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traducida
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INFLUENCIA
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CAPITULO I.
(l) Esta tarea ha sido llevada á cabo por Mr. de Chateaubriand en sus
admirables ensayos, Tom. 1 y 2.
—8—
te en la civilizacion romana. Nacido del mismo pensa
miento religioso y político, que el derecho público, con
tribuyó en gran parte, á dar á Roma los elementos de
su poder; y no seria dificil hermanar la historia de sus
progresos, con la de las revoluciones romanas. Pero es
te asunto iria mas allá de nuestro plan, cuyo principal
objeto se dirije á una sola época del derecho civil, el
período cristiano.
Cuando apareció el cristianismo, empezaba el de
recho civil á separarse mucho del elemento religioso y
aristocrático, procurando ceñirse á los límites de la filo
sofia. Me abstendré por tanto de toda investigacion
concerniente al influjo del cristianismo, sobre la consti
tucion política y el derecho público» dejando tambien á
otros el exámen del derecho penal. Unicamente me
atendré al derecho civil, y no haré fuera de él, otras es
cursiones que las necesarias para la mayor claridad de
mi objeto, y esplicacion de aquellos resortes á los cua
les imprimió el cristianismo su poderosa accion. La
misma naturaleza de las cosas me indica esta reserva.
La Religion Cristiana hubiera sin duda, marchado mas
rápidamente, identificándose con el derecho civil, si lo
hubiera encontrado, como en los tiempos puros de la
República compacto, y unido á los otros elementos de
que se hizo señora. Empero ya se habia operado una
especie de separacion; el derecho tenia su existencia
independiente, y habia por fin llegado al estado de sis
tema enérgica y racionalmente formulado. Y éste sin
duda, fué el motivo porque el Cristianismo encontró
tanta resistencia en dominarlo, pudiendo asegurarse
que no se identificó con él hasta los tiempos modernos.
Antes de la edad media, la sociedad era unas veces mas
cristiana que las leyes, y otras las leyes respiraban maS
espíritu de cristianismo que la sociedad. Hubo siempre
—9—
una falta constante de harmonía, que se esplica por la lu
cha de los dos principios, el elemento pagano y el elemen
to cristiano, que en su desarrollo no tuvieron siempre una
marcha uniforme. Antes de dejarse despojar el antiguo
principio desplegó una tenaz resistencia, que dió lugar
á mas de una reaccion. ¿Y qué resultó de esto. Un he
cho que ya he señalado en otro lugar (1), y que en esta
memoria aparecerá en toda su claridad, á saber: que si
el Cristianismo imprimió al derecho un gran impulso
civilizador, este movimiento no tuvo cumplido éxito,
sino despues de haber recibido en la edad media el em
puje que lo llevó hasta el derecho civil.
Así la consecuencia que ha de resultar de mi tra
bajo será: que el derecho romano fué mejor en la época
cristiana, que en ninguna de las anteriores. Cuanto en
contrario se diga es una paradoja, ó una mala inteli
gencia: pero tambien que es inferior á las legislaciones
modernas, nacidas á la sombra del Cristianismo y mejor
penetradas de su espíritu.
—16—
union natural del concubinato concubinatus; (1) la pro
piedad romana dominium ex jure quiritum, y la propie
dad natural in bonis; el testamento y el codicilo; los
contratos de riguroso derecho stricti juris, y los contratos
de buena fé bone fidei ó c. ó c. -
(3) Cayo. Inst. I. 112. Cicer. pro Flaeco, núm. 34. Todo nos inclina á
creer que los matrimonios con la manus fueron los mas frecuentes. Dionis,
lib. 2. c. 25. (Revue de legisl. t. 7. p. 306.)
(4) He eitado ha poco un pasage de Apuleyo en que habla de la manus
como literato, pero no como jurisconsulto.
(5) El rigor de esta posicion no impedia, sin embargo, que las costum
bres hiciesen maridos complacientes y esposas ásperas y caprichosas. Plau
to en su comedia de Casuna pone en la escena una de estas celosas, que col
ma á su marido de reproches é invectivas. (Acto 2. esc. 3.)
Se ven tambien en esta pieza quejas sobre las pretensiones de las
esposas.
Nan viri
Jus sum ad mulieres obtinere haud queunt. (Acto 2. v. 2.)
Recordaré por fin, como prueba de esta influencia indirecta de las espo
—21—
la del marido, y era recibida como su hija, sin otro ran
go que el de hermana consanguinea de los hijos que da
ba á su esposo. (1) En lo esterior participaba sin duda,
de los honores del consorte, y era rodeada de todo el res
peto oficial, porque la ley no podia olvidar que si la vír
gen sabina fué conquistada, la muger romana salvó el
Capitolio de la venganza de Tacio. (2) Empero en el
seno de la familia, se eclipsa en cierto modo la muger
ante la magestad del marido majestas viri. (3) No tenía
el derecho de propiedad miéntras vivia su esposo, y las
llaves de la casa no se le entregaban sino á título de
depósito. (4) Como hija adoptiva de este padre civil,
lo heredaba, (5) pero la muerte del esposo no la hacia
volver á entrar en su familia paterna. Un vínculo sa
grado la retenia en la que la habia adoptado, y allí en
contraba un tutor legítimo en medio de sus nuevos ag
nados, ó un tutor testamentario elegido por su con
sorte. (6)
Al lado de esta potestad en que tan al vivo se pinta
el derecho del mas fuerte, se colocaba otra que nadie
usó como el ciudadano romano. (7) ¿Y qué podré decir
de este poder terrible que era una de las mas sagradas
bases de la Constitucion de Roma? Absorvia esta po
testad en el padre, la persona del hijo, la muger some
tida á su vez á la de este, y los hijos y los bienes que
sas que se echa de ver al traves de las mas severas leyes, la anécdota de la
jóven Fabia, cuya vanidad herida, exitó el celo democrático de su padre
Ambusto y de su esposo Licinio Stolon. Tit. Liv. lib. 6. n. 34.
(1) Cayo. Inst. I. III. filiae locum obtinebat—apud eum filiae loco sit.
(2) Mr. Niebuhr.t. 1. p. 324 recuerda los honores decretados á las roma
nas por Rómulo en esta ocasion.
(3) Tit. Liv. 34. 2. Valer. Max. II, 1.6.
(4) Niebuhr. t. 1. p. 324.
(5) Cayo. Comm. III. 3. Niebuhr. t. 1. p. 324.
(6) Cayo I. 148 y 149. Liberis meis, vel urori mea. Titius tutor esto.
(7) Cayo. Comm. I. 35.
—22—
adquiriese. Era el padre en este santuario el supremo
gefe, y ejercia sobre su prole una jurisdiccion investida
con el derecho de vida y muerte. (1) ¿No tenia Cayo
razon en decir: Quod jus proprium civium romanorum
est. Fere nulli alli sunt homines qui tallem in filiis suis
habent potestatem qualem nos habemus? Pero esta potes
tad no era la naturaleza quien la daba; no procedia de
la natural filiacion. No: era unā concesion hecha por
el derecho civil á aquel que se hacia padre á consecuen
cia de las justas nupcias, (2) ó que tomaba á un estraño
por hijo por la ficcion civil de la adrogacion y adopcion.
He aquí la familia romana en su original organi
zacion; héla aquí con aquella vigorosa unidad, tan bien
ideada para mantener la disciplina, la obediencia y las
antiguas tradiciones. Do quiera que la patria potestad
se ensancha, la familia estiende tambien sus ramas y
todos los individuos que están ligados con tan estrecho
vínculo, ó que lo estarian si el autor comun existiese,
conservan entre sí el parentesto civil llamado agnatio
que daba los derechos de familia. Lá agregacion de los
agnados forma la familia romana, creada por el dere
cho civil á la que adornaba con sus privilegios. Con ella
solo se contaba para formar la familia política, la gens,
conjunto de familias-civiles, unidas por la identidad del
nombre patronímico, por la comunidad de sacrificios, y
por una solidaridad de obligaciones y deberes. (3) Aqui
(1) Véanse ejemplos en Valer. Max. V. 2. Salust. (Bel. Catil 39) Plutarco
dice que Bruto condenó á sus hijos, no como cónsul, sino como padre, sin
formasjudiciales (vida de Publicola.)
(2) Cayo. I.35. in potestate nostra sunt liberi nostri quos justis nuptiis
procreavimus. Véase tambien á Ulp. fragm. V. 1.
(3) Disertac. de Nieb. sobre la gens. t. II. p. 2. Los gentiles pagaron la
multa de Camilo. Mr. Nieb. piensa que las gentes no estaban unidas por el
lazo de la sangre. Esta opinion me parece aventurada, como otras muchas de
este sabio escritor.
—23—
en el seno de la familia civil es en donde cncontrará el
padre, herederos que sostengan su persona, aquí donde
se concentraban los derechos de sucesion, de tutela &c.,
aquí en fin, donde se perpetuaban los sacrificios parti
culares á cada casa, (1) y aquella religion doméstica
que era para el ciudadano romano, la mas preciosa pro
piedad. (2)
Por lo que respecta á la familia natural, Roma apé
nas la reconocia. No iré yo á buscar la prueba de este
desprecio en la union llamada concubinato, que aunque
consentido por las leyes y costumbres, no producia efec
to alguno civil. No recordaré tampoco que en el concu
binato, el padre, la madre y el hijo estaban todos fuera
del derecho civil, y no podian aspirar á otras atribucio
nes que á las que necesariamente señalaba el derecho
natural. Pero al hablar de la familia civil, diré que la
madre por las justas nupcias estaba fuera de la familia
de sus hijos, cuando ella misma no estaba bajo la po
testad del marido: que el hijo salido de la agnacion por
la emancipacion, (3) perdia todos sus derechos de fami
lia en el momento en que saliendo de la patria potestad
se hacia sui juris: (4) que los hijos procreados en este
estado de separacion, se consideraban reducidos á la
condicion de Cognados ó parientes naturales de sus tios
ó primos que permanecian en la potestad del autor co
mun, y seguian reconociendo (si podemos decirlo asi)
(1) Sobre estos sacrificios véase á Tit. Liv. IV. 2. Los Nautios estaban
obligados para con Minerva, los Fabios con Hércules, los Horacios vivian
sometidos á la espiacion de homicidio cometido en una hermana. (Tit. Liv.
