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LA VIGENCIA DE LOS CLÁSICOS

EL ESPÍRITU DE MONTESQUIEU EN LAS LEYES

CHRISTIAN BALFHOR

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA

“...quand j á i découvert mes principes, tout ce que je cherchais est venu à moi”..

́ sprit des Lois, Prefacio.


De l E

❖ INTRODUCCIÓN

El objeto del presente estudio consiste en poder identificar, resaltar y relacionar los

aspectos más salientes de la obra cumbre de Montesquieu, “Del Espíritu de las Leyes”. En

líneas generales, se trabajará en el análisis de la Teoría Política y Social del autor y en la

interpretación del concepto de Espíritu General. En términos particulares, se intentará

rescatar de su pensamiento, las causas que dan origen e incentivan el progreso en las

sociedades humanas. Asimismo, se tomará los aspectos más salientes del autor a fin de

poder buscar alternativas a la problemática de la Argentina de hoy.

A fin de encarar tamaña empresa, corresponde destacar que la obra de Montesquieu no sólo

se concentró en lo político sino también impactó en la filosofía, en las letras y en la historia.

Es más, autores de la talla de Isaiah Berlin y Raymond Aron consideraron a este ensayista

como pionero en ciencias tales como la sociología, la antropología y la psicología social.

Sucede que su enfoque ha sido altamente innovador. Su trabajo abrió todo un camino hacia

el estudio comparativo de las instituciones humanas y sus causas. Sin dudas, “Del Espíritu

de las Leyes” ha realizado un aporte sin precedentes en el pensamiento político liberal de

todos los tiempos.


Montesquieu y el Espíritu de las Leyes

Charles-Louis de Secondat nació en 1689 en Bréde, Francia y falleció en 1755 en Paris.

Recordado por ser un gran observador y un aristócrata de finos modales, bajo el seudónimo

Montesquieu esgrimió su talento con obras de vasta envergadura tales como “Lettres

Persanes” (editado en 1721) y “Considérations sur les causes de la grandeur et de la

décadence des Romains” (impreso en 1738). Sin embargo, ninguna de ellas reflejó su

pensamiento de manera tan elocuente y vasta como fue la publicación su gran libro “De

́ sprit des Lois” en 1748. Este último ensayo, el cual le insumió a Montesquieu más de
lE

veinte años de su vida, fue criticado duramente por Jeremy Bentham y Voltaire al

considerarlo un trabajo sin método. No cabe duda de que ambos se han equivocado. Como

veremos más adelante, la lógica del método de Montesquieu tiene por objeto hacer

comprensible para la razón humana la diversidad histórica, explicar la realidad por medio

de principios o categorías únicas. No es casualidad que Isaiah Berlin lo haya definido como

el último de los filósofos clásicos y el primero de los sociólogos.

“De l E
́ spirit des Lois” es un tratado que tiene un criterio sistemático en su forma de

exposición. Raymond Aron escribió en su libro “Las etapas del pensamiento sociológico”

que la célebre obra puede estructurarse de la siguiente forma:

- La primera parte trata acerca de la Tipología de Gobierno (abarca los primeros

trece libros).

- La segunda parte incluye toda la explicación de las Causas Materiales o Físicas

que afectan las sociedades humanas (cubre los libros catorce a dieciocho).

- La tercera parte expone un estudio acerca de cómo las Causas Sociales impactan

sobre las costumbres, los usos y las leyes (tiene un alcance que va del libro veinte al

veintiséis).

- Por último, Aron entiende que el libro diecinueve es un capítulo aparte. Éste se

refiere al principio unificador del todo social, es decir, al “Espíritu de la Nación”.


El presente escrito va a estudiar la obra de Montesquieu siguiendo los lineamientos

propuestos por Aron. Primero, estudiaremos su Teoría Política; segundo, analizaremos su

Teoría Social (estudio de causas físicas y sociales); tercero, el desarrollo de la noción del

Espíritu General de la Nación. Por último, cerramos la exposición con una conclusión

general y particular del trabajo.

