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Publicaciones
Kenneth
Copeland
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas fueron tomadas de
la Versión Reina Valera 1960.
Las citas marcadas con las siglas LBLA fueron tomadas de La Biblia de la
Americas® , © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con
permiso.

Ahora Estamos en Cristo Jesús


Now Are We in Christ Jesus
PDF ISBN 978-0-88114-326-3 30-8004S
Traducido y editado por KCM Guatemala.
© 1980 Kenneth Copeland
© 1985 International Church of the Word of Faith Inc. ahora Eagle
Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios
Kenneth Copeland.
Traducción autorizada de la edición en inglés. Esta traducción es publicada
y vendida de acuerdo con el permiso de Eagle Mountain International
Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland.
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Publicaciones Kenneth Copeland
Fort Worth, TX 76192-0001
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Ahora estamos en
Cristo Jesús
No ceso de dar gracias por
vosotros, haciendo memoria de
vosotros en mis oraciones, para
que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de gloria,
os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de
él, alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis
cuál es la esperanza a que él os
ha llamado, y cuáles las riquezas
de la gloria de su herencia en los
santos… Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para
que anduviésemos en ellas. Por
tanto, acordaos de que en otro
tiempo vosotros, los gentiles en
cuanto a la carne, erais llamados
incircuncisión por la llamada
circuncisión hecha con mano en la
carne. En aquel tiempo estabais sin
Cristo, alejados de la ciudadanía
de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios
en el mundo. Pero ahora en Cristo
Jesús, vosotros que en otro tiempo
estabais lejos, habéis sido hechos
cercanos por la sangre de Cristo.
—Efesios 1:16–18, 2:10–13
Cuando usted aceptó a Jesús como el
Señor de su vida, sucedió lo siguiente:
usted fue creado en Él y adquirió el
derecho a una herencia. Ahora usted está
dentro de Cristo. Usted es hijo de Dios.
En el mundo físico, usted no fue
creado, sino nació de una madre. Pero en
el reino espiritual, cuando nació de Dios,
fue recreado por Él. Se originó un cambio.
Usted volvió a nacer. En 2 Corintios 5:17,
4
leemos que usted es una creación nueva:
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas». Otra traducción
señala que todo el que está en Cristo Jesús
pertenece a “una nueva especie que nunca
antes había existido”.
Cuando usted aceptó a Jesús como
su Señor, ocurrió una transformación: la
antigua naturaleza —el ser espiritual no
regenerado— fue reemplazada por un
nuevo hombre creado en Cristo Jesús. Lo
viejo pasó, y llegó lo nuevo. Este nuevo
nacimiento ocurrió gracias al poder
creador de Dios, y se realizó en su interior;
es decir, en su espíritu.
La creación que sucedió cuando volvió
a nacer es de la misma categoría descrita
en Génesis 1. En el primer versículo, la
palabra creó revela que antes de que Dios
formara los cielos y la Tierra, no existía
nada semejante en ningún lugar. Lo mismo
5
ocurre en la nueva creación en Cristo Jesús;
uno se convierte en una nueva especie que
nunca antes había existido.

Estar en Cristo
Usted es un individuo único. Jamás
ha habido ni nunca habrá otro ser igual a
usted. Cuando usted recibió a Jesús como
su Señor, Dios formó su espíritu mediante
Su poder creador. Usted nació del Espíritu
de Dios, y una semilla fue sembrada en su
corazón —la semilla incorruptible de la
Palabra de Dios—. Eso lo facultó para ser
parte de Cristo Jesús.

