Exámen traducción del Portugués

Santiago Rozo Sánchez

Prof: William Acree

29 de marzo de 2019

Primera Parte

Benjamin y la violencia

“Para una crítica de la violencia” es un texto escrito por Walter Benjamin entre finales de
1920 y el principio 1921, a los 28 años de edad, a raíz de su compromiso con el movimiento
estudiantil, su revisión crítica del kantismo y su compromiso intelectual con la teoría artística
romanticismo alemán. Influenciado por la lectura de Reflexiones sobre la violencia del
sindicalista francés Georges Sorel, 6 el texto de Benjamin funciona a través de oposiciones,
haciendo proliferar vertiginosamente las dicotomías. Éstas se multiplican, componiendo un texto
que se desarrolla casi a través de las disparidades. El texto comienza presentando un examen de
la relación de la violencia con los campos del derecho y la justicia. Evidentemente, estos campos
no se confunden: “si la justicia es el criterio de los fines, la legalidad es el criterio de los
medios”. El problema más “elemental” en este caso sería establecer la diferencia entre los fines y
los medios. La esfera (Bereich) de los fines está excluida del estudio, dice Benjamin, ya que lo
fundamental a la hora de discutir el tema de la violencia es justificarla como un medio. Entonces
aparece la primera dicotomía: si la violencia es un medio, surge la pregunta de si, en todos los
casos, esta sería un medio para conseguir fines justos o injustos. Pero Benjamin argumenta que,
reducir la pregunta a esto no ayuda a responderla, ya que en este caso la reflexión sobre la
violencia se reduciría a un criterio para los casos de las formas en que es usada. En otras
palabras, todo el problema se agotaría en el juicio de los fines. Benjamin postula entonces, que se
necesita un criterio más preciso para establecer diferencias entre los medios mismos.

La ausencia de un criterio por medio del cual pensar los medios sería uno de los pecados
de una corriente de filosofía legal: el derecho natural, para el cual la violencia es un producto de
la naturaleza, que sólo es condenable si es usada con propósitos injustos. El derecho positivo, la
corriente antagónica a esta produce un cul-de-sac simétricamente opuesto, ya que sólo puede
pensar la legalidad de los medios, no la justicia de los fines. Si el derecho natural busca,
“‘justificar’ los medios a través de la justicia de los fines, el derecho positivo busca ‘garantizar’
la justicia de los fines mediante la justificación de los medios”. Una corriente parte de la premisa
de la naturalidad de la violencia y, a partir de esa premisa, reduce la justificación de los medios a
la justicia de los fines. Reduce lo justo a lo ajustado. La otra corriente se dedica puramente a
juzgar la justificación de los medios y evaluarlos dentro de unos fines cuya cualidad de justicia
ha sido constituida de antemano. Reduce lo justo a lo legal. “Si el derecho positivo es ciego a la
incondicionalidad [Unbedingtheit] de los fines, el derecho natural es ciego a la contingencia
[Bedingtheit] de los medios”. Entonces, la tarea de la crítica es encontrar un “punto de vista
exterior tanto a la filosofía del derecho positivo, como al derecho natural” (181-2) . Para
construir este punto de vista, Benjamin trae a colación los usos legales de la violencia, incluidos
los momentos en donde el Estado renuncia, parcialmente, al monopolio que tiene sobre el uso
legal de la violencia. El derecho de huelga es uno de esos casos.
¿Qué es una huelga? ¿Se puede decir que negarse a trabajar es un acto de violencia?
Benjamin propone que, mientras que lo leamos desde el punto de vista de quienes recurren a la
huelga, esto es indiscutible. Existe una relación antitética entre la lectura del estado, que permite
la huelga pero mantiene el poder de declararla ilegal, y la lectura de aquellos que recurren a ella,
quienes sólo pueden verla como “el derecho de usar la violencia /fuerza [Gewalt] para lograr
ciertos fines”. La explicación de cómo la huelga, para Benjamin, es al mismo tiempo violencia y
no-violencia, está ausente de la paráfrasis que hace Derrida del texto de Benjamin, En esa
ausencia está la imposibilidad de un lenguaje que nombre la violencia propia del acto de huelga.
La huelga siempre se leerá de dos maneras simultáneamente, antes de la distinción entre la
violencia implícita o potencial del acto de huelga y la violencia explícita de la huelga general
revolucionaria (una dicotomía que como claramente ve Derrida no es pura, fácilmente separable,
etc.). Entonces la primera reducción de la paráfrasis de Derrida es: la fractura interna propia del
concepto de violencia de Benjamín desaparece, una fractura cuyo momento emblemático es el
momento en que el derecho de huelga se transforma en praxis.

