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UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

PENSAR EL TRABAJO SOCIAL FAMILIAR

A LA LUZ DEL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL

Tesis para Optar al Grado de Magíster en Psicología Clínica: Estudios


Sistémicos Avanzados de la Familia y la Pareja

Por:

PAULINA SALDIAS GUERRA

Director de tesis: Dr. Roberto Arístegui Lagos


Asesora metodológica: Tatiana Tomicic Calvo

Santiago de Chile
Junio, 2011
DEDICATORIA

Hace muchos años en una escuela de trabajo social


colgaba un lienzo que decía: Y después de Mary Richmond ¿qué?

Este trabajo se lo dedico a Tomás, Mariana, Pablo y Manuel.


Por la inmensa suerte de tenernos.

Y a las futuras generaciones de trabajadores sociales y


su capacidad de pensar en la renovación del trabajo social familiar.

ii
AGRADECIMIENTOS

Mis más sinceros agradecimientos al Dr. Roberto Arístegui Lagos por su


generosidad con esta investigación y en compartir sus amplios conocimientos.
También agradezco a Tatiana Tomicic Calvo por su clara y oportuna asesoría
metodológica.

A los estudiantes de trabajo social Juan Aguilar, Cristian Cornejo y Giselle Abarca
por apoyar el desarrollo del grupo focal.

Mis más sinceros agradecimientos.

iii
Tabla de contenido
RESUMEN ..................................................................................................... vi
INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 1
CAPÍTULO 1. PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA ........................................ 3
CAPÍTULO 2. MARCO TEÓRICO................................................................... 8
2.1 Historia del trabajo social familiar .................................................................................. 8
2.2 Cómo se concibe al trabajo social familiar hoy ............................................................. 11
2.3 Construccionismo social ................................................................................................ 14
2.4 Implicancias para la práctica terapéutica ..................................................................... 25
2.5 De la creencia en ser experto a la colaboración ........................................................... 26
2.6 Del énfasis en los fundamentos a la flexibilidad. .......................................................... 29
2.7 Del esencialismo a la conciencia de una construcción ................................................. 30
2.8 De la neutralidad a la relevancia de los valores ............................................................ 31
2.9 Contenidos éticos .......................................................................................................... 32
CAPÍTULO 3. MARCO METODOLÓGICO ................................................... 34
3.1 Metodología .................................................................................................................. 34
3.2 Enfoque teórico metodológico ..................................................................................... 36
3.3 Muestreo ....................................................................................................................... 37
3.4 Criterios de inclusión/exclusión .................................................................................... 38
3.5 Instrumentos de indagación ......................................................................................... 39
3.6 Procedimientos de análisis............................................................................................ 40
3.6.1 Codificación abierta ............................................................................................... 41
3.6.2 Codificación axial.................................................................................................... 41
3.6.3 Codificación selectiva ............................................................................................. 42
3.7 Procedimientos éticos ................................................................................................... 43
CAPÍTULO 4. RESULTADOS ....................................................................... 44
4.1 Codificación abierta ...................................................................................................... 44
4.2 Codificación axial........................................................................................................... 51
4. 3 Codificación selectiva ................................................................................................... 54

iv
4.4 Teoría ............................................................................................................................ 55
CAPÍTULO 5. DISCUSIÓN ........................................................................... 76
CAPÍTULO 6. CONCLUSIONES................................................................... 85
ANEXOS ....................................................................................................... 88
REFERENCIAS............................................................................................. 92

v
RESUMEN

La presente investigación tiene como misión aportar con nuevas perspectivas


teóricas al campo del trabajo social familiar.

El objetivo general que la guía es conocer y analizar el aporte del


construccionismo social al trabajo social familiar, específicamente a la relación que
establece el profesional con los sistemas familiares que aborda. Para ello se utiliza
la metodología cualitativa y como enfoque metodológico la teoría fundamentada y su
respectivo análisis y codificación: abierta, axial y selectiva. Se desarrolla un grupo
focal con siete expertos, quienes debaten sobre al aporte del construccionismo
social al trabajo social familiar.

A modo de resultados los expertos plantean que el construccionismo social


constituye un aporte a este campo en tres ejes: un primer eje correspondiente a la
formación del trabajador social; un segundo eje correspondiente a su ejercicio
profesional; y un tercer eje compuesto de los contenidos epistemológicos del
construccionismo social, su novedad y sus limitaciones.

vi
INTRODUCCIÓN

Desde la existencia de la disciplina del trabajo social en Chile, hace ochenta y


seis años, la familia ha sido un área de interés para esta disciplina y además un área
que constituye uno de sus niveles de intervención más relevante. Los trabajadores
sociales desde diferentes espacios, han legitimado la figura del trabajador social,
como un profesional a quien la familia puede recurrir cuando este sistema se
encuentra en dificultades. Acudir al trabajador social, especialmente los sectores
más carenciados del país, es una práctica frecuente y ampliamente utilizada por un
número relevante de personas día a día en nuestro país.

La presente investigación, intenta ser un aporte al ejercicio profesional que


realiza el trabajador social en esta área. Pretende mostrar de qué manera nuevas
perspectivas teóricas pueden constituir un aporte a este campo específico.

La investigación tuvo como objetivo general conocer y analizar el aporte del


construccionismo social al trabajo social familiar y como objetivos específicos
identificar y describir algunas dimensiones del construccionismo social que puedan
orientar la intervención en trabajo social familiar y debatir y discutir con expertos,
estas dimensiones orientadoras y su aplicabilidad a la práctica del trabajo social
familiar.

Con el fin de dar cumplimiento a estos objetivos, se utilizó la metodología


cualitativa a través del enfoque de la teoría fundamentada y por medio de un grupo
focal, se conoce la opinión de siete expertos, quienes fueron reunidos con el fin de
responder la pregunta que guío esta investigación y que dice relación con conocer
cuál es el aporte del construccionismo social al trabajo social familiar.

Se presenta a continuación el problema que sustenta esta investigación, su


respectivo marco teórico, el marco metodológico, los resultados de la investigación,

1
la discusión que se construye a propósito de los resultados obtenidos, las
conclusiones, referencias y por último los anexos.

2
CAPÍTULO 1. PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA

Diversas son las situaciones o problemas familiares que pueden generar una
demanda por parte de una familia a un trabajador social. Este al menos en nuestro
país, es visualizado como un profesional inserto en instituciones y comunidades de
fácil acceso para las personas. Ir a hablar con el/la asistente social, ya sea en
contextos de voluntariedad o en obligatoriedad, es parte de las prácticas habituales
de algunos sectores, especialmente los más carenciados. Los trabajadores sociales
reciben en sus prácticas sociales, numerosas solicitudes de ayuda y desarrollan
distintos tipos de intervenciones en el área de la familia, tanto desde el ámbito
estatal como del privado, abordando variados tipos de problemáticas familiares.
También recae en el trabajador social, la gran mayoría de las veces, la tarea de ser
la primera figura profesional que recibe a la familia y orienta la intervención. Todo
esto hace resaltar la importancia de la formación del trabajador social y su
concepción epistemológica para enfrentar su práctica y concebir la realidad, puesto
que desde esta concepción, el profesional construirá la realidad social de los
fenómenos que aborda.

Este profesional desarrolla además su práctica profesional inserto en una


relación de poder respecto al sistema cliente. El profesional sustentará el poder del
saber, el poder del recurso que administra, el poder de diagnosticar las disfunciones
de los otros, pues está capacitado y cargado de diversas teorías. Posee un
conocimiento que el sistema consultante no posee, esperándose además que en el
menor tiempo posible, resuelva las preocupaciones, problemas y carencias que a
otros aquejan. Esta expectativa se encuentra arraigada tanto en el sistema
consultante, en el marco institucional, en la sociedad en general e incluso en el
mismo trabajador social, quien recibe una formación que en cierta medida lo insta a
ser protagonista en la resolución de los problemas.

3
Pensar y sostener que esta práctica no se encuentra cargada de una condición
de desigualdad y un sistema valórico por parte del profesional, que sustenta
posiciones, jerarquías, concepciones de mundo y por sobre todo poder, sería
invisibilizar el contexto en el cual esta se desenvuelve.

El terapeuta es el que observa y reflexiona cuidadosamente y expone


después sus conclusiones acerca de los aciertos y fallos de otros,
también situados independientemente. Y el individuo común es el que
sufre estos fallos, el que puede recuperar una vida satisfactoria
franqueándole el paso al conocimiento de los expertos (McNamee y
Gergen, 1996, p. 17).

De esta manera se produce una práctica profesional la cual deposita en este y


no necesariamente en el sistema cliente, la atribución de definir los problemas,
intervenir en ellos cuando se considere que corresponda y en donde el énfasis
estaría centrado principalmente en la resolución de una problemática desde una
concepción epistemológica que emana del profesional, del marco institucional y en
menor medida, del sistema consultante. Foucault (2007) advierte la importancia de
revisar las representaciones que poseen los trabajadores sociales respecto a los
sujetos de atención, a las problemáticas que abordan y a sus prácticas. “Es preciso
analizar más las racionalidades específicas construidas por los trabajadores sociales
en la práctica directa, racionalidades que construyen al cliente como humano”.
(Foucault, 2007, citado en Rodríguez, 2007, p. 123). “Porque la gestión de los
expedientes va en detrimento de un trabajo de relación, de escucha y bloquea el
proceso de comunicación” (Rodríguez, 2007, p. 123).

Es importante destacar el esfuerzo de algunos trabajadores sociales quienes


intentan con esmero eludir la estructura relacional en la cual se desenvuelven,
desconocer su posición de expertos, contribuir en una relación de co-construcción
con la familia, rescatando la construcción de significados que hacen las propias
personas y desarrollar procesos de mayor autonomía. Estos profesionales intentan
instalar relaciones dialógicas con los sistemas familiares y no monológicas desde su
condición de experto. Pero las representaciones sociales que recaen sobre él como

4
figura de ayuda, le instan a que sea activo y protagonista para resolver por otros.
Sumado a esto, el profesional incluirá en la relación con el sistema cliente, sus
valores, creencias, ideologías, su moral, sus concepciones políticas y esto lo
determinará al momento de interpretar la realidad que se le presenta. Influirá en la
elaboración de sus diagnósticos y en las intervenciones que diseñe y desarrolle. “Así
nos enfrentamos a las situaciones de la vida provistos de ciertos códigos,
estructuras previas de comprensión que ya por sí mismas indican cómo habremos
de distinguir lo problemático de lo valioso” (McNamee y Gergen, 1996, p. 17).

Este escenario ha implicado que en alguna medida el cliente ha sido


invisibilizado, silenciado, se le ha puesto en segunda categoría y al profesional en
una posición de experto. El trabajador social se encuentra centrado
mayoritariamente en responder al marco institucional y sus demandas, que en una
actitud interesada por la persona o familia que tiene en frente. Este escenario ha
permitido que las prácticas se tecnocratizen, transformando al trabajador social en
un agente disciplinario y de control social, focalizados en la administración de los
recursos y lejanos a los mundos de significados y necesidades de las personas y
familias.

Rodríguez (2007) escribe al respecto:

¿Qué se piensa del trabajo social de hoy? que existe una tendencia
simplificadora que reduce al individuo al mero objeto de la
administración, a un consumidor más, en lugar de miembro de la
sociedad. Es un discurso de la neutralidad técnica, de la tecnocracia.
Esto sumado a la idea de desfase entre la práctica de trabajo social y el
giro académico posmoderno de los cientistas sociales. ¿Cuál es la
tendencia? que los procedimientos sustituyen a las teorías ya que son
necesarios para que los servicios sean adecuadamente procesados y
abonados por las compañías de seguros garantizando los ingresos de
los que depende la supervivencia de estas instituciones. Esto hace que
el trabajador social tenga poder de poner a disposición del sujeto que lo
precisa un recurso, a la par que se encuentra siendo objeto del poder -
mas o menos arbitrario- de aquellos que marcan los procedimientos (p.
120).

5
Ante esto se hace necesario reflexionar de qué manera estas prácticas, desde la
relación de poder donde se desarrollan, permiten que sea el sistema consultante
quien determine el abordaje de sus situaciones problemas, desde sus experiencias,
visiones de mundo y no sea el profesional y el marco institucional, quien defina los
problemas y sus modos de resolución.

Este problema sumado a la necesidad de considerar las competencias que


requiere desarrollar este profesional para la atención de las complejas problemáticas
familiares y sociales que hoy día aborda, vislumbra la relevancia y pertinencia de
revisar nuevos aportes teóricos que iluminen la práctica del trabajador social. Uno
de ellos lo constituye la teoría de la construcción social de la realidad (Berger y
Luckmann (1986), Gergen (1994), Anderson (1993, 1995), Shotter (2001)) la cual
plantea un cambio en la estructura relacional de poder entre el trabajador social –
cliente. Estos cambios abordan aspectos epistemológicos y metodológicos en la
intervención con personas y familias los cuales pudiesen aportar en la relación de
ayuda que establecen estos actores.

Es por ello que la presente investigación pretende responder la siguiente


pregunta de investigación: ¿Cuál es el aporte del construccionismo social al trabajo
social familiar?

De esta manera se intenta contribuir a que dicha práctica vuelva a focalizarse


en una real atención a los sistemas que aborda, relevándose la construcción de
significados que estos hacen, la construcción de realidad que elaboran, en definitiva,
reenfocándose en una escucha activa a la estructura narrativa con la cuál llegan al
trabajador social, narrativa concebida como estructura portadora de significados.

Con el fin de desarrollar este proyecto de investigación, el objetivo general y los


específicos serán los siguientes:

6
Objetivo general

Conocer y analizar el aporte del construccionismo social al trabajo social familiar.

Objetivos específicos

1. Identificar y describir algunas dimensiones del construccionismo social que


puedan orientar la intervención en trabajo social familiar.
2. Debatir y discutir con expertos estas dimensiones orientadoras y su
aplicabilidad a la práctica del trabajo social familiar.

7
CAPÍTULO 2. MARCO TEÓRICO

2.1 Historia del trabajo social familiar

El surgimiento del trabajo social con familias se origina conjuntamente con el


nacimiento del trabajo social en sí, dado que la incipiente profesión emerge bajo el
método de trabajo social de caso. Este surgimiento data del año 1917, cuando Mary
Richmond, pionera en la formación de la profesión, sistematiza en su texto
Diagnóstico Social, el primer método que describe el abordaje de un caso social.
Este método nace bajo la denominación de casework. Su construcción se elabora
sobre la base del modelo médico, el cual planteaba las etapas de estudio,
diagnóstico y tratamiento de las personas y ya en ese entonces, Richmond lo
vinculaba con el abordaje conjunto de la familia. Alertaba sobre la importancia de
incluirla en los tratamientos de los individuos, conocerla en su hábitat natural, la
relevancia de la comunicación no verbal y de la intersubjetividad en la intervención
profesional “destacando la necesidad de estar consciente de los propios valores,
sentimientos y prejuicios para acercarse a cada persona y familia” (Aylwin y Solar,
2002, p. 65).

Richmond (1917) conceptualiza el método de caso como “aquellos


procedimientos que desarrollan la personalidad mediante ajustes efectuados
conscientemente, individuo por individuo, entre el hombre y el medio social en que
vive” (Richmond 1917, citada en Donoso y Saldías, 1998, p. 24). De esta definición
surge la concepción del caso social como persona en situación, concepción que
anticipa en el año 1917, las premisas esenciales propuestas décadas más tarde por
la teoría general de sistemas, sujeto y familia en interrelación y entendidos en un
contexto determinado.

8
Desde entonces se reconoce en la profesión de trabajo social su interés
permanente por el estudio y atención de los problemas familiares, desde su entorno
familiar natural, mérito que no es reconocido en otras disciplinas (Aylwin y Solar,
2002).

El método de caso y el interés por la familia tiene una evolución en el tiempo


que va directamente relacionado con el desarrollo de las ciencias sociales y los
contextos macrosociales. Es así como en la década del 1920, con el surgimiento del
psicoanálisis, el método de caso se vuelca al abordaje de las dinámicas psíquicas de
los clientes y todos aquellos elementos relacionales y del entorno de su vida son
desvalorizados.

Aylwin y Solar (2002) señalan al respecto:

Esta teoría, que produjo una revolución en las ciencias humanas, tuvo la
suficiente potencia para copar inicialmente todas las explicaciones
acerca del comportamiento humano. Atendiendo en equipos con
psiquiatras a los sobrevivientes de la Primera Guerra Mundial, los
trabajadores sociales encontraron en el psicoanálisis no sólo una
explicación de los problemas que afectaban a sus clientes, sino también
una modalidad concreta de tratamiento (Solar, 1984, citada en Aylwin y
Solar, 2002, p. 67).

Este cambio en la concepción del caso social afecta de manera radical a la


profesión, gestándose un giro en la formación brindada desde las escuelas de
trabajo social y en las prácticas de los trabajadores sociales. Luego de estar insertos
en los entornos naturales del cliente y su familia, se repliegan a las instituciones
desarrollando largas entrevistas para conocer el funcionamiento psíquico del cliente.

Posteriormente con la depresión económica del año 1930, se vuelven a


considerar los aspectos contextuales de los clientes: familiares, económicos y
sociales y se recomienza a mirar nuevamente las variables ambientales (Donoso y
Saldías, 1998).

9
En la década de 1940 Gordon Hamilton introduce el concepto de caso psico-
social en su libro Teoría y Práctica del Trabajo Social, ampliando el foco de
observación respecto a la influencia que adquiere el medio social en la vida y
problemas de los clientes. Señala que “la estructura y funcionamiento de la
personalidad son producto de la dotación hereditaria y constitucional de la persona,
en constante interacción con el ambiente psíquico, físico y social que dicha persona
experimenta” (Hamilton, 1965, citado en Donoso y Saldías, 1998, p. 26). De esta
manera Hamilton introduce la importancia de considerar los aspectos
macroestructurales en el abordaje de los problemas individuales.

Las concepciones de Hamilton son fortalecidas posteriormente con la influencia


que recibe el trabajo social en la década del 60 de las teorías críticas, entendiendo
por ella las ideas derivadas de la dialéctica marxista y la pedagogía de la liberación
de Paulo Freire.

Rodríguez (2007) resume dicha influencia:

La mirada que comienza a introducirse en trabajo social en los años


sesenta pretende ser global; supone, asimismo, una reacción y rechazo
a las teorías psicodinámicas y funcionalistas por los supuestos básicos
que mantienen: la función del trabajador social no puede ser la de
adaptar al hombre a un medio que le es hostil, a un orden social que
mantiene situaciones de desigualdad y explotación; se ha de actuar pues
sobre las estructuras sociales generadoras de problemas (Ander Egg,
1972, citado en Rodríguez, 2007, p. 118).

