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y la Moral.
Jumbo González William Ítalo1
Resumen:
El primer capítulo presenta la noción general de la ética desde la fundamentación
antropológica de la conciencia, el acto, el valor y la valoración moral como
aspectos del ser humano que debe tener en cuenta en su formación como
persona moral en relación con los demás.
Luego, se plantea la fundamentación filosófica de la Ética, desde la virtud como
tema que ha sido desarrollado en la Filosofía Occidental, en relación a la moral
teórica y fáctica que permiten el desarrollo de principios morales como la libertad,
responsabilidad, tolerancia e igualdad.
Principios morales que se constituyen en principios sociales necesarios en la
formación moral de la persona que busca ser feliz en la relación con los demás.
1. INTRODUCCIÓN
1
Estudiante del doctorado en Filosofía de la Tecnociencia: Pontificia Universidad Bolivariana de
Medellín- Colombia (2015-2019).
ID Código ORCIDE: https://orcid.org/0000-0002-2176-7441
1
integral para formar desde la cátedra interdisciplinar la práctica y vivencia de
valores en los mismos.
Ante esta situación un poco crítica, es necesario afirmar que la formación
académica desde la ética y moral, se constituyen en un puente que permiten el
análisis, reflexión y toma de decisiones ante un escenario de ausencia o
permisividad por lo que es urgente retomar el estudio de la ética y la moral en la
formación integral de la persona a nivel de las instituciones educativas que son
las que deben fortalecer la enseñanza de valores.
Sin embargo, son los progenitores y el círculo familiar los primeros responsables
de enseñar principios y valores, otorgando una ética de mínimos que pondrán en
práctica en relación a otros parientes, amigos y conocidos, llamada ética de
máximos. Valores que se asimilan en la práctica cotidiana de la vida y se
constituyen en el motor que generan: alegría, paz, felicidad, bienestar personal,
familiar y social.
Por ello, el siguiente capítulo presenta una fundamentación de la ética y la moral
a nivel antropológico y filosófico, argumentando la terminología respectiva desde
varios autores, y la diferencia entre los mismos. Profundizando en los respectivos
principios que fortalecen la identidad de la persona, con el fin de asumir en la
práctica social los valores indispensables para alcanzar la felicidad personal y
social que involucren el bienestar y la calidad de vida, dignos del ser humano
que construye una sociedad justa y en paz.
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Este desarrollo social del ser humano, demuestra la dualidad experimentada
entre el amor y el odio, la vida y la muerte, la libertad y la esclavitud, la riqueza y
la pobreza, la marginación y la explotación, la abundancia y el hambre, la salud
y la enfermedad, la sabiduría y la ignorancia, el poder y la impotencia; es decir,
descubrió y desarrolló en su práctica el bien y el mal.
Esta dualidad genera la necesidad de mayor organización social, la urgencia de
elegir un líder, un rey que los dirija, los guíe e instruya, así, se seleccionaron los
mejores hombres y mujeres más dotados en fuerza física, mental y espiritual
para que representen al pueblo y logren el florecimiento del mismo. A partir del
poder se van gestando normas y reglas que eviten el caos personal y social. Se
organizaron en comunidades políticas, económicas, religiosas, y educativas.
Surge una estructura social menguada de diferentes actores que se instruyeron
en el lenguaje, la escritura, la religión, las artes y la política. Aparece la clase
noble, pudiente y privilegiada que al dominar todos estos saberes, crearon
normas que el pueblo las cumplan. En la mayoría de los casos, los poderosos
imponen sus reglas sociales, económicas, religiosas y políticas, las cuales
obligan al pueblo a pagar impuestos, tributos que deben solventar al rey y su
imperio, caso contrario serian sometidos a trabajos forzosos.
Ponemos como ejemplo, el código de Hammurabi, siglo XVIII a.C., “es el primer
código escrito o libro de leyes que nos ha llegado completo. Fue realizado en
piedra durante el reinado de Hammurabi, rey de Babilonia, y reproducido en
muchas copias para que pudiera exhibirse en los templos y los súbditos pudieran
conocerlo” (Rossi, 2004, pág. 24).
