You are on page 1of 7

Juan 15

En el capítulo anterior vemos cómo Jesús alentaba a los apóstoles,


prometiéndoles que a través del Espíritu Santo El todavía estaría con ellos. En
la primera parte del capítulo 15 Jesús habla de lo que El espera de ellos. La
palabra clave de este texto es permanecer. ¿Cuántas veces aparece en 15:4-10?

15:1 Yo soy (6:35; 8:12; 10:7; 10:11; 11:25; 14:6) la vid verdadera, -- Todos
los textos "Yo soy" enfatizan la necesidad de estar en Cristo para tener la vida
espiritual. En Cristo se realiza el propósito eterno de Dios. El es la verdadera
luz (1:4; 8:12) y el verdadero pan (6:32). Aun después de físicamente dejar a
sus apóstoles estaría con ellos, y de El recibirían vida, para poder llevar fruto
en su servicio.
-- y mi Padre es el labrador (viñador, LBLA). -- El Padre es el viñador,
porque todo el plan que Jesús llevaba a cabo era según el propósito eterno de
|Dios (Efes. 1:11; Hech. 2:22). La figura de la vid y los sarmientos describe la
relación de los apóstoles con Cristo. Pronto Jesús volvería al Padre y después
volvería a los apóstoles en la persona del Espíritu Santo, para seguir trabajando
con ellos.
Cristo es la vid verdadera porque sus apóstoles, como sarmientos de esa
vid, no podrían recibir vida de otra fuente para poder llevar fruto para Dios. El
pensamiento principal en estas palabras de Jesús era la necesidad de que sus
apóstoles permaneciesen en El aunque estuviera físicamente ausente de ellos.

15:2 Todo pámpano (sarmiento, LBLA) (como Judas) que en mí (2 Cor.


5:17) no lleva fruto, lo quitará; -- Después (ver. 16) Jesús dice a sus apóstoles,
"Yo os elegí a vosotros, os he puesto para que vayáis y llevéis fruto". Los eligió
y los envió para que llevaran el evangelio a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar.
16:15; Hech. 1:8). Judas fue quitado, pero fue remplazado por Matías, y estos
doce apóstoles llevaron mucho fruto, comenzando el día de Pentecostés (Hech.
2:41, 47).
Muchos textos del Nuevo Testamento se refieren a la necesidad de que
los discípulos de Cristo lleven buen fruto (la obediencia y el desarrollo del
carácter de cristiano y la vida espiritual): Gál. 5:22, 23; Mat. 3:7-10; Luc. 8:14,
15; Rom. 6:22; 7:4; Efes. 5:9; Fil. 1:9-11; Col. 1:5, 6, 10; 2 Ped. 1:3-11. El
sarmiento recibe vida (sabia) de la vid para que lleve este buen fruto. Los
sarmientos que no llevan fruto perjudican la vid y la producción de fruto por los
sarmientos sanos.
-- y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará (lo poda, LBLA; pero en el
margen, Lit., limpia), para que lleve más fruto. -- El Señor limpia los
sarmientos de la vid por medio de exhortaciones, amonestaciones, reprensiones
y sufrimientos (2 Tim. 3:16 - 4:4; Sal. 119:67, 71; Rom. 5:3-5; 2 Cor. 4:16;
12:7-10; Heb. 12:5-7; Sant. 1:2-4; 1 Ped. 1:7; 4:1, 2). Todo cristiano -- por fuerte
que sea -- necesita de esta limpieza para poder llevar el fruto de una vida
consagrada y también el fruto de más almas ganadas por Cristo.
El árbol es reconocido por su fruto (Mat. 7:16-20) y, por eso, Jesús dice,
"En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con
los otros" (13:35).

15:3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. -- 13:10;


17:19. La palabra de Cristo nos dice lo que debemos hacer para ser
salvos: "habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad" (1
Ped. 1:22); "Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra"
(Efes. 5:25, 26).

