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AUTORIDADES

Canciller
Su Excelencia Reverendísima
Mons. MARIO ANTONIO CARGNELLO
Arzobispo de Salta

Rector
Pbro. Lic. JORGE ANTONIO MANZARÁZ

Vice-Rectora Académica
Mg. Dra. MARÍA ISABEL VIRGILI DE RODRÍGUEZ

Vice-Rectora Administrativa
Mg. Lic. GRACIELA MARÍA PINAL DE CID

Secretario General
Dr. GUSTAVO ADOLFO FIGUEROA JEREZ

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Indice General

Fundamentación ........................................... 15
Objetivos ...................................................... 16
Metodología .................................................. 16
Criterios de Evaluación ................................. 17
Condiciones para Regularizar ....................... 17
Contenidos ................................................... 17
Bibliografía .................................................... 20

Unidad I Unidad IV

La historia de América Contemporánea: 1.- La sustitución de importaciones (ISI)


temas, problemas y abordajes ...................... 27 frente a la crisis económica de 1930 ........ 95
Aproximaciones a una América Latina .......... 27 2.- La intervención estatal en la Economía .. 105
Algunas claves para empezar a abordar 3.- La discusión sobre el desarrollo económico
la Historia de Latinoamérica .......................... 31 en América Latina................................... 130
Periodizar la historia de América ................... 34 4.- La Revolución Cubana ........................... 139
5.- El impacto político e ideológico de
Unidad II la Revolución Cubana ............................ 145
6.- La discusión sobre las relaciones entre
modernización económica, democracia
1.- El surgimiento de un nuevo orden política y autoritarismo ............................ 155
colonial en América Latina (1850-1880) .... 41
2.- El orden neocolonial ................................. 45

Unidad III

La madurez del orden colonial (1880-1930) ... 63


Continuidades y cambios en la organización
de las economías y las sociedades
latinoamericanas 1870-1930 ......................... 63
Revolución Social y Reforma Política en
las primeras décadas del siglo XX ................ 73

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Curriculum Vitae
Datos Personales

Apellido y nombres: Alvarez Gustavo Adolfo


D.N.I. Nº: 21. 743.425 C.U.I.L.: 20-21743425-5
Lugar y fecha de Nacimiento: Tartagal, Provincia de Salta, 8 de Junio de 1970
Estado civil: Casado
Domicilio: Barrio Parque San Carlos Manzana 44 casa 17. Salta
Teléfono: 156051676

Estudios Cursados

Secundarios

Escuela de Comercio "Alejandro Aguado" Tartagal.


Titulo obtenido: Perito Mercantil.
Año de egreso: 1987

Universitarios

Universidad Nacional de Salta


Facultad de Humanidades
Titulo obtenido: Profesor Universitario de Historia para la Enseñanza Media
y Terciaria.
Año de egreso: 1993
Titulo obtenido: Profesor Universitario en Historia.
Año de egreso: 1995

Otros Estudios

BIT Instituto Internacional de Computación


Titulo obtenido: Programación Básica.
Año de egreso: 1992

Cursos de Especialización, Perfeccionamiento, Jornadas y Congresos

- I Jornadas Regionales de "Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales".


Organizadas por la Facultad de Humanidades de la U.N.Sa. Desde el 08 al 10 de
noviembre de 1989.
Carácter: Asistente.

- Curso de "Historia del Noroeste Argentino". Dictado por el Lic. Armando Bazán.
Organizado por Universidad Católica de Salta, Fundación Banco del Noroeste,
Instituto Salteño de Cultura Hispánica. Desde el 27 al 28 de setiembre de 1990.
Carácter: Asistente.

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- Jornadas Regionales "A quinientos años de la Conquista de América".
Organizadas por: Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos. Uni-
versidad Nacional de Tucumán. Facultad de Filosofía y Letras. Desde el 03 al 06
de octubre de 1990.
Carácter: Asistente.

- II Jornadas Regionales de "Investigación de Humanidades y Ciencias Sociales".


Organizadas por la Universidad Nacional de Jujuy. Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales. Desde el 23 al 26 de octubre de 1990.
Carácter: Asistente.

- "Jornadas del V Centenario".


Organizadas por la Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Humanidades
y Artes. Desde el 02 al 04 de octubre de 1991.
Carácter: Asistente.

- Curso "Cobija de Atacama: un respiradero al Pacifico de Bolivia y el Noroeste


Argentino".
Dictado por el Dr. Williams Lofstrom.
Organizado por la Universidad Nacional de Salta. Facultad de Humanidades. Los
días 27 y 29 de abril de 1992.
Carácter: Asistente.

- Simposio Internacional: "Procesos regionales, etnicidad y estructuras de poder


en los Andes. Fin de la Colonia y siglos XIX y XX".
Organizado por el C.E.P.I.H.A. Universidad Nacional de Salta. Facultad de Hu-
manidades. El día 13 de agosto de 1993.
Carácter: Asistente.

- "Segundas Jornadas de Historia de las Relaciones Internacionales, Teorías y


Temas".
Organizadas por: Asociación Argentina de Historia de las Relaciones Internacio-
nales. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Ciencias Políticas y Rela-
ciones Internacionales. Instituto de Historia de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales. Desde el 19 al 21 de octubre de 1994.
Carácter: Asistente.

- Curso de Perfeccionamiento: "Migraciones Contemporáneas en el NOA". Dicta-


do por el Profesor Mario Boleda.
Organizado por el Grupo de Estudios Socio-Demográficos (GREDES). Auspicia-
do por el Ministerio de Educación de la Prov. de Salta. Desde el 26 al 30 de junio
de 1995.
Con una duración de 30 hs. cátedra y evaluación. Aprobado

- Curso de Perfeccionamiento: "Población y mano de obra en la América Colonial".


Dictado por la Lic. Cecilia Mercado, U.N.Sa.

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Organizado por el Grupo de Estudios Socio-Demográficos (GREDES). Auspiciado
por el Ministerio de Educación de la Prov. de Salta. Desde 22 al 26 de agosto de
1995.
Con una duración de 30 hs. Cátedra y evaluación: Aprobado.

- Curso de Perfeccionamiento: "La Formación de los Estados Latinoamericanos


hasta la crisis de 1930".
Organizado por el Ministerio de Educación de la Nación. Universidad Nacional de
Salta. Ministerio de Educación de la Prov. de Salta. Red Federal de Capacitación
Continua. Programa de Capacitación Docente.
Los días 9, 10 y 12 de Febrero de 1996.
Con una duración de 30 hs. cátedra y evaluación: Aprobado.

- Curso de Perfeccionamiento: "Gentes, Ciudades y Riquezas".


Dictado por la Lic. Cecilia Mercado, U.N.Sa.
Organizado por el Grupo de Estudios Socio-Demográficos (GREDES). Auspicia-
do por el Ministerio de Educación de la Prov. de Salta. Los días 25 y 26 de octu-
bre, 1 y 2 de noviembre de 1996.
Con una duración de 30 hs. cátedra y evaluación: Aprobado.

- Curso de Perfeccionamiento: "La Geografía de Salta, diferentes aspectos".


Organizado por Universidad Nacional de Salta. Secretaría de Extensión Universi-
taria. Asociación Geográfica de Salta. Desde el 25 al 30 de noviembre de 1996.
Con una duración de 34 hs. cátedra y evaluación: Aprobado.

- Ciclo de Conferencias: "La Economía en el Mundo árabe contemporáneo. El


Fundamentalismo islámico. El mestizaje cultural en la Edad Media española"
Dictado por el Dr. Felipe Maillo Universidad de Salamanca, España.
Organizado por Universidad Nacional de Salta. Secretaría Académica. Secretaría de
Extensión Universitaria. Centro Salteño de Investigación de la Cultura Arabe.
Desde el 19 al 21 de agosto de 1996.
Con una duración de 9 hs. cátedra.
Carácter: Asistente

- Curso de Post-Grado: "Globalización vs. Nacionalismo, Regionalismos y


Localismos".
Dictado por el Dr. Jean Piel.
Organizado por la Universidad Nacional de Salta. Departamento de Post-Grado
de la Facultad de Humanidades. Desarrollado durante el mes de Agosto de 1996.
Con una duración de 60 hs. cátedra.
Carácter: Asistente

- Curso de Perfeccionamiento: "Salta y la Problemática de la Región NOA".


Organizado por el Ministerio de Educación de la Nación. Universidad Nacional de
Salta. Ministerio de Educación de la Prov. de Salta. Red Federal de Formación
Docente Continua. Programa de Capacitación Continua.
Los días 22 , 23, 29 y 30 de noviembre de 1996.
Con una duración de 30 hs. cátedra y evaluación: Aprobado.

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- Segundas Jornadas de Capacitación en Servicio en su Instancia 1ra. Organizadas
por la Secretaria de Planeamiento y Control de Calidad.
Los días 30 y 31 de Mayo de 1996. Liceo Cultural Docente.

- Curso de Actualización sobre "Las Fronteras como cuestión historiográfica, el


caso del Chaco Occidental, Argentino-Boliviano".
Dictado por el Dr. Daniel Santamaría del Centro de Estudios Indígenas y Colonia-
les de la Universidad Nacional de Jujuy.
Organizado por la Secretaria de Extensión Universitaria de la Universidad Nacio-
nal de Salta.
Entre los días 16, 17 y 18 de Abril de 1997.
Con una duración de 12 hs. cátedra.
Carácter: Asistente.

- Curso de Postgrado sobre "El Trabajo en los Andes Coloniales".


Dictado por el Dr. Nicolas Sanchez Albornoz Docente de la New York University
y de las Universidades de Columbia, Texas y Yale.
Organizado por el Departamento de Postgrado de la Universidad Católica de Salta.
Entre los días 24, 25 y 26 de Junio de 1997.

- Curso de Post-Grado sobre "Políticas Sociales en Argentina".


Organizado por la Dirección de la Maestría en Ciencias Sociales de la Facultad
de Humanidades de la U.N.Sa.
Durante los días 20 y 21 de Junio de 1997.
Carácter: Asistente.

- III "Jornadas de Formación Etica y Ciudadana".


Organizadas por la Secretaria Académica de la Universidad Nacional de Salta.
Durante los días 7 y 8 de Julio de 1997.
Carácter: Asistente.

- Curso de Capacitación "Hacia la formación de un sistema Provincial de archivos".


Dictado por el Profesor Manuel Vázquez Murillo de la Universidad Nacional de
Córdoba.
Organizado por la Coordinación General de Bibliotecas y Archivos de Salta, Mi-
nisterio de Educación Secretaría de Cultura.
Durante los días 8, 9 y 10 de Octubre de 1997.

- Curso Intensivo de Bibliotecnología.


Dictado por las Profesoras A. Champané y B. Kessler
Organizado por la Biblioteca Provincial Victorino de la Plaza y auspiciado por el
Ministerio de Educación de la Provincia de Salta.
Con una duración de 60 hs. cátedra y evaluación. Aprobado
- Ciclo de conferencias "El mundo árabe y el nuevo orden internacional"
Dictado por el Lic. Pedro Brieger Coordinador del Departamento de Medio Orien-
te. Instituto de Relaciones Internacionales. Facultad de Ciencias Sociales y Jurí-
dicas de la Universidad Nacional de la Plata.

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Organizado por la Facultad de Humanidades de la Universidad. Nacional de Salta.
EL Centro Salteño de Investigación de la Cultura Arabe.
Durante los días 8 y 9 de Junio de 1998
Con una duración de 30 hs. cátedra
Carácter: Asistente

- Curso de Post-grado "Los movimientos islámicos en el Nuevo orden internacional".


Dictado por el Lic. Pedro Brieger Coordinador del Departamento de Medio Orien-
te. Instituto de Relaciones Internacionales. Facultad de Ciencias Sociales y Jurí-
dicas de la Universidad Nacional de la Plata.
Organizado por la Facultad de Humanidades de la Universidad. Nacional de Salta.
Durante los días 6 al 10 de Junio de 1998.
Carácter: Asistente

- "Seminario sobre Políticas Sociales y Derechos Humanos"


Organizado por Universidad Nacional de Salta. Universidad Católica de Salta.
Ministerio de Gobierno y Justicia de la Provincia de Salta.
Durante los días 14 y 15 de Agosto de 1998
Carácter: Asistente

- "Segundas Jornadas del Medio Oriente"


Organizadas por la Universidad Nacional de la Plata. Facultad de Ciencias Jurídi-
cas y Sociales. Instituto de Relaciones Internacionales.
Durante los días 7 y 8 de Noviembre de 1998 La Plata.
Carácter: Asistente

- Curso de Ciencias Sociales Circuito "C": "Procesos Económicos y Sociales de la


Argentina Contemporánea".
Organizado por el Ministerio de Educación de la Provincia de Salta y la Red Fe-
deral de Formación Docente Continua. Universidad Nacional de Salta.
Desde el 1 de setiembre de 1998 al 31 de mayo de 1999
Con una carga horaria de 160 hs. reloj y Evaluación
Carácter: Presencial Aprobado

- Curso "Como enseñar Historia Contemporánea"


Organizado por el Proyecto CI 680 Facultad de Humanidades de la Universidad
Nacional de Salta.
Durante los días 20 y 21 de Agosto de 1999
Carácter: Asistente

- Seminario de Formación Etica y Ciudadana: "El Estado y la Política en su reali-


dad dinámica"
Organizado por el Centro de Estudios Universitarios de Alumnos Libres de las
carreras de Derecho, Ciencias políticas y Sociales.
Durante los días 13, 4, 15, 16, 17, 20 m y 21 de Diciembre de 1999
Con una duración de 30 hs. reloj y evaluación
Carácter: Asistente Aprobado

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- Curso: "Una opción Educativa Inteligente: Construcción del 3er Ciclo de E.G.B. por
sus Actores"
Dictado por los Licenciados Marta Bruno, Eleonora Naranjo, Patricia Nallar, Ma-
ría Gambetta y Osvaldo García López.
Organizado por Universidad Católica de Salta. Red Federal de Formación Do-
cente Continua.
Desde el 7 de Abril al 10 de Junio de 2000
Con una duración de 80 Hs. reloj y evaluación
Carácter: Asistente Aprobado

Antecedentes Docentes

Secundarios

- Establecimiento: Instituto Secundario Técnico Electrónico Privado (ISTEP).


Cargo: Profesor Suplente de Historia
Cursos: 1º , 2º y 3º Año
Desde el 08- 03- 94 hasta 01- 03- 96

- Participación en: "III Operativo Nacional de Evaluación de la Calidad", En la Prov.


de Salta
Organizado por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. Sistema Na-
cional de Evaluación de la Calidad.
Desde 13 al 15 de noviembre de 1995.
Carácter: Evaluador.

- Establecimiento: Instituto Secundario "San Bernardo".


Cargo: Profesor de Historia
Cursos: 3º, 4º y 5º Año Div. "A"
Desde el 14 de Abril hasta 30 de Diciembre de 1997

- Establecimiento: Colegio Secundario Nº 38 "11 de Setiembre". Dirección Gral. de


Educación Media. Salta.
Cargo Profesor Suplente de Historia
Cursos: 1er. Año Div. 1ra, 2da y 3ra
Desde el 06-08-96 hasta el 06-11-96.

- Establecimiento: Instituto Secundario Técnico Electrónico Privado (ISTEP).


Cargo: Profesor Titular de Historia en los siguientes cursos:
Cursos: Primer, Tercer y Cuarto
Desde 25-03-96 hasta 28-02-97

- Establecimiento: Liceo Cultural Docente.


Cargo: Profesor de Historia en:
Segundo año 1ra. div.
Desde el 12-03-96 hasta 31-01-97

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Terciarios

- Establecimiento: "Liceo Cultural Docente" Profesorado de Enseñanza Primaria y


Preescolar.
Cargo: Profesor Suplente en la cátedra "Ciencias Sociales y su Didáctica".
Ciencias Sociales y su Didáctica. 3 hs. Turno Tarde.
Ciencias Sociales y su Didáctica. 3 hs. Turno Nocturno.
Desde el 20-04-94 al 18-05-94.

- Establecimiento: "Colegio de Jesús" "Nivel Terciario"


Carrera: "Profesorado de Formación Docente en el Nivel Inicial"
Cargo: Profesor
Cátedra: "Ciencias Sociales y su Didáctica" 2 hs.

- Carrera: "Profesorado de Formación Docente para E.G.B.: I y II"


Cargo: Profesor
Cátedra: "Ciencias Sociales" 3 hs.
Desde el 22 de marzo hasta el 8 de mayo de 1999.

Universitarios

Universidad Nacional de Salta.


Facultad de Humanidades.
Carrera: Licenciatura en Historia

- Cargo: Alumno Auxiliar Adscripto


Cátedra de Historia Americana II (contemporánea)
Desde el 1 de mayo de 1992 hasta el 31 de marzo de 1993.

- Cargo Auxiliar Docente de Segunda Categoría


Cátedra: Historia Contemporánea
Carrera Licenciatura en Historia
Ganado por concurso.
Desde el 1 de mayo de 1994 hasta 31 de marzo de 1995.

- Renovación del cargo de Auxiliar Docente de Segunda Categoría en la cátedra


de Historia Contemporánea
Desde el 1 abril de 1995 hasta el 31 de marzo de 1996.

- Cargo: Auxiliar Docente Adscripto


Cátedras: "Historia Contemporánea Universal"
"Historia Contemporánea del Medio Oriente"
Carrera: Licenciatura en Historia
Desde el 05 de Agosto de 1997 y por el término de un año.
Calificación: Sobresaliente
Universidad Católica de Salta
Facultad de Ciencias Jurídicas
Carrera: Licenciatura en Relaciones Internacionales

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- Cargo: Auxiliar Docente
Cátedra: "Historia Universal Contemporánea" Anual
Desde el 10 de octubre de 1998 continuando hasta la fecha
Carrera: Licenciatura en Relaciones Internacionales

- Cargo: Auxiliar Docente


Cátedra: "Historia Contemporánea de América" Anual
Desde el 29 de marzo de 1999 continuando hasta la fecha

Antecedentes en Investigación

Universidad Nacional de Salta

- Auxiliar de investigación en el Proyecto Nº 607 "EL FENOMENO DEL LIDERAZGO


EN EL MUNDO ARABE CONTEMPORANEO: EL CASO DE SADDAM HUSSEIN".
Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Salta
Desde 1 de Junio de 1996 hasta el 30 de Junio de 1997

- Auxiliar de investigación en el Proyecto Nº 750 "LA O.L.P. Y SU CAMPAÑA TE-


RRORISTA INTERNACIONAL"
Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Salta
Desde el 1 de Enero de 1998 y por el término de 3 años.

Antecedentes Docentes Actuales

Secundarios

Establecimiento: Colegio de Jesús


Turno: Mañana

Asignatura: Historia Argentina y Contemporánea


Curso: Cuarto División: B

Asignatura: Formación Etica y Ciudadana


Cursos: Séptimo y Octavo Div. "A" de E.G.B. III
Desde el 03-03-97 continuando hasta la fecha.
Establecimiento: Colegio Privado "San Marcos"
Turno: Mañana
Asignatura: Ciencias Sociales Historia
Cursos: Séptimo y Octavo Div: "A"

Asignatura: Formación Etica y Ciudadana


Cursos: Séptimo, Octavo y Noveno de E.G.B. III
Desde el 15 de Marzo de 1998 continuando a la fecha

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Carrera: Relaciones Internacionales
Curso: 2º Año
Materia: Historia Contemporánea de América
Profesor: Prof. Gustavo Alvarez
Año Académico: 2015

Fundamentación
Después de aquella aproximación a la Historia Contemporánea, el presente curso
espera poder profundizar sobre algunos problemas que se acercan especialmente a
lo que vivimos como sociedad. Señalamos ya como la historia ha sido presentada,
frecuentemente, como maestra de la vida o como "relato verdadero de los hechos
importantes del pasado". Sin embargo, juntos hemos reflexionado que la ciencia his-
tórica, tal como la concebimos hoy, es más que esto: su objetivo va más allá de la
reconstrucción de los hechos. El historiador, tal como lo afirma Marcello Carmagnani
en su Estado y Sociedad en América Latina, "sólo podrá considerar realizada la tarea
que le incumbe a condición, no tanto de dar una respuesta unívoca, cuanto de plan-
tear adecuadamente los diversos problemas, exponer sus contradicciones e indicar
las posibles alternativas de superación de las mismas".

Por esto abordaremos a lo largo del curso, junto a la información, que nos parece
indispensable para aproximarse a los temas, un conjunto de problemas, preguntas,
cuestiones y las respuestas que diferentes historiadores han dado a los mismos.

El recorte espacial de América, con especial énfasis en la América Latina, nos


permitirá revisar algunos de los procesos trabajados en Historia Universal Contem-
poránea, sin embargo, el análisis acotado a regiones o naciones nos posibilitará una
profundización que incluya los distintos aspectos económico, político, sociocultural,
vinculados entre sí.

Seguramente más de uno de Ustedes ha sido protagonista o espectador de mu-


chos de los acontecimientos y procesos que trabajaremos, esto conlleva ventajas:
por un lado los datos -fechas, nombres, lugares- nos resultan familiares y se asocian
a los recuerdos personales y familiares, por el otro muchas de nuestras lecturas de
diarios y revistas han colaborado con ese caudal de información.

Sin embargo, existe un peligro en esta cercanía espacial y temporal, y es que esos
datos y recuerdos encuentran cargas altamente subjetivas, que en oportunidades se
asocian a prejuicios propios o heredados. Por esto será indispensable usar la infor-
mación y apelar a nuestra memoria, con una actitud crítica, abrirnos a los interrogantes
que se plantean sobre la historia; sabiendo que la realidad histórica y la ciencia que la
estudia son muy complejas y merecen una atención interrogativa.

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Objetivos
- Caracterizar y explicar los procesos históricos desde la interrelación de lo econó-
mico, social, político, cultural en una América que se presenta como "compleja,
de amplitud geográfica y culturalmente diversa", con especifidades aunque
interconectada con los procesos mundiales.
- Apropiarse de conceptos que posibiliten la trasposición al análisis de otros proce-
sos.
- Desarrollar herramientas de análisis de diferentes fuentes de información y de
producción textual.
- Afianzar su habilidad en la exposición escrita u oral de temas y opiniones, y el
respeto a las diferencias en el debate.
- Desplegar una actitud crítica.

Metodología

Por todo esto, el alumno encontrará en los contenidos, actividades y evaluaciones


de la asignatura una búsqueda permanente de la reflexión acerca de los procesos
históricos. Más que la memorización de fechas y datos, se apunta a la explicación de
esos procesos y a la construcción de conceptos que sirvan para el análisis de diferen-
tes realidades con una perspectiva histórica. El estudio o referencia a los casos na-
cionales o regionales será una oportunidad para profundizar, a través de la lectura
comprensiva de la bibliografía básica y complementaria, ese análisis, encontrando
las similitudes y marcando las especificidades de los casos analizados.

El módulo no incluye los contenidos de la unidad 5 la que será trabajada con la


bibliografía on line citada en la Bibliografía Básica.

Los prácticos no constituyen un complemento de la teoría sino más bien el momento


de construcción y apropiación de conceptos a partir del desarrollo de las actividades que
incluirán: lectura de textos de historiadores, de fuentes documentales (artículos periodís-
ticos, videos, etc.), de gráficas estadísticas, de los mapas y de algunas películas. A partir
de lo cual el alumno deberá responder cuestionarios, elaborar cuadros, redes conceptua-
les, graficar en mapas o escribir breves ensayos. Algunos de los prácticos serán orienta-
tivos del estudio y por lo tanto servirán al alumno para considerar si ha comprendido los
contenidos, mientras que otros prácticos tienen como finalidad la búsqueda de una sínte-
sis de los conceptos y temas más importantes.

El alumno deberá remitir al docente los trabajos prácticos que figuran en los módu-
los. La remisión se deberá hacer en fecha a publicarse en el foro y por mail a la
dirección electrónica que allí se consigne. La aprobación es una de las condiciones
para regularizar la materia

Los foros de debate son espacios en los que los alumnos y el docente podrán opinar e
intercambiar ideas acerca de los temas propuestos. Es condición indispensable de esta

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participación la fundamentación de las opiniones. Los debates se extenderán a lo largo de
dos semanas; los temas y cronogramas serán publicados en el foro.

Criterios de Evaluación
La evaluación es entendida como un proceso continuo que involucra a los docen-
tes y a los alumnos por lo que se realizará un seguimiento del proceso de enseñanza-
aprendizaje, a través de los prácticos, la participación en los foros de debate, los
parciales y el examen final.

Para que cada una de estas actividades se encuentre aprobada el alumno deberá
mostrar que ha alcanzado las competencias que se están evaluando, es decir que
deben ser respondidas adecuadamente todas y cada una de las consignas propues-
tas en los prácticos, parciales y examen final.

Como así también participar activamente, con opiniones fundadas, en dos de los
tres foros de debate que se proponen para el presente año. La exigencia en torno a la
"fundamentación" apunta a que el alumno explicite las razones, las bases sobre las
que sostiene tal o cual opinión, principio básico de la construcción del conocimiento y
del debate fructífero.

Condiciones para Regularizar


¡¡IMPORTANTE!!

Los requisitos para regularizar la materia serán informados por el docente a


través de los canales pertinentes de comunicación:

- Tablón de anuncios.
- Foro de la materia.
- Cuadros de regularización publicados en la página web.

¡¡¡Manténgase atento!!!

Contenidos
Unidad 1: La historia de América Contemporánea: temas, problemas y abordajes.
América, Américas, Latinoamérica… Aproximaciones a una América Latina. Algunas
claves para empezar a abordar la Historia de Latinoamérica. Aproximación a una
periodización de la Historia de América.

Unidad 2: El surgimiento de un nuevo orden colonial en América Latina (1850-


1880).

Hacia un nuevo orden económico: las reformas liberales. La división internacional


del trabajo y la incorporación de las sociedades latinoamericanas al mercado capita-
lista internacional.

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2.1.- El orden neocolonial.

El desarrollo de las economías exportadoras de productos primarios. Las for-


mas de organización de la producción económica: control nacional y enclave.
El control nacional de la producción. Los enclaves productivos.

Economía y sociedad en América latina durante la segunda mitad del siglo


XIX.

La expansión imperialista de los Estados Unidos en América latina. El control


del Canal de Panamá. Las intervenciones militares y políticas

2.2.- La formación de los estados nacionales

Las dificultades para centralizar la autoridad política. La centralización de la


autoridad política como condición para la constitución de un Estado. Merca-
dos regionales y fragmentación de la autoridad política. La formación de gru-
pos dirigentes de amplitud nacional: El liberalismo conservador de los grupos
dirigentes latinoamericanos.

Orden neocolonial, ingresos fiscales y centralización política.

Desarrollo capitalista y dominación oligárquica.

Unidad 3: La madurez del orden colonial (1880-1930)

3.1.- Continuidades y cambios en la organización de las economías y las socieda-


des latinoamericanas.

La fase de expansión de las exportaciones. La desorganización del sistema


internacional de comercio y pagos liderado por Gran Bretaña. El impacto de la
Primera Guerra Mundial sobre las economías primario-exportadoras. Las de-
mandas de productos "estratégicos".

El nuevo rol de los Estados Unidos y su relación con América latina.

El agotamiento del crecimiento económico basado en las exportaciones de


bienes primarios.

El impacto de la crisis económica de 1930 en América latina. Las estrategias


de recuperación de los países latinoamericanos frente a la crisis.

Expansión económica y diversificación social. El surgimiento de nuevos gru-


pos sociales. Los trabajadores urbanos.

La organización del movimiento obrero en América latina. Represión y refor-


mas legislativas.

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3.2.- Revolución social y reformas políticas en las primeras décadas del siglo XX.

3.2.1.- El régimen de gobierno oligárquico. "Estado capturado" y partidos de


notables. Exclusión política y manipulación de la participación electo-
ral. La "modernización" económica y social". La construcción de las
"Naciones" en América latina.

3.2.2.- La crisis de orden oligárquico.

Los diferentes tipos de reclamos. Las respuestas de los gobiernos


oligárquicos. La intransigencia absoluta. La ampliación de la ciudada-
nía. El mantenimiento de la dominación oligárquica. La situación en
Centroamérica y el Caribe.

Zapata y la revolución campesina en México. La revolución liberal:


"sufragio efectivo y no reelección". La guerra civil. La revolución cam-
pesina.. "la tierra para el que la trabaja". La institucionalización de la
revolución campesina.

Sandino y la lucha antiimperialista en Nicaragua. Nicaragua: "protec-


torado" estadounidense. Las guerrillas sandinistas

Unidad 4: Crisis del orden neocolonial (1930-1970)

4.1.- La sustitución de importaciones (ISI) frente a la crisis económica de 1930.

El impacto de la Segunda Guerra Mundial en América latina. Los relaciones


con Estados Unidos.

Hacia un nuevo modelo de desarrollo económico: el "crecimiento hacia aden-


tro". La intervención estatal en la economía.

4.2.- Nacionalismo y populismo. Intervención estatal y nacionalización de la eco-


nomía.

Nacionalismo económico y alianzas políticas policlasistas. La distribución eco-


nómica en favor de las masas populares. Los populismos latinoamericanos.

4.3.- La discusión sobre el desarrollo económico en América latina. La CEPAL y su


propuesta de impulsar una "industrialización deliberada. El financiamiento de
la industrialización deliberada. La estrategia desarrollista de profundización
industrial. La transnacionalización de las economías latinoamericanas. La dis-
cusión sobre las causas del subdesarrollo y la dependencia.

4.4.- La Revolución Cubana

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Crisis del azúcar, agitación social y represión. La organización del movimien-
to 26 de julio y el inicio del proceso revolucionario. Los guerrilleros de la Sierra
Maestra y el triunfo de la revolución. Hacia la construcción del socialismo.

4.5.- El impacto político e ideológico de la Revolución Cubana en América latina. La


radicalización de los movimientos populares: las organizaciones guerrilleras.

La vía parlamentaria hacia el socialismo: el gobierno de Salvador Allende en


Chile.

Las respuestas de los sectores dominantes. Los Estados Unidos y la "alianza


para el progreso". La doctrina de la seguridad nacional.

4.6.- La discusión sobre las relaciones entre modernización económica, democra-


cias políticas y autoritarismo.

Los gobiernos militares de la década de 1960.

Los gobiernos militares de la década de 1970. El disciplinamiento económico


y social. El terrorismo de Estado.

Unidad 5: Hacia un nuevo orden internacional

Las nuevas democracias en América Latina.

Los efectos políticos y económicos de la globalización capitalista. Deuda, crisis y


políticas de ajuste. El debilitamiento de los Estados Nacionales.

La desigual distribución de la riqueza y el aumento del desempleo. Los "Sin tierra".


Los Zapatistas. Pluralismo cultural y autonomías étnicas en América Latina.

Avances en la lucha por los derechos humanos: verdad y memoria.

Neoliberalismo y "Pensamiento Unico".

Propuestas y Advertencias para salir del "Pensamiento Unico".

Bibliografía
Bibliografía Básica:

Unidad 1: La historia de América Contemporánea: temas, problemas y


abordajes.

- Rouquié, Alain "Introducción", en Extremo Occidente, Emecé, Argentina, 1990.


(Hay otras ediciones).

20
- Skidmore y Smith "¿Por qué América Latina?", en Historia contemporánea de
América Latina, Crítica, Barcelona, 1996, pp. 11 a 22
- _______ y ____ "La transformación de la América Contemporánea (1880-1990),
en Obra Citada, pp. 53 a 73.

Unidad 2: El surgimiento de un nuevo orden en América Latina (1850-1880).

- Dabène, Olivier, Capítulo 1 "La entrada de América Latina en la era Moderna", en


América Latina en el siglo XX, Síntesis, Madrid, 1999.
- Halperín Donghi, Tulio Cuarta Parte "Surgimiento del orden neocolonial", en His-
toria contemporánea de América Latina, Alianza, Buenos Aires, 1986 (Hay otras
ediciones con diferentes subtítulos).

Unidad 3: La madurez del orden neocolonial (1880-1930)

- Dabène, Olivier. Capítulo 2 "Los años de la prosperidad", en Obra citada.


- Skidmore y Smith "Perú", en Historia contemporánea de América Latina, Crítica,
Barcelona, 1996, pp. 204 a 226
- _______ y _____ "México" en Obra citada, pp. 242 a 257.
- ________ y _____ "Centroamérica", en Obra citada, pp. 339 a 377.
- ________ y _____ "América Latina, Estados Unidos y el mundo", en Obra citada,
pp. 378 a 396.
- Halperín Donghi, Tulio. Quinta Parte "Madurez del orden neocolonial", en Historia
contemporánea de América Latina, Alianza, Buenos Aires, 1986. (Hay otras edi-
ciones con diferentes subtítulos).

Unidad 4: Crisis del orden neocolonial (1930-1970)

- Dabène, Olivier. Capítulo 3 "La era del populismo", en Obra citada, pp. 73 a 106.
- ______, _____ Capítulo 4 "El seísmo de la revolución cubana", en Obra citada,
pp. 107 a 140.
- ______, _____ Capítulo 5 "Los años sombríos", en Obra citada, pp. 141 a 174.
- Halperín Donghi, Tulio. Sexta Parte "Crisis del orden neocolonial", en Obra citada.
- Skidmore y Smith. "Cuba", en Historia contemporánea de América Latina, Crítica,
Barcelona, 1996, pp. 280 a 311.
- _______ y _____ "Chile" en Obra citada, pp. 127 a 161.
- _______ y _____ "Argentina", en Obra citada, pp. 80 a 127.
- _______ y _____ "Brasil", en Obra citada, pp. 176 a 204.
- _______ y _____ "América Latina, Estados Unidos y el mundo", en Obra citada,
pp. 396 a 411.

Unidad 5: Hacia un nuevo orden internacional

- Bartolomé, L. "Procesos civilizatorios, pluralismo cultural y autonomías étnicas",


en Andes 9, Cepiha-UNSa, Salta, 1998, pp. 13-38.
- Dabène, Olivier. Capítulo 6 "Las transformaciones políticas y económicas: América
Latina hacia la democracia de mercado (1979-1990)", en Obra citada, pp. 175 a 210.

21
- ______, ______ Capítulo 7 "Fin de siglo en América Latina…", en Obra citada,
pp. 211 a 250.
- Ezcurra, Ana María. ¿Qué es el Neoliberalismo? Evolución y límites de un mode-
lo excluyente, Lugar edit., Argentina, 1998.

Bibliografía ON LINE

- GEORGES COUFFIGNAL, Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine - Paris.


El papel del Estado en un mundo globalizado: el caso de América Latina en
E.I.A.L. ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS DE AMERICA LATINA Y EL CARI-
BE VOLUMEN 13 - Nº 1 ENERO-JUNIO 2002, http://www.tau.ac.il/eial/XIII_1/
- JORGE P. GORDÍN, Universidad de Pittsburgh. Neoliberalismo y democracia
en América Latina: descentralización, ¿el eslabón perdido? En E.I.A.L. ES-
TUDIOS INTERDISCIPLINARIOS DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE VOLU-
MEN 13 - Nº 1 ENERO-JUNIO 2002, http://www.tau.ac.il/eial/XIII_1/
- MARIO SZNAJDER, Universidad Hebrea de Jerusalén. ¿Adaptando el Estado
al Mercado, o el Mercado al Estado? Reformas constitucionales en Chile,
Brasil y Argentina hacia fines del siglo XX en E.I.A.L. ESTUDIOS
INTERDISCIPLINA-RIOS DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE VOLUMEN 13 -
Nº 1 ENERO-JUNIO 2002, http://www.tau.ac.il/eial/XIII_1/
- MANUEL ALCÁNTARA SÁEZ Universidad de Salamanca. Los retos políticos
de la gobernabilidad democrática en América Latina en, E.I.A.L. ESTUDIOS
INTERDISCIPLINARIOS DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE VOLUMEN 8 - Nº
1 ENERO - JUNIO 1997 Pensamiento Político en América Latina,
http://www.tau.ac.il/eial/VIII_1/
- WALDO ANSALDI Universidad de Buenos Aires. GOBERNABILIDAD DEMO-
CRÁTICA Y DESIGUALDAD SOCIAL, La versión en soporte papel del presente
artículo fue publicada en Estudios Sociales. Revista Universitaria Semestral, Año
5, núm. 9, Santa Fe, segundo semestre 1995, pp. 9-35, y en Leviatán, II Época,
Nº 70, Madrid, Invierno 1997, pp. 95-121, versión on line en http://
catedras.fsoc.uba.ar/udishal/art/gobernabilidaddemocratica.htm#N_1_
- WALDO ANSALDI Universidad de Buenos Aires. LA DEMOCRACIA EN AMERI-
CA LATINA. MAS CERCA DE LA PRECARIEDAD QUE DE LA FORTALEZA.
Retoma aquí algunos de los argumentos ya expuestos en los artículos "La demo-
cracia en América Latina, más cerca del oportunismo que de los principios", en
Sociohistórica. Cuadernos del CISH, N° 7, Centro de Investigaciones Socio His-
tóricas, La Plata, Primer semestre 2000, pp. 219-227, y, sobre todo, "La demo-
cracia en América Latina, entre la ficción y la esperanza", en Anales de la Cáte-
dra Francisco Suárez, N° 34, Universidad de Granada, (España), 2000, pp. 173-
197, en http://catedras.fsoc.uba.ar/udishal/articulos_ofr.htm

Bibliografía Complementaria

- AA.VV. 1986 Sistemas electorales y representación política en Latinoamérica,


Fundación Ebert, Madrid.
- AA.VV. 1992-1997. Pensamiento Iberoamericano. Revista de Economía Política,
Vol. 21-25.

22
- AA.VV. 1992. Identidad democrática y Poderes populares, CEIS-Universidad de
los Andes, Colombia.
- Aracil, Oliver y Segura 1997. El mundo actual, Universitat de Barcelona, España.
- Bethell, l. (Compilador) 1998. Historia de América, Tomos XI, XII y XIII, Cambridge-
Crítica, Barcelona.
- Carmagnani, Marcello 1984. Estado y sociedad en América Latina 1850-1930,
Crítica, Barcelona.
- Chevallier, Francois 1999. América Latina, FCE, México.
- Gaggero H., Garro A, Mantiñan S. Historia de América en los siglos XIX y XX,
Aique, Bs. As., 2001.
- Pla, Alberto 1971. América latina y Estados Unidos, CEAL, Buenos Aires
- ___, ______ (coordinador) 1974 Historia de América en el siglo XX, tomos 1 al 3,
Bs. As., CEAL.
- Rofman, A. y Romero, L. 1998. Sistema socioeconómico y estructura regional en
la Argentina, Amorrortu, Buenos Aires.
- Thorp, Rosemary 1998. Progreso, pobreza y exclusión, BID, Washington.
- Vitale, Luis 1992. Introducción a una Teoría de la Historia de América Latina,
Bs.As., Planeta.

Bibliografía ON LINE

- UDISHAL-Unidad de Docencia e Investigaciones Sociohistórica, UBA, Blioteca


Virtual.
http://catedras.fsoc.uba.ar/udishal/articulos_ofr.htm
- RedALyC- Red de revistas científicas en Ciencias Sociales para América Latina,
Caribe, España y Portugal.
http://redalyc.uaemex.mx/
- Revista Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe.
http://www.tau.ac.il/eial/

Prof. Gustavo Alvarez

Distribución de unidades por módulo


Módulo Unico.

MUY IMPORTANTE

Para el desarrollo de los contenidos de la Unidad V de este programa,


la docente cita bibliografía On Line y direcciones de sitios a visitar
que proporcionarán la información necesaria para el estudio de dicha
Unidad.

Prof. Gustavo Alvarez

23
24
Diagrama de Contenidos - Unidad I

La Historia de América

Temas abordajes Claves para


Periodización Periodización
un Abordaje
problemas Criterio geográfico
Categorías
tradicional.
Concepto cultural.
Sociedad- naturaleza.
Identidad subcontinental.
Formas de producir y
Hispano o Iberoámerica.
relaciones sociales.
Panamericanismo.

25
desarrollo
Indoamérica.
desigual
Indolatina.
combinado
América Latina articulado
específico-diferenciado
rasgos multilineal
Colonización española portuguesa. Génesis y desarrollo del capitalismo.
Su Parte de Occidente Países su o en vía de desarrollo. Dependencia.
Dependen del mercado mundial. Causalidad.
y del Tercer Mundo Países en menor o mayor grado Totalidad.
dentro de la esfera de EE.UU.
Sustrato heterogéneo de culturas.
originarias sobre esta base migrantes
provenientes de Europa.
26
Unidad I

La historia de América Contemporánea:


temas, problemas y abordajes

En el presente curso, abordaremos la historia del siglo XX en América; sin embar-


go, corresponde hacer dos aclaraciones:

1.- por un lado que para comprender estos procesos será necesario remontarnos
a las últimas décadas del siglo XIX, período en el que se consolida un orden
económico, social y político, cuyo estudio dará luz para entender los procesos
posteriores, inclusive algunos aspectos de nuestra realidad más contemporá-
nea.
2.- Por otro, si bien el recorte es continental, el interés de la asignatura está puesto
en América Latina y a partir de ella, sus proyecciones, relaciones y conflictos
con EE.UU. Esta opción, metodológica y didáctica, intenta cambiar la perspec-
tiva por la cual todo parece suceder en los países centrales, mientras que los
periféricos sólo reflejan los grandes acontecimientos de las potencias. Así la
historiografía tradicional, basada en la concepción unilineal de la historia y en el
modelo eurocéntrico de desarrollo, ha bloqueado el análisis de las
especificidades de América Latina.

Por esto, América Latina brinda la posibilidad de entender lo común y lo diverso,


entre las naciones y ad intra de los propios estados, comparar, analizar, reconocer la
multicausalidad y la pluridimensionalidad de los procesos.

Claro que, la idea misma de América Latina es problemática. Aunque es de uso


corriente en la mayoría de los países del mundo y en la nomenclatura internacional,
no es un término riguroso1, y resulta complejo encontrar la variable que permita incluir
a unos y excluir a otros.

Aproximaciones a una América Latina

Si apelamos a un criterio geográfico tradicional rápidamente nos daremos cuenta


que la América latina no encuentra dentro de esta disciplina una delimitación clara: si
bien podríamos señalar que corresponden a esta unidad la parte sur y central del
continente, México se encuentra, según los geógrafos, en América del norte; ade-
más, nos encontramos con Guyana y Belice angloparlantes.

1.- En este punto hemos seguido muchas de las reflexiones que realiza el historiador francés Alain
Rouquié, conocedor y estudioso de la realidad y de la historia latinoamericana, en su libro Extre-
mo Occidente.

27
La respuesta se podría orientar a señalar que se trata de un concepto cultural lo
que conduce a la conclusión de que "abarca las naciones americanas de cultura latina";
ahora bien, Canadá con Quebec, es tan latino como Puerto Rico, sin embargo, a nadie
se le ocurriría incluirlo en América Latina.

Más allá de estas imprecisiones, se podría pensar en la existencia de una iden-


tidad subcontinental, una trama de solidaridades basada en una cultura común o
vínculos de otro tipo; pero esta afirmación se da de bruces con la realidad de una
América muy diversa, con escasas relaciones entre sí, inclusive con profundas dife-
rencias dentro de los mismos países. Pensemos en nuestro país: recorramos mental-
mente su geografía y sus gentes, es tal la diversidad entre la patagonia y la puna y
tanta su cercanía, física y cultural con países vecinos (Chile y Bolivia, respectivamen-
te), que resulta difícil pensar y hacer una historia argentina, sin caer en la miopía de
proyectar las descripciones y explicaciones de lo que sucede en la capital y en las
grandes ciudades, al resto del país. Quizá por esta diversidad algunos autores ha
preferido hablar de las Américas Latinas.

Sin embargo, más allá o más acá de estas diferencias y falta de vinculaciones, la
dirigencia de los países latinoamericanos orientarán fuertemente la economía, la po-
lítica, la cultura -a lo largo del siglo XX- a los países centrales (los europeos o EEUU).

Las palabras tienen historia

El epíteto de latino tiene, además, su historia: apareció en Francia en la época de


Napoleón III (mediados siglo XIX), como parte del gran plan de "ayudar a las nacio-
nes latinas" de América a contener la expansión del los Estados Unidos, así la latini-
dad tenía la ventaja de imponerle a Francia "legítimos deberes" para con sus "herma-
nas" americanas. Esta latinidad fue rechazada históricamente, en nombre de la his-
panidad, de aquí que en España se prefiera el epíteto de Hispano o Iberoamérica.

Por su parte Estados Unidos construyó la idea de Panamericanismo, frente al


nuevo avance europeo, así la América al sur del río Bravo se constituirá para ellos, en
distintos períodos y con diferentes políticas, en una cuestión de Estado.

Tanto el concepto de latina, como el de hispano o ibero, refería fundamentalmente


a la ascendencia de las capas dirigentes de la sociedad, sin embargo, existe otra
América, aquella que encuentra amplias poblaciones con lengua materna aborigen,
así Haya de la Torre, político peruano, acuño una novedosa denominación regional:
Indoamérica. Esta designación ha tenido menos éxito que el indigenismo literario
que la inspiró o que el partido creado por Haya.

Sin embargo, la trama indígena no está ausente, ni siquiera en los sectores de la


sociedad o en los países que se autoproclaman como más "blancos" o "bajados de
los barcos", aquella participa claramente en la fisonomía nacional de los distintos pue-
blos. Esta América es, según la expresión de Sandino, claramente indolatina.

28
Utilizaremos la expresión América latina, con conocimiento de causa, sabiendo de
sus límites conceptuales y sus ambigüedades, pero reconociendo por otro lado que
es una expresión generalizada y utilizada por los propios interesados ("nosotros los
latinoamericanos"). Por esto y para iniciarnos en la complejidad de abordar estos
procesos históricos nos pareció oportuno comenzar cuestionando el recorte mismo
de nuestro estudio.

A primera vista, nos encontramos con una América marcada por la colonización
española y portuguesa (francesa en el caso de Haití), que se define por contraste
con la América anglosajona. Por lo tanto hay en América latina, un predominio de las
lenguas española y portuguesa, a pesar de las culturas precolombinas y de las olea-
das migratorias de los siglos XIX y XX. Pero la exclusión de Canadá y el hecho de
que los organismos internacionales (BID, por ejemplo) incluyan entre los estados
latinoamericanos a Trinidad-Tobago, las Bahamas y Guyana, otorgan al perfil de esta
América una innegable coloración socioeconómica e incluso geopolítica.

Todas estas naciones, sin importar su PBI o sus diferencias, ocupan el mismo
lugar en la división global Norte-Sur, son países sub o en vías de desarrollo o de
industrialización, ninguno forma parte del centro desarrollado. Es decir, constituyen
la periferia, son países periféricos.

