Professional Documents
Culture Documents
2
AUTORIDADES
Canciller
Su Excelencia Reverendísima
Mons. MARIO ANTONIO CARGNELLO
Arzobispo de Salta
Rector
Pbro. Lic. JORGE ANTONIO MANZARÁZ
Vice-Rectora Académica
Mg. Dra. MARÍA ISABEL VIRGILI DE RODRÍGUEZ
Vice-Rectora Administrativa
Mg. Lic. GRACIELA MARÍA PINAL DE CID
Secretario General
Dr. GUSTAVO ADOLFO FIGUEROA JEREZ
3
4
Indice General
Fundamentación ........................................... 15
Objetivos ...................................................... 16
Metodología .................................................. 16
Criterios de Evaluación ................................. 17
Condiciones para Regularizar ....................... 17
Contenidos ................................................... 17
Bibliografía .................................................... 20
Unidad I Unidad IV
Unidad III
5
6
Curriculum Vitae
Datos Personales
Estudios Cursados
Secundarios
Universitarios
Otros Estudios
- Curso de "Historia del Noroeste Argentino". Dictado por el Lic. Armando Bazán.
Organizado por Universidad Católica de Salta, Fundación Banco del Noroeste,
Instituto Salteño de Cultura Hispánica. Desde el 27 al 28 de setiembre de 1990.
Carácter: Asistente.
7
- Jornadas Regionales "A quinientos años de la Conquista de América".
Organizadas por: Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos. Uni-
versidad Nacional de Tucumán. Facultad de Filosofía y Letras. Desde el 03 al 06
de octubre de 1990.
Carácter: Asistente.
8
Organizado por el Grupo de Estudios Socio-Demográficos (GREDES). Auspiciado
por el Ministerio de Educación de la Prov. de Salta. Desde 22 al 26 de agosto de
1995.
Con una duración de 30 hs. Cátedra y evaluación: Aprobado.
9
- Segundas Jornadas de Capacitación en Servicio en su Instancia 1ra. Organizadas
por la Secretaria de Planeamiento y Control de Calidad.
Los días 30 y 31 de Mayo de 1996. Liceo Cultural Docente.
10
Organizado por la Facultad de Humanidades de la Universidad. Nacional de Salta.
EL Centro Salteño de Investigación de la Cultura Arabe.
Durante los días 8 y 9 de Junio de 1998
Con una duración de 30 hs. cátedra
Carácter: Asistente
11
- Curso: "Una opción Educativa Inteligente: Construcción del 3er Ciclo de E.G.B. por
sus Actores"
Dictado por los Licenciados Marta Bruno, Eleonora Naranjo, Patricia Nallar, Ma-
ría Gambetta y Osvaldo García López.
Organizado por Universidad Católica de Salta. Red Federal de Formación Do-
cente Continua.
Desde el 7 de Abril al 10 de Junio de 2000
Con una duración de 80 Hs. reloj y evaluación
Carácter: Asistente Aprobado
Antecedentes Docentes
Secundarios
12
Terciarios
Universitarios
13
- Cargo: Auxiliar Docente
Cátedra: "Historia Universal Contemporánea" Anual
Desde el 10 de octubre de 1998 continuando hasta la fecha
Carrera: Licenciatura en Relaciones Internacionales
Antecedentes en Investigación
Secundarios
14
Carrera: Relaciones Internacionales
Curso: 2º Año
Materia: Historia Contemporánea de América
Profesor: Prof. Gustavo Alvarez
Año Académico: 2015
Fundamentación
Después de aquella aproximación a la Historia Contemporánea, el presente curso
espera poder profundizar sobre algunos problemas que se acercan especialmente a
lo que vivimos como sociedad. Señalamos ya como la historia ha sido presentada,
frecuentemente, como maestra de la vida o como "relato verdadero de los hechos
importantes del pasado". Sin embargo, juntos hemos reflexionado que la ciencia his-
tórica, tal como la concebimos hoy, es más que esto: su objetivo va más allá de la
reconstrucción de los hechos. El historiador, tal como lo afirma Marcello Carmagnani
en su Estado y Sociedad en América Latina, "sólo podrá considerar realizada la tarea
que le incumbe a condición, no tanto de dar una respuesta unívoca, cuanto de plan-
tear adecuadamente los diversos problemas, exponer sus contradicciones e indicar
las posibles alternativas de superación de las mismas".
Por esto abordaremos a lo largo del curso, junto a la información, que nos parece
indispensable para aproximarse a los temas, un conjunto de problemas, preguntas,
cuestiones y las respuestas que diferentes historiadores han dado a los mismos.
Sin embargo, existe un peligro en esta cercanía espacial y temporal, y es que esos
datos y recuerdos encuentran cargas altamente subjetivas, que en oportunidades se
asocian a prejuicios propios o heredados. Por esto será indispensable usar la infor-
mación y apelar a nuestra memoria, con una actitud crítica, abrirnos a los interrogantes
que se plantean sobre la historia; sabiendo que la realidad histórica y la ciencia que la
estudia son muy complejas y merecen una atención interrogativa.
15
Objetivos
- Caracterizar y explicar los procesos históricos desde la interrelación de lo econó-
mico, social, político, cultural en una América que se presenta como "compleja,
de amplitud geográfica y culturalmente diversa", con especifidades aunque
interconectada con los procesos mundiales.
- Apropiarse de conceptos que posibiliten la trasposición al análisis de otros proce-
sos.
- Desarrollar herramientas de análisis de diferentes fuentes de información y de
producción textual.
- Afianzar su habilidad en la exposición escrita u oral de temas y opiniones, y el
respeto a las diferencias en el debate.
- Desplegar una actitud crítica.
Metodología
El alumno deberá remitir al docente los trabajos prácticos que figuran en los módu-
los. La remisión se deberá hacer en fecha a publicarse en el foro y por mail a la
dirección electrónica que allí se consigne. La aprobación es una de las condiciones
para regularizar la materia
Los foros de debate son espacios en los que los alumnos y el docente podrán opinar e
intercambiar ideas acerca de los temas propuestos. Es condición indispensable de esta
16
participación la fundamentación de las opiniones. Los debates se extenderán a lo largo de
dos semanas; los temas y cronogramas serán publicados en el foro.
Criterios de Evaluación
La evaluación es entendida como un proceso continuo que involucra a los docen-
tes y a los alumnos por lo que se realizará un seguimiento del proceso de enseñanza-
aprendizaje, a través de los prácticos, la participación en los foros de debate, los
parciales y el examen final.
Para que cada una de estas actividades se encuentre aprobada el alumno deberá
mostrar que ha alcanzado las competencias que se están evaluando, es decir que
deben ser respondidas adecuadamente todas y cada una de las consignas propues-
tas en los prácticos, parciales y examen final.
Como así también participar activamente, con opiniones fundadas, en dos de los
tres foros de debate que se proponen para el presente año. La exigencia en torno a la
"fundamentación" apunta a que el alumno explicite las razones, las bases sobre las
que sostiene tal o cual opinión, principio básico de la construcción del conocimiento y
del debate fructífero.
- Tablón de anuncios.
- Foro de la materia.
- Cuadros de regularización publicados en la página web.
¡¡¡Manténgase atento!!!
Contenidos
Unidad 1: La historia de América Contemporánea: temas, problemas y abordajes.
América, Américas, Latinoamérica… Aproximaciones a una América Latina. Algunas
claves para empezar a abordar la Historia de Latinoamérica. Aproximación a una
periodización de la Historia de América.
17
2.1.- El orden neocolonial.
18
3.2.- Revolución social y reformas políticas en las primeras décadas del siglo XX.
19
Crisis del azúcar, agitación social y represión. La organización del movimien-
to 26 de julio y el inicio del proceso revolucionario. Los guerrilleros de la Sierra
Maestra y el triunfo de la revolución. Hacia la construcción del socialismo.
Bibliografía
Bibliografía Básica:
20
- Skidmore y Smith "¿Por qué América Latina?", en Historia contemporánea de
América Latina, Crítica, Barcelona, 1996, pp. 11 a 22
- _______ y ____ "La transformación de la América Contemporánea (1880-1990),
en Obra Citada, pp. 53 a 73.
- Dabène, Olivier. Capítulo 3 "La era del populismo", en Obra citada, pp. 73 a 106.
- ______, _____ Capítulo 4 "El seísmo de la revolución cubana", en Obra citada,
pp. 107 a 140.
- ______, _____ Capítulo 5 "Los años sombríos", en Obra citada, pp. 141 a 174.
- Halperín Donghi, Tulio. Sexta Parte "Crisis del orden neocolonial", en Obra citada.
- Skidmore y Smith. "Cuba", en Historia contemporánea de América Latina, Crítica,
Barcelona, 1996, pp. 280 a 311.
- _______ y _____ "Chile" en Obra citada, pp. 127 a 161.
- _______ y _____ "Argentina", en Obra citada, pp. 80 a 127.
- _______ y _____ "Brasil", en Obra citada, pp. 176 a 204.
- _______ y _____ "América Latina, Estados Unidos y el mundo", en Obra citada,
pp. 396 a 411.
21
- ______, ______ Capítulo 7 "Fin de siglo en América Latina…", en Obra citada,
pp. 211 a 250.
- Ezcurra, Ana María. ¿Qué es el Neoliberalismo? Evolución y límites de un mode-
lo excluyente, Lugar edit., Argentina, 1998.
Bibliografía ON LINE
Bibliografía Complementaria
22
- AA.VV. 1992. Identidad democrática y Poderes populares, CEIS-Universidad de
los Andes, Colombia.
- Aracil, Oliver y Segura 1997. El mundo actual, Universitat de Barcelona, España.
- Bethell, l. (Compilador) 1998. Historia de América, Tomos XI, XII y XIII, Cambridge-
Crítica, Barcelona.
- Carmagnani, Marcello 1984. Estado y sociedad en América Latina 1850-1930,
Crítica, Barcelona.
- Chevallier, Francois 1999. América Latina, FCE, México.
- Gaggero H., Garro A, Mantiñan S. Historia de América en los siglos XIX y XX,
Aique, Bs. As., 2001.
- Pla, Alberto 1971. América latina y Estados Unidos, CEAL, Buenos Aires
- ___, ______ (coordinador) 1974 Historia de América en el siglo XX, tomos 1 al 3,
Bs. As., CEAL.
- Rofman, A. y Romero, L. 1998. Sistema socioeconómico y estructura regional en
la Argentina, Amorrortu, Buenos Aires.
- Thorp, Rosemary 1998. Progreso, pobreza y exclusión, BID, Washington.
- Vitale, Luis 1992. Introducción a una Teoría de la Historia de América Latina,
Bs.As., Planeta.
Bibliografía ON LINE
MUY IMPORTANTE
23
24
Diagrama de Contenidos - Unidad I
La Historia de América
25
desarrollo
Indoamérica.
desigual
Indolatina.
combinado
América Latina articulado
específico-diferenciado
rasgos multilineal
Colonización española portuguesa. Génesis y desarrollo del capitalismo.
Su Parte de Occidente Países su o en vía de desarrollo. Dependencia.
Dependen del mercado mundial. Causalidad.
y del Tercer Mundo Países en menor o mayor grado Totalidad.
dentro de la esfera de EE.UU.
Sustrato heterogéneo de culturas.
originarias sobre esta base migrantes
provenientes de Europa.
26
Unidad I
1.- por un lado que para comprender estos procesos será necesario remontarnos
a las últimas décadas del siglo XIX, período en el que se consolida un orden
económico, social y político, cuyo estudio dará luz para entender los procesos
posteriores, inclusive algunos aspectos de nuestra realidad más contemporá-
nea.
2.- Por otro, si bien el recorte es continental, el interés de la asignatura está puesto
en América Latina y a partir de ella, sus proyecciones, relaciones y conflictos
con EE.UU. Esta opción, metodológica y didáctica, intenta cambiar la perspec-
tiva por la cual todo parece suceder en los países centrales, mientras que los
periféricos sólo reflejan los grandes acontecimientos de las potencias. Así la
historiografía tradicional, basada en la concepción unilineal de la historia y en el
modelo eurocéntrico de desarrollo, ha bloqueado el análisis de las
especificidades de América Latina.
1.- En este punto hemos seguido muchas de las reflexiones que realiza el historiador francés Alain
Rouquié, conocedor y estudioso de la realidad y de la historia latinoamericana, en su libro Extre-
mo Occidente.
27
La respuesta se podría orientar a señalar que se trata de un concepto cultural lo
que conduce a la conclusión de que "abarca las naciones americanas de cultura latina";
ahora bien, Canadá con Quebec, es tan latino como Puerto Rico, sin embargo, a nadie
se le ocurriría incluirlo en América Latina.
Sin embargo, más allá o más acá de estas diferencias y falta de vinculaciones, la
dirigencia de los países latinoamericanos orientarán fuertemente la economía, la po-
lítica, la cultura -a lo largo del siglo XX- a los países centrales (los europeos o EEUU).
28
Utilizaremos la expresión América latina, con conocimiento de causa, sabiendo de
sus límites conceptuales y sus ambigüedades, pero reconociendo por otro lado que
es una expresión generalizada y utilizada por los propios interesados ("nosotros los
latinoamericanos"). Por esto y para iniciarnos en la complejidad de abordar estos
procesos históricos nos pareció oportuno comenzar cuestionando el recorte mismo
de nuestro estudio.
A primera vista, nos encontramos con una América marcada por la colonización
española y portuguesa (francesa en el caso de Haití), que se define por contraste
con la América anglosajona. Por lo tanto hay en América latina, un predominio de las
lenguas española y portuguesa, a pesar de las culturas precolombinas y de las olea-
das migratorias de los siglos XIX y XX. Pero la exclusión de Canadá y el hecho de
que los organismos internacionales (BID, por ejemplo) incluyan entre los estados
latinoamericanos a Trinidad-Tobago, las Bahamas y Guyana, otorgan al perfil de esta
América una innegable coloración socioeconómica e incluso geopolítica.
Todas estas naciones, sin importar su PBI o sus diferencias, ocupan el mismo
lugar en la división global Norte-Sur, son países sub o en vías de desarrollo o de
industrialización, ninguno forma parte del centro desarrollado. Es decir, constituyen
la periferia, son países periféricos.
Tal vez se podría clasificar entre las naciones latinoamericanas a todos los países
del continente en vías de desarrollo, independientemente de su lengua y su cultura,
es igualmente cierto que en esta región la política predomina sobre la geografía.
Otro elemento reconocible y común a estas naciones es que sobre un substrato hete-
rogéneo de culturas originarias se instalaron y mixturaron en distintos grados,
migrantes provenientes de Europa (S. XV al XVII y fines del XIX y XX), además de la
migración forzada de África y Asia, que ha llevado a que los europeos, vean a esta América
Latina como una provincia alejada, pero siempre parte de la misma cultura. Así esta Améri-
ca aparece con frecuencia como una síntesis o yuxtaposición de los dos grandes rasgos
descriptos: ser parte de Occidente y del Tercer Mundo.
29
Sin embargo, todas estas aproximaciones, aunque reales adolecen de una deficien-
cia, miran a América desde los parámetros y las relaciones con los otros países. Luis
Vitale señala que el resultado de esta perspectiva es que no tenemos "una teoría de la
historia para estudiar las particularidades de América Latina y el Caribe: No he-
mos podido precisar los períodos de transición de nuestra historia, carecemos de
una teoría que explique la incidencia de la relación etnía-clase en nuestro
subcontinente indo-afro-latino, y menos aún de una teoría de la cuestión nacional
que se deduzca de las especificidades de la ruptura del nexo colonial … los mo-
dos de producción … la formación de las clases sociales … Carecemos de una
teoría que oriente la investigación acerca del papel del mito y de la religiosidad
popular…"2
Esto no implica descartar u omitir las teorías planteadas para y desde Europa o
EUA, se trata de incorporar sus contribuciones teóricas más relevantes, aplicándolas
de manera creadora a nuestra realidad; sólo debemos cuidar de no trasladar mecáni-
camente, y hasta a veces por la fuerza, los esquemas de aquellas historias al estudio
de la nuestra. José Luis Romero, historiador argentino y formador e inspirador de
muchos de los principales investigadores actuales, advirtió que "el esquema de las
corrientes ideológicas de Europa occidental no puede servirnos de modelo … quizás
ha sido Latinoamérica más original de lo que parecen a primera vista ciertos proce-
sos que, con demasiada frecuencia, consideramos como simples reflejos europeos"3.
Durante las primeras décadas del siglo XX, el pensamiento filosófico y científico
basado en la noción de progreso entró en crisis. Desde entonces comenzaron a ser
elaboradas y difundidas teorías científicas que sostienen que las acciones humanas
y sociales no pueden ser explicadas con los mismos métodos y conceptos que se
utilizan para explicar los fenómenos naturales, porque la realidad social tiene carac-
terísticas específicas que la diferencian de la realidad natural.
2.- Luis Vitale, Introducción a una Teoría de la Historia para América Latina, Planeta, Bs.As., 1992,
pp.11 y 12
3.- José Luis Romero, Latinoamérica, situaciones e ideologías, Ed. Del Candil, Bs.As., 1967, pp. 26
y 55. Citado por Luis Vitale, obra citada, p.15
30
tienen que explicar los motivos de las acciones humanas. Tienen que establecer
relaciones entre las acciones y determinar cuáles fueron las causas y cuáles fue-
ron los efectos o resultados.
Para alcanzar este fin, cada historiador utiliza distintas teorías que le proporcionan
hipótesis para explicar cómo se relacionaron todas las acciones realizadas por los
hombres en el pasado en todos los planos de la vida social -el económico, el social, el
político y el ideológicocultural- y cómo se relaciona el pasado con el presente.
Sin embargo, resulta necesario redefinir algunas categorías concretas para abor-
dar esa historia.
Por otra parte, las particularidades en las formas de producir y en las relacio-
nes sociales que se establecen a partir de una manera de producir. En este sentido, a
los diversos modos de producción de las comunidades prehispánicas se les impuso
31
(aunque sin desaparecer algunas de aquellas articulaciones), más que "un modo",
variadas relaciones de producción: que hacían uso de la mita minera, junto a la enco-
mienda y el salario, por lo que podría ser considerado un período de transición que
transcurre entre los siglos XVI y XIX.
¿Con qué categoría global de análisis hay que investigar nuestra particular trans-
formación histórica? ¿Cómo hacer frente a una América Latina que cambia a ritmos
diferentes, desde puntos distintos, para llegar a situaciones más o menos convergen-
tes o no? Luis Vitale, autor que guía muchas de estas reflexiones, propone la catego-
ría de desarrollo desigual, combinado, articulado, específico-diferenciado y
multilineal. Para entender el desarrollo desigual, podríamos hacer un paneo de los
distintos países latinoamericanos y su inserción en la economía capitalista, inclusive
si nos vamos a los tiempos prehispánicos, podremos observar la presencia de esta
desigualdad y multiplicidad de desarrollos.
Este desarrollo desigual adquiere diversas formas combinadas, que pueden com-
probarse en un recorrido por algunas de las principales ciudades de este subcontinente
en el que siguen existiendo miles de talleres artesanales, en los que podemos encon-
trar relaciones asimilables a las de maestro-aprendiz junto a fábricas con la más alta
tecnología y concentración obrera.
La idea de "continuidad histórica" de los sucesos que siguen unos a otros, de evolu-
ción, debe ser manejada teniendo siempre en cuenta la discontinuidad, la ruptura, y el
desarrollo desigual, articulado, combinado y específico-diferenciado; insistiendo más en
la unicidad contradictoria de los procesos concretos que en una continuidad supuesta-
mente lineal. Es decir, que los procesos son multilineales y esto es lo que hace a las
especificidades de las historias nacionales, regionales, de comunidades, etc.
32
de industrialización. El proceso de acumulación interna del capital en América latina
durante los siglos XIX y XX, fue también específico porque, paralelamente con la
expansión de la frontera interior (recordemos los procesos de expansión y ocupación
de la segunda mitad del siglo XIX y del XX, por ejemplo las campañas a la Patogonia
argentina y al Chaco), existió también el uso y abuso de mano de obra agrícola y
minera, por ese capitalismo primario exportador, que después apeló a la mano de
obra industrial. Si bien es cierto que muchas de las ganancias de esta forma de
capitalismo, fugaron al exterior, también es cierto que, aquellas que quedaron en los
países latinoamericanos, permitieron la conformación y/o consolidación de una clase
social, la burguesía criolla, que concentraba el poder económico, social y político.
Esta particular conformación de las clases sociales en América explica muchos de
los conflictos, alianzas, contradicciones, reacomodos de la historia interna de
Latinoamérica.
Otro concepto que se ha usado, y del que a veces se ha abusado, para tratar de
explicar la particularidad de América Latina, es el de dependencia. Muchas veces,
inclusive, se ha hablado de la teoría de la dependencia; sin embargo, más que una
teoría se trata de una categoría de análisis, que sirve para explicar el período latino-
americano que se inicia con la colonización -aunque se lo ha usado con mayor énfa-
sis para los procesos llamados neocoloniales (segunda mitad del siglo XIX y XX),
cuando se estableció una dependencia de tipo financiera y cultural-. Por la diversidad
de procesos que podrían ser abordados desde esta categoría es que resulta conve-
niente aplicarla teniendo en cuenta cada fase histórica, porque no es igual la depen-
dencia colonial de las metrópolis ibéricas, que la decimonónica británica o norteame-
ricana, que las actuales dependencias en un sistema global.
