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¿Por qué el período comprendido entre los siglos XVI y XVII es considerado el período

del capitalismo mercantil?

Durante los años 1500 y 1700 en Europa el comercio juega un papel significativo,
algunos autores definen este período como época mercantilista, capitalista temprana o
época del capitalismo mercantil. Situándonos en el concepto “capitalismo”
afirmaríamos que es un sistema económico en el cual, intervienen individuos o
empresas privadas que llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y
servicios. No necesariamente hace referencia al término monetario; porque estamos ante
un capitalismo incipiente, cabe destacar que este sistema tiene tres fases: capitalismo
mercantil, capitalismo industrial y capitalismo financiero. Refiriéndonos al mercantil
podríamos afirmar que comienza en el siglo, XVI con los viajes de exploración y la
acumulación de riquezas que el comercio comienza a generar.

Cada país contaba con una política comercial, es decir, leyes aduaneras y de
navegación; que protegían así su comercio, porque éste era causante de guerras y
conflictos entre naciones. Principalmente el comercio exterior impulsaba la prosperidad
de los países y la riqueza era un medio de poder, por ende estos eran finalidad de las
políticas nacionales.

Los nuevos estados nacionales eran producto del Renacimiento y de la nueva edad
europea, contrastando en muchos sentidos con las ciudades medievales, en cuanto a sus
aspectos demográficos y productivos (aun agrarios) se asemejaban mucho. La mayor
parte de sus habitantes vivían de la tierra, tenían mercados locales y de materia prima, la
medida de producción era pequeña, las relaciones de transportes eran débiles. Los
productos que producían y comercializaban eran siempre los mismos y no utilizaban el
dinero, muchos salarios se pagaban en especies, el trueque aun estaba unido a la
administración pública. Era una población que solamente luchaba por sobrevivir, y no
contaba con los medios para disfrutar de los recursos que transitaban por el comercio
internacional. La producción y comercialización de alimentos era local debido a las
necesidades de consumo que existían. El abastecimiento de granos (por mar) aportaba
escasamente, el transporte de artículos domésticos y telas era lento; los costos del
transporte dependían de la lejanía y la disposición de caminos, todo determinado a
cuestiones naturales, y también los impuestos aduaneros que debían abonar antes de
llegar al destino. A todo esto se le añade las guerras, las pestes, el hambre y las malas
cosechas que expusieron a las sociedades del siglo XVI y XVII. Por todos estos factores
podemos definir a Europa como: “un conjunto de regiones o zonas cuya estructura
económica y cuyo comercio quedaban determinadas, no por límites políticos, sino por
condiciones geográficas, climáticas y demográficas” (Carlos. M. Cipolla). Por ende el
autor refiere más a un aislamiento que una interrelación. Europa está formada por un
conjunto de ciudades autónomas y con una economía que evolucionan de diferente
manera. Las clases altas que habita en las zonas más urbanizadas son los que tiene las
condiciones para el intercambio internacional de productos, en virtud de la demanda en
zonas marginales.
Si observamos el proceso histórico, las relaciones entre las diferentes regiones se tornan
cada vez más regular y se expanden. A pesar de todas las divergencias, existe una
unidad entre éstas y con el tiempo se torna más fuerte. Así ocurre con el comercio
marítimo, las regiones unida por el agua o las que se unen por tierra se ven
influenciadas por una tendencia evolutiva y rompen con todo tipo de fronteras
nacionales. Cabe destacar que el comercio internacional es barato y dentro de éste se
amplían los extractos sociales. Lo que se destaca es el desarrollo de las rutas marítimas
y es considerado un hecho revolucionario. Al intercambio costero se une el intercambio
transoceánico de productos, estableciéndose por primera vez un comercio
intercontinental de carácter regular (contactos entre Europa y América). Europa ya no
vive en el aislamiento sino que forma parte cada vez más de una economía mundial.

En la época mercantilista dominaba un sistema económico en la cual el capital fijo


ocupaba un lugar secundario. Gran parte de la riqueza no agraria, estaba compuesta de
un capital circulante (aquellos bienes que se extinguen con la primera utilización que se
haga de ellos o bien que duran un corto tiempo, generalmente menos de un año; así por
ejemplo, las materias primas, combustibles, mercaderías, etc.) y la necesidad de un
dinero efectivo era grande. En ese contexto el comercio comenzaba a tener un lugar
privilegiado, yendo más allá de cualquier actividad económica, la oferta monetaria
dependía básicamente del movimiento de metal precioso determinado por la evolución
del comercio exterior. Adquirir la mayor cantidad de productos y distribuirlo a la
nación, de modo que la balanza comercial sea favorable; además una importación de
moneda y metales preciosos eran objetivos que se proponían los gobiernos de la época
(una política monetaria y política comercial), convirtiendo al comerciante en una figura
clave y es por todas estas razones que se considera este periodo como la época
mercantil.

