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2019
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Cuando hablamos de la palabra política son muchas las acepciones que nos ocupan en la
investigación que deseamos realizar. Recordamos nociones clásicas como el ζῷον πολῑτῐκόν
que sin lugar a dudas, constituye la manera de demostrar que por naturaleza somos seres
Y esto considero que es real porque cuando hay un asunto acerca de los recursos propios de
una localidad o territorio deseamos que sean utilizados de manera eficiente: las vías terrestres
que conducen a nuestro trabajo o de una región a otra, estaría mejor si presentarán una malla
vial adecuada, facilitarán el acceso o agilizan el tránsito. Los asuntos políticos no derivan de
una lógica deductiva, de leyes puras aplicadas a un particular o como tema de una revista
especializada en economía. Ciertamente también hacen parte de sus aristas, pero de lo que se
trata quizá, en los términos aristotélicos, es preguntarse por cuestiones como ¿en cuántos
barrios debe estar distribuido el sector de la ciudad para que los recursos educativos,
hidroeléctricos, entre otros puedan satisfacer las necesidades de la población civil? Entonces,
para esto Aristóteles recordaba en su Política que la concepción antropológica del hombre
político tiene en consideración que la noción griega de la vida, era una concepción que hacía
vivir político y en la politicidad los griegos no veían una parte o un aspecto de la vida, sino
El vivir político en y para la polis era al mismo tiempo el vivir colectivo, el vivir asociado y
más concretamente el vivir en comunidad. Así que, esto es lo que se intenta decir: cuando se
tiene una relación cercana con el pensamiento político, se tiene a su vez una cercanía con la
ley y la justicia. Además, posee en su carácter una orientación precisamente hacia la virtud,
el bien común o la justicia. Justicia es un vínculo de los hombres dentro de los estados, puesto
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que la administración de la justicia, que consiste en la determinación de lo que es justo, es el
principio del orden dentro de la sociedad política. En tal sentido el deseo de justicia es el
hombres consideran que son iguales a otros que no poseen más que
individuo, de no ser así, entonces debería admitirse que el individuo pudiera bastarse a sí
mismo, aislado del todo como del resto de las partes. Pero aquel que no puede vivir en
miembro del Estado. Esto implica la posible presentación de una jerarquía del poder, una
naturaleza en la cual se cuenta que en la necesidad de la conservación hay unos que son para
mandar y otros para obedecer. El hombre poseído de razón y de previsión manda como
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Jowett, Benjamin. The basic Works of Aristotle. Nueva York, Random House, 1941. Pág. 34
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dueño, así como también que el ser capaz, por sus capacidades corporales, de ejecutar las
órdenes, obedezca como esclavo y de esta suerte, el interés del señor y del amo se confunde.
“La autoridad se enaltece tanto cuanto lo hacen los seres que la ejercen
o a quienes ella rige. La autoridad vale más en los hombres que en razón
muchas cosas que conspiren a un resultado común aunque por otra parte
De esta manera pues se desea expresar que las diferentes visiones que se fundamentan en
perspectiva vertical del poder encubren la falta de participación democrática de los sujetos
que una democracia no constituye solamente, ni siquiera principalmente, un medio por el cual
diferentes grupos pueden conseguir sus fines, o aspirar a una sociedad justa; sino que es
precisamente la sociedad justa en acción. Tan solo el tomar y dar de las luchas internas de una
sociedad libre ofrece algunas garantías de que los procesos de ella no se acumularan entre las
manos de pocos que detentan el poder, y de que los hombres pueden evolucionar. Es cierto,
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Aristóteles. La política. Ediciones universales. Bogotá. 1995. Pág. 32
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así como otras que mantengan la legitimidad y el consenso. Sin embargo, la democracia
presenta rasgos de padecimiento y los escenarios políticos en el mundo occidental que nos
Es pues de notarse que la lucha por el poder, su participación e influencia esta siempre
materializada en tanto, los individuos, grupos y clases como por el poder que manda y los
ciudadanos que sustentan. Es apetecible el poder en la naturaleza humana porque con ella nos
hacemos onerosos, causa prestigio, beneficios y placeres. Por consiguiente, el poder es una
fatigable lucha por encontrar en el escenario de lo público “un puesto” que legitime la oratoria
poder el interior de una sociedad global que a su vez presenta una rivalidad entre los individuos
y que compete a discusiones tan marcadas como la localidad, la región, lo nacional, las clases,
Los ciudadanos no pueden desvirtuarse del poder de sujeción social del orden establecido. El
ostentar el poder y padecerlo son las antítesis de los ciudadanos que lo encarnan y lo hacen
un hecho social. La colectividad, las comunidades se van destituyendo o heredando para que
surja una nueva clase dominante y por lo tanto el Estado sigue estando en manos de una
minoría. Lo que enfrenta a estos grupos espontáneos sociales es el deseo por la satisfacción
de sus demandas (sociedades más civilizadas) y dicho de manera llana es la resolución de sus
conflictos. El antagonismo descrito entre los gobernantes y los gobernados es solo una pareja
subyace una trama (por ejemplo, el Estado profundo) que mueve los hilos de una supra-
estructura (estructuras socioeconómicas para dar un ejemplo muy propio del maxismo). La
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resistencia a estos modelos de producción robustecidos por la técnica y la tecnología se
legitiman en una forma o Estado el cual es opresor por naturaleza como se concibe desde el
liberalismo “el mejor puesto” que se ocupa en la vida pública compete a rasgos que se han
momento dado poder realizarlo todo pueda perder el control y saciar sus apetitos sacrificando
con ello el sentido de la justicia. Es claro que mientras las sociedades aparecen menos justas
las necesidades aparecen como mayores y por tanto, las ventajas y oportunidades
disminuyen. El poder y triunfo son un mismo lado de la moneda que mueve la psicología del
hombre politicus. Se nos presenta pues una sociedad de la abundancia en la que solo los que
gozan de ella viven el poder y ejercen a su antojo. Encontraremos pues una manera en que
los diferentes fenómenos sociales nos inciten o si es el caso nos indignen a fin de luchar por
Democracia deliberativa
Ciudadano deliberativo
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Duverger, Maurice. Introducción a la política. Editorial Ariel. Barcelona. 1982. Pág. 43
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La diaforizacion de la moral – bauman – perdida de la politica.
Emociones y politica.
Laclaxon