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EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO

La sociedad internacional, en la actualidad, conserva los rasgos


fundamentales que caracterizaron a la misma en los siglos XV y XVI, por el
resquebrajamiento de la sociedad medieval como orden social jerarquizado
con dos Potestades supremas: la espiritual, que era el Papa y la temporal,
el Emperador.
Los Estados modernos se constituyen como poderes soberanos
independientes, apoyándose en una clase social emergente: la burguesía.
El surgimiento de una nueva clase de base mercantil en la Europa de la
Baja Edad Media (siglos XIII-XV), va a ser crucial en la creación de nuevas
formas de organización política que resulten más funcionales a un nuevo
patrón de acumulación del capital.
Estos nuevos poderes se asientan en espacios territoriales, haciendo
coincidir la frontera política con la barrera aduanera, y en los que el
monarca, que concentra cada vez más el poder político en sus manos,
garantiza un espacio de libertad e igualdad por la supresión del orden
feudal. El Estado, en lo que se denomina “la modernidad”, asume los
monopolios fundamentales: fuerza, moneda, tributación.
En el orden medieval anterior, había existido una confusión entre propiedad
inmueble, el poder público y ejercicio del mismo, en sus diversos grados. La
propiedad de la tierra confería jurisdicción y, a su vez, el ejercicio de
jurisdicción confería la posesión del Estado. La transformación del régimen
de propiedad en el norte de Europa, de la mano del comercio, culminara
con la Revolución francesa, produciéndose una acusada diferenciación

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entre la propiedad individual del particular sobre los bienes inmuebles, y la
soberanía sobre el territorio que se atribuyen los Estados.
Como ya se advirtió, este proceso de territorialización del poder político, y
de ruptura con el orden jerárquico medieval se había iniciado en Europa ya
en el siglo XIII, pero se manifestará en todo su vigor a finales del XV.
Surge así una nueva sociedad internacional, anárquica (no caótica) en el
sentido de no reconocer una autoridad central, basada en el consenso de
las nuevas unidades políticas, los Estados. Es esta una sociedad
policéntrica, con soberanías fuertemente territorializadas, independientes
las unas de las otras y por esto con una tendencia natural hacia la
igualdad; los principios de subordinación y jerarquía de la sociedad
medieval quedan sustituidos por los de independencia, igualdad y
yuxtaposición o coordinación. Si en las exposiciones clásicas del Derecho
internacional pudo sostenerse que el comienzo del Derecho internacional
moderno hay que situarlo en la Paz de Westfalia en 1648, que puso fin a la
Guerra de los Treinta Años, esta afirmación sólo es exacta en el sentido
que Westfalia es la primera gran conferencia internacional que consagra los
nuevos principios y da estado oficial a una evolución que se habla iniciado
en Europa, por lo menos siglo y medio antes. Y se hacía de la mano de la
autodeterminación en materia religiosa.
El Estado como formación política soberana, sí iniciará con la Paz de
Westfalia, un ciclo evolutivo que acabará por otorgarle sus caracteres
actuales, a lo largo del período que corre desde finales del siglo XVII hasta
la Primera Guerra Mundial. La concentración monárquica del poder político,
así como su fuerte territorialización, culmina en la noción del Estado

