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¿Hay algo a la vez tan bueno y tan malo para la especie humana? El humor debe ser la
mayor espada de doble filo de la sociedad.
Aunque si hay algo que el humor no es, es inocente e inocuo. Que solo son bromas sin
más.
¿Os creéis que el cerebro hace algo porque sí? ¿Sin motivos subyacentes?
Bueno, vale, algunas cosas sí que las hace sin pensar mucho, solo hay que ver mi historial
de malas decisiones, pero, ¿por lo general? Nanai. Y el humor es una de las cosas en las
que más carga hay de sentidos ocultos, muy a menudo inconscientes.
Puedes decir “Solo es una broma”, pero no, nunca es solo una broma.
¿Qué es el humor?
Em… pues ya sabes. El humor es el humor. ¿De verdad tengo que explicarlo?
A ver, vamos a separar en primer lugar los dos tipos grandes de humor (que me estoy
inventando ahora mismo pero que probablemente existan). Por un lado tenemos el
humor puro e inocente, lo que podemos llamar la quintaesencia del humor, su base,
su funcionamiento psicológico. Por otro lado tenemos el humor como mecanismo
cerebral que hace cosas que es del que más hablaremos ahora después.
Pero primero, ¿cómo se hace humor? Del inocente, del quintaesencial. Del humor que
de verdad no tiene por qué ofender a nadie.
El humor, o más bien la risa, es básicamente una reacción cerebral ante algo
incongruente. Literalmente, la risa es el “no computa” del ser humano.
Cualquiera que se haya esforzado en entender cómo se hace humor ya sea a base de
chistes o de punchlines o cosas así, sabe que el esquema es muy básico:
En muchos casos ni siquiera hace falta este primer paso porque el cerebro ya lo hace por
nuestra cuenta. Una de las razones por las que las caídas nos resultan graciosas es porque,
sencillamente, no es habitual ver a la gente cayéndose. Nuestro cerebro no se lo espera.
Este humor es el más puro porque es independiente del contenido. Es sencillamente una
sorpresa para nuestro cerebro, una incongruencia.
Luego podemos hacer cosas muy buenas con ese humor. Un ejemplo de este humor puro
y además bueno serían los cómics de Grumpy o de Nerd and Jock de Marko Raassina
(aquí podéis ir a su twitter).
Por ejemplo, y quiero que tengáis este chiste en mente durante el resto del artículo, esto
es un chiste puro que no sigue la estructura Expectativa > Subversión de la expectativa.
“Un padre y su hijo paseaban por la playa. El chico lleva un chocobollo en la mano y
bailotea sin parar.
El niño siguió cantando la canción del chocobollo y su padre tiró el chocobollo al mar.”
Este chiste no sigue esta estructura y no es gracioso. Te crea una expectativa y en vez de
subvertirla, la cumple. Hay muchos chistes que no siguen el esquema quintaesencial pero
aun así la gente se ríe aunque no sea gracioso de por sí. Eso es porque ese humor no tiene
una función pura de hacer gracia, pero nuestro cerebro está preparado para reaccionar a
esto como humor y para cumplir estas funciones… y por tanto nos reímos.
Un ejemplo de la función agresiva como agresión sería que una persona se riese de
alguien para humillarle (“Mírala, qué fea es”), mientras que un ejemplo de la función
agresiva como frustración sería, tras intentar ligar con una mujer que le rechaza, reírse de
ella (“Da igual de todas formas no quería nada con una fea como esa jajaja”).
En ambos, se busca establecer unas dinámicas de poder que pongan al resto por
debajo y a nosotros en la cima.
Además, ¿es que no se dan cuenta de lo muy en evidencia que se ponen cuando hacen la
agresión de frustración? En fin, sigamos.
Avner lo llama función sexual, pero es más de los tabúes en general que otra cosa. Hacer
humor sobre el sexo o sobre los tabúes nos permite hablar de ellos de una forma que
socialmente esté admitida, como forma de liberar una frustración por temas que no
se permiten tocar de manera social.
Más tarde incluyó los chistes escatológicos en este apartado porque al final lo que
importa es el tabú. El humor se utiliza como forma de acercarnos a temas que nos
prohíben o nos parecen prohibidos, y suelen ser humor porque no se suele hablar de estos
temas y por tanto nos pillan de improvisto (incongruencia con lo que se puede decir o no
decir, nos sorprenden).