Cuatro zonas que se comercializa en el mundo.

El Mediterráneo

Alrededor del siglo XVI el Mediterráneo, la zona comercial clásica de Europa, era
considerada un mundo propio, con una buena relación entre sus diversas regiones.
Dentro de la zona, el comercio rompía con la división entre la Cristiandad y el Islam

 El comercio Mediterráneo alcanzaba a ser un comercio a gran distancia de


alimentos para abastecer a distintas ciudades.
 El grano, la sal y víveres conservados en esta, el aceite y el vino eran los
productos de mayor volumen de comercio, pero otros como el queso, las uvas
pasas y el azúcar también intervenían.
 Sicilia era principal granero del Mediterráneo occidental, donde el
abastecimiento de alimentos era un problema siempre constante.
 Las fértiles regiones de orillas del mar Negro abastecían de alimentos a
Constantinopla, Istría y Sicilia, junto con Chipre, eran los principales
exportadores de sal.
 Las aguas de alrededor de Sicilia proporcionaban atún en abundancia.
 Las ciudades como Italia y España, en particular, solían importar pescado
capturado y salado en el Atlántico.
 Italia y España meridionales eran las dos principales fuentes de suministro de
aceite.
 Chipre y Creta producían vinos, junto con Sicilia y Andalucía, exportaban
azúcar a varias partes de la zona.
 La industria pañera italiana utilizaba lana española de calidad que era enviada
por Málaga, Alicante, Cartagena,a Génova, Livorno y Venecia, paso a depender
de esas entregas.
 La seda en bruto, era otro producto de amplio comercio de Mesina. Otro
producto importante era el algodón. Las pieles iban en barco de Argelia a Italia,
mientras que España era gran productora de pieles, para sus famosas
manufacturas de cuero.
 Entre los minerales, el cobre, el estaño y el plomo eran de objeto de comercio.
 Las diversas manufacturas de las ciudades, encontraban amplios mercados: los
tejidos italianos, las armas y las prendas de seda milanesas, el jabón y los
artículos de cristal venecianos, el papel genovés y los artículos de cuero
españoles, por mencionar los productos más conocidos, tenían una demanda
tanto dentro como fuera de la zona.

Las especias llegaban al mundo mediterráneo a través de intercambios comerciales que


empezaban en el extremo Oriente y terminaban en Alejandría y Trípoli, junto a otros
costosos productos orientales, como sedas chinas y persas, los calicós indios, elruibarbo
y las piedras preciosas. Ciudades-estados representan el vigor de la industria y el
comercio del Mediterráneo del siglo XVI.

El descubrimiento de la ruta marítima a las Indias, amenazó con marginar la provechosa


actividad de Venecia de abastecimiento de especias a Europa. Entonces Amberes se
convirtió en principal distribuidora de especias. Los acontecimientos políticos, pronto
favorecieron el comercio establecido desde antiguo, y los venecianos recuperaron su
posición de proveedores de especia a gran parte de Europa.

En el curso de la segunda mitad del siglo XVI, período que se deterioró la situación del
aprovisionamiento del grano Mediterráneo occidental. La escasez y el hambre asolaron
las ciudades, el periodo de las guerras francoespañolas, también ciudades italianas se
habían visto duramente afectadas, pero las dificultades continuaron, y fueron pasaron a
otras zonas. Por esos medios se forjo un contacto entre la Europa septentrional y la
Europa meridional, y el Mediterráneo dejo de ser un mundo aparte económicamente.

La Europa central

La Europa central era otra importante zona comercial, yacimientos de minerales más
ricos, especialmente de plata y cobre, con vías fluviales. Las principales sedes de
operaciones de los Fugger, Augsburgo, Regensburg, y Núremberg, que era la mayor por
su tamaño y población. Hungría abastecía productos alimenticios a muchas ciudades de
Europa central. En primer lugar y por encima de todo, era en los metales y en los
artículos de metal en lo que se fundaba el gran comercio en la zona. En la segunda
mitad del siglo XV, tuvo lugar una expansión de comercio en la producción de plata
alemana. Esa expansión continúo en el siglo XVI, siendo entonces el cobre su impulsor.
El mercado se impulsó cada vez más hacia Amberes, cuya prosperidad se basaba del
comercio de las especias portuguesas, la plata y el cobre alemanes, y los metales
preciosos del Nuevo Mundo.

