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I.

LA VERDAD Y SU EXPLORADOR
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Cabe pensar que uno de los puntos nodales de la carta
pontificia sea el de verdad. Le prestaremos, por ello, una atención
preferencial. Según la filosofía escolástica clásica, la verdad es uno
de los conceptos trascendentales; más concretamente, se la
considera como una de las propiedades del ser. No sorprenderá, por
lo mismo, que en la encíclica Fides et ratio, documento que intenta
revalidar la filosofía del ser, se haga referencia a los trascendentales,
aunque sólo se menciona una tríada, la que realmente importa: la
verdad, el bien y la belleza (103)2. Pero el discurso del Pontífice, en
sus apuntes sobre la verdad diseminados por toda la encíclica, trata
sobre lo que la filosofía de la Escuela denominaba la verdad lógica
humana o verdad del conocimiento. Ésta es la que aquí
estudiaremos.
1. Noción de verdad
Parece que en la encíclica se descarta una comprensión de la
verdad como resultado del consenso (cf 56)3. Se la define más bien,
siguiendo a los Doctores de la Escolástica, como adaequatio rei et
intellectus (82 a), o adecuación del intelecto a la realidad objetiva
(56)4. No parece pertinente que en un escrito de este género se tenga
que explicar la definición. Eso queda para los comentarios, y
nosotros ya hemos indicado en nota una explicación que
consideramos luminosa.
2. Las formas de la verdad
Son múltiples las formas de la verdad. De una parte se hallan
las verdades que se apoyan sobre evidencias inmediatas o que hallan
confirmación experimental: es lo que sucede en el mundo del
sentido común o de la vida diaria y en el mundo de la teoría o
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gran desacuerdo entre él y los escolásticos versaba sobre
la noción misma de
investigación científica (30). En segundo lugar se encuentran las
verdad: Dogme et Critique, supra cit., 355-356. Por
consiguiente, sobre esta
verdades filosóficas, alcanzadas gracias a la capacidad especulativa
cuestión radical es sobre la que se ha de establecer el
diálogo entre filósofos y
de nuestro entendimiento y profesadas por todo ser humano, pues teólogos, y entre filósofos
cristianos y filósofos de otras orientaciones.
todo hombre es, en cierto modo, filósofo (30a, b; 27 b; cf 4 b y 9 b).
Por último se mencionan las verdades religiosas, de las que se dice 51
La Comisión Teológica Internacional dedica
unas páginas al sentido
que en cierta medida hunden sus raíces también en la filosofía y que teologal de los dogmas, en las
que afirma que "el artículo de la fe es una
con ellas responden las religiones a las cuestiones últimas (30 a). No aprehensión real y verdadera de
la verdad de Dios" (La interpretación de los
dogmas, supra cit., p. 438). Véanse las pp. 437-439. No
se hace referencia a una
resulta a primera vista claro si entre las verdades religiosas se
filosofía del ser, pero estas páginas parecen situarse en el
marco de tal filosofía.
incluyen las que componen el haz de creencias proveniente de la
Añadamos aquí que habría un último punto que
desarrollar, pero que
revelación cristiana. Puede depender de la respuesta que Juan Pablo omitimos en esta exposición ya
demasiado prolija y que dejamos a los expertos en
II dé a la cuestión acerca de si en las religiones se aloja revelación, o teoría de la comunicación de la fe.
Nos referimos a cuanto se afirma en el número
si éstas más bien ha de ser consideradas como creaciones humanas. 93 c: "La reflexión filosófica
puede contribuir mucho a clarificar la relación entre
verdad y vida, entre acontecimiento y verdad doctrinal y,
sobre todo, la relación
entre verdad transcendente y lenguaje humanamente
inteligible. La reciprocidad
Pero esta clasificación explícitamente propuesta en la
que hay entre las materias teológicas y los objetivos
alcanzados por las diferentes
encíclica no impide que, de modo implícito, se puedan ofrecer otras corrientes filosóficas pueden
manifestar, pues, una fecundidad concreta de cara a
clasificaciones. Hay "la verdad última", que ha de ser perseguida la comunicación de la fe y de su
comprensión más profunda".
con pasión (56); esta verdad última parece identificarse con la
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"verdad ulterior que pueda explicar el sentido de la vida", verdad a Adviértase bien cómo el
Pontífice admite una crítica purificadora de
la fe por parte de la razón. Ésta es otra de las ayudas o
servicios que la segunda
que se hace referencia en un número precedente (33 a). Dicha
presta a la primera. Baste con señalar esta indicación, de
gran importancia. Por lo
verdad ulterior, que es vital y esencial para la existencia del hombre
demás, dejamos constancia de que nosotros nos hemos
movido en todo el tercer
(33 a), se diferencia de las "verdades parciales, factuales o epígrafe en el círculo más reducido
de los servicios de la filosofía a la teología, no
científicas" (33 a), a las que podríamos caracterizar por nuestra en el círculo más amplio de las
ayudas de la razón a la fe, sobre las que también
se habla en el documento.
cuenta, pero siguiendo la lógica de la encíclica, como verdades
penúltimas. Es cierto que la encíclica declara en otros lugares que la
verdad última viene dada con la Revelación (92 b; 14 b) y que esta
verdad última le ha sido entregada como don a la Iglesia en el
Misterio Pascual (2), pero ello no impide que sea objeto del anhelo
de una filosofía que no se fija metas demasiado modestas (56), sino
que aspira a ser un pensamiento de larg aliento.