Tal como lo veremos, dependen del mercado mundial como productores de


materias primas y bienes alimenticios, pero también del "centro", que determina la
fluctuación de los precios, les proporciona tecnología, así como capitales y modelos
culturales.

Una particularidad, y un factor de unidad es que todos estos países se encuen-


tran, en distintos grados, dentro de la esfera de influencia inmediata de Estados
Unidos (inclusive Cuba, a pesar de su modelo diferente del capitalista, y justamente
por esto, vive de una manera más o menos directa, el peso de estar tan cerca de los
EUA). Es un "privilegio" que no comparten con ninguna otra región del Tercer Mundo.
La frontera común de tres mil kilómetros entre México y los Estados Unidos constitu-
ye un fenómeno único, es una línea de división cultural y a la vez socioeconómica,
cargada de un fuerte valor simbólico.

Tal vez se podría clasificar entre las naciones latinoamericanas a todos los países
del continente en vías de desarrollo, independientemente de su lengua y su cultura,
es igualmente cierto que en esta región la política predomina sobre la geografía.

Otro elemento reconocible y común a estas naciones es que sobre un substrato hete-
rogéneo de culturas originarias se instalaron y mixturaron en distintos grados,
migrantes provenientes de Europa (S. XV al XVII y fines del XIX y XX), además de la
migración forzada de África y Asia, que ha llevado a que los europeos, vean a esta América
Latina como una provincia alejada, pero siempre parte de la misma cultura. Así esta Améri-
ca aparece con frecuencia como una síntesis o yuxtaposición de los dos grandes rasgos
descriptos: ser parte de Occidente y del Tercer Mundo.

29
Sin embargo, todas estas aproximaciones, aunque reales adolecen de una deficien-
cia, miran a América desde los parámetros y las relaciones con los otros países. Luis
Vitale señala que el resultado de esta perspectiva es que no tenemos "una teoría de la
historia para estudiar las particularidades de América Latina y el Caribe: No he-
mos podido precisar los períodos de transición de nuestra historia, carecemos de
una teoría que explique la incidencia de la relación etnía-clase en nuestro
subcontinente indo-afro-latino, y menos aún de una teoría de la cuestión nacional
que se deduzca de las especificidades de la ruptura del nexo colonial … los mo-
dos de producción … la formación de las clases sociales … Carecemos de una
teoría que oriente la investigación acerca del papel del mito y de la religiosidad
popular…"2

Esto no implica descartar u omitir las teorías planteadas para y desde Europa o
EUA, se trata de incorporar sus contribuciones teóricas más relevantes, aplicándolas
de manera creadora a nuestra realidad; sólo debemos cuidar de no trasladar mecáni-
camente, y hasta a veces por la fuerza, los esquemas de aquellas historias al estudio
de la nuestra. José Luis Romero, historiador argentino y formador e inspirador de
muchos de los principales investigadores actuales, advirtió que "el esquema de las
corrientes ideológicas de Europa occidental no puede servirnos de modelo … quizás
ha sido Latinoamérica más original de lo que parecen a primera vista ciertos proce-
sos que, con demasiada frecuencia, consideramos como simples reflejos europeos"3.

La historia y el trabajo del historiador

Las dificultades para comprender y explicar la realidad social derivan, en parte, de


que, a lo largo de muchos siglos, filósofos y científicos relacionaron el origen de la
realidad social y la explicación de por qué ocurre lo que ocurre en la historia con un
factor extrahumano: sea la voluntad divina, o una noción de progreso, por el cual la
realidad social y el devenir histórico avanzaban en etapas hacia un determinado fin.

Durante las primeras décadas del siglo XX, el pensamiento filosófico y científico
basado en la noción de progreso entró en crisis. Desde entonces comenzaron a ser
elaboradas y difundidas teorías científicas que sostienen que las acciones humanas
y sociales no pueden ser explicadas con los mismos métodos y conceptos que se
utilizan para explicar los fenómenos naturales, porque la realidad social tiene carac-
terísticas específicas que la diferencian de la realidad natural.

La especificidad de la realidad social (presente y pasada) consiste en que


ella es el resultado de acciones realizadas por seres humanos que tienen inten-
ciones y motivos. Los historiadores y los investigadores en ciencias sociales

2.- Luis Vitale, Introducción a una Teoría de la Historia para América Latina, Planeta, Bs.As., 1992,
pp.11 y 12
3.- José Luis Romero, Latinoamérica, situaciones e ideologías, Ed. Del Candil, Bs.As., 1967, pp. 26
y 55. Citado por Luis Vitale, obra citada, p.15

30
tienen que explicar los motivos de las acciones humanas. Tienen que establecer
relaciones entre las acciones y determinar cuáles fueron las causas y cuáles fue-
ron los efectos o resultados.

Con este objetivo, la tarea central del historiador es la de reconstruir el proceso


histórico. Para reconstruir el proceso no alcanza con ordenar cronológicamente los
hechos históricos.

Resulta necesario explicar las acciones reconstruyendo su sentido, compren-


der su sucesión y explicar el cambio social como el cambio de las estructuras
sociales y de las relaciones entre sus componentes.

Para alcanzar este fin, cada historiador utiliza distintas teorías que le proporcionan
hipótesis para explicar cómo se relacionaron todas las acciones realizadas por los
hombres en el pasado en todos los planos de la vida social -el económico, el social, el
político y el ideológicocultural- y cómo se relaciona el pasado con el presente.

Algunas claves para empezar a abordar la Historia de Latinoamérica

Si la existencia de una América Latina es problemática, si se impone la diversidad


de sociedades y economías, si el aislamiento de las distintas naciones es un hecho
fundamental que hace a su manera de funcionar, no es menos cierto que una relativa
unidad de sus destinos, más sufrida que deseada, acerca a las repúblicas hermanas.
El fenómeno se advierte en las grandes etapas de su historia, en la identidad de los
problemas y de las situaciones que enfrentan estas naciones.

Por un lado el largo proceso de transformación de las sociedades originarias, por


el otro los siglos de conquista, dominación y resistencia han marcado, a pesar de los
casi dos siglos de vida independiente de estas naciones, de manera duradera las
configuraciones sociales y han signado muchos de sus conflictos y elecciones.

Además, la especificidad de América Latina no significa que carezca de las regula-


ridades o tendencias generales que se han dado en la historia de otros continentes:
enfrentamientos sociales, revoluciones, períodos de transición, etc.

Sin embargo, resulta necesario redefinir algunas categorías concretas para abor-
dar esa historia.

Por un lado la relación sociedad-naturaleza marcada a partir de la colonización


hispano-lusitana, por la apropiación de los recursos naturales por las metrópolis de
aquella primera forma de colonización o de las nuevas de los siglos XIX y XX.

Por otra parte, las particularidades en las formas de producir y en las relacio-
nes sociales que se establecen a partir de una manera de producir. En este sentido, a
los diversos modos de producción de las comunidades prehispánicas se les impuso

31
(aunque sin desaparecer algunas de aquellas articulaciones), más que "un modo",
variadas relaciones de producción: que hacían uso de la mita minera, junto a la enco-
mienda y el salario, por lo que podría ser considerado un período de transición que
transcurre entre los siglos XVI y XIX.

¿Con qué categoría global de análisis hay que investigar nuestra particular trans-
formación histórica? ¿Cómo hacer frente a una América Latina que cambia a ritmos
diferentes, desde puntos distintos, para llegar a situaciones más o menos convergen-
tes o no? Luis Vitale, autor que guía muchas de estas reflexiones, propone la catego-
ría de desarrollo desigual, combinado, articulado, específico-diferenciado y
multilineal. Para entender el desarrollo desigual, podríamos hacer un paneo de los
distintos países latinoamericanos y su inserción en la economía capitalista, inclusive
si nos vamos a los tiempos prehispánicos, podremos observar la presencia de esta
desigualdad y multiplicidad de desarrollos.

Este desarrollo desigual adquiere diversas formas combinadas, que pueden com-
probarse en un recorrido por algunas de las principales ciudades de este subcontinente
en el que siguen existiendo miles de talleres artesanales, en los que podemos encon-
trar relaciones asimilables a las de maestro-aprendiz junto a fábricas con la más alta
tecnología y concentración obrera.

En la actualidad latinoamericana se articulan variantes de economía de subsis-


tencia indígenas y campesinas con el mercado capitalista, como puede comprobarse
en las regiones andinas centrales y mesoamericanas. Inclusive quienes visitan las
ferias de Iruya o de Santa Catalina (Salta y Jujuy respectivamente) no dejan de sor-
prenderse al ver a los campesinos bajar desde sus pequeñas y lejanas propiedades
con sus papas, ocas, animales o polvo de oro, para ser intercambiada en una instan-
cia ferial en la que no faltan los productos con sello "Made in China".

Estos desarrollos desiguales, articulados y combinados tienen, así mismo, un carácter


específico-diferenciado. No existe unidad sin diversidad, de este modo se verá más
clara la singular historia de América Latina, abruptamente incorporada al sistema mercan-
tilista mundial, desde la colonización, y, posteriormente, al sistema capitalista. A su vez,
entenderemos que las particularidades (las condiciones, las circunstancias, el medio) no
pueden reducirse a la "lógica universal" del desarrollo social, ni deducirse de ella, pero
tampoco pueden ser separadas de ella, ni serle opuestas, ni simplemente agregársele
como complemento, como accesorio empírico.

La idea de "continuidad histórica" de los sucesos que siguen unos a otros, de evolu-
ción, debe ser manejada teniendo siempre en cuenta la discontinuidad, la ruptura, y el
desarrollo desigual, articulado, combinado y específico-diferenciado; insistiendo más en
la unicidad contradictoria de los procesos concretos que en una continuidad supuesta-
mente lineal. Es decir, que los procesos son multilineales y esto es lo que hace a las
especificidades de las historias nacionales, regionales, de comunidades, etc.

Es importante tener presente para abordar la historia contemporánea de América,


la particular génesis y desarrollo del capitalismo, como así también del proceso

32
de industrialización. El proceso de acumulación interna del capital en América latina
durante los siglos XIX y XX, fue también específico porque, paralelamente con la
expansión de la frontera interior (recordemos los procesos de expansión y ocupación
de la segunda mitad del siglo XIX y del XX, por ejemplo las campañas a la Patogonia
argentina y al Chaco), existió también el uso y abuso de mano de obra agrícola y
minera, por ese capitalismo primario exportador, que después apeló a la mano de
obra industrial. Si bien es cierto que muchas de las ganancias de esta forma de
capitalismo, fugaron al exterior, también es cierto que, aquellas que quedaron en los
países latinoamericanos, permitieron la conformación y/o consolidación de una clase
social, la burguesía criolla, que concentraba el poder económico, social y político.
Esta particular conformación de las clases sociales en América explica muchos de
los conflictos, alianzas, contradicciones, reacomodos de la historia interna de
Latinoamérica.

Otro concepto que se ha usado, y del que a veces se ha abusado, para tratar de
explicar la particularidad de América Latina, es el de dependencia. Muchas veces,
inclusive, se ha hablado de la teoría de la dependencia; sin embargo, más que una
teoría se trata de una categoría de análisis, que sirve para explicar el período latino-
americano que se inicia con la colonización -aunque se lo ha usado con mayor énfa-
sis para los procesos llamados neocoloniales (segunda mitad del siglo XIX y XX),
cuando se estableció una dependencia de tipo financiera y cultural-. Por la diversidad
de procesos que podrían ser abordados desde esta categoría es que resulta conve-
niente aplicarla teniendo en cuenta cada fase histórica, porque no es igual la depen-
dencia colonial de las metrópolis ibéricas, que la decimonónica británica o norteame-
ricana, que las actuales dependencias en un sistema global.

La categoría de causalidad, y la controvertida relación causa-efecto, deben ser


manejadas con sumo cuidado para no caer en el mecanicismo. El problema en histo-
ria, y en la latinoamericana contemporánea particularmente, es interrelacionar las
cadenas de causas endógenas y exógenas, es decir, aquellas que se consideran
internas a los procesos y las que provienen del exterior. Tomemos como ejemplo las
independencias de los países en las primeras décadas del siglo XIX, algunos histo-
riadores pusieron el acento en la influencia de la revolución francesa y de los hechos
producidos en España, otros apuntaron a los movimientos insurgentes de base mítica
como la rebelión de Tupac Amaru; en realidad no se trata de establecer de manera
mecánica si la causa prioritaria es la exógena o la endógena, sino de analizar el
impacto de ellas en el desarrollo interno de cada país y en el conjunto de los países.
Descubrir la causalidad de los hechos históricos es uno de los quehaceres centrales
del investigador, porque de lo contrario la Historia sería una descripción de sucesos
inconexos, sin explicación.

La categoría de totalidad, clave para toda la ciencia, en la caso de la Historia,


adquiere una magnitud que a veces aparece como inabordable, pero es ineludible si
se quiere comprender el conjunto de las manifestaciones de la formación social.

Usar la categoría de totalidad, variable y heterogénea, no es tarea fácil, ni siquiera


dentro del estudio de países. La interrelación de los factores económicos con los so-

33
ciales, políticos y culturales puede aparecer no tan difícil en el papel, pero su
implementación es compleja a la hora a la hora de procesar la información. No se
trata, solamente, de analizar por separado cada uno de los aspectos de una sociedad
y luego establecer las correlaciones, sino de ver cómo esas manifestaciones son
expresión de la totalidad; cómo la economía condiciona pero, a su vez, es influida por
las políticas de los gobiernos; cómo estos y los Estados son expresión de la clase
dominante, pero en un momento del proceso adquieren una relativa autonomía; cómo
las diversas manifestaciones de la cultura no son fenómenos separados de la econo-
mía, las clases y la política, sino la expresión del conjunto social.

Periodizar la historia de América

Establecer una periodización adecuada es una cuestión clave para la comprensión


de la historia en general, porque condensa los cambios cualitativos experimentados
en las formaciones sociales. Hennri Berr y Lucien Febvre, dos de los fundadores de
la Escuela Francesa de Annales señalaban que: "No hay en el campo de la historia
un problema metodológico de mayor importancia que el de la periodización4. Es que
la operación de periodizar no consiste en enumerar los hechos cronológicamente,
tampoco el de colocarlos en cajas preestablecidas, como los apelativos a las edades,
alcanzar una periodización implica sintetizar, desde una determinada perspectiva teó-
rica, las transformaciones significativas que han ocurrido en la historia de un país, de
una región o de un subcontinente".

Uno de los problemas epistemológicos más complejos para intentar una


periodización es lograr un criterio común para todos los períodos, evitando que uno
de ellos sea calificado por lo económico y otros por lo político o cultural.

Hemos optado por una periodización que prioriza los cambios cualitativos de las
formaciones sociales, con sus formas de producir y de relacionarse y sus expresio-
nes de dependencia económica y política. Estimamos que este criterio es más ade-
cuado que la periodización por edades o por sistemas de gobiernos utilizada por los
historiadores tradicionales.

Establecer una periodización para América latina es un problema complejo, ya que


los estudios históricos hasta hace unas décadas, estuvieron marcados por una con-
cepción de la historia fáctica, es decir, el relato de batallas, acontecimientos patrióti-
cos, héroes mitologizados, hechos políticos hipertrofiados.

El problema es que, a pesar de la amplitud del criterio seleccionado, toda periodización


conduce a diferentes formas de unilateralidad. Toda periodización establece un corte
cronológico, dejando la falsa impresión de que las formaciones sociales complejas y
heterogéneas que se venían dando hasta allí, desaparecen o cambian en un solo sentido y
se homogeneizan. Desde esta perspectiva podemos suponer que con la organización de la

4.- Citado por Luis Vitale, obra citada, p. 6

34
sociedad colonial en el siglo XVI desaparecieron los modos de vida de las múltiples comu-
nidades indígenas, o que ellas se extinguieron tras la arremetida estatal de fines del siglo
XIX; si esto fuera así resultarían incomprensibles el movimiento de Chiapas o los reclamos
de los Wichis del Chaco argentino o de los Mapuches de nuestra patagonia, por nombrar los
más conocidos y cercanos.

Reconociendo este límite, nos parece que la periodización nos permite ubicarnos
relativamente en el tiempo y referir con conceptos a aquellas formaciones sociales
que resultan dominantes y que en más de una oportunidad arremeterán, en la medi-
da de sus necesidades, contra las otras formas de organización social. No nos re-
montaremos a los tiempos de las primeras sociedades, porque el objeto de nuestra
materia es la Historia Contemporánea de América. Sin embargo, nos parece oportu-
no señalar que la historia de este continente no comienza con las independencias del
siglo XIX, ni con la colonización europea del XVI, debemos remontarnos más atrás, a
unos cincuenta mil años antes de Cristo, período para el que han sido fechado los
restos arqueológicos humanos más antiguos en América.

Es cierto que una etapa decisiva en la historia del continente se inicia con los
movimientos revolucionarios y las guerras de independencia, este proceso que rom-
perá el viejo vínculo colonial ha sido llamado por el historiados argentino Tulio Halperin
Donghi, como el de la larga espera (1825-1850). En 1825 terminaba la guerra de
independencia; dejaba en toda la América española un legado nada liviano: crisis de
las estructuras coloniales. Los datos de la realidad hispanoamericana y los de la
economía metropolitana (España, Francia, Inglaterra) coinciden en provocar una es-
tabilidad en la penuria, muy distinta de las renovaciones esperadas por los revolucio-
narios de 1810. Entre los cambios traídos por la independencia es fácil sobre todo
advertir, para este período:

1.- Desorden administrativo, militarización, un despotismo pesado de soportar por-


que se ejerce sobre poblaciones que la revolución ha despertado a la vida
política, y que sólo deja la alternativa de la guerra civil, incapaz de fundar siste-
mas de convivencia menos brutales.
2.- En los económico, desde una perspectiva general, se da un estancamiento al
parecer invencible. Pero esa situación general conoce variaciones locales im-
portantes que se relaciona con las características de las distintas economías
regionales. Venezuela en su agricultura y el Río de la Plata en su ganadería,
tienen el germen de una estructura económica orientada a ultramar, mientras
que Bolivia, Perú y sobre todo México, cuya economía minera ha sufrido de
muchas maneras los embates de la guerra, no logran reconquistar su nivel de
tiempos coloniales. Entre estos casos extremos se sitúa la mayor parte de las
regiones hispanoamericanas.

A mediados del siglo XIX, podemos señalar, con los límites que los cortes implican
y que apuntamos arriba, un nuevo período, el de surgimiento del orden neocolonial
(1850-1880). La conquista de la estabilidad se ha logrado sólo en los espacios antes
considerados periféricos del antiguo imperio español y en Brasil, estos rasgos positi-
vos no autorizaban a esperar una consolidación rápida de un nuevo orden latinoameri-

35
cano. Este se estableció cuando comenzó a consolidarse una nueva relación económi-
ca entre los centros industriales europeos, principalmente Inglaterra, y las sociedades
latinoamericanas.

La década del 80, inicia lo que Halperín llamó la madurez del orden neocolonial
(1880-1930), en el que se da la enajenación de gran parte de las riquezas nacionales
y de la soberanía. A esta etapa corresponderá una creciente presencia norteamerica-
na en las relaciones comerciales con América Latina, en sus decisiones políticas y
territoriales; y una dependencia que además de mercantil es financiera y servirá de
punto de partida para un esbozo de dependencia política y militar.

Mil novecientos treinta, la gran depresión, reveló la fragilidad del orden mundial al
que Latinoamérica había buscado incorporarse. De allí e adelante asistimos a la cri-
sis del orden neocolonial (1930-1970), la catástrofe coyuntural del 29 dejó en he-
rencia cambios que, si bien a corto plazo no fueron dimensionados por los efectos de
la guerra mundial, a la larga serían muy profundos.

Es a partir de las crisis de las décadas del 70 y 80 que los latinoamericanos reco-
nocemos que participamos en un nuevo orden internacional, en el que las econo-
mía no se dividen, desde la caída del muro de Berlín, entre capitalistas y comunistas,
sino entre sociedades ricas y pobres, una nueva división entre norte y sur.

Esta breve periodización guiará muchos de los contenidos que ustedes trabajarán
a lo largo del año, y seguramente las lecturas y experiencias personales enriquece-
rán estos escuetos rótulos que intentan dar sentido a una historia que, como lo seña-
lamos, es compleja y multidimensional.

36
Actividad Nº 1

América Latina y "La casa de los espíritus"

Con esta propuesta iniciamos una serie de trabajos prácticos que incluirán una
variada gama de textualidades, entre las que incluimos, como en este caso, la cine-
matografía. En todos los casos en los que trabajemos con películas deberá elaborar
una ficha que incluya en forma completa los datos del filme.

Las conclusiones de este práctico deberán publicarse en el foro en fecha a consig-


nar, alrededor del 10 o 15 de abril. La idea es que podamos compartir las experien-
cias, conceptos y conclusiones acerca de la manera en que la autora de la obra y el
director de la película perciben y comunican América Latina.

En este caso la película con la que debe trabajar es La casa de los espíritus,
basada en la novela de la escritora chilena Isabel Allende, si bien no se trata de una
novela histórica, el relato de Allende en el que el mundo real-maravilloso es omnipre-
sente, toma un eje temporal por el que transcurre y sus referencias a la situación
económica, social, política e ideológica de Chile, pueden proyectarse a la historia de
Latinoamérica en su conjunto.

El siguiente esquema le servirá de guía para registrar la información que después


deberá compartir:

Título del film:

Año:

Director:

País de origen de la Película:

Problemas centrales planteados en el film:

Períodos históricos a los que refiere, con una


sintética caracterización de cada uno:

Apreciación personal acerca de la película y de


su visión de América Latina:

37
38
Diagrama de Contenidos - Unidad II
El surgimiento de un nuevo orden colonial en América Latina

Primera mitad Reformas producidas El Orden neocolonial Formación de


Siglo XIX Estados Nacionales
origina un nuevo pacto
objetivos colonial
período de la terratenientes, Se destruye el orden impuesto
sentar las bases legales
larga espera comerciantes y por el dominio colonial
para el libre acceso a los
capitales financistas
Mediados del
Siglo XIX locales Se produce un proceso
extranjeros Desarrollo de economías de fragmentación
tierra exportadoras de
Las Reformas Liberales compra de suelo productos primarios
a partir de subsuelo territorial y social
la consolidación del capitalismo de productos agrícolas

39
en Europa Occ. libre contratación de mano productos minerales
Se centraliza la autoridad
de obra
establece relación con Formas de organización de política y luego se fragmenta
La división internacional de la producción económica
América Latina trabajo y la incorporación de Se forman grupos dirigentes
aumentó demandas de la sociedad latinoamericanas De control Nacional de amplitud nacional
materias primas al mercado capitalista Enclaves productivas
se realizó inversiones de internacional.
capital Se produce Características
reestructura su economía como resultado liberalismo conservado
Siglo XIX
orden neocolonial
especializaciones produc- profunda diferenciación social ingresos fiscales
Los requerimientos tiva territoriales
dominación oligárquica
metropolitanos demandan producción de manufactu- expansión imperialista corrupción
ras industriales de EE.UU. en América Latina
inversión de capital creación de nuevas tecno-
disponibilidad de tierras logías
mano de obra acumulación del capital
40
Unidad II

1.- El surgimiento de un nuevo orden


colonial en América Latina (1850-1880)

Después de haber visto o leído La casa de los espíritus, muchas de las cosas que
leerán a continuación los remontarán a momentos de esa obra o de tantas otras que
en América han sabido mostrar la vida de los hombres mujeres y niños de este
subcontinente. La historia con un discurso menos agraciado y con el objetivo de tratar
de explicar esos modos de vivir en sociedad les dará la oportunidad de hacerse de un
conjunto de herramientas para abordar tanto la lectura del pasado, como la de nues-
tro presente. Muchos de los conceptos y procesos presentes en este módulo y co-
rrespondientes a las unidades 2 y 3 del programa de la materia, siguen y sintetizan
los contenidos de la bibliografía básica de la cátedra, por lo que resulta una tarea
imprescindible de Ustedes, acercarse a esos autores para complementar lo que se
expresa en estas páginas.

Durante la primera mitad del siglo XIX, la crisis del dominio colonial y las guerras
de independencia produjeron la desorganización del orden económico colonial, ba-
sado en el monopolio de España y Portugal, a este período se lo llamó el de la larga
espera. Etapa de transición entre un modo de vida de antiguo régimen y una nueva
sociedad a la que algunos, y sólo algunos, imaginaban libre e igualitaria.

Los grupos de productores y comerciantes criollos, que en las primeras décadas


del siglo XIX apoyaron las luchas por la independencia, esperaban el establecimiento
de un nuevo orden económico y comercial liderado por Gran Bretaña.

Por eso, cuando estos grupos controlaron los gobiernos de los nuevos países lati-
noamericanos, levantaron todas las restricciones al comercio con el exterior que exis-
tían en el antiguo sistema económico de dependencia colonial. Confiaban en que
asegurando el librecambio (como lo aconsejaba Inglaterra a los gobernantes de las
sociedades periféricas), los capitalistas ingleses invertirían para desarrollar nuevas
industrias.

Pero durante la primera mitad de del siglo XIX, ni Inglaterra ni otras sociedades
industriales europeas realizaron inversiones importantes de capital en América Lati-
na. El mercado latinoamericano solo les interesaba para colocar el excedente de su
producción industrial. Para los latinoamericanos comenzó una larga espera.

Si nos fijamos en la expansión de las inversiones inglesas, nos apercibimos de su


lentitud hasta 1880. La aceleración tiene lugar después de esta fecha, y los capitales
se invierten en sectores económicos nuevos. La inversión del capital inglés se orientó
al comercio, transporte y las finanzas, es decir, aquellos sectores en los que la domi-
nación económica de la oligarquía era muy débil o nula. Por lo cual las clases dominan-
tes en América Latina, hacia 1880, poseen el control casi absoluto de los recursos

41
naturales y de la mano de obra del sector productivo y el capital inglés controla los
sectores mencionados, con una importante rentabilidad de su capital y sin entrar en
conflicto la oligarquía.

a.- Hacia un nuevo orden económico: las reformas liberales

Hacia mediados del siglo XIX, comenzó a consolidarse una nueva relación econó-
mica con Inglaterra y otros centros industriales europeos y las sociedades latinoame-
ricanas.

Los capitalistas de las sociedades industriales comenzaron a demandar de las


economías latinoamericanas la producción de nuevas materias primas y alimentos.

A partir de 1850, la consolidación del capitalismo en Europa Occidental creó las


condiciones para que los centros industriales establecieran un nuevo tipo de relacio-
nes con las sociedades latinoamericanas.

El volumen de ganancias que generaba el desarrollo de la industrialización impul-


só a los capitalistas europeos a realizar nuevas inversiones para continuar expan-
diendo la producción industrial. Por este motivo aumentó la demanda de algunas
materias primas; en particular las requeridas por la nueva industria eléctrica, como el
salitre y el cobre y, más tarde por la petroquímica; el petróleo. La mayor circulación
de dinero en las sociedades europeas impulsó la demanda de algunos productos
tropicales que no eran básicos en la alimentación de la población. Como el café, el
cacao y las frutas tropicales, como así también aumentó la demanda de tabaco.

Por su parte los capitalistas industriales ingleses se volcaron a la compra de trigo


producidas en las zonas templadas de América latina que resultaban más baratas
que las que se producían en Inglaterra. Como el pan y la harina eran alimentos bási-
cos en la dieta de los obreros y sus familias, si el precio era bajo, ellos podrían tam-
bién pagar salarios bajos.

Asímismo consideraron conveniente realizar inversiones de capital en América La-


tina.

Esto provocó la reestructuración de las economías latinoamericanas. El impulso


externo aunque necesario no era suficiente para lograr esa reestructuración econó-
mica. También se requerían cambios en la organización tradicional de estas socieda-
des.

La adecuación de las economías latinoamericanas a los requerimientos metropoli-


tanos demandaba:

- inversiones de capital
- disponibilidad de tierras y
- de mano de obra.

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Los nuevos países tenían que ofrecer garantías para atraer capitales externos, que
necesitaban un mercado de tierras y de mano de obra libres. Con el propósito de
impulsar cambios, los gobiernos locales impusieron una serie de reformas institucio-
nales conocidas como "reformas liberales".

Estas reformas inspiradas en el liberalismo económico de las sociedades


industrializadas tenían como objetivo:

Sentar las bases legales que garantizarían el libre acceso a los capitales
tanto locales como extranjero, a la compra de tierras, suelo y subsuelo y a
la libre contratación de mano de obra.

Este ciclo de reformas resultaba necesario, desde la perspectiva del liberalismo


decimonónico, debido a que en la mayoría de las sociedades latinoamericanas como
México y en Perú, la mayor parte de la población que podía ser empleada como
mano de obra se encontraba fuera del mercado de mano obra.

Además, la Iglesia Católica era propietaria de enormes extensiones de tierras que


no podían ser compradas ni vendidas, llamadas "manos muertas"; lo mismo ocurría
con las tierras que eran propiedad de las comunidades indígenas. La mayoría de las
propiedades eclesiásticas no eran explotadas comercialmente y los indígenas, por su
parte, las utilizaban en un sistema de propiedad comunal orientado a garantizar la
subsistencia de los integrantes de la comunidad. Estas condiciones imposibilitaban la
conformación de un mercado de mano de obra, ya que la población poseía los recur-
sos necesarios para su subsistencia sin necesidad de emplearse.

Con las reformas liberales, los nuevos gobiernos latinoamericanos expropiaron las
tierras a la Iglesia y a las comunidades indígenas, y avanzaron sobre las tierras públi-
cas, por ejemplo los ejidos municipales que fueron vendidos a particulares a precios
muy bajos.

A partir de 1850, los distintos gobiernos intentarán a través de reformas y de cam-


pañas militares, desplazar hacia el interior la frontera entre economía europea y eco-
nomía no europea. Consideramos "europea" la que directa o indirectamente tiene
que ver con la exportación, mientras que la "no europea" es aquella desprovista de
esta relación.

Así la constitución de un mercado de tierras fue un proceso violento y muy resisti-


do por las comunidades indígenas -que facilitó la posterior desarticulación de aque-
llas y la pauperización de la población campesina- y en el que la transferencia de
tierras a nuevos grandes propietarios afianzó el sistema de gran propiedad o latifun-
dio.

El avance sobre las comunidades indígenas despojó de sus tierras a los descen-
dientes de los aborígenes conquistados por los europeos. Después de expulsados
de sus tierras, y sin recursos, quedaron disponibles para ser empleados como mano
de obra, ya que sus posibilidades de trabajar se redujeron al ámbito de las haciendas o

43
a los nuevos centros mineros. Sin embargo, este proceso no constituyó un mercado de
mano de obra asalariada. Las condiciones de contratación que los nuevos propietarios
establecieron reforzaron los mecanismos de explotación de la mano de obra indígena
heredados de la etapa colonial y basados en relaciones de tipo servil.

En conclusión:

- Resulta claro que el fenómeno de la progresiva extensión del área económica-


mente aprovechada por la agricultura y la ganadería es el fenómeno central.
- También resulta evidente que esta extensión se obtiene gracias a mecanis-
mos de tipo tradicional (similares a los empleados en el período colonial), que
no suponen un factor moderno ni modernizante, ya que se basan en la coerción y
en aumentar las ganancias mediante una presión ulterior sobre la productividad.
- El aspecto tradicional está, justamente, en la apropiación de los recursos natu-
rales y en la actitud coercitiva sobre la mano de obra; mientras que su veta mo-
derna se relaciona con la gestión de las unidades productivas, dedicadas a sumi-
nistrar la máxima cantidad de bienes susceptibles de comercialización sin alterar
por ello su propio equilibrio interno. Así la clase propietaria alcanzaba su objetivo
esencial: obtener mayores ingresos monetarios sin recurrir a la inversión de capi-
tales.
- En cuanto a la estructura social, no se reconocen importantes cambios en tor-
no al crecimiento demográfico, el mestizaje o la relación entre campo y ciudad, lo
cual significa que los mecanismos tradicionales de esta sociedad mantienen toda
su vigencia. En lo que sí se reconoce un cambio significativo es en el inicio de un
importante enriquecimiento de los sectores de grandes propietarios y de
pauperización de las capas inferiores, con lo que se desarrollará un proceso de
polarización social: "Cada vez el amo es más amo y más servil la condición del
peón, del colono, de las capas populares"1 . La expansión productiva hizo que se
deterioraran las antiguas relaciones de producción gracias a las cuales la explo-
tación de las capas populares no era percibida como tal, ya que se recubría de
formas paternalistas y de dominación mediata.

b.- La división internacional del trabajo y la incorporación de las


sociedades latinoamericanas al mercado capitalista internacional.

En el transcurso del siglo XIX, el desarrollo de la industrialización y la expansión


del comercio internacional dieron lugar a una nueva división internacional del trabajo.

Los centros industriales; Inglaterra, Francia, Alemania y los EE.UU. Más tarde fue-
ron profundizando su especialización en la producción de manufacturas industriales,
en la creación de nuevas tecnologías y en la acumulación de capital. Mientras que los
países no industrializados se fueron especializando en la producción de materias pri-
mas y alimentos que los centros industriales requerían.

44
Con este propósito, los países no industrializados reorganizaron sus economías en
función de las necesidades de los centros capitalistas. Aprovechando sus "ventajas
comparativas y competitivas" es decir que, cada país se especializó en la producción
de aquellos productos, que como consecuencia de sus condiciones naturales de su
territorio podía producir alguna ventaja, que se manifestaba en la calidad y/o en el
precio de venta en el mercado internacional frente a otros países que no contaban
con esas mismas condiciones naturales.

A partir de estas especializaciones productivas territoriales

- los países no industrializados se incorporaron al mercado internacional como


periferias capitalistas.
- Desde entonces las sociedades periféricas se convirtieron en mercados donde
los capitalistas de los países industrializados vendieron una parte importante de
sus producciones industriales, y
- a partir de la segunda mitad del siglo XIX, además, vendieron su tecnología y
colocaron préstamos de capital. Por su parte, las sociedades centrales compra-
ban a las sociedades periféricas materias primas de origen mineral, vegetal y
alimentos.

2.- El orden neocolonial

A partir de 1850, la consolidación del capitalismo industrial en algunas socie-


dades de Europa Occidental sentó las bases para el establecimiento de un nuevo
pacto colonial entre los países latinoamericanos y los centros industriales europeos.
El orden neocolonial sentó sus bases entre 1850 y 1880, desde entonces las socie-
dades latinoamericanas se especializaron como productoras de materias primas y
alimentos que se exportaba a los centros de la nueva economía industrial y como
consumidoras de la producción industrial de esos centros. Los principales productos
extranjeros importados por los países latinoamericanos ya no fueron textiles y co-
mestibles; la mayor parte del total de sus importaciones estaba compuesta por trans-
portes, maquinarias, productos de la nueva metalurgia, combustible y repuestos.

El nuevo pacto colonial produjo cambios en la organización de las sociedades


latinoamericanas. Las nuevas producciones orientadas al mercado internacional, en
su mayoría, fueron organizadas según parámetros capitalistas especialmente la pro-
piedad privada de los medios de producción y el empleo de mano de obra calificada.
Es por eso que estas producciones se constituyeron en el "sector moderno" de estas
sociedades.

Los grupos sociales ligados a este nuevo sector productivo exportador fueron:

- los terratenientes propietarios de las "haciendas o plantaciones modernas" y


- los comerciantes y financistas ligados a la comercialización de las producciones
de exportación. Este sector moderno se fue diferenciando cada vez más de otros

45
sectores de la economía que no lograron incorporarse directamente al mercado
internacional.

Los terratenientes pertenecientes a lo que se denominó la "hacienda tradicional"


continuaron produciendo para su propia subsistencia y la de la población campesina
vinculada a la hacienda por relaciones de tipo servil y también abasteciendo a un
mercado regional.

En cada sociedad latinoamericana fue variable el número de las nuevas produccio-


nes económicas organizadas sobre la base de relaciones de producción capitalistas
y por lo tanto, también fue diferente el peso del llamado sector "tradicional".

a.- El desarrollo de las economías exportadoras de productos primarios

El proceso de incorporación de las sociedades latinoamericanas al mercado capi-


talista internacional dio lugar a la conformación de tres tipos de economías exportadoras
de productos primarios:

46
Economías Clima Países Características

Exportadoras de produc- Templado Argentina y Las nuevas producciones


tos agrícolas Uruguay tuvieron como base la utili-
zación extensiva de la tie-
rra y compitieron con la
producción interna de los
países industriales euro-
peos y la de las antiguas
colonias de poblamiento
europeo como EE.UU. y
Australia. Por otra parte
constituyeron una exten-
sión de la frontera agrícola
de Europa en proceso de
industrialización.
Exportadoras de produc- Tropical Brasil, Tuvieron que competir con
tos agrícolas Colombia, áreas coloniales europeas
Ecuador, y con la región esclavista
amplias re- de los EE.UU. El azúcar y
giones de el tabaco se mantuvieron
México, y como producciones colo-
Venezuela, niales hasta fines del siglo
y los de XIX. Fue la expansión de
América demanda europea del café
Central y el y del cacao la que permitió
Caribe. la incorporación al merca-
do internacional de estas
economías latinoamerica-
nas.
Economías exportadoras Mexico, Chile, Redefinidas a partir de sus
de productos minerales Perú, Bolivia y posibilidades de producir
Venezuela metales no ferrosos utiliza-
dos por las nuevas indus-
trias, especialmente cobre
y estaño, y más tarde de
extraer petróleo. La pro-
ducción de plata en parti-
cular aunque no desapare-
ció perdió peso en el con-
junto de las exportaciones.

47
Como resultado de la reorganización de los sistemas productivos, en cada sociedad
latinoamericana se produjo una gran expansión de la producción para el comercio de
exportación, en torno a un conjunto de los llamados booms productivos.

Algunos de los más importantes fueron:

- los cereales y las carnes en la Argentina y Uruguay;


- el cobre y el trigo en Chile y
- el estaño en Bolivia;
- el guano en Perú;
- el salitre, en Bolivia, Chile y Perú;
- el café en Brasil, Colombia Venezuela y en varios países centroamericanos y
- el azúcar, con una expansión menor en las Antillas, México y Perú.

A partir del desarrollo de las economías exportadoras de productos primarios, los


países latinoamericanos tuvieron un peso cada vez mayor en el comercio mundial
como proveedores de materias primas y alimentos.

b.- Las formas de organización de la producción económica

Control nacional y economías de enclave

En algunas sociedades latinoamericanas, los capitalistas locales poseían los re-


cursos políticos y económicos necesarios para poner en marcha las producciones
que demandaban los centros capitalistas. Estos recursos de poder eran el control
sobre los territorios donde se localizaban los recursos naturales ahora demandados y
el capital y la tecnología, necesarios para explotarlos. En otras aunque el Estado
controlaba los territorios en los que se encontraban los recursos naturales, los capita-
listas locales no contaban con los capitales necesarios ni con la tecnología adecuada
para poner en marcha la producción de las materias primas o los alimentos que de-
mandaba el mercado internacional.

Esto dio lugar a la aparición de dos formas diferentes de organizar las produccio-
nes económicas destinadas a la exportación:

- La economía de control nacional: en las sociedades periféricas la organización


de la producción económica fue de "control nacional" cuando los capitalistas lo-
cales lograron mantener la propiedad del factor de producción fundamental, la
tierra, y al mismo tiempo controlaron el sector productivo exportador. En estas
sociedades los capitalistas locales establecieron alianzas con otros grupos so-
ciales que no estaban integrados directamente al sector moderno de la economía
y establecieron nuevas relaciones con los capitalistas de los países metropolita-
nos. En este tipo de economías la expansión de las exportaciones de los nuevos
productos requeridos por los centros capitalistas originó diversas actividades rela-
cionadas con la producción, comercialización y transporte desde los lugares de

48
producción hasta los puertos de embarque. Este crecimiento y diversificación de la
economía a su vez generó una mayor circulación y distribución de los ingresos
provenientes de las exportaciones mediante la creación de nuevos empleos.
- Los enclaves productivos: allí donde los capitalistas locales no contaban con
los recursos necesarios para responder a las demandas del mercado internacio-
nal, los capitalistas extranjeros decidieron invertir directamente para poner en
marcha las producciones que les interesaban. Existían diferentes motivos por los
cuales les resultaba más conveniente producir en los países periféricos las mate-
rias primas que necesitaban: a veces porque en su país de origen carecían de
esos recursos, o porque era más barato producirlos en los países periféricos. En
ellos los capitalistas locales no lograron controlar el sector productivo exportador:
las empresas extranjeras localizadas en los países centrales controlaron en for-
ma directa la producción, o extracción del recurso hasta el transporte de los pro-
ductos a los puertos locales o ferrocarriles propios y también su traslado a los
centros capitalistas en barcos de su propiedad. Este tipo de organización econó-
mica se denominó enclave porque se trataba de un espacio económico comple-
tamente cerrado, controlado por los capitalistas extranjeros en el interior del terri-
torio de una sociedad periférica. Aunque los capitalistas extranjeros debían pa-
gar impuestos al Estado nacional en que se encontraba localizado, la mayor par-
te de las ganancias que obtenían eran acumuladas en las casas matrices con
sede en los países centrales. Este tipo de economías generaron una limitada
distribución y circulación del ingreso, proveniente de las exportaciones en el inte-
rior de las sociedades latinoamericanas. Se pueden distinguir, los enclaves mine-
ros ubicado en los países de la costa del Pacífico, el cobre de Chile y el estaño en
Bolivia. Y el enclave de plantación, productoras de frutas en los países centro-
americanos.

El Brasil del café

Desde la segunda mitad del siglo XIX, las economías de control nacional más
importantes fueron las de Argentina y Brasil, este último país recibió como herencia
colonia luna agricultura con mano de obra esclava. A principios del siglo XIX las
exportaciones de algodón dejaron de ser competitivas y el café se convirtió en el
nuevo producto de exportación. En menos de tres décadas el café se convirtió en el
principal producto de exportación.

Esta actividad con mano de obra esclava se desarrolló en Río de Janeiro y el sur
de Minas Gerais. Entre 1800 y 1850 fueron importados más de 1 millón de esclavos
como mano de obra a los fundos azucareros del nordeste y a los fundos cafetaleros
en expansión en las cercanías de Río de Janeiro. A partir de 1850 debido a la presión
británica el gobierno brasileño fue obligado a establecer regulaciones contra el tráfico
de esclavos, aunque la abolición definitiva se materializó en la década de 1890.

En 1880 comenzó el declive productivo de las zonas cafetaleras tradicionales de-


bido al agotamiento de las tierras y la mano de obra envejecida. Mientras que en San
Pablo se comenzó a desarrollar una nueva zona cafetalera con mano de obra inmigran-

49
te de origen italiano y portugués que reemplazaron a los esclavos. Estos inmigrantes
fueron incluidos como aparceros en las plantaciones de café.

Es por ello que a diferencia de Argentina, la economía de plantación de tipo esclavista


generó una limitada estratificación social.

c.- Economía y sociedad en América Latina


durante la segunda mitad del siglo XIX

El desarrollo de las economías exportadoras de productos primarios originó una


profunda diferenciación social, entre la minoría de propietarios y la mayoría de la
población integrada por trabajadores que vivían sometidos a condiciones serviles.

En muchos países latinoamericanos, la mayoría de la población estaba integrada


por campesinos muy pobres o por esclavos. En Chile, Bolivia, México y Venezuela,
países con economías de enclave minero, propiedad de empresas extranjeras, los
obreros se diferenciaron de los grupos sociales subordinados tradicionales.

En todos los países se desarrolló un sector de profesionales y trabajadores urba-


nos empleados en la administración pública, el comercio y otros servicios urbanos.
Este sector de magnitud variable según las características de la producción económi-
ca para la exportación.

La producción de los enclaves agrícolas o mineros no requería de los servicios


terciarios proporcionados por el Estado nacional u otras empresas locales. Y en las
sociedades en las cuales la producción agropecuaria para la exportación permaneció
bajo el control de los capitalistas locales como en Argentina y Brasil, el desarrollo de
los sectores medios fue diferente.

En Brasil, el mantenimiento de la esclavitud hasta la década de 1880 limitó el cre-


cimiento del mercado interno, en cambio en Argentina, la necesidad de desarrollar
las industrias para la transformación y elaboración de las materias primas y la difu-
sión de relaciones salariales, tanto en la producción rural como en la fabril, favorecie-
ron la temprana conformación de un grupo social integrado por obreros urbanos y por
trabajadores y empleados relacionados con la administración pública. En este caso
se produjo una mayor circulación del ingreso proveniente de las exportaciones ten-
diendo de esta manera a la expansión del mercado interno.

d.- La expansión imperialista de los Estados Unidos en América latina

El control del canal de Panamá

Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina pasaron por diversos perío-
dos que podemos seguir a través de las vías diplomáticas o a partir de las relaciones
políticas y militares en sí mismas:

50
- Cuando se produce la lucha por la independencia de las colonias españolas en
América (1810-1824), la primera actitud de los EUA es de no intervención.
- Posteriormente (1823), con Monroe, se inaugura el período de "América para los
americanos", que será la primera toma de posición clara y ostensible, oficial, y
que se supone sigue nutriendo actualmente la política exterior de ese país.
- En la década de 1970 el departamento de Estado en una Declaración oficial sos-
tuvo que hay una línea continua, entre aquella doctrina Monroe del siglo XIX y la
posición de Kennedy.

En realidad, hacia fines del siglo XIX, con la aparición del imperialismo, no sólo se
transforma la política internacional en general, sino específicamente la política norte-
americana. Ha cambiado la estructura interna del funcionamiento de las metrópolis
capitalistas, y ese cambio interno se corresponde con un cambio en la política inter-
nacional. A partir de aquí, EUA realiza una definida política imperialista, y el llamado
"Corolario Roosevelt" (de los años 1903-1904) lo expresa acabadamente: la política
agresiva del nuevo imperialismo se llamará "la política del garrote" o "big stick".

No obstante que esta política seguirá teniendo vigencia a lo largo del siglo XX, los
sucesos internacionales harán que la misma se adecue a un conjunto de circunstan-
cias. Por ejemplo, con la crisis del 29 surge la necesidad de una nueva actitud, y ella
se llamará "El nuevo Trato" (el New Deal) de Franklin D. Roosevelt, y después de la
segunda guerra mundial, la guerra fría primero y luego la revolución cubana somete-
rán a pruebas de fuego a toda la política exterior norteamericana, con lo que oscilará
entre el viejo "garrote" (por ejemplo invasión a la República Dominicana o derroca-
miento de Arbenz) hasta una especie de nuevo New Deal (algunos ejemplos serán la
Alianza para el progreso o el ALCA).