Ahora usted necesita saber y entender


el significado de estar en Cristo, lo cual es
una revelación excepcional de la Palabra,
que cambiará su manera de pensar, de
creer, de actuar y de hablar.
En Efesios 2:13, leemos: «Pero ahora
en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo
6
estabais lejos, habéis sido hechos cercanos
por la sangre de Cristo». ¿Cuándo?, ahora.
¿Cuándo está usted en Cristo? Desde el
momento en que hizo a Jesús el Señor de
su vida.
¿Quién está en Cristo? En Efesios
1:10, leemos: «Con miras a una buena
administración en el cumplimiento de los
tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en
Cristo, tanto las que están en los cielos, como
las que están en la tierra. En El…» (La Biblia
de las Américas). Por consiguiente, no sólo
los que han muerto e ido al cielo están en
Cristo Jesús, sino también los creyentes
que se encuentran acá en la Tierra.
Observe que en el pasaje anterior
leímos: «…todas las cosas en Cristo, tanto
las que están en los cielos, como las que están
en la tierra. En El». Luego en el versículo
13, se explica lo siguiente: «En El también
vosotros, después de escuchar el mensaje de
la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
7
habiendo creído, fuisteis sellados en El con el
Espíritu Santo de la promesa».
La realidad de estar en Cristo es
una sobresaliente revelación que
proviene de la Palabra, la cual afectará
sus pensamientos, sus creencias, sus
acciones y su forma de hablar.
Para mí, la manera más efectiva de
comprender realmente qué significa estar
en Cristo fue buscar en todas las cartas
del Nuevo Testamento, comenzando
con Romanos, la expresión: estar en
Cristo. Por ejemplo, hemos leído en 2
Corintios 5:17: «De modo que si alguno
está en Cristo, nueva criatura es…». Las
frases estar en Cristo, en quien o en él
aparecen 134 veces en la Biblia. Localice
esos versículos, léalos cuidadosamente,
estúdielos y relaciónelos. Puede estar
seguro de que todo lo que la Palabra
indica sobre estar en Cristo, le pertenece
a usted, porque ahora está en Él.
8
Estar en Cristo significa que usted
es salvo. ¿Por qué? Porque ha confesado
con su boca que Jesús es el Señor y
ha creído en su corazón que Él fue
levantado por Dios de entre los muertos
(Romanos 10:9).
Estar en Cristo quiere decir que usted
es sano. ¿Por qué? Porque Jesús fue a la
Cruz, cargó con la maldición de la ley y
destruyó el poder de las enfermedades
y dolencias. Él padeció en Su cuerpo
las enfermedades de la humanidad; sin
embargo, no permaneció en ese estado.
Jesús ahora es sano, y debido a que
estamos en Él, ¡también gozamos de salud!
Estar en Cristo equivale a afirmar
que usted es libre. En Colosenses 1:13,
leemos que Dios nos libró de la potestad
de las tinieblas, y nos trasladó al reino de
Su Hijo amado. Además, Jesús dijo que
Él había sido enviado a pregonar libertad
a los cautivos (Lucas 4:18).
9
Todo el poder que se necesita para
salvar, sanar y librar a cualquier ser
humano, vino a este mundo desde el día
de Pentecostés. Y recuerde que antes de
ese día, el poder para sanar a la gente se
encontraba donde Jesús estuviera. ¿Por
qué? Porque llevaba el poder dentro de
Él. Jesús declaró: «…el Padre que mora
en mí, él hace las obras» (Juan 14:10).
Ese poder habita en su interior, ahora
que usted está en Cristo. Así que puede
vivir, hablar y actuar como Él lo hace.
La Palabra de Dios lo transformará en
espíritu, alma y cuerpo.
La Biblia explica que Dios envió
a Jesús para ser el primogénito entre
muchos hermanos (Romanos 8:29). Dios
sembró la semilla, Su Hijo, para obtener
una cosecha; y Su cosecha son todas las
almas que han llegado a Su Reino. En
este momento, está actuando el principio
multiplicador del ciento por uno.
10
Ahora, usted es un coheredero
juntamente con Cristo, puesto que la
Palabra dice que cuando aceptó a Jesús
como su Señor, se hizo un solo espíritu
con Él. Dios lo ve a usted dentro de
Cristo. Hemos predicado que Jesús entra
en la vida de una persona; sin embargo,
poco hemos hablado del hecho de que
nosotros también hemos entrado en Él.
Usted es el Cuerpo de Cristo. Jesús
expresó: «Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid todo
lo que queréis, y os será hecho» (Juan 15:7).
Usted permanece en Él.
En Efesios 1:4–5, leemos: «Según nos
escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él, en amor…».
Usted es ahora santo y sin culpa
ante los ojos del Señor, gracias al amor
de Jesús. Él hizo posible que Dios se
convirtiera en su Padre celestial. Usted
11
ya no vive sin esperanza y sin Dios en
el mundo (Efesios 2:12), pues ha sido
aceptado en el Amado (Efesios 1:6). La
carta que Pablo le escribió a la iglesia de
Éfeso, también es para usted; dado que
usted está en Cristo. En esta carta de
Dios, Él nos expresa: “Te he aceptado en
Mi Hijo. Estás en el Amado. Eres mío”.
¿Alguna vez ha escuchado la frase:
“Pero yo no soy digno”? Eso era verdad
antes de ser salvo. Usted no merecía que
Jesús realizara ese sacrificio; no obstante,
¡Él lo hizo! Debido a que Cristo murió en
su lugar, ahora usted puede vivir en Él.
Jesús lo convirtió en una persona digna.
Usted ha sido creado en Cristo, y no hay
nada indigno en Él. Para Dios, usted es
valioso no por sus acciones, sino gracias
a Jesús y a lo que Él hizo por usted.
Alguien podría argumentar:
“Hermano, sé que estoy en Cristo Jesús,
pero simplemente no puedo afirmar que
12
estoy sano. No merezco ser sanado”. Sin
embargo, Dios ya sabía que ninguno de
nosotros lo merecería por cuenta propia.
Si hay pecado en su vida, deshágase de
él. Si no puede recibir la sanidad de Dios
debido a alguna mala conducta, ¡deje de
proceder así! Arrepiéntase y ¡expulse lo
malo de su vida! La Palabra afirma que
Dios es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados cuando se los confesamos (1 Juan
1:9). Si usted le declara sus faltas a Dios,
Él las borrará. Cuando peque, no trate
de huir de Dios, más bien ¡acuda a Su
presencia! Si usted quiere rebelarse, no lo
haga contra Dios, sino contra el diablo. En
la Biblia leemos: «Velad debidamente, y no
pequéis…» (1 Corintios 15:34).
Como creyente nacido de nuevo, usted
no está bajo el dominio del pecado. El
pecado tiene que irse de su vida. Satanás
es un enemigo derrotado; él no es su dios.
En Santiago 4:7, se nos indica que si lo
resistimos, huirá de nosotros.
13
Usted necesita verse en Cristo y
comprender lo que esto significa. Hoy
en día, se responde equivocadamente a
algunas interrogantes: “¿Es usted hijo de
Dios?”. “¿Yo?, por supuesto que no”. Y
cuando se pregunta: “¿Es usted salvo?”.
“Claro que sí, gracias a Dios. Tan solo
soy un viejo pecador salvo por gracia”.
¡No! ¡Ya no es pecador! Es verdad que lo
fue, pero ahora es ¡salvo por gracia! No
puede ser las dos cosas al mismo tiempo.
Es una nueva criatura en Cristo que ha
nacido en el reino de Su amor. En lo que
a Dios respecta, usted es santo, puro y sin
mancha ni culpa; así que deje de pensar,
hablar y actuar igual al mundo. Deseche
todas esas “etiquetas de pecado” de la
religión, y empiece a confesar que usted
es la justicia de Dios en Cristo.

