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El sujeto de la ciencia

Virginia Hasenbalg

Cantor murió a principios de siglo en un asilo de alienados, poco después de


escribir un texte teológico que se opone al dogma del Espiritu Santo en la
Inmaculada Concepción de Jesus. Propone en él su hipótesis personal sobre la
identidad del verdadero padre de Jesus.
Gödel, convencido que querían envenenarlo, murió por inanición en 1978.
Porqué terminaron locos algunos de aquellos que produjeron la subversión
radical del pensamiento que caracterizó la eclosión del discurso científico a
fines del siglos XIX ?
Y porqué Cantor, que fue justamente el que produjo la innovación irreversible
en el saber matématico : la teoría de los conjuntos y la matematización del
infinito actual, « lugar » tabú desde los griegos, y reservado por los teólogos a
Dios ?

Las matemáticas implican un proceso de simbolización en la medida en que


permiten un desprendimiento del mundo sensible y de las ficciones que se
crean para dar cuenta de la materia, del movimiento, de los hechos.
El libro de Koyré, « Du monde clos à l’univers infini », ilustra de qué manera
los matemáticos han luchado contra los prejuicios del dogma cristiano en los
siglos XVI y XVII, haciendo entrar la noción de infinito a través de la física y
de la astronomía, ciencias que se aplican a la realidad visible. Según este
autor, se trata de un proceso en virtud del cual el hombre perdió su lugar en el
mundo, o más exactamente perdió el mundo mismo que constituía el marco de
su existencia y el objeto de su saber, y ha tenido que transformar y remplazar
no solamente sus concepciones fundamentales sino las estructuras mismas de
su pensamiento.
Es la evolución que precedió y preparó la efracción cantoriana. Koyré,
contemporáneo de Lacan percibe que el discurso científico transforma la
estructura del pensamiento.
Pero, qué quiere decir « transformar la estructura del pensamiento » si
tenemos en cuenta lo que le pasó a Cantor ?
El discurso cientifico olvida aquellos que lo forjaron, a aquellos que forjaron
aquello que « transforma la estructura del pensamiento ».

Los matemáticos de los siglos XVI y XVII matematizan los fenómenos de la


naturaleza, desplazando el lugar de Dios. Substituyen por una combinatoria de
letras, predictibles, lo que hasta entonces era inexplicable y por ende tributario
de la voluntad o de la esencia divina. Consideran sólo el infinito potencial,
aquél que se mantiene apegado a la noción de medida, al mundo sensible.
La noción de medida es la que comienza en el mundo griego para quienes una
cifra o un número funciona como un adjetivo : 5 centímetros o 5 días. El
concepto 5 no se hallaba separado de aquello que él califica, no estaba
abstraído de lo que se cuenta.
El cálculo infinitesimal, el aporte de Newton y Leibniz, trata del infinito, pero
se trata aún de un infinito que permanece ligado al mundo sensible, a lo que se
mide. Se trata del infinito potencial.

A fines del siglo XIX se produce la eclosión de las matemáticas. Nunca antes
se había producido tanto y en tan poco tiempo.
Para Cantor ya no se trata de dar validez al infinito en su dimensión visual,
imaginaria, sino que va a crear un nuevo concepto matemático que hasta
entonces incumbía exclusivamente a la religión : el infinito actual, el infinito
en acto. Sólo Dios podía representar esta noción, y por esta razón, el infinito
actual era tabú. Podríamos decir que, cómo el caballo de Juanito, era como
una presentificación necesaria e incomprensible del padre.
Para pensar el infinito actual, Cantor introdujo un cambio de orientación
radical en la manera de concebir lo que es un número, dando derecho de piso a
los números irracionales. Es un número irracional aquél que tiene una serie
infinita de decimales, que no se repiten ni son previsibles, y que tampoco
pueden escribirse en una fracción (ratio). Dedekind precedió a Cantor
definiendo la función del corte gracias a los irracionales. Invirtiendo la lógica
de lo interminable (e intuitivamente imposible de cortar !) definió al número
irracional como aquello que produce un corte entre dos racionales : el trayecto
infinito pasó a definir la frontera absoluta e infranqueable que separa dos
campos. Aparece una nueva noción del « todo » : la de dos campos definidos
por un corte.

