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Consejo Nacional de la Cultura Instituto Latinoamericano de Investigaciones y Estudios Musicales “Vicente Emilio Sojo” | ELOGIO DEL VALSE VENEZOLANO DEL SIGLO XIX para piano VOLLMER LLAMOZAS MONTERO CARABALLO SAUMELL SAUMELL (hijo) SUAREZ MESERON y ARANDA Recopilacion y revision de EVENCIO CASTELLANOS EDICIONES DEL “INSTITUTO VICENTE EMILIO SOJO” Coleccién MUSICA POPULAR VENEZOLANA M.P.V.1 CARACAS — VENEZUELA 1979 En Venezuela, como sucedi6 también en otros paises latinoamericanos, adquiri el valse una riqueza ritmica desconocida en Europa. Fue, indudablemente, una labor andnima de nuestro pueblo la que dio este resultado. Los ejecutantes populares, al adoptar el valse, fueron incor- Pordndole disefios ritmicos del joropo, elementos del seis por ocho de algunos bailes espafioles o nativos, del tipo del zapateado, y, ademas, toda una serie abundante de sincopas de_origen tal vez africano, y no sabemos hasta qué punto de fuentes indigenas. Toda esta amalgama hha debido de producirse al correr de los afios entre la época de los Monagas y la de Guzman Blanco, y asf legamos a tener en el valse criollo una superposicién de diferentes ritmos y hasta de diferentes compases, que hacen en nuestro valse una especie de contrapunto de ritmos. Esta fecundidad ritmica se manifiesta principalmente’en los ejecutan- tes. Era en el momento de tocarse un valse, cuando los misicos co- menzaban a improvisar nuevos ritmos. Asi se producia esa simulta- neidad de diferentes golpes, como a veces los llamaban. Los instrumentos cantantes, por su parte, como lo eran el violin o la flauta o el clarinete, que eran los mas frecuentes, la dieron de vez en cuando por tocar, no la melodia compuesta por el autor, sino variaciones también im- provisadas. Todo esto convirtié el valse en un extraordinario cimulo de elementos musicales imprevisibles por el compositor, ya que las improvisaciones de los ejecutantes enriquecian y transformal la obra del autor. Naturalmente, esto produjo, a la larga, la composicion de simples melodias para los valses. Los valses impresos o manuscritos sélo contienen, con algunas excepciones, a melodia y un acompaii miento que pudiéramos llamar esquemitico, casi siempre en acordes de tres seminimas, como en el valse vienés, pero hay que tener bien entendido que esos valses criollos, impresos o manuscritos, no se t tocaron jamas en esa forma, pues ya el compositor sabia que los ¢ cutantes le pondrian, de su propia cosecha, todo un caudal de compli- caciones ritmicas, Fragmento tomado del capitulo “El valse eriollo” del libro La ciudad y su misica el Profesor José Antonio Caleafio, TO 1 “La flor del camino” Valse Poco moderato FEDERICO G. VOLLMER 2 Set —) “2 oS

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