De esta manera el método de caso es fuertemente cuestionado gestándose el


proceso de reconceptualización (1965 – 1975) el cual consiste en una crisis en el
trabajo social latinoamericano, donde se visualiza dicho método como funcional a las
estructuras imperantes, las cuales buscaban ajustar a los individuos a la sociedad.
De esta manera el trabajador social y el método de caso son vistos como agentes de
control social, cuando lo demandado en ese momento era el rol de agente de
cambio social.

10
Con la influencia de las teorías críticas y el proceso de reconceptualización, el
método de caso nuevamente se desdibuja, valorándose aquellos métodos que
contribuyen a estimular cambios en las estructuras macrosociales. Así los cambios
individuales y familiares pierden sentido.

Posteriormente, con el surgimiento de la teoría general de sistemas


(Bertalannffy, 1950, Ashby y Wiener, entre 1948 y 1955) y el movimiento de la
terapia familiar (Jackson, 1956, Ackerman, 1961, Minuchin, 1965, Bozsormenyi –
Nagy, 1952, Bowen, 1959, Haley, 1962, Bateson, 1952, Weakland, 1960) se vuelve
a retomar la importancia del abordaje de la familia, destacándose que gran parte de
los gestores de este movimiento son trabajadores sociales, tales como: Virginia
Satir, Peggy Papp, Lynn Hoffmann, Harry Aponte, Betty Carter, Braulio Montalvo,
Mónica McGoldrick, entre otros. (Aylwin y Solar, 2002, p. 64).

2.2 Cómo se concibe al trabajo social familiar hoy

Hoy día el trabajo social que se desarrolla en el área de la familia, es amplio y


diverso. El profesional se encuentra inserto tanto en instituciones públicas como
privadas y dependiendo de los marcos institucionales y las temáticas que abordan,
desarrolla estrategias de intervención desde la prevención hasta la intervención más
especializada para atender diferentes y complejos problemas familiares.

Es así como una gran parte de los trabajadores sociales desarrollan lo que se
denomina intervención con familias o trabajo social familiar, el cual Pincus y Minahan
(1981, citados en Aylwin y Solar, 2002) lo definen como “la intervención profesional
cuyo objeto son las interacciones conflictivas entre las familias y su medio social” (.
89).

11
Esta intervención implica penetrar en un sistema natural con el objetivo de
modificar la problemática de todos o algunos de los miembros de la familia, pero
trabajando con todo el grupo familiar, sus necesidades y sus recursos internos, sin
aislarla del entorno social del que forma parte y del cual habrá que utilizar recursos
en beneficio de esta.

De este modo el trabajador social familiar tendrá como objetivo mejorar las
condiciones de la familia desde el punto de vista psicosocial, a través del movimiento
y activación de recursos tanto internos como externos. Se busca en general
promover un cambio que permita un mejor bienestar para cada uno de los miembros
de la familia y para el grupo en su totalidad.

Donoso y Saldías (1998) conciben al trabajo social familiar como:

Una forma especializada de trabajo social que entiende como unidad de


trabajo a la familia y sus relaciones familiares, considerando el contexto
en el cual ella está inserta. A través de éste se pretende atender los
problemas psicosociales que afectan al grupo familiar, generando un
proceso de relación de ayuda, que busca potenciar y activar tanto los
recursos de las propias personas, los de la familia y las redes sociales
(Donoso y Saldías, 1998, p. 155).

Dichas intervenciones pueden ser implementadas desde dos dimensiones, las


cuales generalmente se desarrollan en diferentes ámbitos pero muchas veces de
manera complementaria. Estas son las dimensiones directas, que se refieren a todas
aquellas intervenciones que se desarrollan directamente con el sistema cliente y su
contexto significativo, promueven la reflexión, el apoyo, la expresión de sentimientos
y demandan del trabajador social habilidades vinculadas a la relación de ayuda, al
desarrollo de la confianza con el cliente y la gestación del cambio productivo.

Las dimensiones indirectas, son aquellas que se desarrollan sin la presencia del
sistema cliente, principalmente por el trabajador social y constituyen gestiones y
coordinaciones con el fin de activar recursos (materiales, económicos,

12
educacionales, sanitarios) y redes sociales para la resolución de la demanda
(Donoso y Saldías, 1998).

La principal herramienta con la que cuenta el trabajador social para desarrollar


estas intervenciones, directas e indirectas, especialmente la primera de ellas, es la
relación de ayuda, donde el trabajador social y el sistema consultante establecen un
proceso que tiene como principal objetivo atender la demanda del sistema y su
resolución.

Okun (2006) señala respecto de esta relación:

Una relación de ayuda beneficiosa es un proceso de aprendizaje


conjunto en el que participan la persona que recibe la ayuda y otra u
otras personas. La eficacia de la relación depende de la habilidad de la
persona que ayuda para 1) comunicar su comprensión de las
emociones, la visión del mundo y el comportamiento de la persona que
recibe la ayuda; 2) determinar y definir el problema; y 3) aplicar
estrategias de ayuda apropiadas para facilitar la exploración y la
comprensión de sí mismo, la resolución de problemas y la toma de
decisiones del receptor de la ayuda, aspectos todos ellos que fomentan
la actuación constructiva de la persona que recibe la ayuda. (p. 46).

Okun (2006) señala que en esta relación el foco de atención son las
preocupaciones de una de las partes y compartiría con otras relaciones, elementos
comunes tales como “la confianza, la empatía, la autenticidad, la preocupación y el
cuidado, el respeto, la tolerancia y la aceptación, la sinceridad, el compromiso con la
relación y la dependencia” (p. 47). Se destaca además que implícita y/o
explícitamente en esta relación, también se encuentran elementos como valores,
sistemas de creencias y expectativas, tanto del profesional como del sistema cliente.

Relacionado con los marcos epistemológicos que acompañan dicha práctica, se


puede señalar que el trabajador social durante su formación recibe un amplio bagaje
de marcos teóricos debido a su formación diversa e integral, por tanto este
profesional maneja y conoce diversas perspectivas teóricas de las ciencias sociales.
Sin embargo en el área de la familia, sería el paradigma sistémico (Bertalanffy, 1950,
13
Ashby y Wiener, entre 1948 y 1955) con sus respectivas corrientes, estructural,
estratégica, transgeneracional y ecológica, el que principalmente sustenta y
acompaña las intervenciones del trabajador social hoy día. Algunas otras corrientes
también han ido tomando fuerza este último tiempo como lo es la perspectiva del
poder y las fuerzas en la familia (Weick y Salleby, 1995, White y Epston, 1990,
Richmond, 1977, citados en Aylwin y Solar, 2000). También en dicha práctica se
encuentran presentes los modelos de intervención propios del trabajo social, como
son: psicosocial, centrado en tareas, resolución de conflictos e intervención en
situaciones de crisis, entre otros.

Respecto al dominio y conocimiento de las perspectivas más posmodernas


como el constructivismo y construccionismo social, se plantea que algunas escuelas
de trabajo social las incluyen en sus mallas de pre grado, otras no, dependiendo de
las opciones epistemológicas que estas hagan.

A continuación se revisarán algunos planteamientos del construccionismo social


desarrollados desde el abordaje clínico de la familia con el fin de conocer de qué
manera estos planteamientos han sido un aporte en este campo.

Se espera que estos planteamientos puedan invitar a un diálogo con expertos


en el tema del trabajo social familiar y construcccionismo social. Esta idea se
desarrolla más adelante en el marco metodológico.

2.3 Construccionismo social

Para comprender el construccionismo social se hace necesario entender en que


contexto emerge este pensamiento. Por ello es de suma importancia visualizar los
distintos paradigmas que han direccionado el desarrollo de la ciencia, cada uno de
ellos con distintos tipos de racionalidades e implicancias. Una definición del
concepto paradigma es la propuesta por Guba y Lincoln (2000) quienes señalan que
sería “el sistema básico de creencias o visión del mundo que guía al investigador, ya

14
no sólo al elegir los métodos, sino en formas que son ontológicas y epistemológicas
fundamentalmente”. (Guba e Lincoln, 2002, citados en Denman e Haro, 2002,
p.113).

Ritzer ( 1993, citado en Valles, 1999) y guiado por los aportes de Kuhn adopta la
siguiente definición sobre paradigma:

Un paradigma es una imagen básica del objeto de una ciencia. Sirve


para definir lo que debe estudiarse, las preguntas que son necesario
responder, cómo deben preguntarse y qué reglas es preciso seguir para
interpretar las respuestas obtenidas. El paradigma es la unidad más
general de consenso dentro de una ciencia y sirve para diferenciar una
comunidad científica (o subcomunidad) de otra. Subsume, define e
interrelaciona los ejemplares, las teorías y los métodos e instrumentos
disponibles (1993:598, p. 48).

El primer paradigma alude al positivismo, “(…) el cual emplea una racionalidad


instrumental o técnica, pretendiendo predecir y controlar el entorno externo”
(Habermas, 1971, citado en Gracia y Musitu, 1999, p.158), levantando explicaciones
a través de relaciones de causa – efecto, enfatizando la operacionalización, la
objetividad y el distanciamiento del observador de lo observado (Gracia y Musitu,
1999). La producción de ciencia, desde esta perspectiva, se hace basada en la
búsqueda de la verdad, en la observación y en la objetividad de los procesos
científicos. Este paradigma responde a un enfoque más tradicional del conocimiento
científico el cual ha acompañado a las “(…) ciencias físicas y sociales durante 400
años” (Guba e Lincoln, citados en Denman e Haro, 2000, p.122).

Por otro lado se ubica el paradigma que emana de la ciencia hermenéutica,


basado en una racionalidad interpretativa, la cual “trata de lograr la comprensión
intersubjetiva y los acuerdos mutuos sobre los significados” (Habermas, 1971, citado
en Gracia y Musitu, 1999, p.158). Desde esta perspectiva se valida la experiencia
subjetiva de las personas y se reconoce que tanto investigador como investigado
son poseedores de conocimiento, “las personas estudiadas son copartícipes con el

15
investigador en reflejar la experiencia y la interpretación de esa experiencia” (Gracia
y Musitu, 1999, p.158).

En esta línea interpretativa se ubica lo que Giddens y Turner (1990, citado en


Gracia y Musitu, 1999), han señalado como una nueva filosofía de la ciencia que
englobaría pensamientos como la fenomenología, la hermenéutica, la teoría crítica y
la etnometodología. Estas orientaciones teóricas, según los autores, comparten tres
aspectos en común:

• Una clara diferenciación entre las ciencias naturales y sociales,


• La idea de la construcción social de la realidad, frente a la idea del
conocimiento como representación de la realidad, y
• La preocupación por las implicancias prácticas del conocimiento y el
compromiso social (p.160).

También se encuentra la perspectiva o paradigma crítico, el cual emplea una


racionalidad emancipadora, se busca ilustrar, educar y emancipar, buscando la
modificación de las estructuras sociales opresivas con el fin de brindar mayor justicia
y libertad a las personas. El conocimiento desde esta perspectiva, busca generar
cambios en las estructuras sociales. En este paradigma se ubica el neomarxismo, el
feminismo, el materialismo y la investigación participativa (Guba e Lincoln, citados
en Denman e Haro, 2002, p.122).

Estos dos últimos paradigmas, interpretativo y crítico, se ubicarían en aquellos


pospositivistas, posmodernos o posestructurales, los cuales surgen y proponen
procesos de conocimientos diferentes a los propuestos por el positivismo.

Kenneth Gergen (1994, citado en Gracia y Musitu, 1999) uno de los principales
exponentes del construccionismo social, establece una distinción entre estos
paradigmas y los distingue como el pensamiento exógeno (positivismo) y el

16
pensamiento endógeno (interpretativo y crítico). Munné (1994) describe las
distinciones:

(…) a diferencia de la perspectiva exógena, la endógena no exige la


objetividad ni la neutralidad del conocimiento para que éste sea
científico. Rechaza el determinismo ambiental, considera legítima y
deseable la existencia de múltiples interpretaciones de la experiencia,
estima inevitables las cuestiones morales y sospecha de los métodos de
medida y control (Munné, 1994, citado en Gracia y Musitu, 1999, p. 159).

Por último se encuentra el paradigma constructivista el cual desde un punto de


vista ontológico considera que:

(…) las realidades son comprensibles en la forma de construcciones


mentales múltiples e intangibles, basadas social y experiencialmente, de
naturaleza local y específica (aunque con frecuencia hay elementos
compartidos entre muchos individuos e incluso entre distintas culturas), y
su forma y contenido dependen de los individuos o grupos que sostienen
esas construcciones (Guba e Lincoln, citados en Denman e Haro, 2002,
p. 128).

Desde el punto de vista metodológico, el paradigma constructivista busca


consensuar entre investigador y la realidad investigada una construcción más
elaborada que la presentada por cada una de las partes. Se utilizan técnicas
hermenéuticas a través de un intercambio entre los participantes y el investigador
(Guba e Lincoln, citados en Denman e Haro, 2002, p. 128).

Valles (2007) plantea que el constructivismo surge “(…) contra el objetivismo,


contra el realismo empírico, contra el esencialismo. La realidad, la verdad, no sólo se
descubren, sino se construyen; son ‘producto de prácticas discursivas complicadas’”
(Schwandt, 1994: 125, citado en Valles, 2007, p.59).

Muchos profesionales tienden a entender que el constructivismo y


construccionismo social son el mismo paradigma, sin embargo tiene diferencias
sustanciales. Hoffmann (1996) plantea al respecto que ambas posturas comparten
la crítica a la idea modernista “que existe un mundo real que se puede conocer con

17
certeza objetiva” (Hoffmann, 1996, citada en McNamee y Gergen, 1996, p. 26). Sin
embargo el constructivismo postula que el sistema nervioso del ser humano es un
sistema cerrado y desde esta perspectiva, la construcción de realidad esta
determinada por la estructura interna de la persona. La misma autora plantea que
“Según esta idea, las percepciones y los constructos toman forma a medida que el
organismo se golpea contra su entorno” (Hoffmann, 1996, citada en McNamee y
Gergen, 1996, p. 26). En cambio los construccionistas sociales según Hoffmann
(1996), (citada en McNamee y Gergen, 1996):

(…) creen que las ideas, los conceptos y los recuerdos surgen del
intercambio social y son mediatizados por el lenguaje. Todo
conocimiento, sostienen los construccionistas, evoluciona en el espacio
entre las personas, en el ámbito del “mundo común y corriente”. Y es
sólo a través de la permanente conversación con sus íntimos que el
individuo desarrolla un sentimiento de identidad o una voz interior” (p.
26).

Desde esta perspectiva, la construcción de realidad se realiza en y desde la


relación con los otros a través del lenguaje.

El construccionismo social emerge como un pensamiento que comprende los


fenómenos que aborda desde una perspectiva diferente e innovadora a la
tradicional.

Como ya se ha señalado, uno de sus principales postulados alude a la idea de


construcción social de la realidad, concibiendo que el mundo no se encuentra
categorizado de antemano, sino que serían las personas, en sus relaciones con los
otros, quienes irían construyendo los significados de las observaciones. La palabra
construcción alude a montaje, fabricación y se constituye en la medida que las
personas hablan y dialogan. T. Donoso (2004) lo concibe de esta manera:

El construccionismo social constituye una perspectiva de aproximación a


la comprensión de los fenómenos psicosociales que contempla la
integración de la mutua influencia y reciprocidad entre los aspectos
individuales-particulares y los aspectos socioculturales. Es decir, se
centra en la relación que existe entre los sujetos que participan de una
18
cultura común, y que desde su propia experiencia y subjetividad van
construyendo realidades en el lenguaje social (p. 10).

Ibáñez (2003) señala que no cabe duda que los aportes de Gergen permiten el
reconocimiento e instalación de este pensamiento, destacando además que parte de
su éxito se debe a la manera en que este autor lo define como “movimiento; como
un conjunto de elementos teóricos en progresión; laxo, abierto y con entornos
cambiantes e imprecisos, más que una doctrina teórica fuertemente coherente y bien
estabilizada” (Gergen, 1985, citado en Ibáñez, 2003, p. 157). Esta concepción de
Gergen como un movimiento alude a la idea de proceso continuo, cambiante, más
que a un paradigma estático, cerrado y definido. Si bien esta concepción ha
permitido que el construccionismo sea visibilizado como un pensamiento abierto y
flexible, también ha permitido que la comunidad profesional lo perciba como una
especie de terreno donde todo es posible y donde todo cabe, una especie de marco
teórico tan flexible que en ocasiones se desconocen sus límites.

Ibáñez (2003) también destaca algunas condiciones o factores que permitieron


la instalación de este pensamiento, identificando las siguientes:

• La crisis de la psicología social al inicio de los años sesenta y principios


de los setenta. Se cuestionan sus supuestos metodológicos, teóricos y
prácticos.
• Los planteamientos de Michel Foucault.
• El giro lingüístico de la escuela de Oxford
• El resurgimiento del pragmatismo de Richard Rorty
• El auge del post estructuralismo
• El paradigma de la complejidad
• La discursividad, y
• Los planteamientos posmodernos (p.157).

Martínez (2010) en su tesis Contribuciones a la Terapia Familiar desde el


pensamiento de Kenneth Gergen, realiza una exhaustiva revisión sobre la época
19
moderna y posmoderna. Ubica al período moderno a fines del s. XIX e inicio del s.
XX. Identifica algunos eventos relevantes que se desarrollan en ese período y que lo
caracterizan. El surgimiento del positivismo con su consecuente concepción de
verdad y de realidad, la relación sujeto – objeto neutro, objetivo, el nacimiento de la
psicología uniéndose al pensamiento positivista. También se da el avance de las
ciencias duras, avances tecnológicos, los medios de comunicación se agilizan, surge
el computador e Internet, la información se expande por el mundo y por último los
avances satelitales. Sin duda plantea Martínez (2010), estos avances son un aporte
al mundo entero.

En respuesta a la modernidad surge un nuevo período denominado


posmodernidad el cual Martínez (2010) lo define como:

(…) el resultado de la insatisfacción que emerge históricamente como


resultado de la modernidad, una fatiga por dicho paradigma que
pretendía imponer sus leyes, limitando los significados relacionales
dentro de la experiencia social. Emerge una postmodernidad que nos
permite tener bases epistemológicas distintas a las que nos planteaba la
modernidad donde el ordenamiento de las cosas, la rigidez de las leyes
se imponían y se hacían esenciales para los resultados científicos de
finales del siglo XIX y el siglo XX”. (p. 16).

El posmodernismo también implica la caída de la creencia en las instituciones,


de los valores y de las verdades absolutas. Implica un nuevo período donde las
cosas se relativizan y los roles tradicionales se cuestionan.