33
ciales, políticos y culturales puede aparecer no tan difícil en el papel, pero su
implementación es compleja a la hora a la hora de procesar la información. No se
trata, solamente, de analizar por separado cada uno de los aspectos de una sociedad
y luego establecer las correlaciones, sino de ver cómo esas manifestaciones son
expresión de la totalidad; cómo la economía condiciona pero, a su vez, es influida por
las políticas de los gobiernos; cómo estos y los Estados son expresión de la clase
dominante, pero en un momento del proceso adquieren una relativa autonomía; cómo
las diversas manifestaciones de la cultura no son fenómenos separados de la econo-
mía, las clases y la política, sino la expresión del conjunto social.
Hemos optado por una periodización que prioriza los cambios cualitativos de las
formaciones sociales, con sus formas de producir y de relacionarse y sus expresio-
nes de dependencia económica y política. Estimamos que este criterio es más ade-
cuado que la periodización por edades o por sistemas de gobiernos utilizada por los
historiadores tradicionales.
34
sociedad colonial en el siglo XVI desaparecieron los modos de vida de las múltiples comu-
nidades indígenas, o que ellas se extinguieron tras la arremetida estatal de fines del siglo
XIX; si esto fuera así resultarían incomprensibles el movimiento de Chiapas o los reclamos
de los Wichis del Chaco argentino o de los Mapuches de nuestra patagonia, por nombrar los
más conocidos y cercanos.
Reconociendo este límite, nos parece que la periodización nos permite ubicarnos
relativamente en el tiempo y referir con conceptos a aquellas formaciones sociales
que resultan dominantes y que en más de una oportunidad arremeterán, en la medi-
da de sus necesidades, contra las otras formas de organización social. No nos re-
montaremos a los tiempos de las primeras sociedades, porque el objeto de nuestra
materia es la Historia Contemporánea de América. Sin embargo, nos parece oportu-
no señalar que la historia de este continente no comienza con las independencias del
siglo XIX, ni con la colonización europea del XVI, debemos remontarnos más atrás, a
unos cincuenta mil años antes de Cristo, período para el que han sido fechado los
restos arqueológicos humanos más antiguos en América.
Es cierto que una etapa decisiva en la historia del continente se inicia con los
movimientos revolucionarios y las guerras de independencia, este proceso que rom-
perá el viejo vínculo colonial ha sido llamado por el historiados argentino Tulio Halperin
Donghi, como el de la larga espera (1825-1850). En 1825 terminaba la guerra de
independencia; dejaba en toda la América española un legado nada liviano: crisis de
las estructuras coloniales. Los datos de la realidad hispanoamericana y los de la
economía metropolitana (España, Francia, Inglaterra) coinciden en provocar una es-
tabilidad en la penuria, muy distinta de las renovaciones esperadas por los revolucio-
narios de 1810. Entre los cambios traídos por la independencia es fácil sobre todo
advertir, para este período:
A mediados del siglo XIX, podemos señalar, con los límites que los cortes implican
y que apuntamos arriba, un nuevo período, el de surgimiento del orden neocolonial
(1850-1880). La conquista de la estabilidad se ha logrado sólo en los espacios antes
considerados periféricos del antiguo imperio español y en Brasil, estos rasgos positi-
vos no autorizaban a esperar una consolidación rápida de un nuevo orden latinoameri-
35
cano. Este se estableció cuando comenzó a consolidarse una nueva relación económi-
ca entre los centros industriales europeos, principalmente Inglaterra, y las sociedades
latinoamericanas.
La década del 80, inicia lo que Halperín llamó la madurez del orden neocolonial
(1880-1930), en el que se da la enajenación de gran parte de las riquezas nacionales
y de la soberanía. A esta etapa corresponderá una creciente presencia norteamerica-
na en las relaciones comerciales con América Latina, en sus decisiones políticas y
territoriales; y una dependencia que además de mercantil es financiera y servirá de
punto de partida para un esbozo de dependencia política y militar.
Mil novecientos treinta, la gran depresión, reveló la fragilidad del orden mundial al
que Latinoamérica había buscado incorporarse. De allí e adelante asistimos a la cri-
sis del orden neocolonial (1930-1970), la catástrofe coyuntural del 29 dejó en he-
rencia cambios que, si bien a corto plazo no fueron dimensionados por los efectos de
la guerra mundial, a la larga serían muy profundos.
Es a partir de las crisis de las décadas del 70 y 80 que los latinoamericanos reco-
nocemos que participamos en un nuevo orden internacional, en el que las econo-
mía no se dividen, desde la caída del muro de Berlín, entre capitalistas y comunistas,
sino entre sociedades ricas y pobres, una nueva división entre norte y sur.
Esta breve periodización guiará muchos de los contenidos que ustedes trabajarán
a lo largo del año, y seguramente las lecturas y experiencias personales enriquece-
rán estos escuetos rótulos que intentan dar sentido a una historia que, como lo seña-
lamos, es compleja y multidimensional.
36
Actividad Nº 1
Con esta propuesta iniciamos una serie de trabajos prácticos que incluirán una
variada gama de textualidades, entre las que incluimos, como en este caso, la cine-
matografía. En todos los casos en los que trabajemos con películas deberá elaborar
una ficha que incluya en forma completa los datos del filme.
En este caso la película con la que debe trabajar es La casa de los espíritus,
basada en la novela de la escritora chilena Isabel Allende, si bien no se trata de una
novela histórica, el relato de Allende en el que el mundo real-maravilloso es omnipre-
sente, toma un eje temporal por el que transcurre y sus referencias a la situación
económica, social, política e ideológica de Chile, pueden proyectarse a la historia de
Latinoamérica en su conjunto.
Año:
Director:
37
38
Diagrama de Contenidos - Unidad II
El surgimiento de un nuevo orden colonial en América Latina
39
en Europa Occ. libre contratación de mano productos minerales
Se centraliza la autoridad
de obra
establece relación con Formas de organización de política y luego se fragmenta
La división internacional de la producción económica
América Latina trabajo y la incorporación de Se forman grupos dirigentes
aumentó demandas de la sociedad latinoamericanas De control Nacional de amplitud nacional
materias primas al mercado capitalista Enclaves productivas
se realizó inversiones de internacional.
capital Se produce Características
reestructura su economía como resultado liberalismo conservado
Siglo XIX
orden neocolonial
especializaciones produc- profunda diferenciación social ingresos fiscales
Los requerimientos tiva territoriales
dominación oligárquica
metropolitanos demandan producción de manufactu- expansión imperialista corrupción
ras industriales de EE.UU. en América Latina
inversión de capital creación de nuevas tecno-
disponibilidad de tierras logías
mano de obra acumulación del capital
40
Unidad II
Después de haber visto o leído La casa de los espíritus, muchas de las cosas que
leerán a continuación los remontarán a momentos de esa obra o de tantas otras que
en América han sabido mostrar la vida de los hombres mujeres y niños de este
subcontinente. La historia con un discurso menos agraciado y con el objetivo de tratar
de explicar esos modos de vivir en sociedad les dará la oportunidad de hacerse de un
conjunto de herramientas para abordar tanto la lectura del pasado, como la de nues-
tro presente. Muchos de los conceptos y procesos presentes en este módulo y co-
rrespondientes a las unidades 2 y 3 del programa de la materia, siguen y sintetizan
los contenidos de la bibliografía básica de la cátedra, por lo que resulta una tarea
imprescindible de Ustedes, acercarse a esos autores para complementar lo que se
expresa en estas páginas.
Durante la primera mitad del siglo XIX, la crisis del dominio colonial y las guerras
de independencia produjeron la desorganización del orden económico colonial, ba-
sado en el monopolio de España y Portugal, a este período se lo llamó el de la larga
espera. Etapa de transición entre un modo de vida de antiguo régimen y una nueva
sociedad a la que algunos, y sólo algunos, imaginaban libre e igualitaria.
Por eso, cuando estos grupos controlaron los gobiernos de los nuevos países lati-
noamericanos, levantaron todas las restricciones al comercio con el exterior que exis-
tían en el antiguo sistema económico de dependencia colonial. Confiaban en que
asegurando el librecambio (como lo aconsejaba Inglaterra a los gobernantes de las
sociedades periféricas), los capitalistas ingleses invertirían para desarrollar nuevas
industrias.
Pero durante la primera mitad de del siglo XIX, ni Inglaterra ni otras sociedades
industriales europeas realizaron inversiones importantes de capital en América Lati-
na. El mercado latinoamericano solo les interesaba para colocar el excedente de su
producción industrial. Para los latinoamericanos comenzó una larga espera.
41
naturales y de la mano de obra del sector productivo y el capital inglés controla los
sectores mencionados, con una importante rentabilidad de su capital y sin entrar en
conflicto la oligarquía.
Hacia mediados del siglo XIX, comenzó a consolidarse una nueva relación econó-
mica con Inglaterra y otros centros industriales europeos y las sociedades latinoame-
ricanas.
- inversiones de capital
- disponibilidad de tierras y
- de mano de obra.
42
Los nuevos países tenían que ofrecer garantías para atraer capitales externos, que
necesitaban un mercado de tierras y de mano de obra libres. Con el propósito de
impulsar cambios, los gobiernos locales impusieron una serie de reformas institucio-
nales conocidas como "reformas liberales".
Sentar las bases legales que garantizarían el libre acceso a los capitales
tanto locales como extranjero, a la compra de tierras, suelo y subsuelo y a
la libre contratación de mano de obra.
Con las reformas liberales, los nuevos gobiernos latinoamericanos expropiaron las
tierras a la Iglesia y a las comunidades indígenas, y avanzaron sobre las tierras públi-
cas, por ejemplo los ejidos municipales que fueron vendidos a particulares a precios
muy bajos.
El avance sobre las comunidades indígenas despojó de sus tierras a los descen-
dientes de los aborígenes conquistados por los europeos. Después de expulsados
de sus tierras, y sin recursos, quedaron disponibles para ser empleados como mano
de obra, ya que sus posibilidades de trabajar se redujeron al ámbito de las haciendas o
43
a los nuevos centros mineros. Sin embargo, este proceso no constituyó un mercado de
mano de obra asalariada. Las condiciones de contratación que los nuevos propietarios
establecieron reforzaron los mecanismos de explotación de la mano de obra indígena
heredados de la etapa colonial y basados en relaciones de tipo servil.
En conclusión:
Los centros industriales; Inglaterra, Francia, Alemania y los EE.UU. Más tarde fue-
ron profundizando su especialización en la producción de manufacturas industriales,
en la creación de nuevas tecnologías y en la acumulación de capital. Mientras que los
países no industrializados se fueron especializando en la producción de materias pri-
mas y alimentos que los centros industriales requerían.
44
Con este propósito, los países no industrializados reorganizaron sus economías en
función de las necesidades de los centros capitalistas. Aprovechando sus "ventajas
comparativas y competitivas" es decir que, cada país se especializó en la producción
de aquellos productos, que como consecuencia de sus condiciones naturales de su
territorio podía producir alguna ventaja, que se manifestaba en la calidad y/o en el
precio de venta en el mercado internacional frente a otros países que no contaban
con esas mismas condiciones naturales.
Los grupos sociales ligados a este nuevo sector productivo exportador fueron:
45
sectores de la economía que no lograron incorporarse directamente al mercado
internacional.
46
Economías Clima Países Características
47
Como resultado de la reorganización de los sistemas productivos, en cada sociedad
latinoamericana se produjo una gran expansión de la producción para el comercio de
exportación, en torno a un conjunto de los llamados booms productivos.
Esto dio lugar a la aparición de dos formas diferentes de organizar las produccio-
nes económicas destinadas a la exportación:
48
producción hasta los puertos de embarque. Este crecimiento y diversificación de la
economía a su vez generó una mayor circulación y distribución de los ingresos
provenientes de las exportaciones mediante la creación de nuevos empleos.
- Los enclaves productivos: allí donde los capitalistas locales no contaban con
los recursos necesarios para responder a las demandas del mercado internacio-
nal, los capitalistas extranjeros decidieron invertir directamente para poner en
marcha las producciones que les interesaban. Existían diferentes motivos por los
cuales les resultaba más conveniente producir en los países periféricos las mate-
rias primas que necesitaban: a veces porque en su país de origen carecían de
esos recursos, o porque era más barato producirlos en los países periféricos. En
ellos los capitalistas locales no lograron controlar el sector productivo exportador:
las empresas extranjeras localizadas en los países centrales controlaron en for-
ma directa la producción, o extracción del recurso hasta el transporte de los pro-
ductos a los puertos locales o ferrocarriles propios y también su traslado a los
centros capitalistas en barcos de su propiedad. Este tipo de organización econó-
mica se denominó enclave porque se trataba de un espacio económico comple-
tamente cerrado, controlado por los capitalistas extranjeros en el interior del terri-
torio de una sociedad periférica. Aunque los capitalistas extranjeros debían pa-
gar impuestos al Estado nacional en que se encontraba localizado, la mayor par-
te de las ganancias que obtenían eran acumuladas en las casas matrices con
sede en los países centrales. Este tipo de economías generaron una limitada
distribución y circulación del ingreso, proveniente de las exportaciones en el inte-
rior de las sociedades latinoamericanas. Se pueden distinguir, los enclaves mine-
ros ubicado en los países de la costa del Pacífico, el cobre de Chile y el estaño en
Bolivia. Y el enclave de plantación, productoras de frutas en los países centro-
americanos.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, las economías de control nacional más
importantes fueron las de Argentina y Brasil, este último país recibió como herencia
colonia luna agricultura con mano de obra esclava. A principios del siglo XIX las
exportaciones de algodón dejaron de ser competitivas y el café se convirtió en el
nuevo producto de exportación. En menos de tres décadas el café se convirtió en el
principal producto de exportación.
Esta actividad con mano de obra esclava se desarrolló en Río de Janeiro y el sur
de Minas Gerais. Entre 1800 y 1850 fueron importados más de 1 millón de esclavos
como mano de obra a los fundos azucareros del nordeste y a los fundos cafetaleros
en expansión en las cercanías de Río de Janeiro. A partir de 1850 debido a la presión
británica el gobierno brasileño fue obligado a establecer regulaciones contra el tráfico
de esclavos, aunque la abolición definitiva se materializó en la década de 1890.
49
te de origen italiano y portugués que reemplazaron a los esclavos. Estos inmigrantes
fueron incluidos como aparceros en las plantaciones de café.
Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina pasaron por diversos perío-
dos que podemos seguir a través de las vías diplomáticas o a partir de las relaciones
políticas y militares en sí mismas:
50
- Cuando se produce la lucha por la independencia de las colonias españolas en
América (1810-1824), la primera actitud de los EUA es de no intervención.
- Posteriormente (1823), con Monroe, se inaugura el período de "América para los
americanos", que será la primera toma de posición clara y ostensible, oficial, y
que se supone sigue nutriendo actualmente la política exterior de ese país.
- En la década de 1970 el departamento de Estado en una Declaración oficial sos-
tuvo que hay una línea continua, entre aquella doctrina Monroe del siglo XIX y la
posición de Kennedy.
En realidad, hacia fines del siglo XIX, con la aparición del imperialismo, no sólo se
transforma la política internacional en general, sino específicamente la política norte-
americana. Ha cambiado la estructura interna del funcionamiento de las metrópolis
capitalistas, y ese cambio interno se corresponde con un cambio en la política inter-
nacional. A partir de aquí, EUA realiza una definida política imperialista, y el llamado
"Corolario Roosevelt" (de los años 1903-1904) lo expresa acabadamente: la política
agresiva del nuevo imperialismo se llamará "la política del garrote" o "big stick".
No obstante que esta política seguirá teniendo vigencia a lo largo del siglo XX, los
sucesos internacionales harán que la misma se adecue a un conjunto de circunstan-
cias. Por ejemplo, con la crisis del 29 surge la necesidad de una nueva actitud, y ella
se llamará "El nuevo Trato" (el New Deal) de Franklin D. Roosevelt, y después de la
segunda guerra mundial, la guerra fría primero y luego la revolución cubana somete-
rán a pruebas de fuego a toda la política exterior norteamericana, con lo que oscilará
entre el viejo "garrote" (por ejemplo invasión a la República Dominicana o derroca-
miento de Arbenz) hasta una especie de nuevo New Deal (algunos ejemplos serán la
Alianza para el progreso o el ALCA).
51
La agresiva política exterior seguida por el gobierno estadounidense y más aún a
partir de 1904, con la llegada a la presidencia de T. Roosevelt por primera vez, éste
implementó un tipo de relaciones con los latinoamericanos conocida como "big stick",
es decir, del "garrotazo", que significó una reinterpretación de la doctrina Monroe
como la afirmación del derecho de intervenir en la política interna de los países de
América Latina.
Luego de la firma del tratado "Hay-Bunau Varilla", los EE.UU. obtuvieron el dere-
cho de libre disposición de la franja de tierra panameña a ambos lados del canal, que
se inauguró en 1914. El control del canal facilitó a los norteamericanos, extender su
influencia en la región y consolidar su hegemonía naval en el Atlántico y en el Pacífi-
co.
A fines del siglo XIX, la competencia imperialista entre las potencias europeas se
había profundizado, Africa ya había sido repartida y Asia era el próximo objetivo.
52
fuera necesario para el mantenimiento de un gobierno estable y asegurar el "trato justo
y equitativo" con los extranjeros que residían en la isla. Los principios de la "Enmienda
Platt" fueron la base de las intervenciones militares y políticas desplegadas por los
EE.UU. para las sucesivas intervenciones en América Central y el Caribe.
Para las ex colonias españolas, la independencia y las guerras que fueron necesa-
rias para asegurarla significaron la destrucción del orden administrativo, económico y
político impuesto por el dominio colonial. A partir de la desaparición de las institucio-
nes del Estado colonial y de la destitución de los funcionarios que ejercían la autori-
dad en representación de la Corona española, las sociedades de los nuevos países
latinoamericanos sufrieron un proceso de fragmentación expresado en el plano terri-
torial y en todos los planos de la vida social. Aunque, en este último aspecto y en el de
las representaciones mentales, los tiempos de los cambios deben medirse en una
duración más extensa que las propias de los cambios político-administrativos.
Desde el punto de vista territorial, los límites de las antiguas unidades administra-
tivas coloniales estallaron y los virreynatos y capitanías se dividieron en distintos
países.
Las dificultades para llevar adelante el proceso de formación del estado estuvieron
vinculadas, aunque no exclusivamente, al proceso de militarización experimentado
con las luchas por la independencia y con las relaciones económicas y sociales que
en ellas se desarrollaron durante el periodo de la "larga espera", de un orden econó-
mico nuevo liderado por Inglaterra.
53
a.- La centralización de la autoridad política como
condición para la constitución de un Estado
Esta definición del concepto de Estado podría explicar porque a pesar de la san-
ción de Constituciones nacionales que establecían un gobierno centralizado, las ins-
tituciones emanadas del mismo carecían de legitimidad y por lo tanto no fueron obe-
decidas por sectores mayoritarios de la población.
Las dificultades para centralizar la autoridad política en las nuevas repúblicas lati-
noamericanas se relacionaban con las características de las relaciones económicas
y sociales desarrolladas a partir de la ruptura del orden colonial. La disolución de las
instituciones coloniales, la violencia provocada por las guerras y el establecimiento
del librecambio desorganizaron los circuitos comerciales tradicionales y afectaron el
poder económico y político de los grupos de comerciantes y hacendados que contro-
laban esos circuitos. Desde entonces en las repúblicas latinoamericanas, la mayor
parte de las producciones estuvieron destinadas a la autosubsistencia o al abasteci-
miento de mercados regionales. La organización de mercados regionales controla-
dos por grupos de comerciantes y terratenientes que también ejercían el poder políti-
co sobre esos territorios, obstaculizaron la centralización de la autoridad.
54
Durante el siglo XIX, algunos de estos grupos que en general contaban con el apoyo
de militares intentaron ejercer el gobierno central con el objeto de utilizar las institucio-
nes estatales a su favor, e imponer su dominio sobre el conjunto de la población. Pero
estas pretensiones no tuvieron éxito porque en el interior de cada país, otros grupos
que controlaban porciones de territorio y dominaban a la población de los mismos y que
contaban con armas se negaron a obedecerlos y resistieron militarmente los intentos
de subordinación. Este proceso se sucedía permanentemente. Estos enfrentamientos
fueron más graves en países con gran extensión territorial y mayor diversificación
productiva, en los cuales, había también grupos de comerciantes localizados en distin-
tos puntos del país, cada uno de los cuales controlaba el comercio con Gran Bretaña.
En estas sociedades, las oligarquías regionales que controlaban distintas zonas del
territorio se opusieron tenazmente, durante décadas, a la centralización de la autoridad
política y defendieron, incluso, la existencia de aduanas interiores.
55
d.- El liberalismo conservador de los grupos dirigentes latinoamericanos
Con el objetivo de poner en práctica estas ideas se enfrentaron con los grupos más
tradicionales y sus aliados militares interesados en conservar el poder económico y
social que les favorecía y les daba el monopolio político. Pero a pesar del éxito de los
liberales sobre los conservadores en algunos países las "reformas liberales"
implementadas generaron un efecto distinto al buscado. En algunas regiones de Amé-
rica, la división no es tan tajante, y las opciones ideológicas estuvieron relacionadas,
fundamentalmente, a los recambios de poder y a la capacidad para contener las
masas movilizadas, aspecto éste que tanto liberales como conservadores, observa-
ban con temor.