Gracias a la toma en consideración de los numeros reales


(racionales+irracionales), Cantor matematizó dos infinitos : el infinito
potencial, Aleph0, que es el infinito de los números enteros y racionales y que
se caracteriza por ser enumerable. Y el infinito actual, Aleph1, que es el de
los numeros reales. Cantor demuestra que el infinito en acto es de mayor
magnitud que el infinito potencial. Y se empecina en demostrar que no hay un
infinito intermediario entre los dos. Pareciera que fue este empecinamiento al
que no llegó a responder, que desencadenó su paranoia.

Cómo entender entonces que aquél que revoluciona los fundamentos mismos
de las matematicas se haya vuelto loco si partimos de la base que un psicótico
es incurable y que su psicosis se instaló por forclusión del nombre del padre
en la infancia ? Las matemáticas modernas se habrían construido sobre los
fundamentos inventados por un psicótico, o sea, sobre un delirio ?
O bien su psicosis favorizó su percepción del inconsciente, como Schreber nos
lo demuestra inventando, situando la presencia de Dios en el lugar del Otro
que él percibía como radicalmente extranjero. De ser este el caso, Cantor
habría, por su parte, utilizado las matemáticas para restaurar este lugar.
O bien, su saber lo sobrepasó, haciendo saltar lo que mantenía el punto de
capitón, la ficción sobre la que se sostiene el nombre del padre en un lazo
social históricamente definido. Ese decapitonamiento puede entenderse como
augurio de la clínica actual, (como psicosis social ) que se basa en la
anulación de toda figura de autoridad y de alteridad, como consecuencia del
discurso de la ciencia.
Es pertinente imaginar un pasaje al nudo trébol propio al paranoico por
pérdida de la diferenciación de las consistencias de los tres registros ? Si
tomamos en cuenta el nudo que Melman propone para le neurosis obsesiva
(que él describe como aquél en el cual lo Simbólico y lo Real se hallan en
continuidad) bastaría con que lo imaginario pierda su consistencia para que
los tres registros se hallen en continuidad.

Lacan emplea la noción de infinito actual en el seminario « L’objet de la


psychanalyse » (5/1/66). Compara en él la inteligencia del hombre con la del
animal, diciendo que el grado de más que tiene la del hombre tiene que ver
con la medida, lo que es al mismo tiempo el límite de la inteligencia humana,
porque está limitada por lo que puede asir con las manos. Todo el resto de lo
que ubicamos en el dominio de la inteligencia, y especialmente lo que ha
conducido a nuestra ciencia, es el efecto de esta relación, de este asidero en
algo que se llama el significante cuyo alcance, cuya función, cuya
combinatoria supera, depasa, sobrepasa en sus resultados lo que el sujeto que
los maneja puede prever sobre ellos. Porque contrariamente a lo que se dice,
no es la experiencia lo que hace progresar el saber, son los atolladeros en los
que se halla el sujeto, por estar determinado por la mandíbula del significante.
Agrega que esta noción de medida es el hombre mismo... el hombre se ha
hecho, dice el presocrático, el mundo está hecho a la medida del hombre. Por
supuesto, porque el hombre es ya la medida y es sólo eso.
El significante, no es la medida, es precisamente ese algo que, de entrar en lo
real, introduce lo que está afuera de la medida, lo que algunos han llamado y
llaman aún el infinito actual.
Aquí pareciera que Lacan distingue dos campos : el de la inteligencia del
hombre, y el del saber que ha conducido a la ciencia. En este último se trata,
ya no del hombre sino del sujeto y de los efectos del significante.