❖ LA TEORÍA POLÍTICA DE MONTESQUIEU

Tipología de Gobierno

Casi siempre que se menciona el nombre de Montesquieu se lo relaciona con su doctrina

más famosa: la División de Poderes. Aquí veremos que su teoría política no se limita a la

separación de poderes sino que su pensamiento político es más amplio y profundo. En

general, el autor francés intentará demostrar que cada tipo de gobierno surge a causa de la

Naturaleza propia de su organización social, y que se fortalece en virtud del cumplimiento

de sus respectivos Principios de gobierno. Y en particular, su libro le mostrará al mundo

que los hombres tienen a su disposición las herramientas políticas necesarias (creación de

leyes positivas) como para poder generar mayor prosperidad individual y social con sólo

considerar los aspectos particulares y universales de cada organización social.

Montesquieu inició su loable trabajo desarrollando su teoría política. Tomó la concepción

clásica de tipos de gobierno (aristocracia, democracia y monarquía), adoptada

oportunamente por Aristóteles en su libro “Política”, y le realizó unas diferenciaciones en

su tipología. Separó y clasificó los gobiernos en tres clases: los republicanos (aristocracia y

democracia), los monárquicos y los despóticos. Así, el criterio de clasificación de los Tipos

de Gobierno se basó inicialmente en dos aspectos que definían la Naturaleza de cada

gobierno: por un lado, quién detenta el poder; por el otro, cómo lo hace. En el caso del

Gobierno Republicano, el pueblo o una parte conserva el poder soberano (ya sea
democracia o aristocracia, respectivamente) y éste es responsable de hacer las leyes. En el

Gobierno Monárquico es el rey quien posee el poder y lo hace bajo una estructura de leyes

fijas y establecidas. En cambio, en el Gobierno Despótico existe una persona que detenta el

poder y lo ejerce sin leyes fijas imponiendo sus caprichos personales. A esta altura,

Montesquieu incorpora un criterio adicional para poder seguir con el esquema de tipos. Es

lo que se llama los Principios de gobierno. Mientras que la Naturaleza es la estructura

particular de cada gobierno, es lo que le hace ser tal; los Principios son las pasiones

humanas que impulsan dichos gobiernos, es lo que le mueve a actuar como tal. Con este

razonamiento, el francés definió a la Virtud Política como el Principio íntimo de la

República, al Honor Principio esencial para la Monarquía y al Temor Principio vital para el

Despotismo. Esto quiere decir que cada tipo de gobierno necesita actuar acorde a sus

Principios para poder conservar su autoridad. Lo novedoso de este análisis es que la Teoría

de Principios de Gobierno conduce a una Teoría de la Organización Social. Aron recuerda

que la filosofía clásica formuló una teoría de los regímenes políticos pero al margen de la

organización de la sociedad y presuponiendo validez intemporal de los tipos políticos. En

cambio, Montesquieu combinó estrechamente los Tipos de Gobierno con la estructura

social (educación, tamaño, instituciones intermedias, igualdad de los ciudadanos). Esto se

puede interpretar de la siguiente manera: la Virtud Política, Principio generador de la

República, significa amor a la patria y a las leyes, consagración del individuo por la

colectividad. Esta última reflexión conduce a un sentido de igualdad social de los hombres

frente a la ley pues todos se sienten ciudadanos que viven por y para la comunidad. Por otro

lado, la Monarquía no proclama el renunciamiento personal ni promueve el sentimiento de

igualdad, sino que todo lo contrario, el Honor alienta la presencia de jerarquías, nobleza y

distinciones. Así como la ambición es perniciosa en la República, no lo es en la Monarquía

pues es la diferenciación social lo que le infunde vida al gobierno. Mientras que en la

República existe una organización igualitaria entre los miembros de la colectividad, la


Monarquía se fundamenta en un tratamiento social desigual frente a la ley. Luego, podemos

concluir que la República y la Monarquía tienen diferente esencia; uno se basa en la

igualdad y el otro se apoya en la diferenciación, uno se funda en la Virtud Política y el otro

en el Honor. En la República, el Principio de la Virtud permitiría encaminar el interés

particular al interés general, diferente es en la Monarquía, donde el Principio del Honor,

falsa virtud, la sostiene al brindar a los ciudadanos la posibilidad de actuar acorde a sus

propios intereses y no necesariamente al interés general. Sin embargo, ambos tienen un

aspecto en común: son moderados porque respetan la ley. En cambio, el Despotismo es

arbitrario porque no gobierna respetando la ley. El Despotismo se fundamenta en la

igualdad pero basado en el Temor, donde ninguno tiene participación del poder soberano.