15:4 Permaneced en mí, -- "el que come mi carne y bebe mi sangre, en mí


permanece, y yo en él", 6:56; 15:6, 7, 9, 10; 1 Jn. 2:6, 19, 28. Para permanecer
en El debemos permanecer en su palabra: "Si vosotros permaneciereis en mi
palabra, seréis verdaderamente mis discípulos" (8:31); "la palabra de Dios
permanece en vosotros (1 Jn. 2:14); "Si lo que habéis oído desde el principio
permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el
Padre" (1 Jn. 2:24); "Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que
cree en mí no permanezca en tinieblas" (12:46).
El permanecer en El significa que andamos como El anduvo: "El que dice
que permanece en él, debe andar como él anduvo" (1 Jn. 2:6). "Todo aquel que
permanece en él no peca" (no practica el pecado) (1 Jn. 3:6, 9). "El que
permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él" (1 Jn. 4:16).
La palabra permanecer significa la participación (tener comunión) con
Cristo, es decir, participar de las cosas mejores que pertenecen a la salvación
(Heb. 6:9). Escuchamos a los apóstoles y aceptamos su testimonio para poder
tener participar (tener comunión) con ellos y, a través de su palabra, participar
(tener comunión) con el Padre y con el Hijo (1 Jn. 1:1-3); "Fuisteis llamados a
la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor" (1 Cor. 1:10); "La copa de
bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan
que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?" (1 Cor. 10:16);
"sois participantes conmigo de la gracia" (Fil. 1:7); "nos hizo aptos
para participar de la herencia de los santos en luz" (Col. 1:12);
"participantes del llamamiento celestial" (Heb. 3:1); "para que participemos de
su santidad" (Heb. 12:10); "por vuestra comunión (participación) en el
evangelio" (Fil. 1:5; 4:15); "el privilegio de participar en este servicio para los
santos" (2 Cor. 8:4); "cooperemos con la verdad" (3 Jn. 8); "participantes de la
naturaleza divina" (2 Ped. 1:4); "participantes de la gloria que será revelada",
(1 Ped. 5:1).
"El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Jn. 2:17).
-- y yo en vosotros -- Debemos permanecer en Cristo para que El pueda
permanecer en nosotros (1 Jn. 3:24; 4:12). Este es el requisito primordial para
que el sarmiento tenga vida y lleve fruto. Permanecemos en El cuando
guardamos su palabra (su enseñanza). "El que me ama, mi palabra guardará; y
mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él" (14:23). "Judas
ha salido y Satanás sacudirá al resto de ellos como a trigo (Lc. 22:31s)" (ATR);
¿permanecerían en Cristo? La salvación de todo ser humano depende de dos
cosas: (1) entrar en Cristo; y (2) permanecer en Cristo (Apoc. 14:13) (JBC).
-- Como el pámpano (sarmiento, LBLA) no puede llevar fruto por sí
mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis
en mí. -- Esta ilustración es sencilla y clara. Un niño puede entenderla, porque
si el sarmiento está separado de la vid, inmediatamente comienza a secarse. Hay
una diferencia, sin embargo, entre el sarmiento literal y el discípulo de Cristo
como sarmiento: el sarmiento físico no puede, por medio de su propia fuerza,
separarse de la vid, pero por su propia voluntad y fuerza, el discípulo de Cristo
sí puede alejarse de Cristo (FP).
Los sarmientos espirituales que se separan de la iglesia se separan de
Cristo.

15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos (sarmientos, LBLA); -- En ese


instante los apóstoles estuvieron con Jesús, como sarmientos en la vid,
recibiendo vida, fuerza, apoyo y aliento de El.
No solamente los apóstoles sino todos los discípulos son sarmientos en
esta vid. ¿Cómo se llega a ser sarmiento en la vid? Para contestar esta pregunta
hagamos otra: ¿Cómo se entra en Cristo? (Gál. 3:26, 27). Aun otra pregunta
sería: ¿Cómo se entra en el cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:13)? o ¿cómo se entra
en el reino de Cristo? (Jn. 3:5). Al contestar estas preguntas se contesta también
la pregunta de cómo se llega a ser sarmiento.
-- el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; -- El
sarmiento de esta figura no representa una iglesia (ni mucho menos alguna
denominación humana, 1 Cor. 1:10-13), sino un individuo (un discípulo de
Cristo).
Hay otras figuras en el Nuevo Testamento que ilustran esta verdad: Cristo
es la Cabeza, la iglesia es su cuerpo; Cristo es el Rey, la iglesia es su reino;
Cristo es el Buen Pastor, la iglesia es su rebaño; Cristo es la Principal Piedra del
ángulo y la iglesia es el templo; Cristo es el Esposo y la iglesia es su esposa.
-- porque separados de mí nada podéis hacer. -- ¿Qué hacen los que se
alejan de la iglesia? ¡Nada! ¿Qué hacen los que solamente profesan servir a
Cristo (Mat. 7:22, 23)? ¡Nada! El fruto aceptable de los fieles es fruto que se
lleva "en Cristo". El fruto que el discípulo lleva es el fruto de Cristo. Están
"llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y
alabanza de Dios" (Fil. 1:11); "el amor de Cristo nos constriñe" (2 Cor. 5:14);
Cristo quiere que su "gozo esté en vosotros" (15:11); Cristo dice, "mi paz os
doy" (14:27); "el que actuó en Pedro ... actuó también en mí" (Gál. 2:8); "vive
Cristo en mí" (Gál. 2:20); "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil.
4:13).

