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246 Reseñas de libros

DARDÉ, Carlos (coord.), Liberalismo y del Estado constitucional (al precio de


romanticismo en tiempos de Isabel II. la corrupción electoral, el cuasimono-
Exposición en el Museo Arqueoló- polio del poder por los grandes jefes
gico Nacional, Madrid, 21 abril-6 militares y el ejercicio excluyente y
junio 2004, Madrid, Sociedad Es- sectario de los resortes de gobierno)
tatal de Conmemoraciones Cultu- y se lograba la racionalización de
rales/Patrimonio Nacional, 2004; una estructura administrativa y legal
PÉREZ GARZÓN, Juan-Sisinio (ed.), en sentido unificador heredada del
Isabel II. Los espejos de la reina, Ma- reformismo ilustrado, al precio de su
drid, Marcial Pons, 2004; BURDIEL, politización y excesiva centralización.
Isabel, Isabel II. No se puede reinar El catálogo coordinado por Carlos
inocentemente, Madrid, Espasa-Cal- Dardé para la exposición celebrada en
pe, 2004. Madrid en la primavera de 2004 ofre-
ce una visión generalmente positiva
Las recientes conmemoraciones del del período, no exenta de polémica,
V Centenario de la muerte de Isabel I sobre todo en lo referente a la capa-
de Castilla han oscurecido en parte el cidad nacionalizadora del nuevo régi-
recuerdo del siglo transcurrido desde men liberal. Los trabajos de Antonio
el fallecimiento en París de aquella Morales Moya, Justo G. Beramendi,
segunda reina Isabel cuya imagen pú- José Álvarez Junco y Mariano Esteban
blica tantas veces quiso ser vinculada de Vega sobre la construcción del na-
a la gloria de su antepasado, como ex- cionalismo español proporcionan una
presión de las esperanzas depositadas visión muy contrastada de la fuerza
en la regeneración de una Monarquía o debilidad del Estado isabelino y del
convulsionada en el turbulento tránsi- alcance social del proceso nacionali-
to hacia la contemporaneidad. La tem- zador que éste trató de impulsar. En
prana frustración de las expectativas su análisis de la formación de la ima-
suscitadas por la joven reina, debido gen de España como una comunidad
a su errática trayectoria política y su nacional históricamente sedimentada,
nada edificante vida privada, sigue que se pretende territorialmente uni-
siendo hoy en día un tema preferente forme, culturalmente integral e iden-
en el análisis historiográfico, por más tificable en el tiempo, Morales recal-
que la imagen caduca de aquella «cor- ca que la implantación del régimen
te de los milagros» no pueda ocultar a liberal se hizo dentro del marco del
su trasluz una realidad nacional más Estado y la nación española, si bien
propensa a matizaciones, donde, al
reconoce que el resultado fue la cons-
tiempo que la inmensa mayoría del
titución de una identidad nacional he-
campesinado se mantenía en con-
terogénea. Beramendi va mucho más
diciones muy precarias y quedaba
lejos, al destacar que el nation-building
sometida a las nuevas estructuras de
español no fue capaz de reducir a la
poder caciquil, se sentaban las bases
insignificancia otras identidades etno-
de la modernidad con el avance de la
culturales de ámbito subestatal, como
sociedad capitalista (al precio de la es-
se puede constatar en la aparición de
trecha colusión entre política y nego-
cios), se avanzaba en la construcción diferencialismos lingüístico-culturales
y de provincialismos que reclaman el