Poco a poco los hacendados más poderosos visualizaron las ventajas del nuevo
orden y se adhirieron a él. Pero al mismo tiempo, limitaron los derechos de la mayoría
de la población a través de la restricción del sufragio, el fraude electoral y en ocasio-
nes también por medio del autoritarismo político e incluso del terror. Las oligarquías
justificaron su accionar, proclamando la necesidad de esas limitaciones para garanti-
zar la consolidación del "orden liberal". Este liberalismo conservador se convirtió en la
56
base ideológica de los grupos dirigentes que centralizaron definitivamente la autoridad
política organizando los Estados nacionales modernos.
57
terratenientes y los comerciantes que actuaban como consignatarios nacionales de la
exportación del guano, que era vendido en los mercados europeos por casas comer-
ciales inglesas. Los consignatarios estaban obligados a pagar al Estado nacional los
derechos de exportación pero organizaron su propia quiebra y no pagaron esos im-
puestos. Sin ingresos fiscales, nuevamente el Estado se vió obligado a pedir présta-
mos a particulares ricos (los mismos que se habían declarado insolventes) que, ade-
más, le impusieron condiciones usurarias.
Durante el último cuarto del siglo XIX, los grupos oligárquicos que controlaron el
sector productivo exportador, después de la centralización política y de haber esta-
blecido alianzas con las oligarquías del "sector tradicional" de la economía, asumie-
ron el control del Estado nacional e impusieron un sistema de gobierno que restringía
fuertemente la participación política de la gran mayoría de la población. Estos Esta-
dos nacionales "oligárquicos" cumplieron un papel central en el desarrollo de la orga-
nización capitalista de las economías latinoamericanas. La escasa difusión de rela-
ciones salariales capitalistas determinó que la autoridad del patrón sobre sus trabaja-
dores tuviera bases políticas e ideológicas antes que económicas. A través de la
fuerza o de la amenaza del uso de la misma, los Estados oligárquicos garantizaron la
reproducción de ciertas relaciones sociales en las cuales las clases subalternas no
habían entrado voluntariamente o de las que no podían escapar.
58
Actividad Nº 2
59
60
Diagrama de Contenidos - Unidad III
La madurez del Orden Colonial (1880-1930)
Economías y Sociedades
Latinoamericanas: Cambios y continuidad
Nuevo rol de EE.UU. y su Expansión Económica
Corrientes Ideológicas
relación con América Latina y diversificación social
Fase de expansión
de la Exportaciones Aumenta las inversiones y Consecuencia del desarrollo Socialismo
el comercio en el Siglo XX económico surgen: Anarquismo
trajo cambios
importantes a la sociedad Aduanas y ferrocarriles en clase media, trabajadores, Revolución Social y
Latinoamérica, garantías de asalariados, obreros Reformas Políticas Siglo XX
los pagos de la deuda
Gran Bretaña: desorganización
La formación de la clase obrera
del sistema internacional Política del "Gran Garrote"
61
de comercio y pagos
Argentina Chile La construcción de
Panamericanismo las Naciones
En 1914 la I Guerra Mundial Trabajadores urbanos
Subordinación de índigenas
Mantiene el liberalismo económico "América para los americanos" mayor participación en y africanos
la distribución por las riquezas Base ideológica
G.B. deja de ser el único país Agotamiento de la economía Ampliación de la ciudadanía
exportadora de bienes primarios La Revolución campesina
El movimiento obrero
industrializado exportador de
Ocurre después de la I Guerra Mundial en América Latina
manufactura
Zapata Sandino
Economías Primaria Crisis de 1930 Se organizó bajo la forma
Exportadoras en América Latina del mutualismo
Cae la demanda de bienes base de los sindicatos
Se produjo falta de demandas
primarios y precios
Caída del ingreso
No se puede pagar la deuda lucha por
Reducción de importaciones
Emisión de papel moneda
Demandas de productos estratégicos
Sustitución de importaciones salario condiciones de trabajo
62
Unidad III
En la segunda mitad del siglo XIX, después de "una larga espera", las sociedades
latinoamericanas se incorporaron al mercado capitalista mundial según la división del
trabajo establecida por los países industrializados. Ante los nuevos requerimientos
de los centros industriales de materias primas y alimentos, los países latinoamerica-
nos reorganizaron sus economías, poniendo en marcha las producciones demanda-
das y experimentaron un rápido y sostenido crecimiento económico basado en la
exportación de bienes primarios. Este espectacular crecimiento del sector primario
de las economías latinoamericanas originó importantes cambios en la organización
tradicional de las sociedades. Al mismo tiempo, las nuevas actividades económicas
generaron la diferenciación de nuevos grupos sociales llamados "sectores medios
urbanos" y los obreros y trabajadores urbanos, y también se profundizaron las distan-
cias entre los campesinos y los terratenientes que producían para el mercado interno
o la autosubsistencia, y aquellos vinculados con la producción para la exportación.
63
La adopción del patrón oro en las transacciones comerciales reflejaba la hegemo-
nía británica.
Desde 1910, por una tendencia al deterioro de los precios relativos de los produc-
tos primarios, el avance tecnológico había permitido sustituir progresivamente pro-
ductos de origen natural por insumos elaborados por la industria. Estos fueron los
casos del caucho brasileño, el salitre chileno y las fibras vegetales utilizadas por la
industria textil, que fueron reemplazados por los nitratos y las fibras textiles sintéti-
cos. Como las sociedades latinoamericanas habían especializado sus estructuras
productivas en la producción de bienes primarios, no podían reemplazarlas en el
corto plazo, ni podían reorientarlas. Es por ello que las mantuvieron aunque ya no
fueran tan rentables.
provocó
64
d.- Las demandas de productos "estratégicos"
e.- El nuevo rol de los Estados Unidos y su relación con América Latina
Ya a principios del siglo XX Estados Unidos comenzó a jugar un papal cada vez
más importante en la economía internacional. Su ascenso se manifestó en primer
lugar, en un aumento de las inversiones y del comercio en y algunos países latinoa-
mericanos.
En 1913, México y los países de América Central y del Caribe hispánico, Venezue-
la, Colombia, Ecuador y Perú importaban más productos de Estados Unidos que de
Gran Bretaña. Simultáneamente recibían más inversiones, sobre todo en las minas y
los ferrocarriles mexicanos, el cobre peruano, los nitratos chilenos, los plátanos co-
lombianos y el azúcar cubano.
Con la Primera Guerra Mundial se generaron condiciones favorables para una mayor
penetración económica estadounidense en la región. Las inversiones de capital ex-
tranjero desde Europa cesaron y los capitales de EE.UU., neutrales hasta 1917, au-
mentaron sus inversiones directas en América Latina orientadas a la producción de
materias primas estratégicas, también la banca estadounidense comenzó a estable-
cerse. Los Estados Unidos se convirtió en el principal mercado para los países lati-
noamericanos.
65
como principal centro financiero internacional siendo el mayor receptor de la demanda
latinoamericana de capitales.
f.- El Panamericanismo
Durante los últimos años del siglo XIX, y los primeros del XX, al mismo tiempo que
los Estados Unidos aplicaban la política del "gran garrote", algunos dirigentes políti-
cos de ese país estaban interesados en institucionalizar las relaciones con América
Latina.
66
g.- El agotamiento del crecimiento económico
basado en las exportaciones de bienes primarios
Además, en mayor o menor medida, hacia 1920, todas las economías exportadoras
de bienes primarios, experimentaron dificultades relacionadas con el agotamiento de
las tierras en producción, la imposibilidad de incorporar nuevas tierras y/o de realizar
inversiones en tecnología, y en algunos casos, por la imposibilidad de contar con la
mano de obra necesaria.
67
Sin ingresos propios suficientes como para hacer frente al pago de los intereses de
la deuda, y sin posibilidades de obtener nuevos préstamos de capital, como conse-
cuencia de la depresión económica mundial, los Estados latinoamericanos se vieron
obligados a intervenir en la economía con el fin de generar los recursos necesarios
para equilibrar la balanza de pagos.
Además de las políticas para estabilizar las economías de sus países en el corto
plazo, los gobiernos latinoamericanos también adoptaron otras que tuvieron conse-
cuencias a largo plazo. Con el objeto de reducir el déficit de la balanza comercial se
intentó establecer acuerdos con los países centrales para restablecer sus exportacio-
nes tradicionales. Pero al mismo tiempo, impulsaron la producción de algunas manu-
facturas industriales que se importaban hasta ese momento. A este proceso se lo
68
denominó "sustitución de importaciones", que tuvo dos variantes según el tipo de acti-
vidades económicas que, en cada país, fue necesario desarrollar para sustituir produc-
tos de los rubros de mayor peso en las importaciones.
En los países con "economías de enclave", en los cuales las empresas extranjeras
controlaban el proceso de producción, comercialización y transporte de los bienes
exportables, la distribución del ingreso proveniente de las exportaciones hacia el inte-
rior de la sociedad fue mínima. Por esta razón, el desarrollo de otras actividades
económicas y la diversificación social fueron menores. En estas sociedades se dife-
renciaron los obreros del enclave minero o de plantación y algunos sectores urbanos
ligados a la administración pública.
69
k.- La formación de la Clase Obrera en América Latina
Durante las última décadas del siglo XIX y las primeras del XX la clase obrera en
América Latina se conformó a partir de dos tipos de procesos diferentes.
70
- los trabajadores del rubro de la alimentación, como los panaderos;
- los del ramo del vestir -sastres, zapateros y sombrereros-;
- los obreros de la construcción;
- los tipógrafos e imprenteros;
- los fabricantes del vidrio, de muebles y de carpintería metálica.
No todos los trabajadores que ejercían estos oficios eran artesanos independien-
tes. A principios del siglo XX, muchos de ellos eran empleados de pequeños talleres
y recibían un salario a cambio de su trabajo. En muchas sociedades latinoamerica-
nas, la creciente capacidad para adquirir productos importados de una gran parte de
la población urbana relegó a los oficios, a un lugar de poco peso en el conjunto de la
economía de los distintos países. Sin embargo, pese a su heterogeneidad y la disper-
sión en que se encontraban, los artesanos de los pequeños talleres tuvieron un papel
significativo, en los inicios de la mayoría de los movimientos obreros latinoamerica-
nos.
Desde las últimas décadas del siglo XIX, en México y Perú, entre los trabajadores
no vinculados con el sector exportador comenzaron a diferenciarse los obreros em-
pleados en fábricas mecanizadas dedicadas a la industria textil.
En las postrimerías del siglo XIX y principios del siglo XX, comenzaron a desarro-
llarse en todos los países latinoamericanos organizaciones obreras. En la Argentina,
Chile, Brasil y México se desarrollaron movimientos obreros fuertes. En América Central
y el Caribe y en el norte de América del sur, los movimientos de trabajadores fueron,
en cambio, más débiles.
Los miembros de las mutualidades eran, por lo general, artesanos que buscaban,
un seguro contra la enfermedad o la muerte que dejaría en la miseria a sus familiares.
Estas organizaciones no desarrollaron luchas reivindicativas.
Hacia finales del siglo XIX, en correspondencia con la expansión de relaciones de pro-
ducción capitalistas, diversos gremios de trabajadores comenzaron a organizar sociedades
de resistencia. A medida que el número de los artesanos independientes fue disminuyendo
y aumentó el número de los obreros asalariados, la lucha permanente por el salario y las
condiciones de trabajo resultaron más apremiantes que la seguridad social. Estas nuevas
asociaciones nuclearon a trabajadores de un mismo oficio, generalmente sin distinción de
nacionalidades, y fueron la base de los sindicatos modernos.
71
Los mayores niveles de movilización obrera se registraron durante las épocas de expan-
sión de las economías primario-exportadoras. Durante esos periodos, los trabajadores
organizaban y sostenían largas huelgas en procura de mejoras materiales. Las huelgas se
constituyeron en un eficaz elemento de lucha para los trabajadores. Al principio tuvieron un
carácter más defensivo que reivindicativo contra las reducciones salariales y el incremento
de horas de trabajo. Con el tiempo y a medida que las organizaciones obreras tuvieron más
fuerza, las huelgas se realizaron para demandar mejoras salariales, reducción de la jornada
de trabajo y el reconocimiento de los sindicatos.
Durante las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX en la Argentina, Brasil,
Uruguay y México, los anarquistas llegaron a influir mucho sobre gran parte de los
sectores populares. Impulsaban la acción directa como elemento central de la lucha
de los trabajadores y esperaban destruir el orden existente mediante una "huelga
general revolucionaria".
Desde principios de este siglo fue cada vez mayor la influencia del "sindicalismo
revolucionario" sobre el movimiento obrero latinoamericano. Inspirado en el modelo
de la Confederación General del Trabajo francesa, esta corriente ideológica organizativa
desplazó el predominio anarquista en la Argentina e impulsó la organización de la
primera Confederación del Trabajo Región Mexicana. Los sindicalistas revolucionarios
72
o anarcosindicalistas compartían con los anarquistas el concepto de acción directa y la
oposición a la participación política de los obreros pero, además, sostenían la necesi-
dad de la organización sindical y la realización de huelgas para obtener aumentos
salariales y mejores condiciones de trabajo en forma inmediata.
Durante las primeras décadas del siglo XX, también hizo sentir su influencia el
movimiento socialista que alcanzó un gran desarrollo en Chile, Argentina y Uruguay.
Los socialistas proponían la organización de partidos políticos obreros, la participa-
ción de los trabajadores en las elecciones y la lucha política con el objetivo de au-
mentar el número de representantes de los intereses de los obreros en el parlamento
y obtener leyes que protegieran sus derechos. En Chile el Partido Obrero Socialista
se convirtió en partido de masas. En Argentina, en cambio, el Partido Socialista nun-
ca pudo influir decisivamente sobre el movimiento obrero.
Durante las últimas décadas del siglo XIX, concluidos los procesos de centraliza-
ción de la autoridad política y de constitución de Estados nacionales modernos, en
cada sociedad latinoamericana los grupos oligárquicos impusieron un régimen de
gobierno que expresó su dominación sobre el conjunto de la población.
Sin embargo, durante varias décadas, en los hechos, los grupos oligárquicos en el
gobierno:
73
Por estas características, estos regímenes de gobierno también han sido denomina-
dos "de democracias restringida o limitada".
Durante la última década del siglo XIX y la primera del XX, en varios países del
continente, el sistema político de dominación oligárquica entró en crisis. Los nuevos
grupos sociales surgidos como resultado del proceso de diversificación social, que
originó la fase de expansión de las exportaciones, comenzaron a reclamar a los gru-
pos oligárquicos el reconocimiento de sus derechos económicos y sociales y a exigir
participación en el gobierno.
En la Argentina, Uruguay, Chile, Perú y México las clases medias, los trabajadores
urbanos y los obreros de los enclaves, según los países, protagonizaron -en algunos
casos, apoyados por sectores de la elite oligárquica e intelectuales-, importantes lu-
chas que transformaron profundamente el escenario político latinoamericano. Tam-
bién las guerras que sostuvieron varios países del continente y las intervenciones
extranjeras, tuvieron efectos que desestabilizaron el orden político establecido con
anterioridad al desarrollo de los conflictos.
La dominación que los grupos de mayor poder económico ejercieron en cada país
latinoamericano sobre el conjunto de la sociedad, se manifestó en dos características
fundamentales del sistema político oligárquico.
La otra característica está muy relacionada con la anterior ya que solo los propie-
tarios estaban organizados políticamente y participaban en los asuntos públicos, de-
jando totalmente excluida de la participación política a la inmensa mayoría de la po-
blación, y ante cualquier intento de organización política de los grupos sociales su-
bordinados, fueron bloqueados o reprimidos.
74
Mediante leyes que reglamentaban el régimen electoral, los grupos gentes limitaron
el sufragio, imponiendo algunos requisitos para ejercer el derecho a voto. Por ejemplo,
en la gran mayoría de los países centroamericanos y en varios en los que predomina-
ban las economías de enclave, establecieron que solo podían votar quienes supieran
leer y escribir o quienes tuvieran una propiedad o determinado nivel de ingresos. En
otros casos, vedaron la participación electoral a los extranjeros que en la Argentina y
en los Estados del centro y sur del Brasil representaban alrededor del cincuenta por
ciento de la población masculina mayor de edad.
Los gobierno oligárquicos utilizaron los recursos de poder que ponía a su disposi-
ción el control de las instituciones estatales, para llevar adelante importantes proce-
sos de "modernización" económica y social. Para las élites dirigentes de fines del
siglo XIX, esto significaba crear las condiciones necesarias para facilitar el desarrollo
del "progreso". Para que esto sucediera debían "colocar" a los países latinoamerica-
nos en la senda del desarrollo capitalista propuesto por los países centrales, median-
te la radicación de capitales extranjeros en la producción, el transporte y las finanzas.
Para ello resultaba necesario que los Estados oligárquicos modernizaran sus insti-
tuciones y desarrollaran modernas burocracias: se dictaron leyes y códigos que orga-
nizaron los diferentes aspectos de las relaciones sociales (código; civiles, penales,
comerciales) y organizaron sistemas judiciales, crearon bancos, unificaron el sistema
monetario y garantizaron los pagos de la deuda externa. También se le quitó el con-
trol a la Iglesia de las funciones de "registro civil" de la población, es decir, el control
de los nacimientos, defunciones, matrimonios, como así también de la educación
pública que, a partir de leyes como la 1420 de la Argentina, se convirtió en laica,
pública y obligatoria. Todas estas medidas generaron un fuerte enfrentamiento con la
Iglesia Católica, que puede ser seguido en los debates de la prensa de la época.
75
d.- La construcción de las "naciones" en América latina
Los Estados centralizados modernos, constituidos durante las últimas décadas del
siglo XIX, se consideraron "Estados nacionales", representantes de una "nación" de-
terminada. Pero, según la definición tradicional del concepto de "nación" que lo aso-
ciaba a "etnia", ¿cuáles eran las naciones latinoamericanas? El Estado nacional mexi-
cano de Porfirio Diaz, ¿representaba a la "nación azteca"? En la República de Guate-
mala, ¿gobernaban los mayas? En el Estado nacional peruano de Leguía, ¿se habla-
ba la lengua de los incas? ¿Qué representación tenían los ex esclavos y sus familias
en la República del Brasil? ¿Quiénes integraban la Nación argentina? ¿Y la chilena?.
En Europa, a partir del siglo XV, los Estados modernos que centralizaron la autori-
dad política y articularon una economía de mercado se correspondieron, en general,
con la existencia de "naciones"; esto es, conjuntos de individuos que compartían un
mismo origen étnico, tenían una historia y una cultura en común y habitaban desde
mucho tiempo atrás en la mayor parte del territorio que pasó a estar bajo control
estatal. La definición de estos Estados, como Estados nacionales fue resultado de
numerosos conflictos intra e inter-estatales, que se desarrollaron desde el siglo XV,
hasta después de la Segunda Guerra Mundial -y que persisten en Europa central
hacia fines del siglo XX. Pero en la mayoría de los casos, la constitución de cada
Estado nacional se desarrolló a partir de la existencia previa de una o varias nacio-
nes/etnias.
76
licismo, el liberalismo, el laicismo, el anticlericalismo, el progresismo y el positivismo
provenientes de Europa.
Por otra parte, en algunos países, la expansión de las exportaciones también afec-
tó a los campesinos y a las comunidades indígenas, las que se vieron afectadas por
la pérdida de sus tierras y el aniquilamiento de su tradicional forma de vida, basada
en la autosubsistencia. La concentración de la propiedad de las tierras en manos de
los grandes terratenientes o de empresas extranjeras significó, en algunos casos, la
expulsión de los campesinos de sus parcelas y, en otros, un agravamiento de las
condiciones de servidumbre en las que vivían.
77
‘enganchador’ deducía su comisión. Mediante este contrato, el trabajador se compro-
metía a desempeñar para el enganchador una labor por un tiempo determinado a
cambio de un salario, del que se restaba el adelanto recibido. El salario del trabajador
enganchado era una parte en moneda y la otra, en fichas canjeables por alimento,
medicinas e instrumentos de trabajo en el ‘tambo’ de la hacienda o en el ‘mercantil’ o
‘bazar’ de la mina, válidas por un plazo no mayor de una semana.
Las demandas y las exigencias que enfrentaron los gobiernos oligárquicos durante
las primeras décadas del siglo XX fueron diferentes según la mayor o menor presen-
cia y organización que, en cada país, tenían los campesinos los obreros y los secto-
res medios urbanos. Además, también fueron diferentes las formas en que cada uno
de estos grupos sociales llevó a delante los reclamos.
Pero ni los obreros ni los campesinos -excepto en México- lograron liderar la pro-
testa en el plano político nacional. La lucha de estos sectores tuvieron una influencia
decisiva en el fin de los sistemas de gobierno oligárquicos cuando se superpusieron
y articularon con los reclamos de los sectores medios urbanos.