La influencia del período posmoderno en el campo de la terapia familiar ha


llevado a desarrollar diversos planteamientos que critican las concepciones de la
psicoterapia tradicional con familias. Anderson (1999) plantea que tanto la
psicología, la terapia familiar y en cierta medida también la psiquiatría tendrían su
“(…) raíz en el modernismo y la metodología científica empírica” (p. 39). Estas
disciplinas basarían sus fundamentos en el hecho que el conocimiento de la persona
y de su funcionamiento se descubre a través de los métodos científicos, serían estos
los que permiten alcanzar el “(…) conocimiento psicológico” (p. 39). Justamente la

20
crítica que emerge en cada una de estas disciplinas se relaciona con cuestionar el
realismo científico como base para construir la teoría sobre la conducta humana
(Anderson, 1999).

Desde el pensamiento posmoderno aplicado al campo del estudio clínico de la


familia, se releva al individuo y a la relación en la cual este se ubica, concibiéndolos
de manera diferente al modernismo. Anderson (1999) plantea que una parte de la
terapia familiar ha ignorado o abandonado al individuo, además de separar al “(…)
yo del tú” (p. 60), minimizando el aspecto relacional donde este subsiste.

La misma autora plantea que desde el pensamiento posmoderno se destacan


“(…) ante todo la creación o contextualización social o relacional de la realidad; por
ejemplo, sentidos, pautas, categorías diagnósticas y narraciones son producto de
relaciones humanas e interacciones comunicativas” (p.60). Esta premisa invita a
redefinir la concepción de individuo y la relación, se traspasa de alguna manera la
dicotomía individuo – relación y se “Expande la definición de ‘relaciones’ más allá de
las relaciones familiares, y rehúsa privilegiar un nivel del sistema sobre otros niveles”
(p. 61).

Estas premisas posmodernas implican entonces un cambio paradigmático el


cual involucra a todas aquellas disciplinas que trabajan con sistemas de individuos y
familias. Giran el foco hacia el qué y el cómo de la exploración, se cuestiona también
lo que se indaga y los medios que se utilizan para dicho proceso (Anderson, 1999).
Por tanto plantea Anderson (1999) que “(…) el foco no es el interior del individuo ni
el de la familia, sino más bien la(s) persona(s)-en- relación” (p. 61).

Todos estos elementos anteriormente planteados en su conjunto, permiten y


hacen oír el pensamiento construccionista. En este sentido Ibáñez (2003) atribuye
nuevamente a la figura de Gergen el reconocimiento de los logros del
construccionismo social y señala que no cabe duda que este pensamiento ha
permitido construir fronteras más permeables entre las disciplinas, gestar mayor

21
sensibilidad política y relevar el lenguaje al des-esencializar y arrancar la idea de la
“interioridad del individuo” (p.159 ).

Lax (citado en McNamme y Gergen, 1996) en esta misma línea señala que
desde el pensamiento posmoderno “(…) no se concibe el yo como una entidad
cosificada sino como una entidad narrativa” (p.94), “(…) no se considera al individuo
como una entidad intrapsíquica sino que se aborda dentro de un contexto de
significado social” (p. 94). Los énfasis desde esta perspectiva evolucionarán desde
la mente individual hacia las relaciones y el lenguaje.

El mismo autor plantea que la mayor parte del pensamiento científico actual aún
se adhiere a un pensamiento más moderno que posmoderno.

Desde el construccionismo social el conocimiento sobre la realidad sólo es


posible de obtener en interacción entre las personas, este emana del diálogo y no se
encontraría allí de manera aislada de los propios sujetos que interpretan esa
realidad. Prima la idea de construcción frente a la idea del conocimiento como
representación de la realidad. Esto también implica que “las personas y los
fenómenos no se reducen a determinadas variables prefijadas, sino que se estudian
en la medida en que surgen en un contexto particular” (T. Donoso, 2004, p.11).

En esta misma idea este paradigma postula que la construcción de significados


no se encontraría en la mente individual, sino serían las relaciones las que crean los
significados. Esto traslada la idea de construcción de significados de la mente
individual a una construcción social (Gergen y Warhus, 2003, s.n.). T. Donoso (2004)
plantea al respecto “Es decir, se centra en la relación que existe entre los sujetos
que participan de una cultura común, y que desde su propia experiencia y
subjetividad van construyendo realidades en el lenguaje social” (p. 10). Sería
entonces en las relaciones, en la interacción con los otros, en donde se construirían
los significados.

22
Lo anteriormente enunciado promueve que la idea de objetividad tan buscada y
exigida por los enfoques científicos tradicionales, no es factible desde esta
epistemología. La objetividad no existiría, pues los registros de la realidad o las
concepciones que tenemos de la realidad, “son creaciones del observador” (Gracia y
Murita, 2002, p.159), es decir, desde esta concepción teórica, se rechaza la idea de
que exista un mundo real independiente del observador. La neutralidad científica no
sería viable, criticándose el dualismo sujeto-objeto sobre el que se basa la ciencia
tradicional, dado que el observador no es independiente de la realidad que conoce,
sino que es determinado por ella y a su vez éste la determina. Esto conlleva “a que
lo que tomamos por explicaciones correctas y objetivas de la naturaleza y del yo es
sólo un subproducto de los procesos sociales” (McNamme y Gergen, 1996, p. 20).

Desde esta epistemología interesa explorar las experiencias, las visiones y las
distinciones particulares que tienen los propios sujetos de estudio. De este modo se
accede a un conocimiento más fidedigno de la realidad y que es el conocimiento que
los individuos van adquiriendo a lo largo de su vida. Desde esta perspectiva serían
los propios sujetos y no el observador, quienes generarían distinciones que definen
como realidad. Esto se antepone a las creencias científicas que pueda poseer el
investigador, quien desde una perspectiva tradicional, se encuentra habituado a
sustentar el poder del saber, por lo tanto el poder de la palabra. Desde el
construccionismo social es a los sujetos a quienes se les da la palabra
reconociéndose en ellos un saber local.

Todo este proceso de construcción de significado y distinciones de realidad está


mediado por el lenguaje, siendo este “el que puede representar, reflejar contener,
transmitir o almacenar el conocimiento objetivo” (García y Musitu, 1999, p. 163). El
lenguaje refleja las situaciones mediante “descripciones, representaciones y relatos”
(Potter, 1998, p. 130). En el relato subyacen los valores y creencias de las personas
que finalmente determinarán sus formas de sentir, pensar y actuar. Los
construccionistas afirman que:

23
(…) no hay verdades sociales incontrovertibles, sino sólo relatos acerca
del mundo, relatos que nos contamos a nosotros mismos y contamos a
los demás. La mayoría de los terapeutas tienen un relato acerca de
cómo los problemas se desarrollan y luego se re-suelven o disuelven”,
(McNamme y Gergen, 1996, p.37).

M. White y D. Epston (1993, citado en T. Donoso, 2004,) representantes de las


terapias narrativas, señalan que “para entender nuestras vidas y expresarnos a
nosotros mismos, la experiencia debe relatarse, y que es precisamente el hecho de
relatar lo que determina el significado que se atribuirá a la experiencia” (p.10). Esta
premisa y creencia en la importancia del lenguaje, introduce un cambio significativo
en la relación investigador-científico-terapeuta y cliente-paciente-investigado, pues
desde esta perspectiva, quien posee el saber de su conocimiento sería el sujeto, por
lo tanto se le asigna una valoración y poder distinto a quien narra su realidad y al
investigador, quien presta atención al narrador.

Se enfatiza el rol de las personas respecto de su propia experiencia, así


como la descripción y lectura que de ella hacen. Son los sujetos, no el
observador, quienes generan las distinciones que definen como
“realidad” a partir de su propia realidad, aquellas distinciones que surgen
en el espacio subjetivo conversacional y que operan a través del
lenguaje (T. Donoso, 2004, p. 11).

Al respecto, Gergen (1996, citado en T. Donoso) señala: “las ideas, los


conceptos y los recuerdos surgen del intercambio social y son mediatizados por el
lenguaje” (p.11).

Estas ideas además validan las diversas perspectivas que puedan existir para
interpretar la realidad, las diversas construcciones de mundo e interpretaciones y los
diversos discursos dentro de una cultura determinada.

Gergen y Warhus (2003) plantean que “nuestras formulaciones encuentran


siempre su orientación y sus límites en los sistemas del lenguaje en que vivimos” (s.
n.), por lo tanto lo que se pueda señalar respecto al sí mismo y los demás, estará

24
determinado por los acuerdos y consensos del discurso. Se dispone de una narrativa
que también tendrá limitaciones en su habla, en su expresión.

Por último se encuentra la idea del rechazo a concebir que la ciencia social sea
neutra, avalórica, amoral, ausente de compromiso social y libre de gestar efectos en
la práctica social (Gracia y Musitu, 1999). El construccionismo demanda una actitud
del profesional que no puede dejar fuera su propia escala valórica, moral y política,
pues su visión del mundo también será traída a la interacción con el otro. “Las
prácticas operan con miras a sostener ciertos valores, determinado orden político y
algunas jerarquías de privilegio” (Rodríguez, 2007, p.120).

A continuación se desarrollarán algunas ideas respecto a las implicancias que


estos planteamientos adquieren para el trabajo clínico en el área de la familia.

2.4 Implicancias para la práctica terapéutica

Las ideas posmodernas y dentro de ellas el construccionismo social, han dado


origen a un cuestionamiento importante en estas últimas décadas respecto a las
prácticas profesionales en la intervención con personas y familias, a los procesos de
cambio que se buscan producir y al rol del profesional dentro de esta práctica.

Las ideas anteriormente expuestas respecto al proceso del conocimiento, la


concepción de construcción de la realidad, la idea de objetividad, la validez de las
diferentes visiones y construcciones de realidad por parte de los sujetos atendidos y
la posición del profesional entre otras, invitan a un cuestionamiento muy significativo
respecto de las premisas que fundamentan la psicoterapia tradicional y el rol del
profesional. Fruggeri (1996, citada en McNamee y Gergen, 1996) señala que estos
dilemas “(…) cuestionan el modelo médico sobre el cual se basa la psicoterapia, las
técnicas transformadoras que emanaban del terapeuta y sus responsabilidades
éticas y terapéuticas” (p.62).

25
A continuación se expondrán algunas premisas construccionistas desarrolladas
en el campo de la terapia familiar las cuales construyen una manera diferente de
entender el espacio relacional entre profesional y sistema familiar, proponiendo
cambios significativos en la relación y en la manera de estar del profesional en
dicho espacio. Interesa conocer de qué manera constituyen un aporte para el trabajo
social familiar.

2.5 De la creencia en ser experto a la colaboración

Desde la ciencia y las psicoterapias tradicionales, era o es el terapeuta quien


con su saber teórico-empírico, se aproxima a diagnosticar y tratar los problemas de
las personas, problemas que además eran definidos por el terapeuta, quien indica o
indicaba el tratamiento a seguir para la resolución del problema diagnosticado. Ante
esta visión, el construccionismo social introduce una postura totalmente opuesta a la
tradicional, la idea de la ignorancia del terapeuta, quien para poder acceder al
mundo de significado del otro:

(…) se focaliza en explorar la experiencia y visión particular que tienen


los sujetos de estudio ‘respecto del tema que el científico intenta
conocer. Esto ocurre a través de situarse en una posición desprejuiciada
y de ignorancia, sin dirigirse o imponerse ‘como experto’ en un
determinado tópico (McNamme y Gergen, 1996, p. 10).

Esta premisa vuelca el foco en el cliente y ubica al terapeuta en una posición de


escucha e ignorancia. Sin embargo es importante señalar que ubicarse en una
posición de ignorancia terapéutica no significa desconocer el saber que el
profesional posee, sino reconocer el saber que la persona posee respecto de su
propia vida, como un ser competente con mundo. “La mirada construccionista social
propone un modo de acercamiento a la complejidad de la ‘realidad’, considerando la
diversidad e individualidad tal como la manifiestan las personas” (T. Donoso, 2004,
p.10).

26
Hoffmann (1996, citada en McNamee y Gergen, 1996) señala que en el campo
de la terapia familiar hace mucho tiempo se venía dando el espejo de una sola cara,
es decir, los terapeutas eran los observadores y la familia los sujetos observados.
Desde esta concepción plantea la autora existen dos alternativas: empujar al
sistema familiar para que haga lo que el terapeuta desea que hagan o iniciar una
serie de subterfugios, estrategias como le llaman algunos, para que finalmente
hagan lo que el terapeuta también desea que hagan. La autora señala:

El intento de respetar el lugar de las personas y su manera de ver las


cosas se convirtió en una advertencia de que los participantes tenían su
propia capacitación. De ahí entonces que empezara a valorar la
experiencia participativa, convalidada por la expresión de muchas voces
y no ya por la confianza en la voz del experto (p. 34).

Gergen (1991) señala que los terapeutas tradicionales postulan que “en la
experiencia humana hay ‘esencias’ que deben captarse en cierto tipo de narrativa y
ofrecerse a los clientes en lugar de sus viejas e ilusorias narraciones” (Gergen,
1991, citado en McNamee y Gergen, 1996, p.36) Desde esta afirmación se supone
que el terapeuta conoce de antemano estas esencias siendo esta idea
correspondiente a un discurso moderno respecto del funcionamiento de las
personas. Desde el construccionismo social y desde un discurso posmoderno, no se
adhiere a esta idea, las personas no tendrían dichas esencias en su interior, sino
que se construyen en la relación con los otros, por tanto el conocimiento se renueva
constantemente en cada interacción, naciendo en la espontaneidad de la
conversación, nuevas narraciones más útiles para la familia. También se espera que
el terapeuta construccionista no se limite por sus conocimientos, experiencias
previas o todas las teorías que le acompañan. La idea sería que el terapeuta y
sistema familiar logren consensuar una manera de entender lo que les sucede. Esta
idea se encuentra asociada a la idea de interpretación dentro de la teoría y práctica
hermenéutica que “sostiene que la comprensión es siempre interpretativa…que para
la comprensión no hay punto de vista privilegiado” (Wachterhauser, 1986, citado en
McNamee y Gergen, 1996, p. 49). Esta postura de ignorancia demanda del
terapeuta la actitud de curiosidad, es decir, el terapeuta deberá estar siempre atento

27
e informado respecto a la situación del paciente, emergiendo en ambos, pero
especialmente en el terapeuta, la actitud de colaboración, donde ambos se unen
para comprender y consensuar sus puntos de vista.

Este tipo de intervenciones se desarrollan a través de las conversaciones


reflexivas, entendiendo por reflexividad “una equidad en la participación, aún cuando
las partes pueden tener posiciones o características diferentes” (Hoffmann, 1996,
citada en McNamee y Gergen, 1996, p 35). “Finalmente se alude a un proceso de
influencia mutua entre consultante e investigador, en vez de un proceso jerárquico y
unidireccional” (Hoffmann, 1996, citada en McNamee y Gergen, 1996, p. 38). Las
conversaciones reflexivas son entendidas como “fuente importante para el
intercambio de descripciones y explicaciones, definiciones y significados
diferentes…” que permiten “ver bajo una nueva luz viejas descripciones y
explicaciones e incluso podrían llevar a que emergieran otras nuevas…” (Andersen,
1994, citado en T. Donoso, 2004, p. 12).

Tanto el terapeuta como el cliente deben desarrollar la capacidad para gestar


pausas durante la entrevista con el fin de fomentar la reflexión y la incorporación de
aquello que al paciente le hace sentido. McNamme y Gergen (1996) (citados por T.
Donoso, 2004) señalan:

(…) la capacidad de todo sistema de significación de volverse sobre sí


mismo, de convertirse en su propio objeto refiriéndose a sí mismo…Por
medio de conversaciones reflexivas, en las que una persona hace de su
conversación anterior un objeto de observación, uno cambia de discurso
y, por lo tanto, de perspectiva. Uno llega a ser capaz de “apartarse” del
discurso en el que participó inicialmente y contemplarlo desde otra
perspectiva (p. 13).

Estas conversaciones reflexivas son guiadas además por un estilo de preguntar


y escuchar que se distingue de la habitualidad de las prácticas terapéuticas. En esta
modalidad se formulan preguntas o comentarios indecisos y vacilantes,
acompañados de largos períodos de silencio, buscando promover la participación e
invención. Se pretende introducir un proceso colaborativo en donde “se habla con el
28
otro, no le habla al otro” (Anderson y Goolishian, 1996, citados en McNamee y
Gergen, 1996, p.49) con el fin de introducir elementos nuevos y co–construir una
nueva narrativa bajo la concepción de un sí mismo relacional.

2.6 Del énfasis en los fundamentos a la flexibilidad.

Otra dimensión del construccionismo social que también tiene implicancias


terapéuticas, es la búsqueda de la flexibilidad ante el énfasis en los fundamentos
(Gergen y Warhus, 2003). Esto se refiere a que la gran mayoría de los enfoques
terapéuticos tradicionales, se derivan de los fundamentos racionales del
conocimiento, los cuales basados en métodos empíricos y por medio de la
observación directa, producirían el conocimiento.

Los autores consideran que:

Es el análisis riguroso el que permite entender el comportamiento normal


y el patológico verdadera y objetivamente. Es más, es la continuidad en
la investigación la que permite conocer cual práctica terapéutica será la
más eficaz en el tratamiento de la anormalidad (s.n.).

Para los construccionistas sociales las teorías sobre el comportamiento humano


no se construyen ni se derivan de la observación, sino que surgen en la estructura
misma del conocimiento, esto es, “en las convenciones de inteligibilidad que
comparte un grupo específico son las que determinarán cómo se interpreta el mundo
que se observa” (s.n)

Cechin, Lane y Ray (1992, citados en Warhus y Gergen, 2003) señalan que “al
tener demasiada fe en una sola posición, en una sola historia, se corre el riesgo de
crear una realidad terapéutica empobrecida e inflexible” (s.n.). Desde este punto de
vista se invita a desechar los fundamentos entendiendo por ello “ese punto de vista
único y singular que predomina sobre los demás” (s.n). Esta invitación también
abarca el abandono de los diagnósticos fijos, comparación de resultados, etc. Ante

29
ello se invita al terapeuta a nutrirse de la inteligibilidad terapéutica, es decir, la
utilización de todo lo que sea útil. Esta postura va más allá del eclecticismo teórico,
implica estar abierto a la idea que todo conocimiento es una construcción el cual se
encuentra inserto en una cultura e implica la valoración de múltiples discursos,
múltiples inteligibilidades que enriquezcan la interpretación de la situación del
paciente. Es por ello que no se puede señalar que existe un único método
construccionista social para hacer terapia, siendo el terapeuta más integral o
completo, aquel que incorpore la gran mayoría de discursos, pues cada uno de ellos
representa una inteligibilidad nueva que irá a enriquecer la mirada sobre la situación.
Es importante señalar que esta postura construccionista no implica el abandono de
las teorías o búsqueda de resultados terapéuticos, sino que amplía el rango de los
terapeutas, es decir, amplía el espectro de recursos para el terapeuta y no lo
encasilla con un solo discurso terapéutico.