Segunda Parte

Todo en el mundo comenzó con un sí. Una molécula le dijo sí a otra molécula y nació la
vida. Sin embargo, antes de la prehistoria estaba la prehistoria de la prehistoria y estaba el nunca
y estaba en sí. Siempre hubo algo. No sé qué, pero sé que el universo jamás comenzó.

Que nadie se engañe, sólo consigo llegar a la simplicidad a través de mucho esfuerzo

Entonces, mientras tenga preguntas a las que no encuentre respuesta continuaré

escribiendo. ¿Cómo comenzar en el principio si las cosas pasan antes de que pasen? ¿Si antes de
la prehistoria ya existían los monstruos apocalípticos? Si esta historia no existe, pasará a existir.
Pensar es un acto. Sentir es un hecho. Los dos juntos - soy yo quien escribe lo que estoy
escribiendo. Dios es el mundo. La verdad es siempre un contacto interior inexplicable. Mi vida
más verdadera es irreconocible, extremadamente interior y no tiene una sola palabra que pueda
significar. Mi corazón se ha vaciado de todo deseo y se ha reducido a un último o primer latido.
El dolor de muelas que cruza esta historia me dio una punzada aguda en toda esta boca. Entonces
yo canto algo agudo, una melodía estridente y sincopada - es mi propio dolor, yo que cargo este
mundo donde hace falta la felicidad. Felicidad? Nunca encontré una palabra más idiota,
inventada por las nordestinas que andan por ahí en los montes.

Como voy a decir ahora, esta historia será el resultado de una visión gradual - poco a
poco he venido descubriendo los porqués durante lo últimos dos años y medio. Es la visión de la
inmanencia de… De qué? Quién sabe si más tarde sabré. Como estoy escribiendo al mismo
tiempo en que soy leído. Entonces no comienzo por el final que justificaría el comienzo - de la
forma en que la muerte parece decir sobre la vida - porque necesito registrar los hechos
anteriores.

Escribo en este instante con cierta vergüenza por estar invadiéndote con una narrativa tan
abierta y tan explícita. En dónde entre tanto hasta sangre palpitante de tan viva vida podrá, quien
sabe, escurrir y luego coagularse en cubos de gelatina trémula ¿Será esta historia un día mi
coágulo? Qué sé yo. Si hay veracidad en ella - y es claro que la historia es verdadera a pesar de
ser inventada-, que cada uno la reconozca en sí mismo, porque todos somos uno y quien no tiene
pobreza de dinero tiene pobreza de espíritu o de saudade porque le falta una cosa más preciosa
que el oro - hay alguien a quien le falta lo delicado, lo esencial.

¿Cómo es que sé todo lo que seguirá y que todavía desconozco, ya que nunca lo he
vivido? Porque en una calle de Río de Janeiro encontré en el aire, de pronto, un sentimiento de
perdición en la cara de una muchacha nordestina. Sin decir que de niño me crié en el Nordeste.
También sé de las cosas por estar viviendo. Quien vive sabe, aun sin saber que sabe. Así es que
los señores saben más de lo que imaginan y se están haciéndose los idiotas.

Me propongo a que no sea complejo lo que escriba, aunque esté obligado a usar palabras
que ustedes rechazan. La historia determino con falso libre-arbitrio– va a tener unos siete
personajes y yo soy uno de los más importantes, está claro. Yo, Rodrigo S. M. Relato antiguo
este, pues no quiero ser modernista e inventar modismos por pura originalidad. Así es que
experimentaré contra mis hábitos una historia con comienzo, medio y “gran finale” seguido de
silencio y de la lluvia cayendo.