figura 3.1, la frontera actual de
posibilidades de producción de maíz y tela de Silvia se desplaza a la izquierda al dedicar
menos tiempo a la producción de estos bienes y ocupar parte de su tiempo en la
producción de bienes de capital.
La disminución de su producción de maíz y tela, aunada a la producción de
herramientas y a la construcción de cercas, contribuye a que Silvia esté en condiciones
de aumentar sus futuras posibilidades de producción. Una creciente acumulación de
herramientas y cercas la vuelve más productiva para el cultivo de maíz y la producción
de tela; puede incluso usar las herramientas para hacer otras mejores. En consecuencia,
la frontera de posibilidades de producción de Silvia se desplaza hacia fuera como lo
indica la flecha de desplazamiento: Silvia experimenta el crecimiento económico.
Sin embargo, la magnitud del desplazamiento de la frontera de posibilidades de
producción de Silvia depende de cuánto tiempo dedique a la acumulación de capital. Si
no dedica tiempo a esta actividad, la frontera permanece en a, b, c, d, e; que es la
frontera original de posibilidades de producción. Si ella reduce la producción actual de
maíz y de tela y produce una unidad de capital cada mes (punto d), su frontera se
99
moverá en el futuro a la posición que muestra la curva en rojo de la figura 3.3. Cuanto
menos tiempo dedique a la producción de maíz y de tela y más tiempo dedique a la
acumulación de capital, más lejos se desplazará la frontera.
Pero el crecimiento económico no es un obsequio gratuito para Silvia. Para que
ocurra, tiene que dedicar más tiempo a la producción de herramientas y a construir
cercas, y menos a producir maíz y tela. El crecimiento económico no es ninguna
fórmula mágica para abolir la escasez.
FIGURA 3.4
Crecimiento económico en Estados Unidos, La Unión Europea y Japón
Las ideas que hemos explorado en el contexto de la isla de Silvia se aplican también a
nuestra economía del mundo real. Si consagramos todos nuestros recursos a producir
alimentos, ropa, vivienda, vacaciones y otros numerosos bienes de consumo de los que
disfrutamos y no dedicamos nada a la investigación, el desarrollo y la acumulación de
capital, el día de mañana no dispondremos de más capital ni de mejores tecnologías de
los que tenemos en la actualidad. Nuestras posibilidades de producción serán
exactamente las mismas que las que tenemos hoy en día. Para poder extender nuestras
posibilidades de producción en el futuro, debemos producir menos bienes de consumo
en el presente. Los recursos que liberamos hoy nos permitirán acumular capital y
desarrollar mejores tecnologías para producir bienes de consumo en el futuro. El recorte
de la producción actual de bienes de consumo representa el costo de oportunidad del
crecimiento económico.
La experiencia reciente de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón son
ejemplos muy claros del efecto que tienen las elecciones de los consumidores y las
empresas en la tasa de crecimiento de la economía. En 1965, las fronteras de
posibilidades de producción per cápita de Estados Unidos y de la Unión Europea eran
100
mayores que la frontera de posibilidades de producción per cápita de Japón (figura 3.4).
Tanto Estados Unidos como los países de la Unión Europea dedicaron una quinta parte
de sus recursos a la producción de bienes de capital, mientras que los recursos restantes
se dedicaron a la producción de bienes de consumo, como lo muestra el punto a de la
figura 3.4 (a) y (b). En contraste, Japón dedicó una tercera parte de sus recursos a la
producción de bienes de capital y el restante a la producción de bienes de consumo,
como lo muestra el punto a en la figura 3.4 (c). En los tres casos se presentó crecimiento
económico, pero la tasa a la cual crecieron fue diferente. Japón creció a una tasa mayor
que la Unión Europea y Estados Unidos. La razón de ello es obvia: Japón dedicó un
mayor porcentaje de sus recursos a la producción de bienes de capital en comparación
con los otros dos, por lo que el acervo de capital creció más rápidamente en este caso,
así como su frontera de posibilidades de producción per cápita. Como resultado de ello,
la frontera de posibilidades de producción per cápita de Japón está muy cerca de ser
igual a la frontera de posibilidades de producción de la Unión Europea y Estados
Unidos. Si Japón continúa dedicando un tercio de sus recursos a la producción de bienes
de capital (punto b de su frontera de posibilidades de producción de 1994), seguirá
creciendo a una tasa mayor a las de la Unión Europea y Estados Unidos; así, su frontera
de posibilidades de producción será mayor a la de los casos anteriores. Si Japón
dedicara un mayor porcentaje de sus recursos a la producción de bienes de consumo y
un menor porcentaje a la producción de bienes de capital (moviéndose al punto e de su
frontera de posibilidades de producción de 1994), entonces la tasa de crecimiento
económico de Japón sería menor y tendería a igualarse a las tasas de crecimiento de la
Unión Europea y Estados Unidos.
REPASO
Nadie sobresale en todo. Una persona es más atlética que otra; otra persona tiene más
agilidad mental o una memoria mejor. Lo que una persona realiza fácilmente, a otra
persona le parece difícil.
101
particular si esa persona puede producir el bien a un costo de oportunidad menor que
cualquier otra.
La gente puede producir para sí misma todos los bienes que consume, o puede
concentrarse en la producción de un solo bien (o quizás de unos cuantos bienes) y
posteriormente intercambiar parte de sus productos por los de otras personas. El hecho
de concentrarse en la producción de un solo bien o de unos cuantos bienes se denomina
especialización. Descubriremos en qué forma puede ganar la gente cuando se
especializa en el bien en el que tienen ventaja comparativa e intercambia su producción
con otros.
Volvamos una vez más a nuestra economía insuflar. Supongamos que Silvia ha
descubierto otra isla muy próxima a la suya y que sólo tiene un habitante: Pepe. Silvia y
Pepe tienen acceso, cada uno, a un bote sencillo que es suficiente para que se
transporten entre las dos islas junto con sus bienes.
La isla de Pepe, igual que la otra, sólo puede producir maíz y tela, pero el
terreno es diferente del de la isla de Silvia. En tanto que ésta tiene abundante tierra fértil
para el cultivo del maíz y un pequeño rebaño de ovejas, la isla de Pepe tiene poca tierra
apropiada para cultivar maíz y gran abundancia de terrenos escarpados y de ovejas. Esta
importante diferencia entre las dos islas significa que la frontera de posibilidades de
producción de Pepe es diferente de la de Silvia. La figura 3.5 ilustra estas fronteras de
posibilidades de producción. La frontera de Silvia tiene el rótulo "FPP de Silvia" y la de
Pepe "FPP de Pepe".
Silvia y Pepe pueden ser, cada uno por su parte, autosuficientes en maíz y tela.
La autosuficiencia es la situación en la que las personas producen sólo lo suficiente
para su propio consumo. Supongamos que Silvia y Pepe son autosuficientes. Silvia elige
producir y consumir 3 metros de tela y 11 kilos de maíz al mes, el punto d. Pepe elige
producir y consumir dos metros de tela y 7 kilos de maíz al mes, el punto b'. Estas
elecciones se identifican en sus respectivas fronteras de posibilidades de producción, las
que se muestran en la figura 3.5. (Cada uno de ellos podía haber elegido cualquier otro
punto de su frontera de posibilidades de producción.) La producción total de maíz y de
tela es la suma de lo que Silvia y Pepe produjeron: 18 kilos de maíz y 5 metros de tela.
El punto n de la figura representa esta producción total.
FIGURA 3.5
Ganancias de la especialización y el intercambio
102
Ventaja comparativa de Silvia. ¿En cuál de los dos bienes tiene Silvia ventaja
comparativa? Hemos definido la ventaja comparativa como la situación en la que el
costo de oportunidad de una persona en la producción de un bien es menor que el costo
de oportunidad de otra persona en la producción del mismo bien. Entonces, Silvia goza
de ventaja comparativa en la producción de cualquier bien que produzca a un menor
costo de oportunidad que Pepe. ¿Cuál es ese bien?
Usted puede responder la pregunta observando las fronteras de posibilidades de
producción de Silvia y Pepe en la figura 3.5. En los puntos en los que están produciendo
y consumiendo, la frontera de posibilidades de producción de Silvia tiene una pendiente
más pronunciada que la de Pepe. Para producir un kilo adicional de maíz, Silvia
renuncia a menos tela que Pepe. Por tanto, el costo de oportunidad que Silvia paga por
un kilo de maíz es menor que el de Pepe. Esto significa que Silvia tiene una ventaja
comparativa en la producción de maíz.
¿Pueden Silvia y Pepe estar mejor que siendo autosuficientes? En especial, ¿qué
ocurriría si cada uno se especializara en la producción del bien en el que tiene ventaja
comparativa y después intercambiara con el otro?
Si Silvia, quien tiene ventaja comparativa en la producción de maíz, dedicara
todo su tiempo al cultivo de maíz, podría cosechar 20 kilos. Si Pepe, quien goza de
ventaja comparativa en la producción de tela, dedicara todo su tiempo a la producción
de tela, podría obtener 9 metros. Al especializarse, entre Silvia y Pepe pueden producir
20 kilos de maíz y 9 metros de tela (la cantidad que tiene el rótulo s en la figura). El
punto s muestra la producción de 20 kilos de maíz (producidos por Silvia) y 9 metros de
tela (producidos por Pepe). Evidentemente, Silvia y Pepe producen más tela y maíz en
el punto s de lo que producían en el punto n, cuando cada uno se ocupaba sólo de sus
propias necesidades. Silvia y Pepe prefieren el punto s al punto n porque, entre ambos,
tienen más maíz y tela en el punto s que en el punto n. Tienen 2 kilos de maíz y 4
metros de tela adicionales.
Para lograr las ganancias del comercio, Silvia y Pepe tienen que hacer algo más
que especializarse en la producción del bien en el que cada uno tiene ventaja
comparativa: deben intercambiar los frutos de su producción especializada.
Supongamos que Silvia y Pepe acuerdan intercambiar 5 metros de tela por 8 kilos de
maíz. Silvia tiene 20 kilos de maíz y Pepe tiene 9 metros de tela antes del intercambio.
Después de realizado el intercambio, Pepe consume 8 kilos de maíz y Silvia 12 kilos;
Pepe consume 4 metros de tela y Silvia 5 metros. En comparación con la situación en la
que cada uno era autosuficiente, Silvia tiene ahora un kilo más de maíz y 2 metros
adicionales de tela y Pepe tiene un kilo extra de maíz y 2 metros más de tela. El
aumento en el consumo de ambos bienes que cada uno de ellos obtuvo representa las
ganancias del comercio. Los dos consumen en un punto situado más allá de su frontera
de posibilidades de producción individual.
103
Productividad y ventaja absoluta
TABLA 3.2
Nuevas posibilidades de producción de Silvia
Maíz Tela
Posibilidad (kilos (metros
al mes) al mes)
a 40 y O
b 36 y 2
e 30 y 4
d 22 y 6
e 12 y 8
f O y 10
Ya hemos averiguado que las ganancias del comercio surgen cuando cada
persona se especializa en la producción del bien en el que tiene ventaja comparativa.
Recuerde que una persona tiene ventaja comparativa en la producción de un bien en
particular si esa persona puede producido a un menor costo de oportunidad que
cualquier otra. Los costos de oportunidad de Pepe siguen siendo los mismos de antes.
¿Qué le ha pasado a los costos de oportunidad de Silvia ahora que ha duplicado su
productividad?
Usted puede determinar los costos de oportunidad de Silvia utilizando
exactamente el mismo cálculo que se usó en la tabla de la figura 3.2. En primer lugar
fíjese en el costo de oportunidad de maíz de Silvia. Los primeros 12 kilos de maíz que
ella cultiva le cuestan 2 metros de tela. Así que el costo de oportunidad de 1 kilo de
maíz es de 1/16 de metro de tela (igual que el costo de oportunidad original de maíz de
104
Silvia). Si usted calcula los costos de oportunidad para las posibilidades de producción
de Silvia de a hasta f, descubrirá que cada uno de ellos conserva su valor original.
Ya que el costo de oportunidad de la tela es el inverso del costo de oportunidad
del maíz, el costo de oportunidad de tela de Silvia tampoco ha cambiado. Veamos un
ejemplo. Si Silvia pasa del punto a al b para hacer 2 metros de tela, tendrá que reducir
su producción de maíz en 4 kilos, de 40 a 36 kilos. Así, los dos primeros metros de tela
cuestan 4 kilos de maíz. El costo de 1 metro de tela es, por lo tanto, de 2 kilos de maíz
(exactamente igual que antes).
Cuando Silvia duplica su productividad, por cada hora de su tiempo obtiene más
productos; sin embargo, sus costos de oportunidad no varían. Una unidad adicional de
maíz cuesta lo mismo que antes, en términos de tela a la que renuncia. Como ni los
costos de oportunidad de Silvia han cambiado ni tampoco los de Pepe, éste sigue
teniendo ventaja comparativa en la producción de tela. Tanto Silvia como Pepe pueden
disponer de una mayor cantidad de ambos bienes si Silvia se especializa en la
producción de maíz y Pepe en la producción de tela.
El punto clave que debe destacarse es que no es posible que una persona que
goza de ventaja absoluta tenga ventaja comparativa en todo.
REPASO
Las ganancias del comercio provienen de la ventaja comparativa. Una persona tiene
ventaja comparativa en la producción de un bien si esa persona puede producir el bien a
un costo de oportunidad menor que cualquier otra. Así, las diferencias en los costos de
oportunidad son el origen de las ganancias de la especialización y el intercambio. Cada
persona se especializa en la producción del bien en el que tiene ventaja comparativa y
después intercambia parte de su producción por los bienes que otros produjeron. Si una
persona puede producir un bien con menos factores que otra, es más productiva, tiene
una ventaja absoluta pero no necesariamente ventaja comparativa. Incluso una persona
con ventaja absoluta gana con la especialización y el intercambio.
105
Derechos de propiedad
Los derechos de propiedad son acuerdos sociales que rigen la pertenencia, uso y
traspaso de la propiedad. La propiedad es cualquier cosa de valor, incluidas la tierra y
las construcciones, las cosas que llamamos propiedad en el lenguaje común; también
comprende las acciones y los bonos, los bienes duraderos y los equipos y plantas;
también la propiedad intelectual. La propiedad intelectual es el producto intangible del
esfuerzo creativo, protegido por derechos de autor y patentes. Este tipo de propiedad
incluye libros, música, programas de computador e invenciones de todos tipos.
¿Qué pasaría si no existieran los derechos de propiedad? ¿Cómo sería ese
mundo de ciencia ficción social?
106
El sistema económico de estos países está basado en los derechos de propiedad
privada y el intercambio voluntario.
Los impuestos modifican los derechos de propiedad privada. Los impuestos sobre el
gasto, el ingreso y la riqueza transfieren propiedad de los individuos a los gobiernos.
Esas transferencias limitan los esfuerzos de la gente para crear más propiedad y reducen
las ganancias que obtienen de la especialización y el intercambio. Pero los impuestos en
sí no son arbitrarios. Todo el mundo se enfrenta con las mismas reglas y puede calcular
los efectos de sus propias acciones sobre los impuestos a los que estará sujeto.
Dinero
Hemos visto que los derechos de propiedad bien definidos y basados en el intercambio
voluntario permiten a los individuos especializarse e intercambiar su producción entre
ellos. En nuestra economía insular, sólo estudiamos el caso de dos personas y dos
bienes. El intercambio en una situación así era cosa sencilla. Sin embargo, en el mundo
real, ¿cómo es posible que miles de millones de personas logren intercambiar millones
de bienes que son el fruto de su trabajo especializado?
Trueque
Los bienes pueden sencillamente intercambiarse por otros bienes. El intercambio directo
de un bien por otro se conoce como trueque. Sin embargo, el trueque limita
considerablemente la cantidad de comercio que puede llevarse a cabo. Imagine que
tiene usted unos gallos pero quiere rosas. En primer lugar, usted debe buscar a alguien
que tenga rosas y quiera gallos. Los economistas llaman a esto la doble coincidencia de
deseos: cuando la persona A quiere vender justo lo que la persona B quiere comprar y la
persona B quiere vender justo lo que la persona A quiere comprar. Como el propio
término lo da entender, esos casos son coincidencias y no se ocurrirán con frecuencia.
Una segunda forma de comercio mediante el trueque consiste en realizar una secuencia
de intercambios. Si usted tiene naranjas y quiere manzanas, quizás tenga que cambiar
naranjas por ciruelas, ciruelas por granadas, granadas por piñas y entonces, finalmente
piñas por manzanas.
A pesar de lo incómodo que esto es, se lleva a cabo una gran cantidad de
trueques. Por ejemplo, cuando la estrella del rock británico, Rod Stewart, actuó en
Budapest, Hungría, en 1986, recibió parte de su remuneración de 30 000 dólares en
equipo de sonido húngaro, cables eléctricos y en los servicios de un camión con un
elevador de canastilla. Y antes de los cambios recientes en Europa Oriental, los
107
peinadores de Varsovia, Polonia, conseguían su equipo de trabajo de Inglaterra a
cambio del cabello que suministraban a los fabricantes de pelucas de Londres.
Aunque de hecho existe el intercambio por trueque, se trata de un medio
ineficiente de intercambio de bienes. Por fortuna se ha inventado una alternativa mejor.
Intercambio monetario
Una alternativa para el trueque es el intercambio monetario: un sistema en el que
alguna mercancía o un símbolo sirve como medio de cambio. Un medio de cambio es
cualquier cosa que se acepta en forma general a cambio de bienes y servicios. El dinero
también puede definirse como un medio de cambio: algo que puede darse a los demás a
cambio de bienes y servicios.
El dinero disminuye el costo de transacción y hace posibles millones de
operaciones que simplemente no valdría la pena llevar a cabo mediante el trueque.
¿Puede usted imaginar la cadena de transacciones de trueque que tendría que realizar a
diario para conseguir su café, su refresco de cola, sus libros de texto, su tiempo con el
profesor, sus vídeos y todos los demás bienes y servicios que consume? En un sistema
de intercambio monetario, usted cambia su tiempo y esfuerzo por dinero y utiliza ese
dinero para comprar los bienes y servicios que consume, eliminando así el increíble lío
con el que se enfrentaría todos los días en un mundo de trueque.
Los metales como el oro, la plata y el cobre han sido utilizados como dinero
durante mucho tiempo. En su forma más común desempeñan el papel del dinero al ser
acuñados como monedas. Las sociedades primitivas tradicionalmente han usado varias
mercancías como dinero, por ejemplo, las conchas marinas. Durante la guerra civil
estadounidense y por varios años más, la gente utilizó estampillas postales como dinero.
Los prisioneros de guerra en los campamentos alemanes de la Segunda Guerra Mundial
usaron los cigarrillos como dinero. El uso de cigarrillos como medio de cambio no debe
confundirse con el trueque. Cuando los cigarrillos desempeñan el papel de dinero, la
gente compra y vende bienes utilizando los cigarrillos como medio de cambio.
En las sociedades modernas, los gobiernos proporcionan el papel moneda. El
sistema bancario también proporciona dinero en la forma de cuentas de cheques. Las
cuentas de cheques pueden usarse para pagar deudas mediante la simple escritura de una
instrucción al banco (expedir un cheque), en la que se solicita que los fondos se
transfieran a otra cuenta de cheques. Los enlaces electrónicos entre las cuentas
bancarias, que se están extendiendo ampliamente, permiten la transferencia directa entre
diferentes cuentas sin necesidad de expedir cheques.
Está usted comenzando a ver cómo se las arreglan los economistas cuando
intentan contestar algunas preguntas importantes. El simple hecho de la escasez y el
concepto asociado de costo de oportunidad nos permiten entender por qué se especializa
la gente, por qué comercia entre sí, por qué adopta convenciones sociales que definen y
hacen respetar los derechos de propiedad privada y por qué usa dinero. Una idea
sencilla (la escasez y su consecuencia directa, el costo de oportunidad) ¡explica tanto!
108
LECTURA ENTRE LINEAS
Al señalar que estaba comprometido “con el poder del mercado”, el presidente Bush
presentó hoy una política de energéticos que, según afirmó, ahorraría energía,
aumentaría la producción nacional de combustibles y mejoraría las condiciones del
medio ambiente sin necesidad de nuevos impuestos o decretos gubernamentales
severos...
El plan otorga una considerable atención al petróleo. A diferencia de las
iniciativas que en materia de política de energéticos presentaron los presidentes Richard
Nixon y Jimmy Carter con motivo de las crisis petroleras que ocurrieron durante sus
mandatos, la propuesta de Bush afim1a que Estados Unidos tendrá que aceptar un
elevado nivel de dependencia del petróleo del extranjero.
El secretario de energía, James D. Watkins, defendió esta orientación de la
política hacia la eficiencia energética, diciendo que los que la critican “desean que el
gobierno controle lo que debemos hacer con nuestras vidas”.
© The New York Times, lnc., Reservados todos los derechos. Reproducido con autorización .
Los industriales de tipo duro como Henry Ford, Andrew Camegie y George
Westinghouse probablemente no tomarían muy a pecho lo que vamos a informar, pero
hay buenas noticias hoy en día en el frente de las exportaciones. Alrededor del mundo,
la gente no se cansa de las cosas de Estados Unidos; quizás ya no quiera su hardware:
automóviles, acero o televisores. Pero cuando quiere una sacudida de cultura popular, y
siempre quiere más, cada vez se fija más en el software estadounidense: películas,
música, programas de televisión y vídeos, que en conjunto representan hoy un superávit
comercial anual de 8 mil millones de dólares. Solamente la industria aeroespacial,
aviones y equipo conexo, superan a la cultura pop en exportaciones.
Nos guste o no, Mickey Mouse, Michael Jackson y Madonna (sus ventas en el
extranjero son 2 y media veces superiores a las internas) apuntalan lo que resta de
nuestra balanza comercial. Radio Europa Libre y Radio Moscú quedaron fuera; las
transmisiones internacionales de CNN y MTV están de moda.
109
LECTURA ENTRE LINEAS
Antecedentes y análisis
FIGURA
110
RESUMEN
Costo de oportunidad
El costo de oportunidad de cualquier acción es la mejor alternativa de acción a la que se
renuncia. El costo de oportunidad de adquirir un bien es equivalente a la cantidad de
otro bien a la que se debe reanunciar. El costo de oportunidad de un bien aumenta
conforme se incrementa la cantidad producida de dicho bien.
Crecimiento económico
Aunque la frontera de posibilidades de producción marque el límite entre lo alcanzable
y lo inalcanzable, ese límite no está fijo. Cambia con el transcurso del tiempo, en parte
debido a fuerzas naturales (por ejemplo: los cambios del clima y la acumulación de
ideas acerca de mejores formas de producción) y en parte debido a las elecciones que
hacemos (elecciones acerca del consumo y el ahorro). Si utilizamos cierta cantidad de
los recursos actuales para producir bienes de capital y para investigación y desarrollo,
podremos producir más bienes y servicios en el futuro. La economía crecerá. Pero el
progreso no se da sin incurrir en costos: el costo de oportunidad de más bienes y
servicios en el futuro es el menor consumo de bienes y servicios hoy.
111
ELEMENTOS CLAVE
Términos clave
Acumulación de capital
Autosuficiencia,
Bienes de capital
Bienes de consumo
Bienes y servicios
Capital humano
Capitalismo
Consumo
Crecimiento económico
Derechos de propiedad
Dinero
Doble coincidencia de deseos
Empresa privada
Especialización
Frontera de posibilidades de
producción
Intercambio monetario
Medio de cambio
Producción
Productividad
Progreso tecnológico
Propiedad intelectual
Propiedad
Trueque
Ventaja absoluta
Ventaja comparativa
112
Figuras clave
PREGUNTAS DE REPASO
PROBLEMAS
1. Suponga que el clima en la isla de Silvia cambia, lo que eleva considerablemente los
rendimientos del maíz. Esto permite a Silvia producir las siguientes cantidades:
113
2. Amada vive con sus padres y asiste a la universidad local. La universidad es
manejada por el gobierno estatal y la colegiatura es gratuita. En la ciudad hay empleos
para los egresados del bachillerato que pagan 7 dólares por hora. La madre de Amada,
que tiene el bachillerato, acepta un empleo de tiempo parcial para que Amada pueda
asistir a la universidad. Los libros de texto cuestan 280 dólares y Amada recibe un
estipendio de 140 dólares mensuales de su mamá. Enumere los rubros que integran el
costo de oportunidad de que Amada asista a la universidad.
3. Suponga que Tierra del Ocio produce sólo dos bienes: alimentos y crema
bronceadora. Sus posibilidades de producción son:
Tierra Activa también produce sólo alimentos y crema bronceadora y sus posibilidades
de producción son:
114
5. Suponga que Tierra Activa se vuelve tres vences más productiva de lo que se enuncia
en el problema 3.
a. Muestre en una gráfica el efecto del incremento de productividad sobre la
frontera de posibilidades de producción de Tierra Activa.
b. ¿Tiene ahora Tierra Activa ventaja absoluta en la producción de ambos bienes?
c. ¿Puede Tierra Activa ganar con la especialización y el comercio que ha
establecido con Tierra del Ocio, ahora que es dos veces más productiva? De ser
así, ¿qué producirá?
d. ¿Cuáles son las ganancias totales del comercio? ¿De qué dependen estas
ganancias?
115
Autor: José Paschoal Rossetti
Obra: Introducción a la Economía
Tema: “Los problemas económicos fundamentales:
una apreciación de conjunto”
Páginas: 130-138
CAPÍTULO 7
LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS FUNDAMENTALES:
UNA APRECIACIÓN DE CONJUNTO
116
nuestra área de conocimiento”. Esos problemas se refieren a tres conocidas cuestiones,
resumidas en tres preguntas aparentemente simples:
1. ¿El qué y cuánto producir?
2. ¿Cómo producir?
3. ¿Para quién producir?
117
sociedad no deberá rechazar la utilización de técnicas que realmente le posibiliten la
máxima eficiencia productiva.
En esta línea de análisis, observamos de entrada que todas las sociedades enfrentan,
siempre, además de los dilemas básicos, un trío de problemas fundamentales, que se
interrelacionan en los niveles económico, tecnológico y social.
El problema económico sólo será completamente solucionado si la eficiencia
tecnológica convenientemente dosificada, se complementa a través de un sistema de
distribución eficaz. Al contrario, una solución del problema tecnológico solamente
alcanzaría su plenitud si las opciones económicas y sociales fueran lógicas y
pertinentes. Como indica Shackle, la eficiencia técnica presupone la eficiencia
económica; ningún método de producción puede alcanzar su más alto grado de
eficiencia económica si no alcanza, ante determinada combinación de factores de
producción, su más elevado grado de eficiencia técnica.
De igual manera, la cuestión social, íntimamente ligada a los problemas del
bienestar, sólo será solucionada satisfactoriamente estando también integrada a la
solución de los problemas económico y tecnológico.
En la Tabla 7-1 presentamos resumidos, a partir de sus niveles de referencia, los
esquemas básicos de solución aplicables a los tres problemas económicos
fundamentales. Como se observa, la solución del problema del qué y cuánto producir
implica la elección de opciones lógicas, situadas necesariamente sobre las líneas de
producción de la economía. Las unidades de producción instaladas en el sistema
solamente deberán dedicarse a la producción de té, cacahuate, revistas, lana, medicinas,
electrodomésticos y carne de res, si a la saciedad (o a quien esté decidiendo por ella)
juzga que esos bienes, en las cantidades que están produciéndose, son los que responden
118
más adecuadamente a las necesidades y deseos existentes. En caso contrario, como la
finalidad esencial del proceso productivo de la economía es atender, en escala óptima,
las prioridades sociales manifestadas, si esos bienes no satisfacen plenamente las
aspiraciones colectivas, otras alternativas deberán ser adoptadas, hasta que las unidades
productivas realmente se ajusten a las escalas ideales de preferencia.
Por otro lado, la solución del problema de cómo producir implica la obtención
de la máxima eficiencia en la combinación y en la elección de los recursos disponibles.
Como los recursos son escasos y las necesidades ilimitadas, las existencias o inventarios
de factores productivos deben ser combinados con vistas a la realización de niveles
óptimos de producción. Las técnicas de producción empleadas deben conducir a la
máxima relación entre la producción total obtenida y la cantidad utilizada de recursos.
Si la combinación y la elección de los recursos movilizados no condujeran a los
máximos niveles posibles, entonces métodos nuevos de producción deberán adaptarse
con el objeto de que no se desperdicien las potencialidades existentes.
Por último, la solución del problema para quién producir implica la consecución
de la máxima eficiencia en la selección de los recursos disponibles. En este punto no se
trata de alcanzar las líneas de producción, sino las del bienestar social e individual.
Maximizar el producto es, sin duda, una meta importante, pero distribuido
satisfactoriamente entre los participantes en el proceso productivo es también un
objetivo de fundamental importancia. Se enfrentan, igualmente, los sistemas
económicos constituidos no sólo con los problemas relacionados a la optimización de
las opciones de producción y de empleo de los recursos, sino también con los derivados
de la retribución, a los propietarios de los recursos movilizados, de porciones justas y
compatibles con las contribuciones individuales.
Esas consideraciones indican que la formación de un sistema económico ideal,
capaz de armonizar con perfección la solución de los tres problemas económicos
119
fundamentales, tal vez represente el objetivo-síntesis de la organización económica de
las naciones. Como señalamos en la Figura 7-1, los tres problemas económicos
fundamentales están fuertemente interrelacionados, de tal suerte que -logrando
compatibilizar las soluciones referidas- un sistema ideal debería obtener una elevada
eficiencia productiva, combinada con una apreciable eficiencia distributiva. La primera
sería alcanzada a través de correctas medidas económicas y tecnológicas; la segunda, a
través de una correcta distribución de la producción elaborada.
120
los tres problemas básicos es de difícil solución, toda vez que sintetizan objetivos
económicos, tecnológicos y sociales no siempre totalmente alcanzados, y más
aisladamente. Hay sistemas que tal vez hayan conseguido, sobre todo en periodos de
plena movilización, elevadísimos grados de eficiencia económica y tecnológica. Otros
quizá se hayan aproximado a la ejecución de programas distributivos aparentemente
justos. Pero ciertamente serán menos comunes los ejemplos de sistemas que hayan
conseguido en el pasado o que logren en nuestros días una combinación satisfactoria de
la necesaria eficiencia técnico-productiva con la reivindicación de la justicia en la
distribución.
Las reflexiones que acabamos de desarrollar debieron haber evidenciado que los tres
problemas económicos fundamentales, sobre todo cuando son examinadas
conjuntamente, califican o implican un conjunto de cuestiones de la más alta
complejidad, no sólo debido a sus raíces económicas sino sobre todo en relación a su
contenido social ético o igualmente político. Tal es el grado de complejidad implicada:
que los pueblos de todas las épocas y lugares siempre se enfrentaron con la necesidad de
organizar mejor sus sistemas económicos, intentando optimizar la solución de sus
problemas centrales.
Además, la organización de la actividad económica se encuentra directamente
relacionada con la solución de los problemas económicos fundamentales: el qué y
cuánto, el cómo y el para quién producir. Siempre con el objetivo de asegurar una
mayor eficiencia en la elección de sus recursos, los países desarrollados se han avocado
a la difícil y controvertida procuración del sistema económico ideal. En el ámbito
económico y tecnológico también los pueblos atrasados, aunque practiquen la
autosuficiencia, descubrieron que la solución de sus problemas económicos
fundamentales podría ser facilitada por la división del trabajo, expediente que imprime
mayor eficiencia a la actividad económica. Las ventajas de este descubrimiento fueron
definitivamente aseguradas después de la Revolución Industrial, se consolidaron en el
siglo XIX y condujeron a la extrema especialización de las funciones individuales
observadas en nuestros días.
Paradójicamente, no obstante, si la división del trabajo condujo a la identidad y a
la mejor solución de los asuntos relacionados con la eficiencia productiva, tal vez haya
traído mayor complejidad a las cuestiones relacionadas con la justicia distributiva. El
aumento de la eficiencia económica y tecnológica, observado en las primeras décadas
del siglo XIX, cuando se da la construcción histórica del capitalismo industrial, fue
paralelo al agravamiento de las cuestiones sociales atribuido a los insatisfactorios
patrones de distribución del producto social. A medida que las actividades se
especializan, se torna más compleja la medición exacta de las contribuciones
individuales. De ahí que, al lado de los objetivos de disciplinar y coordinar las tareas
desarrolladas por millones de individuos y unidades de producción que forman el marco
de la actividad económica, se impone la necesidad de desarrollar y de aplicar modelos
de organización que reduzcan los desequilibrios de la distribución.
Los liberales de los siglos XVIII y XIX propusieron que las bases del modelo de
organización económica deberían ser el individualismo, la libre iniciativa y la
competencia empresarial. Según su propuesta, el funcionamiento libre del sistema de
precios y de los mecanismos del mercado conduciría a la óptima elección de los
recursos disponibles, garantizando el empleo total y la eficiencia económica general. En
121
contraste con ese modelo, sin embargo, los críticos del sistema liberal capitalista,
actuando a partir de las bases ideológicas elaboradas por Marx, propondrían el bloqueo
de la libertad empresarial, el colectivismo y la dirección estatal. En lugar de los
mecanismos libres antes propuestos, serían implantados sistemas centralizados de
control, capaces de coordinar las metas de Producción de la economía, la elección de los
recursos y la repartición de lo producido.
A partir de esas dos proposiciones, colocadas como diametralmente opuestas,
también son posibles muchos modelos menos extremistas. Todos ellos, sin embargo, en
cuanto al análisis de su eficacia implican juicios de valor, debido a sus implicaciones o
contenido; ético y político. ¿Cuál seria -se pregunta- el modelo ideal? Dentro de las
varias opciones posibles, ¿Cuál es la que mejor combina los presupuestos de eficiencia
económica con los ideales de la justicia en la distribución? ¿Cuál debería ser el modelo
de organización idea/? ¿Debería la sociedad instituir una autoridad central que dirija y
coordine todas las actividades individuales? ¿Debería realmente existir esa autoridad
suprema, para que decida sobre cuáles son los bienes que debieran producirse, sobre sus
cantidades, sobre cómo deberían ser producidos y cómo proceder a su distribución? o, al
contrario, ¿debieran las sociedades confiar en la acción autorreguladora de una
organización espontánea y liberal? La planeación global, tipo colectivista, ¿es más
eficiente en la solución de todas las cuestiones fundamentales, comparativamente al
laissez-faire? ¿Cómo soluciona cada uno de esos sistemas los complejos problemas
fundamentales con que se enfrentaron todas las sociedades?
La evaluación de la eficiencia de los sistemas alternativos constituye, en verdad,
una de las más complejas cuestiones del análisis económico. Más adelante
examinaremos pormenorizadamente los sistemas económicos contemporáneos, sus
principios, estructuras y dinámica. Hasta entonces, posiblemente, reuniremos elementos
e informaciones que quizá posibiliten algunas tentativas de evaluación y la fijación de
algunos parámetros de comparación. Mas hay, sin embargo, antes de acercamos a reunir
esas condiciones, un largo camino por recorrer.
Para que discutamos de mejor manera sobre los sistemas económicos
contemporáneos, precisamos conocer los mecanismos esenciales de la organización
económica, El objetivo de las observaciones que ahora concluimos fueron solamente
resaltar y evidenciar los problemas centrales de la actividad económica, relacionados
-todos ellos- con el desajuste fundamental entre la escasez de los recursos y la aparente
ilimitación de las necesidades humanas.
Desde ahora, sin embargo, siempre será útil tener presente que no hay sistema
económico que haya sido capaz de reprimir para siempre la expansión de las
necesidades humanas o de eliminar la limitación de los recursos. Por eso,
independientemente de su modelo de organización social o política, difícilmente las
naciones modernas conseguirán escapar al trío de problemas económicos
fundamentales. Los sistemas colectivistas y los liberales darán solamente respuestas
diferentes a esos problemas, pero no conseguirán y ciertamente jamás consiguieron
eliminarlos.
122
UNIDAD III. SISTEMAS ECONÓMICOS CONTEMPORÁNEOS
CAPITULO 8
LA PRIMERA CARACTERIZACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA
123
fundamentales de producción y de la circulación monetaria. Pero, antes de ocuparnos de
la dinámica de los sistemas económicos contemporáneos, profundizaremos en el estudio
del trinomio moneda-precios-competencia.
Aunque a nivel introductorio, el examen de la organización monetaria
evidenciará su importancia para el funcionamiento regular de los sistemas económicos.
Complementariamente, mostraremos el papel que el sistema de precios puede ejercer
para optimizar el empleo de los recursos disponibles para la producción. Por último, al
examen del sistema de precios seguirá una evaluación de sus imperfecciones, hecho
fundamental para comprender algunas de las motivaciones de la intervención del Estado
en la vida económica de los países.
Adoptando, en una primera aproximación, la fusión de criterios con que los autores
europeos contemporáneos (Barre y Sombart) y los latinoamericanos (Holanda,
Castro y Lessa) desintegran la estructura de los sistemas económicos, comprobamos
que éstos pueden ser desintegrados en tres grandes grupos de elementos básicos,
conforme el esquema de la Figura 8-1:
1. Existencias de recursos productivos.
2. Complejo de unidades de producción.
3. Conjunto de instituciones.
124
de acción, los deberes y las obligaciones de los poseedores de los recursos y de las
unidades que los emplearán. De igual forma, los sistemas económicos no pueden
prescindir de instituciones políticas que definan precisamente las relaciones entre el
Estado, las empresas y la colectividad, y, también, de un conjunto de instituciones
sociales que establezcan normas de conducta para los diferentes sectores de la actividad
económica,
Debemos añadir que estos tres elementos básicos de los sistemas económicos
-existencia de recursos, unidades de producción e instituciones- están directamente
ligados al proceso de crecimiento, teóricamente señalado por el desplazamiento positivo
de las curvas de posibilidades de producción.
La existencia de recursos humanos y patrimoniales es uno de los dos principales
condicionantes del crecimiento económico: tecnología incipiente, recursos humanos mal
preparados, insuficiencia de capital, capacidad empresarial poco agresiva y reducidas
posibilidades de incorporación de los recursos naturales a las actividades económicas
constituyen, evidentemente, barreras al proceso de expansión de las posibilidades de
producción, pues esto exige existencias satisfactorias de factores productivos.
Por otro lado, el crecimiento económico depende -también en gran medida- de
cómo operen las unidades de producción: la debilidad del complejo empresarial es
incompatible con la promoción del crecimiento, por cuanto la eficiencia del aparato
productivo, directamente relacionada al nivel de las posibilidades de producción, se
manifiesta a partir de la mejor utilización posible de los recursos disponibles, tarea que
se exige de cada una de las unidades de producción, sea cual fuere d sector en que se
ubiquen.
Por último, las instituciones -sean las de naturaleza jurídica, política, social o
económica- están también relacionadas al crecimiento: para que éste se lleve a cabo, las
sociedades deben disponer no sólo de suministros satisfactorios de recursos y de la
eficiente actuación de las empresas, sino también de un conjunto de instituciones que
faciliten -y no estorben- los procesos económicos del sistema.
125
8.2 LOS FLUJOS REAL Y MONETARIO:
ANÁLISIS DE lOS MODELOS SIMPLIFICADOS
Los tres conjuntos de elementos que constituyen la base organizativa de los sistemas
económicos, aunque han sido examinados aisladamente, no deben ser considerados
como tres entidades divorciadas, sino al contrario, como interdependientes. Las
existencias de recursos, los distintos sectores de las unidades de producción así como
conjunto de instituciones sociales, jurídicas, políticas y económicas forman tres partes
intercomplementarias de un todo.
La funcionalidad de los sistemas económicos, en la solución de cada uno de los
tres problemas económicos fundamentales, involucra, a través de procedimientos que se
intercruzan, todos los elementos básicos que describimos. La sociedad organiza sus
actividades económicas a partir de la conjugación de esos elementos, manteniendo una
serie de mecanismos y de flujos, organizados para resolver los problemas básicos
originados por la escasez.
A medida que profundiza en el campo de la funcionalidad de los sistemas, el
análisis económico -analizando las micro y macro dimensiones de la actividad- deberá
considerar todos los factores y fuerzas que interfieren en los flujos de movilización de
los recursos y de la producción de bienes y servicios. La consideración de esos flujos,
así como de sus subyacentes organizaciones, constituye, también, una de las primeras
abstracciones del análisis económico, destinadas a explicar la dinámica de las
economías y de su funcionamiento.
No obstante lo anterior, en la descripción de los elementos constitutivos de la
estructura de los sistemas económicos, caracterizamos la realidad como a través de una
fotografía instantánea. En nuestra primera aproximación, clasificamos y fijamos cada
uno de los elementos sin preocupamos de los posibles flujos que los interrelacionan, ni
con los continuos movimientos que se llevan a cabo cuando se da su utilización.
Nuestro primer acercamiento estableció solamente una especie de imagen instantánea,
sin ningún tipo de movimiento. La estructura de los sistemas económicos fue descrita
como si estuviera en estado estacionario. Los recursos de producción fueron
caracterizados a partir de su presencia física y de sus existencias. En cuanto a las
unidades de producción, aunque las hemos caracterizado como movilizadoras de
recursos, no llegamos a evidenciar de qué manera y a partir de qué movimientos se
realiza esa movilización. Las instituciones fueron descritas como simples propiciadoras
de las posibles conexiones entre los componentes del sistema.
