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En el simbolismo masónico se puede afirmar que todo esta expresado de modo sistémico
, es decir, ningún elemento simbólico, ningún significado, ningún referente ceremonial e
stá desligado uno del otro, y tienen todos ellos que ser sometidos a una heurística
integral, esto es, holística, justo para poder colegir interpretaciones y sentidos
coherentes. En este sentido, y en el marco de la palingenesia y de la metempsic
osis, la noción de inmortalidad de la idea , en sustitución de la del alma, es simpleme
nte absurda, confusa y desatinada. También tenemos otro problema: nuestro simbolis
mo como todos los sistemas simbólicos es polisémico, y ello nos pone retos filosóficos y
lógicos no fácilmente superables, sobre todo cuando se incurre en la no menos desat
inada mezcla de culturas cuando lo mismo se usa el judaísmo la cábala que las influenc
ias hindúes y de otra índole.
Entrando en materia, habría que empezar diciendo que muchos masones sostienen que
la proposición de la inmortalidad - ¿acaso un axioma?-, tanto como la de la existenc
ia misma de Dios, son dogmas al mejor estilo de la escolástica vaticana. Sostengo
que afirmar algo así constituye un atentado al pensamiento masónico y una expresión qu
e denuncia un evidente desconocimiento del asunto. Ciertamente, en el último de lo
s casos, habrá que advertir que dogma alude a un punto central de doctrina, no neces
ariamente religiosa, y además nunca será en Masonería una imposición para establecer una
creencia sin reflexión o aceptación del sujeto.[iv] Nadie puede ser expulsado de la O
rden porque de pronto declara que duda, o incluso niega, la existencia de Dios;
el escéptico, si persiste, habrá de llegar a la pregunta obvia: ¿Qué hago aquí en la Insti
tución? Una vez que se contesta será él quien abandone la Logia porque asume que se en
gaña a sí mismo y engaña a los demás. Las constituciones andersonianas claramente señalan
que el masón, si comprende bien el Arte no será estúpido ateo ni libertino irreligioso ,
y hay que decir que ateo no es quien no cree en Dios, sino quien niega su existe
ncia, que es cosa bastante diferente.
Tampoco postula la Masonería una salvación eterna en el sentido cristiano. El masón que
está en el «Eterno Oriente» no se halla en un suspense durmiendo en un cementerio que
fica justamente dormitorio esperando el acceso al paraíso celestial. El creyente cris
tiano una vez muerto cree que duerme en el cementerio esperando el juicio final. L
a Masonería postula que con la muerte el cuerpo se destruye, pero el Alma viaja pe
rpetuamente hacia Dios.[vi]
Mucho menos ha expresado nuestra Orden, que yo sepa, alguna tesis a favor o en c
ontra de la clonación humana. No existen elementos rituales, ni siquiera pronuncia
mientos masónicos colegiados, de carácter general y aceptado, que aludan a semejante
declaración, que si bien es científica, no es masónica. No hasta el momento actual.
Con estos elementos rituales y simbólicos, que no son solo una simple representación
actuada, sino una vivencia iniciática real, cada masón exaltado se convierte, en el
terreno simbólico, quizá metafísico, en el mítico Hiram renovado en cada recipiendario.
Ahora bien: ¿Cuál es el sentido de la Inmortalidad del Alma según la Masonería «franco am
ericana» que se practica en México y en América latina?[vii]
La noción de la inmortalidad del alma no se funda en una creencia, sino en una con
vicción generada por la investigación filosófica y por la experiencia iniciática, espiri
tual y personalísima que el masón va construyendo a través de su vida y de su experien
cia en la Orden. El conocimiento masónico -más que aprendido en textos- es una reali
dad asumida por vívida experiencia, y precisamente en esto consiste el «secreto de l
a Orden».[viii] La ceremonia y los símbolos le constituyen como secreto vivido, y le
van configurando gradualmente, de modo que las proposiciones acerca de la exist
encia de Dios y de la inmortalidad son el resultado claro y definido de una ilumi
nación interior - intuición , dirían los filósofos-. Por esta razón, la inmortalidad del a
o es un dogma teológico en el mejor estilo vaticano sino la expresión misma de una evi
dencia: la evidencia de la continuidad que es, como sabemos, una realidad indisc
utible del Universo. Esto es: la inmortalidad es un continuum sucesivo en la exi
stencia del Universo y la vida es un fluido que transita el cosmos eternamente.