A diferencia de los campesinos y los obreros, las clases medias y urbanas no cues-
tionaron el carácter capitalista de las relaciones sociales en las que estaba basado el
orden oligárquico. Por el contrario, sus demandas tuvieron como objetivo lograr una
78
mayor participación en los beneficios económicos que generaba la expansión de las
exportaciones y la incorporación al mercado capitalista internacional. Aunque no estu-
vieron ausentes las manifestaciones y los enfrentamientos con la policía, los reclamos
de los sectores medios urbanos se canalizaron, con diversas características, a través
de mecanismos políticos. Organizados en partidos políticos de un nuevo tipo, exigieron
al gobierno el reconocimiento de sus derechos como ciudadanos adquiriendo una parti-
cipación política efectiva. Los dirigentes políticos que los representaban consideraban
que a través de la participación en el gobierno se podían obtener reformas legislativas
que aseguraban la distribución de los beneficios de la economía primario-exportadora
entre las clases medias urbanas que no pertenecían a la burguesía ni a la clase obrera
asalariada.
Durante las primeras décadas del siglo XX, los reclamos de estos grupos sociales
-campesinos, obreros y clases medias urbanas- se combinaron en formas y con rit-
mos diferentes en los diversos países de América Latina y provocaron el debilita-
miento, y en algunos casos el definitivo derrumbe, de los gobiernos oligárquicos. Las
respuestas de las élites dirigentes fueron distintas según el grado de amenaza que,
en cada caso, significaban para el mantenimiento de su poder económico y político.
Frente a los reclamos de los campesinos -en México, durante la década de 1910 y
en Perú, en la década de 1930-, que exigieron la distribución de la propiedad de la
tierra, la respuesta del gobierno fue la intransigencia absoluta. En estos casos, la
oligarquía se propuso el exterminio físico de las fuerzas contestatarias y el resultado
fue la guerra civil y la militarización de la política y la sociedad.
En Uruguay, Argentina y Chile, las élites oligárquicas cedieron frente a los reclamos de
los sectores medios urbanos que exigían su reconocimiento como ciudadanos y la am-
pliación de la participación política. En parte, fueron integrantes de estas mismas elites
quienes impulsaron los procesos de ampliación de la ciudadanía y de democratización
del régimen del gobierno y se convirtieron en dirigentes de los nuevos partidos políticos de
oposición. En algunos casos encabezaron también importantes procesos de moderniza-
ción y democratización interna de los partidos tradicionales.
79
En la Argentina, en 1912, el Parlamento nacional con mayoría conservadora sancio-
nó la llamada "Ley Sáenz Peña", que estableció el sufragio obligatorio y secreto, lo que
significó un importante freno a la práctica del fraude electoral. El retorno a la legalidad
constitucional era la principal exigencia de la Unión Cívica Radical, partido político que
representaba a los sectores medios de las ciudades más importantes, contaba con el
apoyo de un sector de los terratenientes. De todos modos el mantenimiento de la
prohibición de votar que recaía sobre los extranjeros -que en 1914 constituían el 53%
de la población masculina adulta- mantuvo alto los niveles de exclusión política de la
población.
En Uruguay, en 1918 ya votaba toda la población masculina adulta, sin ningún tipo
de restricciones.
80
las primeras décadas del siglo XX, en estas dos sociedades, las tensiones fueron
fundamentalmente interoligárquicas, originadas por los enfrentamientos entre los gru-
pos de terratenientes que controlaban las distintas regiones del territorio de cada país
por el acceso al gobierno federal.
Más crítica todavía fue la situación que vivió la sociedad paraguaya después de la
derrota que sufrió en la "Guerra de la Triple Alianza" (1865-1870) frente a Brasil,
Uruguay y Argentina, durante la primera mitad del siglo XX. A lo largo de varias déca-
das, los jefes militares conservadores agrupados en el Partido Colorado se enfrenta-
ron con los grupos liberales, tanto con los "cívicos" -más dispuestos al "acuerdismo"-
como con los "radicales" que exigían el restablecimiento del orden constitucional. El
"estado de sitio" fue mantenido casi permanentemente y se sucedieron numerosos
golpes militares que instalaron gobiernos de muy corta duración.
Hacia fines del siglo XIX, la organización económica, social y política de las socie-
dades centroamericanas se transformó profundamente a partir de la creciente de-
manda de bananas de Estados Unidos y la nueva tecnología que facilitaba el almace-
namiento y distribución de frutas.
En 1924 la Standart Fruit and Steamship con sede en Nueva Orléans, se sumó a la
United Fruit Company fundada en 1899, y ambas empresas monopolizaron la pro-
ducción bananera en Centroamérica y el Caribe.
Estas empresas adquirieron una enorme influencia en la región que tuvieron con-
secuencias en el plano político. La explotación bananera necesitaba grandes sumas
de inversión para la construcción de ferrocarriles y diversas obras de infraestructura y
los capitalistas locales no poseían los suficientes. Es por ello que solicitaron ayuda
financiera a los compradores de sus productos, pero no pudieron devolverlos.
81
Lentamente las empresas extranjeras
En 1884 Porfirio Díaz abandonó el lema de "no reelección" que el mismo había
sostenido años atrás y, desde entonces, se mantuvo ininterrumpidamente en la pre-
sidencia hasta 1911. Durante el largo periodo en que Díaz controló el gobierno, lla-
mado el "porfiriato", la economía mexicana creció y la red ferroviaria se extendió
considerablemente. La contracara de este proceso fue la concentración en manos de
viejos y nuevos terratenientes, de la propiedad de las tierras pertenecientes a las
comunidades indígenas y de los terrenos despoblados. Hacia 1910, el porcentaje de
familias sin tierras representaban el 96,9% de la población total del país. Además,
bajo el lema de "administración, progreso y orden", el porfirismo no solo permitió la
consolidación del latifundio entre los terratenientes mexicanos, sino que también avaló
la entrega de extensos dominios a empresas extranjeras, en particular, en las zonas
mineras del norte del país. El autoritarismo político se expresó asimismo en la fuerte
82
represión que el régimen aplicó a las organizaciones de los obreros de los enclaves y a
los trabajadores urbanos, que se habían ido consolidando durante los últimos años del
siglo XIX, y que desde principios del siglo luchaban por sus derechos.
Para los maderistas, la lucha debía desarrollarse por el control de las ciudades
más importantes y los levantamientos campesinos servirían solo de apoyo. Sin em-
bargo, el desarrollo de la revolución tomó un rumbo diferente del que Madero había
previsto. Desde un primer momento, los campesinos atraídos por el artículo tercero
del Plan de San Luis de Potosí -que prometía revisar los abusos cometidos en la
aplicación de la "ley de terrenos baldíos" y "restituir a sus antiguos poseedores los
terrenos de que se los despojó de modo arbitrario"-, se incorporaron a la guerra con
el objetivo de recuperar sus tierras.
83
de los medianos y pequeños industriales, obreros y campesinos. A medida que se
desarrollaba el conflicto, el grupo de los campesinos comenzó a ser el principal pro-
tagonista de la revolución.
En los primeros meses de 1911, sin suficiente apoyo político, Díaz entró en nego-
ciaciones con el sector más conservador de los rebeldes. La firma del "Tratado de
Ciudad Juárez" le permitió la salida del dictador hacia París y estableció un gobierno
provisional que convocó a elecciones. Madero resultó triunfador y el 6 de setiembre
de 1911. Los zapatistas peticionaron ante el presidente la sanción de una ley agraria
que restituyera las tierras a los campesinos, pero ante la falta de respuesta de Made-
ro y de los ataques del ejército, los zapatistas, reiniciaron la guerra de guerrillas.
Finalmente en noviembre de 1911, Zapata dio a conocer el Plan de Ayala y declaró la
guerra al gobierno.
Entre 1911 y 1918 los campesinos de Morelos lucharon por la implementación del
Plan y consolidar la revolución campesina, de acuerdo con el artículo sexto, las tie-
rras usurpadas por los hacendados pasaban a manos de los ciudadanos que "habían
sido estafados en su fe por los opresores", el mismo también advertía que los campe-
sinos estaban dispuestos a defender sus posesiones.
Mientras los porfiristas y algunos liberales apoyados por los Estados Unidos, pre-
pararon un "golpe" contra Madero. En 1913 durante la llamada "Decena trágica" Ma-
dero fue derrocado y luego asesinado. El conspirador porfirista, general Victoriano
Huerta asumió como presidente provisional.
84
Carranza fue designado "Primer Jefe del Ejército Constitucionalista", encargado del
Poder Ejecutivo de la Unión, pero su liderazgo no fue totalmente reconocido, Pancho
Villa se opuso porque no coincidía con el tipo de respuesta práctica a la cuestión
agraria de Carranza. Por otro lado también Zapata no logró acordar la paz con Carranza,
ya que exigían la absoluta sumisión de los constitucionalistas al Plan de Ayala. En este
contexto, Zapata promulgó un decreto por el cual creó "comisiones agrarias" para
implementar el Plan de Ayala.
Hasta 1917 México se debatió en medio de la guerra civil. Durante todo este perío-
do Carranza, a cargo del gobierno, se dedicó a institucionalizar la revolución
implementado numerosas leyes como por ejemplo:
La primera "Ley Agraria" de 1915 que reconocía las exigencias zapatistas. Un Con-
greso Constituyente sancionó una nueva Constitución que entre sus artículos reco-
nocía la ley Agraria de 1915 que sentó las bases legales de la "Reforma Agraria
Mexicana".
Durante las tres primeras décadas del siglo XX, la intervención estadounidense en
Nicaragua se profundizó. En 1909, luego de un conflicto interno que involucró a ciu-
dadanos estadounidenses, el "dictador" liberal José S. Zelaya renunció a la presiden-
cia de Nicaragua para, según declaró, no dar pretexto a los Estados Unidos para
"continuar interviniendo en ningún sentido en los destinos del país". La sucesión pre-
sidencial provocó enfrentamientos entre liberales y conservadores hasta que un con-
tingente de infantes de la marina de los Estados Unidos -llamados marines- desem-
barcó en Nicaragua con la declarada intención de impedir "inútiles derramamientos
de sangre". La intervención favoreció a los conservadores, liderados por el general
Emiliano Chamorro, que controlaron el gobierno provisional.
85
antiintervencionista de Zelaya había obstaculizado el proyecto. Después de la inter-
vención de las tropas norteamericanas, el secretario de Estado George Weitzel y el
general Chamorro se reunieron en secreto. Establecieron un acuerdo a partir del
cual, los Estados Unidos obtenían a perpetuidad el derecho de construir un canal en
territorio nicaragüense y, para proteger los accesos al Canal de Panamá, recibían
también en arrendamiento por 99 años, renovables por el mismo término, las islas
Maíz, Grande y Chica, ubicadas en el Caribe. Además, se le concedía a Estados
Unidos el derecho a construir una base naval en el golfo de Fonseca por el mismo
número de años. Por su parte, Nicaragua obtenía tres millones de dólares destinados
a pagar sus deudas internacionales.
Cuando los términos de estas tratativas fueron conocidos, la opinión pública nica-
ragüense reaccionó indignada y los gobiernos centroamericanos protestaron formal-
mente ante el gobierno de los Estados Unidos, el que les respondió, que el acuerdo
no lesionaba ningún derecho de los países de América Central.
La intervención militar de los Estados Unidos en Nicaragua fue repudiada por to-
dos los gobiernos europeos y los diarios conservadores del continente latinoamerica-
no. El presidente Coolidge resolvió entonces enviar a un amigo personal, con la mi-
sión de reconciliar definitivamente a los liberales y los conservadores nicaragüenses.
En las elecciones de 1928, Moncada fue elegido presidente, pero, cada vez más, los
guerrilleros sandinistas tuvieron que enfrentarse con la "Guardia Nacional", un cuerpo
86
armado local -integrado por nicaragüenses adiestrados por instructores de los Estados
Unidos- cuyo jefe era el liberal Anastasio Somoza.
87
Actividad Nº 3
1º.- Ver y realizar la ficha del film argentino "La Patagonia rebelde", para este traba-
jo, seguir las pautas indicadas en el práctico 1.
2º.- Realizar una lectura comprensiva de las siguientes fuentes históricas.
3º.- Elaborar un cuadro comparativo con las principales características de la vida
cotidiana de las elites y de los trabajadores en América latina.
4º.- Redactar un ensayo, de no más de dos carillas, acerca de los nudos proble-
máticos que permiten abordar el estudio de las sociedades de latinoamericas
a comienzos del siglo XX.
Un viajero francés, Aimard, que ya había visitado Río en 1856, comentó así su
segundo viaje, treinta años después: "Había conservado un recuerdo muy lúgubre de
las calles de Río. Al primer paseo que hice en tierra quedó estupefacto. Todas las
ventanas estaban abiertas, una muchedumbre de hombres y mujeres, vestidos a la
última moda de París, circulaban con el aire más desenvuelto. Río de Janeiro estaba
completamente metamorfoseado: negocios magníficos, cafés, cervecerías se encon-
traban a cada paso; los hoteles, los restaurantes eran de los más cómodos; una
muchedumbre apresurada circulaba con animación y actividad que no se encuentra
más que en ciudades como Londres o París; ricos equipajes, jinetes y todo eso iba y
venía.
"Doscientas familias apenas forman todo el aporte sólido. La historia comienza por
ellas. Exclusivamente ellas conducirán a la Argentina hasta el día en que, poblada y
en plenitud de vida, podrá sin dificultades, al ejemplo de las democracias europeas y
de la gran República de Norte América, extraer de las capas populares sus jefes y
sus guías. Esta sociedad es a la vez muy cerrada y muy acogedora. Mantiene hábitos
de clases que han desaparecido hace tiempo de la nuestra. Al mismo tiempo se abre al
igual aunque sea extranjero. Así constituida, es muy fuerte y asume con clarividencia y
coraje las responsabilidades de una tarea semejante."
88
(Testimonio de R Baudin, viajero francés de principios del siglo XX. Citado por
Gustavo y Hélène Beyhaut en América latina. De la independencia a la segunda
guerra mundial.)
"En México, la clase alta asentaba su poder en las grandes haciendas, con amplios
edificios construidos en cl centro de las mismas. Esas casonas servían a veces de
fortaleza, y entre sus muros los hacendados se esforzaban por vivir a la europea,
rodeados de una pléyade de domésticos y otorgando la más amplia hospitalidad al
viajero. La mayor parte de los hacendados poseían en la ciudad un palacio o una
mansión de gran lujo. Las nuevas grandes haciendas, organizadas al amparo de la
paz y el orden impuesto por Porfirio Diaz, ya no necesitaron de los altos muros que
les daban la apariencia de fortalezas medievales. El casco de la finca se componía
de la gran casona del propietario, la casa del administrador, las de los empleados, las
oficinas, la tienda de raya, la iglesia y la cárcel. En la casona, del propietario se podía
disfrutar de muchas de las comodidades de la vida moderna: luz eléctrica, baños de
agua tibia, salón de billar, salas espaciosas, todo amueblado con lujo. La tienda de
raya vendía mantas, jabón, maíz, frijol, aguardiente y otras mercaderías al peón y a
su familia, a precios más altos que los del mercado. El jornal se pagaba con mercade-
rías y cuando, sobraba un poco solía completarse con moneda de curso legal. Pero lo
más frecuente era que el peón siguiese endeudado y que las deudas pasaran de
padres a hijos, en, beneficio del patrón, que de esta manera los arraigaba a su finca."
"En diversos países, sobre todo en México, la esclavitud está encubierta en forma
de peonaje. Mediante anticipos reembolsables con trabajo y que se arrastran de ge-
neración en generación, no sólo el trabajador individual sino también su familia se
convierten de hecho en propiedad de otras personas y de sus familias. Juárez había
abolido el peonaje. El llamado emperador Maximiliano lo reimplantó."
(Karl Marx y Friedrich Engels, Materiales para la historia de América latina. En:
Cuadernos de Pasado y Presente, N’ 30, México, Siglo XXI, 1987.)
89
En Yucatán, en mayor medida que en otras partes de México, el peonaje se convirtió
en una institución. En 1901, un observador informaba que "la manera legal de atar
criados a la hacienda consiste en hacer un pago por adelantado, lo que significa en
este Estado que el trabajador que se va puede ser obligado a volver a la hacienda por
la policía. Estos pagos por adelantado generalmente se hacen cuando un joven naci-
do en la hacienda llega a los 18 o a los 20 años y se casa. Entonces su dueño le da
cien o ciento cincuenta, a veces doscientos pesos, para establecer su casa y las dos
partes tácitamente establecen el acuerdo de que esta suma, así como otras que se le
puedan adelantar después en caso de accidente o de enfermedad, nunca va a ser
satisfecha. Este es el precio por el cual el joven yucateco vende su libertad".
(Citado por Leslie Bethell (ed.), Historia de América latina, volumen 9º México,
América Central y el Caribe, 1870-1930, Barcelona, Cambridge University Press-
Critica, 1992.)
Comentando la falta de mano de obra para la excavación del canal de Panamá, decía
M. Verbrugghe en 1879: "El indio se pliega mal a las exigencias de un trabajo regular, le
90
falta la fuerza física y la fuerza moral; marcha sin descanso en sus selvas, acecha
inmóvil todo un día los peces de sus ríos, pero rehúsa agacharse para cavar la tierra."
Martinet había escrito un año antes, en relación con el Perú: "El indio, desde que se le
suprimió el tributo, se abandonó a su goce de predilección, la pereza, y no teniendo que
paga. Nada vivió en una completa independencia en cuanto al trabajo, porque sus
necesidades muy limitadas no reclaman una gran tarea para satisfacerlas. Vivió enton-
ces sin ambición, en medio del ocio, del vicio, de la ignorancia y de la superstición."
"(En Perú) los indios, descendientes de la raza que gobernaban los sucesores de
Manco Cápac, son como los negros, esencialmente perezosos; y la facilidad que les
ofrece la fertilidad del suelo para recoger sin pena las sustancias alimenticias sufi-
cientes a sus necesidades mantiene esta apatía y este amor del "far niente". Mientras
que la República les impuso un tributo, debieron vencer su molicie natural y buscar,
en el cultivo del suelo y el arrendamiento de sus servicios, los medios de procurarse
las sumas exigidas por el Estado; pero una vez libres de este impuesto, recayeron en
su indolencia natural y la agricultura se vio privada de sus principales recursos."
(E. Grandilier, Memorias de viaje, 1861. Citado por Gustavo Hélène Beyhaut en
América latina. De la independencia a la segunda guerra mundial.)
En 1879, el viajero Charles d’Ursel escribió sobre Bolivia: "En cuanto al pueblo, se
compone de indios que trabajan, no tienen ningún bienestar, están privados de los
beneficios de la educación y de la civilización y pertenecen, como verdaderos sier-
vos, sea a los grandes propietarios, sea al Estado." En esa misma época, Hugues
Boulard en sus "Notes sur la république de l’Equateur" registró: "La servidumbre legal
ha desaparecido en el Ecuador, pero los indios empleados en las fábricas y en las
explotaciones agrícolas están atados a ellas, con sus familiares, por lazos que no
pueden romper Por medio de adelantos que no pueden reembolsar y de sutilezas
jurídicas, se encuentran hoy tan esclavos como en lo pasado. Sus salarios son insig-
nificantes: cincuenta centavos por día, de los que se retiene una parte; su alimento es
de los más bastos. Un terreno no vale aquí más que por el número de indios que se
encuentran ligados a él; este es un capital indispensable para su explotación. La
repartición del suelo cultivado del Ecuador en dominios inmensos, enfeudados a ór-
denes religiosas o pertenecientes a algunas familias privilegiadas, es una de las cau-
sas principales que se oponen al desarrollo de la agricultura en este país".
"En las mayores haciendas de amalgama del mineral utilizan mulas para pisar la
mezcla de éste y mercurio; los bolicheros que practican esa actividad en ínfima esca-
la emplean indios que durante horas pisotean el mercurio para mezclarlo con la masa
mineral y -pese a que estos bolicheros utilizan para financiar estas actividades dinero
91
tornado a crédito con interés elevado- logran, explotando a los indios en todas las
formas posibles, hacer considerable fortuna en pocos años."
"Los mineros sudamericanos, cuya tarea diaria (la más pesada tal vez en todo el
mundo) consiste en extraer y subir a la superficie, desde una profundidad de 450
pies, una carga de mineral de 180 a 200 libras, se alimentan exclusivamente de pan
y frijoles. Preferirían el pan como único alimento, pero sus patrones han descubierto
que si aquéllos comen pan no pueden trabajar tan rudamente, y los tratan como
ganado caballar, obligándolos a comer frijoles; ya que, las legumbres, comparativa-
mente son mucho más ricas en calcio que el pan."
"En Bolivia, hacia 1862, la casa inglesa Blondel y Cia., inició trabajos y, con el
concurso de experimentados mineros chilenos e ingleses, reformó sustantívamente
el sistema de trabajo e introdujo normas objetivas del uso del tiempo. Se impuso el
rígido respeto al horario: nació ‘la costumbre de pasar lista al comenzar cl trabajo,
penando al rezagado’. La vigilancia y la sanción fueron continuas. Se introdujo el
orden, la puntualidad, mediante multas. En 1894 el ‘sistema industrial’ estaba tan
bien establecido que en Oruro se decía ‘amanece el lunes, despiertan los obreros y
corren a la mina’. Muy atrás, entre añoranzas, parecía haber quedado el otrora difun-
dido culto a ‘San Lunes’.