Esta es una de las funciones más positivas del humor, porque el humor nos permite
hablar de lo que está socialmente reprimido. Nos permite ampliar la perspectiva acerca
de estos temas, y poner sobre la mesa cosas que de otra forma ni siquiera se podrían tratar
pero deben ser tratadas. Por ejemplo, si no se puede hablar de sexo, ¿cómo se puede
contradecir toda la cultura tóxica que hay alrededor del sexo? Por ejemplo, el chiste
siguiente:
Este chiste nos normaliza algo crucial: Las mujeres también sienten deseo sexual. En
épocas donde el sexo era un tema mucho más tabú, se creía que las mujeres eran seres
puros e inocentes que no podían tener cosas tan bajas como deseo de cometer actos
carnales. Chistes como este ayudan a mostrar la realidad, normalizándola en un tono de
humor que socialmente está permitido cuando el tema es tabú (a ver, que tampoco
imagino que estuvieran muy bien vistos los chistes picantes en la época victoriana, pero
imagino que por lo menos estaban mejor vistos que discutir seriamente sobre temas
sexuales).
No solo en los chistes se puede ver esta función anti-tabú. En juegos como el Yo Nunca,
en el que es apropiado y se toman las revelaciones más con un “oioioi” que con un “oh
dios mío no” también se da.
El humor como lubricante social es esta función del humor, ya que permite tratar temas
serios bajo una capa lúdica y que parece inofensiva. Los bufones eran los únicos que
podían criticar abiertamente a los reyes, porque lo decían todo en tono de humor. Las
ofensas más graves pueden tomarse bien si van aderezadas con humor. El humor permite
insultar y criticar a otras personas en su cara mediante las bromas “inocentes” que llevan
una verdad (o una opinión dañina).
Sin embargo, como todo en esta vida, la función anti-tabú puede usarse para el mal.
Cosas que socialmente están mal vistas con razón como la violación son normalizadas y
banalizadas convirtiéndolas en broma. Atended a este chiste:
“Dos hombres observan un coche lujoso en una gasolinera casi abandonada. Una mujer
se acerca al coche y el conductor, un hombre muy bien vestido, baja la ventanilla. La
mujer mete la cabeza y hablan, pero en un momento él cierra la ventanilla dejándola
atrapada de cintura para arriba. El hombre se baja y penetra a la mujer hasta que está
satisfecho, después la suelta y se marcha.
Este chiste lo pasó un imbécil por un grupo de whatsapp en el que estaba. Remarco el
“estaba”. Les eché la bronca y se defendieron con que solo era una broma. Ya claro.
Porque la violación es muy divertida, por supuesto.
¿Lo peor? El chiste usa la estructura correcta para hacer gracia. Ese intercambio “Todo-
parte/coche-ventanilla” que hacen los hombres al final del chiste tiene la base para ser
genuinamente gracioso, porque nos da una expectativa y nos la retuerce. Pero todo lo que
hay detrás, todo eso, es el uso del humor para normalizar un tabú que debe estar
prohibido por razones evidentes.
Pero ese chiste no solo era para hablar de algo tabú, no. Ese chiste, en ese contexto,
se usó por la siguiente función.
La función social es una de las más importantes, porque al fin y al cabo, el humor es un
mensaje y los mensajes son al menos cosa de dos. El humor ayuda a unir a la gente, reírse
por la misma cosa crea un vínculo y traza una línea entre “nosotros” y “el resto”. En esta
función social yo encuentro dos variantes: El humor referencial, y el humor
segregacional.
El humor segregacional tiene una función muy clara: Detectar a la gente que está en
tu grupo y diferenciarla del resto. Por ejemplo, el chiste de antes. La gente que se ríe
por ese chiste sabes que son personas que ven la violación como una broma igual que tú.
Separas a la gente que no se ríe y sigues con tus chistes de violación en un grupo más
pequeño y privado en el que todos tienen los mismos intereses, porque eso afianza al
grupo y refuerza sus vínculos.
Al final los chistes escalan, claro, porque se ha normalizado la violación. Lo próximo es
que pasan cosas como la manada.