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autogobierno frente al modelo centra- Garrido Muro (que analiza dos hechos
lista de Estado. Si bien en Cataluña íntimamente imbricados: la gran mo-
y Galicia estos atisbos diferenciales vilización de la guerras carlista —con
no desembocaron en movimientos un balance de 200.000 muertos— y los
políticos organizados hasta la época grandes cambios políticos de la época
de la Restauración, en el País Vasco se de las regencias); Carlos Dardé (que
manifestaron de forma más temprana estudia la formación y trayectoria de
a través del fuerismo. Álvarez Junco los partidos políticos desde el Estatuto
destaca que ese proceso de creación y Real de 1834), y Jorge Vilches, que ex-
de definición de una nueva identidad pone las diversas formulaciones polí-
colectiva de tipo nacional fue en su ticas del ideario liberal en tres grandes
origen un impulso romántico y liberal tendencias: conservadora, progresista
hasta que las fuerzas conservadoras, y demócrata. El eclecticismo y la de-
anteriormente refractarias a estos va- fensa del «justo medio» propios del
lores, los fueron asumiendo al final del doctrinarismo liberal impregnaron no
reinado. Con todo, advierte el carácter sólo la vida pública, sino las mentali-
esencialista de la identidad española dades y la vida privada. Pero la época
que tanto moderados como progresis- isabelina fue también el momento de
tas quisieron forjar, y las remoras que irrupción, bien es cierto que tardía, del
encontró para su difusión en una es- romanticismo como un estilo de vida
tructura estatal incapaz de desarrollar que impregnó todas las manifestacio-
instrumentos eficaces de nacionaliza- nes de la cultura. José Luis Cornelias
reflexiona sobre la difusión de la ac-
ción popular. Esta tendencia a la cons-
titud romántica en todos los grupos
trucción de una nacionalidad española
sociales y todo género de actividades,
de contornos absolutos en el espacio y
desde la política a las letras, mientras
en el tiempo también queda reflejada
que Jon Juaristi estudia el «relativo
en el análisis de la historiografía espa-
esplendor» literario garantizado por el
ñola coetánea que hace Mariano Es-
disfrute de la libertad de prensa; Pilar
teban de Vega. Más que la pretendida
de Miguel se detiene en las manifes-
identificación de la historia de España
taciones pictóricas y Mateo Maciá
con la de Castilla (muy presente en la describe las experiencias de cuatro
obra, por tantas razones canónica, de «turistas» británicas por España como
Modesto Lafuente), la historiografía un ejemplo del tránsito entre el viaje
romántica buscó la legitimación de ilustrado de carácter intelectual y el
la nación mucho más atrás, en los periplo romántico entendido como
primeros pobladores de la Península, experiencia personal.
a los que observaban como imbuidos
de un espíritu nacional propio. Surge Quizás donde mejor se percibe el
así una imagen inmutable de la genea- impulso modernizador de la época es
logía nacional, basada en la arraigada en los aspectos sociales y económicos.
caracterización del pueblo español co- Octavio Ruiz Manjón estudia a escala
mo valeroso, religioso y básicamente europea ese proceso de cambio en las
conservador. comunicaciones, la nueva estructura
Los aspectos estrictamente políti- social, cada vez más urbanizada, y
cos del reinado son abordados por Luis la evolución de las ideas políticas. La

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colaboración de Pedro Tedde sobre la de la mentalidad y del gusto de las


economía pinta un país ciertamente clases altas.
desequilibrado en términos de renta y En el catálogo, Isabel Burdiel abor-
organización socioeconómica, pero en da la «leyenda negra» que se cernió
absoluto estancado y deprimido, don- sobre la reina a partir de los años
de se abordaron empresas ambiciosas 60. Su contribución apenas esboza
como la reforma de los sistemas tri- toda la riqueza de matices que están
butario y monetario, la creación de presentes en su reciente biografía de
un eficaz sistema de comunicaciones Isabel II, que detiene su andadura en
terrestres o la creación de un marco la coyuntura revolucionaria de 1854.
jurídico-institucional adecuado para la Basada, no en los escasos e intrascen-
nueva economía de mercado, donde dentes escritos de una reina casi ágra-
las medidas desamortizadoras jugaron fa y de personalidad nada atrayente,
un papel destacado. Germán Rueda sino en el ingente material de archivo
describe la sociedad española como procedente del legado de su madre
fundamentalmente preindustrial, pero María Cristina de Borbón y deposita-
sometida a un lento trasvase desde do en el Archivo Histórico Nacional,
la agricultura a la industria y los ser- la obra está a mitad de camino entre la
vicios, beneficiaria de una gradual perspectiva generalista del reinado de
disminución de la tasa de analfabe- las obras de José Luis Cornelias (1999)
tismo y profundamente afectada por o Germán Rueda (2001) y la empresa
la pérdida de poder social de los estrictamente biográfica de Carmen
grupos privilegiados del Antiguo Ré- Llorca (1956).
gimen, sobre todo la Iglesia. Josefina Persuadida de que el género bio-
Gómez Mendoza aborda en concre- gráfico puede ser revelador de proce-
to las transformaciones urbanas, que sos ocultos por otros géneros histo-
dieron lugar a un modelo de ciudad riográficos, Burdiel plantea su trabajo
que pervivió hasta la Guerra Civil de como un estudio de la consolidación
1936, basado en el aumento de pobla- del liberalismo español desde la óptica
ción, la consolidación institucional de de la persona que ostentaba y repre-
las capitales de provincia, el ingreso sentaba una soberanía de acusados
en el mercado de una gran cantidad tonos preliberales. De modo que esta
de terreno como consecuencia de las biografía parcial de Isabel II pone en
desamortizaciones y la emergencia de relación las implicaciones políticas de
un pensamiento urbanista coherente, la personalidad y de la trayectoria
preocupado por el saneamiento y mo- pública y privada de la reina con las
dernización de los cascos históricos, la frustraciones del liberalismo español
mejora de las comunicaciones, el de- del segundo tercio del siglo XIX. El
sarrollo de los ensanches y el fomento problema de las características del
de la arquitectura institucional y los poder real, sus límites y su modo de
centros de ocio. Por último, Begoña ejercerlo resulta, evidentemente, un
Torres González estudia un caso muy asunto crucial. Isabel II aparece como
específico de esa nueva fisonomía ur- una mujer que por sus vicios, mala
bana: los palacetes aristocráticos de la educación y perversas inclinaciones
Castellana madrileña como expresión era imposible como reina en las con-

