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En los textos que hemos leído podemos ver en la vida de Pedro lo que él tuvo que vencer
para poner a disposición del Señor su barca para que predicara a la multitud y después
poder experimentar en su propia vida las maravillas del poder de Dios manifestada en la
pesca milagrosa.
Veamos en el texto que fue lo que pedro tuvo que vencer y apliquémoslo a nuestra vida
para que también nosotros podamos experimentar las maravillas del Señor.
Muchos cristianos no ven las maravillas del Señor en sus vidas porque su conocimiento y
su experiencia les hace dudar del poder de Dios, en sus mentes hay argumentos basados
en su conocimiento y experiencia que no les permiten creer y confiar como un niño, sino
que cuestionan, dudan, desconfían de los milagros del Señor.
Si queremos ver las maravillas de Dios nuestra fe tiene que estar por sobre nuestro
conocimiento y experiencia, tenemos que dejar que nuestro Dios nos sorprenda con sus
maravillas.
Pero Pedro dejó de lado su orgullo, y con humildad obedeció la palabra de Jesús y vio las
maravillas de Dios, ahora preguntémonos cada uno de nosotros ¿con qué actitud escucho
la voz del Señor? ¿Qué actitud tenemos después de escuchar un mensaje de la palabra
de Dios? Posiblemente en nuestra vida sea nuestra soberbia la que no nos permite
experimentar en nuestra vida las maravillas de nuestro Dios.
¿Qué cosas en nuestra vida le podemos estar negando al Señor en este momento? ¿Cuál
es nuestra barca?
¿Será tu vehículo que tú sabes que sería de mucha utilidad para él transporte de
hermanos en tu iglesia?
¿Será tu casa donde hay un espacio donde se podría predicar la palabra de Dios a tus
vecinos?
Vale la pena poner a disposición del Señor nuestra barca, pues nuestro Dios es un Dios
fiel que nos da mucho más de lo que nosotros pudiéramos darle (vers. 7).