El código contiene 282 leyes, en el numeral 195 argumenta: Si un hijo ha
golpeado a su padre, se le amputará la mano. “En base a las Leyes de Talión,
ese conjunto de leyes establecía que todo criminal debería ser castigado de
forma proporcional al crimen que cometió. Sin embargo, las sanciones ocurrían
de acuerdo con la posición que el criminal ocupaba en la jerarquía social,
resultando así en plumas bastante variadas” (Hammurabi, 2018).
Igualmente, la historia Hebrea narra a Moisés (3050 a.C), quién recibió una
formación virtuosa y amor por los demás; por mandato de Dios: “yo soy el que
soy”, provocó al poder represivo del Faraón y liberó al pueblo de Israel que
estaba esclavizado por Egipto. Les proporcionó el código de la alianza, los diez
mandamientos, con la finalidad de cumpliros y vivir como pueblo libre, justo y en
paz.
Aparece, la conciencia moral de un pueblo que consideró su situación de
esclavitud y buscó la forma de ser libre y vivir en armonía, evitando la barbarie y
el conflicto. Seres humanos que afianzando la fe en el Dios de la Alianza
fortalecieron el pensamiento moral para no ser indiferentes o relegados ante la
realidad injusta de otros grupos humanos explotados, perseguidos y
empobrecidos por el sistema.
Desde esta perspectiva moral, la Grecia antigua fue la primera sociedad
occidental que buscó constituirse en sociedad virtuosa. Son los griegos del siglo
VI a.C, que reflexionaron sobre lo bello, lo bueno, lo verdadero, lo noble, que
existe en las personas, animales y en la naturaleza donde encuentran como
fundamento la armonía. A lo bello, fuerte, valeroso y bueno, lo llaman areté. Así
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aparece el areté del caballo, del guerrero, de la naturaleza, en su expresión de
belleza, majestuosidad y nobleza.
Los filósofos griegos fueron amantes de la verdad, reflexionaron, educaron y
lograron desde la Mayéutica socrática grandes debates públicos sobre lo que es
verdaderamente virtuoso. Así Sócrates decía, cuando ya cansado de tantas
preguntas y respuestas de sus seguidores, “solo sé que no se nada” (Brugger,
2005, pág. 519). Argumento que se constituía en la nueva palestra del saber, y
convocaba al ser humano a seguir debatiendo, argumentado y rescribiendo
aquellas frases y anécdotas que sus maestros sabios argumentaban.
Aparece Sophía o sabiduría, desarrollada por maestros y filósofos amantes de
la Verdad; que fueron seguidos, admirados y elogiados por sus discípulos, así
como perseguidos y desterrados cuando su pensamiento cuestionaba la forma
de poder autoritario e injusto de parte de reyes y emperadores. Por lo que: “se
consideraba sabio a un hombre que ha aprendido a estar sobre las cosas, y ha
encontrado valores por los que vale la pena vivir y llegado al caso, morir, y
construye consecuentemente el camino de su vida sobre la base de aquello que
ha comprendido” (Schondorf, 2014, pág. 451).
Los filósofos formaron al ciudadano noble, fuerte, valeroso y bello a partir de la
educación en las artes, la gimnasia y la ética, desde la cual educaron al niño,
para fortalecer y desarrollar su conciencia moral y logre distinguir lo permitido y
prohibido realizar. Entonces, valoró su acción como buena o mala, permitiéndose
corregir o enmendar su mal proceder a partir de la formación de la conciencia.
2.2.1.- La Conciencia
La ética, define a la conciencia como la capacidad moral que posee el ser
humano para decidirse actuar bien o mal, correcta o incorrectamente. Es la
consejera para actuar de forma responsable y no pasionalmente, por tanto, se
reconoce si un acto es bueno o malo, si es voluntario o no, siempre que haya
sido realizado con plena autonomía, conciencia moral y libertad.
Al respecto Blanco, plantea que “nuestro entendimiento se ve guiado e iluminado
por la conciencia. Esta es la brújula que se encarga de señalar el rumbo y
distinguir el bien del mal; es la misma inteligencia en cuanto es capaz de discernir
el bien moral. No se trata de una voz misteriosa ni de un oráculo profético; es,
simplemente, la razón que juzga la bondad o maldad de nuestras acciones. La
conciencia se presenta como exigencia a nosotros mismos. No es una
imposición externa sino la clarividencia que resuenan en el ser. Confucio la
define como: “luz de la inteligencia para distinguir el bien y el mal”, y se encuentra
en todos los individuos y en todas las sociedades. Para los cristianos es el
santuario del alma en donde se escucha la voz de Dios”. (Blanco, 2013, pág.
