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LA ÚLTIMA SEMANA DE CRISTO

LUNES

Apariencia y realidad. Marcos 11:12-19

Marcos nos instala en el día, casi en la hora y en el lugar de los hechos.


“Al día siguiente”. Por lo tanto, bajo el presupuesto que la “entrada
triunfal en Jerusalén” ocurrió en día domingo, nos enfrentamos ahora con
dos hechos: Uno en los alrededores de Jerusalén y otro en el centro mismo
de la ciudad de Jerusalén, el Templo.
Habían salido de Betania. En Betania Simón el leproso había sido sanado
y también a Jesús se le habían ungido sus pies con “una libra de perfume
de nardo caro” (Juan 12:3). En Betania ocurrió el portentoso milagro de
traer a un muerto de vuelta nuevamente a la vida. (Juan 11:38-44). Betania,
un lugar de gratos recuerdos, de ágapes, de amistades y de encuentros
redentores. Era como si Jesús quisiera llevar en su dolor próximo esos
recuerdos gratificantes.
El relato continúa diciéndonos que una vez que hubo salido de Betania,
tuvo hambre. Estira su mano a una higuera pero no ve fruto. Cristo con
hambre, Cristo frustrado y Cristo airado y que dicta sentencia al árbol:
“Nunca jamás coma nadie fruto de ti”. Su humanidad en sintonía con la
nuestra.
Semana continua, relatos como eslabones de un mismo suceso. Todo el
mundo dándole la espalda al Creador. En domingo la ciudad no conoció
esa visitación divina y lo rechaza junto a los fariseos. Hoy, lunes, aunque
no era tiempo de higos (un detalle que a Marcos no se le escapa), igual
sentencia a la sequedad a esa higuera. Sencillamente Jesús es el dueño de
todo y así como domó al asno y mandó con el sólo argumento “porque el
Señor lo necesita”, ahora, sin más explicaciones condena a la esterilidad
a ese árbol. ¿No podría ser este hecho real, una parábola?, ¿una enseñanza
in situ, de lo aborrecible que sería no tan solo no dar fruto sino dar frutos
malos? ¿No podría ser este hecho una voz potente de Jesús contra lo que
había ocurrido el día anterior, en retrospectiva, y también en prospectiva,
por lo que iba a ocurrir un rato más cuando el Templo mismo le cierra sus
puertas para una adoración genuina?
En punto aparte otra pregunta. ¿En el fondo no estaría Jesús proclamando
frente a estos tres relatos, uno el domingo y estos dos el lunes, que él
aborrece toda hipocresía, fachada y apariencia religiosa? Claro, porque
por un lado aparece la ciudad “santa” que rechaza al santo de los santos,
por otro lado el Templo creado por él, su propia casa, le cierra sus puertas
y al medio un árbol como señal de juicio.
Los fariseos del domingo se unen en cofradía non santa a los escribas y
sacerdotes (Marcos 11:18) del día lunes. Jesús “echó afuera”, “volcó” las
mesas y no “consentía” (Marcos 11:15-16). El domingo dio órdenes (Id,
desatad, traed) ahora él actúa y enseña citando a Jeremías 7.
“Cueva de ladrones” es la expresión fuerte de ambos profetas y de paso
les da una lección objetiva a los discípulos (Marcos 11:20) cuando vieron
que la higuera se había secado desde las raíces, como tratándoles de decir:
¿Qué es peor, la total esterilidad de un árbol o la prostitución de un
Templo hecho para adorar y para encontrarse con Dios? “Tienes nombre
que vives pero estas muerto” (Apocalipsis 3:1) es la expresión que Jesús
usa más adelante a otro templo, ahora ya no un templo de ladrillos y
mármol sino a un templo vivo , la iglesia, tú y yo, que estaba incurriendo
en el mismo pecado, el mundo de las apariencias.
La acción profética y la voz profética de la mano.
Ayer, sus manos domaron un asno y se irguió como rey. Hoy, sus manos
toman un látigo y latigan a otros asnos profesionales. Parece más fácil
domar un burro pues ahora le buscaban para matarle (Marcos 11:18). Su
único argumento era el miedo y la envidia. “Buscaban CÓMO MATARLE
PORQUE LE TENÍAN MIEDO, POR CUANTO TODO EL PUEBLO
ESTABA ADMIRADO…”. Cuando no hay argumentos, se persigue, se
calumnia y se mata.
Si, él nos necesita; necesita a su iglesia para descontaminar. La sal y la
luz es nuestra misión. Nuestras instituciones son fachadas de hipocresía y
maldad. El hogar es permisivo, no fuerte ni direccional y ahora los niños
y adolescentes dictan a los padres; la escuela es sometida a ideologías y
no guía vocaciones, las aniquila; los militares encubren desfalcos y otras
atrocidades, las fuerzas de orden estafan; la gendarmería hace jugadas con
las jubilaciones; la iglesia institucional preocupada más de la institución
que hacer la voluntad de Dios, se esconde en el cuello clerical y horroriza
a los niños; la recreación y el deporte en particular ha sido testigo como
el bolsillo de sus máximos dirigentes se engrosa; los políticos y los
empresarios coludidos bajo la sombra de una justicia débil, viven a sus
anchas. Y la lista puede seguir. Sin embargo la lista se debe detener en ti.
Que no te pase como la higuera, que él te vea sin fruto, que no te pase
como la ciudad que no veía ni dejaba ver y que no te pase como el templo
que no lo soportaba.
Sigamos adelante transparentando nuestra vida ante sus ojos que son
como llamas de fuego (Apocalipsis 19:12), sirviendo, amando. Recuerda,
somos deudores: “a griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy
deudor”. (Romanos 1:14).
Domingo y lunes, en plena tormenta. El huracán se aproxima.
¿Qué pasará mañana y los días siguientes?

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