Ese tipo de descripción, cuya finalidad principal fue la de definir y situar cada
uno de los elementos constitutivos de los sistemas económicos, debe ser entonces
complementado por un segundo acercamiento, en el que se evidencien los movimientos,
los flujos y la dinámica de la organización económica. En realidad, todos los
componentes descritos están en permanente movimiento así como en continuo proceso
de trasformación. La población económicamente activa, motivada por las crecientes
necesidades que se incorporan a los patrones de vida, no constituye solamente
existencias disponibles sino también un conjunto activo, empleado o en la búsqueda de
empleo. Por otro lado, la capacidad empresarial no constituye un simple acervo de
talentos; los hombres que la integran componen un agitado y agresivo grupo, en la
búsqueda de mejores alternativas de acción y oportunidades de crecimiento. Los
recursos de capital también se encuentran permanentemente accionados, la incesante
126
actividad productiva promueve su desgaste y motiva su sustitución, movilizándose así,
recíprocamente, el flujo de conocimientos tecnológicos. Complementando esos
movimientos y participando directamente de todos ellos, lo complejo de las unidades de
producción genera un permanente flujo de bienes y servicios, a través de los cuales la
sociedad podría satisfacer sus crecientes necesidades, sean éstas vitales o simplemente
destinadas a incrementar los niveles de bienestar ya existentes. Y por fin, las propias
instituciones también evolucionan, ajustándose a las cambiantes exigencias de la vida
real.
Desde el punto de vista de las actividades de la producción, de la generación de
poder adquisitivo y del destino de los bienes y servicios finales, la dinámica de la
organización económica puede ser descrita a través de dos flujos fundamentales. El
primero, generalmente identificado como flujo real, describe las relaciones entre las
unidades familiares (propietarias de los recursos) y las unidades de producción
(movilizadoras de los recursos existentes). Y el segundo, generalmente identificado
como flujo monetario, describe el proceso de generación del ingreso y del poder
adquisitivo, así como su utilización y destino.
En la Figura 8-2 se aprecia una caracterización del flujo real. Para su caracterización,
presentamos frente a frente los dos agentes más importantes de la actividad productiva:
las unidades familiares y las unidades de producción.
FIGURA 8-2 Caracterización del flujo real entre las unidades familiares y las de
producción.
127
punto de vista de la teoría económica, una unidad familiar. Sin embargo, los grupos
familiares que generalmente viven bajo el mismo techo y que son constituidos por
individuos que ejercen actividades productivas, así como por sus dependientes, son
consideradas como unidades familiares típicas.
Por otro lado, las unidades de producción, como señala Leftwich, forman un
grupo más limitado, avocado a la compra, alquiler y utilización de los recursos de
producción, así como en la venta de los bienes y servicios por ellos elaborados.
Caracterizándolas con un lenguaje más directo, las unidades de producción se
representan por las empresas. A ellas se destinan todos los recursos de producción
disponibles. Así, las actividades económicas dependen, en gran mediada, del dinamismo
de las empresas. Cuantos más recursos las unidades de producción pudieren absorber y
utilizar, tanto más significativo sería el volumen real de los bienes y servicios
producidos.
Así, desempeñando sus funciones económicas esenciales, esos dos agentes se
interrelacionan directamente, dando origen a la producción real de bienes y servicios.
Los recursos de producción, con excepciones no significativas, pertenecen de hecho a
las unidades familiares. Éstas aportan trabajo, capacidad empresarial, capacidad
tecnológica, recursos de la tierra y ahorros para la formación de capital. Tales
aportaciones fluyen hacia las unidades de producción, donde son utilizadas y
combinadas para la elaboración de bienes o para la prestación de servicios. Finalmente,
completando el flujo o proceso, los bienes y servicios fluyen de las unidades de
producción hacia las familias, destinándose a su subsistencia y a su confort material.
FIGURA 8-3 Caracterización del flujo monetario entre las unidades familiares y las de producción .
128
Esa visión esquemática sugiere que el derecho de consumir una parte de los
bienes y servicios producidos por la sociedad es adquirido por medio de la participación
en el proceso productivo. Las unidades familiares que participan en el proceso
productivo aportan a las unidades de producción los recursos de que disponen. En
función de la capacidad de contribución de los recursos utilizados, recibirán una
remuneración compatible. Las remuneraciones recibidas pueden, así, ser consideradas
como una especie de crédito adelantado a la sociedad. Crédito que será usado en el
momento de la adquisición de una porción de los bienes y servicios elaborados por la
actividad social de producción. Por último, los pagos hechos, cuando esas
adquisiciones, agotan el crédito social existente y posibilitan, por el incesante
dinamismo del proceso, la contratación de nuevos recursos y la continuidad de los
flujos.
129
recursos. Es claro que los recursos más escasos y las habilidades profesionales más
especializadas o raras reciban remuneraciones más altas. Éstas reflejan, por tanto, los
movin1ientos, las tendencias y las disponibilidades observadas en el mercado de
recursos.
En el mercado de bienes y servicios (en el cual son negociados todos los bienes
y servicios finales necesarios para la satisfacción de las necesidades de las unidades
familiares), los papeles se encuentran invertidos. En este mercado, las unidades de
producción ejercen actividades típicas de oferta, mientras que las unidades familiares
ejercen las de demanda. También aquí los precios reflejan la disponibilidad y las
presiones de demanda dirigidas a los diferentes tipos de bienes y servicios disponibles.
En función de determinada escala de escasez y de utilidad, los precios también se
moverán, señalando las prioridades y las necesidades manifestadas por las unidades
familiares.
Una síntesis de todos esos movimientos, tanto en el mercado de recursos como
en el de bienes y servicios, se presenta en el Tabla 8-1. Se muestran ahí las posiciones
de las unidades familiares y de las de producción, en cuanto a su papel de oferentes y
demandantes de recursos y de bienes y servicios. Asimismo, se presenta un resumen de
los flujos real y monetario, en cada uno de los dos mercados descritos.
130
8.3 LA DIVISIÓN DEL TRABAJO
Y LOS FLUJOS REAL y MONETARIO
Los flujos que acabamos de describir y que explican la interrelación entre los diferentes
elementos que componen el cuadro de la actividad económica están directamente
relacionados con la especialización y la diferenciación de las funciones individuales.
Originados en la necesidad de una mayor eficiencia, ellos explican, básicamente, la
sistemática división del trabajo.
A pesar de haber sido practicada en gran escala sólo después de la Revolución
Industrial del siglo XVIII, esta sistemática división del trabajo constituye una de las más
antiguas conquistas del conocimiento económico de los pueblos. En todas las épocas de
la historia universal, para darle una mayor eficiencia a la solución de sus problemas
económicos fundamentales, las sociedades siempre recurrieron a los principios de la
especialización. Incluso los pueblos primitivos no desconocían las ventajas de tal
expediente. “Los (flacos) cazaban, los gordos pescaban y los expertos eran curanderos”,
señala Samuelson jocosamente.
Al pasar el tiempo, el recurso de la especialización se acentuó cada vez más.
Poco a poco, fueron desapareciendo los antiguos sistemas de economías cerradas y
autosuficientes. Paulatinamente, las técnicas rudimentarias cedieron lugar a la
tecnología avanzada de producción, hasta que la fuerza de trabajo de los sistemas
económicos pasó a integrarse por responsables de un sinnúmero de tareas altamente
especializadas e interdependientes.
Hoy, cada día que pasa, el universo de las unidades de producción se enriquece
con el surgimiento de nuevas empresas, que proveen al mercado de bienes y servicios
de un creciente y diversificado volumen de producción. Basados en la división del
trabajo, los sistemas económicos contemporáneos integran complejas redes de
actividad. En la desorientadora realidad económica del mundo en que vivimos, cada
unidad familiar se dedica a una insignificante parte de la actividad productiva. Cada uno
de nosotros forma una pequeña parte del todo y recibe una remuneración teóricamente
compatible con la importancia de la actividad desarrollada. El estibador de Santos, el
metalúrgico de Volta Redonda, el ganadero de Campo Grande y el citricultor de la
Araraquarense desempeñan tareas aparentemente aisladas pero que se integran y se
complementan en el cuadro general de la actividad económica interna. Uno depende del
otro, y cada cual, al desarrollar su tarea, adquiere junto a la sociedad el derecho de
disfrutar de cierta proporción de la producción global. Ese derecho, como vimos, se
caracteriza por la remuneración recibida. Y con ésta cada cual adquiere los bienes y
servicios finalmente disponibles en el mercado.
El funcionamiento de ese mecanismo no choca con presupuestos político-
ideológicos. Dicho mecanismo constituye –universalmente- una de las principales
armas para la lucha contra la escasez y para la solución de las cuestiones económicas
fundamentales. Tanto en las economías de libre empresa capitalista, como en las
socialistas, el esfuerzo colectivo está basado en la especialización de las funciones
individuales. Aquí como allá, las unidades familiares y de producción se
intercomplementan a través de los flujos fundamentales de la producción y de la renta,
formando indescriptibles sucesiones de operaciones económicas interdependientes.
Esas operaciones son Posibles por la utilización de la moneda y son orientadas
por el sistema de precios. La moneda hace posible el sistema de cambios, así como la
denominación común de los valores de los bienes y servicios producidos. A través del
sistema de precios se orientan las actividades de la producción, determinándose no sólo
131
las cantidades posibles que deben ser producidas de cada uno de los bienes y servicios
sino también cuáles son efectivamente deseados por la sociedad. Asimismo el sistema
de precios es el que orienta a las empresas en la solución de las cuestiones tecnológicas,
indicando, también, la manera en que debe ser repartido el producto global realizado por
los agentes de la actividad económica.
Para comprender mejor estos conceptos fundamentales, examinaremos lo
concerniente a la formación del sistema de cambios y al surgimiento de la moneda, así
como su evolución y su función en las modernas economías. Con esto, ingresaremos al
terreno de la oferta y de la demanda, para estudiar la formación, el equilibrio, los
movimientos y las funciones de los precios en los sistemas económicos.
132
Autor: Mankiw, N. Gregory
Obra: Principios de Economía
Tema: “Las Fuerzas de Mercado de la
Oferta y la Demanda”
Páginas: 59-84
CAPÍTULO 4
LAS FUERZAS DE MERCADO DE LA OFERTA Y LA DEMANDA
Cuando una ola de frío sacude Florida, el precio del zumo de naranja sube en los
supermercados de todo Estados Unidos. Cuando comienza a hacer calor en Nueva
Inglaterra todos los veranos, cae el precio de las habitaciones de hotel en el Caribe.
Cuando estalla una guerra en Oriente Medio, sube el precio de la gasolina en Estados
Unidos y baja el de los Cadillac usados. ¿Qué tienen estos hechos en común? Todos
ellos muestran el funcionamiento de la oferta y la demanda.
La oferta y la demanda son las dos palabras que más utilizan los economistas y
por una buena razón. Son las fuerzas que hacen que funcionen las economías de
mercado. Determinan la cantidad producida de cada bien y el precio al que se vende. Si
queremos saber cómo afectará a la economía un acontecimiento o una medida
económica, debemos pensar primero cómo afectará a la oferta y a la demanda.
En este capítulo introducimos la teoría de la oferta y la demanda: Consideramos
cómo se comportan los compradores y los vendedores y cómo se interrelacionan.
Mostramos de qué manera la oferta y la demanda determinan los precios en una
economía de mercado y cómo éstos asignan, a su vez, sus recursos escasos.
Los mercados adoptan muchas formas. A veces están muy organizados, como los
mercados de muchos productos agrícolas. En estos mercados, los compradores y los
vendedores se reúnen en un momento y un lugar específicos y un subastador ayuda a
lijar los precios y a organizar las ventas.
Pero es más frecuente que los mercados estén menos organizados.
Consideremos, por ejemplo, el mercado de helado de una ciudad. Los compradores de
helado no se reúnen en ningún momento. Los vendedores se encuentran en lugares
distintos y ofrecen productos algo diferentes. No existe ningún subastador que anuncie
el precio del helado. Cada vendedor anuncia el precio de un helado y cada comprador
decide cuánto helado comprará en cada tienda.
133
El grupo de compradores y vendedores de helado constituye un mercado, aun
cuando no esté organizado. Cada comprador sabe que hay varios vendedores entre los
cuales puede elegir y cada vendedor es consciente de que su producto es similar al que
ofrecen otros vendedores. El precio del helado y la cantidad vendida no son
determinados por un único comprador o vendedor, sino por todos los compradores y los
vendedores cuando se interrelacionan en el mercado.
El mercado de helado es muy competitivo, al igual que la mayoría de los
mercados de la economía. Un mercado competitivo es aquel en el que hay muchos
compradores y muchos vendedores, por lo que cada uno ejerce una influencia
insignificante en el precio de mercado. Cada vendedor de helado controla en un grado
limitado el precio, ya que otros ofrecen productos similares. Tiene pocas razones para
cobrar un precio inferior al vigente, y si cobra más, los compradores acudirán a otros.
Asimismo, ningún comprador de helado puede influir en su precio, ya que cada uno
sólo compra una pequeña cantidad.
En este capítulo suponemos que los mercados son perfectamente competitivos. Los
mercados perfectamente competitivos tienen dos características principales: (1) los
bienes que se ofrecen en venta son todos iguales y (2) los compradores y los vendedores
son tan numerosos que ningún comprador ni ningún vendedor puede influir en el precio
de mercado. Como los compradores y los vendedores de los mercados perfectamente
competitivos deben aceptar el precio determinado por el mercado, se dice que son
precio-aceptantes.
Hay algunos mercados en los que se aplica perfectamente el supuesto de la
competencia perfecta. Por ejemplo, en el mercado de trigo, hay miles de agricultores
que venden trigo y millones de consumidores que utilizan trigo y productos derivados
del trigo. Como ningún comprador ni ningún vendedor puede influir en el precio del
trigo, cada uno considera dado el precio.
Sin embargo, los mercados de muchos bienes y servicios no son perfectamente
competitivos. Algunos sólo tienen un vendedor y éste fija el precio. Este tipo de
vendedor se llama monopolio. Por ejemplo, la compañía local de televisión por cable
puede ser un monopolio. Los residentes de la ciudad probablemente sólo tendrán una
compañía de televisión por cable a la que comprar este servicio.
Algunos mercados sólo tienen unos cuantos vendedores y éstos no siempre
compiten ferozmente. Este tipo de mercado se llama oligopolio. Por ejemplo, algunas
rutas aéreas son oligopolios. Si sólo son dos o tres compañías aéreas las que cubren la
ruta entre dos ciudades, probablemente tratarán de evitar una competencia feroz con el
fin de mantener altos los precios.
Algunos mercados contienen muchos vendedores que ofrecen productos algo diferentes.
Como no son iguales, cada vendedor tiene una cierta capacidad para fijar el precio de su
propio producto. Ese tipo de mercado se denomina monopolísticamente competitivo.
Un ejemplo es la industria de programas informáticos. Muchos programas de
134
tratamiento de textos compiten entre sí por los usuarios, pero todos son diferentes y
tienen su propio precio.
A pesar de la diversidad de tipos de mercados que encontramos en el mundo,
comenzamos estudiando la competencia perfecta. Los mercados perfectamente
competitivos son los más fáciles de analizar. Por otra parte, como existe un cierto grado
de competencia en la mayoría, muchas de las lecciones que aprendemos estudiando la
oferta y la demanda en condiciones de competencia perfecta también son válidas en el
caso de los mercados más complicados.
LA DEMANDA
El precio. Si el precio del helado subiera a 20$ la bola, compraría menos. Podría
comprar yogur en su lugar. Si el precio del helado bajara a 0,20$ la bola, compraría
más. Como la cantidad demandada disminuye cuando sube el precio y aumenta cuando
baja, decimos que la cantidad demandada está relacionada negativamente con el precio.
Esta relación entre el precio y la cantidad demandada es cierta en el caso de la mayoría
de los bienes de la economía y, de hecho, es tan general que los economistas la llaman
ley de la demanda: manteniéndose todo lo demás constante, cuando sube el precio de
un bien, disminuye la cantidad demandada.
135
compremos un automóvil o que tomemos un taxi y más probable que nos desplacemos
en autobús.
Los precios de los bienes relacionados con él. Supongamos que baja el precio del
yogur. La ley de la demanda afirma que compraremos más yogur. Como el helado y el
yogur son postres fríos, dulces y cremosos, satisfacen deseos parecidos. Cuando el
descenso del precio de un bien reduce la demanda de otro, los dos se denominan
sustitutivos. Otros pares de bienes sustitutivos son los perritos calientes y las
hamburguesas, los jerseys y las sudaderas y las entradas de cine y los alquileres de
películas de vídeo.
Supongamos ahora que baja el precio del chocolate caliente. Según la ley de la
demanda, compraremos más chocolate caliente. Sin embargo, en este caso también
compraremos más helado, ya que el helado y el chocolate caliente suelen tomarse
juntos. Cuando el descenso del precio de un bien eleva la demanda de otro, los dos se
denominan complementarios. Otros pares de bienes complementarios son la gasolina y
los automóviles, las computadoras y los programas informáticos y los esquíes y los
billetes de los telesillas.
Los gustos. El determinante más evidente de nuestra demanda son nuestros gustos. Si
nos gusta el helado, compraremos más. Los economistas normalmente no tratan de
explicar los gustos de los consumidores porque se basan en fuerzas históricas y
psicológicas que están fuera del campo de la economía. Sin embargo, sí examinan lo
que ocurre cuando cambian los gustos.
Hemos visto que hay muchas variables que determinan la cantidad de helado que
demanda una persona. Imaginemos de momento que se mantienen constantes todas
estas variables, salvo el precio. Veamos ahora cómo afecta el precio a la cantidad
demandada.
La Tabla 4.1 muestra cuántos helados compra Catalina cada mes a diferentes
precios. Si el helado es gratis, Catalina consume 12 helados. A 0,50$ el helado, compra
136
10. A medida que va subiendo más el precio, demanda una cantidad cada vez menor de
helado. Cuando el precio llega a ser de 3,00$, no compra ninguno. La Tabla 4.1 es una
tabla de demanda, que muestra la relación entre el precio de un bien y la cantidad
demandada.
Figura 4.1
137
Ceteris paribus
Siempre que el lector observe una curva de demanda, recuerde que se ha trazado
manteniendo todo lo demás fijo. La curva de demanda de Catalina representada en la
Figura 4.1 muestra qué ocurre con la cantidad de helado que demanda cuando sólo varía
su precio. La curva se traza suponiendo que la renta, los gustos y las expectativas de
Catalina y los precios de los productos relacionados con el helado no varían.
Los economistas emplean el término ceteris paribus para indicar que todas las
variables pertinentes, salvo las que están estudiándose en ese momento, se mantienen
constantes. La expresión latina significa literalmente “manteniéndose todo lo demás
constante”. La curva de demanda tiene pendiente negativa porque, ceteris paribus, una
reducción de los precios significa un aumento de la cantidad demandada.
Hasta ahora nos hemos referido a la demanda de un producto por parte de una persona.
Para ver cómo funcionan los mercados, necesitamos hallar la demanda del mercado, que
es la suma de todas las demandas individuales de un determinado bien o servicio.
La Tabla 4.2 muestra las tablas de demanda de helado de dos personas: Catalina
y Nicolás. La tabla de demanda de Catalina y la de Nicolás nos indican cuánto helado
compra cada uno. La demanda del mercado es la suma de las dos demandas
individuales.
Como la demanda del mercado se obtiene a partir de las demandas individuales,
la cantidad demandada en un mercado depende de los factores que determinan la
cantidad demandada por los distintos compradores. Por lo tanto, la cantidad demandada
en un mercado depende no sólo del precio del bien, sino también de las rentas, los
gustos, las expectativas de los compradores y de los precios de los bienes relacionados
con ése. También depende del número de compradores (si se sumaran más
consumidores a Catalina y Nicolás, la cantidad demandada en el mercado sería mayor a
todos y cada uno de los precios). Las tablas de demanda de la Tabla 4.2 muestran qué
ocurre con la cantidad demandada cuando varía el precio y se mantienen constantes
todas las demás variables que determinan la cantidad demandada.
138
La Figura 4.2 muestra las curvas de demanda que corresponden a estas tablas de
demanda. Obsérvese que sumamos horizontalmente las curvas de demanda individuales
para hallar la curva de demanda del mercado. Es decir, para hallar la cantidad total
demandada a un precio cualquiera, sumamos las cantidades individuales que
encontramos en el eje de abscisas de las curvas de demanda individuales. Como nos
interesa analizar el funcionamiento de los mercados, utilizaremos casi siempre la curva
de demanda del mercado. Ésta muestra cómo varía la cantidad total demandada de un
bien cuando varía su precio.
Figura 4.2
139
Desplazamientos de la curva de demanda
Figura 4.3
140
CASO PRÁCTICO: DOS FORMAS DE REDUCIR LA CANTIDAD
DEMANDADA DE CONSUMO DE TABACO
Los poderes públicos a menudo quieren reducir la cantidad de tabaco que consumen los
fumadores. Pueden intentar alcanzar este objetivo de dos formas.
En primer lugar, pueden intentarlo desplazando la curva de demanda de
cigarrillos y de otros productos derivados del tabaco. Las campañas de sensibilización,
las advertencias sobre la salud que deben llevar obligatoriamente los paquetes de
cigarrillos y la prohibición de los anuncios de cigarrillos en la televisión son todas ellas
medidas que pretenden reducir la cantidad demandada de cigarrillos a cualquier precio
dado. Si tienen éxito, desplazan la curva de demanda de cigarrillos hacia la izquierda,
como en el panel (a) de la Figura 4.4.
En segundo lugar, los poderes públicos pueden tratar de subir el precio de los
cigarrillos. Si el gobierno grava, por ejemplo, la fabricación de cigarrillos, las
compañías tabaqueras trasladan una gran parte de este impuesto a los consumidores en
forma de unos precios más altos. Una subida del precio anima a los fumadores a reducir
la cantidad de cigarrillos que fuman. En este caso, la reeducación de la cantidad de
consumo de tabaco no representa un desplazamiento de la curva de demanda, sino un
movimiento a lo largo de esa misma curva de demanda a un punto que corresponde a un
precio más alto y una cantidad menor, como en el panel (b) de la, Figura 4.4.
¿En qué medida responde la cantidad de consumo de tabaco a las variaciones del
precio de los cigarrillos? Los economistas han intentado responder a esta pregunta
viendo qué ocurre cuando varía el impuesto sobre los cigarrillos. Han observado que
una subida del precio de un 10 por ciento provoca una reducción de la cantidad
demandada del 4 por ciento. Se ha visto que los adolescentes son especialmente
sensibles al precio de los cigarrillos: una subida del precio del 10 por ciento provoca un
descenso del consumo de tabaco por parte de los adolescentes de un 12 por ciento.
Figura 4.4
141
LA OFERTA
Pasamos ahora a analizar el otro lado del mercado y la conducta de los vendedores. La
cantidad ofrecida de un bien o un servicio es la cantidad que los vendedores quieren y
pueden vender. Una vez más, para centrar el análisis, consideremos el mercado de
helado y examinemos los factores que determinan la cantidad ofrecida.
Ley de oferta: ley que establece que manteniéndose todo lo demás constante,
la cantidad ofrecida de un bien aumenta cuando sube su precio.
Los precios de los factores. Para producir helado, DESA utiliza varios factores: nata,
azúcar, aromatizante, máquinas, edificios en los que se hace el helado y trabajo de los
trabajadores para combinar los ingredientes y manejar las máquinas. Cuando sube el
precio de uno de estos factores o de más, la producción de helado es menos rentable, por
lo que su empresa ofrece menos helado. Si los precios de los factores suben
significativamente, es posible que cierre la empresa y no ofrezca helado alguno. Por lo
tanto, la cantidad ofrecida de un bien está relacionada negativamente con el precio de
los factores utilizados para producirlo.
Las expectativas. La cantidad de helado que ofrece usted hoy puede depender de sus
expectativas sobre el futuro. Por ejemplo, si espera que el precio del helado suba en el
142
futuro, almacenará una parte de su producción actual y hoy ofrecerá menos en el
mercado.
Veamos cómo varía la cantidad ofrecida con el precio, manteniendo fijos los precios de
los factores, la tecnología y las expectativas. La Tabla 4.4 muestra la cantidad ofrecida
por Ben, vendedor de helado, a algunos precios del helado. A un precio inferior a 1,00$,
Ben no ofrece ningún helado. Cuando sube el precio, ofrece una cantidad cada vez
mayor. Esta tabla se denomina tabla de oferta.
Tabla de oferta: Cuadro que muestra la relación entre el precio de
un bien y la cantidad ofrecida.
Figura 4.5
143
La oferta del mercado frente a la oferta individual
De la misma manera que la demanda del mercado es la suma de las demandas de todos
los compradores, la oferta del mercado es la suma de las ofertas de todos los
vendedores. La Tabla 4.5 muestra las tablas de oferta de dos productores de helado: Ben
y Jerónimo. La tabla de oferta de Ben y la de Jerónimo nos indican cuánto helado ofrece
cada uno. La oferta del mercado es la suma de las dos ofertas individuales.
La cantidad ofrecida en un mercado depende de los factores que determinan la
cantidad ofrecida por los distintos vendedores: el precio del bien, los precios de los
factores utilizados para producido, la tecnología existente y las expectativas. La
cantidad ofrecida en un mercado depende, además, del número de vendedores (si Ben o
Jerónimo abandonaran el negocio del helado, la cantidad ofrecida en el mercado
disminuiría). Las tablas de oferta de la Tabla 4.5 muestran qué ocurre con la cantidad
ofrecida cuando varía el precio y se mantienen constantes todas las demás variables que
determinan la cantidad ofrecida.
La Figura 4.6 muestra las curvas de oferta que corresponden a las tablas de oferta de la
Tabla 4.5. Para hallar la curva de oferta del mercado sumamos horizontalmente las
curvas de oferta individuales, al igual que en el caso de las curvas de demanda. Es decir,
para hallar la cantidad total ofrecida a un precio cualquiera, sumamos las cantidades
individuales que se encuentran en el eje de abscisas de las curvas de oferta individuales.
La curva de oferta del mercado muestra cómo varía la cantidad total ofrecida cuando
varía el precio del bien.
144
Figura 4.6
Supongamos que baja el precio del azúcar. ¿Cómo afecta este cambio a la oferta de
helado? Como el azúcar es un factor que se utiliza para producir helado, el descenso de
su precio aumenta la rentabilidad de la venta de helado, lo cual eleva la oferta de
helado: a cualquier precio dado, ahora los vendedores están dispuestos a producir una
cantidad mayor. Por lo tanto, la curva de oferta de helado se desplaza hacia la derecha.
145
Siempre que varía cualquier determinante de la oferta que no sea el precio, la
curva de oferta se desplaza. Como muestra la Figura 4.7, cualquier cambio que eleva la
cantidad ofrecida a todos y cada uno de los precios desplaza la curva de oferta hacia la
derecha. Asimismo, cualquier cambio que reduce la cantidad ofrecida a todos y cada
uno de los precios desplaza la curva de oferta hacia la izquierda.
Figura 4.7
La Tabla 4.6 enumera las variables que determinan la cantidad ofrecida en un mercado
y el modo en que un cambio de la variable afecta a la curva de oferta. En resumen, la
curva de oferta muestra qué ocurre con la cantidad ofrecida de un bien cuando varia su
precio, manteniendo constantes todos los demás determinantes de la oferta. Cuando
varia uno de estos otros determinantes, la curva de oferta se desplaza.
Una vez analizadas la oferta y la demanda por separado, a continuación las combinamos
para ver cómo determinan la cantidad de un bien vendida en un mercado y su precio.
146
El equilibrio
La Figura 4.8 muestra tanto la curva de oferta del mercado como la curva de demanda
del mercado. Obsérvese que hay un punto en el que se cortan; este punto se llama
equilibrio del mercado. El precio al que se cortan estas dos curvas se llama precio de
equilibrio y la cantidad se denomina cantidad de equilibrio. En este caso, el precio de
equilibrio es de 2,00$ el helado y la cantidad de equilibrio es de 7 helados.
Figura 4.8
147
de oferta. Cuando hay un exceso de oferta en el mercado de helado, por ejemplo, los
vendedores de helado observan que sus congeladores están cada vez más llenos de
helado que les gustaría vender, pero no pueden.
Responden al exceso de oferta bajando sus precios. Éstos continúan bajando hasta que
el mercado alcanza el equilibrio.
Supongamos ahora que el precio de mercado es inferior al de equilibrio, como
en el panel (b) de la Figura 4.9. En este caso, el precio es de 1,50$ el helado y la
cantidad demandada del bien es superior a la ofrecida. Hay una escasez del bien: los
demandantes no pueden comprar todo lo que quieren al precio vigente. Esta situación se
denomina exceso de demanda. Por ejemplo, cuando hay un exceso de demanda en el
mercado de helado, los compradores tienen que hacer largas colas para poder comprar
los pocos helados que hay. Cuando hay demasiados compradores a la caza de
demasiados pocos bienes, los vendedores pueden responder al exceso de demanda
subiendo sus precios sin perder ventas. Cuando suben los precios, el mercado se traslada
de nuevo al equilibrio.
Figura 4.9
148
Por lo tanto, las actividades de los numerosos compradores y vendedores llevan
al precio de mercado hacia el precio de equilibrio. Una vez que el mercado alcanza su
equilibrio, todos los compradores y los vendedores están satisfechos y no existen
presiones al alza o a la baja sobre el precio. El tiempo que tardan los mercados en
alcanzar el equilibrio varía de unos a otros, dependiendo del ritmo al que se ajusten los
precios. Sin embargo, en la mayoría de los libres mercados los excedentes y las
escaseces sólo son temporales porque los precios acaban trasladándose a sus niveles de
equilibrio. De hecho, este fenómeno es tan general que a veces se denomina ley de la
oferta y la demanda: el precio de un bien se ajusta para equilibrar su oferta y su
demanda.
Ley de la oferta y la demanda. Ley que establece que el precio de
un bien se ajusta para equilibrar su oferta y su demanda
149
Autor: José Paschoal Rossetti
Obra: introducción a la Economía
Tema: “Los sistemas socialistas de estado y
la dinámica de la planificación global”
Páginas: 289-309
CAPÍTULO 13
LOS SISTEMAS SOCIALISTAS DE ESTADO Y
LA DINÁMICA DE LA PLANIFICACIÓN GLOBAL
150
detalladamente, tal vez por temor a que sus escritos recibieran el título de utopías”.
Además, corno reflexiona Bobrowski, es igualmente difícil encontrar en las obras de
Marx referencias relacionadas con la planificación. En el final del primer libro de su
Das Kapital (1867), Marx advirtió que se rehusó a formular recetas para las
organizaciones sociales del futuro.
Lo que los socialistas deseaban explícitamente era la eliminación de la propiedad
privada de los medios de Producción. El móvil predominante de la actividad sería la
supresión de las necesidades de la colectividad y el no lucro, institución básica del
capitalismo. La desigualdad en la repartición de la riqueza, se atenuaría sensiblemente
por medio de la eliminación de rentas de propiedad y, según creían, una vez
“desaparecido el patrón capitalista, el obrero trabajaría libremente, en lugar de estar bajo
la mano dura y tantas veces arbitraria de la autoridad”.
Con tales expectativas, los escritores socialistas no visualizaban los rigores de la
planificación global. Todos, en cierta forma, subestimaban los problemas prácticos que
gravemente surgían para la eliminación de las instituciones económicas tradicionales del
liberalismo.
Aún después de los primeros años de la revolución socialista soviética, Lenin
enfrentó los problemas prácticos surgidos de la construcción de un nuevo orden social y
económico, y no tuvo otra opción que establecer las bases de una organización
altamente centralizada, según la cual la economía sería dirigida por medio de una
planificación integral de todas las tareas relacionadas con la solución de las cuestiones
económicas fundamentales.
Surgieron entonces los primeros estudios sobre la planificación global de
actividades, desarrollados por Gusov, Perobrazhenk y Bukharin, mientras que otros
autores se dedicaron a los aspectos sectoriales: Krennikov y Gartvan, del sector
industrial; Kondratev y Oganovski, del agropecuario; Neopikanov del de transportes
y otros servicios básicos.
Según esos autores, una vez eliminada la propiedad privada de los medios de
producción, convendría al Estado la tarea de dirigir centralmente las unidades
productoras. Los organismos de planificación establecerían planes globales y sectoriales
y cuidarían del control de su ejecución. Los problemas relativos a la inversión, a la
distribución regional y sectorial de los recursos, a la fijación de los objetivos que se
habrían de alcanzar, a los sistemas de distribución de la renta social, al establecimiento
de estructuras económicas y al ritmo de actividades, serían competencia de las agencias
de planificación. Por último, una vez socializadas integralmente las actividades y
evitadas las relaciones concurrentes entre las unidades de producción, la fijación de
precios se constituiría también en tarea de responsabilidad de los organismos estatales.
La planificación global de las actividades, incluida una compleja problemática
económica, desde la determinación de los objetivos macroeconómicos que se habrían de
alcanzar, hasta el establecimiento de precios para la diversa producción interna, debería
estar controlada, a nivel superior, por una Central de Planificación a la que se
subordinarían otros organismos del sistema nacional de planificación.
Los primeros estudios de la planificación socialista sostienen que para el control
integral de la economía, la Central de Planificación y los numerosos organismos
subordinados a ella deberían elaborar planes de variada envergadura; desde los de
perspectiva para largos periodos, pasando por los quinquenales hasta los
pormenorizados planes operacionales. Los primeros se ocuparían de fijar las metas
económicas, regionales y sectoriales para periodos de 10 a 15 años, caracterizándose
claramente por sus funciones provisionales. Los quinquenales indicarían el conjunto de
las medidas prácticas en todas las esferas de la política económica, que asegurarían el
151
crecimiento previsto de la economía interna. Los operacionales, formulados para
periodos anuales, determinarían en el nivel microeconómico, los procedimientos que
deberían ser adoptados por las diversas unidades de producción del sistema, teniendo a
la vista las metas físicas fijadas para cada uno de ellos. Esos últimos planes,
desarrollados anualmente, serían además conductores de las correcciones o cambios de
dirección que la Central de Planificación determinara en función de los planes
inicialmente trazados. En la Figura 13-1 se encuentra una representación esquemática de
esas propuestas.
152
mantuvieron las economías socialistas no europeas de que son ejemplos; en Asia, Corea
del Norte; en África, Angola y Mozambique; en América Latina, Cuba. En los 70 años
de su experiencia socialista-colectivista la ex-URSS vivió momentos de centralismo
inflexible, con frecuentes revisiones de flexibilidad. Sus marchas y contramarchas
desembocaron en la glasnost/perestroika de Gorbachov. Siguiendo su desarrollo más
de cerca veremos cada uno de esos modelos y sus evoluciones recientes.
El fracaso militar del gobierno zarista, la crisis política resultante que se extendió en la
ex-URSS en los últimos años de la Primera Guerra Mundial y la resistencia oficial a las
reformas económicas fueron los principales factores determinantes de la revolución
socialista de octubre de 1917, que sustituyó al gobierno provisional de Kerenski,
instalado en febrero de ese año.
Después de los primeros años de la revolución socialista, el Comité
Revolucionario de Petrogrado buscó eliminar las instituciones básicas del capitalismo e
instalar un nuevo orden económico, político y social, a partir de la apropiación estatal de
los medios de producción y de la centralización del poder económico por un Consejo
Supremo.
Para formarnos una idea de cómo evolucionó a partir de entonces la
planificación global de la ex-URSS, describiremos algunas características de sus fases
más significativas.
153
dirigentes y la pura y simple destrucción de los mecanismos de mercado condujeron,
por tanto, al caos económico. Los mecanismos de sustitución no pudieron ponerse
inmediatamente en acción, entre otras razones por tratarse de una experiencia sin
precedentes históricos: el funcionamiento de un sistema colectivista centralmente
planificado”.
El fracaso de los primeros años condujo a Lenin a llevar a cabo profundas
modificaciones en la economía, por medio de la redefinición de las directrices
estatizantes establecidas inicialmente. Los cambios introducidos recibieron la
denominación general de Nueva Política Económica (NPE), cuya característica básica
era una especie de retorno a las instituciones capitalistas. El objetivo esencial de ese
retroceso era la reanimación de la actividad económica, seriamente respaldada por los
procesos revolucionarios implantados originalmente. Con vistas a esta finalidad, la NPE
restituyó a la iniciativa privada un amplio campo de acción, llegando así mismo a
admitir procedimientos que estimularan el interés personal. La libertad del comercio
sería restablecida para la mayor parte de los sectores económicos, permitiéndose
también la propiedad y la empresa privadas para la agricultura, tanto para la pequeña
como para la mediana industria urbana. Con la tolerancia del comercio privado serían
restablecidas las bases del sistema de mercado, a partir de lo cual se fijarían los precios
en función de los mecanismos de oferta y demanda.
A pesar de haber sido creada en ese año la Comisión Estatal de Planificación
General (Gosplan) para operar al lado del Vesenkha, con la tarea de realizar estudios en
el largo plazo con miras a una futura planificación integral de actividades, el hecho es
que se descentralizaron las decisiones económicas bajo las nuevas determinaciones de la
NPE. Era transitorio, mientras tanto, ese cambio de orientación. En realidad, el
retroceso tuvo el fin específico de reanimar el sistema, mientras las centrales de
planificación no concluyeran los estudios técnicos de implantación del régimen
colectivista de dirección central.
154
El Vesenkha, organismo superior del sistema nacional de planificación, era
asesorado por ministerios que se dedicaban a la elaboración de planes sectoriales. En
1932 había tres de esos ministerios, que se fueron subdividiendo al paso de los años y
llegaron a 32 en la época de la Segunda Guerra Mundial.
Operando a través de esa organización ministerial, Stalin (que asumió el control
del sistema después de la muerte de Lenin) promovió el control global de la economía,
colectivizó la agricultura y construyó un sistema central para la dirección de la industria
y el comercio. La planificación global tomó entonces su forma definitiva al abarcar
también el sector bancario, por medio del Gosplan y de los bancos estatales de inversión
para la industria, la agricultura y el comercio.
Durante todo el periodo de esos primeros Planes Quinquenales, la economía
soviética conoció varios grados de centralización y de rigor operacional. Permaneció sin
cambios, por lo menos durante los tres primeros planes, el objetivo de promover
esencialmente el desarrollo de la industria pesada y de la infraestructura económica. Las
actividades dirigidas al consumo eran menos significativas. “En esta transición -como
aclara Lajugie- la moneda desempeñó, en el establecimiento de los objetivos de los
planes centrales, un papel de segunda importancia. Los productos se distribuyen entre
los consumidores mediante tarjetas de racionamiento. No sólo se determina la parte de
la actividad social de producción que pertenece a cada quien, como aún indica la central
de abastecimiento a la que se debe dirigir, y los diferentes precios se fijan
autoritariamente. Con esos primeros planes se eliminaron, por tanto, las funciones
básicas de mercado”.
El criterio de firmes inversiones en áreas de base y reducción de consumo al
mínimo admisible sólo fue menos riguroso al inicio del tercer Plan Quinquenal. Se
esbozó a partir de entonces un mercado incipiente y, aunque limitadamente, se
restableció el poder de opción del consumidor. Sin embargo, los rigores de la Segunda
Guerra Mundial impidieron la continuidad de dicha tendencia.
Durante la posguerra se elaboró el cuarto Plan Quinquenal para el periodo 1946-
1950. La contención del consumo permaneció no sólo en razón de continuidad de los
objetivos de implantación de infraestructura, sino para hacer posible la aceleración de
las obras de reconstrucción y reequipamiento del sistema. Esos objetivos permanecieron
sin cambio durante el quinto Plan Quinquenal, en el periodo 1951-1955. En ese
documento las actividades básicas se mantenían estimuladas, aunque algunas industrias
ligeras (como la textil) recibieran un volumen de inversión un poco más significativo
que en los planes anteriores.
La idea subyacente en un sistema de ese tipo “encierra la pretensión -como
señalan Cornejo e Iturrioz- de alcanzar una sociedad organizada científicamente, sin
concesiones a los deseos, veleidades y caprichos de los habitantes, pero sí de acuerdo
con las concepciones de sus gobernantes y planificadores. Los que dirigen la economía
se proclaman intérpretes de las aspiraciones de la colectividad y de las necesidades
sociales. Parten de la premisa de que la libre iniciativa conduce al desperdicio en la
escala social, aunque pueda maximizar los intereses privados de las empresas. Los
intereses colectivos, según los dirigentes de los sistemas socialistas del Estado, se sitúan
más bien en centrales de planificación que por medio de mercados libres, aunque esa
concepción implica el riesgo de subordinar por entero las aspiraciones de la sociedad a
las opciones de los asesores técnicos del gobierno. Además, la planificación integral al
destruir la ansiedad de lucro y de competencia, elimina las motivaciones para la
reducción de costos y mejoramiento de los productos”.
Al lado de esas consideraciones existe aún la cuestión de la burocratización del
sistema, incompatible con la deseada expansión de la productividad y de equipamiento
155
económico. Cuando son excesivamente centralizados, los mecanismos de la
planificación reducen los grados de eficacia del sistema económico. Las posibles
ventajas resultantes de opciones socialmente justificables se pierden con los posibles
impedimentos operacionales de la implantación de los planes.
Debido a tales razones, serían internamente contestadas en la década de los
cincuenta las virtudes de la planeación global. Y como resultado se operaron nuevos
cambios en el sistema nacional de planificación. El debate en tomo de ellos obtuvo
mayor consistencia después de la muerte de Stalin en 1953. A partir de entonces se
inició una nueva experiencia histórica, políticamente conocida como periodo de
desestalinización.