Si volvemos a las primeras etapas, el descubrimiento de oro en California (en el


siglo XIX) aumentó extraordinariamente el tránsito de viajeros en el istmo de Pana-
má, ya que resultaba menos arriesgado recorrer esa ruta que afrontar los peligros de
travesía de los inmensos territorios estadounidenses, todavía dominados por los indí-
genas. La intensidad del tráfico motivó a una empresa estadounidense a emprender
la construcción de un ferrocarril transoceánico, que le costó la vida a millares de
obreros y que permitió acortar el tiempo de viaje a San Francisco.

Después se establecieron comunicaciones regulares con barcos a vapor prove-


nientes de Inglaterra, Italia, Alemania, Francia, España y Holanda.

La presencia norteamericana en Panamá, preocupó al gobierno británico que en


1850, impulsó la firma del tratado "Clayton-Bulwer" que declaraba neutrales la zona
del istmo y el futuro canal interoceánico que allí se construiría y prohibía a las poten-
cias contratantes adquirir territorios en América Central.

En 1823 El presidente estadounidense James Monroe proclamó "América para los


americanos", síntesis de lo que se conocería como "Doctrina Monroe", según esta
ningún Estado europeo podría establecer nuevas colonias en el continente america-
no ni intervenir en los conflictos entre países americanos.

51
La agresiva política exterior seguida por el gobierno estadounidense y más aún a
partir de 1904, con la llegada a la presidencia de T. Roosevelt por primera vez, éste
implementó un tipo de relaciones con los latinoamericanos conocida como "big stick",
es decir, del "garrotazo", que significó una reinterpretación de la doctrina Monroe
como la afirmación del derecho de intervenir en la política interna de los países de
América Latina.

En 1879 Ferdinand de Lesseps fundó una empresa constructora con el objetivo de


construir el canal, sin embargo, esta quebró fraudulentamente en 1901. El presidente
estadounidense T. Roosevelt, fue el gestor de la compra de materiales y los derechos
de la compañía francesa de Lesseps y ordenó a la infantería de marina ocupar Pana-
má, región que en 1903 se declaró independiente de Colombia. El ejército de EE.UU.
se hizo cargo de las obras de construcción del canal y el gobierno de EE.UU. pagó
los gastos de los mismos.

Luego de la firma del tratado "Hay-Bunau Varilla", los EE.UU. obtuvieron el dere-
cho de libre disposición de la franja de tierra panameña a ambos lados del canal, que
se inauguró en 1914. El control del canal facilitó a los norteamericanos, extender su
influencia en la región y consolidar su hegemonía naval en el Atlántico y en el Pacífi-
co.

Las intervenciones militares y políticas

A fines del siglo XIX, la competencia imperialista entre las potencias europeas se
había profundizado, Africa ya había sido repartida y Asia era el próximo objetivo.

Los gobernantes de EE.UU. se sentían amenazados en su comercio exterior por el


nuevo orden imperial. Consideraban que para proteger sus intereses debían ejercer
el "rol de policía" para la región del Caribe y América Central.

A partir de 1895 y como consecuencia de la guerra por la independencia de Cuba


contra España, surgió un debate público en torno al papel que los EE.UU. debía jugar
en esta situación y en otras similares. La discusión se centraba en: si debía intervenir
o no para "pacificar" a Cuba. En ese momento entre amplios sectores de la sociedad
estadounidense, cobró fuerza la idea de la "misión redentora" que tenía ese país, en
la propagación de la "civilización anglosajona", el "republicanismo" y el "cristianismo
protestante".

En 1898 la derrota de España y la firma del Tratado de París establecieron las


condiciones para que los EE.UU. concretaran su interés de controlar políticamente la
región.

Desde entonces, Puerto Rico se transformó en una colonia de EE.UU. y Cuba


quedó bajo el dominio militar estadounidense hasta 1902. En ese año el ejército se
retiró de Cuba, que se constituyó en una nueva república. Sin embargo, en la nueva
constitución se incluyeron varios artículos conocidos como la "Enmienda Platt", que
le otorgaban a los estadounidenses, el derecho de intervenir en Cuba, siempre que

52
fuera necesario para el mantenimiento de un gobierno estable y asegurar el "trato justo
y equitativo" con los extranjeros que residían en la isla. Los principios de la "Enmienda
Platt" fueron la base de las intervenciones militares y políticas desplegadas por los
EE.UU. para las sucesivas intervenciones en América Central y el Caribe.

2.1.- La formación de los Estados Nacionales

Las dificultades para centralizar la autoridad política

Para las ex colonias españolas, la independencia y las guerras que fueron necesa-
rias para asegurarla significaron la destrucción del orden administrativo, económico y
político impuesto por el dominio colonial. A partir de la desaparición de las institucio-
nes del Estado colonial y de la destitución de los funcionarios que ejercían la autori-
dad en representación de la Corona española, las sociedades de los nuevos países
latinoamericanos sufrieron un proceso de fragmentación expresado en el plano terri-
torial y en todos los planos de la vida social. Aunque, en este último aspecto y en el de
las representaciones mentales, los tiempos de los cambios deben medirse en una
duración más extensa que las propias de los cambios político-administrativos.

Desde el punto de vista territorial, los límites de las antiguas unidades administra-
tivas coloniales estallaron y los virreynatos y capitanías se dividieron en distintos
países.

Al mismo tiempo también en el interior de cada nuevo país, diferentes grupos se


enfrentaron con el propósito de imponer su dominio sobre el conjunto de la sociedad
y centralizar la autoridad política del Estado, esta situación ha sido muy diversa a lo
largo del subcontinente, y ha dado lugar a interesantes debates historiográficos en
los recientes congresos. Es que la cuestión nacional, de los estados y su desintegra-
ción frente a la globalización, es un tema que preocupa a nuestros contemporáneos,
de allí que los historiadores actuales se pregunten acerca de los procesos que con-
formaron esos estados nacionales latinoamericanos.

El proceso de conformación de los estados en América, debe leerse a lo largo de


los primeros cincuenta años de vida independiente, y de ninguna manera es posible
leelo de manera lineal. Aquella historia fáctica que nos mostraba dos bandos en pug-
na (patriotas vs. Realistas, unitarios vs. Federales, urquicistas vs. Rosistas, Buenos
Aires vs. Interior) pinta un cuadro maniqueo que poco se parece a las idas y venidas
de la historia del Río de la Plata, el Litoral, el Noroeste, la Patogonia y Cuyo.

Las dificultades para llevar adelante el proceso de formación del estado estuvieron
vinculadas, aunque no exclusivamente, al proceso de militarización experimentado
con las luchas por la independencia y con las relaciones económicas y sociales que
en ellas se desarrollaron durante el periodo de la "larga espera", de un orden econó-
mico nuevo liderado por Inglaterra.

53
a.- La centralización de la autoridad política como
condición para la constitución de un Estado

La centralización de la autoridad política es una de las condiciones necesarias


para la constitución de un Estado.

El Estado es más que una organización jurídica administrativa, es una relación


social entre los integrantes de una sociedad que expresa un sistema de dominación
social. Esto quiere decir que el Estado es la expresión de la relación que existe entre
los miembros de una sociedad a partir de la cual unos grupos ejercen la dominación
de sobre otros subordinados a los primeros.

El conjunto de instituciones que conforman el aparato del Estado es la manifesta-


ción material de la relación social que expresa el Estado. A través de esas institucio-
nes, los funcionarios que ocupan los cargos de gobierno y de la administración públi-
ca, ejercen la autoridad política sobre el conjunto de la sociedad.

Esta definición del concepto de Estado podría explicar porque a pesar de la san-
ción de Constituciones nacionales que establecían un gobierno centralizado, las ins-
tituciones emanadas del mismo carecían de legitimidad y por lo tanto no fueron obe-
decidas por sectores mayoritarios de la población.

También la existencia de varios mercados regionales controlados por diferentes


grupos terratenientes y comerciantes impedía la centralización de la autoridad políti-
ca, que al igual que la dominación económica se encontraba fragmentada. En ellas,
el reconocimiento de un gobierno centralizado y la constitución de un Estado se al-
canzó cuando en cada país, una alianza de terratenientes y los comerciantes más
poderosos, lograron monopolizar la violencia armada e imponer su autoridad al con-
junto de la sociedad.

b.- Mercados regionales y fragmentación de la autoridad política

Las dificultades para centralizar la autoridad política en las nuevas repúblicas lati-
noamericanas se relacionaban con las características de las relaciones económicas
y sociales desarrolladas a partir de la ruptura del orden colonial. La disolución de las
instituciones coloniales, la violencia provocada por las guerras y el establecimiento
del librecambio desorganizaron los circuitos comerciales tradicionales y afectaron el
poder económico y político de los grupos de comerciantes y hacendados que contro-
laban esos circuitos. Desde entonces en las repúblicas latinoamericanas, la mayor
parte de las producciones estuvieron destinadas a la autosubsistencia o al abasteci-
miento de mercados regionales. La organización de mercados regionales controla-
dos por grupos de comerciantes y terratenientes que también ejercían el poder políti-
co sobre esos territorios, obstaculizaron la centralización de la autoridad.

54
Durante el siglo XIX, algunos de estos grupos que en general contaban con el apoyo
de militares intentaron ejercer el gobierno central con el objeto de utilizar las institucio-
nes estatales a su favor, e imponer su dominio sobre el conjunto de la población. Pero
estas pretensiones no tuvieron éxito porque en el interior de cada país, otros grupos
que controlaban porciones de territorio y dominaban a la población de los mismos y que
contaban con armas se negaron a obedecerlos y resistieron militarmente los intentos
de subordinación. Este proceso se sucedía permanentemente. Estos enfrentamientos
fueron más graves en países con gran extensión territorial y mayor diversificación
productiva, en los cuales, había también grupos de comerciantes localizados en distin-
tos puntos del país, cada uno de los cuales controlaba el comercio con Gran Bretaña.
En estas sociedades, las oligarquías regionales que controlaban distintas zonas del
territorio se opusieron tenazmente, durante décadas, a la centralización de la autoridad
política y defendieron, incluso, la existencia de aduanas interiores.

En cambio el proceso de centralización de la autoridad política enfrentó menos


resistencia, en aquellas sociedades latinoamericanas que controlaban territorios menos
extensos, en las que se desarrollaba una única producción económica, orientada
hacia el mercado externo, y había un único grupo de comerciantes y terratenientes
que controlaba los recursos productivos fundamentales.

c.- La formación de grupos dirigentes de amplitud nacional

A partir de 1850, las nuevas demandas comerciales de los centros industriales


favorecieron el proceso de centralización de la autoridad política en el interior de las
sociedades latinoamericanas. En estos países, algunos grupos de terratenientes y
comerciantes desarrollaron acciones con el fin de establecer las condiciones produc-
tivas necesarias, para dar respuesta a las nuevas demandas del mercado internacio-
nal.

Para poner en marcha las nuevas producciones requería centralizar definitivamen-


te la autoridad. La organización de las nuevas producciones económicas exigía ta-
reas de tal magnitud, que las oligarquías enfrentaron la necesidad de subordinar al
conjunto de la sociedad, aunque no todas las oligarquías estuvieron dispuestas a
integrar la nueva alianza de alcance nacional. Es por eso que en cada país el proceso
de centralización de la autoridad tuvo características particulares. Los grupos
oligárquicos a veces se enfrentaron en guerras civiles o establecieron alianzas.

Desde 1870 la imposición de la autoridad de los grupos oligárquicos interesados


en responder a las nuevas demandas del mercado internacional sentó las bases para
la constitución y consolidación de los Estados nacionales en América Latina. Las
nuevas instituciones estatales favorecieron la organización y el desarrollo de las nue-
vas economías exportadoras de productos primarios.

55
d.- El liberalismo conservador de los grupos dirigentes latinoamericanos

En el enfrentamiento por la centralización política resulta muy difícil distinguir e


identificar las acciones de gobierno de los grupos que se autodenominaban "conser-
vadores" o "liberales": En varios países, cuando liberales o conservadores ocuparon
la presidencia, en sus acciones se manifestaron principios ideológicos liberales y
prácticas políticas conservadoras.

Desde las revoluciones de independencia, los primeros seguidores del liberalismo


fueron, en su inmensa mayoría, los miembros de las nuevas élites urbanas integra-
das por los comerciantes que no controlaban los circuitos comerciales tradicionales,
por profesionales, intelectuales y empleados de la administración pública y, también,
por un sector de los militares. Ellos pensaban que el "progreso" de las nuevas socie-
dades dependía del establecimiento de la libertad de comercio, de la libre expresión
de las ideas políticas, de la libertad de cultos religiosos, de la separación de la Iglesia
y el Estado y del funcionamiento del sistema republicano de gobierno, basado en la
división de poderes y en el sufragio.

Con el objetivo de poner en práctica estas ideas se enfrentaron con los grupos más
tradicionales y sus aliados militares interesados en conservar el poder económico y
social que les favorecía y les daba el monopolio político. Pero a pesar del éxito de los
liberales sobre los conservadores en algunos países las "reformas liberales"
implementadas generaron un efecto distinto al buscado. En algunas regiones de Amé-
rica, la división no es tan tajante, y las opciones ideológicas estuvieron relacionadas,
fundamentalmente, a los recambios de poder y a la capacidad para contener las
masas movilizadas, aspecto éste que tanto liberales como conservadores, observa-
ban con temor.

A pesar de ser el objetivo la "liberalización" de las relaciones económicas, sociales


y políticas, las reformas implementadas contribuyeron a reforzar el poder de los gru-
pos de hacendados y comerciantes más poderosos. Por una parte favorecieron la
concentración de la tierra y como contrapartida, reafirmaron la dominación sobre la
mayoría de las comunidades indígenas y de la población campesina, despojada de
sus propiedades y condicionada por relaciones laborales que incluían la servidumbre
y la obligación del pago de tributos al patrón y al Estado. Por otro lado, el estableci-
miento de condiciones favorables para las inversiones de los capitales extranjeros,
generó para esos mismos grupos, amplias oportunidades para realizar nuevos nego-
cios y obtener ganancias.

Poco a poco los hacendados más poderosos visualizaron las ventajas del nuevo
orden y se adhirieron a él. Pero al mismo tiempo, limitaron los derechos de la mayoría
de la población a través de la restricción del sufragio, el fraude electoral y en ocasio-
nes también por medio del autoritarismo político e incluso del terror. Las oligarquías
justificaron su accionar, proclamando la necesidad de esas limitaciones para garanti-
zar la consolidación del "orden liberal". Este liberalismo conservador se convirtió en la

56
base ideológica de los grupos dirigentes que centralizaron definitivamente la autoridad
política organizando los Estados nacionales modernos.

e.- Orden neocolonial, ingresos fiscales y centralización política

A diferencia de la inestabilidad política que caracterizó la vida de mayor parte de


las sociedades latinoamericanas entre 1810 y 1910, las décadas que transcurrieron
entre 1870 y 1910 fueron años de centralización de la autoridad política y consolida-
ción de las instituciones estatales. Simultáneamente se establecieron gobiernos au-
toritarios y no democráticos.

El proceso de consolidación política iniciado a partir de 1870 estuvo profundamen-


te relacionado con el nuevo orden económico neocolonial. La creciente demanda
europea y estadounidense de materias primas latinoamericanas provocó la afluencia
de préstamos e inversiones extranjeras en ferrocarriles, minas, y en el sector agrícola
de exportación en países que hasta entonces, no se habían "beneficiado" con la
expansión del capitalismo europeo.

En el periodo comprendido entre 1870 y 1910 las inversiones extranjeras y los


ingresos aduaneros, proporcionados por las importaciones, aumentaron considera-
blemente el volumen de circulante en las sociedades periféricas. Suministraron, ade-
más, a los grupos dirigentes que controlaron el poder político del Estado, los recursos
necesarios para cooptar a los posibles opositores ofreciéndole puestos de gobierno y
diversas concesiones o contratos relacionados con alguna explotación económica.
La disposición de importantes sumas de ingresos fiscales también les permitió man-
tener un ejército nacional moderno con el cual reprimir a los grupos opositores.

f.- Ingresos fiscales y corrupción en Perú y Bolivia

El desarrollo de los llamados "booms" económicos no tuvieron como resultado la


consolidación de las instituciones estatales ni la acumulación de capital por parte del
Estado nacional. Perú y Bolivia a pesar de lograr enormes ingresos fiscales como
resultado de la exportación de guano y salitre, favorecieron la difusión de la corrup-
ción en gran escala y una especulación financiera que aumentó la riqueza privada de
algunos sectores de las oligarquías locales y endeudó profundamente a los Estados.

En el caso peruano una de las tantas formas de enriquecimiento de los sectores


oligárquicos limeños fue la compra, a bajo costo, de los "títulos" de la deuda interna
que el Estado peruano había acumulado a lo largo de décadas de bancarrota fiscal y
pedidos de préstamos a particulares ricos. Cuando a partir de mediados del siglo XIX,
los ingresos fiscales provenientes de las exportaciones comenzaron a ser cuantio-
sos, el Estado pagó la deuda interna, transfiriendo a manos privadas un importante
porcentaje de la riqueza pública. También se beneficiaron de la riqueza pública los

57
terratenientes y los comerciantes que actuaban como consignatarios nacionales de la
exportación del guano, que era vendido en los mercados europeos por casas comer-
ciales inglesas. Los consignatarios estaban obligados a pagar al Estado nacional los
derechos de exportación pero organizaron su propia quiebra y no pagaron esos im-
puestos. Sin ingresos fiscales, nuevamente el Estado se vió obligado a pedir présta-
mos a particulares ricos (los mismos que se habían declarado insolventes) que, ade-
más, le impusieron condiciones usurarias.

g.- Desarrollo capitalista y dominación oligárquica

Durante el último cuarto del siglo XIX, los grupos oligárquicos que controlaron el
sector productivo exportador, después de la centralización política y de haber esta-
blecido alianzas con las oligarquías del "sector tradicional" de la economía, asumie-
ron el control del Estado nacional e impusieron un sistema de gobierno que restringía
fuertemente la participación política de la gran mayoría de la población. Estos Esta-
dos nacionales "oligárquicos" cumplieron un papel central en el desarrollo de la orga-
nización capitalista de las economías latinoamericanas. La escasa difusión de rela-
ciones salariales capitalistas determinó que la autoridad del patrón sobre sus trabaja-
dores tuviera bases políticas e ideológicas antes que económicas. A través de la
fuerza o de la amenaza del uso de la misma, los Estados oligárquicos garantizaron la
reproducción de ciertas relaciones sociales en las cuales las clases subalternas no
habían entrado voluntariamente o de las que no podían escapar.

El control de las instituciones estatales otorgó a las oligarquías un conjunto de


mecanismos que les permitió adueñarse de porciones importantes del excedente
producido por los trabajadores. Debido a que en la organización de las producciones
económicas para la exportación no predominaban las relaciones salariales capitalis-
tas, el volumen del excedente dependía de las ventajas comparativas y competitivas
de las producciones agropecuarias y mineras latinoamericanas en el mercado inter-
nacional.

Los Estados se hicieron cargo de tareas fundamentales para la organización del


sistema productivo y de intercambio y para la apropiación del excedente por parte de
la burguesía local, tales como: el manejo de la política cambiaria y monetaria, el
diseño y control de los mecanismos crediticios, la apropiación y distribución de la
tierra y la negociación de las concesiones de explotación de los recursos minerales.

58
Actividad Nº 2

1º.- Caracterizar brevemente el régimen político y sus bases ideológicas. ¿Qué


función cumplió en las transformaciones económicas del último cuarto del
siglo XIX y primeras décadas del XX?
2º.- Fundamente la siguiente afirmación "América latina se incorporó al mercado
mundial asumiendo el rol de economía complementaria y dependiente de las
economías capitalistas centrales, durante la segunda mitad del siglo XIX y
primeras décadas del XX".
3º.- Leer el tema correspondiente a la política exterior de Estados Unidos hacia
América Latina:

a.- ¿Cómo describiría la relación de Estados Unidos con América Latina?


b.- Según usted, ¿cuál fue el grado de influencia política y económica de Es-
tados Unidos? y ¿cuáles fueron sus consecuencias en América Central
durante este período?

59
60
Diagrama de Contenidos - Unidad III
La madurez del Orden Colonial (1880-1930)

Economías y Sociedades
Latinoamericanas: Cambios y continuidad
Nuevo rol de EE.UU. y su Expansión Económica
Corrientes Ideológicas
relación con América Latina y diversificación social
Fase de expansión
de la Exportaciones Aumenta las inversiones y Consecuencia del desarrollo Socialismo
el comercio en el Siglo XX económico surgen: Anarquismo
trajo cambios
importantes a la sociedad Aduanas y ferrocarriles en clase media, trabajadores, Revolución Social y
Latinoamérica, garantías de asalariados, obreros Reformas Políticas Siglo XX
los pagos de la deuda
Gran Bretaña: desorganización
La formación de la clase obrera
del sistema internacional Política del "Gran Garrote"

61
de comercio y pagos
Argentina Chile La construcción de
Panamericanismo las Naciones
En 1914 la I Guerra Mundial Trabajadores urbanos
Subordinación de índigenas
Mantiene el liberalismo económico "América para los americanos" mayor participación en y africanos
la distribución por las riquezas Base ideológica
G.B. deja de ser el único país Agotamiento de la economía Ampliación de la ciudadanía
exportadora de bienes primarios La Revolución campesina
El movimiento obrero
industrializado exportador de
Ocurre después de la I Guerra Mundial en América Latina
manufactura
Zapata Sandino
Economías Primaria Crisis de 1930 Se organizó bajo la forma
Exportadoras en América Latina del mutualismo
Cae la demanda de bienes base de los sindicatos
Se produjo falta de demandas
primarios y precios
Caída del ingreso
No se puede pagar la deuda lucha por
Reducción de importaciones
Emisión de papel moneda
Demandas de productos estratégicos
Sustitución de importaciones salario condiciones de trabajo
62
Unidad III

La madurez del orden colonial (1880-1930)

Continuidades y cambios en la organización de las economías y


las sociedades latinoamericanas 1870-1930

a.- La fase de expansión de las exportaciones

En la segunda mitad del siglo XIX, después de "una larga espera", las sociedades
latinoamericanas se incorporaron al mercado capitalista mundial según la división del
trabajo establecida por los países industrializados. Ante los nuevos requerimientos
de los centros industriales de materias primas y alimentos, los países latinoamerica-
nos reorganizaron sus economías, poniendo en marcha las producciones demanda-
das y experimentaron un rápido y sostenido crecimiento económico basado en la
exportación de bienes primarios. Este espectacular crecimiento del sector primario
de las economías latinoamericanas originó importantes cambios en la organización
tradicional de las sociedades. Al mismo tiempo, las nuevas actividades económicas
generaron la diferenciación de nuevos grupos sociales llamados "sectores medios
urbanos" y los obreros y trabajadores urbanos, y también se profundizaron las distan-
cias entre los campesinos y los terratenientes que producían para el mercado interno
o la autosubsistencia, y aquellos vinculados con la producción para la exportación.

b.- La desorganización del sistema internacional


de comercio y pagos liderado por Gran Bretaña

En 1914, el estallido de la Primera Guerra Mundial desorganizó definitivamente el


sistema global de comercio y de pagos que se había consolidado desde el fin de las
guerras napoleónicas.

Entre 1850 y 1910 Gran Bretaña dominó el sistema económico internacional:

- era el principal exportador de productos industriales,


- era el mayor exportador de capital, de servicios "invisibles" financieros y comer-
ciales y de servicios de transporte;
- era el mayor receptor de las exportaciones de productos primarios del mundo y
dominaba el mercado mundial de algunos de ellos. Es por ello que en este con-
texto era necesario la libertad de comercio, indispensable para que los producto-
res de materias primas de ultramar intercambiaran sus productos por los produc-
tos manufacturados británicos. La flota británica se encontraba siempre lista para
evitar todo intento por impedir la libertad de comercio y de movimiento de capital.

63
La adopción del patrón oro en las transacciones comerciales reflejaba la hegemo-
nía británica.

El mantenimiento del liberalismo económico cuando en otros países se generaliza-


ban medidas proteccionistas llevó a estos últimos a impulsar sus exportaciones. El
resultado de este proceso fue que Gran Bretaña dejara de ser el único país totalmen-
te industrializado y el único exportador de manufacturas industriales. Este cambio
también afectó las relaciones con los países periféricos. Hasta 1860 todas las expor-
taciones de Africa, Asia y América Latina convergían en Gran Bretaña, pero hacia
1900 ese porcentaje disminuyó a un 25% y las exportaciones que llegaban a otros
países de Europa Occidental, eran más que las que llegaban a Gran Bretaña. Hasta
el estallido de la guerra, la city londinense fue el centro de las transacciones interna-
cionales.

c.- El impacto de la Primera Guerra Mundial sobre


las economías primario - exportadoras

Aún antes del estallido de la guerra, en el mercado internacional se venían produ-


ciendo cambios negativos para las economías latinoamericanas. Las decisiones de
la mayoría de los países centrales de aplicar medidas proteccionistas para sus pro-
ducciones industriales y agropecuarias, inició una tendencia a la disminución de las
importaciones de bienes primarios.

Desde 1910, por una tendencia al deterioro de los precios relativos de los produc-
tos primarios, el avance tecnológico había permitido sustituir progresivamente pro-
ductos de origen natural por insumos elaborados por la industria. Estos fueron los
casos del caucho brasileño, el salitre chileno y las fibras vegetales utilizadas por la
industria textil, que fueron reemplazados por los nitratos y las fibras textiles sintéti-
cos. Como las sociedades latinoamericanas habían especializado sus estructuras
productivas en la producción de bienes primarios, no podían reemplazarlas en el
corto plazo, ni podían reorientarlas. Es por ello que las mantuvieron aunque ya no
fueran tan rentables.

El estallido del conflicto bélico provocó la desorganización de los patrones de inter-


cambio comercial entre países periféricos y centrales.

La falta de demanda de productos latinoamericanos

provocó

la caída de los ingresos prove- la reducción de las importaciones


nientes de las exportaciones.

A esto hay que sumarle que el transporte de ultramar quedó interrumpido.

64
d.- Las demandas de productos "estratégicos"

El impacto negativo del conflicto mundial, sobre las economías latinoamericanas


fue rápidamente superado como resultado de la reorganización productiva realizadas
por los países europeos para responder a las necesidades económicas impuestas
por la guerra.

Se aumentó la demanda y los precios de las materias primas consideradas estra-


tégicas, como el petróleo de México, el cobre de Perú, el estaño de Bolivia y el salitre
de Chile, utilizadas para la fabricación de armamentos. Las potencias aliadas se pre-
ocuparon por garantizar el transporte marítimo de esto productos y asegurar su llega-
da a Europa. También los alimentos fueron considerados estratégicos por los belige-
rantes. Gran Bretaña continuó demandando casi el mismo volumen de las exporta-
ciones.

Los países que exportaban materias primas o alimentos considerados no estraté-


gicos como el café brasileño, fueron los más perjudicados. Centroamérica y el Caribe
se beneficiaron de su cercanía con el mercado de EE.UU. aunque padecieron la
escasez de transporte hasta el fin de la guerra.

e.- El nuevo rol de los Estados Unidos y su relación con América Latina

Ya a principios del siglo XX Estados Unidos comenzó a jugar un papal cada vez
más importante en la economía internacional. Su ascenso se manifestó en primer
lugar, en un aumento de las inversiones y del comercio en y algunos países latinoa-
mericanos.

En 1913, México y los países de América Central y del Caribe hispánico, Venezue-
la, Colombia, Ecuador y Perú importaban más productos de Estados Unidos que de
Gran Bretaña. Simultáneamente recibían más inversiones, sobre todo en las minas y
los ferrocarriles mexicanos, el cobre peruano, los nitratos chilenos, los plátanos co-
lombianos y el azúcar cubano.

Con la Primera Guerra Mundial se generaron condiciones favorables para una mayor
penetración económica estadounidense en la región. Las inversiones de capital ex-
tranjero desde Europa cesaron y los capitales de EE.UU., neutrales hasta 1917, au-
mentaron sus inversiones directas en América Latina orientadas a la producción de
materias primas estratégicas, también la banca estadounidense comenzó a estable-
cerse. Los Estados Unidos se convirtió en el principal mercado para los países lati-
noamericanos.

La apertura del Canal de Panamá facilitó la llegada de las exportaciones estado-


unidenses a los mercados de las costas del Pacífico de América del Sur, que hasta ese
momento habían sido aprovisionadas por Alemania. Nueva York desplazó a Londres

65
como principal centro financiero internacional siendo el mayor receptor de la demanda
latinoamericana de capitales.

Con el fin de la guerra, las inversiones extranjeras directas e indirectas invadieron


Latinoamérica siendo los estadounidenses los mayores inversores, desplazando a
los europeos. Aunque Francia y Gran Bretaña continuaron invirtiendo en algunas
zonas. En Centroamérica los préstamos de capital estuvieron condicionados por los
objetivos de la política exterior estadounidense, que exigía a los países deudores la
cesión del control de las aduanas o de sus ferrocarriles, como garantía de los pagos
de la deuda. El incumplimiento del pago de la misma justificó en muchos casos las
intervenciones militares.

f.- El Panamericanismo

Durante los últimos años del siglo XIX, y los primeros del XX, al mismo tiempo que
los Estados Unidos aplicaban la política del "gran garrote", algunos dirigentes políti-
cos de ese país estaban interesados en institucionalizar las relaciones con América
Latina.

Este movimiento denominado panamericano que en sus inicios ocupó un papel


secundario en la política exterior estadounidense hacia América latina, tuvo como
pionero al secretario de Estado republicano, James Blaine que tenía como proyecto
la unificación aduanera de las Américas y la construcción de un ferrocarril
panamericano.

Entre 1889 y 1890, por iniciativa de Blaine se reunió en Washington la I Conferen-


cia Panamericana con representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nica-
ragua, Panamá, Paraguay, Perú, Venezuela y los Estados Unidos. Esta conferencia
que pretendía promover la paz, la amistad y el comercio entre los estados participan-
tes, creó la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, que en 1910 adoptó
el nombre de Unión Panamericana.

La Argentina dependiente comercial y financieramente de Gran Bretaña, manifes-


tó una fuerte resistencia contra el movimiento panamericano. En la Conferencia Pa-
namericana de Washington, un miembro de la delegación argentina, Roque Saenz
Peña opuso a la fórmula estadounidense "América para los americanos" la de "Amé-
rica para la Humanidad", esta expresión reflejaba la decisión de algunos países de
mantener alejada la hegemonía estadounidense.

66
g.- El agotamiento del crecimiento económico
basado en las exportaciones de bienes primarios

Después de la Primera Guerra Mundial, se comenzó a notar el agotamiento de las


economías latinoamericanas basado exclusivamente en las exportaciones de pro-
ducto primarios, Las causas de este agotamiento fueron varias:

- para algunas sociedades disminuyó la demanda externa de sus producciones


- en otras el derrumbe fue total o bien se trató cada vez más de producciones
controladas por empresas extranjeras.

Además, en mayor o menor medida, hacia 1920, todas las economías exportadoras
de bienes primarios, experimentaron dificultades relacionadas con el agotamiento de
las tierras en producción, la imposibilidad de incorporar nuevas tierras y/o de realizar
inversiones en tecnología, y en algunos casos, por la imposibilidad de contar con la
mano de obra necesaria.

h.- El impacto de la crisis económica de 1930 en América Latina

El "crack" financiero de Wall Street de 1929 y la crisis económica que se desenca-


denó a partir de 1930, en el corto plazo agravaron la caída de la demanda de la
mayoría de los bienes primarios producidos por las sociedades latinoamericanas.

Volúmenes decrecientede y caída de los precios de los


la exportación. productos exportados

Produjeron un fuerte déficit en la balanza comercial de gran parte


de los países en América Latina.

Además, la mayoría de los Estados decidió asegurar puntualmente el pago de los


servicios (intereses) de la deuda externa, que los gobiernos y los empresarios priva-
dos de los países latinoamericanos habían contraído antes de la crisis con los cen-
tros financieros internacionales -en particular, con los gobiernos de Gran Bretaña y
los Estados Unidos y con diferentes bancos de esos países-. A partir de 1930, los
intereses de la deuda representaron una proporción cada vez mayor de los decre-
cientes ingresos obtenidos por las exportaciones. Por estas razones, en la mayoría
de los países latinoamericanos se registró, además, un fuerte déficit en el saldo de la
cuenta corriente de sus respectivas balanza de pagos.

67
Sin ingresos propios suficientes como para hacer frente al pago de los intereses de
la deuda, y sin posibilidades de obtener nuevos préstamos de capital, como conse-
cuencia de la depresión económica mundial, los Estados latinoamericanos se vieron
obligados a intervenir en la economía con el fin de generar los recursos necesarios
para equilibrar la balanza de pagos.

Para alcanzar este objetivo los Estados:

tenían que aumentar los ingresos o disminuir las importaciones.


provenientes de las exportaciones

Esta solución no resultaba de muy Planteaba varios problemas:


fácil concreción en el marco de la
recesión económica mundial. - originaba la necesidad de reem-
plazar los bienes que se importa-
ban y que abastecían el consu-
mo de los mercados internos de
las sociedades latinoamericanas.

- significaba reducir la principal


fuente de ingresos fiscales y pro-
vocar déficit fiscal, ya que la ma-
yoría de los impuestos que se co-
braban gravaban a las importacio-
nes.

Frente a esta compleja situación, los gobiernos latinoamericanos intentaron resol-


ver el problema en el corto plazo a través de la emisión de papel moneda y/o de la
devaluación, la fijación de precios, la regulación de los stocks de los bienes exporta-
bles y la creación de nuevos impuestos. Los bancos centrales, las juntas reguladoras
y los organismos de control de la recaudación impositiva fueron las nuevas institucio-
nes encargadas de poner en práctica estas políticas.

i.- Las estrategias de recuperación de


los países latinoamericanos frente a la crisis

Además de las políticas para estabilizar las economías de sus países en el corto
plazo, los gobiernos latinoamericanos también adoptaron otras que tuvieron conse-
cuencias a largo plazo. Con el objeto de reducir el déficit de la balanza comercial se
intentó establecer acuerdos con los países centrales para restablecer sus exportacio-
nes tradicionales. Pero al mismo tiempo, impulsaron la producción de algunas manu-
facturas industriales que se importaban hasta ese momento. A este proceso se lo

68
denominó "sustitución de importaciones", que tuvo dos variantes según el tipo de acti-
vidades económicas que, en cada país, fue necesario desarrollar para sustituir produc-
tos de los rubros de mayor peso en las importaciones.

Algunas sociedades latinoamericanas pusieron en marcha un proceso de "indus-


trialización por sustitución de importaciones" (ISI), para tratar de reemplazar los pro-
ductos manufacturados provenientes del exterior y que representaban un alto por-
centaje de las importaciones. En cambio en aquellos países que desde la década de
1920 importaban grandes cantidades de productos agrícolas, a partir de 1930, co-
menzaron a desarrollar una "agricultura por sustitución de importaciones" (ASI) para
consumo de su mercado interno.

La recuperación económica de América Latina fue notoria a partir de 1931 y 1932


con excepción de Honduras y Nicaragua, pero la velocidad y el modo de recupera-
ción varió de un país a otro. Pero en general la recuperación se debió al desarrollo de
los procesos de sustitución de importaciones, aunque en algunos casos fue por la
recuperación de las condiciones favorables para la exportación de los productos tra-
dicionales.

j.- Expansión económica y diversificación social:


el surgimiento de nuevos grupos sociales

En los países latinoamericanos con "economías de control nacional de la produc-


ción", la expansión de las exportaciones generó el desarrollo del sistema productivo,
a través de una cadena de actividades relacionadas con la producción, la comercia-
lización y el transporte de las producciones exportables. Como consecuencia de este
desarrollo económico se produjo una mayor diversificación social. Incluso en aque-
llos países -como México- en los cuales los campesinos constituían la mayoría de la
población, en las ciudades comenzaron a diferenciar nuevos grupos sociales. Los
"sectores medios urbanos" -también llamados "clases medias"- estaban integrados
por pequeños comerciantes, artesanos, profesionales, maestros y empleados públi-
cos. En estas sociedades también comenzó a diferenciarse un importante sector de
trabajadores asalariados vinculados con el sector transporte -como los obreros por-
tuarios y ferroviarios- y en algunos casos, además, con las agroindustrias como por
ejemplo, los obreros de los frigoríficos en la Argentina. En México y Perú, el desarro-
llo de la industria textil para el abastecimiento de los centros urbanos generó impor-
tantes núcleos de obreros textiles.

En los países con "economías de enclave", en los cuales las empresas extranjeras
controlaban el proceso de producción, comercialización y transporte de los bienes
exportables, la distribución del ingreso proveniente de las exportaciones hacia el inte-
rior de la sociedad fue mínima. Por esta razón, el desarrollo de otras actividades
económicas y la diversificación social fueron menores. En estas sociedades se dife-
renciaron los obreros del enclave minero o de plantación y algunos sectores urbanos
ligados a la administración pública.

69
k.- La formación de la Clase Obrera en América Latina

Durante las última décadas del siglo XIX y las primeras del XX la clase obrera en
América Latina se conformó a partir de dos tipos de procesos diferentes.

Los procesos desarrollados en Chile y Argentina pueden ser paradigmáticos de los


que tuvieron lugar en el resto del continente. En el caso chileno los trabajadores de
los enclaves mineros, dedicados a la explotación del salitre y más tarde del cobre y el
carbón controlados por los capitales extranjeros, constituyeron el núcleo más nume-
rosos y concentrado de la nueva clase obrera.

En Argentina, la expansión agropecuaria en la pampa húmeda y el intenso proceso


de urbanización - que acompañó el desarrollo del transporte y del comercio -, favore-
cieron la aparición temprana de una industria fabril orientada hacia el mercado inter-
no, que se radicó en las ciudades puertos sobre todo en Buenos Aires y Rosario. A
diferencia del caso chileno, los obreros provenían mayoritariamente de los países de
la Europa del sur.

Estos modelos se repitieron en casi todo el continente, aunque propio de la hetero-


geneidad latinoamericana y de la particularidad histórica, con matices en las diferen-
tes regiones y países.

l.- Los trabajadores urbanos

Los trabajadores urbanos empleados en actividades directamente relacionadas


con el sector exportador -como, por ejemplo, los obreros ferroviarios y portuarios-
estaban mejor posicionados que otros, para negociar con el Estado en situaciones de
conflicto. Si los trabajadores del Ferrocarril no transportaban el trigo argentino, el café
brasileño o el nitrato chileno a los puertos de embarque, o si los obreros portuarios no
cargaban rápidamente las producciones en los barcos que debían transportarlos hasta
los países industriales, ponían en peligro el negocio de las exportaciones y la buena
marcha de las economías nacionales. En esta misma situación se encontraban los
obreros empleados en los establecimientos dedicados a la extracción, la producción
o el procesamiento de las materias primas alimentos de exportación -como los obre-
ros mineros y agrícolas y de los frigoríficos-. En general, estos grupos de obreros
protagonizaron importantes luchas y movilizaciones y obtuvieron una mayor partici-
pación que otros sectores asalariados en la distribución de la riqueza generada por
las exportaciones.

En cambio, los trabajadores que no estaban vinculados al sector exportador, en su


gran mayoría eran empleados en pequeñas empresas de diversos rubros, dedicadas
al abastecimiento del consumo de los habitantes de las ciudades. Entre ellos, se desta-
caron:

70
- los trabajadores del rubro de la alimentación, como los panaderos;
- los del ramo del vestir -sastres, zapateros y sombrereros-;
- los obreros de la construcción;
- los tipógrafos e imprenteros;
- los fabricantes del vidrio, de muebles y de carpintería metálica.

No todos los trabajadores que ejercían estos oficios eran artesanos independien-
tes. A principios del siglo XX, muchos de ellos eran empleados de pequeños talleres
y recibían un salario a cambio de su trabajo. En muchas sociedades latinoamerica-
nas, la creciente capacidad para adquirir productos importados de una gran parte de
la población urbana relegó a los oficios, a un lugar de poco peso en el conjunto de la
economía de los distintos países. Sin embargo, pese a su heterogeneidad y la disper-
sión en que se encontraban, los artesanos de los pequeños talleres tuvieron un papel
significativo, en los inicios de la mayoría de los movimientos obreros latinoamerica-
nos.

Desde las últimas décadas del siglo XIX, en México y Perú, entre los trabajadores
no vinculados con el sector exportador comenzaron a diferenciarse los obreros em-
pleados en fábricas mecanizadas dedicadas a la industria textil.

m.- La organización del movimiento obrero en América Latina

En las postrimerías del siglo XIX y principios del siglo XX, comenzaron a desarro-
llarse en todos los países latinoamericanos organizaciones obreras. En la Argentina,
Chile, Brasil y México se desarrollaron movimientos obreros fuertes. En América Central
y el Caribe y en el norte de América del sur, los movimientos de trabajadores fueron,
en cambio, más débiles.

Aunque con particularidades en cada país, el movimiento obrero latinoamericano


se originó bajo la forma del mutualismo. Hacia mediados del siglo XIX, en casi todas
las ciudades importantes, ya existían las llamadas mutualidades. En los países de
inmigración masiva, estas asociaciones reunieron a trabajadores de una misma na-
cionalidad; en los otros, agruparon a los que desarrollaban un mismo oficio.

Los miembros de las mutualidades eran, por lo general, artesanos que buscaban,
un seguro contra la enfermedad o la muerte que dejaría en la miseria a sus familiares.
Estas organizaciones no desarrollaron luchas reivindicativas.

Hacia finales del siglo XIX, en correspondencia con la expansión de relaciones de pro-
ducción capitalistas, diversos gremios de trabajadores comenzaron a organizar sociedades
de resistencia. A medida que el número de los artesanos independientes fue disminuyendo
y aumentó el número de los obreros asalariados, la lucha permanente por el salario y las
condiciones de trabajo resultaron más apremiantes que la seguridad social. Estas nuevas
asociaciones nuclearon a trabajadores de un mismo oficio, generalmente sin distinción de
nacionalidades, y fueron la base de los sindicatos modernos.

71
Los mayores niveles de movilización obrera se registraron durante las épocas de expan-
sión de las economías primario-exportadoras. Durante esos periodos, los trabajadores
organizaban y sostenían largas huelgas en procura de mejoras materiales. Las huelgas se
constituyeron en un eficaz elemento de lucha para los trabajadores. Al principio tuvieron un
carácter más defensivo que reivindicativo contra las reducciones salariales y el incremento
de horas de trabajo. Con el tiempo y a medida que las organizaciones obreras tuvieron más
fuerza, las huelgas se realizaron para demandar mejoras salariales, reducción de la jornada
de trabajo y el reconocimiento de los sindicatos.

Progresivamente, en varios países, los sindicatos más importantes se fueron agru-


pando en asociaciones regionales -las mancomunales chilenas alcanzaron un consi-
derable desarrollo-. Luego, muchos de estos organismos consiguieron federarse en
centrales de carácter nacional.

n.- Represión y reformas legislativas

La respuesta más frecuente de los gobiernos latinoamericanos a los reclamos de


los trabajadores fue una severa represión. Con el inicio de la Primera Guerra Mundial
se sucedieron numerosas huelgas organizadas por los obreros. Pero simultánea-
mente los gobiernos latinoamericanos para desactivar los conflictos sociales dictaron
una serie de leyes reconociendo algunos derechos a los trabajadores, además de la
violencia y la coacción gubernamental se dictaron leyes de expulsión de inmigrantes
catalogados de agitadores.

o.- Las corrientes ideológicas en el movimiento obrero latinoamericano

A mediados del siglo XIX, la "Sociedad de la Igualdad" inició la divulgación del


socialismo utópico en Chile. Más tarde la I Internacional Socialista inauguró filiales en
Buenos Aires, Montevideo, México y La Habana, formadas principalmente por fran-
ceses y alemanes. Pero mientras estas difundían las ideas socialistas, los refugiados
e inmigrantes españoles e italianos se convirtieron en voceros de ideologías
anarquistas.

Durante las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX en la Argentina, Brasil,
Uruguay y México, los anarquistas llegaron a influir mucho sobre gran parte de los
sectores populares. Impulsaban la acción directa como elemento central de la lucha
de los trabajadores y esperaban destruir el orden existente mediante una "huelga
general revolucionaria".

Desde principios de este siglo fue cada vez mayor la influencia del "sindicalismo
revolucionario" sobre el movimiento obrero latinoamericano. Inspirado en el modelo
de la Confederación General del Trabajo francesa, esta corriente ideológica organizativa
desplazó el predominio anarquista en la Argentina e impulsó la organización de la
primera Confederación del Trabajo Región Mexicana. Los sindicalistas revolucionarios

72
o anarcosindicalistas compartían con los anarquistas el concepto de acción directa y la
oposición a la participación política de los obreros pero, además, sostenían la necesi-
dad de la organización sindical y la realización de huelgas para obtener aumentos
salariales y mejores condiciones de trabajo en forma inmediata.

Durante las primeras décadas del siglo XX, también hizo sentir su influencia el
movimiento socialista que alcanzó un gran desarrollo en Chile, Argentina y Uruguay.
Los socialistas proponían la organización de partidos políticos obreros, la participa-
ción de los trabajadores en las elecciones y la lucha política con el objetivo de au-
mentar el número de representantes de los intereses de los obreros en el parlamento
y obtener leyes que protegieran sus derechos. En Chile el Partido Obrero Socialista
se convirtió en partido de masas. En Argentina, en cambio, el Partido Socialista nun-
ca pudo influir decisivamente sobre el movimiento obrero.

A partir de 1920, y a consecuencia del impacto de la Revolución Rusa y la forma-


ción de la III Internacional, en casi todos los países latinoamericanos se formaron los
partidos comunistas: en Chile y Uruguay, por la afiliación de los partidos socialistas a
la nueva internacional, en Argentina por una división entre los socialistas y en Brasil
por iniciativa de grupos anarquistas.

Revolución Social y Reforma Política en


las primeras décadas del siglo XX

1.- El régimen de gobierno oligárquico

Durante las últimas décadas del siglo XIX, concluidos los procesos de centraliza-
ción de la autoridad política y de constitución de Estados nacionales modernos, en
cada sociedad latinoamericana los grupos oligárquicos impusieron un régimen de
gobierno que expresó su dominación sobre el conjunto de la población.

En el plano de la organización institucional, el régimen de gobierno oligárquico que


se generalizó en toda América Latina estaba basado en el sistema republicano de
separación de los poderes del Estado y en el reconocimiento -teórico- del principio de
soberanía popular; es decir, que la fuente del poder político residía en el conjunto de
los integrantes de la sociedad, quienes tenían el derecho a participar en el gobierno.