Sólo la religión y las costumbres actúan como factor limitativo a esta forma absoluta de

gobierno. Aquí, podemos vislumbrar cómo la estructura o vida social varía según el modo

en que se ejerce cada gobierno. Natalio Botana rescata en su obra “La tradición

Republicana” que para Montesquieu hay tres legitimidades posibles –la Monarquía y las

dos Repúblicas- y una ilegitimidad profunda, el Gobierno Despótico, fruto de una sociedad

sin leyes ni instituciones. Asimismo, Montesquieu resaltó que hay una línea delgada entre

el poder despótico y el monárquico. Citando su libro VIII capítulo XVII:

...”los ríos corren a fundirse en el mar; las monarquías van a perderse en el despotismo”...

El autor entiende que cuando una Monarquía pierde de vista los Principios que favorecen a

la diferenciación social aparece el poder absoluto y arbitrario. Así considera fundamental la

presencia de la nobleza y de rangos intermedios como elemento disipador de movimientos

tiránicos en los regímenes monárquicos. Enrique Aguilar reconoce este concepto con el

nombre de División Vertical del Poder. Esto significa que cuanto más pluralista y desigual

sea una Monarquía, menor es la probabilidad de que dicha autoridad degenere en

Despotismo. La filosofía de la historia desarrollada por Montesquieu tiende a demostrar

que cuando los estados y los gobiernos contravienen los Principios que los sostienen, ellos
caen por sí solos (Imperio Romano, República Ateniense). Es decir, cuando un tipo de

régimen moderado (República o Monarquía) no gobierna basado en sus Principios se lo

denomina generalmente un gobierno corrupto.

Libertad Antigua y Libertad Moderna

A partir del libro IX, Montesquieu incorpora a sus textos las vivencias experimentadas a lo

largo de un viaje revelador por Inglaterra. Sin lugar a dudas, aquí el autor descubre las

nociones de Libertad y de Representación Política como elementos fundamentales al

momento de celebrar una Constitución. En los libros anteriores, cuando se trataban los tipos

de gobierno, siempre identificó aquellos regímenes donde gobierna parte (aristocracia) o el

total del pueblo (democracia), pero sin considerar la existencia de aquellos sistemas

formados por un congreso de representantes elegido por el pueblo. En este punto, el autor

también exhorta la importancia de la Separación de Poderes como forma de atenuación y

de salvaguarda de la Libertad Política.

A fin de profundizar, empecemos primero por desarrollar el concepto de Libertad Política.

Montesquieu indica en su libro que la noción de Libertad Política no consiste en hacer lo

que uno quiera. En una sociedad donde hay leyes, la Libertad consiste en poder hacer lo

que se debe querer y en no estar obligado a hacer lo que no se debe querer.

...”la libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten, de modo que si un

ciudadano pudiera hacer lo que las leyes prohíben, ya no habría libertad, pues los demás

tendrían igualmente esta facultad”...(Libro XI Capítulo III)

Botana advierte que la idea de Libertad expresada por Montesquieu cambia de sentido: la

noción de Libertad (Libertad Antigua) con anterioridad al libro IX descansaba sobre un

sujeto virtuoso en armonía con el cuerpo político, en cambio, la nueva concepción de

Libertad (Libertad Moderna o germanista) abandona la exigencia de la subordinación al

bien público para reposar sobre un sentimiento subjetivo de Seguridad Individual. Así, la

noción moderna de Libertad Política supera a la idea de amor a la patria y a sumisión de la


individualidad por su colectividad. El ciudadano del mundo moderno es un habitante

escindido entre la virtud y el interés, entre la participación pública y la vida privada.