Dos palabras sobre el significante y sus efectos : las leyes del significante se
imponen a todos los hablaseres, psicóticos y neuróticos. La diferencia
introducida por el Nombre del Padre reside en una pacificación hecha posible
gracias al efecto del significante falo.
Lo materno, pregenital, está regido por objetos orales y anales del intercambio
con el Otro dentro de lo que Lacan definió como demanda. El falo imaginario
es la moneda de cambio que rige estos intercambios y a los que el niño
identifica su ser. La entrada en el orden del significante, implica la caída de
esta identificación con este objeto maravilloso para la madre. No serlo
antecede a toda problemática de tenerlo o no tenerlo. El deseo del neurótico
está en serlo, y es necesario que el hombre, varón o mujer, acepte de tenerlo o
no tenerlo, a partir del descubrimiento de que no lo es.(La dirección de la
cura)
La castración en tanto renuncia a esta identificación, implica que el sujeto
asuma que puede él mismo devenir significante, es decir apto a caer, a ser
barrado, a padecer la barra, a ser ofrecido a la substitución – siendo el sujeto
barrado la única definición del sujeto que se sostenga. En la referencia de
Lacan a San Agustín, el niño « se ve » en el lugar que él mismo había ocupado
anteriormente, la imagen de completud que le dan su madre y el hermanito
duele, por celos, por supuesto, y también por confrontarlo a esa pérdida del «
ser ». En su comentario de Pegan a un niño aparece el momento reconstruido,
soy golpeado por el padre, porque me ama. Porque acepto la caída (del
narcisismo) que implica ser pegado por él, que se convierte en prueba de su
amor. Las leyes mismas del significante implican esta barra que me hace
entrar en la ley de substitución propia a todo significante. El sujeto es efecto
del significante.
La misma operación de simbolización que cae sobre el mundo sensible, opera
sobre el sujeto mismo : no será más que fulgurancia en la cadena :
representado por un significante para otro significante.
El neurótico quiere persistir en el ser con mayúscula, rechaza la barra de la
destitución subjetiva. Da un sentido imaginario a este traumatismo simbólico,
que es el destino común de todos. Es aquí que la dimensión mítica del Edipo
es una excusa para plantearse en víctima de alguien (papá o mamá), cuando en
verdad, si somos víctimas de algo, es del significante. El Edipo para un
analista es el tiempo que se da un sujeto para admitir la salida de la
entificación de su ser.
El nombre del padre, nombrando al sujeto, asegura su representación en la
cadena de significantes. Asegura la metafora en la substitutción.
Schreber, al contrario, tuvo que crear su delirio para hacer algo de esa caída,
este liegen lassen sin red : se transformó en un objeto real para el Otro.
Contrariamente a una mujer que, dividida, se acomoda pas toute al fantasma
de su partenaire.

Es el ser mismo del hombre que viene a tomar rango entre los desechos en los
que sus primeros retozos hallaron su cortejo, en la medida en que la ley de la
simbolización donde debe comprometerse su deseo, lo caza en la trampa por
la posición del objeto parcial en la que se ofrece llegando al mundo, a un
mundo donde el deseo del Otro hace la ley (D’une question preliminaire...)

El psicoanálisis lacaniano simboliza esa caída con el objeto a. Producido por


el discurso del amo, Lacan lo « recoge » y lo coloca como agente del discurso
analítico. Es producido por la castración, en aquellos destinados a tenerlo. Ese
objeto al que se renuncia recibe la benedicción falica de la función paterna.
Para ello es necesario que el varón renuncie a serlo y se deshaga de él.

Cantor, como todo científico que se respeta, utiliza la letra para forjar su
demostración de un imposible. Y todo parece decir que su percepción sobre lo
que hace a la naturaleza del Otro fue correcta : Lacan se sirve de su
matematización en toda la segunda mitad de su enseñanza. Si alguien puede
volverse loco como consecuencia del descubrimiento de un saber quizás sea
porque esas letras funcionaron sin historia, sin ser las portadoras de la
desidentificación del sujeto al falo imaginario ? Son letras que no
conmemoran una pérdida del ser.
Quizás por ello permitan la fabricación de objetos, los gadgets, para colmar la
falta en el Otro, para tapar los orificios pulsionales haciendo una perfecta
economía de la ley del significante, de la alteridad, de la diferencia de los
sexos.

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