V-46-II. 26.) (Servio ad Eneid.) Dionis. Halic. VI. 69. Mr. de Nieb.
t. 2. p. 15.
(2) Mr. de Maistre. Delais de la justice divine nota 4. p. 97.
(3) Cayo. I. 132.
(4) Cayo dice que se le privaba de la sucesion. III. 19. Piensa con razon,
que la ley de las 12 tablas era jus strictum. Dura ley en efecto!
—24—
otra bandera, otro gefe; y por último que ya no existian
entre ellos ninguno de los derechos privilegiados que se
apoyaban en la agnacion. -
º
—25—
Despues de la tierra, señala Ulpiano los esclavos,
que eran la riqueza principal de las naciones de la an
tigüedad. º
(1) En efecto le faltaba la garantía. Mucho mas tarde fué cuando el pretor
protegió el derecho del comprador, por la escepcion rei vendita et tradita
ó por la escepcion de dolo.
(2) Véase la comedia Persa. act. 4 y 5.
Ac suo periculo is emat, qui eam mercabitur.
Mancupio neque promittet, neque quisquam dabit.
in Persa, act. 4. sc. 3. vers. 55.
Y mas abajo vers. 61.
. . . . . . . . Nihul mihi opus est litibus:
Nisi mancupio accipio, quideo mihi opus et mercimonio?
Véase tambien la escena siguiente.
(3) Habiendo estipulado con unos empresarios el trasporte de los cuadros
y estátuas de Corinto, contrató que si se perdian, 6 deterioraban, ellos entre
garian otros iguales á su costa,
--28—
la civilizacion romana, y las otras de condicion secun
daria, eran consideradas como indignas de participar de
las solemnidades sacramentales de la mancipacion, y se
colocaban en la clase de res nec mancipi. Habia para
ellas un modo no civil de enagenarlas: la tradicion na
tural era bastante para hacerlas pasar de una mano á
otra (1) y en todo se gobernaban por el derecho na
tural. (2)
Las cosas mancipi colocadas, segun la opinion del
derecho civil, en mas elevado rango permanecian den
tro de la esfera en que las retenia su orígen (3) y privi
legiada naturaleza y el derecho civil era muy débil y
vulgar para tener con respecto á ellas el menor ascen
diente. -
(1) Cayo lib. IV. $ 36. El Pretor Publicio vivió en tiempo de Ciceron, se
gun se cree.
(2) Cayo lib. II. $ 40.41. Que se llamaba in bonis habere.
(3) Ley unic. C. de nudo jure quirit tollend.
(4) Cayo lib. II. $ 7. In solo provinciale dominium populi romani est vel
Cesaris; nos autem possesionem tantum et usufructum habere videmur.
(5) Ley 15. C. de reivind.
(6) Cayo lib. II. 40.
(7) Idem. $ 27. Ulp. t. 19. n. 4.
(8) Cayo. lib. II. $ 46. *
(1) 12 tablas 6. Cicer. de Orat, lib. I. c. 57. y de oficiis III. 16. Hé aquí
sus palabras. Ac de jure quidem prediorum sancitum est apud nos jure civili,
ut in his vendendis vitia dicerentur que nota essent venditori: Nam, quum er
12. tab. satis esset ea prestari que essent lingua nuncupata, que qui inficiatus
esset, dupli penam subiret; o jurisconsultis etiam reticentie pena est constituta.
(2) Cicer. Offic. III. 16.
(3) Id. Offic. III. 14.
—32—
sentar á Pytio los mas deliciosos pescados. Canio se lle
nó de admiracion y al notarlo su huésped le dijo ¿esto
os sorprende? Todo el pescado de Siracusa se lleva de
este sitio, no se pesca en otra parte, y á estos pescadores
les es indíspensable esta casa. Entónces Canio se aluci
na, insta, suplica al banquero se la vendiese y este aun
que resistió al principio al fin cedió. Se realizó el con
trato, y Canio pagó cuanto quiso el vendedor.
Al dia siguiente queriendo el caballero romano, en
señar á sus amigos este hermoso sitio los invitó á pasar
allí todo el dia. Desde muy temprano, fijos los ojos en
el horizonte, esperaba Canio ver arribar la bulliciosa es
cuadra, pero la orilla estaba desierta, y no se descubria
el mas pequeño esquife. ¿En qué consiste preguntó á
un vecino, que no se ven hoy los pescadores? ¿celebran
alguna fiesta! No, que yo sepa respondió, ademas aquí
no se pesca nunca y á la verdad que todavía estoy ad
mirado del espectáculo de ayer. Canio no pudo conte
ner su furor imas que podia hacer? La venta estaba
perfecta y el derecho civil encadenado en el materialis
mo de la letra, no conocia aun ningun modo de atacar
una convencion hecha por sorpresa de la mas insigne
superchería. (1)
Mr. de Maistre siempre inclinado á ver elevacion
y profundidad en lo que humilla la razon, no nos permi
te ni reirnos de tan estraña moral, y aun quiere que la
(1) Nood en su profunda obra de form. emend. doli mali c. 15. Sostiene
que en esta anécdota, Ciceron no hace alusion sino á un contrato stricti ju
ris; pues que los de buena fe se hacian nulos de pleno derecho, por causa
de dolo, aun ántes que Aquilio Gallo introdujera la fórmula de dolo.
Pero esta interpretacion no me parece admisible. Nood ha querido ple
gar el derecho antiguo de los romanos, al de la época clásica. Vico ha com
prendido mejor, la diferencia de las dos épocas, p. 185, 314 y 316 y demues
tra perfectamente que en su orígen no era la venta, lo que se llamó despues
un contrato de buena fe. Las comedias de Plauto lo prueban con hechos.
—33—
admiremos. (1) Por lo que á mi respecta, no participo
á la verdad, de su opinion, hácia un derecho tan esclavo
de la letra, y tan rebelde al espíritu del buen sentido;
derecho orgulloso, que tiene la pretension de ocurrirá
todo, y no conoce las mas sencillas garantías que se
deben á la buena fé.
Los jurisconsultos no podian ménos de conocer que
ya era imposible permanecer, por mas tiempo, cautivos
en este círculo enteramente material y su genio filosófi
co se elevó hasta la idea de una justicia abstracta, su
perior á las palabras. Aquilio, cólega y amigo de Cice
ron, publicó sus fórmulas contra el dolo. (2) Desde en
tónces la buena fé comenzó á ser algo, en la interpreta
cion de los contratos y aquí, como en la familia, y como
en la propiedad,
derecho civil. vino á colocarse la equidad al lado del
, es
5
CAPITULO IV.
—44—
sobreponga á la letra de la ley, porque la nueva ley es
espiritual: (1) existe por la verdad, y no por las fórmu
las, (2) y no es, en fin aquella ley cargada de precep
tos (3) cuyo sentido está en pugna con la letra. La
nueva ley recomienda á los hombres la union, por me
dio de una comunidad de afectos; (4) el cariño frater
nal, para que se miren los unos como miembros de los
otros, (5) para que se ayuden con sincero cariño, (6) pa
ra que no se devuelvan mal por mal, (7) para que amen
al prójimo como á sí mismo, (S) y para que estén per
suadidos de que cuando un hombre padece, todos los
demas padecen con él. (9) Delante de Dios son iguales
todos los hombres; todos forman un solo cuerpo, ya sean
judíos, gentiles, ó esclavos. Porque la Providencia es
igual para todos, y la tierra pertenece al Señor, con
todo cuanto contiene. (10) Si la verdad sufre persecu
ciones, no le es permitido al cristiano refugiarse como
el Stoico, en la muerte voluntaria; debe por el contra
rio, sufrir bendiciendo á sus perseguidores: (11) debe re
sistir y permanecer con firmeza, armándose como intré
pido guerrero con el escudo de la fé, con el casco de la
salud y espada espiritual. (12)
Tal es la moral que se colocaba ante una sociedad
erizada de orgullosas antipatías, abandonada por las
(1) A los Rom. c. VII. 14. A los Corint. c. III. 7. 8.
(2) A los Roman. c. II. 25.29.
(3) A los de Efeso c. Il. 15.
(4) A los Rom. c. XV. 5.
(5) Id. c. XII. 5.
(6) Id. 8, 9. 13.-A los Corint. c. XIII. 4.
(7) A los Rom. c. XII. 17.
(8) Id. c. XIII. 9.
(9) Id. á los Corint. c. XII. 26.
(10) Id. á los Corint. c. X. 26.
(11) Id. á los Roman. c. XII. 14.
(12) A los de Efeso, c. VI. 13. y sig,
creencias religiosas, (l) aunque sometida á la ley de
hierro, (2) que no habia podido impedir que la duda y
la corrupcion se arraigaran por todas partes. Quedá
ban Ie fuerzas aun á esta sociedad, pero estaban ó aco
bardadas ú oprimidas. Los unos escapados de Farsa
lia, (3) vacilaban entre los impulsos de una fuerte resis
tencia ó el abandono de la causa pública. Los otros,
mas jóvenes, se veian contenidos por la esclavitud, la
patria potestad, leyes de los peregrinos, y por todas las
cadenas en fin, que habia forjado la antigua aristocra
cia; y esperaban en medio de una sorda fermentacion
grandes y misteriosos acontecimientos. Los oráculos
habian anunciado una época fatal, y ofrecido á la hu
manidad una crisis, y todos los ojos se volvian con un
sentimiento de inquieta esperanza hácia aquel porvenir,
que debia bajo los auspicios de un hijo divino, libertar
la tierra, y abrir al hombre una carrera de mejores es
peranzas y destinos. (4)
Entre estos elementos, demasiado distintos para
que pudiese haber entre ellos nada de comun, como no
fuera su conflicto, se encontraba la clase de hombres
favorecidos de la fortuna, gente egoista, afeminada, que
llevaba á todas partes, unida á su libertad, la infame
servidumbre del vicio, y el yugo vergonzoso del sibari
tismo. Aquí figuran los libertos que las guerras civiles
habian colocado en masa en el rango de ciudadanos
romanos: que habian traido con sus mal adquiridas ri
(1) El mismo Virgilio se rie del Infierno pagano. Georg. lib. 2.