2.7 Del esencialismo a la conciencia de una construcción

La concepción terapéutica modernista ha basado su práctica en el concepto de


verdad. De allí emana la importancia de la localización del problema, las causas que
generan las dificultades en las familias, conceptos como estructuras determinantes,
etc. Para el construccionismo social los problemas y sus causas, las estructuras,
solamente se derivan de “las interpretaciones basadas en el pensar común” (Gergen
y Warhus, 2003, s.n.). En este sentido, estas serían construidas. Estas
interpretaciones se rescatan del lenguaje en donde subyacen los significados que se
han generado socialmente. Por esta razón el construccionismo se opone a
esencializar el lenguaje, entendiendo por ello que se opone a utilizar las palabras de
manera descontextualizada de quien las interpreta. Esto también engloba la idea
que las palabras adquieren significado en y para un determinado contexto, no
existen esencialmente en sí. Por ello, el construccionismo social propone la idea de
realidad construida en el lenguaje. En esta línea, las palabras diagnósticas como
“delirio, distorsión, mala percepción” (Gergen y Warhus, 2003, s.n.) son entendidas
como una manera diferente de construir el mundo, diferente pero no superior. En

30
esta línea Berg y Shazer (1993, citados en Gergen y Warhus, 2003) señalan: “los
significados adquiridos en una conversación terapéutica se desarrollan más a través
de una negociación que a través de develar lo que ‘realmente sucede’” (s.n.).

El construccionismo social, si bien postula la idea de realidad construida,


también reconoce la importancia de la verdad en su contexto. Plantean que todas las
comunidades tienden a esencializar el discurso común pues a través de ello se
sostienen las tradiciones y el orden para dichas comunidades.

Por último la idea de construcción no necesariamente implica la idea de


deconstrucción de la realidad del paciente para formar una nueva construcción,
tampoco la descarta, sin considerar evidentemente la pertinencia que pueda tener
para la resolución de la situación problema. Advierte por último la importancia de
tomar conciencia respecto a la idea de construcción y a no enjuiciar las realidades
de otros.

2.8 De la neutralidad a la relevancia de los valores

En general la concepción que existe del espacio terapéutico es uno donde los
valores ideológicos, morales y políticos del terapeuta deben dejarse fuera. “El buen
terapeuta, como el buen médico, debe observar atentamente lo que sucede,
reflexionar cuidadosamente sobre lo que ha observado, y no hacer juicios de valor”
(Gergen y Warhus, 2003, p. 4). Esta postura ha sido ampliamente criticada y desde
corrientes como el movimiento antipsiquiátrico Szasz (1970), Laing (1967) (citados
en Gergen y Warhus, 2003) señalan como algunos terapeutas pueden contribuir a la
opresión de sus clientes. Foucault (1979, citado en Gergen y Warhus, 2003, s.n.),
critica “los efectos “disciplinarios” de algunas prácticas terapéuticas. Otras terapias
han recibido críticas por favorecer el sexismo, el racismo, la opresión de clases etc.
(Cushman, 1990; Hare-Mustin, 1994; James y MacKinnon, 1990, citado en Gergen y
Warhus, 2003, s.n.).

31
A las premisas construccionistas le interesa la pluralidad de realidades, por lo
tanto “los postulados éticos o políticos no tienen fundamento alguno, ni
justificaciones finales” (Gergen y Warhus, 2003, s.n.). Lo que al construccionismo le
interesa, es generar la autoreflexividad y la curiosidad ante las diferencias. Esto se
enmarca en la idea que el construccionismo no adscribe a la existencia de una
autoridad mayor, sino a la pluralidad de realidades.

2.9 Contenidos éticos

La ética será descrita en este punto desde el planteamiento que hace Anderson
(2001). Plantea que la ética sería un tipo de conocimiento socialmente construido,
creencias creadas y justificadas, acordadas comúnmente entre las personas que
aludirían a códigos de responsabilidad de comportamiento. Es decir, la ética serían
convenciones sociales respecto a estilos de comportamiento.

Anderson (2001) no concibe a la ética como una realidad objetiva que sea
estática y rígida. Distingue entre la ética local y la universal, entendiendo por la
primera una ética que es mutuamente determinada por las personas involucradas,
cliente – terapeuta, y además específica para aquellos participantes y las situaciones
que les afectan.

Al concebir la ética de esta manera, se invitan las voces de las personas


involucradas con quienes el profesional se compromete en una relación y
conversación respecto de las decisiones que se adopten. Anderson (2001) plantea
que para ser éticos, los profesionales siempre deben estar en actitud de revisión
ética y así también escuchar a los otros profesionales, a las comunidades y al mismo
profesional.

McNamee y Gergen (1999, citados en Anderson, 2001) plantean que asociado a


la ética siempre se encuentran conceptos relacionados como la responsabilidad. Los
autores sugieren sustituir la palabra de responsabilidad individual por

32
responsabilidad relacional, invocando una ética de corresponsabilidad en donde el
profesional como también los involucrados deben ser escuchados. Anderson (2001),
plantea “si nuestra intención es no hacer daño, entonces realmente se debe invitar a
las voces de las personas que nos comprometemos con la relación y conversación
en lo que Lynn Hoffmann hace referencia a una ‘ética de la participación’” (Hoffman,
1992, citada en Anderson, 2001, s.n.).

Por último y para sintetizar el planteamiento construccionista se plantea que la


este tipo de terapia busca desarrollar nuevas narraciones de las que trae el cliente

El cambio en la terapia “es la creación dialogal de la nueva narración y, por lo


tanto, la apertura de la oportunidad de una nueva mediación. El poder transformador
de la narración descansa en su capacidad para re-relatar o re-relacionar los hechos
de nuestras vidas en el contexto de un significado nuevo y diferente” (McNamee y
Gergen, 1996, pp. 47 y 48). Desde la perspectiva construccionista, se pretende
modificar la manera en que el sistema problemático se mantiene estable. De este
modo como señala Keeney, (1983, citado en McNamee y Gergen, 1996), “el cambio
terapéutico implica el cambio del cambio, un cambio de la manera en que el proceso
habitual de cambio de un sistema lleva a la estabilidad” (p.70).

De acuerdo a lo anteriormente planteado, el rol del terapeuta alude a introducir


en el sistema realidades interpersonales diferentes a las introducidas por el mismo
sistema y el sistema significante del cliente. “El terapeuta desencadenará un proceso
de cambio si logra interferir la repetición de la misma experiencia que llevó al cliente
a la terapia” (Maturana, 1988; Anderson et al., 1986; Fruggeri et al., 1985; Fruggeri y
Matteini, 1988; Fruggeri et al., 1991, citados en McNamee y Gergen, 1996, p. 70).

De esta manera el terapeuta es visto como “un artista de la conversación – un


arquitecto del proceso dialogal - , quien buscará construir espacios de dialogo con el
otro” (McNamee y Gergen, 1996, p. 70).

33
CAPÍTULO 3. MARCO METODOLÓGICO

Para fines de esta investigación se utilizó la metodología cualitativa la cual


permite desarrollar estudios que se caracterizan por poner énfasis en los aspectos
subjetivos de la conducta humana y en conocer las visiones y significados, desde los
propios sujetos involucrados.

A continuación se detalla el proceso metodológico desarrollado.

3.1 Metodología

Willig (2001, citado en Sisto, 2008) plantea que la metodología cualitativa se


define como: “(…) concerniente a la significación, esto es ‘cómo la gente da sentido
al mundo y cómo experiencian los eventos’” (p. 118).

Parker (2002, citado en Sisto, 2008) señala que la investigación cualitativa sería
“una exploración, elaboración y sistematización de la relevancia de un fenómeno
identificado” (p.118).

Mella (2003) plantea que la metodología cualitativa comienza cuando un


investigador desea conocer un acontecimiento real o fenómeno con el fin de
construir un concepto respecto de él. Desde esta metodología se intenta describir
las cualidades respecto del fenómeno de estudio y a diferencia de la metodología
cuantitativa, se intenta descubrir todas las cualidades que caracterizan a ese
fenómeno en particular, entendiéndose a cada uno como único y particular.

Según Ruiz (2003) los métodos cualitativos se caracterizan por:

• Su objetivo es la captación y reconstrucción de significado.

34
• Su lenguaje es básicamente conceptual y metafórico.
• Su modo de captar la información no es estructurado sino flexible y
desestructurado.
• Su procedimiento es más inductivo que deductivo.
• La orientación no es particularista y generalizadora sino holística y
concretizadora (p.23).

Flick (2007) respecto a la investigación cualitativa plantea que “(…) el proceso


de investigación cualitativa se puede representar como un camino de la teoría al
texto y otro de vuelta del texto a la teoría. La intersección de los dos caminos es la
recogida de datos verbales o visuales y su interpretación en un diseño de
investigación específico”. (p.25).

También distingue los siguientes rasgos esenciales de la investigación


cualitativa:

• Conveniencia de los métodos y las teorías.


• Perspectivas de los participantes y su diversidad.
• Capacidad de reflexión del investigador y la investigación.
• Variedad de los enfoques y los métodos en la investigación cualitativa. (p.18).

Desde esta perspectiva se releva el conocer desde los propios sujetos


involucrados, sus percepciones, opiniones, pensamientos sobre el fenómeno de
estudio, es decir tal cual la experimentan los participantes. El estudio de los
fenómenos se guía por la contextualización, es decir, los hallazgos se conciben
dentro de un contexto de significados particular para ese grupo de estudio, además
de ser abordados como una globalidad y de manera integral (Mella, 2003). Como
otro aspecto relevante de este tipo de metodología, se encuentra su carácter
procesal, es decir, se pone énfasis en una concepción de la vida social como un
proceso en permanente cambio, favoreciéndose una estrategia de investigación
abierta y flexible, no rígida para su abordaje. En esta metodología, la teoría y la

35
recolección de la información del campo se entrecruzan, por tanto los conceptos y la
teoría emerge durante y en las fases finales del proceso de investigación con el fin
de no distorsionar al investigador con ideas a priori respecto del fenómeno. Por
último, se destaca su análisis de tipo inductivo, es decir, la teoría emerge desde los
datos de estudio (Mella, 2003).

3.2 Enfoque teórico metodológico

El enfoque que se utilizó fue el de Grounded Theory o Teoría Fundamentada la


cual nace del trabajo de los autores Glasser y Strauss, quienes en el año 1967
escriben el texto denominado El descubrimiento de la Teoría Fundamentada. Esta
se define como “una perspectiva cualitativa de investigación que se caracteriza por
construir sus conceptos relativos a los fenómenos de la realidad, privilegiando el
acercamiento a estos fenómenos sin ideas pre – concebidas que introduzcan sesgos
en la comprensión de los mismos” (Fernández, 2010, s.n.).

Flick (2007) señala que “Éstas preconcepciones no se deben aplicar al objeto


que se investiga, sino que se ‘descubren’ y formulan al relacionarse con el campo y
los datos empíricos que se encontraron en él”. (p.56). El investigador suspende el
conocimiento teórico y sus juicios a priori para entrar en el campo.

La teoría fundamentada permite construir teoría de los fenómenos que se


investigan a partir de los datos, los cuales son recogidos desde contextos naturales.
Se entiende por teoría a un “conjunto de conceptos bien desarrollados, vinculados
por medio de oraciones de relación, las cuales juntas constituyen un marco
conceptual integrado que puede usarse para explicar o predecir fenómenos”.
(Fernández, 2010, s.n.).

Kornblit (2007) plantea que este enfoque se basa en la premisa que:

La teoría –en sus varios niveles de generalidad- es indispensable para el


conocimiento profundo de un fenómeno social. Si pretende desarrollar
36
ideas teóricas, el investigador no puede limitarse a codificar y analizar
los datos con información significativa que extrae mediante entrevistas y
otras técnicas: debe estar constantemente rediseñando y reintegrando
sus nociones teóricas al tiempo que revisa su material. (p.49).

La construcción de la teoría basada en los datos, permite desarrollar un


esquema de análisis con “(…) altos niveles de abstracción sobre un fenómeno social
específico” (Sabrin, 2003, citado en Hernández, Herrera, Martínez, Páez, Páez, M,
2011, p. 10). Esto se relaciona con que este enfoque, a través de sus
procedimientos y metodología, le otorga un alto grado de status a los sujetos
investigados considerándolos como “(…) portadores de perspectivas e
interpretaciones” (Galeano, 2004:166, citado en Hernández “et als., 2011, p.10).

Este enfoque metodológico, incluye tres aspectos: el muestreo teórico, la


codificación teórica y la escritura de la teoría, centrando un especial interés en la
interpretación que se hace de los datos.

Como rasgo esencial se encuentra su condición de ser inductiva en la


recolección de la información, y según Flick (2007) circular, es decir: “obliga al
investigador a reflexionar permanentemente sobre le proceso entero de
investigación y sobre los pasos particulares a la luz de los demás, al menos cuando
se aplica de manera uniforme” (p.58). El investigador está permanentemente
alternando la construcción de conceptos con el trabajo de campo.

3.3 Muestreo

Mella (2003) plantea que los entrevistados o los hechos a observar en la teoría
fundamentada, son seleccionados a través de lo que se denomina muestreo teórico.
Las personas que se consideran para participar en la investigación, serían quienes
pueden contribuir al desarrollo de la teoría en relación al tema estudiado.

37
Kornblit (2007) señala que el muestreo teórico consiste en “la recolección de
datos para generar una teoría, mediante la cual el investigador conjuntamente
selecciona, codifica y analiza su información y decide qué información escoger luego
y dónde encontrarla para desarrollar su teoría tal como surge de los datos” (p. 54).

El muestreo teórico no tiene un tamaño definido de antemano, sino este se da


de acuerdo al proceso de saturación de la información, mientras no se tenga
alcanzado el grado de saturación, el investigador deberá continuar la recolección de
la información hasta alcanzarla.

Para responder a la pregunta de investigación formulada en esta investigación,


se utilizó un muestreo de tipo intencionado con condición de expertos. Se consideró
pertinente conocer la opinión de profesionales que fuesen reconocidos por su
dominio respecto del trabajo social familiar y a la vez del construcccionismo social,
desarrollándose el siguiente proceso.

En un inicio se contactó a catorce profesionales de manera telefónica, sobre


quienes existía alguna evidencia de su vinculación a las temáticas estudiadas.
Luego se concertó una entrevista individual abierta para evaluar en ese espacio la
pertinencia de su participación en condición de experto. Finalmente se les convoca a
participar en un grupo focal.

Del total de los contactados se entrevistó a diez de ellos, invitándose a


participar en el grupo focal a ocho, de los cuales participan finalmente siete en el
grupo focal.

3.4 Criterios de inclusión/exclusión

Los criterios de inclusión y exclusión de los profesionales para participar en la


investigación fueron los siguientes:

Criterios de inclusión:

38
• Profesionales hombres y mujeres.
• Profesionales de las ciencias sociales (trabajadores sociales,
psicólogos, sociólogos, antropólogos, etc.)
• Con ejercicio profesional de al menos seis años.
• Vinculados desde la academia y/o la práctica al trabajo social
familiar y al construccionismo social.

Criterios de exclusión:

• Profesionales con menos de 6 años de ejercicio profesional.


• Sin vinculación al trabajo social con familias y al construccionismo
social.

3.5 Instrumentos de indagación

Para responder a la pregunta de investigación, se utilizó como técnica de


recolección de la información el grupo focal o focus group. Mella (2000) la define
como “entrevistas de grupo, donde un moderador guía una entrevista colectiva
durante la cual un pequeño grupo de personas discute en torno a las características
y las dimensiones del tema propuesto para la discusión”.(p.2).

Kornblit (2007) lo define como “una técnica que propicia la exploración de un


tema a partir de la interacción entre los participantes” (p. 77). La autora plantea que
esta técnica es útil para recopilar el pensamiento de las personas respecto a un
cierto tema pero no tan solo para conocer como piensan sino además, para conocer
como es que las personas llegan a pensar de esa manera respecto de algo.

Señala además que uno de los elementos que distingue el grupo focal de la
entrevista grupal es que en la última primara un diálogo unidireccional entre el

39
entrevistador- moderador y los participantes, en cambio en el grupo focal se da un
diálogo colectivo.

El grupo focal constituye un espacio comunicacional en donde un número de


seis a ocho participantes discuten respecto de un tema. Mella (2000) plantea que el
espacio comunicacional no se limita tan solo a la discusión que se desarrolla en el
grupo focal, sino a otros procesos comunicacionales de interés para la investigación,
tales como:

“(…) los miembros del equipo investigador deciden qué necesitan


escuchar de los participantes, segundo, el grupo focal crea una
conversación entre los participantes en torno a este tópico y tercero, los
miembros del equipo sintetizan lo que ellos han aprendido a partir de lo
que han dicho los participantes” (p.2).

Por tanto, el proceso comunicacional del grupo focal se inicia desde el tema de
interés del investigador, la recolección de la opinión de los participantes y su
respectivo análisis.

Para efectos de esta investigación, se convocaron a los ocho profesionales ya


entrevistados de manera individual vía cita telefónica y carta de invitación (ver
anexos). Dicho grupo focal fue realizado en un espacio universitario de la cuidad de
santiago, el 30 de septiembre de 2010. El desarrollo del grupo focal duró un total de
dos horas y media.

Para dar inicio a la discusión, se preparó un pequeño resumen que daba cuenta
de los objetivos de la investigación, la pregunta de investigación y algunas premisas
construccionistas descritas en el marco teórico para incentivar la discusión. Una vez
finalizado el grupo focal, se dio paso a su transcripción, obteniendo un texto de
treinta y dos páginas.

3.6 Procedimientos de análisis

40
A continuación se hará referencia a los tipos de codificación que se utiliza en
teoría fundamentada, siendo todos aplicados al texto obtenido del grupo focal.

3.6.1 Codificación abierta

Strauss y Corbin (2002) plantean que se entiende por codificación abierta “el
proceso analítico por medio del cual se identifican los conceptos y se descubren en
los datos sus propiedades y dimensiones” (p.111).

La codificación abierta implica un proceso de descomposición de la información


obtenida. En una primera instancia se parafrasea todo el texto con el fin de
identificar las categorías a través de las cuales el texto se puede agrupar. Los
mismos autores definen estas categorías como “Los acontecimientos, sucesos,
objetos y acciones o interacciones que se consideran conceptualmente similares en
su naturaleza o relacionados en el significado se agrupan bajo conceptos más
abstractos, denominados “categorías” (p.112). Por tanto esta primera instancia
permitió identificar las categorías y subcategorías para cada una de ellas.