14
Su herencia
¿Qué significa recibir una herencia? En
Hechos 20:32, leemos: «Y ahora, hermanos,
os encomiendo a Dios, y a la palabra de su
gracia, que tiene poder para sobreedificaros
y daros herencia con todos los santificados».
La Palabra lo sobreedifica, lo hace crecer
espiritualmente, y le otorga su herencia.
En Efesios 1:11, se explica: «En él
asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que
hace todas las cosas según el designio de su
voluntad». Ahí no dice que usted recibirá
su herencia, sino que ya la obtuvo. Usted
fue elegido para heredar. Asimismo, a
usted se le aceptó en el Amado (Efesios
1:6). Parte de su herencia es su posición
en la familia de Dios en el cielo después
de que su cuerpo muera. Pero además,
usted tiene derecho a gozar otra parte de
su herencia en Él, aquí en la Tierra. Actúe
como Su heredero hoy mismo.
15
En Colosenses 1:12, Pablo escribió:
«Con gozo dando gracias al Padre que nos
hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz». La palabra apto
significa: “idóneo o capaz”. Dios lo ha
capacitado para recibir su parte de la
herencia de los santos. En los versículos
13–14, leemos: «el cual nos ha librado de
la potestad de las tinieblas, y trasladado al
reino de su amado Hijo, en quien tenemos
redención por su sangre...». Usted es un
redimido, y eso le da el derecho de
participar de la herencia de Jesús, ¡es
suya! Puede tomar posesión de ella
porque Dios ha dicho que sí puede. Una
traducción literal de Colosenses 1:12,
sería: “Quien nos ha hecho capaces de
disfrutar nuestra parte de la herencia”.
Agradézcale al Padre, por haberlo
facultado para gozar de esa herencia.
¡Gracias Dios! Alabar y agradecer al Padre
son acciones de vital importancia para
recibir lo que es suyo.
16
¿Qué heredó usted en Jesús? ¿Sólo el
cielo como futuro hogar? ¡No! En Hebreos
1:4, se nos enseña en relación a Jesús:
«Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto
heredó más excelente nombre que ellos».
Y usted heredó ese nombre, así como
también Su autoridad. En otras palabras,
heredó el reino de Dios. En Colosenses
2:9–10, aparece lo siguiente: «Porque en él
habita corporalmente toda la plenitud de la
Deidad, y vosotros estáis completos en él, que
es la cabeza de todo principado y potestad».
Esto significa que todo lo que le pertenece
a la Deidad: Jesús, el Espíritu Santo, el
Padre celestial, la mente de Cristo, la fe de
Dios y Su amor, fue plasmado en usted. En
su interior se encuentra la vida misma de
Dios, porque usted está en Cristo Jesús.
Todo lo que Jesús obtuvo al haber
resucitado de los muertos, y todo lo que
ha recibido desde entonces, le pertenece
también a usted, no sólo una parte, sino
¡el total!
17
Cuando Jesús resucitó, recibió un
cuerpo glorificado; por consiguiente,
usted también obtendrá uno.
¿Adónde se fue Cristo cuando resucitó?
A la diestra del Padre, y ese mismo lugar
es en donde usted se encuentra ¡ahora!
En Efesios 2:6, leemos: «Y juntamente con
él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar
en los lugares celestiales con Cristo Jesús».
Jesús se levantó de entre los muertos
por el poder de la fuerza de Dios y se
ha sentado a la diestra del Padre en las
regiones celestiales. Ese mismo poder
es el que actuó dentro de usted cuando
aceptó a Cristo como el Señor de su vida.
Por tanto, este poder lo resucitó a usted
también, y lo ha sentado en los lugares
celestiales juntamente con Cristo.
Él habita en su interior, y usted dentro
de Él. La herencia de Jesús y la suya es la
misma. Usted es coheredero con Él.