214)
Destacamos que la conciencia moral es muy necesaria al momento de actuar,
de lo contrario la persona tendría una deficiencia intelectual que conllevaría a la
ausencia de valores morales y por ende a la acción inmoral, que corrompe y
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despersonaliza. Por eso, es necesario ser consciente de nuestros actos, ante los
cuales, debemos asumir responsablemente las consecuencias de los mismos.
Solamente la claridad del sentido y significado de la conciencia moral, permitirá
analizar si el acto o acción ejecutada es moral o inmoral, es decir si es lícito o
ilícito, siendo necesario profundizarlo en el siguiente apartado.
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Derechos Humanos declarados por la UNESCO, donde la persona, sin
excepción alguna, posee una inviolabilidad que brota de la justicia, por tanto, se
constituye en un valor y no en un objeto o cosa. De esta manera, la persona se
va desarrollando como virtuosa, que a largo plazo se constituirá en felicidad
personal y social porque beneficiará la cultura e identidad propia y social.
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y Aristóteles, los grandes filósofos griegos que sistematizan en la felicidad como
el fin último del hombre a partir de la práctica de virtudes, necesarias para lograr
la Eudaimonia o felicidad, tan indispensable para obtener la realización de la
persona.
“Para Sócrates y Aristóteles, la praxis humana es virtuosa sólo si es capaz de
valorar éticamente el poder de la política a través de la frónesis. Es la “conciencia” de la
virtud de un buen obrar, acerca de la verdad y sus contradicciones o negaciones, lo que
se sobrepone a la “fuerza” de la pura racionalidad del poder. La ética, entonces, nace,
como la praxis, de una condición de vida a partir de un sujeto o colectivo social, que
dota de sentido universal y trascendente a tipos o clases de valores que están asociados
con la prudencia, la justicia, el bien, la igualdad, la libertad. Se resiste y se subleva frente
a cualquier tipo de “valores” con tendencias a la coacción o represión de la voluntad,
obediencia o consentimiento. En ese aspecto la ética, que versa sobre valores humanos,
de alguna forma busca su reconocimiento en las prácticas individuales y/o colectivas
entre las personas que comparten y conviven esos valores, asumidos mediante normas
de vida donde los principios que legislan los valores éticos declaran el respeto a la
identidad y diversidad propias de la pluralidad de las conductas humanas” (Márquez-
Fernández, 2011, pág. 2).
2.3.1.- La Virtud.
Proviene del griego areté, y designa que un objeto es bueno, excelente,
adecuado, apto, y por lo que se refiere a su función específica, a su tarea,
prestación o capacidad elevada. E igualmente, del latín virtus que representa lo
viril, la fuerza de carácter, el dinamismo, la valentía, entre otras relacionada a la
esencia y cualidad, conducta, y comportamiento de la persona que al obrar logra
efectos benéficos en la sociedad por la práctica de virtudes.
La ética como filosofía práctica de la vida, denomina a las virtudes como "criterios
normativos para ejercer nuestras actividades y para el uso de nuestros bienes, y
aunque no son sólo eso, ya que, en cuanto hábitos, poseen además una
dimensión afectiva y otra disposicional”. (Rodríguez, 2010, pág. 100)
Según Rodriguez, el hombre virtuoso es bueno porque la facultad de su razón
(logos) se halla en una buena disposición y por eso utiliza bien su capacidad
especifica moral en los diversos ámbitos de la vida. Por tanto, la virtud peculiar
del hombre es la buena disposición de la facultad de la razón. Ya Platón resaltó
la función de las cuatro virtudes como la prudencia, la fortaleza, la templanza, y
la justicia. Mientras que la tradición cristiana hizo propia dicha doctrina (desde
Ambrosio se dio el nombre de virtudes cardinales), y añadió las tres virtudes
teologales: fe, esperanza y caridad. Además, Tomás de Aquino concede mayor
peso a la justicia por el hecho de desligarla de la pregunta primaria por la vida
feliz, planteada bajo la perspectiva de ética de la virtud.