(2) Ferrea jura. Georg. lib. II. v. 522.
(3) El poema de Lucano, escrito bajo Neron, es un homenage rendido á
los vencidos de Farsalia. El poeta llora la muerte de Pompeyo, ensalza á
Bruto y diviniza la virtud de Caton. Esta obra es en fin, la espresion de los
sentimientos de un partido que habia sobrevivido á la caida de la República
(4) Este sentimiento está espresado en la egloga IV de Virgilio. Véase
una prueba de que por todas partes se esparcia, en Suetonio. Aug.94.)
—46—
quezas, toda la insolencia de los hombres elevados de la
nada, y todos los vicios de los corazones á quienes ha
sonreido la suerte ántes de haber recibido la educacion
que es la que precave sus peligros. En rango mas ele
vado se colocaban todas las ambiciones, ardientes ántes,
ahora gastadas é indiferentes, que se habian distinguido
en la época del Triunvirato, por el tráfico de las cosas
públicas, (1) por la compra y venta de los juicios (2) por
los falsos juramentos, (3) por el desprecio del pueblo (4)
y de la Religion. (5) Eran estas las reliquias del Epicu
rismo, que habian atravesado entre placeres y peli
(1) Cicer. ad Attic. IV. 18. (ed de Panck.t. 19. p.364. t. IV. 16. p. 292.)
El tráfico de las conciencias se hacia públicamente. , , Ammonius legatus
regis, (dice Cicer. en una de sus cartas á Lentulo),, aperte pecunia nos op
pugnat” ad famil. lib. I. c. 1. ed de Panck. t. 19. p. 36.) Son ademas bien
conocidas las palabras de Yugurtha., , 0 urbem venalem.”
(2) La corrupcion de los jueces era espantosa; Ciceron la señala á cada
instante en sus cartas, como un hecho notorio. ,, De Proculio rumores non
, boni, sed judici noti. ...! Deinde Pompei mira contentio, judicum sordes. . . .
, , sed omncs absolventur, nec posthac quisquam damnabitu.r, misi qui hominem
, ,occiderit.” IV, ad Atiic 16. ed de Panck. t. 19, p. 292 á304.)
(3) Cicer. nos da un memorable ejemplo de la inmoralidad de las clases
superiores. ,, Los Cónsules, dice, perdieron su reputacion desde que Mem
mio leyó en pleno Senado, el contrato que él y su competidor habian cele
brado con ellos. Decia este contrato que si los Cónsules de aquel año podian
hacer que se les designase para el siguiente, ellos les darian 400000 sestercios,
á ménos que no les aprontasen tres augures para afirmar que habian estado
presentes el dia que se dió la ley curiata (que ni se habia propuesto) y á mas
dos Consulares que atestaran que estaban presentes cuando se estendió el
decreto para arreglar el estado de las provincias de estos mismos Cónsules,
aunque el Senado no se reunió ad Attic. lib. IV. 18. ed de Panck. tom. 19.
p. 344) Sobre lo que, ha esclamado Montesquieu, , Cuántos hombres sin ho
nor para un solo contrato! Grand. y dec. c. 10.]
Puede verse tambien en su defensa pro Cluentio cual era la corrupcion y
cuales mónstruos ofrecia la sociedad romana! En un pequeño pueblo á ori
llas del Adriático, se vieron divorcios, incestos, falsedades, envenenamientos,
jueces corrompidos, una madre encarnizada contra su hijo, &c. &c.
(4) Montesquieu Grand, y Decad, c. 10. Cicer, ad Attic, lug. cit.
(5) Idem.
—47—
gros, (1) por las últimas borrascas de la República; y
reposaban á la sombra del despotismo y en las delicias
de una vida muelle, de las fatigas y trabajos militares.
El tipo de estos elegantes epicúreos era Mecenas, mi
nistro de Augusto, que componia libros sobre las modas
y el tocador. Mecenas, que daba la norma al lujo de las
mugeres de su época, y se presentaba en público, entre
los pliegues de una túnica talar escoltado por dos eunu
cos, mas hombres que él. Desgraciado cansado de su fe.-
licidad, buscaba en el vino, en los conciertos, en el ruido
de las cascadas, y en los divorcios, mil veces repetidos,
algo con que despertar su ya embotada sensibilidad. (2)
En esta elegante y corrompida (3) sociedad, reinaba al
lado del desprecio de los Dioses, la moral del interes, el
culto del egoismo, y la embriaguez de la vida sensual.
De estas fuentes, como veremos despues, sacó Augusto
el principio de su cuerpo de leyes para la regeneracion
de la Italia. Rigió su época, con los medios que la ha
cian mover; pero nunca un mal principio puede produ
cir el bien. La corrupcion marchó adelante, en vez de
detenerse, y llegó á su colmo con los abominables esce
sos pintados por Tácito, en el reinado de Mesalina, (4)
con las infamias de Neron, (5) y con las fiestas de Ti
gellin. (6)
(1) Véase en Suetonio la cena de Octavio (Octav. Aug. 70) Tales eran
los indecentes placeres de los hombres de aquella época de desórden moral
y político.
(2) Séneca ha trazado con mano maestra este retrato. Epist. 114 y De
Provid 111.
(3) La corrupcion del pueblo romano ha sido descripta admirablemente
por Mr. de Villemain en sus Melanges t. 3. p. 201 y sig.
(4) Annal. II. 26. 27, 28. 29. 30. 31. XIII. 30. 34.
(5) Annal. XIII. 13. 14.—XIV. 1.8. y sig—XVI. 45. &c. Hist. I. 16.
Puede tambien verse lo que dice acerca de la disolucion de las mugeres é ig
mominia de los Senadores. Annal. lib. II. 85 y lib. XV.32.
(6) Annal. lib. XV. 37.
—48—
El Stoicismo único depositario de doctrinas mas pu
ras, salia de cuando en cuando de su abatimiento, para
presentar algunos caracteres enérgicamente delineados.
La mayor parte de los espíritus generosos se habian
dado cita, como en una ciudadela levantada contra la
decadencia de los hombres y de las cosas. Los que dis.
gustados de los negocios, se alejaban del Senado, forti
ficaban sus almas con el estudio de la sabiduría. Los
que su vocacion llamaba á los peligros de las funciones
públicas, procuraban ser mejores que las leyes y cos
tumbres de su siglo, y enseñaban los medios que condu
cen á la humana perfeccion. Sin duda tenia el Stoicis-.
mo indignos y falsos sectarios, sin duda no produjeron
las doctrinas epicúreas en todos los espíritus sus últi
mas y fatales consecuencias. (1) Pero yo señalo las ten
dencias generales; y las del Stoicismo fueron tan pro
gresivas en la época de que me ocupo, como propias las
del sensualismo para precipitar la decadencia de la ci
vilizacion.
Cuando empezó el Cristianismo á marchar hácia
occidente, era Séneca el mas ilustre representante del
Stoicismo en la filosofia. Nada diré del preceptor de
Neron. Yo no veo mas que sus escritos, y no iré al tra
ves de ellos á buscar las debilidades del cortesano. Por
otra parte, estos escritos son admirables, (2) ejercieron
(1) Muchos críticos han creido que Virgilio, uno de los hombres mas pu
ros de la Italia, fué epicureo. En efecto, habia sido discípulo de Segron, de
la secta epicurea. (Cic. Acad. II.33.) En la egloga de Sileno, espone Virgi
lio el sistema de la creacion, desenvuelto por Lucrecio. Sin embargo, en su
6º libro de la Eneida se encuentra cierto reflejo de Platon.
(2) Mr. de Villemain ha hecho un bello retrato de Séneca (Melanges t. 3
p. 235.) He aquí uno de sus juicios sobre este filosofo, á quien por otra parte
, juzga con severidad. ,,Tiene ideas tan elevadas de la dignidad del hom
,,bre. . . . diviniza tan elocuentemente la alma virtuosa, que se ve uno tentado
,,á colocarle entre los sabios, cuyo entusiasmo moral, preparó el mundo para
,,las sublimes lecciones del Evangelio.”
sº —49—
º
—53—
critor, se deslizó é introdujo en la filosofia del Pórtico,
modificando sus tendencias y su lenguage. Epitecto no
era cristiano, ha dicho Mr. de Villemain, pero el mundo
ya habia recibido la impresion del Cristianismo. (1) Mar
co Aurelio que persiguió á los cristianos, era mas cris
tiano que lo que él se creia, en sus bellas meditaciones.
El jurisconsulto Ulpiano que los hacia crucificar, (2) se
espresa en su mismo lenguaje, creyendo hablar él del
Stoicismo en muchas de sus máximas filosóficas. (3)
Ciertamente no puede considerarse como casual, el
encuentro de la filosofia y el Cristianismo. Preciso seria
discurrir contra todas las probabilidades, para atribuir
á la simple y espontánea elaboracion de la primera, al
solo progreso de su madurez, unos principios tan nuevos
para ella, (4) Las grandes verdades que tanto admira
mos en Florentino y Ulpiano, las profesaba desde siglo
y medio el Cristianismo, sin rebozo, con valentía, y á
costa de la sangre de sus mártires; y lo maravilloso hu
biera sido que con su poder de atraccion, no penetrara
hasta las filas que colocaba la política en una posicion
hostil. Por otra parte, el número de los cristianos empe
zaba á ser respetable. Plinio el jóven se lamentaba bajo
el reinado de Trajano año 98 á 117) de que la nueva
religion se propagaba rápidamente en las ciudades, en
las aldeas, en los campos, entre personas de todas edades,
y Séneca. M. Schaell. Hist. de la lit. rom. tom. II. p. 488; Mr. Durosoir
lugar citado.]
Véase tambien á Mr. de Maistre Soirées de S. Petersburgo, tom. II.
p. 187. Y una disertacion de Gelpke. intitulada Tractatiumcula de familia
ritate que Paulo apostolo, cum Séneca filosofo intercessisse traditur verisimi
llima. Lips. 1813.)