Por si la noticia no
salió de España, estos cinco, parte de un grupo de Whatsapp conocido como “La manada”
en la que organizaban violaciones “en broma” (con comentarios como “que luego aquí
queremos violar todos”) están acusados de violar en grupo a una mujer durante las fiestas
de San Fermines.
No tiene por qué ser todo tan grave, por supuesto, pero el humor segregacional se suele
utilizar para separar a la gente en grupos opuestos, y esa es una de las claves para
que las personas cometan crueldades contra otras. El humor segregacional al principio
se usa como tanteo, para saber quiénes son afines a uno mismo y quienes tienen que
quedarse fuera. Si ese tanteo acaba mal porque el resto del grupo lo rechaza, esa persona
se buscará otro grupo. Pero si tiene éxito, eso permite a esa persona dirigir el interés del
grupo hacia otros temas o actividades.
Por el contrario, el humor referencial no tiene por qué ser dañino. El humor
referencial requiere que la persona que lo escucha tenga un conocimiento previo de
algo en concreto a lo que hace referencia. Para entender el chiste o que tenga gracia,
necesitas tener un contexto previo: Por ejemplo, un tuit de Magic the gathering que leí no
hace mucho:
“Acelerar a chandra, glorificador y le tipe que explora doble parece bueno”. – “¿Tipe que
explora doble? ¿Le han dado una carta invitacional a Alex Bertoncini?
El “double explore guy” hace referencia a esta carta, que “explora” dos veces, pero Brian
Kibler hace referencia a Alex Bertoncini, un jugador profesional de magic muy famoso…
por su mítica trampa de “two explores” que se puede ver en este vídeo (solo puedes jugar
una tierra por turno y él tiene 3 más que eso, y él responde “Two explores”, cuando
explore le deja bajar una tierra más. Así la trampa se ve enseguida).
Las bromas internas entre personas y grupos nacen de manera natural: Pasa algo
gracioso que presencia solo la gente del grupo y se crean referencias a eso. Como lo
que he mencionado antes de los bramidos de ciervo con Chris Evans, es una gracia que
solo los que sigan a cierta persona en twitter sabrán reconocer. Es humor referencial. Sin
embargo, cuando las bromas hacen referencia a un evento segregacional, también se
vuelven dañinas.
El humor social es una declaración de lo que está aceptado, de qué puede reírse el grupo,
y por tanto, de las opiniones que tiene que tener la gente de ese grupo sobre ello. Como
esta viñeta que en clave de humor defiende que el feminismo “le saca punta a todo”, es el
enemigo y además es hipócrita porque “si fuese al revés bien que os quejaríais”, poniendo
a Aloy como una violenta histérica y que salta a matar a la mínima con los hombres
majos que solo intentan ser amables.
Es difícil construir una
viñeta más tóxica incluso queriendo. Lo tiene todo.
El humor social no tiene por qué ser malo, pero nos revela opiniones. A veces eso es
bueno, y en el resto de casos las opiniones son horribles.
El humor social da pistas de qué opina la gente sobre ciertos temas, y es muy importante
esto porque ayuda a la gente a saber qué piensan otras personas sobre ciertos temas. En
cuestión a salir del armario, que se compartan cosas graciosas que sean pro-lgbt+ (como
memes como el “gay silence”) puede ser una indicación de que ese grupo de personas no
tienen prejuicios negativos contra el colectivo, y por tanto es seguro salir del armario con
elles. En estos casos, el humor social puede mejorar mucho la calidad de vida de las
personas.
Si eres gay y todo el humor en televisión se hace a costa de los gays, la idea que te llega
es que eres algo de lo que reírse.
Pero el humor no es solo horrible ni se usa solo para la humillación y la dominación. Una
de las funciones del humor es la de protección de la psique, como ya hemos visto que
puede hacer el humor agresivo de frustración, aunque no siempre tiene que ser a costa de
los demás.
La función protectora del humor ha sido bastante estudiada y es algo que permite a
la gente recuperarse de cosas como tragedias y hechos traumáticos. Lo que nos
asusta y nos da miedo se convierte en algo de lo que reír y ganamos control sobre
ello. Deja de darnos miedo y nos da risa.
Gran parte del humor negro o humor macabro nace como protección, por parte de
las personas que han sufrido esa clase de situaciones.