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nacional, liberal y democrático de la Revolución Francesa. Pero la carga
liberadora de las propias ideas del Estado liberal opera una primera
mutación sobre el carácter cerrado que el sistema europeo de Estados
habla heredado del orden medieval y no había acertado a superar. Este
movimiento liberador lleva a la primera ampliación de la sociedad de
Estados. Inicialmente con la emancipación de las colonias inglesas en el
Norte de América y después de las españolas y portuguesas en la América
Central y Meridional.
En la postguerra de la Primera Guerra Mundial y, sobre todo, en la de la
Segunda, se fragua un segundo proceso de emancipación colonial que hoy
se puede considerar definitivamente concluido. De los cerca de doscientos
Estados que constituyen hoy la comunidad internacional, la gran mayoría
de ellos son «nuevos Estados». Al contrario de lo sucedido en América a
finales del siglo XVIII y principios del XIX, la independencia de los nuevos
Estados no se ha producido sin rupturas culturales. Estos nuevos Estados,
lejos de introducir elementos nuevos y revolucionarios, imitan a los viejos
en sus planteamientos tradicionales. El Estado, que comienza siendo una
superestructura tiene el propósito de llenarla de contenido para llegar a ser
una nación». Como formación política sigue siendo el Estado la máxima
concentración de poder efectivo y la única institución capaz de garantizar el
respeto al Derecho y de garantizar el orden y la seguridad social.

Caracteres fundamentales de la sociedad internacional, adquiridos


a lo largo de su proceso evolutivo

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Soberanía e igualdad
El rasgo fundamental de esta sociedad de Estados, es la de estar
compuesta por sujetos que quieren tener a su entera disposición la libertad
de decisión sobre su misma existencia, de tal modo que el interés primario
e inmediato en ellos es el particular y propio de cada uno de ellos. El
principio conductor primario de su actuar en el ámbito internacional es el
favorecimiento de sus propios intereses y no el del común y general. Se
establece así una tensión desde el punto de la filosofía jurídico politica, de
la sociedad internacional y en el que nuestros clásicos (Vitoria, Suárez, etc.)
vieron el fundamento mismo del Derecho internacional: el bien común
general, y las formas existenciales concretas de esta sociedad internacional.
Pero los Estados están forzados a coexistir en un mundo cerrado y,
forzados a aceptar una solidaridad de hecho que impone la propia
coexistencia. Sobre esta base mínima de solidaridad se asientan las
primeras formas del Derecho internacional de la yuxtaposición. La
«autoridad superior» que estos entes soberanos reconocen no tiene formas
institucionalizadas, es la de las reglas jurídicas, que ellos mismos han
contribuido a crear. En este Derecho de yuxtaposición las reglas
fundamentales consagran primariamente deberes de abstención o
facultades de autotutela, que les autorizan a tomar en mano propia la
defensa de sus derechos, o de los que cada Estado, según su libre
apreciación, juzga ser tales (legitima defensa, ejercicio del derecho de
represalia y, en los casos extremos, recurso a la guerra).
A la vista de un orden jurídico de tal naturaleza es evidente que las normas
jurídicas, establecidas por común consentimiento, sólo pueden ser un

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elemento más en la solución final que reciban los distintos conflictos
internacionales. Un presupuesto a toda ordenación jurídica interna en los
Estados modernos es que el conjunto de deberes y derechos jurídicos,
organiza y orienta la conducta de los ciudadanos. No ocurre así en la
sociedad internacional, la regla jurídico internacional es siempre un
elemento en la solución final del conflicto, pero su grado de eficacia, está
muy lejos de aquel conseguido por el Derecho interno. Más aún, el Derecho
internacional, tiene como fin principal, la regulación de la existencia
pacifica, pero, en sus formas más tradicionales, han escapado
sistemáticamente a la acción de este Derecho los factores beligerantes que
comporta la propia estructura de la sociedad internacional. La producción y
comercio de armas entre Estados, la eliminación de las grandes diferencias
entre Estados «ricos» y pobres son factores generadores de conflictos que
escapan a la acción de las normas internacionales.