15:6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano


(sarmiento LBLA), -- Deja de tener comunión con Cristo para participar de la
mesa de los demonios (1 Cor. 10:21; 2 Cor. 6:14-18; Efes. 5:11); "no participes
en pecados ajenos. Consérvate puro" (1 Tim. 5:22); "Quitad, pues, a ese
perverso de entre vosotros" (1 Cor. 5:13; Rom. 16:17; 2 Tes. 3:6, 14; 2 Jn. 9-
11).
-- y se secará; -- El rey Saúl se secó. Judas se secó. Al volver al mundo,
Demas se secó. Los que volvieron atrás para ya no seguir con Cristo se
secaron. Todos los que no quieren arrepentirse y volver a la comunión con
Cristo se secan.
"Es terrible ver un pobre afligido cuerpo humano que se seca bajo la plaga
de la muerte; es indeciblemente peor ver un proceso semejante llevarse a cabo
en el alma" (RCHL).
-- y los recogen, -- "Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para
quemarla" (Mat. 13:30). En realidad los infieles forman alianzas diabólicas y de
esa manera se recogen a sí mismos en manojos para ser fácilmente recogidos
por el juicio de Dios. La compañía de Coré, Datán y Abiram (Núm. 16) se
recogieron a sí mismos para rebelarse contra Moisés y Aarón; el Sanedrín,
Herodes y Pilato se recogieron a sí mismos para entregar a Jesús; actualmente
la "reunión de los malignos" (Sal. 26:5) (ismos religiosos, el humanismo
secular, los evolucionistas, etc.) se recogen a sí mismos para resistir al Espíritu
Santo, y en consecuencia a su rebelión serán recogidos por Dios en el Día Final.
"Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los
que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno
de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mat. 13:42).
-- y los echan en el fuego, y arden (Ezeq. 15). -- Con repetición -- y, por
eso, con énfasis --, Jesús describe la condición triste del sarmiento que no
permanece en El: (1) será echado fuera; (2) se secará; (3) los recogen; (4) los
echan en el fuego; (4) y arden (Mat. 3:10, 12; 13:41-42, 59-50; 2 Tes. 1:7-9). El
propósito del sarmiento es llevar fruto; si no lo hace, sirve solamente como leña.
Este texto enseña claramente que el discípulo puede caer y perder su alma (Gál.
5:4; Heb. 3:12-14; 2 Ped. 1:10). Los que citan Jn. 10:28 ("yo les doy vida eterna;
y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano") para probar la
imposibilidad de la apostasía del creyente, deben estudiar cuidadosamente este
versículo (15:6). No hay conflicto alguno entre estos dos textos, pues en el 10:27
Jesús describe las ovejas que no perecerán como las que "oyen mi voz ... y me
siguen". Desde luego, las ovejas que siguen oyendo y siguiendo la voz de Cristo
no perecerán, pero "el que en mí no permanece" es el que deja de oír su voz y
deja de seguirle.
Un comentarista dice, "Es cierto que una vez que el hombre ha sido
verdaderamente salvo, permanece salvo para siempre; sin embargo, Dios no
mantiene al hombre en el camino de la salvación sin esfuerzo, diligencia y
vigilancia de parte del hombre. ¡Y la fortaleza para perseverar en la fe de esta
manera siempre procede de Dios, de él solo!" (GH). Este autor deja muy
confuso el asunto. Dice que el hombre una vez salvo permanece salvo para
siempre, pero que Dios requiere el esfuerzo, diligencia y vigilancia de este
creyente. ¿Está compelido el creyente a esforzarse, ser diligente y vigilante?
¿Viene alguna fuerza de Dios que tome control del creyente para forzarle a ser
fiel? Las "explicaciones" de calvinistas sobre este tema son puras
contradicciones.
"En la vid verdadera, las uvas siempre crecen en racimos, es decir, en
congregaciones" (cita del comentario de JBC). Entonces, ¿por qué no habló
Jesús de "la congregación que en mí no permanece"? Es cierto que hay
congregaciones que no permanecen fieles, pero en este texto Jesús no habla de
racimos (ni siquiera habla de uvas), sino de cada cristiano (mayormente de cada
apóstol) como un sarmiento.
Este es uno de los textos de los sectarios que defienden y justifican el
denominacionalismo. Se dice que los sarmientos son las distintas
denominaciones, pero Jesús dice, "el que en mí no permanece será echado fuera
como pámpano". ¡Imagínese una vid con un sarmiento bautista, otro sarmiento
metodista, y otro sarmiento pentecostal!

