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4. FRANCIA
Evolución diferente a la hispánica. La monarquía Capeto extendió lentamente
en la Edad Media, siglos XIII-XIV, sus derechos de soberanía hacia el exterior
de su base original, en la Isla de Francia; abarcaría desde Flandes hasta el
Mediterráneo, sin oposición de reinos, lo que permitía una jerarquía jurídica y
facilitaba una integración política, aunque menos conseguida cuanto más se
alejara de la Corte en París.
Un problema era la gran demografía; estaba poblada de unos 20 millones.
Las tres grandes rupturas de orden político:
— guerra de los 100 años, s. XV.
— guerra de religión, s. XVI
— la Fronda s. XVII
La historia de la construcción del absolutismo francés habría de ser de una
progresión convulsiva hacia un Estado monárquico centralizado, interrumpido
por recaídas en la desintegración y en la anarquía provincial, seguidas de una
reacción intensificada hacia la concentración del poder monárquico.
Resultado: culto a la autoridad real en la persona de Luis XIV.
La transición de la monarquía medieval a la absoluta se vio paralizada en un
primer momento y luego acelerada (época de Carlos VII). La guerra de los
Cien Años contribuyó a la emancipación fiscal y militar de la monarquía de
los límites del sistema medieval. Además, la monarquía se vio reforzada a
finales del s. XV, con un ejército regular, pagado con el impuesto de la "taille"
(nobleza, clero y algunas ciudades quedan exentos); la nobleza retuvo el poder
autónomo local por la fuerza de sus espadas, de las que dependía toda la
responsabilidad de la estructura social, que aún era muy precaria para dirigir
un país tan grande como Francia.
La nueva monarquía inaugurada por Luis XI no era un estado centralizado.
Estaba formado por doce gobernadurías confiadas a nobles o a príncipes. Se
desarrolló un conjunto de "parlaments" locales creados por la monarquía y que
tenían autoridad judicial suprema en sus territorios (época de Carlos VIII y
Luis XII).
S. XVI: —el reino crece, prospera (época de Francisco I y Enrique II);
—los estados generales dejan de existir;
—las ciudades no son convocadas;
—la política exterior depende más del rey.
El prestigio dinástico se vio favorecido por las otras guerras exteriores en
Italia, convertidas en una salida a la belicosidad nobiliaria, aunque no se
consiguió Italia (derrota frente a España y tratado de Château-Cambresis. 40
años de guerra civiles después, iniciadas por los conflictos religiosos que
acompañaron a la reforma y alimentadas después por la lucha por el control de
la monarquía, políticamente vacante a la muerte de Enrique II: lucha entre
hugonotes: La Santa liga. Dirigidos por los Guisa, Montmorency y los
Borbones; cada linaje controlaba una zona de influencia (el protestantismo
siempre atrajo a los artesanos burgueses en las ciudades, pero no a los
campesinos). A consecuencia de esta guerra, se producen levantamientos en
toda Francia, hasta que Enrique IV se "convierte" al catolicismo por táctica:
reunió a los aristócratas de la Liga, aisló los Comités y suprimió las rebeliones
campesinas: la guerra de religión acabó con al reafirmación del Estado real.
Enrique IV
El absolutismo, a partir de ahora, iba más rápidamente con Sully (hugonote),
Richelieu y Colbert. Los príncipes reales eran todavía rivales del monarca, yen
las ciudades la burguesía comercial controla el poder municipal. Pero
Enrique IV restableció la presencia real y el poder central en París,
reconstruyendo la ciudad y convirtiéndola en capital permanente del reino.
Promueve la recuperación agrícola y promoción del comercio de exportación.
Y con el Edicto de Nantes, soluciona l problema protestante al concederles
una autonomía regional.