Una última clasificación distinguiría entre verdad natural y
verdad revelada (34). La distinción no implica en modo alguno,
como se verá más adelante, oposición entre una y otra verdad.
3. Caracteres o propiedades de la verdad
Son al menos seis los caracteres de la verdad reconocidos en
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del problema y se aplica esta solución, por vía de ejemplo, a los dogmas de la la encíclica. Los
presentaremos en una sucesión que no aspira a un
personalidad divina, de la resurrrección de Cristo y de la presencia eucarística. Al rigor lógico
impecable.
propio tiempo, se muestra cómo se disuelven todas las aporías que entrañaba la
interpretación intelectualista.
1. Objetividad. Santo Tomás es un pensador
que mantuvo
siempre su pensamiento en el horizonte de la
verdad objetiva (44 c);
42
Ibid., 15.
por el contrario, la actitud nihilista niega toda
verdad objetiva (90 a),
43 por cuanto la negación del ser entraña
"inevitablemente la pérdida
Ibid., 25.
de contacto con la verdad objetiva" (ib.). Por
objetividad
44
entenderíamos la capacidad de una genuina
autotrascendencia
Ibid., 26.
cognoscitiva del sujeto, de suerte que se alcance lo
real, que es el
45
Cf. ibid., 41. término o meta del impulso cognoscitivo.
46
En las pp. 359-363 de Dogme et Critique recoge Le Roy la 2. Universalidad.
Escribe Juan Pablo II: "De por sí, toda
bibliografía de la controversia hasta la publicación de la obra.
verdad, incluso parcial, si es realmente verdad, se
presenta como
universal. Lo que es verdad, debe ser verdad para
todos y
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Fueron publicados originalmente en la revista Annales de Philosophie
siempre" (27 a; cf 44 c). Y ante el reparo que
cabría oponer de que
Chrétienne a partir de 1907, año de la publicación de Dogme et Critique.
la creencia en la cogniscibilidad de una verdad
con validez universal
Aparecieron un total de cinco colaboraciones o capítulos hasta el año 1909. Por
genera intolerancia, afirma: "Creer en la
posibilidad de conocer una
desgracia, el estudio de Laberthonnière quedó inconcluso. Ha sido editado en
forma de libro en Éds. Duculot, París-Gembloux, 1977, con una introducción de verdad
universalmente válida no es, en modo alguno, fuente de
Marie-Madeleine d=Hendecourt y un postface o comentario final de L. Boisset. intolerancia; al
contrario, es una condición necesaria para un diálogo
sincero y auténtico entre las personas" (92 c.
Habla de la teología,
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Le Roy , en opinión de Congar, atenuó y mejoró sus posiciones, pero
pero el principio es filosóficamente acertado.)
Existe también una
conservando siempre su línea, en sus escritos de 1929 (Le problème de Dieu) y de
verdad universal sobre el bien, a pesar de que en
nuestro mundo
1944 (Introduction à l=étude du problème religieux). Ver Y. M. J. CONGAR, La
contemporáneo se da "una ética individualista,
para la cual cada uno
fe y la teología (Barcelona, Herder, 1970) 91, n. 40.
se encuentra ante su verdad, diversa de la verdad
de los demás" (98
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a, citando Veritatis splendor, 32).
R. GARRIGOU-LAGRANGE, Le Sens Commun (París, Beauchesne,
1909). El autor reelaboraría la obra en ediciones sucesivas. Contamos con la
traducción castellana de la tercera edición: El Sentido Común. La filosofía del ser Importa poner
de relieve esta universalidad. En términos
y las fórmulas dogmáticas (Buenos Aires, Ediciones Desclée de Brouwer, 1944).
negativos se declara que la filosofía no es una
gnosis, "un
En varios lugares remite a la 260 proposición del Decreto Lamentabili: pp. 237,
conocimiento de tipo superior, esotérico,
reservado a unos pocos
266 de la traducción española. Considera que el Santo Oficio se refería en esa
perfectos" (37. Cursivas nuestras). Frente a una
visión de este
proposición a un pragmatismo existente, no a un pragmatismo quimérico, con lo
cual indica que se estaba refiriendo al pensamiento de Le Roy. género, que circulaba en el
mundo pagano cuando la fe cristiana
hacía sus primeros ensayos, se insiste en lo que es
común a todos los
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Sobre Le Roy y sus adversarios escolásticos puede verse el siguiente seres humanos. Y ésta
es una aportación del cristianismo, que
estudio: A. MANSINI, What is a Dogma? The Meaning and Truth of Dogma in
"afirma el derecho universal de acceso a la
verdad. Abatidas las
Édouard Le Roy and his scholastic opponents (Roma, Pontificia Università
barreras raciales, sociales y sexuales, el
cristianismo había
Gregoriana, 1985). Añadamos que Le Roy pensaba que, en último término, el
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