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diciones marcadas por los sistemas tendida omnipotencia de la Corona, y


liberales de mediados del siglo XIX. trasformando la vida pública en un es-
Buena parte de la suerte de lo que Bur- trecho juego de intereses faccionales.
diel define como «monarquías posre- De este modo, la Monarquía isabelina
volucionarias» se jugaba precisamente nunca fue verdaderamente nacional,
en la capacidad de sus titulares para sino enfeudada a intereses particula-
representar la adecuación de los viejos res, ni parlamentaria, sino adscrita a
modos de comportamiento aristocrá- un partido, y acabó por convertirse
tico a los nuevos principios burgueses en el «obstáculo tradicional» por ex-
de moralidad, autocontrol, razón, ab- celencia en la aspiración de mayores
negación y mérito, valores en los que cotas de democracia en lo social y lo
el ámbito familiar jugaba un decisivo político.
papel reproductor. Las monarquías En su análisis de la forma en que la
tuvieron, en efecto, que actualizarse cultura de la corte y la actuación polí-
desde el punto de vista político (paso tica del partido moderado fabricaron
del poder absoluto al poder represen- una reina y una Monarquía sobre la
tativo de una autoridad delegada co- que proyectaron sus prejuicios y luego
mo monarcas constitucionales), sim- descargaron sus fracasos, Burdiel nos
bólico (abandono de los imaginarios describe un reinado casi de pesadilla,
de poder y legitimidad de origen reli- quizás más cercano a Valle-Inclán que
gioso, estamental o histórico) y social a Galdós, atravesado por las pasiones
(desmoronamiento de la estructura particulares de la reina y a las pasiones
estamental que presidían, en favor de políticas de allegados y espadones.
una confluencia entre la aristocracia Así vemos pasar las tensiones tragicó-
y la burguesía). Pero allí donde, por micas de la familia real antes del naci-
ejemplo, triunfó la reina Victoria de miento de la heredera; las deficiencias
Inglaterra en su doble papel de arbitro de su breve y elemental educación
político y de «ángel del hogar» vincu- entre la absolutista marquesa de Santa
lado al prototipo de familia burguesa, Cruz y la muy liberal condesa de Es-
Isabel II fracasó rotundamente como poz y Mina; la influencia permanente
reina y como mujer. Ni en el ámbito de la reina gobernadora (bajo cuya tu-
político como poder moderador, ni tela se forma el partido moderado en
en el simbólico como encarnación de 1835-36); la trascendental rebelión de
los valores nacionales y domésticos, los sargentos de La Granja de agosto
la monarca española logró a alcanzar de 1836 como punto de no retorno
el debido grado de respetabilidad que de la revolución española, que sus-
le hubiese permitido consolidar el tro- tituyó para siempre los mecanismos
no. Bien es cierto que tampoco gozó de legitimidad del Antiguo Régimen
del apoyo de los políticos moderados por el liberalismo transaccional de la
dominantes durante su reinado, que Constitución de 1837; los entresijos
no definieron los límites del ejercicio de la revolución esparterista en Va-
de ese poder arbitral o moderador e lencia en octubre de 1840; la batalla
interfirieron de forma constante en por la tutela de la reina niña tras el
las decisiones de la reina, delegando exilio de María Cristina; las intrigas
la responsabilidad política en la pre- antiesparteristas que acabaron en la