Así mismo, Aristóteles sobre la virtud expresa: “no basta con conocerla sino que
hemos de procurar tenerla y practicarla, o intentar llegar a ser buenos de alguna
otra manera”. (Aristóteles, 2014, pág. 294), e igualmente, “el hombre bueno y
que vive orientado hacia lo noble obedecerá a la razón, mientras que el hombre
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vil, que desea los placeres debe ser castigado con el dolor, como un animal de
yugo”. (Aristóteles, 2014, pág. 296). Sin embargo, Kant argumenta que
“Contemplar la virtud en su verdadera figura no significa otra cosa que
representar la moralidad despojada de todo lo sensible y de todo adorno,
recompensa o egoísmo”. (Kant, 2007, pág. 40).
Como resultado de la formación ética y moral, la familia y sociedad adquiere
seres humanos virtuosos, por ende, felices, al construir la familia y sociedad
desde la vivencia y práctica de valores, evitan a toda costa hacer y permanecer
en el mal que degrada el aspecto antropológico del ser humano en su
pensamiento y acciones. Así, “el hombre que ha de ser bueno debe ser bien
educado y adquirir los hábitos apropiados, de tal manera que pueda vivir en
buenas ocupaciones, y no hacer voluntaria ni involuntariamente lo que es malo,
esto será alcanzado por aquellos que viven de acuerdo con cierta inteligencia y
orden recto y que tengan fuerza.” (Aristóteles, 2014, pág. 297).
Inteligencia y buen obrar, que según Aristóteles es necesaria para diferenciar y
clarificarse frente a la moral teórica y fáctica argumentada desde el estudio de la
ética.
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La doble moral es la incapacidad del ser humano de no aplicar en la práctica familiar o social la filosofía
moral que expone a un grupo de personas dentro de una institución o empresa.
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El estudio de la ética concuerda que la moral practicada de manera coherente
es la moral en acción, o hecho moral, es decir, cuando se actúa desde los valores
y normas de comportamiento que conllevan al acto moral libre, voluntario y
responsable teniendo como referencia la formación ética en “los principios
morales”, que son quienes guían, el comportamiento de las personas para
fortalecer la formación integral del ser humano, y que se fundamenta en el
siguiente apartado.
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2.3.3.1.- Principio de Libertad.
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Corresponsabilidad que conlleva a todos sentirnos responsables de nuestras
acciones y decisiones, ante las cuales, se debe asumir las consecuencias de
nuestros actos. Así como, la persona tiene una responsabilidad moral
compartida, y reciproca en relación con los demás y con el medio ambiente. Por
tanto, ser irresponsable significa no cumplir con las normas y principios que
deben guiar la acción, la misma que es asumida con ligereza y permisividad que
llevan a consecuencias nefastas para la comunidad, familia o sociedad.
Así, la responsabilidad asumida debe estar justificada en el ámbito moral, ante
lo cual, se demuestra o no ser responsable. Por ejemplo, la responsabilidad
social, está en relación a la participación ciudadana desde donde “participo con
responsabilidad política en la elección del representante de gobierno” (Asamblea
Nacional, 2008). (Artículo 83)
Por otro lado, en la aplicación de los valores, tenemos la responsabilidad
ecológica de cuidar y proteger a nuestro planeta Tierra, antes de que sea
demasiado tarde y la humanidad perezca y toda la vida que nos rodea; por eso
Hans Jonas presentó el principio responsabilidad donde expresa:
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2.3.3.6.- Principios de Justicia e Igualdad.
La justicia es la capacidad de tratar al otro por igual, y es la práctica virtuosa de
tratar al otro como nos gustaría que nos traten a nosotros mismos. Además, el
principio de igualdad es comprometerse en respetar al otro en sus diferencias
existenciales para no discriminar por condición social, religiosa, sexual, o de
alguna índole o tendencia política.
Principios que en la Constitución Política del Ecuador, del 2008 en la Sección
primera sobre los Principios de la participación, en el Art. 95 expresa que:
“Las ciudadanas y ciudadanos, en forma individual y colectiva, participarán de
manera protagónica en la toma de decisiones, planificación y gestión de los
asuntos públicos, y en el control popular de las instituciones del Estado y la
sociedad, y de sus representantes, en un proceso permanente de construcción
del poder ciudadano. La participación se orientará por los principios de igualdad,
autonomía, deliberación pública, respeto a la diferencia, control popular,
solidaridad e interculturalidad” (Asamblea Nacional, 2008). La participación de la
ciudadanía en todos los asuntos de interés público es un derecho, que se
ejercerá a través de los mecanismos de la democracia representativa, directa y
comunitaria.