El principio de igualdad soberana de todos los Estados y el


gobierno de hecho de las Grandes Potencias : La igualdad de los
Estados sigue siendo uno de los elementos estructurales de la sociedad
internacional que consagra la Carta de las N.U. Este principio formal se
establece en función de la cualidad que todos tienen de ser «soberanos»,
con abstracción de sus condiciones históricas, grado de desarrollo cultura,
etc. El Derecho internacional, tanto el consuetudinario general como el de
las organizaciones internacionales, lo recoge en multitud de reglas. Pero la
realidad política es muy otra; en la sociedad internacional ha habido

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siempre Estados mucho mejor dotados para un ejercicio prepotente del
poder.
Fuera de las pretensiones hegemónicas mantenidas por España, Francia e
Inglaterra desde los siglos XVI y XVII hubo siempre un grupo de Estados
que se destacaron y ejercieron una función rectora. Durante el siglo XIX los
Estados que se reconocieron como grandes potencias, formaron el
denominado Concierto Europeo, y ejercieron colectivamente sobre los
demás Estados, un gobierno internacional de hecho. Si en el sistema
jurídico internacional general este rasgo estructural no pudo encontrar
reflejo adecuado en las normas internacionales, lo ha encontrado en la
organización internacional. Primeramente fue el Consejo de la Sociedad de
las Naciones quien, sin plasmarlo en norma precisa, establece de tacto una
representación permanente de las Grandes Potencias, al lado de la
cambiante y coyuntural de los demás Estados; hoy está consagrado en la
composición del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Recapitulando, diremos que el Derecho Internacional nace en la
modernidad como consecuencia del nuevo sistema europeo de Estado-
Nación gestados a partir del renacimiento y la reforma (proceso que
culmina con la Paz de Westfalia). Se convierte en el ordenamiento jurídico
de la sociedad de Estados (o comunidad internacional).

NOTA: A fin de lograr una mayor comprensión del concepto moderno de


Estado, se acompaña a este apunte sobre la evolución del Derecho
Internacional, una aproximación a la Teoría del Estado como fue concebida
con posterioridad a la Paz de Westfalia. Este complejo teórico, expresado a

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través de los diversos pensadores que le fueron dando forma (en la
búsqueda del mejor gobierno) es el que acabó por definir al Estado como
sujeto y actor principal de las relaciones internacionales tal como las
conocemos hoy.

El pensamiento en la Edad Moderna

ABSOLUTISMO

La concepción del Estado como poder centralizado de amplio ámbito


territorial advino con la Edad Moderna.
Con la Reforma cobraron fuerza las teorías del absolutismo estatal.
Hay un absolutismo que calificamos de pagano, porque elimina toda
consideración religiosa o teísta; y otro absolutismo religioso o cristiano que
monta su posición sobre supuestos divinos, o por lo menos no los rechaza.
En el absolutismo pagano encuadran Maquiavelo y Hobbes. En el
absolutismo religioso o cristiano, Bodín, Jacobo I.
El absolutismo pagano deja de lado toda consideración ética y religiosa, “la
razón” del Estado está en el Estado mismo. Hobbes ignora a Dios y a la
ética como soluciones prácticas y positivas en la organización política. El
absolutismo religioso no elimina a Dios ni a la ética, sea que como Bodin,
mantenga limitaciones al poder provenientes de la ley divina y de la ley
natural; sea que, como Jacobo I, predique la investidura directa del rey por
Dios y su total irresponsabilidad ante los súbditos, siempre hay algún
elemento religioso que juega e influye para que el absolutismo político
tenga en su óptica una mirada puesta más allá de la tierra, en Dios.: El

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Estado y el rey son absolutos, pero la “razón” del Estado no está en el
Estado mismo.
Antes del absolutismo priva en el continente europeo el regionalismo.
Coexisten en Europa dinastías que se enredan en pleitos hereditarios o en
antagonismos de poder.
Francia no alcanza la unidad monárquica sino después de intrínsecas
disputas.
Las luchas en las islas británicas fueron largas y complicadas. La revolución
en Escocia se extiende a Inglaterra. Bajo Jacobo I se produce la unidad y la
casa de los Estuardo reina en Inglaterra y en Escocia.
En Alemania predominan los príncipes; los príncipes y las ciudades tenían
autoridad y prerrogativas propias y actuaban independientemente. Este
régimen quedo restringido bajo Carlos V, pero sus sucesores no pudieron
sostenerlo y el regionalismo volvió.
Tal era el cuadro en Europa cuando la Reforma y la Contrarreforma
estallan, la centralización monárquica salva a la sociedad de la anarquía.
En el siglo XVI predomina en Europa la monarquía centralizada. La nobleza
ha perdido poderío.
El absolutismo ha tenido sus principales sostenedores en reformadores
como Lucero y Calvino. “El Príncipe” de Maquiavelo, es el breviario del
absolutismo.
El poder real ha quedado afianzado a expensas de la nobleza, el clero, las
ciudades libres y de los parlamentos.
En la Edad Moderna, se acentúa el concepto de que no hay nada
superior al Estado. La Iglesia como reino visible, dejó de ser rival