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precipitada declaración de la mayoría gobernadora o de Francisco de Asís,


de edad de Isabel II, o el «incidente pero no de la propia reina) nos ofrece
Olózaga» de noviembre de 1843, que el panorama desolador de una Corona
anuló políticamente al progresismo y considerada como un poder instru-
dio paso a la elaboración simbólica mental en torno al cual confluyeron
del monarca femenino como poder las intrigas partidistas y los intereses
secuestrable, que arraigaría muy pron- particulares de la época. En definitiva,
to en la cultura política de la época, y el fracaso personal de la reina Isabel
que se vio confirmada en las arduas fue el fracaso de un modelo moderno
negociaciones matrimoniales y en la de cultura política basada en el repar-
llamada «cuestión de palacio» (las pro- to del poder según estrictas normas
pensiones adulterinas de la reina), que constitucionales y de un régimen de
se convirtió en factor fundamental del vida privada circunscrita a la felicidad
juego político en la década moderada. conyugal y a los valores domésticos.
Las implicaciones políticas e ins- El libro coordinado por Juan-Si-
titucionales de estos asuntos no son sinio Pérez Garzón sigue una estela
una cuestión menor. En estos años similar, en su pretensión de conjugar
decisivos se jugaba qué tipo de Mo- las imágenes de la reina con las reali-
narquía liberal perviviría para el fu- dades sociales, políticas, económicas
turo: la personificada en un Jefe de o culturales que las sustentaron. El
Estado constitucional o la plasmada libro, que arranca del destronamien-
en una reina juguete de los intereses to de la reina para luego ofrecer las
políticos y económicos de una corte facetas múltiples de una experiencia
marcadamente reaccionaria, que in- vital que culmina en el exilio, tiene
tentó deliberadamente mantenerla al las virtudes y reparos que pueden
margen de la cultura política liberal. achacarse a toda obra colectiva: una
No cabe duda del tipo de monarca que multiplicidad de enfoques en la que se
salió triunfante de este envite: Isabel conjugan algunos excelentes ensayos
II acabó desarrollando una estricta con otros francamente desacertados.
concepción patrimonial del poder en El primer bloque de trabajos es emi-
la que la intriga de salón se confun- nentemente político e institucional.
día con frecuencia con la política, Francesc A. Martínez Gallego muestra
difuminando los límites entre asuntos la soledad de la reina en el trance
privados y públicos. El estudio de los prerrevolucionario del 68 para iniciar
grandes manipuladores de su volun- luego un atractivo flash back sobre
tad (su madre hasta fines de la década sus tormentosas relaciones con los
de los treinta, Donoso Cortés en la políticos de toda laya, centrándose en
de los cuarenta o Serrano desde 1847 la relegación de los progresistas y en
hasta los cincuenta) y de la famosa el apoyo al exclusivismo político del
«camarilla» como poder oculto que doctrinarismo liberal, ora moderado
se superpone a los poderes constitu- ora unionista. Pedro Rújula explica
cionales (pero también como espacio la permanente actitud de rebelión ar-
múltiple, desagregado y heterogéneo mada del carlismo (salvo en breve
de influencia, ya que hubo camarillas episodio transaccional vinculada a las
de civiles, de militares, de la reina bodas reales entre 1845-47) frente a