De este modo, Montesquieu sostiene que las Repúblicas no son estados libres por

naturaleza porque pueden no tener moderación en el ejercicio de poder ni ofrecer seguridad

individual a sus ciudadanos. La libertad política sólo aparece en aquellos gobiernos

moderados que no abusen del poder. Para no tener que abusar del poder es preciso que el

poder frene al poder. En este punto, Montesquieu destaca que la Constitución Inglesa

considera tres tipos de poderes que se equilibran entre sí. Es lo que Enrique Aguilar llama

con el nombre de División Horizontal del Poder. Así, encontramos que está el Poder de

Ejecutar la ley centrado en la figura uninominal del rey. El Poder de Legislar la ley

organizado en dos cámaras que representan a la nobleza y al pueblo. Y el Poder de Juzgar

la ley. Este último concepto implica que las personas no tienen el poder, sino que la fuerza

reside en la letra de la ley. Por consiguiente, la idea de Libertad Política no sólo se traduce

al derecho que tiene todo ciudadano de hacer cualquier cosa que la ley permita, sino

también con la noción de seguridad que brinda el gobierno por la cual el ciudadano nada

tiene que temer del otro. Para la plena vigencia del concepto de Libertad Política de

Montesquieu se exige como condición la Representación Política en la creación de leyes y

el Equilibrio de Poderes. De esta manera, podemos afirmar que mientras John Locke

apuntó a limitar el poder real al demostrar que el verdadero origen de la soberanía reside en

los ciudadanos, Montesquieu demandó al Equilibrio de Poderes su preexistencia como

condición sine qua non para el ejercicio de la Libertad Política.

Finalmente, todo indicaría que la teoría de la Constitución inglesa es determinante en la

visión política de Montesquieu, no sólo porque representa un modelo para todos los países,

sino porque permite recuperar, en el mecanismo constitucional de la monarquía, los

fundamentos de un estado moderado y libre, gracias al equilibrio entre clases sociales

(División Vertical del Poder) y entre poderes políticos (División Horizontal del Poder).
Luego, concluiría que la raíz de un gobierno justo radica en la combinación de poderes,

formas de gobierno, fuerzas sociales y en la libre expresión de las pasiones del individuo.

❖ LA TEORÍA SOCIAL DE MONTESQUIEU

Al igual que Natalio Botana e Isaiah Berlin, Raymond Aron interpretó al libro “Del espíritu

de las Leyes” principalmente como una obra sociológica, es decir, un tratado que buscó dar

respuesta a la estructura y la perspectiva de la realidad social e histórica de las sociedades

desde una óptica racional, sistemática y comparada. En las ciencias de la realidad humana

(sociología, antropología) generalmente se distingue dos orientaciones, una hacia la

historia, es decir, determinar las circunstancias únicas que han provocado cierto

acontecimiento y otra hacia la sociología, es decir, establecer una relación regular entre dos

fenómenos. Por eso, el sociólogo no debe limitarse a interpretar comprensivamente los

sentidos subjetivos de las formas de conducta sino que debe, a la vez, establecer cómo

ocurrieron las cosas y cuales fueron las causas. Por tanto, hay una relación íntima entre el

análisis de los acontecimientos y la afirmación de proposiciones generales. La comprensión

histórica exige la utilización de proposiciones generales, y es posible demostrar estas

últimas sólo a partir de análisis y de comparaciones históricas. No caben dudas, luego de

las presentes afirmaciones, de que Montesquieu fue un innovador con su método de

investigación y el precursor de las ciencias sociales.

En los libros que van del catorce al dieciocho y del veinte al veintiséis, Aron rescata cómo

Montesquieu busca comprender el dato histórico que se presenta en la diversidad de las

costumbres, usos, leyes e instituciones al querer pasar del dato histórico incoherente a un

orden inteligible de las causas. Así, se llega a dos consideraciones: primero, la posibilidad

de organizar la diversidad de costumbres, usos e ideas en reducidos tipos. Y segundo,

detrás de la sucesión aparentemente accidental de hechos, es necesario aprender las causas

profundas que los explican.