3.6.2 Codificación axial

La codificación axial permite establecer la relación existente entre las categorías


y subcategorías identificadas en la codificación abierta. Strauss y Corbin (2002) la
definen como un “proceso de relacionar las categorías y sus subcategorías,
denominado “axial” porque la codificación ocurre alrededor del eje de una categoría,
y enlaza las categorías en cuanto a sus propiedades y dimensiones”. (p. 134).

Para establecer esta relación la codificación axial contempla un paradigma que


implica responder las preguntas de: por qué sucede un fenómeno, donde, cuando y
con qué resultados. Se plantea que al responder estas preguntas el investigador
podrá establecer la relación existente entre la estructura del fenómeno y el proceso
en el cual este se da. De este modo, someter los datos al paradigma, permite al

41
investigador ordenarlos para integrar la estructura y el proceso del fenómeno de
estudio. Para ello se establecen tres elementos dentro del paradigma: las
condiciones, conjunto de circunstancias o situaciones en los cuales los fenómenos
se dan. Las acciones/interacciones, que representan lo que las personas, hacen o
dicen respecto del fenómeno, y las consecuencias, que serían el resultado de las
acciones/interacciones (Strauss y Corbin, 2002).

De este modo las categorías se someten al paradigma con el fin de identificar


cuales de ellas constituyen las condiciones, las acciones/interacciones y las
consecuencias.

3.6.3 Codificación selectiva

Establecido el paradigma en la codificación axial, se da paso a la codificación


selectiva. Strauss y Corbin (2002) la definen como el “proceso de integrar y refinar
la teoría” (p. 157). En esta codificación se debe encontrar la interrelación entre las
categorías ya identificadas en la codificación abierta y puestas en el paradigma en la
codificación axial, convirtiéndolas en un conjunto de “afirmaciones de relación”
(Strauss y Corbin, 2002, p. 159) las cuales en su conjunto permitirán explicar el
fenómeno a través de un esquema, para este caso, el aporte del construccionismo
social al trabajo social familiar.

Uno de los elementos relevantes en esta codificación, es la elección de la


categoría central, la cual articulará la escritura de la teoría y constituye el tema
central de la investigación (Strauss y Corbin, 2002).

En este espacio también se da la saturación teórica, momento en donde no


emergen nuevas propiedades en el análisis. Alcanzadas estas condiciones, se da
paso entonces a la escritura de la teoría, que como ya se planteó constituye un
esquema explicativo respecto al tema estudiado. Por último siempre es pertinente

42
sugieren los Strauss y Corbin (2002) refinar la teoría, que significa velar por la
consistencia y lógica del esquema propuesto.

3.7 Procedimientos éticos

Dado que la técnica de recolección de la información fue un grupo focal con


participantes en calidad de expertos, los procedimientos éticos fueron resguardados
de la siguiente manera. Durante todo el proceso previo al grupo focal, estos fueron
invitados a participar de manera voluntaria. Una vez en el grupo focal y antes de su
inicio, se entrega y lee una carta de consentimiento informado (ver anexo) a cada
uno de los participantes. Dicho consentimiento daba cuanta de la voluntad de
participar en la investigación además de autorizar el uso y cita del material
recopilado. Los principios resguardados durante el desarrollo del grupo focal fueron
los de anonimato y confidencialidad de los participantes.

43
CAPÍTULO 4. RESULTADOS

A continuación se presentan los resultados obtenidos en el grupo focal desde


los tres niveles de análisis que plantea la teoría fundamentada: codificación abierta,
codificación axial y codificación selectiva.

4.1 Codificación abierta

Las categorías identificadas fueron ocho siendo las siguientes con sus
respectivas definiciones y subcategorías. Ver también ilustración 1.

Categoría N°.1 Formación de pre grado

Definición: Categoría que alude a todos aquellos aspectos vinculados con la


formación que reciben tanto los alumnos de Trabajo social y Psicología durante el
pre grado y que dicen relación con el enfoque teórico que se utiliza para abordar los
temas de familia, si se incluye o no la perspectiva construccionista, la utilidad de las
premisas construccionistas en esta instancia, las características mas propias de los
estudiantes y de las escuelas de pre grado, la inclusión de contenidos
epistemológicos en la formación, el rol del futuro profesional, los espacios de
prácticas profesionales y los temas vinculados a la ética profesional.

Subcategorías:

 Enfoque teórico
 Inclusión perspectiva construccionista
 Exclusión perspectiva construccionista
 Utilidad de las premisas construccionista
44
 Características de los estudiantes
 Características de las escuelas de pre grado
 Inclusión contenidos epistemológicos
 Enfoques metodológicos
 Rol del futuro trabajador social
 Espacios de prácticas profesionales
 Ética profesional

Categoría N° 2 Formación de post grado

Definición: Categoría que alude a todos aquellos aspectos vinculados a la


formación de post grado que desarrollan los profesionales trabajadores sociales y
psicólogos que dicen relación con espacios de formación construccionista,
conocimiento o desconocimiento de la perspectiva construccionista, los aportes y
limitaciones de esta perspectiva en la formación de post grado, la relevancia de
ciertos enfoques teóricos en la formación de los profesionales, el dominio teórico o
ausencia de dominio teórico que tendrían los profesionales y por último con algunas
necesidades de formación de los profesionales que trabajan en el campo de la
intervención con familias.

Subcategorías:

 Mediación familiar
 Desconocimiento de la perspectiva construccionista
 Limitaciones para las premisas construccionistas
 Ausencia de marcos teóricos en los profesionales
 Relevancia de enfoques teóricos
 Aportes de las premisas construcionistas
 Necesidades en la formación

45
Categoría N° 3 Práctica profesional

Definición: Categoría que alude a la práctica profesional que desempeñan


trabajadores sociales y psicólogos en el campo de la intervención con familias que
involucra las características de la praxis, las políticas sociales, los marcos
institucionales, la práctica privada, las concepciones epistemológicas que se
observan en la praxis, las prácticas construccionistas y rol del trabajador social.

Subcategorías:

 Características de la praxis
 Políticas sociales
 Características de los marcos institucionales
 Características de la práctica privada
 Características de los profesionales
 Concepciones epistemológicas
 Prácticas construccionistas
 Rol del trabajador social
 Limitaciones para la perspectiva construccionista
 Tensión entre profesionales y los marcos institucionales
 Ética profesional

Categoría N°4 Relación profesional

Definición: Categoría que alude a la relación profesional que establece el


profesional con la familia o sujeto de atención y que incluye la utilidad de la
perspectiva construccionista para dicha relación, el énfasis que instala esta
perspectiva, la actitud que debería tomar el profesional, el rol que debería ejercer y
por último, las limitaciones que se observan para establecer relaciones profesionales
desde esta perspectiva.

46
Subcategorías:

 Utilidad de la perspectiva construccionista


 Énfasis de la perspectiva construccionista
 Actitud del profesional
 Rol del profesional
 Limitaciones para la perspectiva construccionista

Categoría N° 5 Intervención

Definición: Categoría que alude a la intervención propiamente tal que


desempeñan los trabajadores sociales y psicólogos en el trabajo con familias y que
incluye la utilidad de las premisas construccionistas para la intervención, la realidad
de los marcos institucionales y de los profesionales, limitaciones de las
intervenciones construccionistas, la intervención terapéutica, los marcos teóricos que
imperan en la intervención con familias, el rol del profesional y los aspectos éticos a
considerar en el momento de la intervención.

Subcategorías

 Utilidad de las premisas construccionistas


 Realidad institucional
 Profesionales
 Limitaciones de las premisas construcionistas
 Intervención terapéutica
 Marcos teóricos
 Rol del profesional
 Ética

47
Categoría N° 6 Epistemología

Definición: Categoría que alude a los aspectos epistemológicos de la


perspectiva construccionista como cuestionamiento epistemológico,
metaperspectiva, las utilidades de las premisas construccionistas, los contenidos
del enfoque construccionista, la disciplina del Trabajo social, las acciones conjuntas,
el rol de profesional y las prácticas construccionistas.

Subcategorías

 Cuestionamiento
 Metaperspectiva
 Utilidad premisas construccionistas
 Enfoque construccionista
 Disciplina Trabajo social
 Acciones conjuntas
 Rol del profesional
 Prácticas construccionistas

Categoría N° 7 Limitaciones para el trabajo social familiar

Definición: Categoría que alude a las limitaciones de la perspectiva


construccionista para la práctica del trabajo social familiar emanadas desde los
marcos institucionales, la formación de los profesionales, el actuar del profesional,
las condiciones de modernidad – postmodernidad, las características de la disciplina
del trabajo social y de la dificultad de los profesionales para “soltar la certeza”.

Subcategorías

 Desde los marcos institucionales


 Escasa formación de los profesionales

48
 Actuar del profesional
 Soltar la certeza
 Modernidad – postmodernidad
 Características disciplinarias

Categoría N° 8 Novedad para el trabajo social familiar

Definición: Categoría que alude al aporte del construccionismo social al trabajo


social familiar incluyéndose aquellos aportes para la formación de los estudiantes, la
relación profesional, los procesos de cambio, el rol profesional, la identificación de
problemáticas sociales, los aspectos éticos y el énfasis de la perspectiva
construccionista.

Subcategorías

 Formación de los estudiantes


 Relación profesional
 Énfasis
 Proceso de cambio
 Rol profesional
 Identificación de problemáticas sociales
 Ética

49
Ilustración 1. Codificación abierta: categorías y subcategorías.

50
4.2 Codificación axial

Ilustración 2. Codificación axial: Eje formación.

51
Ilustración 3. Codificación axial: Eje ejercicio profesional.

52
Ilustración 4. Codificación axial: Eje contenidos epistemológicos, limitaciones y novedad.

53
4. 3 Codificación selectiva

Ilustración 5. Codificación selectiva.

54
4.4 Teoría

En relación a la formación de pre grado que reciben los estudiantes de trabajo


social, se observa que esta contempla una diversidad relevante y amplia de marcos
teóricos en el área de la familia. Esto se relaciona con que la disciplina del trabajo
social no nace ligada a una escuela teórica en particular, siendo esta condición
connotada como un recurso, dado que otorga libertades al campo disciplinar.
También se relaciona con el rol del futuro trabajador social, donde se busca formar
profesionales integrales al momento de generar diagnósticos e intervenciones con
los sistemas que aborda.

“Yo creo que nosotros tenemos una ventaja con nuestra falta de escuela.
Tú hablaste de todas las escuelas, nosotros somos una profesión que
nacimos sin escuela, es una ventaja, si puedo reconocerlo es una
ventaja”(Grupo focal, 30/09/2010, Experta N° 1,Trabajadora Social).

En las escuelas de trabajo social como también las de psicología, existirían


algunas distinciones en términos de sus opciones académicas. Algunas incluirían
una fuerte formación en contenidos epistemológicos y otras los incluirían en menor
medida. Esto recobra importancia pues se visualiza que dichos contenidos serían el
eje articulador tanto de la formación de pre grado como de la práctica profesional,
siendo cada escuela un factor influyente y modelador del futuro profesional quien es
visto como el resultado de su formación. Se considera además, que sería la
instancia del pre grado el espacio propicio para generar cambios epistemológicos en
los estudiantes.

“(…) y dije, aquí falta el eje articulador de toda esta cosa, de cómo los
formo, eso es una mirada epistemológica, epi significa fuera de y
samege significa estar parado, cómo me paro fuera del fenómeno o del
humano, entonces en el proceso formativo, tengo que invitar al sujeto a
mirar desde fuera su instancia con otro y mirarlo desde fuera. Eso es una
postura epistemológica” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°2,
Psicólogo).

55
En el área específica del abordaje de la familia, se plantea que las escuelas
intencionarían que el estudiante centre su mirada tanto en los aspectos de sanidad
de la familia, sus recursos, como en aquellos aspectos más disfuncionales.

Respecto de los estudiantes, estos ingresarían a la formación con un fuerte


interés en los resultados de su formación (notas, calificaciones) y con pensamientos
rígidos y estructurados respecto de los fenómenos de estudio, difíciles de modificar.
También al ingresar a la formación esperan formas, normas y marcos teóricos, que
entre otros factores, les den seguridad al momento de enfrentar la práctica
profesional. Esto se observa cuando abordan a la familia desde categorías
establecidas por los textos de estudio.

“Los chiquillos vienen muy formateados con unas visiones


absolutamente rígidas, positivistas, que cuesta mucho deconstruir y por
ejemplo uno les dice: haber, ¿cómo un trabajador social trabajaría con
las familias? y los chiquillos dicen, bueno, acompañando a la familia
desde ellos, entonces uno le pregunta ¿cómo es “desde ellos”?, ¿qué
haría? y después cuando llegan a la intervención entran en un montón
de categorías predefinidas, que son todas las que dijo alguien en algún
libro, Minuchin y sus amigos, la sacaron de ahí y los chiquillos van y las
aplican” (Grupo focal, 30/09/2010, Experta N°3, Trabajadora Social).

Esta necesidad que mostrarían de obtener insumos teóricos que les den
seguridad al momento de enfrentarse con una familia concreta, dificultaría su
adherencia o interés por las corrientes más fenomenológicas o hermenéuticas, las
cuales demandan posturas y actitudes más flexibles.

En cuanto a los aspectos éticos de la formación, se observa que muchas veces


esta se incluye, pero se limita a una formación centrada en el código ontológico de la
ética, más que al desarrollo de una actitud ética que tendría que tener el profesional.
Muchas veces se observa que el estudiante aún no tiene el criterio para discernir
cómo operar desde la ética en el trabajo con familias. En tanto este adquiere
experiencia, adquiere soltura y por tanto discernimiento para proceder.

56
Respecto a la inclusión de la perspectiva construccionista en la formación de los
estudiantes, se plantea que sería de gran utilidad y se valora que esté presente en
dicho espacio, sólo algunas escuelas la incorporan. Al ser incluida, esta se visualiza
como una perspectiva más dentro de la amplia gama con que cuentan las escuelas
de trabajo social, la cual permitiría atender la necesidad que existe de formar, tanto a
trabajadores sociales como psicólogos, en el arte de la escucha a las personas.

“(…) yo creo que es necesario formar desde el pre grado y mostrar esta
postura entendiendo y siendo coherente con las demás que no es “la”
postura, no vamos a hacer un proselitismo respecto del
construccionismo social” (grupo focal, 30/09/2010, Experta N°4,
Psicóloga).

También permitiría disminuir los niveles de angustia de los estudiantes al


enfrentar la práctica profesional, pues entre otras cosas, abre mayores posibilidades
permitiéndole despojarse de su rol normativo, el control social y el rol de experto.

“(…) permite bajar los niveles de angustia de los estudiantes cuando se


están formando y después cuando van a las primeras prácticas de
intervención, porque sobretodo en trabajo social con el rol normativo, el
control social, el cuento del experto que tú tienes que saber, lo que tú
dices, lo mejor para el otro, qué se yo, en las perspectivas más
tradicionales de formación” (Grupo focal, 30/09/2010, Experta N°3,
Trabajadora Social).

Al mismo tiempo las posturas fenomenológicas o hermenéuticas, construyen


aproximaciones hacia las familias que evitan la categorización de estas.

“(…) entonces ahí, si les hace sentido a los estudiantes teorías,


perspectivas más fenomenológicas, más hermenéuticas donde uno les
dice, espérate también hay un ser que tiene algo ahí, pongámonos un
poco en el lugar del otro” (Grupo focal, 30/09/2010, Experta N°3,
Trabajadora Social).

Ahora, como se planteaba anteriormente, no todos los estudiantes logran


adherir a estas corrientes epistemológicas, por tanto su instalación sería un desafío.

57
También se plantea que sería relevante para los estudiantes conocer de
antemano que los marcos institucionales plantearán restricciones a su quehacer y
por tanto su praxis estará altamente determinada por estos.

Respecto a la formación de post grado con que cuentan los profesionales ya


insertos en espacios de ejercicio profesional, se observa que existiría una ausencia
de marcos teóricos al momento de enfrentar sus ejercicios profesionales y una alta
valoración por el dominio y manejo del paradigma sistémico. También se valora la
aplicación del modelo transgeneracional para el abordaje de la familia y el uso de los
instrumentos de genograma y mapa ecológico.

Se observa también que existiría un desconocimiento del construccionismo


social tanto por trabajadores sociales como psicólogos. De los profesionales que sí
habrían tenido acceso a dicha perspectiva, serían principalmente a través de los
textos bibliográficos de los autores P.L. Berger y T. Luckman, valorándose el aporte
de la matriz de construcción social de estos.

“(…) entonces esto de la libertad para hacer este tipo de cosas, yo creo
que en el contexto de los trabajadores sociales es difícil, fuera que no
tienen mucha formación en esto tampoco” (Grupo focal, 30/09/2010,
Experta N°1, Trabajadora Social).

En relación con las prácticas construccionistas, se puede observar que estas se


encuentran instaladas de manera aislada en algunos espacios y equipos
profesionales vinculados a temáticas especificas, como es el caso de la mediación
familiar, algunas intervenciones en el campo de la salud y en espacios académicos.
Desde estas experiencias, han emergido acciones sociales coordinadas o acciones
conjuntas, las cuales serían un desafío de instalar para los profesionales.

En cuanto a la práctica profesional, es importante señalar que mayoritariamente


esta se desarrolla inserta dentro de una institución concreta y tendría una directa
relación con las políticas públicas. Estas se formularían de manera desligada y
desvinculada, tanto de la realidad de sus ejecutores (equipos profesionales) como

58
de las poblaciones beneficiarias a las cuales están destinadas. Este punto cobraría
relevancia pues así como se observa dificultades en su implementación, al mismo
tiempo son vistas como un eje orientador y articulador para el ejercicio profesional.

“Ahora, quiero decir que el campo es difícil, o sea el campo de las


políticas sociales es un campo difícil, porque son o están a lo mejor bien
formuladas arriba, pero no se preocupan del “street level” como se llama,
el que está interviniendo directamente, llámese como sea trabajador
social, psicólogo, educador, lo que sea, entonces resulta que es un
profesional que está enmarcado en lo que el sistema institucional ha
definido en el campo de la protección de los niños” (Grupo focal,
30/09/2010, Experta N°1, Trabajadora Social).

