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KINTSUGI – RESILIENCIA

14/03/2016

«El mundo nos rompe a todos, y luego algunos se hacen más fuertes en las partes
rotas»
Ernest Hemingway

«Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada


rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y
tiene una historia, se vuelve más hermoso. El arte tradicional japonés de la
reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado luego con polvo
de oro se llama KINTSUGI.

El resultado es que la cerámica no sólo


queda reparada sino que es aún más fuerte que la original.
En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran,
ya que se han convertido en la parte más fuerte de la pieza.
Kintsukoroi es el término japonés que designa el arte de reparar con laca de oro o
plata. Entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.
Llevando este ejemplo a las víctimas de abuso en la infancia, que como personas
adultas parecemos «vasijas rotas», una vida fragmentada en mil pedazos que
parece imposible de recomponerse con las innumerables secuelas que
presentamos.

Nos sentimos sin valor a nuestros ojos, porque el valor que tenemos ha sido
robado por nuestro/s abusador/es. El miedo, la culpa, la vergüenza nos domina, y
crecemos con una pobre imagen y una muy baja autoestima.

El proceso a seguir, como la técnica del KINTSUGI es, reconocer nuestra


fragilidad, afrontarla, dejar de ocultarla con las máscaras que por tanto tiempo
nos hemos colocado para poder sobrevivir.

Aprendemos a exponernos tal como como somos en el foro que los Grupos de
Ayuda Mutua (GAM) REDIME nos ofrece, un foro de confidencialidad,
acompañamiento, respeto, comprensión y seguridad. A través de los hilos de oro
que el arte de la resiliencia nos brinda -la capacidad de recuperarnos – vamos
trabajando nuestras vidas paso a paso, día tras día en los GAM.

Con paciencia, rompiendo nuestro silencio, poniendo la responsabilidad en quién


corresponda, identificando el origen de nuestros patrones de conductas dañinos,
confrontando nuestra historia personal, aceptándola e integrándola para ser libres
del pasado.

Y así despacio, pero sin pausa nos vamos recomponiendo, desaprendiendo y


aprendiendo el valor de la dignidad que tenemos como seres humanos, únicos e
irrepetibles, asumiendo el protagonismo en la vida que nos fue robado y que nos
pertenece.Y la herida que se nos causo, va sanado, y aparece la cicatriz que nos
recuerda la historia vivida, pero sin dolor. Nos hemos convertido en las mujeres y
hombres que siempre deseamos ser. Una vasija hermosa y valiosa a nuestros
propios ojos y de las personas que nos aman y amamos.

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