En 1956 Kruschev (que asumió el mando del sistema soviético después del periodo de
Stalin) anunció el inicio de un proceso de desestalinización de la economía: no un
regreso a los tiempos de la NPE, sino una búsqueda de mayor descentralización de las
decisiones. Los cambios enfocaban el fin del sistema ministerial. Y había, como señala
A. Nove, “suficientes motivos económicos para las nuevas modificaciones. Cada
ministerio industrial mostraba marcadas tendencias a tornarse en un imperio económico
independiente, no había autoridad responsable de la planificación regional y la
concentración de autoridad en Moscú, sobre empresas esparcidas por todo el país,
causaba retrasos burocráticos en el ajuste de muchas cuestiones cotidianas que
invariablemente surgen”.
Anunciadas en 1956, las reformas se concretaron en 1957, a la terminación del
sistema ministerial. El Gosplan, que hasta entonces se dedicaba a la elaboración de
planes y análisis prospectivos, se transformó en un organismo central del sistema
nacional de planificación. Sus atribuciones fueron determinadas por un decreto
publicado en ese último año y desde entonces le correspondió el estudio permanente de
las necesidades económicas nacionales, la preparación de planes de corto y largo plazos
para la economía interna y la ejecución de la política descentralizada para el desarrollo
de los sectores claves de la economía, la distribución regional de los recursos y la
adopción de normas que aseguraran la integral disciplina estatal en las entregas de la
producción industrial.
Las reformas introducidas en el sistema nacional de planificación económica se
esquematizan en la Figura 13-2. Durante la vigencia del sistema ministerial (a), el
Vesenkha ocupaba la posición de un organismo de mando y de centralización. Todo el
proceso de elaboración, implantación y control de los rígidos planes económicos
nacionales se desarrollaba bajo la orientación centralizada de ese Consejo Supremo.
El Gosplan, durante la vigencia del sistema ministerial, se comportaba como un
organismo de asesoría, cuidando de la preparación de proyectos de gran envergadura, de
estudios prospectivos y de análisis globales y sectoriales del desempeño de la economía,
suministrando igualmente al Vesenkha bases técnicas y estadísticas para las actividades
de planificación. Al Vesenkha se subordinaban los ministerios (M1,..., Mk,..., Mn) y a
cada uno de éstos, enfocado fundamentalmente hacia determinado sector de actividad
económica, se subordinaban las respectivas industrias. Con base en esa organización, la
dirección del proceso de planificación, seguía las líneas jerárquicas de un mando
inflexible de arriba hacia abajo. Los planes y los detalles de su ejecución provenían del
Vesenkha. Eran impuestos obligatoriamente a cada ministerio y a partir de allí se
distribuían a cada industria. En el caso de error u omisión, las correcciones necesarias se
encaminaban en dirección opuesta; se consultaban obligatoriamente los niveles
156
superiores y al final se canalizaba al Vesenkha toda la información de las distorsiones
sucedidas. En ese organismo centralizado se efectuaban las correcciones. Éstas
regresaban a las industrias siguiendo de nuevo todo el compleja y largo proceso de la
burocracia.
Las dificultades burocráticas creadas por el sistema ministerial surgían sobre
todo cuando sucedía la ejecución e implantación de los dos últimos Planes
Quinquenales, lo que reducía sensiblemente la eficiencia del sistema económico. Para la
corrección de los vicios existentes en 1957 se modificaron, las bases organizacionales
de planificación. El sistema ministerial se desarticuló, suprimiéndose el Vesenkha. El
Gosplan se reorganizó y se reestructuró para colocarse en el centro de una nueva
sistemática de planificación económica, cuyas bases principales serían los sounarkhozes
(Consejos económicos regionales).
157
pormenorizada, con base en las proposiciones de las mismas industrias. Esta
planificación llegaba al Gosplan para su consolidación y sus ajustes cuando fueran
necesarios. Esa nueva sistemática implicó, por tanto, un cambio radical de dirección.
Los centros de decisión se establecieron en la periferia del sistema. El organismo central
cuidaría mucho más de supervisar las acciones de la jurisdicción de los organismos
regionales, que de establecer planes y proyectos detallados para cada una de las
unidades de producción de la economía nacional.
De acuerdo con ese nuevo sistema se desarrollaron el sexto Plan Quinquenal,
para el periodo 1956-1961, y el séptimo Plan para el periodo septenal 1961-1970. Esos
dos últimos planes, además de haber transferido la espina dorsal de la planificación y el
eje de decisión de la economía de los ministerios hacia las regiones, estimularon la
producción de bienes de consumo, que alcanzaron niveles superiores a los registrados
desde 1917. En ese mismo periodo también habían sido lanzadas las semillas de un
sistema híbrido: el socialismo del mercado dirigido por la demanda del consumidor.
Según la nueva orientación que a partir de entonces se deseaba imprimir, los
medios de producción continuarían perteneciendo a la sociedad, pero la distribución de
los recursos y la producción de la industria ligera dejarían de ser determinadas por una
agencia central de planificación. Tales cambios se iniciaron en 1962 cuando Yesei G.
Liberman, de la Universidad de Kharkov, sugirió al gobierno central, en un artículo
publicado en el periódico Pravda, la adopción de la política descentralizada y el recurso
de estímulos propios de las economías liberales. En 1964 se inició esta experiencia y en
1965 se extendió a 400 fábricas, en relación con las que organismos gubernamentales
retenían poderes suficientes para la fijación de precios y de tasas salariales. Los
dirigentes de las fábricas obtuvieron mayor autonomía y el lucro sustituyó el volumen
físico de la producción corno indicador básico de eficiencia.
A pesar del vigor con que fueron implantadas y de la rapidez con que se extendieron a
varios sectores y unidades de producción de la economía soviética, las reformas
sugeridas por Liberman no llegaron a sustituir por completo el sistema de planificación
central. El liberalismo, asociado al sistema de Sovnarkhoz, promovió la clara
descentralización de las decisiones económicas. Pero el Gosplan, como central de
planificación, no se apartó enteramente del mando y la dirección de la economía. La
propiedad colectiva de los medios de producción en algún momento había sido
sustituida por la propiedad privada y por la libre iniciativa. La esencia y la profundidad
de las reformas iniciadas en 1957 aún tenían nuevos rumbos y no llegaron a modificar
las bases ideológicas del sistema ni a eliminar todas las herencias históricas del
stalinismo.
La fuerza de esos legados, al término del periodo comprendido por el séptimo
Plan, promovió nuevos cambios radicales. Se abandonaron las tendencias radicales. El
Estado volvería a controlar más de cerca las actividades internas de producción. La
planificación centralizada desempeñó un papel preponderante en la distribución de
recursos humanos, materiales y fondos monetarios entre las necesidades competitivas de
economía. El mercado, como centro de orientación de los procesos económicos, volvió
a ser sustituido por la administración descentralizada. Se suprimieron los Consejos
económicos regionales y se restableció la planificación por sectores.
La resistencia de la burocracia central había vencido las tendencias liberales, sugeridas
por Liberman. Y el octavo plan quinquenal para el periodo 1966-1970 sería un marco
de retroacción. Sin embargo, las técnicas de planificación habían sido perfeccionadas;
158
ese último plan se formuló por entero por la central de planificación y las industrias
básicas volvieron a ser privilegiadas.
El nuevo plan quinquenal para 1971-1975 se implantó a partir de esa misma
línea operacional, no obstante que había sido el primer plan en proyectar una tasa de
crecimiento más elevada para la industria ligera que para la industria pesada. El décimo
y el decimoprimero Plan Quinquenal, para 1976-1980, 1981-1985, mantendrían la
prioridad de la industria ligera, duplicando los programas de producción de algunos
bienes de consumo de uso duradero. Estas nuevas directrices fueron la respuesta a las
exigencias sociales ejercidas a través de presiones de demanda, por lo general
manifestadas en mercados paralelos. El rigor de los postulados técnicos de
centralización fue suavizado por la capacidad orientadora de mercado. Como dijeron en
1980 dos renombrados analistas del sistema soviético, “las extensas filas, la limitada
capacidad de elección y la mala calidad de los productos forman parte de la vida del
consumidor y todo parece indicar que no habrá una transformación considerable en lo
que toca a las fuerzas de oferta y demanda en cuanto éstas no actuaran más activamente
en la determinación de aquello que se produce”.
Al término del plan de 1981-1985, la planificación en la URSS sufrió un duro
golpe lanzado por la glasnost (apertura) y la perestroika (reestructuración) anunciadas
por Mikhail Gorbachev. En su libro Perestroika: nuevas ideas para mi país y el
mundo, lanzado simultáneamente en todo el mundo, Gorbachev confesó: “La situación
que surgió en nuestro país en la década de los ochenta hizo la perestroika necesaria e
inevitable. El país comenzó a perder impulso. Los fracasos económicos se hicieron más
frecuentes. Surgió una especie de freno que afectaba todo el desarrollo económico y
social. La mejoría del nivel de vida venía disminuyendo y había dificultades en el
abastecimiento de alimentos, habitaciones, bienes de consumo y servicios. Y se inició
también una erosión gradual de valores morales e ideológicos”. Las reformas entonces
desencadenadas se propusieron para restablecer mecanismos descentralizados de
coordinación económica y para democratizar las relaciones sociales, restablecer el
espíritu creativo y ampliar los grados de independencia de empresas y asociaciones.
159
Autoadministración: base del modelo yugoslavo
160
Con ese objetivo, el Estado transfirió a los obreros la administración de las
unidades de producción, para que fueran controladas por comités de administración
electos por consejos sociales, constituidos por un tercio de los trabajadores de cada
empresa. Los comités administrativos como organismos de autoadministración
empresarial dejarían de recibir de la Central de planificación los objetivos por cumplir.
El Estado establecería sólo las metas vitales de la economía, como la fijación de tasas de
crecimiento globales, la relación entre consumo y acumulación, el destino de fondos de
inversión y la regulación de la distribución del producto. En ese sentido, la iniciativa
empresarial seria estimulada y el sistema de haciendas colectivas se sustituiría por
pequeñas propiedades agrícolas, a las que tampoco se les fijarían metas rígidas, a no ser
en casos especiales de producción de materias primas para el sector industrial.
El Estado yugoslavo se mantuvo en una posición de regulador y coordinador del
crecimiento económico, cuidando sobre todo de la definición de los niveles de aumento
y de inversión, y programando las aplicaciones en los sectores clave del sistema. Las
empresas aún de propiedad estatal, tuvieron autonomía para decisiones administrativas,
técnicas, de producción y de canalización de los resultados obtenidos.
Estos eran redistribuidos a los obreros o destinados a diversos fondos de reinversión de
las empresas. La decisión relativa a las partidas para cada una de esas dos finalidades
era privativa de los comités administrativos. El Estado suspendió poderes sólo
fiscalistas, apropiándose de una tasa-patrón incidente sobre los resultados difíciles. Esa
tasa, finalmente, restituía el propio sistema empresarial, por ser la base de la
constitución de los fondos estatales de inversiones básicas.
Esa separación del Estado en el modelo yugoslavo no quedó solamente en el
plan de regulación de actividad económica urbano-industrial, sino que se extendió a la
estructura de propiedad de la superficie cultivable. En el transcurso del incierto
comportamiento de las empresas agrícolas estatales-colectivizadas el modelo yugoslavo
admitió, sobre todo a partir del Plan Quinquenal de 1961-1965, propiedad privada en el
medio rural. En los años setenta las haciendas estatales ocupaban cerca de un 15% del
área cultivable. El restante 85% estaba constituido por una estructura minifundiaria
privada, cuya área media era de alrededor de cinco hectáreas. De estos minifundios
provenía un 70% de la economía de la producción agrícola. En el propio medio urbano,
al lado de las empresas estatales-colectivas cuyos recursos eran administrados con base
en el sistema de autoadministración, subsistía la pequeña empresa de propiedad privada.
La iniciativa de establecimientos que emplearan un máximo de cinco obreros, era libre.
La coexistencia de esa estructura de propiedad y de administración con el
modelo de socialismo de Estado se aseguró debido al estrecho régimen de consultas y
de información entre los diferentes peldaños del sistema.
Evidentemente, hubo discordancias técnicas, así como de directrices. Al
comprobar su existencia, el Estado asumía la posición de un centro de regulación, para
alejarse después de la corrección del error y mantenerse en la posición de un organismo
destinado a asegurar el equilibrio global de la economía, a dirigir los rumbos de su
crecimiento y a decidir sobre la estructura de la oferta global. Las empresas se
otorgaban un grado de autonomía que las aproximaba a un modelo estructuralmente
competitivo. Muchas de sus decisiones, referentes a productos y procesos se adoptaban
con base en las indicaciones señaladas por el mercado. Sólo en casos especiales el
Estado fijaba precios. Pero la estructura de los precios se movía bajo la influencia de las
fuerzas del mercado.
161
China se volvió una economía colectivista de planificación centralizada cuatro años
después que hubo terminado la Segunda Guerra Mundial, después de 100 años de
colonización parcial por parte de las potencias occidentales y más de 50 años de
inestabilidad política. La conversión del sistema a la ideología socialista bajo el control
centralizado del Estado ocurrió con la renuncia del gobierno de Chiang Kai-Shek en
1949. Con su huida a Taiwán junto con las tropas que lo apoyaban, se constituyó la
República Popular de China, dirigida por Mao Tsé-Tung y por el primer ministro
Chou En-Lai. Inicialmente se implantó un modelo centralizado, según el patrón con el
que la ex-URSS fue precursora. Los rasgos principales eran los siguientes: a) el
gobierno como propietario de los principales medios de producción; b) la adopción de la
planificación central por medio de planes sectoriales, que posteriormente serían
adicionados en un único plan quinquenal, y c) la colectivización de la agricultura.
En los primeros momentos de la implantación del sistema colectivista, los
chinos adoptaron la técnica soviética (en que se basaron los tres primeros planes del
periodo stalinista) de planificación integral de las actividades económicas. Como en la
economía rusa, se concedió total prioridad a las industrias básicas y a la infraestructura
económica. La rigidez de la planificación global fue empleada desde 1950, algunos
meses después de la instalación de la República Popular. El primer plan elaborado para
el trienio 1950-1953 demostró la disposición del gobierno chino para controlar, desde el
centro y minuciosamente, toda la actividad económica. Terminado el periodo del primer
plan trienal, China Popular se inclinó hacia la planificación quinquenal. Su primer Plan
Quinquenal se estableció para el periodo 1953-1957. Con el segundo plan para
1958-1963 se inauguró en China la era de los planes de largo alcance, para lapsos no
inferiores a siete años.
A lo largo de todo ese periodo, el sistema de planificación adoptado por la China
Popular abarcó toda la actividad económica interna. El plan global, elaborado por una
Central de planificación, establecía los objetivos de producción y la relación entre el
consumo global y la tasa de crecimiento del sistema; separaba (regional y
sectorialmente) las inversiones previstas y establecía las metas que deberían alcanzar las
unidades del aparato productivo interno. Además, los planes en China determinaban los
pormenores de la repartición del producto y las tasas de remuneración de los factores,
fijando los precios que las unidades productivas deberían considerar. Para llegar a tales
pormenores, la Central de planificación recibía planes parciales de diversas unidades
periféricas, para entonces revisarse y consolidarse. El plan consolidado minimizaba la
autonomía empresarial y reflejaba las decisiones de la administración central. Su
característica básica era la poca flexibilidad y la rigidez con que se fijaban las metas
económicas que se habrían de alcanzar.
Este proceso de centralización marcó dos periodos singulares de evolución de
colectivismo en China Popular: el periodo del Gran salto hacia adelante, entre
1958-1960, y de la Gran revolución cultural, entre 1966-1969. El Gran salto procuró
acelerar la industrialización del periodo anterior al destacar la producción industrial de
bienes de producción, y la relacionada con la seguridad nacional adoptó nuevas: formas
de estímulos materiales y dio énfasis a la descentralización y a la formación de grandes
comunidades agrícolas. Pero esquemáticamente, el Gran salto conllevaba cuatro
aspiraciones muy importantes: 1) La obtención de una industrialización más acelerada y
el crecimiento del producto a tasas superiores que las obtenidas mediante las técnicas de
planificación y organización económica adoptadas por la ex-URSS. 2) El desarrollo
simultáneo de la agricultura y la industria evitándose el retraso agrícola. 3) El
establecimiento de la igualdad económica y social y la prohibición del surgimiento de
162
grupos elitistas conformados por técnicos, gerentes, burócratas y dirigentes partidistas.
4) La autonomía e independencia de todo control externo.
La Revolución cultural reafirma el papel de las ideas y las motivaciones del
pueblo en la consecución de los objetivos económicos. Fue una tentativa genuina para la
eliminación de visibles símbolos de poder, así como de privilegios en la sociedad china.
Su objetivo principal era hacer que cada individuo trabajara por la nación en tiempo de
paz con el mismo entusiasmo con que lucharía en tiempo de guerra, dedicando su
esfuerzo a la construcción de una sociedad igualitaria. Los discípulos de Mao no
buscaban sólo crear una nueva conciencia social, sino cambiar la naturaleza de los
individuos. El país se volvió una gran escuela de filosofía moral. La Guardia Roja se
encargó de bloquear desacuerdos, reprimir disputas ideológicas y encaminar a la
readoctrinación a los que no asumieran la conciencia colectiva que la Revolución
cultural pretendía homogeneizar.
Con la muerte de Mao Tsé-Tung en 1976, el furor del individualismo que la
Revolución cultural pretendió sofocar, se manifestó con creciente intensidad. Las
disputas y los desacuerdos ideológicos rompieron las barreras de represión hasta
entonces mantenidas por la Guardia Roja. A esas manifestaciones se sumaron las
dificultades operacionales de la economía, que vinieron a tono para mejorar el cuadro de
razones que llevarían a la expurgación de los exponentes del maoísmo ortodoxo. En
1978, con el ascenso al poder de Deng Xiaoping se inició un nuevo proceso
revolucionario, enfocado en direcciones no alineadas como las de la Revolución
cultural. Sin embargo, no se abandonó por completo la senda del modelo socialista.
La fase iniciada en 1978 se caracterizó como liberalizante. Sus principales
rasgos fueron los siguientes:
1. Mayor autonomía de las empresas.
2. Mayor flexibilidad en la planificación de la economía.
3. Racionalización del sistema de precios, con mayor atención a las indicaciones de
los mercados interno y externo.
4. Estimulación a los procesos de competencia y de sujeción de las empresas a la
competitividad, con el objeto de elevar los niveles de eficiencia operacional de
la economía y volver a los chinos más prósperos.
5. Aumento de las tasas de participación de tecnología y de capital extranjero en la
economía.
163
En esas condiciones de dualismo ideológico se tornó difícil diferenciar los
rasgos distintivos del socialismo chino, después de Mao, que desembocó en el mediano
y largo plazos en una forma de organización de actividad económica, progresivamente
retirada del centralismo característico del socialismo de Estado. O si son menos
profundas desde el punto de vista de revisión doctrinaria, se constituyeron sólo en su
primer decenio en un conjunto de medidas pragmáticas y temporales para revelar los
niveles del desarrollo de la economía y del producto social.
164
centralizada de la economía tiene que ver, en forma real y directa, con el individuo
determinado y con todos los medios educativos, de estímulo y de reglamentación
armónica adoptados para influir en su conciencia, conducta y reacciones. Para que los
pormenores del hombre no se transformen en obstáculo infranqueable es necesario
integrarlos en un esfuerzo social de organización intentado por el poder central”.
La administración stalinista y la revolución cultural maoista trataban de modelar
un nuevo hombre, en el sentido de una nueva conciencia y de una nueva conducta
social. Las reformas a que la ex-URSS y China se sometieron y la contrarrevolución del
Este de Europa, en cierta forma anticipadas por la experiencia yugoslava, evidenciaron,
como habría previsto Keynes, que “la tarea de modificar la naturaleza humana no debe
confundirse con la de administrarla”. Una de las razones más poderosas en los cambios
que han sido introducidos en los sistemas colectivistas reside posiblemente en la difícil
sustitución de los estímulos resultantes de libertad por las formas autoritarias y
centralizadas de conducción de la economía.
165
Autor: José Paschoal Rossetti
Obra: Introducción a la Economía
Tema: “La organización de la actividad económica”
Páginas: 279- 288
CAPITULO 12
LA ORGANIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
Examinaremos ahora, en éste y en los tres próximos capítulos, los principios, las
estructuras y las dinámicas de los sistemas económicos de mayor relevancia histórica.
Centraremos la atención en los sistemas de libre iniciativa empresarial y en los sistemas
planificados centralmente.
Las raíces históricas de los sistemas apoyados en la libre iniciativa empresarial
se encuentran en el pensamiento liberal del siglo XVIII. Desde el punto de vista
económico, el liberalismo se cimentó en la convicción de que la libre actuación de las
fuerzas de oferta y demanda, la estimulación del lucro y los mecanismos de un mercado
perfectamente competitivo, serían capaces de garantizar el orden automático y eficiente
de la actividad económica. Semejante convicción llevaría a la supresión de la
intervención económica del Estado, jurisdicción nociva para el buen desempeño del
régimen de libertad económica.
Las propuestas de la organización liberal formuladas en el siglo XVIII sufrieron,
por tanto, a pesar de la reconocida capacidad orientadora del sistema de precios, la
respuesta de las teorías colectivistas desarrolladas en el siglo XIX, que pretendían
exactamente la sustitución de la libre iniciativa y la competencia empresarial por un
sistema que fuera totalmente controlado por el Estado. En caso de esta segunda
alternativa, las funciones de los precios de mercado y de la libre afluencia serían
desdeñados. En su lugar serían implantadas centrales de planificación económica.
Evidentemente, esas dos opciones, ahora ya alejadas de circunstancias extremas,
constituyen el resultado de un largo ciclo evolutivo que se inició con las conocidas
formas primitivas basadas en la tradición y en la autoridad, pasando por la concepción
mercantilista y, finalmente, alcanzando el periodo de las revoluciones ideológicas
iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII y madurado a lo largo del siglo XIX y
primeras décadas del actual.
Como hemos señalado, éste y los tres próximos capítulos serán destinados a
examinar esa evolución. Comenzaremos por describir las formas primitivas de
organización de la actividad económica, la concepción del periodo mercantilista y las
ideas desarrolladas por los liberales del siglo XVIII y por los socialistas del siglo XIX.
Profundizaremos entonces en las dinámicas de los dos sistemas polarizados, para
finalmente descubrir su evolución reciente.
166
12.1 TRADICIÓN Y AUTORIDAD: FORMAS
PRIMITIVAS DE ORGANIZACIÓN
La tradición y la autoridad pueden ser consideradas como las dos bases principales de
las formas primitivas de organización de la actividad económica.
La tradición como base de organización social, política y económica dominó los
sistemas que garantizan la continuidad de su esfuerzo productivo, “trasmitiendo -como
observa Heilbroner-las diferentes y necesarias tareas de generación en generación
según la costumbre y el hábito: el hijo acompañaba al padre y el sistema tenia
continuidad”.
En esos sistemas, los escasos recursos disponibles no eran distribuidos de
acuerdo con las directrices de una autoridad central. No eran tampoco colocados según
las indicaciones del sistema de precios, porque las comunidades que acudían a la
tradición para su organización económica no poseían un sistema monetario capaz de
soportar el funcionamiento de una preparación productiva guiada por los precios de los
recursos movilizados y de los productos obtenidos. La tradición era igualmente la única
conductora de la acción económica: los recursos se utilizaban según esquemas que no se
modificaban con el transcurso del tiempo. Las ocupaciones se trasmitían
tradicionalmente en el refugio de la propia organización familiar, de tal forma que se
perpetuaban las fuentes de integración de bienes y servicios necesarios. “En el antiguo
Egipto -observó Adam Smith- todo hombre era impuesto por ley, por principio
religioso, a seguir la ocupación de su padre; y cometía el sacrilegio más terrible si la
cambiaba por otra".
Pero también es en Egipto donde se encontraron formas primitivas de
organización basadas en la autoridad. Actividades como la construcción de pirámides se
desarrollaban a partir de órdenes provenientes de una eficiente organización central, que
dominaba igualmente toda la acción económica de la sociedad.
En las organizaciones fundamentadas en la tradición, los problemas de
organización social y de sobrevivencia económica se solucionaban por el carácter
hereditario de las ocupaciones y por la transmisión -de generación a generación- de los
principales conocimientos productivos acumulados. Por el contrario, en las
organizaciones basadas en la autoridad, esos mismos problemas admitían una solución
diferente: era un poder central el que indicaba cómo deberían utilizarse los recursos
disponibles, cuáles serian los objetivos principales del sistema y además en que forma
se procedería a la distribución del producto obtenido. Los controles centrales dirigían
las actividades, que estaban subordinadas a una disciplina autoritaria.
En las organizaciones primitivas fundadas en la autoridad -aclara G. A. Steiner-
“los controles económicos eran extremadamente duros y llegaban a la sociedad en sus
menores detalles. El modelo típico era el control central, en grados variables, sobre
salarios, precios, costo de servicios profesionales, producción, propiedad y distribución
de mercaderías y servicios. Las carreteras, los mercados, las tierras y prácticamente
todas las demás facilidades existentes eran posesión, en general, directamente del
Estado. Esas autocracias por lo común estaban fundadas en una sanción religiosa para
tal dominio y control. Los faraones egipcios, por ejemplo, eran frecuentemente
considerados corno los representantes en el mundo de la suprema divinidad”.
Ese cuadro general no sufrió modificaciones muy profundas durante la Edad
Media. Ya que las unidades feudales promovían la fusión de los principios de autoridad
y tradición al principio de protección, el señor feudal mantenía en sus dominios los dos
principios que venían orientando de generación en generación el esfuerzo productivo de
todos los pueblos, pero a ellos incorporó la mística de la protección: los siervos de los
167
señores feudales, así como los arrendatarios de sus dominios, les tributaban importantes
porciones del resultado de su trabajo, a cambio de cierta protección, aunque ésta fuera,
frecuentemente, mucho más engañosa que real.
Los procedimientos y los impuestos que vinculaban a siervos y arrendatarios a
los señores feudales de la Europa Occidental no fueron considerablemente modificados
sino hasta las vísperas del Renacimiento. Además, el feudalismo y el medievalismo
-interpretados económicamente- parecen reunir importantes características que los
hacen semejantes. Hasta el siglo XVI, la organización de la producción parece haber
permanecido limitada por criterios extremos de localismo y autosuficiencia. La lenta
expansión urbana de la Edad Media, iniciada en el siglo XII, no llegó a favorecer
considerablemente el desarrollo de las actividades comerciales. La intensidad de los
cambios permaneció débil; la economía feudal, así como la de los más importantes
centros urbanos de la Edad Media, parecía prácticamente completa en sí misma. No
había suficientes estímulos para que la producción se ampliara más allá de las
necesidades locales. Las dificultades de transporte, las malas condiciones de las rutas
terrestres, la inexistencia de patrones internacionales de peso, medidas y monedas,
constituían los principales elementos de retardo en la eficiencia económica y en la
motivación para la expansión de la industria y el comercio.
Fue hasta las vísperas del Renacimiento cuando ese contexto general sufriría
modificaciones considerables, acondicionando la aparición de una verdadera revolución
económica.
El extremo localismo que caracterizó a la saciedad feudal comenzó a ser abatido
durante los siglos XV y XVI por la búsqueda de nuevas rutas comerciales.
Paralelamente, mercaderes, artesanos, manipuladores de trueque de moneda y hombres
de negocios obtuvieron nuevos estatus en la sociedad. Sus actividades recibieron el
reconocimiento general, al mismo tiempo en que se estimuló la acumulación de
capitales al valorizarse las tareas vinculadas con la promoción del progreso económico y
al adquirir nuevo valor las ya descubiertas, así como los nuevos procedimientos
tecnológicos.
Lógicamente, la organización de la actividad económica sufrió el efecto de tales
cambios. Los principios de tradición, de autoridad y de protección cedieron lugar a
nuevas concepciones, desarrolladas entonces a la sombra de los ideales mercantiles.
168
reglamentaciones cubrían todos los aspectos de la vida económica, en una tentativa de
promover el mayor engrandecimiento del poder central.
Aún con sus objetivos enfocados en la acumulación de metales y en el
fortalecimiento del Estado, la organización mercantilista culminó en la constitución de
un sistema social poco favorable a su propia conservación: su última finalidad era el
aumento de poder del Estado, aunque eso implicase la colocación del individuo y de las
clases sociales no directamente ligadas al gobierno como simples instrumentos del
Estado y por la acumulación de metales, la política económica mercantilista no
favoreció el entendimiento de que el progreso de una nación implica mejor distribución
de renta, igualdad de oportunidades y extensión de los beneficios obtenidos para todos
los que son movilizados para su realización.
Separadas de tal enfoque, las restricciones, reglamentaciones e intervenciones
directas sobre la actividad económica, promovidas en gran escala desde el siglo XVI,
generaron entonces un medio de cultura favorable a la diseminación de nuevos ideales,
que entonces se concentraron en torno de una nueva y revitalizante filosofía
individualista. A ésta quedaron unidos los presupuestos liberalistas. La promoción del
individuo -en sus aspectos económicos, sociales y políticos- pasó a constituir la
preocupación fundamental de una nueva época. La libre iniciativa, con un mínimo de
intervención del Estado en la actividad económica, debería dirigir la actividad
productiva de la nación.
Paralelamente a esos nuevos objetivos, la Revolución Industrial del siglo XVIII
se sobrepuso a la revolución comercial de los siglos XVI y XVII. El estado
mercantilista desapareció y la libre iniciativa empresarial encontró importantes
corrientes de pensamiento económico para justificarlo. La intervención del gobierno en
la vida económica fue sustituida por el libre mecanismo de sistema de precios. El
individualismo, el interés propio, los mercados libres y la competencia empresarial
aparecieron necesariamente en el surgimiento del estado liberal.
Las doctrinas liberales que condujeron a los sistemas actuales de iniciativa libre se
desenvolvieron particularmente en el siglo XVIII.
En 1776 dos importantes acontecimientos marcaron la apertura definitiva de los
sistemas liberales de organización de actividad económica: La declaración de
Independencia de Estados Unidos de América y la publicación en Inglaterra, de una
obra clásica: La riqueza las de naciones, de Adam Smith.
Esos dos acontecimientos revelan una sorprendente interrelación. Como señala
F. M. Watkins, “ambos fueron productos de corrientes comunes de pensamiento y
sentimiento; que desde hacia mucho tiempo circulaban de uno y de otro lado del
Atlántico. La riqueza de las naciones, al reflejar el clima liberal de opinión en términos
de una clara e impresionante teoría, señala la madurez y la emancipación de una de las
primeras entre nuestras ideologías actuales. La declaración de Independencia reflejó el
mismo clima de opinión, por lo menos en parte, en su convocación a la rebeldía,
inaugurando el primero de una serie de movimientos revolucionarios”.
En la misma época, Francia vivía momentos de crisis. Su sistema tributario
denunciaba privilegios insustentables. La pérdida de dos elementos de su imperio
colonial fue el resultado de graves problemas políticos de la monarquía decadente. El
ministro Colbert persistía en la ya entonces condenada política mercantilista: las tarifas
aduaneras internas, los reglamentos impuestos a las corporaciones y otros controles
169
burocráticos venían dificultando, desde mucho tiempo atrás, el buen desarrollo de las
actividades económicas.
En pocas palabras, mientras Inglaterra presenciaba el efecto de la doctrina liberal
de los economistas clásicos y Estados Unidos de América buscaba un nuevo orden
económico para la organización de una economía libre, Francia, embebida en los ideales
revisionistas de la época, promovía su revolución liberal.
Fue en esa época cuando las economías occidentales eligieron la expresión
laissez-faire, laissez-passer, atribuida a Gournay, corno la máxima central del
liberalismo en una corriente que pretendía la total no intervención del Estado en la
organización económica nacional. Predicaban los liberales que la organización de la
actividad debería ser confiada a las fuerzas naturales de oferta y demanda,
correspondiendo al Estado funciones limitadas. Smith propuso, además, que el
presupuesto del Estado fuera sólo para el mantenimiento de los servicios públicos
indispensables, mientras los fisiócratas defendían la eliminación total de los controles
que habían proporcionado a la creciente intervención de la monarquía francesa en las
actividades económicas.
La institución básica del liberalismo fue la propiedad privada de los medios de
producción. Los productores no forzados por el Estado serian guiados por sus propios
intereses. La competencia que entre ellos se estableciera obraría en el sentido de evitar
que las pretensiones empresariales no atendieran a los intereses de la colectividad. El
bienestar colectivo se obtendría por la capacidad empresarial de los medios de
producción y no mediante la intervención estatal en el medio económico.
Relacionando la propiedad privada de los medios de producción y la libre iniciativa, el
lucro sería la segunda mayor institución liberal. Los empresarios serian atraídos hacia
los sectores que presentaran las mejores perspectivas de lucro. Tales sectores no podrían
ser otros que aquellos que se dedicaran a la producción de bienes efectivamente
deseados por la colectividad. Guiados por el interés propio, los consumidores también
tendrían libertad de maximizar su satisfacción de consumo en función de sus
rendimientos y, una vez más, la competencia seria la contrapartida entre los intereses
conflictivos de los productores y consumidores.
Sobre estas dos instituciones, que presuponen todavía la no intervención del
Estado en la economía, funcionarían libremente los flujos de producción y de renta. La
colectividad dispondría de amplia libertad de acción para la negociación y las tasas de
remuneración de esos recursos serían fijadas por el mecanismo libre de oferta y
demanda. De igual manera, el libre juego de las fuerzas del mercado determinaría los
precios de los bienes y servicios, mientras por medio de la capacidad de dirección e
innovación de los empresarios, se ofrecerían nuevos productos a la colectividad y se
adoptarían los mejores procesos de producción.
En este contexto, el libre funcionamiento de sistema de precios sin intervención
del Estado garantizó la solución de las tres interrogantes económicas fundamentales: el
qué y cuánto, cómo y para quién producir. La solución de las dos primeras se encontró
automáticamente en el mercado de bienes y servicios, donde el interés propio de los
consumidores, que siempre desean maximizar su satisfacción en función de sus niveles
de rendimiento, debería chocar con el interés de las unidades de producción que objetan
la maximización de sus niveles de rentabilidad. De otra forma, la pregunta para quién
producir se solucionaría en el mercado de factores de producción, donde también se
daría un conflicto de intereses entre la colectividad y las empresas, siempre enfocadas a
la repartición satisfactoria del producto social.
En síntesis; el interés propio constituiría la forma motriz de organización
económica liberal. Tal fuerza encontraría en la competencia los elementos necesarios
170
para el perfecto funcionamiento del sistema. La competencia sería la contrapartida del
interés propio. El Estado no debería en circunstancia alguna, interferir en la
organización de la actividad. Ésta se guiaría por el libre mecanismo del sistema de
precios.
171
no debería ser guiada por el lucro, por el individualismo y por la competencia, pero sí
por el único centro de decisiones que actuaría en pro del interés colectivo.
El sistema liberal pluripolar fue así sustituido por la intervención directa y total
del Estado. Los flujos de producción y de renta se reglamentaron por una central de
planificación que establecía los objetivos de la economía, los medios para alcanzarlos,
la remuneración de los recursos y los precios de bienes y servicios. La planificación
global, diametralmente opuesta al laissez-faire, promovería la justa remuneración de los
factores y eliminaría las desigualdades económicas. Además evitaría, por medio de
fijación de metas compatibles con las reales necesidades colectivas, que ocurríeran
crisis sectoriales o generales.
172
obstante la inesperada dureza de su régimen político después de las confrontaciones
radicalistas de la Plaza de la Paz Celestial, se está flexibilizando la disposición de su
sistema económico.
173
UNIDADAD IV. ESTRUCTURA ECONÒMICA DE MÈXICO
CAPÍTULO 7
LA NATURALEZA Y MÉXICO
Edafología
La edafología es la ciencia que estudia 1os suelos y sus usos. Aprovechamos el nombre
para comentar aquí también de rocas y de minerales que tienen alguna utilidad para la
economía nacional.
174
La República Mexicana es rica en una gran variedad de rocas, estructuras y formaciones
geológicas de interés económico, que surgieron como resultado de la acción de
fenómenos volcánicos, tectónicos y otros, tanto internos como externos, ocurridos a lo
largo del tiempo geológico. Aunque con un lenguaje muy técnico, transcribo íntegra la
explicación del INEGI sobre las rocas en nuestro país:
Las rocas predominat1tes en la Republica Mexicana son: al occidente, las ígneas
extrusivas, principalmente cenozoicas, escasas metamórficas, ígneas intrusivas,
extrusivas meso y paleozoicas, y aún más exiguas las sedimentarías paleozoicas. En la
porción oriental se hallan profusamente rocas sedimentarias marinas meso y cenozoicas,
principalmente calcáreas, y en menor grado, a partir de clásticos; además, depósitos
continentales del Cenozoico Superior se encuentran ampliamente distribuidos,
La porción septentrional de la península de Baja California está constituida de oriente a
poniente por tres franjas: la primera, batolítico y metasedimentnria mesozoica, con una
provincia cenozoica en el Golfo de California; la segunda, vo1cánico-volcanoclástica
mesozoica, y la tercera sedimentaria del Mesozoico Superior. La porción austral de esta
península es una zona de rocas sedimentarías marinas y volcánicas cenozoicas y algunos
depósitos continentales del Cenozoico Tardío y plutónicas mesozoicas, así como una
secuencia de afinidad oceánica también mesozoica.
En la región de Sonora se encuentran rocas metamórficas y sedimentarias
precámbricas; sedimentarías paleozoicas; ígneas, sedimentarias y metamórficas
mesozoicas, con estructura, esencialmente de homoclinales en distribución errática de
bloques colapsados, de sierras y cuencas, bajo una exigua cubierta volcánica cenozoica
de la Sierra Madre Occidental que se interna en territorio estadounidense.
175
que cubren gran parte de la Mesa Central, Sierras y Cuencas del Norte, y la Paleocuenca
de Burgos, esta última cenozoica. En diversas localidades se tienen pequeñas ventanas
de rocas metamórficas, principalmente del Precámbrico y Paleozoico. Un rasgo
importante en esta zona de México es la Sierra Madre Oriental, cuya formación se inicia
a mediados del Mesozoico y culmina al inicio del Cenozoico.
En el Cenozoico Superior la neotectónica distensiva irrumpe en la mayor parte
del territorio nacional, y adquiere su máxima expresión en la provincia de Cuencas y
Sierras del Norte; como un reflejo de la apertura y migración del Golfo de California y
quizá en la Cordillera Neovolcánica, se ubican rocas cenozoicas situadas
transversalmente en las principales estructuras del país.
En la zona centromeridional de México se tienen los terrenos
tectonotestratigráficos Oaxaqueño, Mixteco y Juárez, respectivamente, con una
orientación norte-sur, y los terrenos Guerrero y Xolapa y la parte mesozoica aflorante
del terreno Maya, con dirección aproximadamente este-oeste, los cuales se
correlacionan en gran parte de las secuencias meta-volcánica-sedimentarias aflorantes
en Guerrero, a partir de un arco volcánico insular-marginal denominado
“Teloloapan-Alisitos", superpuestos por rocas calcáreas mesozoicas de plataforma.
El terreno Xolapa de la Sierra Madre del Sur, es un complejo cristalino
intrusivo-metamórfico, principalmente del mesozoico, alineado a la Trinchera de
Acapulco, que hacia el sureste de la República continúa corno el Macizo Chiapaneco
del Paleozoico Superior.
Al sureste de México continúa la Sierra Madre Frontales de Chiapas. En el área
del Golfo de México, principalmente en el subsuelo de las cuencas terciarias Istmo y
Tabasco, así como las correspondientes plataformas continentales de Campeche,
principalmente, yacen las reservas más importantes de hidrocarburos con que cuenta el
país.
La península de Yucatán constituye una plataforma estable de rocas sedimentarias
cenozoicas en posición horizontal, sin perturbación orogénica importante.
Minerales
176
En Baja California se encuentran oro, plata, fierro, cobre, yeso, manganeso, talco,
magnesia y fosforíta.
Se han practicado estudios sobre yacimientos de uranio en el norte, centro y sur
de México, los más conocidos son los de: Chihuahua (Plan de Guadalupe, Puerto del Ire
y Sierra de Peña Blanca), Oaxaca (Telixtlahuaca) y Michoacán (La Piedad).
También existen yacimientos de minerales no metálicos como: yeso, magnesio,
arcillas, caolín, salinas y sales sódicas, los cuales se localizan en toda la República
Mexicana.
Suelos
177
7.2 Cuencas y Climas
El clima está determinado por varios factores, entre los que se encuentran la altitud
sobre el nivel del mar, la latitud geográfica, las diversas condiciones atmosféricas y la
distribución existente de tierra y agua.
Por tanto, México tiene una gran diversidad de climas, los cuales de manera
muy general pueden clasificarse, según su temperatura, en cálido y templado; y de
acuerdo con la humedad existente, en húmedo, subhúmedo y muy seco. Las
características más importantes de estas regiones aparecen en el cuadro 7.2, y tenemos
los mapas de temperatura y precipitación pluvial en las figuras 7.3 y 7.4.
178
Figura 7.3 Temperaturas en México
179
Nazas-Aguanaval. El mapa se ilustra en la figura 7.5.
Figura 7.5 Ríos de México
Recursos
Fauna
Las especies que forman la fauna están íntima y múltiplemente relacionadas entre sí y
con el resto de las partes vivas (vegetación, microorganismos, etc.), y no vivas (suelo,
climas, agua, etc.), que componen a los ecosistemas. Existen especies animales que son
exclusivas de un determinado ecosistema, como los roedores llamados perros de la
pradera, en llanuras semiáridas y áridas de Norteamérica, por citar un ejemplo.