Montesquieu discrimina entre las Causas Físicas (el clima, el suelo) y las Causas Sociales

(el comercio, la moneda, el número de habitantes, la religión).

De esta manera, el escritor francés entiende que la incidencia del Clima moldea el

temperamento del hombre, condiciona su sensibilidad. Sostiene que las diferentes

temperaturas han dado origen a diversos modos de vida, y estos últimos, a su vez, han

condicionado la variedad de leyes. En un pasaje afirma lo siguiente:

...”¡Dichoso el clima que da origen al candor de las costumbres y a la suavidad de las

leyes!”... (Libro XIV Capítulo XIV)

La idea expuesta indicaría que hay climas (los fríos) que predispone al hombre a actuar con

mayor moderación y respeto a las leyes. Un ejemplo interesante es cuando involucra la idea

de esclavitud. Él enfatiza que la esclavitud es mala por naturaleza tanto para el amo como

para el siervo pero, a la vez, interpreta que hay ciertos países (los más calurosos) donde se

requiere de la esclavitud para poder realizar trabajos. En dichos lugares, sostiene, la

esclavitud choca menos a la razón. Asimismo, un capítulo mas adelante, reconoce que la

esclavitud es fruto de malas leyes más que de la rigurosidad del clima.

También entiende como causa material para determinar la naturaleza social del hombre al

Suelo. Montesquieu distingue al suelo fértil del infértil y destaca, secundariamente, la

influencia del relieve y su distribución. Considera que los países montañosos y los insulares

tienden más a la libertad que las naciones fértiles y continentales. Ejemplifica a su supuesto

comparando la gran libertad que gozaron los germanos, pueblo guerrero, poco amante al

cultivo de la tierra o Inglaterra, país con características insulares.

Con relación al Comercio, se deriva que el efecto natural del mismo es la paz y la

coexistencia con costumbres apacibles. El aristócrata francés da como caso de referencia a

Inglaterra como país que ha supeditado los intereses políticos a los intereses económicos y

que su constitución ha favorecido y fortalecido el ejercicio de la religión, el comercio y la

libertad.
La Religión también actúa como un factor muy importante en la determinación de la

naturaleza de las sociedades. Principalmente, Montesquieu hizo hincapié en la Religión

Cristiana como ordenadora hacia mejores leyes políticas y civiles. Es más, aclaró que

ambas, la religión y la ley, tienen el compromiso de crear buenos ciudadanos y remarcó que

cuando una de las dos se aparta de dicha causa, la otra debe tender hacia él con mas fuerza.

Y reafirmó que no debe estatuirse por medio de las leyes divinas lo que debe hacerse por

medio de las leyes humanas, ni viceversa. Cada tipo de ley difiere por su origen, por su

naturaleza y por su objeto. Por ejemplo, las leyes de religión son inmutables, no cambian

nunca y su fuerza resida en que se crean en ella; en cambio, las leyes humanas varían a

medida que cambia la voluntad de los legisladores y su poder reside en que se las tema.

Aún así, es importante que las leyes del hombre exijan diversas religiones como para que

no perturben al estado ni se molesten entre ellas.

De esta forma, Montesquieu pudo clasificar la diversidad infinita de costumbres y

agruparlas en pequeños tipos de causas. Pero estas causas no son entendidas como causas

determinantes sino como relaciones que inciden y afectan significativamente la naturaleza

social. Estas afirmaciones refutarían las interpretaciones de Emile Durkheim respecto a su

relativismo.

En síntesis, Montesquieu permitió abrir camino hacia una nueva ciencia: las ciencias del

hombre. A través del estudio de lo particular para alcanzar la regla general, el ensayista

francés pudo desarrollar en su Teoría Social una idea que apoyó elocuentemente en su

Teoría Política: la naturaleza social tiene sus propias leyes de comportamiento,

observables sólo por aquellos que la estudian como unidades. Así cada comunidad tendría

su propia evolución, creada originalmente por causas materiales y, luego el hombre, a

través del espíritu del legislador, podría manipularla con el fin de preservarla y fortalecerla.