Se conservó la paz exterior y la economía administrativa. Sully duplicó los
ingresos por medio de los impuestos indirectos, la reordenación de de las
contribuciones agrarias, la reducción de gastos, la venta de cargos oficiales
(sinecuras y prebendas). Richelieu los "intendants" representaron el nuevo
poder del Estado absolutista en los rincones más alejados del reino. Eran
funcionarios enviados con misiones temporales y ad hoc y que más tarde se
convertirían en delegados permanentes del gobierno central de Francia.
Con Mazarino, las presiones fiscales por la guerra de los Treinta Años
motivaron continuas rebelines urbanas y rurales; se consiguió agrandar el
territorio (victoria de Rocroi sobre España y tratado de Westfalia), pero
provocó la crisis de la Fronda y no se pudieron llevar a cabo conquistas en el
Mediterráneo.
Luis XIV
Asumió el mando personal de todo el aparato del Estado en 1661. Reunidas la
autoridad real y el poder ejecutivo en un único soberano, todo el potencial
político del absolutismo francés llegó rápidamente a su plenitud.
Las medidas adoptadas contra el particularismo refractario de los grupos e
instituciones tradicionales, provocaron el resentimiento de príncipes y pares y
de la pequeña aristocracia provincial.
Administraciones competentes, disciplinadas (Colbert, Tellier) ocuparon la
cima del orden burocrático, puesto a disposición de la monarquía.
El volumen del ejército creció enormemente en este reinado, pasando de 30 ó
50.000 hombres a 300.000 al final del reinado; introdujeron la paga regular, la
instrucción y el uniforme. También se creó una fuerza de policía permanente.
El absolutismo francés alcanzó su apogeo en las últimas décadas del s. XVII.
La estructura del Estado de Luis XIV iba a convertirse en el modelo de la
mayor parte de la nobleza europea.
Las realizaciones organizativas del del absolutismo borbónico estaban
destinadas a la expansión militar.
Los mejores años desde el punto de vista administrativo, económico y cultural
fueron 1661-1672: los gastos del Estado disminuyeron gracias a la supresión
general de cargos, las tierras reales fueron recuperadas, la recaudación de
impuestos indirectos se elevó en trono al 60% por medio de un control del
sistema de arrendamiento: los ingrasos netos de la monarquía se duplicaron;
se
lanzó un ambicioso programa mercantilista para acelerar el desarrollo
manufacturero y comercial de Francia y la expansión colonial en el exterior.
Este mismo mercantilismo llevó a la decisión de invadir Holanda en 1672 para
suprimir la competencia de su comercio, la guerra holandesa fue inicialmente
un éxito, pero con una coalición internacional para la defensa (España y
Austria) la dinastía Orange volvía a tomar el poder en Holanda.
La reducción fiscal de Colbert en el interior quedó eliminada; en adelante la
guerra iba a dominar prácticamente todos los aspectos del reinado.
Miseria, hambre, malas cosechas provocaron nuevos levantamientos del
campesinado.
La nobleza, aligerada de los cargos monetarios que Richelieu y Mazarino
habían intentado imponerle, permaneció completamente leal.
El restablecimiento de la paz en la década de 1680 se limitó a acrecentar la
arrogancia del absolutismo borbónico. El rey se encerró en Versalles, el
calibre de sus ministros descendió.
En el interior: continuó la depresión agraria, el comercio marítimo recuperó
prosperidad; la derrota del candidato francés al electorado del Colonia y la
subida de Guillermo III al trono inglés fueron las causas del conflucto
internacional:
Liga de Augsburgo (1689-97):
Alineó a casi toda Europa contra Francia (Holanda, Inglaterra, España,
Austria, Saboya y la mayor parte de Alemania). Los objetivos bélicos de Luis
XIV fallaron en casi todas partes. (La única ganancia, por el tratado de
Ryswick, absorbe Estrasburgo). Los demás territorios ocupados tuvieron que
ser evacuados.