La vida es una constante del universo porque es una expresión de Dios.
Esto es: el pensamiento es ideal , o cuando menos esta idealidad le constituye al pen
samiento, asumiéndose éste como divino. Es, en consecuencia, un efluvio de Dios, o s
ea, de Su Magna Creación. Por otro lado, el ritual admite cierta postura tomista c
uando afirma que el alma toma posesión de su propia divinidad .[ix] Considero que, si
bien la creación es divina y la Masonería misma se adjudica esta posición, la definic
ión ritualística franco americana, no obstante, ni aclara ni precisa la esencia mism
a de la inmortalidad. Finalmente, leyendo el ritual, uno se queda preguntando ¿y q
ué es la inmortalidad? ¿Es acaso la no muerte ? ¿Es la eternidad y la perennidad de la v
de un sujeto? ¿Es la inmortalidad de la idea, civilistamente entendida? ¿Qué es, fina
lmente la inmortalidad?
La Masonería considera que hay una continuidad en todo lo que existe, y si tal con
tinuidad de vida no existiese, entonces tampoco podría existir la evolución en conci
encia, ni ésta tendría sentido, y la evolución biológica tampoco lo tendría si no existier
a la preservación de la especie y el fenómeno de la herencia. Esta continuidad garan
tiza el encadenamiento entre una manifestación de vida y otra. Para la Masonería la
vida no inicia con la vida ni termina con la muerte, pues la vida es un continuu
m sucesivo, y tanto con el nacimiento como con la muerte apenas inicia y concluy
e una determinada manifestación de vida. La vida, como la energía, es indestructible
y lo único que se puede destruir es una forma específica de la manifestación. De esta m
anera es como solemos decir que murió Juan o murió Pepe , pero no cesó la vida, pues lo q
ue anima esa forma de apariencia no puede ser destruido. Lavoisier enunció esto co
n magistral elocuencia:
De esta suerte, decimos que Cervantes es inmortal, y que Mozart también lo es. La
idea no es mala, pero no es iniciática, ni tiene algo que ver con el carácter centra
l, original, auténtico de la institución masónica. Ya hemos dicho que la inmortalidad
espiritual no tiene nada que ver con Dorian Grey, ni con el supuesto Conde de Sa
int Germain. No se trata de vivir esta vida para siempre mediante el consumo de póci
mas mágicas o por celebrar conjuros diabólicos; tampoco tiene que ver la inmortalida
d masónica con aferrarse a la vida , aunque esta sea ciertamente una ilusión y una quim
era; decía Miguel de Unamuno que los muertos son fantasmas vivientes a quienes el
recuerdo es lo único que les queda. ¿Será esta la inmortalidad masónica? Tampoco la inmo
rtalidad iniciática la masónica se relaciona, como hemos dicho, con el sentido de la s
alvación cristiana para alcanzar la vida eterna . La salvación es una postura de fe, es
fídica; la inmortalidad masónicamente entendida es, en cambio, una postura de conci
encia en las verdades internas del ciclo del Alma.
Como astros lanzados fuera de nuestras órbitas nos perderíamos al buscar la verdad sol
o con la escuadra, olvidando el compás .
Un masón sin Estrella Flamígera no tiene más remedio que rendirse a la oscuridad densa
y material del Occidente Simbólico, y entonces ¿para qué permanece en la Masonería?, ¿cua
l sería la razón profunda de su vida?