La otra gran parte del humor protector viene del humor hacia nuestros propios
defectos. Reírse de une misme. Igual que con los miedos, riéndonos de las cosas que
odiamos sobre nosotres ganamos poder sobre ello, tratamos con eso en nuestros
propios términos. El humor de Sarah Andersen suele estar bastante cargado de
autocrítica (y nos hace gracia porque vemos nuestro reflejo en ella y también nos reímos
de nosotres mismes).
Aceptar nuestros defectos es duro, pero aceptarlos con humor es un poco más fácil.
Se convierte en una parte de nuestra personalidad, pero una parte no descontrolada
y que nos devora, sino una sobre la que tenemos control y de la que podemos
reírnos.
Su álter ego es Juan López, lo demás, sus pintas de oficinista, su afición por las pajaritas
de papel es su disfraz, es un disfraz que Juan López se pone para ser uno más de nosotros
¿y cuales son las característica de Juan López? pic.twitter.com/ftrGGj1Jq7
Aquí tenemos al maestro del humor haciendo en un breve hilo una muestra de humor
inteligente del elaborado, del que subvierte y hace tres referencias cruzadas pero las junta
de una manera que pegan y quedan bien.
Aquí también podemos ver un chiste malo seguido de una réplica magistral que solo
suscita más preguntas…
El humor inteligente no es más que un juego de habilidad y astucia con un objetivo noble,
hacer reír a la gente. Aunque por supuesto el contenido del humor inteligente puede llevar
cosas horribles de las otras funciones, en esencia no lo tiene. En este caso concreto, sí que
suele ser sólo una broma, sin más intención que la de hacer reír.
¿Recuerdas el chiste del chocobollo? Mantenlo en mente, será importante dentro de poco,
porque ahora vamos a hablar de cómo los chistes sin gracia hacen gracia debido a la
superfunción del humor.
El humor tiene una superfunción principal en todas sus facetas (¿excepto quizás en
la intelectual?), y esta es la normalización.
El humor lleva el mensaje de que “las cosas son así, esto es normal”. Y la normalización
es peligrosa, porque que algo sea normal implica muchas cosas en el imaginario
colectivo. Implica que así es como tiene que ser, que ese es el orden natural. Implica que
lo que no es natural es antinatural y por tanto malo. Indica que lo normal es justo y
bueno. Si se destruyese ese orden natural, todo el mundo sucumbiría y habría caos y
consecuencias terribles.
¿Cuántos Activistas por los derechos de los hombres hacen falta para cambiar una
bombillas? Ninguno, todavía utilizan luz de gas.
Para quien no lo sepa la luz de gas es una técnica de manipulación que consiste en hacer
dudar a la gente de sus propios recuerdos.
Por ejemplo, ¿sabéis que es lo mejor de violar a tu hija de 2 años? ¡Que a pesar de
todo le echarán la culpa a la madre!
La sátira es
mi comentario de “a pesar de todo le echarán la culpa a la madre”, no la respuesta de “y a
todo esto, donde estaba la madre?”
La sátira no tiene por qué ser agradable, al contrario que el resto de humor que
busca provocar una sensación buena y positiva. Intenta incomodar y que
reaccionemos.
El humor no es inocente
No lo es y nunca lo ha sido. Siempre hay un por qué, porque en todo lo que hace el ser
humano hay un por qué, una razón subyacente de la que podemos no ser conscientes.
Una vez alguien hizo un comentario en tono de humor sobre que las mujeres eran todas
unas mandonas y que les dieran por culo. En el día internacional de la mujer trabajadora,
en una clase en la que solo había un par de hombres. Después, defendiéndose de esas
palabras que dijo claramente, con testigos, intentó defenderse diciendo que qué ganaría él
diciendo eso, y que si lo dijo (si lo dijo, intentando hacernos dudar de que lo dijera o no
cuando había testigos, esto es un ejemplo de hacer luz de gas) era en clave de humor, solo
una broma.
Si has prestado atención podrás ver algunas de las cosas nada inocentes de esa broma.
Podrás ver la función agresiva, la función social de separar al grupo y quedarte con los
que son afines a ti en busca de complicidad. Podrás ver que en ese comentario había una
ideología detrás, una concepción de cómo son las cosas.
No son comentarios inocentes. El humor puede hacer daño y puede usarse como arma.