Sin embargo, muchos otros animales son muy móviles o adaptables, y así
tenemos especies migratorias, tanto terrestres como marinas; o bien, animales
prácticamente universales. Es por ello que las regionalizaciones faunísticas no pueden
hacerse utilizando la distribución de una o unas pocas especies, sino tomando en
consideración a todas las que pueblan a cada región, y en particular, a aquellas que
tienen relaciones ecológicas más estrictas con alguna parte de cada ecosistema.
180
A nivel mundial, una de las regionalizaciones faunísticas más aceptables es la
propuesta por P. L. Sclater y A.L. Wallace, que divide a América en dos regiones:
Neártica y Neotropical, cuyos límites se encuentran precisamente en territorio mexicano
y siguen, de manera muy irregular, la línea del Trópico de Cáncer. La primera es muy
similar a sus contrapartes del norte euroasiático y se caracteriza, entre otras, por la
presencia de grandes bóvidos (como el bisonte, Bison bison) y cérvidos (como el alce,
Alce alce). Se supone que hace unos 12 000 años hubo otros mamíferos de buen
tamaño, que se extinguieron coincidentemente con la aparición del ser humano por
tierras mexicanas. Incluso hay quien cree que, gracias a esa invasión humana, se
acabaron dichos animales.
181
El territorio nacional cuenta con zonas de invernación importantes para especies
migratorias del norte del continente; destacan los bosques ubicados en los estados de
Michoacán y México, a donde migra la mariposa monarca durante esta época.
Por otra parte, en el Golfo de México y el mar Caribe, donde existen aguas
cálidas y abundantes arrecifes de coral, se pueden encontrar importantes zonas con
diferentes tipos de tortugas marinas y delfines.
Respecto a la fauna que habita en el país, México ocupa importantes lugares en
el mundo; tiene el primer lugar en reptiles, con 717 especies de las 6 300 clasificadas, y
de las cuales 574 son propias del país; se ubica en el segundo lugar en diversidad de
mamíferos, al contar con 449 de las 4 170 especies existentes; en anfibios ocupa el
cuarto lugar, con 282 de las 4 184 especies que se han detectado, y en aves ocupa el
decimosegundo lugar, con 1 150 de las 9 198 clases.
Como decíamos cuando hablamos del territorio, México esta dividido en dos por
el trópico, lo que lleva a dos regiones faunísticas distintas. Al norte, la neartica y al sur
la neotropical. La región neártica abarca la mayor parte de Norteamérica, incluso las
zonas áridas y semiáridas de Estados Unidos y el centro y norte de México, así como las
zonas templadas y frías de las sierras Madre Oriental y Occidental; y las sierras
volcánicas del centro del país. Los ecosistemas de esta región están formados por
matorrales desérticos, chaparral, pastizal, matorrales semiáridos, bosques templados y
matorrales asociados.
En esos ecosistemas hay (o hubo) oso negro (Ursus americanus), tejón de
Norteamérica (Taxidea taxus), lince (Lynx), lobo (Canis lupus), venado cola negra o
bura (Odocoileus hemionus), borrego cimarrón (Ovis canadensis), berrendo
(Antílocapra americana), rata canguro (Dipodomys), perro de la pradera (Geomys),
correcaminos (Geococcys), camaleón o tepayatzin (Phyrnosoma).
Al sur, la región neotropical comprende las tierras bajas cálido-húmedas o
subhúmedas, así como algunas partes altas de las sierras de Chiapas y la Sierra Madre
del Sur. Abarca también todo el Caribe, Centro y Sudamérica. Se trata de ecosistemas
muy diferentes, con selvas altas y medianas, selvas bajas o bosques y matorrales
asociados. Hay bosques de niebla o mesófilos, y bosques templados con sus matorrales
asociados. También tenemos ecosistemas costeros tropicales y vegetación sabanoide.
En ese entomo la fauna incluye al jaguar (Felis onca), ocelote (Felis pardalis),
coatí (Nasua nasua), tapir (Tapirus bairdii), mono araña (Ateles geoffroyi), sarahuato
(Aloutta), vampiro (Desmodus romundus), cuintle (Cuniculus paca), armadillo
(Dasypus novenicintus), tlacuache o zarigueya (Dide1phis virginianus), chachalaca
(Hortalis vetula), tucán (Rhamphastos suifuradis), iguana (Iguana iguana), garrobo
(Ctenosaura), boa (Constrictor constrictor).
Muchos de estos animales existieron en México durante siglos, sobreviviendo a
la invasión humana que posiblemente acabó con mamíferos mayores. Sin embargo, no
parece que puedan defenderse de la destrucción de los ecosistemas. De eso hablaremos
en la cuarta y última parte de este libro.
A partir de las regiones fisiográficas, los suelos, clima, temperatura y muchas cosas
más, podemos hacer una regionalización del país. Esto significa dividir el territorio en
áreas que son muy parecidas a su interior y muy distintas a las demás. Es conveniente
definir un grupo no muy numeroso, de manera que sea manejable, y no tan pequeño que
resulte inútil. Tradicionalmente se ha utilizado una regionalización planteada por Ángel
Bassols, en su libro Geografía económica de México, que aparece en la figura 7.7.
182
Las ocho regiones son más o menos homogéneas, y si no somos demasiado
estrictos con los límites, esta regionalización es de gran utilidad. En el cuadro 7.3
tenemos algunas características de estas regiones, que seguramente podrás discutir en
clase, sobre todo, las de la región que te corresponde.
183
Autor: Gustavo Vargas Sánchez
Obra: Introducción a la Teoría Económica:
Aplicaciones a la Economía Mexicana
Tema: “La distribución del Ingreso”
Páginas: 539-553
CAPÍTULO 22
LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO
El ingreso que se genera en una economía se distribuye según la aportación que los
agentes propietarios de los medios de la producción hacen a la misma: Al inversionista
le corresponde el beneficio, al trabajador el sueldo o salario y al propietario de la tierra
la renta. Así, dentro de cada economía coexisten estratos sociales diferentes, que se
pueden clasificar de acuerdo con su ingreso. En este capítulo nos preguntamos: ¿Por qué
dentro de una misma sociedad algunos individuos paseen más recursos que otros? ¿Por
qué la brecha entre las que tienen más y los que tienen menos se agranda con el paso del
tiempo? ¿Cómo se calcula la distribución del ingreso? ¿Cuál es la distribución del
ingreso en México? ¿Qué relación hay entre crecimiento, empleo, distribución del
ingreso y pobreza? Éstas son solamente algunas de las preguntas que nos hacemos al
tratar de entender como está distribuido el ingreso en un país como México.
22.1 INTRODUCCIÓN
Desde los capítulos iniciales expusimos que la riqueza de un país tiene su origen,
siguiendo a Adam Smith, en la producción; es decir, en la generación de valor que la
empresa lleva a cabo. Ésta es la unidad fundamental generadora de valor en una
economía capitalista. En ella, ahora podemos ver, se realiza una actividad igualmente
importante: la distribución de la riqueza. A su vez, la distribución descansa en un
principio social fundamental: la propiedad privada.
La distribución del ingreso tiene su origen, en primer lugar, en la aportación que
cada uno de los agentes de la producción realiza al proceso de generación de valor de
184
una empresa. Esto significa un reconocimiento social e institucional de la propiedad que
aporta cada uno de los participantes. Al trabajador o empleado, como individuo libre en
un estado de derecho, se le reconoce como propietario de su fuerza de trabajo y posee la
oportunidad de ofrecerla o venderla a quien él decida; a cambio de su trabajo obtiene un
sueldo o salario. El propietario que arrienda sus tierras para la producción, por ejemplo,
de semillas, recibe una renta por el uso de su propiedad. El empresario o el accionista,
propietario de los recursos financieros y del capital en forma de medios de producción,
recibe, a cambio del uso de sus recursos, una ganancia o un interés.
En un momento posterior, el uso de los recursos producidos y distribuidos por la
empresa, ya sea en forma de consumo o de nueva inversión, determinará la dinámica de
crecimiento de la misma y de toda la economía en su conjunto. La participación de cada
uno de los agentes en la distribución del ingreso dependerá de las modalidades de la
distribución, de las condiciones sociales y políticas y de la productividad y desarrollo de
la economía. A su vez, la fortaleza de una economía depende en mucho de la magnitud
de los recursos que se ocupen para la nueva inversión.
Existe una gran controversia entre las cuestiones que rodean a la distribución del
ingreso. Hay quienes sostienen que las rentas altas son el resultado del poder de
mercado, de la acción de las grandes empresas. Otros piensan que los salarios y los
beneficios no son más que la consecuencia del funcionamiento de los mercados
competitivos. Otros más consideran que es deber del Estado intervenir en la
redistribución de la renta, de modo que los que más poseen actúen en favor de quienes
menos tengan mediante impuestos y transferencias.
En este capítulo abordaremos, en primer término, los conceptos de ingreso,
riqueza, impuestos, transferencias, desigualdad, pobreza, marginación y exclusión
social, así como los factores que conducen a la desigualdad. Posteriormente, se
analizarán los tres principales enfoques de la distribución del ingreso: el neoclásico, el
poskeynesiano y el marxista. En el siguiente apartado se hará un análisis específico de
la distribución del ingreso en México durante el periodo de 1984 a 1998, a partir de la
curva de Lorenz y el coeficiente de Gini. A continuación, se establece la relación que
existe entre crecimiento, empleo, pobreza y desigualdad social y por último se presentan
las conclusiones generales.
Los ingresos primarios son el resultado de la producción (por ventas de las empresas).
Se distribuyen a los hogares, para remunerarles el uso de los servicios productivos que
han prestado a la empresa: al gobierno en forma de impuestos; a los inversionistas en
forma de excedente de explotación (mejor conocido como ganancia), y al trabajador en
forma de sueldos y salarios.
El siguiente paso en la distribución del ingreso primario nos lleva a la categoría
de ingresos finales (llamados también Ingreso Nacional Disponible). De esta manera,
una porción del excedente de explotación de las empresas es entregada a los hogares (en
forma de dividendos) y al Estado (como impuestos directos). Por otro lado, el gobierno
efectúa, con base en la recaudación de impuestos y cuotas sociales, transferencias de
ingresos que no son la contrapartida de una prestación productiva inmediata, sino
transferencias unilaterales de apoyo al bienestar de las familias (prestaciones de
seguridad social, asignaciones familiares, jubilaciones, pensiones, subvenciones,
etcétera).
De estas operaciones, tenemos que los ingresos primarios originados en la
producción son ajustados a una doble modificación: en primera instancia, experimentan
185
una deducción impositiva por parte del gobierno; por otro lado, se incrementan por
pagos de transferencias realizadas por éste. Este doble movimiento transforma los
ingresos primarios en ingresos finales disponibles para el consumo o la inversión:
El ingreso: es la cantidad total de dinero que recibe una persona o una familia en un
periodo determinado y que proviene ya sea de los ingresos derivados del trabajo, de la
renta de la propiedad, como los alquileres, los dividendos o ganancias del capital, o de
las transferencias (prestaciones sociales, seguro de desempleo, etcétera) que puede
recibir por parte del gobierno.
La riqueza: consiste en el valor monetario neto de los activos que un individuo o una
familia posee en un momento dado; nos referimos a un acervo de valor como la
herencia, la propiedad de inmuebles, de vehículos, etcétera.
Los individuos o las familias que poseen una riqueza que ha sido generada en
periodos anteriores en forma de acervos monetarios, financieros, o en bienes inmuebles,
tienen un status económico superior al de quienes no la tienen. Esta riqueza se puede
incrementar si parte, o toda ella, se invierte en actividades productivas ya sea en
inversión directa, en la producción o en actividades financieras.
La renta que genera una propiedad (riqueza en forma de capital, tierra, acciones
y títulos financieros) tiene cierta proporcionalidad con el monto invertido y el estado de
la economía, por lo que a una mayor inversión le corresponde un mayor ingreso. Es
fácil comprender que las desigualdades en la renta de la propiedad (es decir asociadas a
la riqueza de cada persona) son, en la mayoría de los casos, muy superiores a las
observadas en la del ingreso que proviene del trabajo. La riqueza y su utilización son
una de las fuentes más importantes de la desigualdad social y de los contrastes en la
distribución del ingreso. El propietario de cierta riqueza se puede convertir en rentista o
en inversionista. La segunda fuente, pero no menos importante, de la desigualdad del
ingreso, proviene de las diferencias en la remuneración que percibe un trabajador,
aspecto que tratamos más adelante.
Es comprensible que la pobreza se relacione directamente con el nivel de
ingreso que perciben las familias, pues, en general, quienes se encuentran en esta
situación no son propietarios de algún tipo de riqueza, hablando desde el punto de vista
económico,
La definición de pobreza hace alusión a la carencia de satisfactores: “el pobre es
el necesitado, menesteroso y falto de lo necesario para vivir”22.
22
Julio Boltvinik y Enrique Hernández Laos. Pobreza y distribución del ingreso en México, Siglo XXI,
México, 1999, pág. 38.
186
Por otra parte, cuando hablamos de distribución del ingreso hacemos referencia
a la manera cómo se distribuye la riqueza generada en una región o en un país entre los
distintos segmentos de la población en un periodo determinado, Es importante señalar
que mientras la pobreza se mide en términos absolutos (cuantificación), la distribución
del ingreso se hace en términos relativos. Así la distribución del ingreso nos permite
ubicar las condiciones de desigualdad y grados de concentración que presenta una
sociedad.
Hemos mencionado que la riqueza y el flujo de ingresos son los factores más
importantes del nivel económico de los individuos. Otros factores que conducen a
situaciones de desigualdad son:
187
Luego de un crecimiento de 6,9% en el 2000, a principios del segundo trimestre
de ese año la OCDE estimó para México un crecimiento de sólo 3.7%, el FMI
3.5%. BANXICO 3.0%, el sector privado 3.0% y el gobierno de 2.5% a 3.0%.
Sin duda, el ciclo económico influye en el empleo, la producción de la riqueza y
su distribución.
Podemos distinguir al menos tres enfoques que explican de forma diferente los
contrastes en la distribución del ingreso: la teoría neoclásica, la neokeynesiana y la
marxista.
Teoría neoclásica
El enfoque marginalista de la producción tiende a explicar la determinación de los
ingresos de factores de producción, trabajo y capital, independientemente de la
personalidad de quienes los perciben. Según esta teoría, dada una cierta tecnología, el
ingreso generado -que se distribuye entre los factores capital y trabajo, lo que
comúnmente se denomina distribución funcional- estaría determinado por la
productividad marginal de esos factores (trabajo y capital) en el proceso productivo, y
por la intensidad con que los utiliza, lo cual dependería de los precios relativos del
capital y del trabajo.
La teoría microeconómica tradicional se encarga de analizar el comportamiento
y la interacción de los agentes económicos (consumidores y productores) en un
escenario de competencia perfecta en el cual ninguno de ellos incide en la
determinación del precio de mercado. Se trata de establecer óptimos y niveles de
eficiencia que garanticen niveles de satisfacción y de bienestar general en un contexto
de equilibrio. Por medio de la estancia comparativa, dan por hecho que a través de las
productividades marginales de los factores de la producción se llegaría a la asignación
eficiente de los recursos. La distribución o participación en el ingreso no es mas que su
productividad marginal.
Este análisis, realizado dentro de un marco microeconómico, se ha extendido a
la macroeconomía, por lo que, usando una función de producción agregada, se intenta
determinar que parte del ingreso nacional corresponde al trabajo y que parte al capital
en una economía. El punto de vista de un análisis es, en consecuencia, funcional y no
personal. A largo plazo, se establece una tendencia a la igualdad entre la remuneración
de un factor y su productividad marginal.
Teoría poskeynesiana
En esta corriente la distribución del ingreso es función de la demanda. La teoría
descansa en las diferentes propensiones a consumir (y ahorrar) de asalariados y
capitalistas. Mientras los primeros, gastan una alta proporción del ingreso corriente en
consumo, los capitalistas destinan una parte importante de sus ingresos al ahorro, que
canalizan luego a la inversión, por lo cual se expande la capacidad productiva. Así, la
forma en que se distribuye el ingreso entre capitalistas y asalariados pasa a constituir un
factor determinante del nivel y composición del gasto total. Si hay un exceso de gasto,
los precios tenderán a elevarse, y con ellos la tasa de utilidades, mientras se reducen los
salarios reales.
El nivel del gasto y su composición dependerán de las expectativas de expansión
de la demanda que los capitalistas visualicen, las cuales determinarán una tasa deseada
de inversión. Dadas las propensiones a ahorrar, esta última sólo podrá sostenerse si las
188
utilidades superan un determinado nivel de participación en el ingreso. De esta forma,
se cierra el ciclo en el que la distribución del ingreso aparece como resultado del nivel
agregado de la demanda, particularmente de su composición, de la acumulación de
capital y de la forma en que capitalistas y asalariados disponen de su ingreso, sean
utilidades o salarios reales.
Teoría marxista
Un tercer enfoque al problema de la distribución del ingreso proviene de la corriente del
pensamiento marxista, que lo ubica en el marco de la lucha entre dos clases sociales
antagónicas: capitalistas y trabajadores. Las relaciones de producción son las que
determinan el resultado de ese conflicto. En una economía capitalista, el ingreso tenderá
a concentrarse en el sector propietario de los medios de producción. Este proceso de
concentración se produce a través de la apropiación, por parte de los capitalistas, de la
plusvalía generada por el trabajo. El salario se puede mantener, según Marx, al nivel
mínimo de subsistencia mientras exista un exceso de fuerza de trabajo no empleada,
denominado “ejército industrial de reserva”. Los capitalistas destinan la plusvalía, de la
cual se han apropiado, tanto a consumo como a acumulación.
A medida que la economía se mantenga en un ritmo de crecimiento, la
acumulación generará a su vez una concentración creciente del capital en manos de los
capitalistas y una distribución cada vez más desigual del ingreso. De este modo, la
distribución se polariza.
Las sociedades actuales están organizadas por estratos, los cuales están determinados
por la modalidad de distribución del ingreso vigente en su país. Desde el enfoque de la
distribución del ingreso, podemos encontrar tres clases sociales: alta (o de mayores
ingresos), media (o de pobreza primaria)23 y baja (o pobre en extremo). La forma en que
la sociedad está distribuida en estos “niveles de vida” se ejemplifica de manera muy
sencilla si dividimos a los individuos de una sociedad en diez grupos según sus
ingresos, a los que se les conoce como deciles, y se puede ilustrar apoyándonos en
figuras geométricas como las que a continuación observaremos.
23
La pobreza primaria es aquella donde el individuo carece de bienes y satisfactores que no ponen en
riesgo su simple existencia física: muy a menudo, estos bienes y servicios son superfluos pero
determinantes de estándares de vida socialmente aceptados.
189
En el caso de los países desarrollados, la figura geométrica que representa la
población de un país asume la forma de un rombo vertical, en el cual se ubica en el
extremo inferior la población que vive en condiciones de pobreza extrema, y en el
extremo superior quienes concentran la mayoría del ingreso generado a nivel nacional.
Por lo general, como se puede apreciar en la figura 22.1, en estos países la clase media
abarca la mayoría de la población. Por el contrario, en los países subdesarrollados la
clase con mayores ingresos per cápita representa una minoría, la clase media tendrá una
participación alta, y la población de menores ingresos, una presencia considerable, con
lo que se describe una figura geométrica en forma de pirámide, como en la figura 22.2.
24
Dicha situación se encontrará más detallada en el siguiente capítulo.
190
solamente dos estratos: los de altos ingresos y los de bajos ingresos; simultáneamente,
surge la condición más radical de la desigual distribución del ingreso, que es la pobreza
extrema.
Cómo medir la distribución del ingreso
En México, la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH), que realiza el
INEGI cada dos años, da cuenta de la percepción y el destino de los ingresos de cada
familia. A partir de ello, el total de las familias encuestadas se divide en deciles
(quintiles o percentiles) y se ordena en forma creciente de acuerdo a los ingresos que
percibe cada familia. De esta manera, se obtiene la información de la distribución del
ingreso en nuestro país. A continuación se presenta el cuadro de la distribución del
ingreso, de 1984 a 1998.
25
CEPAL, La distribución del ingreso en América Latina, Naciones Unidas, 1970, pág. 4
191
Si graficamos las participaciones acumuladas de cada uno de los deciles en los
diferentes años, construimos la llamada Curva de concentración de Lorenz.
Visualmente, la curva presenta el grado de concentración del ingreso en el país. Para su
construcción se requiere incorporar en la gráfica una línea teórica que marque la
equidistribución (que divida el cuadrante en dos partes iguales), de tal forma que cuanto
más alejada esté la curva de Lorenz de dicha línea, existe mayor nivel de concentración
del ingreso, es decir, dicha distribución se vuelve más inequitativa (véase la figura
22.3).
192
Como observamos, de 1984 a 1998 se registró una tendencia hacia una mayor
concentración del ingreso. En efecto, la curva de Lorenz de 1998 está más alejada de la
línea de equidistribución que la de 1984, lo que manifiesta una tendencia hacia una
mayor concentración del ingreso en México.
La mayor pendiente se observa en el último decil: mientras en 1984 10% de la
población con mayores ingresos percibió 32.8% del ingreso nacional, en 1998 captó
38.1 %; es decir, aumentó su participación en 5.3 puntos porcentuales (véase cuadro
anterior), dicho incremento fue resultado de la pérdida de la participación en el ingreso
de los nueve deciles anteriores, en particular el segmento de la población entre el decil
V y el VIII, que tuvo una disminución de 2.8 puntos porcentuales en el mismo lapso. Se
puede observar, que mientras en México 40% de la población en 1998 percibía apenas
12.5% del ingreso nacional, 10% de la población más rica percibió 38.1 %, lo que
marca el tremendo contraste en la percepción de ingresos y refleja el nivel de
desigualdad que prevalece en nuestro país.
Existe otra forma de cuantificar el grado de desigualdad en la distribución del
ingreso, se trata del Coeficiente de Gini, que se deriva de la curva de Lorenz. R. J.
Nicholson26 lo define como: “el ratio entre la curva de Lorenz y el área total de la
diagonal, de modo que su valor varía de cero (igualdad completa) a uno (desigualdad
completa)”.
CUADRO 22.2
26
Nicholson, R. J. "Economic Estadistic and Economic Problems", McGraw-Hills Publishing Co. Ltd.
1976
27
CEPAL: "Una década de luces y sombras: América Latina y el Caribe en los años noventa". Tomo 1,
CEPAL y Alfaomega, noviembre del 2000, pág. 6.
193
La capacidad de trabajar es el activo más importante que posee la mayoría de las
personas; por ello, la obtención de un empleo y de un ingreso constituyen el principal
medio para acceder a los satisfactores esenciales (alimentación, vestido, vivienda,
educación, salud, etc.). Una de las condiciones estructurales para superar la pobreza y
mejorar la distribución del ingreso es lograr un crecimiento económico que tenga un
efecto sobre la generación de empleos, que garantice mayores ingresos y un incremento
en la productividad.
Sin embargo, no existe una correlación directa e inmediata entre crecimiento,
distribución del ingreso y reducción de la pobreza. En este sentido, un estudio de la
CEPAL28 señala que “... si la distribución del ingreso no experimentara variaciones
importantes, el ritmo de la reducción de la pobreza podría ser bastante lento aún en
condiciones de crecimiento sostenido; incluso, si la distribución del ingreso se deteriora
como ha sucedido en la región de América Latina y el Caribe durante las últimas
décadas, se reduce el potencial de crecimiento para disminuir la pobreza”. En efecto, en
situaciones de crisis recurrentes los incrementos de la pobreza son más rápidos, en tanto
que en los periodos de crecimiento, los descensos de los niveles de la pobreza se toman
más lentos; y más aún en aquellos países donde no se implementan políticas sociales
que compensen, aunque sea parcialmente, la caída en los niveles de ingreso en los
periodos de crisis.
En dicho estudio se señala que “para disminuir la pobreza y desigualdades se
precisa una acción más decidida que incorpore políticas redistributivas del ingreso, de
generación de empleo e ingreso, y en general, de apoyo directo a los sectores más
desfavorecidos en materia de educación y protección social”29.
Si bien se han encontrado relaciones positivas entre crecimiento y reducción de
pobreza, no ocurre lo mismo entre crecimiento y distribución del ingreso, ya que esto
último depende de las condiciones específicas de los países, de las políticas de
compensación social y de la cantidad y calidad de los empleos. En México, el
dinamismo de la economía está directamente vinculado a la industria manufacturera de
exportación y a las maquiladoras, las cuales benefician solamente al empleo calificado,
sin que se genere un mecanismo de transmisión positiva hacia los trabajadores no
calificados y al empleo informal.
Las últimas dos décadas del siglo XX fueron sin duda un periodo de transición e
inflexión en varios aspectos del desarrollo social y político de América Latina, donde
aumentaron las desigualdades estructurales y han surgido otras con un carácter mucho
más dinámico, que están ligadas al cambio de la tendencia de la demanda y de la oferta
de trabajo, derivados de nuevos procesos de producción y de desregulación institucional
que han originado un mayor desempleo, inflación y altas tasas de interés. Asimismo, el
progreso técnico que favorece al trabajo calificado a menudo genera desempleo y
excluye a los trabajadores no calificados, elevando el margen de empleo informal y
subempleo en nuestros países. Estas situaciones de exclusión profundizan las
desigualdades por la desocupación masiva que se ha generado a partir del fenómeno de
la globalización.
28
CEPAL: "Equidad, desarrollo y ciudadanía" Tomo II, Agenda Social. CEPAL y Alfaomega, noviembre
del 2000, pág.25.
29
Ídem. Para un mayor detalle sobre la relación y causalidad entre crecimiento, desigualdades y
carencias, véase a Birdsall y Londoño, 1998; Londoño y Szekély, 1998; Bourguignon, 1998; Morley,
1995 y 1998.
194
En particular, en América Latina la mayor parte de la población (84%) reside en
países donde se acentúa la desigualdad en la distribución del ingreso, lo que se sumó al
agudo deterioro experimentado durante los ochenta. En las fases recesivas, la
participación de los sectores de menores ingresos se redujo más que proporcionalmente
y, en contraparte, la de los sectores de mayores ingresos aumentó sobre el promedio
durante los periodos de auge, observándose un comportamiento asimétrico en las fases
del ciclo económico. Se estima que la pobreza se elevó 1.8% por cada punto porcentual
de caída del producto en las fases recesivas, mientras que declinó sólo 0.6% por cada
punto porcentual de crecimiento en los periodos de auge30.
Estratificación de necesidades
La propia naturaleza humana determina que a medida que se logran ascensos sociales y
económicos se jerarquizan nuevas necesidades hasta llegar a una situación de
autorrealización. La pirámide de Maslow31 representa gráficamente dicha aseveración.
En efecto, en un primer plano de necesidades se ubican aquellas que satisfacen los
requerimientos necesarios para garantizar un desarrollo físico y mental. En un segundo
plano se ubican aquellas necesidades que dan seguridad y protección. Si se aplica esta
clasificación en el caso de los países de América Latina y en particular para México, no
se logran satisfacer estos dos primeros planos, lo cual significa que la problemática que
se enfrenta en términos sociales, es la de mejorar el nivel de vida que permita generar
expectativas de mayores capacidades a la población con mejores oportunidades, para
obtener un ingreso digno que satisfaga las necesidades básicas de la población.
En cambio, los países desarrollados tienen como principal preocupación mejorar
la calidad de vida de sus habitantes, una vez cubiertos los peldaños de la pirámide de
Maslow. A medida que tienen un mayor ascenso económico y una vez cubiertas las
necesidades fisiológicas y de seguridad, su principal preocupación es cubrir las
necesidades de aceptación social (tercer escalón), las necesidades de autoestima, y
finalmente cubrir un quinto escalón vinculado a las necesidades de autorrealización, que
los ubica en una situación del mayor bienestar posible.
30
Ídem.
31
Abraham Harold Maslow, psicólogo judío estadounidense (1908-1970) propuso la "Pirámide de
necesidades de Maslow", según la cual las necesidades del ser humano están jerarquizadas y escalonadas
de tal forma que cuando quedan cubiertas las necesidades de un orden, surgen necesidades de un orden
superior de creatividad y autorrealización, lo que conduce a mayores niveles de eficiencia.
195
CONCEPTOS BÁSICOS
Ingresos primarios
Ingresos finales
Ingreso
Consumo
Inversión
Producción
Salarios
Ganancias
Transferencias
Desigualdad
Pobreza
Marginación
Distribución del ingreso
Coeficiente de Gini
Necesidades
Nivel de vida
Calidad de vida
196
CUESTIONARIO
RESUMEN Y CONCLUSIONES
197
Autor: Macario Schettino Yánez
Obra: México: Problemas Sociales,
Políticos y Económicos.
Tema: “La sociedad mexicana en el siglo XXI”
Páginas: 199-211
CAPÍTULO 19
LA SOCIEDAD MEXICANA EN EL SIGLO XXI
Cuántos somos, de qué edad, con qué relaciones y estudios: constituyen determinantes
fundamentales de la vida social. No es lo mismo un país con una mayoría de niños y
jóvenes que uno de adultos, o más todavía, de adultos madurones. Un primer punto de
vista lo da el cambio demográfico. Sobre esto hay varios enfoques interesantes.
Primero, la velocidad a la que crece la población parece ser, en sí misma, un factor de
cambio social. No se entiende totalmente el porqué. Tal vez sea por la presión que esto
genera sobre los recursos (alimentos, vivienda, vestido), o tal vez es sólo un síntoma de
otros cambios que se presentan (como mejorías en la salud, o en la alimentación
misma). Aunque no haya claridad sobre ello, lo que sí sabemos es que grandes periodos
de crecimiento poblacional van acompañados de grandes cambios en la sociedad.
En la figura 19.1 se ilustra el caso de México, en donde hemos estimado la curva
poblacional anual a partir de los datos censales (de cada diez años) y hemos proyectado
el crecimiento de los próximos 60 años, usando para la primera mitad las proyecciones
del Consejo Nacional de Poblaci6n como referencia. La curva tiene precisamente la
apariencia de una curva “logística”, curva en forma de S, muy común en el estudio de
poblaciones, en donde se pasa de un momento con cierto número de población a otro
con uno mucho mayor, é1 través casi de un escalón brusco. Ese escalón, que en la figura
aparece sombreado, es precisamente el momento de transición entre sociedades.
FIGURA 19.1
Fuente: Cálculos propios con base en en el IEGI, “Estadísticas históricas”, y CONAPO, “Situación
demográfica de México”, 1998.
198
A nivel mundial, se han asociado estas etapas de transición con grandes cambios
en la forma en que las sociedades se manejan (como vimos en la primera parte). Se
cambia por completo la relación entre grupos de edad, se incrementa la presión sobre
los recursos (que, evidentemente son mayores que antes, pues de otra forma no se daría
el crecimiento poblacional, pero que ahora deben mantenerse en ese nuevo nivel
superior, so pena de escasez), y se requieren mecanismos políticos muy distintos.
Otra forma de ver la población como parte de los factores determinantes de la
vida en sociedad es a través de la densidad poblacional. No es lo mismo que 100
millones de habitantes habiten en un territorio como el nuestro, de dos millones de
kilómetros cuadrados, a que esos mismos 100 millones habiten en Alemania, que
apenas supera el medio millón de kilómetros cuadrados. La comunicación entre
habitantes es, por fuerza, mayor, conforme viven mas personas por kilómetro cuadrado
(o por manzana o barrio, como se quiera).
También de forma más intuitiva que rigurosa, hay quien ha identificado una
cierta densidad poblacional como la diferencia entre la sociedad urbana y la rural, en
cuestiones relacionadas con normas de gobierno. A decir de Alain Peyrefitte, cuando se
supera la barrera de los 40 habitantes por kilómetro cuadrado, las relaciones dejan de ser
meramente ocasionales para convertirse en propiamente sociales. Así, él identifica ese
momento como fundamental en la construcción de la Europa del Renacimiento y la
Ilustración. Para el caso de México, entre 1982 y 1997, la densidad poblacional se
encuentra entre los 35 y 45 habitantes por kilómetro cuadrado, que correspondería,
grosso modo, con los límites mencionados por Peyrefitte. Pero hay que tomar este
argumento con cuidado. No queda claro que la cifra de 40 habitantes sea una referencia
adecuada. Por ejemplo, la Ciudad de México tiene, desde que existen datos, más de 100
habitantes por kilómetro cuadrado, y lo mismo ocurre con zonas del sur de China y la
India, que no se caracterizan por un alto nivel de desarrollo, mientras que, todavía hoy,
Estados Unidos mantiene un promedio de habitantes por kilómetro cuadrado inferior a
30.
Sin embargo, es importante tener esta medición en cuenta por varias razones. En
primer lugar, una alta densidad poblacional sólo puede sostenerse con una alta
productividad agrícola, o con transferencias de otras zonas menos pobladas. Por otra
parte, el ser humano es un animal eminentemente social, cuyo cerebro está construido
para mantener relaciones con otros de su especie, aunque de manera limitada: ya hemos
dicho que un ser humano puede mantener relaciones sociales con poco más de un
centenar de personas. Cuando la densidad poblacional alcanza los 30 o 40 habitantes por
kilómetro cuadrado, un habitante puede conocer personalmente (y tener relaciones
sociales con ellos) a todos los pobladores ubicados a una hora de camino a la redonda.
Después, será imposible. El desarrollo de las ciudades, en cuarteles, barrios, colonias, en
cierta forma proviene de esa dificultad de mantener relaciones sociales permanentes con
un número elevado de personas, y que obliga a concentrar los esfuerzos en los más
cercanos. Los mecanismos de comunicación necesarios para mantener la cohesión
social en ciudades son indudablemente un invento humano, algo para lo que los seres
humanos no estamos provistos de manera natural.
Regresando a México, a nivel estatal, la densidad poblacional en 1995 superaba
los 35 habitantes por kilómetro cuadrado en 19 de los 32 estados de la República,
notoriamente en el centro del país (ver figura 19.2), aunque también en estados del
norte, como Sinaloa y Nuevo León, o en estados del sur, como Tabasco, Chiapas y
Yucatán. Es importante notar que la región central (los demás estados sombreados en la
figura), es precisamente donde se desarrolla la mayor parte de la historia del país en el
siglo XIX, puesto que desde entonces se trataba de regiones densamente pobladas. Por
199
otra parte, es también relevante recordar que, si bien en los estados del norte del país la
densidad promedio es inferior a los 20 habitantes por km2, existe un número
considerable de ciudades con densidades muy superiores a esto, que han sido
precisamente los espacios de cambio social y político.
FIGURA 19.2
Urbanización y migración
La urbanización es, ciertamente, mucho más que el traslado del campesinado a las
fábricas, o el aprovechamiento de economías de escala; es también un proceso social
extremadamente complejo que obliga al ser humano a abandonar las cosas que
instintivamente sabe hacer (comunicarse con un puñado de congéneres, mantener
relaciones con un centenar) para enfrascarlo en un proceso de comunicación que debe
ser aprendido.
Este proceso de urbanización, que tiene mucho que ver con la densidad, pero
que es también más que eso, ocurre en México de manera acelerada durante este siglo, a
diferencia de lo ocurrido con Europa o Estados Unidos, donde había comenzado desde
mucho antes. A principios del siglo XX, prácticamente tres cuartas partes de los
mexicanos vivían en el campo, en pequeñas comunidades. A fines del mismo siglo, la
relación se ha invertido. En 1995, de los casi 91 millones de habitantes del país, poco
más de 58, el 73% de [a población, vivía en zonas urbanas, esto es, en comunidades de
más de 2500 habitantes (ver figura 19.3).
FIGURA 19.3
200
La urbanización consiste en un proceso amplio de migración del campo a la ciudad,
pero también entre ciudades. No solo crecen las zonas urbanas a costa de de la
población rural, sino que se generan metrópolis a costa del engullimiento de pueblos y
barriadas, y de la educación, en términos relativos, de las ciudades pequeñas y
medianas. Un ejemplo de estos flujos migratorios se da entre el Estado de México y el
Distrito Federal, que forman la zona urbana más grande del país, y una de las más
grandes del mundo. Podemos resumir estos flujos en la figura 19.4, en donde se
comparan los que ocurrían entre 1990 y 1995. Claramente, la gran atracción que ejercía
la capital del país en el periodo más lejano se ha reducido sustancialmente, y ha crecido
la importancia del centro-norte y el norte, en particular el noreste, el núcleo mas
importante de la industria maquiladora.
FIGURA 19.4
Es cierto, parte de esta migración hacia el norte del país no tiene como destino final esa
región, sino los Estados Unidos. Se estima que existen más de siete millones de
mexicanos (nacidos en México) en los Estados Unidos, aunque, por razones de
migración legal, no es muy confiable la cifra. Poco más de la mitad de ellos son
varones, con una distribución por edades concentrada entre los 20 y los 40 años.
Perfil poblacional
201
pequeña joroba a la mitad de la pirámide que corresponde a los sobrevivientes de la
Revolución, que entonces tendrían entre 40 y 50 años de edad. Para 1970, la pirámide
ha ampliado mucho su base, mostrando un mayor crecimiento de la población y, por lo
tanto, una mayor proporción de niños y jóvenes (se trata de una “sociedad progresiva”).
Pero, además, es una pirámide más grande, resultante de una mayor población total. En
1995 se tiene, por primera vez en la historia reciente, que los mexicanos menores de
cuatro años son menos que los que tienen entre cinco y nueve, iniciándose, por fin, una
época de menor crecimiento poblacional. Conforme pase el tiempo, llegaremos a la
figura pronosticada para el 2030, cuando predominara definitivamente un perfil distinto
(tendremos ya una “sociedad regresiva”).
FIGURA 19.5
FIGURA 19.6
202
A como vamos creciendo, para el año 2030 la pirámide será muy distinta a la
actual. Abandonamos, en definitiva la imagen del triangulo para llegar a la pagoda, lo
que implica destinar menos esfuerzo a sacar adelante a los jóvenes, para orientarlo ahora
a mantener vivos a los ancianos 8adultos mayores, les dicen ahora). Este cambio es
extraordinariamente significativo. Por primera vez, en 1998, llegaron a primaria menos
niños que en el año inmediato anterior, y esto seguirá así para siempre. El problema
educativo, que fue lo más representativo de nuestro país desde los años 70, se va
reduciendo (aunque por varios años más no desaparecerá) y va cediendo su lugar a otro
nuevo: la seguridad social y la salud, aunque ello será mucho más adelante.
Otra forma de ver esta información aparece en la figura 19.7. El tamaño del
grupo de entre 14 y 65 años de edad representa la capacidad que tiene la economía para
producir y sostener a los otros dos, que no son, en su mayoría, productivos. Unos
porque empiezan y otros porque terminan. De hecho, existe una medida llamada
“relación de dependencia”, que resulta de comparar estos grupos. Esta medida se
obtiene dividiendo los dos grupos no productivos entre el grupo productivo, por lo que
un índice de 100 indicaría que cada persona de entre 14 y 65 años debe trabajar para
sostener a otra que, o es menor de 14 o es mayor de 65. En cualquier caso, lo importante
aquí es notar que el grupo de edad entre 14 y 65 será sustancialmente mayor a los otros
dos juntos, lo que significa que México tendrá, para las próximas décadas, una
población en edad productiva muy grande.
FIGURA 19.7
A fines de los años 80, la ONU aceptó la idea de medir el desarrollo de los países no
sólo utilizando el ingreso per cápita, como se acostumbraba, sino, siguiendo la idea de
Amartya Sen, ampliando la medición a otros factores que son de gran importancia en el
desarrollo de las personas. Esta medición se ha denominado “índice de desarrollo
humano” y comenzó tomando en cuenta el ingreso, la educación y la salud, aunque
desde hace un par de años incorpora también mediciones de equidad. (Ver Caso VI
Desarrollo humano, Pobreza.)
203
Educación y género
La figura 19.8 muestra el analfabetismo femenil en México, por estados. Esta medición
es relevante porque no parece existir otra más útil para describir el grado de desarrollo
de una región. Es una variable muy significativa, porque la educación de las mujeres, en
sociedades de origen machista, es siempre de menor importancia que la educación de
los hombres; pero es también relevante, porque educar a las mujeres redunda en muchos
más beneficios, Una mujer educada tiene menos hijos, pero éstos tienen menos riesgo
de enfermar y morir, y tienen muchas más posibilidades de recibir, a su vez, educación.
FIGURA 19.8
FIGURA 19.9
204
Para 1994, la posibilidad de sobrevivir para un bebé se multiplicaba por 2.3, si la
madre tenía más de seis años de estudios. En ese mismo año, las condiciones de la
vivienda sólo lograban ampliar las posibilidades de sobrevivencia infantil en 1.4 veces,
al pasar de piso de tierra a firme, y al tener agua entubada y drenaje. Dicho de otra
forma, frente a la opción de nacer de una mujer con 7 años de educación, o nacer en una
casa con piso, agua y drenaje, por bastante (2.3 contra 1.4) es preferible una madre con
estudios (CONAPO, 1997, Págs. 10-12), A mayor abundamiento, en 1994, el índice de
mortalidad de niños nacidos de una mujer sin instrucción era de 48 (por cada mil
nacidos vivos), mientras que si la madre tenía algún estudio de primaria, bajaba a 42,
caía hasta 36 con la primaria terminada, y se reducía a 20 (prácticamente de primer
mundo), si la madre tenía al menos la secundaria terminada.
