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Los Sacramentos de la Vida de Leonardo Boff

Por Martín Aguilera Valdés

Usualmente no se comienza un texto con una pregunta, pero en este caso me parece
lo más adecuado y necesario ¿Por qué leer “Los sacramentos de la vida” de Leonardo
Boff? Es posible encontrar dos razones, una un poco más académica y otra mucho
menor. En primer lugar, porque explica de manera muy simple y adecuada el contenido
de teología sacramental detrás del magisterio y doctrina de la Iglesia católica post
Vaticano II. Segundo, porque es un texto que en si es un sacramento.
El libro es bastante sencillo. No se da vueltas en contenido dogmático con palabras
complejas, más bien busca la manera de desarrollar su perspectiva con un lenguaje, en
su mayoría, coloquial y cotidiano. Entra en la necesidad imperante de la contingencia
eclesial y no eclesial de una “bajada” de la teología sacramental. En otras palabras,
este pequeño escrito de 14 apartados, que pasa por los puntos más esenciales para
entender los sacramentos y la sacramentalidad dentro de la Iglesia católica, cumple
una función radicalmente necesaria ante la decadencia de la vida religiosa. Sobre todo,
sirve para que los cambios que el Vaticano II, como reforma a la comprensión de vida
del cristiano, lleguen a todas las Iglesias: para que más personas puedan vivir su fe y
convertirse; para que crezcamos espiritualmente como Iglesia.
Aproximadamente, desde el apartado numero 9 en adelante el escrito de Leonardo se
dedica a desarrollar contenido teológico, que bajo otra delicadeza redactora,
probablemente, hubiese resultado en un ensamblaje de complejidad y abstractismo, a
pesar de la intención del Concilio Vaticano II de solapar vida y teología. Dentro de este
camino de explicación y énfasis, de lo a juicio del autor más importante, queda el
concepto de transparencia. Un tecnicismo poco utilizado, pero tremendamente
importante para la vivencia de la fe. Su transversalidad recae en que es capaz de
relacionar un gran problema teológico, con un término muy comprensible; explicar la
conexión entre trascendentalidad e inmanencia no es sencillo. También, permite
comprender lo que posteriormente puntualiza como las características principales de
los sacramentos: conmemorativo, rememorativo y anticipador. Todo, dentro de la línea
siguiente: Jesús sacramento de Dios e Iglesia sacramento de Cristo. Cabe destacar
dentro de este punto, la exactitud con que hace referencia a la historia de la teología
sacramental y la perspectiva ecuménica (incluso interreligiosa).
En segundo lugar, está la sacramentaldiad del mismo escrito. Por lo menos para mí, y
creo que debido a las condiciones de lo dicho y como se dijo, este libro resulta muy
vinculante. Permite remitirse a la manera de vivir, a la vida misma, y a las conexiones
que como humanidad establecemos con las cosas, el mundo. En esto, es bastante
cercano a la filosofía de Xavier Zubiri y su teoría del poder de lo real y la
interconectividad física, tema, tal vez, para un ensayo. Ahora bien, este ser “vinculante”,
si mal no he entendido, significa su sacramentalidad en sentido humano. Al comenzar
el libro con distintos ejemplos de lo sacramental, permite develar al lector la estructura
simbólica y comunicacional de la vida humana, con lo que empieza un sendero de
autodescubrimiento y vivencia. No solo tiene contenido teológico, sino que al comenzar
de esta manera permite ir viviendo la lectura para luego activar esta misma
sacramentalidad al describir la doctrina sacramental católica (al vivir los 7
sacramentos).
Me parece importante resaltar, ya que es un gran atractivo para la comunidad actual
católica, o con intención de religiosidad, la facilidad con que rompe con la separación
gnóstica entre vida y vida de fe, entre materia y espíritu. Si bien, no desmiente los
niveles de la vida, es impresionante la versatilidad con que nos invita a comprender que
la vida religiosa, la fe, la relación con Dios y la vida misma fuera del culto o la Iglesia,
no son cosas distintas o separadas. La vida es una sola y la vivencia también. Todo se
resume en la encarnación.
En modo de convergencia de ambas razones para leer este libro pequeño pero gigante
en significación, es posible sentenciar, en algún grado, que la intención del autor no es
corregir doctrinas (lo dia-bólico), sino que agilizar e impulsar la res-puesta ante la pro-
puesta de Dios, ayudar a la apertura de corazón y la conversión; ser un instrumento
para explicitar la vivencia espiritual y desarrollarla.
En conclusión, ¿Por qué leer este libro? Dado que este autor es capaz de, ante la
necesidad, entregar sentido y valor a algo que nuestra generación esta olvidando, o
para lo que está ciego. Además, logra hacerlo no de manera superficial y no llamativa,
sino que vinculante, de forma profunda devolverle su importancia y vitalidad a la
experiencia espiritual sacramental.

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