18
El apóstol Pablo oró para que los ojos de
nuestro entendimiento fueran iluminados,
y así conociéramos las riquezas de la
gloria de nuestra herencia en los santos, y
la supereminente grandeza del poder de
Dios a favor de nosotros, los que creemos
(Efesios 1:18–19).
¿Qué significa para el creyente la
extraordinaria grandeza de un poder sin
límites? Leamos Efesios 1:20–23:
La cual operó en Cristo, resucitándole
de los muertos y sentándole a su
diestra en los lugares celestiales,
sobre todo principado y autoridad
y poder y señorío, y sobre todo
nombre que se nombra, no sólo
en este siglo, sino también en el
venidero; y sometió todas las cosas
bajo sus pies, y lo dio por cabeza
sobre todas las cosas a la iglesia, la
cual es su cuerpo, la plenitud de
Aquel que todo lo llena en todo.
19
El Cuerpo de Cristo constituye Su
plenitud. Él no está completo sin usted, y
usted no está completo sin Él.
En Colosenses 1:21–23, leemos: «Y a
vosotros… os ha reconciliado en su cuerpo de
carne, por medio de la muerte, para presentaros
santos y sin mancha e irreprensibles delante
de él; si en verdad permanecéis fundados y
firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza
del evangelio que habéis oído…». No se
aleje del evangelio, ni de las enseñanzas
de la Palabra. No piense de la siguiente
manera: “Eso no puede ser para mí”. No
permita que el diablo ni nadie lo alejen
de la herencia que legalmente le pertenece
en Cristo Jesús. Y puesto que la Biblia
afirma que usted es santo, sin mancha e
irreprensible a los ojos de Dios, entonces
acepte que así es.
La Palabra ha establecido esto: En Él
usted es limpio y puro delante de Dios.
En Filipenses 2:15, leemos: «Para que
20
seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios
sin mancha en medio de una generación
maligna y perversa, en medio de la cual
resplandecéis como luminares en el mundo».
Nosotros brillamos como las estrellas,
¿dónde?, en el mundo.
Usted es el Cuerpo de Cristo aquí
en la Tierra, lo cual significa que usted
es parte de Jesús. Usted es una obra de
arte creada en Cristo Jesús. Para Dios
usted es justo, irreprochable e inocente.
Su trabajo como creyente es pregonar
la Palabra de vida en medio de esta
generación maligna y perversa.
Si la revelación de su redención en
Cristo es real en su vida, ninguna oración
suya quedará sin respuesta y todas sus
necesidades serán suplidas. Cuando
usted comprenda que su herencia incluye
el haber sido librado completamente de
la maldición de la ley, entonces le cerrará
las puertas a Satanás y a las cosas de
21
este mundo. Usted fue salvado de la
maldición; por tanto, no permita que ésta
siga influyendo en su vida.
En Isaías 54:17, leemos: «Ninguna arma
forjada contra ti prosperará, y condenarás
toda lengua que se levante contra ti en
juicio. Esta es la herencia de los siervos de
Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo
Jehová». Usted debe verse a sí mismo en
Jesús; es decir, de la manera en que la
Palabra lo describe.
En 1 Juan 3:2, leemos: «Amados, ahora
somos hijos de Dios…». ¿Cuándo? ¡Ahora!
En Gálatas 4:7, Pablo escribió: «Así que ya
no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo».
La Palabra tiene el poder de darle una
herencia. En Efesios 1:3, leemos: «Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos bendijo con toda bendición espiritual
en los lugares celestiales en Cristo». El Señor
22
ya ha derramado en su vida todas las
bendiciones que hay en el cielo, ¡ya son
suyas! No obstante, Dios no le forzará a
recibirlas. Es usted quien debe aceptar su
herencia en Jesucristo (2 Corintios 5:17).