Como reza la Constitución 2008, la igualdad entre personas nos lleva a lo justo
donde “lo equitativo, si bien es mejor que una cierta clase de justicia, es justo, y
no es mejor que lo justo, como si se tratara de otro género.., así lo justo, y lo
equitativo son lo mismo, y aunque ambos son buenos, es mejor lo equitativo”.
(Aristóteles, 2014, pág. 157)
Principios personales que constituyen la ética de mínimos y son una referencia
de los principios éticos sociales o ética de máximos que permiten una excelencia
social, profesional y por consiguiente la felicidad y el buen vivir de la sociedad.
Una vez tratada la fundamentación antropológica y filosófica de la ética, se
argumentará la conceptualización de la misma desde el lenguaje moral, y el
hecho moral, teniendo en cuenta que la ética es la ciencia filosófica que estudia
la moral.
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Por tanto, es necesario conceptualizar desde el nivel filosófico la confusión que
generan etimológicamente la moral con la ética, para tener una claridad
conceptual, ante lo cual se plantea la diferencia entre las mismas.
El término ética proviene del griego ethos, que significa costumbre. La definen
como “La doctrina sobre las costumbres”, por tanto, es el estudio sistemático de
esas costumbres en relación a la moral. Ética, que como filosofía de la moral,
indaga, cuestiona, reflexiona y conceptualiza sobre la misma; así, la definen
como la “Teoría de la moral”, o como la ciencia filosófica que se ocupa de los
valores morales en sus distintas formas.
La moral, en cambio, proviene del latín mos, moris, que significa costumbre
personal en relación con las normas de comportamiento que establecen la
distinción entre lo bueno y lo malo como criterio de perfección humana. Por tanto,
la moral hace referencia a las costumbres y normas de comportamiento que
posee una persona en familia y sociedad.
Costumbres y valores morales que son aprendidos en las instituciones que
permiten la interiorización de principios y normas como son la familia, la escuela,
la iglesia, el estado, los medios de comunicación; que a nivel general se
caracterizan por ser centros educativos de una sociedad que en el contexto
cultural sustentan, critican, y promueven la educación moral y ética.
Avalados en García, se argumenta la diferencia entre ética y moral: “la Ética se
referiría así al suelo firme, al fundamento de la praxis, a la raíz de donde brotan
todos los actos humanos. Es el desde donde de la acción. Ethos como
contraposición a pathos, es decir, hábito y costumbre frente a lo inmodificable
por la voluntad del ser humano… El término moral, por su parte, es el conjunto
de reglas o normas adquiridas por hábito y dirigidas a la formación de aquello
que es más propio de una persona, de su modo de actuar”.” (García, 2014, pág.
9).
Una vez, clarificados en la conceptualización y diferencia entre moral y ética, se
presenta el hecho moral a través del cual, se reconoce o no a una persona moral
o ética.
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Normas de conducta que dictan el proceder de las personas a nivel de mínimos
y máximos. Situación, ante la cual, Adela Cortina manifiesta que en la sociedad
se aplica una Ética de máximos, es decir, un niño que todo lo que ve, aprende
un valor aplicado en la familia como el respeto, el saludo a los mayores, que es
interiorizado, practicado y valorado en la relación con los parientes. Así, todo
niño aprende a respetar a los padres y personas mayores, observando en los
adultos este valor; y éstos a la vez por fuerza moral, exhortan practicar este valor
del respeto a la sociedad.
Situación moral coherente que produce la práctica axiológica de valores que se
desarrolla en el proceso de crecimiento psicológico y físico de la persona. Por
eso, existe el refrán, “educa a un niño en valores para que, en un futuro próximo,
la justicia legal no tenga que penalizar y encerrar a un adulto vicioso, pervertido
y corrupto”. Los valores, entonces, en la práctica del ambiente familiar se
denomina ética de mínimos, y éstos al ser expresados en sociedad constituye la
ética de máximos donde se hace posible la experiencia axiológica de Occidente3.
Práctica moral que se constituye en “el conjunto de actos concretos efectuados
por el hombre de acuerdo con la moral dominante en una sociedad determinada”.
(Fregoso, 2008, pág. 47). Que a partir de esto se constituye en una cultura de
paz, de justicia y solidaridad o, lo contrario, en una cultura con violencia social.