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del Estado. El monarca lo centraliza todo, el poder regio llegó a ser
arbitrario y con frecuencia opresor. Se acepta en varios países la tolerancia
en materia religiosa.

JEAN BODIN
Bodin nació en Francia, se dedicó al derecho, la filosofía y las ciencias
exactas, fue funcionario de la administración real; formó parte del grupo
ideológico “los políticos”.
Apoyó la causa de quien sería Enrique IV de Borbón, porque veía en el un
pacificador de Francia.
El absolutismo de Bodin es diferente al de Maquiavelo y Hobbes. En Bodín
“ab-soluto” significa “desligado, absuelto”; el gobernante es absoluto
porque está exento de rendir cuentas al pueblo. Pero el poder de ese
gobernante reconoce límites.
Con el nombre de República (empleado en el título de su obra), Bodín
designa al estado, como en el lenguaje romano medieval, cosa pública o
de todos Para él la comunidad política es una agrupación de familias,
cuyo orden está dado por el soberano, que une a los miembros en un
cuerpo.
La soberanía consiste para él, en una potestad absoluta y perpetua que se
ejerce sin restricciones legales. Quienes son soberanos no están sujetos al
mando de otros, y pueden dar leyes a los súbditos sin consentimiento de
nadie. El primer signo de soberanía o potestad soberana es la potestad de
legislar. Le siguen el poder de hacer la guerra, de juzgar, de otorgar
gracia, de acuñar moneda, de recaudar impuestos. No obstante, Bodin

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asigna ciertos límites al poder soberano: la ley divina, las leyes naturales,
las leyes fundamentales del reino, los tratados con otros estados, los
contratos con los propios súbditos. Sin justificar la rebelión, prevé como
posible la desobediencia de los súbditos, cuando el mando contraría
aquellos límites.

HOBBES
Tomás HOBBES nació en Inglaterra, vive entre fines del siglo XVI y parte
del XVII. Estudió en Oxford, se mezclan en su espíritu las enseñanzas
escolásticas de Oxford, la moral puritana de su país, y la tendencia
humanista, con el cartesianismo recogido en el ambiente francés.
Refugiado en París por su militancia en el regalismo, dirigió la educación del
futuro heredero del trono, el príncipe de Gales (que sería Carlos II), que se
había radicado allí con su corte.
La obra que le hizo famoso y que tuvo extraordinaria repercusión fue el “
Leviatón” (obra precursora del totalitarismo contemporáneo, y
tributaria del absolutismo laico de su época). Se editó en 1651 y le
valió la vuelta a su tierra. También escribió sus tratados “Del ciudadano”,
“Del cuerpo” y “Del hombre”.
Al restaurarse la monarquía, y quedando en malas relaciones con los
partidarios de los Estuardo, fue perseguido. Se retira al campo y escribe
una historia de la guerra civil de Inglaterra titulada “ Behemont o el
Parlamento Largo”.