¿Cuántas veces se oye eso de que “hay que reírse de uno mismo”? Reírse de sí está bien,
al igual que sonreír, pero cuando no solo te dicen, sino que te exigen que rías todo el rato,
eso no es saludable.
Reírse de nuestros propios defectos es algo sano cuando se hace como forma de
protección, para tomar control de lo que nos asusta. Pero cuando nos obligan o nos
obligamos a reírnos constantemente, esa protección se desvanece y se convierte en una
normalización, una aceptación de esos defectos y de que nos definan de manera
inmutable. Perdemos el control y eso que debía protegernos se vuelve contra nosotros.
Al final nos reímos como forma de sostener algo que creemos que es normal. Nos reímos
como una forma de menospreciarnos, y eso no es sano, porque al final todo eso nos lo
acabamos creyendo de verdad y nos cala más hondo de lo que llegaría en realidad. Eso es
lo que quieren cuando nos dicen desde arriba que hay que reírse más de nuestros errores.
No lo dicen porque quieran que tomemos el poder sobre ellos. Quieren que los
normalicemos, para ser más moldeables, para poder reírse también a nuestra costa y
echarnos en cara esos errores, solo como broma.
Está bien reírse de une misme de manera moderada. Pero no hay que olvidarse de
apreciar lo que se hace y nuestras propias capacidades. Incluso transformar ese humor
protector que nos empieza a devorar puede suponer una gran diferencia. Es muy distinta
la forma en que nos afecta reírnos porque “jaja soy un desastre con patas” de la forma en
que nos ayuda un “jaja soy un desastre con patas pero aunque no me organice lo que hago
lo hago chachi”.
Volviendo a la viñeta de Sarah
Andersen, podemos ver que no se menosprecia. Es consciente de sus defectos pero
también de sus virtudes. Este es un buen ejemplo de reírse de una misma de manera sana
y constructiva.
El humor nos afecta. Y si no tenemos cuidado, lo que debería curar, hacer reír, y proteger,
puede dañar y nos puede hundir.
Un efecto colateral del humor que poca gente conoce es la forma en que los hombres
tratan con los niños. Este es un problema más del machismo que del humor per se, pero
es un problema que no existiría si no consintiésemos ciertas clases de humor. Pensad un
poco en la familia que conocéis, o en la gente que habéis visto a lo largo de vuestra vida.
Es probable que alguna vez hayáis visto a un hombre que su única forma de
interactuar con un infante es gastándole “bromas inocentes”.
Se meten con ellos, les hacen rabiar y les chinchan, desde una posición de
superioridad contra la que los niños no pueden hacer nada y que les sienta fatal, que
les hace sentir desvalidos contra los adultos que les chinchan y contra el resto de
personas que no les dicen nada y que incluso defienden a ese hombre con “solo son
bromas” o peor “es que él es así”. Supongo que en parte, la función oculta de todo esto
es dominar a la persona en inferioridad, hacerla sentir desvalida de forma que no le quede
otra que aceptar el dominio de ese hombre. Por ejemplo, que tu padre puede hacerte sentir
mal, chincharte, dominarte completamente y así es como debe ser. Lo único que puedes
hacer es obedecerle, porque tiene más autoridad que tú y el resto le apoyan en vez de
defenderte.
¿Lo peor de todo esto? Los hombres no hacen esto a mala fe, ni porque odien a los
niños (aunque es probable que esos niños acaben odiándoles). Sencillamente es la única
forma que conocen de interactuar con ellos de forma “masculina”, sin que el resto
de hombres les vea como unas personas cariñosas que cuidan a los niños porque eso
es algo que asocian a las mujeres.
Literalmente no saben cómo tratar a los niños. Y a mí esto me parece trágico. A pocos
masculinistas o activistas de los derechos de los hombres verás quejarse de esta forma en
la que la masculinidad tóxica perjudica exclusivamente a los hombres.
Sobre la guerra de sexos, el humor ayuda a perpetrar nociones de lo que debe ser un
hombre y de lo que debe ser una mujer, y lo hace en los dos sentidos. Los chistes de ellos
hacen referencia a que a las mujeres les vuelven locas las compras, son histéricas, tontas,
o ponen los cuernos y no son de fiar. Los chistes de ellas hacen referencia a que son
básicos, brutos, imbéciles y obsesionados con el fútbol y el sexo.