Para financiar los gastos de la guerra se inventaron nuevos cargos que se
pusieron a la venta, se subastaron títulos, aumentaron los empréstitos
obligatorios y rentas públicas. Se manipuló el valor de la moneda, por primera
vez se introdujo un impuesto por capitalización, del que no se libró la nobleza.
Cinco años después, Francia entra en conflucto por la Sucesión española; la
tranquilidad llegó con la derrota final en la guerra; la paz fue mitigada por
lasdivisiones en la coalición victoriosa contra Luis XIV, que permitieron a la
dinastía borbónica conservar la monarquía española con el precio de la
separación política de Francia.
Paradoja del absolutismo francés: su brillantez interior no coincidió con su
gran predominio internacional: la estructura de estado de Richelieu y
Mazarino, todavía defectuosa e incompleta, fue la que consiguió
espectaculares éxitos en el extranjero, mientras que la monarquía consolidada
y estabilizada de Luis XIV fracasó. El absolutismo francés no gozó de un
periodo de hegemonía comparable en Europa occidental.
La derrota final de Luis XIV se debió al cambio en la posición relativa de
Francia dentro del sistema político europeo concomitante con las revoluciones
inglesas de 1640-1688 y su consiguiente imperialismo.
Regencia en 1715
La alta nobleza reaparece en escena. El regente obtuvo del "Parlament" dejar a
un lado el testamento de Luis XIV. El gobierno pasó a manos de los pares que
acabaron con el sistema ministerial del régimen anterior y asumieron el poder
en la "plysinodi".
Época de carácter abiertamente clasista del absolutismo; predominio colectivo
de una alta aristocracia. La toma de regencia de los grandes no fue duradera,
pero en adelante la nobleza mantuvo un control tenaz de los más altos cargos
del gobierno:
— los "parlaments"
— los arzobispos y obispos
— los altos mandos militares; pero el absolutismo continuaba siendo un
poder inaccesible e irresponsable, que gravitaba sobre las cabezas del
conjunto
de la nobleza.
Luis XIV había dejado el Estado cargado de una masa de deudas, la regencia
las redujo a la mitad por el sistema de Law, pero los gastos de la política
exterior desde la guerra de sucesión de Austria, combinadas con el despilfarro
de la corte, mantuvieron en un déficit constante y cada vez más profundo a la
hacienda. Los intentos de recaudar menos impuestos fueron rechazados en los
parlamentos y en los estados provinciales. La monarquía pretendía gravar con
los impuestos la riqueza de la nobleza, y ésta exigía un control sobre la
política de la monarquía. La aristocracia se negó a enajenar privilegios
económicos sin obtener derechos políticos sobre la dirección del Estado
monárquico.
A partir de la regencia, hubo en general una época de expansión económica
con un alza de precios, una prosperidad agrícola y una recuperación
demográfica. La agricultura continuaba siendo la más importante producción,
las manufacturas y el comercio registraron avances. La industria francesa
aumentó. El progreso del comercio fue mucho más rápido. El monopolio
aristocrático del aparato del Estado, hizo disminuir la venta de cargos. En este
siglo XVIII el absolutismo se inclinó hacia los empréstitos públicos.
La disminución simultánea del ascenso de los plebeyos al Estado feudal y el
desarrollo de una economía comercial al margen de éste, emanciparon a la
burguesía de su dependencia subalterna del absolutismo: la monarquía se
mostró incapaz de proteger los intereses burgueses, cuando incluso coincidían
nominalmente con los del absolutismo. Los costos de la intervención
borbónica en la guerra de la Independencia de EE.UU fueron los que
provocaron la definitiva crisis fiscal del absolutismo francés en el interior. En
1778 la deuda del Estado era tan grande, y el déficit presupuestario tan agudo
que los últimos ministros de Luis XVI, decidieron imponer contribución sobre
la tierra a la nobleza y al clero. Los parlamentos se resistieron, la monarquía
decretó su disolución, después los restableció.
La reacción aristocrática contra el absolutismo se transformó en una
revolución burguesa que lo derribó (1789).