Clarificados en la conceptualización de la ética, la moral y el hecho moral, se
continuará con la fundamentación de la ética a nivel de los principios sociales
desde donde se argumenta filosóficamente sobre el diagrama ético social y el
desarrollo la ciudadanía y la práxis ética.
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Occidente es la situación geográfica mundial que relaciona a toda persona que vive en Europa, y
América.
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educar en pensamientos positivos como: ¡sí puedo, soy capaz, lo lograré, soy
feliz¡, con la finalidad de gestar una persona segura de sí misma, de su
autoestima elevada, y de sus capacidades cognitivas.
El adulto y el joven tienen el deber y la responsabilidad de formar, educar y cuidar
a la niñez, en coherencia entre lo que se dice y se hace, no enseñar a mentir, y
corregir para que sus intereses no sean contrarios al bien de la familia y de ésta
en relación socio-cultural, política y económica donde pueda ejercer los valores
aprendidos y que se desarrollan en el diagrama ético-social.
El diagrama Ético- Social, desarrollará de forma sistemática y sintética, los
diversos niveles de la axiología que permiten fundamentar una jerarquía de
valores aplicables a la realidad del ciudadano actual, el mismo que abarca de
forma interactiva las diferentes aplicaciones de la ética con la finalidad de ver
congruencia en los valores.
El diagrama ético – social que su primer nivel, el ético religioso, tiene como
finalidad la de instituir el principio de caridad para establecer vínculos sociales
con las demás personas en relación de tolerancia y respeto a la dignidad del ser
humano, lo que conllevará la plenificación y realización del proyecto de vida
según la fundamentación cristiana del amor al prójimo.
El nivel segundo, relacionado al ético social debemos asumir el valor de la
puntualidad para evitar contratiempos, esto en relación con los principios de
tolerancia, y justicia social que contribuyen a relaciones fuertes de amistad a
nivel del trabajo y la sociedad. De esta manera, construir la justicia social es la
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capacidad de “un hombre que actúa justamente por elección, y obra justamente
si solo obra voluntariamente.” (Aristóteles, 2014, pág. 152). En relación a lo
tecnológico, lo ideal es elegir la tranquilidad asumida por el valor del ahorro, que
conlleva evitar gastos indebidos y superfluos del dinero, y por bienestar personal
no caer en el círculo vicioso de consumo y endeudamiento por estar a la moda
con las innovaciones tecnocientíficas.
En el tercer nivel, ético político se establecen los valores de libertad y paz, a
partir del fortalecimiento de los principios de la participación, caridad, respeto, la
verdad y la justicia aptos para cada sociedad. Esta cultura de paz, que se
fortalece a nivel político, conllevará la vivencia de los deberes y derechos
teóricamente existentes entre las personas y lo normalmente reglamentado en
la sociedad, y en cuya inoperancia y violación se debe recurrir a un uso
responsable de las leyes jurídicas para penalizar, sancionar y obligar a la
persona infractora al cumplimiento de las mismas.
Por último, en el nivel ético ecológico, se debe fortalecer el principio de
responsabilidad en relación con el cuidado y defensa del medio ambiente, como
casa y bien común de todos, que tenemos que proteger y conservar los recursos
naturales no renovables para el uso de las futuras generaciones. En lo posible
dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos.
Solo entonces, el diagrama ético –social, en su cumplimiento moral permitirá a
los ciudadanos asumir deberes y derechos que deben cumplir por medio de los
códigos de ética, que en la actualidad han tomado importancia y relevancia
institucional; por lo cual, serán desarrollados en los próximos capítulos como
éticas aplicadas que estarán en relación con las instituciones que las representan
en la pluralidad de profesiones, por ejemplo: la ética del comunicador, la ética
del ingeniero, la ética del educador; la ética religiosa, etc; es decir, la ética obliga
a la actualización de normas y deberes en torno a la reflexión y análisis del hecho
moral de las personas en sociedad.
Solamente en la sociedad, el ciudadano se constituye en un ser político, que
tiene el deber de integrar diversas formas de participación ciudadana que le
desafía a crecer como persona y, por tanto, desarrollar códigos de ética que le
permitirán desde “el deber ser” evaluar el ejercicio de la ciudadanía en su práxis
ética.