15:7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, -- Al


decir, "Si permanecéis en mí", hubiera sido lógico que Jesús dijera, "y yo en
vosotros", pero en lugar de decir yo dice mis palabras, porque es imposible
permanecer en Cristo si sus palabras no permanecen en nosotros (1 Jn. 2:14, 24;
3:24).
-- pedid todo lo que queréis (en mi nombre, 14:13; 15:16; 16:23) y os
será hecho. -- Obsérvese que esta promesa es condicional: es para los que
permanecen en El. ¿Quiénes son estos? Son los que permiten que las palabras
de Cristo permanezcan en ellos, es decir, los que viven de acuerdo con su
enseñanza, "llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Cor.
10:5). Son los que han comprobado "cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta" (Rom. 12:2). Son los que hacen "las cosas que son
agradables delante de él" (1 Jn. 3:22) y piden "conforme a su voluntad" (1 Jn.
5:14). Tales oraciones, pues, coincidirán con el deseo (la voluntad) del Señor
de que se lleve mucho fruto para glorificar al Padre. Los tales oran "en el
Espíritu Santo" (Judas 20).

15:8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, -- Como


Cristo glorificó al Padre (13:31, 32; 17:4, 5), así también El es glorificado por
los discípulos de Cristo que llevan mucho fruto. No hay otra cosa que honre al
Viñador más que el abundante fruto llevado por la vid que ha cuidado con tanta
diligencia.
Jesús dice "mucho fruto". El grano de trigo que cae en la tierra y muere
"lleva mucho fruto" (12:24). Como Cristo ha "venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia" (10:10), y como "sobreabundó la gracia"
(Rom. 5:20), así también debemos llevar fruto "en abundancia" para Dios.
"Estad firmes y constantes, creciendo (abundando, LBLA) en la obra del Señor
siempre" (1 Cor. 15:58); "Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra,
en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con
nosotros, abundad también en esta gracia" (la gracia de ofrendar) (2 Cor. 8:7);
"de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y
agradar a Dios, así abundéis más y más" (1 Tes. 4:1); "vuestra fe va creciendo,
y el amor de todos ... abunda para con los demás" (2 Tes. 1:3); "poniendo toda
diligencia ... añadid a vuestra fe virtud ... conocimiento ... dominio propio ...
paciencia ... piedad ... afecto fraternal ... amor. Porque si estas cosas están en
vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto" (2 Ped. 1:5-8).
"Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor" (Rom.
16:12).
-- y seáis así (vengáis a ser, así, ATR) mis discípulos. -- Se podrá
observar la evidencia de que son verdaderos cristianos. Este es uno de los
requisitos básicos del discipulado (13:34, 35; Mat. 16:24; Luc. 14:25-33). Al
cumplir con este requisito llegamos a ser cada vez más como Cristo (llegamos
a ser verdaderos imitadores de Cristo, 2 Cor. 3:18). El hombre interior se
renueva de día en día (2 Cor. 4:16); "y revestido de nuevo, el cual conforme a
la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno" (Col.
3:10).

15:9, 10 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado;


permaneced en mi amor. (Esto es un mandamiento y el ver. 10 explica cómo
se obedece) Si guardareis mis mandamientos, (13:34; 14:15,
23) permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos
de mi Padre, y permanezco en su amor.-- En todo Jesús nos ha dejado un
ejemplo perfecto. Lo que El requiere de sus discípulos (guardar sus
mandamientos) es lo que El mismo practicaba (guardaba los mandamientos del
Padre). A través de los escritos de Juan es obvio que el amar equivale a
llevar una vida obediente.

15:11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y


vuestro gozo sea cumplido (3:29; 16:24; 17:13; 1 Jn. 1:4; 2 Jn. 12). -- Los
mandamientos de Jesús no son gravosos (1 Jn. 5:3) como las cargas impuestas
por los escribas y fariseos (Mat. 23:4; Luc. 11:46). El yugo de Jesús es fácil
(bien acomodado) y su carga ligera (Mat. 11:28-30). El nos manda que
obedezcamos su enseñanza, pero al hacerlo no impone una carga gravosa o
insoportable, sino que nos revela el secreto del gozo perfecto. El gozo de Jesús
(mi gozo) aquí en la tierra había sido el fruto de la constante obediencia a la
voluntad del Padre, y este mismo gozo puede ser reproducido (cumplido) en sus
discípulos que le obedecen. A través de la obediencia su gozo aumentaría hasta
la plenitud (FLG).
Jesús habla mucho de lo que Pablo llama el fruto del Espíritu: "amor,
gozo, paz" (Gál. 5:22). Véanse 14:15, 23; 15:11; 14:27.
El gozo del cual Jesús habla no es como el gozo del mundo (compárese
14:27, "La paz os dejo ... yo no os la doy como el mundo la da"). Tampoco
promete la clase de gozo que el mundo busca.

You might also like