92
Diagrama de Contenidos - Unidad IV
- Guatemala
El populismo - Brasil
- Argentina
- México
Populismo - Bolivia
Nacionalismos
Populistas Latinoamericanos
Impacto en sociedades
Latinoamericanas
2.-
93
4.-
La Revolución Cubana
Guerrilleros de
Sierra Maestra
Crisis económica Represión
El triunfo de la Revolución
Social
Construcción del
socialismo
Radicalización de Respuestas de
Movimientos populares sectores dominantes
Chile: Gobierno
de Salvador Allende
Militarismo y Disciplinamiento
Dictadura en A. L. económico y social
Gobierno militares
1960-1970
Terrorismo de Estado
94
Unidad IV
La depresión mundial que siguió causó una gran presión en los sistemas políticos
de los países latinoamericanos, muchos de los cuales sufrieron golpes militares (o
intentos de golpes). Más o menos en el año siguiente a la quiebra de la bolsa en
Nueva York, los militares habían buscado el poder o lo habían tomado en Argentina,
Brasil, Chile, Perú, Guatemala, El Salvador y Honduras. México soportaba su propia
crisis constitucional y Cuba sucumbió a un golpe militar en 1933. Sería una exagera-
ción afirmar que los efectos económicos de la Depresión causaron estos resultados
políticos, pero pusieron en duda la viabilidad del modelo de crecimiento basado en la
exportación-importación, ayudaron a desacreditar a las elites políticos gobernantes e
hicieron que las masas estuvieran más preparadas para aceptar los regímenes mili-
tares. A partir de la década de 1930, el ejército reafirmó su papel tradicional como
fuerza principal en la política latinoamericana.
Los gobernantes de la región tenían dos opciones para responder a la crisis eco-
nómica global, una era forjar vínculos comerciales aún más estrechos con las nacio-
nes industrializadas para asegurarse compartir equitativamente el mercado sin que
importase su tamaño y desajustes. Por ejemplo, Argentina tomó esta vía al luchar por
preservar su acceso al mercado británico de carne. En 1933 firmó el Pacto Roca-
Runciman, mediante el cual retendría cuotas aceptables del mercado inglés a cam-
bio de garantizar la compra de bienes británicos y asegurar las ganancias de los
negocios británicos en Argentina.
95
por el ejército, sería conseguir una mayor independencia económica. La idea era que,
al levantar sus propias industrias, América Latina dependería menos de Europa y Esta-
dos Unidos en cuanto a artículos manufacturados. Para los militares esto significaba
armas. Al producir bienes industriales, agrícolas y minerales, las economías latinoa-
mericanas se integrarían más, se harían más autosuficientes y, como resultado, se-
rían menos vulnerables a los choques causados por la depresión mundial.
Un objetivo adicional era crear puestos de trabajo para las clases trabajadoras que
habían seguido aumentando su tamaño e importancia desde comienzos del siglo XX.
El proletariado latinoamericano se concentraba casi totalmente en las ciudades y
seguía luchando por organizar y sostener movimientos sindicales. Y en contraste con
la generación anterior, ahora trataba de ejercer poder como fuerza social. En algu-
nos países como Chile, los movimientos sindicales se vieron relativamente libres de
la participación arbitraria del gobierno. En otras partes, como en México y Brasil, los
políticos reconocieron el trabajo como un recurso político potencial y tomaron parte
directa en estimular (y controlar) las organizaciones laborales. Ya se percibiera como
aliada o amenaza, la clase trabajadora urbana buscaba un empleo seguro y los diri-
gentes latinoamericanos vieron la industrialización como un medio de responder.
Pero la forma más razonable de desarrollo industrial no era copiar simplemente los
senderos trazados, por ejemplo, por la Inglaterra del siglo XIX. En su lugar, las eco-
nomías latinoamericanas comenzaron a producir artículos manufacturados que an-
tes importaban de Europa y Estados Unidos. De aquí proviene el nombre para este
tipo de desarrollo: "sustitución de importaciones".
Desde finales de los años treinta hasta los años sesenta, las políticas de este tipo
tuvieron un éxito relativo, al menos en los países grandes: Argentina, Brasil y México
pusieron en marcha importantes plantas industriales que ayudaron a generar creci-
miento económico. Hubo limitaciones e impedimentos a esta forma de desarrollo,
pero el resultado inmediato fue generar impulso para las economías nacionales.
De una importancia particular fue el papel del Estado en la estimulación del creci-
miento industrial basado en la sustitución de importaciones. En contraste con las
políticos de laissez~faire de Inglaterra y Estados Unidos durante el siglo XIX, los
gobiernos latinoamericanos promovieron de forma activa el crecimiento industrial. Lo
hicieron de varios modos: erigiendo barreras arancelarias y elevando el precio de los
96
bienes importados hasta el punto en que las compañías industriales nacionales pudie-
ran competir con éxito en el mercado; creando demanda al favorecer a los productores
locales en los contratos gubernamentales (por ejemplo, en compras para el ejército), y,
lo más importante, estableciendo empresas estatales e invirtiendo directamente en
compañías industriales. Mediante la protección y la participación, el Estado proporcio-
nó el ímpetu decisivo para el crecimiento industrial de la región.
A medida que progresaba la industria, las clases obreras también se hicieron más
fuertes e importantes, ya fueran autónomas o dirigidos por el gobierno, los movimien-
tos sindicales crecieron con rapidez y el apoyo (o control) del trabajo se convirtió en
algo crucial para la continuación de la expansión industrial. Se necesitaba que los
obreros proporcionaran trabajo en condiciones que fueran rentables para sus patro-
nos, el trabajo organizado emergía como un importante actor en la escena latinoame-
ricana.
La expresión política de estos cambios socioeconómicos tomó dos formas, una fue
seguir con la democracia de elección, mediante la cual los industriales y trabajadores
obtenían acceso (por lo usual limitado) al poder a través de la contienda electoral o
de otro tipo. Un ejemplo fue Chile, donde los partidos políticos se reorganizaron para
representar los intereses de nuevos grupos y estratos de la sociedad. Los partidos
pro trabajo y pro industriales entraron en el proceso electoral chileno y acabaron
llevando a la trágica confrontación de los años setenta, bajo este sistema, se los
cooptó en la estructura gubernamental, y mientras duró este acuerdo, su participa-
ción prestó un valioso apoyo al régimen.
97
El impacto de la Segunda Guerra Mundial en América Latina
El resultado final fue la continuación del crecimiento industrial de los años treinta
pero a diferente ritmo en los distintos países y con un nuevo sesgo hacia los bienes
de capital y los insumos básicos. Por ejemplo, varias de las empresas que luego
serían importantes en la industria brasileña de bienes de capital evolucionaron de
simples talleres a fábricas durante este período.
Un aspecto peculiar fue que esta evolución estuvo respaldada por el papel que
desempeñó Estados Unidos La guerra había dado un empuje extraordinario a la in-
fluencia de Estados Unidos en las economías latinoamericanas, pues este país inten-
tó proteger las fuentes de suministro disponibles y fomentar el desarrollo de nuevos
recursos estratégicos. La expansión del papel de Estados Unidos se vio ayudada por
la desaparición de Japón y Europa como fuentes de financiamiento e importaciones,
así como por las perturbaciones que la guerra causó en el comercio de exportación a
Europa.
98
El énfasis de las misiones y los asesores extranjeros en los sectores del hierro y el
acero y en otros insumos básicos contribuyó a que la industrialización tomara un
nuevo camino. Este poseía la capacidad de tornar al sector manufacturero más autó-
nomo, y más abierto a fuentes importantes de cambio tecnológico. Además, la expor-
tación de manufacturas comenzó a realizarse dentro del continente: para el último
año de la Guerra, la participación de las exportaciones de textiles brasileños y mexi-
canos pasó de casi cero al 20% del total de las exportaciones. La mayoría de estas
ventas tuvieron como destino otros países de América Latina. Llama la atención que
durante la guerra no se observa correlación entre crecimiento y evolución de las
exportaciones. Esto se entiende en función de los factores el grado variable en que
los ingresos provenientes de la exportación se acumulaban en los países producto-
res y las restricciones para la utilización de divisas en tiempo de guerra.
Un efecto más positivo del creciente volumen de reservas fue que la deuda externa
de los años treinta todavía pendiente pudo ser pagada. En los primeros años cuaren-
ta, varios países, entre ellos Brasil y México, liquidaron toda su deuda, abriendo así el
camino para una nueva integración en los mercados internacionales de capital, un
aspecto que seria de importancia en el modelo de crecimiento de la posguerra.
Influidos parcialmente por la evolución mundial, durante los años veinte y treinta
cobraron fuerza movimientos sociales que hacían hincapié en la importancia de los
intereses comunitarios y colectivos. Dichos movimientos tuvieron su origen tanto en
bases elitistas como populares.
99
estuvieron marcados por las necesidades de la modernización económica y las crisis
antes que por objetivos sociales.
100
más notable de Juan Leguia fue cobrar en 1927 a Seligmans, un banco de inversión
neoyorquino, una comisión de US$ 520.000 por su ayuda en la negociación de dos
grandes empréstitos en el exterior. Los países más activos en la defensa de sus
sectores exportadores y en contrarrestar la recesión -Brasil, Colombia y México- ex-
pandieron el rol del Estado, reforzando su aprendizaje del pasado. En cambio, países
como Perú, que sólo esperaron a que la recesión pasara, no aprovecharon ese "apren-
der haciendo".
La crisis también ayudó a quebrar obstáculos como (en el caso mexicano) el pre-
juicio contra el papel moneda", la necesidad de reemplazar la tributación sobre el
comercio exterior por otras fuentes de impuestos obligó también a tomar medidas
innovadoras. Lamentablemente, el recurso más habitual fue implantar tipos de cam-
bio diferenciales que, si bien contribuían a incrementar la pericia de bancos centrales
y tesoros, resultaban aceptables para los gobiernos porque obviaban el paso por las
legislaturas y la necesidad de "convencer" a las elites sobre la importancia del gasto
público, de esta manera el gasto público pudo crecer con más rapidez. Sin embargo,
a largo plazo, habría sido más saludable para el sistema fiscal y para la formulación
de la política económica en general que se hubiese exigido a los gobiernos constituir
una base política que respaldara las nuevas medidas en el terreno de los impuestos
y el gasto.
La Segunda Guerra Mundial dio un fuerte empuje a la empresa pública, sobre todo
en Brasil y México, pero también en otros países, en parte ello era consecuencia del
interés estratégico de Estados Unidos en minerales, así, el crecimiento público se vio
fuertemente estimulado en Perú y Bolivia.
El papel de Estados Unidos se puede advertir también en el aliento que dio durante
la guerra a los controles directos, que ya eran habituales en América Latina en los
años treinta, una parte importante de la expansión del Estado se refiere al conoci-
miento.
101
El hecho de que la presión demográfica, aunque creciente en las zonas urbanas, no
fuera todavía intensa durante este periodo, contribuyó al desarrollo institucional del
sector público. La expansión del Estado pudo producirse sin presiones en favor de la
creación de empleo (una tendencia que dominaría el periodo de la posguerra). La CEPAL
estima que en 1925 el empleo en el sector público alcanzaba el 0,8% de la fuerza de
trabajo en América Latina, y sólo y el 1,1% en 1950. La excepción se encuentra en
Uruguay con un sector público en crecimiento y que para 1932 ya representaba el 3%
de la fuerza de trabajo.
También se ampliaron las funciones sociales del Estado. Esto respondía al efecto
de demostración a escala internacional que ya se había sentido en la segunda déca-
da del siglo y en los años veinte, cuando en todo el mundo se comenzaba a presionar
en favor de la jornada de ocho horas y otras demandas sociales. Se elaboraron y
aprobaron códigos del trabajo en muchos países.
Los países líderes en seguridad social fueron Uruguay, Argentina y Chile, todos
ellos antes de 1930. A finales de los años treinta, los sistemas; brasileño, chileno y
uruguayo estaban bien desarrollados, mientras que el sistema mexicano cobró forma
en los años cuarenta.
102
la coordinación de la política interamericana según criterios de paridad y con el com-
promiso de los Estados Unidos, un medio para favorecer el desarrollo económico de
los Estados latinoamericanos.
A partir de 1930, para los grupos dirigentes que controlaban el Estado, el impulso
a la industrialización resultó una estrategia que, además de permitirles enfrentar las
consecuencias de la crisis económica, les ofreció recursos para dar respuesta a los
reclamos de los sectores asalariados movilizados que exigían no sólo participación
política sino también una mayor participación en la distribución de la riqueza. Efecti-
vamente, en esta primera fase de la industrialización por sustitución de importacio-
nes, la fuerte intervención de los Estados latinoamericanos y la radicación de cuan-
tiosas inversiones extranjeras generaron un importante aumento en el empleo de
fuerza de trabajo asalariada. Así, numerosos sectores de trabajadores estuvieron en
condiciones de acceder al consumo de los nuevos productos industriales o ampliar el
que ya tenían, Por estas razones, el importante crecimiento de las industrias que, en
esos mismos países, se registró en los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-
1945) fue una respuesta no sólo a la coyuntura provocada por el conflicto bélico sino
también al crecimiento del mercado interno, es decir, al aumento de la demanda de
bienes de consumo no durables (como los alimentos) y durables (como los electrodo-
mésticos, por ejemplo) por parte de los sectores medios y de trabajadores urbanos. A
su vez, la existencia de consumidores solventes (con dinero para gastar) motivó a los
capitalistas a realizar nuevas inversiones productivas, con lo que aumentó nueva-
mente la cantidad de trabajadores empleados que recibían un salario que podían
gastar y se multiplicó la demanda. En la mayoría de los casos, estos cambios en la
organización de la economía contribuyeron a la consolidación de la burguesía indus-
trial como un nuevo sector interno de la burguesía y provocaron la ampliación de la
masa de los trabajadores urbanos.
103
de los bienes producidos localmente para el abastecimiento del mercado interno. Brasil
y México, además, comenzaron a exportar manufacturas industriales: las exportacio-
nes brasileñas y mexicanas pasaron de ser prácticamente cero a finales de los años
treinta al 20% de las exportaciones hacia 1945.
104
La situación en América Latina
Recién a partir de la década de 1960 cobró fuerza entre los gobiernos centroame-
ricanos la idea de promover la industrialización en el contexto del Mercado Común
Centroamericano.
Los Estados orientaron las inversiones de capital hacia las industrias a través del
otorgamiento de créditos ventajosos al sector empresarial privado local y, además,
realizaron inversiones públicas directas destinadas a la creación de infraestructura
básica como plantas de producción de acero y refinerías de petróleo. Otra de las
acciones que caracterizó la intervención de los Estados en las economías latinoame-
ricanas durante estas décadas fue la nacionalización de los recursos considerados
clave. Para el desarrollo de cada país. La acumulación de divisas producida durante la
guerra permitió, además, que varios Estados -Brasil y México, entre otros- pudieran
cancelar completamente sus deudas externas.
105
El Populismo
106
superponen rasgos de la sociedad tradicional y la moderna. Este autor también analizó
el concepto de movilización refiriéndose a grupos pasivos que comienzan a intervenir
en la vida nacional, y el de integración que es la movilización a través de canales
políticos-institucionales.
Torcuato di Tella lo plantea como "una revolución de las expectativas", que puso
en crisis a la democracia y a su vez movilizó a las masas, por la existencia de una
elite comprometida con el proceso de cambio de la sociedad tradicional a la moderna,
en la que esta elite se da cuenta que el liberalismo ya no será el centro del cambio, lo
que permitirá el surgimiento del populismo.
Ianni desde una óptica marxista hizo énfasis en el nuevo rol del Estado. El Estado
populista es intervencionista y nacionalista en lo económico, dentro del marco capita-
lista, y termina con la transformación política de masas en lucha de clases.
Por otro lado Murmis y Portantiero (1971) y Torre (1989-1990) afirman que el
populismo es un fenómeno producto de una crisis hegemónica y resaltan la imposibi-
lidad de una ruptura con la oligarquía.
Esta definición general sirvió para agrupar a las diversas experiencias políticas
que tuvieron lugar en Latinoamérica y que compartieron características comunes a
pesar de la diversidad geográfica, cultural y económica de la región. Por otro lado, a
grandes rasgos, la formula populista fue útil a la hora de nombrar a aquellas naciones
que constituyeron gobiernos empeñados en el desarrollo de un nuevo modelo económi-
co y que emplearon un tipo de discurso dirigido a las grandes masas con el objeto de
atraer su apoyo, pero sobre todo, intentaron obtener el favor de las masas trabajadoras
en su lucha por el control del Estado.
107
En otro sentido, la gran mayoría de las experiencias populista tuvieron en común
sus límites, debido a que no buscaron alterar las relaciones de poder a favor de la
organización autónoma de las fuerzas populares. Lejos de esa postura, intentaron
convertirse en una herramienta eficaz para controlar el cambio social, si bien la ma-
yoría de los líderes populistas latinoamericanos se declararon antiimperialistas y
anticomunistas, prevaleció en ellos un mayor empeño por erradicar las ideas de iz-
quierda, lo que en ocasiones les resto el apoyo de un sector de la sociedad, como los
intelectuales o los obreros afiliados a los partidos socialistas y comunistas, quienes
se convirtieron en opositores a esos regímenes.
108
La integración de los sectores populares fue el medio para el cual los nuevos regí-
menes políticos controlaron los movimientos sociales. En algunos casos fue empren-
dida desde el Estado, como en Brasil, y en otros a través de los partidos políticos,
como en la Argentina, Venezuela y Colombia.
Estudio de casos
Guatemala
109
ran en la vida social y política de Guatemala. Para lograr estas metas; puso en marcha
una reforma agraria y emprendió un ambicioso plan de construcción de obras de infra-
estructura básica: carreteras puertos y central hidroeléctrica, con el objetivo de liberar
al país del monopolio sobre su economía que ejercían tres empresas estadounidenses;
la United Fruit Company (UFCO), La International Railways of Central American y la
Empresa Eléctrica de Guatemala.
La llegada al gobierno de los Estados Unidos del Partido Republicano, más vincu-
lado que los demócratas con los intereses de los grandes monopolios, dio lugar a que
el conflicto entre la UFCO y el gobierno de Guatemala fuera convertido en un conflic-
to oficial entre los dos países. Spruille Braden, jefe de relaciones públicas de la UFCO,
afirmo en un discurso que "como el comunismo no es un asunto interno sino clara-
mente internacional, su supresión, aún por la fuerza, en una nación americana, por
una o más de las otras repúblicas, no constituye una intervención en los asuntos
internos de esa nación, de no hacerlo podríamos perder este hemisferio al igual que
perdimos China.
En el marco de la Guerra Fría, el gobierno de los Estados Unidos inicio una serie
de acciones diplomáticas y de propaganda presentando el caso Guatemala como la
amenaza "roja" sobre el continente tendiente a crear un clima favorable a la interven-
ción. La "operación Guatemala" fue planificada no como una invasión de marines
sino como un golpe de Estado a cargo de Carlos Castillo Armas, jefe de la oposición
política a Arbenz.
110
dedores, el 1 de julio de 1954, Castillo Armas apoyado por los coroneles anticomunistas
se hizo cargo del gobierno.
Durante sus tres años de gobierno desencadenó una fuerte campaña anticomunista,
prohibió los partidos políticos, los comités agrarios y los sindicatos y anuló todas las
reformas de la década revolucionaria.
La redistribución del ingreso fue un objeto perseguido por los regímenes populistas
para dar respuesta a las demandas de participación en el sistema económico por
parte de los trabajadores. A través de ella, los Estados Latinoamericanos distribuye-
ron la riqueza generada a favor de los sectores populares, hasta entonces imposibilita-
dos de acceder a dichos beneficios. A la vez, la redistribución del ingreso aseguraba el
consumo de esos sectores y así fortalecía el mercado interno y aseguraba el creci-
miento de una economía basada en la industria nacional.
111
Esta mayor participación de los trabajadores en el ingreso se vio potenciado por el
crecimiento del gasto público en políticas sociales tendientes a brindar bienestar a la
mayoría de la población y por la fijación de los precios de alimentos, alquileres, etc.
La presencia del Estado también se manifestó en las relaciones entre obreros y pa-
trones a través de las convenciones colectivas y la fijación del monto de los salarios.
En algunos Estados llevaron adelante reformas agrarias que distribuyeron con di-
ferentes modalidades y en diferentes proporciones, la propiedad de la tierra entre los
campesinos. En la mayoría de los casos, además concretaron la expropiación total o
parcial del excedente generado por el sector primario agrario o minero exportador,
contando así con los ingresos necesarios para iniciar o profundizar la industrializa-
ción por sustitución de importaciones.
Durante los regímenes populistas la presencia del Estado tanto en la vida econó-
mica como social fue indiscutible y marco un punto de inflexión. Sus funciones lo
ubicaron como el mediador que debía procurar una base de equidad en los conflictos
entre los sectores sociales. El Estado populista asumió funciones, educativas y sani-
tarias. En la mayoría de las experiencias populistas el sistema educativo se amplió
notablemente, gran parte de los Estados se abocaron a la tarea de alfabetización con
el objetivo explícito de formar de manera homogénea una gran masa de niños hasta
que hacía poco tiempo abandonaban su instrucción para ingresar en el mundo del
trabajo. De este modo, las legislaciones laborales que sancionaban el empleo de
niños, la gratuidad de la enseñanza y el aumento en el poder adquisitivo de las fami-
lias de los sectores populistas posibilitaron la permanencia de los menores en el
sistema educativo latinoamericano. Esta situación dio sus frutos en las décadas pos-
teriores cuando los hijos de los obreros se convirtieron en profesionales, alcanzando
niveles educativos inimaginables antes de la década de 1940.