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una reina constitucional acusada de tes formaron parte sustancial de esos


ilegitimidad y de supeditación a os- «políticos en camisa» a los que alude
curas tramas revolucionarias. Rafael Martínez Gallego), Emilio La Parra
Villena estudia el otro extremo del es- nos ofrece un balance muy ponderado
pectro político: los republicanos, cuya de las relaciones del Estado liberal
elaboración de la imagen antiisabeli- con otra institución clave: la Iglesia.
na, basada sobre todo en la denuncia La Parra destaca que ésta fue uno de
castelarina de los manejos vinculados los grandes escollos a superar para
a la desamortización del patrimonio garantizar la legitimidad de origen de
real (que desembocó en los sucesos de la reina Isabel, y luego fue una fuente
San Daniel de abril de 1865), arranca constante de roces diplomáticos, en
de la regencia de Espartero y sus crí- torno a asuntos como la desamortiza-
ticas a María Cristina. Pero advierte ción o el reconocimiento del reino de
que el proyecto republicano va mucho Italia. Frente a la opción moderada de
más allá de una aspiración a cambiar una organización eclesiástica nacional
el régimen, sino que, como ya han y centralizada, el Vaticano siempre
señalado entre otros Ángel Duarte o defendió el mantenimiento de su pa-
Manuel Suárez Cortina, es un autén- trimonio y su jurisdicción, aunque el
tico proyecto sociocultural basado en paso fundamental para la recupera-
la soberanía popular, la reivindicación ción social e institucional de la Iglesia
de derechos y la aspiración a una se dio en 1851 con la firma del nuevo
sociedad más libre e igualitaria. En la Concordato, que permitió mitigar su
periferia geográfica del sistema po- hostilidad al régimen liberal, salvo du-
lítico, José Antonio Piqueras estudia rante el bienio progresista. Y todo ello
la relación de la reina con el lobby de a pesar de que la reina gustó siempre
intereses antillanos fraguados en tor- de mostrarse como la abanderada de
no a la producción de azúcar, la trata la unidad católica, estuvo rodeada de
de esclavos y el alto comercio, que clérigos integristas, y en su entorno
fue ampliándose durante la década apareció la corriente neocatólica re-
moderada, y que contó en todo mo- presentada por Donoso Cortés, que
mento con el amparo de la Corona. rompió con el liberalismo a partir de
Destaca la corrupción administrativa 1865, generando una actitud de intole-
y los intereses negreros en el entorno rancia que caracterizaría la etapa final
de los capitanes generales, y el influjo del régimen. Las manifestaciones de la
de la importante industria de planta- sociabilidad cortesana como espacio
ción azucarera en la Hacienda Real, de representación del poder real son
que favoreció un amplio movimiento desmenuzadas por Francisco Villacor-
especulativo con cargo a las opera- ta, que se centra en el íntimo conflicto
ciones de créditos concertadas en la personal que suscitó en la reina la su-
Península y pagaderas por las cajas de jeción a un ceremonial palaciego itine-
la Habana a muy altos intereses. rante de intensas resonancias barrocas
Aunque se eche de menos la pre- y un compulsivo impulso lúdico (so-
sencia de un trabajo sobre las relacio- bre todo musical) marcado por el des-
nes de la reina con los diversos grupos equilibrio personal. Pero el «caso» de
de presión militar (cuyos integran- Isabel II no fue sino la representación

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más dramática de la conversión del llana y el centralismo borbónico, pero