Ésta es la función del estadista, comprender la naturaleza de lo social y definir reglas que se

apoyen en principios universales con el fin de encaminarla y enaltecerla. Así, las causas
materiales y sociales, indudablemente poderosas, podrían ser contrapesadas, o fortalecidas

según el caso, por la legislación y la educación.

❖ EL ESPIRITU DE LA NACIÓN Y DE LAS LEYES

En el libro XIX del “Del Espíritu de las Leyes” Montesquieu enumera las causas que

gobiernan a los hombres. Estas causas se dividen en Físicas (el clima, el suelo), Sociales (el

comercio, la moneda, el número de habitantes, la religión) y Morales (leyes, usos y

costumbres). Todas estas variables conforman lo que se denomina el Espíritu General. Por

ende, el Espíritu General no es una causa parcial, comparable con las otras, sino una

resultante del conjunto de todas las Causas Materiales, Sociales y Morales. Así, a medida

que una de las causas actúa con mas fuerza, las otras ceden en proporción. Este Espíritu

General es el que tiñe el carácter de una nación, el que le brinda su originalidad y su

uniformidad, el factor diferencial de unos respecto de otros (hay un espíritu general francés

como lo hay inglés). Montesquieu lo detalla con las siguientes palabras:

...”Corresponde al legislador acomodarse al espíritu de la nación, siempre que no sea

contrario a los principios del gobierno, pues nada hacemos mejor que aquello que hacemos

libremente y dejándonos llevar por nuestro carácter natural.”... (Libro XIX Capítulo V)

Se entiende como que el legislador debe estudiar el Espíritu General de la nación, analizar

su Particularidad Histórica, pero nunca abandonar sus principios absolutos, las relaciones

de Justicia y de Equidad, su Universalidad. Raymond Aron ensaya que la idea de Espíritu

General de Montesquieu es lo que hoy se denomina la cultura de una nación, entendida

como la resultante (más que causa) de la suma de influencias físicas, sociales y morales que

han moldeado una colectividad. A la vez, el autor dibuja un paralelismo entre las leyes y las

costumbres. Las leyes se dictan, las costumbres se inspiran; éstas dependen más del

Espíritu General, aquéllas dependen más de una institución particular. Las leyes regulan los

actos del ciudadano, las costumbres encuadran los actos del hombre. De aquí, se deduce

que para cambiar costumbres y hábitos no se debe usar de las leyes, sino que vale mas
cambiarlas por otras costumbres y otros hábitos.

...”Así, cuando un príncipe quiere realizar grandes cambios en su nación, reformará por

medio de leyes lo que está establecido por las leyes, y cambiará por medio de costumbres lo

que está establecido por las costumbres. Es mala política cambiar por las leyes lo que debe

ser cambiado mediante nuevos hábitos.”...(Libro XIX Capítulo XIV)

La virtud de la Prudencia, de la Moderación, de la Evolución Lenta es lo que reina en “Del

espíritu de las Leyes”. Al fin y al cabo, Montesquieu no escribe de las leyes, sino del

Espíritu de las Leyes. Afirma que la ley positiva debe depender del Espíritu General de la

nación, es decir, debe investigar la conjunción de leyes causales o particulares que la

edifican. Asimismo, la ley positiva debe encuadrarse dentro de las relaciones de Justicia y

Equidad que fundan la igualdad natural de los hombres y las obligaciones de reciprocidad

que se desprenden de dicha igualdad. Por consiguiente, el concepto de “Espíritu de las

Leyes” se puede conjugar como el vínculo existente entre las relaciones causales que

hallamos en la historia y en la naturaleza (Particularismo Histórico) y las leyes

universalmente válidas intrínsecamente vinculadas a la razón (Universalismo), ambas

necesarias para que el legislador pueda dictar la ley positiva de una nación en un momento

histórico determinado.