(1) Melages. t. III. p. 279.
(2) Véase su vida en Pothier. Pand. prefacio 39.
(3) Ley 4. D. de just et jure: ley 32 de statu homin.
(4) Mr. de Villemain tambien ha notado este nuevo carácter del Stoicis
mo, Melanges t. III. p. 279.
—54—
sexos y condiciones: de que los templos estaban casi
abandonados, y los sacrificios interrumpidos. (1) Algu
nos años mas adelante los cristianos ocupaban el Sena
do, llenaban las legiones y ofrecian al Estado victorias
que obligaban al emperador al agradecimiento. (2) Con
el número de los fieles se aumentaba su confianza, (3)
y ya creyeron que podian defenderse no solo con sus
virtudes, sino tambien con sus libros. En tiempo de
Adriano aparecierou ya apologías, y algunas se dirigie
ron al mismo Emperador. Citanse las de Quadrato,
obispo de Aténas, (4) y las de Arístides filósofo platóni
co. Se multiplicaron bajo sus sucesores, y salian de las
manos de personas de letras, elocuentes é ilustradas.
En estas polémicas brilló mucho San Justino, nu
trido con las doctrinas de la filosofia platónica, (5) Athé
nogara filósofo de Aténas que tomó el título de filósofo
cristiano: (6) San Meliton obispo de Sardes: (7) Theófi
lo obispo de Antioquia: (8) Apolinario obispo de Hiera
(1) Epist. lib. X. epist. 97 y 98.
(2) La legion fulminante compuesta de cristianos, aseguró á Marco Au
relio la victoria contra los Quados. Tert. S. 5 y Eusebio lib. 5. p. 93.)
(3) Mr. de Villemain lug. cit.) insiste igualmente sobre este número de
cristianos. , , No puede dudarse que en esta época, dice, bajo el mismo Mar"
co Aurelio eran ya muy numerosos los cristianos en el Imperio. . . . La Gre
cia entera creia escapar á la dominacion romana, separándose de los Dioses
de Roma, y que tornaba á la independencia que habia perdido con la con"
quista, abrazando el ejercicio de un nuevo culto. En una porcion de la Italia,
y en todo el medio dia de la Galia se adoptó la misma religion.”
(4) Euseb. Hist. ecles lib, IV. c. 3.
(5) Año de 150. Bajo Antonino. Su apología se dirige al Emperador, al
Senado y al pueblo romano..., Podeis hacernos morir, dice el orador, pero
,,no podeis hacernos mal.” Mr. de Villemain ha apreciado dignamente es
ta bella apología. T. III. p. 287. Melang ]
(6) Año 166. Se dirige á Marco Aurelio. Mr. de Villemain tambien ad
mira este trozo de filosofia cristiana en que reina la benevolencia hácia los
cristianos, y el mas vivo sentimiento de la virtud. (Melang. T. III. p. 289)
(7) Año 170 bajo Marco Aurelio. •
(1) Tácito (An. lib. IV. c. 16.] Esto es lo que dijo Tiberio al Senado.
segun el testimonio de este historiador. -
(2) Satiric. c. 44. in fine. En otra parte se burla del gran número de Dio
ses. Facilius possit deum quam hominen invenire. C. 17.)
(3) Ley I. c. de formulis. Este procedimiento se consideró como un pro
greso sobre las acciones de la ley. Cayo IV. p. 30 y siguientes.
—60—
da. Era esta la de las mejoras lentas y sucesivas. La
equidad tambien queria su parte de influjo, no como una
soberana que aspira á destronar al usurpador, sino mas
bien como una compañera que bajo tímidas apariencias
encubre sus miras de dominacion. Los jnrisconsultos la
pintan como un suplemento del derecho que no lo ha
previsto todo, como un suave temperamento en los ca
sos dudosos. (1) Miéntras el derecho civil representa la
severidad legal; (2) la equidad simboliza la humanidad,
sin el aparato de las fasces y lictores. (3) El primero es
el sexo viril armado del imperio; la segunda el sexo dé
bil, tan fuerte y eficaz, por sn carácter afectuoso. Pero
no nos alucinemos. Bajo estas apariencias de concilia
cion y armonía, se ocultaba una antitesis terrible para
el derecho, pues en el fondo, no se queria sino"reducirlo
á la impotencia por mas que se le prodigaban las mayo
res demostraciones de respeto. Asi es que el derecho des
de la época de Ciceron, no es mas que una lucha conti
nuada de los dos elementos; reducido á representar el
peor papel, esto es, á estar á la defensiva. La equidad
lleva la guerra hasta sus mismos hogares, y allí quiere
estrecharlo á realizar la fábula de Fedro. (4) Canis .
parturiens,
Bajo la bandera de la equidad, vemos marchará
Servio Sulpicio amigo de Ciceron; (5) á Craso elocuen
(1) Laramentum juris. Cic. Cluentio, 33. Véase uua disertacion sobre
la equidad, de equitatel de Marquardi, en el tesoro de Ottom, tom. IV.
p. 369. -
* , Epoca Cristiana—Constantino.
(1) Ley única C. de usucap.: ley únic. C. de nodo jure quint, toll.
(2) M. de Pouilly lug. cit. p. 581-582.
CAPITULO VI.
Sucesores de Constantino.
(1) En 426.
(2) Cod. Teodos. de resp. prud.
—83—
lógica del derecho y del desenvolvimiento de las ideas
filosóficas, que desde su tiempo se habian enseñoreado
de la jurisprudencia. Mas no tengo la misma confianza
en las materias que habian conservado con tenacidad,
la singularidad romana, y aun creo que la ley de las ci
tas produjo, tal vez, tanto mal como bien. Yo le atribu
yo desde luego, en gran parte, la persistencia del concu
binato, del matrimonio no solemnizado, de la exclusion
de las madres como tutoras &c. y de muchas ideas for
malistas, que sobrevivieron á Constantino y Constancio,
á pesar de las tentativas que habian hecho estos prínci
pes para purgar la jurisprudencia. Siempre me ha pa
recido que cuando el derecho hacia esfuerzos para se
pararse de su antigua base, era imprudencia, bajo cier
to punto de vista, y hasta un contra sentido, inspirarle
el genio que podia esclavizarlo.
En cuanto al Código Teodosiano, cuya redaccion
fué llevada desde los años 429 hasta 438, por los conse
jeros de Teodosio el jóven, es una obra precipitada,
mal hecha y llena de vacios. El espanto de una sociedad
acobardada á la aproximacion de los Hunos, ¿podia pro
ducir otra cosa sino el caos? (1) No fué tampoco objeto
de este código, el formar un cuerpo de derecho comple
to: no fué otra cosa que una simple compilacion, por ór
den de materias, de constituciones de Emperadores cris
tianos, desde Constantino, hasta Teodosio el jóven y Va
lentiniano III. No es notable por ningun pensamiento
de creacion, y sus autores, no emplearon en él, mas que
un trabajo de investigacion material, y casi siempre
defectuoso. Sin embargo, es curioso ver allí, al dualis
mo del elemento romano, despidiendo sus últimos res
plandores, y á la equidad asociada á la buena causa del
(1) Esta fué la época de las invasiones de Atila. Gibb. t. VI. p. 256,
Chateaub, t. II, p. 124.
—84—
cristianismo. La sabiduría itálica se esforzaba todavía,
por conservar lo poco que le quedaba de sus antiguos
privilegios. Reclamaba la libertad del divorcio, y con
cubinato, defendia la agnacion,(1) las leyes Papia (2) y
el jus liberorum, la salida de la familia por la emancipa
cion, el sistema de las sucesiones fundado en el poder y
parentesco masculico. La equidad, que no conocia to
davía la estension de sus fuerzas, consintió en transigir,
é hizo concesiones. Pero sus tratados de paz, se pare
cian á los que Atila arrancaba al débil Teodosio, (3) y
despojando al antiguo derecho de sus harapos, prepara
ba la crísis que derribando al ídolo de su pedestal, no
habia de dejar sino sus ruinas.
(1) Passim.
(2) Ley II. C. Teod. de inoffic. dotibus &c.
(3) Es sabido que Atila le impuso un tributo anual. Gibb. t. VI. p. 270.
CAPITULO VII.
Justiniano.
CAPITULO I.
Del Matrimonio.,
(1) Tacit. annal lib. II. c. 51. lib. XV. c. 19. Plinio, Epist. lib. VII ley 26,
2. D. de minor.
(1) Ley I. C. Teod. de infirm poen. coelib., y Poth, Pand. t. II. p. 355.
(2) Ley 2 y 3. C. Theod. de jure liberor.
(3) Quantum superstes amor exegerit, l. 2. C. Theod. de jure liberor.
(4) Teodosio dice formalmente en la ley última del C. Theod. de legit
hoered. que tal ha sido el objeto de la l.2 C. Theod. de jure liberor, ut ma
trimoniis auxilium impartiret y al fin jura matrimonii paceponamus.
las personas de condicion vil ó infame. (1) El esposo
de Teodora, (2) ordenó que se pasaria el nivel sobre las
desigualdades que las preocupaciones podrian respetar,
peró que no sabia admitir la Religion.
(1) Véanse las leyes recogidas por Pothier (Pand. t. I. p. 99. n. 18. en el
tít. de his qui notant. infamia.] El año solo constaba primitivamente entre
los romanos de diez meses.
(2) Espresiones enérgicas de Ulpiano, l. 11,$ 1 D. de his qui not in
famia.
