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EL PROFETA ISAÍAS

INDICIOS HISTÓRICOS: En Is. 1-39 se nos habla del profeta Isaías en el contexto histórico de la
segunda mitad del s. VIII a. C., de los reyes de Juda contemporáneos a su ministerio, y de Asiria, el
imperio dominante de la época. Pero, a partir de Is. 40 nos encontramos en un contexto histórico muy
distinto: se habla de Ciro (Is 44:2; 45; véase Is 41:2), rey persa de la segunda mitad del s. VI a. C.; se
invita a los israelitas a salir de Babilonia (Is 48:20; 55:12) y a volver a Jerusalén (Is 40: l). Estamos, pues,
en la época del destierro, unos 150 años después de las últimas fechas seguras del ministerio del profeta
Isaías. Y a partir de Is. 56 tenemos la impresión de estar de nuevo en Jerusalén, una vez que ya ha pasado
la primera euforia del regreso.

INDICIOS LITERARIOS: Estas notables diferencias cronológicas van acompañadas de claras


diferencias de lenguaje y estilo. Al estilo conciso, sobrio y contenido, con abundancia de parecidos y
metáforas de Is. 1-39, sucede en Is. 40-55 un estilo más pomposo, retórico y apasionado, de construcciones
más desarrolladas y géneros proféticos muy distintos. Finalmente, en Is. 56-66 observamos un notable
descenso del nivel poético.

INDICIOS TEOLÓGICOS: Las diferencias no son menores en el plano teológico. La mayoría de los
temas dominantes de Is. 1-39 (denuncia social, anuncios de condena, oráculos mesiánicos, teología
dinástica, etc.) desaparecen en Is. 40-55 o son tratados con otro enfoque (tema del “resto”), mientras que
aparecen temas inéditos (Dios creador, nuevo éxodo, oráculos de consuelo, cantos del Siervo, etc). A su
vez en Is. 56-66 se incorporan nuevos temas y preocupaciones (el culto, el sábado, el templo, relación con
los extranjeros, preocupaciones escatológicas).
Este cúmulo de indicios y diferencias ha llevado a formular la hipótesis, casi unánimente aceptada, aunque
con diferencias de detalle, de tres profetas diferentes, que viven en tres épocas diversas y producen tres
obras independientes y distintas entre sí.

1. Is. 1-39: Libro de Isaías, profeta del s. VIII a. C. (Primer Isaías).


2. Is. 40-55: Obra de un profeta anónimo del exilio (Segundo Isaías).
3. Is. 56-66: Obra de un profeta anónimo posterior al exilio (Tercer Isaías).

PRIMER ISAlAS (Is 1-39)


1. Contexto histórico
La vida y ministerio del profeta Isaías se desarrollan en la segunda mitad del s. VIII a. C. En el
ámbito internacional, la época queda definida por la expansión y supremacía del imperio asirio que
con sus reyes Teglatfalasar III (745-727 a. C.), Salmanasar V (726-722 a. C.), Sargón (721-705 a.
C.) y Senaquerib (704-681 a. C.) somete sucesivamente a los distintos reinos y territorios del
Oriente Próximo. Este dominio afecta también a Palestina: los reinos independientes de Israel y de
Juda sufrirán las consecuencias de la presión asiria, saldada con tristes resultados, pues supondrá la
conquista de los oráculos de salvación, no es difícil imaginar que en este nuevo contexto de paz
tengan cabida algunos oráculos, como Is 2:2-4; 11:1-9; 32:1-5,15-20, que entreabren un futuro de
paz internacional y de asentamiento de la justicia y el derecho, de la fraternidad y el bienestar.
2. La obra de Isaías
Como hemos podido comprobar en nuestra reconstrucción de la actividad del profeta, sólo es
posible fechar una pequeña parte de Is 1-39 y contextuarla en su vida. Es el núcleo del libro, escrito
probablemente por el mismo Isaías (Is 30:8). Ello no impide que Otros muchos textos no datados
sean también suyos. Del resto de los oráculos, algunos fueron recogidos y escritos por sus
discípulos (Is 8:16), Otros pertenecen a su escuela o fueron readaptados posteriormente. Un último
grupo de oráculos son mucho más tardíos y fueron incorporados a la obra de Isaías por el editor que
organizó el libro tal como nos ha llegado. El resultado de este complejo proceso redaccional queda
ahora estructurado en las seis partes que componen Is 1-39:
 Is 1-12: Oráculos sobre Israel y Judá, que recogen buena parte de la predicación del
profeta bajo Jotán y Acaz e incluyen una unidad autónoma conocida como “libro del
Enmanuel” (Is 7-12).
 Is 13-23: Oráculos contra las naciones extranjeras, que en parte se remontan al mismo
Isaias.
 Is 24-27: La gran escatología, colección tardía, muy posterior al profeta.
 Is 28-33: Oráculos contra Judá, que recogen buena parte de la predicación de Isaías
durante los años 705-701 a. C.
 Is 34-35: Pequeña escatología, también posterior a Isaías.
 Is 36-39: Apéndice histórico, duplicado de 2 Re 18:13-20:19.