mundo político y social del Antiguo destaca la subsistencia de identidades
Régimen hacia los comportamientos etnoculturales de ámbito subestatal
propios de modernidad, esto es ; desde que se manifestaron a través de rena-
el exhibicionismo, etiqueta, ocio y co- cimientos culturales e historiográficos
rrupción aristocráticos hasta la priva- y de movimientos descentralizadores
cidad, laboriosidad y moralidad bur- como el junterismo, el municipalismo
gueses. En esa cultura social y política y el provincialismo, que no desapare-
en transición, la escenografía lúdica cieron con la consolidación del poder
de molde teatral y pujos románticos moderado a partir de 1845.
pudo trasladarse al ámbito público Un segundo bloque de trabajos re-
con la escenificación tragicómica de visa asuntos de carácter sociocultural.
sucesivas crisis políticas (cantada, del En su ensayo sobre la cultura de la
rigodón, del paco real...) donde la lige- pobreza en la época isabelina, Pedro
reza de criterio de la reina en su papel Carasa Soto observa que las nuevas
de monarca constitucional siempre funciones simbólicas de la monarquía
jugó un papel decisivo. constitucional obligaron a fijar un nue-
Como en sus contribuciones al vo papel asistencial en el cual la reina
catálogo que hemos comentado an- también fracasó, al no lograr sustituir
teriormente, Antonio Morales Moya la imagen de monarca absoluto cari-
y Justo G. Beramendi estudian los tativo, padre y protector de pobres,
logros y límites en la formación del por la de reina constitucional benéfica
Estado nacional. Morales vuelve a impuesta por la nueva sensibilidad
reivindicar la obra conciliadora del li- social generada durante la construc-
beralismo doctrinario (moderantismo, ción del Estado liberal. Para entender
unionismo, canovismo) y su capacidad esta fragilidad política y social de la
para crear una la Codificación básica, imagen de Isabel II, Carasa estudia la
una estructura territorial y una Admi- obra legislativa y administrativa rela-
nistración pública que, manteniendo cionada con la beneficencia, la actitud
la línea reformista de Ilustración, lo- personal de la reina (sobre todo el
gró incorporar garantías jurídicas en contraste entre el modesto ejercicio de
relación con los ciudadanos. Pero la la caridad privada durante los viajes
mancha negra fue que la centralidad oficiales y el derroche personal) y el
del papel de la Corona en el régimen significado simbólico de estros actos
moderado y su excluyente identifica- y actitudes en la forja de una imagen
ción con un solo partido desnatura- armonizadora y arbitral de la Corona
lizaron el naciente parlamentarismo como principal recurso de prestigio.
español. Por su parte, Beramendi re- La conclusión es que la reina nunca
visa la formación del nacionalismo percibió la pobreza como una cues-
español en esa época, asumiendo las
tión de Estado o un asunto civil, ni
tesis de Pérez Garzón o de Álvarez
la beneficencia como una respuesta
Junco sobre el esfuerzo de las insti-
del Estado liberal ante esta amenaza,
tuciones estatales y los intelectuales
y menos como un servicio público a
por construir la identidad nacional
los ciudadanos. María Dolores Ramos
española en base a la primacía caste-
analiza el status social de las mujeres

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basándose en los valores de la cultura la inauguración de obras públicas y a


liberal dominante, que define el ám- la amplia divulgación de la imagen de
bito de lo privado a partir de las fun- la reina en canes de visite, en ocasiones
ciones familiares, reproductivas y las con todos los viejos usos del retrato
tareas hogareñas, condición necesaria cortesano. En ambos casos, resulta
para que los varones puedan acceder lamentable no haber insertado todas
a la vida pública como ciudadanos de las imágenes a las que se alude en los
pleno derecho. Los valores de la femi- textos. Por último, Juan Carlos Ara
nidad burguesa se infiltrarían en las narra el tránsito de la imagen literaria
clases trabajadoras en un verdadero de la reina desde el progresivo malba-
ideal de la domesticidad, aunque la ratamiento del capital liberal relatado
autora también destaca la existencia por Galdós a las coplas satíricas del
de otros modelos de mujer más in- final del reinado (la obra pornográfica
conformistas (como el representado Los Borbones en pelota atribuida a los
por Cecilia Bóhl de Faber o Carolina hermanos Bécquer) y al inmisericorde
Coronado) e incluso rupturistas en esperpento valleinclanesco.
el caso de Flora Tristán. Celsa Alon- Los 35 años de reinado, como los
so González estudia esta cultura de otros tantos transcurridos en el exilio
transición en el campo musical, donde de París, suponen casi la mitad de la
conviven la ópera italiana y el inci- vida de Isabel de Borbón. Es, pues,
piente nacionalismo musical español importante seguir los pasos de la rei-
a través del casticismo andalucista na en la última etapa de su vida. Sin
estereotipado de la «escuela Bolera» y embargo, el trabajo de Espadas resulta
la zarzuela romántica, género que, sin decepcionante, afectado de una ve-
renunciar a la tradición lírica autócto- tustez donde la anécdota nunca tras-
na, albergaba el designio moderno e ciende a la categoría. Esta fijación en
igualitario de «filarmonizar a las ma- lo anecdótico le lleva a minusvalorar
sas», en palabras del maestro Barbieri. asuntos clave de esta última fase de la
En el marco de las indagaciones biografía de la reina: apenas se alude
sobre la imagen particular de la rei- a las divisiones internas de los monár-
na, Carlos Reyero nos habla de la quicos borbónicos (en ese momento
evolución del retrato cortesano tradi- sólo apoyaban la restauración Pezue-
cional de Vicente López hasta el casi la, Nocedal, Marfori y algunos otros
naturalismo de Federico de Madrazo, neocatólicos) que están en el origen de
y de la proliferación de las pinturas los contactos de la reina con el preten-
infantiles de la reina, capaces de di- diente don Carlos. Tampoco se habla
fundir una imagen esperanzadora de nada de las denuncias de los militares
la monarquía, que luego dejaron paso que renuncian a colaborar con la ex-
a su representación en ropa burgue- reina, ni del chantaje continuo a que
sa, solemnizando la esfera privada. la tenía sometida Francisco de Asís, ni
Leticia Ruiz Gómez da cuenta de la se acierta a caracterizar las especiales
revolución visual que trajo consigo la circunstancias de la abdicación, que
fotografía, que permitió el nacimiento según los datos que aporta Burdiel,
de retrato de propaganda, vinculado no fue impuesta, sino espontánea y
a la cobertura de los viajes regios, a al margen de los deseos de su madre,