—102—
fuesen despreciadas. Los puros fueron desterrados de
la Iglesia, como herejes, (1) y los mas grandes doctores,
como San Agustin, (2) proclamaron la legitimidad de
las segundas, terceras, cuartas y quintas nupcias. (3) Es
verdad que se consideraban como mas meritorios, los
que se contentaban con las primeras nupcias. En efec
to, la resolucion de pasar el resto de la vida en la con
tinencia, probaba sentimientos mas puros: una fideli
dad que se prolongaba mas allá de la tumba, un amor
tan ardiente y desinteresado que sobrevivia á la misma
muerte, eran gages del mas alto grado de abnega
cion. (4) En cuanto á los que se volvian á casar, se les
miraba como mas débiles, aunque exentos de pecado, y
su ardor se templaba con penitencias públicas. (5)
Así se desvaneció el pensamiento político que Au
gusto trasmitió á sus sucesores, y que estos guardaron
severamente para bien del imperio. Mas el cristianis
mo, ya proyectaba la formacion de otro imperio, la con
quista de otra ciudad. El antiguo espíritu declinaba; o
tras tendencias iban á rejuvenecer lo sociedad, y abrir
la ancha senda de una civilizacion mas avanzada. He
mos llegado, pnes, á este punto; las segundas nupcias
no son proscriptas, pero no serán tampoco un medio de
hacer la corte al Emperador, y de ganar sucesiones;
cada uno es libre de seguir sus afecciones temporales ó
sus religiosas convicciones.
(1) Canom 8. Sequantur Ecclesiae decreta (kataroi) id est, quae et cum di
gamis communicabunt. Véase tambien el concilio de Arles año 314l ca
non 10.
(2) Muerto en 430.
(3) Véase el Diccionario de derecho canónico, por Durand de Maillane,
vº nupcias.
(4) Esta era la doctrina de S. Gerónimo.
(5) Concilios de Neocesarea y Laodicea: , , De his qui in plurimas nuptias
inciderunt, tempus quidem poenitentiae praefinitum manifestum est; sed con
versatio eorum et fides tempus abreviat.” (canon 3.) Baronius año 31ó.
—103—
Con estos datos, ¿que hizo la nueva legislacion!.
No sabremos admirar bastante la sabiduría de los Em
peradores cristianos, en las leyes que publicaron sobre
las segundas nupcias. Son estas leyes una feliz amalga
ma de garantias para las costumbres, para la familia,
y para la multiplicacion de la especie. Distinguen con
prudencia los preceptos y el consejo, los deberes socia
les, y la perfeccion ascética; es una conciliacion del
pensamiento de la Iglesia, y de las necesidades de la
política. (1) Al sistema de Augusto, que fué multiplicar
las familias, se substituye otro nuevo y no ménos mo
ral, que es la conservacion de la familia existente, ase
gurándole su patrimonio, y preservándola de las turbu
lencias que hacen nacer las querellas de interes entre
los diferentes tálamos.
Teodosio el grande; siguiendo los consejos de los
obispos reunidos en el concilio de Constantinopla, (2) es
tendió hasta un año, el plazo dentro del cual le estaba
prohibido a la muger volverá casarse, y confirmó la
pena de infamia con que los edictos del Pretor, casti
gaban á la viuda que no guardaba la religion del due
lo, religionem luctus. (3) Pero á la infamia añadió una
nueva pena, mas eficaz, sin duda, en una época en que
las antiguas ideas sufrian tan profundas alteraciones.
La muger perdia cuanto podia haber obtenido de su
primer matrimonio. No podia dar al segundo marido
mas de la tercera parte de sus bienes: era incapaz de
heredará un estraño; no podia succeder á sus propios
parientes mas allá del tercer grado. (4)
(1) Ley 1. C. Just. de secundis nuptiis; ley 1. C. Theod. de secundis
nuptiis. Año 381.)
(2) Godof. sobre la ley 1. C. Theod. de secundis nuptiis al fin.
(3) Ley 1. C. Just. de secundis nuptiis.
(4) Ley 1. C. ya citado. Véase tambien la novela 22. c. 22 y la l. 4. C. ad
S. C. Tertull.
—104—
Sin embargo, no era suficiente forzará una viudez
anual, á la muger. Era preciso medir la influencia
de las segundas nupcias, en sí mismas, prescindiendo de
un prematuro enlace; era necesario considerarlas en sus
relaciones con los hijos del primer, lecho, olvidados con
frecuencia por madres imprudentes, ó sacrificados á ce
losas madrastas. Son bajo este aspecto muy notables
las leyes de los emperadores cristianos. (1) El poco fa
vor que el cristianismo concedia á las segundas nupcias
permitia ocuparse de un objeto de tan precioso interes,
olvidado hasta entónces, por consideraciones políticas.
Los padres de la iglesia entre ellos S. Ambrosio, le ha
bian hecho blanco de su solicitud. (2) -
14
CAPITULO IV.
(1) S. Agustin lug. cit. Reconoce por lo demas, que la ley divina es mu
da en este particular. S. Crisóstomo en su análisis de la Sagrada Escritura
libro de los números) es de la misma opinion. S. Ambrosio, por el contra
rio, atribuye á la ley divina las prohibiciones legales de que voy á tratar
muy pronto, pero su anotador declara no conocer esta ley.
(1) Apologet. $ 440. -
—l ll—
el grande, la familia habia casi toda caido en la disolu
cion en la Siria y la Fenicia. La vecindad de la Persia
contribuia á conservar sobre aquel pueblo usos contra
rios al pudor natural, de que nunca se separaron en sus
leyes, los romanos. Las mugeres eran allí, casi comunes;
los hijos ignoraban con la mayor frecuencia, quienes
eran sus padres, y las jóvenes se ofrecian á los estran
geros. ¡Qué contraste con la sublime virtud de aquellos
piadosos solitarios, de aquellas vírgenes heróicas, que
bajo aquel mismo clima, y por efecto de una exaltacion
contraria, parecian desafiar la humana debilidad por sus
esfuerzos de castidad! La historia refiere que Constan
tino conmovido del estado de de gradacion de estos pue
blos, hizo edificar iglesias, en su comarca, llamó allí
obispos y sacerdotes y por este medio difundió las pri
meras nociones de la civilizacion. (1) Los desórdenes,
sin embargo, continuaron todavía, si no de un modo ge
neral, al ménos por parciales infracciones. Los Empe
radores cristianos volvian su atencion hácia donde eran
los males mas exigentes, y les hicieron una guerra sos
tenida, queriendo que la familia reposase en todo el Im
perio, sobre la base de los afectos púdicos, y que el
lazo del parentesco fuese en cierto modo, espirituali
zado.
He ahí, pues, como procedió el Cristianismo para
realizar este objeto, y perfeccionar el derecho de Roma,
en lo que respecta á los impedimentos matrimoniales.
En tiempos anteriores, ya se creia que la honestidad na
tural prohibia casarse con la hija del hermano ó herma
na; pero Claudio enamorado de Agripina hija de su her
mano Germánico, hizo espedir un Senado consulto, para
(1) Tácito, Annal. lib. XII. n. 6. Cayo lib. I c. 62. Ulp. Fragm. t. V.
n. 6. Suet. Claud, c. 26.
(2) . Suet in Domit. c. 22.
(3 Ley I. C. Teodos. de incestiss nuptiis.
(4) Gibbon, t. IV. p, 243 y sig.
(5) Asi lo Nota Godof. -
Del Divorcio.
(1) Tambien era permitido el divorcio por la ley de las XII tablas. Mr.
Niebbur esceptúa los matrimonios por confarreacion. t. I. p. 324. nota 635.
(2) En Grecia, podia un marido legar su muger, al que queria escoger
para su sucesor. La madre de Demóstenes fué legada así, y la fórmula de
esta disposicion se ha conservado en el discurso contra Estéfano. M. de
Maistre en sus aclaraciones sobre los sacrificios, p. 423.) El reflejo de estas
costumbres se encuentra en Roma. ,
—l 16—
ménos, no solamente separarse de ella por medio del di
vorcio, sino lo que es mas, cederla solemnemente al ami
go, ó al rival que codiciaba su mano. Caton transfirió su
esposa Marcia, á su amigo Hortensio, que la recibió en
legítimo matrimonio para tener sucesion; y Strabon que
refiere este hecho, (1) añade que Caton no hizo mas que
conformarse á una antigua costumbre, atestada tam
bien por Plutarco, (2) y que vuelve á encontrarse en
Esparta, sobre las reliquias de la naturaleza y el pudor.
Augusto se aprovechó de ella, para quitar á Livia, á su
esposo Tiberio Neron. (3) Para dar un colorido de ho
nestidad, á este vergonzoso comercio, hizo que una fic
cion estravagante tomase prestadas á la patria potestad,
sus santas prerogativas, y supuso que el marido, padre
adoptivo de la muger, (4) disponia de su mano, como el
padre que dá á su hija una dote y un esposo. (5)
Pero si queremos colocarnos en el punto de vista
que considera el matrimonio como uno de aquellos con
tratos consensuales cuya base es la voluutad, ¿la conse
cuencia no será el que una voluntad contraria pueda
—119— -
repudii quam reprobat et compescit, sed per debitum mortis.” (De Monoga
mia.) Añade que el que se casa con la muger divorciada, comete adulterio,
como si tuviese con ella un ilegitimo comercio. , , In totum enim, sive per
,, nuptias, sive vulgo, alterius viri admissio adulterium pronuntietur.” Véa
se tambien á S.Gerónimo, epíst, ad Amandum.
—125—
un poder quiere obrar por via de fusion, debe diri
girse á todas las conciencias y gobernarlas por me
dio de temperamentos. La Iglesia, por otra parte, no
parecia desaprobar su conducta. Contenta por entón
ces, con mantener en el órden espiritual la pureza de
sus doctrinas, no se oponia á que entrase el poder tem
poral, en un régimen mixto, en un sistema de concesio
nes. Aun ella misma parecia reconocer las dificultades
que encontraba el poder temporal; porque el Concilio
de Arlés, celebrado en 314 bajo Constantino, se incli
na á la indulgencia en favor del marido jóven y piado
so que sorprendiese á la muger en adulterio. ,De his
, qui conjuges suas in adulterio deprehendunt, et iidem
,sunt adolescentes fideles et prohibentur nubere, placuit,
,UT, IN qUANTUM PossIT, concilium eis detur, me viventibus
,uacoribus suis, licet adulteris, alias accipiant.” (1) En fin,
!no debemos atribuir á estas dificultades, las dudas de
S. Agustin, sobre la pena que debia imponerse al espo
so que vuelve á casarse despues de haber repudiado á
su esposa por adulterio, (2) y la tolerancia mayor aun,
de S. Ambrosio en este asunto! (3)
(1) Canon 10.