Viviendo en la justicia de Dios


De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas. Y todo
esto proviene de Dios, quien nos
reconcilió consigo mismo por
Cristo, y nos dio el ministerio de
la reconciliación; que Dios estaba
en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta
a los hombres sus pecados, y nos
encargó a nosotros la palabra
de la reconciliación… Al que
no conoció pecado [Jesús], por
nosotros [Dios] lo hizo pecado,
23
para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él.
— 2 Corintios 5:17–21
El estar en Cristo Jesús lo convierte
a usted en una nueva creación, pues su
espíritu es completamente recreado. Eso
no significa que usted se convierte en un
esquizofrénico espiritual —con la mitad
de su ser para Dios y la otra parte para
Satanás—; en realidad, usted le pertenece
por completo a Dios. El área problemática
no radica en su espíritu, sino en su mente
y en su cuerpo.
Cada creyente tiene la responsabilidad
de renovar su mente con la Palabra, y
utilizarla para dominar su cuerpo. En
Efesios 4:20–24, leemos:
Más vosotros no habéis aprendido
así a Cristo, si en verdad le habéis
oído, y habéis sido por él enseñados,
conforme a la verdad que está
en Jesús. En cuanto a la pasada
24
manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme
a los deseos engañosos, y renovaos
en el espíritu de vuestra mente, y
vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad
de la verdad.
En esta carta enviada a la iglesia de
Éfeso, Pablo les explicó que ya habían
sido librados de los pecados de su carne
y nacido de nuevo dentro de la justicia de
Dios. Sin embargo, era responsabilidad de
ellos, como un acto de su propia voluntad,
vestirse con el nuevo hombre que está
en Cristo, y dejar de proceder según las
obras de la carne. Lo mismo debemos
hacer los creyentes de hoy en día.
No es suficiente para usted saber que es
la justicia de Dios en Cristo. Usted necesita
además una comprensión total de qué
es la justicia y qué significado tiene para
usted como creyente. Muchos cristianos
25
devotos viven por debajo del nivel de sus
privilegios, pues ignoran la posición que
tienen como hijos de Dios. La justicia es
uno de los aspectos más importantes en el
caminar cristiano; si no está familiarizado
con ella, nunca obtendrá todo lo que le
corresponde en Dios.
La Palabra justicia literalmente
quiere decir: “estar en correcta posición”.
Cuando alguien recibe a Jesús como el
Señor de su vida, se convierte en una
persona justa, pues ante Dios adquiere un
estatus correcto. Además, se le otorgan los
derechos y privilegios de un hijo de Dios.
Algunas personas confunden la justicia
con la santidad. La justicia no tiene
relación alguna con la forma en que usted
actúa o se comporta. La santidad está
asociada con su conducta, mientras que
la justicia se refiere a poseer la naturaleza
de Dios dentro de usted. No se adquiere
una posición aceptable delante del Señor
26
mediante buenas obras o actuando bien,
sino por fe en Cristo y en Su obra
redentora en el Calvario.
Su posición en el Cuerpo de Cristo
puede compararse a su condición de
ciudadano de su país, pues usted posee
ciertos derechos que están escritos en
la Constitución. Éstos conforman la
declaración de derechos. Si nuestros
ancestros hubieran utilizado terminología
antigua, la habrían llamado la declaración
de justicia. Y en tanto usted obedezca las
leyes de la nación, estará en una posición
correcta delante del Gobierno.
El mismo principio se aplica a usted
como hijo de Dios. Ser un creyente (estar
en Cristo) lo convierte en ciudadano del
reino de Dios y le da derechos en ese reino.
La Biblia es su declaración de justicia
espiritual; es decir, la constitución que
incluye todos los derechos y privilegios
27
disponibles para usted. Sin embargo,
puede escoger entre beneficiarse de sus
derechos, o no hacerlo; y permitir que la
ignorancia le robe la vida abundante que
le pertenece.
La mejor ilustración de esto es la
historia de un hombre que ahorró por
muchos años para comprar un boleto para
viajar en barco. Cuando tuvo el dinero
suficiente, emprendió la travesía. Pero al
carecer de fondos para pagar la comida,
llevó consigo algunas galletas y queso.
Cada vez que servían los alimentos,
él observaba a los otros pasajeros que
disfrutaban las viandas. Después se
retiraba a su camarote a comer galletas
con queso. El día que desembarcaron en
el puerto de Nueva York, un camarero se
le acercó y le preguntó:
—Señor, ¿le ofendimos de alguna
manera? Porque me di cuenta que nunca
nos acompañó en el comedor.
28
—¡Oh no! Lo que sucedió es que no
tenía suficiente dinero y por eso comía en
mi dormitorio —respondió el viajero.
—Pero señor, las comidas estaban
incluidas en el pasaje —indicó el asistente.
Como cristianos tenemos una gran
cantidad de privilegios a nuestra disposición.
Jesús pagó el precio de estos beneficios
en el Calvario; pero si no los conocemos,
¿cómo podríamos aprovecharlos?

En Efesios 6:10–17, el apóstol Pablo


describe la armadura de Dios. Una
de las piezas más importantes de ésta
es la coraza de justicia. Una coraza
protege las partes vitales del cuerpo de
un soldado. Estar a cuentas con Dios,
es contar con esa coraza, la cual cubre
la parte principal de la identidad de un
cristiano —su derecho a la autoridad que
Jesús le dio—. Usted necesita ponerse
la coraza de justicia. Vístase con ella
29
victoriosamente. Eso hará que la fuerza
de la justicia actúe a favor suyo.
La respuesta a sus oraciones es uno
de los derechos que usted adquiere
en el Reino. De acuerdo con 1 Pedro
3:12: «…los ojos del Señor están sobre
los justos, y sus oídos atentos a sus
oraciones…». Y en Santiago 5:16,
leemos: «La oración eficaz del justo
puede mucho». Cuando usted ora con
fe, tiene derecho a esperar que su
Padre celestial le responda.
Desarrollar lo que yo llamo una
conciencia de justicia, le dará como
resultado una vida triunfante. Jesús
mantuvo una posición correcta ante
el Padre durante Su caminar aquí en
la Tierra, y los resultados que logró
fueron asombrosos. Como hijo de Dios
y coheredero con Cristo, usted debería
obtener los mismos resultados. Jesús
explicó: «El que en mí cree, las obras que
30
yo hago, él las hará también; y aún mayores
hará, porque yo voy al Padre» (Juan 14:12).
Invierta tiempo estudiando la Palabra
de Dios y averigüe por sí mismo cuáles
son sus derechos. Cuando lo haga, la
justicia será una fuerza activa y poderosa
en su vida.