3. El mensaje de Isaías
 El mensaje del profeta Isaías estuvo marcado por dos constantes, especialmente determinantes:
la experiencia de su vocación y la preocupación por la realidad concreta de su pueblo. Estas
constantes configuran las líneas maestras de su mensaje.
 En el momento de su vocación (Is. 6), Isaías tuvo acceso a una doble experiencia: la santidad de
Dios, manifestada en su soberanía y transcendencia, y la condición pecadora de sí mismo y de su
pueblo. Puesto que ambos extremos son incompatibles, el encuentro pleno entre Dios y su
pueblo sólo será posible con la conversión y la desaparición del pecado. Por eso, su predicación
irá encaminada a denunciar ese pecado y a proponer el conocimiento auténtico de Dios.
 El pecado se hace particularmente evidente en el orden social: codicia, lujo, orgullo, injusticia,
opresión de los débiles, etc. La denuncia social de Isaías enlaza con la de Amós y desemboca en
el ámbito religioso: culto e iniquidad son incompatibles (Is. 1:10-17).
 El pecado también se manifiesta en la esfera política: la amenaza asiria pone en evidencia el
miedo del pueblo y de sus dirigentes, que, al buscar alianzas y ayudas en otros pueblos, delatan
su falta de confianza en Dios. Isaías, conocedor y simpatizante de las tradiciones teológicas de
Judá, sabe que Dios se ha comprometido con la ciudad y con la dinastía davídica; pero este
compromiso no es incondicional: exige la respuesta del pueblo, concretada en una actitud de fe,
de calma y confianza.
 Pero la denuncia del pecado y el anuncio del juicio y del castigo correspondiente no son la razón
de ser de la actividad profética de Isaías: su objetivo último es la llamada a la conversión, el
cambio de conducta, la vuelta al Señor, como condición previa de su perdón (Is 1:18) y de una
nueva vida de justicia y misericordia (Is. 1:16-20).
 La esperanza mesiánica de Isaías aparece como una relectura y proyección al futuro de la
“promesa dinástica”. El “ungido” (=mesías) anunciado por Isaías, estabilizará el trono davídico;
implantará la justicia y el derecho, y posibilitará el conocimiento de Dios, que es la condición
para hacer posible un futuro ideal y pacífico (Is 2:2-4; 9:1-6; 11:1-9) que se abre a la esperanza.

SEGUNDO ISAÍAS (Is 40-55)


1. El contexto histórico
El panorama histórico que se intuye detrás de Is. 40-55 es bien distinto al que conocemos de Is
1-39. La situación internacional ha experimentado un cambio espectacular: en menos de un siglo ha
caído el imperio asirio y se adivina inminente la caída del neobabilónico. El imperio asirio, tras una
larga decadencia, es sustituido por el imperio neo-babilónico que con su gran rey Nabucodonosor
(605-562 a. C.) invade Judá, ataca por dos veces Jerusalén y finalmente la destruye (587 a.
deportando a Babilonia a lo más selecto de la población judía. Sin embargo, su dominio durará
poco más de medio siglo. El persa Ciro aparece en el horizonte, conquista Ecbátana. La capital de
Media (550 a. C.) y derrota a Creso, rey de Lidia en Asia Menor (546 a. C.). Tras estos primeros
éxitos marcha contra Babilonia, donde entrará triunfante, ayudado por los mismos babilonios que
se han vuelto contra su rey Nabonido y saludan a Ciro como libertador (539 a. C.). Los pueblos
avasallados por Babilonia, entre ellos los judíos deportados, se verán también favorecidos por Ciro,
quien mediante un decreto de liberación permite retomar a Palestina a los judíos que lo deseen (Esd
1 2-5). En este marco histórico, y más concretamente entre los primeros éxitos de Ciro (546 a. C.) y
su conquista del Babilonia (539 a. C.), se desarrolla el ministerio y la obra del profeta anónimo
conocido como Deuteroisaias o Segundo Isaías.

