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Somos lo que comió nuestro padre

Por José de Toledo | Apuntes de Naturaleza – mié, 18 dic 2013

http://es.noticias.yahoo.com/blogs/apuntes-naturaleza/somos-lo-que-comi%C3%B3-nuestro-
padre-064423186.html

Cuando pensamos en los factores que pueden influir en el desarrollo de un bebé, siempre
centramos la atención en la madre. Es evidente que una dieta adecuada y un estilo de vida
saludable tienen un impacto enorme en la gestación de un bebé. Pero según se explica en un
artículo publicado en Nature Communications, no le prestamos la atención que se merece a
la otra parte de la ecuación. Por que resulta que la dieta del padre también interviene en el
bienestar del bebé.

En concreto, los niveles de vitamina B9 durante la fase de producción de los


espermatozoides pueden explicar muchos síndromes del desarrollo. Sobre todo los que están
relacionados con defectos en los huesos, defectos craneoencefálicos y problemas en la
columna.

Esta vitamina se conoce más habitualmente por otro nombre. Es el famoso ácido fólico o
folato. Durante el embarazo, es muy común darle a las mujeres complejos vitamínicos que
aumenten los niveles de esta sustancia. De manera natural se encuentra en muchos alimentos,
como la levadura de cerveza, vísceras de animales, verduras de hoja verde – como la
espinaca, por ejemplo –, y en los frutos secos.

Pero, ¿cómo se relacionan unos niveles bajos de esta sustancia con problemas en el
desarrollo? Para entenderlo, los científicos realizaron su experimento en ratones. Estos
animales son suficientemente parecidos a los seres humanos como para que los resultados
sean relevantes. Y al mismo tiempo son fáciles de criar, y sobre todo rápidos, ya que en
poco tiempo se pueden tener individuos jóvenes.
A un grupo de ratones machos se les dio una dieta baja en ácido fólico, mientras que a otros
se les complementaba la comida con esta vitamina. Las hembras tenían una alimentación
normal, e igual para todas. De esta manera se podía asegurar que los efectos provenían del
padre.

También hacía falta tener la certeza de que los espermatozoides que los padres aportaban
reflejaban su dieta. Para ello se dejó pasar un periodo de tiempo suficiente, y se utilizaron
técnicas para que los anteriores se descartasen.
El segundo paso era cruzar a los ratones y comprobar si las crías mostraban algún defecto.
Los hijos de los ratones con bajos niveles de ácido fólico eran más propensos a mostrar
defectos en el esqueleto. En concreto había un 30% más de estos casos.
La explicación está en factores epigenéticos. La epigenética estudia los cambios en los
cromosomas que no afectan a la información del ADN, sino a cómo se comportan los genes.
Es decir, estudian qué genes se “encienden” o “apagan”, y cuáles se expresan más o menos.
Estos cambios los provocan factores ambientales, como la dieta.

En mamíferos, los cambios epigenéticos en las madres no son heredables por los hijos.
Cada hembra nace con todos sus óvulos ya preparados, y van madurando a lo largo de su
vida. Así que los factores que afectan a las madres no lo hacen en sus crías. Pero no
ocurre lo mismo con los espermatozoides, que se van produciendo a lo largo de toda la vida
adulta del animal y que sí contienen estos cambios.

Hay una cuestión importante que este estudio deja muy clara. La dieta del padre puede influir
mucho sobre la salud futura de sus hijos. La dieta occidental, que en muchos lugares no es
suficientemente variada, puede provocar problemas en la descendencia. Pero aún quedan
muchos estudios por realizar para conocer qué factores son importantes, y de qué manera
funcionan. Los responsables del artículo ya han empezado a trabajar con una clínica de
fertilidad humana para llevar a cabo un estudio a largo plazo.

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