Dichas políticas públicas también tendrían incorporada una concepción de la


familia como un grupo compuesto por individuos fragmentados y divididos por
grupos etáreos, quienes serían algunos de ellos, los beneficiarios y destinatarios de
estas. De este modo la política pública no concibe a la familia al menos en su
ejercicio concreto, como un grupo social sistémicamente compuesto y estructurado,
que demanda un abordaje como sistema que es. Tampoco consideraría la
interdisciplinariedad al momento de su abordaje, por tanto se perpetúa por un lado la
concepción de la familia como un grupo compuesto por individuos aislados y por
otra, la concepción de que estos tienen que ser abordados individualmente por los
profesionales que ejecutan los programas y proyectos que emanan de las
instituciones.

“La fragmentación de las políticas sociales que llegan cada una por su
cuenta a la familia y en el campo de la niñez es una cosa espantosa, o
sea una familia puede tener un niño de baja complejidad en un
programa, de alta complejidad en otro, de no se cuanta complejidad en
el otro” (Grupo focal, 30/09/2010, Experta N°1, Trabajadora Social).

Ante esta situación se visualiza que la práctica privada de las profesiones


permitiría mayor libertad al profesional, dado que no se ejerce vinculada a un marco
institucional, que a su vez estaría determinado por estas políticas sectorizadas.

Lo anteriormente planteado se suma a las realidades que operan desde las


propias instituciones. En este espacio el trabajador social se enfrentaría a varias

59
condiciones que influirían en su ejercicio profesional. En primer lugar construyen
definiciones respecto de varios aspectos relevantes para su práctica, como por
ejemplo la población beneficiaria, la concepción epistemológica de los problemas a
abordar, la definición de la metodología a implementar, entre otras.

En segundo lugar, tendrían sus dinámicas propias para funcionar, por tanto es
posible encontrar dinámicas muy variadas, con estilos de funcionamiento y reglas
tanto explícitas como implícitas, definidas desde sus propias organizaciones, siendo
estas últimas más complejas de comprender y asimilar.

“Yo creo que vienen de uno, de la relación en que hay otro que también
está condicionado también como yo, y además nos movemos en la
institución que está presente, a veces con reglas implícitas que es lo
más difícil. Cuando es explícita hay ciertas pautas de atención, una ficha,
uno dice, ya, esto es mi restricción, pero hay otras que son más sutiles, a
veces más potentes, más informales” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto
N°5, Psiquiatra).

En tercer lugar, se observa en un gran número de casos, que las instituciones


reproducen una pauta isomórfica de la concepción fragmentada de la familia tal
como las políticas públicas y también mostrarían una cierta resistencia a modificar
dicha concepción. Esto se traduce en que la familia es abordada de manera
individual (mujer, niño/a, adolescente, tercera edad), reduciendo las personas a
categorías, siendo abordadas por profesionales que trabajan aisladamente,
focalizándose principalmente en sus aspectos disfuncionales y no en sus recursos.

“En la institución la psicóloga estaba con el niño resignificando,


reparando todas esas cosas, el niño maltratado, abusado; el trabajador
social estaba con la mamá y nadie estaba trabajando la relación, ni la
relación entre los profesionales” (Grupo focal, 30/09/2010, Experta N°1,
Trabajadora Social).

“Las categorías que se usan en lo social y se usan como las mamitas de


los médicos, los abuelitos de los viejos, o sea hay una serie de
categorías que te bajan a la gente, que las mamitas ahí aparecen como
unas mamás chiquititas, como que las mamás son de clase media para
arriba, las otras son mamitas, y se usa en muchos sistemas esto” (Grupo
focal, 30/09/2010, Experta N°1, Trabajadora Social).

60
Además, al no existir trabajos de redes adecuadamente coordinados, es común
encontrar familias intervenidas desde varias instituciones cada una desarrollando
una intervención aislada sobre una parcela de la familia. Así estas pueden ser
multiintervenidas, multiinterrogadas y multiderivadas, favoreciendo la desmotivación
de las familias frente a la intervención. También se puede observar en ocasiones,
cómo los profesionales se disputan la construcción del mejor diagnóstico de la
familia sin declarar sus posturas epistemológicas, las cuales los determinarán al
momento de construir sus diagnósticos e intervenciones. Se valora que estos
declaren sus posturas epistemológicas a los sujetos de atención, pues así se puede
explicar o declarar al otro desde donde se mira y el otro puede comprender y
dialogar. En tanto el profesional declare su postura, se puede criticar, discrepar. Si
el profesional no hace esta declaración, el diálogo con los otros se da en diferentes
niveles lógicos. Es como hablar en dos niveles diferentes. La no declaración del
aspecto epistemológico desde el cual mira el profesional, es bastante relevante,
pues en el campo social y en el proceso de ayuda, la opinión del profesional
adquiere aún mayor relevancia dada su condición de experto, que la opinión de los
propios sujetos.

“Para poder hacer práctica profesional uno tiene que declarar la


plataforma de observación que uno tiene, o sea, yo miro desde aquí. Eso
debiera hacer honestamente el trabajador social o el psicólogo para
trabajar en un Cosam por ejemplo, decirle al paciente, sabe que más: yo
estoy mirando desde aquí, pero uno no encuentra eso, yo trabajo en
salud y me doy cuenta que lo que hacen es al revés, que el psicoanalista
le pelea el diagnóstico al otro, entonces la cosa es quién se queda con el
mejor diagnóstico” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°2, Psicólogo).

Por último y en cuarto lugar, en ocasiones algunas instituciones desarrollarían


prácticas inadecuadas con el solo fin de obtener mayores recursos y subvenciones
para sus programas, además de ubicarse de manera muy desligada del medio social
que los rodea. De esta manera se gesta la tecnocracia y los tecnócratas,
planteándose que el actual rol del trabajador social estaría asociado a uno más
tecnocrático.

61
Todas estas condiciones enfrentan al trabajador social a una discrepancia entre
la formación que recibe y la realidad con que se encuentra al momento de insertarse
en su ejercicio profesional, pudiéndose introducir una tensión entre estos actores,
institución – profesional, relación que al conflictuarse se complejiza pues ambos se
requieren para su desempeño.

Respecto al espacio en donde se ubica al trabajador social en la práctica


profesional, se plantea que este residiría entre la política pública, las instituciones y
las familias, connotándose su ubicación como una posibilidad para construir
procesos de cambio social. Ese espacio se definiría como micropolítica
visualizándose al trabajador social con la capacidad de construir redes sociales entre
las personas y las instituciones y al mismo tiempo nuevas definiciones o
redefiniciones de los problemas sociales. Esto es visualizado como una oportunidad
relevante para este profesional, pues desde esta ubicación, podría impactar la
estructura social construyendo definiciones de situaciones como problemas sociales
y no como problemas individuales, como se connotan la gran mayoría de las veces.
Así el trabajador social se transforma en un constructor de realidades, visibilizando
nuevas problemáticas, cuestionando los roles de género y construyendo nuevas
perspectivas y problemáticas. Esta función potenciaría su rol.

“Me parece súper importante en esto que señalan del espacio


privilegiado que existe en el entre, entre la institución con su política
pública y la familia y ese espacio intermedio en que nos situamos y que
para mi en particular lo he tomado también con la idea de micro-política,
me parece que son justamente esos espacios de resistencia bastante
esperanzadores” (Grupo focal, 30/09/2010, Experta N°4, Psicóloga).

“(…) a mi me parece clave la idea de las prácticas contextualizadas y


también el privilegio posible desde esta idea del trabajador social como
constructor, como un investigador, como un arqueólogo, que también va
visibilizando muchas problemáticas, cuestionando los roles de género y
levantando nuevos edificios, nuevas construcciones y nuevas
problemáticas, lo encuentro súper clave” (Grupo focal, 30/09/2010,
Experta N°4, Psicóloga).

Se plantea que para que este profesional logre impactar la estructura social con
las definiciones que hace, requeriría de una estrategia y habilidad política que lo
62
acompañe en ese actuar, intentando generar consensos ante la definición o
construcción de problemas sociales, siendo visibilizada esa estrategia como una
construcción. Respecto a lo anterior se puede señalar que también pueden surgir
tensiones a propósito de las definiciones de problemas que realiza el trabajador
social respecto de la definición de problemas que construyen los marcos
institucionales. Estas definiciones podrían ser disímiles y por tanto se podría
tensionar la relación entre el marco institucional y el trabajador social.

“En el tema de la generación de consenso también tiene que haber una


habilidad política, creo yo, de los trabajadores sociales, yo discrepo
profundamente del trabajo social metido en una institución que no tiene
vínculos con la estructura porque entonces es un trabajo social funcional
y para eso mejor me sirve un técnico social que llene la ficha, caballero
vaya donde el médico para que le arregle las costillas, entonces creo
que tiene que haber una estrategia política que impacte la estructura, y
creo que eso es una construcción” (Grupo focal, 30/09/2010, Experta
N°3, Trabajadora Social).

Por otro lado se continúa reconociendo a este profesional asociado a un rol de


control social el cual sería difícil desconocer, cobrando relevancia el uso que este
hace de dicho rol.

“(…) porque nos guste o no nos guste, el trabajador social igual tiene un
rol de control social, igual tenemos un rol que podemos cuestionarlo o no
cuestionarlo, pero esta ahí, para eso nos formaron, lo que pasa es que
yo estoy porque es la forma de cómo ejercer ese rol lo diferente y yo
encuentro que el error está ahí, por lo tanto cuando tú preguntas, ¿es
aplicable esto?, sí, de todas maneras, pero tiene restricciones en la
profesión”. (Grupo focal, 30/09/2010, Experta N°3, Trabajadora Social).

En relación a la ética que rige para los trabajadores sociales, existirían varios
elementos a considerar. Se reconoce la existencia de dos tipos de ética, la universal
y la local. Se espera que el profesional en primera instancia logre explicitar desde
cual ética trabajará y pareciera que esta definición tendría alta relación con el tipo de
caso que lo toca abordar. Se plantea que cuando el trabajador social trabaja desde
la ética universal, este puede hacer uso y abuso de su poder, sin ser cuestionado
por ninguna instancia. Cuando se desenvuelve desde una ética local, debería
responsabilizarse por sus intervenciones y hacerse cargo del impacto que estas

63
tienen en una familia, es decir, se hace cargo de lo que dice y hace asumiendo los
riesgos implicados. Se considera además la ética local ligada a los contextos que
presentan cada caso.

A modo de ejemplo en los casos de abuso sexual, se puede señalar que el


trabajador social, está llamado a asegurar la protección primero que nada respecto
del niño o niña vulnerado en sus derechos, alentando la denuncia de las situaciones
de abuso, cualquiera sea su expresión. Se reconoce que denunciar una situación de
abuso sexual en un niño o niña en muchas ocasiones se transforma en una
retraumatización ante la exposición que este sufre al tener que contar muchas veces
su experiencia. En este tipo de problemáticas se podrían visualizar diferentes
escenarios. Por ejemplo, cuando se está frente al abuso de un niño o niña pequeño,
generalmente se opera desde la ética universal denunciando el caso o
judicializándolo, sobre todo cuando se está ante riesgo vital. En casos de mujeres
mayores violentadas, se puede discernir si se opera desde la ética local o la
universal, siendo relevante esta definición pues muchas veces las mismas familias
ante la presión del trabajador social por denunciar, mienten y desertan, sin ni
siquiera poder abordar la protección de la mujer. Esto sería relevante de observar
pues con una mujer mayor existirían otros elementos importantes de abordar y no
tan solo la denuncia del caso. Se plantea con bastante claridad que cuando se opera
desde una ética local, donde los propios involucrados deciden el curso de la
situación, el profesional debe responsabilizarse por la intervención que promueve y
hacerse cargo de esta.

Respecto a la relación profesional que establece el trabajador social con los


sistemas familiares que atiende, se puede señalar que, al igual que otros
profesionales, estaría connotado como experto. Esta condición no tan solo afecta a
este profesional, sino también a psicólogos, psiquiatras y terapeutas familiares, entre
otros.

64
Se plantea que el profesional tendría presente en esta relación, su formación
profesional, específicamente su formación epistemológica y metodológica, la cual
determinaría finalmente el diseño de sus diagnósticos e intervenciones. También el
profesional instala su yo relacional.

En cuanto al aporte que hacen las premisas construccionistas a la relación que


puede establecer el trabajador social con los sistemas consultantes (voluntariedad u
obligatoriedad), se señala que estas permiten generar relaciones más horizontales
con las personas, lo que Tom Anderson denomina la heterarquía, reconociendo y
rescatando la epistemología y el saber del otro, generándose así un conocimiento
nuevo. También permiten conocer al otro de manera real pues se accede a la
construcción de mundo y significados que la persona realiza.

“Valoro mucho desde el construccionismo social la propuesta que hace


Gergen en construir la realidad en el texto de él, porque él habla de la
comunicación coordinada – colaborativa y me ha sonado con mucho
eco, como esto que él propone, porque la comunicación y la heterarquía
que tú hacías referencia ahora de Anderson, se convierte en esencia”
(Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°6, Psicólogo).

El profesional se instala como un curioso ante esta construcción, participando en


este espacio sin un conocimiento previo del sistema, persona o familia.

“Me parece además particularmente importante la orientación


colaborativa, porque viene justamente a cuestionar una posición del
trabajo social y también desde otras disciplinas de las áreas sociales,
puestas desde una epistemología más positivista previa cierto, del rol de
experto y que permite establecer relaciones más igualitarias, donde se
produce por ejemplo como dice Andersen, no Harlene Anderson,
relaciones donde en vez de jerarquías, se establecen heterarquías,
relaciones más horizontales, en ese sentido donde el otro también y ahí
cierto como dice Andersen, se vuelven expertos en su propia vida”
(Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°4, Psicóloga).

“La actitud de curiosidad en términos de ver y entender al otro como


alguien que se te va mostrando de a poco y no tienes un conocimiento a
priori y que no quede solamente en la teoría y la ignorancia terapéutica
entendida como se entiende correctamente, muchas veces no es un no

65
saber en función a que el otro tiene sus propios conocimientos del
mundo” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°4, Psicóloga).

Desde la perspectiva construccionista se releva la importancia de la relación que


establece el profesional con la persona - familia para la obtención de logros y los
relatos y narrativas que estos traen. Sería en esta relación íntima, el espacio donde
se gesta el margen de libertad para que el profesional despliegue su postura
epistemológica y pueda ayudar a construir nuevas narrativas. Esto es lo que Gergen
denomina el suplemento.

Para desarrollar una relación desde esta postura, el profesional debe concebirla
como un proceso de influencia mutua, que demanda una postura de
desprejuiciamiento del otro, construyéndose una nueva visión del sujeto que emerge
en la relación.

En el campo de la intervención con familias que desarrolla el trabajador social,


se puede observar que existirían algunas expectativas en el imaginario colectivo. Por
un lado, existiría una demanda sobre los psicólogos en que centren sus
intervenciones en aquellos aspectos patológicos de las familias, es decir, habría una
demanda y un sistema que trabaja centrado en los “problemas de las familias” por
tanto el profesional se vería demandado en focalizar sus intervenciones en dichos
aspectos y no así en sus recursos.

Por otro lado existen algunas expectativas vinculadas a la formación del


trabajador social y al rol. Se plantea que cuando el trabajador social se enfrenta a un
caso social concreto, contaría con un abanico amplio de marcos teóricos desde
donde poder desarrollar la intervención y de acuerdo a las características del caso y
su problemática, utilizaría uno o más marcos teóricos. Por ende no se visualiza en la
intervención que el profesional pueda o deba utilizar sólo una perspectiva teórica,
sino mas bien esta elección dependerá de las características del caso y del modelo
que le permita resolver de mejor manera la situación problema. Se plantea que el
profesional que sólo utilice la perspectiva construccionista y deje fuera otras

66
perspectivas, disminuirá las posibilidades para su intervención. Por ejemplo, ante las
diversas situaciones de crisis que enfrenta este profesional, debería operar desde el
modelo de intervención en situaciones de crisis, puesto que ese modelo y no otro, le
permite un mejor abordaje. Evidentemente esto también está supeditado por las
definiciones que hacen los marcos institucionales. Por otro lado estaría su rol
asignado de control social del cual no se podría desprender tan fácilmente. En
muchas ocasiones, este rol sería prioritario por sobre otros. Por último y en una
mirada mas macrosocial, el trabajador social se asocia con el ejercicio de la terapia
social, siendo visto como un activador y articulador de diferentes sistemas, un
constructor de redes sociales trabajando en pos de empoderar a las personas.

“Si yo llego a una casa y encuentro a un niño que está con pulmonía,
que está abusado sexualmente, no puedo aplicar el construccionismo, lo
siento, la sociedad me dio otro rol, lo que yo tengo que hacer ahí es
sacar a ese niño y resolver los temas y después trabajaré con la familia
una perspectiva más construccionista, mas de largo plazo, para
deconstruir los significados que llevaron a esa familia a llegar a esa
situación” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°3, Trabajadora Social).

En relación a la intervención que podría desarrollar el trabajador social desde


una perspectiva construccionista, se plantea que implica una participación horizontal
y un proceso de influencia mutua, dando paso a un proceso interactivo de igual a
igual entre profesional y familia. Esta postura demanda que el profesional logre
soltar la certeza de su saber, es decir, reconocer su ignorancia proponiéndose el
concepto de posición desprejuiciada como uno que reflejaría de manera más
fidedigna el concepto de ignorancia terapéutica.

“Desde el punto de vista del concepto de ignorancia terapéutica que


aparece ahí, que tampoco me parece que es el más adecuado, porque lo
que da cuenta del fenómeno mismo es la posición desprejuiciada, en el
fondo eso está en la certeza, la capacidad de soltar la certeza y por lo
tanto cortar la posición de poder del experto, y eso es un tema
epistemológico, eso es un tema en el que hay menos desarrollo,
información hoy día en ciencia social práctica como en las profesiones
nuestras, la de psicólogo y asistente social y yo creo que es una parte
débil de la formación” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°2, Psicólogo).

67
El profesional pasa de ser el experto a posicionarse desde la ignorancia
terapéutica o posición desprejuiciada, donde con una actitud de modestia y
humildad, centrará el foco en la escucha del otro, pues desde la postura
construccionista, a diferencia de las posturas más tradicionales, se releva la opinión
del sujeto, lo que el otro opine de sí mismo, ya que este sabría de mejor manera lo
que necesita. Desde esta postura se puede aprender del otro y mirar al otro. Si el
profesional no suelta la certeza y tampoco cuenta con una manera de enfrentarse a
la práctica sin su saber, tenderá a aferrarse a los modelos que le ofrece el marco
institucional y termina rigidizándose. Su capacidad de flexibilizarse se logra en tanto
suelte la certeza.