(2) , , Quisquis etiam uxorem adulterio deprehensam dimiserit, et aliam
.., duxerit, non videtur aequandus eis qui, excepta causa adulteri, demittunt
,,et ducunt; et in ipsis divinis sententiis ita obscurum est utrum et iste, cui
, , quidem sine dubio adulteram licetdimittere, adulter tamen habeatur si alte
, ,ram duxerit, ut, quantum existimo, venialiter ibi quisque fallatur.” Yo
lo traduzco así: el que ha sorprendido á su muger en adulterio, y vuelve á
casarse, no parece, que debe igualarse, con el que sin estar en este caso, ha
repudiado su esposa y contraido segundo enlace Hay tanta obscuridad en
los preceptos divinos, con respecto á sí el marido que tiene el derecho de
repudio en virtud de adulterio, se hace tambien culpable como adúltero,
si vuelve á casarse, que segun mi opinion mas bien comete un pecado venial.
De fide in operibus, c. 19.
(3) Viro licet uxorem ducere si dimiserit uxorem peccantem; quia non
ista lege astringitur vir, sicut mulier. Capar enim mulieris vir est Comment
in epíst. 1 ad Corint l S. Gerónimo, epíst. 227, ad Amandum.
De aquí puede deducirse que los Santos Padres parece que en esta épo
—126—
No nos admiraremos, pues, de que la legislacion ci
vil marchase á tientas, por una senda, en que las lum
breras de la opinion religiosa parecian dispuestas á fa
vorecer, aunque provisionalmente la contemporánea de
bilidad, y á no sacar todavía todas las consecuencias de
las prohibiciones de la ley cristiana.
Selden (1) y Godofredo (2) han creido que Cons
tantino al dar su Constitucion de 331 sobre las causas
de divorcio, siguió los consejos de los Obispos, y esta
opinion me parece muy verosímil. He aquí el resúmen
de esta Constitucion. El Emperador, quita á los espo
sos todos los pretestos frívolos de repudio. Que no esté
en el arbitrio de la muger romper el mas santo de los
contratos, porque el marido se entregue al vino, al jue
go, á las mugeres; que el marido no se crea en derecho
de rechazar á su esposa, por cualquier motivo. Solo tres
causas son admitidas, para el divorcio. Primera: contra
el marido si es homicida, mágico ó violador de tumbas.
Fuera de estas, la que se divorcie perderá su dote, jo
yas y será deportada á una isla. Segunda: contra
la muger si es adúltera, dada á maleficios, ó al. lenoci
nio; entónces el marido ganará la dote y podrá volverse
á casar. Pero si la muger prueba su inocencia tendrá
derecho de apoderarse de todos los bienes del marido,
y aun de la dote de la segunda esposa. (3)
Honorio confirmó estas penas, con algunas modifi
caciones en 421. (4) Admitió un divorcio semi legal, si
puedo hablar así, para el caso en que la muger se hicie
—127—
se culpable por faltas ligeras. (1) El marido en este
caso guardaba las donaciones y no era obligado á otra
cosa que á entregar la dote; pudiendo volverá contraer
nuevo matrimonio pasados dos años.
Ya lo hemos visto. Al traves de grandes severida
des, contribuyó muy mucho esta legislacion á preo
cupaciones poderosas todavía. En efecto, el divorcio
entablado injustamente por el marido ó la muger, á su
riesgo y peligro, disolvia el matrimonio. La muger re
pudiada, sin respeto á las prohibiciones, podia volverse
á casar despues de un año; el marido á quien abando
naba su muger manifestándole que se divorciaba, tenia
tambien la libertad de contraer inmediatamente nuevo
matrimonio. En el caso de divorcio legal, érale permi
tido el segundo enlace al marido á quien obligaba su
misma esposa á que la repudiase. La muger que tenía
razones legales para provocar el divorcio, podia volver
á casarse despues de cinco años de prueba. Todavía la
legislacion civil, no habia dirigido sus miras hácia el
principio de la indisolubilidad del matrimonio. Sin du
da le repugnaba el divorcio; lo consideraba como un
mal, y lo intimidaba con restricciones y penas. Pero
cuando acabó por romper el lazo conyugal, por conse
cuencia de un rapto de cólera, la legislacion lo sancio
nó con cierta mesura como un hecho, ya cumplido; bien
distante en esto, de la ley divina, que no pronuncia pe
nas pero que quiere que el vínculo subsista. (2)
A pesar de tales concesiones, aun parecia demasia
do dura, esta legislacion. Teodosio el jóven la derogó
y puso en vigor el derecho de los Prudentes. (3) Resta
Del Concubinato.
(2) Arg. de la ley 1. C. Teod. de nat, liber. Godofredo sobre esta ley.
Pothiert. II. p. 28. n. 82.
(3) Ley I. C. de natur. liber.
—140—
Empero aquí vuelve á presentarse la grande y cons
tante dificultad de hacer aceptar estas reformas á na
ciones que de oriente á occidente agotaban todas las va
riedades de razas, de cultos y de costumbres. Los poly
teistas todavía tan numerosos, y podria decir tan pode
rosos, como lo prueba la reaccion de Juliano, murmura
ban de estas innovaciones. Ellas herian sus afecciones,
sus costumbres, y agriaban sus resentimientos, ¿Hubie
ra sido acaso suficiente, el progreso de las conversiones!
Sin duda por estas razones, Valentiniano, amigo
de la tolerancia, (1) dió al occidente su Constitucion de
371, (2) que daba á los hijos naturales, y á sus madres
una capacidad mayor de recibir algo por el testamento
del padre. Valente Emperador de oriente, no quiso pa
sar por esto. Mas cedió á las instancias del sofista Li
banio, que deseaba hacer testamento en favor de un hi
jo tenido con una concubina despues de divorciarse de
su esposa. (3) Todavía tenia el Cristianismo un rival
en el Consejo de los Emperadores cristianos! Libanio
escribió la oracion fúnebre de Valente.
Sin embargo, Valentiniano III que reinaba en oc
cidente, bajo la tutela de Placidia, emprendió revocar
estas concesiones y restablecer la legislacion de Cons
tantino. (4) Pero, vanos esfuerzos Teodosio el jóven
no quiso recibir la Constitucion en oriente, sino con la
condicion de que los hijos naturales serian sostenidos en
la capacidad que Valentiniano I les habia atribuido. (5)
De la Patria Potestad.
(1) Véase á Orígenes contra Celso: , , Quod illi delirunt, mente capt sunt
,,et nihil veré bonum vel sciant vel possint facere, pracoccupatinugis inanibus.”
—144—
version se los devolvia humildes y sumisos. (1) Las ma
dres cuya tierna alma, se abria á la nueva doctrina, pro
curaban en vano disculpar estas conversiones que tal
vez ellas alentaban. Culpables las mismas, de Cristia
nismo, eran repudiadas. (2) No habia desde el hijo al
esclavo, quien no incurriese en la ira de su señor por
haberse alistado en la formidable faccion de los cristia
nos, por mas que el Cristianismo les aconsejase la fide
lidad y respeto. (3)
La familia se encontraba pues, dividida en dos par
tidos. De un lado estaba el padre atrincherado en las
antiguas preocupaciones, y armado con la patria potes
tad, que las protegia: del otro la esposa, los hijos los es
clavos oponiendo una resignacion firme á esta autori
dad. (4) Algunas veces cedia el padre al torrente del
(4) Ias acusaciones de los paganos, con motivo de estas divisiones son
curiosas y dignas de conocerse. He aquí como Orígenes combate las invec
tivas de Celso. -
Orígenes responde: Que nos citen maestros, filósosos que enseñen una
moral mas pura que la nuestra: que nos citen uma muger que háyamos apar
tado de la obediencia marital, de la observancia de sus mas sagrados deberes!
¿Por qué se estraña pues, que nuestras reuniones se compongan de la mez
cla de todas las clases? El Cristianismo se dirige á todos los seres: á los ig
norantes para ilustrarlos, á los sabios, á los buenos, para conservarlos y ele
varlos á mas grande perfeccion. " y v
19
—146—
mente el poder paternal intentado hacerse respetar, por
simples exheredaciones; mas de un romano, celoso de su
potestad, hubiera vengado el abandono del culto nacio
nal, con la misma hacha con que Bruto castigó á sus hi
jos, fieles al tirano. El patriciado habia sabido muy bien,
encontrar esta terrible hacha, en su dilatada guerra
con la democracia: se habia visto á Cassio citar ante su
tribunal doméstico (1) á su hijo, y condenarlo á muer
te, por haber abrazado el partido de las leyes agrarias;
y al Senador Fúlvio castigar con la misma pena al suyo,
jóven amable, ilustrado y de talento, por haberse as
cripto al bando de Catilina y de la causa popular. (2)
Pero desde la revolucion imperial, perdian cada dia
sus fuerzas, (3) las ásperas tradiciones de la antigüedad.
Por un lado, el derecho de vida y muerte se avenia mal
con la nueva forma constitucional, que tendia á centra
lizar todos los poderes en manos del Emperador. Por
otro, costumbres mas suaves rechazaban con horror el
ejercicio de una autoridad que no se eleva á ese grado
de energía, sino atropellando los mas tiernos sentimien
tos de la naturaleza. Así, pues un movimiento análogo
al que habia preparado la pérdida del derecho de vida
y muerte, sobre los esclavos, se operó con mayor razon
con respecto á los hijos de familia. Mas la historia no ha
podido seguir estas huellas con exactitud, y no se está de
acuerdo sobre la época precisa en que fueron despoja
dos los padres de tan formidable derecho. (4) Yo creo que
(1) Adhibito propinquorum consilio, Valer Max. lib. V. c. 8. n. 2.)
Véase á ¿Grabina sobre las 12 Tablas, $25.
(2) Idem n. 5. Salustio, Catil. n. 39.