Estas ideas permean en la sociedad y no querer aceptarlo es como cerrar los ojos y gritar
tralalá para no darse cuenta de lo que hay alrededor. Si has trabajado o has tenido niñes es
muy probable que veas a los más pequeños, que acaban de aprender a hablar incluso,
diciendo que “eso es de niñas, esto es de niños” en contra de sus propios deseos.
Hablamos de niños de 3 a 5 años que ante algo rosa que les gusta, la sociedad les ha
condicionado a rechazarlo porque “es de niñas”. Y de las niñas se ríen, por tanto, ser una
niña es algo malo y despreciable.
Esos chistes son nocivos para la sociedad a una escala mayor de la que imaginamos.
“Pero esos chistes son graciosos, es que no tienes sentido del humor”.
Analicemos todo eso porque esta última frase tiene tanta mierda junta que da para cargar
un camión.
“Es que no tienes sentido del humor” es una frase que da por asumidas ciertas premisas, y
asumir algo en una frase puede ser incluso más poderoso que decirlo:
Esta frase es una forma fácil de protegerse de las críticas que hacen a nuestras bromas.
Asumiendo las dos primeras cosas el cerebro evita hacer cualquier pequeña crítica
personal que le permita darse cuenta de que lo que se ha dicho no tiene ninguna gracia.
De paso intenta imponer algunas de esas cosas que asume, como que la otra persona es
inferior y que el problema está en su interior de forma inmutable.
Así que no, no es que no tenga sentido del humor. Es que o tu broma no tiene
ninguna gracia y es muy ofensiva, o que no comparto en absoluto esa forma de
pensar y me parece despreciable.
No hijo mío, sí que nos podemos reír. Hay muchas cosas por las que reírse que no
ofenden a nadie. El humor inteligente y los juegos de palabras hacen reír. Una cosa
tan simple como una estructura Expectativa > Subversión de la expectativa hace
reír y sin ofender a nadie.
Pero en tu caso… ¿Cuál es el chiste? ¿Las mujeres son todas putas? ¿Es gracioso porque
el perro gay es un caniche? ¿Estás denunciando que las feministas cuando les intentas
ayudar te dan una paliza de muerte al grito de “soy feministaaa”? ¿Que pobre gente de
color que no quiere que la maten? ¿Que esta gente con este gusto musical no tiene
cerebro? ¿Que hablar con la e neutra es raro?
Aquí la única broma eres tú. Que vas de “ay es que la gente tiene la piel muy fina” y
luego te ofendes al primer chiste de machitos cisheteros.
“Pero acabas de decir que hacer bromas despectivas es malo, ¿y podéis hacer chistes
de cisheteros? Madre mía la heterofobia…”
Vamos a hablar de esto, sí. Por qué unas personas pueden hacer unos chistes y otras no.
Son una forma de vencer al miedo y de sentirse seguras y con el control de la situación.
“¿Seguras? ¡Pero si las personas invertidas, los travestis y los negros son la amenaza! Si
mi mejor amigo fuese gay jamás me sentiría seguro quedándome solo con él. Y vivo con
miedo a que esté con una mujer y sea en verdad un hombre engañándome para violarme.
Por no hablar de los negros que solo quieren robarnos y quitarnos el trabajo. Además las
mujeres nos controlan, ya no puedes tocarle el culo a una sin que te denuncien por
agresión sexual… ¡Aquí soy yo quien está en peligro!”
No como las personas racializadas, que tienen que ser totalmente conscientes de obedecer
a rajatabla todas las órdenes de la policía estadounidense sin hacer ni el más mínimo
movimiento brusco no sea que les peguen un tiro. No como los gays, lesbianas y
bisexuales que sufren acoso durante toda su vida, a los que han echado de casa por cómo
son y a los que en pleno 2018 pegan palizas por la calle. No como las mujeres que tienen
miedo de todos los hombres que se puedan encontrar solas por la noche, o de que tu
pareja resulte ser un maltratador que te mate o te encierre en una relación que te destruye
poco a poco sin posibilidad de escapar porque te ha hecho cortar todo vínculo con las
personas cercanas y tiene a tu mascota o hijos como rehenes.
No como las personas trans que tienen miedo de que la persona con la que van a acostarse
les mate al descubrir unos genitales que no se esperaban. Que reciben amenazas de
muerte directas por parte de gente desconocida.