Como evidencia clara de que el nivel de alfabetización femenina y el desarrollo
están muy relacionados, la figura 19.10 te muestra el índice de bienestar de los estados,
recientemente publicado por el INEGI. Como puedes ver, no es muy diferente de la
figura anterior. (Ver caso VI, Desarrollo Humano, Educación).
FIGURA 19.10
205
coincidencia entre los estados con alto nivel de analfabetismo femenil y los de alta
distancia entre géneros.
FIGURA 19.11
FIGURA 19.12
206
En esas condiciones, no es extraño que el EZLN haya podido obtener base social para
una lucha armada. Creo que estas cifras bastan, por muy escuetas que sean, para
entender el tamaño del problema que se enfrenta, no sólo en esa región de Chiapas, sino
en todas las áreas pobladas mayoritariamente por indígenas que se dedican al campo:
ignorancia, población muy joven, corta esperanza de vida y desnutrición severa en
muchas partes. Con eso encima, no importa cuántos millones de pesos se utilicen para el
desarrollo social: serán inútiles, mientras no se haya logrado dotar de un piso mínimo de
supervivencia (medida en términos del siglo XX, o sea, incluyendo educación) a todos
sus habitantes. Insisto, preferentemente a las mujeres.
Sin embargo, no sólo la educación de las mujeres es un indicador de desarrollo o
bienestar, también es importante la calidad de las viviendas de la población. En este
renglón, hay cuatro indicadores fundamentales: agua entubada, piso firme, drenaje y
electricidad. En la figura 19.13 aparece, también por estados, un índice formado por el
porcentaje de las viviendas que tienen cada uno de estos servicios. Claramente, el índice
no tiene un significado claro, porque no representa el porcentaje de nada, sino
propiamente un indicador general de la calidad de las viviendas en el estado. Para hacer
más informativo el mapa, se incluye una medición de la variación entre cada uno de los
servicios.
FIGURA 19.13
Por ejemplo, el estado de Zacatecas se incluye entre los estados que tienen un
índice medio. Adicionalmente, cuenta con una variación de 18, lo que representa el
mayor indicador de variación que tenemos en el mapa. Esto significa que, aunque
medianamente bien, las viviendas en Zacatecas varían mucho en términos de los cuatro
satisfactores mencionados. Esta variación proviene de que, mientras 93% de las
viviendas tienen electricidad, 87% tiene piso firme, menos de 84% cuenta con agua
entubada, y apenas 60% con drenaje.
207
CUADRO 19.1
208
Autor: Macario Schettino Yánez
Obra: México: Problemas Sociales,
Políticos y Económicos.
Tema: “Desarrollo Humano”
Páginas: 351-359
ESTUDIO DE CASO VI
DESARROLLO HUMANO
Pobreza
La pobreza es un problema profundo en las sociedades modernas que presenta, al
menos, tres principales implicaciones: economía, política y ética. Tiene implicaciones
políticas porque, cuando hay una cantidad considerable de personas en la pobreza y son
pocos los ricos, existe siempre el riesgo de un ajuste de cuentas, que puede llegar a ser
tan brutal como el ocurrido en México en las dos grandes guerras civiles: la
Independencia y la Revolución. Es un problema económico porque quienes están en la
pobreza no pueden participar adecuadamente en el marcado, y no contribuyen a generar
riqueza, ni paro si mismos ni para nadie mas; en consecuencia, cuanto mayor sea el
número de pobres, menor será la capacidad económica promedio de lo población. Y es
un problema ético porque, como dice Díaz Mirón, el poeta veracruzano, “nadie tiene
derecho a lo superfluo, mientras alguien carezca de lo estricto”.
Pero la pobreza es también un problema estadístico: ¿cómo se mide? La
medición de la pobreza ha sido un problema muy complejo. El Banco Mundial, para
simplificar su vida, utiliza una forma sencilla de medición; supone que cada persona
debería gastar dos dólares diarios para vivir razonablemente como ser humano, y si
alguien gana menos de esa cantidad, se le considera pobre. Si el ingreso por persona es
menor a un dólar diario, su condición se llama de “pobreza extrema”. Con este criterio,
en México se ha calculado que hay 40 millones de pobres y cerca de 20 millones de
personas en pobreza extrema.
Esta forma de medir la pobreza no parece muy adecuada, pero tampoco es fácil
definirla con claridad. Amartya Sen, economista hindú ganador del premio Nobel,
define a la pobreza en términos de capacidades, esto es, de la posibilidad que tiene
alguien de desarrollar su potencial. La pobreza no permite a la persona integrarse a la
economía, ni tampoco desarrollar esas capacidades.
En México, Julio Boltvinik se ha dedicado a encontrar una forma de medir
adecuadamente la pobreza, y propone el uso de una canasta de bienes y servicios que se
requieren para tener acceso al desarrollo del potencial. Con esa canasta de bienes y
servicios como índice, cerca del 80% de la población resulta ser pobre en México.
Como hemos dicho, no es fácil definir la pobreza, de modo que no es posible
saber con precisión cuántos mexicanos viven en dicha condición. Cabe esperar que el
número sea mayor que el que utiliza el Banco Mundial, pero menor que el que Boltvinik
encuentra. En cualquier caso, hablamos de que la mitad de la población en México vive
en condiciones de pobreza.
Hay algunos factores sociodemográficos muy relacionados con la pobreza que,
hasta cierto punto, nos pueden servir para identificarla e intentar erradicarla. En la
figura 1 puedes ver la pirámide de población en la región de Chiapas en donde ocurrió
el levantamiento del EZLN. Ese tipo de pirámide impide cualquier esfuerzo de
desarrollo, porque en esa región son muy pocos los habitantes en posibilidad de trabajar,
209
y muchas las bocas que alimentar. Al no poder acumular (capital, semilla, lo que sea),
no es posible salir de la pobreza.
No es coincidencia que esa pirámide poblacional responda a una región con una
gran proporción de indígenas. En México hay una correlación muy alta entre ser
indígena y ser pobre, en parte por la distribución geográfica de las comunidades
indígenas, y en parte por un problema social que no hemos resuelto aún: la
discriminación que estas comunidades padecen. Para eso ha servido el levantamiento
del EZLN, para recordarnos la injusticia con que hemos tratado siempre a los indígenas
en México.
Sin embargo, no sólo los indígenas son pobres en México. Prácticamente todos
los que viven del campo son pobres, y no todos los campesinos son indígenas. Al
término del siglo XX vivían en el campo cerca de 22 millones de mexicanos, que
generaban un PIB de 5% del total. Esto es, en promedio un mexicano en el campo tiene
un ingreso cuatro veces menor que uno de la ciudad. Y, además, en el campo ese
ingreso está distribuido en forma más desigual.
FIGURA 1
Por ocupación, Boltvinik encuentra que precisamente los trabajadores del campo
representan la mayor cantidad: casi 29% del total. Con la mitad de participación; están
los trabajadores industriales y (también con la mitad) los trabajadores de servicios. Esto
es, 14 y 7 %, respectivamente. A una cifra similar ascienden los trabajadores en la
economía informal. Aunque hemos dicho que la estimación de Boltvinik resulta muy
elevada, nos puede servir de referencia. En la figura 2 aparecen los porcentajes de
pobreza en diversas actividades económicas.
210
FIGURA 2
Fuente: Boltivinik, J. y Hernandez-Laos, E. “Pobreza y distribución del ingreso en México”, Siglo XXI,
1999. Cuadro 6.11
211
la información que tenemos de los tiempos del desarrollo estabilizador. En particular, la
información de 1975 parece ser bastante menos correcta que las otras.
FIGURA 3
FIGURA 4
212
Las mediciones de ingreso, cuando dependen de la realización de encuestas,
tienden a no representar de manera realista ni a los más ricos ni a los más pobres. No se
encuesta a los primeros porque son muy pocos y no son fáciles de seguir durante un
trimestre, y a los segundos porque tampoco es posible darles seguimiento, dada su
dispersión por el territorio, Así, una forma que también se utiliza para constatar si la
distribución mejora o empeora es comparar al 20% más rico con el más pobre, o al 10%
más rico con el 50% más pobre. La figura 5 te muestra, para estas últimas encuestas,
cuáles han sido los resultados con esta medición.
FIGURA 5
Fuente: INEGI, ENIGH (varias fechas). Cuántas veces representa el ingreso del 10% más rico frente al
50% más pobre.
Educación
La educación es uno de los pilares del desarrollo económico, y también parte de lo que
la ONU considera en el índice de desarrollo humano. La educación es un tema muy
complejo, con muchos y muy variados aspectos, que en este limitado espacio no
podemos abordar a fondo.
Por un lado, las investigaciones realizadas en los años noventa en teoría
económica han confirmado que la mayor aportación al crecimiento económico de un
país se debe ola educación. Por otro, no cualquier tipo de educación es útil para esto.
Sobemos, por ejemplo, que un país con educación básica tiene más capacidad de
crecimiento que uno sin educación, aunque este último tenga un puñado de sabios e
investigadores. El crecimiento parejo de la educación es lo más importante.
En la figura 6 puedes ver el impresionante crecimiento de la educación en
México. Para ejemplificar, hemos utilizado el número de maestros. Nota cómo la
educación primaria despega en los años setenta (junto con un crecimiento muy
importante de la población), y después se detiene. Crece entonces la secundaria. En todo
213
el periodo hay un crecimiento de la educación media superior y superior, aunque a un
ritmo menor que las otras dos.
FIGURA 6
Fuente: EH, c.2.3., 1-95. Media superior incluye educación técnica y normal. Superior incluye postrado.
FIGURA 7
214
Este gasto reducido produce serios problemas de calidad en la educación y provoca
también que muchos niños y jóvenes no puedan continuar con sus estudios. La figura 8
te muestra cómo los estudiantes que comienzan se van reduciendo considerablemente,
en particular en el paso entre la primaria y la secundaria, y entre ésta y la preparatoria.
FIGURA 8
Nota: El número en el primer cuadro corresponde a ingresos en ese nivel. El segundo cuadro indica
egresados. Son datos para el ciclo 1997-1998.
Fuente: INEGI-CEE ITESM 2000. INEGI. Estadísticas Educativas de Hombres y Mujeres 2000.
Salud
Junto con la educación, la salud es el otro elemento que Naciones Unidas considera
parte del desarrollo humano, la salud pública es un problema del Estado, y por eso éste
debe dedicarle una fracción importante de su gasto. En la figura 9 puedes ver el rápido
crecimiento en los inicios del régimen, y luego la gran caída producto de la crisis de
1982. La recuperación tarda bastante en llegar, y sólo por un pequeño periodo hay un
gasto superior a 6% del gasto total del gobierno (que de cualquier manera es muy
pequeño).
Sin embargo, los avances en salud pública en nuestro país fueron, durante
décadas, uno de los grandes logros del régimen emanado de la Revolución Mexicana.
En los años cuarenta la comisión para la erradicación del paludismo (CNEP eran sus
siglas, que todavía pueden verse en miles de viviendas en el campo mexicano) logró
efectivamente minimizar esta terrible enfermedad. Lo mismo ocurrió con todas aquellas
que aquejan a la niñez y para las cuales hay vacuna (difteria, tos ferino, tétanos,
poliomielitis, viruela); todas ellas se redujeron de manera notable.
A partir de 1982, con la crisis económico, que afectó igualmente o otros países
latinoamericanos, uno de las enfermedades infecciosos que no se conocían en nuestro
continente resultó una amenazo importante. El cólera, enfermedad de la pobreza, causo
estragos en nuestro país, en las zonas del sureste, desde 1985. Aunque no ha llegado a
ser un problema de salud pública muy grave, no debe olvidarse que está presente.
215
FIGURA 9
Por otro lado, a pesar del gran avance logrado en materia de enfermedades
infecciosas, se ha registrado también el crecimiento de otro tipo de dolencias,
igualmente fatales: las enfermedades cardiovasculares. En la figura 10 podemos ver este
cambio. En los años treinta, la inmensa mayoría de las muertes eran provocadas por
enfermedades infecciosas. Para las últimas décadas del siglo XX, éstas siguen cobrando
vidas en nuestro país, pero son la tercera e incluso la cuarta causa de muerte, mientras
que los accidentes y las enfermedades propias de la urbanización, como las
cardiovasculares y el cáncer (tumores) van en aumento.
FIGURA 10
216
Fuente: EH, 11., 1-157.
El SIDA es otra grave enfermedad infecciosa que constituye un problema de
salud pública en todo el mundo, pero cuyo contagio puede evitarse (o, al menos,
reducirse sustancialmente) con medidas adecuadas de protección (evitar el contacto
directo con sangre contaminada: semen y otras secreciones sexuales; reducción del
número de parejas sexuales; uso de condón; evitar el uso compartido de agujas o
jeringuillas contaminadas, entre otras). En la actualidad, la infección por VIH debida a
transfusiones sanguíneas es muy improbable, gracias a las pruebas que se han
desarrollado para detectar el virus en la sangre.
En nuestro país, si bien este mal no ha sido atendido de manera tan eficiente
como sería deseable, tampoco se les ha ido, de ido de las manos a las autoridades
sanitarias como ha ocurrido en la mayor parte de los países del África negra (al sur del
Sahara). En esas regiones, el SIDA ha diezmado a la población de manera dramática, a
tal punto que, en algunos lugares, la esperanza de vida al nacer es de 25 años; una gran
cantidad de niños y mujeres, en África están infectados por el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH), y sin posibilidades de acceso a tratamientos que, en
países occidentales, logran reducir los niveles del virus en la sangre y frenar la
evolución de la enfermedad, permitiendo a los enfermos una vida prácticamente normal.
Es importante disponer de información completa y confiable, relacionada con la
prevención de ciertas enfermedades. Asimismo, conviene que conozcas que las causas
de muerte más importantes en el grupo de edad en que te encuentras son, precisamente,
los accidentes (para hombres), y los tumores y enfermedades infecciosas (para mujeres).
Mueren más varones que mujeres a tu edad, y en muchas ocasiones esto ocurre por otro
tipo de enfermedad que no se reconoce como tal: las adicciones, en particular, al alcohol
y a las drogas de diverso tipo. Nunca es buena idea morir joven.
217
Obra: Problemas Sociales, Políticos y Económicos.
Tema: “Biodiversidad y ecología en México en el siglo XXI”
Páginas: 213-221
CAPÍTULO 20
BIODIVERSIDAD Y ECOLOGÍA EN MÉXICO EN EL SIGLO XXI
Una forma de analizar esta combinación entre economía y ambiente la podemos ver en
la figura 20.1. Las actividades económicas, para producir bienes y servicios, utilizan
recursos del ambiente y factores económicos (trabajo, capital, conocimiento). Aparte de
esta utilización de recursos, producen otras cosas además de los bienes y servicios:
desechos. En los dos extremos, los recursos y los desechos, las actividades económicas
corren el riesgo de dañar el ambiente.
FIGURA 20.1
218
se mantuvieron en niveles pequeños (cuando éramos menos de 1000 millones de
humanos) el daño ambiental fue relativamente pequeño, pero conforme la población
creció, también creció el daño ambiental. (Ver caso VII: Estado y economía, Desarrollo sustentable).
Recursos
Este punto merece un poco más de dedicación. Por alguna razón extraña, los ecologistas
también son primitivistas. Esto es, tienen la idea de que las comunidades primitivas
dañaban menos ambiente. Ello es falso, incluso, en muchos casos, las tecnologías
productivas de dichas comunidades son mucho más costosas en materia ambiental. Por
ejemplo, durante siglos en nuestro país el método agrícola era el famoso roza, tumba y
quema, que consiste en acabar con el bosque o la selva para limpiar y sembrar grano.
Este procedimiento es muy dañino, porque la eliminación del bosque lleva consigo,
tarde o temprano, erosión y destrucción del suelo fértil. Si quieres tener una idea de lo
que es esto, buena parte de las colinas de la Oaxaca mixteca (por Huajuapan, hacia la
capital del estado) te sirve de ejemplo.
La razón por la que los métodos primitivos no dañaron tanto el ambiente no
tiene que ver con la tecnología, sino con el volumen de producción. Alimentar 10 o 15
millones de personas sembrando maíz en México es algo bastante fácil de lograr. Ello lo
logramos en tiempos precolombinos y nuevamente en el siglo XIX y los primeros años
del XX. Pero alimentar 30 millones exige mucho más esfuerzo. De hecho, más del
doble, porque la productividad de la tierra no es constante. Cuando la población ya no
es de 30, sino de 60 millones, la situación se vuelve crítica, y la deforestaci6n alcanza
niveles acelerados. La tierra no tiene tiempo de recuperarse, y la erosión va ganando
terreno. Eso es lo que ha pasado en México durante el resto del siglo XX: un exceso. En
la figura 20.2 puedes apreciar estimaciones de la velocidad a la que acabamos con
nuestros bosques. Como ves, son muy distintas. Entre los especialistas, se acostumbra a
usar la cifra de 700 mil hectáreas por año, que es la más frecuente de las estimaciones.
FIGURA 20.2
Deforestación en México
Fuente Deforestación Global
Toledo, 1989 1500
Repetto, 1988 460
Myers, 1989 700
FAO, 1988 615
FAO, 1995 678
WRI, 1992 615
WRI, 1994 678
SARH, 1990 370
SARH. 1991 370
Castillo, 1989 746
Maser, 1992 668
Semarnat, 2001 1000
Como sea, esta velocidad es impresionante. Aunque México tiene 200 millones de
hectáreas de territorio, nada más 140 millones son “forestales”, y esto por la forma de
clasificar. En realidad, teníamos (en 1994) 30 millones de hectáreas de bosques, 26 de
selva, y 85 millones de vegetación de chaparrales, desértica y de zonas perturbadas.
219
Tomando en cuenta estas cifras, en un año nos acabamos poco más del 1.2% de las
selvas. De 1994 al momento de escribir este libro habríamos perdido más de 5 millones
de hectáreas de bosques y selvas,
Hay que recordar que parte de estas pérdidas tienen que ver con asentamientos
humanos (crecimiento de ciudades y pueblos, carreteras), con la producción de
alimentos (sea agricultura o ganadería) y con el simple deterioro ambiental producto del
mal manejo de la producción (abuso de la madera, contaminación de mantos de agua
que destruyen ecosistemas, por ejemplo). El caso más difícil de tratar es el segundo, los
bosques que se acaban para tener terreno para sembrar o para que paste el ganado. Es
difícil, porque se tienen dos, alternativas nada deseables: acabar con el ambiente o no
tener suficiente alimento, Esto es más marcado cuando la producción de alimentos es de
autoconsumo, como ocurre en buena parte del sur y sureste del país, en donde las
comunidades (muchas de ellas indígenas) necesitan destruir selva para sembrar maíz y
comer. La ineficiencia es impresionante, porque no sólo se acaban recursos naturales
que no son recuperables (la selva puede tardar hasta 100 años en recuperarse,
dependiendo del daño), sino que, además, la tierra ni siquiera sirve para producir
alimentos. El suelo selvático tiene un espesor tan escaso y es tan bajo en nutrientes que
apenas da para una o dos cosechas medianas.
Tal vez esto te sirva para comprender la relación tan estrecha entre la economía
y el ambiente. Si una comunidad no tiene otras alternativas para producir sus alimentos,
destrozará el ambiente y vivirá en la pobreza durante un tiempo, antes de tener que
emigrar o desaparecer. El daño es grave, y su origen está en una economía incapaz de
producir riqueza para todos (o, al menos, evitar la pobreza extrema).
Un caso distinto es la destrucción de selva para ganadería, algo muy común en el
sureste (Veracruz, Tabasco y Chiapas, sobre todo). Ésta es una falla de mercado. La
carne es un bien superior (como vimos en el capítulo 2), un bien en el que las personas
gastan más cuando tienen más dinero. Por lo mismo, es negocio tener vacas y venderlas.
Y es más negocio que sembrar maíz, cuando la economía crece. Sin embargo, las vacas
son ambientalmente ineficientes, comen más de lo que producen. Esto ocurre con todos
los animales, que son menos eficientes en el uso de la energía que las plantas. De hecho,
desde el punto de vista técnico, si los humanos consumiéramos más vegetales y menos
carne, utilizaríamos de manera más eficiente la energía ambiental.
Pero esto no se resuelve por decreto, y la gente sigue comiendo carne. Sin
embargo, la ineficiencia de las vacas en el uso de los recursos no está considerada
dentro del precio del bistec, y el público no puede calcular el costo ambiental de
comérselo. Este fenómeno, que ilustramos con los pobres animales, ocurre con todos los
productos. Los precios vigentes en el mercado no toman en cuenta ni el uso de los
recursos ni la generación de desechos. Si lo hicieran, entonces estaríamos en un sistema
económico sustentable. Esto no sucede, ni va a suceder nunca, por lo que lo más
cercano que tenemos es el uso de instrumentos gubernamentales. Veremos cuáles son y
cómo funcionan en la tercera sección de este capítulo.
Antes de ello, un asunto más sobre los recursos. El uso excesivo de un recurso
no sólo acaba con él, sino que daña irremediablemente al ecosistema. Como decíamos
en el capítulo 6, naturaleza funciona mediante sistemas, que son conjuntos de piezas
relacionadas entre sí de manera que, sin una de ellas, el sistema ya no funciona bien.
Así, el uso excesivo de un manto de agua no sólo acaba con él, sino que destruye
el sistema que la naturaleza fue construyendo a su alrededor: la vegetación y la fauna, e
incluso el ambiente físico va cambiando. En la naturaleza, los cambios no son buenos ni
malos, son cambios nada más.
220
En varias ocasiones, la misma naturaleza ha producido hecatombes ecológicas. Han
ocurrido al menos tres grandes destrucciones de la vida en la Tierra, en los casi cuatro
mil millones de años que tiene de existencia. En todos los casos, la vida renace. El
problema no es de la naturaleza, sino de los humanos, que se sumarían a una de las
tantas especies destruidas en el devenir evolutivo.
Desechos
221
versiones. Un plástico es un polímero (esto es, una misma molécula pequeña repetida
cientos, miles o millones de veces) que parte de cosas naturales, pero que en esa forma
no existe naturalmente. Todas las cosas que existen naturalmente son utilizadas por
alguna forma de vida. Hasta el azufre de los balnearios es utilizado por un cierto tipo de
bacterias.
De la misma manera, la naturaleza en algún momento del futuro sabrá qué hacer
con los desechos que hoy producimos. Igual que cuando hablábamos de los recursos, el
problema para nosotros es que lo haga pronto, porque después no estaremos para
contarlo.
El gran avance tecnológico alrededor de la química (inorgánica, orgánica y
recientemente la genética), nos ha dado mucho, pero también nos ha provocado serias
dificultades. Gracias a este avance, hoy tenemos muchas medicinas para evitar
enfermedades que antes mataban en forma masiva. Por eso mismo, hoy somos seis mil
millones de humanos, y no mil. Tenemos también telas que permiten a esos seis mil
millones vestirse (incluyendo el nylon, el rayón, el poliéster y la likra). Tenemos
materiales que nos permiten hacer muchísimas cosas que antes no hacíamos. Pero que,
al desecharse, pueden durar millones de años y, mientras tanto, provocar serios
problemas ambientales.
Hemos hablado ya del plástico, que no se deteriora naturalmente (aunque hay
científicos tratando de desarrollar una bacteria que se lo coma), pero ése es el menos
preocupante. Las baterías (pilas) utilizan mercurio, y cada vez que desechamos pilas,
contribuimos al envenenamiento de los mantos acuíferos subterráneos. Y la
contaminación por mercurio es verdaderamente grave. Varias ciudades mineras en
México sufren de esté envenenamiento; porque el beneficio de la plata durante el siglo
XIX se hada con mercurio. Después de 100 años, sigue envenenado el agua, y seguirá
así por los siglos de los siglos.
Otro ejemplo, los askareles. Este horrible nombre corresponde a un cierto tipo
de aceites usados para enfriar los transformadores eléctricos. Para que un aceite
funcione en un transformador: se requiere que sea químicamente muy estable (porque el
campo eléctrico del transformador acaba con todo). Después de mucha investigación,
lograron fabricar estos askareles, químicamente, muy estables. El problema es ése, son
tan estables que no hay manera de destruirlos, y su vida media es de como diez mil
millones de años (o sea que, cuando el Sol se acabe, los askareles estarán ahí). Y estos
aceites son poderosos cancerígenos. Así que la electricidad que usamos, indirectamente,
está produciendo un desecho de gran peligrosidad.
Resumiendo acerca de los desechos: existen dos problemas diferentes, uno tiene
que ver con la cantidad, y puede resolverse con cambios tecnológicos, de conducta, y a
través de señales económicas adecuadas (impuestos, precios y leyes). Pero el segundo
problema tiene que ver con las cosas que la naturaleza no conocía y que no sabe cómo
aprovechar. La solución en este caso debe ser otra. Si los dejamos de usar, no podremos
seguir viviendo como hasta ahora (yeso está difícil). Así, la solución es el reciclado y la
separación de los desechos para ello, y ayudar a la, naturaleza para que produzca formas
que aprovechen estos desechos. Aunque luego, a ver qué hacemos con esos animales.
222
cuando hay alguna perturbación, el sistema entero se mueve hasta que encuentra un
nuevo punto estable, y así sigue, por siempre. La idea de que hay un equilibrio
permanente es equivocada. Entonces, lo qué debe, preocuparnos es como podemos
encontrar nuevos puntos de equilibrio entre el subsistema económico y el gran sistema
ecológico. De todas las posibilidades vamos a revisar solo algunas
Agua
Posiblemente, el recurso más importante en este momento sea el agua. No sólo porque
es esencial para la vida, sino porque está en un nivel de riesgo preocupante. En México,
por ejemplo, usamos el agua de manera irresponsable. En la Ciudad de México, cada
habitante usa, al día, 300 litros de agua. Se trata de un promedio, claro, pero nos da una
idea del desperdicio. En ciudades más cuidadas, el consumo es, cuando mucho, de 200
litros por habitante. Pero la zona metropolitana de la Ciudad de México tiene unos 22
millones de habitantes, lo que significa 6600 millones de litros al día, o bien 76 metros
cúbicos por segundo. Para que tengas una idea más gráfica: son 75 tinacos por segundo.
Si el agua llegase al DF por pipas, tendrían que entrar a la ciudad 3 pipas cada segundo.
Es absurdo.
Esa inmensa cantidad de agua viene, a mitades, del subsuelo de la ciudad y de
zonas muy lejanas. Es tanta agua la que hay que mover, que el DF es e! mayor cliente
de la Comisión Federal de Electricidad, porque las bombas de agua usan electricidad. Y
se saca tanta agua del suelo, que la ciudad se va hundiendo poco a poco. Estos
hundimientos rompen las tuberías, y el agua se pierde. Afortunadamente, el agua que se
fuga de las tuberías regresa al subsuelo, pero el costo de potabilizarla y moverla se
pierde.
FIGURA 20.3
223
Buena parte del agua que se evapora al final se pierde, porque cuando llueve, cae en
lagos, presas y ríos que están contaminados. Lo mismo en el subsuelo. Al respecto,
antes hemos mencionado el caso de los mantos contaminados con mercurio.
El agua es un problema no nada más para México, sino un problema mundial.
Esto significa que hay un componente de estrategia geopolítica en el agua. Nuestro país
tiene dos zonas diferentes en esto: una en donde sobra y otra en donde falta el agua.
Pero en cualquier caso, no somos de los países con mayor dotación de este líquido, Es
prioritario actuar para salvar este recurso.
Aire
La contaminación del aire es relevante en las zonas urbanas. Esto es así por la
generación de contaminantes aéreos del transporte. El caso que se usa como ejemplo
normalmente es la Ciudad de México, pero otras zonas metropolitanas tienen serias
dificultades (Monterrey y Guadalajara, entre otras). Como antes hemos mencionado, el
problema de equilibrio tiene que ver con la capacidad de la naturaleza para asimilar la
generación de bióxido de carbono. Los otros contaminantes aéreos son más peligrosos,
pero algo hemos mejorado en eso (por ejemplo, el azufre y el plomo ya se redujeron
mucho; los óxidos de nitrógeno, el ozono y las partículas pequeñas, menos).
Sin embargo, la generación de bióxido de carbono ha sido tan alta en los últimos
tiempos, en todo el mundo, que todos los bosques y selvas del planeta han sido
insuficientes para transformarlo en oxígeno. El resultado ha sido un incremento en la
proporción de este gas en la atm6sfera, lo que aparentemente genera un problema. La
energía solar entra a la atmósfera, pero no puede salir, y la Tierra se va calentando. Esto
se conoce como efecto invernadero, y dicen los especialistas que la temperatura del
planeta subirá, en los próximos 20 años, hasta cuatro grados centígrados. En verdad, no
sabemos bien si así será o no. Pero si así fuese, estaremos en problemas (o estarás tú),
porque ese incremento en la temperatura provocara el deshielo de parte de los polos, y
eso elevaría el nivel del mar hastíen un metro. Parece poco, pero con eso alcanza para
que desaparezcan Veracruz, Acapulco y Cancún, junto con todas las playas del mundo.
Flora y fauna
La alteración de los ecosistemas provoca dificultades a todos los organismos que viven
en ellos. Los que más sufren son los organismos mayores, porque son menos flexibles.
Las bacterias y los hongos, por ejemplo, aguantan todo, pero los pandas y los
orangutanes no aguantan ni un cambio de dieta. Es normal que algunas especies
desaparezcan, porque estaban adaptadas a ambientes que desaparecen también. Y es
normal que otras especies se transformen, adaptándose a nuevas circunstancias. Pero,
como veíamos en el capítulo 6, la naturaleza no está preparada para cambiar en cuestión
de días o meses. Los tiempos de la naturaleza son, cuando rápidos, de miles de años.
Así, cada vez que alteramos un ecosistema, destruimos una inmensa cantidad de
especies, tanto de la fauna como de la flora. Esta segunda se nota menos, porque,
también por naturaleza, nos preocupamos más por los animales que por las plantas. De
hecho, desaparecen más especies animales y vegetales por la destrucción de sus
ecosistemas que por su matanza directa. Los pandas y orangutanes que ya
mencionamos, o el gorila de montaña, han sufrido una reducción en su población, sobre
todo porque su ambiente ha desaparecido. Aunque se les caza y mata por razones
absurdas, es mayor la pérdida por deterioro ambiental. .
224
20.3 Revertir el desastre
Hemos provocado un desastre ecológico. De eso no hay duda. La discusión que hemos
mantenido entre ecologistas y sustentabilistas no tiene que ver con ello; para todos está
claro que hemos cometido una gran cantidad de errores. La diferencia entre estos
enfoques está en cómo resolver los problemas.
Para los ecologistas, la única solución está en respetar a la naturaleza de manera
absoluta. Pero eso implicaría abandonar todo lo que se ha logrado con el desarrollo
económico. Eso es tan poco probable que no merece mayor comentario. Sólo diremos
que los países menos desarrollados prefieren, hoy, desarrollarse a ser ecologistas. Por
ahí no hay salida.
La otra perspectiva es buscar nuevos equilibrios, reduciendo el consumo de
recursos y la generación de desechos, y abriendo posibilidades para que los
contaminantes complicados puedan asimilarse con mayor facilidad. Para evitar el
mismo riesgo de los ecologistas, que es ir en contra de la corriente económica, la forma
de hacerla es construir instrumentos de política económica que permitan esos objetivos.
Estos instrumentos son, en general, de dos tipos. Por un lado, hay forma de
afectar el precio de los recursos y los desechos, de manera que consumidores y
productores modifiquen su comportamiento y, sin pensarlo, actúen en beneficio del
ambiente. Pero, a veces, las modificaciones en los precios no son suficientes, y entonces
se puede modificar la cantidad de recursos y desechos directamente. En economía es
normal que exista esta diferencia entre precios y cantidades, y que para cada una existan
instrumentos distintos.
Para modificar los precios, el gobierno utiliza impuestos. En el caso que nos
interesa, estos impuestos se llaman pigovianos, por el nombre de un economista inglés
que los explicó, por primera vez, hace unos 80 años (A.c. Pigou). Estos impuestos se
calculan de manera teóricamente sencilla: se establece el costo de los recursos (o los
desechos), y se transforma en un sobreprecio que debería pagar quien los usa (o los
produce) para reducir su consumo de manera que sea sostenible a largo plazo. Digo que
teóricamente es fácil, porque en la realidad no es común que sepamos cuánto debería
costar un recurso, o cuánto daña un desecho. Por eso, a veces lo que se hace es no poner
directamente el impuesto, sino reducir la cantidad. Una posibilidad para ello es subastar
cantidades. Por ejemplo, esto se usa en la cacería: se autoriza la caza de un individuo de
alguna especie (a los borregos cimarrones de Baja California les ha tocado), y el
permiso se subasta. Así, la demanda fija el precio (en el caso, de estos borregos, ello
puede costar 300 mil dólares).
En otros casos, el impuesto no sirve de mucho porque, aun subiendo mucho el
precio, los consumidores no cambian su comportamiento. En un estudio reciente, Luís
Miguel Galindo ha encontrado que aun subiendo sustancialmente el precio de la
gasolina, los consumidores de la Ciudad de México no reducirían su consumo
notoriamente. Es tanta la necesidad del transporte, y es tan marcada la preferencia por el
uso del automóvil privado, que habría que elevar el precio cinco veces para reducir el
consumo a la mitad. Esto no es políticamente factible.
En esos casos, existe la posibilidad de aplicar medidas legales para reducir el
consumo de recursos o la generación de desechos. En el caso de la gasolina está un
tanto complicado, pero sí puede usarse en otros casos, corno en la generación de
desechos líquidos, obligando a su tratamiento antes de verterlos al drenaje público, o
imponiendo la obligación de separar desechos sólidos, etc.
Revertir el desastre ecológico no es cosa sencilla, pero tampoco imposible. La
dificultad viene de la necesidad de crecimiento económico, de la presión demográfica,
225
de la natural tendencia humana a menospreciar los resultados de las acciones propias, y
de las complicaciones políticas de todas las sociedades humanas. El desarrollo
sustentable busca soluciones a todo esto, y poco a poco las va encontrando.
226
Páginas: 585- 597
CAPITULO 25
ECONOMÍA Y SUSTENTABILIDAD
25.1 INTRODUCCIÓN
227
población mundial y el control de la pobreza en el planeta, también es cierto que para
los fines de la sustentabilidad debe tomarse en cuenta el hecho decisivo de que en las
regiones con elevada renta per cápita del mundo industrializado, el uso exosomático de
energía es mucho mayor. William C. Clark afirma, por ejemplo, que 15% de la
población más rica del mundo consume más de un tercio del fertilizante y más de la
mitad de la energía del globo.
El reto no es sencillo. La condición de que las necesidades y aspiraciones de hoy
pudieran conciliarse con las de mañana reside en que las naciones cambien radicalmente
el modo de dirigir, gestionar, administrar y distribuir el producto de la economía
mundial y de los recursos naturales.
En México, como en casi todos los países del mundo, se comienza a reconocer
que existen interrelaciones entre el crecimiento económico y la desigualdad, o entre la
pobreza y los problemas ecológicos, o entre estos últimos y el desarrollo industrial, mas
tales relaciones ni son unívocas ni son simples. El ideal de un desarrollo con equidad y
que al mismo tiempo sea ecológicamente sano (desarrollo sustentable), es
indiscutiblemente necesario y deseable; pero en los hechos parece haber tensiones y
contradicciones entre, por ejemplo, los imperativos del crecimiento económico y las
demandas de justicia social, entre las necesidades ecológicas y los requerimientos
técnicos productivos, entre las exigencias de la lucha contra la pobreza y la
conservación deseable de la biodiversidad (es decir, existe un trade off entre eficiencia y
equidad).
En esta perspectiva, una política eficaz de desarrollo económico parece requerir
urgentemente la constitución y fortalecimiento de un Estado verdaderamente moderno,
capaz de cumplir y hacer cumplir la legalidad, y ser capaz de establecer relaciones
socialmente productivas con una sociedad civil que asuma sin restricciones sus
derechos, pero también sus obligaciones y responsabilidades fundamentales: “La
reforma del Estado es uno de los problemas económicos y políticos actualmente más
debatidos. Los cambios por los que atraviesa el Estado y, al mismo tiempo, la necesidad
de su reforma, responden a una necesidad estructural y de modificaciones de fondo que
trascienden con mucho las exigencias inmediatas de su ajuste y/o redimensionamiento y
las demandas y presiones de grupos o instituciones". Lo anterior apunta a una presencia
más responsiva y responsable de un Estado más representativo y, por ende, más capaz
de asumir los problemas e intereses generales de la sociedad.
La toma de conciencia por parte de los países en cuanto a que la actividad económica
produce un impacto directo sobre el medio ambiente y que puede cambiarlo
irremediablemente, e incluso sacrificar la viabilidad de las generaciones futuras, ha
obligado -si bien con lentitud- a que las decisiones económicas se tomen con mucha
mayor responsabilidad para tratar de evitar, en la medida de lo posible, el incremento en
el deterioro causado al medio ambiente.
Se han generado, al menos, dos corrientes distintas de pensamiento sobre el
problema de las relaciones entre el medio ambiente y la economía: la economía
ambiental y la economía ecológica. Los recursos naturales constituyeron una de las
preocupaciones fundamentales de los economistas “clásicos” como Malthus, Ricardo o
Mili, especialmente en lo relativo a la actividad agrícola. Sin embargo, la
especialización y profundización para incorporar como tema prioritario de la economía
228
y la política a la posible escasez de los recursos naturales, se ha desarrollado
vigorosamente en las últimas décadas.
Economía ambiental
a) La existencia de externalidades
Una externalidad es un costo o beneficio real que no aparece en el estado de
pérdidas y ganancias de la empresa, pero que es asumido por algunos miembros de la
sociedad; es decir, es un costo externo para las compañías, pero interno para toda la
sociedad; sus efectos no son medidos por los precios del mercado. Existen
externalidades tanto positivas como negativas. El razonamiento de Coase está en
función del costo social que puede traer una externalidad negativa, refiriéndose en
especial a las acciones de las empresas que tienen efectos perjudiciales en terceros. La
solución que el autor plantea es la de intentar una negociación que incorpore
(“internalice”) la externalidad, asignándole un precio a la misma, como puede ser el
costo de restauración del perjuicio causado o el costo de reemplazo del recurso natural
agotado; el problema es que este razonamiento es efectivo sólo si los derechos de
propiedad están bien definidos y si los agentes son capaces de atribuir a las
externalidades un valor monetario actual.
Pigou presta gran atención a los acuerdos voluntarios, se preocupa por descubrir
cómo se pueden introducir mejoras en los acuerdos existentes que determinan el uso de
los recursos, ya que existen las llamadas fallas del mercado, que para ser corregidas
requieren la intervención del gobierno. Por esta razón, a Pigou se le recuerda de manera
popular por el llamado “impuesto pigouviano”, el cual es exactamente igual al costo
marginal que produce la externalidad en un nivel óptimo de la teoría neoclásica (esto no
significa que lo que la empresa paga elimine por completo la contaminación, el
desperdicio de los recursos o alguna otra externalidad).
229
Qué elección hagan los agentes económicos dependerá de cuál de las opciones
les represente un costo menor. Las empresas tienen que comparar el monto del impuesto
contra el costo marginal de descontaminar, y preferirán pagar el impuesto mientras éste
sea más barato que descontaminar.
Economía ecológica
230
La economía ecológica reclama un enfoque “ecointegrador” el cual, como lo
señala José Manuel Naredo, teórico de la misma, es un mirador que apunta a evitar la
habitual disociación entre los planteamientos económicos y ecológicos, reconciliando en
una misma raíz “ecointegradora” dos componentes: la utilidad propugnada por los
economistas y la estabilidad analizada por los ecologistas. Boulding, Daly, Holling,
Ehrlich, Raven, Norgaard, entre otros, van desarrollando las bases para concebir la
economía y la ecología como sistemas complejos, en constante transformación y bajo
grandes incertidumbres. La comprensión del proceso ecoevolutivo en el que sociedad y
naturaleza se interconectan y cambian, dice Norgaard, sugiere nuevas direcciones para
que la organización social mejore la sustentabilidad ambiental, la justicia social y la
dignidad humana.
Los economistas ecológicos afirman que la economía no puede tener una medida
común y, por tanto, las evaluaciones de las externalidades no pueden ser la base de
políticas ambiéntales racionales. Es imposible dar valores actualizados a todas las
externalidades porque muchas son desconocidas o inciertas, y muchas son irreversibles.
La economía ecológica plantea que el funcionamiento de la economía exige el
suministro adecuado de la energía y los materiales por un lado y, por otro, disponer de
los residuos de manera no contaminante. Su planteamiento se basa en tres nociones
biofísicas fundamentales: la primera ley de la termodinámica, según la cual la materia y
la energía no se crean ni se destruyen, sólo se transforman; la ley de la entropía o
segunda ley de la termodinámica, que enuncia que la materia y la energía se degradan
continua e irrevocablemente desde una forma disponible a una forma no disponible,
sean usadas o no. La tercera noción se refiere a la imposibilidad de generar más residuos
de los que pueden asimilar los ecosistemas y a la regla de no extraer de los sistemas
biológicos más de lo que se puede considerar su rendimiento sostenible, ya que de no
cumplirse esta tercera noción acabaríamos con los ecosistemas y, a la vez, con nosotros
mismos.