(3) Ea horrida illa antiquitate ad praesentem usum quaedam Augustus
fiererat. Tácito Annal. IV. c. 16. -
(4) Bandoin fija esta época en los tiempos de Agusto ad leg, Romul.
ley XVIIl Giphanio, al tiempo de Constantino ad leg. últ. C. de patria
potest.) Bynckershoeck, á Trajano, Adriano y Antonino de jure oecid liber,
—147—
pereció definitivamente el dia en que Erixon caballero
romano del tiempo de Séneca, que habia hecho morir á
su hijo en los castigos, fué perseguido hasta el foro á
punzonazos, por el pueblo indignado. (1) Cuando un po
der es objeto de tan grande execracion, ya no tiene dere
cho á la existencia. En vano estará escrito, en una letra
muerta; el ha abdicado en realidad. Me parece que Ale
jandro Severo no hizo sino aprobar en las leyes un he
cho, conquistado ya, por las costumbres, cuando redujo
á simples correcciones (2) el derecho de los padres. En
cuanto á la pena del padre homicida, como todavia no
estaban fijas las (3) ideas, Constantino prestó un brillan
te homenage á los sentimientos de la naturaleza, por
su Constitucion que castigaba con las penas del parriciº
dio, al padre que mataba á su hijo, de cualquier modo
que fuera. (4) - -
—l49—
la equitativa tendencia que la época del Imperio in
fundió en los espíritus, Augusto, Nerva, y Trajano con
cedieron al hijo de familia la propiedad de los bienes
adquiridos por él en el servicio militar, (peculium Cas
trense.) (1) Esta innovacion era desde luego tímida. Si
el hijo moria sin disponer de este peculio, se reputaba
haber pertenecido siempre al padre, en virtud de la pa
tria potestad. (2) Aun mas, el hijo no podia disponer
de él, sino durante su servicio militar. Pero Adriano, es"
tendió la disposicion á los hijos de familia retirados de
la carrera de las armas. Tal era el estado de las co
sas, cuando Constantino, por una Constitucion de 32 l»
igualó al peculio castrense, los bienes que el hijo de fa
milia, adquiria en los empleos del palacio del Princi
pe. (3) Sus sucesores hallaron ingeniosa esta idea, y ba
jo el título de cuasi castrense se aumentó el peculio de
los hijos, con los bienes adquiridos como asesores, (4)
abogados, (5) como oficiales del prefecto del Pretorio, (6)
como Obispos, diáconos, ecleciásticos, (7) en fin como
funcionarios públicos. (S) A mas, el peculio castrense y
cuasi castrense, del hijo muerto abinstestato, segun
Justiniano, ya no aprovechaba al padre, por derecho de
patria potestad, y no era sino un heredero que ocupaba
su puesto á su vez, y cuando la ley lo llamaba. (9)
(1) Paulo III. Sent. 4. $ 3. Ulp. ley 2 D. ad Senatus Cons. Maced. y
Fragm. lib. XX. n. 10. Ist. quib. non est permisum. Juvenal. Sát. XVI,
verso 51. -
(2) Tryph. ley 19. $ 3. D. de Cast. pecul. Marcian ley 18, $ I y 2 del
mismo tít. Ulpiano ley 2 D. eod. Diocl. ley 5 C. eod.
(3) Ley 1 C. de cast. omn. palat.
(4) Ley 7 C. de assessorib. año 482. Honor. y Teod.
(5) Ley 4 C. de advocataño 424. Los mismos Emperadores.
(6) Ley última C. de cast. pecul. Teod. y Valent.
(7) Ley 34 C. de episcop. Leon y Anthem.
(8) Ley última C. de inoff, test. Justin.) Godofredo sobre el C. Teod.
de postuland. ley 3. -
Godofredo cree que estas últimas palabras hacen alusion á las penas de
los homicidas, sobre la ley 2 C. Teod. de expositis liberis. Gibbon es
tambien de esta opinion (t. VIII. p. 246) y es lo que parece mas evidente si
se concllia esta ley con la 8 C. ad leg. Cornel, de sicariis que castiga el ase
sinato de los hijos, Añó 374.)
ss
—158— - -
(1) Ley únic. C. Teod. de patribus qui filios distra. (Año 391.)
(2) Novela 2 de este Príncipe. Véase á Godofredo sobre la ley citada.
(3) Ley 4 C. Justiniano de infantib. expositis: y la novela 153.
(4) , Formul. Sismond. form. VI.
(5) Cap. VI, c. 143; y las notas de Bignon sobre las fórmulas. Decret.
gregor, de exposit, liber, t. II. p. 971,972, 973.
CAPITULO IX. "n
c. In. 6. Tit Liv. lib. XXXIV n. 2.) palabras que contrastan con estas:
Imbecillitas mulierum et levitas animi. Cayo I, 144. Ulpiano XI, 1.
Entre las invectivas de Caton contra las mugeres, es preciso ver lo que
dijo Severo Cecina, bajo Tiberio, cuando propuso se restableciese la alti
gua disciplina. Llama al sexo imlecillis, impar laboribus, levis, ambitiosus.
Dice que cuantas veces se presentaban acusaciones de peculado, las mugeres
eran siempre mas culpables que sus maridos: plura uroribus objectari; que
á ellas se dirigian para corromperlas; y últimamente que era preciso el res
tablecimiento de la ley Oppia; qma Oppis quondám aliisque legibus cons
trictae; nunc, vinclis ersolutis. domos, fora, jam est exercitus regerent. (Tá
cito Annal. lib. III n. 33.)
Es verdad que estos discursos se reputaron como inoportunos. Mas no
podrán negarse, como lo han hecho algunos eruditos modernos que no han
visto la cuestion sino por un solo lado, las severidades y rigores de las anti
guas costnmbres contra las mugeres. Su defensor Valer. Messalino decia:
Multa duritiae veterum meliús et latiús mutata. (Tácito Annal. lib. III nu
meros 33 y 34.
Por lo demas, si algo hay incontrovertible, es la inferioridad en que se
hallaban colocadas las mugeres, por la Religion y las constituciones políti
cas de todas las naciones antiguas. Mr. de Maistre ha escrito sobre esta ma
toria, muy bellas páginas, que ha sostenido con el apoyo de autoridades irre
cusables. (Ilustraciones sobre los sacrificios p. 422 y siguientes, Véase la
novela 21 de Justiniano.
(1) Véase á Valer. Max. sobre los envenenamientos de los maridos,
lib. II c. 5 n. 3. (año 422.) Ciento setenta mugeres fueron condenadas á
muerte por este crímen. El historiador Appiano nos refiere, que durante las
guerras civiles, muchos maridos fueron vendidos y denunciados por sus es
posas. (De bellis civilib. IV. 23.) Mucho dudo que puedan citarse, en el
curso de nuestra revolucion, en Francia) semejantes abominaciones.
(2) En tiempo de Tiberio un defensor de las mugeres se vió precisado á
confesar, que habia pocos matrimonios, sin mancha: vir praesenti custodia
manere illaesa conjungia, Tácito Annal, lib. III n. 34.)
—163—
innundacion de malas costumbres pintada por los fi
lósofos, los historiadores, los satíricos, que obligó á
Augusto á buscar en las leyes políticas un remedio,
que no le daban las leyes de la familia, ¿no son prue
bas bien convicentes del estado general de la socie
dad? (1)
Pero volvamos á la tutela de las mugeres y siga
mos la marcha de sus degradaciones. Las personas que
tenian sobre las mugeres, potestad patria ó marital, po
dian separar la tutela legal, del agnado mas próximo,
dando á la muger un tutor testamentario. (2) Aun mas.
Los testamentos permitian á las mugeres escoger por
sí mismas el tutor que querian. (3) A veces tambien
queriendo recompensar los servicios de alguna romana,
por una ley escepcional, se le concedia este envidia
do (4) privilegio. Empero desgraciado de este tutor de
(1) Plinio refiere que vió á Lollia llevará un festin, cerca de cuarenta
millones de sestercios en perlas, lib. IX n. 58.) Mas ¿qué era esto en com
paracion de los escesos referidos por Tácito? ¿de aquellos espectáculos de
gladiatores, en que las mugeres ilustres se daban en representacion: femina
rum illustrium senatorumque plures per arenam faldati sunt (Annal. lib. XV
n. 32 ¿de aquellas fiestas infames, en que las mas elevadas imitaban el des
enfreno de las prostítutas en los inmundos lupanares: crepidinibus stagni lu
panaria adstabant, illustrtbus feminis completa Annal. lib. XV n. 37l de
los rcfinamientos de inmoralidad que el historiador no quiere referir sino
una sola vez, ne saepios dice, eadem prodigemtia narranda sint Annal. lib.
XV. n. 37 ¿de mugeres que se entregaban á los esclavos con tan ciego fu
ror, que fué necesario en tiempo de Claudio, proponer al Senado castigos
contra ellas? Tácito Annal. lib, XII n. 53.) ¿de aquellos escandalosos des
órdenes, en fin, que se repetian con tal descaro. que hubo que hacer regla
mentos para reprimirlos? Senatus decretis libido feminarum coercita: id.
lib. II n. 85.1 Represion vana Esfuerzos siempre ineficaces!
(2) Cayo I, 148 y 149.
(3) 1 dem 149.
(4) Tit. Liv. lib. XXXIX. n. 19. Un Senado consulto de 566 concedió
este privilegio á Fescenia Hispala. que habia revelado la conspiracion de
las Bacanales.
—164—
opcion. (1) Desgraciado tambien el tutor tomado en
estraña familia! No ejercerá autoridad sobre la muger,
ella mas bien regirá la tutela. Ciceron ha dado á cono
cer este imperio de la seduccion, esta destreza femeni
na para esquivar el freno de las leyes. (2) Llegaron es
tos tutores á ser casi inútiles. (3) Su complacencia hu
biera debido hacerlos suprimir, y por el contrario, ella
los salvó. Las mugeres que los subyugaban entraban
luego en acomodamientos con ellos. Dirigíanse todos
sus artificios contra los tutores legítimos cuya interven
” cion era mas severa y mas eficaz, (4) porque en su
cualidad de agnados tenian interes en la conserva
cion de los bienes dentro de la familia. (5) Las muge
res llegaron en parte á eludirlas por medio de un rodeo
legal, es decir de ventas ficticias que las libraban de la
tutela legítima, colocándolas bajo la nominal de un tu
tor fiduciario. (6) -
(1) Fragm. vatic. 325, 327. Antes de él, en el reinado de Antonino, Pru
dentilla, muger de Apuleyo compró una hacienda, con la autorizacion de
Cassío Longino, su tutor, tutor, auctor, mulieris. Apul, Apología, Edicion
de Nisard, p. 260.