2. Actividad profética del Segundo Isaías


A decir verdad, carecemos de datos explícitos sobre la vida y actividad de este anónimo y
misterioso profeta. Todo lo que podemos llegar a saber hay que entresacarlo de su obra reunida en
Is. 40- 55. Esta nos revela a un personaje fervoroso y optimista, solidario con la suerte y
sufrimiento de su pueblo, y con una profunda fe en Dios como señor de la historia. Es, sobre todo,
un gran teólogo, buen conocedor de las antiguas tradiciones proféticas y teológicas de su pueblo y,
al mismo tiempo, abierto al mundo religioso y cultural de su entorno, y particularmente atento a los
“signos” de su tiempo. Este profeta ejerce su ministerio en Babilonia, entre los judíos desterrados, a
finales del exilio. A partir del giro que experimenta su obra de 1s. 49 en adelante, es posible
adivinar dos etapas en su ministerio:
 En una primera etapa, su predicación (contenida fundamentalmente en Is. 40-48) tiene por
objeto anunciar a los desterrados la liberación del yugo babilónico por medio de Ciro,
instrumento y “siervo” de Dios, y la vuelta inminente a la propia tierra. Para ello, ha de
enfrentarse con múltiples resistencias entre los propios israelitas, unos desanimados por el
aparente olvido y abandono de su Dios (Is. 40); Otros escandalizados por la elección de un
libertador extranjero y pagano (Is.45); y otros, finalmente, deslumbrados y seducidos por los
dioses babilónicos, a los que agradecen su propio bienestar (Is. 41:24; 42:17; 44:21). En
definitiva, un pueblo sordo y ciego (Is. 42:18-20) que se resiste a creer en su Dios y a esperar
un futuro nuevo.
 Los caps. 49-55 parecen introducir un cambio sustancial en la predicación del profeta, que
hacen pensar en una segunda etapa inmediatamente posterior a la primera repatriación del 537
a. C., caracterizada por la decepción del profeta respecto a los que protagonizan el primer
regreso. En vista de su predicación parece dirigirse ahora a un o reducido dentro del pueblo, un
“resto”, que ‘experimentado el rechazo e incluso la persecución por parte de los suyos y, aun
así, ha permanecido fiel. En esta segunda parte (Is. 49-55) el mensaje concentra en tres
aspectos: los cantos del siervo del Señor, la restauración de Sión y la conversión de las
naciones paganas al Dios de Israel.

3. La obra del Segundo Isaías


El conjunto de Is 40-55 ofrece una mayor sensación de unidad y coherencia que el resto del
libro de Isaías (Is 1-39 y 56-66). Su autor, magnífico teólogo, es también un destacado poeta que
domina los recursos de la lengua (amplias construcciones, efectos sonoros, variedad de imágenes) y
los géneros proféticos (oráculos de salvación, anuncios de salvación, himnos, pleitos judiciales,
ofensas, cantos, etc.). En todo el conjunto de su obra es posible identificar una sólida estructura,
enmarcada por un prólogo y un epilogo en perfecta inclusión:
- Prólogo (Is 40): La Palabra de Dios, que se cumple siempre, anuncia un nuevo éxodo. Primera
parte (Is 40:12-48:22): Liberación de Babilonia y retorno a Jerusalén.
- Segunda parte (Is 49 i-55 5): Restauración de Jerusalén y misión del siervo del Señor.
- Epílogo (Is 55:6-13): La eficacia de la palabra y el nuevo éxodo.