El Báltico

Se ha dicho que el Báltico es un Mediterráneo en miniatura. No disfruta del mismo


grado de autosuficiencia, de un más amplio grupo de zonas norte europeas desde la
costa septentrional hasta el mar Báltico. Se pueden distinguir dos comercios:

 El primero comprende el grano, la sal, el pescado en salazón, el paño de lana y


las pieles, junto con elementos como la madera y otros productos forestales tales
como la potasa, la pez y la brea, así como el lino, el cáñamo, el hierro y el cobre.
 El segundo comercio comprende un único producto, el ganado, que iba de norte
a sur. La propia zona del Báltico era el granero de la Europa septentrional.

El comercio marítimo de la Europa septentrional competían dos grupos de puertos, los


de la Hansa del norte de Alemania y los de los Países Bajos.

En el siguiente siglo y medio la proporción fue aumentando de modo sostenido.


Ámsterdam se convirtió de hecho en el principal mercado de granos de toda Europa. El
comercio del grano y las pesquerías fueron piezas clave del imponente imperio
comercial holandés del siglo XVII; estos no eran los únicos competidores de los
comerciantes hanseáticos. También las tierras escandinavas se esforzaron por hacerse
parte del comercio hanseático, y los mismos hicieron los comerciantes ingleses. Al final
las nuevas rutas comerciales crearon tensión dentro de la misma liga hanseática.

El tráfico terrestre de ganado de la Europa septentrional bajaba desde el norte de


Jutlandia, las islas Danesas y Skane hasta el Elba, donde estaba el principal mercado de
ganado. Durante la segunda mitad del siglo XVII las cifras de la población de Europa
occidental se estabilizaron. Al mismo tiempo la producción agraria aumento, y ello dio
por resultado que la demanda tanto de grano como de ganado empezara a descender. La
disminución del tráfico fue compensada por otras actividades. Hasta 1730 el comercio
holandés jugó un papel importante en la actividad económica internacional. El capital
holandés se desplazó hacia títulos de deuda del estado y otros tipos de valores y el
centro dinámico se desplazó al otro lado del canal.

El Atlántico

La costa atlántica que se extiende del Estrecho hasta el Canal puede considerarse la
cuarta zona comercial europea. Entre sus muchos puertos costeros y fluviales tenía lugar
un comercio de cabotaje que en variedad, igualaba al de los sectores mediterráneo o
septentrional. Este comercio era sobre todo de tipo pesado, con productos de uso
cotidiano, como lana, vino y sal. El volumen de sal que pasaba por el Sund de oeste a
este era mayor que el de ningún otro producto. Los funcionarios fiscales del Sund
clasificaban el tráfico naval que entraba en el Báltico en dos grupos principales: barcos
de lastre y barcos de sal de Francia, Portugal y España. Al incrementarse el tráfico con
el Mediterráneo, se estableció una ruta de transporte de sal desde allí hasta la Europa
septentrional.

El comercio del océano Atlántico difiere del comercio asiático en primer lugar por la
colonización que tiene lugar en el Nuevo Mundo. La relación entre el Viejo y el Nuevo
Mundo la caracteriza la adquisición de tierras y su exportación por medio de fuerza de
trabajo local o importado. La exportaciones de Europa a las dos Américas son muy
variadas y reflejan las necesidades de las comunidades coloniales, que van desde el
paño y el mobiliario y los utensilios domésticos hasta el vino y otros productos de
consumo.

Otro elemento era la exportación de gente al otro lado del Atlántico. Los esfuerzos por
fomentar la emigración de mujeres de España y Portugal a las colonias, pero él envió de
fuerza de trabajo manual sistematizó, convirtiéndose en característica dominante de
tráfico. La esclavitud negra desde África se extendió de Portugal a las islas atlánticas, a
Brasil hasta las Indias occidentales.

Entre los dos grandes comercios oceánicos más arriba descritos había unos pocos lazos.
Los metales no conocían fronteras, se movían por todo el mundo, usando a veces
puertas traseras, al ir, por ejemplo, de Acapulco, en la costa del Pacífico, a Manila, en
las Filipinas, desde donde entraban en el mercado asiático.

Para unir los comercios de las Indias orientales y occidentales, no faltaban proyectos,
sobre todo para los que practicaban el comercio sin autorización, con sus sueños de
romper los monopolios de las grandes compañías. Visto en relación con el intercambio
de productos que había caracterizado épocas anteriores.

Caractericen y establezcan diferencias entre el comercio internacional y el comercio


interno.

Haciendo referencia al comercio interno la relación entre los medios de transportes eran
débiles; porque todas las regiones (las que producían y comercializaban al igual que las
vecinas) promovían los mismos productos. La comercialización de alimentos formaba
parte del mercado interno debido las dificultades en forma de guerras, pestes, hambre
que la población estuvo expuesta

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