(2) Lºy unic. C. Teod. de his qui veniam etatis: y ley 1. $ 1. C. Just.
mismo tit. Godof. dá á esta ley la fecha del an. 324.
Se ha pretendido que Constantino abolió la ley Claudia, y restable
ció la tutela legítima de los agnados, sobre las mugeres. (Heyn. lug. cit. al
fin. Cuyác. sobre la ley 3. C. de legit tutor.) Mas esta opinion, adoptada por
Mr. Vergé en su disertacion sobre la tutela de las mugeres (p. 88.) me pa
rece inverosimil. ¿Cómo creer que Constantino restableciese esta antigualla
de la aristocracia, cuando usa de un lenguaje tan distinto en la ley de 321.
La ley 3. del C. de leg. tut. que ha servido de fundamento á la conjetura de
Cujae é Heinecio, no habla mas que de la tutela de la muger impubera, en
estado de pupilage, En vano quiere decirse que ha sido alterada por Tribo
nio, porque esto no es mas que una vana alegacion. La ley 2 del C. Teod.
de tu toribus et curatoribuc no prueba tampoco esta thesis. Si se convina con
la 3. del C. de legit tutor resultarà que la ley Claudia al abolir la tutela legi
tima de los agnados, sobre las mugeres, llegó, por una desmedida estension
hasta separar à los agnados de la tutela legítima de las impuberas; y que
Constantino les dió este derecho sobre las mismas impuberas. (Véase á Ca
yo I. 157.)
(3) Véase el tit. del C. Teod, de Judaeis L. 4 C. Teod. de episcop. L. I.
C. Teod. de feriis.
(4) L. I. C. Teod. de manum ni Elessia.
—167—
neral de tomar parte en la sucesion de sus hijos. (1)
Pronto demostraremos la importancia de esta innova
cion que se desarrolló mas y mas, bajo los emperadores
Cristianos: innovacion memorable, por la que la muger
contrabalancea los derechos dados al parentesco mas
culino, y que rinde á la naturaleza una de sus mas sa
gradas prerogativas.
Entre tanto, no podemos ménos de reconocer en to
do esto, el influjo que en su tránsito iba dejando él Cris
tianismo, que en su moral y en su culto ha dado á la
mujer un papel tan interesante. El sin duda no ha crea
do, esto seria decir mucho, pero ha precipitado el mo
vimiento de que acabo de hablar. El lo ha regulariza
do y consumado. Es en efecto digno de notarse que des
de que se estendió el Cristianismo, tomaron las muge
res en la vida activa, una posicion que nunca tubieron
bajo el dominio del patriciado romano, ni bajo los prime
ros Césares. Se sabe lo que le costó á Agripina, haber
querido dar al imperio, el primer ejemplo de una mu
ger mezclada en la direccion de los negocios de su pa
tria (2) Mas el Cristianismo debia necesariamente tem
plar estas ideas de esclusion, y sacar á las mugeres de
la situacion inerte á que las preocupaciones naciona
les las condenaran. Todos los testimonios amigos y ene
migos nos demuestran que la relijion cristiana, se va
lia principalmente de la influencia de las mugeres, pa
ra penetrar en el mundo pagano, y llegar hasta el ho
gar doméstico. (3) Aquí, los divorcios por razon del Cris
(1) Véase el C. de sucecion.
(2) Tacit. Annt. XII. 37 Tiberio que veia las tendencias ambiciosas de
las mugeres de su siglo mulicbre fastigium, se opuso: moderandos dice
feminarum honoras. Tacit. Annal I. 14.
(3) Véanse los testos al capítulo precedente tomados particularmente de
Tertuliano y Orígenes. Una señora romana, fué quien recogió los restos de
San Pablo, degollado en Roma,
—168—
tianismo; (1) Allí los mártires; comunmente las conver
siones debidas á su celo; por todas partes su presencia
y decidida vocacion. ¿Qué faltaba, pues, para darnos
una prueba irresistible, de la parte que tomaban en la
revolucion moral que agitaba los espíritus? Es eviden
te que semejante trabajo de persuacion y resistencia,
que tal entusiasmo de proselitismo ageno de los hábitos
pasivos, aumentó estraordinariamente la influencia de
las causas que llevaron á las mugeres hácia la indepen
dencia. Constantino y sus sucesores, supieron muy
bien lo que hacian, cuando las dotaron de tan sábia
emancipacion. En ellas recompesaron unos auxiliares
influyentes, y quisieron que participasen de los benefi
cios políticos de la relijion cristiana, ya que habian
contribuido á preparar los progresos, y podian aun fa
vorecer su desarrollo.
Convengo, sin embargo, en que otras influencias,
anteriores ó posteriores á la llegada del Cristianismo,
pudieron tal vez mezclarse en esta elaboracion. Puede
ser, tambien, que el contacto de algunos pueblos estran
geros, que no conocian la tutela de las mugeres, sucíta
se dudas, sobre la legitimidad de la institucion romana.
Aunque en este particular no se debe llevar muy allá la
exageracion, porque Cayo nos dice que casi todos los es
trangeros tenian sistemas que se aproximaban, y que
aun en algunos pueblos estaban sometidas las madres
bajo la autorizacion de sus hijos puberos. (2) Sin embar
go, lapropagacion de las ideas orientales por la Siria, y
sus hombros eminentes, no deben ponerse cn olvido, por
los que quieran estudiar con imparcialidad los hechos que
han dado á la muger un valor personal, mas grande.
Las madres libertas no tenian herederos suyos. Sus hijos no eran jamas
obstáculo al patrono. (c) El Senado-Consulto Orphitiano habia moderado
este rigor, d) y los emperadores cristianos lo dulcificaron mas y mas. Pero
el patrono siempre mezclaba sus derechos con los de los hijos. Justiniano los
libertó de esta concurrencia contraria á la naturaleza. (e.)
En cuanto á los esclavos, preciso es confesarlo, en ninguna época, ni
aun bajo Justiniano, hubo sucesion para el esclavo. En vano el triunfante
cristianismo, introducia por este lado el derecho natural en las institucio
nes; este derecho encontraba obstáculos insuperables, cuando se trataba de
llegar hasta los esclavos. Faltaban grandes reformas que introducir, para
que este derecho se humanizase é hiciese enteramente cristiano.
(1) V. el Thesaurus Meermanni, t. II p. 701. y 71 l. Paganini escribió
en 1638. Combiene leer su disertacion sobre las leyes que escluyen à las mu
geres, p. 7 l. c. 10.
3) C. 14.
4) L. penúlt. C. de legit haered y la nov. 21.
5) En su disertacion de Justin. seculi moribus Meerman, t. II. p.
Fol. c. 32 p.70s).
(6) El gran Cujacio no cayó en estos estravios sistemáticos; hizo el
elegio de Triboniano sobre la ley 1. C. comm legat,et fidei y ley úlr. C. Ju
re dotium: continent, dice, hablando de esta última ley, multa nova ét pe
rutilia. Tribonianus sane fuit maacimus jurisconsultus. Haeclaus ei erip i
non potes", idque mostrant leges que ob eo sunt editae sub nomine Justi
niani. Nam plenisime sunt erudictionis et prudentié legitimae. Quamobrem
sum omnibus autor, ut omnes Justiniani constituciones perlegant, diligen
ter que perscrutentur.
---203---
fuera del cual, no hay sino decadencia, de modo que si
le prestáramos fé, habria que poner el código, civil bajo
las institutas de Cayo. Cuando esta escuela tomando al
gunas de las diatribas de Francisco Hotman,(1) se di
rigió á la forma, que griegos poco diestros le dieron al
derecho, su triunfo fué completo. Pero cuando pasó de
la forma al fondo y con el mismo espíritu de crítica,
comparó las ideas, tomadas en su esencia, son deplo
rables sus aberraciones. (2) Lo digo lleno de conviccion;
(1) Vease su Anti-Triboniano, ó discurso sobre el estudio de las leyes,
“Es un monton de retazos de piezas, tomadas d estractadas de los libros y
escritos de estos últimos jurisconsultos greco latinos. No hay en todo este
farrago ningun tratado, ó discurso entero sino trozos mutilados y recogidos
sin ninguna ligazon. Dice así—Estos retazos están tan interrumpidos y mal
convinados que mas bien parecen despropósitos &c.
Debo notar que Hotman ha ido mas allá que la escuela clásica. Porque
si esta denigra á Justiniano y Triboniano, admira por lo ménos á los juris
consultos del siglo de los Antoninos. Mas Hotman, en su mal humor, no
perdona á nadie. Su Anti-Triboniano es una sátirá virulenta que compuso
en 1567 á instancia del canciller De l'Hopital, para apartar los ánimos del
estudio del derecho romano y dirigirlos hàcia las leyes y costumbres france
sas. Declara la guerra à todo el derecho romano, y es el padre de los antiro
mancistas. Africano, Javoleno, Modestinno, Ulpiano, estos venerados nom
bres de la escuela clásica no son para el mas que un conjunto de estrange
ros, griegos, sirios, africanos que habiéndose injerido en la jurisprudencia
se dedicaron principalmente á morder á los antiguos. ..... y comunmen
se encuentran tan embarazadospara declarar en buen latin, lo que quieren
decir que casi siempre hay que suplir la mitad” ó c. c. 12.]
El Anti-Triboniano se escribió en frances. El odio de Hotman hacia
Cujacio, y el deseo de agradar á L'Hopital, le inspiró esta obra. Es un cut
rioso libre, que Gibbon, se lamenta con razon de no haber podido proporcio
narSe.
222.222
(F3357
IN.3)
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