4. Los cantos del siervo del Señor


Por los problemas que plantean y por su especial significación posterior, los llamados “cantos
del siervo’ merecen particular atención y tratamiento aparte. Aunque se discute la extensión de
alguno de ellos, estos cantos son cuatro: Is. 42:1-4(5-9); 49:7(8-13); 50:4-9; 52:13-53:12, todos en
tercera persona, excepto el tercero, en que el siervo se presenta en forma autobiográfica. Algunos
estudiosos piensan que son independientes de su contexto actual, pero la opinión más generalizada
admite que fueron compuestos por el Segundo Isaías. En Is. 40-55 aparece con relativa frecuencia
la expresión siervo/servidor. De las 19 ocasiones que aparece en singular y expresando una especial
relación con Dios, 14 parecen referirse a Jacob-Israel.
TERCER ISAÍAS (Is 56-66)
El paso de 15 55 a Is 56 marca una nueva ruptura (aunque no tan radical como la producida entre Is 39 e Is
40), que da paso a una nueva unidad autónoma, caracterizada por la aparición de nuevos temas y géneros,
tono más pesimista y una mayor heterogeneidad de materiales. Al mismo tiempo se advierte una cierta
continuidad y algunas semejanzas con Is 40-55: los temas del éxodo, la salvación futura, la nueva Jerusa-
lén; vocabulario común, determinadas repeticiones... Ello explica que los primeros críticos atribuyeran
todos los capítulos de Is 40-66 a un solo autor. Hoy día hay cierto consenso en considerar Is 56-66 como
una obra distinta de Is 40-56, Sin embargo, las posiciones se dividen al determinar su autor: — Para algu-
nos estudiosos, se trata de una recopilación posterior de unidades sueltas y distintas entre sí en cuanto a
autores, lenguaje y contenido. La heterogéneidad del material reunido, la diversidad de temas, géneros y
estilos impiden que Is 56- 66 se pueda atribuir a un solo autor, por lo que se invoca la pluralidad de auto-
res. — Sin embargo, un buen número de estudiosos siguen afirmando la unidad de autor. Para unos se trata
del mismo Segundo Isaías, vuelto del exilio y enfrentado a la nueva situación y sus problemas; para otros
se trata de un discipulo de aquel o de un profeta anónimo, inspirado en Is 40-55, que habría compuesto la
mayor parte de estos capítulos. Finalmente, el editor del libro habría incorporado nuevos añadidos poste-
riores.
1. Contexto histórico del Tercer Isaías
A nivel internacional estamos en el mismo contexto del comienzo de la- época persa (véase la introducción
a Is 40-553. Sin embargo, a nivel interno, la situación ha experimentado en muy pocos años un cambio
brusco y radical. Los primeros repatriados no han encontrado precisamente un paraíso, sino una tierra em-
pobrecida y en minas. Los trabajos de reconstrucción del templo se detienen apenas concluidos los cimien-
tos y los repatriados han de contentarse con restablecer el altar para reanudar un culto elemental. Por otra
parte, las expectativas de liberación se han visto defraudadas en buena medida, porque la liberación anun-
ciada sólo ha afectado al ámbito religioso, mientras se mantiene la dominación política y económica.
Además, la comunidad que afronta la tarea de la restauración está dividida y compuesta por muy diversos
elementos: — Los judíos llegados del exilio (véase Esd 2; Neh7);
— Los judíos que habían quedado en el país, muchos de ellos fieles, pero otros entregados a prácticas ido-
látricas: todos han de modificar su situación predominante, lo que provocará conflictos religiosos y socia-
les; — Los extranjeros, tanto los residentes durante el exilio, como los que llegan tras el edicto de repatria-
ción (Is 60 9-10; 61 5; 66 20) con grandes dificultades para integrarse. — Los judíos que no vuelven in-
mediatamente, dando origen al fenómeno de la diáspora; aún así se los tendrá en cuenta (Is 76 14; 62 io),
pensando en su futura integración con la comunidad reunificada (Is 568). A esta situación compleja y difi-
cil, a este grupo heterogéneo y a menudo desunido, y a los
múltiples problemas que provoca la ardua tarea de la restauración se ha de enfrentar este anónimo profeta,
al que conocemos como el Tercer Isaías.
2. Actividad profética del Tercer Isaías
Según se desprende de la lectura de su obra, el objetivo último de la actividad profética del Tercer Isaías