Permanezca en una posición


de autoridad
Uno de los asuntos más difíciles
de comprender y aceptar entre los
cristianos, es el de vivir en una posición
de autoridad.
En Colosenses 1:13, leemos que
cuando usted aceptó a Jesús como
el Señor de su vida, fue librado del
poder de las tinieblas. La palabra poder
significa literalmente autoridad. Usted
fue librado del dominio de la oscuridad,
y fue trasladado al reino de Dios, el cual
31
incluye el cielo y la Tierra. Jesús dijo:
«…Toda potestad me es dada en el cielo
y en la tierra. Por tanto id…» (Mateo
28:18–19). Esa potestad le fue dada
como parte de su herencia en Cristo
Jesús. Usted tiene una posición de
autoridad porque está en Él.
La Biblia explica en Romanos 5:18
que la justificación que da vida, ha
venido a todas las personas. Tal vez
usted se pregunte: “Entonces ¿por qué
no todos llegan a ser justos?” Ésta es la
respuesta: para recibir la justicia uno
necesita actuar en justicia desde una
posición de autoridad.
El 2 de noviembre de 1962, puse en
práctica mi autoridad como ser humano al
tomar una decisión: recibir a Jesús como
el Señor de mi vida. En ese momento, la
justicia que había estado sobre mí, entró
en mi ser; y fui hecho la justicia de Dios
en Cristo. En 2 Corintios 5:21, leemos:
32
«Al que no conoció pecado, por nosotros lo
hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él».
Usted también recibió a Jesús como su
Señor, entonces el nuevo nacimiento es
una realidad en su espíritu. Usted ahora
es la justicia de Dios en Cristo. El Padre
desea tratarlo de acuerdo con lo que
usted es ahora, como si nunca hubiera
pecado. Por esa razón, Dios envió a Jesús
a cargar con los pecados de usted en la
Cruz, y así limpiarlo completamente del
pecado que tenía. El Padre lo mira de la
misma manera que ve a Jesús, porque
usted está en Él. Dios quiere tratarlo
como a Jesús. Así que, ¡permítaselo!
El poder de Dios está en Su Palabra.
Él sostiene todas las cosas con la palabra
de Su poder (Hebreos 1:3). Usted necesita
aprender a servir y a actuar desde la
posición de autoridad que Él le ha dado
como creyente. Durante Su ministerio en
33
la Tierra, Jesús dijo cosas como: «…tu fe te
ha salvado…» (Mateo 9:22); «…Levántate,
toma tu lecho, y anda» (Juan 5:8). Y en
Hechos 3:6, se nos relata que Pedro le dijo a
un hombre cojo: «…en el nombre de Jesucristo
de Nazaret, levántate y anda». Pedro también
servía y hablaba con autoridad.
Ya es tiempo de que usted como
creyente empiece a conducirse de esa
manera. Usted recibió una herencia, la
cual incluye toda autoridad. ¡El Dios del
universo habita dentro de usted! Él vive y
actúa en usted. Tenga la actitud de quien
lleva a Dios en su interior, y comenzará a
conducirse con autoridad.
Continúe fortaleciéndose en su
herencia. Usted vive en un mundo lleno
de influencias malignas. Satanás quiere
que olvide el hecho de que usted es
alguien que ha nacido de nuevo. Cuando
lea en la Palabra los versículos en donde
se afirma que usted está en Cristo o en
34
Él, confiéselos con todo su corazón. Así
tendrá más seguridad, y permanecerá
en su posición de autoridad, actuando
según su herencia en Él.