Este tipo de intervenciones son posibles en tanto exista una disposición a un


trabajo colaborativo, a un trabajo de co-construcción con la familia o el sujeto,
relacionado con lo que Gergen plantea como comunicación coordinada-colaborativa.
Se plantea que lo colaborativo debe implementarse en la manera en que las
personas articulan sus prácticas. No necesariamente tienen que ser
construccionistas en su concepción epistemológica, es decir, lo que se requiere es
tener una actitud de trabajo colaborativa. Para ello el profesional tiene a su haber el
recurso del diálogo y la conversación reflexiva como herramienta útil para el rescate
del saber del otro. A partir del dialogo se construyen respuestas nuevas de
funcionamiento. También demanda por parte del profesional la relevancia del saber
preguntar como una manera de intervención, es decir, gestar la posibilidad de una
manera de conversar con el otro fenomenológicamente, la cual requiere una manera
particular de dialogar. Al introducir preguntas se generan dudas y estas a su vez,
permiten que surjan elementos nuevos, nuevas narrativas. Concebir el conversar
desde una postura fenomenológica sería un campo específico de trabajo social
familiar y/o de terapia familiar que demandaría una formación específica.

“Mira que metafóricamente es bonito el concepto colaborativo, porque yo


trabajo con el paciente entre comillas, con la persona consultante junto
con ellos en una posición horizontal, nosotros trabajamos en co-construir
la mirada que dice ‘sabes me pasa a mi esto o no me pasa a mi esto’ y

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hacer uso sobretodo de las narraciones, el diálogo, la relevancia que
tienen las conversaciones reflexivas. Ahí está lo que es la participación
horizontal y por supuesto el proceso de influencia mutua entre
consultante e investigador que en el fondo es todo el tema de la
interacción” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°2, Psicólogo).

En relación a los aspectos epistemológicos del construccionismo social, se


plantea que esta perspectiva es visualizada como una metaperspectiva, siendo esta
orientadora para el ejercicio profesional, la cual criticaría los fundamentos del trabajo
social como también los de la psicología. Por ejemplo la influencia mutua como
premisa del enfoque colaborativo cuestionaría algunos de los principios del trabajo
social, como el principio de la expresión emocional controlada de sentimientos, el
cual implica que el profesional no muestra su sentir en su fuero interno, tomando
distancia de la persona y asumiendo un rol de neutralidad, situación que no es
posible desde una epistemología construccionista. Por ello se plantea que
plantearse como construccionista seria un acto de valentía, pues de alguna manera
dicha postura cuestiona los fundamentos en los cuales el trabajo social se basa.
Desenvolverse desde la perspectiva construccionista sería trabajar desde una
perspectiva fenomenológica social, pues al construccionismo social no le interesan
los fundamentos pues estos aluden a las causas y centrarse en ellos significa de
alguna manera cerrar la posibilidad al saber que emerge en el diálogo. El
construccionismo social centra su interés en conocer el fenómeno y no en
fundamentarlo, relevándose el qué y el cómo de este.

“(…) por lo tanto o soy fundamentista o soy fenomenológico desde el


punto de vista del conocimiento, me centro en el fenómeno y si me
centro en el fenómeno no tengo que buscar fundamentos, ni estructuras,
si no que solamente observar el fenómeno. Yo creo que el
construccionismo social es fenomenológico, por lo tanto está en el
fenómeno, no está en el fundamento, no necesita el fundamento, si no
describir el fenómeno y en la descripción del fenómeno buscar la manera
de que los observadores consensúen una manera de observar ese
fenómeno que sea coherente” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°2,
Psicólogo).

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El construccionismo social busca una manera consensuada de observar los
fenómenos entre investigador y sistema, persona, familia, co-construyendo una
interpretación consensuada entre las partes.

“Podemos tener una interpretación consensuada que nos permita


movernos en este mundo con un esquema de distinción en el cual
podamos hacer una acción conjunta, como dice Gergen o como dice
Shotter, que tiene que ver fundamentalmente con eso del self, el self
conocimiento de que habla él, que es el conocimiento interior, o sea que
te dice a ti, que me dice a mi, a ver si entre ambos podemos construir
una mirada compartida respecto a la forma en que vamos a actuar frente
a estas situaciones” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°2, Psicólogo).

Esta postura requiere por parte del profesional el reconocimiento de los


múltiples discursos existentes al ser parte de una cultura. Para ello el profesional,
como se señalaba anteriormente, debe soltar la certeza de su saber. Si este no
suelta la certeza de su saber operará desde una lógica dictaminada por el marco
institucional y/o desde una lógica positivista.

“Creo que tiene que ver con soltar la certeza; si uno suelta la certeza
puede hacer ese ejercicio. Decir mira yo no se, no tengo fundamentos
para esto que estoy viendo, me voy a centrar en el fenómeno y la
descripción del fenómeno y voy a co-construir contigo la interpretación
del fenómeno y la descripción del fenómeno, y mientras tanto, en tanto
cuanto esa descripción sea coherente, por lo tanto podamos tener una
interpretación consensuada que nos permita movernos en este mundo
con un esquema de distinción en el cual podamos hacer una acción
conjunta, como dice Shotter” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°2,
Psicólogo).

También se plantea en relación a los aspectos epistemológicos del


construccionismo social, que conjuntamente con esta perspectiva, es posible
también la aplicación de otras teorías, como lo son el paradigma sistémico, el
interaccionismo simbólico, la hermenéutica, perspectiva ecológica, etc., es decir,
desde el construccionismo social se permite la coexistencia de múltiples posturas en
tanto exista coherencia epistemológica y metodológica. Se plantea que esta
perspectiva pretende ser visualizada como una más dentro de la amplia gama con la

70
que cuenta el trabajador social, la cual puede compatibilizarse con otras
perspectivas teóricas dependiendo del caso a trabajar.

“Para trabajar con familias una perspectiva interaccionista, una


perspectiva sistémica, una perspectiva construccionista son clave, son
todas teorías que son claves, son todas las teorías que uno pueda
agrupar dentro de esos parámetros. O sea un construccionista puro que
no considere una visión sistémica para mi gusto pierde la mitad o un
cuarto de las posibilidades en la intervención” (Grupo focal, 30/09/2010,
Experto N°3, Trabajadora social).

“Como un mazo de naipes que uno tiene y yo uso mis cartas cuando
más me conviene en una situación determinada, no puedo morirme
siendo construccionista porque hay algunas instancias de la intervención
que no me sirve, tengo que ser y tampoco me puedo morir siendo
sistémico, porque hay familias que a lo mejor con esa lógica no” (Grupo
focal, 30/09/2010, Experto N°3, Trabajadora social).

Se destaca como un aporte el concepto de Gergen de núcleo de inteligibilidad


epistemológica, que alude a la coherencia teórica que debe existir entre la
metaperspectiva, la teoría y la metodología al momento de abordar la practica
profesional.

“A mi me gustó mucho Gergen cuando decía que nosotros éramos


lineales, el núcleo de inteligibilidad epistemológica diciendo que la meta
teoría tiene que corresponderse con la teoría con la meta teoría y la
metodología con la teoría, si no hacemos cualquier cosa y eso es lo que
nos pasa fundamentalmente en el campo de la practica social, entonces
hacemos barbaridades” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°2,
Psicólogo).

En cuanto a las limitaciones de la perspectiva construccionista para el trabajo


social familiar, se puede observar como un primer elemento los marcos
institucionales, quienes sostienen económicamente el quehacer del trabajador social
esperando que este profesional ejerza un rol tradicional, altamente influido por el
ejercicio del control social. Esto se observa en la praxis al ver que cuando un
profesional no se desempeña desde dicho rol, es tildado de “raro”. Se plantea que al

71
parecer sería más facilitador tanto para la institución como para el profesional, tener
una concepción predefinida del sujeto.

“Por otro lado los límites institucionales, mi tarea es hacer algo y a mi me


controlan, me pagan por hacerlo según estándares y eso es inaceptable,
no podemos enseñar que las cosas se hacen de determinada manera y
que se abra el estudiante, sin dejar de conocer las restricciones
institucionales” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°5, Psiquiatra).

El segundo elemento dice relación con la figura de los profesionales, en donde


se puede observar que se ubicarían más cómodamente en posturas modernas que
postmodernas, es decir, trabajando desde una lógica positivista que fenomenológica,
por tanto valorizan el diagnóstico de clasificación, el rol de experto, el rol asociado a
un poder y este además sería esperado por todos los actores sociales. Es decir los
profesionales podrían utilizar diferentes metodologías, pero igualmente seguirían
usando una epistemología positivista.

(…) entonces desde la misma formación como que hay ciertos límites
enmarcados en la modernidad. Quienes hacemos parte de una
institución como la católica en este caso yo como sacerdote, está
totalmente enmarcada en la modernidad y que difícil poder hacer
escuchar la sordera de la modernidad, eso siempre como que me ha
cuestionado muchísimo” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°6,
Psicólogo).

Se plantea que serían los mismos profesionales quienes se limitarían antes el


uso de una postura construccionista, además de existir un desconocimiento
relevante de parte del mundo profesional de dicha perspectiva. También se plantea
que los profesionales no tendrían entrenamiento en soltar la certeza de su saber, es
decir están formados en trabajar desde el saber y desconocen cómo abordar una
realidad sin esos insumos. El tercer elemento dice relación con que se visualiza que
el construccionismo social podría aplicarse a una gama amplia de intervenciones en
trabajo social familiar, pero no a todas, puesto que en algunas ocasiones el
trabajador social debería posicionarse desde su condición de control social y luego
podrá abordar el trabajo de deconstrucción de significados con la familia.

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“Interpretan psicopatológicamente el mundo, o sea no pueden renunciar
al DSMIV” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°7, Psicólogo).

Respecto a la novedad o al aporte del construccionismo social al trabajo social


con familias, además de lo ya enunciado para la relación profesional e intervención,
se concibe que las premisas construccionistas tendrian un gran sentido para este
campo y una gran utilidad. Se visualiza como un desafío que el profesional logre
crear condiciones nuevas para la relación con la familia o el sujeto de atención y las
posturas construccionistas construyen un rol diferente tanto del profesional como del
sujeto. Por un lado el profesional es rescatado del dispositivo de poder en el cual
reside y al dejar el rol de experto, tendría otras posibilidades más creativas de
intervención. Por otro lado la familia o sujeto se aborda sin concepciones
predefinidas, por tanto es posible mirar realmente a la persona que se tiene en
frente, otorgándole mayor relevancia a las familias y sus narrativas, más que las
posturas tradicionales.

“Lo que me aporta la postmodernidad, el post estructuralismo, la posición


del construccionismo social, es que si me pongo en serio en esta actitud
de ignorancia terapéutica, posición colaborativa, en estas como premisas
o planteamientos, me tengo que salir de una manera de entender el rol y
puedo entrar en una cierta esfera que tiene que ver con el mundo de la
vida a lo mejor, fenomenológicamente, con una cierta articulación del
mundo de la vida” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°7, Psicólogo).

Otro elemento contribuyente para el trabajo social, es que las posturas


cosntruccionistas pueden coexistir con otras perspectivas teóricas en tanto exista lo
que Gergen denomina el núcleo de inteligibilidad epistemológica, es decir,
coherencia teórica.

Se postula que el construccionismo más que ser una teoría sería una postura de
trabajo, que demanda una actitud flexible ante la vida y dicha flexibilidad no implica
falta de rigurosidad, límites o desechar las certezas, sino flexibilizarlas, flexibilizarse
ante los fundamentos. La flexibilidad en esta perspectiva se relaciona con la
capacidad del profesional de escuchar los múltiples discursos y voces existentes.
73
Ahora, se cuestiona si es posible que el trabajador social, dado sus roles asignados,
pueda desarrollar su praxis con mayor relativismo y flexibilidad.

También se plantea que existiría la posibilidad de entrenar a los profesionales


en una manera construccionista de abordar a las familias, esto implica, entrenarlos
en soltar la certeza, entre otras habilidades.

“Los proyectos eran hasta del tipo lógico, pero estaban articulados por
prácticas y conversaciones colaborativas para que anduviera un sistema
que tenía lagunas de todo tipo y colaboramos con un montón de cosas,
pero el desde adonde tenía que ver con este tipo de cosas, porque eran
sistémicos y eran como familiares, podían no estar ni ahí con el
construcionismo los que iban a trabajar ahí, pero desde esta
conversación se articulaba” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°7,
Psicólogo).

Se visualiza que el construccionismo social se puede instalar a propósito de un


esfuerzo colectivo, cultural, de equipos y no individual, siendo posible en tanto se
cuente con un equipo reflexivo y estos espacios pueden ser los de supervisión, que
además son visualizados como espacios de protección.

“La veo como una empresa en común, no la veo solo como una empresa
individual, porque es Tarzán contra el mundo, Tarzán es post
estructuralista y se lo van a comer igual, sino que tienen que ser grupos,
equipos, una cultura” (Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°7, Psicólogo).

“(…) la formación la veo ahí, siendo bien concretos, tendría que ser parte
de un proyecto en el cual yo pueda volver a revisarme y a reflexionar, o
si no voy a seguir actuando rígido si no soy parte de un grupo reflexivo,
si no tengo espacio donde pueda verme sin peligro para modificarme”
(Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°7, Psicólogo).

Por último, se visualiza que la orientación colaborativa no tan solo puede


aplicarse en el trabajo con las familias, sino también, en la relación que establecen
las duplas psicosociales y los equipos multidisciplinarios.

“(…) me ha tocado en el trabajo con duplas psicosociales encontrarme


con justamente una democratización exagerada a veces del rol del
74
trabajador social y me parece que poner la metateoría y la epistemología
ahí en juego es algo relevante, creo que cuando eso está justamente se
establecen formas de trabajo diferentes. En ese sentido veo un aporte a
nivel de la práctica, a nivel del trabajo interdisciplinario y de dupla”
(Grupo focal, 30/09/2010, Experto N°4, Psicóloga).

75
CAPÍTULO 5. DISCUSIÓN

A continuación se presentarán algunas ideas que permiten discutir y reflexionar


respecto del tema de interés de esta investigación, que es el aporte del
construccionismo social al trabajo social familiar, a la luz de los resultados obtenidos.

La primera idea que recobra relevancia desde la opinión de los expertos dice
relación con la categoría central: los aspectos epistemológicos. Estos, son
visualizados como el eje articulador tanto de la formación de pre grado como del
ejercicio profesional. Dependerá de los aspectos epistemológicos que se incluyen en
las escuelas de trabajo social, la formación y el ejercicio profesional que desarrolle el
futuro profesional. Desde su formación epistemológica el profesional construirá sus
diagnósticos e intervenciones, por tanto este componente se constituye en uno de
suma relevancia para la pregunta de investigación. En este sentido lo dicho por los
expertos es concordante con lo que ocurre en la realidad del ejercicio profesional,
difícilmente se pueden encontrar trabajadores sociales construccionistas, pues la
gran mayoría no ha sido formado en este pensamiento a excepción de algunas
escuelas que están incluyéndolo. Por otro lado, las prácticas construccionistas se
observan de manera aislada en algunos equipos, aún un número relevante de
profesionales tanto trabajadores sociales como psicólogos, desconocen esta
perspectiva.

La segunda idea que también se relaciona con lo anterior, es observar el


proceso en perspectiva de ruta que atraviesa el estudiante y que lo convierte en
profesional inserto en el ejercicio profesional. Por un lado la formación que recibe el
trabajador social es diversa, generalista, donde se busca formar profesionales
integrales que cuenten con un abanico amplio de marcos teóricos. El paradigma
sistémico está hoy instalado en la gran mayoría de las escuelas de trabajo social.
Sin embargo cuando el profesional se encuentra con el ejercicio profesional en el
campo de la intervención con familias, ocurre en muchas ocasiones un quiebre entre
la formación que recibe y lo que la institución demanda. El estudiante formado en el
76
paradigma sistémico, se encuentra con una praxis fragmentada, sectorizada y una
familia abordada individualmente. Esta realidad hace pensar que desde los espacios
de formación (eje formación) el trabajo social ha logrado incorporar nuevos
paradigmas como lo es el sistémico e incipientemente algunos espacios están
incorporando el construccionismo social, sin embargo desde los espacios del
ejercicio profesional (eje ejercicio profesional) el trabajo social aún no logra
evolucionar acorde a su actual formación. Esta situación evidencia un desfase en el
núcleo de inteligibilidad epistemológico que alude Gergen (1996). El autor entiende
por este núcleo a:

Una teoría de la vida mental al igual que una teoría de la ciencia o una
teoría del método, idealmente, forma un conjunto de proposiciones
interrelacionadas que dotan a una comunidad de interlocutores con un
sentido de la descripción y/o de la explicación en el seno del ámbito
dado (p. 24,25).

De acuerdo a esto, existiría este desfase aún entre la metateoría, la teoría y la


metodología. Por otro lado Gergen (1996, citado en Aristegui, 2006) también señala
que para que un nuevo paradigma se construya, la ciencia debe evolucionar desde
la ciencia normal, hacia la ciencia crítica para llegar finalmente a una
transformacional. El trabajo social desde la academia se encuentra aún en la ciencia
normal y se comienzan a perfilar algunos nódulos críticos que pudiesen constituir
una apertura hacia la ciencia transformacional, es decir, hacia la incorporación de
nuevos paradigmas posmodernos en el campo del trabajo con familias. Estos
nódulos críticos, pudieran constituir la crisis del pensamiento moderno y del trabajo
social positivista, el cual permita hacer evolucionar a esta disciplina al menos en este
campo, hacia un pensamiento fenomenológico social y hermenéutico.

Vinculado con lo anterior y de acuerdo a la opinión de los expertos, se hace


necesario instalar y ampliar la formación de los trabajadores sociales en la
perspectiva construccionista, por tanto recaería en los espacios formativos de pre y
post grado, el desafío de mostrar y formar a los estudiantes en paradigmas más
fenomenológico social y hermenéutico. Sin embargo si este desafío solo se aborda

77
desde los espacios formativos, la ruta de igual manera queda truncada. También
recae en los marcos institucionales desarrollar cambios en la manera de pensar y
desarrollar la intervención con familias. A modo de ejemplo los programas de
violencia intrafamiliar que emanan del Sernam continúan trabajando de manera
individual con la mujer, siendo que hoy es insostenible plantear que este problema
no es relacional. Por tanto que los profesionales logren dar un cambio cualitativo en
su desempeño no tan solo es posible al introducir cambios en los espacios de
formación, sino también se requiere introducir cambios en las distinciones y
normativas que emanan desde los marcos institucionales pues son estos finalmente
quienes construyen las bajadas e implementación de las políticas públicas y son
quienes solicitan un cierto actuar al trabajador social. Indudablemente que este
cambio también implica a las políticas públicas, requiriendo cambios a nivel de sus
concepciones y formulaciones, por ejemplo la concepción y abordaje de la familia
como sistema.

También y vinculado a estos cambios, se requiere que los trabajadores sociales


como gremio, se involucren y también propongan nuevas formas para desarrollar su
ejercicio profesional.