Dime, ¿cuál es la última vez que estuviste en peligro de muerte? ¿Cuántas veces ves
violaciones de hombres heteros por otros hombres, o por mujeres trans en las noticias?
¿Cuántas veces ves a la gente racializada organizando purgas de blancos? ¿Cuántas
mujeres matan y maltratan a sus maridos porque son suyos y solo suyos?
Sí, quizás lo hayas sentido alguna vez, o creas que estas cosas pasan más de lo que pasan.
Quizás pienses que estas cosas pasan más, pero las noticias no lo dicen porque hay
intereses ocultos detrás y estos colectivos, que son los menos poderosos y con menos
recursos, los están controlando para engañaros.
El humor requiere contexto y tiene cargas detrás. Cuando alguien que ha vivido en las
revoluciones de los países de Europa del este dice
ese humor nace de su manera de dejar atrás algo terrible que han vivido, es su forma de
sobrevivir y no dejarse superar por algo trágico.
“El otro día me follé a una sin vello púbico. Cuando terminé la volví a dejar en la cuna”
Los ojos, los dientes, las palmas de las manos, las palmas de los pies y el dueño”.
Tengo una página entera con un generador de chistes negros en la perspectiva de los
opresores. Por el contrario, no encuentro nada por “chistes antirracistas”. He tenido que ir
a buscarme chistes sobre blancos en inglés. Y son chistes escritos por blancos.
Este es el único que he encontrado que me parece gracioso y que no parte de una
asunción como que los negros roban o son pobres. Otros de esos chistes eran para
menospreciar a los rednecks con el estereotipo de cletus incestuosos. En esta misma
página de chistes de blanco encontré algunos que son de sátira:
“¿Qué es lo que más asusta de un blanco en prisión? Que sabes que lo hizo de verdad”.
Estos me ha costado mucho más encontrarlos que los racistas porque google parece
ser que los ha eliminado de sus páginas principales, pero en imágenes se pueden
encontrar. Punto para google, a ver si haces también esto para los racistas.
“¿Qué hace una mujer fuera de la cocina? Turismo”.
“¿Cómo se sabe que una mujer dice algo inteligente? Porque empieza: oí a un hombre
decir…”.
Esto es lo más cercano que he encontrado. Pero solo uno. Incluso buscando chistes
feministas he encontrado chistes machistas. Oh, también recuerdo uno que hicieron en los
Simpsons, cuando a Marge le renuevan la cocina y dice: “Cuando Virginia Woolf dijo
que toda mujer necesita una habitación propia, estoy segura de que se refería a la cocina”.
El cual es un chiste referencial cuya subversión se basa en que la cocina es sin duda el
último lugar al que se referiría Virginia Woolf en Una habitación propia.
Pero eso. Comparemos los chistes que le parecen graciosos a la gente. La cantidad. Puedo
encontrarme mil chistes racistas o machistas sin dificultad alguna y tengo que matarme
para encontrar cinco chistes antirracistas o feministas.
¿No será que estos chistes negros o políticamente incorrectos que tanto os gustan
solo son una forma de opresión? O sea, sólo analízalos. Mira los racistas y machistas.
¿Cuál es la subversión de la expectativa? No la hay. Solo te planta algo que llama y te
suelta un punchline que te haga tragártelo como si fuera un chiste, porque parece un
chiste. Y te hace gracia porque es un humor agresivo y social. Pero no tiene gracia,
porque es como el chiste del chocobollo. Solo normaliza esta violencia de la sociedad.
O sea, mira los machistas. Si lo analizas, ¿hay algún otro objetivo que no sea enviar el
mensaje de que el lugar de las mujeres es la cocina y que son tontas?
A lo mejor la razón por la que tú no puedes hacer chistes de esto es porque tú los
usas para oprimir y esas personas sí pueden porque los usan para defenderse y
liberarse.
Dependiendo de si esto lo
dice un hombre o una mujer, es un chiste agresivo y de menosprecio (si lo dice un
hombre), o un chiste satírico (si lo dice una mujer), pero algo tienen en común: No
presentan lo inesperado, sino una realidad, en este caso injusta. Pero el hombre con su
chiste intenta consolidar esa realidad injusta mientras que la mujer llama la atención
sobre su existencia.