La determinación de las políticas a seguir exige un esfuerzo de investigación
interdisciplinaria que va más allá de la competencia de los economistas, pero que no
puede realizarse sin ellos. Una gestión que además de ser económica pretenda ser
sostenible, ha de preservar el ambiente considerando los estados críticos derivados tanto
de la falta de recursos como del exceso de residuos. El riesgo que señala la economía
ecológica es que hemos pasado de un “mundo vacío” a un “mundo lleno” en el que los
límites están marcados por la capacidad de carga del ecosistema planetario.
231
Desde este punto de vista, el mercado deja de ser el garante del óptimo
económico, desplazando el centro de las preocupaciones desde los simples valores
mercantiles hasta las condiciones que impone el mundo físico e institucional en el que
se desenvuelven las acciones económicas. Además, la economía ecológica pone especial
interés en los acuerdos políticos como forma de resolver los problemas ambientales.
232
difícilmente sustituibles con la tecnología existente o la que se puede prever a corto y
mediano plazo.
Existen tres características básicas de los recursos que ponen de manifiesto las
dificultades para una gestión racional de los mismos. La primera es el libre acceso en el
uso de muchos recursos. Al respecto, en 1968 G. Hardin publicó en la revista Science
que “en situaciones en que los recursos naturales son de acceso abierto a todos o de
acceso libre, entonces no existe ningún incentivo para preservar el recurso, no ya de
cara a las generaciones futuras sino incluso para la generación actual”.
La segunda característica que dificulta la gestión de los recursos es el “descuento
del futuro”. La economía convencional hace este descuento a través del cálculo de una
tasa determinada caso por caso, en donde la elección de una tasa elevada supone el
sacrificio del bienestar de las generaciones futuras en favor de las generaciones
presentes.
En este punto, Juan Martínez Alier, teórico de la economía ecológica, retama el
planteamiento propuesto por W. Kapp en 1950 y señala que tal vez se pueda encontrar
un cálculo monetario en valor actual al aplicar un tipo de descuento arbitrario a
utilidades y desutilidades futuras. Pero este procedimiento no ahorra el dilema de la
elección y el hecho de poner en peligro la salud humana y la supervivencia.
La tercera característica tiene que ver con la incertidumbre propia de los
recursos. No se tienen conocimientos suficientes para pronosticar con exactitud el ritmo
del cambio climático o el impacto hecho sobre diferentes ecosistemas, así como
tampoco conocemos con precisión el total de biodiversidad que se pierde día tras día, ni
el impacto que tienen sobre la salud determinados químicos, ni de qué forma se van a
comportar los precios y los costos de las materias, etcétera.
Por todo lo anterior, incorporar a las decisiones económicas el problema del
medio ambiente no es una tarea sencilla. Hay un gran debate sobre si las restricciones al
medio ambiente pueden limitar el desarrollo o no y si el proceso de desarrollo causará
más problemas ambientales graves que pudieran reducir la calidad de vida de las
generaciones presentes y futuras.
Al crecer la economía, el impacto sobre el medio ambiente crece y se hace sentir
lo mismo en forma positiva que negativa. A primera vista, varios indicadores mejoran
casi automáticamente por el incremento en el ingreso que el crecimiento económico
trae; así, el bienestar de la población, en general, aumenta, existe una mayor población
con sistemas de agua potable, sistemas higiénicos de evacuación, etcétera.
Otros indicadores empeoran; por ejemplo, aumenta la emisión de bióxido de
carbono, se incrementa la emisión de residuos radiactivos, aumenta la cantidad de
fosfatos en el agua, aumentan las enfermedades producidas por la contaminación,
etcétera.
En la figura 25.3 podemos observar dos modelos alternativos de la actividad
económica. En el primero de estos modelos se presenta la visión económica
convencional. Los factores primarios de tierra, trabajo y capital se combinan en el
proceso económico para producir bienes y servicios (PNB) que se divide en consumo
(único contribuyente a la utilidad y bienestar individual) e inversión (que se dirige a
mantener y acrecentar los stocks de capital). Las preferencias son fijas. Los factores son
sustitutos perfectos entre ellos mismos. Los derechos de propiedad se simplifican a
privados o públicos y su distribución suele tomarse como fija y dada.
En el segundo modelo, la visión de la economía ecológica, hay una
sustituibilidad limitada entre las tres formas básicas de capital: natural, humano y
manufacturado, y los regímenes de derechos de propiedad son complejos y flexibles. El
capital natural captura energía solar y se comporta como un sistema complejo
233
autónomo. Tanto los bienes y servicios económicos como los ambientes ecológicos,
contribuyen de distintas formas a la satisfacción de las necesidades humanas básicas y a
la creación de bienestar tanto individual como comunitario.
Los principios de una política ambiental apropiada son difíciles de introducir para los
gobiernos nacionales. La formulación de políticas supera frecuentemente la capacidad
234
administrativa y la capacidad para hacer cumplir las normas y leyes ambientales,
abriéndose con esto una brecha entre los buenos propósitos y la formulación frente a la
aplicación o implementación de las políticas.
A nivel mundial, la Declaración de Río o Agenda 21, considera que el desarrollo
sustentable requiere una alianza mundial y equitativa para atender los problemas del
desarrollo y el medio ambiente. En este nivel el problema es particularmente
complicado, ya que no existe una autoridad global que pueda formular las políticas
apropiadas y vigilar su cumplimiento, además de que las grandes diferencias de
necesidades, preferencias y recursos entre los países, complican extraordinariamente la
formulación de normas que sean equilibradas y justas.
Las políticas y los programas para lograr un desarrollo sustentable no surgirán
por sí solos; es crucial contar con instituciones fuertes y políticas eficientes para la
protección y el uso de los recursos. Por tanto, el Estado debe jugar un papel central,
insustituible, ya que los mercados ofrecen pocos incentivos para reducir el impacto
causado al medio ambiente.
El crecimiento no debe ser enemigo de los ecosistemas, un desarrollo sustentable
debe contemplar políticas de protección del medio ambiente, que pongan en práctica los
conocimientos y la experiencia acumulados y donde se exija un mayor compromiso, no
sólo por parte del sector público sino también del sector privado de todos los países.
La característica del desarrollo sustentable es que da a la noción de desarrollo
una perspectiva más amplia que la tradicional. Convencionalmente, el desarrollo se
refería al proceso de mejoramiento de las condiciones económicas y sociales de una
nación, y las diferentes vertientes teóricas hacían énfasis en condiciones específicas para
lograrlo, o privilegiaban a alguno de sus componentes. El desarrollo sustentable se
refiere a un proceso que permite la superación de la pobreza actual de tal forma que en
lo futuro sigan existiendo las condiciones naturales requeridas para mantener una
calidad de vida adecuada para la población.
En la figura 25.4 se puede tener una imagen un poco más clara de las relaciones
entre desigualdad y medio ambiente.
235
institucional en hacer respetar umbrales críticos y en regular el acceso a los recursos y
funciones ambientales, se agudiza ante la ausencia de redes de seguridad, arreglos
contractuales o de transferencias explícitas, lo que dificulta, en la realidad política o
ética, una gestión ecológica enérgica y eficiente.
Por último, no está de más subrayar que las políticas ambientales deben pasar al
primer plano de la formulación de una estrategia de desarrollo. Ya no se trata de una
serie de medidas planteadas como consecuencia de los problemas generados por la
actividad humana, sino de parámetros y de valores que están desde el principio y se
mantienen a lo largo de las decisiones económicas. Esto supone un cambio radical en la
forma en que se concibe la política económica en el mundo.
Para abordar la reforma del Estado primero debemos tener claro el concepto de la
misma. En un sentido amplio, la reforma del Estado es una estrategia para redefinir las
reglas del juego y las instituciones y cambiar las políticas e instrumentos que habían
articulado el intercambio económico y político entre los grupos sociales.
De acuerdo con R. Putman, no podemos engañamos al creer que la acción de
reformar es tarea sencilla; por lo general, las reformas prometen mucho, pero sus
resultados son a largo plazo y dependen de factores como quién gobierna y cómo lo
hace, las negociaciones y el burocratismo, la capacidad para remodelar la identidad de
los agentes, la redistribución del poder político y económico, entre otros. En efecto, para
reformar al Estado se debe tomar en cuenta desde el tipo de régimen y de gobierno, el
tipo de modelo decisional, y hasta las instituciones.
El posible éxito de las reformas estará en función de los elementos antes
mencionados y del entorno que cree entre el Estado y la sociedad. Ante el cambio en el
gobierno mexicano del PRI al PAN, nos encontramos tal vez en las primeras etapas de
análisis y discusión nacional sobre los esfuerzos, costos y beneficios inherentes a la
construcción de un nuevo Estado.
Y en ese nuevo perfil del Estado destaca, desde la perspectiva de un desarrollo
sustentable, la necesidad de:
a) Un Estado que impulse la gestión del gobierno federal hacia áreas estratégicas
de competitividad nacional.
b) Un Estado permeado en su estructura y en su interacción con la sociedad, por un
objetivo central: el desarrollo humano.
c) Un Estado que comprometa a los diferentes niveles de gobierno a una gestión
descentralizada y sustentada en verdaderas políticas públicas y, por tanto, sujeta
a contrapesos efectivos entre los poderes y una amplia fiscalización social.
Desde esta perspectiva, la reforma del Estado significa una acción estatal
estratégica descentralizada y altamente flexible, capaz de convocar y compartir
responsabilidades y tareas que incluyan el factor sustentabilidad en los sistemas de
producción y en los patrones de consumo, y un Estado corresponsable en potenciar las
posibilidades de desarrollo de las regiones y la sustentabilidad en los sistemas de
producción e incidir en los patrones de consumo de los diversos segmentos de la
población.
En México la política ambiental se inicia en 1971 con la entrada en vigor de la
Ley federal para prevenir y controlar la contaminación ambiental; hasta 1983, los
problemas ambientales eran considerados como problemas de salubridad y saneamiento.
236
En 1982, la ley federal para la protección al ambiente, y la creación de la Secretaría de
Desarrollo Urbano y Ecología avanzan hacia una política ambiental que busca un cierto
equilibrio ecológico. En 1987, mediante modificaciones constitucionales, el Estado se
atribuyó el deber de preservar y restaurar el equilibrio ecológico y la protección
ambiental, por lo que en 1988 expide la Ley general del equilibrio ecológico y la
protección al ambiente (LGEEPA).
La creación de la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca,
(SEMARNAP), del Instituto Nacional de Ecología (INE) y de la Procuraduría Federal
de Protección al Ambiente (PROFEPA), en los noventa, constituye el marco
institucional en el que el nuevo esquema de política ambiental apunta hacia el logro de
un desarrollo sustentable. Señala como estrategias la contención de procesos de
deterioro del medio ambiente y de los recursos naturales, el fomento a una producción
limpia y sustentable, el mejoramiento del bienestar social y la mitigación de la pobreza.
Si bien se han realizado avances significativos en la institucionalidad y en la
legislación ambiental, en términos instrumenta1es los tres imperativos inmediatos para
recuperar los procesos de p1aneación y crista1izar1os efectivamente en la
administración pública cotidiana son la descentralización, la regiona1ización
transectoria1 y la integración de políticas.
Por último, cabe apuntar que el tránsito al desarrollo sustentable también
requiere y apunta hacia un real Estado de derecho y un país de leyes. La legislación
ambiental y sus reglamentaciones no se deben marginar ante los imperativos de la crisis
y el ajuste económico; por otra parte, la regulación ambiental bien aplicada y
desarrollada significa un aporte importante para la construcción de un horizonte de
certidumbre para los agentes económicos.
CONCEPTOS BÁSICOS
Sustentabilidad
Desarrollo sustentable
Comisión Mundial Sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo
Ecosistema
Medio ambiente
Extemalidades
Primera ley de la termodinámica
Ley de la entropía (segunda ley
de la termodinámica)
Economía ambiental
Economía eco1ógica
Legislación ambiental
Política ambiental
237
CUESTIONARIO
En este capítulo hemos analizado lo que es el desarrollo sustentable, esto es, aquel que
asegura la satisfacción de las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de
las futuras generaciones para satisfacer las que le serán propias.
Para comprender el significado del desarrollo sustentable se debe iniciar por
reconocer que existen interrelaciones entre el crecimiento económico y la desigualdad, o
entre la pobreza y los problemas ecológicos, o entre estos últimos y el desarrollo
industrial y que tales relaciones ni son unívocas ni son simples. En su estudio se han
desarrollado dos corrientes distintas de pensamiento sobre el problema de las relaciones
entre el medio ambiente y la economía: la economía ambiental y la economía ecológica.
La primera de estas dos corrientes ha sido resultado de la aplicación del aparato
conceptual neoclásico del medio ambiente. Su sustento teórico se encuentra en las
teorías de las externalidades, de los bienes públicos, del equilibrio general, y en el
campo de aplicación del análisis costo-beneficio. Destacan dos grandes problemas: a) la
existencia de externalidades, b) la asignación intergeneracional óptima de los recursos
agotables. La economía ambiental aborda esta cuestión asignando a los recursos un
valor y un lugar en el sistema de precios y en la contabilidad nacional y privada.
La economía ecológica reclama un enfoque ecointegrador y recupera dos
componentes: la utilidad propugnada por los economistas y la estabilidad analizada por
los ecologistas. Se trata de concebir la economía y la ecología como sistemas
complejos, en constante transformación y bajo grandes incertidumbres. La comprensión
del proceso ecoevolutivo en el que la sociedad y la naturaleza se interconectan y
cambian, sugiere nuevas direcciones para que la organización social mejore la
sustentabilidad ambiental, la justicia social y la dignidad humana.
El concepto de sustentabilidad surge de la preocupación por satisfacer las
necesidades humanas para mejorar el bienestar, considerando una equidad
intergeneracional en función de la magnitud y composición de recursos que deja una
generación a la que le sucederá. En tal sentido, el desarrollo sustentable se refiere a un
proceso que permite la superación de la pobreza actual, de modo que en el futuro sigan
existiendo las condiciones naturales requeridas para mantener una calidad de vida
adecuada para la población.
Desde esta perspectiva, la reforma del Estado significa una acción estatal
estratégica descentralizada y altamente flexible, capaz de convocar y compartir
responsabilidades y tareas que incluyan el factor sustentabilidad en los sistemas de
producción y en los patrones económicos de crecimiento y desarrollo humano.
238
Autor: Diego Azqueta Oyarzun
Obra: Introducción a la Economía Ambiental
Tema: “Contabilidad Ambiental”
Páginas: 197-236
CAPÍTULO 8
CONTABILIDAD AMBIENTAL
239
ilustración de las herramientas presentadas, se abordará un estudio de caso referido a la
elaboración de las Cuentas del Agua en España. Finalmente, el capítulo se cerrará, como
es habitual, con un resumen y una nota para consultas adicionales.
El primer requisito para introducir las variables ambientales de una forma operativa en
el proceso de toma de decisiones en el ámbito agregado, así como para comprender su
incidencia en el acontecer económico, es contar con la información relevante en un
formato que facilite su comprensión, el análisis y las eventuales comparaciones de la
situación, tanto desde una perspectiva trasversal (entre países o regiones), como
histórica. A resolver este primer problema van dirigidos los distintos sistemas
propuestos de indicadores ambientales.
El reto fundamental al que se enfrentan los distintos sistemas de indicadores
ambientales es el de lograr un difícil equilibrio entre dos grandes tipos de
requerimientos. Por un lado, y en función de la complejidad de los distintos problemas
ambientales relevantes, no resulta fácil la tarea de identificar una serie de indicadores
físicos que muestren de manera completa y fehaciente el estado del problema y de su
evolución. El científico especializado en el tema tenderá a enfatizar la necesidad de
contar con un muestrario muy amplio de indicadores que recojan, tanto la situación del
activo ambiental objeto de estudio, como su evolución en el tiempo y su interrelación
dinámica con otros activos ambientales o ecosistemas. Esta necesidad de precisión y
exhaustividad se ve reforzada cuando se trata de integrar la información anterior en el
marco del funcionamiento del sistema económico, para tratar de descubrir las relaciones
de dependencia mutua que pueden establecerse en las dos direcciones, y obrar en
consecuencia. Atender a estos requerimientos, sin embargo, choca con una doble
limitación:
En primer lugar, el hecho de que una información excesivamente precisa y
detallada, se escapa de la comprensión del no especialista, lo que dificulta su
utilización fuera de los circuitos más profesionalizados.
En segundo lugar, tampoco puede perderse de vista que la información, y el
campo del medio ambiente no constituye una excepción, es en ocasiones un bien
muy costoso de adquirir. Completar la información demandada por el experto
sectorial correspondiente es un proceso que consume recursos, tanto financieros
como humanos (cuantitativa y cualitativamente) y tiempo.
240
ilustrándolos con ayuda del sistema español de indicadores ambientales para el área de
los bosques32:
a) Indicadores de presión
Son aquellos que deben proporcionar una información sintética y representativa con
respecto a las fuentes de degradación y deterioro a que se encuentra sometido el medio
natural o recurso ambiental analizado. Estas fuentes, tanto antrópicas (las más
importantes a efectos del análisis) como naturales, pueden ejercer una presión tanto
directa como indirecta. Los indicadores de presión propuestos para el caso de los
bosques en el sistema español son los siguientes:
Producción total de madera.
Superficie arbolada incendiada.
b) Indicadores de estado
Los indicadores de estado deben describir sucintamente la situación del recurso
ambiental objeto de estudio, así como su evolución en el tiempo, cuando se tiene
constancia de la misma. Los propuestos en el sistema español son:
Daños en bosques.
Superficie arbolada.
c) Indicadores de respuesta
Los indicadores de respuesta recogen la información pertinente con respecto a las
medidas que la sociedad está adoptando para resolver el problema planteado. Los
recogidos en el sistema comentado son:
Repoblación forestal.
Superficie forestal protegida.
32
En el caso de España, en el momento de escribir estas líneas, además de un documento de carácter
general, han aparecido las propuestas relativas a biodiversidad y bosque (Ministerio de Medio Ambiente,
1996), agua y suelo (Ministerio de Medio Ambiente, J 998), atmósfera y residuos (Ministerio de Medio
Ambiente, 1999), medio urbano (Ministerio de Medio Ambiente, 2000) y costas y medio marino
(Ministerio de Medio Ambiente, 2001). Se ha escogido para ilustrar el modelo aquí presentado el relativo
a bosques, simplemente por su sencillez, lo que facilita su exposición en un texto de esta naturaleza,
permitiendo al lector hacerse una idea de los elementos más esenciales del modelo de la OCDE. También
la Comunidad de Madrid ha publicado su propia propuesta (García Cañete et al., 1999).
241
la meta fundamental es preservar la diversidad biológica, que si lo es capturar carbono
atmosférico, proporcionar servicios recreativos o prevenir la erosión del suelo.
Como puede comprobarse, la propuesta del sistema español de indicadores ambientales
para el subárea «bosques» pretende recoger, de la mano de un puñado de indicadores
elementales, pero significativos, una información muy valiosa con respecto al estado de
la cuestión y su evolución reciente. La primera pareja de indicadores, los referentes a la
presión, identifican dos de las causas más importantes de pérdida de masa forestal: la
extracción de madera y leña, y los incendios forestales. Los autores han tornado en
cuenta no sólo la relevancia de ambos factores en la génesis del problema, sino el hecho
de que son indicadores de fácil elaboración, a la vista de la información disponible33.
Los dos segundos, indicadores de estado, recogen información relevante con respecto al
estado del problema desde un punto de vista cualitativo (daños), y cuantitativo
(superficie). De nuevo se han escogido dos variables para las que se dispone de
información adecuada, dentro de la relatividad de un término de esta naturaleza.
Finalmente, los dos indicadores de respuesta, informan sobre el tipo y la importancia de
algunas de las medidas que la sociedad está adoptando para la solución del problema.
Abundando en lo anteriormente apuntado, los autores de la propuesta reacuerdan que,
junto a los indicadores seleccionados, existen otros también relevantes, encuadrados en
otras áreas. Asimismo, mencionan expresamente el hecho de que el objetivo que ha
inspirado la selección de los indicadores finalmente elegidos ha sido la conservación de
los bosques en el estado más natural posible.
El sistema de indicadores presión-estada-respuesta obedece a una estructura
fundamentalmente lineal: las actividades humanas degradan el medio de distintas
maneras, y los indicadores correspondientes (de presión) recogen las principales; ello se
traduce en una situación inaceptable, expresada en los indicadores de estado; y, como
resultado, se adoptan distintas medidas correctoras, que quedan reflejadas en los
indicadores de respuesta. Con ello se cierra el círculo, puesto que esta intervención
sobre el medio corrige o neutraliza las fuentes de presión, modificando positivamente el
estado del medio. En todo el proceso se supone, por tanto, una correspondencia lineal
entre el indicador, o familia de indicadores, y la situación que pretenden reflejar. Ésta es
tanto su gran virtud, ofrecen una visión sintética y fácilmente comprensible de la
situación y su tendencia, como su gran debilidad: invitan a pensar en unas relaciones
causa-efecto muy simples y unidireccionales. Normalmente, sin embargo, las relaciones
entre las variables que afectan al medio y, dentro de éste, las que se establecen entre sus
distintos componentes, son bastante más complejas: las inf1uencias son en ocasiones
recíprocas, se manifiestan sobre distintas variables interrelacionadas simultáneamente,
afectan a procesos complejos con multitud de ramificaciones, que difícilmente son
susceptibles de ser reducidos a un modelo lineal y uniecuacional. Por ello, los autores
de la propuesta advierten de que las relaciones de causalidad que se establecen entre los
indicadores y las variables representadas, así como en la secuencia de estas últimas, son
meramente funcionales, no científicas: funcionales, en el sentido de que son las que se
establecen lógicamente en el proceso de decidir el mejor curso de acción posible.
Con las cautelas mencionadas, la información contenida en los indicadores
ambientales es muy útil para llevar a cabo el diagnóstico de la situación ambiental en
distintas áreas. Conecta el estado del medio ambiente con una serie de actividades
humanas, tanto negativas como positivas, que ayudan a comprender asimismo su
33
Las series históricas publicadas en el Anuario de Estadística Agraria sobre producción y valor, y el
balance del consumo nacional para los períodos 1962-93, 1970, Y 1975-93; y los datos publicados por el
Arca de Defensa contra Incendios Forestales, 1961-95.
242
eventual tendencia. Se conoce, al mismo tiempo, la importancia que las actividades
analizadas tienen a la hora de explicar la situación ambiental pero, dado su carácter
local, no informan sobre los límites que la biosfera impone a la actividad económica, y
la cercanía o lejanía a la que se encuentran dichos límites.
Entre aquellos indicadores que han tratado de establecer una relación entre las
actividades humanas y los límites que establece la capacidad de carga de la biosfera,
destaca la llamada «huella ecológica».
La huella ecológica correspondiente a una población determinada se define
como «la superficie de tierra productiva y agua (eco sistemas acuáticos) necesaria para
producir los recursos que la sociedad consume, y asimilar los residuos que produce,
dondequiera que se encuentren dicha tierra y dicha agua» (Rees, 2000).
La idea de que las posibilidades de producción y consumo de la sociedad no
pueden sobrepasar las posibilidades que ofrece la biosfera, su capacidad de carga, es
antigua. Varios han sido, asimismo, los intentos de computar estos límites biofísicos en
un índice agregado que pudiera resultar informativo con respecto al estado de la
cuestión34.
De todos ellos, sin embargo, ha sido el concepto de huella ecológica el que ha
terminado gozando de una mayor popularidad, no exenta, como se comprobará
enseguida, de debate.
La huella ecológica de una persona, región, país, o cualquier otro grupo social, pretende
recoger, como se ha apuntado, los recursos naturales necesarios, dada la tecnología
disponible, para sostener su nivel de consumo y asimilar los desechos que produce. El
reto que trata de enfrentar, por tanto, es el de reducir todos estos componentes a un
único indicador común, cuantificable y comparable, tanto transversalmente, como en el
tiempo. El procedimiento seguido para ello es el de agrupar los distintos requerimientos
de consumo y generación de residuos en grandes bloques, y traducidos a este único
denominador común: superficie biológicamente productiva (Wackemagel y Rees, 1996;
Wackernagel et al., 1999):
El concepto de «parcela fantasma» (ghost acreage) de Borgstrom, que hace referencia a la superficie agrícola
necesaria para alimentar a una determinada población.
Las «áreas-sombra» de Odum, que recogen los requerimientos urbanos en términos de energía.
El «Índice de apropiación» por parte del ser humano de los productos de la fotosíntesis, introducido
por Vitousek et al., (1986).
Asimismo, podría mencionarse en este apartado el «índice de desarrollo humano sustentable», propuesto
por Daly y Cobb (1993), en el que se introduce expresamente el problema de la distribución de la renta, junto a las
variables ambientales. La sección inglesa de Amigos de la Tierra tiene una página web interactiva en la que se puede
encontrar información sobre este índice: http://wwwIoe.co.uk/progress (Roca. 1998). El problema con este indicador,
tal y como ha señalado Roca (id.) es que, paralelamente a los basados en la sustentabilidad débil, asume
implícitamente sustituibilidad entre los distintos argumentos del indicador: la desigualdad en la distribución de la
renta podría ser compensada por un aumento del consumo.
243
ejemplo). Como los distintos productos requieren de distintos tipos de superficie
(tierra agrícola, pastos, bosques) y la productividad por hectárea difiere entre
unas y otras, se introducen unos factores de equivalencia, que multiplican los
distintos tipos de superficie utilizada por un escalar que refleja su mayor
productividad con respecto al promedio de la superficie del globo: la tierra
agrícola, por ejemplo, tiene asociado un factor 2,8. De esta forma, todos los
requerimientos que el consumo de estos productos conlleva quedan reducidos a
una cantidad de hectáreas de superficie biológicamente productiva, con un
rendimiento promedio35.
Para calcular la huella eco lógica del consumo de un determinado producto en
un país cualquiera, a la producción interna (Qi) se le suman las importaciones
(Mi) y se le restan las exportaciones (Xi). Este numerador se divide por el
rendimiento promedio de la tierra en la producción de dicho cultivo (Yi), y el
resultado es la huella ecológica correspondiente:
Huella (i) = Qi + Mi - Xi
Yi
35
Un segundo grupo de productos de consumo, introducido en las últimas versiones del indicador, es el que hace
referencia a los obtenidos en el mar.
244
Utilizando pues la metodología apuntada, los requerimientos del consumo
energético pueden sumarse a los anteriores, ya que se expresan en las mismas unidades:
hectáreas de superficie biológicamente productiva36.
A partir de este punto, los autores comparan los requerimientos de las distintas
sociedades (ciudades, regiones, países) con su dotación correspondiente de tierra
biológicamente productiva, para llegar a la conclusión de que los ciudadanos de los
países desarrollados tienen una huella ecológica que supera su dotación, por lo que es a
través del comercio con el mundo subdesarrollado como salvan este diferencial. En el
ámbito agregado, la huella ecológica de la humanidad como un todo supera las
disponibilidades del planeta37.
36
Es difícil sustraerse a la tentación de recordar las reminiscencias que guarda este indicador con el intento, por parte
de Sir WiIliam Petty (1623-1687), de encontrar una medida invariable del valor de las cosas. A partir de su
afirmación de que «el trabajo es el padre y la tierra la madre del valor» propuso una contabilidad-tierra que utilizara
las hectáreas de tierra de calidad promedio como numerario al que todas las demás magnitudes deberían referirse.
Así, por ejemplo, una hora de trabajo se traduciría en términos de tierra computando la superficie necesaria para
mantener vivo al trabajador durante esa hora. Como es bien sabido, los autores clásicos posteriores invirtieron el
proceso utilizando el trabajo como numerario.
37
En efecto: tomando en cuenta la población mundial existente en este momento (6.000 millones de personas), a
cada habitante del planeta le corresponderían 0,25 hectáreas equivalentes de tierra agrícola; 0,6 de pastos: 0,9 de
bosque; 0,06 de terreno construido y 0,5 hectáreas de mar; lo que suma un total de 2,3 hectáreas equivalentes por
persona. Si a ello le restamos un 12 por 100 necesario para la preservación de la diversidad biológica, el resultado son
2 hectáreas por persona. La huella eco lógica promedio en el planeta es de 2,8 hectáreas (la de España es de 3,8, la de
Estados Unidos de 10,3): de ahí el déficit agregado (Wackernagel et al., 1999).
245
En segundo lugar, es una medida muy poco demandante de información: los
datos necesarios se pueden obtener fácilmente de las publicaciones oficiales de
las Naciones Unidas, la FAO, etcétera.
Finalmente, sus conclusiones son inmediatas: la humanidad está viviendo por
encima de sus posibilidades, y los países ricos están disfrutando de una huella
ecológica muy superior a la que su naturaleza les permitiría, gracias al comercio
internacional con los países subdesarrollados, lo que introduce un elemento de
injusticia y explotación en el sistema. Igualmente simples son las
recomendaciones sugeridas para reducir la huella, sin comprometer los niveles
de vida alcanzados: aumentar la productividad de la naturaleza por unidad de
superficie; utilizar mejor los recursos obtenidos (ecoeficiencia: hacer más con
menos)38; y reducir los niveles globales de consumo, bien sea a través de la
reeducación del consumo per capita, bien sea mediante la reducción de las tasas
de crecimiento de la población (Wackernagel et al., 1999).
|Los defensores de este indicador son conscientes de que hay algunos elementos
fundamentales para la sustentabilidad del sistema que no se encuentran contemplados en
él. Fundamentalmente, la descarga de distintos contaminantes en la biosfera, más allá
del CO2, que pueden poner en peligro la salud del mismo, y comprometer seriamente el
desarrollo futuro: «la supervivencia de la humanidad en el siglo XXI depende de algo
más que de la demanda de recursos que le planteemos a la biosfera. Depende de que
seamos capaces de mantener y restaurar la salud de los ecosistemas» (Rapport, 2000).
Por ello, la huella ecológica tal y como se calcula en la actualidad no puede ser
contemplada más que como una simplificación que subestima la gravedad de los
problemas.
No es esta falta de completitud, sin embargo, lo que ha motivado la mayoría de las
críticas que este concepto ha recibido corno tal indicador de sustentabilidad:
246
Por otro lado, parece un poco fuera de lugar la preocupación por la huella
ecológica de los distintos países. Efectivamente, hay países, normalmente
desarrollados, que tienen una huella que supera sus disponibilidades, y lo
contrario ocurre en los subdesarrollados. Pero también es cierto que en estos
últimos hay personas, y grupos sociales, cuya huella supera sustancialmente la
del ciudadano medio de los países desarrollados. Por otro lado, da la impresión
de que la unidad geográfica de medida tiene algo de arbitrario, si de lo que se
trata es de decidir a qué cantidad de huella tendría derecho cada persona: ¿a lo
que le corresponde como residente de un municipio, habitante de una
Comunidad Autónoma, ciudadano de un país, de una agrupación de países, de
un continente, del planeta? Lo realmente relevante es que hay personas que
tienen, y patrones de consumo que generan, una huella mayor que lo que
deberían poder permitirse como habitantes del planeta Tierra.
En tercer lugar, el «déficit» descubierto por el cálculo de la huella ecológica
global no sólo toma como dada la tecnología de producción prevaleciente en un
momento del tiempo (presenta una fotografía de la que no se pueden derivar
tendencias, a no ser que se acompañe de un estudio de su evolución: es una
variable fondo), sino que parte del supuesto de que la actual distribución de la
superficie terrestre biológicamente productiva es óptima. En efecto, la
comparación se hace con respecto a la productividad promedio de la superficie
terrestre, dada su distribución actual. Un cambio en la misma (la transformación
de bosque en terreno agrícola, por ejemplo), elevaría la productividad de la
superficie terrestre biológicamente productiva, reduciendo el déficit aparente.
Finalmente, vale la pena recordar que prácticamente la mitad de la huella
ecológica de los países desarrollados se origina en sus emisiones netas de CO2 a
la atmósfera, debido a la quema de combustibles fósiles para obtener energía. En
este sentido, cualquier cambio tecnológico a favor de otro tipo de generación de
energía, o que disminuyera las emisiones netas de CO2, reduciría la huella en
correspondencia.
247
8.2. CONTABILIDAD NACIONAL Y MEDIO AMBIENTE
FIGURA 8.1
248
cambio de los servicios de sus factores productivos (pagos a los factores: salarios,
alquileres, rentas del capital). Esto último es lo que proporciona a las economías
domésticas el poder de compra necesario para adquirir los bienes y servicios que
compran en el mercado. El modelo, pues, queda cerrado. Nótese que el flujo real
representado en la parte superior de la figura incluye únicamente bienes y servicios de
uso final: es decir, todos los insumos intermedios que se han producido, y utilizado o
almacenado, no aparecen reflejados allí, son transacciones reales (con su contraparte
monetaria) que nacen y mueren dentro del bloque «Empresas», sin salir del mismo. Esta
es la razón por la que se afirma que el flujo real que recoge el valor de la producción de
bienes y servicios que las empresas ponen a disposición de las familias es el valor
añadido generado por el sistema económico durante el período: valor añadido que sirve
para remunerar a los propietarios de los factores de producción40.
Analizando la cuantía de estos flujos se obtienen las principales magnitudes
macroeconómicas de un país: el Producto Nacional Bruto (PNB), el Producto Nacional
Neto (PNN) y la Renta Nacional41. Dada la igualdad existente en el valor de todas las
flechas representadas en la Figura 8.1, la Renta Nacional, por ejemplo, podría estimarse
sumando el valor de la producción de bienes finales de las empresas; sumando el valor
de las compras de las economías domésticas a las empresas; o sumando las
remuneraciones (salarios, rentas del capital) pagadas por las empresas a las economías
domésticas. La Contabilidad Nacional, por tanto, presenta, de forma ordenada, las
interrelaciones que se producen entre los distintos sectores de la economía, y los flujos
(monetarios y reales) que conectan unos con otros.
El punto de partida para la construcción de estas cuentas nacionales son las
denominadas matrices insumo producto (o tablas input-output), que representan las
relaciones que se establecen entre los diferentes sectores productivos de la economía, y
entre éstos y los demandantes finales, mediante unas tablas de doble entrada como la
que aparece representada en la Tabla 8.1.
En ella están representados los sectores productivos de la economía: en este
ejemplo muy sencillo, cuatro. Cada fila recoge el destino de la producción del sector
considerado: producción que adquieren tanto los otros sectores económicos, como el
propio sector en cuestión y las economías domésticas (demanda final). Cada columna, a
su vez, informa de los requerimientos de dicho sector con respecto a los demás: lo que
necesita de la producción de los otros, de sí mismo, y de los factores de producción
propiedad de las economías domésticas (mano de obra, recursos naturales, capital). Por
ejemplo, en este caso hipotético, el valor total de la producción del sector «Energía»
sería de 90 unidades monetarias, de las que 15 estarían destinadas al sector Agricultura,
15 a la Minería, 10 al propio sector Energía, 10 a la Industria y 40 a la Demanda Final
(economías domésticas). Para producir estas 90 unidades ha necesitado productos de la
Agricultura por valor de 10, de la Minería por valor de 5, del sector de Energía, como ya
se ha dicho, por valor de 10, de la Industria por valor de 30, y ha contratado servicios de
los factores de producción por valor de 35. Como puede comprobarse fácilmente, la
suma de las remuneraciones de los factores (205) es idéntica a la suma del valor añadido
generado en cada sector, y que aparece en la columna correspondiente a la Demanda
Final. Esta cifra es el Producto Nacional Neto (o Renta Nacional) si se ha computado
correctamente la depreciación del stock de capital.
40
La Contabilidad Nacional incluye también, como es lógico, los bienes y servicios que ofrecen las
Administraciones públicas, computados de acuerdo a su coste monetario.
41
Al tratarse de una economía cerrada, no existe diferencia entre el Producto Nacional y el Producto
Interior, bruto o neto, distinción que es irrelevante para los propósitos de este texto.
249
Tabla 8.1
250
cualquiera, sabiendo que su riqueza seguirá siendo la misma al comienzo que al
final42.
El nivel de bienestar de la sociedad. El concepto de bienestar no es ciertamente
sencillo, pero no cabe duda de que se tiende a establecer una asociación positiva
entre el mismo y la Renta Nacional: a mayor producción de bienes y servicios, a
mayor Renta Nacional, mayor bienestar. Los países que disfrutan de una renta
per cápita elevada, «están mejor» que los que tienen una baja renta per cápita. Si
la renta per cápita de un país está subiendo de forma sostenida, los responsables
económicos muestran satisfechos este indicador de «desarrollo».
42
De la misma forma que el nivel de consumo de una persona que gasta todo su sueldo, más una parte de
la herencia que ha recibido, no es sustentable indefinidamente (al final la herencia termina por agotarse),
si el stock de capital no se mantiene, el nivel de producción alcanzado no puede sostenerse. Como
demostrara Weilzman, el nivel de consumo sustentable es el sentido que tiene la definición de renta en el
pionero trabajo de Hicks.
251
FIGURA 8.2
La base natural impone, por tanto, una doble limitación. Por un lado,
proporciona el conjunto de recursos en cuya transformación (valorización) se apoya la
actividad económica. Por otro, mantiene el equilibrio del sistema, introduciendo una
serie de restricciones a su funcionamiento. Desde el punto de vista de la utilización de la
Contabilidad Nacional para los fines antes apuntados, la presencia de esta dependencia
no reflejada con respecto a las variables ambientales, se traduce en la aparición de serias
desviaciones:
252
público-PNN, por ejemplo) tendrían que ser modificados en consecuencia, una
vez que se revisaran las cifras del PNN para tener en cuenta esta pérdida de
capital natural.
En segundo lugar, la generación de residuos se suma al proceso de depreciación
del capital natural, al dificultar la provisión normal de servicios de la biosfera,
provocando un doble problema. Por un lado, contrae en términos cualitativos y
cuantitativos la base natural sobre la que se apoya el sistema productivo,
reduciendo las posibilidades de producción directa e indirectamente (la
contaminación reduce la productividad de los factores de producción al afectar a
la vida útil de maquinaria e infraestructuras, así como a la salud de los
trabajadores). Por otro, reduce el bienestar global que la sociedad deriva de los
frutos de este proceso, en tanto en cuanto incide negativamente sobre las
funciones de producción de utilidad de las economías domésticas: la
contaminación del aire, el aumento del nivel de ruido o la degradación del
paisaje, disminuyen el bienestar de la gente. Al no quedar este extremo reflejado
en las magnitudes de la Contabilidad Nacional, ésta ofrece una imagen
distorsionada sobre el nivel de bienestar social alcanzado.
En tercer lugar, y abundando en lo anterior, resulta que una parte de los bienes y
servicios finales producidos, y recogidos en las cifras correspondientes a la
Renta Nacional, no son sino el resultado del proceso de degradación anterior: se
producen como consecuencia de la degradación ambiental y como respuesta a la
misma. Es el caso, por ejemplo, de las ventanas con doble cristal que se fabrican
porque la gente quiere protegerse del ruido. Esta parte de la producción no
representa un incremento del bienestar total, sino un intento de neutralizar el
impacto negativo de la contaminación.
253
producido como respuesta a la degradación ambiental que se genera en el propio
proceso económico. Estos bienes son de tres tipos:
Los adquiridos por las propias empresas, y agentes contaminantes en general,
para neutralizar o reducir sus impactos sobre el medio. Por ejemplo, los
desulfurizadores adquiridos por una central térmica para reducir sus emisiones
de S02 a la atmósfera.
Los adquiridos por los afectados para prevenir el impacto sobre su bienestar
debido a la degradación ambiental generada por otros: las ventanas con doble
cristal que compran las familias para protegerse del ruido.
Los adquiridos por los afectados (empresas y economías domésticas) para
remediar los resultados del impacto de la degradación ambiental sobre sus
funciones de producción de bienes y servicios, o de utilidad: los costes de
mantenimiento adicionales en los que tiene que incurrir una empresa de alquiler
de automóviles como resultado de la contaminación atmosférica, o los fármacos
que adquiere una persona debido a la irritación de los ojos que le produce la
contaminación atmosférica.
254
sus implicaciones económicas, sobre todo cuando se recuerda que uno de los
objetivos de la Contabilidad Nacional es el de informar sobre el nivel de
actividad económica.
Por otro lado, el analista se encuentra con una serie de problemas operativos. No es en
absoluto sencillo aislar aquella parte de la producción, o de las compras de las
economías domésticas, que responden a la necesidad de protegerse de la degradación
ambiental. El gasto de las economías aparece en términos agregados. Incluso con la
producción de determinadas empresas es difícil discriminar el uso final de lo producido:
la oferta de ventanas con doble acristalamiento, ¿se dirige a satisfacer una demanda de
protección contra el ruido, o va encaminada a hacer más eficiente en términos
energéticos la vivienda? La propia evolución de las medidas defensivas, de acuerdo al
principio de que más vale prevenir que remediar, ha hecho más compleja su
identificación. Es relativamente más fácil identificar los gastos incurridos cuando se han
adoptado medidas de «fin de tubería» que cuando se han introducido cambios
complejos en los propios procesos de producción y consumo (Roca, 1998).
Sea como fuere, la depuración propuesta de la Contabilidad Nacional,
suprimiendo aquellas partidas que recogen simplemente gastos defensivos provocados
por la degradación ambiental, ayuda a establecer una mejor vinculación entre la Renta
Nacional y el bienestar social, aunque algunos autores e instituciones, sin embargo, no
se muestran de acuerdo con esta depuración y recomiendan dejar las cosas como están,
debido a las dificultades de identificar con precisión lo que se considera como una
pérdida del estándar ambiental de referencia (Naciones Unidas, 2000). En cualquier
caso, esta operación, que aborda el problema de calibrar mejor el bienestar derivado del
proceso de producción de bienes y servicios, no proporciona, sin embargo, información
sobre el producto nacional sustentable. La razón es, simplemente, que esta
recomendación no analiza el problema de la depreciación del capital natural. A ello va
dirigida la propuesta que se analiza a continuación.
