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Pudiéramos decir que este fariseo de nombre Nicodemo “Principal entre los
Judíos” viene a Jesús de noche, quizás tiene miedo a que la gente sepa
que tuvo un encuentro con Jesús. Aunque mas adelante él haría defensa a
Jesús de los adversarios y oponentes religiosos, copartidarios de la mas
alta clase de “los fariseos” (Jn.7:31)
Observemos 2 Casos:
Mientras Jesús sigue en Judea, un fariseo lo invita a comer, seguramente durante
el día, no por la noche (Lucas 11:37, 38 “Luego que hubo hablado, le rogó un
fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la
mesa. El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado
antes de comer. Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos
limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de
rapacidad y de maldad”
Compare con Lucas 14:12). Antes de comer, los fariseos se lavan las manos y los
brazos hasta el codo, pero Jesús no lo hace (Mateo 15:1, 2). Aunque lavarse así
no viola la Ley de Dios, tampoco es obligatorio.
El fariseo se sorprende al ver que Jesús no sigue esa tradición, pero Jesús se da
cuenta y le dice: “Mira, ustedes, los fariseos, limpian por fuera la copa y el plato,
pero por dentro están llenos de codicia y maldad. ¡Insensatos! El que hizo lo de
afuera también hizo lo de adentro, ¿no es cierto?” (Lucas 11:39, 40).
(Juan 1:12-13) “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; os cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios” La palabra enegendrar usada aquí es: gennáo. Significa de
los genes del padre, de la raiz génos, que habla de la misma familia.
Jeremías 2:13 nos dice: “Porque dos males ha hecho mi pueblo:
me han
abandonado a mí,
fuente de aguas vivas,
y han cavado para sí cisternas,
cisternas
agrietadas que no retienen el agua”
EL ESPÍRITU SANTO
Jn.14:16-17 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros, y estará en vosotros.
2 Cor. 5:17