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Varias críticas se han hecho a la gramática del texto: El análisis de los datos empíricos fue

descuidado. Se ha negado la posibilidad de analizar los factores que se presentan en la emisión y


recepción de textos, factores que han sido arbitrariamente ignorados, lo cual ha impedido la
creación de programas investigativos basados en análisis comprensivos. No se hizo un estudio de
la semántica y sintaxis discurso, pues se creyó que estas estructuras se habían desarrollado
completamente, error que trajo como consecuencia la minimización en la dimensión temporal de la
producción del discurso. Se usaron métodos ineficaces para explicar fenómenos, particularmente
en textolingüística. Cabe anotar que no hay texto único “explicandum” sino diversas “explicanda”
que necesitan sistemas explicativos diferentes. Los gramáticos del texto cometieron el error de
hacer una formalización sin explicar sus intuiciones lingüísticas. Además, es difícil saber si la
gramática de texto se puede explicar desde el punto de vista formal.

Lang fue uno de los primeros en criticar a los gramáticos del texto al decir que jamás justificaron su
planteamiento de que los textos en vez de las oraciones deben ser considerados como inherentes
cualquier gramática, además de advertir que los hechos descubiertos por la lingüística textual
requerían de la modificación de los mecanismos descriptivos existentes. Desea una expansión de
la gramática generativa, debido a que varios fenómenos consecuencia del nacimiento de una
gramática del texto necesitan ser explicitados en el marco de las descripciones lingüísticas. Este
autor planteó la hipótesis de que la propiedad del estado estado de texto, al tener rasgos
lingüísticos particulares, debe ser examinada por una teoría especial, esta luego integrada a una
teoría general del texto y el componente sintáctico podría expandirse a fin convertirse en el ala
gramatical de toda la teoría. Esto es aplicable a los fenómenos de coherencia. El autor considera el
postulado de Lang como inadecuado, al descuidar la semántica.

Dos autores, Dascal y Margalit, al considerar que Van Dijk era la figura central de la lingüística
textual, creyeron poder refutar algunos de los planteamientos de este, y por consiguiente, de toda
la lingüística textual. Para estos dos autores, la oración es el equivalente observacional de
discurso, por lo tanto, no hay necesidad de hacer la construcción teórica de “texto”; además,
pretendieron que la gramática oracional podría proporcionar nuevas posibilidades de explicación
de los fenómenos descritos por Van Dijk, nunca dijeron cómo podrían hacerlo; esto mismo sucedió
con otros trabajos recientes de lógica y teoría lingüística. Pero, a pesar de todo, Dascal y Margalit,
al reiniciar la discusión sobre metodología, también dieron pie a un debate sobre la uniformidad de
las propiedades del discurso, de lo cual no tenían duda los gramáticos del texto. Sin embargo, no
habido desarrollos sustanciales de la gramática de la oración, y nadie sabe como podría ser el
componente semántico y pragmático de aquella.

La lógica filosófica ha influido sobre la teoría gramatical y la teoría del texto. Kummer, en 1972, por
ejemplo, propuso la integración de los últimos trabajos gramática transformacional y la lógica
intensional. Este pensador creía que la gramática del texto debería permitir la definición de un
discurso, coherente en lenguaje L. Para ello propondría la creación de una sintaxis apoyada en el
cálculo, que permitiera la construcción de formas lógicas. Esta estructura está basada en el modelo
generativo estándar, el cual explica las variables según las formas canónicas. Propuso también
que el problema de la coherencia solo podría solucionarse si las formas canónicas del modelo eran
puramente deductivas.

Ballmer, en 1975, publica un trabajo en que da cuenta de las discusiones entre Bierwisch y Harris,
entre Lang e Isenberg y entre Dascal- Margalit y Van Dijk, concluyendo que la gramática del texto y
la oracional no son esencialmente diferentes. Aun así ciertos aspectos de los lenguajes que no
pueden que no ha podido ser explicados por la gramática oracional, por ejemplo, la conectividad y
la correferencia, los conectivos oracionales, las macroestructuras y la corrección de las
interpretaciones que resultaren de la información dada en la parte resultante del discurso. Por lo
tanto, estos aspectos deben ser tratados en el marco de una gramática del texto. Ballmer para
subsanar esta dificultad, pretende “hacer una selección de los fragmentos de la lengua”,
fragmentos específicos que tengan una referencia temporal. La grmática que puede ofrecer un
análisis semántico y sintáctico de estos fragmentos, es llamada “sistema de reconstrucción de la
lengua”. Ballmer rescata los planteamientos de Montague, porque ni los gramáticos del texto ni los
generativos han dado solución a los problemas anteriormente presentados. Lo que desea este
autor es crear gramáticas oracionales apropiadas, llamadas por él gramáticas de puntuación,
debido a que los signos de puntuación se tratan como morfemas especiales, relevantes en sintaxis
y semántica. Esta gramática es categorial, y a partir de los morfemas especiales inician las clases
particulares de transformaciones, como la permutación o la inserción en sintaxis que funcionan
como actos de habla o hiper-oraciones, si se quiere hablar en términos semánticos. Entonces, no
hay una clara diferenciación entre oraciones y textos. Por otro lado, Ballmer deja la inquietud de
cómo podrían construirse unidades semánticas y sintácticas extensas y cómo hay que tratar las
intuiciones planteadas en Petőfi. Lamentalblemente, Ballmer se ha alejado del estudio de la teoría
de la coherencia (que para Rieser debería ser la teoría principal de la lingüística del texto y se ha
dedicado a solucionar problemas pertenecientes más bien a la lógica filosófica y la gramática
tradicional de la oración.

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