Piense como Jesús


En Filipenses 2:5–6, leemos: «Haya,
pues, en vosotros este sentir que hubo también
en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa
a que aferrarse». Usted debe pensar como
Jesús piensa, Él no se aferró a Su igualdad
con Dios.
En el versículo 8, leemos: «…se humilló
a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz». Usted también
debe humillarse a sí mismo. Nadie más
puede hacerlo por usted. Sólo usted
tiene que humillarse a sí mismo bajo la
poderosa mano de Dios, recordando al
mismo tiempo que es un coheredero con
Cristo (1 Pedro 5:6; Romanos 8:17).
35
Reyes y sacerdotes
De acuerdo con Romanos 8:29, Jesús es
«…el primogénito entre muchos hermanos».
¡Gloria a Dios! Jesús ya no es el único
Hijo de Dios. En Apocalipsis 1:5–6, se
describe a Jesús como: «…el soberano de
los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos
lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos
hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre;
a él sea gloria e imperio por los siglos de los
siglos…». Usted fue hecho rey y sacerdote
para Dios, gracias a Jesucristo y a la
herencia que Él proveyó para usted.
Desde Hechos hasta Apocalipsis, a
Jesús se le conoce como el primogénito
de los muertos. Si a alguien se le llama
un primogénito, es porque existe un
segundo, un tercero, un cuarto hijo,
etcétera. Cada creyente es un hijo de Dios.
Somos miembros de la familia del Señor,
y herederos de todo lo que Él posee.
36
Jesús lo hizo a usted un rey y un
sacerdote. También lo hizo la justicia de
Dios en Él. En Cristo, usted es aceptado,
amado y elegido —real sacerdocio que
ha sido comprado con Su sangre—.
Usted fue además adoptado por Dios
como hijo propio.
En 1 Juan 4:17, leemos: «En esto se ha
perfeccionado el amor en nosotros, para que
tengamos confianza en el día del juicio; pues
como él es, así somos nosotros en este mundo».
Como Él es, ¡así es usted en este mundo!
Puesto que aceptó el sacrificio de Jesús
en el Calvario y confesó que Jesús es el
Señor de su vida, ahora tiene el poder y la
autoridad de actuar según la herencia que
Él ha puesto a su disposición. Pero si usted
desconoce lo que le pertenece, no podrá
disfrutar de los beneficios de ello. Averigüe
qué incluye su herencia en Cristo Jesús, y
luego opóngase a cualquier influencia que
trate de desviarlo de la Palabra.
37
En Lucas 12:31–32, leemos: «Mas
buscad el reino de Dios, y todas estas cosas
os serán añadidas. No temáis, manada
pequeña, porque a vuestro Padre le ha
placido daros el reino». ¡Todo el Reino!
Cuando usted crea con todo su corazón
el hecho real de que usted es un heredero
del Todopoderoso —quien le entregó
todo el Reino y lo instruyó para buscar
primero ese Reino— recibirá todos los
beneficios de su herencia. Usted crecerá
y se desarrollará en la Palabra.
Sin embargo, usted no recibirá ninguna
porción de su herencia hasta que empiece
a pensar, hablar y actuar de acuerdo con
su calidad de heredero de Dios. Si usted
reconoce que está en Cristo Jesús, que
ha recibido una herencia, que tiene el
derecho de gozar de todas las bendiciones
y promesas de la Palabra, y permite que
todo eso le dé seguridad en su espíritu;
verá cómo la provisión del Señor se vuelve
parte de todas las áreas de su vida.
38
¿Cómo se presenta usted ante Dios?
¿Como un rey o como un mendigo? ¿Se
dirige a Él esperando recibir una limosna?
Cuando aceptó a Jesús como su Señor,
Él lo facultó para estar en la presencia de
Dios Padre como un rey y un sacerdote,
no como un mendigo —y como la justicia
de Dios en Cristo, no como un pecador—.
Usted ha sido rescatado del reino de las
tinieblas, y ha sido trasladado al reino
del amado Hijo de Dios para recibir su
reinado y sacerdocio. ¡Usted es un rey y
un sacerdote en Cristo Jesús!
Usted es bienvenido ante el trono
del Todopoderoso como si usted nunca
hubiera pecado —fue hecho justo por la
sangre redentora de Jesús—. La justicia
que le pertenece a usted, es una fuerza
poderosa reservada para los hijos de Dios
que han sido lavados en Su sangre. Su
posición correcta con Dios le da valor
y lo equipa para que pueda enfrentar

39
cada situación que venga a su camino.
Usted tiene Su habilidad y Su fuerza para
enfrentar cualquier cosa que el diablo
traiga en contra suya.