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y forma de pensar de manera correcta y positiva. Por consiguiente, presentamos
el diagrama “Desarrollo integral ético de la persona”, que presenta el proceso
ético que debe asumir la persona para constituirse en un buen ciudadano.
El Filósofo Jorge Duque Linares, en su libro actitud positiva (Duque Linares,
2011, págs. 30-35), plantea que todos los seres humanos generamos
pensamientos e ideas, sean éstos positivos o negativos; lo cual conlleva a un
sentimiento a partir del pensamiento generado. Igualmente, este sentimiento sea
positivo o negativo, conlleva una decisión correcta o incorrecta, la misma que se
expresa en la realización o no de la acción lícita o ilícita. La acción permite
construir habilidad, que con el paso del tiempo genera un hábito o costumbre,
que desemboca en una actitud positiva o negativa dependiente del proceso que
se desarrolló en la formación de este. Por consiguiente, todo este desarrollo
cognitivo y psicológico de la persona, ha construido cultura, y es en la misma
donde el ciudadano ejerce ser bueno o malo, dependiendo de su
comportamiento y conducta en relación con los demás y, en la posibilidad activa
o pasiva de participación política y ciudadana.
Gráficamente, presentamos lo expuesto, sobre el pensamiento, sentimientos,
decisiones, acciones, hábitos, costumbres, actitudes, cultura, Estado y política,
que se han desarrollado y se asumen o no, lo que conllevará a deberes y
derechos a partir de compromisos éticos de la ciudadanía.
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valores (responsabilidad, solidaridad, sentido de la justicia, servicio a otros). Ello
obliga a preparar a los profesionales, y especialmente a los educadores, a
comprender las complejidades éticas y morales de su papel, para tomar
decisiones informadas en su práctica profesional”. (Bolívar, 2006, pág. 120)
La formación académica en relación con la aplicación del Código de ética
contribuirá a corto, mediano y largo plazo, superar las actitudes de injusticia,
pobreza y corrupción con el fin de permear una sociedad más inclusiva, libre
fraterna y en paz. Siendo necesario que cada institución revise o reestructure su
sentido de ser. Así entonces:
“La reestructuración de las carreras universitarias y de la misión de la universidad
del siglo XXI ofrece una oportunidad institucional para rediseñar los planes de
estudio, configurando esta institución como una experiencia de vida que
contribuye, decididamente, al desarrollo moral de los estudiantes. Si las
competencias son recursos personales, en el núcleo de esos recursos están los
valores, aun cuando sea una competencia que se sitúa en un orden diferente.”
(Bolívar, 2006, pág. 119)
Finalizamos nuestra argumentación antropológica y filosófica de la ética y la
moral, planteando la urgente necesidad de fortalecer la formación académica
desde la axiología, capaz de constituir personas éticas que promuevan desde la
operatividad profesional un bagaje de valores que se proyecten en la
operatividad social desde donde se promueven la justicia social, el bien común
y la solidaridad fraterna.
5.- Conclusión:
La Formación axiológica, ética y la moral son la brújula que guían el timonel del
barco, constituida en luz que encausa y orienta a la persona, que se diferencia
del animal por estar siempre en constante desarrollo cognitivo, y moral, para
configurarse como buena o mala persona dentro de la familia, la sociedad y la
empresa. Así, por experiencia, decimos, que solo la práctica de las virtudes,
desde la vivencia de valores, nos darán el pasaporte hacia el éxito y la realización
personal, profesional y ciudadana que contempla una vida feliz y en paz; porque
hemos nacimos para amar y ser felices, por consiguiente, tenemos la obligación
y el deber moral y ético de amarnos y, dar felicidad de forma recíproca a quienes
están en relación con nosotros, de quien la sociedad espera nos constituyamos
en seres humanos virtuosos y excelentes profesionales con el agregado de
buenos y honrados ciudadanos.
19
Aristóteles. (2014). Ética a Nicómaco. España: Gredos.
Fregoso, G. V. (2008). Ética (Tercera ed.). México: Instituto Politécnico Nacional. Obtenido de
http://bibliotecavirtual.ups.edu.ec:2619/lib/bibliotecaupssp/reader.action?ppg=8&do
cID=3187105&tm=1527174098725
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https://bibliotecas.ups.edu.ec:2708/lib/bibliotecaupssp/reader.action?docID=3203566
&query=los+derechos+humanos
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