México
112
instituciones. La novedad de la etapa es la creación de un partido de dirigentes y
caudillos, el Partido Nacionalista Revolucionario (PNR) una verdadera alianza de los
profesionales de la política, vinculada con el Estado y tutelada por Calles.
Esta nueva fase redefine las modalidades del liderazgo y el clientelismo: en efecto,
afilia al caudillo con todo su séquito, en organizaciones políticas, laborales o agrarias,
del partido nacional. Durante esta etapa los caudillos todavía mantendrían su status,
preservando márgenes de autonomía y poder en sus zonas de influencia.
Su nominación aparecía como una absorción por parte de los callistas de la disi-
dencia interna y la evidencia de que los movimientos de masas reivindicativos inci-
dían ya en la conformación del poder, el apoyo popular, fundamentalmente agrario, al
candidato fue canalizado a través de organizaciones vinculadas con el partido, como
la Confederación Campesina Mexicana, y durante los primeros meses de gobierno
por la Confederación General de Obreros y Campesinos de México.
El catalizador del enfrentamiento entre Cárdenas y Calles fue el apoyo del gobierno
a los movimientos reivindicativos obreros y campesinos, el incremento del reparto de
tierras durante los dos primeros años de gestión amplió las bases del apoyo campesi-
no al presidente, convertido en la principal figura agrarista.
113
Importantes fuerzas conservadoras en el interior del régimen, se fueron alineando
tras Calles, el sólido apoyo recibido entonces por Cárdenas por parte de las organiza-
ciones de masas del régimen, permitió derrotar al jefe máximo y dio impulso a la
política reformista de los años siguientes.
El papel jugado por los dirigentes y las agrupaciones obreras y campesinas como
soporte del grupo cardenista consolidó su hegemonía en el interior de la clase que
representaban, convirtiéndolos en vehículo de las demandas y canal de las reformas
sociales. La institución presidencial, por otra parte, se transformó en la pieza clave
del partido, la estructura organizativa que mantenía la permanencia y la contención
de las bases sociales del Estado.
Este reacomodamiento de las fuerzas políticas abrió una coyuntura favorable para
el proyecto de "Estado fuerte interventor con apoyo de masas" que caracteriza al
populismo, e impulsó las reformas. La política petrolera fue una de ellas, que estuvo
encaminada a asegurar las reservas, modificar el régimen de concesiones y ejercer
el control en el mercado, con ese objetivo se creó la Administración General de Petró-
leos Nacionales. Esto llevó al enfrentamiento con las empresas de propiedad extran-
jera, que derivó en la expropiación de la industria por motivos de utilidad pública,
permitiendo la explotación a través de corporaciones públicas descentralizadas.
Cohesionar las bases agrarias era una tarea primordial para realizar un proyecto
político de reformas y consolidar la posición del Poder Ejecutivo, para ello procedió a
unificar a los campesinos en el PNR, un elemento básico en la capacidad política de
los directivos, de consenso con las bases, fue el reparto de tierras promovido por el
gobierno: 17.890.000, la magnitud de este reparto resulta evidente comparándolas
con las del período anterior. Además la pequeña propiedad fue defendida con títulos
de inafectibilidad. Se crearon una serie de entidades crediticias para fomentar el de-
sarrollo agrícola y en 1937 se instalaron los Almacenes Nacionales de depósito para
almacenar la producción, otorgar créditos sobre las reservas y ayudar a los producto-
res a conseguir mejores precios para sus productos.
En marzo de 1938, la III Asamblea Nacional del PNR originó una nueva forma de
encuadrar las fuerzas políticas a través de cuatro sectores que constituyeron el Par-
tido de la Revolución Mexicana (PRM). Estos eran el sector obrero, integrado por la
Confederación de Trabajadores de México, la CROM, la CGT, el Sindicato de Traba-
114
jadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana y el Sindicato
Mexicano de Electricistas; el sector campesino compuesto por la Confederación Cam-
pesina Mexicana y los sindicatos agrarios de distintos estados; el sector popular for-
mado por diez ramas: artesanos, colonos, comerciantes, concesionarios de transpor-
te, pequeños industriales, cooperativistas, agricultores, profesionales e intelectuales,
trabajadores no asalariados y burócratas; por último el sector militar.
Ante las dificultades políticas y económicas, el gobierno intentó consolidar las re-
formas realizadas evitando el peligro de la confrontación entre las distintas corrientes
del grupo dirigente, pero fue incapaz de elegir un sucesor que continuara la obra
emprendida.
El elegido para 1940 fue el secretario de defensa nacional, general Manuel Avila
Camacho, que se presentó como el candidato de la "unidad nacional", representante
del sector moderado del partido, el gobierno de Cárdenas, sin embargo, pudo redefinir
un nuevo equilibrio político que resolvía los conflictos entre las recientes fuerzas so-
ciales y los antiguos grupos dominantes y que se manifestaban a través de una serie
de contradicciones:
- Los intentos de volver a cerrar los canales de relevo de la elite política y limitar el
proceso de institucionalización.
- El estancamiento de la política agraria que debilitaba las bases sociales de un
importante sector del grupo gobernante y atentaba contra el equilibrio que se
había logrado sobre la base de la desmovilización campesina.
- La ruptura de canales entre el Estado y la clase obrera organizada.
Desde el punto de vista económico había que superar la crisis provocada por la
reducción de los volúmenes de los productos exportables, en este aspecto, la nacio-
nalización del petróleo y los ferrocarriles permitieron disminuir el costo de los fletes y
115
el precio de los combustibles, que reorientaron la economía, pasando del llamado mo-
delo de crecimiento hacia fuera, al denominado modelo de crecimiento hacia adentro,
que favorecía el proceso de sustitución de importaciones.
La debilidad inicial con que llegaba Avila Camacho a la presidencia alentó la inten-
ción de formar su propia base de poder; un cambio importante en esa dirección fue la
creación de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).
Por otra parte, en el mediano plazo, la ampliación de las bases sociales del Estado
abrió un importante canal para incorporar a los sectores medios, donde se reclutaría
a los políticos profesionales y la burocracia estatal. El presidente eliminó al ejército
como institución participante de la vida política y el sector militar desapareció del
PRM.
116
de rectificaciones graduales respecto del movimiento obrero había concluido, impo-
niendo una férrea disciplina, impidiendo la creación de organizaciones independien-
tes del Estado y utilizando los grupos de choque o la policía en los conflictos internos
de los sindicatos.
Brasil
Por otro lado, el crecimiento de una clase media urbana, que precedió a la indus-
trialización del país, superó la capacidad de adaptación de la estructura semicolonial.
En ese sentido, el incremento de la importancia política de la burocracia tanto civil
como militar provocó que el gobierno oligárquico perdiera el control de las fuerzas
que estaban a su servicio. Estas fuerzas empezaron a reclamar el control del Estado,
y lo obtuvieron en 1930, a través de una revolución basada en los principios del voto
libre y secreto, y el escrutinio imparcial. El ejército seguía siendo, como en 1889, un
factor decisivo en la conquista del poder, pero esta vez no tomó la iniciativa del mo-
vimiento, que comenzó con el asalto a los cuarteles en el estado de Río Grande do
Sul. La división de los militares en dos campos (de acuerdo con las líneas
generacionales) indujo a los mandos superiores, con el pretexto de impedir una gue-
rra civil, a derrocar al último presidente de la República Velha, Wasinghton Luis, y
permitir el ascenso al poder del jefe de la revolución, el candidato derrotado en las
elecciones presidenciales, ex gobernador de Río Grande, Getulio Vargas.
117
Superado un intento de revolución comunista en 1935, y forzado a mantener ese
nuevo esquema de política clientelar, Vargas se vio precisado a dar el golpe de 1937.
Tanto él como sus partidarios sabían que si efectuaban las elecciones presidenciales
del año siguiente, el control del voto rural por parte de los terratenientes daría el
poder nuevamente a la oligarquía rural.
Así el Estado Novo inaugurado con el golpe de estado, era ante todo una salida
para que el círculo gobernante se mantuviera en el poder y para que la clase media
en general continuara participando del control estatal. Por otra parte expresaba una
transformación ideológica de esa misma fecha, desde el liberalismo radical de los
años veinte a las tendencias autoritarias de la década de 1930.
118
plementaria de las necesidades de consumo engendradas por la expansión de las
actividades primarias. El ensanchamiento de esta la base industrial tendió a adquirir
un dinamismo propio, que recibió un gran impulso durante la Primera Guerra Mun-
dial.
Este intento fue en parte frustrado por el golpe militar de 1945, justificado como un
movimiento antifascista con el objeto de restaurar la democracia en un marco interna-
cional de guerra al fascismo, en el cual el mismo gobierno brasileño había participa-
do, pero lo que asustaba realmente a los militares -que habían sido los aliados más
fieles del Estado Novo- era precisamente esta nueva actitud del presidente que orien-
taba su régimen de la derecha hacia la izquierda.
El golpe militar de 1945 no pudo sin embargo cambiar el curso de los aconteci-
mientos desencadenados por Vargas. Este había organizado dos partidos: el Partido
Trabalhista Brasileiro (PTB) representaba a la clase obrera y se basaba en los gre-
119
mios creados y apoyados por el Ministerio de Trabajo; y el Partido Social Democrático
(PSD) que representaba un vasto y heterogéneo arco político y social, que comprendía
desde los industriales modernos a los terratenientes tradicionales, y estaba formado
básicamente por la maquinaria político-administrativa del Estado Novo. La alianza de
ambos partidos expresaba la coalición entre la clase obrera y la burguesía industrial.
Tras un breve interregno conservador, finalmente Vargas fue elegido presidente en
1950 por el voto masivo de la población.
El período que sigue a la Guerra Mundial corresponde a una fase acelerada del
desarrollo económico del país. El segundo gobierno de Vargas (1950-1954) inició el
primer esfuerzo serio de planeamiento nacional, logrando formular una política
desarrollista que intentaba conciliar crecimiento económico con bienestar social, se
creó el monopolio nacional del petróleo (Petrobras), pero su política antiimperialista y
la fuerte agitación de las masas por parte de su ministro de trabajo, Joao Goulart,
hizo que el gobierno debiera hacer frente a la conspiración de sus opositores milita-
res, obligado a renunciar en 1954, Vargas se negó a refrendar el hecho y se suicidó,
dejando una acusación escrita contra lo que definió como la conspiración antinacional,
este hecho despertó la movilización de las fuerzas varguistas, obligando a su vice-
presidente y sucesor a mantenerse en guardia, y reeditó la victoria de la alianza PTB-
PSD en las elecciones de 1955 que dieron la victoria a Juscelino Kubitschek.
Argentina
El gobierno del general Uriburu (1930-1932), surgido de un golpe militar, tomó una
serie de medidas para hacer frente a la situación económica -devaluación, control de
cambios, elevación de aranceles aduaneros- con la intención de mantener lo más
posible los precios de los productos exportables y obtener recursos fiscales. No obs-
tante, la recesión fue muy grande y el desempleo también. Durante el gobierno del
general Justo (1932-1938) que le sucedió, se ampliaron las medidas compensatorias
para la producción agropecuaria, creándose las juntas de carne, granos, azúcar, yer-
ba, etc., que regulaban el comercio de esos productos, con el fin de salvaguardar a
los productores rurales de la quiebra, compensando la caída de los precios en el
mercado internacional y controlando los stocks.
En este marco, en 1933 se firmó con Gran Bretaña el pacto Roca-Runciman para
contrarrestar los efectos del Pacto de Ottawa firmado el año anterior. Finalmente se
creó el Banco Central para controlar la circulación monetaria.
120
gobierno nacional, sin embargo su crecimiento fue acelerado, especialmente a partir de
1935. Hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el modelo se insertaba en el
marco del sistema agro-exportador, complementando la producción agropecuaria con
la oferta de bienes industriales.
La nueva clase obrera surgió de un proceso que creó la oferta de mano de obra
como consecuencia de la desocupación rural y el desarrollo industrial, del lado de la
oferta, fue el resultado del impacto de la crisis de 1930 sobre la sociedad argentina.
La caída de los precios agrícolas, mayor que la de los ganaderos, provocó una lenta
transformación de la producción, que se verificó como el traspaso a la ganadería de
tierras antes destinadas a la agricultura demandó menor utilización de mano de obra;
además, sólo las extensiones más grandes podían protagonizar esa transformación.
Así se formó una población rural desocupada, que pronto se trasladó a las ciudades
del Litoral, y sobre todo, provocó el crecimiento del Gran Buenos Aires.
Por otra parte, también se fortaleció la burguesía industrial, se trató algunas veces
de propietarios de pequeños talleres del periodo anterior, que se transformaron en
grandes fábricas de bienes de consumo, otras de capitales rurales que invirtieron en
las nuevas actividades, o incluso, sucursales de grandes empresas multinacionales
establecidas en el país durante los años 20, que fortalecieron su posición por la des-
aparición de la competencia de los productos importados.
121
Los golpistas del 6 de setiembre contaban con un cierto consenso entre los sectores
tradicionales de la sociedad, las corporaciones económicas, los partidos políticos
antiyrigoyenistas y con el beneplácito del resto. Pero, sus partidarios se encontraban
divididos en dos sectores, con propuestas diferentes para el futuro de la República.
El sector que protagonizó el golpe y que rodeaba al general José Felix Uriburu
estaba integrado por los nacionalistas autoritarios, contrarios a la democracia y a los
partidos políticos, admiradores de la dictadura de Mussolini. Este grupo ocupó un
lugar central en la política nacional, y elaboró una estrategia de elecciones escalona-
das, hasta llegar a una elección nacional de convencionales que reformaran la Cons-
titución y elaboraran una de carácter corporativo. Pero fracasó en el primer test
electoral, al producirse en abril de 1931 la impensada victoria radical en la Provincia
de Buenos Aires. Esta situación, dejó la puerta abierta al otro sector.
Desde el punto de vista estrictamente político, el Parlamento fue el lugar que los
opositores utilizaron para denunciar el fraude y los negociados de los elencos gober-
nantes. La más conocida de estas denuncias es la del monopolio en las industrias de
la carne, y su celebridad no se debe tanto a las escandalosas acusaciones hechas en
cl recinto, como al asesinato en la Cámara Alta, del senador electo por Santa Fe,
Enzo Bordabehere, el 23 de julio de 1935 a manos de un matón que cumplía servi-
cios como guardaespaldas del ministro de agricultura de la Nación, presente en el
debate.
122
El mayor problema de esa época fue la enfermedad presidencial, que obligó al presi-
dente a pedir licencia y delegar sus funciones en el vicepresidente Castillo, en 1940.
Sobre todo porque Ortiz había dado señales de intentar la democratización del régi-
men, interviniendo las provincias a causa del fraude realizado. Pero el vicepresidente
era un notorio partidario del statu quo, que haría cualquier cosa para evitar un triunfo
radical, tendió a apoyarse en las fuerzas armadas, cuyos miembros dejaban cada vez
más de ocuparse de sus funciones especificas para introducirse en la política. Castillo
gobernó bajo el estado de sitio y recurrió nuevamente a las prácticas fraudulentas para
organizar la sucesión presidencial de 1944 a favor de su candidato resistido por los
militares, partidarios de la neutralidad argentina en la guerra mundial, Robustiano Pa-
trón Costa. Las dificultades de los radicales para asegurar el triunfo electoral, llevó a
algunos miembros del partido a ofrecer la candidatura presidencial al ministro de gue-
rra, general Ramirez. El presidente reaccionó y lo destituyó la madrugada del 4 de junio
de 1943; pocas horas más tarde, las FF.AA. lo obligaban a dimitir.
Los golpistas que desalojaron al presidente Castillo del poder no tenían un progra-
ma de gobierno, ni siquiera constituían un grupo uniforme. Así proclamaron presiden-
te al general Rawson, pero este nunca llegó a asumir. Quien si lo hizo fue el general
Ramirez, cuyo mandato se caracterizó por la sucesión de proyectos -y equipos de
gobierno- de corte nacionalista y católico, que no pudieron sacar a los militares del
aislamiento respecto de la sociedad argentina en que habían caído.
Sólo el coronel Juan Domingo Perón, que había asumido la Subsecretaria de Gue-
rra y la Secretaria de Trabajo y Previsión Social, estaba encaminado a superar el
conflicto. Intentó acercarse a la facción intransigente de la UCR y desplegó una polí-
tica para atraerse el apoyo del movimiento obrero. Su ascenso le fue granjeando
enemigos entre los oficiales vinculados con sus rivales desplazados, que aprovecha-
ron las demandas de la sociedad para que el régimen se democratizara, y reclama-
ron su destitución a principios de octubre de 1945. Perón fue encarcelado y enviado
a la isla Martín García. Pero sus opositores no pudieron sacar provecho de la situa-
ción. Una manifestación popular, realizada el 17 de ese mes, protagonizada por los
obreros de la Capital y el Gran Buenos Aires, en reclamo de la libertad del coronel
preso, y las demandas de la oposición para que los militares les entregaran el poder,
convencieron a las Fuerzas Armadas de que su única salida decorosa era el proyecto
de Perón.
Fue proclamada su candidatura para las elecciones del mes de febrero de 1946 y,
contra todos los pronósticos de la época, triunfó derrotando a los partidos políticos
preexistentes, que levantaron la candidatura de los radicales Tamborini y Mosca.
123
ciales reconocidos durante esos años; proclamó la función social de la propiedad y el
monopolio estatal de los servicios públicos.
Pero la "Abanderada de los humildes" como también fue conocida, se destacó por
su acción en beneficio de los más necesitados y su defensa militante de los logros del
régimen.
Los elencos gobernantes de esos años tenían una clara conciencia del rol de la
industria en la economía nacional y de la necesidad de tomar medidas que apoyaran
su fortalecimiento.
Los instrumentos utilizados para realizar estas transformaciones fueron las clásicas
medidas proteccionistas de la política de sustitución de importaciones: la nacionaliza-
ción de los depósitos bancarios permitió la movilización del ahorro interno en pos de
los objetivos establecidos por el gobierno en los Planes Quinquenales (1947-1951 y
1953-1953) establecieron las metas que debían cumplirse en áreas económicas y so-
ciales.
124
Estas medidas produjeron un acelerado crecimiento de la economía nacional, que
encontró sus limites en la crisis de 1950, resultante del propio desarrollo industrial,
que genera un crecimiento proporcional de las importaciones de bienes de capital e
insumos que no se producían en el país, pero eran necesarios para modernizar y
hacer funcionales las plantas industriales.
A partir de entonces, la política económica del peronismo buscó tomar otro rumbo:
se congelaron los salarios y los precios por dos años logrando bajar rápidamente la
inflación sin solucionar el problema de fondo del sector externo. Para hacer frente a la
situación, el segundo gobierno de Perón (1952-1955) intentó desarrollar la industria
pesada y se alentó la inversión extranjera. Si bien se firman contratos con la Standard
Oil para la explotación de petróleo, se iniciaron las obras de Somisa y Altos Hornos
Zapla para la producción siderúrgica; estas obras no llegaron a producir efectos so-
bre la economía, cuyo crecimiento siguió siendo muy lento hasta la caída de Perón
en 1955.
125
para negociar mejores condiciones de trabajo desde una posición de fuerza con el
respaldo que le daba el gobierno.
El gobierno mantuvo una cuidada relación con las Fuerzas Armadas en un intento
de neutralizarlas políticamente a cambio de una serie de concesiones, basada en su
modernización, el aumento del número de sus oficiales, los incrementos salariales y
sobre todo el reequipamiento que había sido una preocupación durante toda la dura-
ción del conflicto bélico. También supo sacar partido de las rivalidades entre las ar-
mas. Muchas de las medidas adoptadas contaban con el apoyo de las Fuerzas Arma-
das en el sentido de fortalecer la Defensa Nacional; los objetivos de una Argentina
"económicamente libre y políticamente soberana’ contaban con el beneplácito de los
cuadros del ejército, pero también una Nación "socialmente justa" aseguraba un ele-
mento humano de excelente condición.
La proclamada intrusión del poder político no resultó fácil y, sobre todo, fue contra-
producente. No hizo más que favorecer la propaganda de los sectores antiperonistas
dentro de las Fuerzas Armadas y los contactos clandestinos con líderes de todos los
partidos políticos de la oposición, que participaron de las varias conspiraciones que
existieron a partir de entonces.
La reelección de Perón a fines de 1951 convenció a los opositores que solo podría
ser desalojado del gobierno por un golpe militar, la actitud del gobierno se endureció
aún más. Durante 1953 se desató un conflicto con la Iglesia católica que tuvo su
origen en la frustrante relación que mantenían ya que mientras, uno apelaba a los
ciudadanos como peronistas sin tener en cuenta su credo, el otro apelaba a sus fieles
como católicos sin preguntarles sus opiniones políticas. Hacia 1954 esta situación se
agravó y reunió a la oposición en las iglesias.