❖ CONSIDERACIONES GENERALES

Muchos pensadores políticos han sostenido que la doctrina de Montesquieu ha oscilado

entre el Universalismo Racional francés del siglo XVIII y el sentido histórico de las

particularidades que florecería en Alemania en el siglo XIX. Lo cierto, es que, a pesar de

las críticas, el barón francés nunca se alejó de los principios del Liberalismo. A través de

sus escritos, dejó bien asentado determinados presupuestos: su amor al Constitucionalismo,

su interés en conservar las Libertades Civiles, su inclinación por la Moderación, la Paz, la

Tolerancia, la existencia del Derecho Natural. También defendió el Derecho de Asociación,


el Internacionalismo, el Balance y División de Poder, la Igualación sin que afecte la

Libertad Política. Puso énfasis en la importancia de la evolución lenta, orgánica, en vez de

cambios radicales y violentos. Él descubrió que lo social no es una colección fortuita, ni

una construcción artificial, sino una forma de desarrollo natural, como un organismo

biológico, que se maneja por sus propias causas. Y que, científicamente, se podría guiar el

destino de lo social, de manera que los hombres pudieran alcanzar sus metas individuales y

colectivas. Y no hablamos de un destino injusto, donde el interés de uno avasalle el de los

demás, sino de un camino fundado en el derecho, que permita respetar lo universal de la

individualidad, así como considerar lo particular de lo colectivo. Este razonamiento

indicaría que la tarea del legislador consiste en tener la virtud de dictar leyes en función de

su Espíritu General, es decir, que sean la expresión de, por una parte, los cambiantes

hábitos morales, creencias y actitudes generales de una sociedad particular en un tiempo

determinado, y por el otro, las relaciones de Equidad, Justicia y Propiedad necesarias para

la libertad del hombre.

❖ CONSIDERACIONES PARTICULARES

Mi intención de estudiar esta lectura clásica del pensamiento político apuntó

principalmente, a rescatar las similitudes existentes entre las inquietudes de hoy con la

problemática social y política de hace 250 años. Los hombres, a lo largo de la historia, han

tratado de buscar soluciones teóricas y prácticas a dichas cuestiones sobre la base de

diversas visiones. Lamentablemente, en reiteradas oportunidades, se ha dejado de lado las

enseñanzas de la historia y los valores éticos, para caer en soluciones mágicas y utópicas,

cercanas al facilismo y a la violencia. Por ello, rescato la visión de Montesquieu. Él edificó

un razonamiento que siempre ponderó lo evolutivo, alejándose de lo reaccionario. No cabe

duda, que en todo momento, buscó garantizar la Libertad Política y Civil de los ciudadanos

por medio de la moderación del poder político, mediante el equilibrio de sus poderes y de

las clases sociales. Ojalá el espíritu de su obra se expanda y contagie a todos los argentinos
con propuestas que se encuadren en el marco de la moderación, la libertad política, el amor

por la ley, la seguridad individual y las costumbres sociales.

En mi opinión, considero que las lecciones que se pueden rescatar del autor francés son

múltiples. Desde mi punto de vista, se podrían resumir en los siguientes postulados:

Exhortación del Equilibrio de Poderes: la existencia de una república no es garantía de

Libertad Política por sí misma. Los derechos de los ciudadanos pueden ampararse si sólo si

el sistema político discrimina en distintas instituciones independientes la potestad de

administrar, legislar y juzgar. Esta División de Poderes, propia de un sistema republicano,

requiere necesariamente un mecanismo de controles y contrapesos que resguarde dicho

equilibrio y así, salvaguarde la seguridad jurídica de sus habitantes. Los argentinos

debemos aprender que hay ciertos aspectos institucionales que no pueden modificarse. No

podemos ser condescendientes con todas aquellas reformas constitucionales que alientan a

alterar la naturaleza de este equilibrio (Reforma del 94). Los caminos fáciles pueden llegar

a ser una alternativa tentadora, pero no hay que olvidar que está en juego nociones de vital

importancia, es decir, el respeto por los derechos civiles y políticos de todos nosotros.

Supremacía de los Derechos Individuales: Las relaciones de justicia y equidad, anteriores a

toda ley positiva, establecen principios universales que le dan sustento al derecho natural de

las personas (derecho a la vida, a la propiedad, a la libertad).