Sin embargo, durante varias décadas, en los hechos, los grupos oligárquicos en el
gobierno:

- muy frecuentemente vulneraron la división de poderes,


- violaron las constituciones establecidas,
- definieron de forma restringida la categoría de "ciudadano"
- e impusieron una fuerte limitación a los derechos políticos de la mayoría de los
integrantes de las sociedades latinoamericanas.

73
Por estas características, estos regímenes de gobierno también han sido denomina-
dos "de democracias restringida o limitada".

Durante la última década del siglo XIX y la primera del XX, en varios países del
continente, el sistema político de dominación oligárquica entró en crisis. Los nuevos
grupos sociales surgidos como resultado del proceso de diversificación social, que
originó la fase de expansión de las exportaciones, comenzaron a reclamar a los gru-
pos oligárquicos el reconocimiento de sus derechos económicos y sociales y a exigir
participación en el gobierno.

En la Argentina, Uruguay, Chile, Perú y México las clases medias, los trabajadores
urbanos y los obreros de los enclaves, según los países, protagonizaron -en algunos
casos, apoyados por sectores de la elite oligárquica e intelectuales-, importantes lu-
chas que transformaron profundamente el escenario político latinoamericano. Tam-
bién las guerras que sostuvieron varios países del continente y las intervenciones
extranjeras, tuvieron efectos que desestabilizaron el orden político establecido con
anterioridad al desarrollo de los conflictos.

a.- "Estado capturado" y partidos de notables

La dominación que los grupos de mayor poder económico ejercieron en cada país
latinoamericano sobre el conjunto de la sociedad, se manifestó en dos características
fundamentales del sistema político oligárquico.

La primera característica fue la captura de las instituciones del Estado por la


oligarquía. De esta manera eran ellos los que ocupaban los cargos de gobierno y de
la administración política, por medio de las instituciones, aseguraban de esta forma la
marcha de la economía exportadora y las relaciones con los mercados internaciona-
les.

La otra característica está muy relacionada con la anterior ya que solo los propie-
tarios estaban organizados políticamente y participaban en los asuntos públicos, de-
jando totalmente excluida de la participación política a la inmensa mayoría de la po-
blación, y ante cualquier intento de organización política de los grupos sociales su-
bordinados, fueron bloqueados o reprimidos.

Las oligarquías conformaron partidos políticos denominados "partidos de notables"


como el Partido Autonomista Nacional en Argentina, los partidos liberales y conser-
vadores tradicionales en Chile, México, Colombia y otros países. Estos partidos le
otorgaron legitimidad al orden oligárquico.

b.- Exclusión política y manipulación de la participación electoral

Los sistemas de gobierno oligárquicos concretaron la exclusión política de los sec-


tores subordinados a través de diversos mecanismos, algunos legales y otros abierta-
mente ilegales, que aplicaron en forma combinada.

74
Mediante leyes que reglamentaban el régimen electoral, los grupos gentes limitaron
el sufragio, imponiendo algunos requisitos para ejercer el derecho a voto. Por ejemplo,
en la gran mayoría de los países centroamericanos y en varios en los que predomina-
ban las economías de enclave, establecieron que solo podían votar quienes supieran
leer y escribir o quienes tuvieran una propiedad o determinado nivel de ingresos. En
otros casos, vedaron la participación electoral a los extranjeros que en la Argentina y
en los Estados del centro y sur del Brasil representaban alrededor del cincuenta por
ciento de la población masculina mayor de edad.

Al mismo tiempo, combinaron disposiciones y prácticas que les permitían manejar


discrecionalmente la "participación" electoral de la porción de la población que efec-
tivamente votaba, sobre todo de los campesinos y peones rurales sometidos a la
voluntad del patrón. Uno de los mecanismos legales a través de los cuales los secto-
res oligárquicos se aseguraron el control del gobierno, fue el peso desproporcionado
en la integración del Parlamento nacional, que otorgaron a los distritos rurales relati-
vamente menos poblados y controlados por los terratenientes, a través del paternalismo
y el clientelismo. Por otra parte, la ausencia en cada país de un registro nacional de
electores (padrón electoral) favoreció la práctica del fraude -que consistió, por ejem-
plo, en hacer votar a una misma persona más de una vez o en decidir por otro a quién
votar. Además, el hecho de que el sufragio fuera público (no secreto) era otro ele-
mento que reforzaba la influencia ejercida por los "notables" urbanos o los patrones
sobre los electores, de los grupos sociales subordinados, a la hora de decidir el voto.

c.- La "modernización" económica y social

Los gobierno oligárquicos utilizaron los recursos de poder que ponía a su disposi-
ción el control de las instituciones estatales, para llevar adelante importantes proce-
sos de "modernización" económica y social. Para las élites dirigentes de fines del
siglo XIX, esto significaba crear las condiciones necesarias para facilitar el desarrollo
del "progreso". Para que esto sucediera debían "colocar" a los países latinoamerica-
nos en la senda del desarrollo capitalista propuesto por los países centrales, median-
te la radicación de capitales extranjeros en la producción, el transporte y las finanzas.

Para ello resultaba necesario que los Estados oligárquicos modernizaran sus insti-
tuciones y desarrollaran modernas burocracias: se dictaron leyes y códigos que orga-
nizaron los diferentes aspectos de las relaciones sociales (código; civiles, penales,
comerciales) y organizaron sistemas judiciales, crearon bancos, unificaron el sistema
monetario y garantizaron los pagos de la deuda externa. También se le quitó el con-
trol a la Iglesia de las funciones de "registro civil" de la población, es decir, el control
de los nacimientos, defunciones, matrimonios, como así también de la educación
pública que, a partir de leyes como la 1420 de la Argentina, se convirtió en laica,
pública y obligatoria. Todas estas medidas generaron un fuerte enfrentamiento con la
Iglesia Católica, que puede ser seguido en los debates de la prensa de la época.

75
d.- La construcción de las "naciones" en América latina

Los Estados centralizados modernos, constituidos durante las últimas décadas del
siglo XIX, se consideraron "Estados nacionales", representantes de una "nación" de-
terminada. Pero, según la definición tradicional del concepto de "nación" que lo aso-
ciaba a "etnia", ¿cuáles eran las naciones latinoamericanas? El Estado nacional mexi-
cano de Porfirio Diaz, ¿representaba a la "nación azteca"? En la República de Guate-
mala, ¿gobernaban los mayas? En el Estado nacional peruano de Leguía, ¿se habla-
ba la lengua de los incas? ¿Qué representación tenían los ex esclavos y sus familias
en la República del Brasil? ¿Quiénes integraban la Nación argentina? ¿Y la chilena?.

En Europa, a partir del siglo XV, los Estados modernos que centralizaron la autori-
dad política y articularon una economía de mercado se correspondieron, en general,
con la existencia de "naciones"; esto es, conjuntos de individuos que compartían un
mismo origen étnico, tenían una historia y una cultura en común y habitaban desde
mucho tiempo atrás en la mayor parte del territorio que pasó a estar bajo control
estatal. La definición de estos Estados, como Estados nacionales fue resultado de
numerosos conflictos intra e inter-estatales, que se desarrollaron desde el siglo XV,
hasta después de la Segunda Guerra Mundial -y que persisten en Europa central
hacia fines del siglo XX. Pero en la mayoría de los casos, la constitución de cada
Estado nacional se desarrolló a partir de la existencia previa de una o varias nacio-
nes/etnias.

En América Latina, en el proceso de constitución de los Estados nacionales mo-


dernos, las relaciones entre la nación/etnia y el Estado, fueron diferentes. Durante las
últimas décadas del siglo XIX, las élites dirigentes que, en cada país, centralizaron la
autoridad política y constituyeron el Estado, constituyeron también, al mismo tiempo,
naciones latinoamericanas "nuevas".

La negación de las antiguas naciones indígenas americanas y de los descendien-


tes de los negros africanos -grupos que hacia fines del siglo XIX constituían porcio-
nes significativas de la población en muchos países latinoamericanos- en el "proyec-
to nacional" que encarnaron los nuevos Estados nación, estuvo profundamente vin-
culada con la historia colonial del continente y las características de la incorporación
de América Latina al mercado internacional. Las sociedades indígenas originarias
fueron conquistadas, derrotadas y colonizadas por los europeos; y sus descendien-
tes se transformaron en campesinos pobres o vivían marginados en comunidades
aisladas. Los negros africanos habían sido incorporados en calidad de esclavos y
sus descendientes libres también eran campesinos o trabajadores pobres.

La subordinación económica y política que sufrieron los indígenas americanos,


africanos y los mestizos, explica por qué para los proyectos de nación que seguían
mirando hacia Europa, la etnía no podía ser el antecedente de la nación moderna.
Las elites dirigentes que triunfaron y llevaron adelante la construcción de los Estados
nacionales formaban parte de los grupos sociales dominantes, por lo tanto no reco-
nocieron los valores étnicos y culturales de los grupos sociales subalternos. La base
ideológica de los nuevos Estados se nutrió de elementos como la hispanidad, el cato-

76
licismo, el liberalismo, el laicismo, el anticlericalismo, el progresismo y el positivismo
provenientes de Europa.

Debido a ello, además de asegurar la integridad territorial y organizar un régimen


político, los grupos dirigentes se propusieron construir e imponer una "identidad na-
cional". Esta tarea fue de vital importancia para integrar a los grupos de diferentes
origen étnico que habitaban los territorios bajo su control, en una "comunidad nacio-
nal" e imponerles reglas para la elección de los gobernantes, y exigirles obediencia a
las nuevas autoridades nacionales.

2.- La crisis del orden oligárquico

Durante este periodo el orden oligárquico enfrentó profundas crisis políticas en


varios países latinoamericanos. Las transformaciones económico sociales desarro-
lladas durante la fase de expansión de las exportaciones, por diferentes razones,
debilitaron la legitimidad del sistema de dominación oligárquico, basado en la exclu-
sión política de la mayoría de la población y en el principio de qué, "el manejo de la
cosa pública", estaba reservado a la "gente bien".

La expansión que experimentaron las economías exportadoras de bienes prima-


rios hacia fines de siglo XIX y durante principios del XX, creó condiciones favorables
para el surgimiento y la consolidación de organizaciones de obreros y trabajadores
que reclamaron a los patrones aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo,
y exigieron a los gobiernos reconocimientos de sus derechos y protección legislativa.
Al mismo tiempo, originó el crecimiento de las clases medias urbanas, integrada por
trabajadores y empleados que comenzaron a mostrarse disconformes con la exclu-
sión política a la que eran sometidos.

Por otra parte, en algunos países, la expansión de las exportaciones también afec-
tó a los campesinos y a las comunidades indígenas, las que se vieron afectadas por
la pérdida de sus tierras y el aniquilamiento de su tradicional forma de vida, basada
en la autosubsistencia. La concentración de la propiedad de las tierras en manos de
los grandes terratenientes o de empresas extranjeras significó, en algunos casos, la
expulsión de los campesinos de sus parcelas y, en otros, un agravamiento de las
condiciones de servidumbre en las que vivían.

a.- Campesinos peruanos y "sistema de enganche"

"En Perú el ‘sistema de enganche’ forzó legalmente a la población campesina a


abandonar parcial o totalmente sus lugares de origen. El ‘enganche’ consistía en que
los propietarios contrataban con un intermediario, el cumplimiento de un determinado
servicio en un tiempo fijo. El intermediario recorría la región y con la explícita colabo-
ración de las autoridades y de los ‘vecinos notables’, reclutaban un determinado núme-
ro de trabajadores que, después de firmar un contrato cuyo contenido desconocían,
dada su condición de analfabetos, recibían un adelanto en efectivo, del que el

77
‘enganchador’ deducía su comisión. Mediante este contrato, el trabajador se compro-
metía a desempeñar para el enganchador una labor por un tiempo determinado a
cambio de un salario, del que se restaba el adelanto recibido. El salario del trabajador
enganchado era una parte en moneda y la otra, en fichas canjeables por alimento,
medicinas e instrumentos de trabajo en el ‘tambo’ de la hacienda o en el ‘mercantil’ o
‘bazar’ de la mina, válidas por un plazo no mayor de una semana.

En algunos casos, las empresas ‘vendían’, a un precio que fijaban unilateralmente,


los productos que obtenían de sus propias ‘colonias’ agrícolas -en las que trabajaban
los campesinos que compraban esos artículos. En otros, vendían mercancías impor-
tadas -lo que afectaba la producción artesanal y el comercio regional. Así, el ‘sistema
de enganche’ renovó la política colonial de movilización forzada de la mano de obra
(la mita) y ‘ató’ a los trabajadores a la hacienda o a la mina por las deudas contraídas.
Para algunos latifundistas, el ‘enganche’ permitió la ‘recuperación’ de las tierras agrí-
colas que habían entregado en arriendo en las épocas de depresión

Pero, en general, este mecanismo viabilizó un proceso de expropiación masiva de


las tierras comunales".

b.- Los diferentes tipos de reclamos

Las demandas y las exigencias que enfrentaron los gobiernos oligárquicos durante
las primeras décadas del siglo XX fueron diferentes según la mayor o menor presen-
cia y organización que, en cada país, tenían los campesinos los obreros y los secto-
res medios urbanos. Además, también fueron diferentes las formas en que cada uno
de estos grupos sociales llevó a delante los reclamos.

Las protestas de los campesinos fueron, por lo general, violentas. La expropiación


de sus tierras y la destrucción de las redes de cooperación familiares y comunales
amenazaba la supervivencia física del campesinado. Por eso, los campesinos no
tenían más opción que reclamar la propiedad de la tierra. Pero esto era inaceptable
para los terratenientes y aún para los gobernantes, ya que significaba cuestionar los
fundamentos mismos de la dominación oligárquica.

A través de huelgas y manifestaciones, los obreros reclamaron mejores salarios y


condiciones de trabajo y rechazaron el orden capitalista pero, en general, sus protes-
tas no incluyeron reivindicaciones estrictamente políticas, referidas a los derechos de
ciudadanía y la extensión del sufragio.

Pero ni los obreros ni los campesinos -excepto en México- lograron liderar la pro-
testa en el plano político nacional. La lucha de estos sectores tuvieron una influencia
decisiva en el fin de los sistemas de gobierno oligárquicos cuando se superpusieron
y articularon con los reclamos de los sectores medios urbanos.

A diferencia de los campesinos y los obreros, las clases medias y urbanas no cues-
tionaron el carácter capitalista de las relaciones sociales en las que estaba basado el
orden oligárquico. Por el contrario, sus demandas tuvieron como objetivo lograr una

78
mayor participación en los beneficios económicos que generaba la expansión de las
exportaciones y la incorporación al mercado capitalista internacional. Aunque no estu-
vieron ausentes las manifestaciones y los enfrentamientos con la policía, los reclamos
de los sectores medios urbanos se canalizaron, con diversas características, a través
de mecanismos políticos. Organizados en partidos políticos de un nuevo tipo, exigieron
al gobierno el reconocimiento de sus derechos como ciudadanos adquiriendo una parti-
cipación política efectiva. Los dirigentes políticos que los representaban consideraban
que a través de la participación en el gobierno se podían obtener reformas legislativas
que aseguraban la distribución de los beneficios de la economía primario-exportadora
entre las clases medias urbanas que no pertenecían a la burguesía ni a la clase obrera
asalariada.

c.- Las respuestas de los gobiernos oligárquicos

Durante las primeras décadas del siglo XX, los reclamos de estos grupos sociales
-campesinos, obreros y clases medias urbanas- se combinaron en formas y con rit-
mos diferentes en los diversos países de América Latina y provocaron el debilita-
miento, y en algunos casos el definitivo derrumbe, de los gobiernos oligárquicos. Las
respuestas de las élites dirigentes fueron distintas según el grado de amenaza que,
en cada caso, significaban para el mantenimiento de su poder económico y político.

d.- La intransigencia política

Frente a los reclamos de los campesinos -en México, durante la década de 1910 y
en Perú, en la década de 1930-, que exigieron la distribución de la propiedad de la
tierra, la respuesta del gobierno fue la intransigencia absoluta. En estos casos, la
oligarquía se propuso el exterminio físico de las fuerzas contestatarias y el resultado
fue la guerra civil y la militarización de la política y la sociedad.

El desarrollo de estos conflictos llevó a situaciones en las cuales el triunfo de uno


de los bandos enfrentados significaba la derrota del otro, sin la posibilidad de térmi-
nos medios. En México, después de varios años de enfrentamientos armados que
movilizaron a una porción significativa de la población del país, la oligarquía perdió.
En Perú, en cambio, triunfaron "las fuerzas del orden". El partido aprista, la principal
fuerza política de oposición, fue excluida de la política por más de tres décadas,
aunque la oligarquía tuvo que aceptar el predominio de los militares y renunciar a
ejercer directamente el gobierno.

e.- La ampliación de la ciudadanía

En Uruguay, Argentina y Chile, las élites oligárquicas cedieron frente a los reclamos de
los sectores medios urbanos que exigían su reconocimiento como ciudadanos y la am-
pliación de la participación política. En parte, fueron integrantes de estas mismas elites
quienes impulsaron los procesos de ampliación de la ciudadanía y de democratización
del régimen del gobierno y se convirtieron en dirigentes de los nuevos partidos políticos de
oposición. En algunos casos encabezaron también importantes procesos de moderniza-
ción y democratización interna de los partidos tradicionales.

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En la Argentina, en 1912, el Parlamento nacional con mayoría conservadora sancio-
nó la llamada "Ley Sáenz Peña", que estableció el sufragio obligatorio y secreto, lo que
significó un importante freno a la práctica del fraude electoral. El retorno a la legalidad
constitucional era la principal exigencia de la Unión Cívica Radical, partido político que
representaba a los sectores medios de las ciudades más importantes, contaba con el
apoyo de un sector de los terratenientes. De todos modos el mantenimiento de la
prohibición de votar que recaía sobre los extranjeros -que en 1914 constituían el 53%
de la población masculina adulta- mantuvo alto los niveles de exclusión política de la
población.

En Uruguay, en 1918 ya votaba toda la población masculina adulta, sin ningún tipo
de restricciones.

En Chile, en cambio, el derecho a voto se mantuvo restringido, pero los partidos


políticos tradicionales -el Liberal, el Conservador y el Radical- aceptaron impulsar
reformas legislativas relacionadas con los principales reclamos de las clases medios
urbanas chilenas. En particular, estos resultaron satisfechos a partir de la sanción de
la Constitución de 1925, luego del regreso a la presidencia del liberal Arturo Alessandri.

Sin embargo, en el Uruguay la ampliación de la ciudadanía significó la democrati-


zación del sistema político. Aunque no sin resistencia, los grupos dominantes respe-
taron efectivamente el principio de la soberanía popular y aceptaron que los tradicio-
nales Partidos Nacional y Partido Colorado, asumieran la representación de los inte-
reses de los sectores populares además de los intereses de las élites tradicionales.

En la Argentina, en cambio, el reformismo que impulsaban las nuevas fuerzas


políticas, en los hechos resultó severamente limitado por los grupos oligárquicos. Los
legisladores conservadores bloquearon numerosos proyectos de leyes -presentados
por los radicales y los socialistas- que tenían como objetivo ampliar la participación
de los sectores medios y populares urbanos en la distribución de la riqueza que gene-
raban las exportaciones de bienes primarios.

En Chile, el "congelamiento de la ciudadanía" limitó los alcances de la reformas


económicas y sociales.

f.- El mantenimiento de la dominación oligárquica

Con diferentes características, la dominación oligárquica se mantuvo en Brasil,


Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador y Paraguay hasta diferentes momentos de
las décadas de 1930, 1940 y 1950, según los casos.

En Brasil y Colombia, las élites tradicionales mantuvieron las instituciones republi-


canas y el sufragio restringido hasta la década de 1930 y 1940, respectivamente. En
Brasil, las luchas de los obreros no lograron articularse con las movilizaciones de los
sectores medios urbanos, representados por los jóvenes oficiales del ejército, llama-
dos los "tenientes". En Colombia, las clases medias tampoco lograron plasmar un
movimiento de oposición que integrara las protestas obreras y campesinas. Durante

80
las primeras décadas del siglo XX, en estas dos sociedades, las tensiones fueron
fundamentalmente interoligárquicas, originadas por los enfrentamientos entre los gru-
pos de terratenientes que controlaban las distintas regiones del territorio de cada país
por el acceso al gobierno federal.

En Venezuela, la dictadura de Juan Vicente Gómez -justificada por un intelectual


del régimen como "la mejor forma de gobierno para sustraer a los venezolanos, raza
mixta y primitiva que vivía en una economía atrasada y pastoril, de la anarquía y el
caos"- se mantuvo hasta 1935. Durante los casi 30 años en que gobernó el país en
forma personal o indirectamente a través de políticos "afines", Gómez ejerció una
férrea represión contra todo intento de oposición política: las cárceles se llenaron de
opositores y de individuos considerados sospechosos. Se generalizaron los castigos
corporales, las torturas, los trabajos forzados y los destierros. No había leyes que
protegieran los derechos de los trabajadores y las huelgas estaban prohibidas. En
esas décadas, el petróleo -cuya explotación fue entregada completamente a empre-
sas extranjeras- se transformó en el principal producto de exportación de Venezuela.

Desde principios de siglo XX hasta 1930, en Ecuador se alternaron presidentes del


Partido Radical Liberal, que gobernaron en forma dictatorial y enfrentarse a los con-
servadores, que recurrieron a golpes militares para desalojarlos del gobierno.

Más crítica todavía fue la situación que vivió la sociedad paraguaya después de la
derrota que sufrió en la "Guerra de la Triple Alianza" (1865-1870) frente a Brasil,
Uruguay y Argentina, durante la primera mitad del siglo XX. A lo largo de varias déca-
das, los jefes militares conservadores agrupados en el Partido Colorado se enfrenta-
ron con los grupos liberales, tanto con los "cívicos" -más dispuestos al "acuerdismo"-
como con los "radicales" que exigían el restablecimiento del orden constitucional. El
"estado de sitio" fue mantenido casi permanentemente y se sucedieron numerosos
golpes militares que instalaron gobiernos de muy corta duración.

g.- La situación en Centroamérica y el Caribe

Hacia fines del siglo XIX, la organización económica, social y política de las socie-
dades centroamericanas se transformó profundamente a partir de la creciente de-
manda de bananas de Estados Unidos y la nueva tecnología que facilitaba el almace-
namiento y distribución de frutas.

En 1924 la Standart Fruit and Steamship con sede en Nueva Orléans, se sumó a la
United Fruit Company fundada en 1899, y ambas empresas monopolizaron la pro-
ducción bananera en Centroamérica y el Caribe.

Estas empresas adquirieron una enorme influencia en la región que tuvieron con-
secuencias en el plano político. La explotación bananera necesitaba grandes sumas
de inversión para la construcción de ferrocarriles y diversas obras de infraestructura y
los capitalistas locales no poseían los suficientes. Es por ello que solicitaron ayuda
financiera a los compradores de sus productos, pero no pudieron devolverlos.

81
Lentamente las empresas extranjeras

pasaron a controlar directa-


mente la producción.
se convirtieron en propietarias
de las plantaciones más ricas

controlaron también las insti-


tuciones financieras y el co-
mercio al menudeo.
El gobierno en este contexto se transformó en un negocio muy lucrativo para los
grupos oligárquicos tradicionales. Estos se convirtieron en socios locales de las em-
presas estadounidenses, las élites dirigentes se enriquecieron como consecuencia
de las "comisiones" y "gratificaciones" que recibían, a cambio del otorgamiento de
mayores privilegios y de concesiones a los extranjeros.

En lo concerniente a lo político, las familias más poderosas pretendieron perpe-


tuarse en el poder y para ello, establecieron regímenes autoritarios revestidos de una
cierta legalidad constitucional en apariencia, pero dictaduras en la práctica; las que
eran apoyadas por fuerzas armadas locales o extranjeras, que intervinieron frecuen-
temente para defender y proteger las inversiones extranjeras o para respaldar a los
gobiernos que mejor servían a sus intereses. Esto fue socavando la autonomía polí-
tica de esta región y profundizó la dependencia económica.

La generalizada corrupción administrativa, los salarios bajos y la creciente


miseria de la población campesina fue una constante en las sociedades de
esta región, que fueron denominadas durante este periodo como "repúbli-
cas bananeras".

h.- Zapata y la revolución campesina en México

La revolución liberal: "sufragio efectivo y no reelección"

En 1884 Porfirio Díaz abandonó el lema de "no reelección" que el mismo había
sostenido años atrás y, desde entonces, se mantuvo ininterrumpidamente en la pre-
sidencia hasta 1911. Durante el largo periodo en que Díaz controló el gobierno, lla-
mado el "porfiriato", la economía mexicana creció y la red ferroviaria se extendió
considerablemente. La contracara de este proceso fue la concentración en manos de
viejos y nuevos terratenientes, de la propiedad de las tierras pertenecientes a las
comunidades indígenas y de los terrenos despoblados. Hacia 1910, el porcentaje de
familias sin tierras representaban el 96,9% de la población total del país. Además,
bajo el lema de "administración, progreso y orden", el porfirismo no solo permitió la
consolidación del latifundio entre los terratenientes mexicanos, sino que también avaló
la entrega de extensos dominios a empresas extranjeras, en particular, en las zonas
mineras del norte del país. El autoritarismo político se expresó asimismo en la fuerte

82
represión que el régimen aplicó a las organizaciones de los obreros de los enclaves y a
los trabajadores urbanos, que se habían ido consolidando durante los últimos años del
siglo XIX, y que desde principios del siglo luchaban por sus derechos.

Con el propósito de descomprimir la grave tensión política y social que atravesaba


la sociedad mexicana, en 1908, el presidente Díaz anunció que permitiría el surgi-
miento de un partido de oposición y apoyaría la transición hacia un régimen de go-
bierno democrático. Rápidamente, los porfiristas se organizaron y desde el "Club
reeleccionista" postularon a Díaz como presidente, acompañado, esta vez, de un
vicepresidente. La oposición al régimen, finalmente se organizó alrededor de Fran-
cisco Madero, un hacendado del norte, quien en 1908 había publicado el libro La
sucesión presidencial en 1910, el Partido Nacional Democrático.

Su propuesta, formulada en tono de crítica respetuosa, consistía en constituir un


gran partido político que en las próximas elecciones llegara a un acuerdo con Díaz
para integrar los cuadros de gobierno y, desde allí, avanzar en la democratización del
régimen. Luego de un breve periodo en que se organizaron y actuaron por separado,
los grupos políticos opositores -entre los que se contaban liberales y otros más
radicalizados- se fusionaron en la "Asamblea Nacional Antireeleccionista". La Asam-
blea eligió a Madero como candidato a la presidencia y proclamó el lema "sufragio
efectivo y no reelección".

i.- La guerra civil

Durante la campaña electoral, Madero había advertido al gobierno que si se con-


sumaban un nuevo fraude electoral, éste sería rechazado con violencia. Poco días
entes de la elecciones, Madero fue encarcelado y, otra vez, el fraude dio la victoria a
Díaz. Las protestas populares se generalizaron y fueron violentamente reprimidas.
La presión de los diputados y los políticos antireeleccionistas lograron que Madero
fuera puesto en libertad bajo palabra. Éste huyó a Texas y desde allí dio a conocer el
Plan de San Luis de Potosí, fechado el 5 de Octubre de 1910, que contenía un llama-
do al pueblo mexicano a tomar las armas en defensa de la voluntad popular hasta
derrotar a la dictadura y a la oligarquía.

Para los maderistas, la lucha debía desarrollarse por el control de las ciudades
más importantes y los levantamientos campesinos servirían solo de apoyo. Sin em-
bargo, el desarrollo de la revolución tomó un rumbo diferente del que Madero había
previsto. Desde un primer momento, los campesinos atraídos por el artículo tercero
del Plan de San Luis de Potosí -que prometía revisar los abusos cometidos en la
aplicación de la "ley de terrenos baldíos" y "restituir a sus antiguos poseedores los
terrenos de que se los despojó de modo arbitrario"-, se incorporaron a la guerra con
el objetivo de recuperar sus tierras.

j.- La revolución campesina: "la tierra para el que la trabaja"

En los primeros momentos del conflicto se enfrentaron: el ejército "federal", repre-


sentante de los grandes terratenientes y de la Iglesia, y el "maderista", representante

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de los medianos y pequeños industriales, obreros y campesinos. A medida que se
desarrollaba el conflicto, el grupo de los campesinos comenzó a ser el principal pro-
tagonista de la revolución.

Ya sea en el norte o en el sur los grupos de campesinos se habían sublevado en


armas en defensa de sus tierras. Francisco Villa, apodado "Pancho", de Chihuahua
en el norte y Emiliano Zapata, de Morelos, en el sur se convirtieron en líderes de los
campesinos.

Sin embargo, ambos tenían objetivos diferentes, aunque en algunas ocasiones


lucharon juntos durante la revolución. Villa siempre se mostró partidario de negociar
con los liberales, mientras que Zapata mantuvo una posición más radical, de restitu-
ción de las tierras a los campesinos.

En los primeros meses de 1911, sin suficiente apoyo político, Díaz entró en nego-
ciaciones con el sector más conservador de los rebeldes. La firma del "Tratado de
Ciudad Juárez" le permitió la salida del dictador hacia París y estableció un gobierno
provisional que convocó a elecciones. Madero resultó triunfador y el 6 de setiembre
de 1911. Los zapatistas peticionaron ante el presidente la sanción de una ley agraria
que restituyera las tierras a los campesinos, pero ante la falta de respuesta de Made-
ro y de los ataques del ejército, los zapatistas, reiniciaron la guerra de guerrillas.
Finalmente en noviembre de 1911, Zapata dio a conocer el Plan de Ayala y declaró la
guerra al gobierno.

Entre 1911 y 1918 los campesinos de Morelos lucharon por la implementación del
Plan y consolidar la revolución campesina, de acuerdo con el artículo sexto, las tie-
rras usurpadas por los hacendados pasaban a manos de los ciudadanos que "habían
sido estafados en su fe por los opresores", el mismo también advertía que los campe-
sinos estaban dispuestos a defender sus posesiones.

Mientras los porfiristas y algunos liberales apoyados por los Estados Unidos, pre-
pararon un "golpe" contra Madero. En 1913 durante la llamada "Decena trágica" Ma-
dero fue derrocado y luego asesinado. El conspirador porfirista, general Victoriano
Huerta asumió como presidente provisional.

k.- La institucionalización de la revolución campesina

La imposición de un régimen dictatorial provocó el enfrentamiento de Huerta con la


mayoría de los jefes revolucionarios: las tropas huertistas fueron derrotadas por las
de Villa y Carranza gobernador del Estado de Coahuila, se sublevó contra él.

En marzo de 1913 Carranza elaboró el Plan de Guadalupe, por el cual se compro-


metían a continuar la lucha armada hasta restaurar el orden constitucional, y una vez
alcanzado el poder político, continuar la "lucha de clases" a través de la sanción de
nuevas leyes.

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Carranza fue designado "Primer Jefe del Ejército Constitucionalista", encargado del
Poder Ejecutivo de la Unión, pero su liderazgo no fue totalmente reconocido, Pancho
Villa se opuso porque no coincidía con el tipo de respuesta práctica a la cuestión
agraria de Carranza. Por otro lado también Zapata no logró acordar la paz con Carranza,
ya que exigían la absoluta sumisión de los constitucionalistas al Plan de Ayala. En este
contexto, Zapata promulgó un decreto por el cual creó "comisiones agrarias" para
implementar el Plan de Ayala.

En 1914 se produce la renuncia de Huerta, tras lo cual se reúne la "Convención


Revolucionaria Mexicana", encargada de definir el nuevo gobierno. Con la participa-
ción de zapatistas y villistas se reconoció la vigencia de los artículos más importantes
de Plan de Ayala, es decir, las principales exigencias revolucionarias campesinas.
También se designó un presidente provisional y se destituyó a Carranza, pero éste
desconoció la resolución, lo que llevó a la invasión de la Ciudad de México por tropas
zapatistas y villistas unificadas, que fueron asediadas por tropas de Carranza, que en
1915 se instaló nuevamente en México.

Hasta 1917 México se debatió en medio de la guerra civil. Durante todo este perío-
do Carranza, a cargo del gobierno, se dedicó a institucionalizar la revolución
implementado numerosas leyes como por ejemplo:

La primera "Ley Agraria" de 1915 que reconocía las exigencias zapatistas. Un Con-
greso Constituyente sancionó una nueva Constitución que entre sus artículos reco-
nocía la ley Agraria de 1915 que sentó las bases legales de la "Reforma Agraria
Mexicana".

Luego de la sanción de la Constitución, Carranza llamó a elecciones y fue elegido


presidente de la República que no fue reconocido por Zapata, lo que llevó a una
nueva profundización del conflicto hasta que Zapata fue asesinado en 1920.

l.- Sandino y la lucha antiimperialista en Nicaragua

Nicaragua: "Protectorado" estadounidense

Durante las tres primeras décadas del siglo XX, la intervención estadounidense en
Nicaragua se profundizó. En 1909, luego de un conflicto interno que involucró a ciu-
dadanos estadounidenses, el "dictador" liberal José S. Zelaya renunció a la presiden-
cia de Nicaragua para, según declaró, no dar pretexto a los Estados Unidos para
"continuar interviniendo en ningún sentido en los destinos del país". La sucesión pre-
sidencial provocó enfrentamientos entre liberales y conservadores hasta que un con-
tingente de infantes de la marina de los Estados Unidos -llamados marines- desem-
barcó en Nicaragua con la declarada intención de impedir "inútiles derramamientos
de sangre". La intervención favoreció a los conservadores, liderados por el general
Emiliano Chamorro, que controlaron el gobierno provisional.

Desde principios de siglo, los Estados Unidos tenían la intención de construir en


Nicaragua un canal interoceánico complementario del de Panamá, pero la actitud

85
antiintervencionista de Zelaya había obstaculizado el proyecto. Después de la inter-
vención de las tropas norteamericanas, el secretario de Estado George Weitzel y el
general Chamorro se reunieron en secreto. Establecieron un acuerdo a partir del
cual, los Estados Unidos obtenían a perpetuidad el derecho de construir un canal en
territorio nicaragüense y, para proteger los accesos al Canal de Panamá, recibían
también en arrendamiento por 99 años, renovables por el mismo término, las islas
Maíz, Grande y Chica, ubicadas en el Caribe. Además, se le concedía a Estados
Unidos el derecho a construir una base naval en el golfo de Fonseca por el mismo
número de años. Por su parte, Nicaragua obtenía tres millones de dólares destinados
a pagar sus deudas internacionales.

Cuando los términos de estas tratativas fueron conocidos, la opinión pública nica-
ragüense reaccionó indignada y los gobiernos centroamericanos protestaron formal-
mente ante el gobierno de los Estados Unidos, el que les respondió, que el acuerdo
no lesionaba ningún derecho de los países de América Central.

En 1912, los liberales nicaragüenses decidieron enfrentar a los conservadores.


Estaban a punto de derrotarlos cuando Adolfo Díaz -un representante de los intere-
ses de las empresas extranjeras que había quedado a cargo del gobierno- pidió y
obtuvo el desembarco de 2.600 marines que aniquilaron a los liberales y respaldaron
la nueva "pacificación".

Díaz ratificó el tratado de 1909 que el Congreso estadounidense había aprobado


con una enmienda agregada por el secretario de Estado J. Bryan de la nueva admi-
nistración Wilson, Según el nuevo texto del Tratado Chamorro-Wilson, Nicaragua se
convertía en "protectorado" estadounidense.

m.- Las Guerrillas Sandinistas

La intervención militar de los Estados Unidos en Nicaragua fue repudiada por to-
dos los gobiernos europeos y los diarios conservadores del continente latinoamerica-
no. El presidente Coolidge resolvió entonces enviar a un amigo personal, con la mi-
sión de reconciliar definitivamente a los liberales y los conservadores nicaragüenses.

El enviado estadounidense llegó a Managua y, antes de que Moncada tomara la


ciudad, invitó al general a que se reuniera con él. El jefe liberal aceptó la entrevista y
llegó a un entendimiento: los Estados Unidos desarmarían por igual a liberales y
conservadores, pagarían en efectivo por cada rifle requisado y supervisarían las elec-
ciones, garantizando a los liberales completa libertad política. Sandino no aceptó el
acuerdo y profundizó su guerra de guerrillas exigiendo la salida del país de todas las
tropas extranjeras. A través de varias proclamas de tono y contenido desafiantes
para los extranjeros y sus colaboradores locales, denunció el sometimiento de Nica-
ragua a los Estados Unidos y llamó al pueblo nicaragüense a levantarse en armas.

En las elecciones de 1928, Moncada fue elegido presidente, pero, cada vez más, los
guerrilleros sandinistas tuvieron que enfrentarse con la "Guardia Nacional", un cuerpo

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armado local -integrado por nicaragüenses adiestrados por instructores de los Estados
Unidos- cuyo jefe era el liberal Anastasio Somoza.

El 1º de enero de 1933, el recién elegido presidente Sacasa hizo a Sandino una


propuesta de cese de las hostilidades y prometió el retiro definitivo de las tropas
estadounidenses. Sandino aceptó pero exigió a Sacasa, que prohibiera a Somoza,
que la Guardia Nacional hostigara a los sandinistas. El 21 de febrero de 1934, Sandino
llegó a la capital y selló el acuerdo con Sacasa. Esa misma noche, Sandino y dos de
sus generales fueron fusilados en un baldío. Al mismo tiempo, la Guardia Nacional
atacó el campamento de los soldados sandinistas, que se encontraban con sus fami-
lias y los exterminó.

Al poco tiempo, Sacasa fue derrotado y Anastasio Somoza controló el gobierno de


Nicaragua durante varias décadas.

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Actividad Nº 3

1º.- Ver y realizar la ficha del film argentino "La Patagonia rebelde", para este traba-
jo, seguir las pautas indicadas en el práctico 1.
2º.- Realizar una lectura comprensiva de las siguientes fuentes históricas.
3º.- Elaborar un cuadro comparativo con las principales características de la vida
cotidiana de las elites y de los trabajadores en América latina.
4º.- Redactar un ensayo, de no más de dos carillas, acerca de los nudos proble-
máticos que permiten abordar el estudio de las sociedades de latinoamericas
a comienzos del siglo XX.

Algunos aspectos de la vida cotidiana de las Elites

Un viajero francés, Aimard, que ya había visitado Río en 1856, comentó así su
segundo viaje, treinta años después: "Había conservado un recuerdo muy lúgubre de
las calles de Río. Al primer paseo que hice en tierra quedó estupefacto. Todas las
ventanas estaban abiertas, una muchedumbre de hombres y mujeres, vestidos a la
última moda de París, circulaban con el aire más desenvuelto. Río de Janeiro estaba
completamente metamorfoseado: negocios magníficos, cafés, cervecerías se encon-
traban a cada paso; los hoteles, los restaurantes eran de los más cómodos; una
muchedumbre apresurada circulaba con animación y actividad que no se encuentra
más que en ciudades como Londres o París; ricos equipajes, jinetes y todo eso iba y
venía.

Hombres, mujeres, obreros, monjes, mendigos ( ... ) obstruían veredas; y el colmo,


tranvías de dos y cuatro mulas circulaban por las calles de la ciudad."

(Citado per Gustavo y Hélène Beyhaut, América latina. De la independencia a la


segunda guerra mundial. México. En: Historia Universal Siglo XXI, volumen 23,
Siglo XXI, 1986.)

"Doscientas familias apenas forman todo el aporte sólido. La historia comienza por
ellas. Exclusivamente ellas conducirán a la Argentina hasta el día en que, poblada y
en plenitud de vida, podrá sin dificultades, al ejemplo de las democracias europeas y
de la gran República de Norte América, extraer de las capas populares sus jefes y
sus guías. Esta sociedad es a la vez muy cerrada y muy acogedora. Mantiene hábitos
de clases que han desaparecido hace tiempo de la nuestra. Al mismo tiempo se abre al
igual aunque sea extranjero. Así constituida, es muy fuerte y asume con clarividencia y
coraje las responsabilidades de una tarea semejante."

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(Testimonio de R Baudin, viajero francés de principios del siglo XX. Citado por
Gustavo y Hélène Beyhaut en América latina. De la independencia a la segunda
guerra mundial.)

"En México, la clase alta asentaba su poder en las grandes haciendas, con amplios
edificios construidos en cl centro de las mismas. Esas casonas servían a veces de
fortaleza, y entre sus muros los hacendados se esforzaban por vivir a la europea,
rodeados de una pléyade de domésticos y otorgando la más amplia hospitalidad al
viajero. La mayor parte de los hacendados poseían en la ciudad un palacio o una
mansión de gran lujo. Las nuevas grandes haciendas, organizadas al amparo de la
paz y el orden impuesto por Porfirio Diaz, ya no necesitaron de los altos muros que
les daban la apariencia de fortalezas medievales. El casco de la finca se componía
de la gran casona del propietario, la casa del administrador, las de los empleados, las
oficinas, la tienda de raya, la iglesia y la cárcel. En la casona, del propietario se podía
disfrutar de muchas de las comodidades de la vida moderna: luz eléctrica, baños de
agua tibia, salón de billar, salas espaciosas, todo amueblado con lujo. La tienda de
raya vendía mantas, jabón, maíz, frijol, aguardiente y otras mercaderías al peón y a
su familia, a precios más altos que los del mercado. El jornal se pagaba con mercade-
rías y cuando, sobraba un poco solía completarse con moneda de curso legal. Pero lo
más frecuente era que el peón siguiese endeudado y que las deudas pasaran de
padres a hijos, en, beneficio del patrón, que de esta manera los arraigaba a su finca."

(Citado por Gustavo y Hélène Beyhaut en América latina. De la independencia a


la segunda guerra mundial.)

Un comerciante de Boston comentaba hacia fines de siglo la prodigalidad de los


hacendados cubanos y la suntuosidad de la mansión rural donde se había hospeda-
do: "La hacienda estaba equipada con un mobiliario tan lujoso que en toda la isla era
famoso. Su establo tenía capacidad para cincuenta caballos. La casa, de una planta,
tenía patios interiores y cubría una vasta extensión; a menudo hospedaba hasta cien
personas. A sus baños romanos, de exquisitos mármoles, se llegaba por una avenida
de bambúes, cuyas ramas formaban un arco de setenta pies de altura ( ... ) Todo
parecía un cuento de hadas (... )"

(Citado por Gustavo y Hélène Beyhaut en América latina. De la independencia a


la segunda guerra mundial.)

Algunos aspectos de la vida cotidiana de los trabajadores. El Peonaje

"En diversos países, sobre todo en México, la esclavitud está encubierta en forma
de peonaje. Mediante anticipos reembolsables con trabajo y que se arrastran de ge-
neración en generación, no sólo el trabajador individual sino también su familia se
convierten de hecho en propiedad de otras personas y de sus familias. Juárez había
abolido el peonaje. El llamado emperador Maximiliano lo reimplantó."

(Karl Marx y Friedrich Engels, Materiales para la historia de América latina. En:
Cuadernos de Pasado y Presente, N’ 30, México, Siglo XXI, 1987.)

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En Yucatán, en mayor medida que en otras partes de México, el peonaje se convirtió
en una institución. En 1901, un observador informaba que "la manera legal de atar
criados a la hacienda consiste en hacer un pago por adelantado, lo que significa en
este Estado que el trabajador que se va puede ser obligado a volver a la hacienda por
la policía. Estos pagos por adelantado generalmente se hacen cuando un joven naci-
do en la hacienda llega a los 18 o a los 20 años y se casa. Entonces su dueño le da
cien o ciento cincuenta, a veces doscientos pesos, para establecer su casa y las dos
partes tácitamente establecen el acuerdo de que esta suma, así como otras que se le
puedan adelantar después en caso de accidente o de enfermedad, nunca va a ser
satisfecha. Este es el precio por el cual el joven yucateco vende su libertad".

(Citado por Leslie Bethell (ed.), Historia de América latina, volumen 9º México,
América Central y el Caribe, 1870-1930, Barcelona, Cambridge University Press-
Critica, 1992.)

"Los peones estaban sometidos a un verdadero régimen de servidumbre. Apenas


el 6.67% de los integrantes de las clases populares poseían tierra. Cuando trabaja-
ban en la gran hacienda, debían vivir en jacales construidos lejos de los edificios
centrales: casuchas de unos o dos cuartos, construidas de adobe, pedazos de made-
ra o ramas de árbol, según las regiones del país, sin ventanas y con piso de tierra, por
lo general la misma pieza servía de cocina, comedor y dormitorio a la vez; el mobilia-
rio y a vajilla se reducían a un pequeño brasero, para cocinar las tortillas de maíz,
algunas cazuelas y platos de barro y los petates para dormir el peón, la mujer y la
numerosa prole."

(Citado por Gustavo y Hélène Beyhaut en América latina. De la independencia a


la segunda guerra mundial.)

En 1914 se invitó al representante particular de Woodrow Wilson en México, John


Lind, y al comandante de la flota norteamericana en Veracruz, el almirante Fletcher, a
que visitaran una plantación de azúcar en Veracruz, propiedad del norteamericano
Sloane Emery, en la que todos los trabajadores eran contratados, John Lind comentó
más tarde: "Los trabajadores que el gobierno había enviado ahí eran prácticamente
prisioneros. El almirante Fletcher y yo vimos el espectáculo inusitado en cl siglo XX
de grupos de ocho a diez hombres diseminados en el maizal, acompañados por un
arreador, un cacique, un indio de la costa, alto y fornido, con un par de pistolas a la
cintura y un látigo negro de ocho o diez pies, siguiendo de cerca, al grupo que excavaba,
mientras al otro lado del campo, un hombre con una escopeta, con el cañón aserra-
do, los vigilaba, Estos hombres salían a trabajar en la mañana vigilados por estos
capataces y por las noches eran encerrados en un gran tejabán, Tanto el almirante
Fletcher como yo estábamos asombrados de que pudiera existir esa situación, pero
existía."

(Citado por Leslie Bethell en Historia de América latina, volumen 9.)

Comentando la falta de mano de obra para la excavación del canal de Panamá, decía
M. Verbrugghe en 1879: "El indio se pliega mal a las exigencias de un trabajo regular, le

90
falta la fuerza física y la fuerza moral; marcha sin descanso en sus selvas, acecha
inmóvil todo un día los peces de sus ríos, pero rehúsa agacharse para cavar la tierra."
Martinet había escrito un año antes, en relación con el Perú: "El indio, desde que se le
suprimió el tributo, se abandonó a su goce de predilección, la pereza, y no teniendo que
paga. Nada vivió en una completa independencia en cuanto al trabajo, porque sus
necesidades muy limitadas no reclaman una gran tarea para satisfacerlas. Vivió enton-
ces sin ambición, en medio del ocio, del vicio, de la ignorancia y de la superstición."