La tercera idea dice relación con la posibilidad que el construccionismo social


coexista con otros marcos teóricos, como el modelo sistémico, ecológico,
interaccionismo simbólico, hermenéutica, etc. Esto es de gran relevancia para los
trabajadores sociales quienes al parecer no se encasillan en un solo modelo teórico,
si bien hay predominancias, no habría “el” dogma único que guíe el ejercicio
profesional en el área de la familia. Para los profesionales insertos en este nivel de
intervención el criterio “depende del caso” recobra relevancia para discernir el
modelo de intervención o el marco teórico a utilizar. Por tanto la instalación del
construccionismo social como una perspectiva más dentro del gran abanico con que
cuenta el trabajador social sería posible y aceptado. Sin embargo, pensar y sostener
que el construccionismo social pueda acoplarse a los planteamientos históricos del
trabajo social sin demandarle a este campo disciplinar una revisión o al menos una

78
mirada crítica de sus fundamentos, sería una tremenda ingenuidad. De hecho
existen varias ideas construccionistas que constituyen una crítica a estos
fundamentos, por ejemplo la expresión emocional controlada de sentimientos, la
concepción de neutralidad del profesional, la búsqueda de la objetividad, la posición
del profesional al trabajar con las familias de manera independiente al sistema
familiar, etc. En este sentido, el trabajo social adhiere mayoritariamente a una
perspectiva positivista de cibernética de primer orden que de segundo orden. Por
tanto adherir a estas premisas no es tan solo acoplar una perspectiva teórica más
dentro de la gran gama con que cuenta el trabajador social, sino su adherencia
implica una revisión de la concepción que existe hoy día de la relación que se
establece con la familia y de la posición y actitud que asume el profesional. Es por
ello que se plantea que asumir una perspectiva construccionista sería un acto de
valentía pues implica un desafío a la profesión de al menos revisar sus
planteamientos originales fundados principalmente en la filosofía positivista.

Para que dichas ideas puedan encontrar asidero en la práctica profesional de


los trabajadores sociales, se requiere de un convencimiento tanto de los espacios
formativos, de los marcos institucionales y de los profesionales, respecto de la
necesidad de revisar la práctica del trabajador social con el fin de buscar otras más
útiles para la intervención en este campo. Como ya se ha planteado, la práctica del
trabajador social hoy día se encuentra más cercana a la de un tecnócrata que a un
profesional interesado en mirar al sistema familiar y su epistemología. El desafío
esta puesto en poder movilizar al trabajador social desde su tecnocracia hacia
posturas más éticas y respetuosas de los sistemas familiares.

En este sentido, el contexto de la posmodernidad fortalece y favorece la idea


que la disciplina del trabajo social revise sus planteamientos y postura. Hoy, la
diversidad de familias, las diferentes maneras de ejercer los roles, la insipiente
igualdad de géneros, la mayor incorporación de la mujer al trabajo, las parejas
homosexuales, la adopción de parejas homosexuales y diversas condiciones
emergentes, demandan que el trabajo social se abra ante la pluralidad de estilos de

79
vida familiar y pueda ser una disciplina que acompaña a las familias en esta
diversidad y no tan solo sea un representante del control social que realizan ciertos
grupos sobre otros segmentos de la sociedad.

Respecto a las premisas presentadas, se destaca que todas ellas son


connotadas como un aporte para el trabajo social familiar. Específicamente, estas
van a influenciar directamente la práctica profesional y especialmente la relación
profesional y la intervención del trabajador social en el área de la familia.

Se visualiza que la orientación colaborativa no tan solo puede ser aplicada al


espacio entre el profesional y la familia, sino también en el trabajo multidisciplinario y
en el trabajo de las duplas psicosociales. En ese sentido sería un aporte a dicho
trabajo las ideas construccionistas. Respecto a la ignorancia terapéutica, se plantea
el concepto de posición desprejuiciada por parte del profesional, quien accede al
otro sin preconcepciones o predefiniciones, reconociendo en el otro su propio saber.
En este punto se encuentra el dilema del cambio en el mundo profesional, pues los
profesionales en una inmensa mayoría, no están dispuestos a realizar ese
movimiento en tanto cambia el eje de relaciones de jerarquía a relaciones de
heterarquía. Esto implica que el profesional suelte la certeza de su saber, no lo
desconoce, pero reconoce el saber que el otro tiene. Ante esto los profesionales no
tan solo no desean hacer este giro, sino que desconocen como hacerlo o
desconocen como trabajar con una familia sin hacer prevalecer los insumos teóricos
que le han dado poder, status, por sobre el saber de los propios involucrados.
Claramente la colectividad profesional requeriría formación especializada para
desarrollar estas prácticas y poder posicionarse desde la ignorancia terapéutica.
Quizás acá emerge una necesidad específica de formación tanta para el trabajo
social familiar a nivel de post grado y para el campo de la terapia familiar.

Respecto a la búsqueda de la flexibilidad ante el énfasis en los fundamentos, se


plantea que desde esta premisa se invita a desechar los fundamentos entendiendo
por ello “ese punto de vista único y singular que predomina sobre los demás”

80
(Gergen y Warhus, 2003, s.n.). El terapeuta se nutre de la inteligibilidad terapéutica,
es decir, la utilización de todos aquellos elementos que sean útiles para la resolución
del problema. Esto aplicado a la práctica del trabajo social familiar y desde la opinión
de los expertos, pudiese ser más fluida su adherencia pues los trabajadores sociales
son en general eclécticos al momento de pensar una intervención, es decir, si hay un
modelo diferente que le proporcione mejores posibilidades al cambio, el profesional
optara por este y si debe tomar diferentes elementos de varios modelos, también
podrá hacerlo. Al parecer este profesional en ese sentido se puede movilizar con
mayor soltura que otras disciplinas. Quizás el único discurso que los trabajadores
sociales no pueden desechar aún es el del control social. Este como fundamento, en
muchas ocasiones es visto como “ese punto de vista único y singular que predomina
sobre los demás” (Gergen y Warhus, 2003, s.n.). En ese sentido se refuerza la idea
que estos cambios de funcionamiento que implica la práctica construccionista, no tan
solo son posibles desde los espacios formativos, sino también desde los espacios
institucionales, donde se le permita efectivamente al trabajador social desprenderse
del rol del control social, el cual en muchas ocasiones adquiere un status diferente o
superior a los demás.

Respecto a la idea de construcción ante el esencialismo, cobra gran relevancia


esta premisa para el campo del trabajo social familiar, dado que este profesional
aborda una enormidad de estilos familiares provenientes de diferentes culturas y
subculturas. Por tanto que el trabajador social logre reconocer y respetar la
construcción de significados que hacen las personas desde sus espacios culturales
y desde allí desarrollar sus estrategias de intervención en un trabajo de co-
construcción con la familia, sería de suma importancia para la práctica profesional.
En este sentido esta premisa se releva por la concepción del construccionismo como
fenomenológico. El hecho de centrarse en describir el fenómeno y no ir en la
búsqueda de sus causas, con el fin de co-construir con la familia una interpretación
de lo que les ocurre de manera consensuada, desde la construcción de significados
que estos hacen, sería de gran aporte a la práctica del trabajo social familiar.
Probablemente desde esta postura fenomenológica, los trabajadores sociales

81
lograrían mayor adherencia a sus intervenciones, puesto que se trabaja desde una
perspectiva de co-construcción y no desde la perspectiva de imponer a la familia la
construcción de significados y de verdad que realiza el profesional y el marco
institucional. Probablemente este enfoque pudiese generar mayores éxitos en las
intervenciones.

También esta premisa ayuda a entender las situaciones ligadas siempre a un


contexto, premisa ligada a los aportes de Mary Richmond en 1917 “persona en
situación”. También la premisa invita a no enjuiciar la construcción de realidades que
hacen las personas, sino a entenderlas en sus contextos. En este punto el trabajo
social familiar debe hacer un avance desde su praxis, en no sentirse dueño de la
verdad y no decirle a los otros el modo como estos deben vivir.

La cuarta premisa alude a relevar los valores y a desconocer al profesional


como un ser neutral. En este sentido el trabajo social debe reconocer que la premisa
de neutralidad para el trabajo con familias es imposible. Desde el construccionismo
social el profesional se instala como persona completa, con su mundo de
significados, su postura ideológica, valórica, religiosa, política, determinado por su
herencia social, este construirá una aproximación al sistema familiar. El enfoque
colaborativo desde la perspectiva construccionista y la concepción de influencia
mutua cuestiona la condición de neutralidad, desde esta perspectiva, el trabajador
social no puede ubicarse de manera independiente de la realidad que la familia le
está mostrando, por tanto sería de gran utilidad que el trabajo social logre
evolucionar hacia perspectivas que conciben la participación del profesional desde la
perspectiva de co-construcción, de influencia mutua.

Por último en relación a los contenidos éticos, los expertos se ubican en


discrepancia respecto a estos contenidos. Algunos concuerdan con lo planteado por
Anderson (2001) en términos de la existencia de dos éticas: la universal y la local.
Por tanto el profesional pudiese llegar a discernir en que momentos utilizar una u
otra. Sin embargo, otros expertos plantean que para el trabajador social ubicado en

82
un rol de control social y ante situaciones graves como lo son situaciones de abuso
sexual, el profesional no podría aplicar una ética local, sino debería operar desde
una ética universal dado el contexto de control social en que se encuentra.

Sin embargo, los expertos visualizan que cuando un profesional interviene


desde la ética local en la perspectiva de lo propuesto por Anderson (2001), implica
que este se responsabiliza por su actuar, situación que muchas veces no ocurre en
la aplicación de la ética universal, en donde se observa abuso de poder por parte de
los profesionales sin ser esto cuestionado por alguna instancia.

Por último se plantea que de acuerdo a lo señalado por los expertos, sería
relevante profundizar más en la dimensión metodológica del construccionismo
social, entendiendo por esto, su práctica. Cuando los expertos plantean que un
trabajador social se encuentra ante una situación de vulnerabilidad de un niño y
plantean que en esos casos no es posible aplicar el construccionismo social dado
que el rol de control social imperará sobre los otros, la pregunta que emerge es ¿no
es aplicable el construccionismo social en esos casos? o ¿los profesionales
desconocen el modo de operar en un contexto de control social desde el
construccionismo social?, es decir, ¿el construccionismo no es útil en esos casos? o
¿el profesional no sabe como ser construccionista en esas circunstancias?.

Ligado a lo anterior se plantea que una de las limitaciones de esta investigación


se relaciona con el hecho que el material recopilado, la opinión de los expertos,
constituye un discurso que proviene de la academia. La totalidad de los expertos se
ubican en la academia. En este sentido sería relevante escuchar la opinión de
expertos provenientes de la práctica profesional. Si bien los participantes también
tienen experiencia en la praxis misma del trabajo con familias, su opinión sobre la
aplicabilidad del construccionismo social al trabajo social familiar, proviene de un
discurso ubicado en la academia. En ese sentido se visualizan futuras
investigaciones que puedan responder la pregunta de investigación desde
profesionales insertos principalmente en la praxis.

83
Los tiempos de la investigación tampoco permitieron el desarrollo de otro grupo
focal, principalmente por las limitaciones del tiempo de los expertos y la dificultad de
reunirlos nuevamente.

84
CAPÍTULO 6. CONCLUSIONES

La investigación presentada tiene como misión contribuir al campo del trabajo


social familiar con nuevos marcos teóricos que permitan movilizar al trabajador
social desde una perspectiva más tecnocrática a una perspectiva más humanitaria
con los sistemas familiares que aborda.

Esta identifica como problema la tecnocratización de las practicas del trabajador


social en este campo, donde el profesional se encuentra centrado en responder a los
parámetros de funcionamiento del marco institucional donde se ubica, que en un
interés real por atender la situación que la familia le está presentando. Además este
profesional ubicado en una relación de poder respecto del sistema que atiende,
define por él la situación problema, impone su visión de mundo, además de imponer
la visión de mundo que emana desde el marco institucional. Así, los sistemas
familiares se invisibilizan, no se escuchan, no se presta atención a sus narrativas, a
su lenguaje y a la construcción de significados que realizan.

Es por ello que esta investigación tuvo por objetivo conocer y analizar el aporte
del construccionismo social al trabajo social familiar. El desarrollo de la
investigación, permitió conocer desde un contexto acotado, la academia, la opinión
de siete expertos respecto a esta temática.

A modo de conclusión se puede señalar lo siguiente:

1. El construccionismo social constituye un aporte al trabajo social familiar, es decir,


las premisas revisadas con los expertos y los nuevos aportes que emergen en dicho
dialogo, hacen pensar que el construccionismo social pudiera movilizar al trabajador
social hacia una forma de pensar este campo de intervención más colaborativa,
democrática, horizontal, que permita relevar a los sistemas familiares y en ese
proceso y en conjunto con el profesional, desarrollar intervenciones desde la

85
construcción de significados de las personas, del profesional y del marco
institucional en una perspectiva colaborativa.

2. Desde la opinión de los expertos, el construccionismo social a nivel


epistemológico constituye un aporte para la formación de pre grado, la formación de
post grado, la práctica profesional, la relación profesional y la intervención que
desarrolla el trabajador social en este campo.

3. El construccionismo social también constituye para el campo del trabajo social


familiar una novedad, en tanto permite construir una relación diferente entre
profesional y sistema familiar, y construye de manera diferente al profesional y al
sistema familiar.

4. A nivel metodológico, se visualiza que la comunidad profesional requiere mayor


formación en esta área. En este sentido, los expertos aportan nuevos elementos los
cuales constituyen en sí un aporte a la praxis misma, como lo son: el concepto de
suplemento y la comunicación coordinada colaborativa, ambos conceptos aportados
por Gergen y el concepto de acción conjunta de Shotter. Estos elementos requieren
ser profundizados y probablemente den luces respecto a las prácticas
construccionistas.

5. Respecto a los objetivos específicos planteados para la investigación que fueron


identificar y describir algunas dimensiones del construccionismo social que puedan
orientar la intervención en trabajo social familiar y debatir y discutir con expertos
estas dimensiones orientadoras y su aplicabilidad a la práctica del trabajo social
familiar, esto también se cumple. Se logran identificar algunas premisas
construccionistas que impulsan el diálogo entre los expertos, algunas de ellas fueron
mayormente abordadas, como lo fue la orientación colaborativa, la ignorancia
terapéutica y la ética, las otras también fueron abordadas en menor medida por los
expertos, considerando que el diálogo grupal se sostuvo por dos horas y media.

86
6. En relación a las futuras líneas de investigación que emanan luego de esta
experiencia, se pueden señalar al menos una que dice relación con recoger la
opinión de profesionales insertos netamente en la praxis respecto a la aplicabilidad
del construccionismo social al trabajo social familiar. Alo mejor podría emanar un
discurso similar o diferente. Probablemente el discurso también pudiera variar en
tango el grupo convocado fuesen profesionales de menor edad, recientemente
egresados desde la academia.

7. Por último y a modo de reflexión, se hace evidente la necesidad de desarrollar


espacios de formación en la perspectiva construccionista, específicamente en el
enfoque colaborativo para el abordaje de la familia. Profundizar además la entrevista
reflexiva, el arte de escuchar por parte de los trabajadores sociales y psicólogos a
los sistemas que atienden, dialogar fenomenológicamente con la familia, dejar de
hablarle al sistema para hablar con el sistema. Finalmente evolucionar desde la
perspectiva de persona en situación como planteaba Richmond (1917) a persona en
relación como plantea Anderson (1999). Todos estos puntos requieren la
construcción de espacios de formación para los profesionales, trabajadores sociales,
psicólogos, que trabajen en el campo de la familia en Chile. Así como hace algunas
décadas la comunidad de trabajadores sociales requirió (y aún lo requiere) formarse
en el paradigma sistémico, hoy se evidencia la necesidad de la formación en
perspectivas fenomenológica social y hermenéutica como lo es el construccionismo
social.

87
ANEXOS

88
Santiago, 14 de septiembre de 2010

Estimado(a)

En el contexto del desarrollo de la investigación “Pensar el Trabajo


Social Familiar a la luz del Construccionismo Social”, tenemos el agrado de
invitarle a participar de un grupo focal el cual se desarrollará el día jueves 30
de septiembre a las 18:00 hrs. en Ramón Cárnicer N° 65, sala N° 402
(cuarto piso), Providencia (edificio Universidad del Pacífico, estación de
metro Baquedano).

El objetivo del grupo focal es discutir la aplicabilidad de algunas premisas


(dimensiones) del construccionismo social, desarrolladas en el área de la
terapia con familias, al área del trabajo social familiar. Para ello se han
tomado las siguientes dimensiones que orientarán el espacio de
conversación del grupo focal, estas son las siguientes:

• La orientación colaborativa y la ignorancia terapéutica.


• La búsqueda de la flexibilidad ante el énfasis en los fundamentos.
• La idea de construcción ante el esencialismo.
• De la neutralidad a la relevancia de los valores.
• La concepción de responsabilidad ética desde Harlene Anderson.

Se les invitará además un coffee break.

Esperando contar con su valiosa participación, los esperamos a las 17:45


hrs. para comenzar con puntualidad a las 18:00 hrs. Se cuenta con
estacionamientos con parquímetros en torno al sector de Plaza Italia.

89
Se solicita confirmar su asistencia al fono 09/0797526 o al correo electrónico
psaldiasguerra@gmail.com.

Muchas gracias,

Ricardo Pulido Medeiros


Director Magister en Psicología Clínica
Universidad Alberto Hurtado – Instituto
Chileno de terapia familiar

Roberto Aristegui Lagos


Profesor guía

Paulina Saldías Guerra


Trabajadora Social
Investigadora responsable

90
Santiago, 30 de septiembre de 2010

Consentimiento informado

Por intermedio de la presente, declaro conocer el proyecto de investigación


“Pensar el trabajo social familiar a la luz del construccionismo social”, el cual se
desarrolla en el contexto del proyecto de tesis para optar al grado de Magister en
Psicología Clínica. Dicho estudio tiene por objetivo central el describir y analizar el
aporte del construccionismo social al trabajo social familiar.

Manifiesto que me encuentro en antecedentes que la investigación contempla


el desarrollo de un grupo focal, al cual asisto voluntariamente en calidad de experto.
Declaro además conocer que la sesión del grupo focal será grabada y autorizo en mi
calidad de experto al investigador responsable, en este caso a la Sra. Paulina
Saldías Guerra, a registrar, analizar y citar las opiniones e ideas que durante el
desarrollo del grupo focal emita.

La investigadora responsable se compromete a resguardar la confidencialidad


y el anonimato de los participantes.

Nombre y firma del participante Nombre y firma de la


investigadora responsable

91
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