126
Bolivia: El fracaso del nacionalismo revolucionario
Desde las primeras décadas del siglo XX la economía boliviana estaba basada en la
explotación del estaño, sector dominado por la "rosca", nombre que recibía el grupo
integrado por los tres propietarios mineros más grandes: Patiño, Hochschild y Aramayo.
Entre 1900 y 1929, las exportaciones bolivianas de estaño, extraído en su gran mayo-
ría de las minas de Patiño, se multiplicaron cinco veces.
El reverso del poder económico de la "rosca" era la debilidad del Estado que no
tenía la capacidad suficiente para administrar y recaudar impuestos. Sin posibilida-
des de extraer ingresos fiscales de la industria del estaño el gobierno boliviano recu-
rrió al endeudamiento externo para paliar la escasez de inversiones en el resto de la
economía, aunque solo invirtió en la construcción de ferrocarriles y utilizó la mayor
parte del dinero prestado para pagar los intereses de los préstamos anteriores.
La derrota del país frente al Paraguay en la Guerra del Chaco (1932-1935 y 1938)
movilizó a grupos militares jóvenes provenientes de los sectores medios contra la
dominación oligárquica, quienes reclamaron una distribución más amplia de las ga-
nancias del estaño. Durante su breve gobierno entre 1944 y 1946, Gualberto Villarro
el representante de los nuevos sectores nacionalistas intento llevar adelante refor-
mas orientadas a nacionalizar la economía boliviana, pero fue derrocado.
El MNR era un partido político que expresaba la alianza de los sectores medios
urbanos con el fuerte proletariado minero y con sectores de campesinos excluidos de
toda participación política y económica. En un cogobierno de hecho con la Central
Obrera Boliviana (COB), Paz Estenssoro decretó el voto universal y obligatorio para
blancos indígenas y analfabetos, creó un Comité de Comercio Exterior y un Comité
de Vivienda Popular y nacionalizó las grandes minas de estaño. También promulgó
una reforma agraria organizada de acuerdo con el sistema cooperativo. A fin de su-
perar la debilidad que significaba la monoproducción Paz Estenssoro propuso diver-
sificar la economía a través del impulso a la agricultura tropical y a la producción de
petróleo.
Sin embargo los ingresos del estaño no resultaron suficientes para subsidiar a los
otros sectores de la economía y la actividad minera se descapitalizó. Las dificultades
se multiplicaron y Paz Estenssoro recurrió al sistema financiero externo en busca de
ayuda. A partir de entonces, el MNR liquidó su cogobierno con la COB y profundizó la
represión interna. Se burocratizaron los sindicatos y se reorganizó el ejército hasta ese
momento prácticamente sustituido por milicias. Bolivia se alineo nuevamente con los
127
Estados Unidos y recibió ayuda económica a cambio de la desnacionalización de las
actividades económicas que habían sido nacionalizadas.
128
Actividad Nº 4
129
3.- La discusión sobre el desarrollo económico en América Latina
A partir del fin la Segunda Guerra Mundial, la Organización de las Naciones Uni-
das, por medio de su Consejo Económico y Social, creó distintas comisiones de estu-
dio con el objetivo de obtener información sobre la situación económica y social que
atravesaban los diferentes países del mundo. Como resultado de la preocupación
generalizada por la reconstrucción de las economías que habían sido desbastadas
por la guerra, se crearon la "Comisión Económica para Europa" y la "Comisión Eco-
nómica para Asia y el Lejano Oriente".
Es por ello que en este contexto, las delegaciones de América latina se movilizaron
para que la ONU creara también una comisión para la región. Los latinoamericanos
sostenían que era necesario resolver algunos problemas relacionados con el desa-
rrollo económico, aunque éstos no surgieran directamente como consecuencia de la
guerra. Finalmente, en 1948, se creó la Comisión Económica para América latina
(CEPAL), que en poco tiempo produjo un conjunto de estudios realizados con un
enfoque innovador que impusieron un punto de vista latinoamericano en el análisis
de la realidad económica de los países del continente.
130
Las teorías de la modernización
En 1962, W.W. Rostow -que fue asesor en política económica del presidente
Kennedy-, en su libro Las etapas del crecimiento económico. Un manifiesto no
comunista, afirmó que para obtener la calificación de "moderna" una sociedad
debía atravesar distintas "etapas" y formuló la llamada "teoría de los estadios de
desarrollo económico". Esta obra ejerció una gran influencia en las teorías de la
época que se propusieron explicar la situación de las sociedades latinoamerica-
nas y, a la vez, indicar la orientación deseable que debían tener las propuestas
de cambio social impulsadas por los diversos actores sociales y políticos.
131
Para superar los inconvenientes que había provocado la industrialización espontá-
nea, los investigadores cepalinos aconsejaban poner en marcha un proceso de in-
dustrialización "deliberada". La meta de esta nueva fase de la industrialización debía
ser lograda la integración vertical de la industria y producir localmente los bienes de
capital e insumos necesarios para la fabricación de las manufacturas industriales
destinadas al consumo del mercado interno. Según la CEPAL, la concreción de este
proceso de profundización industrial requería la planificación estatal de la producción
industrial y una fuerte intervención del Estado en otras áreas de la economía. Hacia
1955, los economistas de la CEPAL recomendaron a los gobiernos latinoamericanos,
además, la redistribución de la renta hacia los sectores populares, decisión que, ex-
plicaban, provocaría la ampliación y el fortalecimiento del mercado interno, proceso
que, a su vez, estimularía nuevas inversiones productivas.
132
los flujos de capital extranjero eran útiles para facilitar la superación de obstáculos que
enfrentaba el desarrollo industrial. Pero, desde su punto de vista, tales flujos debían
estar formados en su mayor parte por "capital público" controlado por los Estados
nacionales. La industrialización debía generar independencia respecto de las exporta-
ciones primarias inestables y estancadas y la CEPAL no veía contradicción en utilizar
el capital extranjero, canalizado a través del gobierno, para conseguir este objetivo. En
las formulaciones elaboradas durante la década de 1950, los economistas cepalinos no
consideraban, todavía, las restricciones sobre las opciones de política interna que
podía significar la concurrencia de inversiones de capital extranjero.
"Al terminar la Segunda Guerra Mundial, parecía que algunos países de Améri-
ca latina estaban en condiciones de completar el proceso de formación de su
sector industrial y de iniciar, además, transformaciones económicas capaces de
lograr un desarrollo autosustentado.
133
La estrategia desarrollista de profundización industrial
134
En Brasil, el ingreso de capital extranjero destinado a la producción de manufac-
turas recibió un fuerte impulso con el "Plan de Metas" (1957-1960), puesto en
práctica por el presidente Juscelino Kubitschek. La industria creció acelerada-
mente y Brasil registró una tasa de crecimiento del producto bruto interno que se
ubicó entre las más altas del mundo. Sin embargo, este crecimiento fue acom-
pañado de la desnacionalización de la economía, que se agravó a partir de la
instalación del gobierno militar que, en 1964, derrocó al presidente Joao Goulart.
Entre 1964 y 1968, quince fábricas brasileñas de automotores o de autopartes
fueron absorbidas por Ford, Chrysler, Volkswagen y Alfa Romeo; tres de las
más importantes empresas locales del sector eléctrico y electrónico pasaron a
estar bajo el control de empresas japonesas; los grandes laboratorios extranje-
ros absorbieron a varios de capital brasileño y empresas multinacionales, como
la American Machine and Foundry, pasaron a controlar a las seis empresas
nacionales de mecánica y metalurgia más importantes.
135
La transnacionalización de las economías latinoamericanas tuvo, además, conse-
cuencias política. Antes de decidir su radicación en un país de América latina, los
inversores extranjeros exigieron a los gobiernos "seguridad" para sus inversiones.
Con este propósito, entre otras condiciones, reclamaron la completa subordinación
de la fuerza laboral y el control de las tendencias combativas del sindicalismo.
Durante la década de 1960, en todos los países de América latina, las empresas
extranjeras se lanzaron a conquistar el mercado interno ya existente o a am-
pliarlo. Novedosas campañas publicitarias y modernas técnicas de
comercialización tuvieron como objetivo inducir la imitación de las pautas de
consumo de los países industrializados. En poco tiempo, de un extremo a otro
del continente se bebían las mismas gaseosas, se usaban los mismos automó-
viles y los mismos pantalones y se fumaban los mismos cigarrillos.
La teoría de la dependencia
Desde otro marco teórico, Osvaldo Sunkel y Pedro Paz contestaron a Gino Germani
y a los investigadores y políticos que sostenían la "teoría de la modernización" con la
"teoría de la dependencia". Estos autores afirmaron que el desarrollo y el subdesarro-
llo eran las dos caras de la misma moneda. Y, todavía más: que el subdesarrollo de
unas sociedades era la condición necesaria para el desarrollo de otras. Desde el
punto de vista de estos investigadores, en el marco del capitalismo, las sociedades
latinoamericanas no tenían otra salida que el subdesarrollo.
Estas ideas fueron tomadas por numerosos movimientos y organizaciones que por
esos años protagonizaron luchas políticas y armadas que tenían como objetivo el
establecimiento del socialismo en los países de la región: para terminar con la depen-
dencia -que entendían era impuesta desde el exterior- sostenían que era necesario
terminar con el capitalismo.
136
El análisis integrado del desarrollo
Este enfoque permitió una profunda revisión del concepto de dependencia. La no-
vedad teórica consistió en dejar de pensar la dependencia como una determinación
mecánica de lo interno por lo externo. Cardoso y Faletto propusieron, en cambio,
considerar que en cada sociedad periférica hay grupos sociales locales que, en cada
época, se beneficiaban con la relación de dependencia y que los resultados de la
lucha política y las alianzas sociales conformadas para gobernar determinan la
profundización de la dependencia o el aumento de la autonomía.
Los conceptos de centro y periferia indican la función que cada economía cumple
en el mercado mundial como resultado de su vinculación histórica. Desde el siglo
XVI, a partir de la formación de la economía-mundo capitalista, fueron sociedades
centrales aquellas cuyas economías se especializaron en la producción de manufac-
turas industriales y sociedades periféricas, aquellas cuyas economías se especializa-
ron en la producción de productos primarios para la exportación. La incorporación de
esta dimensión histórico-estructural es fundamental para comprender por qué el man-
tenimiento de estos términos del intercambio durante casi cuatro siglos -entre
América latina y Europa y los Estados Unidos- originó un proceso de capitalización
creciente en las economías centrales y un proceso de continua descapitalización
relativa en las economías periféricas.
137
Analíticamente, los autores definen los conceptos de desarrollo y subdesarrollo en
relación con el grado de diferenciación del sistema productivo de cada sociedad na-
cional. Desde este punto de vista, es más desarrollada una economía que, además
de su sector primario, ha desarrollado su sector secundario que una que no lo ha
hecho.
Sabemos que el curso concreto de la historia, aunque sea señalado por condi-
ciones dadas, depende en gran parte de la osadía de quienes se proponen ac-
tuar en función de fines históricamente viables. Por tanto, no incurrimos en la
vana pretensión de intentar delimitar teóricamente el curso probable de los acon-
tecimientos futuros. Éste dependerá, más que de la previsiones teóricas, de la
acción colectiva encaminada por voluntades políticas que hagan factible lo que
estructuralmente es apenas posible."
138
4.- La Revolución Cubana
Desde entonces, aunque Cuba se benefició con la gran demanda de azúcar que
se registró en los años de la guerra y la posguerra, durante los gobiernos que se
sucedieron hasta 1952, la corrupción administrativa se generalizó y las nuevas inver-
siones de capitales estadounidenses agravaron la dependencia económica de Cuba.
139
El asalto al cuartel Moncada.
Entre tanto, Fidel Castro, apoyado por grupos de jóvenes universitarios y de trabaja-
dores, comenzó a organizar un plan de lucha armada con el objetivo de derrocar a
Batista. Su primera acción fue el asalto al cuartel Moncada, que fracasó. En mayo de
1955, luego de dos años de cárcel, Castro fundó, junto con un grupo de militantes
políticos, el Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Más tarde, en México, se integra-
ron al movimiento varios revolucionarios de otros países latinoamericanos -como el
argentino Ernesto Guevara-, que decidieron participar en la lucha contra Batista. Du-
140
rante casi un año se entrenaron en la táctica de la guerra de guerrillas y planificaron el
regreso a la isla con el propósito de derrocar al dictador.
"(...) Que ésta (la revolución) tenga lugar por cauces pacíficos o nazca al mundo
después de un parto doloroso, no depende de los revolucionarios, depende de
las fuerzas reaccionarias de la vieja sociedad. La revolución es en la historia
como el médico que asiste al nacimiento de una nueva vida. No usa sin necesi-
dad los aparatos de la fuerza, pero los usa sin vacilaciones cada vez que sea
necesario para ayudar en el parto (...) ¿Y qué enseña la Revolución Cubana?
Que la revolución es posible, que los pueblos pueden hacerla, que en el mundo
contemporáneo no hay fuerzas capaces de impedir el movimiento de liberación
de lo pueblos."
141
Desde principios de 1957 hasta fines de 1958, los guerrilleros de la Sierra Maestra,
organizados como Ejército Rebelde desarrollaron múltiples acciones de guerra de
guerrillas y libraron encarnizados combates contra el ejército de Batista. A lo largo de
estos dos años, recibieron el apoyo de numerosos campesinos, a quienes entrega-
ban las tierras que trabajaban. Entre los sectores urbanos, el movimiento guerrillero
contó con el apoyo de estudiantes universitarios y de círculos de trabajadores organi-
zados por el "MR 26 de julio"; el movimiento obrero no comunista apoyó al gobierno;
el Partido Comunista se declaró neutral y los sectores medios urbanos y el movimien-
to obrero comunista se sumaron a la revolución cuando ésta había triunfado.
Fidel Castro asumió como "primer ministro" y designó como presidente a Manuel
Urrutia Lleó, representante de las clases medias urbanas. Pero la orientación de los
cambios económicos en general y de la reforma agraria en particular, provocó el
alejamiento de los sectores moderados. En julio de 1959, Urrutia exigió la convocato-
ria a elecciones y Castro lo destituyó. En los meses siguientes se registró un éxodo
hacia Miami (Estados Unidos) de los integrantes más acomodados de dichos secto-
res. El comunista Osvaldo Dorticós Torrado fue designado presidente. En los he-
chos, Dorticós se ocupó de las relaciones internacionales y Castro asumió la conduc-
ción del proceso de las transformaciones económicas y sociales revolucionarias.
En 1954 integró la defensa civil del gobierno de Arbenz en Guatemala y ese mismo
año se unió a los cubanos del Movimiento 26 de julio exiliados en México. En 1955
conoció a Fidel Castro y desde entonces participó activamente en el proceso que
condujo al triunfo de la Revolución Cubana. Hasta su salida de Cuba, en 1965, fue -
junto con Fidel- uno de los máximos dirigentes del proceso revolucionario.
142
Hacia la construcción del socialismo
Las primeras medidas que tomó el Estado revolucionario tuvieron como objetivo
disminuir la desocupación y concretar una efectiva redistribución del ingreso a través
del aumento de los salarios y la rebaja de las tarifas de servicios públicos y de los
alquileres. Pero el primer paso hacia la transformación del orden social fue la reforma
agraria sancionada en mayo de 1959. Esta reforma se diferenció de las otras que se
realizaron en América latina porque no pretendió dividir la tierra: estableció un límite
máximo de extensión de 67 hectáreas para las explotaciones individuales y de alre-
dedor de 400 para las colectivas -que pasaron a ser administradas por una coopera-
tiva o granja del Estado. El principal objetivo de la reforma fue eliminar la renta de la
tierra que pagaban cerca de 100.000 pequeños plantadores y transferir al Estado,
representado por el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), el control de
todas las propiedades medianas y grandes -que sumaban más de 11 millones de
hectáreas y fueron divididas en 1.500 unidades autónomas. En 1963, una segunda
reforma agraria nacionalizó todas las propiedades de más de 67 hectáreas.
En los años siguientes, presionado por el bloqueo, el gobierno cubano se vio forza-
do a posponer el desarrollo de la industrialización por los resultados desalentadores;
ya que el país carecía de materias primas y la experiencia suficiente para desarrollar
143
incluso la industria de bienes livianos. Desde 1960 la isla sometida al bloqueo económi-
co, tampoco le permitía aprovisionarse del equipamiento necesario proveniente de la
U.R.S.S. ni de Europa Oriental. También a mediados de 1963 los soviéticos plantearon
sus exigencias a los cubanos que debían disminuir su esfuerzo industrializador, mejo-
rar su planificación y reconocer su ventaja comparativa en cuanto a la producción
azucarera. Guevara renuncio a su cargo de ministro y Castro anuncio que para 1970,
llamado "El Año del Esfuerzo Decisivo", Cuba cosecharía 10 millones de toneladas.
En 1963, el "Che" dijo a los militantes del Partido Unido de la Revolución Socialis-
ta de Cuba -que luego se transformó en el Partido Comunista- que tenían el deber
de practicar el "verdadero internacionalismo proletario", que consistía en "recibir
como afrenta propia toda agresión, todo acto que vaya contra la dignidad del
hombre, contra su felicidad, en cualquier lugar del mundo".
144
5.- El impacto político e ideológico de la Revolución Cubana
145
El movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo
En 1962, el Papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II -que sesionó entre
1962 y 1965- y a través de sus encíclicas propuso acercar la Iglesia a los proble-
mas sociales y económicos que vivía la población mundial. Los documentos
finales del Concilio, que expresaban las conclusiones de la reunión de los obis-
pos de todo el mundo, señalaban la importancia de que la Iglesia -como institu-
ción y tanto su jerarquía como todos los fieles que la componían- estuviera aten-
ta a "los signos de los tiempos", es decir, a las formas a través de las cuales, en
esos años, "Dios hacía oír su voz y marcaba el rumbo a seguir en el camino de
la evangelización".
La Iglesia latinoamericana fue una de las que impulsó con mayor fuerza las
transformaciones orientadas a acercarse el "Pueblo de Dios". Después del Con-
cilio, el obispo brasileño Helder Cámara lideró un grupo de quince obispos de
América latina, Asia y África que redactó y publicó un documento titulado Men-
saje a los pueblos del Tercer Mundo. En el mensaje, que sentó las bases del
nuevo Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, estos obispos denuncia-
ban la situación de explotación que vivían los pueblos subdesarrollados y
responsabilizaban de esto a los países industrializados. También se comprome-
tían a construir una Iglesia que priorizara los problemas sociales y reclamaban
al Vaticano en ese sentido. Estas ideas encontraron rápidamente eco entre sa-
cerdotes de diferentes partes del mundo y especialmente de América latina.
Después de casi dos meses, con el apoyo de los demócratas cristianos, Salvador
Allende asumió la presidencia de la república. Por primera vez en la historia de Améri-
ca Latina, una coalición de izquierda que había hecho explícito su propósito de cons-
truir el socialismo llegaba al gobierno por vía electoral. La "vía chilena al socialismo"
consistía en utilizar las instituciones del Estado democrático liberal para llevar adelan-
te una transición gradual y pacífica hacia el socialismo. El 5 de noviembre de 1970,
Allende anunció la nacionalización de la industria de cobre -el principal recurso econó-
146
mico del país, controlado hasta entonces por estadounidenses- y el control por parte
del Estado de las minas de salitre, hierro y carbón. El plan de liquidación de empresas
extranjeras monopólicas se extendió, además, a la industria del cemento, la industria
textil, la Compañía de Teléfonos -filial de la poderosa ITT- y la nacionalización de los
bancos. Todas estas acciones fueron realizadas a través de leyes sancionadas por el
Parlamento. En pocos meses, el 50% del valor total de la producción pasó a formar
parte del "área de la propiedad pública".
147
lograrse el crecimiento económico si las reformas sociales del gobierno amenazaban a
los productores establecidos?
En Chile, Frei (1964-1970) se quedó muy lejos de sus objetivos en ámbitos clave
como la reforma agraria y la redistribución. Luego el poder pasó a un reformista más
radical, Salvador Allende (1970-1973), bajo quien la política se polarizó de forma muy
peligrosa y la economía escapó del control, debido en parte a la guerra económica de
Estados Unidos contra Chile.
El reformismo del que Allende seguía siendo representante había fracasado estre-
pitosamente. El régimen militar represivo que siguió a partir de 1973 fue en parte lo
que la Alianza para el Progreso debía haber evitado. En Brasil, Janio Quadros (1961)
pareció al principio ser el dinámico reformista muy votado que necesitaba el país.
Pero renunció tras solo siete meses en el cargo, con lo que inicio’ tres años de crisis
política que culminaron en un golpe contra su ineficiente sucesor, Joao Goulart (1961-
1964). Los gobiernos dominados por los militares a partir de 1964 hicieron hincapié
en el crecimiento económico, pero se ocuparon poco de la reforma social. El resulta-
do fue el aumento de la desigualdad social, combinado con un alejamiento constante
en los años sesenta de las elecciones directas, camino que los artífices de la Alianza
para el Progreso debían haber pensado que constituiría una invitación a las dificulta-
des.