A los masones y en general a los hombres nos hace falta una Luz en la oscuridad pa
ra orientarnos en nuestros proyectos de vida y no caer abatidos ante las crisis
y los contratiempos que el destino y la vida nos deparan. Necesitamos algo imper
ecedero, y tener la firme convicción y la fe de que todo en el mundo y en la reali
dad objetiva obedece a un Orden Superior. Todos llevamos un HIRAM dentro de noso
tros, un Hiram que conoce la acacia sembrada en tierra de temporalidad. Un Hiram
que nace y renace como hálito del espíritu iniciático de perfección.
Todo Maestro Masón tiene la convicción no la creencia de que existe un flujo continuo e
el Universo, y como Hiram, sabe que la Masonería nos lleva gradualmente a la cert
eza de que la muerte, como fin, no existe. Por ello, el Tercer Grado de la Mason
ería Azul, el Ancient Craft, tiene como finalidad enseñar la tesis de la Inmortalida
d del Alma, el Landmark que se deriva de otro que es fundamental para la Constru
cción del Edificio filosófico, moral, intelectual y espiritual de la Masonería: el que
enuncia la existencia de Dios, a la vez piedra angular y piedra fundamental de
la Orden.
[i] Esta idea no solo es positivista, sino incluso filosófica y en cierto modo lit
eraria. Recordemos las ideas del inmortal Miguel de Unamuno quien, junto con Cer
vantes, Shakespeare, Bethoven y miles más han pasado a formar parte de los fantasma
s vivientes . Muertos a quienes, decía Unamuno, el recuerdo es lo único que les queda .
[ii] Grado mal llamado escocés.
[iii] Personaje para algunos mítico, y para otros bíblicamente real. Unas Biblias le
citan, otras versiones no.
[iv] El Diccionario de la Real Academia dice: Proposición que se asienta por firme
y cierta y como principio innegable de una ciencia . También se entiende como fundame
nto o puntos centrales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión .
[v] El cahier del Tercer Grado de la Gran Logia Unida Mexicana dice: ... según la ley
palingenésica de los antiguos filósofos que la vida se sostiene por la muerte y nosot
ros representamos en el drama astronómico de Hiram, la metempsicosis, en el sentid
o en que la tomaban aquellos sabios . ¿Cuál sentido?
[vi] Ver los rituales fúnebres de cuerpo presente.
[vii] La mayoría que los masones de este lado del mundo suelen llamar del rito esco
cés .
[viii] Muchos masones ingenuos, por decir lo menos, sostienen que el secreto de l
a Masonería son palabritas y gestos rituales que todo el mundo ya sabe merced a los
libros y al Internet. Entonces ¿Cuál secreto?
[ix] Véase, si no, La Summa Teologica, en la cuestión XXV, en la que trata sobre el
Alma. Santo Tomás sostiene que el Alma es recibida por Dios independientemente de
si ésta es de un bruto o de un virtuoso. El ritual de tenidas fúnebres abona perfect
amente esta idea.
La Idea de la Inmortalidad del Alma en la Masonería
Cuando examinamos las enseñanzas no sólo masónicas, sino también
espirituales tanto de Oriente como de Occidente descubrimos que el
llamado a convertirnos en inmortales surge, en todos los sistemas de
creencias, como una posibilidad para cualquier ser humano, pero
también la afirmación de que conseguirla es una meta reservada a una
pequeñísima minoría y constituye un objetivo que depende de nuestra
capacidad de esfuerzo personal y del grado de crecimiento interior que
alcancemos.
Como lo hace ver la Liturgia de apertura de Trabajos del Tercer Grado
en forma velada, pero no por ello clara- No nacemos inmortales, pero
bien podemos alcanzar la inmortalidad: Prim:. Vig:.- La acacia me es
conocida. Muy R:. M:. _ ¿Qué significa esta frase, Muy Ven:. H:.Seg:.
Vig:.? Seg:. Vig:.- Que sé cómo se alcanza la inmortalidad.