(Citado por Leslie Bethell en Historia de América latina, volumen 9.)

"(En Perú) los indios, descendientes de la raza que gobernaban los sucesores de
Manco Cápac, son como los negros, esencialmente perezosos; y la facilidad que les
ofrece la fertilidad del suelo para recoger sin pena las sustancias alimenticias sufi-
cientes a sus necesidades mantiene esta apatía y este amor del "far niente". Mientras
que la República les impuso un tributo, debieron vencer su molicie natural y buscar,
en el cultivo del suelo y el arrendamiento de sus servicios, los medios de procurarse
las sumas exigidas por el Estado; pero una vez libres de este impuesto, recayeron en
su indolencia natural y la agricultura se vio privada de sus principales recursos."

(E. Grandilier, Memorias de viaje, 1861. Citado por Gustavo Hélène Beyhaut en
América latina. De la independencia a la segunda guerra mundial.)

En 1879, el viajero Charles d’Ursel escribió sobre Bolivia: "En cuanto al pueblo, se
compone de indios que trabajan, no tienen ningún bienestar, están privados de los
beneficios de la educación y de la civilización y pertenecen, como verdaderos sier-
vos, sea a los grandes propietarios, sea al Estado." En esa misma época, Hugues
Boulard en sus "Notes sur la république de l’Equateur" registró: "La servidumbre legal
ha desaparecido en el Ecuador, pero los indios empleados en las fábricas y en las
explotaciones agrícolas están atados a ellas, con sus familiares, por lazos que no
pueden romper Por medio de adelantos que no pueden reembolsar y de sutilezas
jurídicas, se encuentran hoy tan esclavos como en lo pasado. Sus salarios son insig-
nificantes: cincuenta centavos por día, de los que se retiene una parte; su alimento es
de los más bastos. Un terreno no vale aquí más que por el número de indios que se
encuentran ligados a él; este es un capital indispensable para su explotación. La
repartición del suelo cultivado del Ecuador en dominios inmensos, enfeudados a ór-
denes religiosas o pertenecientes a algunas familias privilegiadas, es una de las cau-
sas principales que se oponen al desarrollo de la agricultura en este país".

(Citado por Gustavo y Hélène Beyhaut en América latina. De la independencia a


la segunda guerra mundial.)

El Trabajo en las Minas

"En las mayores haciendas de amalgama del mineral utilizan mulas para pisar la
mezcla de éste y mercurio; los bolicheros que practican esa actividad en ínfima esca-
la emplean indios que durante horas pisotean el mercurio para mezclarlo con la masa
mineral y -pese a que estos bolicheros utilizan para financiar estas actividades dinero

91
tornado a crédito con interés elevado- logran, explotando a los indios en todas las
formas posibles, hacer considerable fortuna en pocos años."

(Agustín Cueva, El desarrollo del capitalismo en América latina, México, Siglo


XXI, 1990.)

"Los mineros sudamericanos, cuya tarea diaria (la más pesada tal vez en todo el
mundo) consiste en extraer y subir a la superficie, desde una profundidad de 450
pies, una carga de mineral de 180 a 200 libras, se alimentan exclusivamente de pan
y frijoles. Preferirían el pan como único alimento, pero sus patrones han descubierto
que si aquéllos comen pan no pueden trabajar tan rudamente, y los tratan como
ganado caballar, obligándolos a comer frijoles; ya que, las legumbres, comparativa-
mente son mucho más ricas en calcio que el pan."

(Karl Marx y Friedrich Engels, Materiales para la historia de América latina.)

"En Bolivia, hacia 1862, la casa inglesa Blondel y Cia., inició trabajos y, con el
concurso de experimentados mineros chilenos e ingleses, reformó sustantívamente
el sistema de trabajo e introdujo normas objetivas del uso del tiempo. Se impuso el
rígido respeto al horario: nació ‘la costumbre de pasar lista al comenzar cl trabajo,
penando al rezagado’. La vigilancia y la sanción fueron continuas. Se introdujo el
orden, la puntualidad, mediante multas. En 1894 el ‘sistema industrial’ estaba tan
bien establecido que en Oruro se decía ‘amanece el lunes, despiertan los obreros y
corren a la mina’. Muy atrás, entre añoranzas, parecía haber quedado el otrora difun-
dido culto a ‘San Lunes’.

(Gustavo Ostria Rodriguez, El socavón y el sindicato. Ensayos históricos sobre


los trabajadores mineros, Siglos XIX-XX, Bolivia, ILDIS, 1991.)

92
Diagrama de Contenidos - Unidad IV

1.- Sustitución de Importaciones


Crisis económica de 1930

Contexto Desarrollo económico


en América Latina

2º Guerra Mundial La Cepal


Impacto en América Latina "Industrialización
deliberada"

Injerencia EE. UU. - Teorías.


en la Política - Financiamiento.
Latinoamericana - Estrategia Desarrollista.
- Subdesarrollo y Depen-
dencia.
3.-
Situación de
América Central

Intervención Estatal Casos

- Guatemala
El populismo - Brasil
- Argentina
- México
Populismo - Bolivia
Nacionalismos
Populistas Latinoamericanos

Impacto en sociedades
Latinoamericanas

2.-

93
4.-
La Revolución Cubana

Situación previa Proceso Revolucionario

Guerrilleros de
Sierra Maestra
Crisis económica Represión

El triunfo de la Revolución
Social
Construcción del
socialismo

5.- Impacto Político e Ideológico


de la Revolución Cubana

Radicalización de Respuestas de
Movimientos populares sectores dominantes

Sacerdotes Guerra Fría


Tercermundistas Impacto A. L.

Chile: Gobierno
de Salvador Allende

6.- Modernización Económica


Democracia Política
y Autoritarismo

Militarismo y Disciplinamiento
Dictadura en A. L. económico y social

Gobierno militares
1960-1970

Terrorismo de Estado

94
Unidad IV

1.- La sustitución de importaciones (ISI)


frente a la crisis económica de 1930

La Gran Depresión tuvo en su inicio efectos catastróficos sobre las economías


latinoamericanas, el precipitado declive económico de Europa y Estados Unidos re-
dujo de improviso el mercado para sus exportaciones, la demanda internacional de
café, azúcar, metales y carne pasó por una aguda reducción y no se pudieron hallar
salidas alternativas para estos productos.

Cayeron el precio unitario y el volumen de exportación, por lo que el valor total


durante los años 1930-1934 fue un 48 por 100 más bajo que el de 1925-1929. Una
vez más, los acontecimientos sucedidos en el centro industrializado del sistema mun-
dial, tuvo efectos decisivos (y limitadores) sobre América Latina y otras sociedades
del Tercer Mundo.

La depresión mundial que siguió causó una gran presión en los sistemas políticos
de los países latinoamericanos, muchos de los cuales sufrieron golpes militares (o
intentos de golpes). Más o menos en el año siguiente a la quiebra de la bolsa en
Nueva York, los militares habían buscado el poder o lo habían tomado en Argentina,
Brasil, Chile, Perú, Guatemala, El Salvador y Honduras. México soportaba su propia
crisis constitucional y Cuba sucumbió a un golpe militar en 1933. Sería una exagera-
ción afirmar que los efectos económicos de la Depresión causaron estos resultados
políticos, pero pusieron en duda la viabilidad del modelo de crecimiento basado en la
exportación-importación, ayudaron a desacreditar a las elites políticos gobernantes e
hicieron que las masas estuvieran más preparadas para aceptar los regímenes mili-
tares. A partir de la década de 1930, el ejército reafirmó su papel tradicional como
fuerza principal en la política latinoamericana.

Los gobernantes de la región tenían dos opciones para responder a la crisis eco-
nómica global, una era forjar vínculos comerciales aún más estrechos con las nacio-
nes industrializadas para asegurarse compartir equitativamente el mercado sin que
importase su tamaño y desajustes. Por ejemplo, Argentina tomó esta vía al luchar por
preservar su acceso al mercado británico de carne. En 1933 firmó el Pacto Roca-
Runciman, mediante el cual retendría cuotas aceptables del mercado inglés a cam-
bio de garantizar la compra de bienes británicos y asegurar las ganancias de los
negocios británicos en Argentina.

De este modo, algunos países trataron de mantener el funcionamiento del modelo


basado en la exportación-importación, a pesar de la reducción en la demanda ocasio-
nada por la Depresión.

Una vía alternativa, que no contradecía necesariamente a la primera, era embar-


carse en la industrialización. Una de las metas de esta política, a menudo apoyada

95
por el ejército, sería conseguir una mayor independencia económica. La idea era que,
al levantar sus propias industrias, América Latina dependería menos de Europa y Esta-
dos Unidos en cuanto a artículos manufacturados. Para los militares esto significaba
armas. Al producir bienes industriales, agrícolas y minerales, las economías latinoa-
mericanas se integrarían más, se harían más autosuficientes y, como resultado, se-
rían menos vulnerables a los choques causados por la depresión mundial.

Un objetivo adicional era crear puestos de trabajo para las clases trabajadoras que
habían seguido aumentando su tamaño e importancia desde comienzos del siglo XX.
El proletariado latinoamericano se concentraba casi totalmente en las ciudades y
seguía luchando por organizar y sostener movimientos sindicales. Y en contraste con
la generación anterior, ahora trataba de ejercer poder como fuerza social. En algu-
nos países como Chile, los movimientos sindicales se vieron relativamente libres de
la participación arbitraria del gobierno. En otras partes, como en México y Brasil, los
políticos reconocieron el trabajo como un recurso político potencial y tomaron parte
directa en estimular (y controlar) las organizaciones laborales. Ya se percibiera como
aliada o amenaza, la clase trabajadora urbana buscaba un empleo seguro y los diri-
gentes latinoamericanos vieron la industrialización como un medio de responder.

Pero la forma más razonable de desarrollo industrial no era copiar simplemente los
senderos trazados, por ejemplo, por la Inglaterra del siglo XIX. En su lugar, las eco-
nomías latinoamericanas comenzaron a producir artículos manufacturados que an-
tes importaban de Europa y Estados Unidos. De aquí proviene el nombre para este
tipo de desarrollo: "sustitución de importaciones".

Desde finales de los años treinta hasta los años sesenta, las políticas de este tipo
tuvieron un éxito relativo, al menos en los países grandes: Argentina, Brasil y México
pusieron en marcha importantes plantas industriales que ayudaron a generar creci-
miento económico. Hubo limitaciones e impedimentos a esta forma de desarrollo,
pero el resultado inmediato fue generar impulso para las economías nacionales.

Las consecuencias sociales de la industrialización fueron complejas, un resultado,


por supuesto, fue la formación de una clase capitalista empresarial o, de forma más
específica, de una burguesía industrial. En Chile, los miembros de este grupo provi-
nieron sobre todo de las familias de la elite latifundista.

En México y Argentina comprendieron diferentes tipos sociales, por lo que repre-


sentaron un reto potencial a la hegemonía de las elites gobernantes tradicionales.
Pero permanece invariable el punto básico: la industrialización, aunque fuera de este
tipo, creó un nuevo grupo de poder en la sociedad latinoamericana. Su papel iba a
ser muy debatido a medida que avanzaba el siglo.

De una importancia particular fue el papel del Estado en la estimulación del creci-
miento industrial basado en la sustitución de importaciones. En contraste con las
políticos de laissez~faire de Inglaterra y Estados Unidos durante el siglo XIX, los
gobiernos latinoamericanos promovieron de forma activa el crecimiento industrial. Lo
hicieron de varios modos: erigiendo barreras arancelarias y elevando el precio de los

96
bienes importados hasta el punto en que las compañías industriales nacionales pudie-
ran competir con éxito en el mercado; creando demanda al favorecer a los productores
locales en los contratos gubernamentales (por ejemplo, en compras para el ejército), y,
lo más importante, estableciendo empresas estatales e invirtiendo directamente en
compañías industriales. Mediante la protección y la participación, el Estado proporcio-
nó el ímpetu decisivo para el crecimiento industrial de la región.

A medida que progresaba la industria, las clases obreras también se hicieron más
fuertes e importantes, ya fueran autónomas o dirigidos por el gobierno, los movimien-
tos sindicales crecieron con rapidez y el apoyo (o control) del trabajo se convirtió en
algo crucial para la continuación de la expansión industrial. Se necesitaba que los
obreros proporcionaran trabajo en condiciones que fueran rentables para sus patro-
nos, el trabajo organizado emergía como un importante actor en la escena latinoame-
ricana.

La expresión política de estos cambios socioeconómicos tomó dos formas, una fue
seguir con la democracia de elección, mediante la cual los industriales y trabajadores
obtenían acceso (por lo usual limitado) al poder a través de la contienda electoral o
de otro tipo. Un ejemplo fue Chile, donde los partidos políticos se reorganizaron para
representar los intereses de nuevos grupos y estratos de la sociedad. Los partidos
pro trabajo y pro industriales entraron en el proceso electoral chileno y acabaron
llevando a la trágica confrontación de los años setenta, bajo este sistema, se los
cooptó en la estructura gubernamental, y mientras duró este acuerdo, su participa-
ción prestó un valioso apoyo al régimen.

La respuesta más común conllevó la creación de alianzas "populistas" multiclasistas,


el surgimiento de una elite industrial y la vitalización de los movimientos obreros hi-
cieron posible una nueva alianza pro industrias que mezclaba los intereses de em-
presarios y trabajadores; en algunos casos, desafiando de forma directa el predomi-
nio secular de los intereses agrícolas y terratenientes, cada una de estas alianzas la
forjó un dirigente nacional que utilizó el poder estatal para su objetivo. De este modo,
como veremos más delante, Juan Perón construyó una coalición de clases populista
y urbana en Argentina durante los años cuarenta; en Brasil, Getúlio Vargas comenzó
a hacer lo mismo a finales de los años treinta; y, en circunstancias algo más compli-
cadas, Lázaro Cárdenas se inclinó por soluciones populistas para México durante
este mismo periodo.

La mayoría de los regímenes populistas tenían dos características clave; por un


lado, eran al menos semi-autoritarios: solían representar coaliciones contra algún
otro conjunto de intereses (como los de los terratenientes) a los que por definición se
impedía la participación, lo que conllevaba cierto grado de exclusión y represión. Por
otro lado, como el tiempo demostraría, representaban intereses de clases trabajado-
res e industriales- destinadas al conflicto. Así pues, el mantenimiento de estos regí-
menes dependía en gran medida del poder personal y carisma de los dirigentes
individuales (como Perón en Argentina y Vargas en Brasil). También significaba que,
con un dirigente carismático o sin él, sería difícil sostenerlos en tiempos de adversi-
dad económica.

97
El impacto de la Segunda Guerra Mundial en América Latina

En cierto sentido, la Segunda Guerra Mundial permitió que continuara el proceso


de diversificación económica de América Latina. El subcontinente se convirtió en
fuente importante de materias primas y experimentó un incremento aún más fuerte
de algunas exportaciones, al tiempo que las limitaciones impuestas a la importación
generaron un nuevo estímulo para continuar con la sustitución de importaciones. Sin
embargo, otras exportaciones perdieron sus mercados europeos, el proceso adquirió
dimensión regional pues se abrió el comercio de manufacturas entre los países de
América Latina. La capacidad de cada país para aprovechar las oportunidades fue
desigual, la experiencia país por país resultó muy variada. Por ejemplo, en el caso de
los minerales, el control sobre los precios en los países consumidores y el retraso en
los pagos significaron que el ingreso adicional recibido fue escaso.

Esto explica el crecimiento relativamente limitado de los ingresos provenientes de


la exportación en países exportadores de minerales como Chile, Bolivia y Perú. Pero
incluso cuando ese ingreso estaba disponible, poco había en qué gastarlo, lo que dio
lugar a una acumulación considerable de reservas. La industria estuvo sujeta a fuer-
zas contradictorias. La escasez de productos importados alentaba un nuevo empeño
por la sustitución, pero ese empeño se veía coartado por la escasez de insumos y de
bienes de capital importados.

El resultado final fue la continuación del crecimiento industrial de los años treinta
pero a diferente ritmo en los distintos países y con un nuevo sesgo hacia los bienes
de capital y los insumos básicos. Por ejemplo, varias de las empresas que luego
serían importantes en la industria brasileña de bienes de capital evolucionaron de
simples talleres a fábricas durante este período.

Un aspecto peculiar fue que esta evolución estuvo respaldada por el papel que
desempeñó Estados Unidos La guerra había dado un empuje extraordinario a la in-
fluencia de Estados Unidos en las economías latinoamericanas, pues este país inten-
tó proteger las fuentes de suministro disponibles y fomentar el desarrollo de nuevos
recursos estratégicos. La expansión del papel de Estados Unidos se vio ayudada por
la desaparición de Japón y Europa como fuentes de financiamiento e importaciones,
así como por las perturbaciones que la guerra causó en el comercio de exportación a
Europa.

Con el incremento de la presencia de Estados Unidos, se impulsó la expansión del


rol del Estado y la utilización de controles directos, promocionados paradójicamente
por el gobierno estadounidense. Diversas misiones patrocinadas por Estados Unidos
propugnaron el desarrollo de industrias básicas. Al mismo tiempo, se produjo una
clara expansión de la participación del sector privado en el gobierno, cuando varios
hombres de negocios respondieron a los llamamientos patrióticos y colaboraron en una
diversidad de comités establecidos para impulsar estos nuevos proyectos.

98
El énfasis de las misiones y los asesores extranjeros en los sectores del hierro y el
acero y en otros insumos básicos contribuyó a que la industrialización tomara un
nuevo camino. Este poseía la capacidad de tornar al sector manufacturero más autó-
nomo, y más abierto a fuentes importantes de cambio tecnológico. Además, la expor-
tación de manufacturas comenzó a realizarse dentro del continente: para el último
año de la Guerra, la participación de las exportaciones de textiles brasileños y mexi-
canos pasó de casi cero al 20% del total de las exportaciones. La mayoría de estas
ventas tuvieron como destino otros países de América Latina. Llama la atención que
durante la guerra no se observa correlación entre crecimiento y evolución de las
exportaciones. Esto se entiende en función de los factores el grado variable en que
los ingresos provenientes de la exportación se acumulaban en los países producto-
res y las restricciones para la utilización de divisas en tiempo de guerra.

En muchos casos, el impulso de la demanda proveniente de la expansión de los


ingresos de las exportaciones y las dificultades de oferta por el lado de las importa-
ciones llevaron inevitablemente a la inflación, por encima de la originada por la subi-
da de los precios mundiales. Pero las presiones inflacionarias se agravaron debido a
que el interés en incrementar la oferta de productos de exportación desplazó parte de
la tierra disponible para la producción destinada al mercado interno. Pero presiones
de la demanda desde el lado monetario, que obedecían a la acumulación de grandes
saldos del producto de las exportaciones, complicaron la situación. Colombia fue, al
parecer, el único país que supo tomar las medidas de contención apropiadas. La
sobrevaluación del tipo de cambio fue una consecuencia grave de las presiones
inflacionarias. Muchos países no veían en la devaluación ventaja alguna a corto pla-
zo pues sus exportaciones se vendían a precio fijo mediante acuerdos directos de
compra negociados con Estados Unidos. Las fuertes desviaciones respecto de un
tipo de cambio razonable resultaría uno de los aspectos más perniciosos del período
de la guerra.

Un efecto más positivo del creciente volumen de reservas fue que la deuda externa
de los años treinta todavía pendiente pudo ser pagada. En los primeros años cuaren-
ta, varios países, entre ellos Brasil y México, liquidaron toda su deuda, abriendo así el
camino para una nueva integración en los mercados internacionales de capital, un
aspecto que seria de importancia en el modelo de crecimiento de la posguerra.

Influidos parcialmente por la evolución mundial, durante los años veinte y treinta
cobraron fuerza movimientos sociales que hacían hincapié en la importancia de los
intereses comunitarios y colectivos. Dichos movimientos tuvieron su origen tanto en
bases elitistas como populares.

Movimientos como el indigenismo en los Andes se volcaron hacia las raíces


autóctonas. Los partidos socialistas y comunistas tomaron impulso, y los gobiernos
cortejaron el voto de la clase trabajadora emergente.

Estos desarrollos dieron lugar a un nuevo enfoque sobre cuestiones sociales y de


bienestar. Pero, en general, los principales desarrollos institucionales de la época

99
estuvieron marcados por las necesidades de la modernización económica y las crisis
antes que por objetivos sociales.

Las tendencias internacionales también eran favorables a que el gobierno desem-


peñara un papel más activo. La Unión Soviética y su campaña de industrialización
iniciada después de la revolución, así como la experiencia fascista de Italia y Alema-
nia, influyeron claramente en Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México y
Juan Domingo Perón en Argentina. También influyeron el "New Deal" norteamerica-
no de los años treinta y el creciente papel otorgado a la planificación y los controles
en tiempo de guerra. En estas décadas surgieron varios gobiernos orientados hacia
el desarrollo, algunos de ellos influidos por planteamientos militares, como el caso de
Getulio Vargas en Brasil a partir de 1937, y otros basados en movimientos sociales,
como ocurrió especialmente en México. El papel de los militares en el desarrollo
económico creció en importancia, lo que se mantendría en el período de posguerra.
En general, las elites agrarias tradicionales conservaron su poder. Instituciones como
CORFO, el banco chileno de desarrollo, se crearon precisamente en acuerdo con el
sector agrícola: la creación de CORFO se toleró a cambio de que el sistema de te-
nencia de la tierra no se viera modificado

La evolución más notable se manifestó en las instituciones económicas. En los


años veinte, el aspecto monetario del desarrollo institucional recibió un fuerte impulso
de un alud de fondos del exterior. Los intereses externos propugnaron la necesidad
de crear instituciones más sólidas y ello llevó a la creación de bancos centrales y
organismos de recaudación tributaria. El "médico del dinero", Edwin Kemmerer, jugó
un papel importante en varios países. Kemmerer, un experto en moneda y banca y
una autoridad en el sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos, fue asesor
financiero de México y Guatemala y encabezó comisiones financieras a Colombia,
Chile, Ecuador y Bolivia en los años veinte, y a Perú en 1931, fue el principal respon-
sable de la creación de bancos centrales y otras instituciones propias de un sistema
monetario moderno, así como de elementos de un sistema tributario moderno. Aun-
que estas instituciones se basaron en el restablecimiento del patrón oro (un artículo
de fe para Kemmerer), que pronto habría de desaparecer, las innovaciones que pro-
puso dieron lugar a instituciones financieras de utilidad a largo plazo y que sentaron
la base para un papel más activo del gobierno. Solamente en Colombia contribuyeron
adecuadamente para controlar las consecuencias monetarias del creciente nivel de
reservas de divisas en los años cuarenta. Pero ello se debió no a Kemmerer sino al
horror que Colombia sentía por la inflación, que estaba fundado en el recuerdo colec-
tivo de la guerra de los mil días (un recuerdo que se convirtió en institución en sí
mismo).

El aspecto negativo de esta entrada de fondos fue el crecimiento de la corrupción,


la encarnizada competencia entre los bancos para colocar sus préstamos estuvo en
el origen del problema. La rivalidad carecía de escrúpulos y el soborno se generalizó,
una de las estratagemas más inocentes fue dar al cuñado del presidente de Cuba un
cargo bien remunerado en la sucursal cubana de un banco estadounidense mientras
este competía con éxito frente a otros bancos. La fortuna acumulada por el hijo del
presidente peruano Augusto Leguia (1919-30) es un caso bien conocido. La hazaña

100
más notable de Juan Leguia fue cobrar en 1927 a Seligmans, un banco de inversión
neoyorquino, una comisión de US$ 520.000 por su ayuda en la negociación de dos
grandes empréstitos en el exterior. Los países más activos en la defensa de sus
sectores exportadores y en contrarrestar la recesión -Brasil, Colombia y México- ex-
pandieron el rol del Estado, reforzando su aprendizaje del pasado. En cambio, países
como Perú, que sólo esperaron a que la recesión pasara, no aprovecharon ese "apren-
der haciendo".

En Brasil, las constricciones impuestas por la recesión se conjugaron fructíferamente


con las características intervencionistas del régimen de Getulio Vargas, en especial
después del golpe de 1937 y la puesta en marcha del Estado Novo.

En Chile, el proceso de construcción institucional centrado en la diversificación se


inició en los años veinte (lo que coincide con la depresión económica en ese país,
que se inició con el colapso del mercado del nitrato en esa misma década). A partir de
1927-29, con Pablo Ramírez como ministro de hacienda, el rol de los ingenieros en el
sector público se amplió considerablemente, dos de ellos, Desiderio García y Guillermo
del Pedregal, fueron el arquitecto y primer vicepresidente, respectivamente, de CORFO,
fundado en 1939".

La crisis también ayudó a quebrar obstáculos como (en el caso mexicano) el pre-
juicio contra el papel moneda", la necesidad de reemplazar la tributación sobre el
comercio exterior por otras fuentes de impuestos obligó también a tomar medidas
innovadoras. Lamentablemente, el recurso más habitual fue implantar tipos de cam-
bio diferenciales que, si bien contribuían a incrementar la pericia de bancos centrales
y tesoros, resultaban aceptables para los gobiernos porque obviaban el paso por las
legislaturas y la necesidad de "convencer" a las elites sobre la importancia del gasto
público, de esta manera el gasto público pudo crecer con más rapidez. Sin embargo,
a largo plazo, habría sido más saludable para el sistema fiscal y para la formulación
de la política económica en general que se hubiese exigido a los gobiernos constituir
una base política que respaldara las nuevas medidas en el terreno de los impuestos
y el gasto.

La Segunda Guerra Mundial dio un fuerte empuje a la empresa pública, sobre todo
en Brasil y México, pero también en otros países, en parte ello era consecuencia del
interés estratégico de Estados Unidos en minerales, así, el crecimiento público se vio
fuertemente estimulado en Perú y Bolivia.

El papel de Estados Unidos se puede advertir también en el aliento que dio durante
la guerra a los controles directos, que ya eran habituales en América Latina en los
años treinta, una parte importante de la expansión del Estado se refiere al conoci-
miento.

Es significativo que, en Brasil, el Conselho Nacional de Geografía fuese creado en


1937 y el Instituto Brasileiro de Geografía e Estadística en 1939. En otros países los
resultados son más variados, aunque Venezuela se destaca por una expansión de
las funciones estatales con el objeto de distribuir los ingresos del petróleo.

101
El hecho de que la presión demográfica, aunque creciente en las zonas urbanas, no
fuera todavía intensa durante este periodo, contribuyó al desarrollo institucional del
sector público. La expansión del Estado pudo producirse sin presiones en favor de la
creación de empleo (una tendencia que dominaría el periodo de la posguerra). La CEPAL
estima que en 1925 el empleo en el sector público alcanzaba el 0,8% de la fuerza de
trabajo en América Latina, y sólo y el 1,1% en 1950. La excepción se encuentra en
Uruguay con un sector público en crecimiento y que para 1932 ya representaba el 3%
de la fuerza de trabajo.

También se ampliaron las funciones sociales del Estado. Esto respondía al efecto
de demostración a escala internacional que ya se había sentido en la segunda déca-
da del siglo y en los años veinte, cuando en todo el mundo se comenzaba a presionar
en favor de la jornada de ocho horas y otras demandas sociales. Se elaboraron y
aprobaron códigos del trabajo en muchos países.

Los países líderes en seguridad social fueron Uruguay, Argentina y Chile, todos
ellos antes de 1930. A finales de los años treinta, los sistemas; brasileño, chileno y
uruguayo estaban bien desarrollados, mientras que el sistema mexicano cobró forma
en los años cuarenta.

La injerencia de los Estados Unidos en la Política Latinoamericana

En el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se afirmó


como la potencia hegemónica en América Latina sin rival alguno. Su intervención en
los asuntos latinoamericanos parte de la voluntad de controlar política y económica-
mente todo el continente americano.

Junto a la influencia derivada de un peso económico decisivo, ha ejercitado un


control político muy estrecho, utilizando tanto la presión directa sobre cada uno de los
Estados latinoamericanos, como la intervención militar y la utilización en su propio
beneficio del movimiento panamericano.

El panamericanismo siempre ha constituido un instrumento de la influencia esta-


dounidense, desde finales del siglo XIX a través del Sistema Interamericano daba
una estructura formal a la doctrina Monroe (1823) con la que los Estados Unidos
habían afirmado el principio hegemónico. La Conferencia de Montevideo de 1933 y la
de Buenos Aires de 1936 sancionaron los principios de no intervención recíproca en
los asuntos internos y de solidaridad interamericana.

En 1945 en Chapultepec (México), el panamericanismo tomó el aspecto de un


pacto de seguridad colectiva para impedir agresiones en América, este pacto fue
completado en la Conferencia Interamericana de Río de Janeiro de 1947, pero fue en la
Conferencia de Bogotá de 1948 donde se creó la Organización de Estados Americanos
(OEA), organismo regional en el seno de las Naciones Unidas que según la intención
expresada en la Carta fundacional, tenía que llegar a ser el instrumento operativo para

102
la coordinación de la política interamericana según criterios de paridad y con el com-
promiso de los Estados Unidos, un medio para favorecer el desarrollo económico de
los Estados latinoamericanos.

Creada en un clima de guerra fría la OEA ha sido de hecho un instrumento de


control político estadounidense y para la lucha contra los movimientos revoluciona-
rios y la penetración comunista, en efecto atrincherándose tras la defensa de los
principios de la democracia representativa parlamentaria, los Estados Unidos obra-
ron en una dirección bien precisa: la lucha contra los movimientos de izquierda, como
lo demuestran la toma de posición de la OEA, en 1954 contra la "minoría comunista"
en Guatemala, en donde Jacobo Arbenz impulsaba una política antiimperialista y en
1960, con la Declaración de San José de Costa Rica que condenaba la revolución
castrista, considerada "vehículo de la influencia soviética en América", o en 1962
condenando y expulsando a la Cuba de Castro.

Hacia un nuevo modelo de desarrollo económico


el "Crecimiento hacia dentro"

A partir de 1930, para los grupos dirigentes que controlaban el Estado, el impulso
a la industrialización resultó una estrategia que, además de permitirles enfrentar las
consecuencias de la crisis económica, les ofreció recursos para dar respuesta a los
reclamos de los sectores asalariados movilizados que exigían no sólo participación
política sino también una mayor participación en la distribución de la riqueza. Efecti-
vamente, en esta primera fase de la industrialización por sustitución de importacio-
nes, la fuerte intervención de los Estados latinoamericanos y la radicación de cuan-
tiosas inversiones extranjeras generaron un importante aumento en el empleo de
fuerza de trabajo asalariada. Así, numerosos sectores de trabajadores estuvieron en
condiciones de acceder al consumo de los nuevos productos industriales o ampliar el
que ya tenían, Por estas razones, el importante crecimiento de las industrias que, en
esos mismos países, se registró en los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-
1945) fue una respuesta no sólo a la coyuntura provocada por el conflicto bélico sino
también al crecimiento del mercado interno, es decir, al aumento de la demanda de
bienes de consumo no durables (como los alimentos) y durables (como los electrodo-
mésticos, por ejemplo) por parte de los sectores medios y de trabajadores urbanos. A
su vez, la existencia de consumidores solventes (con dinero para gastar) motivó a los
capitalistas a realizar nuevas inversiones productivas, con lo que aumentó nueva-
mente la cantidad de trabajadores empleados que recibían un salario que podían
gastar y se multiplicó la demanda. En la mayoría de los casos, estos cambios en la
organización de la economía contribuyeron a la consolidación de la burguesía indus-
trial como un nuevo sector interno de la burguesía y provocaron la ampliación de la
masa de los trabajadores urbanos.

Esta nueva forma de organizar la economía fue denominada de "crecimiento hacia


adentro", porque los ingresos que percibían los sectores capitalistas y los Estados
nacionales provenían ahora no sólo de las exportaciones sino también del consumo

103
de los bienes producidos localmente para el abastecimiento del mercado interno. Brasil
y México, además, comenzaron a exportar manufacturas industriales: las exportacio-
nes brasileñas y mexicanas pasaron de ser prácticamente cero a finales de los años
treinta al 20% de las exportaciones hacia 1945.

En el caso de Brasil, muchas de estas ventas se dirigieron a otros países latinoa-


mericanos; México también vendió fuera de la región.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la expansión de la industrialización por


sustitución de importaciones y el interés de distintos sectores en que esta actividad
se transformara en la base de un nuevo modelo de desarrollo económico planteó la
necesidad de redefinir las relaciones de poder entre los sectores oligárquicos tradi-
cionales y los grupos sociales que se beneficiaban con el "crecimiento hacia aden-
tro".

En algunos países, esa redefinición tuvo como resultado la constitución de nuevas


alianzas sociales que incluyeron -en mayor o menor grado- a los sectores terrate-
nientes más poderosos. En otros, el desarrollo hacia adentro y la nacionalización de
la economía fue un proyecto llevado adelante, con distinta suerte, por alianzas socia-
les que intentaron concretar transformaciones revolucionarias.

Proteccionismo y nacionalismo económico:


América Latina frente a los Estados Unidos

Luego de promover enérgicamente la intervención estatal a causa de la guerra, en


1945 los Estados Unidos estaban ansiosos por retroceder drásticamente. En la Con-
ferencia Interamericana sobre los problemas de la Guerra y la Paz, realizada en
Chapultepec (México) en los primeros meses de 1945, los representantes estadouni-
denses presentaron el "Acta Económica de las Américas". En ella los Estados Unidos
exigían un compromiso global por parte de América latina de reducir los aranceles
sobre las importaciones y facilitar la radicación por parte de los capitales extranjeros,
condenaban el nacionalismo económico y proponían desalentar la empresa pública.
Los participantes preguntaron si los primeros pasos no debían provenir de los Esta-
dos Unidos y Gran Bretaña ¿qué evidencia tenían de que estos países recibirían las
importaciones del sur?

El documento final de la Conferencia no incluyó ningún compromiso sobre los aran-


celes, aceptaba la libertad de inversión, excepto en casos contrarios a los principios
fundamentales de interés público, condenaba solo los excesos del nacionalismo eco-
nómico y dejaba de lado toda referencia a las empresas públicas. Entre los gobiernos
latinoamericanos se había generalizado la opinión a favor del proteccionismo. Esta
tendencia se afirmó luego de la Conferencia de OEA en Bogotá (Colombia), en 1948, en
la que quedó claro que los Estados Unidos no tenían intención de ofrecer un "Plan
Marshall" para América Latina.

104
La situación en América Latina

Después de la Segunda Guerra Mundial, las economías centroamericanas se man-


tuvieron en forma muy definida dentro del modelo de la economía exportadora, sim-
plemente no hubo manera de extender controles u otras políticas intervencionistas
para permitir el surgimiento de un modelo más autónomo o nacionalista. La única
excepción parcial fue Guatemala, pero incluso aquí no hubo una ruptura con el creci-
miento tradicional basado en la exportación, los países de la región continuaron ex-
portando bananas y café, solo El Salvador, Nicaragua y Guatemala lograron diversi-
ficar su agricultura y comenzaron a producir algodón. La fuerza de la elite y del mode-
lo político dominado por la exportación, la relativa buena suerte en la lotería de mer-
caderías demandadas por el mercado internacional y la disponibilidad de tierras para
permitir la expansión de los cultivos fueron factores que obturaron tendencias al cam-
bio. La cuestión de la reforma política tan importante en otras partes de América
latina, no se planteó aquí: el modelo económico era sólidamente abierto y favorable a
la exportación primaria.

Recién a partir de la década de 1960 cobró fuerza entre los gobiernos centroame-
ricanos la idea de promover la industrialización en el contexto del Mercado Común
Centroamericano.

También Cuba se mantuvo dentro del modelo de desarrollo de extrema dependen-


cia de la exportación de azúcar que había caracterizado la economía de esta socie-
dad desde la década de 1920.

2.- La intervención estatal en la Economía

Después de la crisis de 1930, los Estados latinoamericanos asumieron un rol papel


decisivo en lo que respecta a la orientación de la economía hacia la producción para
el mercado interno. Por medio de diversas medidas, intervinieron activamente para
proteger la producción industrial local -mediante la fijación de altos aranceles para los
productos extranjeros que significaban competencia, por ejemplo- y para transferir
divisas obtenidas por el sector exportador hacia las producciones para el mercado
interno.

Los Estados orientaron las inversiones de capital hacia las industrias a través del
otorgamiento de créditos ventajosos al sector empresarial privado local y, además,
realizaron inversiones públicas directas destinadas a la creación de infraestructura
básica como plantas de producción de acero y refinerías de petróleo. Otra de las
acciones que caracterizó la intervención de los Estados en las economías latinoame-
ricanas durante estas décadas fue la nacionalización de los recursos considerados
clave. Para el desarrollo de cada país. La acumulación de divisas producida durante la
guerra permitió, además, que varios Estados -Brasil y México, entre otros- pudieran
cancelar completamente sus deudas externas.

105
El Populismo

En la segunda mitad de la década del Treinta y en los comienzos de la del cuaren-


ta, la política económica y social de corte keynesiana aplicada por el presidente D.
Roosevelt, durante el New Deal, fue seguida con atención en varios países de Amé-
rica Latina.

Después de la segunda posguerra también en Europa se adoptaron los postulados


del keynesianismo, que redefinían el papel del Estado y planteaban las ventajas de
una economía mixta, en la que el mismo interactuaba con los sindicatos y los empre-
sarios.

Los nacionalismos populistas

A partir de la década de 1930, frente a la desorganización de las economías prima-


rio-exportadoras y la crisis de los regímenes conservadores, los países latinoameri-
canos experimentaron una serie de importantes transformaciones económicas, so-
ciales y políticas.

El crecimiento de la producción industrial local, que en la década del 30 funcionó


como una respuesta coyuntural a la crisis, al finalizar la Segunda Guerra Mundial se
convirtió en un modelo de desarrollo alternativo, especialmente para los países que
en el pasado habían realizado experiencias industriales. Junto a la industria creció la
importancia de la clase obrera, que comenzó a demandar mayor participación en los
beneficios económicos y también más participación en las cuestiones políticas. Los
gobiernos surgidos a partir de 1930 se vieron obligados a controlar esa efervescencia
social a través de diversas formas de integración.

En este contexto surgieron los nacionalismos populistas latinoamericanos, que


impulsaron el desarrollo de la industria nacional, el control y la integración de los
sectores populares, y la formación de nuevas alianzas de poder. También existió una
vigorosa intervención del Estado en la economía y en el diseño y la aplicación de las
políticas de bienestar social.

Los populismos Latinoamericanos

La mayoría de los gobiernos latinoamericanos surgidos en este periodo fueron


denominados populistas, pero este término nunca se definió claramente el populismo
fue estudiado desde diferentes enfoques:

Los funcionalistas sostienen que en el cambio en el proceso de modernización: el


populismo aparece en el en los países subdesarrollados, en el paso de la sociedad
tradicional a la moderna. Gino Germani sostiene que en esa transición coexisten y se

106
superponen rasgos de la sociedad tradicional y la moderna. Este autor también analizó
el concepto de movilización refiriéndose a grupos pasivos que comienzan a intervenir
en la vida nacional, y el de integración que es la movilización a través de canales
políticos-institucionales.

Al comparar los procesos latinoamericanos con los europeos sostienen que la


masiva migración interna y la rápida industrialización a partir del 30 llevaron a la
temprana intervención de las masas en la política superando los canales institucionales
sin valorar el sistema democrático.

Torcuato di Tella lo plantea como "una revolución de las expectativas", que puso
en crisis a la democracia y a su vez movilizó a las masas, por la existencia de una
elite comprometida con el proceso de cambio de la sociedad tradicional a la moderna,
en la que esta elite se da cuenta que el liberalismo ya no será el centro del cambio, lo
que permitirá el surgimiento del populismo.

Otra línea de interpretación es la histórico-estructural que relacionó al populismo


con la fase del desarrollo latinoamericano que corresponde a la crisis del modelo
agro-exportador y del Estado oligárquico:

Ianni desde una óptica marxista hizo énfasis en el nuevo rol del Estado. El Estado
populista es intervencionista y nacionalista en lo económico, dentro del marco capita-
lista, y termina con la transformación política de masas en lucha de clases.

Por otro lado Murmis y Portantiero (1971) y Torre (1989-1990) afirman que el
populismo es un fenómeno producto de una crisis hegemónica y resaltan la imposibi-
lidad de una ruptura con la oligarquía.

La experiencia Política Populista

La mayoría de los gobiernos latinoamericanos surgidos a partir de 1930 fueron


caracterizados como populistas. Sin embargo, el término populista nunca fue clara-
mente definido, a pesar de los desacuerdos, la postura mayorista lo presenta como
una ideología que supo capitalizar las demandas planteadas por los sectores popula-
res contra los viejos regímenes oligárquicos que marginaban de la política a las gran-
des mayorías.

Esta definición general sirvió para agrupar a las diversas experiencias políticas
que tuvieron lugar en Latinoamérica y que compartieron características comunes a
pesar de la diversidad geográfica, cultural y económica de la región. Por otro lado, a
grandes rasgos, la formula populista fue útil a la hora de nombrar a aquellas naciones
que constituyeron gobiernos empeñados en el desarrollo de un nuevo modelo económi-
co y que emplearon un tipo de discurso dirigido a las grandes masas con el objeto de
atraer su apoyo, pero sobre todo, intentaron obtener el favor de las masas trabajadoras
en su lucha por el control del Estado.

107
En otro sentido, la gran mayoría de las experiencias populista tuvieron en común
sus límites, debido a que no buscaron alterar las relaciones de poder a favor de la
organización autónoma de las fuerzas populares. Lejos de esa postura, intentaron
convertirse en una herramienta eficaz para controlar el cambio social, si bien la ma-
yoría de los líderes populistas latinoamericanos se declararon antiimperialistas y
anticomunistas, prevaleció en ellos un mayor empeño por erradicar las ideas de iz-
quierda, lo que en ocasiones les resto el apoyo de un sector de la sociedad, como los
intelectuales o los obreros afiliados a los partidos socialistas y comunistas, quienes
se convirtieron en opositores a esos regímenes.

Desarrollo industrial y nacionalización de la economía

El descalabro de las economías primario-exportadoras dio por concluida una eta-


pa sustentada por las relaciones comerciales con el mercado internacional. En la
década del ‘40 se inició una nueva pauta de desarrollo: el "crecimiento hacia aden-
tro". Los ingresos de los países ya no dependían exclusivamente de las exportacio-
nes, sino que incluían manufacturas producidas localmente para abastecer el merca-
do interno.

Para ello resultó fundamental la nacionalización de recursos productivos, es decir;


tierras, petróleo etc., áreas de la economía y ciertas actividades que hasta entonces
estaban en manos de capitales extranjeros. Orientados bajo los principios del nacio-
nalismo económico, la mayoría de los Estados latinoamericanos tomaron el control
de aquellas áreas y recursos que garantizaran el desarrollo autárquico de sus econo-
mías.

Nacionalismo económico y las alianzas policlasistas

La expansión del proceso de industrialización por sustitución de importaciones ori-


ginó el crecimiento de los sectores medios y de trabajadores asalariados urbanos y
con la implementación de nuevos modelos económicos, las relaciones de poder en-
tre los distintos grupos sociales quedaron redefinidas. Los sectores populares -espe-
cialmente los obreros- reclamaron su incorporación en el sistema político y económi-
co. Los obreros movilizados se convirtieron en una fuerza insoslayable para diseñar
los proyectos políticos surgidos después de 1930.

Preocupados por la posibilidad del acercamiento de los trabajadores al comunis-


mo, los gobiernos de las décadas del '30 y '40 los incorporaron junto a las burguesías
industriales nacionales en las renovadas alianzas de poder. Estos acuerdos
policlasistas fueron apoyados por los sectores nacionalistas del Ejército, que estaban
interesados en el desarrollo de la industria nacional para organizar la defensa, alcanzar
la autarquía económica y evitar el caos social que podría traer el comunismo.

108
La integración de los sectores populares fue el medio para el cual los nuevos regí-
menes políticos controlaron los movimientos sociales. En algunos casos fue empren-
dida desde el Estado, como en Brasil, y en otros a través de los partidos políticos,
como en la Argentina, Venezuela y Colombia.

Ingresos petroleros y desarrollo de la industria en Venezuela

Hacia 1945 en las economías de Venezuela, Ecuador, Perú Bolivia y Paraguay se


había registrado un reducido desarrollo de la industrialización y las elites dirigentes
mantenían una adhesión relativamente clara al antiguo modelo de exportación prima-
ria. La situación de Bolivia y Paraguay se agravó con el fin de la guerra del Gran
Chaco marcando el derrumbe de sus exportaciones tradicionales.

En Venezuela, Ecuador y Perú el fuerte crecimiento de sus exportaciones impulsó


un nuevo compromiso con el antiguo modelo de crecimiento hacia el exterior, sin
embargo en Venezuela por entonces segundo exportador de petróleo de América
latina, la centralidad del gobierno como controlador de los cuantiosos ingresos petro-
leros pagados por las empresas extranjeras que explotaban ese recurso contribuyó a
generalizar entre importantes sectores capitalistas locales la idea de que era el Esta-
do el responsable de impulsar el desarrollo. Con el propósito de ponerla en práctica,
en los inicios de la posguerra, estos sectores apoyaron al primer gobierno de Rómulo
Betancourt, quien puso en marcha una política de desarrollo de la industria. Betancourt
incrementó los impuestos sobre el petróleo y en 1946, creó la Corporación Venezola-
na de Fomento que promovió la industria metalúrgica y las agroindustrias, en este
último caso con la participación de capitales extranjeros, pero en 1948 fue derrocado
por un golpe de Estado.

En 1959 Betancourt inició su segundo gobierno y tomó medidas proteccionistas


más enérgicas pero posteriormente se alineó con Estados Unidos. El petróleo vene-
zolano fue nacionalizado en 1975, bajo el gobierno del presidente Carlos Andrés
Pérez.

Estudio de casos

Guatemala

En 1951 asumió la presidencia de Guatemala Jacobo Arbenz Guzmán, que se


propuso profundizar la orientación nacionalista de Arévalo y sintetizó su programa
básico de gobierno en tres postulados: "Independencia económica de la nación, trans-
formación del país en una nación capitalista y elevación del nivel de vida del pueblo".
Parar lograr estas metas, Arbenz proponía fortalecer el sector privado, favorecer la
entrada de capitales extranjeros pero subordinados a las leyes nacionales con el
objetivo de lograr el desarrollo económico del país sin que estos capitales intervinie-

109
ran en la vida social y política de Guatemala. Para lograr estas metas; puso en marcha
una reforma agraria y emprendió un ambicioso plan de construcción de obras de infra-
estructura básica: carreteras puertos y central hidroeléctrica, con el objetivo de liberar
al país del monopolio sobre su economía que ejercían tres empresas estadounidenses;
la United Fruit Company (UFCO), La International Railways of Central American y la
Empresa Eléctrica de Guatemala.