43
Una persona física o jurídica que tiene reconocido el uso y disfrute del recurso.
255
económicos que proporcionan insumos tanto para las funciones de producción
convencionales, como para las funciones de producción de utilidad.
Los recursos naturales se distinguen de los recursos ambientales de la biosfera,
que proporcionan una serie de servicios muy importantes (absorción de
desechos, equilibrio climático), pero que no tienen una traducción monetaria
fácil ni un dueño (en el sentido amplio mencionado más arriba) determinado.
Los recursos ambientales no son por tanto activos económicos, sino activos
ambientales. Esta distinción, menos nítida de lo que parece a primera vista, no
impide, como es obvio, que los recursos naturales también proporcionen
servicios ambientales: es el caso, por ejemplo, de la contribución de los bosques
al equilibrio climático. Muchos de estos servicios también entran a formar parte
de las funciones de producción y de producción de utilidad (servicios recreativos
o estéticos, por ejemplo), pero con un carácter no apropiable.
En este sentido, será importante, en primer lugar, analizar las modificaciones que se
producen en el stock del recurso. En el caso de un recurso renovable (bosques, por
ejemplo), las cuentas habrán de informar de los incrementos que se produzcan en el
mismo, bien sea por la acción humana (plantaciones) o por la de la propia naturaleza
(crecimiento natural), tal y como queda recogido en la tabla anterior.
256
del descubrimiento de nuevas reservas. En cualquier caso, el resultado no será otro que
el de arrojar una primera información sobre los cambios habidos en la cantidad del
recurso.
En segundo lugar, es importante también contar con información relativa a los
eventuales cambios producidos en la calidad del recurso. Desde el punto de vista de la
sustentabilidad de un determinado nivel de consumo, no es sólo relevante el eventual
cambio producido en la cantidad de un recurso natural, sino que también interesa
conocer posibles cambios en la calidad del mismo que modifiquen su capacidad para
generar insumos útiles en el proceso productivo, o servicios ambientales necesarios para
la continuidad del proceso. Unas cuentas que informaran de que la superficie arbolada
del país permanece constante, o que las reservas de petróleo no han disminuido, estarían
arrojando una información incompleta si resulta que se está sustituyendo bosque virgen
primario por plantaciones forestales o si las nuevas reservas de petróleo descubiertas en
el período, en una cantidad equivalente a la que se ha extraído, resultan ser
sustancialmente más costosas de explotar que las existentes. No es en absoluto sencillo
reducir los múltiples aspectos que conforman la calidad de un activo ambiental a un
pequeño grupo de indicadores que puedan dar una información cuantitativa y
condensada sobre la misma, que sea al mismo tiempo relevante desde una perspectiva
económica. El ejemplo de las cuentas del agua, que se analizarán al final de este
capítulo, representa una buena prueba de ello.
257
toma en cuenta los servicios no estrictamente financieros del bosque (funciones
económicas, recreativas, ecológicas y culturales). La pesca queda excluida, por
ahora, de los cálculos de depreciación del capital natural, al igual que la erosión
del suelo, por razones de índole práctica: fundamentalmente la falta de datos y la
dificultad de medir un stock móvil, en el primer caso.
En segundo lugar, la pérdida de calidad del capital natural, debida a la
contaminación. Una parte de estas pérdidas ya queda reflejada en los datos de la
Contabilidad Nacional al afectar a la depreciación del capital producido (daño
sobre infraestructuras), los niveles de producción (daño sobre cultivos) o la
productividad de los factores de producción (impactos sobre la salud de los
trabajadores). Sin embargo, una parte importante de este deterioro no queda
reflejado en estas cifras (cambio climático, pérdida de diversidad biológica), y es
sobre el que se dirige la atención de la propuesta. A la vista de la dificultad de
conseguir datos fiables y valorarlos adecuadamente, la propuesta del Banco
Mundial comienza por tomar únicamente en cuenta la degradación ambiental
generada por las emisiones de CO2, valorándola de acuerdo a la cifra
proporcionada por el estudio de Fankhauser (1995): 20 dólares por tonelada
emitida.
Una vez realizadas las operaciones anteriores, el resultado es la cifra de ahorro genuino
de un país. La interpretación que podría hacerse de este dato ha de ser cuidadosa.
Probablemente sea arriesgado afirmar que una tasa de ahorro genuino positiva garantiza
que los niveles de crecimiento alcanzados, y los niveles de consumo asociados al
mismo, son sustentables en el futuro: el concepto de ahorro genuino supone la
sustituibilidad del capital natural por el capital producido, y esto no siempre es así. Lo
que sí puede afirmarse, por el contrario, es que una tasa de ahorro genuino negativa es
señal clara de no sustentabilidad. Las Figuras 8.3 y 8.4 muestran las tasas de ahorro
genuino alcanzadas por distintas regiones del mundo en el período 1970-1993. La
panorámica es francamente preocupante en el caso del África Subsahariana, del norte de
África y Oriente Medio y, en menor medida, de América Latina44.
FIGURA 8.3
FIGURA 8.4
44
En el caso de América Latina, de acuerdo al informe del Banco Mundial, países con un fuerte ahorro
genuino neto, como Chile y Brasil. coexisten con países con un fuerte ahorro negativo (Venezuela y
Ecuador) y con países con ahorro cero (México).
258
Ahora bien, además del capital producido y del capital natural, se encuentra el
capital humano. Las cifras anteriores no han tomado en cuenta la evolución que se
produce en el stock de esta tercera forma de capital, y que no ha sido reflejada en las
cifras de la Contabilidad Nacional, ya que sólo una pequeña parte de los gastos en
educación queda reflejada en la misma como inversión, siendo el resto computado como
consumo. Pues bien, si se consideran todos los gastos realizados en educación como
gastos de formación de capital humano, y el resultado se suma a las cifras anteriores
sobre ahorro genuino, el resultado es el que aparece en la Tabla 8.3, que suaviza un
poco el panorama que presentaban las figuras anteriores.
Una vez calculada la tasa de ahorro genuino (una variable flujo), la propuesta del Banco
Mundial se encamina a redefinir la riqueza de cada país (una variable fondo),
incluyendo nuevos componentes en la misma, y calculando su importancia cuantitativa.
Si la riqueza de una persona cualquiera (física o jurídica) viene dada por el valor de sus
259
activos (de su capital), la riqueza de un país estará determinada por el valor que alcance
el capital que posee en todas sus formas: capital producido, capital natural y capital
humano. El problema estriba en calcular el valor de estas dos últimas formas de capital:
Con respecto al capital natural, su valor viene dado por la suma del que alcanza
cada uno de sus componentes (minerales y combustibles fósiles; madera; tierras
de cultivo; y pastos): el valor presente neto (con una tasa de descuento del 4 por
100) de la corriente de beneficios netos que su explotación podría proporcionar a
perpetuidad. El valor de las áreas protegidas se calcula de acuerdo a su coste de
oportunidad como tierras de pasto, y el de los recursos no maderables del
bosque, suponiendo que un 10 por 100 de la superficie forestal generará una
corriente perpetua de beneficios derivados del turismo, la caza y los servicios
recreativos, cuyo valor oscilará entre 112 y l45 dólares al año, dependiendo de si
se trata de un país subdesarrollado o desarrollado.
Con respecto al valor del capital humano, el procedimiento seguido es el de
calcular el valor presente neto de la producción no agrícola, añadirle los salarios
pagados en la agricultura y restarle las rentas derivadas de la explotación de los
recursos no renovables y la depreciación del capital producido. El resultado final
se revalúa tomando en cuenta la Paridad del Poder Adquisitivo para traducirlo a
dólares.
El resultado final de estas operaciones es el que aparece en la Tabla 8.3, en la que puede
comprobarse la gran importancia del capital humano en prácticamente todas las
regiones del mundo, y la mayor importancia relativa del capital natural con respecto al
capital producido, en las regiones más atrasadas.
La Tabla 8.4, por su parte, muestra la composición del capital natural en
distintos países.
Como puede comprobarse, las diferencias en la dotación de capital natural por
persona son notables, así como la distribución del mismo entre sus distintos
componentes. No puede decirse, desgraciadamente, que países con una elevada dotación
de capital natural hayan sido siempre capaces de aprovechado en beneficio de sus
ciudadanos.
Tabla 8.3
260
Tabla 8.4 Capital natural por país: dólares per cápita (porcentaje total)
261
8.4. EL SISTEMA DE CONTABILIDAD AMBIENTAL
Y ECONÓMICA INTEGRADA DE NACIONES UNIDAS (SCAEI)
45
SEEA en terminología inglesa: System of' integrated Environmental and Economic Accounting.
46
La propuesta de Naciones Unidas ha sido aplicada parcialmente en Canadá. Colombia. Corea, Estados
Unidos, Filipinas, Ghana, Indonesia. Japón, México, Papua-Nueva Guinea y Tailandia; mientras que el
World Resources Institute desarrolló la metodología de las cuentas de los recursos naturales en Costa
Rica, Indonesia, Francia, Holanda y Noruega.
262
Reducción o abstención de determinadas actividades económicas que tienen un
impacto ambiental negativo: se sacrifica valor añadido.
Sustitución de los resultados de estas actividades económicas (producción o
consumo), con el consiguiente aumento en los costes.
Sustitución de los insumos necesarios para obtener determinados productos,
igualmente con el correspondiente incremento en los costes.
Inversión destinada a evitar los impactos ambientales que degradan el medio
(medidas de final de tubería) que se traducen también en un aumento de costes.
Finalmente, y ya en un campo diferente, medidas destinadas a recuperar la
calidad ambiental perdida.
FIGURA 8.5
En esta etapa, la propuesta de Naciones Unidas introduce las cuentas de los recursos
naturales, en términos físicos, así como los distintos balances materia-energía, como
complemento de los distintos flujos monetarios48. Se sigue, por tanto, en primer lugar,
una metodología similar a la explicada un poco más arriba, en el epígrafe
47 En el Anexo II del manual de Naciones unidas, el lector encontrará la clasificación de las actividades de protección
ambiental.
48 Junto a las cuentas de los recursos naturales convencionales, existen las tablas insumo producto en unidades físicas,
los balances materia-energía y los estudios de flujos materiales. Entre estos métodos alternativos destaca el NAMEA
(Netherlands National Accounting Matriz including Environmental Accounts) que utiliza indicadores físicos de
contaminación ligados a la actividad económica pero sin valorados monetariamente.
263
correspondiente a las cuentas de los recursos naturales, restringida a aquellos recursos
naturales que son considerados económicos. Una vez establecidas estas cuentas, en
términos físicos, se procede a valorar monetariamente tanto el stock del recurso, como
los cambios habidos en el mismo. Teniendo en cuenta que se trata de recursos
económicos, que generan un beneficio monetario para su poseedor, la metodología
recomendada para proceder a su valoración es la de atender a las señales que envía el
mercado (precios) sobre el valor de los bienes o servicios que se obtienen a partir de
ellos. De esta forma, se recomienda valorar el stock de un recurso natural determinado
como el valor presente neto de los beneficios que se obtendrán en el futuro con su
explotación. Es decir, si se trata, por ejemplo, de un depósito de minerales, se hace
necesario estimar las reservas probadas del mismo, calcular su vida útil con el ritmo de
extracción correspondiente, deducir los costes de extracción y obtener de esta manera el
flujo de beneficios netos que su explotación generará con el paso del tiempo hasta su
agotamiento. Esta corriente de ingresos se actualiza con una tasa de descuento
apropiada (a la vista de lo expuesto en el Capítulo 6, lo más seguro sería,
probablemente, seguir la recomendación de Weitzman) para obtener el VPN del
recurso. Este procedimiento (denominado método del valor presente), sin embargo, es
muy demandante de información, por lo que se han sugerido dos alternativas algo más
sencillas:
49
Es decir, que en la extracción y explotación del recurso se estará cumpliendo la Regla de Hotelling
(Gómez, 1994a).
264
El SCAEI en su última versión considera el agotamiento de los recursos naturales, a
diferencia de la propuesta anterior, no como un «cambio en el volumen» del activo, sino
como un coste de producción.
50
Hueting (1991) sería una referencia pionera en este campo.
265
valoración monetaria integral de los recursos naturales y de los servicios de los recursos
naturales y ambientales, en línea con lo apuntado en el Capítulo 4. Esta posibilidad,
solamente dibujada en el texto que se está comentando, ha sido la defendida por Peskin
desde hace ya vatios años.
En cualquier caso, la integración entre las cuentas físicas de los recursos
naturales y las monetarias de la Contabilidad Nacional, que idealmente debería tomar la
forma que recoge la Figura 8.6, no es una tarea sencilla.
El agua es un recurso natural que participa de los dos caracteres mencionados más
arriba: es un recurso económico, ya que proporciona beneficios financieros para quienes
tienen reconocido el derecho a su disfrute (regantes), pero también proporciona una
serie de servicios que le confieren la categoría de activo ambiental. Desde el punto de
vista de su cantidad, en principio, es un recurso renovable, pero un uso extractivo
excesivo del mismo (la minería de un acuífero por encima de su capacidad de recarga)
puede terminar por agotarlo. Los cambios en la calidad que muchos de los usos
consuntivos del agua acarrean, puede tener una influencia decisiva sobre su capacidad
de seguir proporcionando los referidos servicios ambientales51. De lo anterior se deduce
que el recurso agua es uno de los más importantes y, al mismo tiempo, más difícil de
insertar en el marco de la contabilidad convencional. Hace ya algunos años, un equipo
dirigido por J. M. Naredo y J. M. Gascó se propuso elaborar las Cuentas del Agua en
España, tomando en consideración todos los estadios del ciclo hídrico, con
51
Así como para el desarrollo de toda una serie de recursos naturales económicos (pesca) que, por tener
sus propias cuentas específicas, no se contemplarán en este apartado.
266
independencia de que sus beneficios fueran o no apropiables52. Como se mencionó más
arriba, dos tipos de información resultan de interés con respecto al estado del recurso: su
cantidad y su calidad. Ello da origen al cálculo de Varios tipos de cuentas:
En primer lugar, una serie de cuentas de cantidad. Estas cuentas pretenden ofrecer
información sobre el estado del stock del recurso, analizando la situación inicial del
mismo, los aportes recibidos durante el período de referencia de las distintas fuentes, las
detracciones (usos consuntivos) realizadas durante el mismo período, y la cantidad final
del recurso a la finalización del mismo. Se parte para ello de la ecuación fundamental
que iguala las entradas por precipitación (en España, a diferencia de Francia o Portugal,
por ejemplo, no hay entradas externas) con la suma de la infiltración final, la
evapotranspiración, las salidas al mar y el cambio en el stock acumulado. En la Tabla
8.5, puede observarse el stock de agua existente en España en un año hidrológico
medio, y el equivalente del país vecino (para facilitar la comparación, y teniendo en
cuenta la diferencia de superficie, se ofrecen las cifras por hectárea). Como puede
comprobarse fácilmente, no sólo las disponibilidades españolas son sustancialmente
inferiores a las francesas (un 68 por 100), sino que su distribución también es diferente
(véase, por ejemplo, el peso de la regulación del agua en España).
Tabla 8.5
52
En el siguiente epígrafe se seguirá el trabajo, no publicado, realizado por José Manuel Naredo y José
María Gascó «Las Cuentas del Agua en España: documento de síntesis», de 1995. Existen resúmenes del
mismo en Gilberto (1996), Naredo (1997) y Aranda (2000). Los autores han seguido de cerca el modelo
francés del INSEE (Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos), adoptado asimismo por la
OCDE.
267
en España la disponibilidad neta natural mínima del agua es negativa 53, así como el
hecho de que en España se produce una desacumulación del stock en un año normal.
Tabla 8.6
a) En la primera de ellas (origen del agua), se recogen los flujos de agua, las entradas y
salidas del sistema y, por tanto, el balance de los recursos totales del sistema, en tres
matrices, que son las recogidas en la Tabla 8.7:
La matriz de recursos totales, que describe para cada subsistema de aguas
continentales (columnas) el origen de sus recursos hídricos (filas).
La matriz de transferencias intermedias, que resume los intercambios habidos
entre los distintos subsistemas de aguas continentales: salidas (columnas) y
transferencias recibidas (filas).
La matriz de extracciones primarias y usos finales, que informa sobre la manera
en que se reparten los recursos hídricos de cada subsistema entre las
extracciones primarias de los distintos agentes, la evapotranspiración, los t1ujos
naturales y la acumulación neta.
53
La evapotranspiración potencial hace referencia a la demanda de agua que se generaría por parte de
árboles y plantas si la totalidad del territorio tuviera una cubierta vegetal. La disponibilidad neta mínima
negativa quiere decir que no habría agua suficiente para mantenerla.
268
Tabla 8.7 Cuentas de aguas interiores: Tabla de origen del agua (input-output)
b) La segunda tabla (agua almacenada y su variación) recoge, en otras tres matrices, las
variaciones habidas en los recursos hídricos de cada subsistema en el período de
referencia:
La primera matriz refleja el total de entradas primarias al sistema como suma de
las precipitaciones, los flujos naturales, y los aportes de los agentes exteriores.
La segunda calcula las entradas intermedias, con base en el balance de
transferencias intermedias ya mencionado, y las operaciones de desagite y riego
de los distintos agentes, lo que arroja, finalmente, la disponibilidad bruta anual
del sistema.
La tercera matriz (extracciones primarias y usos finales), es similar a la
correspondiente de la tabla anterior.
Estas tres matrices se encuentran representadas en la Tabla 8.8.
269
c) La tabla de usos del agua, que cierra esta primera parte de las cuentas, es la
expresión final de los usos antrópicos del recurso, y se articula también en tres
submatrices (Tabla 8.9), en las que los agentes que utilizan el recurso se agrupan por
filas, y los usos del agua en columnas:
La matriz de flujos de entrada para cada uno de los agentes, extracciones
primarias (superficiales o subterráneas) y flujos intermedios.
La matriz de transferencias intermedias entre ellos, básicamente originadas en
las empresas suministradoras de agua.
La matriz de salidas del sistema: usos del agua, pérdidas e infiltraciones,
descarga o retorno, consumo y salida al exterior.
Esta primera parte de las cuentas del agua recoge, por tanto, la evolución de la cantidad
del recurso a lo largo del año, y permite comprobar si se está haciendo un uso
sustentable del mismo, acorde con la dotación natural.
270
mayor valor del agua. La gran ventaja de estos dos indicadores de calidad, expresados
en términos físicos, es que pueden ser traducidos a una unidad de medida común,
también en unidades físicas (poder energético), o en unidades monetarias (coste
energético de devolver la calidad original del agua: costes de bombeo y desalación). En
España, la caída de la calidad del agua es muy acusada, al ir perdiendo altura e
incrementando su salinidad, no tanto por la descarga de efluentes producto de las
actividades humanas, como por las características del suelo (pobre en materia orgánica
y rico en sales)54. En el caso de las cuentas del agua en España, los autores de las
mismas presentan una información completa sobre las características de las distintas
cuencas hidrográficas con respecto a las dos variables mencionadas, una vez
normalizada la unidad de medida en el llamado kilómetro de cuenca normalizado
(km-cn: un cauce de un kilómetro de longitud que lleva un caudal de un metro cúbico
por segundo). En la Tabla 8.10 puede apreciarse la calidad del agua en las distintas
cuencas de acuerdo a su contenido en sales, mientras que la Tabla 8.11 informa sobre el
otro componente (el poder osmótico), así como sobre la calidad total promedio.
Tabla 8.10 Síntesis de las cuentas en calidad según nivel de salinización en km-cn
54
Problema que. como señalan los autores, no se resuelve exclusivamente con medidas de depuración de
aguas residuales.
271
Tabla 8.11 Potencia hidráulica, osmótica y total (KW) por unidad de flujo
respecto a las entradas, salidas y media de cada cuenca
Finalmente, las cuentas del agua en España se cierran con una tercera familia de cuentas
monetarias, que informan sobre los flujos monetarios (ingresos y gastos) derivados de
las operaciones que realizan los agentes económicos productores de servicios de gestión
del agua. Como tales, están derivadas de los datos de la Contabilidad Nacional, de
forma que podrían ser consideradas como unas cuentas satélite de la misma. Las
operaciones fundamentales contempladas en dichas cuentas son las de regulación,
recogida y distribución del agua, por un lado, y las de alcantarillado, tratamiento y
protección de la calidad, por el otro. Las instituciones involucradas en estas operaciones
son, además del Gobierno Central, las Confederaciones Hidrográficas, las Comunidades
Autónomas y los Ayuntamientos. Las cuentas muestran que, en términos agregados, los
ingresos derivados de la venta de los servicios del agua (235.000 millones de pesetas en
1991, aproximadamente 1.412 millones de euros) son insuficientes para cubrir los
gastos de provisión del mismo, generando un déficit anual de aproximadamente 330.000
millones de pesetas (€ 1.983 millones). En términos unitarios, las 7,6 pesetas (€ 0,045)
por metro cúbico que se pagan, en promedio, por el agua, no cubren unos gastos medios
de 18 pesetas (€ 0,108) por metro cúbico, tal y como se observa en la Tabla 8.12.
272
Tabla 8.12 Tabla de gasto en la gestión del agua:
(Gasto nacional total por agentes y funciones. Año 1991, en millones de pesetas)
8.6. RESUMEN
La Contabilidad Nacional
un lado, condicionan la posibilidad del propio crecimiento de la producción y, por otro,
se ven afectadas por el comportamiento de los agentes económicos. La esfera de lo
económico se halla contenida en la esfera de lo ecológico, y esta realidad no se puede
perder de vista. En este capítulo se han revisado distintas posibilidades de integrar las
variables económicas y ambientales en un marco común que resulte de utilidad para el
analista o el decisor público. En primer lugar, se ha presentado el modelo de indicadores
ambientales recomendado por la OCDE para condensar la información relativa a
distintas áreas y subáreas ambientales: el modelo presión-estado-respuesta. A
continuación, y en esta misma línea, se ha introducido el concepto de huella eco lógica
que, siendo también un indicador físico, muestra ya los eventuales límites de los
patrones de producción y consumo de la sociedad. Las cuentas de los recursos naturales,
dentro ya del marco teórico de la Contabilidad Nacional, presentan una información
más pormenorizada de los recursos con los que cuenta la sociedad, su capital natural, y
el uso que hace del mismo. En este sentido, el concepto de ahorro genuino, introducido
por el Banco Mundial, permite detectar posibles modelos de crecimiento insostenibles.
Previamente, se había hecho referencia a la posibilidad de depurar la información
proporcionada por la Contabilidad Nacional con respecto al bienestar social, para tomar
en cuenta que una parte de los bienes y servicios producidos no son sino la respuesta a
una degradación ambiental previa. El Sistema de Cuentas Ambientales y Económicas
Integrado de Naciones Unidas, analizado a continuación, es el esquema más ambicioso
273
de integración sugerido hasta el momento, e incorpora prácticamente todos los pasos
previos, si bien de una forma gradual y adaptada a las posibilidades y requerimientos de
cada país. Finalmente, ha parecido oportuno ilustrar todo lo anterior con la ayuda de un
estudio de caso, las Cuentas del Agua en España, que muestran los tres aspectos que
resultan de interés con respecto al recurso: la disponibilidad del mismo con respecto a
sus usos (cuentas de cantidad), su adecuación cualitativa (cuentas de calidad), y la
importancia de las operaciones económicas derivadas de su gestión (cuentas
monetarias).
274
Autor: Alan Gilpin
Obra: Economía Ambiental:
Un Análisis Crítico
Tema: “Desarrollo Sostenible”
Páginas: 89-112
CAPÍTULO 4
DESARROLLO SOSTENIBLE
4.1 Introducción
275
El desarrollo implica la aplicación de recursos humanos, físicos, naturales y financieros
para satisfacer las demandas del mercado efectivas o prospectivas, y otras necesidades
humanas. No siempre se aprecia la amplitud del concepto como se aplica no sólo a las
instituciones industriales, comerciales o financieras, sino al abasto de infraestructura,
sanidad, instalaciones educativas, servicios hospitalarios y de salud, vivienda,
carreteras, parques nacionales e instalaciones turísticas y recreativas. En todos los
países, el desarrollo es una función de los sectores público y privado de la economía, y
las labores voluntarias. Es posible que este tipo de actividades se lleven a cabo con el
afán de obtener ganancias; que se realicen sin fines de lucro, o que sean cuestión de
políticas públicas. Tal vez el efecto general sea un aumento del ingreso per cápita,
acompañado por el mejoramiento o el detrimento de la calidad de vida a nivel local,
regional, nacional o global. El desarrollo puede ser sostenible si los recursos utilizados
son renovables, o no sostenible si la base de los recursos se agota a corto plazo, o si
resulta imposible encontrar sustitutos. Las actividades no sostenibles pueden provocar el
agotamiento de los recursos pesqueros, la erosión masiva del suelo, la salinización a un
grado tal que lleve a la degradación de los suelos y de la vegetación, el azolvamiento de
los ríos, la destrucción de tierras pantanosas y manglares, el peligro de extinción de
especies exóticas, la pérdida de áreas de alto valor genético y de conservación, un
legado de fabricas y canteras abandonadas, plagas urbanas, niveles crecientes de ruido y
contaminación del aire y el agua a un grado inaceptable. La historia del rendimiento y el
desarrollo sostenibles es larga, y va aparejada con la tierra en las comunidades
agrícolas. Rendimiento sostenible significa depender de los intereses, más que del
capital o el abasto de un recurso.
En 1908, el presidente Theodore Roosevelt declaró: “La nación se comporta de
manera adecuada si trata sus recursos naturales como activos que debe heredar a la
siguiente generación con un valor mayor, no menor” (cuadro 2.3). Entonces, este
comentario del presidente Roosevelt hizo eco a lo que otros propusieron, en algún
momento de la historia.
En 1980, la Unión de Conservación del Mundo (WCU, de World Conservation
Union), lanzó el Programa del Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) y el Fondo
Mundial para la Naturaleza (WWF, de World Wide Found for Nature) formularon la
Estrategia para la Conservación del Mundo (WCS, de World Conservation Strategy). Se
demostró que el desarrollo únicamente puede sostenerse a través de la conservación de
los recursos vivos de los que depende el desarrollo, y mediante la integración de
políticas de desarrollo y conservación. Se instaba a todos los países a establecer su
propia estrategia de conservación nacional, y muchos así lo hicieron. El principal
sucesor de la WCS fue el documento, Caring for the Earth: A Strategy for Sustainable
Living, publicado por los mismos organismos en 1991. Se incluyó una amplia variedad
de recomendaciones para la reforma legal, institucional y administrativa.
En 1987, la Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo (la Comisión
Brundtland), en Our Common Future, su informe al Consejo de Gobierno del UNEP,
definió el desarrollo sostenible como “aquel que satisface las necesidades del presente
sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para cubrir sus propios
requerimientos”. El desarrollo sostenible considera la base de recursos vivos y
materiales respecto de la conservación, y las ventajas y desventajas de las medidas
alternas para las generaciones futuras. Permite el uso de recursos no renovables en
forma eficiente con miras a la sustitución de otros recursos en su debido momento. El
desarrollo sostenible, señala el informe, implica un énfasis mucho mayor en la
conservación de la base de recursos naturales de la que depende todo el desarrollo; y
más atención a la equidad en la sociedad y entre las naciones ricas y pobres, con un
276
horizonte de planeación que va más allá de las generaciones actuales. Requiere la
integración de consideraciones económicas, sociales y ambientales en la toma de
decisiones a nivel gubernamental y corporativo.
Más adelante, el Banco Mundial (Serageldin 1996) propuso un concepto más
positivo:
277
En el cuadro 4.4 se analiza la Regla de Hartwick, una forma de convertir el desperdicio
de recursos en desarrollo sostenible.
1. El deber de cuidar a los demás y otras formas de vida, ahora y en el futuro; compartir
de manera equitativa los beneficios y costos de la explotación de los recursos y la
conservación del ambiente. Se trata de un principio ético.
2. La orientación del desarrollo y el crecimiento económico hacia el mejoramiento de la
calidad de la vida humana en el sentido más amplio.
3. La conservación de los sistemas que sostienen la vida y la biodiversidad, asegurando
que la explotación de los recursos renovables sea sostenible, y que esté dentro de la
capacidad de los recursos para renovarse.
4. Reducción al mínimo del agotamiento de los recursos no renovables, como minerales,
petróleo, gas y carbón, mediante el reciclaje, la economía en su uso y la utilización de
sustitutos renovables.
5. Ajustarse a la capacidad de conducción de la Tierra. Las cifras y el estilo de vida del
hombre se deben mantener dentro de la capacidad de conducción del planeta, al
tiempo que dicha capacidad se expande mediante la administración cuidadosa.
6. Reconsiderar los valores y alterar las conductas para sustentar la nueva ética;
desalentar los valores que no sean compatibles con el estilo sostenible de vida.
7. Alentar a las comunidades locales a que se preocupen por sus entornos y que
participen en los procesos de toma de decisiones y debates activos.
8. Un esquema nacional para integrar el desarrollo y la conservación, implicar todos los
intereses, tratar de identificar y prevenir todos los problemas antes de que se
presenten.
9. Una alianza firme entre todas las naciones para lograr la sostenibilidad global; los
recursos globales y comunes, especialmente la atmósfera, océanos, ecosistemas
principales y las especies en peligro de extinción deben manejarse, teniendo en
cuenta el propósito y la decisión comunes.
Fuente: Tomado de Caring for the Earth: A strategy for Sustainable Living (1991), UICN, UNEP,
WWF, Gland, and Suiza.
278
279
Cuadro 4.3 Prioridades para el desarrollo sostenible
Fuente: Tomado de R. Goodland, H Daly y S. El Serafy (1992) The Urgent Need for Environmental
Assessment and Environmental Accounting for Sustainability, en Memorias del XII Congreso Anual
de la Asociación Internacional para la Evaluación del Impacto, abril de 1992, pp. 106-27.
280
Cuadro 4.4 Regla de Hartwick
La regla de Hartwick establece que el consumo puede ser sostenido cuando se utilizan
recursos no renovables, solamente cuando las ganancias netas de éstos se invierten en
capital regenerable. Esta regla requiere suficiente sostenibilidad entre materias primas
agotables y reproducibles. Así; se puede mantener constante la producción agregada per
cápita. Esta regla simplemente significa que si el consumo depende en gran medida del
agotamiento de los recursos, se requiere la acumulación de otros recursos que ofrezcan
ganancias sostenibles a largo plazo, en lugar de derrochar todas las utilidades netas en el
consumo corriente. Ahora se dice que el agotamiento de los recursos naturales se debe
reflejar en las cuentas nacionales. Solow también consideró antes esta cuestión, en el
mismo entorno.
Fuentes: J.M. Hartwick (1977) Intergenerational Equity and the Investing of Rents from Exhaustíble
Resources, American Economic Review, 66: 972-4; R. Slow (1974), Intergenerational Equity and
Exhaustible Resources, Review of Economic Studies Symposium, 29-45.
281
exceda en el uso de estos recursos comunes, si no se sujetan a los convenios y acuerdos
internacionales. Por eso, la ballena fue explotada hasta casi su extinción.
Se ha dicho que la concesión de derechos de propiedad es esencial para la
asignación racional de los recursos y la resolución de las controversias. En realidad, se
puede reconocer que la propiedad con responsabilidades es mejor que el acceso abierto,
sin ninguna responsabilidad. Esta posición tiene cierta validez. Al mismo tiempo,
muchas catástrofes ambientales han ocurrido en situaciones con derechos de propiedad
plenamente adjudicados, como los incidentes en la isla Three-Mile y las plantas
nucleares de Chernobyl, el desastre del buque Exxon Valdez, la contaminación de la
marea del Támesis, la salinidad del río Murray-Darling que afectó varios estados en
Australia o las regiones de sequía en Estados Unidos. Se puede decir que, cuando los
derechos de propiedad se ejercen de manera adecuada, se logra un mejor manejo del
ambiente. En realidad, es posible que no represente una mayor contribución que la de
los responsables. En el mejor de los casos, se puede reconocer que los derechos de
propiedad son un requisito necesario, pero insuficiente, para el manejo eficiente de los
recursos y la protección del ambiente. Asimismo, es factible que las presiones que
ejerce la población sobre los recursos impidan el manejo efectivo y sostenible, y rompan
las reglas de la costumbre y la tradición.
Como se dijo en el capítulo 1, Coase (1960) sostenía que, por lo general, no se
requería acción gubernamental alguna para encargarse de los aspectos externos; los
derechos de propiedad, ni los actos de gobierno, resolverían los problemas. El teorema
de Coase simplemente es superado por la experiencia. Sin embargo, otros han tomado la
estafeta, como si la propiedad y las ganancias privadas tuvieran algo de especial cuando
se trata del ambiente. Si esto tuviera siquiera algo de verdad, nunca habría surgido el
control directo por parte de los gobiernos, ni se habría logrado el apoyo popular.
282
Debido a que la mayoría de los casos de contaminación del aire y el agua, por ejemplo,
implican una cantidad mayor de agentes contaminantes y víctimas, o ambas cosas, son
muy pocas las probabilidades de una resolución negociada del problema: simplemente,
los costos de negociación son muy elevados para lograr una solución como la de Coase
para la mayoría de los problemas ambientales. (Vea cuadro 4.5).
Régimen de sector público: el Estado posee el suelo y controla el uso de los recursos
sobre el mismo. La propiedad publica de los puertos y canales navegables, parques
nacionales y marinos, bosques y reservas nacionales, zonas de defensa, derechos
aéreos, vivienda pública e infraestructura estatal, son algunos ejemplos.
Régimen de sector privado: el suelo está en manos de particulares, personas o
empresas, y los recursos del mismo son controlados por particulares según la
planeación y requisitos de control de la contaminación por parte del gobierno. Los
bosques privados, las zonas habitacionales particulares, muchas empresas agrícolas, de
pastoreo e industriales, aeropuertos, minas, compañías de multimedia, complejos
corporativos, infraestructura privada y edificios de oficinas, entre otros ejemplos.
Régimen de propiedad común: suelo, viviendas y recursos en manos de un grupo de
personas. Los condominios, cooperativas, compañías de seguros mutuos y la tierra
común, por señalar algunos casos.
Régimen de acceso abierto o libre: situación en la que no existen derechos de
propiedad, y en la cual todo mundo tiene acceso ilimitado a todos los recursos. Entre
los ejemplos de este régimen, están los océanos y los recursos no asignados como la
Antártida, sujetos a convenios y convenciones internacionales que puede aplicarse
como los derechos pesqueros, las restricciones a la captura de ballenas, zonas
económicas exclusivas, derechos de exploración petrolera, convenciones para el control
de la contaminación, restricciones a la explotación minera, medidas de protección del
lecho marino y contra la importación a precios arbitrarios. Las medidas de control se
establecen después de la sobreexplotación del suelo o el mar.
283
A pesar del impresionante progreso material (como se resume en el cuadro 4.7),
el mundo a nivel social sigue siendo demasiado tribal y bárbaro. En realidad, las formas
democráticas de gobierno han logrado avances importantes y han desaparecido algunas
dictaduras. No obstante, la sociedad continúa siendo, relativamente primitiva; es el área
de menor progreso. Parece que éste a veces se da por casualidad o gracias a los actos de
unos cuantos héroes. Todo parece indicar que a la gente le es más fácil odiar que amar,
en especial a quienes se ven o escuchan diferentes. Todo el tiempo se presentan
problemas raciales, y el autor recuerda su encuentro con el Ku Klux Klan en 1968. La
humanidad está en decadencia, aunque se haya llegado a Marte.
Estas reflexiones no deben distraer la atención en la carga, cada vez mayor, que
recae sobre la mano de obra actual, misma que tiende a reducirse al tiempo que se
vuelve cada vez más productiva. Quienes se dedican a la producción de alimentos, a la
explotación minera y a las actividades manufactureras, cada vez más sucumben ante
quienes ofrecen servicios, mientras que la fuerza laboral se convierte en una pequeña
proporción de la población total. En el cuadro 4.6 se trata de resumir esta situación,
antes de considerar las exigencias de las próximas generaciones.
284
desechos radioactivos, no cubriría tales criterios. Sin embargo, teniendo en cuenta
escenarios más probables, es poco viable considerar las condiciones en las que vivirán
las generaciones futuras. Sólo basta con preguntarse si alguien en 1800 podía anticipar
las necesidades y aspiraciones de quienes vivirían en 1900, y si estos últimos serían
capaces de predecir las necesidades y requerimientos de las personas que vivirían en el
año 2000. (Vea el cuadro 4.7, en el que se hace referencia a algunos de los logros entre
1800 y 2000). No se considera el avance general en la calidad de vida de la mayoría de
la población, el importante decremento de los índices de mortalidad infantil, las mejoras
en los regímenes alimenticios, y la sorprendente prolongación de la esperanza de vida.
Algunos sugieren la necesidad de crear fondos de compensación que, con
intereses compuestos, ayudarían a compensar a las generaciones futuras por los estragos
del presente. Aparte de los riesgos de tales fondos que podrían verse afectados por la
inf1ación, o sólo ser aprovechados por la gente equivocada, estas propuestas no pueden
ser moralmente válidas. Si se torna el presente como punto de referencia, las
generaciones futuras estarán mucho mejor que las que viven en la actualidad. El futuro
heredará el presente con todo su progreso en el campo de la electrónica y las tecnologías
avanzadas. Dejar un planeta en buenas condiciones, es todo lo que se necesita del
presente desde el punto de vista moral.
Cuadro 4.7 Acontecimientos desde 1800 que demuestran la incapacidad de las generaciones
futuras de anticipar el progreso
285
1870 La lámpara incandescente de Swan y Edison; se pasteuriza la leche, el vino y la cerveza
1872 Yellowstone se declara parque nacional
1876 Bell inventa el teléfono; se identifica la bacteria causante del ántrax
1879 Primera locomotora eléctrica
1882 Primeras centrales eléctricas en Londres y Nueva York
1883 Koch identifica los bacilos del cólera y la tuberculosis
1884 Se patenta la leche evaporada; se aíslan los gérmenes causantes de la difteria
1886 Se inventa el automóvil Benz con motor de gasolina; se produce aluminio de manera
comercial
1889 Primera cinta cinematográfica; se inaugura la torre Eiffel
1890 Se pone a funcionar el primer tren eléctrico subterráneo en Londres
1892 Se inventa el motor diesel
1895 Se descubren los rayos X; Ross identifica los agentes patógenos que causan el paludismo;
se inventa la radiotelefonía
1896 Radioterapia para el cáncer de mama
1897 Aspirina; se identifican virus
1898 Los Curie descubren el polonio y el radio; se funda la psiquiatría
1900 La agricultura absorbió 68% de la mano de obra en Japón, 44% en Estados Unidos y 20%
en Gran Bretaña; el dirigible Zepelín; teoría cuántica de Planck
1901 Se otorgan los primeros premios Nobel
1903 Los hermanos Wright vuelan el primer aeroplano; se inventa la motocicleta
1904 Feria Mundial de St. Louis; se inventa el cono de helado
1905 Ferrocarril traosiberiano; teoría de la relatividad de Einstein
1908 Aparece el modelo T de Ford
1909 Bleriot vuela sobre el Canal de la Mancha
1912 Se descubren las vitaminas
1914-18 Primera Guerra Mundial
1919 Primer supermercado del mundo en Memphis; Alcock y Brown hicieron el primer vuelo
continuo por el Atlántico
1920 Sufragio femenino, EUA; la Liga de las Naciones
1923 Se inventa el cierre de cremallera
1925 Se introducen las locomotoras con motores eléctricos y diesel
1926 Se inventa el sistema de televisión de Baird
1928 Locomotora Flying Scotsman; sufragio femenino en Gran Bretaña; Fleming descubre la
penicilina
1929 Crisis en la Bolsa de Valores de Nueva York
1916 Se introduce la tarjeta de circuito impreso; primer radiotelescopio
1938 Se hace a la mar el Queen Elizabeth; Libro del Año de la Enciclopedia Británica
1939 DDT como insecticida
1939-45 Segunda Guerra Mundial
1940 Precursores de los sistemas de cómputo de la actualidad; la computadora Colossus
1945 Detonación de bombas atómicas; creación de las Naciones Unidas
1947 Expedición Kon-Tiki; se inventan el transistor y la cámara Polaroid
1943 El telescopio más grande del mundo en el Monte Palomar
1950 Se inventa la fotocopiadora
1952 Primera videograbadora
1953 Se introduce el televisor a color; se inventa el pulmón artificial
1954 Pruebas de la bomba de hidrógeno; se desarrolla la vacuna de Salk para prevenir la
poliomielitis
1956 Primeras estaciones de energía nuclear en Gran Bretaña y Estados Unidos
1957 Radiotelescopio de Jodrell Bank; Sputnik I
1958 Boeing 707; se funda la NASA
1959 Se inventa el aerodeslizador
1960 Píldora anticonceptiva
1961 Primeros lentes de contacto
1964 Se inventa el procesador de palabras
1966 Se introduce el avión Harrier
286
1967 Primer transplante humano de corazón
1968 Primer vuelo del Concorde
1969 Primer alunizaje por Estados Unidos; videograbadora Sony
1972 Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Humano; primer satélite
Landsat
1973 Inauguración del Teatro de la Opera de Sydney
1977 Se erradica la viruela
1981 Se lanza el transbordador espacial de Estados Unidos
1986 Desastre en la planta nuclear de Chernobil
1987 Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo
1992 Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo
1993 El túnel del Canal de la Mancha
1997 El Sojoumer explora la superficie de Marte
1998 La agricultura representa sólo el 7% de la mano de obra en Japón, 3% en Estados Unidos
y 2% en Gran Bretaña
1999 La corrección de los defectos visuales y los teléfonos celulares marcan el fin de la era de
los anteojos y la telegrafía; tratamiento quirúrgico mediante ultrasonido de alta
intensidad
A lo largo del tiempo, son dos las versiones surgidas en relación con el principio del que
contamina paga. El primero equipara el precio que se cobra por el uso de los recursos
ambientales con el costo del daño infligido a la sociedad por su explotación. El precio
cobrado se puede tasar en forma directa sobre el proceso que genera contaminación, o el
precio que se debe pagar por las licencias que autorizan al poseedor a generar
determinadas cantidades de contaminantes. Es posible que el contaminador considere
que los cargos son más elevados que el costo por abatir la contaminación mediante
equipo para el control de la misma, o la modificación de los procesos o combustibles. El
problema con este procedimiento consiste en determinar el precio correcto que se debe
cobrar, cuando resulta imposible evaluar en forma realista el daño a la sociedad en
términos monetarios. Además, otorga el derecho a contaminar en cualquier escala; es
decir, a continuar afectando la salud de los miembros de la comunidad en formas
conocidas y desconocidas a través del tiempo. Asimismo, se tiene el problema inherente
en el sentido de que es posible que las multas pagadas nunca lleguen a la comunidad
afectada, o si así sucede, quizá no se distribuyan de manera equitativa. Los efectos de
algunos contaminantes sólo se pueden evaluar con cierta dificultad, como el plomo en
los niños; sugerir una compensación parece la respuesta menos indicada, cuando es
necesaria la prohibición. Uno de los problemas avasalladores es el de achacar a
287
determinada corporación la emisión de contaminantes a la atmósfera cuando existen
varias plantas similares en la misma zona. Parece poco viable atribuirlo a los vehículos.
