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POLÍTICA Y RELIGIÓN
Textos Imperio
En los últimos tiempos, por ejemplo, un liberal disidente como Gore Vidal,
quien ha titulado su más reciente recopilación de artículos sobre EEUU El
último imperio, ha encontrado un gran aliado en el columnista conservador
Charles Krauthammer. A principios de este mismo año, Krauthammer afirmaba
en el rotativo The New York Times: «El hecho cierto es que ninguna otra nación
ha ejercido un mayor dominio cultural, económico, tecnológico y militar en
toda la Historia del mundo desde la época del Imperio romano».
La idea de que EEUU es una especie de Roma del siglo XXI está ganando
terreno, cada día más, en la conciencia de aquel país. La revista The New York
Review of Books ilustraba recientemente un artículo sobre el poder de EEUU con
un dibujo de George Bush disfrazado a la manera de un centurión romano,
incluso con lanza y armadura. A principios de este mes, la emisora de radio
WBUR de Boston, titulaba un programa especial que emitió sobre el poder
imperial de EEUU Pax Americana, parafraseando la conocida expresión latina
Pax Romana. Tom Wolfe ha escrito que Norteamérica es «en la actualidad la
potencia más poderosa sobre la Tierra, tan omnipotente como la Roma de Julio
César».
Pero, ¿es correcta esta comparación? ¿Son los norteamericanos unos nuevos
romanos? En el transcurso del rodaje de un documental que he hecho
recientemente sobre los acontecimientos ocurridos durante los últimos meses,
hice esta misma pregunta a un grupo de personas extraordinariamente
cualificadas para contestarla. No se trataba de expertos en estrategias de
Defensa de EEUU o en política exterior norteamericana, sino de los
historiadores británicos más importantes en el campo de la Historia del Mundo
Antiguo. Todos conocen Roma a la perfección y todos ellos, sin excepción, se
sienten absolutamente anonadados ante las enormes similitudes existentes
entre el imperio actual y el imperio de entonces.
La más obvia de dichas similitudes estriba en su sobrecogedora fuerza militar.
Roma era la superpotencia de su tiempo y se enorgullecía de tener un ejército
con el mejor entrenamiento, dotado del mayor presupuesto y con el mejor
equipamiento militar que el mundo hubiera visto jamás. Ningún otro ejército se
le acercaba ni de lejos. EEUU es ahora una potencia dominante igual que lo era
Roma (…)
Existe una notable diferencia entre ambos imperios. Y es que, aparte de los
casos peculiares de Puerto Rico y la isla de Guam, EEUU no tiene colonias, en el
sentido formal del término, tal y como los romanos siempre tuvieron (…) EEUU
tiene bases militares (…)
La lección primera del manual romano para el éxito imperial consiste en poner
de relieve que no es suficiente con disponer de una gran fuerza militar: el resto
del mundo debe conocer la existencia de dicha fuerza. Y también temerla. A
estos efectos, los romanos utilizaron la técnica propagandística más
característica de su tiempo -los combates de gladiadores en el Coliseo- para
demostrar al mundo lo duros que eran. En la actualidad, la cobertura de 24
horas al día que ofrecen los telediarios sobre operaciones militares de EEUU
-incluyendo vídeos de seguimiento de bombas inteligentes hasta alcanzar sus
objetivos- o las películas de Hollywood se utilizan para idéntica función.
Por otra parte, y a lo largo de todo este proceso imperial, el inglés se está
convirtiendo en el latín de estos tiempos: la lengua que se habla en todo el
mundo (…)
Las mayores conquistas de Roma no fueron a punta de lanza, sino que para
ellas utilizaron todo el poder de seducción que ejercía sobre los pueblos que ya
había conquistado. Tal y como observaba Tácito a propósito de Gran Bretaña, a
los pueblos nativos parecían gustarles mucho las togas, los baños y la
calefacción central, sin darse cuenta de que todas esas cosas no eran sino los
símbolos de su «esclavitud».
Hoy en día, EEUU ofrece a los pueblos del mundo un paquete cultural de
similar coherencia, un conjunto de productos y servicios que son siempre lo
mismo donde quiera que uno los pueda consumir. Si bien en nuestros días ya
no hay togas ni luchas de gladiadores, sí que existen Starbucks, Coca-Cola,
McDonald's y Disney, bienes que se pagan con el equivalente contemporáneo
de los talentos romanos, es decir, con la divisa fuerte del siglo XXI, el dólar.
Roma tenía por costumbre atraerse a los herederos de las familias más
importantes de las naciones que conquistaba, a los que preparaba
concienzudamente para que, más adelante, gobernaran en sus países de origen
a favor, naturalmente, de los intereses romanos. Exactamente de la misma
manera que, en los tiempos actuales, las escuelas privadas de elite de
Washington están repletas de hijos de reyes árabes, presidentes suramericanos o
futuros líderes africanos, todos ellos pro-occidentales.
Tácito, Agrícola, 21
Ayudó a la gente a construir templos, foros, casas al estilo romano.
Alababa a los que respondían, y censuraba a los que se retrasaban. La ambición
de la promoción sustituyó a la obligación. ... Los britanos, que no tenían
experiencia de aquello, lo llamaban “civilización” (humanitas), aunque era
parte de su esclavitud