40
Oración para recibir salvación y el
bautismo del Espíritu Santo
Padre celestial, vengo a Ti en el nombre de Jesús. Tu
Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del
Señor, será salvo» (Hechos 2:21). Jesús, yo te invoco y te
pido que vengas a mi corazón y seas el Señor de mi vida
de acuerdo con Romanos 10:9–10: «Que si confesares
con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón
que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque
con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación». Yo confieso ahora que Jesús es el
Señor, y creo en mi corazón que Dios le resucitó de entre
los muertos.
¡Ahora he nacido de nuevo! ¡Soy cristiano, hijo
del Dios todopoderoso! ¡Soy salvo! Señor, Tú también
afirmas en Tu Palabra: «Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo
a los que se lo pidan?» (Lucas 11:13). Entonces te
pido que me llenes con Tu Espíritu. Santo Espíritu,
engrandécete dentro de mí a medida que alabo a Dios.
Estoy plenamente convencido de que hablaré en otras
lenguas, según Tú me concedas expresar (Hechos 2:4).
En el nombre de Jesús, ¡amén!
En este momento, comience a alabar a Dios
por llenarte con el Espíritu Santo. Pronuncia esas
palabras y sílabas que recibes, no hables en tu
idioma, sino en el lenguaje que el Espíritu Santo te da.
Debes usar tu propia voz, ya que Dios no te forzará a
hablar. No te preocupes por cómo suena, pues ¡es una
lengua celestial!
Continúa con la bendición que Dios te ha dado, y ora
en el espíritu cada día.
Ahora, eres un creyente renacido y lleno del Espíritu
Santo. ¡Tú nunca serás el mismo!
Busca una iglesia donde se predique la Palabra de
Dios valientemente, y obedece esa Palabra. Forma parte
de la familia cristiana que te amará y cuidará, así como tú
ames y cuides de ellos.
Necesitamos estar conectados unos con otros, lo cual
aumenta nuestra fuerza en Dios, y es el plan del Señor
para nosotros.
Vuélvete un hacedor de la Palabra. Tú serás bendecido
al ponerla en práctica (lee Santiago 1:22–25).
Acerca del autor
Kenneth Copeland es cofundador y presidente de los
Ministerios Kenneth Copeland en Fort Worth, Texas, y es
autor de varios libros cuales incluyen LA BENDICIÍON del
Señor enriquece y no añade tristeza con ella y Honor: viviendo en
honestidad, verdad e integridad.
Desde el 1967, Kenneth ha sido ministro del evangelio
de Jesucristo y maestro de la Palabra de Dios. Él es también el
cantante en álbumes premiados y algunos nominados para el
Grammy como, Only the Redeemed, In His Presence, He Is Jehovah,
Just a Closer Walk, y su álbum recientemente lanzado Big Band
Gospel. También es coprotagonista, haciendo el papel de Wichita
Slim, en los videos infantiles, The Gunslinger, Covenant Rider
y la película de largo metraje The Treasure of Eagle Mountain,
y también en el papel de Daniel Lyon en los videos de la
Comandante Kellie y los Superniños , Armor of Light y Judgment:
TM

The Trial of Commander Kellie. Kenneth también coprotagoniza


como padrino hispano en la película del 2009 The Rally.
Con la ayuda de oficinas en los Estados Unidos, Canadá,
Inglaterra, Australia, Sudáfrica, Ucrania y Singapur, Kenneth
está cumpliendo su visión de predicar con valentía la Palabra
de Dios no adulterada desde el tope del mundo hasta el valle
más profundo, y todo alrededor. Su ministerio llega a millones
de personas en el mundo a través de programas de televisión
semanales, revistas, mensajes en audio y videos de enseñanza,
convenciones y campañas, y a través de la red mundial del
internet.

Adquiere más información acerca de los Ministerios Kenneth


Copeland. Visita nuestra página web es.kcm.org
Cuando el SEÑOR le indicó a Kenneth y Gloria Copeland
que iniciaran la revista La Voz de Victoria del Creyente...
Les dijo: Ésta es su semilla. Envíensela a todo el que responda a su
ministerio, y ¡jamás permitan que alguien pague por su suscripción!
Por más de 40 años, ha sido un gozo para los Ministerios Kenneth Copeland
llevarles las buenas nuevas a los creyentes. Los lectores disfrutan las enseñanzas
de ministros que escriben acerca de vidas en comunión con Dios, y testimonios
de creyentes que experimentan la victoria en su vida diaria a través de la Palabra.
Hoy, la revista LVVC es enviada mensualmente por correo, llevando ánimo y
bendición a los creyentes de todo el mundo. Incluso muchos de ellos la utilizan
como una herramienta para ministrar, se la obsequian a otras personas que
¡desean conocer a Jesús y crecer en su fe!
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¡Estamos aquí para ti!

Tu crecimiento en la PALABRA de Dios y tu victoria en Jesús son el centro


mismo de nuestro corazón. Y en cada área en que Dios nos ha equipado, te
ayudaremos a enfrentar las circunstancias que estás atravesando para que
puedas ser el victorioso campeón que Él planeó que tú sea.
La misión de los Ministerios Kenneth Copeland, es que todos nosotros
crezcamos y avancemos juntos. Nuestra oración es que tú recibas el beneficio
completo de todo lo que el SEÑOR nos ha dado para compartirle.
Dondequiera que te encuentres, puedes mirar el programa La Voz de
Victoria del Creyente por televisión (revisa tu programación local) y por la
Internet visitando es.kcm.org.
Nuestro sitio web: es.kcm.org, te brinda acceso a todos los recursos que
hemos desarrollado para tu victoria. Y, puedes hallar información para
comunicarte con nuestras oficinas internacionales en África, Asia, Australia,
Canadá, Europa, Ucrania, y con nuestras oficinas centrales en Estados
Unidos de América.
Cada oficina cuenta con un personal dedicado, preparado para servirte y
para orar por ti. Puedes comunicarte con una oficina a nivel mundial más
cercana a ti para recibir asistencia, y puedes llamarnos para pedir oración a
nuestro número en Estados Unidos, 1-817-852-6000, de lunes a viernes de
9:30 am a 5:00 pm (Hora central).
Te animamos a que te comunique con nosotros a menudo y ¡nos permitas
formar parte de tu andar de fe de cada día!

¡Jesús es el SEÑOR!

Kenneth y Gloria Copeland

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