Venezuela, uno de los pocos países que mantuvieron un gobierno civil continuo,
era un lugar privilegiado para la política reformista patrocinada por Estados Unidos,
no obstante, produjo una reforma social insignificante y su importancia siempre se vio
comprometida por sus ingresos petroleros llovidos del cielo.
Fue depuesto por un golpe militar encabezado por el general Juan Velasco Alvarado,
cuyo régimen militar puso en práctica una reforma agraria más radical que cualquiera
de las contempladas por Belaúnde. A su vez, Velasco fue reemplazado por un régimen
militar más a favor del sector privado, que permitió la celebración de nuevas eleccio-
nes en 1980, y Belaúnde, exiliado desde hacía mucho tiempo en Estados Unidos, fue
reelegido para la presidencia. Pero las dificultades económicas se amontonaron contra
su gobierno reformista.
148
Colombia fue otro país en el que los planificadores estadounidenses pusieron gran-
des esperanzas. El presidente de 1958 a 1962, Alberto Lleras Camargo, era un elo-
cuente y atractivo político del Partido Liberal, procedente de una importante familia
colombiana, su cuadro de economistas y tecnócratas preparó los detallados planes
económicos y sociales que pedía la Alianza para el Progreso. Obtuvieron grandes
préstamos del gobierno estadounidense y los organismos multilaterales, y los entu-
siastas observadores estadounidenses pronto calificaron a ese país de "escaparate"
del reformismo demócrata. Desafortunadamente, las esperanzas resultaron prema-
turas, ya que el gobierno colombiano logró una escasa reforma en ámbitos cruciales
como la redistribución de la tierra. Aunque el crecimiento económico estaba en cier-
nes, muy poco de él benefició al sector rural de los poblados de chabolas que se
multiplicaban como hongos alrededor de las ciudades. A mediados de los años se-
senta, Colombia se había convertido en un ejemplo primordial de las críticas del Con-
greso estadounidense, como las del senador J. William Fulbright, que encontraba
muy pocos de los objetivos de la Alianza cumplidos en ese país "escaparate".
En 1966 fue elegido presidente otro civil, Joaquín Balaguer, y las tropas estadouni-
denses y brasileñas se marcharon. Pero Estados Unidos había suscitado resenti-
miento en gran parte de América Latina por la manera tan dura con la que la adminis-
tración Johnson había demandado (y apenas había conseguido) la bendición de la
OEA para su intervención. No es que se hubiera vuelto a los años veinte, pero tampo-
co se estaba en la nueva era reluciente que John Kennedy había soñado en 1961.
En 1970 resultaba evidente que la Alianza para el Progreso había fracasado. Las
expectativas habían sido demasiado elevadas teniendo en cuenta las realidades po-
líticas de la década. Además, la meta de fomentar la democracia chocó de inmediato
con la de impedir más Cubas.
A finales de la década, el régimen militar se había unido a las filas de los muy
represivos con escasas pretensiones de reforma social; no obstante, continuó siendo
el mayor beneficiario de la ayuda estadounidense.
149
En Argentina, entre 1963 y 1966, Estados Unidos se encontró tratando con el inefi-
caz gobierno civil de Illia, a quien sucedió el régimen represivo del general Onganía.
Pero aquí también un general tenía sus atractivos para Washington, al igual que sus
sucesores militares, porque aplastaban el creciente movimiento guerrillero.
Estados Unidos desactivó la inversión privada en Chile y obstruyó, cuanto fue po-
sible, su acceso a la financiación de los organismos multilaterales como el Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Interamericano.
Al mismo tiempo, el presidente Nixon1 ordenó a la CIA desarrollar y poner en práctica
un plan secreto para acosar al gobierno chileno. Se gastaron al menos 10 millones de
dólares en subsidios a la prensa opositora chilena (en especial en El Mercurio, anti-
Allende militante y a grupos de oposición, incluidos muchos huelguistas que ayuda-
ron a paralizar la economía del país en 1972-1973. Considerado en el contexto de
todos los problemas que afrontaba Allende, el esfuerzo estadounidense es muy pro-
bable que tuviera una importancia marginal. Fueron los militares y las clases medias
y altas quienes se levantaron contra el gobierno de Unidad Popular, no necesitaban
lecciones de Estados Unidos sobre qué hacer y cómo, pero este aumentó la sensación
de asedio sentida por el gobierno de Allende v alentó a la oposición para que creyera
que les esperaba su generosa ayuda tras el golpe. De este período, no careció de
importancia la amplia publicidad que se otorgó a las actividades ocultas de Estados
Unidos. La documentación oficial recogida por un comité específico del Senado en
1975 y las revelaciones periodísticas que siguieron confirmaron que seguía estando
150
dispuesto a intervenir del modo que hacia tanto tiempo venían sosteniendo los latinoa-
mericanos. Esta misma tendencia reaparecería durante los años ochenta, cuando el
presidente Ronald Reagan autorizó una invasión militar de Granada y una constante
campaña de operaciones encubiertas contra Nicaragua.
La guerra fría fue un estado de tensión permanente, primero entre las superpoten-
cias, los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y luego
entre los dos bloques liderados por ellas, que no provocó un conflicto directo debido
al peligro de la destrucción mutua por la utilización de armas nucleares.
Estaba movida por sus ambiciones e intereses contrapuestos por el choque de dos
ideologías con pretensiones hegemónicas. Solamente el equilibrio del terror atómico
permitió la existencia de un armisticio que no excluía la guerra fuera del enfrenta-
miento mutuo. Se caracteriza por seis aspectos:
Se inició en 1947, entre los dos Estados con mayor poder e influencia de la época,
que asumieron el státus de superpotencias por su posición adquirida y los recursos
disponibles, tanto como por los medios políticos, ideológicos y militares que tenían
para alcanzar sus objetivos.
151
Una vez ocupada, controlada y delimitada una zona de influencia, su respeto por la
otra parte fue una regla básica del sistema. Cuando esta no se cumplió, surgió el
peligro de un enfrentamiento directo y la tensión se agravó, provocando los momen-
tos de mayor inestabilidad.
En este sistema bipolar, todos los actores reconocieron ciertos valores o principios
comunes, que tendieron a trasladar al actor universal, la ONU. A pesar de ello, am-
bos bloques la utilizaron para sus intereses, lo que impidió que alcanzase en muchas
oportunidades los objetivos para los que fue creada en 1945.
El desarrollo de la Guerra Fría estuvo condicionado por tres factores: los cambios
en la cúpula del poder de las dos superpotencias; el control que sobre ella tuvieron
siempre los actores políticos sobre los militares; y la percepción que tanto en Was-
hington como en Moscú se tuviera de la potencia enemiga y de su expansión regional
o mundial.
152
La Segunda Guerra Mundial había supuesto la expansión soviética hacia el oeste, de
manera que, de mal o buen grado, Gran Bretaña y los Estados Unidos terminaron por
acceder en la Conferencia de Yalta (1944), que Polonia, Checoslovaquia, Hungría,
Rumania, y Bulgaria quedaran bajo influencia soviética. La evolución política posterior
en esos países y la imposición de las llamadas "democracias populares" de estilo
soviético, alarmaron sin embargo a los políticos estadounidenses.
A partir de ese momento, los conflictos se trasladaron fuera de Europa, como con-
secuencia del triunfo de las fuerzas comunistas en la guerra civil china en 1950 y el
inicio de la guerra de Corea ese mismo año. La muerte de Stalin en 1953 y el armis-
ticio en Corea pusieron fin a esta primera etapa caliente, e iniciaron el deshielo.
Pero los asuntos relativos al conflicto mundial hicieron que el interés por los proble-
mas latinoamericanos pasara a segundo, plano durante la década de 1950. La Revo-
153
lución Cubana introdujo la Guerra Fría en el hemisferio. Entonces el gobierno de los
Estados Unidos creó, en 1961, en Panamá, una serie de establecimientos militares
con el objeto de entrenar a los ejércitos continentales en la guerra antiguerrillera, el
más conocido de los cuales es la Escuela de las Américas de Fort Gulick, por la que
pasaron cientos de oficiales de las fuerzas armadas latinoamericanas, y acostumbró
a invitar a otros tantos a realizar cursos en ciertos establecimientos en los Estados
Unidos.
Esta nueva doctrina militar contenía una concepción de nación que aceptaba la
subordinación económica a los Estados Unidos como consecuencia de la subordina-
ción estratégica. Desde entonces, las fuerzas armadas latinoamericanas buscaron
profundizar el desarrollo industrial, pero aceptando la intromisión de los capitales
extranjeros en las decisiones económicas.
Sin embargo hubo algunos países como Perú, Panamá y Argentina en los que secto-
res militares que sostenían los principios económicos nacionalistas, manifestando po-
siciones antiimperialistas.
154
6.- La discusión sobre las relaciones entre modernización
económica, democracia política y autoritarismo
Los años sesenta presagiaron una era de crisis para América latina. La estrategia
surgida de las políticas de industrialización posteriores a 1929 había comenzado a
tropezar con serios problemas, tanto económicos como políticos. En el frente econó-
mico, surgieron en parte por la misma naturaleza del desarrollo basado en la indus-
trialización para sustituir a la importación.
Esta dificultad inherente se agudizó por los términos desiguales del intercambio.
Con el paso del tiempo, los precios de las principales exportaciones de la región
(café, cobre, trigo) en el mercado mundial sufrieron un descenso sostenido de poder
adquisitivo. Es decir, que por la misma cantidad de exportaciones, los países latinoa-
mericanos podían comprar cada vez menores cantidades de bienes de producción.
Así pues, el crecimiento económico se enfrentaba a un atolladero, y la respuesta no
consistía en aumentar el volumen de sus exportaciones tradicionales, ya que esto
solamente hacia caer el precio.
A medida que aumentaba la presión, las elites gobernantes de varios países impo-
nían regímenes más represivos, con frecuencia mediante golpes militares, como su-
cedió en Brasil (1964), la Argentina (1966 y 1976) y Chile (1973). En todos los casos,
las decisiones más importantes las tomaron (o estuvieron sujetas a veto) los altos
rangos militares. Y las elites pensaron que debían estimular la inversión y, para lo-
grarlo, razonaron, habían de desmantelar, incluso de aplastar, el poder colectivo de la
clase obrera. Cuanto más organizada estaba, más difícil resultó la tarea. Cada uno de
estos gobiernos dominados por los militares asumió el poder de controlar las decisio-
nes concernientes a los intereses obreros más vitales: salarios, condiciones laborales,
beneficios complementarios y el derecho a organizarse.
155
Estos gobiernos proclamaron ser "antipolíticos". Culpaban del infortunio de sus paí-
ses a la supuesta incompetencia, deshonestidad o traición de los políticos y se mostra-
ron más agresivos respecto de los políticos de izquierda radicales y los líderes obre-
ros, se dejaron abiertos pocos canales de oposición. Estos regímenes presentan va-
rias características comunes:
- Una fue el nombramiento para cargos políticos de gente con carreras altamente
burocráticas (miembros del ejército, funcionarios civiles del Estado o de corpora-
ciones importantes).
- La segunda consistió en la exclusión política y económica de la clase trabajadora
y el control de los sectores populares.
- La tercera fue la reducción o casi eliminación de la actividad política, sobre todo
en las primeras fases del régimen: los problemas se definían como técnicos, no
políticos, y se buscaban soluciones administrativas en lugar de llegar a acuerdos
políticos negociados.
- Por último, procuraron reavivar el crecimiento económico mediante la consolida-
ción de los vínculos con las fuerzas económicas internacionales.
De forma especifica, sus dirigentes forjaron con frecuencia alianzas con las corpo-
raciones multinacionales (como IBM, Phillips o Volkswagen) y con los organismos
financieros internacionales como el FMI.
Para designar el nuevo tipo de dictaduras surgidas en los años 60, y 70, Guillermo
O’Donnell (1982) acuñó el concepto de Estado Burocrático Autoritario que se carac-
teriza de la siguiente manera:
En primer lugar, porque su base social esta compuesta por las fracciones superio-
res de una burguesía oligopólica y transnacionalizada.
Por otro lado, institucionalmente adquieren peso decisivo las organizaciones espe-
cializadas en la coacción. Sus tareas quedan definidas por sus actores como la
reimplantación del "orden" en la sociedad mediante la subordinación del sector popu-
lar, y la "normalización" económica. Además, es un sistema de exclusión política de
un sector social previamente activado al que se somete a severos controles. Dicha
exclusión trae aparejada la supresión de la ciudadanía y la democracia política, elimi-
nando roles y organizaciones (como los partidos políticos) que han socializado de-
mandas que se consideran incompatibles con el orden y la normalización. Es tam-
bién un sistema de exclusión del sector popular, ya que promueve una acumulación
de capital dirigida en beneficio de los sectores más concentrados de capital privado y
algunas instituciones estatales.
156
Intenta "despolitizar" el tratamiento de las cuestiones sociales pretendiendo trans-
formarlas en criterios neutros de racionalidad técnica.
La emergencia de este tipo de Estados está precedida por una crisis económica y
otra política. La primera es concebida por los sectores dominantes como una insatis-
factoria distribución de los beneficios, que lleva a los capitalistas a retraer inversio-
nes, o, en caso de no darse las situaciones anteriores, genera expectativas futuras
desfavorables para dichas inversiones.
- Inestabilidad política;
- Crisis del régimen político (entendido como la modalidad en que se produce el
reclutamiento y el acceso a los roles gubernamentales) al inaugurar nuevos crite-
rios de representación.
- Otro tipo de crisis es la que producen partidos o personal estatal que realizan
interpelaciones para establecer identidades colectivas conflictivas con los partici-
pantes establecidos en la arena política (como la clase en lugar de los partidos
políticos).
- Crisis de acumulación, percibida por la clase dominante como un obstáculo para
el normal funcionamiento económico.
- Crisis de dominación, que cuestiona las relaciones jerárquicas establecidas en la
sociedad capitalista, proponiendo su sustitución por otro tipo de relaciones socia-
les. Implica la incertidumbre en la continuidad de prácticas antes descontadas
como "naturales" de clases y sectores subordinados. Esto puede aparecer en la
caducidad de ciertas pautas de deferencia hacia el "superior" social, en diversas
formas expresivas "inusuales", en cuestionamientos a la autoridad habitual en
ámbitos como la familia y la escuela y como una impugnación del mando en el
lugar de trabajo.
157
bleció una relación netamente intervencionista entre fuerzas armadas y sistema políti-
co.
Sobre estas bases en las décadas de 1960 y 1970 en América Latina, fueron nu-
merosas las experiencias militaristas que establecieron dictaduras como forma de
gobierno y excluyeron de la participación política a la población.
La dictadura es una forma de ejercer el poder del Estado que se caracteriza por la
concentración de facultades extraordinarias en un individuo o un grupo. En las déca-
das de 1960 y 1970, el concepto de dictadura estuvo fuertemente asociado al milita-
rismo de las fuerzas armadas de la región, de allí que el término dictadura militar es el
más frecuentemente utilizado para designar a los gobiernos de facto establecidos por
las fuerzas armadas después de los golpes de Estado".
Si bien la situación económica, social y política de cada país era diferente y cada
sociedad enfrentaba problemas particulares, la actuación de las fuerzas armadas
tuvo algunos mismos objetivos en todos los casos. Las acciones de los focos guerri-
lleros que habían surgido en diversas y distantes regiones de América del Sur y Amé-
rica Central, fueron percibidos por los sectores dominantes como una seria amenaza
para sus intereses económicos. Al mismo tiempo, y de acuerdo con los postulados de
la Doctrina de la Seguridad Nacional, las fuerzas armadas los identificaron como los
"enemigos internos" que debían aniquilar para evitar que "subvirtieran" el orden capi-
talista y el "modo de vida occidental y cristiano" y facilitaran la penetración del "comu-
nismo internacional".
Frente a esta situación, en el plano político y social, las fuerzas armadas organiza-
ron la represión contra los grupos guerrilleros y prohibieron o restringieron la activi-
158
dad de los partidos políticos y la actividad sindical, en particular la de orientación
socialista y comunista.
Es en este contexto que los militares y grupos de civiles que los apoyaron, quisie-
ron implantar un nuevo orden social, político y económico. Con esta meta, prohibie-
ron la actividad de los partidos políticos y los sindicatos y organizaron acciones mili-
tares para liquidar definitivamente las organizaciones guerrilleras y toda otra organi-
zación popular o personas consideradas "subversivas" o sospechosas. También se
propusieron "normalizar la economía. Para ello los gobiernos militares implementaron
políticas económicas que generaron profundos quiebres con la orientación general que
venían experimentando las economías latinoamericanas desde 1930, cuya meta era
alcanzar el desarrollo autosustentado a partir de la profundización industrial.
Los equipos técnicos que se hicieron cargo de los ministerios de Economía inte-
grados por economistas y empresarios estrechamente vinculados con el capital
159
transnacional- diseñaron políticas inspiradas en los principios del neoliberalismo eco-
nómico.
Algunas medidas intentaban resolver los problemas de corto plazo tales como li-
quidar la inflación y controlar el déficit fiscal. Otras tenían metas a mediano y largo
plazo: abandonar la industrialización como sector dinámico del desarrollo económico
y adecuar las economías periféricas a la "nueva división internacional del trabajo"
reorientando las inversiones hacia la explotación del sector primario -minero en parti-
cular- y hacia las agroindustrias que podían agregar valor a las exportaciones tradi-
cionales.
A su vez, este último proceso más, en algunos casos, la completa apertura del
mercado interno a las importaciones de manufacturas industriales extranjeras provo-
có la quiebra de numerosas pequeñas y medianas empresas y generó desempleo,
en particular entre los obreros industriales. En el marco del agravamiento de la crisis
económica, el aumento de la desocupación y la desestructuración del movimiento
sindical fueron otros elementos a través de los cuales las dictaduras militares impu-
sieron el disciplinamiento político y social.
La compleja situación económica internacional las decisiones que tomaron los sec-
tores dominantes para enfrentarla y los conflictos internos que protagonizó cada so-
ciedad latinoamericana gobernada por una dictadura militar provocaron un mayor o
menor grado de éxito en el logro de los objetivos de corto y largo plazo que, en cada
caso, propuesto. Al mismo tiempo, durante la década de 1970, todos los países de la
región experimentaron un muy importante crecimiento del endeudamiento externo,
situación que agravó la vulnerabilidad de sus economías y profundizó su dependen-
cia de los centros capitalistas.
160
cia estadounidense participó activamente en la preparación. Un memorándum de la
Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA), fechado el 16 de
setiembre de 1970, proporciona información sobre el primer encuentro entre el jefe
de la CIA y altos funcionarios especializados en operaciones encubiertas. El docu-
mento subraya que la CIA debía preparar en 48 horas un plan de acción para el
entonces consejero de la Seguridad Nacional, Henry Kissinger, textualmente se lee
"el presidente Nixon ha decidido que un gobierno de Salvador Allende en Chile no es
aceptable para los Estados Unidos. El presidente pidió a la agencia (CIA) evitar que
llegue al poder o destronarlo. El presidente autorizó diez millones de dólares para
este fin".
Terrorismo de Estado
En este período se inicia una de las páginas más tristes en la historia de los dife-
rentes países de América Latina, tanto por las políticas económicas de ajuste que
comenzaron a degradar y profundizar la exclusión social y económica de grandes
sectores de la población, pero sobre todo, por la brutalidad del accionar de las dicta-
duras militares que aplicaron planes sistemáticos de represión no sólo contra los
integrantes de los grupos guerrilleros sino también contra los dirigentes políticos,
sindicales y de diversos movimientos sociales y populares.
Y en todos los casos, con más o menos intensidad y alcance, instalaron el terroris-
mo de Estado y al margen de toda legalidad, secuestraron, torturaron e hicieron des-
aparecer varios cientos o miles o decenas de miles de personas según el país y se
apropiaron de niños nacidos en cautiverio la mayoría de los cuales hacia fines de la
década de 1990 continuaban desaparecidos.
Esta operación fue diseñada en 1975 por el servicio de inteligencia chileno (DINA),
así lo reveló un documento secreto del FBI (una agencia de seguridad del gobierno
161
de los Estados Unidos) que fue desclasificado a mediados de 1990. La Operación
Cóndor estaba integrada por efectivos de las Fuerzas Armadas; de Chile, Brasil, la
Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Según el documento del FBI los servicios de
inteligencia de estos países se propusieron "eliminar sistemáticamente y en forma
conjunta las actividades terroristas en la región" y conformaron "grupos especiales
que viajaban a cualquier parte del mundo para asesinar terroristas o a los simpatizan-
tes de las organizaciones terroristas". Ese documento también explica como funcio-
naba el sistema. "Por ejemplo, si un terrorista o un simpatizante de una organización
terrorista de uno de los países miembros de la Operación Cóndor es localizado en un
país europeo, un grupo especial es formado y enviado a buscar el blanco. Cuando la
investigación ha sido finalizada, un segundo grupo de la Operación es despachado
para "sancionar" (raptar o matar) al blanco. Los grupos especiales pueden estar for-
mados por miembros de uno o varios países del grupo"
162
Actividad Nº 5
163
Ficha de Evaluación
Módulo Único
Sr. alumno/a:
CONSULTAS A TUTORIAS SI NO
2) Para que la próxima salga mejor... (Agregue sugerencias sobre la línea de puntos)
...................................................................................................................................................................................................
...................................................................................................................................................................................................
Evaluación: MB - B - R - I -
164