En 1953 la aplicación de la reforma agraria llevó a la UFCO a considerar que la


política nacionalista de Arbenz afectaba sus intereses y planteó la cuestión ante el
Departamento de Defensa de los Estados Unidos en los siguientes términos "De aquí
en adelante ya no se tratará del pueblo de Guatemala contra la UFCO: la cuestión se
convertirá en el caso del comunismo contra el derecho de propiedad y la seguridad
del hemisferio occidental".

La llegada al gobierno de los Estados Unidos del Partido Republicano, más vincu-
lado que los demócratas con los intereses de los grandes monopolios, dio lugar a que
el conflicto entre la UFCO y el gobierno de Guatemala fuera convertido en un conflic-
to oficial entre los dos países. Spruille Braden, jefe de relaciones públicas de la UFCO,
afirmo en un discurso que "como el comunismo no es un asunto interno sino clara-
mente internacional, su supresión, aún por la fuerza, en una nación americana, por
una o más de las otras repúblicas, no constituye una intervención en los asuntos
internos de esa nación, de no hacerlo podríamos perder este hemisferio al igual que
perdimos China.

En el marco de la Guerra Fría, el gobierno de los Estados Unidos inicio una serie
de acciones diplomáticas y de propaganda presentando el caso Guatemala como la
amenaza "roja" sobre el continente tendiente a crear un clima favorable a la interven-
ción. La "operación Guatemala" fue planificada no como una invasión de marines
sino como un golpe de Estado a cargo de Carlos Castillo Armas, jefe de la oposición
política a Arbenz.

En los primeros meses de 1954, el Departamento de Estado presentó un reclamo


multimillonario al gobierno de Guatemala en concepto de indemnizaciones por las
tierras expropiadas a la UFCO y denunció que Guatemala había recibido armas "des-
de el otro lado de la cortina de acero". Este hecho nunca completamente aclarado,
dio lugar a que los Estados Unidos enviaran aviones con armas a Nicaragua y a
Honduras "de acuerdo con el programa interamericano de ayuda mutua".

El 8 de junio de 1954, Guatemala fue invadida desde Honduras y bombardeada


por aviones estadounidenses, Arbenz encabezó la resistencia popular de civiles, cam-
pesinos y trabajadores contra los mercenarios extranjero pero ante la imposibilidad
de sostenerla dada la desigualdad de recursos y afín de evitar más muertes entre el
pueblo guatemalteco, el 27 de junio de 1954 renunció a la presidencia.

Finalmente después de deshacerse de otros jefes militares que habían participado


de la operación Guatemala y un nuevo bombardeo sobre la ciudad capital y sus alre-

110
dedores, el 1 de julio de 1954, Castillo Armas apoyado por los coroneles anticomunistas
se hizo cargo del gobierno.

Durante sus tres años de gobierno desencadenó una fuerte campaña anticomunista,
prohibió los partidos políticos, los comités agrarios y los sindicatos y anuló todas las
reformas de la década revolucionaria.

El control de las ideas obreras en el Brasil del Estado Novo

Ya por 1930 y para frenar la creciente presencia comunista en los sindicatos de su


país, Getulio Vargas impuso una nueva legislación laboral que sometía el reconoci-
miento de los sindicatos a una estricta observancia de su ideología por parte del
Estado. La fase más autoritaria del gobierno de Vargas se dio a partir del "autogolpe"
de 1937, cuando disolvió el congreso y los partidos políticos. Así dio origen a un
nuevo tipo de Estado al que denominó Estado Novo.

Durante ese período transformó a los sindicatos en organismos oficiales y se sirvió


de otros recursos que le permitieron un riguroso control sobre el movimiento obrero
brasileño, como por ejemplo el requisito de la afiliación para hacer uso de las presta-
ciones sociales, la capacidad de intervención del Estado en la elección de los dirigen-
tes obreros y la dependencia financiera de los sindicatos.

El lugar de los sindicatos en la Argentina Peronista

En la Argentina, durante el régimen peronista, la CGT (Confederación General del


Trabajo) se convirtió en un instrumento para controlar a los sindicatos y, a través de
ellos, a las organizaciones de base. Los dirigentes sindicales, convertidos en una
burocracia estable, comenzaron a manejar importantes recursos económicos y a de-
sarrollar funciones cada vez más complejas. La clave de todo este sistema residió en
el reconocimiento de los sindicatos como instituciones legítimas a través a la personería
gremial, otorgada por el Estado.

La redistribución del ingreso y las políticas sociales del estado populista

La redistribución del ingreso fue un objeto perseguido por los regímenes populistas
para dar respuesta a las demandas de participación en el sistema económico por
parte de los trabajadores. A través de ella, los Estados Latinoamericanos distribuye-
ron la riqueza generada a favor de los sectores populares, hasta entonces imposibilita-
dos de acceder a dichos beneficios. A la vez, la redistribución del ingreso aseguraba el
consumo de esos sectores y así fortalecía el mercado interno y aseguraba el creci-
miento de una economía basada en la industria nacional.

111
Esta mayor participación de los trabajadores en el ingreso se vio potenciado por el
crecimiento del gasto público en políticas sociales tendientes a brindar bienestar a la
mayoría de la población y por la fijación de los precios de alimentos, alquileres, etc.
La presencia del Estado también se manifestó en las relaciones entre obreros y pa-
trones a través de las convenciones colectivas y la fijación del monto de los salarios.

En algunos Estados llevaron adelante reformas agrarias que distribuyeron con di-
ferentes modalidades y en diferentes proporciones, la propiedad de la tierra entre los
campesinos. En la mayoría de los casos, además concretaron la expropiación total o
parcial del excedente generado por el sector primario agrario o minero exportador,
contando así con los ingresos necesarios para iniciar o profundizar la industrializa-
ción por sustitución de importaciones.

La presencia del Estado en la educación y la salud

Durante los regímenes populistas la presencia del Estado tanto en la vida econó-
mica como social fue indiscutible y marco un punto de inflexión. Sus funciones lo
ubicaron como el mediador que debía procurar una base de equidad en los conflictos
entre los sectores sociales. El Estado populista asumió funciones, educativas y sani-
tarias. En la mayoría de las experiencias populistas el sistema educativo se amplió
notablemente, gran parte de los Estados se abocaron a la tarea de alfabetización con
el objetivo explícito de formar de manera homogénea una gran masa de niños hasta
que hacía poco tiempo abandonaban su instrucción para ingresar en el mundo del
trabajo. De este modo, las legislaciones laborales que sancionaban el empleo de
niños, la gratuidad de la enseñanza y el aumento en el poder adquisitivo de las fami-
lias de los sectores populistas posibilitaron la permanencia de los menores en el
sistema educativo latinoamericano. Esta situación dio sus frutos en las décadas pos-
teriores cuando los hijos de los obreros se convirtieron en profesionales, alcanzando
niveles educativos inimaginables antes de la década de 1940.

Para la gran mayoría de las experiencias populistas, la escuela se convirtió en un


ámbito privilegiado para crear nuevas pautas de conducta hacia el régimen. Muchos
manuales de texto de entonces mostraban imágenes y discursos de sus principales
líderes. De esta forma se buscó ampliar la base de consenso y crear en los niños una
conciencia política afín al mismo régimen.

En el aspecto sanitario, muchos gobiernos populistas lograron importantes mejo-


ras de salud. Las reformas hicieron de los hospitales un lugar de recuperación y
prevención. Las campañas de vacunación, los nuevos tratamientos contra la tubercu-
losis, la atención en los partos, los avances en la cirugía y el empleo de antibióticos
permitieron que tan solo una década mermara la mortandad precoz de la población.

México

En México, el período comprendido entre el fin de la presidencia de Calles y el


ascenso de Cárdenas es el de sustitución de la política de los caudillos por la de las

112
instituciones. La novedad de la etapa es la creación de un partido de dirigentes y
caudillos, el Partido Nacionalista Revolucionario (PNR) una verdadera alianza de los
profesionales de la política, vinculada con el Estado y tutelada por Calles.

El liderazgo caudillista era sustituido por el liderazgo político de un aparato


disciplinador y cohesionante de personajes y grupos. La necesidad de encontrar un
aparato que cohesionara a los caudillos al mismo tiempo que se legitimara como
instrumento de poder al convertirse en el único medio de acceso al Estado cambió las
reglas del juego político porque invalidó la búsqueda del poder a través del ejercicio
de las armas.

Esta nueva fase redefine las modalidades del liderazgo y el clientelismo: en efecto,
afilia al caudillo con todo su séquito, en organizaciones políticas, laborales o agrarias,
del partido nacional. Durante esta etapa los caudillos todavía mantendrían su status,
preservando márgenes de autonomía y poder en sus zonas de influencia.

Un paso importante en el incremento del poder de Calles en relación con el poder


local de los caudillos fue el retorno a la no reelección como regla de juego político,
que le permitió romper la permanencia de los líderes regionales en los puestos políti-
cos.

Sin embargo, la institucionalización de la revolución fue obra de Cárdenas, en sus


inicios, cumplió con el primero de los requisitos políticos de un aspirante presidencial:
abierta sumisión al jefe máximo. Había desarrollado una carrera militar importante,
que le daba presencia ante un ejército aparentemente neutral; contaba además con
una buena actividad política que incluía el gobierno de Michoacán y por último, perte-
necía al grupo de los que pretendían establecer una firme alianza con los sectores
agrarios.

Su nominación aparecía como una absorción por parte de los callistas de la disi-
dencia interna y la evidencia de que los movimientos de masas reivindicativos inci-
dían ya en la conformación del poder, el apoyo popular, fundamentalmente agrario, al
candidato fue canalizado a través de organizaciones vinculadas con el partido, como
la Confederación Campesina Mexicana, y durante los primeros meses de gobierno
por la Confederación General de Obreros y Campesinos de México.

Los callistas intentaron asegurar su control sobre el presidente al proclamar, al


mismo tiempo que su nominación, el llamado plan sexenal de gobierno. Pero su pri-
mer revés surgió al discutirse ese plan en el cual los reformistas pudieron imponer su
orientación ideológica que concebía la vinculación del Estado con las masas a partir
de las reformas.

El catalizador del enfrentamiento entre Cárdenas y Calles fue el apoyo del gobierno
a los movimientos reivindicativos obreros y campesinos, el incremento del reparto de
tierras durante los dos primeros años de gestión amplió las bases del apoyo campesi-
no al presidente, convertido en la principal figura agrarista.

113
Importantes fuerzas conservadoras en el interior del régimen, se fueron alineando
tras Calles, el sólido apoyo recibido entonces por Cárdenas por parte de las organiza-
ciones de masas del régimen, permitió derrotar al jefe máximo y dio impulso a la
política reformista de los años siguientes.

El papel jugado por los dirigentes y las agrupaciones obreras y campesinas como
soporte del grupo cardenista consolidó su hegemonía en el interior de la clase que
representaban, convirtiéndolos en vehículo de las demandas y canal de las reformas
sociales. La institución presidencial, por otra parte, se transformó en la pieza clave
del partido, la estructura organizativa que mantenía la permanencia y la contención
de las bases sociales del Estado.

Este reacomodamiento de las fuerzas políticas abrió una coyuntura favorable para
el proyecto de "Estado fuerte interventor con apoyo de masas" que caracteriza al
populismo, e impulsó las reformas. La política petrolera fue una de ellas, que estuvo
encaminada a asegurar las reservas, modificar el régimen de concesiones y ejercer
el control en el mercado, con ese objetivo se creó la Administración General de Petró-
leos Nacionales. Esto llevó al enfrentamiento con las empresas de propiedad extran-
jera, que derivó en la expropiación de la industria por motivos de utilidad pública,
permitiendo la explotación a través de corporaciones públicas descentralizadas.

Cohesionar las bases agrarias era una tarea primordial para realizar un proyecto
político de reformas y consolidar la posición del Poder Ejecutivo, para ello procedió a
unificar a los campesinos en el PNR, un elemento básico en la capacidad política de
los directivos, de consenso con las bases, fue el reparto de tierras promovido por el
gobierno: 17.890.000, la magnitud de este reparto resulta evidente comparándolas
con las del período anterior. Además la pequeña propiedad fue defendida con títulos
de inafectibilidad. Se crearon una serie de entidades crediticias para fomentar el de-
sarrollo agrícola y en 1937 se instalaron los Almacenes Nacionales de depósito para
almacenar la producción, otorgar créditos sobre las reservas y ayudar a los producto-
res a conseguir mejores precios para sus productos.

Todas estas reformas fueron un factor de consolidación del Estado, fortalecieron a


los grupos que las implementaron y generaron una capa social encargada de admi-
nistrar los instrumentos de control y de ejercer la dominación social, imponiendo las
reglas del juego y las sanciones.

La expropiación petrolera marcó el limite del reformismo y agudizó la embestida,


tanto imperialista como de las fuerzas conservadoras internas, contra el régimen
cardenista. Consolidar el gobierno dependía de lograr la aceptación de sus bases
sociales y convertirlas en soporte del poder institucional. Esto planteó la necesidad
de reorganizar el aparato político del partido del Estado.

En marzo de 1938, la III Asamblea Nacional del PNR originó una nueva forma de
encuadrar las fuerzas políticas a través de cuatro sectores que constituyeron el Par-
tido de la Revolución Mexicana (PRM). Estos eran el sector obrero, integrado por la
Confederación de Trabajadores de México, la CROM, la CGT, el Sindicato de Traba-

114
jadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana y el Sindicato
Mexicano de Electricistas; el sector campesino compuesto por la Confederación Cam-
pesina Mexicana y los sindicatos agrarios de distintos estados; el sector popular for-
mado por diez ramas: artesanos, colonos, comerciantes, concesionarios de transpor-
te, pequeños industriales, cooperativistas, agricultores, profesionales e intelectuales,
trabajadores no asalariados y burócratas; por último el sector militar.

Este sector recibió importantes beneficios durante el gobierno de Cárdenas: au-


mentos de presupuesto, cambios en la justicia militar en beneficio de la tropa, incre-
mento de sueldos, etc. Además se modernizó el material y se incrementaron los
efectivos de la aviación.

Para superar la crisis económica, el gobierno realizó una política de industrializa-


ción en beneficio del capital nacional que se inscribe dentro de la promoción de la
industrialización sustitutiva de importaciones (proteccionismo arancelario, exencio-
nes impositivas para empresas que organizaran nuevas actividades, ampliación del
mercado interno a través de incrementos de los ingresos y la incorporación en el
mercado de nuevos sectores de la población).

Esta política afectó la inversión de capital extranjero, especialmente el estadouni-


dense, para realizarla, el gasto público cumplió un papel muy importante. Fue el ele-
mento dinamizador de la inversión privada, compensando la constante fuga de capi-
tales y la contracción del ahorro interno, la presión ejercida sobre la economía nacio-
nal se tradujo en constantes devaluaciones y una creciente inflación.

Ante las dificultades políticas y económicas, el gobierno intentó consolidar las re-
formas realizadas evitando el peligro de la confrontación entre las distintas corrientes
del grupo dirigente, pero fue incapaz de elegir un sucesor que continuara la obra
emprendida.

El elegido para 1940 fue el secretario de defensa nacional, general Manuel Avila
Camacho, que se presentó como el candidato de la "unidad nacional", representante
del sector moderado del partido, el gobierno de Cárdenas, sin embargo, pudo redefinir
un nuevo equilibrio político que resolvía los conflictos entre las recientes fuerzas so-
ciales y los antiguos grupos dominantes y que se manifestaban a través de una serie
de contradicciones:

- Los intentos de volver a cerrar los canales de relevo de la elite política y limitar el
proceso de institucionalización.
- El estancamiento de la política agraria que debilitaba las bases sociales de un
importante sector del grupo gobernante y atentaba contra el equilibrio que se
había logrado sobre la base de la desmovilización campesina.
- La ruptura de canales entre el Estado y la clase obrera organizada.

Desde el punto de vista económico había que superar la crisis provocada por la
reducción de los volúmenes de los productos exportables, en este aspecto, la nacio-
nalización del petróleo y los ferrocarriles permitieron disminuir el costo de los fletes y

115
el precio de los combustibles, que reorientaron la economía, pasando del llamado mo-
delo de crecimiento hacia fuera, al denominado modelo de crecimiento hacia adentro,
que favorecía el proceso de sustitución de importaciones.

La debilidad inicial con que llegaba Avila Camacho a la presidencia alentó la inten-
ción de formar su propia base de poder; un cambio importante en esa dirección fue la
creación de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).

Por otra parte, en el mediano plazo, la ampliación de las bases sociales del Estado
abrió un importante canal para incorporar a los sectores medios, donde se reclutaría
a los políticos profesionales y la burocracia estatal. El presidente eliminó al ejército
como institución participante de la vida política y el sector militar desapareció del
PRM.

La política de unidad nacional de Avila Camacho encontró en la Segunda Guerra


Mundial un elemento importante de justificación. Implicó revisar algunos elementos
de la política agraria cardenista; con Avila Camacho se inició una política de apoyo a
la agricultura comercial orientada a la exportación con base en la cual se fue forman-
do una nueva capa de empresarios agrícolas modernos. Como consecuencia, entre
1940 y 1950, la producción agrícola creció un 7% debido a las obras de irrigación, el
aumento de la inversión y el alza de los precios de los productos de exportación.
Pero la reorientación hacia la exportación en perjuicio de la producción de alimentos
para el mercado interno produjo una situación de escasez e inflación.

En el ámbito obrero, la Confederación de Trabajadores de México desempeñó un


papel importante en la política de tregua social, al tiempo que aumenta la capacidad
arbitral del Estado, la política de unidad nacional logró acercar a un importante grupo
empresario, que estableció una vinculación muy cercana con el grupo gobernante.

En muchas oportunidades se integraron, inclusive en campos no estrictamente


económicos. Así, se fue delineando con nitidez un proyecto industrializador con base
en una política proteccionista (regulación de inversiones externas, y restricciones a la
compra de empresas mexicanas).

En enero de 1946 se disolvió el PRM y se fundó el Partido Revolucionario


Institucional (PRI), que lanzó la candidatura de Miguel Alemán para presidente, favo-
recer la disciplina y la centralización en torno del gobierno era una característica del
nuevo partido. Con Miguel Alemán llega al poder una generación de políticos profe-
sionales, lo que señala el desplazamiento de la generación de caudillos militares de
origen revolucionario y popular.

La política de rectificaciones gradualistas, el estilo negociador y arbitral de su ante-


cesor, terminan, el nuevo presidente afirmó con energía el papel del Ejecutivo. En
política agraria mantuvo los lineamientos esenciales de Avila Camacho, pero afirmó
más claramente el proyecto de desarrollo de la agricultura comercial y la propiedad
privada, con apoyo oficial mediante la realización por parte del Estado de inversiones
en obras de irrigación. Lo mismo que con la política agraria, demostró que la época

116
de rectificaciones graduales respecto del movimiento obrero había concluido, impo-
niendo una férrea disciplina, impidiendo la creación de organizaciones independien-
tes del Estado y utilizando los grupos de choque o la policía en los conflictos internos
de los sindicatos.

Brasil

En Brasil la estructura semicolonial característica entre 1850 y 1930 concluyó en


los años 20, gracias al efecto combinado de causas internas y externas. Existía una
diferencia insostenible entre el leve crecimiento del mercado internacional del café y
el incremento de la producción, además, la depresión económica que se iniciaba en
1929, motivó una reducción tan drástica de la demanda, que ninguna economía ba-
sada en las exportaciones primarias pudo soportar sin profundos cambios.

Por otro lado, el crecimiento de una clase media urbana, que precedió a la indus-
trialización del país, superó la capacidad de adaptación de la estructura semicolonial.
En ese sentido, el incremento de la importancia política de la burocracia tanto civil
como militar provocó que el gobierno oligárquico perdiera el control de las fuerzas
que estaban a su servicio. Estas fuerzas empezaron a reclamar el control del Estado,
y lo obtuvieron en 1930, a través de una revolución basada en los principios del voto
libre y secreto, y el escrutinio imparcial. El ejército seguía siendo, como en 1889, un
factor decisivo en la conquista del poder, pero esta vez no tomó la iniciativa del mo-
vimiento, que comenzó con el asalto a los cuarteles en el estado de Río Grande do
Sul. La división de los militares en dos campos (de acuerdo con las líneas
generacionales) indujo a los mandos superiores, con el pretexto de impedir una gue-
rra civil, a derrocar al último presidente de la República Velha, Wasinghton Luis, y
permitir el ascenso al poder del jefe de la revolución, el candidato derrotado en las
elecciones presidenciales, ex gobernador de Río Grande, Getulio Vargas.

Los revolucionarios más extremistas, los tenientes de la década, anterior, y sus


partidarios civiles, perdieron gradualmente su influencia en beneficio de otros secto-
res más moderados, a pesar de ello, el país cambió profunda e irreversiblemente,
debido a que las estructuras anteriores ya no respondían a las necesidades, tanto
internas como externas. La revolución sirvió entonces para romper las viejas estruc-
turas y tradiciones, y desencadenar un proceso de cambio espontáneo, que más
adelante podía ser orientado en forma deliberada. Pero los revolucionarios de 1930
tampoco pudieron cambiar el régimen de propiedad y explotación del campo brasile-
ño, aunque no deseaban devolver el poder a la oligarquía rural. El nuevo gobierno
pasó a depender principalmente del apoyo de la propia burocracia civil y militar, acre-
centada con la finalidad de proporcionar empleo a la clase media. Con él, no desapa-
reció el caciquismo, pero pasó a ser mediatizado por el nuevo pacto de poder, la
burguesía industrial pudo beneficiarse del aparato estatal utilizando la confiscación
cambiaria (que permitía al Estado subvencionar a los cafetaleros a cambio del control
de las divisas obtenidas de las exportaciones, necesarias para costear la compra de
materias primas y maquinarias para la industria) una política de protección a la indus-
tria nacional y una expansión de las obras públicas. En 1934 se elaboró una nueva
Constitución que buscaba democratizar el sistema político.

117
Superado un intento de revolución comunista en 1935, y forzado a mantener ese
nuevo esquema de política clientelar, Vargas se vio precisado a dar el golpe de 1937.
Tanto él como sus partidarios sabían que si efectuaban las elecciones presidenciales
del año siguiente, el control del voto rural por parte de los terratenientes daría el
poder nuevamente a la oligarquía rural.

Así el Estado Novo inaugurado con el golpe de estado, era ante todo una salida
para que el círculo gobernante se mantuviera en el poder y para que la clase media
en general continuara participando del control estatal. Por otra parte expresaba una
transformación ideológica de esa misma fecha, desde el liberalismo radical de los
años veinte a las tendencias autoritarias de la década de 1930.

Más afín al falangismo franquista o al corporativismo portugués de Oliveira Salazar,


que a los modelos italiano o alemán, el Estado Novo fue una manera de proteger los
diversos intereses predominantes del momento. Para la clase media, aseguraba, su
asimilación a la burocracia estatal, independientemente del regateo de votos y em-
pleos. Para los terratenientes, a pesar de haber sido privados del poder político direc-
to, presentaba la ventaja de no interferir en la economía agraria y de proteger su
papel de portavoces del agro, manteniendo el control político de sus baluartes rura-
les.

Para la burguesía urbana, además de reprimir las tendencias socialistas, ofrecía la


ventaja de favorecer la expansión del mercado interno mediante la protección contra
la competencia externa, que podía estrangular el incipiente desarrollo de la industria
nacional. En fin, para la clase obrera, a pesar de reprimir cualquier intento de consti-
tuir organizaciones independientes, el Estado Novo adoptó una actitud paternalista,
introduciendo una importante legislación social que aseguraba la protección de los
derechos del trabajador, creando un sindicalismo dependiente del Estado, a través
del cual se lo subordinó a los intereses del gobierno.

Mientras estos cambios se manifestaban en el plano político, en el económico se


producían transformaciones mucho más profundas. La crisis del café actuó como
revulsivo, por una parte, la disminución de la capacidad de importación reducida a
menos del 40 por ciento de su nivel anterior a la depresión, impidió que el país conti-
nuara importando los productos industriales que requería su mercado. Por otra parte,
la caída de los precios del café favoreció otro tipo de inversiones. Estaban creadas
las dos condiciones para la industrialización del país por un proceso espontáneo de
sustitución de importaciones. Empezando por los textiles, un vasto campo de indus-
trias pesadas y livianas fue instalado gradualmente en la década del treinta.

La Segunda Guerra Mundial ejerció en este proceso una influencia aceleradora


pues las restricciones impuestas por el conflicto profundizaron el creciente reempla-
zo de las importaciones.

Ya existían algunos establecimientos industriales anteriores a 1930, a finales del


siglo pasado se registraron las primeras muestras significativas de un proceso de
diversificación productiva, y el desarrollo de algunas industrias como actividad com-

118
plementaria de las necesidades de consumo engendradas por la expansión de las
actividades primarias. El ensanchamiento de esta la base industrial tendió a adquirir
un dinamismo propio, que recibió un gran impulso durante la Primera Guerra Mun-
dial.

El proceso de industrialización trajo como consecuencia el surgimiento de los in-


dustriales y del proletariado. Los primeros necesitaban para expandir su capacidad
de producción, extender el mercado interno, aumentando su capacidad de consumo
e incorporando a la economía monetaria las poblaciones marginales que vivían en un
régimen de subsistencia.

Estas circunstancias especiales dieron una forma particular a su posición en la


sociedad brasileña, originando una alianza natural y necesaria con el proletariado
urbano. Ambos sectores (industriales y proletarios) representaban el proceso de de-
sarrollo socioeconómico necesario para la integración y la consolidación del país
como nación. Para ello, requerían transformar el resto de la sociedad semifeudal en
una democracia más igualitaria de orientación desarrollista.

Los mismos factores y esta coincidencia de intereses de la burguesía industrial y el


proletariado determinaron la aparición de un nuevo sector de clase media, que co-
rrespondía a los diversos niveles de ejecutivos y técnicos requeridos por la industria.

Mientras la clase media tradicional era esencialmente marginal al sistema econó-


mico, esta nueva clase media estaba compuesta por personas que habían adquirido
los conocimientos que exigían las operaciones técnicas y administrativas de la indus-
tria y la comercialización, se generó así una inteligencia empeñada ante todo en
promover el desarrollo de la nación. Estos nuevos grupos sociales fueron llevados a
cambiar su posición política. En tales circunstancias, Getulio Vargas, dada su reco-
nocida capacidad para captar las expectativas y su no menor capacidad de conser-
var y manejar el poder, se mostró capacitado para asumir su liderazgo y para lanzar
al país a una nueva empresa política, oponiéndose al gastado radicalismo liberal de
la década del veinte que había encabezado, así como al régimen semifascista que
afín presidía, intentó cambiar la dirección de la base sociopolítica del Estado. Si bien
formalmente el aparato estatal seguía siendo el mismo, desde 1943 hasta la caída
del Estado Novo en 1945, trató en forma activa de apuntalar a los gremios y conver-
tirlos en sus aliados políticos.

Este intento fue en parte frustrado por el golpe militar de 1945, justificado como un
movimiento antifascista con el objeto de restaurar la democracia en un marco interna-
cional de guerra al fascismo, en el cual el mismo gobierno brasileño había participa-
do, pero lo que asustaba realmente a los militares -que habían sido los aliados más
fieles del Estado Novo- era precisamente esta nueva actitud del presidente que orien-
taba su régimen de la derecha hacia la izquierda.

El golpe militar de 1945 no pudo sin embargo cambiar el curso de los aconteci-
mientos desencadenados por Vargas. Este había organizado dos partidos: el Partido
Trabalhista Brasileiro (PTB) representaba a la clase obrera y se basaba en los gre-

119
mios creados y apoyados por el Ministerio de Trabajo; y el Partido Social Democrático
(PSD) que representaba un vasto y heterogéneo arco político y social, que comprendía
desde los industriales modernos a los terratenientes tradicionales, y estaba formado
básicamente por la maquinaria político-administrativa del Estado Novo. La alianza de
ambos partidos expresaba la coalición entre la clase obrera y la burguesía industrial.
Tras un breve interregno conservador, finalmente Vargas fue elegido presidente en
1950 por el voto masivo de la población.

El período que sigue a la Guerra Mundial corresponde a una fase acelerada del
desarrollo económico del país. El segundo gobierno de Vargas (1950-1954) inició el
primer esfuerzo serio de planeamiento nacional, logrando formular una política
desarrollista que intentaba conciliar crecimiento económico con bienestar social, se
creó el monopolio nacional del petróleo (Petrobras), pero su política antiimperialista y
la fuerte agitación de las masas por parte de su ministro de trabajo, Joao Goulart,
hizo que el gobierno debiera hacer frente a la conspiración de sus opositores milita-
res, obligado a renunciar en 1954, Vargas se negó a refrendar el hecho y se suicidó,
dejando una acusación escrita contra lo que definió como la conspiración antinacional,
este hecho despertó la movilización de las fuerzas varguistas, obligando a su vice-
presidente y sucesor a mantenerse en guardia, y reeditó la victoria de la alianza PTB-
PSD en las elecciones de 1955 que dieron la victoria a Juscelino Kubitschek.

Argentina

La crisis de 1930 y su correlato -el cierre del mercado internacional- golpearon la


economía argentina, ante las dificultades para exportar, el país comenzó a sufrir res-
tricción de divisas que lo limitó en su capacidad importadora. Esto se manifestó en la
acumulación de stocks exportables y capitales sobrantes, desempleo, descenso de
la actividad agropecuaria y la existencia de un mercado insatisfecho.

El gobierno del general Uriburu (1930-1932), surgido de un golpe militar, tomó una
serie de medidas para hacer frente a la situación económica -devaluación, control de
cambios, elevación de aranceles aduaneros- con la intención de mantener lo más
posible los precios de los productos exportables y obtener recursos fiscales. No obs-
tante, la recesión fue muy grande y el desempleo también. Durante el gobierno del
general Justo (1932-1938) que le sucedió, se ampliaron las medidas compensatorias
para la producción agropecuaria, creándose las juntas de carne, granos, azúcar, yer-
ba, etc., que regulaban el comercio de esos productos, con el fin de salvaguardar a
los productores rurales de la quiebra, compensando la caída de los precios en el
mercado internacional y controlando los stocks.

En este marco, en 1933 se firmó con Gran Bretaña el pacto Roca-Runciman para
contrarrestar los efectos del Pacto de Ottawa firmado el año anterior. Finalmente se
creó el Banco Central para controlar la circulación monetaria.

Todas estas medidas permitieron el crecimiento y el desarrollo de una industria


nacional que fabricaba y proveía para el mercado interno. Este desarrollo industrial
no fue deliberado, pues no respondió a un plan de industrialización impulsado por el

120
gobierno nacional, sin embargo su crecimiento fue acelerado, especialmente a partir de
1935. Hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el modelo se insertaba en el
marco del sistema agro-exportador, complementando la producción agropecuaria con
la oferta de bienes industriales.

El proceso de "industrialización por sustitución de importaciones" permitió, al fina-


lizar la contienda, un nuevo crecimiento económico del país, pero, en esas circuns-
tancias, el modelo había cambiado, ya que no era un crecimiento provocado por una
intensa demanda externa, sino que se basaba sobre el incremento de la demanda
interna. Los cambios producidos en la estructura económica a partir de 1930 transfor-
maron también profundamente la sociedad tradicional, aparecieron los sectores típi-
cos de la sociedad industrial: patrones y obreros. En verdad, estos sectores existían
antes de 1930, pero su trascendencia era muy limitada. Se habían fortalecido durante
el proceso de sustitución de importaciones y, a poco, demandarían ser escuchados y
ya no podrían dejar de ser tenidos en cuenta.

La nueva clase obrera surgió de un proceso que creó la oferta de mano de obra
como consecuencia de la desocupación rural y el desarrollo industrial, del lado de la
oferta, fue el resultado del impacto de la crisis de 1930 sobre la sociedad argentina.
La caída de los precios agrícolas, mayor que la de los ganaderos, provocó una lenta
transformación de la producción, que se verificó como el traspaso a la ganadería de
tierras antes destinadas a la agricultura demandó menor utilización de mano de obra;
además, sólo las extensiones más grandes podían protagonizar esa transformación.
Así se formó una población rural desocupada, que pronto se trasladó a las ciudades
del Litoral, y sobre todo, provocó el crecimiento del Gran Buenos Aires.

Esta transformación coincidió, sobre todo a partir de 1935 con el incremento de la


demanda de mano de obra por parte de las industrias en crecimiento, en un momento
en que la fuente tradicional de conformación del mercado de trabajo urbano argenti-
no, la migración masiva internacional, se había secado.

Por otra parte, también se fortaleció la burguesía industrial, se trató algunas veces
de propietarios de pequeños talleres del periodo anterior, que se transformaron en
grandes fábricas de bienes de consumo, otras de capitales rurales que invirtieron en
las nuevas actividades, o incluso, sucursales de grandes empresas multinacionales
establecidas en el país durante los años 20, que fortalecieron su posición por la des-
aparición de la competencia de los productos importados.

Se aceleró la transformación que había comenzado en el campo desde inicios del


siglo: la especialización de los propietarios ganaderos, entre aquellos ubicados en
las mejores tierras destinadas a pastura todo el año y que estaban próximas a los
frigoríficos (los invernadores), y aquellos que no podían mantener sus ganados en
invierno, y debían venderlos a los primeros (los criadores), quienes tenían acceso
directo a su mercado (los frigoríficos). También se perjudicaron los propietarios del
interior, muchos de los cuales debieron abandonar la actividad.

121
Los golpistas del 6 de setiembre contaban con un cierto consenso entre los sectores
tradicionales de la sociedad, las corporaciones económicas, los partidos políticos
antiyrigoyenistas y con el beneplácito del resto. Pero, sus partidarios se encontraban
divididos en dos sectores, con propuestas diferentes para el futuro de la República.

El sector que protagonizó el golpe y que rodeaba al general José Felix Uriburu
estaba integrado por los nacionalistas autoritarios, contrarios a la democracia y a los
partidos políticos, admiradores de la dictadura de Mussolini. Este grupo ocupó un
lugar central en la política nacional, y elaboró una estrategia de elecciones escalona-
das, hasta llegar a una elección nacional de convencionales que reformaran la Cons-
titución y elaboraran una de carácter corporativo. Pero fracasó en el primer test
electoral, al producirse en abril de 1931 la impensada victoria radical en la Provincia
de Buenos Aires. Esta situación, dejó la puerta abierta al otro sector.

Este estaba compuesto mayoritariamente por los sectores conservadores de la


sociedad, los partidos políticos y los sectores de poder; se nucleaba en torno del
general Agustín P. justo, y sostenía que la Argentina no estaba madura para la demo-
cracia.

Cuestionaba la Reforma Saenz Peña, que establecía el voto secreto y obligatorio,


y proponía conservar las instituciones republicanas "tutelándolas" (a través del frau-
de electoral, que asegurara a los conservadores el control político del país). Fracasa-
do el corporativismo y falseando la voluntad de los electores y con la proscripción de
los candidatos radicales, justo fue elegido presidente, y asumió sus funciones en
febrero de 1932. Su gobierno estuvo encaminado a mantener en lo posible los lazos
económicos con Gran Bretaña, para lo cual se firmó en Londres el Pacto Roca-
Runciman, que con escasas concesiones aseguraba a los británicos el mercado de
consumo argentino, a través del manejo de las libras pagadas como consecuencia
de las exportaciones a ese país, que sólo podían ser gastadas en Londres, Argentina
se comprometía además a mantener la libre importación de carbón y a dispensar un
tratamiento benévolo al capital británico.

Desde el punto de vista estrictamente político, el Parlamento fue el lugar que los
opositores utilizaron para denunciar el fraude y los negociados de los elencos gober-
nantes. La más conocida de estas denuncias es la del monopolio en las industrias de
la carne, y su celebridad no se debe tanto a las escandalosas acusaciones hechas en
cl recinto, como al asesinato en la Cámara Alta, del senador electo por Santa Fe,
Enzo Bordabehere, el 23 de julio de 1935 a manos de un matón que cumplía servi-
cios como guardaespaldas del ministro de agricultura de la Nación, presente en el
debate.

Finalmente, y tras fracasar una serie de alzamientos radicales en los primeros


años de la década del treinta, se impone el levantamiento de la abstención, y se
vuelven a presentar candidatos en las elecciones nacionales. Pero el oficialismo no
renegó de los métodos fraudulentos, para garantizar el triunfo del binomio Ortiz-Casti-
llo frente a la fórmula radical Alvear-Mosca, en las elecciones presidenciales de 1937.

122
El mayor problema de esa época fue la enfermedad presidencial, que obligó al presi-
dente a pedir licencia y delegar sus funciones en el vicepresidente Castillo, en 1940.
Sobre todo porque Ortiz había dado señales de intentar la democratización del régi-
men, interviniendo las provincias a causa del fraude realizado. Pero el vicepresidente
era un notorio partidario del statu quo, que haría cualquier cosa para evitar un triunfo
radical, tendió a apoyarse en las fuerzas armadas, cuyos miembros dejaban cada vez
más de ocuparse de sus funciones especificas para introducirse en la política. Castillo
gobernó bajo el estado de sitio y recurrió nuevamente a las prácticas fraudulentas para
organizar la sucesión presidencial de 1944 a favor de su candidato resistido por los
militares, partidarios de la neutralidad argentina en la guerra mundial, Robustiano Pa-
trón Costa. Las dificultades de los radicales para asegurar el triunfo electoral, llevó a
algunos miembros del partido a ofrecer la candidatura presidencial al ministro de gue-
rra, general Ramirez. El presidente reaccionó y lo destituyó la madrugada del 4 de junio
de 1943; pocas horas más tarde, las FF.AA. lo obligaban a dimitir.

Los golpistas que desalojaron al presidente Castillo del poder no tenían un progra-
ma de gobierno, ni siquiera constituían un grupo uniforme. Así proclamaron presiden-
te al general Rawson, pero este nunca llegó a asumir. Quien si lo hizo fue el general
Ramirez, cuyo mandato se caracterizó por la sucesión de proyectos -y equipos de
gobierno- de corte nacionalista y católico, que no pudieron sacar a los militares del
aislamiento respecto de la sociedad argentina en que habían caído.

Sólo el coronel Juan Domingo Perón, que había asumido la Subsecretaria de Gue-
rra y la Secretaria de Trabajo y Previsión Social, estaba encaminado a superar el
conflicto. Intentó acercarse a la facción intransigente de la UCR y desplegó una polí-
tica para atraerse el apoyo del movimiento obrero. Su ascenso le fue granjeando
enemigos entre los oficiales vinculados con sus rivales desplazados, que aprovecha-
ron las demandas de la sociedad para que el régimen se democratizara, y reclama-
ron su destitución a principios de octubre de 1945. Perón fue encarcelado y enviado
a la isla Martín García. Pero sus opositores no pudieron sacar provecho de la situa-
ción. Una manifestación popular, realizada el 17 de ese mes, protagonizada por los
obreros de la Capital y el Gran Buenos Aires, en reclamo de la libertad del coronel
preso, y las demandas de la oposición para que los militares les entregaran el poder,
convencieron a las Fuerzas Armadas de que su única salida decorosa era el proyecto
de Perón.

Fue proclamada su candidatura para las elecciones del mes de febrero de 1946 y,
contra todos los pronósticos de la época, triunfó derrotando a los partidos políticos
preexistentes, que levantaron la candidatura de los radicales Tamborini y Mosca.

Las acusaciones de profascista, que los opositores levantaron contra el gobierno


militar, no habrían de cambiar durante la presidencia de Perón; las tendencias autori-
tarias del régimen no harían mucho por modificar esas opiniones.

Una nueva victoria electoral en 1948, alentó la Reforma de la Constitución Nacio-


nal. Al año siguiente se redactó la Constitución Peronista que, además de permitir la
reelección presidencial, introdujo como principios constitucionales los derechos so-

123
ciales reconocidos durante esos años; proclamó la función social de la propiedad y el
monopolio estatal de los servicios públicos.

Desde el primer momento, una persona empezó a destacarse en el nuevo régi-


men: la esposa del presidente, Eva Perón fue comisionada por su marido para man-
tener el contacto cotidiano con los dirigentes sindicales; pronto supo ponerse a la
cabeza en la promoción del voto femenino. Obtenido este, se dio a la tarea de orga-
nizar y dirigir el llamado Partido Peronista Femenino, rama del partido oficialista que
la impulsaría, junto con la CGT, a la precandidatura vicepresidencial en 1951. Debió
declinar dicha candidatura debido a presiones de las FF.AA. y a su precario estado
de salud, que la llevaría a la muerte un año después.

Pero la "Abanderada de los humildes" como también fue conocida, se destacó por
su acción en beneficio de los más necesitados y su defensa militante de los logros del
régimen.

Los elencos gobernantes de esos años tenían una clara conciencia del rol de la
industria en la economía nacional y de la necesidad de tomar medidas que apoyaran
su fortalecimiento.

Las principales características de las medidas económicas fueron las siguientes:

- protección de la industria nacional mediante barreras, arancelarias;


- política redistributiva de los ingresos que, permitió ampliar el mercado interno,
incorporando a los trabajadores como consumidores de la producción;
- política de incentivos a la industrias (creación del Banco Industrial en 1944, que
otorgaba créditos baratos y en el largo plazo para la inversión y el desarrollo
industrial);
- nacionalización de los transportes y los servicios públicos y,
- nacionalización del Banco Central y de los depósitos bancarios, lo que permitió la
movilización del ahorro nacional.
- nacionalización del comercio exterior mediante la creación del Instituto Argentino
para la Promoción del Intercambio (IAPI). Por medio de este organismo, el Esta-
do era el único comprador de los productos exportables, y el único vendedor de
ellos en el exterior. A su vez, el organismo el único comprador en el exterior de
los productos importados, y el que los introducía en el país. Mediante este meca-
nismo, se obtenían recursos para promover la producción industrial, recursos
que se extraían manipulando los precios de los productos agrarios;
- política de inversiones para ampliar la red caminera, la construcción de viviendas
y obras de infraestructura.

Los instrumentos utilizados para realizar estas transformaciones fueron las clásicas
medidas proteccionistas de la política de sustitución de importaciones: la nacionaliza-
ción de los depósitos bancarios permitió la movilización del ahorro interno en pos de
los objetivos establecidos por el gobierno en los Planes Quinquenales (1947-1951 y
1953-1953) establecieron las metas que debían cumplirse en áreas económicas y so-
ciales.

124
Estas medidas produjeron un acelerado crecimiento de la economía nacional, que
encontró sus limites en la crisis de 1950, resultante del propio desarrollo industrial,
que genera un crecimiento proporcional de las importaciones de bienes de capital e
insumos que no se producían en el país, pero eran necesarios para modernizar y
hacer funcionales las plantas industriales.

Estas importaciones debían pagarse con divisas, que seguían obteniéndose de la


exportación de bienes primarios, ya que la industria no producía para la exportación.
Para hacerlo, hubieran debido bajar los costos para competir pero, dadas las circuns-
tancias políticas, resultaba imposible reducir significativamente los salarios de los
trabajadores. La situación llevaba tarde o temprano a producir un déficit en el sector
externo.

A partir de entonces, la política económica del peronismo buscó tomar otro rumbo:
se congelaron los salarios y los precios por dos años logrando bajar rápidamente la
inflación sin solucionar el problema de fondo del sector externo. Para hacer frente a la
situación, el segundo gobierno de Perón (1952-1955) intentó desarrollar la industria
pesada y se alentó la inversión extranjera. Si bien se firman contratos con la Standard
Oil para la explotación de petróleo, se iniciaron las obras de Somisa y Altos Hornos
Zapla para la producción siderúrgica; estas obras no llegaron a producir efectos so-
bre la economía, cuyo crecimiento siguió siendo muy lento hasta la caída de Perón
en 1955.

Durante la gestión peronista se pusieron en vigencia además muchas de las leyes


sociales, y a través del Ministerio de Trabajo y Previsión Social se controló su aplica-
ción, penalizándose a los infractores. Entre las medidas más salientes destacare-
mos: el pago de salarios en días feriados, las vacaciones pagas, la incorporación de
los empleados de comercio, los trabajadores de la industria, y los trabajadores inde-
pendientes al sistema jubilatorio, la firma de múltiples convenios colectivos de traba-
jo, el establecimiento del estatuto del peón rural, y el aguinaldo. La Ley de Asociacio-
nes Profesionales admitía la existencia de un sindicato por rama de la actividad, y se
autorizaba a los sindicatos a percibir descuentos automáticos sobre los salarios. Tam-
bién se creó el fuero laboral para tratar los conflictos entre patrones y obreros, se
fijaron indemnizaciones por despido injustificado y se desarrolló el turismo social.

El Estado Argentino adquirió nuevas funciones: promover el bienestar social de la


población y ser árbitro obligatorio en los conflictos entre el capital y el trabajo. Pero,
mientras los países centrales, los problemas sociales generaban un consenso acer-
ca de la responsabilidad de ofrecer condiciones para una vida digna a todos los sec-
tores, que debía ser asumida por el conjunto de la sociedad, en los países periféricos
en cambio, esta responsabilidad no fue aceptada por los sectores propietarios, sino
que fue impuesta compulsivamente por el Estado. El sindicalismo se unificó, fortale-
ció y burocratizó, subordinándose cada vez más a las políticas del gobierno. Este
proceso llegó a tal punto que la CGT parecía un organismo estatal, aunque en las
fábricas surgieron las Comisiones Internas, como mecanismos de participación y
control, permitiendo cierta independencia en la base, así como asegurando el cumpli-
miento de la legislación social. El poder de los sindicatos se basaba en su capacidad

125
para negociar mejores condiciones de trabajo desde una posición de fuerza con el
respaldo que le daba el gobierno.

El gobierno mantuvo una cuidada relación con las Fuerzas Armadas en un intento
de neutralizarlas políticamente a cambio de una serie de concesiones, basada en su
modernización, el aumento del número de sus oficiales, los incrementos salariales y
sobre todo el reequipamiento que había sido una preocupación durante toda la dura-
ción del conflicto bélico. También supo sacar partido de las rivalidades entre las ar-
mas. Muchas de las medidas adoptadas contaban con el apoyo de las Fuerzas Arma-
das en el sentido de fortalecer la Defensa Nacional; los objetivos de una Argentina
"económicamente libre y políticamente soberana’ contaban con el beneplácito de los
cuadros del ejército, pero también una Nación "socialmente justa" aseguraba un ele-
mento humano de excelente condición.