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EL PACTO

Su pensamiento racionalista hace arrancar el origen del estado de un pacto


o contrato. Antes de él, los hombres han vivido en un estado de
naturaleza bélico dominado por el egoísmo y la lucha de todos contra
todos. De no salir de ese estado, la especie humana se destruiría.
Hobbes propone la tesis del origen artificial y voluntario del estado. Los
hombres pactan voluntariamente, por miedo, por conveniencia, por interés
(para defenderse, protegerse). Y pactan ellos solos y entre sí, para crear el
estado y erigir su gobernante (que lo proteja). El gobernante es un tercero
ajeno al contrato. Hobbes admite un contrato único rechazando el pacto de
sujeción entre la comunidad y el gobernante. De su contrato único surge
un gobernante que no queda obligado con la comunidad porque no ha
pactado con ella... El contrato unánime entre todos impide su revocación.
La transferencia de todos los derechos de los hombres contratantes ha sido
total y definitiva, una verdadera abdicación o renuncia que implica su
entrega al Leviatán...
Estamos ante un absolutismo crudo, un despotismo sin límites. La ley
humana es la única medida de la justicia; los hombres no tienen derechos
naturales.
El gobernante, extraño al pacto, no está sujeto a las leyes que dicta. Los
súbditos carecen de derecho de resistir al gobernante en caso de exceso o
tiranía, conservan sin embargo, el derecho de defender su vida y de negar
la obediencia en el caso extremo de que el gobernante es incapaz e
impotente para mantener la seguridad cuya defensa ha sido el objeto del
pacto.

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El estado asume también la jurisdicción espiritual, el poder espiritual
queda absorbido por el poder temporal, con lo que el absolutismo totalitario
del hobbismo llega a su cima.

JOHN LOCKE
Nació en Wrington, se dedico a la enseñanza de la retórica, y la filosofía; se
dedicó a la medicina y más tarde se entregó a la diplomacia.
Podemos decir que Locke es el padre del constitucionalismo moderno
Su teoría puede sintetizarse en la defensa del poder limitado, limitación que
nace del hecho de que no es la soberanía del príncipe sino la del pueblo la
que funda el Estado
Sostiene que el orden y la razón existen en el estado de naturaleza.
Del estado de naturaleza se va al estado social por el consentimiento de los
hombres libres. En el estado de naturaleza tienen libertad e igualdad,
entonces renuncia a esa situación para estar aún mejor en el nuevo estado
social, en el que conserva todos sus derechos naturales. Por el pacto social
todo hombre se une en sociedad para proteger sus derechos naturales.
El pueblo es el soberano, y aunque delegue la soberanía, la conserva
siempre en forma potencial.
El gobierno absoluto no es legítimo; ante un poder absoluto y tiránico, el
pueblo tiene derecho de resistencia, lo que Locke llama “apelación al cielo”;
los súbditos pueden revocar a un gobierno.
La propiedad es atributo del individuo, nace con él, y su fuente es el
trabajo

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Los poderes de los hombres al ser delegados se encauzan en tres sentidos:
el legislativo, el ejecutivo (que abarca el judicial) y el federativo... El poder
ejecutivo y el legislativo deben recaer en diferentes personas para evitar los
abusos Todos los poderes deben ser limitados.
En materia religiosa, proclama la tolerancia. Los asuntos espirituales están
fuera de la órbita política, el poder del gobierno civil afecta a las cosas
temporales.
Sus ideas influyeron en el desarrollo de las ideas democráticas de las
colonias americanas: a) Todos los hombres son por naturaleza igualmente
libres e independientes. B) todo poder reside en el pueblo c) el gobierno
debe ser instituido en beneficio común.......