Pero es que hasta los chistes que aparentan ser más inofensivos pueden estar cargados de
mensajes horribles.
Esta también tiene humor puro, uno incluso inteligente al estilo de “el pan no engorda,
quien engorda eres tú” en el que el continente cambia sus propiedades con el contenido
(lo cual es un recurso literario, una sinécdoque si no me equivoco).
En ningún momento de estas viñetas se ríen del peso de las mujeres. No es el objetivo de
la broma ni de la burla. Aun así, ¿podéis ver el patrón? ¿Podéis ver qué es lo que está
normalizando?
El contexto son mujeres que no están a gusto con su cuerpo. Incluso en el chiste del
pan, el tema está en la ganancia de peso. Y como el chiste no pone eso en el punto de
mira, es algo que se pasa sin procesar de forma consciente, pero el cerebro lo
almacena como contexto, como ejemplo de la realidad. Estas viñetas mandan un
mensaje de que todas las mujeres están preocupadas por su peso.
¿A partir de cuántos chistes que tengan como contexto la preocupación con su
cuerpo aprenderán las niñas que su cuerpo es algo con lo que jamás podrán estar
contentas? La mujer de la segunda viñeta ni siquiera es gorda. Parece estar en un peso
ideal y aun así tiene una preocupación tremenda con su peso, literalmente hiperbólica
pues el camisón le pesa una tonelada.
Esta viñeta también te ha colado el mensaje de ser pasivo cuando se está en una relación
tóxica, porque no vemos al lápiz diciendo de cortar la relación, solo una resignación por
algo que le va a pasar y en lo que no tiene poder para decidir. Compara por el contrario
con esta otra, que a mí ni me parece graciosa, pero no es tóxica.
Pero no solo enviando mensajes tóxicos inadvertidos puede el humor ser dañino.
También lo son con las comparaciones, una de las formas más básicas de humor.
Muchos de los chistes y bromas despectivas que se hacen parten de una base muy
dañina: insultar con cosas como tonto, retrasado, o deficiente mental o equiparar a
las personas que intentamos menospreciar con personas con discapacidades
cognitivas o físicas (¡Estás ciega, mira que eres manca!). Porque consideramos que la
discapacidad no solo es algo malo, sino que además es algo humillante y un insulto.
Los hombres se quejan de que otros hombres les llaman nenazas y les insultan
comparándoles con mujeres. ¿Qué crees que opinan las mujeres sobre eso de ser el
insulto? No solo de que se usen como insulto, sino que tú que lo recibes lo tomes como
un insulto.
Con las personas con discapacidad cognitiva esto es especialmente ofensivo. Hacemos
estas bromas como si no fueran nada, usándoles como los peores ejemplos en una escala
que ponemos como definitoria de la valía de una persona. En vez de eso podrías llamar
a la gente estúpida o imbécil, que son cosas que no tienen que ver con la inteligencia o
capacidades cognitivas de cada uno sino que dependen de que aun teniendo todas las
herramientas para darse cuenta de que están haciendo algo que les será perjudicial, lo
hacen, como esta gente que toca un quemador o se echa agua hirviendo encima. Eso es lo
que la psicología define como estupidez. ¿Tan difícil es dejar de llamar a la gente tonta
o retrasada y empezar a llamarla imbécil o estúpida?
Cerebro: “¿Caballeres no binaries racializades? Oh, no, no es nada raro. Al fin y al cabo,
¿no queremos todes pelear contra los demonios? VAMOS A DARLE DE HOSTIAS A
ESOS DEMONIOS QUE ES LO IMPORTANTE”.
El humor es bueno pero puede ser malo. La normalización es mala pero puede ser buena.
Nunca son bromas inocentes y la mayoría de las veces sí que hacen daño.
Ahora que ya lo sabes, ¿cuál es tu excusa para seguir haciendo esa clase de humor?
¿Sigue pareciéndote gracioso?
Bueno, esto ha sido todo. Para acabar con una nota más alegre, un chiste final. Para
demostrar que sí se puede hacer humor políticamente correcto.
“Dos mujeres cenan en un lujoso restaurante al lado de la costa. Una de ellas está a punto
de pedirle matrimonio a la otra y le pide a le maitre que esconda el anillo en uno de los
platos de su novia.
Es un chocobollo”.