En una versión posterior, el principio del que contamina paga establece que todo
el costo del control de la contaminación, por cualquier medio a un nivel adecuado debe
ser absorbido por el que contamina, de preferencia sin subsidios públicos ni concesiones
fiscales. Por lo tanto, el posible costo de la contaminación a la sociedad en general se
traduce en costos del control de la contaminación que se consideran y reflejan como
costos de producción. Según la elasticidad de la demanda, estos incrementos de costos
se pueden aplicar al público consumidor. En muchos casos, el principio del que
contamina paga se convierte en el principio de que el público paga, aunque este último
se beneficia con las medidas tomadas. No obstante que todas las medidas pertinentes se
ven reflejadas en los costos contables de los contaminadores, se reducen al mínimo o se
abaten los efectos ambientales adversos sobre el público.
El principio del que contamina paga se confirmó en la Conferencia de las
Naciones Unidas para el Ambiente Humano celebrada en Estocolmo en 1972, y por la
OECD ese mismo año. En 1985 este principio fue reafirmado por la OECD. Desde
entonces surgió una filosofía híbrida que subraya la necesidad de una reglamentación
general estatutaria para el control de la contaminación, y el establecimiento de topes
aumentados por los instrumentos económicos, con el fin de fomentar las actividades de
control más allá de las necesidades de los reglamentos, para crear un mercado de
créditos de contaminación.
Cuando se ve involucrado nuestro planeta, los riesgos pueden ser tan elevados
y los costos de las acciones correctivas tan grandes, que la prevención es
mejor y más barata que el remedio ... Cuando son muy importantes los riesgos
288
de dañar el ambiente, el gobierno estará preparado para tomar las medidas
preventivas pertinentes con el fin de limitar el uso de materiales
potencialmente peligrosos o la diseminación de contaminantes potencialmente
nocivos, aun cuando la información científica no sea concluyente, si lo
justifica el balance de posibles costos y beneficios.
289
disponibilidad de recursos naturales es la clave del éxito económico. La civilización
egipcia floreció gracias a la fertilidad del valle del Nilo; España lo hizo por el oro
proveniente de las Américas; Gran Bretaña prosperó debido al mineral de hierro y el
carbón; Nueva Zelanda y Argentina lo lograron gracias a la agricultura, y los estados del
sur de la Unión Americana en razón del algodón y la esclavitud.
Sin embargo, en la actualidad muchas naciones con un sorprendente éxito
económico tienen muy pocos recursos naturales, como Japón, Corea, Taiwán,
Dinamarca y Suiza. Australia se rezagó en relación con otras naciones de la liga de la
OECD, a pesar de su impresionante cantidad de recursos naturales que de otra forma
habría hecho que fuera considerada como la nación más rica del orbe.
Otros países, ricos en recursos naturales, corno México, Nigeria, Brasil, Rusia y
Papúa Nueva Guinea, tienen niveles de vida relativamente bajos para las masas (aunque
no para las minorías). Resulta evidente que son muchos más los factores que intervienen
en el éxito económico además de la disponibilidad inmediata de recursos naturales,
como un contexto político en el que predomine la paz y la estabilidad, un clima de
incentivos, el desarrollo de habilidades Y talentos, la facilidad de movimiento del
capital y mano de obra, la infraestructura financiera, la sencillez en el comercio y el
transporte en distancias largas, la accesibilidad de los mercados y la energía liberada en
las naciones no muy favorecidas, pero que están decididas a triunfar.
En el cuadro 4.8 se presenta una clasificación de los recursos naturales, y en el
cuadro 4.9 se incluye el famoso texto de Garrett Hardin sobre la “La tragedia de las
tierras comunales”. Para ilustrar la tragedia del agotamiento de los recursos, en el
cuadro 4.10 se cita el caso de Nauru que acabó con su base de recursos, y mantuvo
elevado su PIB durante muchos años.
Pastizales Petróleo
Cultivos agrícolas Esquisto petrolífero
Forrajes Gas natural
Cultivos forestales Carbón
Ganadería Turba
Cacería de animales silvestres Uranio
Árboles y madera Mineral de hierro
Peces Bauxita
Aves Oro y plata
Flores Cobre
Insectos Cromo
Aire Zinc
Agua (superficial y subterránea) Cobalto
Biomasa Plomo
Combustible de madera Manganeso
Energía solar Mercurio
Energía geotérmica Molibdeno
Sistemas de rocas incandescentes Níquel
Hidroelectricidad Platino
Cuerpos de magma Tungsteno
Energía térmica oceánica Estaño
Energía de las mareas Muchos otros minerales
Energía de las olas
Energía eólica
290
Cuadro 4.9 La tragedia de las tierras comunales
La tragedia de las tierras comunales ocurre de esta manera. Imagínese un pastizal abierto a
todo mundo. Es de esperar que cada ganadero trate de llevar el mayor número de cabezas a
estas tierras comunales. Es posible que este esquema funcione en forma bastante razonable
durante siglos porque las guerras entre tribus, los asaltos y las enfermedades mantienen la
población humana y animal por debajo de la capacidad llevadera de la tierra. Sin embargo,
finalmente, llega la prosperidad; es decir, el día cuando se alcanza el objetivo durante tanto
tiempo esperado de la prosperidad. En ese momento, la lógica inherente de las tierras
comunales, lamentablemente se traduce en tragedia.
Como ser racional, cada ganadero trata de incrementar al máximo sus ganancias... el
ganadero racional llega a la conclusión de que el único propósito que debe tratar de lograr es
agregar otro animal a su rebaño. y otro y otro más ... , pero es a la conclusión que llegan todos
y cada uno de los ganaderos racionales que comparten una tierra comunal. Ahí está la
tragedia. Cada hombre se ve atrapado en un sistema que lo obliga a hacer crecer su rebaño sin
límite..., en un mundo que es limitado.
La ruina es hacia donde se dirigen todos los hombres, quienes buscan el mayor
provecho personal en una sociedad que cree en la libertad de las tierras comunales. La libertad
en las tierras comunales acarrea la ruina a todos.
Fuente: G. Hardin (1968) The tragedy of the commons, Science, 162: 1243-8.
Nauru es una república situada en una isla al suroeste del Océano Pacífico, con un área de
21 km2 y una población de poco más de 9 000 habitantes. La economía de esta nación se
basa de manera casi exclusiva en la minería, el procesamiento y la exportación de fosfato; la
isla está cubierta con manto de rocas de fosfato formadas con los ricos depósitos de guano,
que es el excremento de las aves marinas. El producto interno bruto (PIB) de este país fue el
más alto en el Pacífico, y se encuentra entre los más elevados de todo el mundo. A mediados
de la década de 1990, los depósitos de fosfato prácticamente se agotaron, a la vez que se
rezagó la demanda de tierras de cultivo. Tras décadas de explotación minera, Nauru quedó
como un paisaje lunar. En 1993, Australia, Gran Bretaña y Nueva Zelanda acordaron otorgar
un paquete de compensación, cuyos pagos se realizarían durante 20 años. El gobierno de
Nauru emprendió un programa de rehabilitación para "restaurar el Jardín del Edén que
alguna vez fue la nación". Nauru entabló una demanda contra Australia ante la Corte
Internacional de Justicia, mediante la cual busca una compensación masiva. En 1993
Australia llegó a un acuerdo extrajudicial.
291
actual de nuestro conocimiento de determinados recursos, y puede servir como una guía
general para determinar las categorías que es más probable que satisfagan las
necesidades futuras. Una deficiencia importante de la clasificación es que no permite
formarse una idea de la disponibilidad, o posible disponibilidad de los recursos a lo
largo del tiempo. Las figuras representan una opinión en determinado momento y en
términos de economía corriente de un recurso o reserva. La falta de consideración de la
naturaleza de las reservas y los recursos ha hecho cometer errores a algunos autores. En
el cuadro 4.11 se muestran los pronósticos de Jevons.
Cuadro 4.11 Opiniones de Jevons sobre la crisis británica del carbón, 1865
Llegué a la conclusión a la que creo que llegarían todos, que ya no podemos mantener
nuestra tasa actual de aumento del consumo..., el precio de nuestro progreso será muy
evidente dentro de un siglo; que el costo del combustible se elevará, quizá en mucho
tiempo, a un ritmo que amenazará nuestra supremacía comercial y manufacturera; y la
conclusión es inevitable, que nuestra feliz condición progresiva tendrá una duración
limitada.
La supremacía de Gran Bretaña no perduró, pero el precio del carbón no tuvo nada que ver
con la misma, mientras que el consumo de energía se incrementó de manera exponencial.
Fuente: William Stanley Jevons (1835-82) en su obra The Coal Question (1865).
292
4.9 Cuentas de ingreso nacional y contabilidad de los recursos nacionales
Las cuentas de ingreso nacional, publicadas por todas las naciones con la guía de las
Naciones Unidas, representan un intento por medir el ingreso y la producción de cada
país. El indicador más común de la producción nacional es el producto interno bruto
(PIB), que es el parámetro del valor total del mercado de los bienes terminados,
producidos en la actualidad, y el valor de los servicios ofrecidos. Aunque existen
problemas de carácter estadístico, el resultado es información bastante precisa de la
producción de un país. Algunas actividades en realidad trascienden su alcance, como un
gran número de servicios domésticos, la economía informal, pérdidas de la base de
recursos y los efectos adversos sobre el ambiente, o las posibilidades de desarrollo
sostenible. Tampoco ayuda a determinar con precisión ese concepto más sutil, la calidad
de vida. No obstante, la regla en el sentido de que sólo se pueden considerar los bienes
terminados o finales, evita considerar dos o tres veces las materias primas y los
productos intermedios. Por ejemplo, el valor final de los automóviles ya incluye el valor
del acero, vidrio, caucho, plástico, componentes electrónicos y otros elementos que se
utilizan en su manufactura. La contabilidad del ingreso nacional sigue siendo una
ciencia inexacta, aunque indispensable en la planeación económica nacional y causa de
debates continuos. Sigue siendo uno de los inventos más importantes del siglo XX.
Aunque el objetivo de la contabilidad del ingreso nacional consiste en
proporcionar un esquema para el análisis del sistema económico fundamental y su
desempeño, existe una marcada asimetría con respecto al valor de los recursos naturales.
Los recursos hechos por el hombre, por ejemplo, los edificios y el equipo se valúan
como recursos productivos y se eliminan contra el valor de la producción conforme se
deprecian. Los recursos naturales no se valúan de esa manera, y su pérdida no implica
ningún cargo contra el ingreso que refleja una disminución en la posible producción
futura.
La imposibilidad de las cuentas del ingreso nacional de medir el agotamiento de
los recursos naturales fue uno de los temas primordiales de la Conferencia de las
Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo, de 1992. En la Agenda 21, adoptada
por dicha conferencia, se incluyó un programa para establecer sistemas de contabilidad
ambiental y económica integrada. En efecto, el Sistema de Cuentas Nacionales de las
Naciones Unidas, (SNA, de Syslem of National Accounts), que data de 1968, se
modificaría de alguna manera para registrar las pérdidas en la base de recursos, de la
que finalmente dependen todas las actividades económicas. En diversos talleres de
trabajo, al amparo del Banco Mundial y la UNEP, se encontró una amplia gama de
opiniones respecto a la forma de lograr dicha integración.
En años recientes se han hecho propuestas para modificar el sistema de
contabilidad nacional en lo que se refiere a los factores ambientales. Sin embargo, la
mayoría de los expertos en cuentas nacionales rechaza las posibilidades de cambios
sustanciales a las cuentas nacionales convencionales. En realidad, se decidió establecer
un sistema satélite aparte del esquema tradicional de las cuentas nacionales para
describir las relaciones ambientales y económicas (Naciones Unidas, 1993). Un sistema
de esta índole permitiría la incorporación de una gama más amplia de información. Se
mantendría una relación estrecha entre el sistema tradicional de contabilidad y el nuevo
sistema satélite. El interés se centraría en la información nacional.
La contabilidad de los recursos naturales como se concibe en la actualidad, se
encarga de la existencia y las modificaciones de la misma respecto a los recursos
naturales. Estos últimos incluyen recursos biológicos, como las plantas y animales vivos
de relevancia económica; recursos subterráneos, como reservas probadas, aire, tierra,
293
suelos yagua, incluidos los ecosistemas territoriales y acuáticos. En la contabilidad de
los recursos naturales se requieren parámetros en unidades físicas y monetarias, que
incluyan cuentas de flujo y activos.
Gracias a estudios piloto que realizó la Organización de las Naciones Unidas y el
Banco Mundial en México, Papúa Nueva Guinea y Tailandia, se obtuvo experiencia
práctica sobre la forma de integrar las cuentas nacionales existentes con las cuentas
ambientales.
Asimismo, algunas naciones desarrolladas, incluidas Francia, Noruega, Canadá,
Japón, los Países Bajos, Australia y Estados Unidos, propusieron o establecieron
sistemas de cuentas ambiéntales. Los recursos naturales son prioritarios en las cuentas
de Francia y Noruega, mientras que la contaminación y la calidad del ambiente son
asuntos relevantes en Japón y Estados Unidos. Los enfoques de Canadá y los Países
Bajos se ubican en un punto intermedio. Para conocer algunos comentarios sobre el
enfoque australiano, en el que se sugiere tener cuidado, vea el cuadro 4.14.
En Francia y Noruega se adoptaron los sistemas de contabilidad de recursos
como complemento del sistema de cuentas nacionales, no corno un sustituto. La
experiencia francesa fue documentada por J. Theys en Ahmad y otros (1989) Y por P.
Corniere (1986). La Oficina Central Noruega de Estadística (1987) describió el sistema
noruego. En Pearce et al. (1989) también se describen los sistemas francés y noruego.
Las cuentas francesas del patrimonio natural se determinan en unidades físicas
adecuadas para cada tipo de recurso, casi siempre sin tratar de asignar valores. El
sistema noruego incluye cuentas de recursos naturales para los recursos energéticos más
importantes, como el carbón, petróleo, gas natural, madera y la hidroelectricidad,
medidos en términos de sus unidades físicas. No se ha hecho ningún esfuerzo por
asignar valores a estos recursos físicos.
Aunque un proceso de contabilidad puramente físico tiene muchos
inconvenientes, sí permite a los encargados de tomar decisiones considerar el impacto
de las decisiones inherentes a las políticas relevantes sobre la existencia de recursos
naturales a nivel nacional. A pesar de ello, como sugieren Repetto et al. (1989), todavía
es insuficiente ajustar el producto nacional con el margen de agotamiento que refleje la
explotación, o extracción, de los recursos naturales previamente contabilizados como
regalos de la naturaleza. No obstante, se reconoce que existen límites para la valuación
monetaria, planteados básicamente por la lejanía de los recursos en cuestión de la
economía de mercado. Algunos recursos, como los minerales y el agua del subsuelo se
pueden estimar con facilidad, pero otros, corno los animales salvajes, no contribuyen de
manera directa a la producción y se pueden calificar en términos monetarios, sólo a
través de métodos indirectos. Aunque las deficiencias son evidentes, las soluciones
propuestas son muchas; ha sido poco el consenso.
A la larga se adoptará y aplicará una técnica de valuación están dar confiable
para determinar los niveles de agotamiento con respecto a los diferentes recursos, en
diversos países. El trabajo emprendido por la Organización de las Naciones Unidas
(1993) representa un paso preliminar, pero vital en este sentido.
A pesar de los avances logrados, muchos ambientalistas aún desean establecer
un parámetro único estimado del efecto del daño ambiental en el crecimiento
económico. El propósito de tener un PIB verde sigue siendo un faro, una luz en la
montaña, pero muchos expertos en estadística concluyen que es prácticamente
imposible en el sentido de asignar valores a cuestiones como los parques públicos,
especies exóticas y en peligro de extinción, y las selvas en proceso de desaparición. Los
valores marginales son aún más difíciles de evaluar, debido a que la pérdida de un
recurso total puede ser devastadora, pero la pérdida de una pequeña porción puede ser
294
insignificante. Asignar valores monetarios a los recursos ambientales sigue siendo una
especie de magia negra (The Economist, 18 de abril de 1998).
En consecuencia, la tendencia general consiste en relacionar la actividad
económica, medida en términos monetarios, con los recursos ambientales evaluados en
unidades físicas. Esto no cumple con los objetivos de los ambientalistas que cuentan
con el apoyo del Banco Mundial.
En el cuadro 4.12, que es una paráfrasis de Our Common Future, el informe de
la Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo (1987), se retoma el tema de la
contabilidad verde, y el cuadro 4.13 refuerza el argumento (Repetto et al. 1992). En el
cuadro 4.14, McCarthy (1993) plantea una actitud reservada en Australia, mientras que
en el cuadro 4.15 se plantea la posición actual de las Naciones Unidas sobre la
contabilidad ambiental y económica integrada.
Fuente: World Commission on Environment and Development (1987), Common Future, Oxford
Uníversity Press, Oxford, p. 52.
Un país podría agotar sus recursos minerales, acabar con sus bosques, erosionar sus
suelos, contaminar sus mantos acuíferos y extinguir sus especies silvestres y
piscícolas, pero el ingreso medido no se vería afectado por la desaparición de tales
recursos. Irónicamente, a las naciones con pocos ingresos, que por lo general
dependen más de los recursos naturales para generar empleos, ingreso y utilidades
cambiarias, se les instruye para utilizar un sistema de cuentas nacionales, y análisis
macroeconómico que casi pasa totalmente por alto sus principales recursos ...
Codificado en el sistema de cuentas nacionales de las Naciones Unidas, que es
aplicado de manera muy puntual por la mayoría de los países, esta diferencia en el
manejo de los recursos naturales y otros recursos tangibles, ofrece señales falsas a
los encargados de formular políticas..., confunde la depreciación de los recursos
valiosos con la generación de ingresos..., los resultados pueden ser ganancias
ilusorias en términos de ingreso, y pérdidas permanentes en términos de riqueza.
Fuente: R. Repetto, W. McGrath, M. Wells, C. Beer y F. Rossini (1992) Wasting assets: natural
resources in the national income accounts, The Earthscan Reader in Environmental Economics (eds. A.
Markandya y J. Richardson), Earthscan, Londres.
295
Cuadro 4.14 Cuentas nacionales australianas
Fuente: P McCarthy (1993) Problems and Prospects for Green Gross Domestic Product (CDP) in the
Australian National Accounts, Environmental Economics Conference, Department of the
Environment, Sports and Territories, Canberra.
En los últimos años, un número cada vez mayor de científicos ha tratado de hacer
una síntesis de las opiniones ecológicas y antropocéntricas. La exploración de la
naturaleza con fines económicos ha llegado a su límite..., los beneficios de algunas
aplicaciones ambientales han tenido consecuencias negativas con respecto a otros
usos contrarios... la explotación de la naturaleza llegó a un punto en que los seres
humanos afectan sus propias condiciones de vida.
La explotación a corto plazo de los recursos naturales se debe sustituir con el
concepto a largo plazo de la preservación del ambiente para satisfacer las
necesidades humanas y naturales... No sólo hay que mantener intactas las funciones
del ambiente para el ser humano, sino para el ambiente mismo, aunque no exista un
uso aparente para el mismo. Se piensa que un ambiente intacto forma parte del
patrimonio natural, y resulta indudable que es un requisito para la supervivencia
humana. Estas consideraciones incluyen en el diseño de un sistema integrado para la
contabilidad ambiental y económica.
Fuente: Departamento de Información Económica y Social de las Naciones Unidas y Policy Análisis
Hand book of National Accounting (1993), Integrated Environmental and Economic Accounting, Series
F, No. 61, ONU Nueva York, pp. 2-3.
4.10 Resumen
En este capítulo se hace hincapié en la visión del verdadero desarrollo, a diferencia del
crecimiento en sí, que puede ser únicamente materialista, estrecho, distorsionado y
perjudicial en términos sociales y ambientales. El verdadero desarrollo hace extensivos
los beneficios del progreso, y reduce sus efectos más perniciosos. Favorece a todo
mundo.
Sin embargo, definir el “desarrollo sostenible” es mucho más difícil, incluso
cuando se tienen en cuenta los esfuerzos de la Comisión Mundial para el Ambiente y el
Desarrollo y el Banco Mundial. La sostenibilidad, como el pastel de manzana y la
maternidad, es la preferida de todos. Los empresarios son muy afectos a las utilidades,
crecimiento e inversiones sostenibles; es posible que los académicos busquen
argumentos sostenibles; los diseñadores pueden buscar obras sostenibles. A final de
296
cuentas, sostenibilidad sólo significa lograr que las cosas funcionen durante un largo
espacio de tiempo, quizá de manera permanente.
Los conceptos de agricultura, silvicultura y piscicultura sostenibles también
reflejan la idea de permanencia. Una sociedad sostenible es aquella que depende del
interés de sus actividades, no de su capital básico. En este capítulo se habla de las
características de una sociedad sostenible y se presenta la regla de Hartwick.
Además se analiza la importancia de los derechos de propiedad en la asignación
eficiente de los recursos, pero no se encuentra la magia que muchas veces les atribuyen
los autores. Los derechos de propiedad, sólo representan beneficios sociales cuando
conllevan responsabilidades.
Es necesario abordar el espinoso tema de la equidad intergeneracional, aunque
hay que hacerlo con cautela, pues es la piedra angular de la historia, y pone de
manifiesto la injusticia de gran parte del quehacer humano. No obstante, tiene una
función en la evaluación del impacto ambiental.
A pesar de ello, la equidad intergeneracional es tratada con más aspereza. Muchos
autores sostienen que quienes forman parte de esta generación deben compensar a las
generaciones futuras por los recursos que utilizan en la actualidad. Se han sugerido las
inversiones en fondos, que se incrementan con tasas de interés compuesto; aunque
mantener una base de recursos de manera arbitraria ha sido la alternativa predilecta. En
este capítulo se rechazan tales propuestas, y se sostiene que el presente no le debe nada
al futuro. En primer lugar, es imposible anticipar las necesidades de las próximas
generaciones. En segundo lugar, éstas heredarán en forma automática los avances
técnicos y científicos del presente. Los logros actuales se agregan a la herencia de las
generaciones futuras. No necesitan nada más. Sin embargo, para el beneficio de las
generaciones que viven en la actualidad es necesario administrar mejor este pequeño
planeta.
El capítulo concluye con un análisis del principio del que contamina paga, la
internacionalización de los costos ambientales, el enfoque precautorio, la naturaleza de
los recursos naturales y la contabilidad de los mismos.
297
Autor: Diego Azqueta Oyarzun
Obra: Introducción a la Economía Ambiental
Tema: “Sociedad, Mercado y Medio Ambiente”
Páginas: 389-394
CAPÍTULO 14
EPÍLOGO: SOCIEDAD, MERCADO Y MEDIO AMBIENTE
Como hemos visto a lo largo de las páginas de este libro, la biosfera en general, y el
conjunto de recursos naturales y ambientales que la componen, cumple una serie de
funciones que tienen un indudable valor para la sociedad. Es responsabilidad del decisor
público garantizar un acceso eficiente y equitativo al disfrute de las mismas. Eficiente,
en el sentido de que el conjunto de las necesidades satisfechas con el uso de estos
recursos genere el mayor bienestar social; equitativo, por la necesidad de respetar el
principio de que todas las personas (presentes y futuras) tienen derecho, en pie de
igualdad, al disfrute de estos servicios. Para ello, el Estado ha de descubrir el conjunto
de funciones de la biosfera, y los bienes y servicios ligados a ellas, que satisfacen las
necesidades sociales más valiosas, más urgentes; ha de priorizar en consecuencia unos
usos frente a otros, dentro de la matriz de compatibilidades propia de cada recurso; y ha
de arbitrar el conjunto de medidas que propicien esta utilización eficiente y equitativa.
Nuestra sociedad se define a sí misma, desde el punto de vista económico, como
una economía de mercado. El mercado, pues, tanto como sistema real de asignación,
como en su papel de proveedor de una lógica de valoración, está adquiriendo una
creciente importancia en este proceso de ordenación del acceso al disfrute de los
servicios de la biosfera, no sólo en un ámbito meramente académico, sino, sobre todo,
en las recomendaciones y aplicaciones prácticas que del mismo se han derivado.
Sin embargo, con el logro de niveles superiores y crecientes de vida (que se
traducen en una ampliación del conjunto de necesidades cubiertas por los miembros del
grupo social e incluso en un ensanchamiento del subconjunto de necesidades
consideradas básicas), este papel debería ir reduciéndose. En efecto, al ir la sociedad
cubriendo de forma progresiva sus necesidades más esenciales, la biosfera va perdiendo
importancia como oferente de una serie de recursos sobre los que se apoyan, directa o
indirectamente, un conjunto de actividades productivas, para ir adquiriendo mayor
relevancia en su concepción de patrimonio natural, cuyo valor se desliga
progresivamente de esta función económica. En este contexto, la lógica de valoración
del mercado pierde parte de su validez y, en consecuencia, ha de ser sustituida por un
conjunto de normas sociales derivadas de un proceso colectivo de decisión, transparente
y participativo, que obliga a una presencia decidida del sector público, en su papel de
árbitro y garante de los derechos de las generaciones futuras y de todos aquellos grupos
sociales imposibilitados de manifestarse.
Quizá sea conveniente, para concluir, ahondar un poco más en esta idea.
El acceso a los recursos naturales y ambientales que, entre otras cosas, constituyen la
biosfera, permite a la sociedad la satisfacción de un conjunto no desdeñable de
necesidades, incluidas las más básicas. Ahora bien, teniendo en cuenta el carácter no
producido de estos recursos originales, su gestión debe apoyarse en el reconocimiento
298
de un derecho igual y universal al disfrute de sus servicios, y no en la lógica de la
apropiación privada55. Éste es precisamente el reto al que se enfrenta el administrador
público o decisor social: garantizar el acceso a los servicios de la biosfera a todo el
mundo en igualdad de condiciones, consiguiendo al mismo tiempo priorizar aquellos
usos de la misma que maximicen el bienestar social, que generen un mayor valor social.
Cuando el nivel de desarrollo económico y social alcanzado es relativamente bajo,
prima la utilización de los recursos de la biosfera con una orientación productivista:
explotando directamente estos recursos para la satisfacción de necesidades materiales o
para, cuando no son «consumidos» directamente, apoyar sobre ellos la puesta en marcha
de una serie de actividades productivas que generan riqueza y empleo. En el primer caso
se encontraría, por ejemplo, la transformación de determinados espacios naturales en
terreno agrícola; en el segundo, el trasvase del agua para poner en regadío nuevas tierras
o la transformación del litoral costero para su explotación turística. Es lógico, dada la
urgencia de las necesidades que con ello se satisfacen. En ambas instancias, sin
embargo, la satisfacción de una serie de necesidades por parte de la población que
utiliza el recurso, transforma a éste, en ocasiones de forma irreversible.
Sin embargo, cuando la sociedad va elevando su nivel de desarrollo y,
paralelamente, el conjunto de necesidades de sus miembros que podría considerarse
cubierto, la demanda social con respecto a los atributos de la biosfera empieza a
cambiar. Comienza a primarse su conservación o reversión al estado natural, no
intervenido, tanto por el valor que se otorga al disfrute de una serie de actividades en
contacto con el medio natural, como por el papel que éste recupera en términos
culturales, históricos e incluso de identidad colectiva. Junto a los simples valores de uso
del recurso (ahora básicamente valores de uso indirectos y no consuntivos), se comienza
a valorar su existencia. Esta evolución del carácter de la demanda con respecto a los
servicios de la biosfera viene acompañada, al mismo tiempo, de otro cambio no menos
importante: las personas van a dar mayor importancia al disfrute colectivo y compartido
del patrimonio natural que al consumo individual de sus atributos.
La persona, en definitiva, abandona su papel de consumidor de los recursos de la
biosfera y se transforma en un ciudadano que establece con ella una relación basada en
el aprecio, más allá de la utilidad que proporcionaba el consumo individual y excluyente
de sus atributos. De esta forma, se produce un cambio fundamental en el contenido de
las relaciones que la sociedad, la especie humana, establece con el resto de la biosfera y,
de resultas de lo anterior, consigo misma.
55
Esta afirmación, que probablemente no encuentre grandes objeciones en el terreno de los recursos
ambiéntales (agua. aire, diversidad biológica, paisaje), parece ser más difícil de aceptar en el caso de los
recursos naturales (minerales, pesca, bosques vírgenes). Sin embargo, el principio subyacente en ambos
casos es el mismo, se trata de «regalos de la naturaleza», y lo cierto es que el análisis económico
convencional ha tendido a tratar la apropiación privada de los servicios de estos recursos (de las
«propiedades indestructibles del suelo», para utilizar la terminología ricardiana) como difícilmente
justificable desde una perspectiva ética. La popularidad de la que han gozado las distintas variantes del
impuesto único sobre las rentas de la tierra (Quesnay, J. S. Mill, Walras) no reposa únicamente en
consideraciones de eficiencia.
299
En efecto, la explotación de los recursos de la biosfera para la producción parece
tener un valor fácilmente identificable: el valor monetario de los bienes y servicios
obtenidos refleja la disposición a pagar de la sociedad por los mismos y, por tanto, el
incremento en el bienestar individual que, para cada persona, su disposición
proporciona. Por ejemplo, el valor del recurso agua en un regadío vendría dado por el
valor económico (esto es, descontadas las subvenciones directas o indirectas) del
incremento neto en la producción que gracias a su presencia se consigue.
Alternativamente, el valor de dejar el agua donde está vendría dado por el bienestar que
proporciona a sus demandantes el disfrute de sus servicios in situ: la contemplación del
agua en su estado natural o el desarrollo de actividades de ocio en su entorno. El hecho
de que el recurso posea dichas propiedades en su estado «natural» se traducirá en una
revalorización de las propiedades desde las que se puede acceder a su disfrute y, o, a la
puesta en marcha de estas actividades ligadas al turismo de la naturaleza.
Si las cosas son tan sencillas, ¿por qué no dejar que sea un mercado el que
asigne el recurso? Cada uno de los usuarios potenciales «pujaría» por garantizarse su
acceso, ofreciendo una cantidad que reflejaría el valor de los servicios que con él
genera: la disposición a pagar de la gente por los productos agrícolas, en el primer caso,
el disfrute de la naturaleza, en el segundo. Como es natural, en el caso del regadío
habría de restarse el coste total de poner el agua a disposición del agricultor: los
recursos empleados en posibilitar su trasvase, el impacto ambiental del mismo y la
pérdida de calidad de la parte del recurso devuelta al ciclo hídrico. Aun cuando las cosas
fueran como acaban de dibujarse, no sería el mercado una buena opción desde un punto
de vista operativo, y ello por varios motivos:
En primer lugar, porque quedarían fuera del proceso de decisión una serie de
colectivos afectados por lo que se hace, pero imposibilitados de expresarse. Por un lado,
como es obvio, las generaciones futuras. Por otro, todos aquellos que, dentro de la
generación presente, utilizan el recurso de forma no organizada o simplemente no lo
utilizan directamente, valorando su mera existencia. Esta ausencia de organización, así
como, en el último caso, la no exclusión y la no rivalidad en el consumo, dificulta a
estos grupos hacer explícita su disposición a pagar por el recurso, por lo que su
demanda no quedaría reflejada en este hipotético mercado.
En segundo lugar, porque la rentabilidad del acceso a un determinado recurso
natural o ambiental (el agua o el litoral costero, pongamos por caso), para el agente que
ha de competir en un mercado y que refleja lo que estaría dispuesto a pagar por él, viene
determinada por el papel de los servicios de este recurso (agua para riego o para
abastecimiento urbano, emplazamiento para un complejo hotelero o un puerto
deportivo) en la función de producción de bienes y servicios, o en la función de
producción de utilidad de las economías domésticas. En el caso de la agricultura, por
ejemplo, la rentabilidad del agua de riego para el agricultor viene dada por la mayor
productividad de las tierras de regadío frente a las de secano. El incremento que cuenta,
sin embargo, es el que se expresa no en términos físicos, sino en términos de valor, y
éste está condicionado tanto por el precio de los insumos utilizados (entre ellos, el
agua), como por el de los bienes finales. Podría, en este sentido, resultar muy rentable
desde el punto de vista individual utilizar el agua para producir bienes que, por estar
altamente subsidiados, representan un incremento muy tenue del bienestar colectivo,
siendo la elevada rentabilidad financiera de la operación el efecto de la redistribución de
renta que suponen los subsidios a la producción, y no el reflejo de una utilización
óptima del recurso.
En tercer lugar, porque el agente individual que proyecta en su disposición a
pagar por el recurso el valor del bienestar social que su uso depara, no tiene en cuenta
300
las externalidades que la utilización concreta del recurso representa para la sociedad. A
modo de ejemplo:
El papel del recurso agua en este caso, en una u otra alternativa, como elemento
que propicia el asentamiento de la población en el sector rural (gracias al
desarrollo de las actividades productivas que permite: agricultura, servicios
turísticos y de ocio), y el consiguiente freno a eventuales procesos de
desertización56.
Ligado a lo anterior, el mantenimiento de una determinada forma de vida y del
acervo cultural ligado a ella.
Finalmente, el efecto multiplicador que ello tiene sobre las rentas y el empleo de
la zona: el impacto directo, indirecto e inducido que las actividades productivas
ligadas a la utilización del recurso (agricultura de regadío, explotación de
servicios turísticos de disfrute de la naturaleza) tienen sobre la economía de la
zona.
Estas razones han sido suficientemente reiteradas en las páginas anteriores, y no debería
hacer falta insistir en ellas. Más interesante, desde la perspectiva de las
responsabilidades del Estado, es analizar hasta qué punto el decisor social, aun cuando
no se apoye en la mecánica de un mercado, podría incorporar la lógica de asignación del
mismo, su lógica de valoración, para distribuir el derecho al disfrute de los servicios de
la biosfera. El administrador público, en efecto, podría dilucidar el problema de elegir
entre los distintos usos potenciales (y competitivos) de un recurso natural o ambiental,
mediante un proceso de valoración que incluyera todos los efectos directos, indirectos e
inducidos de cada una de las alternativas posibles, así como los derivados de las
externalidades mencionadas, sobre el bienestar social. Se trataría, en última instancia, de
construir sobre el papel unos mercados perfectos, de los que se puede eliminar, si se
quiere, la influencia de la distribución de la renta, para ver cómo se distribuiría en estas
condiciones el acceso a los servicios de un determinado recurso ambiental o natural.
Ahora bien, conviene recordar que, aun depurada de cualquier tipo de imperfecciones,
la lógica del sistema de mercado es apropiada para la valoración de mercancías.
No parece haber gran cosa de objetable en que las mercancías, poseedoras de un
valor de uso que la sociedad considera legítimo que una persona pueda intercambiar por
una determinada cantidad de dinero, se produzcan y distribuyan de acuerdo a las normas
56
Como es natural, este fenómeno tiene su contraparte negativa, ya que mantiene la presión de la
población sobre los recursos naturales, y puede evitar procesos de regeneración natural del medio.
301
de una institución (el mercado) que establece este tipo de relaciones sociales en su
dominio. Sin embargo, esta lógica comienza a dejar de ser aplicable si de lo que se trata
es de valorar la biosfera como patrimonio natural, ya que cuando la sociedad así la
considera, es porque está afirmando que se trata de un conjunto de bienes que no sólo
tienen un valor superior, no exclusivamente instrumental y de uso, sino que se quieren
disfrutar de forma colectiva y compartida. En definitiva, que no pueden ser tratados
como mercancías. En este sentido, los mecanismos de valoración de necesidades
sociales, a los que podría acudir el administrador público para escoger entre alternativas
excluyentes de utilización de los recursos de la biosfera, cambian sustancial mente.
14.4. CONCLUSIÓN
Éste es, pues, el dilema al que se enfrenta el decisor social: ha de administrar un recurso
clave, con respecto al que la sociedad reconoce la igualdad de derechos a todos sus
miembros, incluidos los todavía no nacidos. La búsqueda de la eficiencia, en el sentido
más completo del término, debería priorizar el acceso al uso y disfrute de los recursos
naturales y ambientales de acuerdo al valor social que se otorga a las necesidades que
con ello se cubren. El problema radica en que el tipo de demanda que la sociedad
prioriza con respecto a los servicios de la biosfera va cambiando, por lo que los
beneficios derivados de la conservación del patrimonio natural comienzan a desplazar
en importancia a los derivados de su explotación productiva. En este contexto, el peligro
de acudir al mercado en busca de ayuda, sea como mecanismo de priorización de usos
alternativos, sea como proveedor de una lógica aplicable a la resolución social del
problema, es muy alto, ya que va a incentivar la explotación de la naturaleza como
fuente de recursos naturales y ambientales, degradando, a veces de forma irreversible, el
patrimonio natural que contiene y cuya demanda aumentará al tiempo que lo hace el
nivel de desarrollo económico y social.
Abríamos estas páginas con ayuda de una cita de Marcel Proust. Llegado el
momento de cerrarlas, quizá resulte oportuno recabar de nuevo la ayuda de este gran
novelista, a modo de reconocimiento y de recordatorio de nuestra deuda con el arte:
302
Bibliografía básica
1. Azqueta Oyarzun, Diego. 2002. Introducción a la Economía Ambiental. McGraw-Hill. España. 420 p.
2. Engels, Friedrich. 1984. El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Ed. Ediciones y
distribuciones hispánicas. México, D. F. 20 p.
3. Gallo, Miguel Angel y Roberto Salgueiro. s/a. Introducción a las Ciencias Sociales 1. Ediciones Quinto
Sol-Textos Universitarios. México. 175 p.
4. Gilpin, Alan. 2003. Economía Ambiental: un análisis crítico. Ed. Alfaomega. México. 334 p.
5. INEGI. 2001. xn Censo de Población y Vivienda. México.
6. Mankiw, N. Gregory. 1998. Principios de Economía. Ed. McGraw-Hill. España. 726 p.
7. Parkin, Michael. 1995. Microeconomía. Ed. Addison-Wesley Iberoamericana. México. 626 p.
8. Schetino Yánez, Macario. 2002a. Introducción a la Economía para no Economistas. Ed. Prentice HallPearson
Educación. México. 311 p.
9. Schetino Yánez, Macario. 2002b. México: Problemas Sociales, Políticos y Económicos. Ed. Prentice Hall-
Pearson Educación. México. 373 p.
10. Stiglitz, Joseph E. 1994. Economía. Ed. Ariel. Barcelona, España. 1292 p.
11. Rossetti, José Paschoal. 1991. Introducción a la Economía. Ed. Oxford, 15" ed. Sao Paulo, Brasil. 722 p.
12. Vargas Sánchez, Gustavo. 2002. Introducción a la Teoría Económica: Aplicaciones a la Economía Mexicana. Ed.
Prentice Hall-Pearson Educación. México. 632 p.
Bibliografía complementaria
1. Delgado de Cantú, Gloria M. 1996. México: Estructuras Política, Económica y Social. Ed. Addison Wesley
Longman. México. 452 p.
2. Field, Barry C. 1995. Economía Ambiental: una introducción. Ed. Mc Graw Hill. Colombia. 587 p.
3. Marx, Carlos y Federico Engels. Obras Escogidas. Tomo n. Ed. Progreso. Moscú, URSS. 537 p.
4. Parkin, Michael y Gerardo Esquivel. 200 l. Macroeconomía: versión para América Latina. Addison Wesley-
Pearson Educación, 5" ed. México. 600 p.
5. Varas, Juan Ignacio. 1998. "Economía del medio ambiente en América Latina". Edit. Alfaomega, 2da ed.
México.
303