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Según Perfecto Andrés Ibáñez el funcionario judicial no siempre tiene plena conciencia del
gran número de cuestiones epistemológicas y la notable complejidad de los procesos
lógicos implícitos en su actividad.
En este orden de ideas cabe la posibilidad que el funcionario judicial se pueda dejar llevar
o pisar el campo de los prejuicios personales previamente obtenidos por el alejándose
Empirismo y la subjetividad personal de la realidad que le compete.
Por tal razón el juez debe tomar una posición objetiva e inteligente que le sirva para
edificar una sentencia o fallo más allá de toda duda razonable utilizando la lógica jurídica
como su soporte dejando de lado el “Empirismo y la subjetividad personal”.
Pues bien aunque estamos frente al derecho contemporáneo nos siempre se motiva la
decisión tomada de la mejor forma, dejando imposibilitado un derecho fundamental de
controvertir dicha decisión.
Por otro lado para que cada parte dentro del proceso pruebe su teoría el juez debe partir
de unas premisas que ayuden a entender claramente las premisas tasitas objeto de
prueba, para argumentar su decisión o fallo pero teniendo como base la narración de los
hechos materia de investigación por las partes para darle mayor credibilidad y confianza al
fallo, utilizando la máxima de la experiencia.
En síntesis es de anotar que toda premisa, mayor o menor no siempre lleva a una
conclusión, así se use la máxima de las experiencia, ya que hay situación fácticas que no
son lo que parecen y se debe hacer un análisis más exhaustivo de las pruebas materia de
investigación, que permita al aperador judicial edificar un fallo más allá de toda duda
razonable.