Los grupos de oficiales descontentos se ampliaron a partir de la crisis económica y


el recrudecimiento de la propaganda oficial, que alejaban al gobierno del modelo de
conciliación de clases que había sido el objetivo original del régimen. La política plan-
teada para solucionar este conflicto no hizo más que agravarlo, Perón ya no se con-
tentó con neutralizar otras influencias, intentó medidas de control y la peronización
de las Fuerzas Armadas; estas medidas ensancharon la brecha abierta entre el pre-
sidente y el cuerpo de oficiales.

La proclamada intrusión del poder político no resultó fácil y, sobre todo, fue contra-
producente. No hizo más que favorecer la propaganda de los sectores antiperonistas
dentro de las Fuerzas Armadas y los contactos clandestinos con líderes de todos los
partidos políticos de la oposición, que participaron de las varias conspiraciones que
existieron a partir de entonces.

A principios de los años cincuenta, la relación entre el gobierno y la oposición se


deterioró aun más como consecuencia del desafuero de tres diputados radicales (en-
tre ellos el líder del bloque) y el estallido de una serie de huelgas alentadas por sindi-
calistas vinculados con los partidos de izquierda y la participación de dirigentes radi-
cales en el intento golpista del general Menendez en 1951.

La reelección de Perón a fines de 1951 convenció a los opositores que solo podría
ser desalojado del gobierno por un golpe militar, la actitud del gobierno se endureció
aún más. Durante 1953 se desató un conflicto con la Iglesia católica que tuvo su
origen en la frustrante relación que mantenían ya que mientras, uno apelaba a los
ciudadanos como peronistas sin tener en cuenta su credo, el otro apelaba a sus fieles
como católicos sin preguntarles sus opiniones políticas. Hacia 1954 esta situación se
agravó y reunió a la oposición en las iglesias.

Esta situación fue aprovechada por la oposición que apoyándose en el desconten-


to y en la militancia de la clase media provocó la caída de Perón en 1955.

126
Bolivia: El fracaso del nacionalismo revolucionario

Desde las primeras décadas del siglo XX la economía boliviana estaba basada en la
explotación del estaño, sector dominado por la "rosca", nombre que recibía el grupo
integrado por los tres propietarios mineros más grandes: Patiño, Hochschild y Aramayo.
Entre 1900 y 1929, las exportaciones bolivianas de estaño, extraído en su gran mayo-
ría de las minas de Patiño, se multiplicaron cinco veces.

El reverso del poder económico de la "rosca" era la debilidad del Estado que no
tenía la capacidad suficiente para administrar y recaudar impuestos. Sin posibilida-
des de extraer ingresos fiscales de la industria del estaño el gobierno boliviano recu-
rrió al endeudamiento externo para paliar la escasez de inversiones en el resto de la
economía, aunque solo invirtió en la construcción de ferrocarriles y utilizó la mayor
parte del dinero prestado para pagar los intereses de los préstamos anteriores.

La derrota del país frente al Paraguay en la Guerra del Chaco (1932-1935 y 1938)
movilizó a grupos militares jóvenes provenientes de los sectores medios contra la
dominación oligárquica, quienes reclamaron una distribución más amplia de las ga-
nancias del estaño. Durante su breve gobierno entre 1944 y 1946, Gualberto Villarro
el representante de los nuevos sectores nacionalistas intento llevar adelante refor-
mas orientadas a nacionalizar la economía boliviana, pero fue derrocado.

Después de varios gobiernos controlados por la "rosca" en 1952 el Movimiento


Nacional Revolucionario (MNR) encabezó una revolución: las milicias populares y
algunos miembros del ejército derrotaron a las fuerzas militares que defendían el
régimen establecido. Victor Paz Estenssoro, fundador y jefe del MNR se hizo cargo
de la presidencia y el dirigente sindical minero Juan Lechín fue designado vicepresi-
dente.

El MNR era un partido político que expresaba la alianza de los sectores medios
urbanos con el fuerte proletariado minero y con sectores de campesinos excluidos de
toda participación política y económica. En un cogobierno de hecho con la Central
Obrera Boliviana (COB), Paz Estenssoro decretó el voto universal y obligatorio para
blancos indígenas y analfabetos, creó un Comité de Comercio Exterior y un Comité
de Vivienda Popular y nacionalizó las grandes minas de estaño. También promulgó
una reforma agraria organizada de acuerdo con el sistema cooperativo. A fin de su-
perar la debilidad que significaba la monoproducción Paz Estenssoro propuso diver-
sificar la economía a través del impulso a la agricultura tropical y a la producción de
petróleo.

Sin embargo los ingresos del estaño no resultaron suficientes para subsidiar a los
otros sectores de la economía y la actividad minera se descapitalizó. Las dificultades
se multiplicaron y Paz Estenssoro recurrió al sistema financiero externo en busca de
ayuda. A partir de entonces, el MNR liquidó su cogobierno con la COB y profundizó la
represión interna. Se burocratizaron los sindicatos y se reorganizó el ejército hasta ese
momento prácticamente sustituido por milicias. Bolivia se alineo nuevamente con los

127
Estados Unidos y recibió ayuda económica a cambio de la desnacionalización de las
actividades económicas que habían sido nacionalizadas.

128
Actividad Nº 4

Trabajo Práctico Obligatorio

1.- Definir populismo.


2.- Explique las causas que permitieron el surgimiento del populismo en América
Latina, caracterizando el rol que desempeñó el Estado con respecto a los cam-
bios económicos y sociales implementados en la región, entre 1940 y 1960.
3.- Elabore una reflexión personal sobre el impacto del populismo en las socieda-
des latinoamericanas.

129
3.- La discusión sobre el desarrollo económico en América Latina

La CEPAL y su propuesta de impulsar


una "Industrialización deliberada"

A partir del fin la Segunda Guerra Mundial, la Organización de las Naciones Uni-
das, por medio de su Consejo Económico y Social, creó distintas comisiones de estu-
dio con el objetivo de obtener información sobre la situación económica y social que
atravesaban los diferentes países del mundo. Como resultado de la preocupación
generalizada por la reconstrucción de las economías que habían sido desbastadas
por la guerra, se crearon la "Comisión Económica para Europa" y la "Comisión Eco-
nómica para Asia y el Lejano Oriente".

Es por ello que en este contexto, las delegaciones de América latina se movilizaron
para que la ONU creara también una comisión para la región. Los latinoamericanos
sostenían que era necesario resolver algunos problemas relacionados con el desa-
rrollo económico, aunque éstos no surgieran directamente como consecuencia de la
guerra. Finalmente, en 1948, se creó la Comisión Económica para América latina
(CEPAL), que en poco tiempo produjo un conjunto de estudios realizados con un
enfoque innovador que impusieron un punto de vista latinoamericano en el análisis
de la realidad económica de los países del continente.

La CEPAL tomó como eje central de su análisis las características de la relaciones


entre los países centrales y los periféricos, analizó la evolución histórica de los térmi-
nos de intercambio económico entre ellos y llegó a la conclusión de que se trataba de
un intercambio profundamente "desigual" generador de un conjunto "deterioro de los
términos de intercambio", altamente desfavorable para los países de América latina.
Para los investigadores de la CEPAL, la división internacional del trabajo -considera-
da por los economistas liberales ortodoxos como "natural"- resultaba más ventajosa
para los países centrales productores de manufacturas industriales que para los paí-
ses periféricos productores de bienes primarios.

130
Las teorías de la modernización

En la década de 1950, surgió la llamada "sociología de la modernización", dedi-


cada al estudio del cambio social -político, ideológico y cultural- en aquellas
sociedades que no habían experimentado el proceso de "modernización" rela-
cionado con la industrialización capitalista registrada en Europa Occidental y en
los Estados Unidos, y que tampoco habían emprendido la vía soviética hacia la
industrialización. Es decir, el conjunto heterogéneo de sociedades que por esa
misma época recibió el nombre de "Tercer Mundo" constituido por los nuevos
Estados surgidos en África y Asia como resultado de los procesos de descoloni-
zación y por los países latinoamericanos. Estos estudios estaban interesados
en encontrar respuesta a dos preguntas que sintetizaban las preocupaciones de
la época en relación con la problemática de la modernización: ¿por qué el pasa-
je de la sociedad tradicional a la sociedad moderna no se había producido -o
sólo había tenido lugar parcialmente, como en los países latinoamericanos- en
algunas sociedades? y ¿qué tipo de acciones conscientes podían favorecer la
transición de lo tradicional a lo moderno?

En 1962, W.W. Rostow -que fue asesor en política económica del presidente
Kennedy-, en su libro Las etapas del crecimiento económico. Un manifiesto no
comunista, afirmó que para obtener la calificación de "moderna" una sociedad
debía atravesar distintas "etapas" y formuló la llamada "teoría de los estadios de
desarrollo económico". Esta obra ejerció una gran influencia en las teorías de la
época que se propusieron explicar la situación de las sociedades latinoamerica-
nas y, a la vez, indicar la orientación deseable que debían tener las propuestas
de cambio social impulsadas por los diversos actores sociales y políticos.

Sobre la base de estos fundamentos teóricos, la CEPAL recomendó a los gobier-


nos de la región impulsar la industrialización, con la convicción de que esta actividad
complementaría el crecimiento económico basado hasta entonces en la expansión
de las exportaciones e inauguraría una fase de "desarrollo sustentado". Los investi-
gadores de la CEPAL consideraban "autosustentada"· una economía capaz de pro-
ducir a través de su propio funcionamiento, los capitales necesarios para asegurar el
crecimiento económico, disminuyendo progresivamente la necesidad de inversiones
de capital extranjero -indispensables, sostenían, para producir el "despegue" econó-
mico.

Pero al mismo tiempo, llamaban la atención sobre las características de la indus-


trialización que los gobiernos latinoamericanos debían impulsar si querían alcanzar
el desarrollo autosustentado. La CEPAL consideraba que el proceso de industrializa-
ción "espontánea" destinada a sustituir importaciones que se había registrado en va-
rios países de América latina durante el período de entreguerras y los años de la
Segunda Guerra Mundial, contrariamente a lo esperado, en el mediano plazo, había
agravado el desequilibrio de la balanza comercial, ya que había generado un incre-
mento de la demanda de bienes de capital importados.

131
Para superar los inconvenientes que había provocado la industrialización espontá-
nea, los investigadores cepalinos aconsejaban poner en marcha un proceso de in-
dustrialización "deliberada". La meta de esta nueva fase de la industrialización debía
ser lograda la integración vertical de la industria y producir localmente los bienes de
capital e insumos necesarios para la fabricación de las manufacturas industriales
destinadas al consumo del mercado interno. Según la CEPAL, la concreción de este
proceso de profundización industrial requería la planificación estatal de la producción
industrial y una fuerte intervención del Estado en otras áreas de la economía. Hacia
1955, los economistas de la CEPAL recomendaron a los gobiernos latinoamericanos,
además, la redistribución de la renta hacia los sectores populares, decisión que, ex-
plicaban, provocaría la ampliación y el fortalecimiento del mercado interno, proceso
que, a su vez, estimularía nuevas inversiones productivas.

El pensamiento cepalino provocó toda una revolución en el pensamiento económi-


co de la época y dio un fuerte impulso a los gobiernos latinoamericanos que, por
entonces, intentaban consolidar un nuevo modelo de crecimiento económico "hacia
adentro".

Gino Germani y las seis etapas de la transición desde la "sociedad tradicional" a


la "sociedad moderna" en América latina.

En 1962, Gino Germani, sociólogo italiano radicado en la Argentina, publicó la


primera edición de su libro Política y sociedad en una época de transición. De la
sociedad tradicional a las sociedad de masas. En esta obra desplegó su teoría
de la modernización específicamente relacionada con la "evolución histórica y
política" de las sociedades de América latina en general y de la Argentina y
Brasil en particular. Para Germani, el "desarrollo" era la última etapa a la que las
sociedades latinoamericanas llegarían luego de completar su transito desde las
"sociedades tradicionales" (que habían sido o eran) hacia las "sociedades mo-
dernas" (que iban a llegar a ser). Pero para alcanzar esta meta, los países lati-
noamericanos tenían que seguir los pasos dados por las sociedades
industrializadas europeas y estadounidense. Según Germani, la evolución polí-
tica de los países de América latina podía ser descripta como una serie de seis
etapas sucesivas. Las seis etapas en que "dividía" el proceso de transición entre
la sociedad tradicional y la moderna eran las siguientes: "1) Guerras de libera-
ción y proclamación formal de la independencia; 2) Guerras civiles, caudillismo y
anarquía; 3) Autocracias unificadoras; 4) Democracias representativas con par-
ticipación "limitada" u "oligarquía"; 5) Democracias representativas con partici-
pación ampliada; 6) Democracias representativas con participación total; y, como
una posible alternativa a las aludidas formas de democracia: revoluciones na-
cionales-populares.

El financiamiento de la industrialización deliberada

La CEPAL de los años cincuenta consideraba que las economías latinoamerica-


nas requerían una promoción deliberada de los gobiernos a la industrialización y que

132
los flujos de capital extranjero eran útiles para facilitar la superación de obstáculos que
enfrentaba el desarrollo industrial. Pero, desde su punto de vista, tales flujos debían
estar formados en su mayor parte por "capital público" controlado por los Estados
nacionales. La industrialización debía generar independencia respecto de las exporta-
ciones primarias inestables y estancadas y la CEPAL no veía contradicción en utilizar
el capital extranjero, canalizado a través del gobierno, para conseguir este objetivo. En
las formulaciones elaboradas durante la década de 1950, los economistas cepalinos no
consideraban, todavía, las restricciones sobre las opciones de política interna que
podía significar la concurrencia de inversiones de capital extranjero.

El economista argentino Raúl Prebisch fue uno de los fundadores de la CEPAL.


El "Programa de reflexión e investigación" inaugurado por Prebisch en 1949 fue
un hito que marcó profundamente la orientación ideológica y metodológica del
análisis cepalino. En la conferencia inaugural del Programa, Prebisch alertó que
el camino para comprender los problemas del desarrollo de América latina no
era comparar el subdesarrollo periférico con la historia pretérita de las econo-
mías centrales, sino identificar las singularidades históricas de las sociedades
latinoamericanas y la especificidad de sus experiencias. Para Prebisch, la espe-
cificidad del crecimiento de los países de América latina estaba relacionada con
sus circunstancias estructurales y periféricas y propuso que la CEPAL se espe-
cializara en el análisis, comprensión y explicación de esa especificidad.

En 1998, la CEPAL publicó un número extraordinario de su revista dedicada a


revisar la trayectoria y el pensamiento de la institución.

Expectativas por la posibilidad del desarrollo autosustentable.

"Al terminar la Segunda Guerra Mundial, parecía que algunos países de Améri-
ca latina estaban en condiciones de completar el proceso de formación de su
sector industrial y de iniciar, además, transformaciones económicas capaces de
lograr un desarrollo autosustentado.

Esta posibilidad, sólidamente apoyada por la coyuntura económica, se formuló


teóricamente en los escritos más notables sobre el desarrollo económico que se
han producido en América latina. Se pasaba así, tanto en la práctica como en la
teoría, de una fase en la que la industrialización se concebía como un recurso
complementario en un proceso de desarrollo -basado en la exportación de pro-
ductos primarios- y como una especie de alternativa forzosa para los períodos de
contracción del mercado internacional, a una formulación teórica y a un conjunto
de expectativas apoyadas en la convicción de que el industrialismo sucedería a la
expansión de las exportaciones e inauguraría una fase de desarrollo autosustentado.
Éste debería basarse en los estímulos del mercado interno y la diferenciación del
sistema productivo industrial, lo que conduciría a la creación de una industria
propia de bienes de capital".

133
La estrategia desarrollista de profundización industrial

Un rasgo básico de la industrialización latinoamericana desde la posguerra es su


rápido ritmo de crecimiento, mayor que el de las economías centrales pero inferior al
ritmo de crecimiento de los países líderes como Japón.

Las grandes reservas acumuladas durante la guerra habían permitido incrementar


la importación de bienes de capital para modernizar y ampliar la capacidad producti-
va de la industria latinoamericana.

Sin embargo, esta fase de importante crecimiento económico generó "cuellos de


botella" que dificultaron su profundización: en la mayoría de los casos, este desarro-
llo se concretó fundamentalmente en la industria liviana, en tanto la industria pesada
creció muy lentamente, como para satisfacer la demanda local. Lo mismo sucedió
con la producción de combustible. En 1956, el 62% del acero consumido en la región
era importado.

La industria liviana -con el sector metalúrgico en primer lugar- se transformó tam-


bién en "importadora" y volvió a generar los problemas de desequilibrio de la balanza
comercial para cuya solución había surgido.

El crecimiento de la población y el posterior estancamiento de la producción


agropecuaria redujeron considerablemente la capacidad de importación de metales y
combustibles.

Frente a este cuadro de situación, los gobiernos de varios países latinoamericanos


-México, Argentina y Brasil durante la década de 1950 y Venezuela, Colombia y Perú,
más tarde- comenzaron a considerar las recomendaciones de las teorías desarrollistas.
Éstas aconsejaban impulsar la expansión de las industrias básicas -tales como la del
petróleo, la química, la siderúrgica y la de maquinarias-, a fin de abastecer al país de
los bienes industriales que necesitaba y terminar definitivamente con la dependencia
externa. Las teorías desarrollistas sostenían además que, luego de cubrir totalmente
la demanda interna, la industria liviana, apoyada en una sólida infraestructura, podía
proporcionar nuevos rubros de exportación.

La expansión de la industria pesada, agregaban, permitiría también modernizar el


campo a través de la mecanización de las tareas rurales. Desde la perspectiva
desarrollista, de ese modo, era posible aumentar la producción del sector agropecuario,
incrementar los saldos exportables, mejorar la balanza de pagos y, al mismo tiempo,
expandir la demanda de las nuevas máquinas-herramientas producidas ahora en el
país.

Pero poner en marcha la estrategia desarrollista requería importantes inversiones,


los Estados no contaban con las reservas de capital necesarias y los sectores capita-
listas locales o no disponían de los capitales suficientes o no estaban dispuestos a
invertirlos según lo exigía la coyuntura.

134
En Brasil, el ingreso de capital extranjero destinado a la producción de manufac-
turas recibió un fuerte impulso con el "Plan de Metas" (1957-1960), puesto en
práctica por el presidente Juscelino Kubitschek. La industria creció acelerada-
mente y Brasil registró una tasa de crecimiento del producto bruto interno que se
ubicó entre las más altas del mundo. Sin embargo, este crecimiento fue acom-
pañado de la desnacionalización de la economía, que se agravó a partir de la
instalación del gobierno militar que, en 1964, derrocó al presidente Joao Goulart.
Entre 1964 y 1968, quince fábricas brasileñas de automotores o de autopartes
fueron absorbidas por Ford, Chrysler, Volkswagen y Alfa Romeo; tres de las
más importantes empresas locales del sector eléctrico y electrónico pasaron a
estar bajo el control de empresas japonesas; los grandes laboratorios extranje-
ros absorbieron a varios de capital brasileño y empresas multinacionales, como
la American Machine and Foundry, pasaron a controlar a las seis empresas
nacionales de mecánica y metalurgia más importantes.

La crisis del comercio internacional que se registró en los primeros años de la


década de 1950 provocó serios problemas a los gobiernos de las alianzas policlasistas
que, por esa época, venían desarrollando políticas económicas nacionalistas y popu-
listas, ya que afectó la principal fuente de financiamiento de capitales que ellos con-
trolaban. A los precios decrecientes de la mayoría de los bienes exportables (excepto
el petróleo), se sumó la caída de las exportaciones.

La transnacionalización de las economías latinoamericanas

En estas condiciones, los gobiernos latinoamericanos se vieron forzados a recurrir


a la participación de nuevos capitales extranjeros para financiar la profundización
industrial o sostener el desarrollo de la industrialización que habían iniciado, en el
caso de las sociedades que la habían comenzado a desarrollar más tardíamente.

Contrariamente a lo que estimaban las teorías desarrollistas, la llegada de los nue-


vos capitales provenientes del exterior que, durante la década de 1960, se radicaron
en el sector industrial de las economías latinoamericanas a través de inversiones
extranjeras directas (IED) -es decir canalizadas a través de los Estados nacionales-,
no eliminó la dependencia de los insumos importados; en algunos casos, incluso, la
agravó. La instalación de filiales de nuevas empresas transnacionales en los diver-
sos países latinoamericanos aceleró el proceso de concentración de la actividad in-
dustrial en beneficio del capital extranjero y provocó la consecuente subordinación de
las burguesías industriales locales a los intereses externos. Por otra parte, las IED
profundizaron la descapitalización de las sociedades latinoamericanas, ya que origi-
naron una importante transferencia de divisas al exterior en concepto de remesas de
utilidades de las empresas transnacionales, de servicios de préstamos otorgados y
de derechos por el uso de tecnología (royalties o pagos por know-how).

135
La transnacionalización de las economías latinoamericanas tuvo, además, conse-
cuencias política. Antes de decidir su radicación en un país de América latina, los
inversores extranjeros exigieron a los gobiernos "seguridad" para sus inversiones.
Con este propósito, entre otras condiciones, reclamaron la completa subordinación
de la fuerza laboral y el control de las tendencias combativas del sindicalismo.

Las experiencias políticas protagonizadas por varias sociedades latinoamericanas


durante la década de 1960 pusieron de manifiesto que las medidas tendientes a
favorecer las inversiones de capitales extranjeros frecuentemente entraban en con-
tradicción con los intereses de los sectores asalariados y las masas populares.

Una de las plantas de la Philips Petroquímica S.A. en Colombia. A partir de la


década de 1950, en Venezuela, Colombia y Perú se registró un verdadero boom
de la industria. Sin embargo, y a pesar de que en estos países los gobiernos
intervinieron para promover la instalación de industrias básicas, la amplia parti-
cipación de los capitales extranjeros en el proceso de industrialización determi-
nó su orientación, no en el sentido de crear un sistema de producción integrado,
sino como una prolongación del sector importador.

Durante la década de 1960, en todos los países de América latina, las empresas
extranjeras se lanzaron a conquistar el mercado interno ya existente o a am-
pliarlo. Novedosas campañas publicitarias y modernas técnicas de
comercialización tuvieron como objetivo inducir la imitación de las pautas de
consumo de los países industrializados. En poco tiempo, de un extremo a otro
del continente se bebían las mismas gaseosas, se usaban los mismos automó-
viles y los mismos pantalones y se fumaban los mismos cigarrillos.

La discusión sobre las causas del subdesarrollo y la dependencia

La teoría de la dependencia

Desde otro marco teórico, Osvaldo Sunkel y Pedro Paz contestaron a Gino Germani
y a los investigadores y políticos que sostenían la "teoría de la modernización" con la
"teoría de la dependencia". Estos autores afirmaron que el desarrollo y el subdesarro-
llo eran las dos caras de la misma moneda. Y, todavía más: que el subdesarrollo de
unas sociedades era la condición necesaria para el desarrollo de otras. Desde el
punto de vista de estos investigadores, en el marco del capitalismo, las sociedades
latinoamericanas no tenían otra salida que el subdesarrollo.

Estas ideas fueron tomadas por numerosos movimientos y organizaciones que por
esos años protagonizaron luchas políticas y armadas que tenían como objetivo el
establecimiento del socialismo en los países de la región: para terminar con la depen-
dencia -que entendían era impuesta desde el exterior- sostenían que era necesario
terminar con el capitalismo.

136
El análisis integrado del desarrollo

En 1969, la obra de Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarro-


llo en América latina, propuso un análisis integrado del desarrollo que complejizó el
debate. Esta obra era, además, una de las primeras que se apartaba del enfoque que
entendía lo ocurrido en América latina como derivado exclusivamente de factores
externos y en términos de desviaciones del supuesto modelo de desarrollo económi-
co y político que habían cumplido los países de Europa y los Estados Unidos. Por el
contrario, los autores consideraban más adecuado un procedimiento metodológico
que centraba el análisis en las condiciones específicas de la situación latinoamerica-
na.

Este enfoque permitió una profunda revisión del concepto de dependencia. La no-
vedad teórica consistió en dejar de pensar la dependencia como una determinación
mecánica de lo interno por lo externo. Cardoso y Faletto propusieron, en cambio,
considerar que en cada sociedad periférica hay grupos sociales locales que, en cada
época, se beneficiaban con la relación de dependencia y que los resultados de la
lucha política y las alianzas sociales conformadas para gobernar determinan la
profundización de la dependencia o el aumento de la autonomía.

Durante la década de 1960, en la mayoría de los países de América latina empe-


zaron a actuar grupos guerrilleros armados. Estos grupos consideraban que sin
transformaciones de fondo en el interior de las sociedades latinoamericanas no
había posibilidades reales de superar la dependencia económica y política. Por
esta razón, sus programas de lucha se propusieron como meta la toma del po-
der político del Estado. En la fotografía, guerrilleros cubanos en la Sierra Maes-
tra. Su victoria sobre Fulgencio Batista en 1959 inauguró una nueva modalidad
de lucha política en América latina.

La incorporación de la dimensión histórica en el análisis del desarrollo permitió a


Cardoso y Faletto diferenciar conceptualmente las nociones de periferia, subdesarro-
llo y dependencia, tres conceptos que en el lenguaje cotidiano -y también en el len-
guaje político- son utilizados en forma indistinta. La diferenciación que proponen los
autores es la siguiente.

Los conceptos de centro y periferia indican la función que cada economía cumple
en el mercado mundial como resultado de su vinculación histórica. Desde el siglo
XVI, a partir de la formación de la economía-mundo capitalista, fueron sociedades
centrales aquellas cuyas economías se especializaron en la producción de manufac-
turas industriales y sociedades periféricas, aquellas cuyas economías se especializa-
ron en la producción de productos primarios para la exportación. La incorporación de
esta dimensión histórico-estructural es fundamental para comprender por qué el man-
tenimiento de estos términos del intercambio durante casi cuatro siglos -entre
América latina y Europa y los Estados Unidos- originó un proceso de capitalización
creciente en las economías centrales y un proceso de continua descapitalización
relativa en las economías periféricas.

137
Analíticamente, los autores definen los conceptos de desarrollo y subdesarrollo en
relación con el grado de diferenciación del sistema productivo de cada sociedad na-
cional. Desde este punto de vista, es más desarrollada una economía que, además
de su sector primario, ha desarrollado su sector secundario que una que no lo ha
hecho.

Y, finalmente, definen dependencia en relación con el grado de autonomía que


tiene el sistema político de cada sociedad nacional para tomar e implementar decisio-
nes de política económica que afecten el sistema productivo o el consumo interno.
Para Cardoso y Faletto, el mayor o menor grado de autonomía política está profunda-
mente relacionado con la necesidad de contar con inversiones de capital extranjero
para desarrollar el sistema productivo y también con las condiciones requeridas por
los inversores extranjeros para decidir la radicación de sus capitales en el país.

Cardoso y Faletto, en 1969, afirmaban que, en cada sociedad periférica, la depen-


dencia tenía un sustento interno: las relaciones de dominación que ejercen sobre el
conjunto de cada sociedad los grupos sociales que se benefician de la vinculación
con el exterior.

Osadía, acción colectiva y voluntades políticas.

En 1969, Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto finalizaban su obra De-


pendencia y desarrollo en América latina con las siguientes palabras:

"Desde luego, la existencia de un ‘mercado abierto’, la imposibilidad de la con-


quista de los mercados de los países más desarrollados por las economías de-
pendientes y la incorporación continua de nuevas unidades de capital extranjero
bajo la forma de tecnología altamente desarrollada y creada más en función de
las necesidades de las economías centrales que de las periféricas, proporcio-
nan el cuadro estructural básico de las condiciones económicas de la depen-
dencia (...).

Pero la superación o el mantenimiento de la dependencia y de las barreras es-


tructurales al desarrollo, más que de las condiciones económicas tomadas aisla-
damente, dependen del juego de poder que pueden utilizar en sentido variable
esas condiciones económicas (...).

Sabemos que el curso concreto de la historia, aunque sea señalado por condi-
ciones dadas, depende en gran parte de la osadía de quienes se proponen ac-
tuar en función de fines históricamente viables. Por tanto, no incurrimos en la
vana pretensión de intentar delimitar teóricamente el curso probable de los acon-
tecimientos futuros. Éste dependerá, más que de la previsiones teóricas, de la
acción colectiva encaminada por voluntades políticas que hagan factible lo que
estructuralmente es apenas posible."

138
4.- La Revolución Cubana

Situación previa: crisis del azúcar, agitación social y represión

La crisis económica mundial de 1930, su impacto y la posterior depresión afecta-


ron gravemente la economía cubana, basada en la monoproducción y exportación de
azúcar. Los convenios internacionales entre los países productores de azúcar esta-
blecieron la restricción de la zafra y, en los años siguientes, las exportaciones cuba-
nas cayeron a niveles muy bajos. También disminuyeron las inversiones y aunque
las empresas azucareras continuaron transfiriendo ganancias a Estados Unidos, mi-
les de cubanos trabajaban exclusivamente a cambio de comida. En este contexto, el
Partido Comunista cubano impulsó la organización del Sindicato Nacional de Obre-
ros de la Industria Azucarera y la formación de la Confederación Nacional Obrera de
Cuba (CNOC). El presidente Gerardo Machado intensificó la represión, pero el agra-
vamiento de la crisis económica profundizó el descontento y luego de una serie de
huelgas generales, Machado fue forzado a renunciar.

Las fuerzas antimachadistas se hicieron cargo del gobierno y establecieron un


triunvirato presidido por un intelectual liberal -que luego se integraría al Partido Revo-
lucionario Cubano Auténtico-, que prometió una gestión de orientación socialista. Sin
embargo, las matanzas de obreros en las centrales azucareras continuaron. En 1940
se realizaron elecciones y el sargento Fulgencio Batista, jefe del ejército, fue elegido
presidente de la República y contó con el apoyo de vastos sectores de la sociedad
cubana.

Durante los cuatro años de su gobierno se incrementó la formación de sindicatos


de orientación comunista; sin embargo, no recibió el apoyo necesario para su reelec-
ción, ya que los sectores medios lo acusaron de haber traicionado la revolución de
1933 y apoyar los intereses del antiguo régimen.

Desde entonces, aunque Cuba se benefició con la gran demanda de azúcar que
se registró en los años de la guerra y la posguerra, durante los gobiernos que se
sucedieron hasta 1952, la corrupción administrativa se generalizó y las nuevas inver-
siones de capitales estadounidenses agravaron la dependencia económica de Cuba.

A principios de la década de 1950, los sectores medios y populares urbanos, es-


candalizados por la corrupción, se sumaron a la oposición al gobierno -encabezada
por los obreros del azúcar-.

139
El asalto al cuartel Moncada.

Después del golpe de Estado encabezado por Fulgencio Batista en 1952, el


abogado Fidel Castro presentó un recurso ante los tribunales de justicia demos-
trando que Batista había violado las leyes, pero fue rechazado. Castro convocó
entonces a un grupo de 170 jóvenes, muchos de ellos estudiantes universitarios
y organizó con ellos un ataque sorpresa al cuartel Moncada, una base del ejér-
cito con una dotación de 1.000 soldados, con el propósito de apoderarse de las
armas. El plan incluía, además, hacer una allanamiento al pueblo a través de la
radio y convocarlo a derrocar al dictador. El asalto se concretó el 26 de julio de
1953 y los rebeldes fueron derrotados. Fidel Castro y su hermano Raúl, que
participó en la acción, fueron encarcelados durante dos años.

Los guerrilleros cubanos en la Sierra Maestra, en 1958. Los principales elemen-


tos ideológicos que aglutinaban a los integrantes del Movimiento 26 de julio eran
el nacionalismo y el antiimperialismo. Consideraban que Batista había traiciona-
do los ideales de José Marti y Antonio Maceo -los héroes cubanos de la guerra
contra España por la independencia- y había entregado el país a los Estados
Unidos.

En las elecciones de 1952, el Partido Ortodoxo, que nucleaba la oposición de los


sectores medios urbanos y trabajadores, presentó como candidato a representante
legislativo a Fidel Castro. Batista también se presentó como candidato, pero cuando
advirtió que ni él ni sus adversarios del Partido Revolucionario Auténtico tenían posi-
bilidades de ganar, optó por el golpe de Estado y el 10 de marzo de 1952 tomó el
poder.

La organización del movimiento 26 de Julio y


el inicio del proceso revolucionario

Estados Unidos reconoció al nuevo gobierno de inmediato. Pero Batista no contó


con el apoyo del poderoso Partido Revolucionario Cubano Auténtico y enfrentó la
oposición de los sectores medios urbanos identificados con el Partido Ortodoxo y de
la mayoría de los obreros campesinos. Sin apoyos políticos, transformó su gobierno
en una dictadura sostenida por una generalizada y profunda represión.

Entre tanto, Fidel Castro, apoyado por grupos de jóvenes universitarios y de trabaja-
dores, comenzó a organizar un plan de lucha armada con el objetivo de derrocar a
Batista. Su primera acción fue el asalto al cuartel Moncada, que fracasó. En mayo de
1955, luego de dos años de cárcel, Castro fundó, junto con un grupo de militantes
políticos, el Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Más tarde, en México, se integra-
ron al movimiento varios revolucionarios de otros países latinoamericanos -como el
argentino Ernesto Guevara-, que decidieron participar en la lucha contra Batista. Du-

140
rante casi un año se entrenaron en la táctica de la guerra de guerrillas y planificaron el
regreso a la isla con el propósito de derrocar al dictador.

De acuerdo con el plan, la llegada de los revolucionarios debía producirse el 30 de


noviembre de 1956, en coordinación con un levantamiento civil en Santiago de Cuba,
organizado por los integrantes del Movimiento que se encontraban en la isla. Pero el
arribo del yate "Granma" se demoró y el levantamiento civil fue aplastado. Las fuer-
zas de Batista -integradas por 12.000 soldados y oficiales entrenados en la guerra de
Corea que contaban con aviación moderna y apoyo logístico estadounidense- espe-
raron el desembarco y lo reprimieron con bombas de napalm. Batista anunció que la
invasión había sido liquidada y que Fidel Castro había muerto en acción. En realidad,
Castro junto con 12 compañeros -entre los que estaba Ernesto Guevara- se refugia-
ron en la Sierra Maestra, un cordón montañoso al oeste de la isla.

Las enseñanzas de la Revolución Cubana según Fidel Castro.

"(...) Que ésta (la revolución) tenga lugar por cauces pacíficos o nazca al mundo
después de un parto doloroso, no depende de los revolucionarios, depende de
las fuerzas reaccionarias de la vieja sociedad. La revolución es en la historia
como el médico que asiste al nacimiento de una nueva vida. No usa sin necesi-
dad los aparatos de la fuerza, pero los usa sin vacilaciones cada vez que sea
necesario para ayudar en el parto (...) ¿Y qué enseña la Revolución Cubana?
Que la revolución es posible, que los pueblos pueden hacerla, que en el mundo
contemporáneo no hay fuerzas capaces de impedir el movimiento de liberación
de lo pueblos."

Éste es un fragmento de la "Segunda Declaración de La Habana", pronunciada


por Fidel Castro en febrero de 1962. Su contenido puede ser interpretado como
una respuesta a las agresiones soportadas por Cuba en los años posteriores al
triunfo de la revolución. En 1961, el presidente Kennedy apoyó la invasión a
Cuba por una expedición integrada por soldados estadounidenses y exiliados
cubanos en Miami, a los que equipó y entrenó en bases de la infantería de
marina. En abril de ese año, los casi mil trescientos invasores desembarcaron
en las playas de la Bahía de Cochinos, pero a los pocos días se rindieron en
masa. En enero de 1962, Cuba fue expulsada de la OEA.

Los guerrilleros de la Sierra Maestra y el triunfo de la revolución

Durante los primeros meses de 1957, el grupo de guerrilleros se reorganizó y en el


interior de la Sierra Maestra comenzó a instalar bases que incluían cultivos de ali-
mentos y cría de ganado, hospitales de sangre, emisoras de radio, fábricas de cigarri-
llos, zapatos y armas, y centros de alfabetización. También imprimían el periódico El
cubano libre, dirigido por el comandante Ernesto "Che" Guevara.

141
Desde principios de 1957 hasta fines de 1958, los guerrilleros de la Sierra Maestra,
organizados como Ejército Rebelde desarrollaron múltiples acciones de guerra de
guerrillas y libraron encarnizados combates contra el ejército de Batista. A lo largo de
estos dos años, recibieron el apoyo de numerosos campesinos, a quienes entrega-
ban las tierras que trabajaban. Entre los sectores urbanos, el movimiento guerrillero
contó con el apoyo de estudiantes universitarios y de círculos de trabajadores organi-
zados por el "MR 26 de julio"; el movimiento obrero no comunista apoyó al gobierno;
el Partido Comunista se declaró neutral y los sectores medios urbanos y el movimien-
to obrero comunista se sumaron a la revolución cuando ésta había triunfado.

A fines de 1958, los guerrilleros lograron abrir un segundo frente en el este de la


isla y lograron aislar a la mayor parte de las fuerzas gubernamentales, establecidas
en la ciudad de Santa Clara. El 30 de diciembre de 1958 se rindió Santa Clara, sitiada
por la cuarta columna del ejército revolucionario comandada por el "Che" Guevara. El
Movimiento 26 de julio y el Partido Socialista Popular, de orientación comunista, de-
clararon la huelga general en todo el país. El 1º de enero de 1959, Batista huyó a los
Estados Unidos y luego los guerrilleros entraron en La Habana, aclamados por la
población.

Fidel Castro asumió como "primer ministro" y designó como presidente a Manuel
Urrutia Lleó, representante de las clases medias urbanas. Pero la orientación de los
cambios económicos en general y de la reforma agraria en particular, provocó el
alejamiento de los sectores moderados. En julio de 1959, Urrutia exigió la convocato-
ria a elecciones y Castro lo destituyó. En los meses siguientes se registró un éxodo
hacia Miami (Estados Unidos) de los integrantes más acomodados de dichos secto-
res. El comunista Osvaldo Dorticós Torrado fue designado presidente. En los he-
chos, Dorticós se ocupó de las relaciones internacionales y Castro asumió la conduc-
ción del proceso de las transformaciones económicas y sociales revolucionarias.

Fidel y el "Che". Desde 1951, el argentino Ernesto Guevara -como estudiante de


medicina, primero, y como médico, después,- recorrió varios países de América
latina.

En 1954 integró la defensa civil del gobierno de Arbenz en Guatemala y ese mismo
año se unió a los cubanos del Movimiento 26 de julio exiliados en México. En 1955
conoció a Fidel Castro y desde entonces participó activamente en el proceso que
condujo al triunfo de la Revolución Cubana. Hasta su salida de Cuba, en 1965, fue -
junto con Fidel- uno de los máximos dirigentes del proceso revolucionario.

Hasta su muerte, ocurrida en Bolivia en 1967, el "Che" mantuvo una línea de


pensamiento cuestionadora de las burocracias de izquierda, despreciativa del
poder como un fin en sí mismo, riguroso en la construcción de la moral revolu-
cionaria y en la búsqueda de una coherencia absoluta entre lo que se piensa, se
dice y se hace, y estuvo permanentemente preocupado por la gestación de un
"hombre nuevo" y la solidaridad entre los hombres.

142
Hacia la construcción del socialismo

La transformación del orden económico y social de la sociedad cubana que puso


en marcha la Revolución de 1959 se concretó a través de la reforma agraria, la nacio-
nalización de las empresas de capital extranjero y la nacionalización general de la
industria.

Las primeras medidas que tomó el Estado revolucionario tuvieron como objetivo
disminuir la desocupación y concretar una efectiva redistribución del ingreso a través
del aumento de los salarios y la rebaja de las tarifas de servicios públicos y de los
alquileres. Pero el primer paso hacia la transformación del orden social fue la reforma
agraria sancionada en mayo de 1959. Esta reforma se diferenció de las otras que se
realizaron en América latina porque no pretendió dividir la tierra: estableció un límite
máximo de extensión de 67 hectáreas para las explotaciones individuales y de alre-
dedor de 400 para las colectivas -que pasaron a ser administradas por una coopera-
tiva o granja del Estado. El principal objetivo de la reforma fue eliminar la renta de la
tierra que pagaban cerca de 100.000 pequeños plantadores y transferir al Estado,
representado por el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), el control de
todas las propiedades medianas y grandes -que sumaban más de 11 millones de
hectáreas y fueron divididas en 1.500 unidades autónomas. En 1963, una segunda
reforma agraria nacionalizó todas las propiedades de más de 67 hectáreas.

La reforma agraria afectó los intereses económicos de las empresas estadounidenses


radicadas en la isla y durante 1960 se sucedieron una serie de agresiones económicas y
militares de parte de los Estados Unidos contra Cuba -circunstancias en las cuales Cuba
contó con el apoyo de la Unión Soviética-. Como respuesta, el gobierno cubano expropió
las compañías de capital estadounidense. El gobierno norteamericano decretó entonces
un embargo comercial sobre todas las mercaderías -excepto productos alimentarios y
medicinales- destinados a la isla.

En diciembre de 1960, Cuba firmó tratados comerciales y de asistencia técnica con


Rumania, la República Popular China, Alemania Oriental y Hungría. Estos tratados
multiplicaron los mercados para el azúcar y posibilitaron, a través de convenios de
trueque, la instalación de fábricas montadas por soviéticos y alemanes orientales.

En enero de 1961, Fidel Castro declaró el carácter socialista de la Revolución


Cubana y los Estados Unidos rompieron relaciones diplomáticas. Luego del fracaso
de la invasión estadounidense a Cuba, el hecho central de que la economía cubana
dependiera del azúcar que se exportara al mercado norteamericano, llevó al Che
Guevara a elaborar un Plan de Cuatro Años con el objeto de diversificar la producción
agrícola, restando importancia al azúcar, e industrializar la isla a través del desarrollo
de las ramas de bienes de consumo ligeros.

En los años siguientes, presionado por el bloqueo, el gobierno cubano se vio forza-
do a posponer el desarrollo de la industrialización por los resultados desalentadores;
ya que el país carecía de materias primas y la experiencia suficiente para desarrollar

143
incluso la industria de bienes livianos. Desde 1960 la isla sometida al bloqueo económi-
co, tampoco le permitía aprovisionarse del equipamiento necesario proveniente de la
U.R.S.S. ni de Europa Oriental. También a mediados de 1963 los soviéticos plantearon
sus exigencias a los cubanos que debían disminuir su esfuerzo industrializador, mejo-
rar su planificación y reconocer su ventaja comparativa en cuanto a la producción
azucarera. Guevara renuncio a su cargo de ministro y Castro anuncio que para 1970,
llamado "El Año del Esfuerzo Decisivo", Cuba cosecharía 10 millones de toneladas.

El debate de sobre las estrategias de desarrollo continuó, Guevara sostenía una


postura que eliminaba el mercado y los estímulos materiales, la ruptura con el capita-
lismo demandaba un "hombre nuevo" que trabajar por recompensas morales y refle-
jara así una conciencia política nueva y mejor. La construcción del socialismo interno
requería la promoción agresiva de la revolución exterior, quería probar que la estrate-
gia guerrillera podía triunfar en Latinoamérica.

El economista comunista Rafael Rodríguez era principal opositor, este, favorecía


una utilización más acotada de la planificación, una dependencia parcial de los me-
canismos de mercado y dejar márgenes de autonomía a las empresas individuales;
también estaba a favor de relacionarse cordialmente con los regímenes latinoameri-
canos, que a derrocarlos.

En este contexto a pesar del debate, Cuba volvió a la producción azucarera, en


1966 Fidel apoyó la posición del Che; Cuba haría un esfuerzo enorme, acompañado
de incentivos morales. Esto significaba un incremento del compromiso con la revolu-
ción externa. El Che lideró, organizó y entrenó movimientos guerrilleros en toda
Latinoamérica, hasta que murió en Bolivia en 1967. Esto llevó a un enfriamiento en
las relaciones con la U.R.S.S. En 1968 Fidel se retracto y retorno a la línea soviética
restando el apoyo a la revolución latinoamericana, aunque en el plano interno las
medidas guevaristas se mantuvieron.

En 1970 la producción azucarera alcanzo la cifra de 8.5 millones aunque excepcio-


nal no era los esperado. Esto marcó el fin de la posición filosófica voluntarista de
Guevara, y fue un enorme costo político para Castro que debió cambiar el rumbo.

El Estado cubano organizó un Ejército Revolucionario y milicias populares deno-


minadas "Comités de Defensa de la Revolución" (CDR). Los CDR continuaron
luego funcionando como locales barriales para organizar tareas comunitarias y
políticas en todos los centros urbanos de la isla.

En 1963, el "Che" dijo a los militantes del Partido Unido de la Revolución Socialis-
ta de Cuba -que luego se transformó en el Partido Comunista- que tenían el deber
de practicar el "verdadero internacionalismo proletario", que consistía en "recibir
como afrenta propia toda agresión, todo acto que vaya contra la dignidad del
hombre, contra su felicidad, en cualquier lugar del mundo".

144
5.- El impacto político e ideológico de la Revolución Cubana

La radicalización de los movimientos populares:


las organizaciones guerrilleras

El triunfo de la Revolución Cubana y la difusión de las ideas de Ernesto Guevara


provocaron un profundo impacto en los procesos políticos que protagonizaron las
sociedades latinoamericanas en la década de 1960.

Guevara discutió las teorías de la "transición pacífica" del capitalismo al socialismo


y planteó que la mera presencia de un "foco" guerrillero podía "hacer madurar las
condiciones objetivas prerrevolucionarias" hacia una situación revolucionaria.

Con estas ideas el "Che" se alejó de la posición, predominante en la época, que


sostenían los partidos socialistas y los partidos comunistas que promovían la transi-
ción progresiva y pacífica hacia el socialismo a través de alianzas electorales con
partidos progresistas.

La idea de la lucha armada, reinstalada a nivel continental por la Revolución cuba-


na, contribuyó al surgimiento de la llamada "izquierda revolucionaria", que se enfren-
tó con la desde entonces considerada "izquierda tradicional". Durante las décadas de
1960 y 1970, además, en los partidos comunistas de toda América latina surgieron
"fracciones" de izquierda guerrillera o foquista. El mismo proceso, experimentaron
partidos no marxistas, como el Partido Liberal de Colombia -de donde surgió el "Ejér-
cito de Liberación Nacional"- y el peronismo en Argentina -de donde provenían las
"Fuerzas Armadas Peronistas" y los "Montoneros". En unos casos se trató de frentes
armados de campesinos; en otros, de una combinación entre la lucha rural y la lucha
urbana. Los "Tupamaros" uruguayos fueron los primeros en desplegar acciones de
guerrilla urbana. Las organizaciones guerrilleras que actuaron en la Argentina, luego
de algunos intentos frustrados en zonas rurales, desplegaron sus acciones casi ex-
clusivamente en las ciudades.