...”hay que reconocer, por lo tanto, la existencia de relaciones de equidad anteriores a la ley

positiva que las establece”... (libro I capítulo I)

De esta proposición, se deriva la siguiente conclusión de Montesquieu: el mal de una

sociedad se da cuando ella no cumple las leyes o cuando sus leyes degeneran estos

principios. Por consiguiente, desde esta óptica, podríamos decir que la sociedad argentina

está enferma, porque no sólo sus gobiernos dictan leyes que violan continuamente dichos

principios universales, es decir, los derechos individuales de sus habitantes, sino también la
sociedad tiende a actuar desconociendo la mayoría de sus normas. La Argentina como

comunidad vive bajo un completo desorden jurídico y social. Todo indicaría que estamos

frente a una nueva oportunidad de replantearnos la sociedad que queremos vivir. Este

desafío contempla la posibilidad de trabajar y bregar por un país más justo y respetuoso con

los derechos postulados en el artículo 14 de la Constitución Nacional.

Mejoras en la Representatividad de los Legisladores: Sin lugar a dudas, tener un sistema

político representativo es uno de los pilares de un estado libre y moderno. Esto exige contar

con un mecanismo donde a) el voto de cada ciudadano tenga la misma ponderación al

momento de elegir sus autoridades, b) la ciudadanía pueda ejercer libremente el derecho de

votar, c) los partidos políticos compitan abiertamente entre sí, d) los representantes sean

responsables de sus acciones (listas sábanas) y sus desempeños puedan ser medidos. La

Argentina necesita reorganizar su sistema electoral acorde a los criterios de

representatividad y responsabilidad. El país requiere una estructura representativa

proporcional tal que pondere la igualdad de sufragio, permita medir el desempeño del

legislador y facilite la asignación de su responsabilidad.

Importancia de la función del legislador: Montesquieu no se equivoca al derivar la

supremacía de la función de los legisladores en las comunidades. No debemos olvidarnos

que ellos son responsables de indagar la naturaleza propia de su comunidad y así, crear

leyes compatibles a los principios universales y a la particularidad histórica social de su

comunidad. Esta tarea es muy relevante dado que es determinante para la evolución o

involución social. Si los legisladores crean leyes arbitrarias o con un espíritu contrario a la

particularidad histórica social y a las relaciones de Justicia y Equidad, motivarían conductas

sociales que degradarían la organización social tanto individual como colectivamente. Por

eso, es fundamental elegir un sistema electoral que permita elegir a los mejores, de manera

de incentivar la participación de los más juiciosos y penalizar la conducta de los


malintencionados.

La solución está en nosotros: Las sociedades no son construcciones artificiales ni formas

azarosas, sino que son estructuras que evolucionaron naturalmente a lo largo del tiempo.

Nosotros tenemos la potestad, por medio de la razón y la fe, de guiar el carácter de dicho

desarrollo a través del empleo de leyes que orienten su funcionamiento. De este modo, el

argentino tiene la posibilidad de moldear la comunidad en la cual él participa y así,

desarrollar una civilización más próspera, con sólo encauzar su ley positiva a la naturaleza

propia de su comunidad y a los valores absolutos de la humanidad.

Buenos Aires, Junio de 2002.

Christian Balfhor es Contador Público y Licenciado en Administración (UCA). MBA

(ESEADE). Profesor con Dedicación Especial y Adjunto en tres cátedras de la Facultad de

Ciencias Sociales y Económicas (UCA).

cbalfhor@uca.edu.ar

BIBLIOGRAFÍA

❖ MONTESQUIEU. “Del Espíritu de las Leyes”. Ediciones Altaya. 1993.

❖ BOTANA, Natalio. “La Tradición Republicana”. Editorial Sudamericana. 1997.

❖ BERLIN, Isaiah. “Contra la Corriente”. Fondo de Cultura Económica. 1986.

❖ ARON, Raymond. “Las Etapas del Pensamiento Sociológico”. Ediciones Fausto.

1996. (v1)

❖ AGUILAR, Enrique. “Actualidad de Montesquieu”. Nota publicada en periódico La

Nueva Provincia. 1998.

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