Esta fórmula masónica nos hace pensar que no todos sobrevivimos a la
muerte física, mientras que para la mayoría de los profanos esta
cuestión se plantea como un dilema: se cree que la vida continúa en
otro nivel de existencia, o se piensa que las personas son únicamente
una entidad biológica y cuando llega la muerte es el final de todo.
Desde estos puntos de vista científico o espiritual, la condición
mortal o imperecedera del ser humano estaría determinada ya de
antemano y nada podríamos hacer para modificar nuestro destino.
Sin embargo, existe la otra posibilidad que plantea la masonería: en
este sentido, los seres humanos continuarían con un principio eterno
potencialmente capaz de inmortalizarlos, pero su activación no se
produciría de forma automática, sino que dependería de su propio
esfuerzo y dedicación. De acuerdo con esta idea masónica, sólo
sobreviviría nuestra Alma Inmoral, desechando nuestro cuerpo físico
como un simple cascaron de huevo. Por lo tanto, la continuidad de
nuestra propia individualidad más allá de la muerte no estaría
reservada a cualquier masón, sino solamente a los masones que
lograron identificarse con dicho principio eterno. El ser humano por
lo tanto sería en principio mortal, pero también poseería en sí mismo
un elemento que , adecuadamente cultivado mediante una transformación
interior, le permitiría inmortalizarse.
Seguramente usted lector ya advirtió una cosa: lo que llamaríamos
Objetividad Masónica se aleja Radicalmente de las Ciencias Académicas,
estas últimas niegan en principio la existencia del alma humana y por
lo tanto mucho menos pensarían en la inmortalidad de ésta.
Seguramente el descubrimiento de nuevos instrumentales científicos,
darán cuenta de algo que está ahí dentro del hombre independiente de
su cuerpo físico.
Para Paracelso el proceso de la realización del Alma Inmortal era un
tipo de alquimia interior, decía: Aquel que conseguía, en el curso
de su existencia, transmutar los metales viles (cuerpo, deseos,
pasiones, emociones) en oro (espíritu) sobrevolaba el gran océano de
la muerte y conseguía un nivel de existencia superior. En cambio,
quien no lo lograba caía en las aguas de ese océano por el propio peso
de los metales viles y sus elementos constitutivos se disolvían para
reciclarse como materia prima de la creación. En el último caso, se
producía la muerte, puesto que el yo ordinario no habría alcanzado
salir de lo profano, ni la consciencia suficiente que sobreviviría a
la muerte.
Desde el punto de vista masónico, convertirse en inmortal no es una
recompensa, ni morir un castigo, sino una situación que corresponde a
las leyes que rigen la Creación, simplemente se cumple la premisa
Universal: Sólo sobrevivirán los más aptos. Si sólo sobrevive la
identidad espiritual, es necesario hacernos conscientes de ésta
mientras estemos con vida física, para que dicha experiencia no se
pierda.
Así, el sentido de la vida en este plano terrestre no sería otra que
Despertar este Yo Superior para que asuma el control de nuestra
aventura terrenal y así pueda alcanzar la plenitud de su desarrollo,
convirtiéndonos en inmortales al culminar ese proceso por el cual nos
hacemos conscientes de nosotros mismos y, al mismo tiempo, captamos
la auténtica realidad que subyace a la ilusión del mundo material. Y
la Orden Masónica no sería otra cosa que un llamado a este Despertar
de la Consciencia .
En el fondo, estamos ante la misma concepción que sustentaban los más
connotados alquimistas: sobrevivir a la existencia terrena requiere
una transmutación o transformación interior. que consiste en consignar
la fusión armónica de los cuerpos sutiles en una unidad. Esta es la
Clave del Salmo 133, que los masones regulares recitamos frente a la
Biblia al inicio de nuestros trabajos:
1 ¡MIRAD cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos
igualmente en uno! - Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual
desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y que baja hasta el borde
de sus vestiduras; - Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los
montes de Sión: Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.
Vemos como la Biblia (El Libro de la Ley) menciona que la Unidad
Armónica , de los hermanos o yos (yoes) produciría la bendición de la
Vida Eterna.