En Guatemala, El Salvador, la Argentina, Uruguay, Colombia y Nicaragua -en al-


gunos casos, durante la década de 1970 y en otros durante la de 1980-, los grupos
guerrilleros llegaron a convertirse en fuerzas políticas importantes, pero en el único
país donde lograron alcanzar el poder fue en Nicaragua. En la Argentina y en el Uru-
guay fueron derrotados militarmente y en Guatemala y El Salvador, después de largos
años de guerra, decidieron abandonar la lucha armada, organizándose como partidos
políticos de izquierda y participar en los procesos políticos a través de las instituciones
de la democracia liberal.

145
El movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo

En 1962, el Papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II -que sesionó entre
1962 y 1965- y a través de sus encíclicas propuso acercar la Iglesia a los proble-
mas sociales y económicos que vivía la población mundial. Los documentos
finales del Concilio, que expresaban las conclusiones de la reunión de los obis-
pos de todo el mundo, señalaban la importancia de que la Iglesia -como institu-
ción y tanto su jerarquía como todos los fieles que la componían- estuviera aten-
ta a "los signos de los tiempos", es decir, a las formas a través de las cuales, en
esos años, "Dios hacía oír su voz y marcaba el rumbo a seguir en el camino de
la evangelización".

La Iglesia latinoamericana fue una de las que impulsó con mayor fuerza las
transformaciones orientadas a acercarse el "Pueblo de Dios". Después del Con-
cilio, el obispo brasileño Helder Cámara lideró un grupo de quince obispos de
América latina, Asia y África que redactó y publicó un documento titulado Men-
saje a los pueblos del Tercer Mundo. En el mensaje, que sentó las bases del
nuevo Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, estos obispos denuncia-
ban la situación de explotación que vivían los pueblos subdesarrollados y
responsabilizaban de esto a los países industrializados. También se comprome-
tían a construir una Iglesia que priorizara los problemas sociales y reclamaban
al Vaticano en ese sentido. Estas ideas encontraron rápidamente eco entre sa-
cerdotes de diferentes partes del mundo y especialmente de América latina.

La vía parlamentaria hacia el socialismo:


El Gobierno de Salvador Allende en Chile

Los tres años de presidencia de Salvador Allende, tuvieron un fuerte impacto en la


historia chilena como latinoamericana candidato de la Unidad Popular (una alianza
entre el Partido Comunista, el Partido Socialista y el Movimiento de Acción Popular
Unitaria -MAPU-, integrado por estudiantes, universitarios e intelectuales desprendi-
dos de la Democracia Cristiana y del Partido Radical) obtuvo 1.075.616 votos; Jorge
Alessandri, candidato del Partido Nacional (que agrupaba a los sectores liberales
conservadores) 1.036.278, y la Democracia Cristiana 824.849. Dada la escasa dife-
rencia de votos entre Allende y Alessandri, correspondió al Congreso Nacional elegir
al presidente.

Después de casi dos meses, con el apoyo de los demócratas cristianos, Salvador
Allende asumió la presidencia de la república. Por primera vez en la historia de Améri-
ca Latina, una coalición de izquierda que había hecho explícito su propósito de cons-
truir el socialismo llegaba al gobierno por vía electoral. La "vía chilena al socialismo"
consistía en utilizar las instituciones del Estado democrático liberal para llevar adelan-
te una transición gradual y pacífica hacia el socialismo. El 5 de noviembre de 1970,
Allende anunció la nacionalización de la industria de cobre -el principal recurso econó-

146
mico del país, controlado hasta entonces por estadounidenses- y el control por parte
del Estado de las minas de salitre, hierro y carbón. El plan de liquidación de empresas
extranjeras monopólicas se extendió, además, a la industria del cemento, la industria
textil, la Compañía de Teléfonos -filial de la poderosa ITT- y la nacionalización de los
bancos. Todas estas acciones fueron realizadas a través de leyes sancionadas por el
Parlamento. En pocos meses, el 50% del valor total de la producción pasó a formar
parte del "área de la propiedad pública".

Otro de los objetivos fundamentales del gobierno de Allende fue la redistribución


del ingreso a favor de los sectores trabajadores. Con este fin, otorgó un importante
aumento de salarios, dispuso el control de precios, se organizaron planes de asisten-
cia alimentaria y se construyeron viviendas que fueron entregadas a obreros y cam-
pesinos. La desocupación bajó, aumentó la producción y el costo de la vida de abara-
tó. Allende también completó el proceso de reforma agraria que había comenzado el
anterior gobierno del demócrata cristiano Eduardo Frei y, de este modo, legalizó la
ocupación de los latifundios que los campesinos habían iniciado desde la asunción
del gobierno de la Unidad Popular. Una nueva ley estableció la extensión máxima de
las unidades productivas en 80 hectáreas.

El 11 de setiembre de 1973, el gobierno de Salvador Allende fue derrocado por un


sangriento golpe militar, encabezado por el general Augusto Pinochet, que contó con
la posterior comprobada participación del gobierno de los Estados Unidos y algunas
empresas transnacionales.

En su discurso del 5 de noviembre de 1970, Salvador Allende afirmó: "De los


trabajadores es la victoria. Del pueblo sufrido que soportó por siglo y medio, bajo
el nombre de independencia, la explotación de una clase dominante incapaz de
asegurar el progreso y de hecho desentendida de él. Pero ha llegado por fin el
día de decir basta. Basta a la explotación económica. Basta a la desigualdad
social. Basta a la opresión".

Salvador Allende murió intentando impedir el ingreso de los militares al Palacio


de la Moneda.

Las respuestas de los sectores dominantes

Los Estados Unidos y la "Alianza para el Progreso"

Los forjadores de la Alianza para el Progreso confiaron en una combinación impro-


bable de factores favorables: gobiernos electos que fomentarían el crecimiento eco-
nómico al tiempo que lograban la reforma social. Si América Latina tenía todos los
problemas que sus analistas describían con tanta frecuencia, ¿cómo podían de re-
pente los políticos producir el consenso necesario para llevar a cabo estos progra-
mas tan ambiciosos? ¿Por qué iban a apoyarlos los ricos y privilegiados? ¿Podía

147
lograrse el crecimiento económico si las reformas sociales del gobierno amenazaban a
los productores establecidos?

En Chile, Frei (1964-1970) se quedó muy lejos de sus objetivos en ámbitos clave
como la reforma agraria y la redistribución. Luego el poder pasó a un reformista más
radical, Salvador Allende (1970-1973), bajo quien la política se polarizó de forma muy
peligrosa y la economía escapó del control, debido en parte a la guerra económica de
Estados Unidos contra Chile.

El reformismo del que Allende seguía siendo representante había fracasado estre-
pitosamente. El régimen militar represivo que siguió a partir de 1973 fue en parte lo
que la Alianza para el Progreso debía haber evitado. En Brasil, Janio Quadros (1961)
pareció al principio ser el dinámico reformista muy votado que necesitaba el país.
Pero renunció tras solo siete meses en el cargo, con lo que inicio’ tres años de crisis
política que culminaron en un golpe contra su ineficiente sucesor, Joao Goulart (1961-
1964). Los gobiernos dominados por los militares a partir de 1964 hicieron hincapié
en el crecimiento económico, pero se ocuparon poco de la reforma social. El resulta-
do fue el aumento de la desigualdad social, combinado con un alejamiento constante
en los años sesenta de las elecciones directas, camino que los artífices de la Alianza
para el Progreso debían haber pensado que constituiría una invitación a las dificulta-
des.

En Argentina, la mayor esperanza de los reformistas demócratas fue el gobierno


de Arturo Frondizi (1958-1962), pero pronto fue puesto en peligro por su impopular
programa antiinflacionario y cayó víctima de la antigua confrontación entre peronistas
y militares. Ninguno de los gobiernos que siguieron, se aproximaron al modelo hipo-
tético de la Alianza para el Progreso.

Venezuela, uno de los pocos países que mantuvieron un gobierno civil continuo,
era un lugar privilegiado para la política reformista patrocinada por Estados Unidos,
no obstante, produjo una reforma social insignificante y su importancia siempre se vio
comprometida por sus ingresos petroleros llovidos del cielo.

En Perú, el presidente Fernando Belaúnde Terry (1963-1968) parecía un reformis-


ta demócrata y apostó por el desarrollo económico, sobre todo mediante la apertura
de la Amazonia peruana, pero no pudo controlar a los militares nacionalistas y tam-
bién se topó con severas dificultades económicas.

Fue depuesto por un golpe militar encabezado por el general Juan Velasco Alvarado,
cuyo régimen militar puso en práctica una reforma agraria más radical que cualquiera
de las contempladas por Belaúnde. A su vez, Velasco fue reemplazado por un régimen
militar más a favor del sector privado, que permitió la celebración de nuevas eleccio-
nes en 1980, y Belaúnde, exiliado desde hacía mucho tiempo en Estados Unidos, fue
reelegido para la presidencia. Pero las dificultades económicas se amontonaron contra
su gobierno reformista.

148
Colombia fue otro país en el que los planificadores estadounidenses pusieron gran-
des esperanzas. El presidente de 1958 a 1962, Alberto Lleras Camargo, era un elo-
cuente y atractivo político del Partido Liberal, procedente de una importante familia
colombiana, su cuadro de economistas y tecnócratas preparó los detallados planes
económicos y sociales que pedía la Alianza para el Progreso. Obtuvieron grandes
préstamos del gobierno estadounidense y los organismos multilaterales, y los entu-
siastas observadores estadounidenses pronto calificaron a ese país de "escaparate"
del reformismo demócrata. Desafortunadamente, las esperanzas resultaron prema-
turas, ya que el gobierno colombiano logró una escasa reforma en ámbitos cruciales
como la redistribución de la tierra. Aunque el crecimiento económico estaba en cier-
nes, muy poco de él benefició al sector rural de los poblados de chabolas que se
multiplicaban como hongos alrededor de las ciudades. A mediados de los años se-
senta, Colombia se había convertido en un ejemplo primordial de las críticas del Con-
greso estadounidense, como las del senador J. William Fulbright, que encontraba
muy pocos de los objetivos de la Alianza cumplidos en ese país "escaparate".

Los acontecimientos de la República Dominicana expusieron de modo brutal las


contradicciones de la política estadounidense. El asesinato en 1961 de Rafael Trujillo,
uno de los dictadores caribeños más famosos, abrió el camino para unas elecciones
presidenciales libres, -ganadas por Juan Bosch, reformista popular cuyas ideas se
adecuaban sin duda al molde de la Alianza para el Progreso, a pesar del apoyo
estadounidense, fue depuesto por un golpe militar en 1963. Otra revuelta armada en
1965 desató los temores en la administración de Lyndon Johnson de que surgiera un
régimen semejante al castrista, lo que sería un desastre tanto para su política exte-
rior, como para su posición en la opinión interna estadounidense, Johnson escuchó a
todos sus consejeros y luego envió 20.000 soldados, se les unieron tropas de Brasil,
ahora regido por un gobierno militar ansioso por mostrar su celo en la guerra fría.

En 1966 fue elegido presidente otro civil, Joaquín Balaguer, y las tropas estadouni-
denses y brasileñas se marcharon. Pero Estados Unidos había suscitado resenti-
miento en gran parte de América Latina por la manera tan dura con la que la adminis-
tración Johnson había demandado (y apenas había conseguido) la bendición de la
OEA para su intervención. No es que se hubiera vuelto a los años veinte, pero tampo-
co se estaba en la nueva era reluciente que John Kennedy había soñado en 1961.

En 1970 resultaba evidente que la Alianza para el Progreso había fracasado. Las
expectativas habían sido demasiado elevadas teniendo en cuenta las realidades po-
líticas de la década. Además, la meta de fomentar la democracia chocó de inmediato
con la de impedir más Cubas.

En Brasil, por ejemplo, Estados Unidos se convenció de que el presidente Joao


Goulart dirigía a su país hacia la izquierda de forma peligrosa y de inmediato apoyó a
la conspiración de civiles y militares cuando lo depuso.

A finales de la década, el régimen militar se había unido a las filas de los muy
represivos con escasas pretensiones de reforma social; no obstante, continuó siendo
el mayor beneficiario de la ayuda estadounidense.

149
En Argentina, entre 1963 y 1966, Estados Unidos se encontró tratando con el inefi-
caz gobierno civil de Illia, a quien sucedió el régimen represivo del general Onganía.
Pero aquí también un general tenía sus atractivos para Washington, al igual que sus
sucesores militares, porque aplastaban el creciente movimiento guerrillero.

La ideología de la Alianza para el Progreso fue establecida por John F. Kennedy y


los "nuevos hombres de la frontera", aunque el presidente Lyndon B. Johnson prome-
tió continuar las medidas básicas cuando tomó posesión del cargo en noviembre de
1963.

La elección de Richard Nixon en 1968 produjo un cambio en la política. Aunque


mantuvo un compromiso retórico con la democracia y la reforma social, en esencia
Nixon y sus consejeros estaban a favor del retorno a la postura republicana más
conservadora de dejar el desarrollo económico fundamentalmente al sector privado.
Su administración también aumentó la ayuda militar, según el consejo del goberna-
dor Nelson Rockefeller, cuya misión presidencial en 1969 a América Latina señaló de
forma significativa que "un nuevo tipo de militar está destacando y convirtiéndose con
frecuencia en una fuerza importante para la acción social constructiva en las repúbli-
cas latinoamericanas".

Las implicaciones resultaban obvias, Nixon fue el primer presidente estadouniden-


se que tuvo que tratar con un jefe de Estado marxista electo en América Latina. La
victoria de Salvador Allende en 1970 fue una prueba para Estados Unidos, compro-
metido públicamente con la reforma social pero muy contrario a los movimientos de
izquierdas. Aunque el régimen de Allende nunca alcanzó un estadio revolucionario la
administración Nixon estuvo determinada desde el día de su elección a usar cual-
quier medio "hacer chillar la economía", fue una de las sugerencias de Nixon al direc-
tor de la CIA, Richard Helms) para impedir que tomara posesión o, si fallaba esto,
para acelerar su caída.

Estados Unidos desactivó la inversión privada en Chile y obstruyó, cuanto fue po-
sible, su acceso a la financiación de los organismos multilaterales como el Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Interamericano.
Al mismo tiempo, el presidente Nixon1 ordenó a la CIA desarrollar y poner en práctica
un plan secreto para acosar al gobierno chileno. Se gastaron al menos 10 millones de
dólares en subsidios a la prensa opositora chilena (en especial en El Mercurio, anti-
Allende militante y a grupos de oposición, incluidos muchos huelguistas que ayuda-
ron a paralizar la economía del país en 1972-1973. Considerado en el contexto de
todos los problemas que afrontaba Allende, el esfuerzo estadounidense es muy pro-
bable que tuviera una importancia marginal. Fueron los militares y las clases medias
y altas quienes se levantaron contra el gobierno de Unidad Popular, no necesitaban
lecciones de Estados Unidos sobre qué hacer y cómo, pero este aumentó la sensación
de asedio sentida por el gobierno de Allende v alentó a la oposición para que creyera
que les esperaba su generosa ayuda tras el golpe. De este período, no careció de
importancia la amplia publicidad que se otorgó a las actividades ocultas de Estados
Unidos. La documentación oficial recogida por un comité específico del Senado en
1975 y las revelaciones periodísticas que siguieron confirmaron que seguía estando

150
dispuesto a intervenir del modo que hacia tanto tiempo venían sosteniendo los latinoa-
mericanos. Esta misma tendencia reaparecería durante los años ochenta, cuando el
presidente Ronald Reagan autorizó una invasión militar de Granada y una constante
campaña de operaciones encubiertas contra Nicaragua.

La Guerra Fría y su impacto en América Latina:


La Doctrina de la Seguridad Nacional

La guerra fría fue un estado de tensión permanente, primero entre las superpoten-
cias, los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y luego
entre los dos bloques liderados por ellas, que no provocó un conflicto directo debido
al peligro de la destrucción mutua por la utilización de armas nucleares.

Estaba movida por sus ambiciones e intereses contrapuestos por el choque de dos
ideologías con pretensiones hegemónicas. Solamente el equilibrio del terror atómico
permitió la existencia de un armisticio que no excluía la guerra fuera del enfrenta-
miento mutuo. Se caracteriza por seis aspectos:

1.- Elevada concentración militar en ambos bloques.


2.- Intensa campaña propagandística en contra del otro.
3.- Rechazo de forma general del compromiso y la negociación, sustituidos por la
polémica y la denuncia.
4.- Conflicto entre capitalismo y socialismo que tuvo su expresión en situaciones
revolucionarias en el Tercer Mundo;
5.- Ejercicio de una política de represión y persecución de aquellos sospechosos
de colaborar o simpatizar con el enemigo;
6.- Confrontación Este-Oeste que se impuso sobre cualquier otro aspecto de las
relaciones internacionales.

Se inició en 1947, entre los dos Estados con mayor poder e influencia de la época,
que asumieron el státus de superpotencias por su posición adquirida y los recursos
disponibles, tanto como por los medios políticos, ideológicos y militares que tenían
para alcanzar sus objetivos.

El nuevo equilibrio de poder originó un sistema internacional bipolar y flexible, en el


que junto a las superpotencias y los respectivos bloques bajo su influencia, se halla-
ban actores no alineados, y un actor universal, la Organización de las Naciones Uni-
das (ONU) que trató de atenuar la tensión.

En este sistema ambos bandos trataron de identificar aliados y enemigos, delimita-


ron sus zonas de influencia, y trataron de ampliarlas a costa del bloque contrario,
impidiendo cualquier desviación política o ideológica. No hubo posibilidades de que
un Estado se declarara neutral sin el acuerdo de ambas superpotencias.

151
Una vez ocupada, controlada y delimitada una zona de influencia, su respeto por la
otra parte fue una regla básica del sistema. Cuando esta no se cumplió, surgió el
peligro de un enfrentamiento directo y la tensión se agravó, provocando los momen-
tos de mayor inestabilidad.

En este sistema bipolar, todos los actores reconocieron ciertos valores o principios
comunes, que tendieron a trasladar al actor universal, la ONU. A pesar de ello, am-
bos bloques la utilizaron para sus intereses, lo que impidió que alcanzase en muchas
oportunidades los objetivos para los que fue creada en 1945.

Paulatinamente, el conflicto se fue tornando mundial a partir de problemas iniciales


ocurridos en Europa. De forma progresiva, el enfrentamiento ideológico se amplió,
integrando factores económicos, políticos, psicológicos, sociales y militares, hasta
transformarse en un conflicto global.

La tensión creada impulsó la elaboración de una política de riesgos calculados,


con la disuasión nuclear como base, que adoptó una estrategia diplomática y militar
cuyos principios fueron: la contención del enemigo y de su expansión; la disuasión de
cualquier acto hostil ante la amenaza de recurrir al enfrenta- miento bélico; la persua-
sión en tanto factores ideológicos y psicológicos tuvieron un papel clave; la subver-
sión como medio de eliminar a las autoridades políticas que no aceptaron los valores
del bloque en que estaban integrados, el espionaje ante la necesidad de conocer
rápida y con certeza las actividades y las decisiones del enemigo.

El desarrollo de la Guerra Fría estuvo condicionado por tres factores: los cambios
en la cúpula del poder de las dos superpotencias; el control que sobre ella tuvieron
siempre los actores políticos sobre los militares; y la percepción que tanto en Was-
hington como en Moscú se tuviera de la potencia enemiga y de su expansión regional
o mundial.

El sistema así creado sustituyó al fracasado sistema de seguridad colectiva vigen-


te durante el periodo de entreguerras, suponiendo también la alteración, no la quie-
bra, del orden internacional establecido a lo largo de las Conferencias Interaliadas
que se desarrollaron durante la Segunda Guerra Mundial.

Este sistema es reconocido como un Sistema Bipolar, en el que se mantuvo un


equilibrio entre ambas superpotencias, que gozaban de poder y capacidad de des-
trucción equivalentes y superiores a la de cualquier otro Estado. Quedaron estableci-
dos dos subsistemas: el Sistema Atlántico, liderado por los Estados Unidos, que con-
taba con una serie de instrumentos para extender su influencia y defender sus valores:
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Fondo Monetario Internacio-
nal (FMI), y el Banco Mundial (BM); y la existencia de alianzas militares periféricas
(ANZUS, CEATO, CENTO, TIAR). El sistema socialista mundial, que también disponía
de sus propios instrumentos: Kominform, CAME, Pacto de Varsovia, tratados bilatera-
les de amistad y cooperación y los partidos comunistas.

152
La Segunda Guerra Mundial había supuesto la expansión soviética hacia el oeste, de
manera que, de mal o buen grado, Gran Bretaña y los Estados Unidos terminaron por
acceder en la Conferencia de Yalta (1944), que Polonia, Checoslovaquia, Hungría,
Rumania, y Bulgaria quedaran bajo influencia soviética. La evolución política posterior
en esos países y la imposición de las llamadas "democracias populares" de estilo
soviético, alarmaron sin embargo a los políticos estadounidenses.

Para evitar la transformación del resto de las devastadas naciones europeas en


otros tantos países socialistas, y por la guerra civil en Turquía y Grecia, los Estados
Unidos lanzaron el Plan Marshall de reconstrucción económica, y la doctrina Truman
de contención al avance soviético.

El mayor problema se produjo en Alemania, que quedó dividida en cuatro zonas


ocupadas por los vencedores de la Guerra Mundial: una británica, otra francesa y una
tercera estadounidense, que terminaron uniéndose para formar la República Federal
de Alemania (RFA); y una soviética, que, en respuesta a la solución occidental, con-
formó la República Democrática Alemana (RDA). El problema se originó en Berlín, ya
que esta ciudad, enclavada en medio de la zona soviética también había sido dividida
en cuatro partes. Proclamada la RFA, Stalin decidió bloquearla. El exitoso puente
aéreo occidental para abastecer la ciudad acabó con el primer conflicto serio de la
Guerra Fría; Alemania quedó dividida, y Berlín también.

A partir de ese momento, los conflictos se trasladaron fuera de Europa, como con-
secuencia del triunfo de las fuerzas comunistas en la guerra civil china en 1950 y el
inicio de la guerra de Corea ese mismo año. La muerte de Stalin en 1953 y el armis-
ticio en Corea pusieron fin a esta primera etapa caliente, e iniciaron el deshielo.

En los años siguientes, el esquema se repitió: el estallido de un conflicto puntual,


que recalentaba las relaciones entre los bloques, era seguido de una etapa de des-
hielo, en la que los actores tenían mayor predisposición hacia los reclamos de sus
rivales hasta que un nuevo acontecimiento volvía a endurecer las posiciones, fueron
motivo de esta situación la crisis de los misiles cubanos en 1962, la intervención
soviética en Checoslovaquia en 1968, la guerra de Vietnam, y la ocupación soviética
de Afganistán en los años ochenta.

En la inmediata posguerra, se había firmado en Río de Janeiro, en 1947, el Tratado


Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que sentaba el principio de solidari-
dad colectiva frente a una agresión extracontinental; mientras que al año siguiente,
en Bogotá, se creaba la Organización de los Estados Americanos (OEA), que pre-
veía las condiciones para la resolución pacifica de los conflictos que pudieran surgir
entre los Estados miembros, poniendo el acento en el principio de no intervención,
pero el artículo 6 del TIAR prevé el caso de "una agresión que, sin ser ataque arma-
do, podría poner en peligro la paz de América", con el cual se ampliaba el concepto
de alianza hemisférica.

Pero los asuntos relativos al conflicto mundial hicieron que el interés por los proble-
mas latinoamericanos pasara a segundo, plano durante la década de 1950. La Revo-

153
lución Cubana introdujo la Guerra Fría en el hemisferio. Entonces el gobierno de los
Estados Unidos creó, en 1961, en Panamá, una serie de establecimientos militares
con el objeto de entrenar a los ejércitos continentales en la guerra antiguerrillera, el
más conocido de los cuales es la Escuela de las Américas de Fort Gulick, por la que
pasaron cientos de oficiales de las fuerzas armadas latinoamericanas, y acostumbró
a invitar a otros tantos a realizar cursos en ciertos establecimientos en los Estados
Unidos.

En este marco, se elaboró la Doctrina de Seguridad Nacional que influyó en la


formación de los militares de los países sudamericanos. Suponía que en el marco de
la bipolaridad, dejarían de existir las guerras convencionales. Serían sustituidas por
guerras ideológicas que se librarían en el interior de cada una de las sociedades de la
región. Impedir los conflictos bélicos aliados era tarea del gobierno estadounidense;
los militares, los países del bloque occidental deberían hacer frente a otro tipo de
conflictos.

Esta guerra seria una guerra contra el comunismo internacional y se libraría en


todos los frentes: político, militar, económico e ideológico. Era necesario entonces
llevar adelante el conflicto en esos frentes, y los militares debían estar preparados
para enfrentar a la subversión de todos ellos. Ya que no se libraría de forma tradicio-
nal, era necesario estar vigilante y prepararse para combatir una guerra no conven-
cional, para la cual los sectores políticos y la democracia no estaban preparados.

A partir de 1960 la doctrina de la seguridad nacional aceptaba la integración de las


fuerzas armadas nacionales en los dispositivos internacionales de defensa creados
por Estados Unidos y definía como hipótesis de conflicto los provocados por un "ene-
migo interno". Establecía como tarea de las fuerzas militares locales controlar las
"fronteras ideológicas", vigilar las actividades políticas de los ciudadanos y eventual-
mente reprimir las manifestaciones políticas que desde su óptica pudieran ser "sub-
versivas".

Esta nueva doctrina militar contenía una concepción de nación que aceptaba la
subordinación económica a los Estados Unidos como consecuencia de la subordina-
ción estratégica. Desde entonces, las fuerzas armadas latinoamericanas buscaron
profundizar el desarrollo industrial, pero aceptando la intromisión de los capitales
extranjeros en las decisiones económicas.

Sin embargo hubo algunos países como Perú, Panamá y Argentina en los que secto-
res militares que sostenían los principios económicos nacionalistas, manifestando po-
siciones antiimperialistas.

154
6.- La discusión sobre las relaciones entre modernización
económica, democracia política y autoritarismo

Los años sesenta presagiaron una era de crisis para América latina. La estrategia
surgida de las políticas de industrialización posteriores a 1929 había comenzado a
tropezar con serios problemas, tanto económicos como políticos. En el frente econó-
mico, surgieron en parte por la misma naturaleza del desarrollo basado en la indus-
trialización para sustituir a la importación.

En primer lugar, la estructura de esta industrialización era incompleta. Para produ-


cir géneros manufacturados, las empresas latinoamericanas tenían que contar con
bienes de producción importados (como la maquinaria).

Esta dificultad inherente se agudizó por los términos desiguales del intercambio.
Con el paso del tiempo, los precios de las principales exportaciones de la región
(café, cobre, trigo) en el mercado mundial sufrieron un descenso sostenido de poder
adquisitivo. Es decir, que por la misma cantidad de exportaciones, los países latinoa-
mericanos podían comprar cada vez menores cantidades de bienes de producción.
Así pues, el crecimiento económico se enfrentaba a un atolladero, y la respuesta no
consistía en aumentar el volumen de sus exportaciones tradicionales, ya que esto
solamente hacia caer el precio.

En segundo lugar, la demanda interna de productos manufacturados era limitada.


Las industrias tropezaban contra la falta de compradores, al menos a los precios y los
créditos que se ofrecían.

En tercer lugar, y muy relacionado, estaba el grado relativamente elevado de la


tecnología de las industrias presente en Latinoamérica. Esto significaba que sólo
podía crear un número limitado de puestos de trabajo. En otras palabras, el desarro-
llo industrial latinoamericano de ese periodo había elegido la tecnología con uso de
capital intensivo, típica de las economías industriales avanzadas; en comparación
con el modelo de desarrollo del siglo XIX, ocasionaba más inversiones en maquinaria
y menos en trabajo manual.

A medida que aumentaba la presión, las elites gobernantes de varios países impo-
nían regímenes más represivos, con frecuencia mediante golpes militares, como su-
cedió en Brasil (1964), la Argentina (1966 y 1976) y Chile (1973). En todos los casos,
las decisiones más importantes las tomaron (o estuvieron sujetas a veto) los altos
rangos militares. Y las elites pensaron que debían estimular la inversión y, para lo-
grarlo, razonaron, habían de desmantelar, incluso de aplastar, el poder colectivo de la
clase obrera. Cuanto más organizada estaba, más difícil resultó la tarea. Cada uno de
estos gobiernos dominados por los militares asumió el poder de controlar las decisio-
nes concernientes a los intereses obreros más vitales: salarios, condiciones laborales,
beneficios complementarios y el derecho a organizarse.

155
Estos gobiernos proclamaron ser "antipolíticos". Culpaban del infortunio de sus paí-
ses a la supuesta incompetencia, deshonestidad o traición de los políticos y se mostra-
ron más agresivos respecto de los políticos de izquierda radicales y los líderes obre-
ros, se dejaron abiertos pocos canales de oposición. Estos regímenes presentan va-
rias características comunes:

- Una fue el nombramiento para cargos políticos de gente con carreras altamente
burocráticas (miembros del ejército, funcionarios civiles del Estado o de corpora-
ciones importantes).
- La segunda consistió en la exclusión política y económica de la clase trabajadora
y el control de los sectores populares.
- La tercera fue la reducción o casi eliminación de la actividad política, sobre todo
en las primeras fases del régimen: los problemas se definían como técnicos, no
políticos, y se buscaban soluciones administrativas en lugar de llegar a acuerdos
políticos negociados.
- Por último, procuraron reavivar el crecimiento económico mediante la consolida-
ción de los vínculos con las fuerzas económicas internacionales.

De forma especifica, sus dirigentes forjaron con frecuencia alianzas con las corpo-
raciones multinacionales (como IBM, Phillips o Volkswagen) y con los organismos
financieros internacionales como el FMI.

Para designar el nuevo tipo de dictaduras surgidas en los años 60, y 70, Guillermo
O’Donnell (1982) acuñó el concepto de Estado Burocrático Autoritario que se carac-
teriza de la siguiente manera:

En primer lugar, porque su base social esta compuesta por las fracciones superio-
res de una burguesía oligopólica y transnacionalizada.

Por otro lado, institucionalmente adquieren peso decisivo las organizaciones espe-
cializadas en la coacción. Sus tareas quedan definidas por sus actores como la
reimplantación del "orden" en la sociedad mediante la subordinación del sector popu-
lar, y la "normalización" económica. Además, es un sistema de exclusión política de
un sector social previamente activado al que se somete a severos controles. Dicha
exclusión trae aparejada la supresión de la ciudadanía y la democracia política, elimi-
nando roles y organizaciones (como los partidos políticos) que han socializado de-
mandas que se consideran incompatibles con el orden y la normalización. Es tam-
bién un sistema de exclusión del sector popular, ya que promueve una acumulación
de capital dirigida en beneficio de los sectores más concentrados de capital privado y
algunas instituciones estatales.

Promueve una mayor transnacionalización de la economía que entraña un nuevo


desborde de la sociedad respecto del ámbito territorial y de las relaciones sociales
que ese tipo de Estado acota. Este nuevo desborde de la sociedad promueve, en
dirección inversa, un encogimiento de la nación, a la que se pretende purgar de los
elementos que la han afectado seriamente.

156
Intenta "despolitizar" el tratamiento de las cuestiones sociales pretendiendo trans-
formarlas en criterios neutros de racionalidad técnica.

Por último, implica la clausura de los canales democráticos de acceso al gobierno,


que queda limitado a quienes ocupan la cúpula de ciertas organizaciones, como las
Fuerzas Armadas y las grandes empresas, tanto privadas como públicas.

La emergencia de este tipo de Estados está precedida por una crisis económica y
otra política. La primera es concebida por los sectores dominantes como una insatis-
factoria distribución de los beneficios, que lleva a los capitalistas a retraer inversio-
nes, o, en caso de no darse las situaciones anteriores, genera expectativas futuras
desfavorables para dichas inversiones.

La segunda es producida por un sector popular urbano organizado, que demanda


la redistribución del producto del errático crecimiento económico que, a su vez, pro-
duce una crisis en diferentes niveles de intensidad:

- Inestabilidad política;
- Crisis del régimen político (entendido como la modalidad en que se produce el
reclutamiento y el acceso a los roles gubernamentales) al inaugurar nuevos crite-
rios de representación.
- Otro tipo de crisis es la que producen partidos o personal estatal que realizan
interpelaciones para establecer identidades colectivas conflictivas con los partici-
pantes establecidos en la arena política (como la clase en lugar de los partidos
políticos).
- Crisis de acumulación, percibida por la clase dominante como un obstáculo para
el normal funcionamiento económico.
- Crisis de dominación, que cuestiona las relaciones jerárquicas establecidas en la
sociedad capitalista, proponiendo su sustitución por otro tipo de relaciones socia-
les. Implica la incertidumbre en la continuidad de prácticas antes descontadas
como "naturales" de clases y sectores subordinados. Esto puede aparecer en la
caducidad de ciertas pautas de deferencia hacia el "superior" social, en diversas
formas expresivas "inusuales", en cuestionamientos a la autoridad habitual en
ámbitos como la familia y la escuela y como una impugnación del mando en el
lugar de trabajo.

Militarismo y dictadura en América Latina

"En 1964 en la V Conferencia de Ejércitos Americanos realizada en el instituto


militar de West Point en los Estados Unidos, el entonces comandante en jefe del ejérci-
to argentino, general Juan Carlos Onganía, proclamó el derecho de las instituciones
militares a intervenir en la política interna de las sociedades a las que pertenecían
cuando los gobiernos constitucionales violen las respectivas cartas magnas, no cum-
plan las leyes y/o no den soluciones a los problemas nacionales. La después llamada
doctrina de West Point fue incorporada a la Doctrina de la Seguridad Nacional y esta-

157
bleció una relación netamente intervencionista entre fuerzas armadas y sistema políti-
co.

Sobre estas bases en las décadas de 1960 y 1970 en América Latina, fueron nu-
merosas las experiencias militaristas que establecieron dictaduras como forma de
gobierno y excluyeron de la participación política a la población.

La dictadura es una forma de ejercer el poder del Estado que se caracteriza por la
concentración de facultades extraordinarias en un individuo o un grupo. En las déca-
das de 1960 y 1970, el concepto de dictadura estuvo fuertemente asociado al milita-
rismo de las fuerzas armadas de la región, de allí que el término dictadura militar es el
más frecuentemente utilizado para designar a los gobiernos de facto establecidos por
las fuerzas armadas después de los golpes de Estado".

Extraído de Torcuato S Di Tella (coord. Diccionario de Ciencias Sociales y Políti-


cas. 1989)

Los gobiernos militares de la década de 1960

Durante la década de 1960, en un gran número de países de América latina, las


fuerzas armadas dieron "golpes militares" y se hicieron cargo del gobierno.

Si bien la situación económica, social y política de cada país era diferente y cada
sociedad enfrentaba problemas particulares, la actuación de las fuerzas armadas
tuvo algunos mismos objetivos en todos los casos. Las acciones de los focos guerri-
lleros que habían surgido en diversas y distantes regiones de América del Sur y Amé-
rica Central, fueron percibidos por los sectores dominantes como una seria amenaza
para sus intereses económicos. Al mismo tiempo, y de acuerdo con los postulados de
la Doctrina de la Seguridad Nacional, las fuerzas armadas los identificaron como los
"enemigos internos" que debían aniquilar para evitar que "subvirtieran" el orden capi-
talista y el "modo de vida occidental y cristiano" y facilitaran la penetración del "comu-
nismo internacional".

En el plano económico, las acciones de los gobiernos militares también compartie-


ron algunas orientaciones generales. Antes de las intervenciones de los militares, la
gran mayoría de las sociedades enfrentaban altas tasas de inflación, desequilibrios
en la balanza comercial y de pagos y déficit fiscal. Al mismo tiempo, como resultado
de los "planes de estabilización" que los gobiernos habían intentado aplicar para
solucionar esos problemas (y que incluían medidas tendientes a restringir el consu-
mo de los sectores populares, como, por ejemplo, del congelamiento de los salarios),
se habían multiplicado las movilizaciones reclamos de los sindicatos y los partidos
políticos en general.

Frente a esta situación, en el plano político y social, las fuerzas armadas organiza-
ron la represión contra los grupos guerrilleros y prohibieron o restringieron la activi-

158
dad de los partidos políticos y la actividad sindical, en particular la de orientación
socialista y comunista.

En el plano económico, los militares siguieron políticas antiinflacionarias y procura-


ron equilibrar la balanza de pagos con el propósito de restablecer la "confianza" de
los sectores capitalistas locales y extranjeros. Pero, al mismo tiempo, mantuvieron
las políticas orientadas hacia la profundización industrial que venían desarrollando
los gobiernos anteriores. Con este fin, en algunos países, como Brasil y la Argentina,
los gobiernos militares ampliaron la apertura de la economía a las inversiones de
capital extranjero.

En otros, como Perú, por ejemplo, iniciaron o completaron la nacionalización de


algunos sectores clave de la economía, razón por la que contaron con la adhesión de
una gran parte de las masas populares.

Los gobiernos militares de la década de 1970

En la década de 1960, la mayoría de los golpes de Estado encabezados por las


fuerzas armadas habían tenido una intención preventiva y restauradora. En la déca-
da de 1970, las intervenciones militares tuvieron una orientación más radical. Desde
el punto de vista de los sectores capitalistas de mayor poder económico que, en
general, apoyaron los golpes, éstos resultaban necesarios para evitar la destrucción
del orden económico y social capitalista. Durante los años sesenta, la instalación de
gobiernos socialistas" aparecía como una amenaza probable pero no inminente. En
cambio, en el Uruguay entre 1972 y 1974, en Chile de 1973 y en la Argentina de
1976, los grupos dominantes consideraron que los partidos políticos y las organiza-
ciones guerrilleras estaban poniendo en juego la supervivencia de la condición capi-
talista de las sociedades.

Disciplinamiento económico y social

Es en este contexto que los militares y grupos de civiles que los apoyaron, quisie-
ron implantar un nuevo orden social, político y económico. Con esta meta, prohibie-
ron la actividad de los partidos políticos y los sindicatos y organizaron acciones mili-
tares para liquidar definitivamente las organizaciones guerrilleras y toda otra organi-
zación popular o personas consideradas "subversivas" o sospechosas. También se
propusieron "normalizar la economía. Para ello los gobiernos militares implementaron
políticas económicas que generaron profundos quiebres con la orientación general que
venían experimentando las economías latinoamericanas desde 1930, cuya meta era
alcanzar el desarrollo autosustentado a partir de la profundización industrial.

Los equipos técnicos que se hicieron cargo de los ministerios de Economía inte-
grados por economistas y empresarios estrechamente vinculados con el capital

159
transnacional- diseñaron políticas inspiradas en los principios del neoliberalismo eco-
nómico.

Algunas medidas intentaban resolver los problemas de corto plazo tales como li-
quidar la inflación y controlar el déficit fiscal. Otras tenían metas a mediano y largo
plazo: abandonar la industrialización como sector dinámico del desarrollo económico
y adecuar las economías periféricas a la "nueva división internacional del trabajo"
reorientando las inversiones hacia la explotación del sector primario -minero en parti-
cular- y hacia las agroindustrias que podían agregar valor a las exportaciones tradi-
cionales.

La orientación de las políticas económicas adoptadas, tuvieron profundas y graves


consecuencias para los sectores populares de las sociedades latinoamericanas, que
vieron seriamente restringidas sus posibilidades de consumo y la satisfacción de sus
necesidades básicas. Medidas de corto plazo y la satisfacción de sus necesidades
tales como la liberación de todos los precios salvo el de los salarios y la eliminación
de todos los subsidios a la industria y al consumo popular y la completa apertura y
liberalización del mercado de capitales además de producir una importante transfe-
rencia de ingresos desde los sectores asalariados hacia los sectores capitalistas más
concentrados, provocaron una profunda reorganización del sector industrial.

A su vez, este último proceso más, en algunos casos, la completa apertura del
mercado interno a las importaciones de manufacturas industriales extranjeras provo-
có la quiebra de numerosas pequeñas y medianas empresas y generó desempleo,
en particular entre los obreros industriales. En el marco del agravamiento de la crisis
económica, el aumento de la desocupación y la desestructuración del movimiento
sindical fueron otros elementos a través de los cuales las dictaduras militares impu-
sieron el disciplinamiento político y social.

La compleja situación económica internacional las decisiones que tomaron los sec-
tores dominantes para enfrentarla y los conflictos internos que protagonizó cada so-
ciedad latinoamericana gobernada por una dictadura militar provocaron un mayor o
menor grado de éxito en el logro de los objetivos de corto y largo plazo que, en cada
caso, propuesto. Al mismo tiempo, durante la década de 1970, todos los países de la
región experimentaron un muy importante crecimiento del endeudamiento externo,
situación que agravó la vulnerabilidad de sus economías y profundizó su dependen-
cia de los centros capitalistas.

La participación de los Estados Unidos

Los golpes militares en América Latina, tanto en la década de 1960 como en la de


1970, enmarcados en el contexto de la guerra fría y justificados ideológicamente por
la Doctrina de la Seguridad Nacional, en general contaron con el apoyo de los gobier-
nos de los Estados Unidos. En algunos casos, además, como en el golpe que en
1973 derrocó el gobierno de Salvador Allende, personal de los servicios de inteligen-

160
cia estadounidense participó activamente en la preparación. Un memorándum de la
Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA), fechado el 16 de
setiembre de 1970, proporciona información sobre el primer encuentro entre el jefe
de la CIA y altos funcionarios especializados en operaciones encubiertas. El docu-
mento subraya que la CIA debía preparar en 48 horas un plan de acción para el
entonces consejero de la Seguridad Nacional, Henry Kissinger, textualmente se lee
"el presidente Nixon ha decidido que un gobierno de Salvador Allende en Chile no es
aceptable para los Estados Unidos. El presidente pidió a la agencia (CIA) evitar que
llegue al poder o destronarlo. El presidente autorizó diez millones de dólares para
este fin".

Terrorismo de Estado

En este período se inicia una de las páginas más tristes en la historia de los dife-
rentes países de América Latina, tanto por las políticas económicas de ajuste que
comenzaron a degradar y profundizar la exclusión social y económica de grandes
sectores de la población, pero sobre todo, por la brutalidad del accionar de las dicta-
duras militares que aplicaron planes sistemáticos de represión no sólo contra los
integrantes de los grupos guerrilleros sino también contra los dirigentes políticos,
sindicales y de diversos movimientos sociales y populares.

Con modalidades particulares diferentes combinaciones en cada caso, durante la


década de 1970 las fuerzas armadas llevaron adelante la implementación de políti-
cas represivas que articuladas en diferentes proporciones, con instrumentos jurídicos
que pretendían dotar de legalidad a las acciones represivas, llevaron adelante con
operaciones militares y de seguridad, más o menos clandestinas.

Algunas veces, utilizaron los mecanismos de excepción previstos en las propias


Constituciones -como el estado de sitio, por ejemplo -aunque aplicados en forma
irregular e irrazonable. Otras, establecieron leyes inconstitucionales, inspiradas en
los fundamentos ideológicos de la Doctrina de Seguridad Nacional.

Y en todos los casos, con más o menos intensidad y alcance, instalaron el terroris-
mo de Estado y al margen de toda legalidad, secuestraron, torturaron e hicieron des-
aparecer varios cientos o miles o decenas de miles de personas según el país y se
apropiaron de niños nacidos en cautiverio la mayoría de los cuales hacia fines de la
década de 1990 continuaban desaparecidos.

Además los gobiernos militares de Chile, Brasil, la Argentina, Paraguay, Uruguay y


Bolivia establecieron un sistema represivo conjunto, denominado Operación Cóndor",
con el objetivo de hacer más eficaz y contundente la represión contra los "enemigos
internos".

Esta operación fue diseñada en 1975 por el servicio de inteligencia chileno (DINA),
así lo reveló un documento secreto del FBI (una agencia de seguridad del gobierno

161
de los Estados Unidos) que fue desclasificado a mediados de 1990. La Operación
Cóndor estaba integrada por efectivos de las Fuerzas Armadas; de Chile, Brasil, la
Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Según el documento del FBI los servicios de
inteligencia de estos países se propusieron "eliminar sistemáticamente y en forma
conjunta las actividades terroristas en la región" y conformaron "grupos especiales
que viajaban a cualquier parte del mundo para asesinar terroristas o a los simpatizan-
tes de las organizaciones terroristas". Ese documento también explica como funcio-
naba el sistema. "Por ejemplo, si un terrorista o un simpatizante de una organización
terrorista de uno de los países miembros de la Operación Cóndor es localizado en un
país europeo, un grupo especial es formado y enviado a buscar el blanco. Cuando la
investigación ha sido finalizada, un segundo grupo de la Operación es despachado
para "sancionar" (raptar o matar) al blanco. Los grupos especiales pueden estar for-
mados por miembros de uno o varios países del grupo"

162
Actividad Nº 5

Trabajo Práctico Obligatorio

1.- Definir y caracterizar al Estado Burocrático Autoritario


2.- Elabore un ensayo breve acerca del impacto de las intervenciones militares en
las sociedades latinoamericanas, a partir de la segunda mitad del S. XX, rela-
cionándolos con el proceso revolucionario cubano y la política exterior norte-
americana en el contexto de la guerra fría.

163
Ficha de Evaluación
Módulo Único

Sr. alumno/a:

El Sistema de Educación Abierta y a Distancia, en su constante preocupación por mejorar la


calidad de su nivel académico y sistema administrativo, solicita su importante colaboración para
responder a esta ficha de evaluación. Una vez realizada entréguela a su Tutoría en el menor
tiempo posible.

1) Marque con una cruz

MODULO En gran medida Medianamente Escasamente

1. Los contenidos de los módulos fueron


verdadera guía de aprendizaje (punto 5
del módulo).

2. Los contenidos proporcionados me ayu-


daron a resolver las actividades.

3. Los textos (anexos) seleccionados me


permitieron conocer más sobre cada
tema.

4. La metodología de Estudio (punto 4 del


módulo) me orientó en el aprendizaje.

5. Las indicaciones para realizar activida-


des me resultaron claras.

6. Las actividades propuestas fueron acce-


sibles.

7. Las actividades me permitieron una re-


flexión atenta sobre el contenido

8. El lenguaje empleado en cada módulo


fue accesible.

CONSULTAS A TUTORIAS SI NO

1. Fueron importantes y ayudaron resolver mis dudas y actividades.

2) Para que la próxima salga mejor... (Agregue sugerencias sobre la línea de puntos)

1.- Para mejorar este módulo se podría ................................................................................................................................

...................................................................................................................................................................................................

3) Evaluación sintética del Módulo.

...................................................................................................................................................................................................
Evaluación: MB - B - R - I -

4) Otras sugerencias .........................................................................................................................................................


...................................................................................................................................................................................................

164

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