MONTESQUIEU
Carlos de Secondat, barón de la Bréde y de Montesquieu nació cerca de
Burdeos; sus estudios se encaminaron hacia el campo del derecho, fue
consejero del Parlamento, desempeñó el cargo de magistrado.
Tres son las obras principales. “Cartas persas”, “Consideraciones
sobre las causas de la grandeza y decadencia de los romanos”, y el
“Espíritu de las leyes”. En el primero se ocupa de la decadencia de los
parlamentos y de la nobleza y critica la situación social francesa.
En “El espíritu de las leyes” dice Montesquieu que ellas no son más que
“las relaciones derivadas dela naturaleza delas cosas”, todos los seres
tienen sus leyes, la divinidad tiene sus leyes, el mundo material tiene sus
leyes, los animales tienen sus leyes, el hombre tiene sus leyes. Mas

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adelante dice que tratará sobre el espíritu de las leyes, cómo surge el
derecho y cómo se adapta al momento y a las necesidades de cada país.
Para Montesquieu hay tres especies de gobierno: el republicano, el
monárquico y el despótico. Cuando en la república el poder soberano reside
en el pueblo entero, se está ante una democracia; en cambio, cuando el
poder soberano está en manos de una parte del pueblo, se está ante una
aristocracia; monárquico, cuando gobierna uno solo por leyes
fundamentales. En los Estados despóticos no hay leyes fundamentales ni
depositarios de las leyes, es el gobierno absoluto e irresponsable.
La virtud es la base de la república, el honor de la monarquía y el temor del
despotismo.
La libertad es el derecho de hacer lo que las leyes permiten.
Montesquieu desarrolla su teoría de la división de poder, y dice, que en
cada Estado hay tres clases de poderes:

Hace leyes transitorias o definitivas o deroga las existentes.


Debe confiarse a un cuerpo de nobles al mismo tiempo
Legislativo: que a otro elegido para representar al pueblo; tendrán su
asambleas y debates por separado

(De las cosas relativas al derechos de gentes) Hace la


paz o la guerra, envía o recibe embajadas, establece la
seguridad pública y precave las invasiones. Debe estar
Ejecutivo: en manos de un monarca

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(De las cosas que dependen del derecho civil) castiga
Judicial: los delitos y juzga las diferencias entre particulares.
No debe ser ejercido por un senado permanente, sino
por personas salidas de de la masa popular y
alternativamente designados de la manera que la ley
disponga

Los tres poderes se frenan entre si. En definitiva se da una garantía contra
el abuso de autoridad y se logra la libertad como fin del Estado.

Influencia del clima en la organización política:


Para Montesquieu, los climas:

Son más favorables al vigor


y a la franqueza, a la
confianza en sí mismo
Fríos

Abate al hombre, lo hace


indiferente, favorece el temor, la
pereza y la inacción. General
mente reina el despotismo
Cálido

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ROUSSEAU Y “EL CONTRATO SOCIAL”
Rousseau dice “El hombre ha nacido libre y vive, sin embargo, entre
cadenas”
El estado de naturaleza, donde florecían la bondad y la libertad se perdió.
La bondad del hombre se pervirtió con la sociedad con la civilización.
El contrato social, con su cláusula que es la misma para todos, devuelve a
los hombres su igualdad natural.
Del Vecchio explica: El contrato social de Rousseau debe concebirse de la
siguiente manera: es necesario que los individuos por un instante confieran
sus derechos al estado, el cual después se los reintegra a todos con e
nombre cambiado: ya no serán derechos “naturales” sino derechos “civiles”
La voluntad general, es una voluntad que busca y tiende al interés
general, no al particular de cada uno; por eso es infalible y .objetivamente
ética.
El pacto engendra una soberanía absoluta. El soberano es el pueblo. La
soberanía no puede ser alienada ni representada. Por eso Rousseau acoge
la democracia directa y rechaza la representación. Los diputados sólo
pueden ser sus comisarios, nunca sus representantes; tampoco admite la
división de poderes, porque la soberanía es indivisible. La soberanía es
infalible, no puede equivocarse y tiende siempre al interés general; y es
absoluta, porque el pacto social confiere al cuerpo político un poder
absoluto sobre todos sus miembros

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La ley es la expresión de la voluntad general. La voluntad general es
siempre recta, pero el juicio que la guía no siempre es claro. Es necesario
obligar a unos a conformar sus voluntades particulares con su razón, y
enseñar a otros a conocer lo que quieren. De ahí la necesidad de un
legislador.
Los gobernantes son oficiales y no amos del pueblo, este puede
establecerlos y destruirlos cuando les plazca.
Es necesario destacar que la democracia directa a la que describe, está
referida únicamente al ejercicio de la función legislativa. No es bueno que
el poder ejecutivo esté unido al legislativo, porque el ejecutivo le incumbe
al gobierno, ya que el gobierno debe ejecutar las leyes.

LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA
Es el primer ejemplo en el siglo XVIII de una revolución triunfante. Con ella
empieza el constitucionalismo moderno o clásico, que adquiere difusión
universal.
Las primeras migraciones puritanas exiliadas de Inglaterra como
consecuencia de la política religiosa de Jacobo I, se radican en América del
Norte. Fueron dando origen a las colonias inglesas en trece estados. Las
colonias se gobernaban mediante sus psorpias instituciones en un régimen
de libertad y democracia, y conservaban su autonomía frente a la
metrópoli.
Los impuestos con que el rey Jorge II los quiso hacer participar, dieron pie
para que reaccionaran y derivaran en una guerra de emancipación.

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Los rebeldes deciden declarar la independencia y la proclaman en el
Congreso de Filadelfia el 4 de julio de 1776.
La lucha sigue varios años, incluso con participación de Francia y España, y
concluye en 1783 con la paz de Versalles, en la que Inglaterra reconoce la
independencia de sus antiguas colonias
Redactan los “Artículos de la Confederación” para la defensa común, la
seguridad de sus libertades y bienestar general., y en 1787 se extingue la
confederación y da paso al primer Estado federal moderno con la
constitución, que adopta la forma de gobierno republicana
presidencialista, y las formas de Estado democrático y federal.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA:

Al finalizar el siglo XVIII, encontramos en Francia un campesinado libre


pero con penuria económicas y la masa de trabajadores manuales limitada
en sus posibilidades adquisitivas (retribución magra), y por otro lado, una
nobleza que vivía a expensas de sus arrendatarios, se destacaba la clase
media, la burguesía, favorecida por el progreso de la industria y el comercio
(revolución industrial de Inglaterra) que conquistaba posiciones y gravitaba
cada vez mas en el movimiento nacional.
Francia era una monarquía absolutista y centralizada. El despilfarro y el lujo
caracterizaban al mundo oficial, sustentado por el trabajo de las clases
productoras. La desigualdad era la nota saliente de la constitución de la
época.
Las provincias, no obstante la centralización monárquica, mantenían ciertas
diferenciaciones que revelaban falta de unificación jurídica... El derecho

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romano era aplicado en el norte, mientras que en el medio regía el derecho
consuetudinario.
El republicanismo de los Estados Unidos de América, con los principios
igualitarios inscriptos en la Constitución de Virginia, tuvieron amplia difusión
en Francia
Las obras de Locke, Montesquieu, Rousseau, fueron instruyendo a grupos
de dirigentes que pugnaban por una nueva organización social.
Entre los precursores de la revolución se destacan: el abate Sieyes, el
marqués de Condorcet y el conde de Mira Beau. Los tres publicaron
esquemas de declaraciones de derechos que reflejan la corriente
democrática y liberal de la época.
Primera etapa La revolución francesa estalla durante el reinado de Luis XVI,
al convocar éste a los Estados Generales, que no se reunían desde 1614.
Los Estados Generales son una asamblea de representantes (equivalentes
al parlamento) de los tres sectores que componían la población: el clero, la
nobleza y el estado llano o tercer estado. En mayo de 1789 se realiza la
apertura de los Estados Generales, cuyos diputados llegan provistos de
instrucciones expresas que se llaman “cuadernos”. La mayoría de
representantes pertenecen al estado llano, pero su triunfo no queda
asegurado mientras se aplique el sistema del voto por cuerpo en vez de
voto por cabeza.
En junio, el tercer estado se proclama constituido en Asamblea Nacional,
transformada en julio en Asamblea Constituyente.
El 14 de julio, bandas armadas salen a la calle y asaltan la Bastilla, símbolo
del absolutismo real.