parece ser la formación de un pueblo o comunidad de justos que agraden y sirvan a Dios. Sin embargo, el
profeta se ve enfrentado a cuatro grandes dificultades: la decepción y el desánimo provocados por el retra-
so de la liberación plena; el mal casi endémico de la idolatría; la división y el enfrentamiento de los distin-
tos grupos que habitan Judá; y el desprecio a los extranjeros. A todo esto habría que añadir otra dificultad
“estructural”: la pobreza de recursos y medios con que se encuentran los repatriados. Las lineas maestras
de la predicación del Tercer Isaías tratan de dar respuesta a estás dificultades. — El profeta pretende aca-
llar los reproches contra Dios (retraso de la salvación, olvidoy abandono del pueblo: véase 1s59 1-8), de-
nunciando el pecado en sus distintas manifestaciones, como el Verdadero obstáculo para la llegada dé la
salvación, y reafirmando la fidelidad de Dios, manifestada en su poder creador, capaz de anunciar realida-
des nuevas (Is 57 14-21; 60 19-22; 6517-25). — Ante el problema de la idolatría, ,ahora agravada con
nuevas formas (sacrificios humanos, empleo cultual de animales impuros, nigromancia, culto a Molok), el
profeta polemiza con motivos conocidos: impotencia de los ídolos y falsos dioses, poder del Dios verdade-
ro, amenaza del juicio (Is 57 3-13; 651-7). — El problema más lacerante es el provocado por la división y
el enfrentamiento de los distintos grupos: injusticias, crímenes, opresión y explotación del prójimo, perver-
sión de la justicia, prácticas cultuales incoherentes, etc. El profeta denuncia con fuerza la situación, pro-
clama la incompatibilidad de la alianza con las divisiones, del culto con la injusticia y establece las condi-
ciones de la auténtica relación con Dios y con el prójimo (Is 58 1-12; 59 1-8; 66 1-4). — Ante el problema
del rechazo y desprecio de los extranjeros, el profeta abre una profunda reflexión con tres tipos de conclu-
siones: castigo de las naciones que se obstinan en el mal (Is 63 3-6; 66 15- 16.24); las naciones y los ex-
tranjeros reunidos en tomo a Jerusalén (Is 60 3-1115-17; 615-9; 62 2-8); los extranjeros acogidos como
miembros de pleno derecho (Is 56 3-7), con acceso incluso a la dignidad del sacerdocio (Is 6621). En este
breve esbozo de la predicación y el mensaje del Tercer Isaías cabe subrayar la aparición de temas ya cono-
cidos y apuntados en Is. 40-55, especialmente lo relativo al nuevo éxodo, la centralidad de Jerusalén, la
salvación por venir olas polémicas contra los ídolos. Pero es mayor el espacio que ocupan los temas nue-
vos, como la denuncia de los pecados sociales y cultuales; la importancia del sábado, del ayuno y del tem-
plo; las liturgias penitenciales; el juicio escatológico y la nueva creación.
3.La obra del Tercer Isaías
Según lo apuntado al principio, al hablar de la atribución de Is 56-66 a un autor diverso, parece dato que
algunos de los materiales no pertenecen a este profeta, sino que se trataría de reelaboraciones y añadidos
posteriores. Entre los textos considerados como tardíos hay que mencionar: Is 56 i- 631-6; 63 7-64 u; y 66
18-24. Todos los demás, a excepción de algunas breves glosas y transiciones redaccionales, se remontan al
profeta. Lo que resulta más difícil de delimitar son los criterios de división y la estructura de todo este con-
junto. Algunos autores han conseguido identificar una estructura concéntrica que
organizaría toda la obra de Is 56-66 en torno a un núcleo central, constituido por el capítulo 61 (misión del
profeta y restauración), pero resulta excesivamente complicada y disgregadora. Por otro lado, en el libro
hay dos secciones especialmente coherentes y unitarias en Is 60-62 y 65-66. A partir de este dato, propo-
nemos una división en cuatro partes:
1. Is 56-59: Sección caracterizada por los oráculo los de denuncia y preponderancia de temas cultuale. 2. Is
60-62: Dos amplias unidades sobre la nueva Jerusalén enmarcan la misión del profeta. Predominan los
oráculos de restauraclon. 3. Is 63-64: El juicio de las naciones introduce una extensa meditación histórica
que culmina en liturgia penitencial. 4. Is 6566: Sección final en la que alternan los temas del juicio escato-
lógico, de la restauración y la nueva creación, culminando en la reunión de todos los pueblos

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