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de Lersundi y de otros monárquicos biografía de Burdiel para que la última


legitimistas. Tampoco se vincula esta Isabel II encuentre un biógrafo ade-
operación a los planes de Napoleón cuado a su trascendencia histórica.
III para bloquear la candidatura Ho- Como dice Pérez Garzón en el
henzollern, ni se habla de la asunción balance final de la obra, Isabel II es
de los trabajos de la restauración por un personaje donde anidan las con-
la reina, el conde de Cheste y luego tradicciones propias de esa España en
por Montpensier, ni de las razones de transición hacia la modernidad, que
la entrega de la dirección de las ope- iniciaba su desarrollo social y econó-
raciones restauradoras a Cánovas en mico (con grandes contradicciones, es
1874 tras el fracaso de la monarquía cierto), y donde, por encima del doc-
amadeísta. Problemas todos ellos de trinarismo liberal dominante, comen-
bastante más calado que asuntos ba- zaban a atisbarse los primeros retos
nales como la agitada vida íntima de de la democratización. Una España en
la monarca destronada, respecto de la que, por vez primera, la Adminis-
la cual, con pueril autocomplacencia, tración era capaz de hacerse presente
se anuncian «aportaciones inéditas», en todos los rincones de la geografía
como un informe francés sobre sus nacional, por más que en la mente de
amantes que el autor asegura publicar la mujer que lo simbolizaba, como di-
«en primicia editorial», olvidando qui- jo Galdós en 1902, no penetrase jamás
zás el modo en que dicho documento la idea de Estado.
-que, por cierto, también publica Bur-
diel- llegó a sus manos, ni reparar que Eduardo González Calleja
él mismo lo había reproducido en un CSIC, Madrid
artículo aparecido en julio de 1994 en
el número 219 de Historia 16. La inca-
BALLINI, Pier Luigi, La questíone elettorale
pacidad de trascender lo anecdótico
nella storia d'ltalia. Da Derretís a
escamotea también otros hechos his-
Giolitti (1876-1892), 2 vols., Roma,
tóricos de cierto calado que se produ-
Camera dei Deputa ti, 2003.
cen durante la Restauración, como las
maniobras apoyadas por la ex-reina
Pier Luigi Ballini, catedrático en
en 1884 para asumir la regencia ante
la Facultad de Ciencias Políticas de la
la cada vez más cercana muerte de su
Universidad de Florencia, es uno de
hijo (tentación que volvió a repetirse
los mayores especialistas en la historia
en 1893 pero con la infanta Isabel en
electoral de Italia. Autor y coordina-
el papel de alternativa a la reina Ma-
dor de numerosos libros centrados en
ría Cristina), o las implicaciones del
la política del llamado «Lungo Otto-
«proyecto Cascajares» de resolución
cento»8, el profesor Ballini presenta,
del pleito dinástico en 1896, asuntos
que ocupan no poco espacio en los
archivos diplomáticos extranjeros y
que Espadas, ajeno a este tipo de in- 8. Como obra suya de referencia, hay que citar:
vestigación documental, ignora com- Le elezioni nella storia d'ltalia: dall'Unitd al fas-
cismo, II Mulino, Bologna, 1988. Entre sus últi-
pletamente. Habrá, pues, que esperar
mas publicaciones podemos destacar: BALLINI,
al segundo volumen prometido de la Pier Luigi (a cura di), Idee di rappresentanza e
sistemi elettorali in Italia tra Otto e Novecento,

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