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En pleno fervor, la Asamblea redacta su famosa “Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano” en 1789, con su trilogía de libertad-
igualdad-fraternidad, y su enunciado de los derechos a la libertad, la
seguridad, la propiedad y la resistencia a la opresión; se establece que la
soberanía reside en la nación, y la división de poderes; nadie está obligado
ha hacer lo que la ley no ordena ni puede ser privado de los que esta no
prohíbe y el principio de igualdad ante la ley, la libertad de opinión, de
religión y de prensa; los impuestos de distribuyen proporcionalmente de
acuerdo con la riqueza.
El rey no se pronuncia sobre las resoluciones. El 5 de octubre la multitud
asalta en Versalles el palacio real, al día siguiente, el monarca y su familia
se instalan en las Tullerías. Se destacan dos tendencias principales: la de
los jacobinos y el de los cordeliers.
El rey jura la constitución. Intenta huir de Francia, pero fue detenido y
conducido nuevamente a París, la Asamblea lo suspende en su cargo, pero
luego es restablecido aceptando sus excusas.
La Asamblea dicta en 1791 la primera constitución escrita de la etapa
revolucionaria, estableciendo una monarquía constitucional. Los poderes de
ésta se delegan en el rey, en el poder legislativo y en el poder judicial. El
monarca tenía facultades limitadas. Podía ejercer el derecho de veto
suspensivo ante las sanciones del poder legislativo, que votaba las leyes,
declaraba la guerra y la paz y determinaba los impuestos
El veto no era ilimitado, pasado un plazo de cuatro años, la Asamblea de
los Diputados podía insistir en la sanción, y entonces el rey debía aceptarla.
El voto era calificado: tenían derecho al sufragio los contribuyentes que

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pagaran un impuesto equivalente a tres días de trabajo. Los jueces eran
elegidos por el pueblo, como los diputados. Se introducía el sistema popular
de juicios por jurados en los procesos criminales.
Segunda etapa: Con la Asamblea Legislativa que sucedió a la Constituyente
se inicia la primera etapa de la Revolución eliminando la monarquía
absoluta remplazándose por una monarquía constitucional. En esta nueva
etapa se impondrá la República
En la Asamblea ya se destaca la tendencia de la izquierda, representada
por los jacobinos
El rey de Prusia y el emperador de Austria en un manifiesto condenan la
revolución; la Asamblea declara la guerra a Austria.
Mientras la guerra seguía su curso, la Asamblea dispuso convocar a una
Convención Nacional... Esta Convención fue elegida por sufragio universal.
Sus diputados estaban divididos en dos partidos: los girondinos, que eran
los moderados, y los jacobinos, que eran los radicales. La Convención
abolió definitivamente la monarquía y proclamó la República. Debatieron la
suerte del rey, quien fue condenado a muerte.
En 1792 derogan la constitución, y en 1793 se dicta la segunda; se
extiende el sufragio a todos los varones adultos, el parlamento se reúne
anualmente; se sustituye la división de poderes y se crea un consejo
administrativo. La constitución no entra en vigencia, y dos años después se
dicta una ley fundamental del Estado, que introduce modificaciones. Se
restablece la división de poderes, se crea un parlamento bicameral, con un
Consejo de Ancianos y una Cámara de los Quinientos, y un ejecutivo
centralizado, el directorio. Este es un período de anarquía y desorientación.

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Así se llega a la Constitución de 1800, obra de Sieyes, adaptada a las ideas
de Napoleón, partidario el centralismo.
Al iniciarse la hegemonía napoleónica, quedan sin embargo en pie los
principios democráticos e igualitarios que pugnaron por afianzarse en el
territorio francés.

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